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1 Capítulo IV: Diversificación de los ámbitos privilegiados de acumulación y consolidación de la fracción vinculada al accionar estatal durante el primer gobierno de la transición democrática (1983-1989) 1 Desde su asunción en diciembre de 1983, el primer gobierno de la transición democrática debió enfrentar graves problemas: en el plano político, el desafío de reestablecer el funcionamiento de las instituciones democráticas interrumpido durante el último gobierno militar; en el plano social, procesar las demandas de distintos sectores de la sociedad en procura de recuperar los ingresos perdidos durante la dictadura; 2 en el plano económico, resolver los grandes desequilibrios macro (fiscal y externo), desmantelar el régimen de alta inflación 3 vigente desde 1975, y retomar un sendero de crecimiento significativamente deteriorado luego de la aplicación de una serie de medidas tomadas durante el gobierno dictatorial que socavaron las bases de sustentación de la estrategia sustitutiva de importaciones. Un reto no menos importante era el de mejorar la capacidad de gestión del aparato estatal, en un contexto signado por la crisis fiscal, la desmonetización de la economía doméstica, y la escasez de financiamiento internacional. 4 Luego de poner en marcha con escaso éxito un plan de reactivación económica de corte “nacional-desarrollista” (el llamado Plan Grinspun, implementado a comienzos de 1984) 5 , el gobierno del presidente Alfonsín modificó su estrategia lanzando un programa de ajuste heterodoxo sustentado en un acuerdo con una de las principales entidades empresarias de ese entonces (el agrupamiento informal denominado 1 Una versión muy preliminar de este capítulo se puede consultar en Castellani (2006a). 2 Con relación a los rasgos más distintivos que adquirió el conflicto distributivo durante este período, consultar Aruguete (2006). 3 Sobre las características propias de este tipo de régimen, véase Frenkel (1989). 4 En palabras de Damill y Frenkel (1993) “La crisis fiscal y de gestión pública y la desintermediación financiera interna afectaron tanto las tendencias de largo plazo de la economía como su dinámica de corto plazo. Se constituyeron, por un lado, en trabas importantes y permanentes para la recuperación del crecimiento por sus efectos negativos sobre el financiamiento de la inversión. Por otra parte, los márgenes de maniobra de las políticas de estabilización se redujeron sustancialmente debido a la desproporción entre las necesidades de financiamiento del sector público y la estrechez del mercado financiero doméstico”, página 36. 5 Los trabajos de Heredia (2006) y Pesce (2006) analizan las características más sobresalientes de este plan económico.

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Capítulo IV:

Diversificación de los ámbitos privilegiados de acumulación y consolidación de la fracción vinculada al accionar estatal durante el primer gobierno de la transición democrática (1983-1989)1

Desde su asunción en diciembre de 1983, el primer gobierno de la transición

democrática debió enfrentar graves problemas: en el plano político, el desafío de

reestablecer el funcionamiento de las instituciones democráticas interrumpido durante el

último gobierno militar; en el plano social, procesar las demandas de distintos sectores

de la sociedad en procura de recuperar los ingresos perdidos durante la dictadura;2 en el

plano económico, resolver los grandes desequilibrios macro (fiscal y externo),

desmantelar el régimen de alta inflación3 vigente desde 1975, y retomar un sendero de

crecimiento significativamente deteriorado luego de la aplicación de una serie de

medidas tomadas durante el gobierno dictatorial que socavaron las bases de sustentación

de la estrategia sustitutiva de importaciones. Un reto no menos importante era el de

mejorar la capacidad de gestión del aparato estatal, en un contexto signado por la crisis

fiscal, la desmonetización de la economía doméstica, y la escasez de financiamiento

internacional.4

Luego de poner en marcha con escaso éxito un plan de reactivación económica

de corte “nacional-desarrollista” (el llamado Plan Grinspun, implementado a comienzos

de 1984)5, el gobierno del presidente Alfonsín modificó su estrategia lanzando un

programa de ajuste heterodoxo sustentado en un acuerdo con una de las principales

entidades empresarias de ese entonces (el agrupamiento informal denominado

1 Una versión muy preliminar de este capítulo se puede consultar en Castellani (2006a). 2 Con relación a los rasgos más distintivos que adquirió el conflicto distributivo durante este período, consultar Aruguete (2006). 3 Sobre las características propias de este tipo de régimen, véase Frenkel (1989). 4 En palabras de Damill y Frenkel (1993) “La crisis fiscal y de gestión pública y la desintermediación financiera interna afectaron tanto las tendencias de largo plazo de la economía como su dinámica de corto plazo. Se constituyeron, por un lado, en trabas importantes y permanentes para la recuperación del crecimiento por sus efectos negativos sobre el financiamiento de la inversión. Por otra parte, los márgenes de maniobra de las políticas de estabilización se redujeron sustancialmente debido a la desproporción entre las necesidades de financiamiento del sector público y la estrechez del mercado financiero doméstico”, página 36. 5 Los trabajos de Heredia (2006) y Pesce (2006) analizan las características más sobresalientes de este plan económico.

2

“Capitanes de la Industria”) que contaba, además, con el apoyo de los organismos

internacionales de crédito.6

Como se ha señalado en varios trabajos sobre el período, esta política de ajuste

no pudo revertir los fuertes desequilibrios estructurales que alimentaban la inflación y,

hacia 1988, la aceleración de los índices de precios internos y del dólar paralelo

(resultado de una fuerte puja intersectorial), la moratoria unilateral con buena parte de

los acreedores externos, y el estancamiento del producto, llevaron a una nueva crisis que

se manifestó con toda su crudeza en el proceso hiperinflacionario registrado durante

1989.7

Sin embargo, estas consideraciones sobre los negativos resultados obtenidos

durante la gestión soslayan el hecho de que un reducido sector social se vio muy

favorecido con la aplicación de las diversas políticas aplicadas en el período. De hecho,

la fracción empresaria que se expandió notablemente durante la última dictadura gracias

a la difusión de diversos APA vinculados al funcionamiento del complejo económico

estatal-privado logró incrementar su poder material y político a lo largo de los años

ochenta gracias a la intervención económica estatal.

En efecto, la magnitud de la crisis y el estancamiento de las principales variables

macroeconómicas llevaron a que varios analistas consideraran a este decenio como una

“década perdida”. Esta línea interpretativa, además, atribuyó la responsabilidad de la

crisis al excesivo intervencionismo estatal, concluyendo que con la hiperinflación se

había puesto en evidencia el total agotamiento de un modelo de Estado determinado, el

populista, que debía ser reformado con urgencia.8

Pero esta particular interpretación de la historia argentina reciente omite dos

elementos de análisis muy importantes: por un lado, las profundas transformaciones

generadas en la estructura socio-económica y en el rol del Estado durante la última

dictadura militar; y por otro, el carácter heterogéneo y desigual de la crisis económica

que caracterizó al primer gobierno de la transición democrática. Sólo así es posible

entender que ciertas empresas lograran consolidar las posiciones ganadas durante la

dictadura manteniendo la percepción de una serie de transferencias de recursos públicos

6 Sobre las características y resultados del Plan Austral, consultar especialmente Damill y Frenkel (1993). 7 Sobre el particular, consultar Ortiz y Schorr (2006a) 8 Algunos trabajos que se encuadran dentro de esta corriente interpretativa son los de Dornbrusch y Edwards (1990); Llach (1996) y FIEL (1999).

3

de diversa índole (subsidios directos e indirectos, precios preferenciales en la compra y

venta de bienes y servicios, desgravaciones y diferimientos impositivos, entre otros) en

un contexto de aguda crisis de las finanzas públicas.

En ese sentido, el objetivo de este capítulo es el de presentar las principales

líneas de continuidad que se registran durante el primer gobierno de la transición

democrática en cuanto al mantenimiento de los rasgos más perversos de la orientación

económica estatal de la dictadura, que llevaron a la consolidación de un selecto conjunto

de grandes firmas estrechamente vinculadas al accionar del Estado. En definitiva, la

idea que guía la reflexión es que, más allá del cambio en el contexto internacional, el

régimen político y de las modificaciones en el curso de las políticas económicas

seguidas por el gobierno radical, durante esos años se mantuvieron los principales APA

generados en la etapa anterior y esto posibilitó la consolidación de una poderosa

fracción empresaria.

IV.1. La intervención estatal entre 1984 y 1989: orientación, calidad y resultados

La intervención económica estatal a lo largo de los años ochenta mantuvo

algunos de los rasgos más perversos engendrados durante la dictadura y en este sentido

contribuyó a afianzar el nuevo patrón de acumulación generado en el gobierno anterior.

Si bien en un principio se intentó transformar el papel del Estado en la economía, al

poco tiempo la política económica fue adquiriendo un nuevo rumbo, que más allá de

diversos vaivenes, concluyó en la aplicación de políticas de estabilización de corte

ortodoxo que terminaron de soldar los principales mecanismos de funcionamiento de la

“valorización financiera”.

Al mismo tiempo, la crisis estatal heredada del período anterior se incrementó

por la conjunción de diversos factores, en especial: el deterioro de las capacidades

financieras y administrativas del Estado, y la proliferación de acuerdos corporativos con

entidades formales e informales del empresariado que socavaron los niveles de

autonomía relativa del aparato estatal.

Los resultados generales de los diversos planes aplicados entre 1984 y 1989

fueron marcadamente negativos: no se lograron elevar los niveles de inversión para

equipararlos a los registrados a comienzos de los años setenta, ni sostener el crecimiento

del producto, ni desmantelar el régimen de alta inflación, ni mejorar la distribución de

4

ingreso. Pero más importante aún es que esta intervención permitió que se sostuvieran

los principales APA que se habían difundido considerablemente en la dictadura, y en

ese sentido, contribuyó con el progresivo proceso de debilitamiento estatal (en

particular, del Estado empresario, que fue desmantelado a comienzos de los años

noventa), con el fortalecimiento de una fracción del capital concentrado local, y en

definitiva, con el incremento de las restricciones al desarrollo económico.

IV.1.1 Los vaivenes en la orientación de las políticas económica y sus resultados: de la reedición de las fórmulas redistributivas a la aceptación de la ortodoxia neoliberal

En un comienzo, la gestión económica encarada durante el primer año del

gobierno radical buscó una recomposición de los deteriorados ingresos de los sectores

populares a través de los tradicionales mecanismos ensayados en el pasado por los

equipos económicos de ideología nacional-desarrollista. En este sentido, los anuncios

oficiales se centraron en el incremento de los salarios y la promesa de aumentar

notablemente la inversión pública para lograr la reactivación de la demanda interna que

permitiría recuperar la senda del crecimiento en un contexto de estabilización

macroeconómica. Sin embargo, esta estrategia prontamente encontró sus límites y, al no

lograr los objetivos propuestos, el ministro debió renunciar.9

En efecto, el plan diseñado por el equipo liderado por un economista de partido

de larga trayectoria, como Bernardo Grinspun, propuso abrir varias líneas de acción

estatal simultáneas para lograr diversos objetivos: la recuperación del nivel de compra

del salario, la expansión del PBI y, especialmente, la del producto industrial. Todo esto,

a su vez, exigía encarar una dura negociación con los acreedores internacionales por el

tema de la deuda externa engendrada durante la dictadura, mantener en niveles

“aceptables” el déficit del sector público, y controlar el nivel de inflación mediante una

serie de acuerdos de precios con las principales corporaciones empresarias y sindicales

(Ortiz y Schorr, 2006b: 295).

En este sentido, es posible afirmar que la orientación de la intervención estatal

durante ese corto período se propuso reparar los efectos devastadores que había tenido

la gestión anterior sobre el salario, la distribución, el producto y la ocupación, a través

9 Acerca de las razones que llevaron al fracaso de esta estrategia, consultar Heredia (2006) y Pesce (2006).

5

de la aplicación de una política de redistribución progresiva de los ingresos y de

“recuperación” de la economía nacional que se vislumbraba como prioritaria para lograr

la estabilización futura de los precios. En esta estrategia, la negociación con los

acreedores externos cobraba relevancia para resolver la “cuestión externa”, pero

siempre sobre la base de una actitud proclive a la defensa de los intereses nacionales (e

incluso regionales) antes que la aceptación a rajatabla de las demandas de la banca

extranjera.

Sin embargo, este intento por “torcer” el rumbo de la orientación de la

intervención estatal durante la gestión de Grinspun presentó una serie de limitaciones

internas y externas que quebraron su viabilidad en un plazo muy breve. Entre las

primeras, se destacan a) las propias resistencias dentro del gobierno con respecto a la

puesta en marcha de este tipo de planes de corte “progresista” ante un avance de los

cuadros “profesionales”10 en el propio Ministerio de Economía (académicos portadores

de una nueva “heterodoxia” que incorporaba la cuestión de la estabilización monetaria

como una de sus principales metas de gestión); b) las presiones de las fracciones

empresarias fortalecidas durante la dictadura que, además, conservaban un poder de

veto fundamental en tanto eran las principales formadoras de precios en el mercado

interno; y c) la propia dinámica estructural que había adquirido el patrón de

acumulación con la difusión de los mecanismos de “valorización financiera del capital”,

que hacían muy difícil la reedición exitosa de políticas redistributivas propias de la

estrategia sustitutiva. Entre las segundas, sobresalen las múltiples dificultades para

negociar el pago de la deuda externa directamente con los acreedores en forma conjunta

entre todos los países de la región, y la imposición de la estrategia de los organismos

multilaterales de crédito, es decir, el de la negociación bilateral entre deudores y FMI.11

Por el contrario, el Plan Austral que el nuevo equipo económico liderado por

Juan Sourrouille puso en marcha a mediados de 1985, buscó la recomposición del

10 Sobre la interesante distinción entre profesionales y tecnócratas durante ese período consultar Heredia (2006), páginas 174 y 175. 11 En efecto, siguiendo las recientes interpretaciones sobre el “fracaso” de la primera gestión económica del gobierno radical, es posible afirmar que “ […] las dificultades políticas que enmarcaron la gestión Grinspun y las propias inconsistencias de ese programa –asociadas a cierto ‘error de diagnóstico’ en las novedades que había introducido la dictadura militar en lo que se vincula a la fisonomía y el desenvolvimiento del capitalismo argentino y, estrechamente asociado a ello, a las características y las formas de relacionamiento entre las diferentes clases y fracciones de clase- conllevaron un incremento de la inflación, lo que sumado a la falta de apoyo interno y externo provocó la renuncia del ministro de Economía”, Ortiz y Schorr, 2006b, página 293, destacado en el original.

6

producto mediante la aplicación de una heterodoxa combinación de medidas de índole

fiscal y monetaria, que dio lugar a lo que el propio ministro dio en llamar “ajuste

positivo”.12

El plan ideado por el cuerpo de “profesionales” que integraban la cartera

económica tuvo tres componentes centrales:

a) el congelamiento de los precios básicos (tipo de cambio, tarifas, salarios, precios

industriales) para generar confianza entre los inversores y frenar la inercia

inflacionaria;

b) el compromiso gubernamental de no emitir moneda para financiar el déficit

fiscal, el cambio de signo monetario y la fijación de una tabla de conversión de

la vieja a la nueva moneda para disminuir las transferencias entre deudores y

acreedores, la disminución de las tasas de interés para ciertos depósitos, y el

aumento de los impuestos al comercio exterior, a los efectos de sanear las

cuentas públicas;

c) encarar una negociación con los organismos internacionales de crédito para

obtener el financiamiento externo necesario para cubrir el déficit fiscal

programado sin necesidad de recurrir al mercado local, a los efectos de evitar

una presión excesiva sobre la tasa de interés doméstica.13

La puesta en marcha de un plan de estas características requería de la

concertación (mucho más secreta que pública) con diversos actores involucrados en la

concreción de las políticas programadas. En ese sentido, el plan económico constituyó

“una modalidad específica de construcción de apoyos selectivos” en donde la

negociación con el FMI para lograr el otorgamiento de un préstamo que resolviera en el

corto plazo los problemas en el sector externo era imperiosa y, en donde la generación

12 Tal como se desprende en el siguiente párrafo de un documento ministerial: “En la búsqueda de una solución al estancamiento crónico de la economía argentina y de la restricción impuesta por la deuda externa se llega al ajuste positivo, como la única alternativa que compatibiliza los pagos de esa deuda con el crecimiento económico. La clave del ajuste positivo es la expansión simultánea de las exportaciones y de la inversión. La expansión de las exportaciones, al permitir el pago de los intereses de la deuda y el aumento de las importaciones, crea las condiciones que posibilitan el crecimiento económico. La invesrsión hace efectivo ese crecimiento. La estrategia del ajuste positivo requiere del crecimiento del ahorro, no sólo en términos absolutos, sino también como proporción de ingreso” en Secretaría de Planificación de la Nación (1985), citado en Ortiz y Schorr (2006b: 298). 13 Algunos de los trabajos más destacados sobre las características de la política económica de este período se encuentran en Damill y Frenkel (1993); Damill et al. (1989) y Fanelli y Frenkel (1989).

7

de acuerdos con los grandes empresarios era una pieza fundamental para lograr el

acuerdo de precios que pusiera fin a la espiral inflacionaria (Heredia, 2006: 184).14

Por otra parte, la búsqueda del crecimiento por vía de la recuperación de los

niveles de inversión y del incremento de las exportaciones, requería de un fuerte cambio

en el comportamiento de los grandes agentes económicos, y en particular, de la relación

entre éstos y el Estado, ya que suponía, por un lado, el “retorno” de los activos líquidos

fugados durante los últimos años de la dictadura y su reinversión productiva fronteras

adentro, y por otra, el desarrollo de las competencias suficientes como para acrecentar la

inserción exportadora de la producción local, situación que, como se verá más adelante,

sólo se logró en forma parcial y gracias a un fuerte apoyo estatal.

A su vez, la cuestión de la estabilización monetaria también involucraba

directamente el comportamiento de los grandes empresarios, ya que el alto grado de

concentración y oligopolización de los mercados alcanzado durante los años de la

dictadura habían profundizado los resortes estructurales sobre los que se asentaba el

proceso inflacionario.15

Por último, la evolución del déficit fiscal también se encontraba profundamente

relacionada con el comportamiento de los grandes agentes económicos. En efecto, más

allá de la prédica ortodoxa que remarcaba con insistencia el alto nivel de gasto público

debido a las presiones salariales de los gremios, al elevado “costo de la política” y a la

“ineficiencia estatal” en la operación de las empresas públicas, lo cierto es que el déficit

se alimentaba, en gran parte, gracias a la persistencia de una importante cantidad de

transferencias de recursos hacia el capital concentrado local, tales como la promoción

industrial, los programas de capitalización de deudas, el subsidio a ciertas exportaciones

14 Al respecto, es interesante destacar que en esta etapa fundacional del Austral, el gobierno privilegió el contacto directo con los dirigentes empresarios para negociar los acuerdos antes que utilizar los canales más tradicionales de concertación con las diversas corporaciones del empresariado. Al respecto, véase Acuña, M. (1995) y Heredia (2006). 15 Por esa razón, varios analistas coinciden en afirmar que “En una situación estructural en la que existe una generalizada integración horizontal entre la producción y la comercialización […] una política que se circunscriba a las grandes firmas industriales controlando el nivel de los precios en la puerta de fábrica presenta serias falencias. La primera de ellas se deriva de suponer que todas las firmas industriales son independientes, y de no reparar en que tanto la firma productora como la comercializadora pertenecen al mismo propietario, el cual recupera mediante el precio que fija en la segunda, los márgenes perdidos por el control de precios en la primera. Lo mismo ocurre con el análisis de costos que realiza el Estado para autorizar los aumentos de precios. En este caso, una determinada firma industrial puede requerir un aumento del precio controlado aduciendo un incremento en el precio de un insumo local o importado fijado por otra empresa del mismo [grupo económico]” (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986, citado en Ortiz y Schorr, 2006b: 302).

8

y el pago de sobreprecios a las firmas contratistas o proveedoras de las empresas

publicas.

De hecho, la reducción del déficit durante los primeros tiempos de la gestión

económica del gobierno radical se logró gracias a un fuerte ajuste en las erogaciones

destinadas al pago de salarios y jubilaciones sin afectar las transferencias a los grandes

capitalistas locales. Tal como sostienen Damill y Frenkel en su análisis sobre esta

cuestión

“[…] fueron menos afectados (o siguieron aumentando) los subsidios impositivos, tarifarios y presupuestarios a las empresas privadas y los gastos relativos a ciertas grandes obras públicas ya contratadas. También sectores de proveedores del Estado, protegidos por una legislación difícil de remover y por su capacidad de cubrirse con altos márgenes, sufrieron en mucho menor grado la crisis del Estado y las medidas de austeridad” (1993: 33).

Esta particular decisión del equipo económico con respecto a la forma de encarar

la reducción del gasto público puede explicarse por las alianzas que había armado con

los Capitanes de la Industria, una corporación informal surgida a comienzos de la

década del ochenta, que nucleaba a un selecto grupo de empresarios cuyas firmas se

encontraban estrechamente vinculadas a las actividades empresarias del Estado.16

Pero lo más interesante es que el propio diseño del plan evidenciaba, por primera

vez para un enfoque afín a la “heterodoxia”, una inversión en las prioridades de la

política económica, en tanto la inflación y el déficit fiscal se identificaron como los

grandes problemas a resolver en lo inmediato, relegando a un segundo plano las

cuestiones relacionadas con la estructura distributiva profundamente transformada a

favor de los sectores sociales más altos durante la gestión dictatorial (Ortiz y Schorr,

2006b: 293).

Ahora bien, más allá de los éxitos iniciales alcanzados por el plan (estabilización

de los precios y crecimiento del producto), a menos de dos años de su puesta en marcha,

una combinación de factores de diversa índole llevaron a que los efectos estabilizadores

del comienzo se fueran diluyendo y, con ellos, las expectativas optimistas sobre la

posibilidad de resolver los problemas básicos del funcionamiento de la economía en el

16 Para un exhaustivo análisis de la composición y comportamiento de este grupo durante los años ochenta, consultar Ostiguy (1990).

9

corto plazo.17 De ahí en adelante, se sucedieron diversos intentos de estabilización con

resultados cada vez más efímeros que no lograron recomponer ni el crecimiento, ni los

ingresos del fisco, ni pudieron detener la estampida inflacionaria que comenzaba a

manifestarse con particular intensidad hacia fines de 1987, y que terminaron sellando la

suerte del equipo económico.

En ese contexto, la intervención estatal se fue orientando hacia las premisas más

ortodoxas sobre estabilización monetaria y reestructuración estatal. A pesar de que el

discurso neoliberal comenzó a tomar fuerza en el ideario colectivo, especialmente en lo

que concierne a la “irremediable” ineficiencia del sector público y la consiguiente

necesidad de reformarlo18, todos los intentos realizados por el gobierno para efectuar

privatizaciones parciales o procesos de desregulación económica, fueron duramente

resistidos desde varios frentes.19 Tal como señala acertadamente Heredia “aunque los

miembros del equipo económico intentaron inscribir estas propuestas en una nueva

concepción que resolviera la ‘falsa antinomia entre más o menos Estado’, todos

reconocían que las reformas estaban motorizadas por la crisis en las finanzas públicas

y los condicionamientos externos” (2006: 189).

Finalmente, la aceleración de los índices de precios y la corrida cambiaria de

febrero de 1989 que dieron inicio al estallido hiperinflacionario, echaron por tierra

cualquier intento de estabilización posterior, y al gobierno sólo le quedó por delante

asumir la tarea poco atractiva de administrar la crisis hasta finalizar (anticipadamente) el

mandato electoral.

17 Entre los factores externos, se destacan los cambios desfavorables en el contexto internacional: caída de los precios de los bienes primarios exportables en 1986 e incremento de las restricciones para acceder a fuentes internacionales de financiamiento. A esto se le sumó una serie de contratiempos y conflictos internos diversos, tales como la pérdida de las cosechas por factores climáticos, el débil crecimiento de la inversión, la persistencia de la salida de capitales, la erosión de los pactos corporativos que sustentaban el acuerdo de precios, la oposición al equipo económico (dentro y fuera del gobierno) y el alto grado de confrontación de las corporaciones sindicales y empresarias tradicionales. 18 Según el análisis de Damill y Frenkel (1993), la evidente ausencia de una concepción propia sobre las reformas estructurales en los partidos y organizaciones populares, facilitó el avance de la ideología neoliberal, que mediante un discurso simplista y ortodoxo, redujo las causas de los problemas económicos al tamaño y funcionamiento del sector público. 19 Por un lado, el principal partido de la oposición, el peronismo, se ocupó de frenar cualquiera de las iniciativas que, en esa dirección, presentó el poder ejecutivo en el Congreso Nacional; por otro, las principales corporaciones empresarias, especialmente las del sector industrial, se ocuparon de manifestar con diversas acciones, su descontento con algunas de las principales reformas propuestas por el gobierno, sobre todo, con aquellas referidas a la apertura comercial; también se opusieron a la apertura y a las privatizaciones las grandes corporaciones sindicales; y finalmente, algunos sectores del propio gobierno boicotearon las diversas iniciativas impulsadas desde los ministerios involucrados directamente con las reformas. Sobre las características de este proceso, consultar Acuña, M. (1995)

10

Ahora bien, más allá del derrotero seguido por la orientación de la intervención

estatal, al analizar los principales resultados macroeconómicos y sociales del período se

observa que ninguno de los intentos puestos en marcha durante esos años pudo revertir

las principales consecuencias que trajo aparejado el desmantelamiento de la estrategia

sustitutiva durante la dictadura.

El producto no logró mantener una senda de crecimiento y la inversión sólo se

recuperó durante los primeros tiempos del Plan Austral, pero nunca volvió a alcanzar el

nivel conseguido a comienzos de la década del setenta. Aunque en 1986 y 1987 se

produjo un crecimiento de la demanda global, éste se sustentó en una efímera expansión

del consumo interno y de la inversión, en un contexto de leve crecimiento relativo del

PBI vis a vis las importaciones. Por el contrario, en 1988, todos los indicadores

mostraron un comportamiento negativo, excepto las exportaciones, que al expandirse en

un 18.4%, demostraron su carácter contracíclico (cuadro IV.1). Asimismo, los índices

de precios anuales (mayoristas y minoristas) se mantuvieron muy elevados, excepto en

el primer año de vigencia del Plan Austral, dando cuenta de que las diversas políticas

implementadas por el gobierno no lograron desarticular el régimen de alta inflación

vigente desde 1975 (cuadro IV.2).

Cuadro IV.1:

Oferta y Demanda Globales (en $ de 1996 y variaciones porcentuales). Años 1984 a 1989

Años PBI % Imp. % Consumo % Inversión* % Exp. % 1984 231.430 15.261 167.880 51.479 27.332 1985 216.124 (6.6) 13.271 (13.0) 155.513 (7.4) 42.298 (18.0) 31.584 15.6 1986 231.939 7.3 15.246 14.9 170.248 9.5 48.726 15.2 28.212 (10.7)

1987 237.926 2.6 17.255 13.2 171972 1.0 55.957 14.8 27.253 (3.4) 1988 234.146 (1.6) 15.275 (11.5) 162.325 (5.6) 54.841 (2.0) 32.255 18.4

1989 218.935 (6.5) 12.518 (18.0) 155.713 (4.1) 41.462 (24.0) 34.277 6.27 1984-1989 (5.4) (18.0) (7.2) (19.0) 25.4 1984-1988 1.2 0.1 (3.3) 6.5 18.0 1984-1986 0.2 (0.1) 1.4 (5.3) 3.2 1986-1988 1.0 0.2 (4.7) 12.5 14.3

*Nota: Se trata de la Inversión Bruta Interna Fija

Fuente: Elaboración propia en base a Gerchunoff y Llach (1998), página 465.

Cuadro IV.2:

11

Evolución de los precios internos mayoristas y minoristas y del tipo de cambio Años 1983 a 1989.

Años Inflación Mayorista Inflación Minorista

1983 360.9 343.8 1984 573.6 626.7 1985 662.9 972.2 1986 63.9 90.01 1987 122.9 131.3 1988 412.5 343.0 1989 3432.6 3079.5

Nota: En el caso de la inflación (mayorista y minorista) se presentan las variaciones porcentuales del índice promedio anual.

Fuente: Elaboración propia en base a Gerchunoff y Llach (1998) página 471.

La persistencia del proceso inflacionario en un contexto de estancamiento

relativo del PBI produjo importantes consecuencias sobre la estructura social y

ocupacional del país. Luego de una primera recomposición del salario real (fuertemente

reducido durante la dictadura), los ingresos de los trabajadores se vieron resentidos con

la suba de los precios, hasta ubicarse por debajo del nivel de 1980, en los últimos tres

años de gestión del gobierno radical. Por su parte, las tasas de desocupación y

subocupación mantuvieron una tendencia creciente (con algunas mejoras leves en

1984), mientras que los niveles de pobreza e indigencia se dispararon a partir de 1987

(cuadro IV.3).

Cuadro IV.3:

Evolución de la desocupación y subocupación de la mano de obra (% PEA), del salario real (1980=100), y de la pobreza y la indigencia (% población total). Años 1983 y 1989

Años Desocupación

(% PEA) Subocupación

(% PEA) Salario real (1980=100)

Pobreza (%)

Indigencia (%)

1983 5.5 5.9 106.5 19.1 5.4 1984 4.7 5.4 129.5 14.9 5.0 1985 6.3 7.5 104.1 17.7 3.6 1986 5.6 7.2 106.3 12.7 3.5 1987 6.0 8.2 99.9 20.6 6.2 1988 6.5 8.9 95.0 32.3 10.7 1989 8.4 9.3 86.2 47.3 16.5

Fuente: Elaboración propia en base a Damill y Frenkel (1993), páginas 85 y 91, y Ortiz y Schorr (2006b), página 325.

12

Asimismo, los indicadores monetarios y cambiarios denotan el creciente grado

de dolarización alcanzado por la economía doméstica; proceso originado, en gran parte,

por el comportamiento de los grandes ahorristas (cada vez más proclives a desprenderse

de sus tenencias en moneda local), y por la creciente demanda de divisas originada en

los requerimientos del sector público ante la necesidad de pagar los compromisos con

los acreedores externos. Ambos factores, sumado al accionar especulativo de los bancos

y los exportadores, generaron una constante presión alcista sobre el tipo de cambio

(cuadros IV.4 y IV.5).

Cuadro IV.4: Evolución de activos monetarios en poder del público (% del PBI) y del tipo de cambio real de exportaciones (1980=100). Años 1983 y 1989

Años M1 Privado* M2* Tipo de cambio real de exportaciones

(1980=100) 1983 3.8 11.2 155.3 1984 3.6 10.3 148.4 1985 3.5 10.9 167.6 1986 5.6 17.1 186.0 1987 5.1 18.5 213.0 1988 3.3 15.4 192.4 1989 2.8 13.2 212.6

*Nota: En el caso de la M1 privada, se trata de la sumatoria entre los billetes y monedas en poder del público y los depósitos a la vista. En el caso de la M2, se considera la suma de la M1 y los depósitos a plazo.

Fuente: Elaboración propia en base a Damill y Frenkel (1993), páginas 85 y 87.

Cuadro IV.5: Evolución de la deuda externa total y pública y de la fuga de activos al exterior (en millones de U$S corrientes y % del PBI). Años 1983 y 1989

Años Deuda externa total (saldo acumulado al

final de cada período)

Deuda externa pública (% sobre deuda total)

Fuga de capitales (saldo acumulado al

final de cada período) 1983 45.069 70.4 37.061 1984 46.903 77.1 38.332 1985 49.326 80.8 39.641 1986 51.422 85.6 40.448 1987 58.300 88.9 45.310 1988 58.500 91.5 44.008 1989 63.300 92.3 52.802

Fuente: Elaboración propia en base a Damill y Frenkel (1993), página 85 y Ortiz y Schorr (2006b), página 313.

13

Esta necesidad creciente de obtener dólares por parte del sector público, se

produjo en un contexto en el cual el déficit fiscal se mantuvo siempre por encima del

4.5% del PBI (cuadro IV.6). Para financiar ese nivel de déficit, el Estado se vio

obligado a tomar deuda en el mercado financiero doméstico, presionando así sobre la

tasa de interés activa y encareciendo el costo del financiamiento para el sector privado

que no podía acceder a los créditos en el exterior (cuadro IV.7).

Cuadro IV.6: Evolución de los ingresos, egresos y déficit del sector público (% del PBI). Años 1983 y 1988

Años Ingresos Erogaciones

Déficit fiscal Corrientes de Capital Corrientes No Corrientes

1983 34.1 0.2 40.1 9.7 15.1 1984 33.0 0.2 37.6 7.8 11.9 1985 40.5 0.2 40.5 7.1 6.0 1986 38.2 0.2 36.6 7.5 4.7 1987 36.0 0.2 36.1 8.4 7.9 1988 34.4 0.5 36.4 8.4 8.1

Fuente: Elaboración propia en base a Damill y Frenkel (1993), página 87.

Cuadro IV.7: Evolución de las tasas de interés reales mensuales, activas y pasivas, vigentes en el mercado local (en %). Años 1983 y 1989

Años Tasa de interés reales* Activa Pasiva

1983 3.0 (2.7) 1984 (0.2) (4.9) 1985 2.9 (1.4) 1986 0.6 (1.4) 1987 1.2 (1.6) 1988 0.1 (0.9) 1989 (5.6) (14.4)

*Nota: Para la tasa de interés activa se considera la tasa vigente en operaciones interempresarias a 7 días con garantía BONEX. Para la tasa de interés pasiva, se considera la tasa fijada por el BCRA para los depósitos a 30 días (hasta octubre de 1987) y las tasas promedio ponderado pagadas por los bancos por colocaciones a 30 días (desde el 15 de octubre de 1987 en adelante). En ambos casos, las tasas se deflactaron por el Índice de Precios al Consumidor.

Fuente: Elaboración propia en base a Damill y Frenkel (1993), página 87.

14

Ahora bien, el análisis de la evolución que siguieron las principales cuentas del

sector público durante esos años, muestra que, contrariamente a lo señalado por los

economistas ortodoxos, el déficit fiscal, medido como porcentaje de PBI, disminuyó

considerablemente entre 1983 y 1988 (pasando de 15.1 % a 8.1%). Llamativamente,

esta reducción se produjo por una caída de las erogaciones corrientes (sueldos del

personal), en consonancia con los dictámenes de la ortodoxia, mientras que se

incrementaron levemente las erogaciones no corrientes (subsidios directos o indirectos

al capital). Todo esto se dio en un cuadro de deterioro de los ingresos corrientes del

fisco (principalmente, de los recursos tributarios) que pasaron de representar el 40.5%

del PBI en 1985, al 34.4%, en 1988.

Este particular comportamiento del sector público indica un debilitamiento

progresivo de sus capacidades financieras, pero más aún, de su capacidad para ejercer

una de sus principales funciones: el cobro de los impuestos. Esta imposibilidad de

mantener en términos proporcionales los ingresos tributarios, sumada a la virtual

desaparición de la moneda doméstica como medio de reserva de valor, da cuenta de la

profundidad alcanzada por la crisis estatal durante la primera transición democrática.

IV.1.2. La profundidad de la crisis estatal: el deterioro de las capacidades financieras y la pérdida de autonomía relativa

Es posible afirmar que el proceso hiperinflacionario que comenzó a gestarse a

fines de 1988, y que se desató violentamente a partir de febrero de 1989, marcó el punto

de quiebre de un Estado atravesado por múltiples demandas (especialmente de los

sectores capitalistas), cada vez más asfixiado por la crisis fiscal y la necesidad de tomar

créditos en un contexto financiero, tanto a nivel interno como externo, completamente

desfavorable.

Pero esta crisis estatal no puede pensarse como el producto de una situación

puntual, porque reconoce sus raíces en las profundas transformaciones realizadas

durante la última dictadura militar sobre el funcionamiento del modelo económico y

sobre las relaciones de fuerza entre los diferentes sectores sociales. Entre los más

significativos, es necesario resaltar el alto grado de concentración que adquirió la

estructura productiva y el crecimiento notable de una fracción empresaria estrechamente

vinculada al accionar económico estatal, que siguió demandando y recibiendo grandes

recursos desde el Estado a través de diversos mecanismos directos e indirectos de

15

transferencia. Precisamente, el Estado cumplió un rol fundamental en el profundo

cambio que registró el proceso de acumulación de capital desde mediados de los años

setenta, en tanto modificó radicalmente la dirección y magnitud de las asignaciones

públicas, perjudicando a los asalariados y a las pequeñas empresas, en beneficio de las

más grandes y de los acreedores externos.20

Debido a estas transformaciones, cuando asume el nuevo gobierno

constitucional se superponen dos crisis de gran magnitud (la externa y la fiscal)

estrechamente relacionadas entre sí, que continuaron agravándose por el propio accionar

del Estado. Lejos de desmantelar los mecanismos que habían alimentado la nueva

estrategia de acumulación, el sector público asumió las deudas contraídas durante la

dictadura, mantuvo las cuantiosas transferencias hacia el capital concentrado local

vigentes en el período anterior, e incluso, puso en marcha nuevos mecanismos, tales

como el programa de capitalización de deudas y los subsidios a las exportaciones

industriales no tradicionales.21

Estas cesiones, sumadas a las derivadas de los sobreprecios en las compras de

las empresas y reparticiones públicas y a las restantes erogaciones corrientes y no

corrientes del Estado, profundizaron hasta límites inauditos el déficit del fisco ya que,

además, los ingresos impositivos y previsionales se deterioraron pronunciadamente

durante el mismo período como consecuencia del estancamiento económico general y

de los elevados niveles de elusión y evasión tributaria. Para financiar este déficit en un

contexto externo de iliquidez, el Estado tuvo que recurrir al mercado financiero interno

tomando fondos a través de dos modalidades básicas: los encajes remunerados y la

colocación de títulos públicos. Como se señaló anteriormente, esta conducta generó una

presión alcista sobre la tasa de interés, ocasionando severas consecuencias sobre la

actividad económica, entre las que se destacan, el desaliento a la inversión, el

incremento del nivel de desmonetización doméstica, y el encarecimiento del crédito.

20 Existe una profusa bibliografía dedicada a describir y analizar este cambio estructural. Ver al respecto, los trabajos de Basualdo (2000b; 2001 y 2006), Nochteff (1994) y Schvarzer (1999). 21 Con relación a la crisis externa, basta con señalar que la deuda pública se incrementó en 22.9 mil millones de dólares entre 1984 y 1989 mientras se fugaron, en el mismo lapso, otros 14.5 mil millones (más de las dos terceras partes, sólo en el último año). Todo esto en un contexto de altas tasas de interés y escasez de divisas que facilitó el desarrollo de la especulación financiera en el mercado local. En cuanto a la situación fiscal, si bien es difícil realizar un cálculo exacto debido a la falta de información, las estimaciones disponibles indican que sólo en concepto de exenciones y diferimientos impositivos, subsidios directos e indirectos, el Estado transfirió al capital concentrado local cerca de 15 mil millones de dólares (Basualdo, 2006, capítulo 4).

16

Pero además, este profundo debilitamiento de las capacidades financieras operó

como una barrera a la hora de implementar cualquier intento de recomposición de las

capacidades administrativas, tan desgastadas durante las últimas décadas. Diversos

planes de reforma administrativa se pusieron en marcha al inicio de la gestión radical,

planes que tomaron como modelo el funcionamiento del Estado francés y que

rápidamente debieron abandonarse por dificultades de financiamiento. A modo de

ejemplo, cabe señalar que

“ […] El gobierno instituyó el Cuerpo de Administradores Gubernamentales (con la intención de) crear un grupo de burócratas de alta calificación que complementara una reforma administrativa más vasta, destinada a ordenar y mejorar la calidad de las intervenciones estatales. Estos propósitos fueron pronto abandonados por un criterio fiscalista en la evaluación del aparato estatal que vivió, desde entonces, sujeto a la reducción de personal y a la degradación de las remuneraciones” (Heredia, 2006: 177).

Llamativamente, los mismos criterios fiscalistas que impidieron encarar los

planes de reforma administrativa no se tuvieron en cuenta a la hora de realizar diversas

transferencias de recursos públicos al capital concentrado. En efecto, el Estado persistió

en su rol de garante de los diversos mecanismos de valorización financiera y sostuvo los

múltiples APA gestados durante la dictadura, dando cuenta de su carácter cada vez más

heterónomo. En este sentido, la constante búsqueda de apoyos entre los sectores sociales

más beneficiados del nuevo patrón de acumulación, erosionaron toda posibilidad de

definir autónomamente el rumbo de la intervención estatal. Por eso, es posible afirmar

que

“En el plano de la administración pública, de la banca oficial y de las empresas estatales, los compromisos con el pasado, por voluntad e impericia, impidieron desterrar a los anteriores personeros de los negocios privados, a los que muy pronto se sumaron otros con trayectoria más democrática. Los grandes problemas económicos dejados por el ‘proceso’ y, en especial, la desarticulación de la estructura industrial y las obligaciones de la deuda externa se agravaron por la ausencia de capacidades estatales para desarrollar políticas en fomento de la producción y en unos pocos años el radicalismo desgastó su gran legitimidad inicial” (Sidicaro, 2001: 47).

Los cada vez más estrechos lazos tendidos entre algunos hombres del gobierno

con los grandes empresarios nacionales, incidieron considerablemente en la orientación

de la intervención estatal. De hecho, antes del lanzamiento del Plan Austral, las

reuniones con los denominados “Capitanes de la Industria” fueron frecuentes para

17

garantizar el apoyo empresario a la política de congelamiento de precios propuesta por

el equipo ministerial. A cambio, el gobierno ofreció mantener las transferencias hacia el

capital concentrado local (a pesar de los efectos nocivos que las mismas ejercían sobre

el déficit fiscal) y lanzar un programa de subsidios a las exportaciones no tradicionales,

con la esperanza de que estos “aportes” a los grandes capitalistas se tradujeran en

nuevas inversiones y en un incremento de las ventas externas que permitieran dinamizar

el alicaído producto interno. Pero fue precisamente esta búsqueda de alianzas con los

sectores sociales consolidados durante la dictadura la que

“ […] desembocó en una relación en la que los equipos económicos del gobierno pactaban la estabilidad de precios con los grandes empresarios ofreciéndoles a cambio de su buena conducta, o como recompensa, la posibilidad de (y la información para) obtener ganancias en la especulación financiera. Ese particular modus operandi fue un factor que incidió en la disolución del valor de la moneda, símbolo por excelencia del poder estatal” (Sidicaro, 2001: 48).

Por otra parte, cabe destacar que los empresarios contaron durante los años

ochenta con tres formas diferentes de presión sobre el Estado, que les permitió orientar

la intervención estatal en un sentido favorable a sus intereses: a) las tradicionales

prácticas corporativas canalizadas a través de las entidades patronales de larga data

(especialmente, Unión Industrial Argentina, Sociedad Rural Argentina y Cámara

Argentina de Comercio); b) la organización de grupos más informales de presión

directa, como por ejemplo, el de los “Capitanes” y el ejercicio del lobby individual, a

cargo de los principales líderes empresarios; y finalmente, d) las denominadas prácticas

estructurales de presión, mediante el comportamiento estrictamente económico de sus

firmas, a través del manejo de las decisiones de inversión, la fijación de los niveles de

precios de los bienes de la canasta familiar, el nivel de activos líquidos dolarizados, etc.

Ya desde el comienzo de su gestión el gobierno buscó el acercamiento con las

principales corporaciones del empresariado. Estas habían emergido luego de la

dictadura como interlocutoras ineludibles en el esquema diseñado por el gobierno

constitucional, en el cual la representación corporativa se superponía con la

representación parlamentaria. La difusión de estas prácticas “acuerdistas” encuadradas

en el nuevo esquema de representación política debilitó aún más la calidad de la

intervención estatal, en tanto el sector público (con escasas capacidades administrativas

y financieras), debía interactuar con corporaciones representativas de los intereses de las

fracciones empresarias más poderosas, tornándose cada vez más permeable a sus

18

demandas. Sin embargo, “esta situación fue paulatinamente modificada por el

desmantelamiento y disolución de las capacidades estatales que favorecieron la

extensión del lobby individual” (Beltrán, 2006: 203).

En efecto, las articulaciones informales cobraron mucha más relevancia a

medida que los canales tradicionales se tornaron más “ineficientes” para resolver los

problemas puntuales que aquejaban al empresariado. Si bien, ambos tipos de prácticas

se desplegaron en forma paralela, tuvieron funciones diversas: a través de las

corporaciones, los empresarios canalizaban las demandas más generales sobre la

política económica; mediante el lobby individual o los acuerdos con las agrupaciones

informales, se negociaban las cuestiones más específicas que incidían directamente

sobre el proceso de acumulación de las empresas. El mantenimiento de los APA

vinculados al funcionamiento del complejo económico estatal-privado, por ejemplo,

entran dentro de este último tipo de presión. 22

Pero la forma de presión más efectiva y “transparente” fue el ejercicio de las

denominadas “prácticas estructurales”. Más allá de cualquier declaración que

manifestara voluntad de realizar acuerdos con las autoridades de gobierno, los

capitalistas mostraron rápidamente a través de sus decisiones microeconómicas que, en

el nuevo esquema de poder ellos conservaban la cuota más importante. Mediante el

manejo de las principales variables de mercado (en especial, precios e inversión)

demostraron en los hechos que el Estado democrático había perdido la capacidad de

orientar el proceso de acumulación en una nueva dirección que permitiera recuperar el

tejido industrial y mejorar la distribución del ingreso.

La profundización de la crisis estatal fue condición necesaria, y a su vez,

consecuencia, del proceso de diversificación de los diversos APA heredados de la

gestión dictatorial. Los mismos favorecieron la consolidación de una fracción

empresaria, la misma que durante los años de la primera transición democrática buscó

penetrar a través de sus diferentes prácticas, en el entramado de las decisiones públicas. 22 En este sentido, Bsaualdo (2001) afirma que “el de los agrupamientos de entidades empresariales que se generaron para enfrentar la política económica fue, no obstante su importancia, sólo uno de los niveles en que se relacionaron el sector empresario y el gobierno. Hubo otro, de gran trascendencia económica y política, que consistió en la estrecha vinculación que mantuvieron los principales referentes (y propietarios) de los grandes grupos económicas locales y algunos conglomerados extranjeros, con un conjunto de funcionamiento del gobierno y del partido. […] En conjunto ambas instancias (la conformación de los agrupamientos informales y el establecimiento de negociaciones directas) indican que la estrategia del capital concentrado interno consistió en plantear exigencias mediante los acuerdos entre las organizaciones empresariales y negociar directamente con el partido de gobierno sus intereses específicos”, página 44.

19

IV.2. Intervención estatal y transformaciones en la cúpula empresaria durante la transición democrática: la persistencia de los ámbitos privilegiados de acumulación

Durante la primera gestión democrática, el comportamiento estatal generó las

condiciones propicias para que las grandes empresas continuaran con su estrategia de

valorización financiera, esta vez en el mercado interno. En efecto, el grueso de las

transferencias públicas destinadas a los grandes agentes económicos durante esos años

vía promoción industrial, precios diferenciales en la compra/venta de productos y

servicios, capitalización de deudas y subsidios a las exportaciones no tradicionales, en

vez de destinarse a la ampliación del capital, se convirtieron, mayoritariamente, en

activos líquidos que las firmas volcaron en el circuito financiero local alentadas por las

altas tasas de interés que regían para las colocaciones a corto plazo y tentadas por la

rentabilidad y seguridad que le ofrecían los diversos bonos que el Estado emitía para

financiar su déficit. Esto se puede corroborar claramente, al analizar la evolución de la

inversión privada, las colocaciones financieras internas y la salida de capitales hacia las

más seguras plazas financieras internacionales. En otras palabras, el mismo Estado que

transfería recursos públicos al capital concentrado local a expensas del resto de los

sectores sociales, era el que recurría al mercado financiero para fondearse (a un costo

cada vez más elevado) con el excedente que esas mismas grandes empresas

privilegiadas por el accionar estatal colocaban en el circuito financiero local.

Nuevamente, la experiencia de los años ochenta demuestra que a través de la

gestión económica se pudo garantizar la vigencia de un régimen de acumulación que

beneficiaba a una reducida, y cada vez más poderosa, fracción empresaria: la de las

grandes firmas nacionales y extranjeras estrechamente vinculadas al accionar

económico del Estado.

En efecto, durante el primer año de la gestión del gobierno radical, la cúpula

empresaria presentaba los rasgos esenciales que había adquirido durante la última

dictadura: predominio de empresas industriales pertenecientes a grupos económicos de

capital nacional que operaban en ramas fuertemente promocionadas por el accionar estatal.

Si se analiza la evolución de la cúpula empresaria tomando en cuenta el sector de

actividad en el que operan las firmas (cuadro IV.8), se observa claramente que entre 1984

y 1988 la cúpula mantuvo un perfil predominantemente industrial, tanto por la cantidad de

20

empresas que operan en cada sector, como por la tasa de participación de cada uno de ellos

en la generación de las ventas totales. Por otra parte, también aumentó el número y el

porcentaje de ventas y utilidades de la fracción integrada por empresas comerciales como

resultado de la incorporación de importantes cadenas de supermercados: cuatro nacionales

(Disco, El Hogar Obrero, Compañía Americana de Supermercados y Casa Tía) y una

extranjera asociada al capital local (Carrefour).

Cuadro IV. 8:

Composición y evolución de la cúpula empresaria por sector de actividad. Años 1984 y1988

Sector de Actividad 1984 1988

Industria Cantidad de empresas 80 77 % Ventas 64.6 71.6 % Utilidades 99.9 75.5 Rentabilidad s/ Ventas 5.00 4.3

Servicios Cantidad de empresas 2 2 % Ventas 0.7 0.9 % Utilidades (0.1) 0.1 Rentabilidad s/ Ventas (0.1) 0.5

Comercio Cantidad de empresas 5 9

% Ventas 6.4 9.1 % Utilidades (1.4) 3.6 Rentabilidad s/ Ventas (0.70) 1.6

Petróleo Cantidad de empresas 9 8 % Ventas 25.7 13.9 % Utilidades (0.7) 17.9 Rentabilidad s/ Ventas (0.10) 5.2

Construcción Cantidad de empresas 4 4 % Ventas 2.6 4.5 % Utilidades 2.3 2.9 Rentabilidad s/ Ventas 2.8 2.6

Rentabilidad cúpula 3.2 4.1 Total Cúpula 100 100 Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989.

Por otra parte, las constructoras lograron aumentar significativamente su

participación en la generación de las ventas totales, mientras que las petroleras

21

aumentaron su participación en la generación de las utilidades globales y elevaron sus

márgenes de rentabilidad promedio. Estas mejoras en la performance de las empresas

señaladas se pueden explicar, en gran medida, por el accionar estatal, en tanto las

primeras se vieron beneficiadas por un aumento relativo en la inversión pública en

infraestructura (las erogaciones de capital realizadas por el Estado pasaron de

representar el 7,1% del PBI en 1985 al 8,4% en 1988) y muchas de las segundas

mantuvieron, al igual que en la dictadura, el acceso privilegiado a las áreas de

explotación petrolera licitadas por YPF a lo largo del quinquenio en cuestión, dando

cuenta de la marcada continuidad existente en la política petrolera durante ambas

gestiones.

Como consecuencia del alto grado de heterogeneidad que presenta el sector

industrial, el análisis de la fracción de empresas manufactureras exige un mayor nivel de

desagregación que el de los restantes sectores. En el cuadro IV.9 se presenta la

composición de esta porción de la cúpula considerando las cinco ramas principales de la

industria que representan más del 60% del conjunto de firmas industriales que integran

la muestra en los años seleccionados.

Cuadro IV. 9:

Composición y evolución de la fracción industrial de la cúpula empresaria tomando en cuenta las principales ramas de la industria. Años 1984 y 1988

Rama de la Industria 1984 1988

Bebidas y Alimentos Cantidad 22 25 % Ventas 19.7 20.6 % Utilidades 5.3 8.6 Rentabilidad s/ Ventas 0.9 1.7 Química y Petroquímica

Cantidad 16 18 % Ventas 7.8 11.1 % Utilidades 19.5 28.9 Rentabilidad s/ Ventas 8.0 10.0

Automotriz Cantidad 7 6 % Ventas 9.6 10.0 % Utilidades 2.6 1.0 Rentabilidad s/ Ventas 0.8 0.4

Siderurgia Cantidad 6 6 % Ventas 8.9 8.8

22

% Utilidades 32.2 8.3 Rentabilidad s/ Ventas 11.6 3.8 Papel y celulosa Cantidad 4 3 % Ventas 1.8 2.0 % Utilidades 27.9 8.3 Rentabilidad s/ Ventas 49.0 16.4

Rentabilidad Fracción Industrial 5.00 4.3

Rentabilidad cúpula 3.2 4.1

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989.

Al respecto, se observan comportamientos muy dispares entre las diferentes

fracciones empresarias según la rama de la industria a la que pertenezcan. En términos

generales, se puede decir que sólo dos de ellas presentaron un buen desempeño en todo

el período: “Alimentos y Bebidas” y “Química y Petroquímica”. En efecto, las firmas

productoras de bienes alimenticios mejoraron notablemente su performance entre 1984

y 1988, especialmente en lo que concierne a las rentabilidades sobre ventas (que

prácticamente se duplicaron a lo largo del período) y a la participación en la generación

de las utilidades totales de la cúpula. Tres factores se conjugaron en la explicación de

este resultado: el incremento de las exportaciones, los beneficios derivados de la

promoción industrial (en especial, en el caso de Arcor y Molinos) y la participación en

los programas de capitalización de deudas.

Por su parte, las industrias químicas y petroquímicas, incrementaron su

rentabilidad aproximadamente en un 25% y lograron consolidar su posición en el

conjunto de las cien más grandes del país, al aumentar significativamente su tasa de

participación en la generación de las ventas y utilidades totales de la cúpula. En este

caso, además de los factores señalados para las alimenticias, se agrega otro

estrechamente relacionado con el accionar estatal: la existencia de precios diferenciales

en la compra y/o venta de insumos y servicios a las empresas estatales. Las restantes

fracciones industriales mantuvieron sus niveles de participación en la generación de las

ventas totales entre los dos años considerados gracias a la inserción exportadora (en

gran parte subsidiada por el Estado) aunque por esa misma razón, perdieron puntos en

sus tasas de rentabilidad y disminuyeron sus niveles de participación en la generación

de las ganancias totales, ya que en el mercado externo las firmas pertenecientes a estas

23

ramas actúan como tomadoras de precio más que como formadoras, perdiendo así la

posición privilegiada que detentan en el mercado local.23

En definitiva, se observa que más allá de las particularidades propias de cada

rama de la industria (evolución de los precios internos y/o externos de los insumos y los

productos, oscilaciones en la demanda interna y/o externa, estrategias microeconómicas

de las firmas, etc.) en la explicación de este heterogéneo comportamiento se deben

considerar otras razones vinculadas con la gestión económica estatal, que confluyen en

la identificación de cuatro tipos de mecanismos básicos de transferencia de recursos

públicos que funcionaron durante el período, a saber:

a) la implementación de programas de capitalización de la deuda externa

(especialmente significativo en el caso de las empresas productoras de alimentos y

bebidas);

b) la inserción subsidiada en el mercado externo (que permitió aumentar los

volúmenes de ventas de las grandes firmas productoras de commodities y de

bienes de consumo);

c) la fijación de precios preferenciales para las empresas vinculadas al complejo

económico estatal-privado (relevante en el caso de las empresas químicas y

petroquímicas); y

d) los subsidios derivados de las diversas políticas de promoción industrial

(significativo en las cuatro ramas consideradas, sobre todo en aquellas vinculadas

a la producción de insumos intermedios de uso difundido).

Cuando se analiza la evolución de la cúpula tomando en cuenta la forma de

organización de la propiedad y el origen del capital, se pueden realizar interesantes

observaciones que complementan los resultados obtenidos en el análisis sectorial (cuadro

IV.10). En primer lugar, cabe destacar que en 1984, las empresas extranjeras, a pesar de

generar la mayor parte de las ventas de la cúpula, habían visto muy deteriorados sus

volúmenes de ganancia, e incluso varias de ellas presentaron pérdidas significativas

(Amoco, Ciba Geigy, Standar Electric, Ford y Shell, entre otras). Por el contrario, las

firmas nacionales (especialmente las que formaban parte de grupos económicos) 23 Igualmente, cabe aclarar que los niveles de rentabilidad sobre ventas promedio obtenidos por las empresas pertenecientes a la industria celulósica y papelera son de las más elevadas del espectro industrial.

24

presentaron resultados altamente favorables, generando el grueso de utilidades globales

(entre las cuales se destacan por sus altas tasas de rentabilidad sobre ventas, Pérez

Companc, Celulosa, Ipako y Alto Paraná).24

Cuadro IV. 10: Composición y evolución de la cúpula empresaria según la forma de organización de la propiedad del capital. Años 1984 y 1988 Tipo de Empresa 1984 1988 GL Cantidad 41 43 % Ventas 34.3 40.4 % Utilidades 103.4 63.6 Rentabilidad s/ Ventas 9.7 6.4 CE Cantidad 20 18 % Ventas 39.5 26.7 % Utilidades (17.2) 9.9 Rentabilidad s/ Ventas (1.4) 1.5 ET Cantidad 27 19 % Ventas 20.5 13.8 % Utilidades 5.3 12.4 Rentabilidad s/ Ventas 0.8 3.6 ELI Cantidad 10 15 % Ventas 5.0 13.5 % Utilidades 0.3 5.8 Rentabilidad s/ Ventas 0.2 1.8

ASOCIACION Cantidad 2 5 % Ventas 0.7 5.6 % Utilidades 8.2 8.3 Rentabilidad s/ Ventas 35.7 17.1

Rentabilidad cúpula 3.2 4.1 Total Cúpula 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989.

Las firmas de capital nacional presentaron una evolución más favorable en la

mayoría de los indicadores relevados, incrementando su participación en la generación 24 Obsérvese que todas estas empresas se encontraban vinculadas por diversos mecanismos, al funcionamiento del complejo económico estatal-privado: Pérez Companc por su articulación privilegiada con YPF y las restantes por participar en proyectos fuertemente promocionados por el Estado.

25

de ventas totales de la cúpula y logrando una elevada participación en las ganancias

totales durante 1988, manteniendo la tendencia detectada durante la segunda mitad de la

década del setenta. Este último dato resulta particularmente significativo ya que, al igual

que en 1984, y a pesar de tratarse de un contexto macroeconómico mucho más

desfavorable, los grupos locales continuaron siendo los principales generadores de

ganancias en el conjunto de la cúpula.

En efecto, las empresas pertenecientes a grupos locales (GL) explican en ambos

años el mayor porcentaje de las utilidades globales y presentan las tasas de rentabilidad

sobre ventas relativas más elevadas (sólo superada en 1988, por la de las Asociaciones).

Además, lograron incrementar su participación en la generación de las ventas totales,

consolidando su posición estructural en el interior del panel.

Las empresas locales independientes (ELI) también presentaron una evolución

favorable a lo largo del período, registrando un incremento relativo de todos los

indicadores relevados; aunque su incidencia en el desempeño del conjunto es mucho

menor que la de los restantes tipos de firmas. Esta fracción estaba integrada

prácticamente en su totalidad, por empresas pertenecientes a la industria alimenticia y

por grandes firmas comercializadoras del sector supermercadista. Precisamente, fueron

estas últimas las que permiten explicar el favorable derrotero de la fracción, como

consecuencia de los cambios introducidos en los hábitos de compra de los productos

básicos de la canasta familiar.

Por su parte, las firmas extranjeras (pertenecientes o no a conglomerados),

presentaron un comportamiento dispar: por un lado, mostraron un profundo deterioro en

la participación de la generación de las ventas totales (perdiendo peso relativo en el

conjunto de la cúpula); por otro, presentaron una recomposición de su participación en

la generación del total de las utilidades (aunque estos porcentajes se mantuvieron

siempre muy por debajo de los obtenidos por los GL).25 También hay que destacar que

en los dos años relevados, las rentabilidades promedio de ambos tipos de firmas

extranjeras (ET y CE) fueron inferiores en comparación a las obtenidas por las empresas

25 Tal como concluyen Ortiz y Schorr (2006b) al analizar el comportamiento de las doscientas empresas privadas y públicas de mayor nivel de facturación del país, entre 1984 y 1989 “[…] se produjo una caída considerable en el aporte a las ventas totales de las dos formas representativas del capital extranjero. Esto se debe, básicamente a la repatriación de importantes inversiones foráneas que se registró en esa etapa y a la contracción experimentada por un conjunto de actividades productivas en las que estas firmas tenían una presencia decisiva (tal es el caso del complejo metalmecánico en general, y de sector automotor, en particular)”, página 303, nota 14.

26

pertenecientes a los GL. Es más, excepto por el caso de la petroquímica Indupa26 que

operó con altas tasas de rentabilidad sobre ventas, el resto de las firmas extranjeras

obtuvo rentabilidades anuales inferiores al 5%. Todos estos datos confirman que,

continuando con la tendencia iniciada durante los años de la dictadura, las firmas

pertenecientes a los GL fueron las que presentaron un mejor desempeño y por ende, las

que adquirieron una mayor relevancia en el interior de los grandes agentes

económicos.27

Ahora bien, para establecer las causas que explican este comportamiento

diferenciado en función del origen del capital y la forma de organización de la

propiedad, es necesario complementar el análisis de la cúpula tomando en cuenta una

nueva variable: la percepción de transferencias estatales (cuadro IV.11)

Tal como se mencionó anteriormente, durante el quinquenio considerado se

transfirieron cuantiosos recursos hacia el capital concentrado local bajo la forma de

cuatro mecanismos básicos: la promoción industrial, los precios diferenciales en las

operaciones de compra/venta realizadas por las empresas y/o reparticiones públicas, los

diversos subsidios a las exportaciones industriales, y los programas de capitalización de

la deuda externa.

Cuadro IV. 4: Evolución del perfil de la cúpula empresaria según la percepción o no de transferencias estatales. Años 1984 y 1988 1984 1988 Perciben transferencias estatales % empresas 51 60 % ventas 32.0 70.7 % utilidades 115.0 88.5 Rentabilidad s/ventas 7.5 5.1 No perciben transferencias estatales % empresas 49 40 % ventas 68.0 29.3 % utilidades (15.0) 11.5 Rentabilidad s/ventas (1.0) 1.6

26 Cabe señalar que esta empresa se encontraba fuertemente vinculada a las actividades del complejo económico estatal privado a través de su articulación con Fabricaciones Militares, YPF y Petroquímica Bahía Blanca. 27 Estos resultados son corroborados al utilizar una muestra mayor, integrada por doscientas empresas públicas y privadas, en tanto la participación de los GL en la generación de las ventas totales de la cúpula pasó de 22.9% en 1984, a 27.5% en 1988. Al respecto, véase Ortiz y Schorr (2006b), página 304, cuadro 3.

27

Total empresas 100 100 Rentabilidad s/ventas 3.2 4,1

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Bisang (1990), Azpiazu (1995) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Los datos confirman la favorable incidencia de estas transferencias en el

desempeño de las grandes firmas, ya que aquellas que percibieron los distintos tipos de

beneficios: a) lograron aumentar su presencia en el selecto grupo de las cien primeras

del país, b) duplicaron su participación en las ventas totales (indicador que da cuenta del

proceso de consolidación de la fracción en el interior del conjunto), c) presentaron los

niveles de rentabilidad relativa más elevados y, d) generaron el grueso de las utilidades

de la cúpula en los dos años considerados. Además, cabe destacar que la mayor parte de

las firmas beneficiadas formaban parte de los principales grupos económicos locales,

hecho que permitiría explicar la favorable evolución de este tipo de empresas entre los

dos años relevados.

En efecto, cuando se analiza la composición de la fracción privilegiada por las

transferencias estatales tomando en cuenta la forma de organización de la propiedad y el

origen del capital, se comprueba que el buen desempeño de las firmas pertenecientes a

los GL durante este período se relaciona con la percepción de transferencias estatales: la

mitad de las empresas beneficiadas formaban parte de GL, tanto en 1984 como en 1988

(cuadro IV.12).

Cuadro IV.12: Composición por tipo de empresa de las firmas que integran la cúpula según la percepción o no de transferencias estatales. Años 1984-1988 (cantidad de empresas y porcentajes)

1984 1988

Perciben transferencias estatales

Empresas % Empresas %

GL 28 55 31 52 CE 9 18 13 22 ELI 1 2 - - ET 12 23 11 18 ASOC 1 2 5 8 Total 51 100 60 100 No perciben transferencias estatales

GL 13 27 12 30 CE 11 22 5 12 ELI 9 18 15 38 ET 15 31 8 20

28

ASOC 1 2 - - Total 49 100 40 100

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Asimismo, tanto las rentabilidades como los porcentajes de participación en las

utilidades totales registrados por estas empresas sugieren la existencia de ámbitos

privilegiados de acumulación de capital, supuesto que se confirma al analizar la

evolución de las rentabilidades relativas de las empresas según la cantidad de

transferencias percibidas (cuadro IV. 13). En efecto, se observa que cuanto mayor es el

número de transferencias recibidas, mayores son las tasas de rentabilidad promedio

obtenidas por las empresas beneficiadas.

Cuadro IV.13:

Cantidad de empresas y evolución de las rentabilidades sobre ventas de las fracciones que integran la cúpula según la cantidad de transferencias percibidas. Años 1984 y 1988 1984 1988 Beneficiadas por más de una política Cantidad 27 26 Rentabilidad sobre ventas 8.2 5.2 Beneficiadas por una política Cantidad 24 34 Rentabilidad sobre ventas 5.8 4.3 No beneficiadas Cantidad 49 40 Rentabilidad sobre ventas (1.0) 1.6 Total empresas 100 100

Rentabilidad s/ventas 3.2 4.1

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Si además de considerar la cantidad de transferencias percibidas, se discrimina el

desempeño de las firmas en función del tipo de beneficio que reciben, se pueden

establecer dos situaciones claramente diversas que aportan relevantes elementos para

comprender la naturaleza de los APA (cuadro IV.14). Por un lado, se encuentran las

firmas beneficiadas sólo por el programa de capitalización de la deuda externa y/o la

promoción a las exportaciones industriales no tradicionales; por el otro, las empresas

que, más allá de que hayan recibido o no estos dos tipos de transferencias, han sido

beneficiadas por la política de promoción industrial y/o se articulan como

29

clientas/proveedoras/contratistas con el aparato estatal. En el primer caso se trata

mayoritariamente de empresas extranjeras, muchas de las cuales forman parte de

conglomerados, que operan casi en su totalidad en el sector industrial y que colocan

parte de su producción en el mercado externo (Coca Cola, Renault, Louis Dreyfus,

Massalin Particulares). En el segundo, predominan empresas nacionales, que pertenecen

a las ramas no tradicionales de la industria, al sector petrolero y a la construcción, que

forman parte de grupos económicos, y que realizan una porción considerable de sus

operaciones en el mercado interno (Pérez Companc, Astra, Bridas, Fate, Acindar, Sade).

Cuadro IV.14: Perfil de la fracción privilegiada según el tipo de transferencia percibida. Año 1988.

Cantidad de

empresas

% participación ventas cúpula

% participación utilidades

cúpula

Rentabilidad sobre ventas

Beneficiadas sólo por el programa de capitalización y/o la promoción a las exportaciones

26

36.3

17.7

2.0

Beneficiadas por la vinculación al complejo económico estatal-privado y/o la promoción industrial

34

34.4

70.8

8.4

Total empresas privilegiadas

60

70.7

88.5

5.1

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Evidentemente, los diferentes tipos de beneficios contribuyeron por igual al

proceso de consolidación de las empresas privilegiadas (tomando como indicadores

proxy el porcentaje de participación en la generación de las ventas totales de la cúpula),

pero las posibilidades de internalizar amplios niveles de ganancia extraordinaria se

vinculan directamente con las actividades económicas propias del complejo y con la

promoción industrial, ya que fueron estas empresas las que presentaron las tasas más

altas de rentabilidad (cuatro veces superiores a la de las restantes firmas que componen

la fracción privilegiada) y las que explican dos tercios de las utilidades generadas por la

30

cúpula. Estos indicadores confirman la plena vigencia de los APA conformados en

períodos anteriores a la gestión del primer gobierno de la transición democrática y

sugieren la conformación de uno nuevo vinculado a la inserción subsidiada en el

mercado externo.

IV.2.1. La consolidación de los ámbitos privilegiados de acumulación generados durante la dictadura: el desempeño de las empresas vinculadas al complejo económico estatal-privado

El sostenimiento de las transferencias de recursos públicos hacia el capital

concentrado local, en un entorno propicio para canalizar recursos hacia el mercado

financiero interno, resultó crucial para mantener los diversos APA existentes al inicio

del gobierno radical, e incluso hizo posible la conformación de otros nuevos, asociados

a la mayor presencia que adquirieron algunas de las grandes firmas locales en el

mercado mundial.

La rentabilidad relativa registrada por las diversas fracciones que componen la

cúpula corrobora estos supuestos en tanto permite dar cuenta de la vigencia de distintos

APA: los relacionados con las actividades productivas del Estado (vigentes desde los

años de la segunda ISI) y otros, de origen más reciente, relacionados con la posibilidad

de insertar excedentes de producción en el mercado mundial (inserción fomentada, en

gran parte, por el propio aparato estatal, mediante subsidios impositivos y mecanismos

de compensación entre los precios internos y externos de los productos exportables).28

En efecto, entre 1984 y 1988 se produjo un aumento en la cantidad total de

empresas que volcaban parte de su producción al mercado mundial. En su mayoría, este

fenómeno obedece al ingreso de nuevas firmas a la muestra más que a una modificación

en el perfil de las existentes. La inclusión en el panel de varias comercializadoras y

empresas industriales ligadas a la agroexportación que anteriormente no formaban parte

de la cúpula, es el factor que explica el aumento registrado por la fracción exportadora,

tanto en la cantidad de empresas como en la tasa de participación en la generación de las

ventas totales (cuadros IV.15).

28 Si bien durante la vigencia de la industrialización sustitutiva algunas firmas industriales habían logrado insertarse en el mercado externo exitosamente, durante la década del ochenta esta estrategia exportadora subsidiada por el Estado, adquirió particular importancia, ya que le permitió a las empresas morigerar los efectos de la recesión local colocando parte de su producción fuera de las fronteras nacionales.

31

Cuadro IV. 15:

Evolución del perfil de la cúpula empresaria según su vinculación al mercado externo. Años 1984 y 1988 Vinculación al Mercado Externo 1984 1988 Exportadoras Cantidad 26 37 % Ventas 36.3 46.5 % Utilidades 73.7 48.0 Rentabilidad s/ Ventas 6.5 4.2

No Exportadoras Cantidad 74 63 % Ventas 63.7 53.5 % Utilidades 26.3 52.0 Rentabilidad s/ Ventas 1.3 3.9

Rentabilidad cúpula 3.2 4.1 Total Cúpula 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Sin embargo, estos incrementos no se tradujeron en un aumento en el nivel de

ganancias generado por la fracción. En efecto, si bien aumenta en más de 10 puntos

porcentuales el nivel de participación de la fracción exportadora en la generación de las

ventas totales de la cúpula, la participación en la generación de las utilidades cae más de

20 puntos. En ese sentido, los datos muestran que en esos años, mejoraron mucho más

las utilidades totales de las empresas volcadas en forma exclusiva al mercado interno

que las de aquellas que también colocaban parte de su producción en el exterior.

Parece evidente entonces, que la vinculación al mercado externo resulta

relevante a la hora de entender procesos de consolidación empresaria, ya que actúa

como una política contracíclica que le permite a las firmas colocar sus excedentes de

producción en el mercado externo cuando el contexto local se torna recesivo. Esto es

particularmente significativo en el caso de las firmas que producen bienes de consumo,

que ven resentida su demanda interna ante un estancamiento en los ingresos de las

familias, y también lo es en el caso de los productores de bienes intermedios, que

pueden derivar parte de su producción al mercado mundial cuando caen los niveles de

actividad doméstica. Sin embargo, esta inserción no constituye una variable

significativa para explicar procesos de internalización de ganancias extraordinarias,

debido a que en el mercado externo las empresas no están en condiciones de fijar

32

discrecionalmente los precios tal como lo hacen en el mercado local, donde sí pueden

aprovechar los beneficios derivados de sus posiciones dominantes.

Para profundizar el análisis de la fracción exportadora, se presentan los

resultados obtenidos al clasificar las empresas por el tipo de exportación que realizan

(cuadro IV.16). De esta forma, se puede establecer si la política de fomento a las

exportaciones no tradicionales implementada por el gobierno radical tuvo alguna

incidencia sobre la performance de las firmas involucradas.

Cuadro IV.16: Evolución del perfil de la cúpula empresaria según el tipo de exportación que realizan. Años 1984 y 1988 Tipo de Exportación* 1984 1988

Tradicional Cantidad 11 17 % Ventas 13.9 14.7 % Utilidades 8.5 6.6 Rentabilidad s/ Ventas 2.0 1.8

No Tradicional Cantidad 15 20 % Ventas 22.4 31.8 % Utilidades 65.2 41.3 Rentabilidad s/ Ventas 9.3 5.3 Rentabilidad cúpula 3.2 4.1 Total Cúpula 100 100

Nota: En esta clasificación se consideran exportaciones tradicionales a las manufacturas de origen agropecuario, y no tradicionales a las de origen industrial.

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Si bien ambos grupos de empresas lograron incrementar su participación en el

conjunto de las ventas totales de la cúpula, las exportadoras no tradicionales lo hicieron

en una magnitud mayor (cercana a los 10 puntos porcentuales) permitiendo consolidar

su posición dentro del conjunto de las grandes firmas del país. También se puede

apreciar una diferencia en los promedios de rentabilidad sobre ventas de cada una de las

fracciones; si bien este indicador evolucionó negativamente a lo largo del período para

ambos tipos de firma, los valores absolutos de las exportadoras no tradicionales se

mantuvieron muy por encima de los promedios obtenidos por la fracción exportadora

tradicional en los dos años considerados.

33

El particular desempeño de la fracción de empresas exportadoras no

tradicionales obliga a realizar un análisis más detallado del conjunto de firmas

relacionadas al mercado externo. Si se comparan los datos de las empresas que

formaban parte de la fracción exportadora tanto en 1984 y 1988 (25 firmas en total) se

observa que muy pocas lograron una mejora en ambos indicadores relevados (se trata de

las firmas Aluar, Mastellone, Pasa y Shell) y sólo 9 incrementaron sus márgenes de

rentabilidad sobre ventas. Sin embargo, la mayoría de las empresas de la muestra

pudieron consolidar su posición en el interior de la cúpula, ya que incrementaron sus

porcentajes de participación en la generación de las ventas totales.29

Estos resultados permiten suponer que la inserción exportadora no tradicional

(incentivada por el gobierno a través de una política específica de subsidios) tuvo una

incidencia positiva en la consolidación de las empresas exportadoras en el conjunto de

los grandes agentes económicos del país durante el período en cuestión pero que, por el

contrario, no tuvo incidencia relevante en la internalización de ganancias

extraordinarias. En ese sentido, se puede afirmar con más fundamento que, a la hora de

explicar las causas que posibilitan procesos de acumulación acelerados en plazos cortos,

resulta mucho más decisiva la vigencia de APA en el mercado interno que la posibilidad

de acceder al mercado externo, aunque esta inserción se encuentre fomentada por el

Estado. Para corroborar estos supuestos, se presenta a continuación el análisis de la

cúpula empresaria tomando en cuenta la vinculación al complejo económico estatal-

privado (cuadro IV.17).

Cuadro IV.17:

Evolución del perfil de la cúpula empresaria según la vinculación al complejo económico estatal-privado. Años 1984-1988

Complejo estatal-privado 1984 1988

Vinculadas* Cantidad 31 26 % Ventas 25.2 27.3 % Utilidades 98.5 66.2 Rentabilidad s/ Ventas 12.6 9.9 No vinculadas Cantidad 69 74 % Ventas 74.8 72.7 % Utilidades 1.5 33.8

29 Cabe destacar que 11 de estas 15 empresas se dedicaban a la exportación de bienes no tradicionales.

34

Rentabilidad s/ Ventas 0.1 1.9 Rentabilidad cúpula 3.2 4.1 Total Cúpula 100 100 *Nota: Los criterios utilizados para clasificar a las empresas en esta fracción son los mismos que figuran en el Capítulo II, cuadro II.11.

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

Si bien disminuyó el número total de empresas vinculadas al complejo entre

1984 y 1988, esta caída no se tradujo en una disminución en el porcentaje de

participación en la generación de las ventas totales. Resulta llamativo que menos firmas

vinculadas lograran explicar en 1988 una proporción mayor de las ventas totales que en

1984, corroborando así, el proceso de consolidación de la fracción vinculada al

complejo en el interior del conjunto de los grandes agentes económicos locales.

Además, en los dos años considerados, las empresas vinculadas explicaban la mayor

parte de las utilidades totales y obtenían las rentabilidades promedio más elevadas.

Ambos comportamientos estarían dando cuenta de la existencia de dos tipos de

mercados: uno en donde existen precios preferenciales tanto para los bienes finales

como para los insumos (en donde operan las firmas vinculadas al complejo), y otro en

donde, más allá de los grados de concentración que existan en cada una de las ramas y/o

sectores que lo integran, los precios están mucho más sujetos que en el caso anterior a

los vaivenes de la demanda interna (en donde operan las empresas que no están

vinculadas al complejo).

Ahora bien, si se complementan estos resultados con el análisis de la evolución

de las rentabilidades sobre ventas y de los porcentajes de participación en la generación

de las ventas totales de la cúpula obtenidos por cada una de las empresas que formaban

parte de la fracción vinculada tanto en 1984 como en 1988, se pueden extraer algunas

inferencias sobre las características propias del comportamiento que presentó la fracción

de firmas vinculadas al funcionamiento del complejo, al menos en lo que respecta a dos

cuestiones centrales: la capacidad de internalizar ganancias extraordinarias (mediante la

observación de las rentabilidades obtenidas) y la posibilidad de consolidar sus

posiciones en el interior de la cúpula (considerando la evolución en los porcentajes de

participación en la generación de ventas totales).

35

De esta forma se confirma la incidencia favorable que tuvo en el

comportamiento de las firmas vinculadas la evolución de algunas ramas básicas del

complejo como por ejemplo, la petroquímica y la construcción. En efecto, si se

considera el desempeño económico de las empresas vinculadas al complejo que

integraban la cúpula tanto en 1984 como en 1988 (23 en total) se concluye que:30

a) un tercio de las firmas lograron incrementos significativos en las dos tasas

relevadas, con lo cual se deduce que no sólo aumentaron su presencia en el panel

sino que además lograron internalizar márgenes de beneficios cada vez mayores a

lo largo del período, conformando así el grupo de mejor desempeño dentro de la

fracción (se trata de las empresas Aluar, Atanor, Pasa, Sade, Techint, IBM y

Pirelli);

b) prácticamente dos tercios de las empresas consideradas aumentaron su

participación en la generación de ventas, confirmando así la hipótesis sobre el

incremento del peso relativo de la fracción vinculada en el interior de la cúpula

durante el período en cuestión (entre todos, se destacan los casos de las firmas

Alto Paraná, Atanor, Equitel, Polisur, Propulsora Siderúrgica, Sideco y Techint,

que aumentaron su peso en la generación de las ventas totales en una proporción

mayor al 50%); y por último,

c) casi la mitad de las empresas lograron elevar sus tasas de rentabilidad sobre

ventas, en algunos casos en proporciones más que significativas (por ejemplo,

Atanor, IBM, Pérez Companc, Petroquímica Bahía Blanca, Propulsora

Siderúrgica y Techint), situación que sugiere la plena vigencia de los diversos

APA creados en torno al funcionamiento del complejo económico estatal-privado.

Parece evidente que a pesar del achicamiento que sufrió la fracción vinculada, la

mayoría de las empresas que permanecieron dentro de la cúpula durante ese período,

lograron aumentar su poder de mercado y más de un 40% lograron incrementar sus tasas

de rentabilidad, internalizando mayores márgenes de ganancia que los conseguidos a

comienzos del nuevo régimen político. Todo esto, en un contexto de estancamiento

global de los principales indicadores económicos y de una estrepitosa crisis del sector

público, que a pesar de la gravedad del cuadro general, siguió transfiriendo directa o

indirectamente elevados recursos hacia el capital concentrado local.

30 Para consultar los resultados obtenidos por cada una de las empresas, ver Cuadro 4 del Anexo II.

36

En resumidas cuentas, es posible afirmar que durante la transición democrática

no sólo se mantuvieron sino que se agudizaron los principales rasgos regresivos del

modelo de acumulación instaurado durante la última dictadura, y que esto llevó a que se

incrementara el poder (no sólo económico) de una reducida fracción empresaria.

IV.2.2. Continuidades en el perfil de los grandes agentes económicos: el caso de las empresas que se mantuvieron en la cúpula entre 1976 y 1988.

Durante la gestión radical se mantuvieron diversos mecanismos de transferencia

de recursos públicos hacia el capital concentrado local (y se instrumentaron algunos

nuevos) que dieron lugar a la consolidación de distintos tipos de APA. Pero ¿quiénes

fueron los “ganadores” de este proceso?, ¿qué características comunes presentan? Para

responder estos interrogantes es necesario identificar y analizar las características más

relevantes del conjunto de empresas privadas que lograron mantenerse entre las

primeras cincuenta del país entre 1976 y 1988.

En principio, hay que señalar que casi todas estas firmas fueron beneficiadas por

algún tipo de mecanismo de transferencia estatal a lo largo del período considerado

dando cuenta de la relevancia que adquirió el Estado en el proceso de consolidación de

las grandes empresas que operaban en el mercado local durante esos años, y del carácter

regresivo del modelo económico que se promovió desde el propio accionar estatal.

Pero ¿cuáles son los mecanismos de transferencia que prevalecen? En la mayoría

de los casos, se trata de firmas industriales que operaban en ramas fuertemente

promocionadas por el Estado (Acindar y Celulosa constituyen dos casos

paradigmáticos) hecho que señala la importancia de la política de promoción industrial

en la formación de capital de las grandes empresas privadas. También es significativo

que las dos constructoras más grandes del país (Sade y Techint), lograran permanecer en

los primeros lugares del ranking empresario por tanto tiempo, especialmente si se

considera que ambas actuaban en un mercado cuya demanda se encontraba

prácticamente monopolizada por las reparticiones estatales. Lo mismo se puede decir de

las petroleras nacionales (Bridas y Pérez Companc, por ejemplo) que crecieron y se

consolidaron a lo largo de esos años colocando el grueso de su producción en el

mercado interno, concretamente a través de la realización de contratos de explotación y

provisión de bienes y servicios con YPF (cuadro IV.18).

37

Esta incidencia favorable de la intervención estatal sobre el conjunto de grandes

empresas se corrobora al establecer que más de la mitad de las firmas que componen la

muestra considerada presenta algún tipo de articulación con el complejo económico

estatal-privado. Estos datos permiten establecer con más fundamento que, de todos los

tipos de mecanismos de transferencia existentes, el de los precios preferenciales que

cobra o paga el Estado y el de la participación en los proyectos fuertemente

promocionados por el apartado estatal, se encuentran entre los más relevantes.

Por otra parte, cabe destacar que prácticamente el 80% de las empresas

consideradas formaban parte de algún grupo local o conglomerado extranjero,

evidenciando las ventajas que, este tipo de organización de la propiedad del capital

genera a la hora de explicar procesos de consolidación empresaria en el marco de la

valorización financiera, ya que se trata de una estrategia que apunta a la diversificación

de las actividades económicas y al aprovechamiento de las distintas oportunidades

creadas en cada coyuntura histórica concreta.

38

Cuadro IV. 18:

Perfil de las empresas privadas que lograron mantenerse entre las primeras cincuenta del país entre 1976 y 1988.

Empresa Tipo de empresa

Sector de actividad

Rama de la industria Vinculación al complejo

Promoción industrial

Capitalización deuda

Inserción exportadora

Acindar GL IND Metales Comunes sí sí no sí Alpargatas GL IND Productos Textiles no sí sí sí Bridas GL PETRO - sí sí sí no Celulosa Argentina GL IND Papel y Productos de

Papel sí sí sí sí

Dálmine-Siderca CE IND Metales Comunes sí sí no sí Duperial CE IND Sustancias y productos

químicos sí no no sí

Esso CE PETRO Refinación Petróleo no no no sí Fate GL IND Productos de Caucho y

Plastico sí no no sí

IBM ET IND Maquinaria de Oficina, Contabilidad e

Informatica

sí no no sí

Ledesma GL IND Alimentos y Bebidas no no no sí

Massalin y Velasco/Massalin Particulares

CE IND Productos de Tabaco no no no sí

Mastellone Hermanos ELI IND Alimentos y Bebidas no no no sí

Mercedes Benz ET IND Vehículos Automotores, Remolque y

Semiremolques

no no no no

Molinos Río de la Plata GL IND Alimentos y Bebidas no sí sí sí

Nidera Argentina ET IND y COM Alimentos y Bebidas no no no sí Nobleza Piccardo CE IND Productos de Tabaco no no no no

Pérez Companc GL PETRO - sí no no no

39

Pirelli Cables CE IND Maquinaria y Aparatos Eléctricos NCP

sí no sí sí

Propulsora Siderúrgica CE IND Metales Comunes sí sí no sí

Renault CE IND Vehículos Automotores, Remolque y

Semiremolques

no no sí sí

Sade GL CONSTR. - sí no no no

Sancor ELI IND Alimentos y bebidas no no no sí

Shell CE PETRO Refinación de Petróleo no no sí sí

Techint CE CONSTR - sí no no no

Fuente: Elaboración propia en base a los rankings empresarios presentados en Prensa Económica, años 1985 y 1989, Acevedo et.al. (1990), Azpiazu (1995), Basualdo (2006), Bisang (1990) y Kosacoff y Azpiazu (1989).

40

Ahora bien, si se toma en cuenta el origen del capital es notable la presencia de

empresas nacionales en la muestra. Si bien entre las cien primeras se encuentran varias

filiales de las empresas extranjeras más grandes del mundo, las firmas nacionales lograron

un nivel de estabilidad mayor, conservando sus posiciones en los primeros lugares del

ranking a lo largo de todo el período. Para entender este fenómeno, nuevamente se debe

apelar al acceso privilegiado que tuvieron estas empresas a los dos mecanismos de

transferencia más destacados: la promoción industrial y la provisión de bienes y servicios al

Estado.

Por último, este somero análisis del “elenco estable” de grandes firmas permite

confirmar que la inserción exportadora constituye una variable importante a la hora de

explicar la permanencia entre las primeras cincuenta, ya que más de la mitad de las

empresas consideradas colocan su producción tanto en el mercado interno como en el

externo. De esta forma, se puede establecer que los beneficios derivados de la inserción

exportadora, en especial si se trata de una inserción subsidiada, complementan a los

generados en el mercado interno. En efecto, aunque no constituyen el núcleo de

acumulación más relevante de los grandes agentes económicos locales, operan como una

salida contracíclica en contextos recesivos que le permite consolidar su posición estructural

en la economía doméstica.

En suma, tanto por la orientación que adquirió la intervención estatal como por el

perfil y desempeño de las empresas que integraban la cúpula, es posible afirmar que

durante el primer gobierno de la transición democrática se mantuvieron las principales

tendencias estructurales originadas en la última dictadura militar. Más allá de los cambios

registrados en el contexto internacional, en el régimen político y en las políticas

económicas desplegadas por el Estado, se siguieron generando las condiciones propicias

para la difusión de los APA conformados en la etapa previa, e incluso, se instrumentaron

nuevos mecanismos de transferencia que permitieron la creación de ámbitos nuevos.

Justamente, el contenido de las políticas económicas implementadas por los

distintos elencos ministeriales, garantizó las principales transferencias de recursos públicos

hacia el capital concentrado local. A pesar de la delicada situación de las finanzas del

Estado, la estrecha articulación entre ciertos funcionarios y grandes empresarios, sumada a

41

la estrategia de “apoyos selectivos” seguida por el gobierno para avalar públicamente su

gestión, permitió que el aparato estatal perdiera cada vez más autonomía relativa a la hora

de diseñar y/o implementar las políticas públicas, sosteniendo así, los rasgos más perversos

del proceso de difusión de APA que se había expandido notablemente durante la última

dictadura.

Precisamente, el mantenimiento de estos ámbitos fortaleció la posición de la

fracción empresaria vinculada a las actividades desplegadas por el complejo económico

estatal-privado y deterioró aún más la calidad operativa de varias de las empresas públicas

que lo integraban, favoreciendo la difusión de los argumentos más cercanos a la ortodoxia,

que sostenían la necesidad de privatizar el complejo.

Tras el colapso del gobierno, como resultado de la crisis hiperinflacionaria de 1989,

comenzó el proceso de desmantelamiento del Estado empresario en el marco de la

aplicación de una serie de reformas estructurales de inspiración neoliberal. No casualmente,

fueron unas pocas empresas privadas que formaban parte de la fracción vinculada, las que

se apropiaron de sus restos (cuadro IV.19).

Cuadro IV.19:

Transferencias de activos fijos al capital privado como consecuencia de las privatizaciones de empresas públicas vinculadas al complejo realizadas entre 1990 y 1995.

Empresa Año Sector Empresa/grupo comprador Operación

Polisur 1990 Petroquimica Ipako (perteneciente al grupo Garovaglio & Zorraquin)

Venta del 30%

Petropol 1990 Petroquimica Indupa Venta del

30%

Induclor 1990 Petroquimica Indupa Venta del

30% Monómeros

Vinílicos 1990 Petroquimica

Viniclor (Asociación entre Indupa y Duperial)

Venta del 30%

Petroquímica Río Tercero

1992 Petroquimica Egerton Finance Venta del

39%

SOMISA 1992 Siderurgia

Siderca y Propulsora Siderúrgica (grupo Techint), Usiminas (Brasil), Acindar Port Internacional, CVRD (Brasil), Cìa de Aceros Pacífico (Chile).

Venta del control

accionario

YPF (Refinerías del Norte)

1992 Petróleo Pérez Companc, Pluspetrol, Isaura y Astra. Venta del

70% YPF (Refinerías San Lorenzo)

1993 Petróleo Cía. General de Combustibles (Soldati), Pérez Companc y Petroquímica Argentina.

Venta del 100%

42

Petroquímica Bahía Blanca

1995 Petroquímica Dow Química Argentina, YPF e Itochu Argentina

Venta del 51%

Indupa 1995 Petroquímica Dow Química Argentina, YPF e Itochu Argentina

Venta del 38.2%

Fuente: Elaboración propia en base a Schorr (2001), Anexo I.

Este hecho marca un cambio cualitativo en el proceso de difusión de los APA en

tanto se transfirieron directamente al capital concentrado local, los activos fijos acumulados

durante décadas por toda la sociedad.