carta pastoral - diócesis coria-cáceres · que avivara el brasero, con esta pastoral quiere meter...

46
CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE CORIA-CÁCERES ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA (los fieles laicos cristianos, ese gigante dormido que hay que despertar) + Francisco Cerro Chaves Obispo de Coria-Cáceres Carta Pastoral (Adviento - Navidad - Epifranía) (Año de los laicos y del asociacionismo cristiano)

Upload: trankhanh

Post on 22-Sep-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

CARTA PASTORALDEL OBISPO DE CORIA-CÁCERES

ID TAMBIÉN VOSOTROSA MI VIÑA

(los fieles laicos cristianos, ese gigante dormido que hay que despertar)

+ Francisco Cerro ChavesObispo de Coria-Cáceres

Carta Pastoral(Adviento - Navidad - Epifranía)

(Año de los laicos y del asociacionismo cristiano)

SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN.....................................................................................

II. ¡ES LA HORA DE LOS LAICOS! LOS FIELES LAICOS............................

III. OBJETIVOS DE ESTA CARTA PASTORAL..........................................

IV. DE ENTRADA.............................................................................................

V. TEXTO PARA ORAR Y COMPARTIR (Mt 20, 1-23).............................

VI. EN LA VIÑA Y EN EL MUNDO...............................................................

VII. CLAVES PARA UN LAICADO CRISTIANO......................................

VIII. COMENTARIO AL EVANGELIO (Lectio Divina).............................

IX. ID TAMBIÉN VOSOTROS A LA VIÑA..................................................

EPÍLOGO..........................................................................................................

59

1117192123253343

Página

5Id también vosotros a mi viña

I. INTRODUCCIÓN

«Un hombre de campo pudo subir al cielo. A la vuelta reunió a sus vecinos en su hogar alrededor de la mesa y les contó su experiencia. Les explicó que había contemplado, desde arriba, la vida humana y lo resumió diciendo que “somos un mar de fueguitos. El mundo es eso –reveló– un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todos los demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes, fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, ‘fuegos bobos’, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se les puede mirar sin parpadear, y quien se acerca a ellos se enciende. Eso somos, un mar de fueguitos”. Al terminar su narración, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, pero sí observó que los ojos de algunos de sus paisanos brillaban de manera especial».

Hasta aquí el cuento. Pero no es sólo un cuento. ¡Cuánto hemos aprendido en los cuentos! ¡Cuánto enseñó Jesús en sus parábolas! ¡Cuánto nos enseña la Iglesia con las comparaciones: “Él celestial Agricultor la plantó como viña escogida. La verdadera vid es Cristo, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos, que somos nosotros, que permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos hacer” (LG 6).

Se me pide, como Delegado de Apostolado Seglar, que introduzca la Exhortación Pastoral de nuestro Obispo para este año dedicado al Laico en la Diócesis de Coria-Cáceres. El cuento nos recuerda el pasaje de Hechos de los Apóstoles 2,1-11: “De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse”. Pentecostés es el bautismo del Espíritu prometido por Jesús: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,19-23). En aquel momento los apóstoles y sus compañeros son ungidos como pueblo de profetas y capacitados para dar testimonio de Jesús hasta el fin del mundo.

6 Carta Pastoral

“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. El que irradia el Espíritu, exhala su Aliento, es el que “luce” las señales de la crucifixión en las manos y en el costado. “Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. El libro de los Hechos de los Apóstoles, que expresa cómo la Iglesia es continuadora de la misión de Cristo, confirma el envío y atestigua las reacciones de la gente: “Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios” (Hch 4,31) “Y se les miraba a todos con mucho agrado” (Hch 4,33).

Don Francisco ha escrito esta Exhortación para animar a la Iglesia que peregrina en Coria-Cáceres. Es una carta al corazón de los laicos, y también al de sacerdotes, religiosos y religiosas. Con ella quiere reavivar el fuego del Espíritu Santo que los presbíteros recibieron para el servicio al Pueblo de Dios del que forman parte y que saben, como nos exhortó el Beato Juan Pablo II, que “una parroquia no puede funcionar sin la participación de los laicos”. También con ella entusiasmará a las religiosos y religiosas, en sus múltiples tareas, en favor de los de “dentro y de los de fuera, cercanos o alejados”, pues, los consagrados saben que “así se contribuye, con todas las fuerzas, al crecimiento de la Iglesia” (LG 33).

Nuestro Obispo, que de niño jugaría al amor de la lumbre haciendo saltar las chispas de los leños o su padre le pediría que “echase una firma” que avivara el brasero, con esta Pastoral quiere meter el bieldo en el brasero de la Diócesis para avivar las ascuas del laicado. Laicado que busca su lugar, su espacio, para desarrollar su misión en el mundo. Misión que, como no puede ser de otra manera, es la misma de la Iglesia: EVANGELIZAR.

Con el fuego del Espíritu, los laicos han de gritar que “ellos son la Iglesia”, de esta manera saltarán chispas que prenderán en otros laicos “apagados”, pues “la Iglesia es de todos y de cada uno, y todos somos responsables de su vida y de su desarrollo”, y así darán, desde dentro, parte del calor que necesita nuestra Iglesia y nuestra Sociedad. Pues, “con su presencia pública, hacen presente a la Iglesia en el mundo y animan y transforman la sociedad según el espíritu del Evangelio. Al mismo tiempo

7Id también vosotros a mi viña

participan en la Iglesia como hombres y mujeres de la sociedad civil”. Pero también, los laicos traerán al interior de la Iglesia “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” ya que “son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”. (GS 1).

Nuestro Pastor señala el surco a seguir siempre, no sólo en este año del Laico: “la comunión traducida en corresponsabilidad, coparticipación, colaboración, convergencia..., es decir, CORRESPONSABILIDAD. Desde la comunión se construye día a día como un tejido de relaciones interpersonales verdaderas y fraternas”. Nos anima a echar al fuego purificador la “eclesiología jerarcológica o piramidal, avivando la eclesiología de comunión”. Entiéndase, entre otras cosas, la creación de Consejos Pastorales en todos los ámbitos diocesanos. (Plan P. Diocesano, objetivo 3º).

Los carismas, ministerios, encargos, servicios del laico cristiano son riquezas, “fueguitos”, que se complementan entre sí a favor de todos, con el apoyo del presbítero como “hermano entre hermanos”. Un ascua no hace brasero, pero sí es necesaria para encender el montón de picón apagado. Desde este símil, entendamos y pongamos en práctica el Magisterio de nuestros Papas y Obispos, y que Don Francisco nos compendia cual “brasa al rojo vivo”: “Las Asociaciones y Movimientos apostólicos son necesarios para realizar la nueva evangelización y la presencia pública en la vida social. Clave en este año dedicado al laicado es que en todos los rincones de nuestra diócesis, en cada parroquia, en cada movimiento, cada laico se proponga ‘la necesidad urgente de asociarse con otros cristianos’”. En el siglo XXI ningún cristiano puede ir por libre, todos en grupos, asociaciones, movimientos.

Hay muchos grupos de laicos en Coria-Cáceres. Todos tenéis el apoyo de la Delegación de Apostolado Seglar, y a todos se os invita a formar parte del Foro de Laicos. No dejéis de pedir ayuda si creéis necesitarla y no dejéis de ofrecer vuestro “fuego o fueguito”. Leed esta Carta Pastoral y programad bien el curso para que el objetivo principal sea el que nos

8 Carta Pastoral

marca el Plan Diocesano de Pastoral: “ESTABLECER, FOMENTAR Y ANIMAR CAUCES Y MEDIOS PARA QUE LOS LAICOS VIVAN SU COMPROMISO BAUTISMAL EN LA COMUNIDAD Y EN LA SOCIEDAD”. Y como acción especial: “promover el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos como medio de formación”.

“Somos un mar de fueguitos”. Nadie busque cantidad y éxito, lo más evangélico se da siempre desde lo poco y lo sencillo; no desde la búsqueda de la eficacia, sino desde lo fecundo; desde la fe inquebrantable, de que algo nuevo está naciendo y brotando en nuestra Diócesis.

En nombre de todos los Cristianos Laicos de Coria-Cáceres, agradezco a D. Francisco esta Exhortación Pastoral en el año dedicado al Laico, y especialmente su compromiso, y con él, el de todos los presbíteros, religiosos y religiosas, resumido en este grito: ¡VOSOTROS SOIS LA IGLESIA DEL SEÑOR!¡ ¡SOIS REALMENTE DIGNOS DE ADMIRACIÓN Y AGRADECIMIENTO!

Ángel Martín ChapinalDelegado de Apostolado Seglar

9Id también vosotros a mi viña

A todos los sacerdotes, Diáconos permanentes Religiosos y religiosas Vida Consagrada Laicos de todas las Parroquias Asociaciones, Movimientos, Cofradías

II. ¡ES LA HORA DE LOS LAICOS! LOS FIELES LAICOS

En nuestro tiempo, se ha dicho con frecuencia que el laicado cristiano es como “un gigante dormido”, con un enorme potencial sin explotar aún. Es “la hora de los laicos. ¡Es la hora de los laicos! ¡Es la hora, la hora de los laicos!”1. “Es la hora de los cristianos auténticos, fuertes en la fe, audaces en la esperanza, generosos en la caridad, valientes, por ello, al dar testimonio de Cristo”.2

En esta línea manifestamos que nuestro propósito es contribuir a despertar a los cristianos laicos y ayudarles a participar en la vida y misión de la Iglesia, así como, motivarlos y acompañarlos en su presencia y misión en la Vida Pública.

Sabemos que la corresponsabilidad y su fuente, la comunión, son fruto del Espíritu Santo, ya que es Él quien las hace posibles, las crea y las regala. Por eso, os invito a todos a pedir al Espíritu Santo que suscite laicos y laicas adultos y responsables los cuales participen desde el carisma y gracia recibidos de Dios en la vida y misión de la Iglesia y se hagan presentes en el mundo para transformarlo desde dentro según los valores del Evangelio.

Al concluir mi primera visita pastoral, “Tu vara y tu cayado me sosiegan”, he visto y comprobado la gran labor de los laicos en nuestra Iglesia diocesana.

“Tenemos sobre nosotros la gran tarea de continuar y difundir la vida de fe y la esperanza de la salvación en una etapa nueva

1 Pablo VI,Alocución. Frascati, 1-IX-19632 Juan Pablo II, “Alocución”. Audiencia General, 25-IV-1984

10 Carta Pastoral

de nuestra historia. La gravedad de semejante responsabilidad ha de ser estímulo para grandes empresas, a fin de que Dios sea conocido y amado por todos, para que todos acepten y gocen de los bienes de su salvación en una vida renovada por el Espíritu. Todos somos necesarios para este esfuerzo común. Todos debemos revisar y asumir nuestras propias responsabilidades con humilde espíritu de conversión”3.

3 Conferencia Episcopal Española, “Testigos del Dios vivo”, 6

11Id también vosotros a mi viña

III. OBJETIVOS DE ESTA CARTA PASTORAL

Impulsar los organismos de comunión y participación en la Parroquia y en el Arciprestazgo.

Todos debemos reconocer, respetar y fomentar la identidad propia de los fieles laicos y valorar, promover y alentar efectivamente su misión en la Iglesia y en el mundo. ¡Confiemos en los laicos! Ayudémosles a descubrir su identidad, vocación y misión.

Los Presbíteros desclericalicen la acción pastoral, dando entrada y participación a los fieles laicos. Acoged los carismas del Espíritu, debidamente discernidos, coordinadlos y ofrecedles espacio eclesial para su legítimo desarrollo.

Sensibilicemos y animemos a los fieles laicos para que participen con mayor intensidad en la vida y misión evangelizadora de la Iglesia.

Todos debemos promover los ministerios y servicios laicales.

Los Presbíteros ayuden y acompañen a los fieles laicos a hacer presente por medio de sus palabras y obras el Evangelio de Jesucristo en la sociedad.

Los Presbíteros potencien la Acción Católica y acojan los Nuevos Movimientos debidamente aprobados por la Iglesia. El carácter laical de los movimientos eclesiales no suprime la necesidad que estos tienen de una presencia sacerdotal.

La Diócesis ofrezca por medio de sus Organismos competentes una adecuada formación a los miembros del Consejo Pastoral de la Parroquia, del Arciprestazgo…

Los cristianos laicos tengan un vivo sentido de pertenencia eclesial y una clara conciencia de su responsabilidad y participación en la vida y misión de la Iglesia en comunión eclesial.

12 Carta Pastoral

LOS CRISTIANOS LAICOS EN LA DIÓCESIS

Aspectos positivos

Constatamos con gozo y agradecimiento a Dios que en nuestra Diócesis y parroquias hay un número importante en cantidad y calidad de cristianos laicos que participan en la vida y misión de la Iglesia. Con las mismas palabras del autor de la Carta a los Hebreos, constato entre nosotros esta realidad: “mirad la multitud de testigos que están a vuestro alrededor”·(Heb 11,1ss). Pienso en todos ellos:

•• los catequistas que entregan gratuitamente su tiempo y su vida para educar en la fe a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes.

•• los que atienden a los pobres y necesitados a través de Caritas diocesana, parroquial, arciprestal o de otras Instituciones caritativas.

•• los visitadores de enfermos que regalan su tiempo, su palabra, su amor, estando cerca de los enfermos, de los ancianos…

•• los profesores de religión que en los centros educativos presentan la fe y la moral católicas, a veces no sin dificultad.

•• los lectores de la Palabra de Dios.

•• los servidores del altar en las celebraciones litúrgicas.

•• los miembros del Consejo Pastoral –diocesano, parroquial, arciprestal–, de la Junta Económica de la Parroquia.

•• los que prestan su colaboración en los servicios diocesanos…

•• los que desempeñan tareas humildes y sencillas en las Parroquias…

Hay cristianos laicos que viven su pertenencia eclesial de forma

plena y consciente.

13Id también vosotros a mi viña

El laicado adulto y responsable está constitutito en su gran mayoría por mujeres, a las que desde aquí les mostramos una vez más nuestro agradecimiento.

Van apareciendo grupos eclesiales (asociaciones, movimientos, comunidades…) que permiten a sus miembros vivir con más plenitud personal la fe.

Se percibe también un creciente número de laicos que asisten de forma regular a la Escuela Diocesana de Teología, al Instituto Superior de Ciencias Religiosas, a otras Instituciones educativas de la Diócesis.

También en Acción Católica se incrementa el proceso de formación.

A todos y a todas quiero tener presente hoy y siempre en mi oración; a todos y a todas quiero hacer llegar mi reconocimiento y agradecimiento en el Señor; a todos y a todas deseo acompañar y alentar en medio de las dificultades que podáis encontrar.

Algunos aspectos preocupantes

Muchos cristianos y cristianas forman una considerable mayoría silenciosa que asiste a las celebraciones de la Iglesia y a algunos actos de la misma, y en nada o poco participan en la vida de la Parroquia.

Hay pocos cristianos que asuman la misión apostólica de su vocación cristiana como una tarea expresa, importante y determinante en su existencia cristiana.

No pocos cristianos desconectan la fe de sus vidas diarias y están poco preocupados de vivir los ámbitos de su existencia desde la fe.

Hay cristianos que ya no participan en ningún acto litúrgico, formativo, misionero de la Iglesia. Su relación con la Comunidad Cristiana es escasa, salvo en los bautizos, funerales, bodas… Son los alejados.

Muchos fieles bautizados abandonan la fe o la reducen a unas vagas referencias que ya no configuran su mente ni rigen su vida.

Otros cristianos con poca o nula identidad eclesial. Viven la fe con frecuencia “por libre”, con poca o ninguna vinculación eclesial.

14 Carta Pastoral

Otros hay que se han dejado influenciar por una mentalidad no cristiana en sus ideas, sentimientos, preferencias y valores.

No pocos hay que no tienen conciencia de la llamada personal de Dios, manifestada en el bautismo y en la confirmación.

Otros hay que miran la Parroquia como una institución compuesta por sacerdotes y un grupo numeroso de bautizados; los que deciden y determinan lo que hay que hacer son los sacerdotes. Los seglares obedecen4.

Sigue existiendo una mentalidad de que el laico es mero ayudante o colaborador del sacerdote en la parroquia… empobreciéndose así la identidad y misión del laico en la Iglesia.

Un deseo y una invitación

Con la ayuda del Señor nos proponemos suscitar y promover una renovada autoconciencia de la vocación, dignidad e identidad de los fieles laicos, así como de su pertenencia, corresponsabilidad, participación en la vida y misión de la Iglesia, de su responsabilidad y contribución original a la misión. Queremos poner de relieve estas realidades fundamentales del cristiano laico:

La comuniónLa corresponsabilidadEl compromiso en la vidaEl asociacionismo La formaciónLa espiritualidad En este nuevo curso pastoral, que con la gracia de Dios iniciamos,

reflexionaremos sobre el Laicado, en conexión con lo determinado por el Consejo Pastoral Diocesano y aprobado por mí. Deseamos redescubrir la identidad del laico cristiano y potenciar la misión de los laicos para una nueva evangelización, superando así huellas clericalistas que aún pudieran estar presentes en el rostro y práctica de la Iglesia... Bien sabemos que “la evangelización de la nueva sociedad se realizará sobre todo por los laicos o no se realizará”5. Con ello estamos haciendo realidad uno de los grandes 4 Plan Pastoral de la Diócesis 2010-2015; pp.28-29. 33-345 Conferencia Episcopal Española: “Los Cristianos laicos, Iglesia en el mundo”, 148

15Id también vosotros a mi viña

objetivos o prioridades pastorales que aparecen en el actual Plan Pastoral de nuestra Diócesis y que presentamos más adelante.

Ya desde ahora mismo nos dirigimos a todos y os invitamos a participar con el don, carisma o ministerio que cada uno de vosotros ha recibido del Espíritu Santo, en la vida y misión evangelizadora de la Iglesia. Cada vez son más las personas que en nuestras sociedades están necesitadas de una primera evangelización. Esta es la misión más urgente de nuestra Diócesis y de todos nosotros: sacerdotes y consagrados, religiosos y religiosas, seglares.

Desde aquí convoco de manera especial a los cristianos laicos a realizar esta labor evangelizadora en estrecha comunión con el Obispo y los sacerdotes, movidos todos por un espíritu verdaderamente misionero6.

También os llamo a colaborar en la transformación de nuestra sociedad, ya que el mundo no se puede entregar a la violencia de nadie, a la mentira de nadie, a la injusticia de nadie. “Entre evangelización y promoción humana –desarrollo, liberación– existen efectivamente lazos muy fuertes” 7.

Por ello, sigo llamando con esperanza a participar en la gran tarea de la nueva evangelización:

•• A los jóvenes, para que sean evangelizadores de los jóvenes. El fruto de la Jornada Mundial de la Juventud se tiene que notar ahora.

•• A los padres, para que eduquen en cristiano a sus hijos y participen en las catequesis familiares destinadas a sus propios hijos.

•• A los cristianos laicos, para que se hagan presentes desde el Señor en los nuevos “areópagos” del mundo y de la sociedad y proclamen desde ellos el Evangelio.

•• A los políticos cristianos, para que entiendan y realicen la política como servició al bien común e integral de todos y como defensa y promoción de los derechos humanos.

6 Cf. Juan Pablo II: Ecclesia in Europa” 467 Pablo VI: “Evangelii Nuntiandi”, 31

16 Carta Pastoral

•• A los profesionales de la salud, para que defiendan y promuevan el respeto sagrado a la vida humana en cualquier circunstancia en que se encuentre, desde el momento de la fecundación en el seno de la madre hasta el fin natural de la misma.

¡Queridos hermanos laicos! Tenéis un puesto insustituible en la Iglesia; debéis sentiros parte activa y responsable de la Iglesia ya que estáis llamados a conocer a Jesucristo y a anunciarlo a los demás. En todos y en cada uno de los rincones de nuestra amada Diócesis de Coria-Cáceres tenéis un lugar, una misión concreta que debéis realizar. Si no la hacéis, quedará sin hacer.

Recordemos una vez más las enseñanzas del Concilio Vaticano II:

“La Iglesia no está verdaderamente formada, ni vive plenamente, ni es representación perfecta de Cristo entre las gentes, mientras no exista y trabaje con la jerarquía un laicado propiamente dicho. Porque el evangelio no puede penetrar profundamente en las conciencias, en la vida y en el trabajo del pueblo sin la presencia activa de los seglares. Por tanto, desde la fundación de la Iglesia hay que atender sobre todo a la constitución de un laicado maduro”8.

8 Concilio Vaticano II: “Ad Gentes”, 21

17Id también vosotros a mi viña

IV. DE ENTRADA

He querido, a través de un comentario del Evangelio de Mateo 20 sobre la invitación a trabajar en la viña, el texto más comentado de Juan Pablo II en Christifideles laici, realizar un acercamiento a la vocación del laico, a su profunda espiritualidad que brota del bautismo. Ser laico es “estar en la viña y estar en el mundo”, siendo, por el Bautismo, llamados a ser “santos e irreprochables” ante él por el Amor. Creer que para ser fiel al proyecto de Amor del Señor no debemos salirnos de este mundo, al que tanto amó Dios que le entregó a su propio Hijo (Cfr. Jn 3).

La estructura del libro es muy sencilla, con el deseo de que ayude a la oración personal y a compartir en grupo.

En la primera parte son lluvias de ideas sobre la llamada a todos a trabajar en la viña y en las entrañas del mundo, desde el profundo amor a Jesucristo.

En una segunda parte trato de ayudar a descubrir la profunda vocación eclesial del laico. El laicado tiene mucho que decir a la Iglesia y al mundo

Por último, el estar en la Iglesia y en el mundo exige una profunda conversión. Lo secular no es ser mundano. Tiene unas exigencias que tienen mucho que ver con “sal y luz” porque como nos dice Jesús “si la sal se vuelve sosa ¿Quién podrá salar el mundo? Tampoco “se esconde una luz para meterla debajo del celemín”.

En nuestro Plan Pastoral “Con Cristo no nos puede faltar la esperanza”, el laicado es convocado y sobre todo llamado a vivir la vocación de “transformar el mundo según el Corazón de Dios”, como nos recuerda el Vaticano II. La vocación laical tiene una espiritualidad propia, donde la unión con Cristo y el servicio a la Iglesia y a los más pobres, se unen desde las entrañas del mundo. Es necesario recordar una y otra vez que los laicos son ese “gigante dormido” que hay que despertar, si queremos verdaderamente hacer realidad la nueva evangelización. Así nos lo recuerdan los Grandes Documentos de la Conferencia Episcopal sobre el laicado.

Vivir con gozo en el seno de la Iglesia, para la vida del mundo es descubrir y vivir a Cristo que, como nos recuerda Benedicto XVI, en ese encuentro comienza nuestra vida cristiana, una vida nueva.

19Id también vosotros a mi viña

V. TEXTO PARA ORAR Y COMPARTIR (Mt 20, 1-23)

«En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.

Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: “¿Por qué estáis aquí todo el día parados?”

Dícenle: “Es que nadie nos ha contratado.” Díceles: “Id también vosotros a la viña”.

Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: “Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros”.

Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno.

Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor”.

Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues, toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?”.

Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.»

21Id también vosotros a mi viña

VI. EN LA VIÑA Y EN EL MUNDO

“Dios es tu Amigo, el viñador el que te cuida de sol a sol”

Sin la dimensión trinitaria, la vida del laico quedaría sin contenido. Sin la pasión por Jesucristo, el Amo de la Viña, no tendríamos ni futuro ni fuerzas para continuar el camino. Los laicos tienen que ser hombres y mujeres de una profunda experiencia de Dios, cimentada y alimentada en los sacramentos y en la oración. Sin una espiritualidad seria, bíblica, litúrgica, teológica, antropológica, no se puede sostener el laicado que quiere la Iglesia. Y hoy necesita más que nunca nuestra tierra. Laicos que “se lo crean”, viviendo codo a codo con sus hermanos.

•• En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana

•• a contratar obreros para su viña.

•• Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

•• Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo que sea justo”.

•• Y ellos fueron.

•• Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.

•• Todavía salió a eso de la hora undécima y al encontrar a otros que estaban allí,.

•• les dice: ¿Por qué estáis aquí todo el día parados?

•• Dícenle: Es que nadie nos ha contratado. Díceles: Id también vosotros a la viña.

23Id también vosotros a mi viña

VII. CLAVES PARA UN LAICADO CRISTIANO

Todos estamos llamados en la Iglesia a plasmar en nuestra vida el Amor de Dios. Todos estamos llamados a tener “los sentimientos de Cristo”. La vocación al matrimonio, al laicado, es una verdadera vocación que tiene su propia espiritualidad. Comparte con las otras vocaciones, sacerdotales y consagradas, el Bautismo, la pasión por Cristo, por la Iglesia, por la Evangelización y tiene como específico “la transformación del mundo según el Corazón de Dios”. Esta idea subyace en toda la teología del laicado, que se encuentra en el Vaticano II. La santidad, como el arco iris, tiene muchos colores, muchos matices y sensibilidades, muchas maneras de vivirla. El Vaticano II dice que todos estamos llamados a la santidad, pero no a la misma manera de plasmar la santidad. De aquí surgen las distintas vocaciones de la Iglesia. Todas son necesarias. Todas son de primera. La vocación laical que se vive en el matrimonio, en la familia y en la transformación del mundo es la identificación con Cristo “Alfa y Omega, principio y fin”. Todos estamos llamados a vivir en nuestra existencia el seguimiento de Cristo, pero cada uno según su propia vocación, que no es la misma para todos, aunque tengan todas las vocaciones una base común que es el Bautismo y la llamada a la santidad.

***********

La espiritualidad laical, como identificación con Cristo, siempre tiene el sello de la profunda humildad. Humildad para Santa Teresa de Jesús es “caminar en la verdad”. Y la verdad es que estamos necesitados todos de su infinita Misericordia. Todos los santos han puesto los cimientos de la santidad en la humildad. Sin humildad no se construye el edificio de la santidad. Tiene poco futuro de consolidación. San Francisco de Asís dice que ninguna virtud la acepta el Señor si no está cimentada sobre la humildad. En esta parábola de los trabajadores de la viña el Señor quiere comenzar poniendo las bases de una espiritualidad que siempre tiene que tener como principio la humildad como la identificación con Cristo que es “manso y humilde de corazón”. Sólo viviremos en el equilibrio de nuestra propia vida cristiana, cuando somos conscientes del profundo Amor de Dios hacia

24 Carta Pastoral

nosotros y de las profundas carencias que existen en nuestra vida. Vivir esto con equilibrio, con paz es siempre un signo de la profunda humildad. La humildad, el “humus” es como el abono que hace crecer la semilla, la planta, el árbol de la santidad. Sólo crecemos en Cristo en la medida de nuestra humildad. Una humildad que no es “complejo” y menos aún “angustias”. Es la actitud del niño que vive confiado desde su pobreza radical porque lo vive todo “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 130).

********

Toda espiritualidad tiene que ser cimentada en las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad. Sobre todo la espiritualidad laical, vivida en las entrañas del mundo. Es un constante ejercicio de las virtudes teologales. Este mundo, que “tanto ha amado Dios que le ha entregado a su propio Hijo”, tiene que cambiar desde las raíces, “en las entrañas”, de esta sociedad. La esperanza de que, aunque muchas veces seamos “los últimos” en el Corazón de Dios, somos “los primeros”. La espiritualidad laical tiene que estar impregnada de una profunda oración, ser “contemplativos en la acción”. Saber que sólo podemos hacer una “lectura creyente de la realidad” en la medida en que toda la vida se va transformando para vivir siempre “al aire” de Jesús de Nazaret. Es bueno en las entrañas de la vida florecer donde nos toque vivir. Que los laicos cristianos vivan siempre en el gozo y la alegría de saber que sus vidas son “perla preciosa” para el Señor y para la Iglesia, aunque en la sociedad por su fe sean a veces “marginados”.

25Id también vosotros a mi viña

VIII. COMENTARIO AL EVANGELIO (Lectio Divina)

En efecto, el reino de los cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora

Los laicos, Iglesia en las entrañas del mundo, descubren en su profunda vocación la necesidad de evangelizar todas las realidades del mundo. Son enviados desde el amanecer a la viña, que es la Iglesia que vive en el mundo. Esta parábola de Jesús se encuentra dentro de las Parábolas del Reino. El Reino de Dios es semejante, se parece, se explica, en el fondo Jesús trata de acercarnos a la realidad de ese Reino, que llegará a identificarse con su Persona y que está dentro de nosotros. Aquí Jesús trata de aproximar este Reino, que tiene las Bienaventuranzas como ley, a los que parece que están ociosos, sin hacer nada, esperando. Jesús les dice que manos a la obra. Sale al amanecer y nos recuerda que desde siempre, desde todos los amaneceres el Señor nos ha salido a buscar y nos está ofreciendo incansablemente su Amor. Al comparar el Reino de Dios con un propietario se está refiriendo a Él y su deseo de que trabajemos por su reino. Dios trabaja, como nos recuerda el Génesis aunque el descanso es necesario, Dios nos convoca desde el amanecer a su viña:

•• A contratar obreros para su viña

La vocación laical se vive en “su viña”, es decir en la Iglesia y tiene como misión el ámbito secular, es decir la lucha por la justicia, el trabajo, la cultura, la familia, lo social, la política. Todo lo humano incumbe a la vocación laical. Todo lo humano debemos vivirlo unidos a Cristo. Si al crear Dios al Hombre y a la mujer vio que “era muy bueno”, por la encarnación, la muerte y la resurrección de Cristo, todo lo humano es digno de ser vivido porque todo lo ha vivido Cristo, que se hizo semejante en todo a nosotros “menos en el pecado”. Precisamente el pecado es lo que nos lleva a no vivir de veras lo humano.

La parábola habla de que contrató jornaleros para la viña. Va en la línea de “la mies es abundante y los obreros pocos, rogad pues al dueño de

26 Carta Pastoral

la mies que envíe obreros a su campo”. En el fondo todos somos llamados en la Iglesia a trabajar por hacer presente la “civilización del amor”. Sin esta llamada es difícil llegar a descubrir la profunda misión laical. El laico vive unido a Cristo, trabajando codo a codo con la gente para transformar a un mundo necesitado cada vez más de las claves de amor que da el Evangelio.

•• Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña

El jornal de costumbre literalmente se debe traducir “un denario al día”. Está claro que la parábola trata desde el principio de situar la actuación de Dios y la respuesta del hombre. El Señor nos envía, “nos contrata” a trabajar en su viña de sol a sol. No nos dejemos engañar, el trabajo en el campo es duro. A veces en la viña se encuentran muchas dificultades para que sea fecunda y den fruto los árboles de la vida. Naturalmente eran árboles en el clima mediterráneo la higuera, las uvas, los almendros, los olivos. Frutos que el Amor espera recoger y por eso envía a los obreros a su viña. Se fía de ellos y para no quedar defraudado deben ponerse manos a la obra. Lo primero que se destaca desde el primer momento es el gran amor que tiene Dios, el Amo de la viña, a su viña. Está detrás el cántico de Isaías a su viña. La viña es el pueblo de Israel, es la Iglesia, somos cada uno de nosotros, donde el Señor quiere recoger frutos de amor, de entrega, de santidad. Otra cosa que se destaca es la confianza. El Señor también a los laicos los deja y les confía lo más hermoso de su viña que es la Iglesia. Todos podemos decir con San Pablo que “se fió de mí”, y es desde aquí donde comienza el drama de esta parábola.

•• Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados les dijo: “id también vosotros a mi viña y os pagaré lo que sea justo”

La vocación laical se vive en todas las etapas de la vida donde somos invitados a trabajar en la viña del Señor. Niños, jóvenes, adultos, ancianos. En cualquier momento y etapa podemos prestar nuestra vida para

27Id también vosotros a mi viña

que el amo la haga fecunda. Otras veces aparece la idea de lo justo que es el Señor, porque la parábola destaca que el Señor pagará al final lo que es justo. ¿Qué significa aquí lo que para el Amo es justo? No dice aquí que se vinieran a razones. Es claro que el dueño de la vida, de la viña, es el Señor. Nosotros nos pasamos la mayoría de la vida preguntando al Señor “¿por qué?” Cuando al Señor sólo se le puede responder “¿para qué?” El preguntarle el porqué en el fondo es siempre la tentación del hombre y de la mujer del primer Adán y Eva y del último, es querer “ser como Dios”. Ponerse en el puesto de Dios.

Que el Señor es justo significa que es santo, una santidad que siempre actúa por bondad y nunca por amor propio. Al llamar el Señor a la vocación laical a trabajar en su viña, Él sólo quiere nuestra incondicionalidad, sencillamente vivir los caminos del gozo y de la alegría de que su Amor nunca defrauda. Aunque veremos al final la decepción de algunos. ¡Es tan fácil decepcionarse con la actuación de Dios en nuestra vida! Sobre todo cuando somos nosotros y sólo nosotros los que creemos que tenemos la razón en todo y, como nos gusta dar “en la cresta” a todos, también a Dios cuando no hace las cosas como nosotros queremos.

•• Y ellos fueron

La vocación laical debe ser dócil, pero sabiendo que “el obrero merece su salario”. Hasta aquí la moraleja de la parábola se presenta muy clara para los que trabajan en la viña del Señor. Los laicos están llamados a vivir esa docilidad al Espíritu que por el Bautismo les impulsa para que el mundo sea verdaderamente el Hogar de todos, y los preferidos los pobres y los sufrientes. Tenemos que sabernos enviados. Ser laicos es ser pueblo de Dios que quiere ser fermento en la masa. Ser compañero y amigo de las personas que día a día comparten nuestras penas y alegrías. No anunciarles a Dios con nuestra vida sería todavía hacerlos más pobres. En el fondo siempre la característica de la docilidad al Señor es señal de madurez cristiana. San Ignacio decía que el mal espíritu siempre es indómito, duro, poco dócil, por eso nos turba. Le cuesta ser dócil, no se doblega. Sin embargo la persona que vive en el Señor “conoce el corazón del Pastor, del Amo” y es fiel para seguir

28 Carta Pastoral

en los proyectos de su Amor. Proyectos que nos conducen casi siempre a trabajar en su viña, en su Iglesia, en el mundo, siendo “dóciles” al Señor, Amo de su viña, Esposo de la Iglesia.

•• Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo

El Señor nos llama siempre. En todas las edades y en todas las circunstancias. Nadie está ajeno a construir la Iglesia, nadie puede quedarse de brazos cruzados, La vocación laical es un proceso que dura toda la vida. Es necesario por eso saber que, desde el Bautismo hasta el momento definitivo, al atardecer de la vida, estamos llamados a trabajar en la viña para construir un mundo nuevo de justicia, de paz, de solidaridad. En un mundo como el de hoy, que “estamos muy cercanos unos de otros (globalidad), pero cada vez somos menos hermanos” (Benedicto XVI), es necesario despertar el gigante del laicado para llevar a cabo la transformación y la evangelización de una sociedad que parece que está de vuelta de todo. Como decía aquella viñeta de Mafalda de un mundo en el que se habla mucho de “vida nueva” y respondía con mucha gracia: nueva puede que sea, pero vida, lo que se dice vida, deja mucho que desear. El Señor llama a todos, en todas las etapas de la vida. Nunca es tarde para trabajar en su Viña. Nada está terminado mientras que exista vida. Todavía hay tiempo cuando ponemos en el centro de la vida la llamada del Señor a trabajar en su viña.

•• Todavía salió a eso de la hora undécima y al encontrar a otros que estaban allí.

Como se ve en esta parábola el paro no es sólo asunto de nuestra sociedad moderna y civilizada, ya aparece en todo su dramatismo en esta parábola evangélica. Quizá sea el mayor problema social que tiene hoy el mundo. A los parados se les cierran prácticamente todas las puertas, entrando en un ámbito de conflictividad personal, familiar y social, que a veces puede terminar en tragedia.

Al caer la tarde vuelve a la plaza. Lo que significa que también al caer la tarde de la vida, en la ancianidad, en las dificultades y achaques del

29Id también vosotros a mi viña

final del día o de la vida podemos ser contratados a trabajar en la viña del Señor. Él nos espera y nos conoce siempre. Nunca está lejos de nadie. Le preocupa cada persona en la etapa en que se encuentre.

Tenemos que despertar a todo el laicado, niños, jóvenes, adultos, mayores y decirles que contamos con ellos para la viña. Aquí no sobra nadie. ¡Con todo lo que hay que hacer! ¡Con tantas necesidades como nos acucian! Sobre todo con tanta gente que nos espera para llevarles la Luz de la palabra y el gozo de la vida fraternal.

Ser laicos cristianos hoy es la mayor aventura y el atractivo del mundo moderno, perderse entre la masa, como la sal en la comida, para, desapareciendo, darle sabor. Así se expresaba Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares.

·• les dice: ¿Por qué estáis aquí todo el día parados?

Es la primera pregunta que hace el Amo de la viña a los parados de la plaza. Ya prácticamente ha terminado el día. Es una pregunta un poco convencional. Hombre ¿cómo no vamos a estar parados si nadie nos contrata y nadie confía en nosotros? En el fondo es siempre la misma clave, en la medida en que se fían de nosotros nos crecen las alas. La Iglesia confía en los laicos. Espera de ellos porque su vocación es preciosa para la Iglesia y para el mundo. No es que hoy tenemos que contar más que nunca con ella porque faltan sacerdotes, religiosos. No estaría así bien enfocado el problema. Aunque hubiese miles de sacerdotes y todos los religiosos y religiosas y consagrados tuvieran abundantes vocaciones, tan necesario seguiría siendo la grandeza, la necesidad, y la urgencia de la vocación de los laicos. Son necesarios por sí mismos no por suplir o por necesidades que surgen ante la escasez de vocaciones sacerdotales o religiosas. La vocación laical será siempre necesaria y rica en todos para aquellos que han descubierto su Bautismo, la santidad, y la transformación del mundo que les toca vivir para que el cristianismo no quede recluido en la sacristía en el ámbito privado, como pretenden muchos.

30 Carta Pastoral

•• Dícenle: es que nadie nos ha contratado. Díceles: id también vosotros a la viña

¿Es posible? La clave de la parábola es indicarnos un campo inmenso para trabajar y tanta gente que no descubre su profunda vocación de trabajar en la viña. Quizás todos tengamos que entonar el “mea culpa” porque seguimos sin contratar a tantos laicos y laicas, que siguen cruzados de brazos en las plazas y nosotros no somos capaces de hacerles descubrir el caudal profundo de su vocación como entrega a la Iglesia para que el mundo tenga vida en abundancia.

La respuesta de estos viñadores es para todos nosotros un interrogante. ¿Por qué en las Parroquias no abrimos de par en par el caudal apostólico a los laicos? ¿Acaso les tenemos miedo? Las vocaciones se viven compartidas, tenemos misiones compartidas, aunque no debemos mezclar confusamente las vocaciones. El Papa actual dice que ésta ha sido una de las causas de un cierto relajamiento en la Iglesia. Clérigos jugando a ser seglares en todo y laicos que parecían en todo curas de sacristía. Cada uno en su sitio. Pero todos pueden y deben ser conscientes de la vocación laical siempre necesaria y en estos momentos que nos toca vivir, artífices de una verdadera renovación eclesial para “la vida del mundo”.

En la espiritualidad del laico aparece como seña de identidad el Bautismo que es común a todas las vocaciones. El Bautismo nos hace vivir “con los sentimientos de Cristo” y nos alienta y nos da la gracia para vivir la llamada a la santidad. Por otra parte la identificación con Cristo, “Alfa y Omega, principio y fin”, es la clave de la espiritualidad laical. Sin esta referencia constante desde el inicio al fin con Cristo, que nos recuerda el Amor del Padre y nos da el Espíritu Santo, “Señor y dador de vida”, la espiritualidad del laicado no estaría bien cimentada. La “índole secular” de la vocación laical se vive con fecundidad unido a Cristo y a su Iglesia

31Id también vosotros a mi viña

Para la reflexión personal y compartir en grupo

1. Claves de identidad de la vocación del laico y su relación con el Bautismo y la Confirmación.

2. ¿Urge hoy al laicado el tener claro dónde está la base de su vida cristiana y su pertenencia a la Iglesia?

3. ¿Estamos convencidos de que ser laico es una vocación de primera?

32 Carta Pastoral

33Id también vosotros a mi viña

IX. ID TAMBIÉN VOSOTROS A LA VIÑA (La dimensión eclesial del laico cristiano)

Sin el descubrimiento de que somos familia de Dios, pueblo que camina, cuerpo místico de Cristo, sería muy difícil vivir el auténtico laicado que siempre nos pide nuestra Madre la Iglesia. Tenemos que formar en todas las Parroquias, Colegios, Centros, Grupos, Movimientos, comunidades de laicos que compartan, celebren, se formen y, sobre todo, transformen sus vidas, tomándose en serio la llamada a la santidad.

•• Al anochecer dice el dueño de la viña a su administrador•• Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos

hasta los primeros.•• Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada

uno.•• Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos

también cobraron un denario cada uno.•• Y al cobrarlo murmuraban contra el propietario, •• diciendo: Estos últimos no han trabajado más que una hora y les

pagas como a nosotros que hemos aguantado el peso del día y del calor.

•• Pero él contestó a uno de ellos•• Amigo, no te hago ninguna injusticia •• ¿No te ajustaste conmigo en un denario?•• Pues toma lo tuyo y vete•• Por mi parte quiero dar a este último lo mismo que a ti•• ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? •• O ¿va ser tu ojo malo porque yo soy bueno?•• Así los últimos serán primeros y los primeros últimos

34 Carta Pastoral

•• Al anochecer dice el dueño de la viña a su administrador

Anochece y el dueño de la viña va a pagar a cada uno lo que merece, su salario.

No es mucho, al contrario, es “justo y necesario” que nuestros laicos estén formados en una mentalidad crítica constructiva. Siempre que lleve el sello de la humildad será señal de que su actitud crítica es evangélica y no farisaica.

Los fariseos lo criticaban todo, pero ellos siempre quedaban por encima del bien y del mal y juzgaban a todos comparándose –“Yo no soy como esos…”– Una vez que esto está claro, recordemos la frase luminosa de Chesterton: “Cuando entré en la Iglesia me quité el sombrero, pero no la cabeza para pensar”.

El dueño de la viña tiene encargados, tiene también “personas” que le ayudan de un modo más directo y más cercano a Él, para cumplir con su misión y su tarea. Los encargados enseguida se presentan. En la Iglesia todos tenemos que cumplir una misión. No existen trabajos apostólicos que no sean importantes. No existe nada donde no podamos hacerlo por Amor. Por eso la figura del Amo llamando a los jornaleros para que le ayuden a distribuir en justicia lo que había contratado es iluminadora a la hora de descubrir también la vocación laical, compartida y fraternal.

•• Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros

Otra vez la llamada, “llama”, y otra vez “les paga el jornal”. Hasta aquí todo es “políticamente correcto”. No existe nada que sea llamativo. Es lo normal. Lo que debe ser. Al comenzar por los últimos y terminar con los primeros, tampoco es excesivamente llamativo. Lo llamativo y extraño es cuando vean lo que va pagando a cada uno. La paga del jornalero, que dé a todos igual, es lo que no van a entender, y a todos nos cuesta entender, sobre todo a los que han soportado el peso y el calor del día. Cuando se va acercando de uno en uno y comienza a darles el denario que era el jornal

35Id también vosotros a mi viña

de un día, todos comienzan a pensar como que algo no concuerda, lo que al principio piensan algunos comienza a hacerse murmullo en todos. Más tarde le va a costar el entender al Amo de la viña y su actitud ante todos los jornaleros. ¿Qué quiere decir el Señor en esta parábola? ¡Tan duros somos de entender! ¿Qué nos está diciendo? ¿Que Dios es infinitamente bueno o desconcertante? ¿Donde está la luz de esta parábola?

•• Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno

Dios no hace injusticias ni acepción de personas, pero su Amor es gratuito y libre. Esta es la clave en toda espiritualidad cristiana y también la de los laicos. Nos ahorraría también mucho sufrimiento inútil y sobre todo cómo vivir con sabiduría evangélica y sana.

Tuvo que ser un chasco para aquellos que quizás esperaban más sueldo. A lo mejor el problema llegó con los agravios comparativos. Si no se hubiese sabido lo que dio a los otros no habría habido mayor problema. Dios no es injusto, pero es verdad que no sigue la lógica humana. Dios es Amor y el Amor siempre es sorprendente, aunque no injusto. A veces muchos laicos viven una hipercrítica sobre todo contra la misma Iglesia, porque en el fondo han pasado de vivir en el mundo a actuar según “la mundanidad” o una lógica que a veces no concuerda con los proyectos de Dios que nos desbordan.

•• Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno.

Me encuentro con muchos buenos laicos cristianos decepcionados de Dios, de la Iglesia, casi siempre suele pasar que les ha ocurrido “algo” que no han sido capaces de digerir. Recuerdo un matrimonio muy amigo que me decía: Hemos tenido hijos para Dios y ahora hasta nuestros nietos no están bautizados. ¡Qué decepción! Nosotros no nos merecemos esto. En el fondo es la profunda decepción del corazón humano que siempre quiere salirse con la suya, o con lo que nosotros creemos que nos merecemos por

36 Carta Pastoral

nuestros propios méritos. Sobre todo cuando miramos alrededor. El gran drama de toda nuestra vida es que “pensamos” muy al estilo mundano. No sabemos que “mis caminos no son vuestros caminos, mis pensamientos no son los vuestros”.

La vida de los laicos es vivir el seguimiento de Cristo, es una vida vivida desde la lógica de la fe. En el fondo el que decidamos vivir como vocación, codo a codo con la sociedad, con la gente, con los sufrientes es que te preguntes una y otra vez lo del Salmo: “¿Hasta cuándo, Señor, seguiré olvidándome? ¿Hasta cuándo, Señor, va a triunfar mi enemigo? Aquí tenemos que aplicar el principio que dice Jesús según la lógica del Evangelio: “Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”.

•• Y al cobrarlo murmuraban contra el propietario. Diciendo:

La espiritualidad laical se debe “instalar” en el agradecimiento y nunca en la queja . Aquellos jornaleros se quejaron y en parte tenían razón, pero lo que el Señor nos quiere enseñar en esta parábola es la gratuidad del amor de Dios con todos. En la viña, la Iglesia, también tienen su puesto los que vienen de lejos, como los Magos (Mt 2), o los que vienen de la gentilidad, también ellos son hijos de Dios y llamados a trabajar en su viña.

La universalidad de la salvación de Dios queda reflejada en esta parábola. La gratuidad de su Amor a todos. La lógica del Amor del Señor que siempre tiene en cuenta a los últimos. Todo es don, todo es gracia. No podemos prescindir del don, de que todo es regalo. No hace el Señor injusticia, pero queda clara la primacía del don, de la gratuidad de su Amor.

•• Estos últimos no han trabajado más que una hora y les pagas como a nosotros que hemos aguantado el peso del día y del calor.

Le dicen al Señor una verdad “los has tratado igual”, pero ellos no están de acuerdo en los matices. El matiz principal es que ellos exigen más. No están de acuerdo. Por haber trabajado más horas y haber soportado el peso del día merecen más salario. Si nos fijamos en un sentido “moralista”, tienen razón. Distribuido equitativamente les debe tocar más. Si queremos

37Id también vosotros a mi viña

sacar la moraleja teológica, que es el objetivo de la parábola y que esclarece la espiritualidad de los laicos es la siguiente: Primero, la generosidad para todos del Amor de Dios, que hace salir el sol “para justos e injustos, para buenos y malos”. El hincapié lo pone la parábola en la Generosidad y la Bondad del Amor de Dios, que es para todos y con todos. Segundo la recompensa del trabajo por Cristo, por el Reino de Dios, la mayor recompensa del seguimiento de Cristo es el mismo Cristo. Por último está de fondo las razones del pueblo elegido, del pueblo de la Alianza, que de alguna manera al ser los primeros piensan que son los únicos. Aquí también la actuación de Jesús es muy esclarecedora. Es lo que os había dicho y me había comprometido a pagaros. Vivir la vida cristiana como don es compartir y abrirse con los necesitados.

•• Pero él contestó a uno de ellos

Es curioso pero el Señor no se lo dice a todos. Se lo dijo a uno. Es siempre la clave del Amor de Dios, que es personal, a cada uno. El Señor no sabe amar en abstracto, sólo sabe amar con un amor concreto y a cada uno.

La espiritualidad de los laicos, insertos en la masa, perdidos en medio de la vorágine del tiempo y del espacio, se debe sentir amado por Dios y por la Iglesia “de uno en uno”. No tener nunca la sensación de que somos número. Jesús nos responde a cada uno. Se dirige a cada uno de ellos. Quizás al más atrevido, a lo mejor el que estaba dispuesto a escuchar, siempre tenemos que descubrir en nuestra vida que el Señor siempre responde, aunque no como quizás a nosotros nos gustaría.

Su Amor incondicional es también un amor verdadero. El Señor no quiere que nos quedemos en la amargura y en nuestras dudas, sino que busquemos juntos en la Iglesia la verdad. A lo mejor nos encontramos con la necesidad de purificar nuestras intenciones en el seguimiento de Cristo y en nuestra vocación laical.

•• Amigo no te hago ninguna injusticia

La amistad con Jesús es la clave de la vida cristiana, de la vida

38 Carta Pastoral

espiritual. El Señor siempre actúa como amigo, porque es Amigo que nunca falla. El Señor va a responder al que cree que actuando como actúa hace injusticias. Lo primero que quiere hacerle ver es que en todo actúa el Amor de Dios. Pero enseguida quiere hacerle descubrir que casi siempre los problemas arrancan de que somos nosotros, y sólo nosotros, los protagonistas de todo. Parece que no dejamos espacio en nuestra vida ni a Dios ni a los demás. Ya es una buena consideración ”El olvido de sí”, que decía Santa Teresa de Jesús, que es el inicio de la vida espiritual y de la santidad. Partir siempre de que el Justo no puede hacer nunca ninguna injusticia. Otra cosa es que le digamos, y hacemos bien, nuestros puntos de vista. Cuando somos humildes podemos y debemos dar nuestro parecer a Dios y a su Iglesia. A lo mejor nos llevamos un gran chasco porque no es todo oro lo que reluce. Siempre al final es bueno estar atentos, llegar hasta el final en la actuación de Dios en mi vida. Estoy convencido de que con mi familia, con mis amigos, y conmigo, pero siempre desde la fe, nunca de tejas abajo, descubro en todo la lógica del Amor de Dios.

•• ¿No te ajuste conmigo en un denario?

La voluntad de Dios no es arbitraria, ni impuesta y menos caprichosa. El Señor le recuerda que le da en lo que se había ajustado. El problema es que se compara con los demás y entonces vienen los agravios comparativos. El Señor no hace ninguna injusticia con los otros que deben agradecer la generosidad y la gratuidad del Amor de Dios. También este debe descubrir que delante de Dios el único derecho que tenemos es que somos hijos de Dios y Dios es nuestro Padre.

La gran enseñanza es también lo que dice San Juan de la Cruz: “no mires a nadie que te turbarás”. Sólo tenemos que mirar el Amor de Dios. Sólo tenemos que poner los ojos en Cristo.

La equivocación de este grupo de jornaleros es que ellos piensan que tienen más derechos delante de Dios por haber trabajado más tiempo. En el fondo nosotros entendemos a nuestra manera la justicia distributiva. Aquí el Señor lo que quiere hacer es contar con el Don, la gratuidad. Su Amor que es

39Id también vosotros a mi viña

para todos lo mismo, más bien tendríamos que alegrarnos porque en la Viña del Señor también los últimos tienen derecho al Don, a su Amor. Aquí se advierte lo que siempre ocurre en el trabajo de la viña del Señor, la envidia, los celos, que en casos extremos llega hasta el asesinato, como hace Caín con Abel. El drama del corazón humano siempre es el mismo. Su egoísmo, su pecado, su querer marcarle hasta al mismo Dios cómo debe actuar.

•• Pues toma lo tuyo y vete

El Señor se pone en su sitio. El laico vive en el corazón de este mundo, donde existe todo tipo de luchas y a la vez el lugar donde habitan los hijos de Dios. “Toma lo tuyo y vete” nos recuerda que ya te lo he dicho todo y tú no quieres entender. Aquí podríamos decir lo que dice Jesús a los suyos después: “lo comprenderás más tarde”. El Señor nos da pautas en el camino, pero no lo explica todo, no sacia nuestra curiosidad. En el fondo “toma lo tuyo y vete” es decir: “no le des más vueltas”. Tienes que aceptar. No quieras explicarme a mí, que soy tu Creador y Redentor, lo que tengo que hacer y cómo tengo que actuar.

Vivir una espiritualidad laical en la familia, en el trabajo, en la cultura, en la lucha por la justicia, en la acción social y política lleva consigo saber en qué lugar me sitúo. Tengo que saber que el Señor necesita mis manos, mi vida, pero que al final “somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Sin este saber relativizar sanamente la acción transformadora de nuestra vida, tenemos el peligro de no enterarnos de nada y echar la culpa de todos los males a Dios o a la Iglesia.

Es necesario tomar lo que el Señor nos promete y seguir adelante. Trabajar en la misión del mundo sin tratar de explicar y comprender todo. No significa renunciar a lo justo, sino a cierta “lógica del mundo”, que muchas veces no tiene nada que ver con la “lógica del Evangelio”.

•• Por mi parte quiero dar a este último lo mismo que a ti

Es lo que ha hecho el Señor. Ha dado a los últimos que han llegado

40 Carta Pastoral

a la fe lo mismo que a los primeros. Para todos ha sido “un derroche” de su Amor, dándonos a conocer el misterio de su voluntad salvífica.

Al final está la moraleja de la parábola: el Amor de Dios a todos, sin excepción de personas, lugares o tiempo. A todos les ha ofrecido Jesucristo la salvación y la santidad. A los primeros y a los últimos. A todos les ha dado la oportunidad y el don. Sin esta clave de gratuidad no se entiende la labor del laico en el mundo, a veces en ambientes y en situaciones muy complicadas. A veces la desazón, el desánimo, la sensación de que hemos llegado los últimos, tiene esta tentación, esta respuesta contestataria con la gracia del Amor de Dios que nunca nos falta. La apostolicidad de los laicos tiene que ser muy de gratuidad, de sembrar y quizás no tratar de exigir los frutos de la cosecha. Por Castilla y Extremadura se dice que no coincide nunca la siembra con la cosecha. La bondad y generosidad gratuita del Amor de Dios nos interpela. Tantas familias, matrimonios, laicos, trabajadores decepcionados como cristianos de toda la vida. Quizás tendrán que descubrir lo gratuito, el no esperar cosecha ninguna, el alegrarse. solamente con ser discípulo y seguidor de Cristo, llamado a su viña.

•• ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero?

Dios es muy libre en todo. Sobre todo con su viña que con tanto Amor ha creado, redimido y cuidado.

Otra clave en nuestra espiritualidad es que nos acercamos a juzgar la libertad con que actúa el Amor de Dios. Hacer lo que Dios quiere no significa “hacer lo que me da la gana”; Dios no tiene amor propio, luego no tiene “ganas”. Él sólo quiere actuar a favor nuestro. Su libertad de actuar es la libertad de actuar siempre a nuestro favor. En “los asuntos” de Dios actúa su Amor, a través del cual “nos ha creado admirablemente y más admirablemente nos ha redimido”, para hacernos descubrir la gratuidad y el Don de su Amor. Siempre el Señor actúa con Bondad y siempre a nuestro favor con magnanimidad. Esta es la clave de la vida de un fiel cristiano, como nos recordaba Juan Pablo II: “Para la evangelización de hoy es necesario que el Corazón de Cristo sea reconocido como el Corazón de la

41Id también vosotros a mi viña

Iglesia”. Es decir, en este pasaje se refleja la “Bondad y la Misericordia del Señor que nos acompaña todos los días de nuestra vida (Salmo 22). El móvil de la actuación de Dios, sus asuntos, es siempre su Amistad y gratuidad. Lo que más nos cuesta comprender cuando tenemos “la mentalidad del mundo” y no vivimos con “los sentimientos del Corazón de Cristo” es el Amor de Dios a todos, sin distinción.

•• O ¿va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?

Una espiritualidad laical en las entrañas del mundo, a veces en las entrañas del mundo peor, es necesaria mucha generosidad. ¿De dónde aprendemos esta generosidad? De la contemplación del Señor, que es muy Bueno, y del trato con la gente. El trabajo en el campo social, en la política, con la familia, el matrimonio, exige a veces una generosidad heroica. El peligro es lo que ya nos decía Jesús de hacer callar “los que no son de los nuestros”, y aquí es no entender la generosidad de Dios que, como dice el Vaticano II, sigue “recreando” el mundo y sigue “escribiendo derecho con renglones torcidos”.

Aquí se aclara la parábola y las consecuencias para nuestra vida de fieles cristianos. Estamos llamados a colaborar con la generosidad de Dios. Somos expresión en el mundo de su Bondad. Tenemos que descubrir en medio del mundo que a veces hay que convertirlo de selvático en humano y de humano en divino, pero siempre trabajando para que se manifieste la gloria de Dios.

Los ojos de los laicos en las entrañas del mundo deben ser, de entrada, de asombro, de esperanza, de bondad, tremendamente positivos. Después del juicio vendrá la denuncia, pero esto siempre en clave de amor y desde el Amor del Señor por todos.

•• Así los últimos serán primeros y los primeros últimos

Una espiritualidad laical tiene que estar al servicio de los últimos, de los excluidos, de los “machacados”, como se deben traducir las

42 Carta Pastoral

Bienaventuranzas de Mateo 5. “Bienaventurados los pobres de espíritu”, estos pobres de espíritu se identifican con la última Bienaventuranza que prácticamente es lo mismo “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Los pobres de espíritu son los perseguidos por ser santos, por seguir a Cristo, es decir, son los “machacados” por su fidelidad a Cristo, a la Iglesia y a las personas que nos encontramos en el camino de la vida. El laico tiene que estar atento al paso de Dios por la vida de cada hombre y mujer. No es bueno que el laico cristiano aparezca como prepotente, soberbio o desanimado. Es necesario hacer presente el “Corazón manso y humilde” de Cristo. Es necesario vivir desde “los últimos” haciéndose “último”. Es decir, los que no exigen nada a cambio en este sentido no se presentan siempre con sus derechos y pocas veces piensan en sus responsabilidades. Vivir codo a codo con los hermanos, estar a su lado, caminar con ellos, exige una vocación de laicos valientes pero también humildes. Es el lenguaje que entiende maravillosamente el hombre de hoy y de siempre.

Para la reflexión personal y compartir en grupo¿Qué te sugiere esta frase de la Madre Teresa de Calcuta: “que me

manche las manos trabajando en el mundo, pero nunca mi corazón”?¿Es buena una espiritualidad que rechaza la secularidad, que siempre

está como a disgusto en el mundo, que potencia siempre “fuga mundi” y no trata la transformación del mundo?

¿Son los mismos términos laico, laicismo, laicidad positiva, secularidad, secularismos? ¿Qué matizarías tú?

43Id también vosotros a mi viña

EPÍLOGO

DIEZ REGLAS DE ORO DE UN PLAN DE PASTORAL(Volver a lo esencial)

1. Vivir cada uno la fidelidad a su propia vocación: Esta clave debe ser el cimiento de la Pastoral. Que los sacerdotes, con el Obispo a la cabeza, sientan que tienen que tomarse en serio la llamada a la santidad. Los consagrados que vivan el seguimiento de Cristo pobre, casto y obediente, hundiendo sus raíces en el carisma fundacional. Los laicos cristianos llevando hasta las últimas consecuencias su bautismo para la transformación del mundo.

2. Conocer y amar las personas a las que somos llamados a evangelizar: En un plan pastoral son más importantes las personas que las estructuras. La atención a “cada uno” como don de Dios hará una pastoral más fecunda desde lo pequeño. Cuidar que no se pierda nadie de los que el Señor nos ha encomendado.

3. Saber que un plan pastoral es una apuesta por una Iglesia-Comunión: Nunca fue bueno ir por libre. Hoy, además de no ser bendecido claramente por el Señor, hace no creíble el Evangelio y en una sociedad global, que todo se sabe, nos hace perder eficacia evangelizadora y dar una imagen de estar divididos y sin criterios comunes.

4. Dar pasos en la “nueva evangelización”, en la que está embarcada la Iglesia: Si no nos “creemos el plan pastoral, nos costará mucho una evangelización que necesita más que nunca nuestra tierra. Es verdad que no saber de dónde partimos y hacia dónde nos encaminamos es perderse en el camino de la teoría. Ponerse manos a la obra es la urgencia del plan pastoral.

44 Carta Pastoral

5. Volver a lo esencial: Un plan pastoral es como el arcoíris: tiene todos los colores de la evangelización. Hacer más hincapié en uno u otro, no es descuidar, es más bien poner acentos que poco a poco, armónicamente, van componiendo todos los colores del arcoíris. Es una pastoral de conjunto que remarca lo de siempre, pero con nuevas fuerzas, ardor y métodos.

6. Ser realistas y esperanzados: A nadie se nos pide imposibles. Desde lo que somos y tenemos, vivir con la esperanza que es mucho lo que queda por hacer. Hacer lo que podemos es también Iglesia Diocesana.

7. Vivir más en el ser que en el hacer: Las grandes transformaciones y las superaciones de las crisis siempre nos han venido por los santos. Más que en hacer mucho, tenemos que vivir más intensamente la unión con Dios, con la convicción de que “sin mí nada podéis hacer”.

8. Primacía de la gracia: Es verdad que es necesario la colaboración humana, pero nuestra misión es poner a cada persona en contacto con Cristo a través de la oración y de los sacramentos, sabiendo que esto es un plan pastoral: facilitar el encuentro con el Señor de la Vida y como María, nuestra Madre, propiciar el seguimiento .de la voluntad de Dios como camino de santidad.

9. Potenciar y construir desde lo que tenemos: Las parroquias sigue siendo la clave de la evangelización. Parroquias que sean fuentes de Agua Viva, donde se acoge a todos los que vienen a beber. Abiertas a los pobres, a todos los necesitados y a todas las carencias de nuestro tiempo. Sin Parroquias vivas no se construye una Diócesis viva.

10. Un plan sencillo, claro y flexible: Sencillo para que lo entienda toda la Iglesia diocesana, desde los teólogos hasta las personas más sencillas de la parroquia. Claro para que se sepa hacia dónde

45Id también vosotros a mi viña

caminamos, cuáles son los objetivos, los medios y las acciones, para luego evangelizar sin grandes complicaciones. Y, por último, flexible en el sentido de que la estructura del plan no puede ahogar el espíritu. Se requiere un diálogo entre todos y a la vez la buena voluntad de construir juntos.

+ Francisco Cerro Chaves Obispo de Coria-Cáceres

19 de octubre de 2011 San Pedro de Alcántara Patrón de la Diócesis