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CAPITULO 2 La reestructuración económica y la ciudad de México Priscilla Connolly Introducción E l cometido de este capítulo es ofrecer una reseña crítica de la investigación sobre la economía de la Ciudad de México. Desde un principio, es necesario aclarar que tan ambicioso objetivo se acota a una definición bastante limitada de la economía urbana. Para los fines de este trabajo, el tema se circunscribe por las actividades económicas realizadas dentro de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: el motor de desarrollo, las fuentes de ingreso de sus habitantes. No se refiere aquí, por lo tanto, a la economía de la producción de la ciudad: las inversiones privadas y públicas, la industria de la construcción y el sector inmobiliario. Tampoco cabe aquí otro tema, estrechamente relacionado con el anterior, que sería la economía intra-urbana, o la diferenciación económica de las distin- tas áreas, dentro de la ciudad. El balance presentado aquí, pues, se refiere exclusivamente a la base económica de la Ciudad, considerada en su totalidad, y en relación con las actividades económicas en el resto del país. El texto se divide en dos parte. La primera, y más extensiva, considera los aportes a la comprensión del tema que han surgido principal, aunque no exclusivamente, de la disciplina de los estudios urbano-regionales. Dada la hegemonía ejercida por tres autores –Luis Unikel, Gustavo Garza y Enrique Hernández Laos– sobre la investigación de la relación entre la urbanización y la industrialización en México, así como en el discurso político al respecto, se destina bastante espacio a ellos. En seguida, se examina el panorama, no muy poblado por cierto, de las interpretaciones de los cambios económicos recientes en la economía urbana, incluyendo los estudios sobre el empleo y los aportes de otras disciplinas. El capítulo concluye con algunos lineamentos y recomen-

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CAPITULO 2

La reestructuración económicay la ciudad de México

Priscilla Connolly

Introducción

El cometido de este capítulo es ofrecer una reseña crítica de lainvestigación sobre la economía de la Ciudad de México. Desdeun principio, es necesario aclarar que tan ambicioso objetivo se

acota a una definición bastante limitada de la economía urbana. Paralos fines de este trabajo, el tema se circunscribe por las actividadeseconómicas realizadas dentro de la Zona Metropolitana de la Ciudadde México: el motor de desarrollo, las fuentes de ingreso de sushabitantes. No se refiere aquí, por lo tanto, a la economía de laproducción de la ciudad: las inversiones privadas y públicas, laindustria de la construcción y el sector inmobiliario. Tampoco cabeaquí otro tema, estrechamente relacionado con el anterior, que seríala economía intra-urbana, o la diferenciación económica de las distin-tas áreas, dentro de la ciudad.

El balance presentado aquí, pues, se refiere exclusivamente a labase económica de la Ciudad, considerada en su totalidad, y enrelación con las actividades económicas en el resto del país. El textose divide en dos parte. La primera, y más extensiva, considera losaportes a la comprensión del tema que han surgido principal, aunqueno exclusivamente, de la disciplina de los estudios urbano-regionales.Dada la hegemonía ejercida por tres autores –Luis Unikel, GustavoGarza y Enrique Hernández Laos– sobre la investigación de la relaciónentre la urbanización y la industrialización en México, así como en eldiscurso político al respecto, se destina bastante espacio a ellos. Enseguida, se examina el panorama, no muy poblado por cierto, de lasinterpretaciones de los cambios económicos recientes en la economíaurbana, incluyendo los estudios sobre el empleo y los aportes de otrasdisciplinas. El capítulo concluye con algunos lineamentos y recomen-

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daciones para estudios posteriores sobre el tema. Aquí, se ha preten-dido identificar las principales polémicas y ofrecer algunas pistas quepodría conducir a su solución.

1. La economía de la ciudad de México en los estudiosurbano-regionales

La relación entre los procesos económicos y el territorio ha sido objetode análisis de diversos campos disciplinarios. La misma economía, lasociología, la antropología, la arquitectura y, desde luego, el urbanis-mo, todos tienen aportes en esta materia. Sin embargo, los plantea-mientos más acabados se han desarrollado tradicionalmente dentro dela geografía y, en especial, la geografía anglosajona. De allí, sedesprendió una especialidad llamada "economía regional" o "econo-mía urbana", dependiendo de la escala de análisis, en la que participanno sólo geógrafos, sino también planificadores, economistas, urbanis-tas y otros. En este campo, sobre todo durante las tres décadas de laposguerra, se desarrolló una serie de modelos de organización espacialde las actividades económicas. La rama más prolija de este cultivo esla llamada "teoría de localización industrial", basada fundamental-mente en el trabajo seminal del alemán Alfred Weber, y desarrolladaen Estados Unidos por autores como Hoover, Greenhut, Isard, entreotros'. La teoría de localización industrial pretende explicar las aglo-meraciones económicas en función de los "factores de producción"

Para principios de la década 1970-1980, impulsados por el desen-volvimiento de la cibernética, estos modelos habían llegado a gradosde complejidad matemática cada vez mayores, y se ajustaba cada vezmenos a la realidad que, en materia del desarrollo regional, para estasfechas ya empezaba poner de cabeza algunos de los supuestos tradi-cionales. Los nuevos problemas urbano-regionales suscitados por la"crisis", el rechazo de los fundamentos de la economía neoclásica quesubyacen estos modelos de organización espacial, el ocaso del esta-do-interventor que demandaba razones científicas –modelos analíti-cos de y de predicción– para fundamentar la planeación del desarrolloregional, la influencia del marxismo, el auge y subsecuente rechazo

' Otro modelo importante, la "teoría de los lugares centrales" de Christaller, se refiere a lalocalización de los servicios. Los modelos de "los polos de desarrollo", "teoría de umbrales"son variantes de los anteriores. Durante las décadas de los sesenta y setenta se publicaron unsinnúmero de libros de texto y antologías en inglés sobre estos temas, entre los cuales se destacan:Mayer y Kohn 1960, Chorley & Hagget 1970, etc. Algunas de ellos fueron traducidas en España(Bailly 1976, Chorley & Hagget 1977, Echenique 1974) aunque tuvieron una difusión limitadaen México.

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de los estructuralismos: éstos y otros factores influyeron para crear,dentro del mismo campo disciplinario, enfoques alternativas paraexplicar, por ejemplo, la distribución desigual en el territorio deldesarrollo económico, la desindustrialización de ciertas regiones y elnuevo desarrollo de otras, el desempleo diferenciado por país, porregión por ciudad y zona de la ciudad, entre otros muchos temas2.

Este preámbulo es necesario porque nada de esto –o muy poco deello– sucedió en México. Nunca prevaleció el enfoque sistémico enla planeación urbano-regional, ni en el ámbito burocrático, ni en laacadémica. Hasta donde tengo noticias, nadie ha trabajado una matrizregional de insumo-producto u otro tipo de modelo parecido. Textoscomo el de Walter Isard no se han traducido al español –aunque algode esto se veía en la carrera de Asentamientos Humanos en la Univer-sidad Autónoma Metropolitana en Xochimilco. El profeta latinoame-ricano de los modelos matemáticos del desarrollo urbano y regional,Marcial Echenique, nunca impartió cátedra aquí, ni tampoco fuecontrato como consultor del gobierno (como lo fue en Brasil, Vene-zuela y Chile). Como la elaboración de modelos no es pasatiempocomún, la información disponible sobre la distribución regional deindicadores económicos básicas –como el PIB y la inversión– no esmuy buena. (Quizá fue la falta de información lo que desalentó laelaboración de modelos de simulación). Por último, como nunca pasópor aquí la locura por los modelo matemáticos, tampoco hubo nece-sidad de la contra-crítica, no obstante la estancia de José Luis Corag-gio –cuya obra en el transcurso de una década sintetiza mucho de lodescrito el párrafo superior– en el Colegio de México (Coraggio 1979,1987).

En fin, a diferencia de la mayor parte de las demás unidadestemáticas tratadas en este volumen, la cuestión de la economía urbana-a excepción de la economía de la producción del espacio– no hafigurado entre las preocupaciones principales de los investigadoresurbanos en México. Ahora bien, la falta de atención prestada a laeconomía urbana por los investigadores urbanos no se debe, deninguna manera, a que se le considere tema de poca importancia. Porel contrario, las relaciones económicas constituyen la base de los dosgrandes edificios teóricos en que se ha apoyado, explícita o implíci-tamente, la mayor parte de los estudios urbanos –y de allí, el discurso

2 Entre los trabajadores más destacados dentro de la corriente que suele llamarse la"geografía industrial crítica", se debe citar a Massey (1974, 1984). Markusen (1987), Storper,Storper & Walker (1990) etc.

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político–en las últimas dos décadas: el marxismo ylos planteamientosde Max Weber y derivados. Al parecer, lo que ha ocurrido es que lasconexiones entre la economía y la urbanización han sido interiorizadasa tal grado que, en México por lo menos, pocos investigadores se hanpreocupado por ellas.

Los que sí han abordado el terna dentro del campo de los estudiosurbano-regionales en este país –desde los primeros esquemas deregionalización –Bassols Batalla (1967), Carrillo Arronte (1969),pasando por la obra magna de Unikel y otros (1976) hasta las cuida-dosas investigaciones de Garza(1980), (1985) y (1992)– parten delbinomio esencial: concentración industrial-urbanización. De ahí, sedesprenden otras relaciones causa-efecto, consideradas más o menosinmutables, por ejemplo: industrialización-concentración, modo deproducción capitalista-concentración, urbanización-modernización,excesiva concentración-desequilibrio regional, para citar algunos.Desde luego, hasta hace poco, en México, no había motivo paracuestionar tales supuestos y el diagnóstico de la superconcentración.Casi todos los estudios importantes sobre este tema se basaron en loscensos económicos hasta 1975, mismos que, efectivamente convali-daron tal diagnóstico. Así, el mismo diagnóstico de la excesiva con-centración es compartido ampliamente por dos investigadores extran-jeros, Johnson (1972) y Scott (1982), consultores de la AgenciaInternacional del Desarrollo y el Banco Mundial, respectivamente. Sinsalir de la tesis de la superconcentración industrial, otro trabajo,realizado por Hernández Laos (1985) planteó las bases para poner entela de juicio la superioridad productiva de la Zona Metropolitanacomo localización industrial. Por lo anterior, una reseña crítica de laliteratura sobre la economía urbana en México y, en especial, laeconomía de la Ciudad de México, necesariamente debe tomar comopunto de partida un análisis de las propuestas básicas acerca de laconcentración urbano-industrial.

Hiperurbanización y concentración industrial

Desde los principios de la década de los setenta, El Colegio de Méxicose convirtió en el centro más importante para estudiar la economíaurbano-regional. Lo anterior se debe fundamentalmente a los empeñosde Luis Unikel para consolidar y coordinar un equipo de trabajoespecializado en el tema. La obra de Unikel, sobre todo el estudio queelaboró conjuntamente con Garza y Ruiz Chapetto (1974), sobresalecomo punto de referencia obligado que sigue teniendo gran peso en

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las interpretaciones contempordneas 3 . De este trabajo, se pueden sacaralguno principios que, si bien no son planteamientos originales delautor, su aplicación empírica al caso de México dejaron profundashuellas en la apreciación dedos problemas urbanos en este país.

a) La urbanización se define y se mide en términos de la localiza-ción de la población, de acuerdo con la metodología indicadapor autores norteamericanos (Schnore 1961, Kingsley Davis1966).

b) Lo anterior se relaciona con la preocupación con la correlación–o falta de ella– entre el rango y el tamaño de cada ciudad;preocupación que también se origina en el "urbanismo" nortea-mericano y los textos de las Naciones Unidas (Sovani 1966,Breese 1966 etc.), a su vez relacionado de la teoría de los"lugares centrales" de Chrystaller.

c) La influencia de Crystaller en Unikel se nota especialmente enel capítulo III sobre "sistema de ciudades y jerarquía urbana".Este enfoque fue desarrollado posteriormente por Graizbord(1985) y Graizbord y Garrocho (1987). He aquí también elfundamento del discurso-diagnóstico-propuesta reiterado en lossucesivos Planes y Programas de Desarrollo Urbano (PoderEjecutivo Federal 1978, 1984, 1989; CONAPO 1992). En brevespalabras, el principal problema es la "excesiva concentracióndemográfica y económica" y la solución es "la consolidación deun sistema jerárquico de ciudades", con énfasis en las "ciudadesmedias".

d) Otra teoría con gran influencia en la obra de Unikel, tambiénadaptada del urbanismo norteamericana, es la de las "funcioneseconómicas" o especialización de las ciudades (Mayer y Kohn1960). Cabe mencionar dos conclusiones de este análisis, desa-rrollado en el Capítulo V. Primero, que la Ciudad de México,como caso bi-funcional en los sectores secundario y terciario, esun excepción; no checa con el esquema (De hecho, la Ciudad deMéxico es citado en varios libros de texto como anomalía de lateoría de la base económica; véase Chadwick (1967). Su éxito

3 Se enfoca el análisis a la publicación El Desarrollo Urbano en México por su ampliadifusión y porque, de alguna manera, ofrece una síntesis de la labor de grupo de trabajo de ElColegio de México a principios de la década de los setenta. Sin embargo, otros estudios de menoralcance, y también algunas investigaciones de tesis, también deben considerarse entre los aportesfundamentales para el análisis urbano-regional en México, dentro de esta misma línea. Entredichos trabajos, cabe mencionar los de López Malo (1960), Lavell (1971), Lavell y Unikel(1981), Garza (1972).

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parece derivarse de la diversidad, no de la especialización.Segundo, en relación con las demás ciudades, la especializaciónen servicios "encubre un elevado porciento de marginalidad,desempleo y subempleo y no una dinámica del sector terciariopropio de países post-industriales como los Estados Unidos"(sic) (Unikel 1976, 169). No obstante dicha observación, la ideade la especialización –de centros y subcentros "regionales", y deapoyo a zonas rurales–, reforzada con citas de Harry Richardson(1977), fue aplicada por seguidores de Unikel en el análisis deciudades medias (Salazar 1984, CONAPO 1991) y debidamenteincorporada, tal cual, a la última versión del Programa Nacionaldel Desarrollo Urbano (Poder Ejecutivo Federal 1989). Tambiénhay que recordar queda teoría de la función o base económicade las ciudades es bastante afín a la teoría de los Polos deDesarrollo (Perroux 1961), que fue invocada ampliamente enrelación con los ambiciosos proyectos de inversión pública enlos años setenta.

e) La Ciudad de México no se analiza dentro del mismo marcoteórico que el resto dei país. Las teorías de lugares centrales yde las funciones económicas fueron utilizados por Unikel et al.principalmente en relación con el desarrollo urbano fuera delArea Metropolitana de la Ciudad de México, Guadalajara yMonterrey. De ahí, estas nociones encontrarían su utilidad másbien como teorías prescriptivas, es decir como modelos idealesde fácil asimilación en los discursos programáticos del gobierno;son modelos para la descentralización. Las grandes áreas metro-politanas, sobre todo al de México, reciben otro tipo de trata-miento. Expresan el polo más conocido de la patología regional:la excesiva concentración. En Unikel, la razón de dicha concen-tración no es abordada; ya se vio como la Ciudad de México nocheca muy bien con las teorías tradicionales. Y si bien, el asuntode la industrialización recibe bastante atención, el alto grado deconcentración de ésta se interpreta como resultado de una con-centración demográfica previa:

La explicación de la concentración de la industria en las grandes ciudades estriba,en general, en las economías externas y de urbanización que éstas proporcionan,así como otros factores tales como: el "efecto de demostración" cuya consecuenciaha sido el aumento del consumo suntuario de grupos socioeconómicos minorita-rios que residen en las grandes ciudades del país; la política tarifaria de losferrocarriles que abarata el transporte de bienes primarias con respecto a losproductos terminados; el creciente mercado constituido por la población de bajos

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ingresos para una industria que no puede. desarrollarse en ciudades pequeñas; lasrazones psicosociales de los industriales sus familiares que los conduce a estable-cerse en las grandes ciudades; la concentración de las inversiones extranjeras endonde pueden contar con mayor seguridad y posibilidad de éxito, así como estarcerca de los centros de decisión, de educación, de financiamiento, etcétera.

Unikel 1976, 163-4

Independientemente de la validez o no de estos factores comocausas de la concentración industrial en la Ciudad de México, Mon-terrey y Guadalajara, no sonpuestos a prueba en el libro bajo consi-deración. De hecho, brilla por su ausencia toda referencia específicaa las teorías de localización industrial o a cualquier otra metodologíaque pueda explicar la ubicación de las actividades económicas. Quizápor ello, no se consolidó una línea de investigación sobre este temaen México. Lo que hay sobre el particular son más bien esfuerzosindividuales y, muchas veces, aislados.

Sobre el tema de la localización del desarrollo industrial, el trar omás, importante, en términos de su impacto, en las interpretactu..Lscomunes y en el discurso público, indudablemente corresponde a élde Gustavo Garza4 . Se consideran aquí los tres libros que ha publicadosobre este tema (Garza 1980, 1985 y 1992).

El primer libro, Industrialización de las Principales Ciudades deMéxico, con el subtítulo "hacia una Estrategia Espacio-sectorial deDescentralización Industrial", es fruto de una investigación encami-nada al apoyo de una política de descentralización industrial, desde lazona centro del país hacia las ciudades medias ya industrializadas.Concretamente, se buscó caracterizar la estructura industrial de 16ciudades del país, por una parte y, por otra, analizar de distribuciónespacial de las distintas ramas industriales. Los datos son de los censosindustriales de 1961 y 1971, referidos a los años 1960 y 1970. Se debeseñalar que este libro representa uno de las pocas aplicaciones de lastécnicas tradicionales de análisis regional al caso mexicano. Como tal,es una fuente invaluable, no sólo de datos procesados, sino tambiénde criterios metodológicos; cómo clasificar los sectores a partir decategorías censales, el cálculo de cocientes de localización, etc. Es delamentarse que el mismo análisis no se haya actualizado para los añosposteriores.

4 Son incontables las referencias a trabajos académicos y a documentos políticos que sebasan en la obra de Gustavo Gana. Las citas que tenemos a la mano van desde tesis de grado(Bassols; M. 1983; Icazuriaga 1992), hasta casi todas las antologías publicadas sobre. losproblemas urbanos en México.

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En efecto, los datos hasta 1970 apoyan el argumento principal deGarza, en éste, así como en los textos posteriores. sobre la concentra-ción industrial en México. El término "concentración" empleadodesigna tres fenómenos concurrentes: a) la concentración de la pro-ducción en establecimientos cada ver mayores (concentración técni-ca); h) la concentración de la producción en pocas ramas industrialesy c) la concent ración geográfica en el Valle de México. Las tres formasde concentración están estrechamente interrelacionadas entre sí (Gar-za 1980, 49-50). Lo anterior concuerda con la apreciación de quedasindustrias más dinámicas, más productivas, más intensivas en el usode capital fijo y con mayores proporciones cle inversión extranjera selocalizaban en la Ciudad de México.

Explicar tal concentración constituye el tema del segundo libro deGarza, El proceso de Industrialización en la Ciudad de México1821-1970: estudio de dimensiones impresionantes que documentadaconcentración de inversión pública en la Ciudad de México, causaprincipal –según Garza– de la concentración industrial en esta área.Aquí el autor se remite al concepto de "condiciones generales deproducción", tal como fue adaptado por la corriente denominada "laeconomía política de la urbanización", de la idea esbozada por Marxen los Grundrisse5 . Esto conlleva al autor a una conclusión de la aparenteinevitabilidad de la concentración industria', "la elevada concentracióneconómico-espacial (corno) una peculiaridad de la organización espacialdel capitalismo" (p.316). Ciertamente, tal conclusión resulta incompati-ble con sus planteamientos anteriores (y posteriores) acerca de la nece-sidad de una política de desconcentración industrial. (Sí el Estado capi-talista tiene como destino manifiesto apoyarla concentración económica,no tiene mucho sentido proponer que haga todo lo contrario.) En eltrasfondo de todo esto, la tesis acerca de la concentración para caracteri-zar el desarrollo industrial mexicano, se mantiene intacta, ya que se siguemanejando los datos hasta 1970, solamente.

El último libro de Garza, publicado en 1992, que lleva eltítulo deDesconcentración, tecnología y localización industrial en México, esuna evaluación de una de las más importantes políticas de desconcen-tración: la promoción de 167 parques industriales en todo el país. El

5 Se refiere a un grupo de investigadores urbanos, en su mayoría relacionados con la líneapolítica del "Eurocomunismo", que extendieron el concepto marxista de "condiciones genera-les" para incluir los medios "urbanos", vale decir, los medios de producción consumidoscolectivamente y los medios de consumo colectivos. Estas ideas fueron difundidas ampliamenteen México, gracias a las publicaciones de Castells (1976), Topalov (1978), y sobre todo, deLojkine (1979). Véase Garza (1985, 220).

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estudio incluyó una encuesta a las empresas pa a conocer los Factoreslocacionales, que arrojó resultados muy interesantes, sin precedenteen las investigaciones en esta materia, y cuya utilidad transciende losfines estrictos de la investigación bajo consideración. Al parecer, losfactores locacionales tradicionales como son la cercanía a las fuentesde abastecimiento de insumos naturales e industriales, la disponibili-dad de mano de obra. los costos de transporte y acceso al mercado desus productos. tienen bastante poco que ver en la determinación de laubicación de las empresas. Por el contrario, la disponibilidad y, enmenor medida, el costo de la infraestructura constituye un factorlocacional de mayor importancia, así como el acceso al serviciosespecializados. En la práctica estas ventajas relativas pueden reducirsea la calidad urbana que ofrece la localidad en relación con los preciosy facilidades de compra del suelo (p.362). Por último, y como conce-sión a los posibles efectos de la llamada "revolución tecnológica"sobre la organización espacial de la producción, se comenta el escasoapoyo que, en el rubro de la tecnología, ofrecen los parques industria-les en México. El estudio concluye que las inversiones públicas enparques industriales han tenido poco éxito como política de descen-tralización industrial. Inclusive, en las entidades donde se ha regist ra-do un crecimiento industrial relativamente grande, éste no coincidenecesariamente con la disponibilidad de parques industriales.

En el trasfondo de todos los trabajos de Garza, está la preocupación,heredada de Unikel, con la concentración industrial en la Ciudad deMéxico, como una tendencia inexorable. Claro está que, para 1992,los datos de los últimos censos económicos obliga a una ligeramodificación del supuesto principal. En las últimas dos décadas hayuna innegable disminución de la participación en el producto econó-micos (industrial y del sector terciario) concentrado en la Zona Me-tropolitana de la Ciudad de México. Esta modificación consiste en laampliación de la base territorial de lo que se considera "el centro". Enpalabras de Garza:

.... los estado localizados en la región centro-este del país en la cual se encuentrala Zona Metropolitana de la Ciudad de México (DF. Hidalgo, México, Morelos,Puebla. Querétaro y Tlaxcala) elevan su participación en el producto industrialtendiendo a producir un nuevo ámbito de concentración de corte megalopolitano.De consolidarse este proceso, en las próximas décadas representaría una concen-tración económico-demográfico muy superior a la actual, acentuando formidable-mente las desigualdades regionales.

Garza 1992, 121-122

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La noción de megalopolis aplicada en relación con la conurbaciónCiudad de México-Toluca, de hecho, ya estaba presente en Unikel.Garza claramente ve una megalópolis como algo no deseable. Aquíno necesitamos entrar en una discusión sobre la existencia o no de talcosa, o sobre la utilidad del término o sobre su delimitación. Por lopronto, nos parece que, independientemente de este tipo de discusión,hay algunos problemas en el planteamiento "megalopolitano" deGarza. En primer lugar, no es lo mismo el 40% del PIB industrialconcentrado en el Distrito Federal (1960) que el 53% del PIB indus-trial "concentrado" en 7 estados. De hecho, por lo que vale este tipode indicador (cosa que es discutible), el grado de concentración endichos estados, se mantuvo estable entre 1960 y 1980, reduciéndosea 53% en 1985 (datos de Garza 1992).

La nueva concentración "megalopolitana" es congruente con lasiguiente hipótesis, lanzada ya en las conclusiones del libro, comoexplicación de la reciente (y no tan reciente) desindustrialización dela Ciudad de México:

La tendencia (de las empresas industriales) a emplazarse fuera del Area Metropo-litana de la Ciudad de México pero dentro de su espacio megalopolitano segura-mente se acentuará en el futuro, no tanto como resultado de políticas descentrali-zadoras, sino por la decisión individual de las empresas ante las restricciones a sufuncionamiento por medidas de protección ecológica derivadas del crecientedeterioro del ecosistema del Valle de México. Junto con el efecto de la crisiseconómica que irrumpió en 1982, éste es un elemento explicativo de la dramáticadesindustrialización que está ocurriendo en la capital del país.

Garza 1992, 359-360

Sería difícil descartar esta hipótesis como explicación parcial deléxodo industrial del Valle de México, pero no más que esto. Lareducción notable en el número de establecimientos y de empleosindustriales, desde 1975 a la fecha, necesariamente nos remite a losprofundos procesos de cambio, o de reestructuración, que está sufrien-do la economía mexicana. En este sentido, no puedo estar de acuerdocon Garza cuando afirma que "el tercer mundo, y México en particu-lar, se encuentran al margen de estos cambios", refiriéndose en elpárrafo anterior a las "notables transformaciones en las economíasdesarrolladas, caracterizadas por la emergencia de grandes corpora-ciones transnacionales, la aceleración de las innovaciones tecnológi-cas y el surgimiento de la `revolución de los servicios', que imponencambios significativos en la orientación del análisis urbano-regional."(p.309). Por el contrario, propondría que el análisis urbano-regional

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en México ya no puede quedarse al margen de la comprensión de lareestructuración global del capitalismo, del nuevo papel desempeñadopor México en éste, de su transición de un esquema de sustitución deimportaciones a uno orientado hacia la exportación, y, por último yno de manera marginal, de los cambios tecnológicos. Más adelante,se comentan algunos caminos en este sentido. Uno de ellos nosconduce a otra línea de investigación sobre la dimensión espacial deldesarrollo económico: la perspectiva del economista en búsqueda delos factores de productividad.

Concentración industrial y productividad diferencial

Al igual que los estudios analizados anteriormente, la obra de Hernán-dez Laos examina la concentración espacial del desarrollo industrial,pero con diferente objetivo: su preocupación principal es la producti-vidad industrial. Específicamente, en el trabajo de mayor envergadura,intitulado La Productividad y el Desarrollo Industrial en México(Hernández Laos 1985), buscó evaluar la importancia de las econo-mías externas derivadas de la localización geográfica, frente a laseconomías internas, como fuente de productividad. Las premisas delestudio también son diferentes. Un primer punto de partida es elreconocimiento del agotamiento del modelos de sustitución de impor-taciones y de la necesidad de orientar un aparte de las manufacturasnacionales hacia la exportación, proceso que dependería fundamen-talmente de la productividad (p.18). Dado que gran parte de la pro-ducción industrial se había concentrado en el altiplano, resultabaimportante evaluar las ventajas de esta ubicación sobre la eficienciaindustrial.

Una segunda diferencia de enfoque se manifiesta en la caracteriza-ción que hace Hernández Laos de la industrialización mexicana y desu distribución regional. Desde luego comparte mucho de lo dicho porlos autores anteriormente considerados, en cuanto al patrón generalde concentración y polarización, la estructura oligopólica de losmercados, la concentración territorial de la industria en las grandesciudades, sobre todo en la Ciudad de México. También confirma quelos patrones de distribución regional diferenciados por rama obedece,a grandes rasgos, a los principios básicos de la teoría de la localizaciónindustrial: que las empresas grandes están más concentradas que laschicas por las economías de escala; que el mayor o menor grado deconcentración geográfica depende de la orientación de las empresas,ya sea hacia el abastecimiento de mercados finales o intermedios, o

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capital utilizadoponderado según laestructura de suproducción

total capitalutilizado por todaslas empresas

trabajo utilizadoponderado según laestructura de suproducción

total trabajoutilizado por todaslas empresas

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hacia sus materias primas. Con ello, "(se confirma) que, ante laausencia de un mercado de exportación de importancia para nuestrasmanufacturas, producto de la política proteccionista, la presencia demercados finales e intermedios es un factor determinante de localiza-ción industrial" (Hernández Laos 1985, 96). Sin embargo, apunta esteautor, las observaciones anteriores sólo explican la concentración deuna rama industrial frente a las otras. La explicación por la concen-tración regional de industrias en el interior de la misma rama necesa-riamente remite a la presencia diferencia de economías externas y suefecto sobre la eficiencia`'.

Después de constatar que, en efecto, existe una muy clara diferen-ciación regional en los niveles de eficiencia y que estas diferenciashan aumentado a partir de 1930 hasta 1975, siendo para esta últimafecha, la región compuesta del Distrito Federal y el Estado de Méxicola única que mostraba niveles de eficiencia superiores al promedio.Pero elanálisis de la variación de las causas de eficiencia por diferen-tes tipos de empresas arrojó algunas sorpresas. Por ejemplo, lasempresas transnacionales son más eficientes en plantas de tamañoreducido, a diferencia de las nacionales, en las cuales la eficiencia seincrementa conforme aumente el tamaño de la empresa (ibid. p. 184).Una conclusión importante del estudio es demostrar cómo las diferen-tes ramas responden de manera diferencial a los factores de eficiencia,tanto los internos, como son las economías de escala logradas por eltamaño de la planta, la eficiencia intrínseca de la tecnología empleada,el tipo de propiedad (pública, privada, nacional o transnacional), comolos externos o de localización: el nivel socio-económico de la regióny el capital social (inversiones públicas). En relación con estos últi-mos, el estudio concluye:

6 Hernández Laos elabora un índice de eficiencia industrial en términos de la relación entreel producto y los insumos de una empresa. Específicamente, la ecuación utilizada mide larelación siguiente:producto de la empresa / producto de la empresa a nivel nacional

Véase Hernández Laos 1985, 117-151.

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La repercusión de los factores locacionales sobre la eficiencia, además de sermayor en las industrias pesadas que en las de tipo ligero, son también de mayorimportancia en establecimientos pequeños que en las grandes plantas industriales.Lo anterior es especialmente valido en relación a las economías de urbanizaciónv de transferencia (existencia local de mercados, servicios financieros, recursoshumanos calificados, v relaciones interindustriales), así como en relación a laexistencia de capital social. Una excepción en este sentido la constituyen losacervos de capital público en infraestructura —en especial la relacionada con lossistemas de transportación Mime interregional—, cuya presencia es de considerableimportancia para la eficiencia de la gran industria manufacturera.

Hernandez Laos 1985, 338-339

Estas conclusiones sobre la diferenciación de los efectos de lasllamadas "economías de urbanización" sobre las diferentes ramas ysobre las empresas de distintas características dentro de una solarama, hace pensar que la reestructuración del modelo de desarrolloindustrial en México, en efecto, tendrá implicaciones importantes parala distribución territorial de la industria y, en especial, sobre elpatrón de concentración en la Zona Metropolitana de la Ciudad deMéxico.

La desindustrialización de México v de su Zona Metropolita na1970 a 1988: algunos indicadores y explicaciones

Los censos ecomicos de 1980 en adelante no han sido sometidos aestudios a fondo, comparables con los anteriores: no existen versionesactualizadas de las obras de Garza y de Hernández Laos. Lo anteriorno deja de sorprender, ya que una revisión somera de la serie deresultados de los censos económicos referidos a 1980, 1985 y 1988,deja entrever la probable reversión casi completa de las tendenciasconsagradas en los textos mencionados anteriormente. Ello se puedeconstatar en algunas recopilaciones estadísticas (Iglesias 1993, Hier-naux y Lindon 1992, y Williams en este volumen). Por lo que se refierea las actividades industriales, el predominio del Valle de México, siaún persiste, se ha reducido considerablemente. Como puede verse enel Cuadro No. 1, entre 1985 y 1988, la participación conjunta delEstado de México y del Distrito Federal en el producto bruto en laindustria 'manufacturera total nacional se redujo del 40 al 36%, entre1985 y 1988. Esta reducción no ha sido compensada por un aumentoen la actividad manufacturera en el resto de las entidades federativasque comprenden la Región Central, cuya participación conjunta se hamantenido en un 11% aproximadamente.

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Cuadro 1Industria manufacturera: participación relativa en la

producción bruta nacional por entidad federativa. DistritoFederal, Estado de México y región centro, 1985 y 1988

Entidad 1985 1988

Total Nacional 100.0% 100.0%Distrito Federal 20.2% 18.5%Estado de México 20.1% 17.7%Hidalgo 2.2% 2.2%Morelos 1.2% 1.8%Puebla 4.1% 3.6%Querétaro 2.5% 2.3%Tlaxcala 0.9% 0.8%Distrito Federal + Estado de México 40.3% 36.2%Total resto Entidades Centrales 10.9% 10.8%Total Región Centro 51.2% 47.0%

Fuentes: Elaboración propia en base a INEGI, 1986, XII Censo Industrial, Datos municipalesreferentes a 1985, tomos III y IV, cuadro No. 35; INEGI, XIII Censo Industrial, IndustriasManufactureras, Datos referentes a 1988, Cuadro MANA 14.

La disminución de la actividad industrial se manifiesta de maneratodavía más marcada en términos del personal ocupado (Cuadro 2).Por ejemplo, el número de empleados en establecimientos industrialesregistra una pérdida de unos 36 mil en el DF, y otros 13 mil en elEstado de México, comparado con un aumento neto de 86 mil empleosa nivel nacional (de hecho un aumento muy reducido) entre 1985 y1988. Esta pérdida de empleos, de ninguna manera se compensa porun aumento en los estados circundantes. Al considerar los cincoestados que, con el Estado de México y el Distrito Federal, compren-den el área central, todos, salvo Puebla y Morelos, experimentan unapérdida de empleos industriales en el mismo período`. una disminuciónadicional de unos ocho mil empleos.

Los indicadores anteriores para nada apuntan hacia la consolida-ción de una megalópolis industrial conformada por las siete entidadesfederativas centrales. En cambio, se constata una marcada desconcentración industrial hacia el norte del país, no sólo hacía los estadosfronterizos, sino también hacia Baja California Sur, Aguascalientes,

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Cuadro 2Industria manufacturera:, personal ocupado por

entidad federativa. Distrito Federal, Estado de Méxicoy región centro, 1985 y 1988

Entidad 1985 1988 Diferencia1985-1988

Total Nacional 2,640,472Distrito Federal 535,366 499,791 -35,575.00Estado de México 394,20 6381,048 -13,158.00Hidalgo 45,720 42,452 -3,268.00Morelos 28,57 829,380 802.00Puebla 107,439 110,00 62,567.00Querétaro 48,148 48,800 652.00Tlaxcala 27,075 25,158 -1,917.00Distrito Federal +Estado de México 929,572 880,839 -48,733.00Total restoEntidades Centrales 256,960 255,796 -1,164.00Total Región Centro 1,186,532 1,136,635 -49,897.00

Fuentes: Elaboración propia en base a INEGI, 1986, XII Censo Industrial, Datos muncipalesreferentes a 1985, tomos III y IV, cuadro No. 35; INEGI, XIII Censo Industrial, IndustriasManufactureras, Datos referentes a 1988, Cuadro MANA 14:

Durango y San Luis Potosí. Veracruz, Chiapas, Tabasco y Michoacántambién han aumentado su participación relativa en el producto indus-trial. En fin, el desarrollo manufacturero parece estar en todos ladosmenos en el altiplano central del país.

La mayoría dedos investigadores opinan que la desindustrializaciónde la Zona Metropolitana no necesariamente implica el fin de laconcentración económica, sino que otros sectores, notablemente losservicios, están reemplazando la industria como motor del desarrollourbano. Hiernaux (1993, 228), por ejemplo, afirma que "la Ciudad deMéxico sigue siendo una pieza clave en el tablero económico del país,menos por su producción, sino por su capacidad de gestión de losprocesos". Las nuevas tecnologías de comunicación, la reestructura-ción de los procesos productivos y la mayor integración de México enel mercado mundial son factores que podrían explicar esta renovada

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9 9 9 9 9 9 9 98 8 8 8 8 81 2 3 4 5 6 7 8

Año

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concentración económica en la capital y zonas circundantes. El mismosentido se expresan Iglesias (1993) y Pradilla (1993a, 121-123; 1993b,246-248), ambos partidarios, además, de la noción de la "megalopo-lización" de la región centro, planteada por Garza y discutida enpáginas anteriores. Al parecer, el desarrollo de los servicios adminis-trativos de alto nivel, relacionados con los efectos del Tratado de LibreComercio, fue también la estrategia gubernamental adoptada pararevitalizar la economía capitalina: estrategia concretizada en las pro-mociones inmobiliarias recientes en las zonas del Periférico Sur, SantaFe, el proyecto Alameda y algunas secciones de Insurgentes Sur.

En realidad, fuera de la notable sobreoferta actual de inmueblespara oficinas, hay pocas evidencias concretas a favor o en contra dela tesis de la terciarización como motor del desarrollo económico dela Ciudad de México. En términos del producto bruto, las cifrasdisponibles hasta 1988 no arrojan tendencias claras. Como puedeverse en la Gráfica No. 1, la participación relativa del Distrito Federaly de los otros seis estados que comprende la Región Central en el

Gráfica 1Estados centrales: evolución del PIB

1975 a 1988 (precios de 1980)

—a-- Total Nacional / iZI Tlaxcala' ] Querétaro 774 Morelos

9 Hidalgo' J Puebla' Estado de México Distrito Federal

Puig. A. y Hernández, J. Un modelo de Disagregación Geográfica: Estimación del PIB porEntidad Federativa, INEGI, 1989.

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producto bruto total nacional, se ha mantenido sorpresivamente cons-tante.

Desde luego, las cifras hasta 1988 reflejan exclusivamente unsituación de crisis económica. Desgraciadamente, no se cuenta coninformación referente a fechas posteriores. Los censos económicos serealizarán hasta 1994 y, desgraciadamente, el desglose del sistema decuentas nacionales por entidad federativa, se ha dejado de publicardespués de 1980. De hecho, la distribución del producto nacional porentidad federativa de 1980 a 1988, utilizada en la Gráfica No. 1, sebasa en un modelo de simulación elaborado para el -INEGI (Puig yHernández 1989).

Solamente un aspecto económico escapa este desolado panoramaestadística: los indicadores del empleo. Sobre ello, no sólo se disponende mejores datos, sino también de análisis un poco más informados.De hecho, las apreciaciones generales de las tendencias económicastienden a basarse principalmente en la situación de la ocupaciónurbana. La cuarta parte de esta reseña se dedica, ponlo tanto, a rescataralgunos de los planteamientos al respecto.

El empleo en la Metrópolis: tendencias recientes

Las fuentes estadísticas para el estudio del empleo en la Zona Metro-politana de la Ciudad México son, además de los censos económicos,los censos de población y la Encuesta Nacional de Empleo Urbanorealizado por el INEGI. De esta manera, se dispone de informaciónpara analizar las tendencias hasta por lo menos 1990. Al respecto, losinvestigadores del tema caracterizan la situación del empleo en laZona Metropolitana en los términos siguientes7.

La pérdida de empleos industriales se refleja no sólo en unareducción de la proporción de la población económicamente activa enlas industrias, sino también, en una reducción relativa en la proporciónde la población asalariada en relación con la no-asalariada. Lastendencias hacia una terciarización en el empleo, iniciada décadasatrás, se han acentuado, con aumentos importantes tanto en el númery proporción de trabajadores asalariados como de los no-asalariadosen este sector, sobre todo en el rubro de los servicios. Los subsectore"que más han crecido son los servicios al consumo duradero, como los

7 Para ello, hemos consultado, entre otros, a Salas (1993), Rendón y Salas (1992), Sobrino(1993), Dávila (1992), Cooper (1989) y Pacheco (1988). Véase también la contribución deEsquivel en el presente volumen.

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talleres automotrices y de reparación de electro domésticos y losservicios llamados "comunales" o de tipo social (Sobrino 1983, 102-104). Por otra parte, el mayor dinamismo de los trabajadores no-asa-lariados se relaciona con la proliferación de unidades de empleo conmenos de cinco trabajadores (Salas 1993, 90).

La propia composición de la fuerza de trabajo también se ha vistocambiar. Si bien las tasas brutas de ocupación han permanecidoiguales, la participación relativa de hombres y mujeres ha cambiado;la participación femenina ha aumentado, sobre todo en los ramosindustriales y de comercio, en particular como resultado del ingreso aactividades económicas de importantes cohortes de mujeres de edadmadura (Pacheco 1988, 201; de Oliveira 1989, 42-45). Más de laquinta parte de las mujeres que trabajan tiene jornadas menores a lascinco horas diarias (Salas 1993, 91).

Estas tendencias, que se podrían elaborar en mucho mayor detalle,se han citado en apoyo de distintas tesis explicativas, las cuales sepueden clasificar en dos grandes grupos. Primero, las tesis que buscanlas explicaciones por el lado de las necesidades de la población: laestructura ocupacional como resultado de las estrategias de sobrevi-vencia. Segundo, las explicaciones centradas en la demanda de traba-jo, en las estrategias del capital. Al igual que el propio mercado detrabajo, los investigadores raras veces han podido reconciliar la ofertacon la demandar.

Las explicaciones situadas por el lado de la oferta de brazos, en latradición de los estudios de la marginalidad y del sector informal,evidentemente subrayan la agudización del desempleo y del subem-pleo, provocada por la crisis económica de 1982 a 1988. El ingreso demujeres al mercado de trabajo, la terciarización de las ocupaciones, laproliferación de los establecimientos pequeños y las tendencias rela-cionadas, se asocian con las estrategias de sobrevivencia de la pobla-ción, en especial de la población agrupada en familias. La imagenresultante es la llamada "changarización", epitomizada ponla multi-plicación del comercio callejera (aunque, como se visto. el comerciono es el responsable de la terciarización de la estructura ocupacionalen la Ciudad de México). Los investigadores que ponen énfasis en estetipo de explicación incluyen a de Oliveira (1989) y Salas (1993, 91),entre otros.

8 Entre los trabajos que han hecho mayores contribuciones para resolver este problema, sedebe mencionar una serie de estudios sobre el mercado de trabajo en Jalisco. Véase Escobar(1986), González, M. (1986). de la Peña y Escobar (19&5).

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Las interpretaciones por el lado de la oferta de empleos tratan derelacionar las transformaciones en la estructura laboral con las nuevasnecesidades de las empresas. La identificación de estas nuevas nece-sidades se derivan más de estudios y planteamientos realizados en elextranjero, que de investigaciones sobre el tema en México 9. La"nueva división mundial de trabajo", la globalización de la economía,la transición del "fordismo" a las técnicas de producción basadas enla especialización flexible, la subcontratación, la producción "justo atiempo", etcétera. A falta de indicadores estadísticos sobre las activi-dades económicas, en, sí; en los datos sobre el empleo urbano seconstatan algunos de estos conceptos. La flexibilización de los proce-sos de producción con un mayor control sobre la fuerza de trabajo, seconsiguen mediante la desalarización de la población trabajadora, yel traslado de muchas actividades económicas fuera del Area Metro-politana (Pradilla 1993 51-54). La incorporación de mujeres a lafuerza de trabajo, la reducción del tamaño medio de los establecimien-tos,, entre otras tendencias, pueden contribuir a los mismos fines, yforman parte de las tendencias hacia la maquila y la subcontrataciónde los procesos productivos. Paralelamente, el crecimiento del empleoen el sector moderno de los servicios se interpreta como signo de laseparación entre los procesos de gestión y control de los de produc-ción, separación hecha posible por las tecnologías de la comunicación.De ahí, cabe la interpretación, todavía tentativa, acerca de la globali-zación (parcial) de la economía de la Ciudad de México (Hiernaux1993, 228-229).

La lectura conjunta de los dos órdenes de explicación acerca de lastendencias del empleo refuerza la concepción dualista de la economíaurbana: la economía de subsistencia versus la economía moderna. Talconcepción, desde luego, no es ajena a las mejores tradiciones de losestudios de la urbanización latinoamericana, pero ha sido reforzadoen los últimos años por su reconocimiento en el extranjero: paracaracterizar las ciudades "posmodernas" de Los Angeles o NuevaYork, por ejemplo. Por otra parte, autores como Milton Santos, nuncahabían abandonado el dualismo, o el reconocimiento de distintoscircuitos económicos, para estudiar la economía urbana brasileña(véanse al respecto los comentarios del propio Santos en Conapo(1993) y Hiernaux (1933, 214-215)). Si es así, entonces sería reco-mendable desempolvar los admirables textos sobre la marginalidad

9 Hay importante excepciones, sobre todo en los trabajos realizados por antropólogos: porejemplo el estudio de Benería y Roldán.

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económica, elaborados en los años sesenta y principios de los setenta,para retomar algunas de sus observaciones al respecto.

Otros Estudios sobre la Reestructuración Económica

Como se ha visto, las implicaciones territoriales de la reestructuracióneconómica han sido poco explorados, con las importantes excepcionesde la industria maquiladora fronteriza, la industria automotriz y, en'menor medida, las industrias petrolera y petroquímica, los polosturísticos y los puertos industriales: los ejemplos paradigmáticosempleados por los investigadores urbano regionales. Por su parte, ysin mucho diálogo con los anteriores, investigadores de muchas otrasdisciplinas han avanzado en la comprensión de la reestructuración dela economía mexicana.

Así, existen muchos trabajos sobre las transformaciones en lasrelaciones industriales, patrocinados por la Organización Internacio-nal de Trabajo, la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, la funda-ción F. Ebhert y otros. Dichos trabajos son esencialmente análisissectoriales, es decir, sobre la industria automotriz 1 °, la electrónica' 1,etc., y, por lo general no se interesan específicamente en la dimensiónterritorial. Sin embargo, está claro que la reestructuración de losprocesos productivos y la orientación de la producción hacia la expor-tación implica la ubicación de la planta industrial más dinámica en elnorte del país: a Hermosillo, Chihuahua, Ramos Arizpe, GómezPalacio y Aguascalientes, en el caso de la industria automotriz termi-nal, y hacia la zona fronteriza en el caso de muchos sectores. Otrosestudios analizan los efectos generales de la política de "reconversiónindustrial" iniciada desde el sexenio de 1982 a 1988 12 , las implicacio-nes sobre la misma de la "apertura comerciar', la inversión extran-jera directa 14 y la "crisis", en generalj 5 . Raras veces, sin embargo, estostrabajos tienen referente territorial directo. Excepciones importantesincluyen el trabajo de Herrera y Macedo (1992) sobre los efectos del

'° Sobre la industriaautomotriz, véanse Carrillo y Micheli (1990), López de la Cerda yQuiroz (1981), Montiel (1991), Quiroz (1982), Arteaga (11985, 1988) y gonzález López (1992).Este último sí analiza explícitamente las implicaciones territoriales de la reestructuración delsector.

I I Sobre la industria electrónica, véanse Palomares y Mertens (1985).12 Véanse Gutiérrez Garza (1990), Sotelo Valencia (1988), Velasco Arregui (1989), y

otros.13 Valenzuela (1988), Emmerich (1987), Ruiz Nápoles (1989).14 Gitli y Rocha (1989), Ornelas Bernal (1991).15 Velasco (1989), Ornelas Bernal (1991).

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Tratado de Libre Comercio en el Estado de México, el de Covarrubias(1992) sobre los efectos de la flexibilización laboral en las industriasen Sonora y, desde luego, los numerosos estudios sobre la magullafronteriza. A partir de todos los trabajos anteriores, se puede inferirque las transformaciones en el sector manufacturero, en efecto, tienenprofundas implicaciones al nivel de la distribución territorial de laeconomía. Sin embargo, los efectos pueden ser muy variables entreun sector y otro y pueden presentarse contratendencias. Esto sugierela necesidad de analizar estos efectos al nivel sectorial, o por claseeconómica.

Comparado con el gran peso de los estudios sobre la reestructura-ción de la industria de transformación, hasta hace poco,eran casiinexistentes los estudios especializados en los servicios y comercio(con excepción de las telecomunicaciones). Por contraste, proliferanlas investigaciones sobre los sercicios en el llamado "sector informal".Los que trabajan el tema pueden dividirse en dos grupos; los generalesy los particulares. Los primeros son los teóricos de la"economíainformal", que argumentan que se trata de un fenómeno global, propiode un nuevo esquema de desarrollo. Se puede argumentar que losplanteamientos de los "generales" muchas veces no concuerden conlos resultados de las investigaciones sobre casos particulares conside-radas representativos del "sector informal" 16 . La disyuntiva tiene suparalelo en la discrepancia, ya señalada, entre los investigadores quebuscar explicar el empleo urbano por el lado de la oferta o por el ladode la demanda de trabajo.

Dentro de este grupo de antecedentes de estudios "no urbanos",también hay que considerar los tratados sobre la crisis, la reestructu-ración, la apertura comercial y la inversión extranjera: sería casiimposible agotar los antecedentes de estudios, discursos, argumentos,políticas, etc. sobre este tema tan fundamental. Aquí también, sinembargo, con contadas excepciones, brillan por su ausencia las refer-encias alas implicaciones territoriales. Falta mucho ue indagar sobrelas implicaciones para la economía de la Ciudad de México, de laapertura comercial, de los acuerdos laterales del Tratado de LibreComercio, de la privatización del sector paraestatal, del aumento dela inversión extranjera directa e indirecta, para mencionar algunoscambios.

Quizá no es exagerado afirmar, para concluir, que durante la décadade los ochenta, los estudios urbano-regionales en México se mante-

16 Véase Connolly 1989.

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nían relativamente al margen de estas discusiones sobre las transfor-maciones de los regímenes de acumulación y derivados. Ni siquieralos problemas de la recesión económica y la reestructuración recibie-ron un tratamiento muy serio. Frente a estas lagunas, y retomando lospuntos salientes de la reseña de los estudios realizados, a continuaciónse desarrollan algunas ideas acerca de cómo se debe proceder paracomprender los efectos de las transformaciones económicas sobre laeconomía de la Ciudad de México.

2. La reestructuración económica y la ciudad de México: agendapara la investigación

Pólémiea: ¿Desindustrialización de la Ciudad de México?

Si México va a sufrir una desindustrialización, por razón de prob-abilidad estadística, ésta va a ocurrir donde mayores concentracionesindustriales existen. Por otra parte, el giro de ciento ochenta gradosque se ha dado en la orientación general de la economía nacional, delmodelo "hacia adentro" o producción industrial protegida para elmercado nacional, hacia 'el modelo exportador de mercado libre,lógicamente va a afectar la localización industrial. La atracción delmercado final y, a la larga, del mercado para los bienes de consumointermedio, inevitablemente va a disminuir. La atracción que antesejercían las zonas más urbanizadas y más industrializadas, nota-blemente la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se disminui-rá en la medida en que las industrias dejen de orientarse hacia elabastecimiento del mercado interno, para exportar sus productos. Estatendencia, señalado por Hernández Laos, concuerda con lo señaladopor Garza, en el sentido de que las industrias que siguen produciendopara el mercado nacional tenderán a localizarse en la zona centro. Sinembargo, a todas luces, la cosa está más compleja que esto. Alrespecto, se detecta un notable vacío: no se han logrado conceptualizarlas implicaciones espaciales – urbano y regionales– del nuevo patrónde desarrollo industrial en México. No hay modelo que sustituyala idea concentración (o superconcentración) urbano-industrial.

¿Qué clase de industrialización y por qué?

No hay un discurso contundente sobre el tipo de actividad económicaque desaparece. Tampoco se sabe si las industrias desaparecieron dela Zona Metropolitana por muerte o por mudanza. Por lo tanto,

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tampoco hay claridad acerca de las razones por ello. Una hipótesisseñala las medidas ecológicas del gobierno como causa de la salidade industrias de la Zona Metropolitana. Más vagamente, se habla delos altos costos de ubicarse en la ciudad y, en general, de las deseco-nomías urbanas. Al parecer, desde los trabajos con los censos econó-micos de 1970, no hay estudios que cruzan sectores económicos condistribución territorial; ni mucho menos hay análisis más profundosal respecto. Los analistas urbano-regionales no parecen dialogar conlos conocedores de la reestructuración económica, ni vice versa. Sonenfoques metodológicos distintos. Más alarmante, los que trabajan latransformación de un sector, de una industria o de una empresa. no leda importancia a la ubicación geográfica.

Lo anterior conduce a la necesidad de analizar en mayor detalle eldesenvolvimiento económico y comportamiento locacional recientede dos grupos de industrias: las que, hasta 1970, tenían mayoresíndices de concentración en la Ciudad de México y las industriasexportadoras actuales. Respecto a las primeras, se destacan las deeditorial, prendas de vestir, muebles, hule,y plásticos, diversos, pro-ductos de metal y química, artículos eléctricos, así como las industriasde bienes de capital (productos metálicos y maquinaria no eléctrica).En cuanto a los principales productos manufacturados de exportación,se destacan los del sector automotriz, que contribuyó en un 15% detodas las exportaciones mexicanas en 1987 (Gitli y Rocha 1989, 225),seguido, muy de lejos por la cerveza, los derivados del petróleo, elcemento, el vidrio, la plata en barras, hierro y acero y fibras textiles(idem.); con algunas excepciones, la producción de las principalesexportaciones manufactureras no se concentra en la Zona Metropoli-tana de la Ciudad de México.

Con todo, a partir de los textos revisados, se perfila la necesidadde desagregar selectivamente el análisis del sector industrial alnivel de categoría y clase, de acuerdo con el comportamiento diferen-ciado de cada uno.

¿Qué impacto tienen la desnacionalización y la privatización sobrela economía de la Ciudad de México?

Si son acertadas las conclusiones de Hernández Laos, la mayorpresencia del capital extranjero podría implicar la proliferación deplantas medianas, cuya eficiencia se deriva en gran medida de las"economías de urbanización". La ubicación de estas empresas en

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zonas que ofrecen ventajas en cuanto a disponibilidad de fuerza detrabajo especializada, servicios personales y financieros, acceso acomunicaciones, etc., apuntaría hacia una reconcentración industrialen las ciudades grandes. Sin embargo, habrá que especificar de quéfactores contribuyentes economías de urbanización se trate; no nece-sariamente son los que ofrecen las grandes zonas metropolitanas, nimucho menos, la Ciudad de México. Un ejemplo claro de un sectordependiente de otro tipo de economías externas y de urbanización esla maquila fronteriza. Por otra parte, tratándose de las actividades degestión y control, los Japoneses o Estadounidenses podrían preferirtomar residencia en ciudades que ofrezcan una mejor calidad de vidaque la Ciudad de México.

Hipótesis similares deben plantearse en relación con los efectos dela privatización del sector paraestatal de la economía. Al respecto,cabe señalar que, al vender sus empresas, el gobierno está perdiendoun instrumento importante para la descentralización económica.

Polémica ¿La Megalópolis: nueva versión de la concentracióneconómica?

Sin contestar los interrogantes anteriores, sobre todo ante el vacío deinformación estadística al respecto, carecen de sentido las discusionesen torno a la existencia, o no, de una megalópolis que involucra a sieteentidades federativas. Tampoco están claras las implicaciones, eco-nómicas u otras, de tal megalópolis para la Zona Metropolitana de laCiudad de México.

Polémica: ¿Sector terciario, alternativa para el desarrollo odesempleo disfrazado?

Como se ha visto, la terciarización tiene dos connotaciones, opuestaspero simultáneas. La primera, la más optimista, inspirada en la expe-riencia y ejemplo de país desarrollados, ve la terciarización de laseconomías urbanas como algo inevitable y como un paso hacia elprogreso. En todos los libros de texto de economía urbana se planteala curva de la base económica de las ciudades, en la que el terciarioadquiere mayor importancia después de un máximo de industrializa-ción. Las ciudades alojan la administración de la producción, no laproducción en sí. En los años recientes, se ha visto que el estrepitoso

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desarrollo de las comunicaciones electrónicas, ha reforzado la con-centración del sector terciario en algunas ciudades particulares. FIsímbolo mundial de ello son los edificios " posmodernos' que recla-maron la punta sur de la Isla de Manhatten. El desarrollo del sector"terciario superior" inclusive para atender una demanda al nivelnacional, ha sido planteado como una alternativa económica para elDistrito Federal: producto de esta tendencia son las promocionesinmobiliarias en la zona de Perisur y en Santa Fe. Ahora bien, no esdel todo claro de que la Ciudad de México pueda acaparar la demandade este tipo de servicio, aun a nivel nacional, ni mucho menos en el

mercado internacional. Por otra parte, si la demanda real no se sostie-ne, el desarrollo basado en la producción inmobiliaria tiene una vidacorta.

La otra cara de la terciarización se inspira en las teorías tradiciona-les del "subdesarrollo": de la urbanización sin industrialización, de laidea del sector terciario como el subempleo o el desempleo disfrazado.La proliferación del comercio ambulante es la prueba más contunden-te de la vigencia de estas ideas: quizá más en la actualidad que en losaños sesenta cuando se acuñaron los términos de la subocupación.empleo disfrazado, etc. A todas luces, el desarrollo de una ciudad nose puede fincar en las ventas que hace sus ciudadanos, los unos a losotros, de artículos innecesarios de importación, actividad que, pordemás, obstruye otras, como la circulación vehicular, el turismo v el

comercio establecido, ni hablar del refortalecimiento de las tradicio-nes políticas nacionales más atrasadas.

Es difícil establecer en los hechos el peso relativo de una y otraversión del sector "terciario", lo que equivale a conocer el grado enqué el desarrollo del sector terciario registrado haya o no compensadola pérdida industrial en la ZMCM. Las evidencias empíricas no sontan contundentes – o no se han estudiado lo suficiente. Los datosmanejados por Mary Williams sugieren que la participación de laCapital en el empleo terciario nacional se mantiene constante: alrede-dor del 18 ó 19% de 1970 a 1988; ha habido, en efecto aumentosimportantes en este sector, pero no lo suficiente para compensar lapérdida del empleo industrial.

Resolver esta polémica requiere conocer más a fondo las caracte-rísticas, tanto de la demanda, como de la oferta de trabajo y, sobretodo, la relación entre ambas. En este sentido, una recomendaciónpersonal sería una nueva lectura de los textos sobre la marginalidadeconómica y temas afines, en combinación con indagaciones seriassobre el punto siguiente.

Page 26: CAPITULO 2 - infonavit.janium.net · subyacen estos modelos de organización espacial, el ocaso del esta- do-interventor que demandaba razones científicas –modelos analíti- cos

70 • Priscilla Connolly

Efectos territoriales de la reestructuración de los procesosprnclacti rOs

Cabrían muchas investigaciones sobre los efectos en la composiciónlaboral de los cambios en las necesidades y modo de empleo de lafuerza de trabajo y las relaciones laborales. Tampoco se han abordadolos efectos diferenciados de la recesión económica, corno tal, de 1982a 1988 y el auge relativo durante los años 1989 a 1992. Por último, sibien ende importancia fundamental el análisis del sector manufactu-rero, no por ello se puede dejar de tomar en consideración el comercioy, sobre todo, los servicios, la supuesta tabla de salvación de laeconomía mexicana.

La necesidad del análisis intrcr-urbana y la especificidades delocalidad

Para terminar, es necesario señalar como prioritaria la necesidad deestudiar estas cuestiones al nivel intro-urbano.

Con la excepción de algunos estudios sobre el empleo, casi no haycomentarios sobre los efectos diferenciados de los cambios económi-cos dentro de la ciudad; es decir, con datos desglosados por delega-ción, municipio o por cualquier otra entidad. Con la creación concep-tual del nuevo ámbito de la Ciudad de México–la megalópolis- laescala de análisis de vuelve todavía más gruesa. Dado que el aumento,declive, o el traslado de actividades económicos de una zona a otraafecta toda la estructura urbana, especialmente el sistema de traslados,es muy relevante conocer las localizaciones específicas de las mismas.Por ejemplo, la pérdida de importancia de Ios tradicionales centros_deempleo industrial, como Azcapotzalco, Naucalpan y Ecatepec, no sóloimplica una disminución de los viajes cotidianos hacia los mismos,sino también abre importantes espacios disponibles para desarrollosurbanos alternativos.

Por otra parte, la localización precisa de las transformacioneseconómicas facilita la comprensión de las mismas. Es aquí donde,justamente, los métodos del análisis urbano, propiamente dicho, conplanos y, sobretodo, con los conocimientos especializados de cadalugar, pueden complementar los análisis económicos. En congruenciacon los principios metodológicos del OBSERVATORIO, entonces,se plantea: que el estudio empírico concreto de las transformacioneseconómicas debe incluirla observación de lugares específicos.