capitulo oriental 2 los contemporáneos
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LOS
ONTEMPOR NEOS
TI I
RC DI
Y
DESPUES
ntrodu in
En la
literatura
uruguaya de los ltimos
cincuenta
aos
la perspectiva histrico-cultural
impone
con nitidez el
distingo de dos per odos
muy claros. El primero se extiende
desde
los
primeros tiempos
de vigencia de
la segunda
constitucin
hasta
la restauracin democrtica
de la
presidencia de
Baldomir:
de
1918 al
39 .
El segundo
arranca
del
comienzo de la se-
gunda
guerra m und ia l y
llega
hasta
hoy
mismo.
Esta
biparticin
asegura
la
presencia
al
comienzo de cada uno de los perodos de una
generacin. Las
dos
generaciones son muy dis
tintas: una pacf ica la
otra
beligerante segn
la separacin de Ort ega; una solidaria con las
generaciones anteriores con los viejos; la
otra
polmica y crtica. Matices
de
c onf omi sm o y
rebelda
habr en las dos y casi podra decir
se que el rasgo comn de
estos cincuenta
aos
es el unnime fracaso poltico de los intelec-
tuales:
el rgimen sustancialmente
slido
y
seguro de s mismo siempre permitir que los
jvenes
alborotadores
trisquen en el
jardn;
pero
les exigi r que se limpien el
barro
de los
zapatos antes de entrar a la casa.
ONTORNO
DESTINO
Localmente de 1918 a 1933 el
pas
realiza
un
experimento
institucional
indito
en el
mundo: el
funcionamiento
del e je cu ti vo bic-
falo
producto
del
compromiso entre las fuer
za s
colegia listas y anticolegialistas. Esos q ui n
ce aos
producen tambin
un rpido incre
mento del nivel de
vida
apoyado en un apre-
ciable desarrollo
econmico
que el
Estado
ve-
o
na
impulsando desde
principios
de
s igl o y en
la distribucin del
ingreso nacional
a
travs
del
presupuesto y de una legislacin laboral
que en su tiempo se consider avanzada y
que
t uv o Por
objetivo
To
creacin de
un
mercado
de
consumo
urbano de
ancha
base popular.
Como coronacin de estas transformaciones la
educacin
recibe un
tremendo
impulso
que de s-
de
entonces no se ha detenido y que lenta-
mente
contribuy
incluso po r sus falencias y
o mi si on es a m od if ic ar el mapa intelectual del
Uurguay.
Los de la dcada
del
veinte son aos de
euforia
y o pt im ismo :
Montevideo
es la
Atenas
del
Plata el Uruguay es la Suiza de Amrica
ms Europa limpia y pequea que Amrica
r imer onsejo
Nacional
de
Administracin
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ancha
y mugrienta , y
un a
de nuestras
tantas
poetisas
,la Juana Amrica. Pero en
1929 suceden acontecimientos inquietantes. No
tanto
el l une s
negro
de WaH Stree t,
hecho
cru-
cial en el capitalismo
contemporneo
cuyos
efectos
empezaron
a sufrir uno,
do s
aos
des-
pus;
sino ms bien la muerte de Batlle, consi-
derado po r
muchos
contemporneos
como el
cimiento
sobre
el cual se
sostenia
el pcs.
la crisis qu e se inicia en el 29
produjo
la
reorganizacin
del
mercado
mundial, h as ta e n-
t on ces ,regi do por
Inglaterra,
y su
traslado
al
centro de poder
nortecmericcno
El
Uruguay,
inscripto en la
rb it a b ri t ni ca ,
o fic ia li za su
crisis con el golpe de
estado
de 1933.
Emilio Oribe segn Julio Su rez
8
De
aplicarse esquemticamente
el clculo
de Ios quince
a o s, s obr e 1 93 2 d eb er a per-
cibirse otra
generacin.
Sin embargo, el estu-
dio
de lo qu e
hicier on y p ro du jero n los escri to -
res
qu e
asCienden
durante
la
dcada
l treinta
convence
de qu e no
llegaron
a
formalizar
un a
generacin
con personalidad
propia,
sino qu e
fueron
un a
p ro moc i n de
epgonos
y conti-
nuadores.
En
este
sentido,
aunque
la
cuarta
dcada
tiene,
histricamente, y hasta
po r
est ..
los de vida y costu mb res, una personalidad
propia,
los h om br es
qu e
en
ella
irrumpen
pa-
d ec ie ro n un
destino
ms
bien
ing rato. Por un
proceso
de p ol ar iz ac i n p ol mi ca ,
algunos
de
sus n om br es ms valiosos r esul taron coopados
DMIR D
GENER ION
NTERIOR
Nuestra
literatura empieza
a
existir
como
acontecimiento universalizable con los autores
de fines del siglo y con el esplendor an
no bien comprendido ni destacado de principios
de siglo Cuando uno reflexiona sobre lo
que
representan poro
el
idioma y poro la cultura de
Amrica hombres como Zorrillo de San Martn
Rod Voz Ferreira Rey/es Snchez, Herrera
y
Reissig Viana Vasseur Mara Eugenio, etc
no puede menos
que
reconocer
que
esa poca
nos proporcion sin exageracin un verdadero
milagro
Yo me
form espiritualmente
en
la
admiracin hacia la generacifl anterior No
consider que para existir o abrirme horizontes
tena necesidad de menoscabarlos ni destruirlos
Ni mismo en aquella
parte
de la obra que
como humana que es, demuestra alguna debi-
lidad o imperfeccin Nuestra generacin fue
admirativa
y
no aitica Nos formamos a la som-
bra de esos hombres
Emilio Oribe entrevista en
LA
M N
15/VII/62
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Tmulo
con los restos de Jqs
Enrique
Rod frente a
Universidad
enrgicamente como mae st ro s y adelantados,
o p re cu rs ores
de
la generacin que se
autofe
ch
de
1945.
As quedan flotando, en una
suerte de limbo generacional, un c on ju nt o de
personalidades
que slo un estudio aislado
minucioso
podr
rescatar.
ONTEMPOR NEOS y
OET NEOS
Como ya se vio
918
no result
una
fecha
arbitraria.
fre nt e l it erario qued raleado ,
entonces,
de
grandes figuras aunque de
ninguna
manera
se produjo el vado. En 1917
Quiroga
Publica
Cuentos de amor, de locura y
de
muerte y
prolongar
su p ro du cc i n hasta los bordes
mismos del s ui dd io ex ac ta .men te v ei nt e aos
despus. Quedan Reyles y Vaz Ferreira y nc
como meros sobrevivientes de una
poca.
Voz
par lo menos
gozar
hasta su ancianidad de
un gran p re st ig io de M ae st ro . mismo Zorrillo
de San Ma.rtn
representante
de la generacin
del Ateneo y tardioromntico, sigue traba
jando hasta su muerte en 1931;
y
la prosa
que
publica
durante
la
dcada
del veinte es
considerada
hoy entre lo ms valioso de su
p ro du cc i n. Su fig ura pequec. enfundada en
la levita oscura su rostro
amable
y
distrado
que saludaba
corts
desde
la
plataforma
del
tranva 35 que lo llevaba dlcriomente de su
casa en Punta Carreta al Banco Re pb li ca se
convierte en una de las estampas ms
queridas
de la
poca.
Alejados entonces del pas, dos notables
pintores y tericos del arte: Figari y Torres
Gorda.
Figari
cuyas
obras de esttica tarda
rn en ser
reconocidas
y en verdad carecern
de v ig en ci a; To rres en c ambi o
que
regresa
en 1934, funda el taller y con l algo ms
que una escuela pictrica. Torres y su taller
oQ lo Igrgo de veinte
aos,
proporcionarn una
imagen ocre
y
gris como apesadumbrada, del
Montevideo de la dcada del 40. Torres irradi
una suerte de influencia moral que super sus
postulados
estticos.
La mue rt e de Rod
podra
funcionar como
gozne entre
dos
pocas. El tambin, pstuma
mente sigue publicando; y la
repatriacin
de
sus restos en
1920, inaugura, de
un modo algo
filisteo la oficializacin de su credo. Ya en
el 19 un grupo
de
jvenes Quijano, Zavala
Muniz Andrs Lerena
Acevedo abre
un centro
estudiantil
bajo
los s imb li co s a us pi ci os de
Ariel. .
La generacin de 1918 adviene sin mayor
conciencia de s misma la nica que la tiene
es la del 45 , sin mayo res discordias con los
padres ni grandes disputas internas. Gustavo
Gallinal, en 1917, a los v ein ti och o aos, dicta
una
conferencia, de
rara
ecuanimidad,
sobre
Rod_;
releda
hoy
parece tan equilibrada
como tmida. Poco despus, sin embargo, Zum
Felde de la misma edad que Gallinal, un
joven nietzscheneano que pract icaba el
dan
dysmo
entre
la corte que.
rodeaba
a Roberto
de las Carreras, r ed ac ta un severo balance de
la obra rodoniana. Zum Felde fue el aguafies
ta s del oficialismo celebratorio y no importa
despus,
alejado
de
un Batlle
que
no
olvdaba
la oposicin anti-colegialista de Rod
haya a tenuado su juicio.
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s belino
ro n
en Io
mi.io.
L POESI L S P T S
20
Hacia
1910
un lector
de
la revista BOHEMIA,
alarmado por la desorientacin enfermiza de
sus colaboradores (Lista, Moratoria, Lasso de
la Vega Lasp/aces, Mascar Angel Falca, Er-
nesto Herrera y la
insolvente chafalona de
sus
producciones poticas , les pidi que tomaran
al ftbol como tema. Muy ofendidos, esos sacer
dotes de la Belleza le contestaron que la poesa
y las patadas son incompatibles .
Siete aos despus lleg a Montevideo un joven
peruano de veintitrs aos, cansado -segn
dijera posteriormente en una
carta de
rodar
por el mundo como una car reta de titiritero,
con alegra pero sin pan y a veces, sin Dios .
Juan Parra del Riego desarroll aqu una in-
tensa y cor ta car re ra literaria
de
los ms ori
ginales de la dcada del veinte, la culminacin
del vanguqrdismo potico
de
esos aos. Aqu ,
tambin, muri> en
1925
considerndose a s
mismo un poeta uruguayo. Tenemos
que
devol-
verle a la literatura su vieja y viril funcin so-
ciol , decio; y por eso, enamorado de la m
quina y obediente del futurismo, canta a los
ferrocarriles a los aviones, o la motocicleta,
o
la velocidad, deporte . En las canchas de ft-
bol
comprende
los
valores
estticos de ese de-
porte e intuye que su popularidad funciona
como una formo de aglutinante colectivo
que
se expresar en los triunfos internacionales de
Amsterdan
1924 ,
Colombes
1928
y Montevi-
deo 1930 .
Y corno prueba de
que
existe com-
patibi lidad entre la poes a y las patadas, es-
cribe el Polirrtmico dinmico
a
Gradn, juga-
dor de football , que empieza:
Palpitante y jubiloso/como el grito que se lanzo
de repen te
a
un aviador/todo
as
claro y ner-
vioso,
/
yo te canto, oh jugador maravil/osol
que hoy
has puesto
el
pecho
mo como un tr-
nulo tambor / Agildfino alado,
/
elctrico,
repentino, / delicado / fulminante, / yo te vi
en la tarde ol mpica jugar.
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POET VIENE
Zum Felde nico joven iracundo en una
poca plcida y
cordial,
se impuso el ingrato
deber
de
tachar y negar a una
buena canti-
dad
de nombres consagrados y de enjuiciar los
trabajos
de
los ms jvenes;
tambin empren-
di, solitariamente,
la revisin crtica del pa-
sado
nacional,
tanto
histrico como literario
Quiso, adems,
moldear el futuro
proclam
oscuramente, en El Huanakauri la necesidad
de una literatura americanista y anunci local-
mente
la necesidad de retorcer el
cuello
al cis-
ne de engaoso plumaje . Hay que admitir que
el pobre
animal modernista
ya aleteaba, ago-
tado y
agonizante , desde
haca aos, aunque
hasta cierto punto la proclama individual del
crtico ambient la obra de los recin llegados.
De todos modos el poeta invocado por el
crtico
jams
surgi en el
Uruguay.
Tal vez
naci
en Chile y quiso l lamarse Neruda, o en
Per y se
llam
Vallejo.
Porque,
cuando se
revisan los juicios crticos de Zum Felde todos
los poetas de
aquel
tiempo merecieron sus
reparos, si se exceptan los nombres de
Casa-
ravilla lemos y Rodrguez Pintos. El balance
que l realizara entonces no tiene por
qu
ser
acept ado, aunque haya
contribuido
a con-
feccionar
los valores corrientes de la
poca.
Entre
varios
desenfoques omiti a la figura
que
hoy
asciende con los ms limpios mritos
la
de
Parra del Riego
la
generacin
del
17
fue
prdiga en
poetas,
pero entre
ellos
no
hay
ningn gran poeta,
aunque
los haya bue-
nos y
memorables.
El
postmodernismo fue
bastante ingrato en
el Uruguay.
Como
corresponde a un movimiento
en def in it iva carac te rizado por
una serie de
reacciones contra la escue la madre , tuvo
una
actitud oscilante y
ambigua:
po r un lado con-
servar las conquistas del modernismo; y por o tro
restaurar 10 5 valores
que
ste hab a negado.
As se ver en la dcada de l
veinte
el esfuerzo
de Basso Maglio po r reinsertarse en la
corrien-
te simbolista
hermtica,
con resultados a veces
francamente
enigmticos.
O la empresa abier-
tamente extica y mstica de Sbat Ercasty de
fecundarse en las cosmogonas orientales que
ya
haban atrado ol modernismo. O la
reac-
cin criol la
nativista ,
de Silva
Valds,
que
obtuvo poemas
hermosos, directos que se hi-
cieron populares; o la ms
confusa
y menos lo-
grada
tendencia
de Ipuche hacia un gauchismo
csmico
A la
larga,
demostr ser ms fuerte y persi s-
tente
el s imboli smo y sus herederos (Valry, Ril-
ke Supervielie) que habr de prolongarse
hasta
bien entrada la dcada del
cuarenta.
A la
herencia del simbolismo habr de
sumarse,
durante
los
aos treinta,
la
onda
provocada
Fel isberto Hernndez y ul s Supervielle n Amigos del
Arte
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por
el
tricentenario
de la muerte
de Gngora ,
el influjo de la poesa
pura de Juan
Ramn
Jimnez y la de la generacin espaola del
27;
la promocin potica posterior al veinte Pere
da ,
Roberto y
Sara
de
Ibez)
practica
una
seca
qu iso
ser
tambin rdiente
perfeccin
formal
De lo ms revolucionario que tuvo la
van
guardia europea , poca siembra se
recoge
por
aqu. Hubo
entonces,
en Europa, un
repliegue
del c reador sobre s mismo hacia su mundo
interior
can te ra de
la que
extrae
los
materia
les
para
construir su
obra.
En la poes a, g ra
cias a la
doctrina
y
prctica
del surrealismo
esto se manifiesta por un
dominio
abrumador
del inconsciente la subjetividad sin trabas; la
espontaneidad anrqui ca l lega a erigir a la
metfora incontrolada
como
unidad
mnima del
ser potico. la s
enseanzas
del surrealismo si
se descarta lo que se intuy
durante
los
aos
treinta
a
travs de
Neruda y Garca
lorca,
recin
ejercern
alguna influencia durante la
dcada del cuarenta, con Megget e Idea Vi-
lario.
la vanguardi a obtuvo resul tados bien mo-
destos
en el Uruguay, si se excepta el futuris-
mo
Marinettiano
de
Parra
del Riego Del pre
dominio
de
la metfora, el nativismo de Silva
Valds; de las bsquedas rtmicas el negrismo
de Pereda Valds; del ultrasmo porteo, en su
vertiente-humorstica, Alfredo
Mario Ferreiro; del
sencillismo
post
modernista
de
Fernndez Mo-
reno y el populismo del grupo Boedo, la trans
formacin del romanticismo
de
Emilio Frugoni
que buscar
objetivarseen
las
calles
y los ha
bitantes
humildes de la
ciudad.
En ltimo anlisis, y si no fuera por la pre
sencia de
una
personalidad inquieta, descon
forme y atribulada como la
de
Parra
que era
peruano), no existan mayores motivos socia
les en los
aos
veinte
uruguayos,
para sentir
como lo hizo entonces la burguesa
europea;
que
la civil izacin se
derrumbaba,
y
expresar
esta
quiebra con
nuevas formas expresivas y
revoluciones estilsticas la revolucin bolchevi
que estaba lejos la Repblica de Weimar an
daba
a los tumb ps
pero tena una
constitucin
ejemplar, del fascismo italiano se tenan noti-
cias no
demasiado
desfavorables, el nazismo
er a
un
partido
minsculo y proscripto;
y
al fin
de
cuentas
la industr ia pesada no hab a a lt e
rado
el paisaje rural ni destrozado las ciuda
des. A cambio de lana y carne obtenamos el
producto final
de
la industria. Era
grato
vivir
en los
a rr abal es de
la h is tor ia Si males ha
ba, eran
remediables con
mayores
inyecciones
de
democracia poltica.
la s
lacras
sociales, en
todo caso,
estaban
fuera del asfalto, o
den
tro pero pin torescas e l Bajo), o en los cam
pos,
ms
all
de los
alambrados que
marca
ban
los lmites de los latifundios
donde
tantos
escritores
de
la
poca pasaban
sus
vacaciones.
El optimimo
de
los
aos veinte uruguayos
er a ms bien
desaprensin. Debajo
de la si-
milar
euforia
de
l os
aos locos norteameri
canos corra como una angustia secre ta , y la
excitacin revelaba la ntima sospecha, ms
sombra en Europa,
de
que todo era precario,
incierto dudoso:
esa
botella
poda se r
la lti-
ma
de
modo que se la
beb a has ta
el fondo.
Aqu no
Aqu
el optimismo
era seguro,
positi-
vo y obedeca a la creencia de
que
el mundo
era
un
orden est ab le ,
indefinidamente
perfec
tible Por eso Voz Ferrei ra
er a
el Maestro y
Rod vigilaba
desde
el limbo del idealismo.
Ya
poda
Zum Felde leer La decedenele
de
Occidente en la traduccin
de
Esposa Calpe y
escribir largos artculos en La Pluma; o un so-
litario
burcroto
Julio
Martnez lamas,
redac
ta r en 1930 Riqueza y pobreza
del
Uruguay,
alarmado
por las
deformaciones
de la
econo
ma nacional. la impunidad de la inteligencia
estaba
asegurada,
la marginalidad social
de
los
intelectuales er a
una
garanta
del sistema.
Tup Namb inauguracin l
primer
local
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in
stein
y Ferreira en
Plaza
Artolo
Consolidadas
las instituciones
garantizada
la
representacin proporcional, aceitados todos
los mecanismos'
e lectorales que una oposicin
celosa vigilaba,
el turbulento
pasado
revolucio-
nario de pat ri adas y guerras civiles comenzaba
a
perderse
en el
fondo
de la historia. El Uru-
guay,
o
por
lo menos
Montevideo,
se
soldaba
en
torno
a
una
creciente
clase
media,
que de
ahora
en
adelante
otorgara
el
tono
del
pas.
El Uruguay en conjunto se co nv ir ti en
una
so-
ciedad
integrada.
Se publican entonces las narraciones de am
biente montevideano de Belln y Manuel de
Castro, y las
dos
son crticas : la hipocresa
de
la vida sexual, la
srdida pobr eza de
los
pe
queos funcionarios.
Si esta
er a
la
fa chada de
la ciudad-puerto,
europeizante
y extravertida,
qu pasaba en esos campos que con su
alta
productividad financiaban el desarrolo
urbano?
Una
prolongada
tradicin
exiga que
estos tes-
timonios
t ambin fueran
c rti co s y
Zavala
Mu-
niz
Esplnolc,
Amorim Dotti y
aun ocasional
mente Yamand Rodrguez
proporcionarn
una
versin
local,
algo
asardinada,
a menudo tris-
tona y piadosa, de las novelas de denuncia
social
que
a
partir de
la r ev ol uc i n
mexicana
proliferaron
en Amrica. Como no
hay
rup-
tura
generacional entre
las
dcadas
del
veinte
y el treinta,
corresponde
agregar a M or os ol i.
L S ARMAS Y L S L TR S
En la
literatura uruguaya,
ig.ual
que
en la
latinoamericana,
la
norma
ha sido el compro
miso poltico del escritor. Muchos
de
nuestros
hombres de letras no vacilaron en tomarlas
armas
cuando
las circunstancias lo
exiqreron
Esa
tradicin combativa, que rige durante
el
siglo XIX en las luchas
po r
la
independencia
y las
guerras
civiles ni siquiera se interrumpe
con el mod ernismo ; aunque con frecuencia se
escinde
entre
vida y obra, o se
desvanece
en
perodos de
fatiga
y
desencanto.
En la primera
postguerra
los l iteratos euro
peos
no se
jugaron
la
ropa
por ideas
polticas:
estaban demasiado ocupados
en la experimen
tacin de nuevas formas y estilos en el humor
desaf iante de
tantos
ismos. Pronto la convulsa
realidad social que cierra la dcada del veinte
los
arrojar
a la
plaza pb lica . Todo
el fi-
nal del
siglo XIX fUe pasivo; la
nueva
Europa
parece
construirse
sobre
el
acto , proclamaba
Malraux en La condit ion humaine.
A m ri ca Lat in a continente sometido a los
imperialismos recorrido por gQlpe s mili tare s y
revoluciones no
necesitaba
de invitaciones eu
ropeas para sumarse
a la
pelea.
La revolucin
agraria
contra
Porfirio Daz
produce
su
propia
novelstica igual
que
otros movimientos popu
listas como el APRA
peruano,
y el comunismo.
Rivera
Gallegos,
Azuela, Alegr a , M. L Guz
mn, caza, e je mp li fi ca n el ciclo de novelas
sociales,
indigenistas
y telricas.
Aunque sea
Enrique Amorim ms
atento que
sus
coetneos
a lo
que sucede
en el mundo
por su continua
movilidad
de via jero, quien
mejor ejemplifica localmente
ese
ciclo
La
ee
rreta, El paisano AguiJar El caballo y su som
brn}, tambin corresponde ubicar
en
ese
con-
t exto continental
la
obra de
sus
compaeros
de
generacin.
Todos
ellos,
de
modo
prernedf-
tado
o espontneo, en
obediencia
a un
pro-
23
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grama o a la
honesta verac idad , documentan
las transformaciones que
en
esos aos
sufre el
campo
uruguayo,
incluyendo las diferenciacio-
nes
regionales el Norte
en Amorim, el Este
Vio
frontera
en Morosoli, Dosetti y
v
la )
y
,la
vida frustradora
de los suburbios pueblerinos
Espnola)
.
La tibia arcadia batllista de la dcada del
veinte
fue cur sada por continuas movilizaciones
electorales, a
las que
no se
sustrajeron
nume-
rosos escri tores. La dcada siguiente provoc
una
feroz
polarizacin poltica,
pautada por el
golpe
d e e st ado
de marzo del
33,
la
desocu-
pacin
obrera, la
ascendiente marea
del fascis-
mo en
Europa
y los
golpes
militaristas latino-
americanos,
la guerra civil espaola y los
frentes
populares.
Ante el golpe de Estado,
Frugoni se
atrinchera
en la
Universidad con
sus
huestes
estudiantiles y resiste; en el exilio es-
cribe
su libro La revolucin
del
machete),
igual que Gustavo
Gallinal
El Uruguay
hacia
la
dictadura);
el
estreno
de La cruz de
los caminos ,
de
lavala,
en el
Sodre,
se
con-
vierte en un
acto
poHtico
que
Ghigliani, el
zorro, deja
correr. Es el
momento
en
que
se
funda
la AIAPE, Asoc iacin de Intelectuales,
Artis tas y Periodis ta s, Por la
defensa
de Jo
cultura ;
es el
momento
de la
poesa
social
de
Cipriano Vitureira, Tacuruses de
Serafn
J. Gar-
ca y el arranque del
realismo socialista
de
Gravina.
Pero los aos treinta no slo presencian in-
quietudes
hacia
la izquierda. En su ltima eta-
pa,
Carlos Reyles publica tres ensayos que re-
velan la presencia de un Uruguay vigilante del
destino de Europa, desde
un ngulo
intelectual
conservador, poco
afecto a la democracia
24
al paternalismo distributivo del Estado. Reyles
pudo ser
en el Uruguay un
fascita
y un nacio-
nal is ta como mera ext ensin de su pensamien-
to adepto a la fuerza y la
violencia,
enrgico
y
voluntarista,
simpatizante
del
nacionalismo
de Barrs y
de
la
obra
de Mussolini. Otro del
900, Voz Fer re ir a, filosfica y polticamente
tan
opuesto a Reyles, se pronuncia
sobre
Tos
acontecimientos mundiales
en
unas confe ren-
cias que dicta en la Universidad de Buenos
Aires y
recoge
en libro un ao despus. Uru-
guayo
hasta
la mdula
un carc te r que
l,
como pocos , con tr ibuy a formar), Voz sigue
encontrando
razones
para
ser opt imis ta .
lum
Felde, en cambio, ya desprendido del molde
batl lista, ref lexiona sobre el ocaso de la de-
mocracia.
En el centro mismo de la
dccdo;
se
produce
en enero de 1935 la invasin de Basilio Muoz,
el nico intento armado para
derrocar
al rgi
men de
marzo.
Esa
confluencia
de
fuerzas bot-
listas y b lanco independien te s dura apenas
un mes y se
deshace por
falta
de organizacin,
quiz
de
fervor popular,
y
sob re todo
cae
de-
rrotada por la
superioridad tcnica del ejrcito
terrista, que utiliza la
aviacin contra
los re-
volucionarios.
El
encuentro
de
Paso
Morln
de-
termina el
desbande
de las fuerzas
sublevadas.
En esa ltima
patriada
intervinieron los escrito-
res
lavala
Muniz
y
Paco
Espnola, y la figura
del general Basilio Muoz ha sido evocada en
un l ib ro juvenil de Arturo
Ardao
y Julio
Castro.
En el exilio riograndense, lavala redact la
crnica
apr esur ada de su compromiso con las
armas,
La Revolucin
de
Enero, nuestro
modesto
Malraux, nuestro mnimo Koestler.
-
7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos
11/20
us tino Zavala
Muniz
EL
NV RNO
E NUESTRO
ES ONTENTO
En
1939
al
Uruguay
le
pasa nada:
es un
testigo. En
setiembre Inglaterra
y Francia
de
claran
la
guerra
a
Alemania
y a
mediados
de
diciembre los
montevideanos echados sobre
la
rambla contemplan
el
inesperado show
de
una
batalla naval
de
verdad:
el
hundimiento
del
Graff Spee. Duran te das
el humo del
acora
zado alemn
de
bolsillo cubrir el horizonte:
nada ms que esa
amenaza
nos
trajo
la gue
rra
que
en
cambio
signific
buenos
tiempos
para
nuestro comercio
exterior
y
una excelente
coyuntura para
la industria
verncula.
Pero al
Uruguay
literario
de
1939 s le pa
saba algo
aunque
durara
aos en
darse
cuenta:
cien pginas en papel
estraza
11
por
15; en la cubierta un Picasso
falsificado
con mano infan ti l y humor s ti ca Costaba un
peso y nadie lo
compr
o mejor dicho: lo
compraron unos cuantos veinteaeros
que
con
el tiempo comprendieron
que
t en an ent re las
manos el libro fundacional
de
la nueva
narra
tiva
uruguaya:
El
pozo de Juan
Carlos
Onetti
un
relato amargo
- tambin imperfecto- acer
ca de un
ser
turbio y
frcccscdo.
eptome
de
un pesimismo
uruguayo
inconcebible
en
medio
de
la euforia
optimista
del
Centenario
y sus
alrededores.
Detrs de
nosotros no hay nada
d i e Eladio Linacero
hundido
en su
pozo
exis-
tencial- .
Un
gaucho dos gauchos
treinta y
tres
gauchos .
Con esa novela corta se inicia
el inv ie rno
del descontento
en
una nueva ge
neracin
de escri tores
En 1939 Onetti tambin se
encarga
de la
secretara
de
r edacc in de l semanario
recin
fundado por
Carlos Quijano un polt ico blanco
en disidencia con las
oligarquas partidarias
un
intelectual
un
dotor que constantemente
fracasara
en sus
intentos para apendizarse
gran tronco del lema comn con su agrupa
cin
socializante. Marcha
fue la
tercera
r -
presa periodstica de
Quijano y
ser
la vencida.
Dotado
de
un
ojo
muy
certero para rodearse
de
valores
jvenes la seccin
literaria
de su
semanario
se convertir en el trascurso de
pocos aos
en la
cabecera
de
uno
de
los gru
pos
ms dinmicos de la
generac in que
en-
tonces
emerge.
Dirigir la pgina literaria de
Marcha
se convirti en
una obsesin para
muchos y
buenas batallas
se
dieron por
su con
troL Era un
centro
de
poder
y
buena parte
de
la historia
literaria
de
los ltimos lustros
no se
puede
reconstruir sin ella.
25
-
7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos
12/20
CRITIC
ELIGER NCI
Si en
1917
la muerte de Rod pudo ser sim
blica,
en
1939
no sucede nada semejante.
Mueren
lu is Melin
lafinur,
miembro
de la
generacin del Ateneo, que se distingui po r
su odio a Artigas y su antipata a Varela y
Martnez
lamas, un Casandra de la economa
nacional, cuyo
mag is te rio recoger
Quijano.
Si para varios
miembros
de la
generacin
de l
900, la bohemia y hasta la fatalidad
Delmira
Agustini
asesinada po r su marido) determina-
ron una temprana
desaparicin
de la escena li -
teraria, la generacin
de l
17 disfruta el cre
ciente mejoramiento de los niveles de
vida
y
salubridad
que el
pas
consigue darse enton-
ces. La
prolongada
vejez de la
generacin
del
17 no
dejar
de producir
efectos literarios.
la
vejez
y tambin, una
visin
burocrtica de
la vida:
perdida
la vitalidad
creadora, sl ida-
mente amurallados en sus puestos pblicos,
acogidos a
prebendas
y canongas, para ellos
la cultura no ser ms que otro expediente
tramitado
en el
Ministerio
de Instruccin P
blica.
Contra el Estado
gerencia
de la clase
gobernante,
no tendrn o tr a queja que la es
casa
cuanta
de los premios o el
desinters
de
t o
cua l min is tro en el proyecto
de
ley, tan
cuidadosamente elaborado
po r el
gremio,
que
a tr ibuye cmputo jubilatorio especial a los
libros
publicados.
Aunque
no
todos
los escritores
descendieron
con los aos a este conformismo, fue contra ese
trapo ro jo
que arremet ieron
los j ve nes surgi
dos en la dcada del cuarenta. El signo
de
la
nueva
generacin ser durante
aos
la
belige-
rancia, tanto que muchos de sus integrantes
llegarn
tarde al libro.
lo s
moldes valorativos de la generaclon del
45 t ienen una ramif icada genealoga , pero en
tre los antecedentes locales corresponde
apun-
ta r
la influencia que e je rc i el
magisterio
de
exigencias
y
rigores
de
Arturo
Despouey.
Entre los
l timos aos
de la
dictadura
de
Terra y los primeros de la presidencia de Bal-
domir, se
gestaron
los
rcsqos
que posterior-
mente habra de
identificar
al grupo de los
lcidos segn la pintoresca terrninoloq o
de
la poca): ante todo, una act it ud alerta,
receptiva pero no pasiva,
ante
el
producto cul-
tural
importado, particularmente el cine y el
iazz;
una
actitud de
consumidor
refinado
y
exigente. Junto con el
cine
y el teatro, se in -
corporaron los nombres que
por
e nt on ce s re
gan
en los
grandes centros
imperiales de la
cultura contempornea: Celine,
Faulkner,
He-
mingway,
Scott
Fitzgerald,
Huxley,
Joyce,
Proust
lawrence.
la guerra interrumpi el flujo de novedades
francesas y la
linea
de
gravedad
se traslad
hacia la l engua ing lesa.
Espaa,
sobre
todo
por
la adhesin de la Espaa peregrina,
man-
tuvo
contacto permanente con nuestro desarro-
ll o
cultural: v is it as de len Felipe
Alberti,
Juan
Ramn
Jimnez.
En 1946 se instala en Mon-
tevideo Jos Bergamn,
nombrado
al ao si
guiente catedrt ico de
literatura
espaola en
la flamante Facultad de
Humanidades
y Cien-
cias;
dej
huellas en la
formacin
de ms de
un
escritor,
en la
integracin
de un
grupo
y
en la orientacin de un
par
de r ev is ta s.
la generac in del 45 de
ninguna
manera
presenta un
frente
homogneo, y
ya
desde su
presentacin
se
o
vio
segmentada,
aunque no
atomizada. Gracias a los grupos
que
formaron,
sus miembros se
identificaron entre
s se re-
Juan r los Onetti
-
7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos
13/20
. Bodas de
sangre :
representacin en el Teatro Sol,
bajo
la direccin de
Margarita
Xirg. (Museo y Archivo
de la Comisin de Teatros Municipales).
SOLI RI
CON
L
REPU LlC
ESP OL
El estmulo
que
precisaba apareci una maana
en los ttulos
de
los diarios
que
anunciaban
la guerra civil espaola No necesit escuchar
esta vez lo
que
me decan los mayores ni mis
iguales No precis tampoco estudiar cuidado-
samente lo
que decan los diarios montevideanos
y
las gentes para saber cul era el lado que
me corresponda. La gran mayora del pueblo
tampoco necesit
de
discursos de barriadas ni
de indoctrinacin alguna para expresarse
Haba tristeza en el aire
y
frente a la cerveza
al caf haba ms silencio que conversacin
hasta que alguien en cualquier rincn en que
estuviera comenzaba a cantar algunas de las
tonadas de la Repblica La msica de esa
Espaa too lejana antes del conflicto pareci
como ligada a nuestra sangre por miles de
puentes invisibles eso guerra fue nuestra
guerra y su agona tambin la sufrimos nosotros.
Las obras de Federico Garca Lorca que lle-
garon a las salas de teatro de Montevideo ter-
min esa conquista que comenzara con el dolor
y
su gracia abri para nosotros para los jve-
nes
todo
un mundo
de
ilimitada riqueza el
mundo de la Espaa
que
no conocamos ni co-
nocimos nunca bien
Margarita Xirgu la eminente actriz espaola
fue la intrprete del desgarrado corazn de
Federico Garca Lorca y sin ningn rubor en
a
platea en el paraso de pie desde todos los
lugares del teatro en
que
fui a verla dej
correr mis lgrimas ante el impacto
de
aquella
poesa tan honda abrazadora y permanente
Si en el teatro llorbamos en la calle volva-
mos a reunirnos para manifestar nuestras opi-
niones y la ciudad pronio adquiri el nervio
y
el ritmo la angustia
y
la austeridad
que
le
transmiti el pueblo Montevideo apenas si
recuperado de sus propias heridas ms morales
que fsicas volva a ser castigado y a verse
envuelto en el cicln de las pasiones Esta vez
de pasiones ms profundas y devastadoras
de
pasiones internacionales y la
voz
medid de
los polticos y la lentitud natural de las gentes
y
la facilidad de nuestra vida cambiaron de
golpe como si de pronto viera en un espejo
que las facciones se le fueran cambiando Mon-
tevideo se iba resintiendo de todo lo que suce-
da como un nio no s e defenderse del mun-
do en
que
vive
Asdrbal Salsamendi
LA VENTANA
NT R OR
2.7
-
7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos
14/20
conocieron y afirmaron su personalidad; el gru
po
les
provey de ~ e g u r i
en un
medio
lite
rario hostil les concedi
amigos
y
aliados
les
cuid las espaldas en la s malos momentos de
la
guerrilla
generacional que
jams fue
ta n
cida dura
y cruel en el
U ru gu ay c om o
en esos
aos.
De all la persistente
solidaridad
de esos
grupos hasta hoy de all
tambin
qu e degene
raran
en
capillas enconadas
en
sectas
furi
bundas
en clanes estertreos. Si haba grupos
er a porque no haba
pblico
ni haba casi
aire libre entre ellos. Pero tanto ruido armaron
qu e
al final
l og ra ro n h ac er se n ot ar socialmente
y el
deshielo
comenz.
RESTAURACION REVISIONISTA
Al revisar el
esquema de fechas
polticas
de
la dcada de l 40 surge la
certeza
de la es
casa relevancia de los acontecimientos locales
en el
desarrollo intelectual
de
esos aos.
Exac
tamente
lo contrario
sucede
durante la dcada
siguiente
cuyo rasgo diferenciador
ha de ser
la extremada politizacin de
sus
intelectuales
i ns er to s en un a
corriente de r ad ic ac i n n ac io
na l
y
practicantes
de un
valioso
ensayismo
i de ol g ic o. Sur ge
entonces
un a promo n de
economistas socilogos
e
historiadores que ha
brn de
retocar
y
modificar profundamente
los
estudios
y
au n
la imagen del
pas.
Durante la
dcada
de l
cuarenta
la
transformacin
es
esen
cialmente literaria
y
esttica;
y los instrumen
tos de
es e
cambio son varias revistas qu e se
publican entre 1947
50 como Asir
Nmero
Es cri tura y
Clinamen adems de l semanario
Marcha.
A partir de
1953
el pas queda econmica
y existencialmente hablando en la intemperie
ms hostil. Entonces el
verdadero
rostro
de l
Uruguay empieza
a
insinuarse:
un pas de
eco
noma estancada y hasta en retroceso
cuya
estructura
cruje;
q ue i nt en to
la
produccin
sus-
titutiva de ciertos
bienes
de consumo cay
derrotado
p or c ar en ci a
de mercado
interno
baja productividad y costos altsimos;
qu e
vive
de l
campo
pero el campo no
produce
y se
d es pu eb la ; q ue
teme
la s a ve nt ur as c r ea d or a s
y
contempla
con
aprensin
el futuro;
qu e
es
egosta
y
tramar
todas la s coartadas para
evitar el c am bi o s oc ia l; que demogrficamente
es viejo y ha
decidido
negarse el
renuevo
de
la j uv en tu d po r medio
d el m al th us ia ni sm o; q ue
en fin percibe asombrado qu e no es
un a
isla
qu e no es ms la Suiza de
Amrica
ni ha y
moyores
motivos para la fatuidad
optimista
p or qu e c om pa rt e
e l
destino
de o tro s p ue bl os
latinoamericanos asiticos y
africanos
es o
qu e
entonces
mismo empez a llamarse sub
desarrollo
y
neocolonialismo.
En
1955
con
diferencia
de
meses
desapa
recen
Asir y
Nmero
los ni co s sobrevivientes
de l
movimiento de revistas de los
aos 1 9 4 7 /5 0 .
Falta
de rubros ---Jla cullturaes un l u o la
Biblioteca Nacional deja de comprar
10 5
ejem
plares
qu e
aseguraban
parcialmente
la edi
cin de la s
r ev istas. No haba
pblico qu e la s
sostuviera
subsistan
gracias
al apoyo oficloi
qu e
po r
un lado abominaban y po r
otro
exi
gan. Eran hijos de la prosperidad y fueron
vctimas
de
la orisis.
Pero es e
mismo ao y la
coincidencia
no puede
se r c csuc l
surgen ~ o
y
Tribuna
Universitaria. Algo ms qu e el tono
intelectual
cambio
co n
ellas.
Ambas
revistas
sensibilizaron precursora mente
s a es la
f un ci n s oc ia l de los
intelectuales-
l a crisis
qu e el U ru gu ay s ig ue padeciendo esbozaron
panormicamente
sus
causas
y
fueron
vehculo
de respuestas
polticas dentro de
la mejor
tradicin
americana.
En este pas minsculo casi un vaso
de agua
la
tormenta
de su
inteligencia
en
torno
a los
aos
claves que van
de
1958
a
1962
sugiere
un o de los captulos de mayor inters qu e pre
senta n ues tro p ro ce so in tel ec tu al durante
el
-
7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos
15/20
siglo XX. Porque en la
agitacin
y el descon-
t en to n o
participaron como en la p ri me ra o le o -
da de
1958 slo blancos revisionistas sino
tambin
batllistas desencantados
c om o M a. gg i
qu e escribe
obras
teatrales y ensayos muy
reveladores de la descomposicin de l pas. La
U ni n P op ul ar
fue
apoyada por
escritores
de l
45 como Martnez
Moreno
Guido Cestillo
Benedetti y Real de A z a. O tro s como Luis
Pedro Bonavita un b l an co i nd e pe n di e nt e que
se
inicia
como escritor en la dcada
del 50
integran el f re nt e q ue organiz el Partido Co-
munista como respuesta y que pretendi cap-
tar y lo
consigui
el fervor izquierdista pro-
vocado por la revolucin cubana.
No
se
cono-
cen pronunciamientos de l
grupo
Asir siempre
polticamente silencioso o retrado aunque no
indiferente.
UN A GENERACION CON PUBLlCQ
T am bi n h ac ia 1958
se
insina
mu y tmida-
mente al principio la presencia de un nuevo
pblico
compuesto en su mayor parte por
jvenes y de otra
generacin
de e scr ito re s. La
g en er ac i n d el 60 fu e la
primera generacin
qu e
naci
con
pblico:
un pblico nuevo joven
y vido cuya edad reve lada po r una en-
c ue st a de
963
oscila
entre
los 25 y 35 aos
se
recluta
en
la s
clases
medias
urbanas
y
tiene
una educacin
promedialmente
superior.
Su
aparicin corona
as las cuantiosas inversiones
qu e en
educacin realizara
el pas
durante
muchas dcadas.
Los
miembros
de la generacin
qu e adviene
en los primeros
aos
dela dcada
del
60
ca-
recieron
de
la e xp er ie nc ia d ir ec ta d el
g ol pe d e
E sta do de Terra y de la guerra civil
espaola;
incluso
para muchos de
ellos
la segunda
gu err a m un di al se
confunde
con
vagos
re-
cuerdos de titulares de prensa y
noticias
de
radio.
P ar a el los
Neruda
es un clsico de
bi -
blioteca
a
punto
de entrar en los programas.
de
Secundaria como
entr
Machado. Va lry y
la
v as ta h er en ci a de l
simbolismo
y la
genera
cin
espaola
de l 27
pertenecen
a la historia
literaria. Sus experiencias son otras. En primer
lugar
un marxismo abierto no
dogmtico
enriquecido po r Sartre y el existencialismo Lu-
kacs y
Galvano Delia
Volpe. En segundo lu-
gar
no Borges sino Cortzar; no Bergamn ni
Garca
Lorca sino Juan
Goytisolo
y los nove-
listas de la Escuela de Barcelona; no Gide ni
Supervielle sino el Nouveau Ro man ; no Orson
Welles sino Antonioni; no Stalin sino
Mao;
no
Rod sino
Benedetti.
Practican
una poesa neutra
objetiva
preo-
cupada
aunque
es en esta
zona
de la
creacin
d on de to dav a no es
posible
percibir
lineas
daros.
En la produccin
narrativa
es fcil ad-
vertir la influencia de l cine y a veces una pas-
mosa d es tr ez a t c ni ca en el uso de tiempos y
planos
qu e
desconocieron sus mayores. Y aun-
qu e
en conjunto
impresionan
c om o p os ee do re s
d ; u na c ul tu ra b as ta nt e
funcional
po r no de -
cir
algo
estrecha cuando se
hunden
en la eru-
dicin
histrica
por ejemplo otra vez sorpren-
den.
Es ms qu e a us pi ci os o q ue dos
treintoe-
ros hayan escrito ya un a de las g ra nd es o br as
de
la
historiografa nacional:
Historia rural
de l
U r ug u ay m o de rn o .
Los mayores los del 45 les han di ch o que
son u na g en er ac i n
yeso
no les
da
ni
fro
ni
calor.
Son un
poco
taciturnos andan sueltos
no forman
grupos
ni peas publican un
pa r
de
r ev is ta s y carecen de l respeto supersticioso
po r
el
libro q ue s in ti er on
sus mayores.
No
da n al
libro ms
importancia
qu e la qu e en verdad
tiene:
un
objeto
de
consumo
ms no el
cliz
qu e porta la cultura.
-
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