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Capítulo II: Un misterio

Jean estaba preocupado, era la tercera prostituta que mataban en los últimos tres meses. La primera había sido Camila, trabajaba para él. La segunda, apenas 15 días después de la primera, pertenecía a la agencia de escorts más importante de la ciudad. Y la tercera, hacía un mes, era una escort independiente. Las muertes habían sido ejecutadas por diferentes jóvenes, talentosos, con buena proyección, y a quienes se les auguraba un buen futuro. Había, adicionalmente, algo que conectaba grotescamente los homicidios, y era la violación post mortem.

La puerta de la oficina la abrió una mujer alta, esbelta.

Una mujer que en su juventud debió ser hermosa, pues aun llena de arrugas lo seguía siendo. Era la manager de una agencia, la agencia donde se realizaba la reunión. Ella preguntó si era Jean y le pidió que pasará. Era el último en llegar. La reunión de emergencia, había sido convocada por la agencia más grande del país, la cual tenía presencia en todas las ciudades principales. Jean era un proxeneta a penas, pero contaron con él, por el incidente con Camila y porque había financiado la investigación para dar con los asesinos de la muchacha independiente. Al parecer, los crímenes no sólo estaban ocurriendo en su ciudad, también por todo el país.

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El detonante había sido el asesinado de Renata Giral, reconocida modelo. Este crimen fue imposible de ocultar y salió por todos los telediarios, revistas y periódicos. En las noticias salía la foto del pobre novio capturado por las autoridades y quien era el principal sospechoso, dadas las condiciones en que encontraron el cuerpo. Los únicos que tenían la información correcta eran la agencia de Renata, ellos sabían que su muerte se había producido mientras estaba con un importante empresario. Casi intocable.

Ya no era cuestión de seguir matando a los agresores, la

cosa estaba rara, y a no ser que existiera un brote de psicopatía infecciosa, prendediza, que obligara a los infectados a matar mujeres y luego violarlas, el asunto era, totalmente, algo paranormal.

Jean permaneció en silencio casi toda la video

conferencia. Las agencias, que se encontraban agremiadas y organizadas, iban a pagar una investigación privada de lo más costosa y no iban a escatimar en gastos hasta que resolvieran el problema. De hecho, ya se habían puesto en contacto con ex agentes del FBI y la CIA, y cinco investigadores viajaban a esa hora directo hacia la capital. Allí los esperaban al menos seis ex agentes del Departamento de Seguridad Nacional (D.S.N.) que servirían de traductores y apoyo. El General Fonseca de la policía, había puesto a la disposición oficinas y se había encargado de toda la logística necesaria. Por el momento, tenían que guardar lo de los crímenes en silencio y reforzar las medidas de seguridad de las niñas. Una alarma

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electrónica silenciosa, fue propuesta. Presentaron la tecnología en la reunión. En unas cajas de cartón las tenían y ya las estaban distribuyendo según las necesidades de las agencias, y por supuesto, no iban a dejar por fuera a Jean. Le obsequiaron los aparatos y terminaron agradeciéndoles entregar todo el material que tuviera.

Jean se fue con sus aparaticos en una bolsa de pan, la

verdad, un poco decepcionado. No sólo porque no encontró respuestas, sino porque se sintió una lagaña de mico al lado de tan poderosas agencias. Él tenía a cargo seis niñas, hacia dos meses eran ocho. A demás ¿qué material para aportar a la investigación podría tener él?.

Al llegar a su casa, se recostó contra el sofá, los niños ya

habían llegado de la escuela. Al ver al papá, se le fueron encima jugando a que eran zombis y lo iban a devorar, pero al final lo que sacaron fue un gran abrazo y se fueron revoloteando por toda la casa. Jean, sonrió mientras se alejaban. Puso las manos sobre su cara y las halo hacia abajo, suspiro. Tomó su teléfono y llamó.

- Patrón

Una voz al otro lado lo saludo. Jean le explicó que

necesitaba un informe por escrito, con detalles de todo lo que había podido sacar de los pelados que mataron a Camila y el que mató a la Morena, sobrenombre que tenía la escort independiente. La voz al otro lado se preocupó, y dijo en voz

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alta, como repitiéndole a los secuaces que escuchaban, que les estaban solicitando un informe por escrito. Jean alcanzó a oír un coro de personas que chupan aire hacia adentro como si se les hubiese puesto una tarea complicada. Entonces también escuchó cuando el más inteligente de la banda intervino para decir:

- Dígale que si tiene un formato, pregúntele si lo

hacemos a mano o en computador.

La situación fue bastante cómica pero a Jean no le hizo nada de gracia. Él tampoco tenía ni idea como se presenta un informe de un interrogatorio, con tortura y asesinato. Jean se despidió y colgó.

En ese mismo instante alguien en la distancia gritaba

“eureca”, había podido acceder al correo electrónico de Jean. Pasaron seis días. A la ferretería, uno de los negocios decentes, porque no puedo decir legales, ya que le prostitución es muy legal, fueron a buscarlo tres hombres. Uno era un extranjero, otro era un joven que llevaba siempre una carpeta en la mano, y el otro, era un ex agente del D.S.N. Jean en ese momento no se encontraba presente, pero fue esperado los pocos minutos que faltaban para su arribo. Posterior al encuentro, se encerraron en su oficina y fue entrevistado durante poco menos de dos horas. Al terminar su entrevista, se dirigieron al taller. Allí al líder y a sus

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secuaces les hicieron un interrogatorio exhaustivo, gastaron dos días en ello. Jean asistió y prestó atención en silencio. Los que asesinaron a Camila, eran estudiantes de cuarto semestre de arquitectura en la universidad más importante de la región. Eran hijos de papi y mami, niños bonitos de manos delicadas y perfectas, muchachos que nunca habían sostenido una pala o machete. Tampoco parecían unos psicópatas, solo eran muchachos, jóvenes que viven la vida al extremo. Podía ser que en una de sus excentricidades hayan acordado el crimen. Luego buscaron en internet la persona adecuada. La contactaron a través de mensajes que quedaron registrados en el móvil de Camila. Móvil que Jean aportó a la Investigación. Se presentaron a la hora acordada, solos. Quedaron grabados en la cámara de seguridad que cubría la puerta de entrada al edificio. No se veían con ningún tipo de exaltación. Por el contrario, parecían parcos, tranquilos en exceso. En la entrada del apartamento, estaba instalada una cámara, de propiedad de Jean, también quedaron registrados entrando. 33 minutos después la cámara vuelve a grabar, los muchachos salen de la misma forma en que entraron, calmados, sin exaltaciones. Definitivamente, obra del demonio. Luego se ve que regresan de donde vinieron, tranquilos. La compañera de apartamento descubre el cuerpo y se comunica con Jean, quien al llegar encuentra la escena tal como la dejaron los jóvenes. Nada extraño. No robaron nada más que la vida de la niña. A los tres días, el investigador de nombre Hernando, al que Jean había contratado, un joven de gran astucia, ya

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había dado con los asesinos. Luego contrataron a los del taller o casa de pique, Hernando los conocía y aunque dudó en hacerlo, concluyó que era la única opción que podía dar. Hernando mismo planeó los dos secuestros. Sucedió en ambos casos, tal como él lo había pensado, sin contratiempos. Luego, los de la casa de pique, los torturaron como es el designio en esos casos, los mataron, los picaron y los desaparecieron. Sus padres, familiares y amigos, aun les están buscando. El caso de la Morena fue más extraño, esta vez un único asesino quedó registrado en las cámaras del hotel donde ella atendía. Dar con él, fue un poco más difícil. Era estudiante de noveno semestre de ingeniería civil de la universidad pública. Un muchacho de excelente calificaciones, se podría decir que era un genio. Cometió el asesinato con un cuchillo, cortó la yugular de La Morena mientras estaba de espaldas. Bueno, esa fue la conclusión de Hernando. La Morena, seguramente intentó gritar y salir corriendo. La violación sucedió sobre la vida derramada por el suelo. Seguramente el agresor se ensucio con la sangre. El lugar era un lodazal rojo cuando llegaron, era como si cerdos se hubieran revolcado sobre toda esa sangre. En las cámaras se ve salir al muchacho una hora y veintidós minutos después de ingresar, caminando tranquilamente. Se había duchado.

Hernando no es experto en las artes de la informática, por eso duró cerca de tres días para dar con alguien que logrará desbloquear el móvil de La Morena. Luego se

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complicó todo, no tenía mensajes relacionados con el agresor. El registro de llamadas recibidas, era de unas 40 personas en los últimos siete días. Haciendo mala cara los investigó todos. 17 teléfonos eran contestados por hombres con voz de anciano, 5 eran de cabinas telefónicas, imposibles de rastrear, 1 llamada era del vigilante de su casa, 1 era una mujer que había llamado a ese número por equivocación. 6 eran llamadas de colegas que en habitaciones contiguas necesitaban un preservativo o que se yo. 10 casaban en el perfil pero no con el registro en video.

Hernando llegó extenuado de las visitas a los

sospechosos, se recostó en la cama, puso su portátil sobre las piernas y desinteresadamente entró a Facebook a mirar memes y fotografías. Mientras estaba en esa tarea, recibió un mensaje de una compañera de sus tiempos en el colegio, compañera que no veía hace mucho. El mensaje le decía que revisara su correo. Él la saludo para notar que la compañera estaba desconectada. Su correo parecía estar todo normal. Cuentas, correos publicitarios, nada importante. Pero el mensaje de una persona desconectada es lo mismo que una fantasmagórica voz que sale de la nada y te dice que hagas algo. Así que miró en la carpeta de Spam. Un correo de un remitente falso, tenía un cruce de correos entre la Morena y su asesino. El estudiante fue torturado, asesinado, picado, sus pedazos fueron lanzados al rio y sus padres aun lo buscan.

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Las ideas le daban vueltas, tenía mil diferentes y todas en desorden. En medio de la angustia producida por esa sensación de ir hacia la locura, tomó su móvil y llamó al teléfono de una de sus niñas. No podía continuar en el negocio de la prostitución. En los próximos días les retiró su protección, las despidió y las liquidó dándoles un ahorro que les guardaba para el día de la jubilación. Las mujeres, todas, lo apreciaban y si no hubiera sido por ese ahorro, abrían salido sin nada de esos años de trabajar para él. Es bien sabido que las prostitutas no saben ahorrar. Jean no necesitaba de ese negocio. Tenía al menos unas diez casas y apartamentos en arriendo, una ferretería muy bien ubicada y muy lucrativa, tenía dos locales en un centro comercial y ahorros, muchos ahorros. Su renta le permitiría vivir el resto de la vida sin preocupaciones. Pero Jean era un hombre sencillo, vivía en un apartamento modesto, grande, pero modesto. No tenía carro, en parte porque no sabía manejar, en parte porque no lo necesitaba. Hernando nunca se demora tanto, pensó. Tomó su teléfono y lo llamó. Quería averiguar qué había pasado con las investigaciones que le había designado. Hernando estaba apenado.

- Mire Jean, la verdad yo ya hice lo que usted me pidió, tengo toda la información, el problema radica en que para comprobar algo, tengo que hacer un viaje a un pueblo de nombre Alimar, en la costa. Ese pueblo

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queda en la mitad de la nada, y no he podido sacarle tiempo. Para llegar allí, perdería como cuatro días.

- No importa, yo se los pago. - El problema no es de plata, es de tiempo. Tengo otros

trabajos que hacer, usted sabe que también trabajo para los paras y que esa gente es jodida.

Dos días después, Jean coordinaría con la agencia de

viajes, donde siempre compraba sus planes vacacionales, los tiquetes del aeropuerto más cercano a Alimar. También había alquilado un vehículo con conductor permanente por los días que pensaba estar en ese sitio. Al bajar del avión, en la salida del aeropuerto ya lo estaba esperando el conductor. Le ayudó con las maletas y luego que estaban dentro del vehículo, le preguntó, ¿a dónde vamos don Juan? El conductor hizo un gesto como de asombro y sin dar marcha al vehículo hizo un par de llamadas. Una fue a la compañía de transporte y la otra, seguramente a su esposa para decirle que tenía que hacer un servicio fuera de la ciudad, no sabía cuándo iba a demorar.

La pobreza de ese pueblo era extrema, pero las personas

que venía a buscar no estaban propiamente en el casco urbano. Le dio una copia de los mapas, que Hernando había obtenido, al conductor, quien lo miraba ya con desconfianza. Vamos pues. Avanzaron por una carretera unos cuantos kilómetros. Entre más avanzaban el estado de la carretera se hacía poco menos que imposible. Llegó un momento donde el conductor detuvo la marcha, y le dijo a Jean que no iba a

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continuar. Jean, quien no habló casi durante el viaje, se encogió de hombros, sacó las maletas del baúl del carro y continúo a pie. Cuando Jean llegó a unos 50 metros de distancia del vehículo, ya sea por remordimiento, o por entender que lo que su cliente venía a hacer era imperativo, el conductor puso en marcha el vehículo, le dio alcance entre los bamboleos del carro y lo volvió a recoger. A Jean pareció no importarle el incidente.

Cuando por fin parecieron llegar al lugar que venían a

buscar, se detuvieron al lado de la casa. ¿Cómo habría conseguido Hernando una foto de esta casa? El conductor le dijo casi como contestando a esa pregunta mental.

- ¿Don Juan, usted si sabe que esta zona es de

paramilitares? - Tranquilo mijo, ellos están enterados que yo vengo.

Y él conductor se preocupó, casi sale despavorido. Una casa pobre construida con tablas, palos, y partes

antiguas en bareque, piso en tierra, o mejor en polvo. De la cual una anciana, arrugada como uva pasa, al escuchar el motor del carro, había salido muy lentamente hasta la cerca, había puesto las manos sobre el alambre de púas. Jean la miraba y notó que la anciana se pinchó con una de las púas. Luego, Jean, bajó de la parte trasera sus maletas, como si se fuera a quedar. La anciana lo veía, o mejor, lo escuchaba por

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los gestos que hacía. Volteando su cabeza, como para encontrar el mejor ángulo para optimizar el ruido.

- Buenas.

Saludó Jean. - Buenas.

Respondió una voz enternecedora de viejita. - ¿Doña Ines? - Si mijo, a la orden. - ¿Cómo esta don Darío? - Un poquito enfermo, está en cama. - ¿Y ya lo vio un doctor? - No mijo, no hemos podido salir al pueblo. - Doña Ines…

Jean ya estaba a un metro de distancia de la anciana, el

conductor lo había seguido como intrigado por la historia. Entonces, Jean notó que la anciana era ciega, un detalle que se le había escapado al informe de Hernando. Y entonces continúo.

- Doña Ines… Esta visita que vengo a hacerle, quisiera

que en mi vida nunca hubiese tenido que hacerla. Traigo malas noticias.

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La viejita se dejó caer, como si Jean ya le hubiera dado la noticia completa, y solo decía

- Mi chinita, mi chinita… Que le pasó a mi chinita, como está, mi Camila, que le pasó a esa niña.

Era obvio que algo había ocurrido, hacía ya tres meses

que no tenían noticias de ella. Tanto el conductor como Jean corrieron a lo que pudieron para sostener a la anciana. En ese momento el conductor ya sabía que su cliente estaba allí por buenas razones. Está cumpliendo con una de las responsabilidades más duras de la vida, de allí su determinación, y no para pagar una extorción o hacer un negocio con los paras, como llegó a pensar.

De la casa, un viejito, flaco como si hubiera pasado por

un campo de concentración nazi, salió en calzoncillos y se acercaba sosteniéndose de las paredes. La anciana no paraba de gritar por su nieta.

Camila entonces se volvió una empleada de su ferretería,

quien había muerto en un accidente cruzando una calle. Los ancianos lloraban desconsoladamente, pero aun en su dolor, la amabilidad y un agua de panela fue ofrecida a los portadores de malas noticias. Los ancianos eran en definitiva sostenidos económicamente por su nieta, quien les giraba mensualmente en su cuenta del Banco Campesino, el suficiente dinero para sobrevivir. Camila, los cuidó hasta que cumplió los 18 años, luego y a raíz de la pobreza extrema y

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buscando como mejorar las condiciones de vida, se fue, dejando a los ancianos solos. Los otros hijos ni se acercaban, ni les ayudaban. Camila sola se había echado encima la carga de esos viejos. La mamá de Camila se las había dejado muy pequeña, de apenas seis meses, aun cuando la fuerza de los viejos les permitía trabajar. Era hija de Antonio, el hijo menor, quien era un mujeriego y había tenido esa niña con una mala mujer. Él también, Antonio, era un mal padre, se llenaba de hijos con cuanta mujer podía. Era así, que la niña había conocido como padres a sus abuelos.

La anciana estaba completamente ciega. El viejo, no tenía

fuerzas para levantarse de la cama. La condición de los viejos era deplorable, comían cada vez menos, de lo poco que los vecinos les acercaban. La noche ya había llegado, eran las 21:00 horas, cuando alguien golpeó a la puerta de la casa. Era un comandante de los paramilitares, se presentó y preguntó a los dos hombres quien era Jean.

Luego lo llevó a fuera, le ofreció una Fanta en lata y

hablaron. La casa estaba rodeada por un ejército. El comandante estaba enterado a lo que venía Jean. También sabía la historia de Camila y que el traía el dinero que le había ahorrado para dárselo a los viejos. Jean era un buen hombre, pensó. Por iniciativa propia y bajo el riesgo que eso implicaba, pues el ejército estaba en el área, se había desplazado con la intensión de hablar con él. El comandante conocía muy bien la situación de los ancianos, y le recordaban en cierto modo, la que vivieron sus abuelos antes

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de morir. Era así que le traía una propuesta. De hecho, era una propuesta humanitaria, decente y en definitiva la mejor en ese momento. Jean lo escuchó y le agradeció. Fue entonces que el comandante, recio y mal hablado entró en la vivienda y les dio la orden a los ancianos que empacaran sus cosas. En el ancianato del pueblo ya los estaban esperando.

Jean los dejó, aliviado, en un hospicio, no de caridad, uno

de pago, con buenos cuidados. El dinero no lo entregó a los ancianos. Se hizo de la forma en que había propuesto el comandante Jhon. Por esta razón, se citaron al otro día para mirar las casas que estaban en venta. El dinero alcanzó para comprar dos en ese pueblo. No eran muy costosas. Las colocaron a nombre, una del anciano y otra de la anciana. El comandante se iba a encargar que a quienes se les arrendaran, pagaran cumplidamente. El negocio con el hospicio fue aceptado, no muchas personas pueden darse el lujo de vivir en un hospicio de pago, el hospicio sería el encargado de cobrar los arriendos y dar buen trato a los abuelos de Camila hasta su muerte, después, las casas pasarían al hospicio y con ese dinero, cuidarían a otro par de ancianos que lo necesitaran. Ante tal idea nadie perdía, además que director de un hospicio le va a decir no a un jefe paramilitar. Los abuelos, siempre creyeron que el dinero había provenido del seguro del vehículo que había segado la vida de la niña. Jean volvió a su casa, ahora la deuda era menor. Pero aun así, se sentía responsable de lo ocurrido. Jean nunca

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volvería a ser la misma persona. Jamás volvería al negocio de la prostitución, pues ese negocio no es para las buenas personas. Y tampoco se interesaría por saber el resultado de la costosa investigación financiada por las agencias.

La epidemia de asesinatos de prostitutas ya había cesado, de repente, como si la cura se hubiese esparcido en el aire que respiramos.

Por su parte, Hernando, quien desde el primer

momento había sabido cómo iba a terminar la investigación pagada por las agencias. Logrando suponer, con gran precisión, líneas enteras del informe final. Sabía que algo raro, muy raro, y fuera de cualquier lógica estaba ocurriendo. Pero él no era el único que lo sabía. Un anciano que a veces pronunciaba palabras en un lenguaje extraño y un muchachito, de apenas 14 años, el mismo que le había enviado a Hernando el correo electrónico con la información para dar con el asesino de La Morena, se alistaban para dar una pelea que estaría por fuera de la lógica humana.

Hernando cerró el portátil y lo puso a un lado de su

cama. Acababa de leer la noticia del asesinato a tiros, por sicarios, de un importante empresario. Sabía que era el último movimiento realizado por las agencias. Luego un frio recorrió su espalda. << por Dios, en que me estoy metiendo>>

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Mónica Giral se encontraba en una de las mejores

discotecas de la ciudad, estaba celebrando su cumpleaños número dieciocho. Estaba feliz, por fin era libre de entrar y salir cuando quisiera del mundo de la rumba. Para ser tan joven, Mónica ya cursaba sexto semestre de derecho.

En la mesa compartía con su novio, amigas del colegio y

algunos de sus mejores compañeros universitarios. La discoteca pertenecía a un hermano de una de sus amigas del colegio, gente de clase, de clase alta, y eran atendidos como reyes. A la 1:00 a.m. exactamente, mientras bailaba en el centro de la pista, sintió como su teléfono, puesto en el bolsillo trasero de sus vaqueros, vibraba. Al regresar a la mesa, revisó el móvil y descubrió que había entrado un correo electrónico. Quedó petrificada.

El remitente era otra vez

…@abcdfhiklmnñpqstuvwxyz.com. Su cara quedó pálida en un instante. Su novio le preguntó si pasaba algo y ella lo miró con un rosto de terror. Luego salió corriendo a la calle. En la puerta, se detuvo y leyó el correo.

Mónica, es posible que ya no te interese el tema pero me

siento en la obligación de decirte. Está por volver a comenzar. Si quieres más detalles, te voy a esperar una hora para que instales en un pc el programa que viene adjunto.

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Por la calle iba pasando un taxi, lo detuvo y se subió. Su novio salió corriendo detrás. Cualquier transeúnte que hubiese visto la escena, la hubiese recordado como una típica pelea de novios.

Al llegar a su casa, sacó su portátil, lo encendió, <<

mierda, porque Windows se pone a actualizar en el peor momento>>. Pasados 15 minutos que fueron una eternidad, logró hacer que arrancara el PC, luego durante casi 5 minutos lucho para poder enviar por Bluetooth el archivo adjunto desde el celular al PC, a veces fracasaba por las llamadas de su novio que ya la tenían cardiaca. No era momento de responder. Los nervios no se la ponían fácil, estaba en un estado de impotencia y desesperación. << Soy una idiota, idiota, idiota>>. Abrió el correo en el PC y descargo el archivo. Entonces el antivirus lo detectó y lo eliminó. << Mierda>> y dudó un instante. <<qué diablos, así sea un virus>>. Desactivó el antivirus e instaló el programita.

Hacía cinco años, más o menos, había recibido el primer

correo de ese remitente. En el correo, alguien le rogaba que hablara con su hermana, que tenía serios indicios para concluir que iba a ser asesinada. Le decía también que él se había puesto en contacto con ella, pero que por alguna razón ella ni siquiera abría los correos. En esa oportunidad Mónica pasó por alto esa información, luego en la investigación judicial, lo aportó como prueba, pero fue imposible descubrir el verdadero remitente. El dominio ni siquiera existe. El segundo correo, lo recibió el día de su cumpleaños número

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16, la felicitaba y le daba el pésame por lo ocurrido con su hermana. Ese correo es muy importante y sería muy valioso para un lector que sepa leer entre líneas, así es prudente copiarlo textualmente.

Hola Mónica Me alegro mucho por tus cumpleaños, he visto que te

estas volviendo una niña muy linda. Yo también he crecido. Siento mucho lo que ocurrió con tu hermana. Te juro que quise ayudarla, simplemente no pude.

A veces el dolor toca a la puerta, nos invade. Parece que la vida estuviera llena de odio. Las cosas que creamos, que vestimos, que comemos, nos odian tanto o más que el diablo.

¿Hoy para ti es un día feliz o triste? Para mi todos los días son iguales, inmerso en un dolor eterno.

Mónica, cuando cae la noche el mundo es de las sombras, por eso tenemos que luchar con las fuerzas que no tenemos, tan pobres, tan insípidas, por arrastrarnos a la luz, allí, la gente dice, que ya no hay sombras.

Feliz cumple. El programa duró solamente un segundo instalando. Era

un programa de mensajería instantánea privado. Lo miró, como pensando, que será esa ventanita chiquita que parece ser para que escriba. El programa no tenía ni siquiera la X para ser cerrado. De pronto en la parte de arriba salió un simple: “Hola”.

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Con miedo, como si el computador de un momento a

otro se fuera a convertir en un tiranosaurio, se acercó y escribió un “Hola”.

- …: Feliz cumpleaños - Mónica: Gracias - Mónica: ¿Quién eres? - …: Solo un admirador. Pero al principio no lo era - Mónica: ¿Cómo sabias lo que le iba a pasar a mi

hermana? - …: me enteré por casualidad

Pasaron unos treinta segundos, ella no escribió para que el supiera que esa no era la respuesta que esperaba.

- …: piensa que fue como si hubiera escuchado por la calle, que un par de personas que caminaban delante lo estaban planeando.

- Mónica: ¿Porque no le dijiste a la policía? - …: porque yo nunca salgo a la calle - …: quiero contártelo, lo que pasó, y lo que va a volver

a ocurrir. Pero es un poco largo, así que debes tener paciencia y confiar en mí.

- Mónica: Tengo toda la noche, arruinaste una fiesta - …: gracias por preferir hablar conmigo - Mónica: creo que no tenía elección y en serio,

arruinaste un buen momento de mi vida. - …: entonces, dado ese casó, perdón.

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La noche se hizo día en medio de los mensajes que van y

vienen. Su teléfono llegó a tener 43 llamadas perdidas. Entonces regresó la llamada a su novio. Le explicó lo que había pasado y a pesar de eso, él siguió enfadado y se hecho a dormir. En su estado de exaltación no durmió. Llegó a la mesa a desayunar, la empleada ya había servido el desayuno. Es extraño encontrar familias que aun desayunen juntos. Los padres la miraron asombrados. Pensaron que dormiría profundamente.

Después de la charla que había tenido, había llegado a

liberar un poco su culpa. El hecho de no haber considerado ese correo la atormentaba. Pero esa noche, chateando con ese desconocido, él le había dado las palabras de consuelo que necesitaba oír. Su carga, su culpa, estaba compartida. Ahora Mónica, al igual que el Anciano, Hernando y …, sabían lo que había ocurrido. Otra cosa es que Mónica lo creyera imposible.

Mónica y … duraron hablando los siguientes dos años a

través de esa ventanita extraña. Extraña si era, porque Mónica había buscado por todo lado que tipo de programa era y no existía nada así, la única opción es que … lo hubiese programado. En su investigación aprendió a observar hacia donde se dirigían los mensajes. Siempre era la misma dirección IP perteneciente a un servidor de policía, más exactamente uno de la escuela de carabineros. Lo que pasaba en ese servidor, no lo podía saber.

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Ella estudiaba hasta altas horas de las noche, siempre

pendiente de la ventanita, de que apareciera un mensaje tras ella. Él siempre se comunicaba de noche. Era algo que le intrigaba. Nunca, ni un solo mensaje en el día. Ya no solamente el tema de la hermana hacia parte de las conversaciones. Temas de la vida, los sentimientos, de libros, de poesía y hasta de derecho, se hablaban por esa ventanita. … se había convertido en su amigo, confidente, sabía sus más íntimos sentimientos, era en definitiva, su mejor amigo. Era increíble, pero ella sentía una atracción correspondida. A veces, los que leen mucho, creen que han adquirido la habilidad para conocer a una persona por la forma en que escribe. Y Mónica, sabía que quien estaba allá atrás era un poeta loco, lleno de vida y una historia triste. Por ese programita, llegado su momento, se planeó todo.

El día de su grado, mientras a la salida del auditorio sus

padres le tomaban unas fotos con su diploma, posando y haciendo caras, un mensajero joven, moreno, delgado, de una altura apenas un par de centímetros mayor a la de ella, se acercó con una cajita en la mano. Era una caja cuadrada de 20 cm cada lado, decorada con un papel regalo y un moño grande, era como los regalos salidos de las caricaturas. Se acercó y le preguntó.

- Señorita ¿Mónica Giral? - Si… - Le envían este regalo

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El muchacho se dio media vuelta y se alejó caminando despreocupadamente. Ella miró al mensajero y sonrió. Eso quedó registrado en fotos que luego subió al Facebook. Los padres hicieron un gesto de sorpresa y sonrieron. El regalo fue abierto de inmediato. Era un libro. Miró detenidamente la portada. Era un libro que … le había escrito a ella, lleno de poesía, titulado: “Los destinos no se cruzan, sólo son destinos”. El título era una de las discusiones que por el chat ella había ganado. Luego salió corriendo tras el mensajero, que alcanzó poco antes de que se subiera en su moto, ya tenía el casco en la mano. El mensajero se dio la vuelta, ella soltó un suspiro que sonó como una tímida carcajada, luego le dio un abrazo que tomó por sorpresa al mensajero. Entonces ella le dijo al oído:

- A mí no me engañas, te he visto más de 4 veces al lado mío, además, los mensajeros siempre piden que les firmemos algo.

Luego acercó sus labios a los labios del desconocido, y lo

besó apasionadamente. No era el tipo de hombre que los padres esperarían que

su exitosa hija, Abogada de 20 años, con un futuro increíble por delante, se enamorara.

- ¿De dónde salió ese muchacho?

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- Qué se yo, pero Mónica está besándolo como un poco… exagerada.

Los padres se acercaron a la escena de amor. Mónica

detuvo el beso, y como sabiendo que sus padres estaban detrás, le dijo:

- Quiero que conozcas a mis padres

Se dio la vuelta y allí estaban, con una cara de curiosidad, pero no de desprecio.

- Mamá, papá, quiero que conozcan a…

Hubo un silencio en el ambiente, ella volvió la mirada con

coquetería, amabilidad y frente arrugada al desconocido, como exigiendo su intervención. Aunque ella ya conocía su nombre, no sabía si quería cambiarlo.

- Mucho gusto, soy Jorge.

Se dieron las manos y fue invitado a almorzar, al terminar

el almuerzo el pidió disculpas y dijo que tenía que ir a trabajar, así que se fue. Mónica salió detrás y en la puerta del restaurante ultimaron unos detalles. Le dio otro beso de despedida, uno igualmente romántico. Él le dijo al oído.

- Esto no estaba planeado

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- ¿Qué? ¿lo del beso?, qué más da, mucho mejor si eres mi novio.

Sea como fuera, los dos se gustaban, por lo menos había

una química muy fuerte en el chat. El beso de Mónica no estaba planeado. Tampoco que … fuera a entregarle un regalo, y menos un libro de poesía escrito para ella. Tal vez el regalo más romántico que un hombre pueda hacer.

La impresión era un poco contradictoria en el padre. Era un muchacho muy educado, sabía hablar, expresarse, hablaba de temas intelectuales con naturalidad. Pero su cara y ropa, era las de un andrajoso, común y corriente, cualquier integrante de la plebe. Y está claro que la gente de cuna, tiene un brillo en sus caras, en sus ropas, en su piel, que los vuelven detectable en cualquier lugar. <<Este muchacho no es de cuna, pero es estudiado, e inteligente. ¿De dónde lo sacaría Mónica?>> estaba su padre en eso, cuando su madre dijo

- Por Dios!!! Qué tal lo invite a la reunión de esta noche! - Conociendo a Mónica lo está invitando en este preciso

momento. - ay no! Usted sabe que yo inventé a Sergio. - No se preocupe, usted sabe que ellos ya terminaron. - Por Dios Roberto!!! Terminaron la semana pasada.

Se miraron con cara de terror, y soltaron la risa. Mónica

era su única hija, la única que les quedaba. Había heredado

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la belleza de la mamá, y si Renata fue famosa, Mónica hubiese tenido el doble de fama, pues era el doble de hermosa. Y ahora salía con un pobretón que anda en una moto medio desarmada. Al llegar a su cuarto, Jorge o como se llamará, prendió su computador, entró al programa de mensajería y en un chat múltiple escribió.

- …: Todo esta Listo. - Anciano: Que Dios nos ayude. - Fonseca: Muy bien hecho. - Mónica: Hola, todo va a salir bien, no se preocupen.

Los otros dos integrantes del chat no escribieron.