captar en lo escrito. nietzsche

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Captar en lo que se ha escrito, el síntoma de lo callado. Nietzsche. Aquellos que intentan saltar las barreras del tiempo, tratan de alcanzar un porvenir que difiera . Si palidecen y caen, la opacidad en las alturas trata de reinar. Si se impregna de vida, es porque el mañana exige recuperarse. La geografía de una ciudad se reconoce en el travelling, los incontables caminos que sentados en la buseta recorremos, fotografiamos cada fachada, cada objeto que reposa en el instante en que nos aproximamos, en el detalle de hacerlo nuestro paisaje cotidiano, repetible. Un mundo imaginado, que crece en su realidad y mi conciencia. Cada movimiento es único, pero se crea tan símil que lo convertimos en dogma. Una invitación de colores, rostros, ilusiones, esfuerzos, de figuras que se deterioran, calles angostas, senderos que tratan de moldear el terreno de una ciudad que si se pretende conocer, podría ilusionar a todos con su capacidad, casi que como organismo, mutante. De subidas y bajadas: como una gráfica financiera: imposible predecir. La urbe se encuentra en la unidad La ciudad no renuncia porque su sangre exige vivir y este molde, una expresión sostenida en el tiempo, no perpetua lo humano, contrario a lo que se crea, son las personas quienes le imprimen a la urbe la energía diaria para continuar

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Page 1: Captar en Lo Escrito. Nietzsche

Captar en lo que se ha escrito, el síntoma de lo callado. Nietzsche.

Aquellos que intentan saltar las barreras del tiempo, tratan de alcanzar un porvenir que difiera . Si palidecen y caen, la opacidad en las alturas trata de reinar. Si se impregna de vida, es porque el mañana exige recuperarse.

La geografía de una ciudad se reconoce en el travelling, los incontables caminos que sentados en la buseta recorremos, fotografiamos cada fachada, cada objeto que reposa en el instante en que nos aproximamos, en el detalle de hacerlo nuestro paisaje cotidiano, repetible. Un mundo imaginado, que crece en su realidad y mi conciencia. Cada movimiento es único, pero se crea tan símil que lo convertimos en dogma. Una invitación de colores, rostros, ilusiones, esfuerzos, de figuras que se deterioran, calles angostas, senderos que tratan de moldear el terreno de una ciudad que si se pretende conocer, podría ilusionar a todos con su capacidad, casi que como organismo, mutante. De subidas y bajadas: como una gráfica financiera: imposible predecir. La urbe se encuentra en la unidad

La ciudad no renuncia porque su sangre exige vivir y este molde, una expresión sostenida en el tiempo, no perpetua lo humano, contrario a lo que se crea, son las personas quienes le imprimen a la urbe la energía diaria para continuar