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CAPITULO 1. LOS MONTES PÚBLICOS Y LOS COMUNALES DE NAVARRA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX. Un primer paso obligatorio para abordar la evolución de los mon- tes públicos a lo largo del periodo considerado es determinar, de la manera más exacta posible en el punto de partida de la investigación, la superficie que ocupaban los mismos, así como las funciones que cumplían en los ámbitos económico y social. Se trata, en definitiva, de ver en la medida en que las fuentes lo permiten, cómo se concre- taban a mediados del ochocientos las formas y usos de los montes públicos y las superficies comunales en Navarra. Conviene recordar que la fecha elegida como inicio de este trabajo supone tan sólo un corte transversal en la evolución de nuestro objeto de estudio. Por ello, no hay que pensar que el resultado de esta parte de la investi- gación vaya a constituir una descripción de formas puras de organi- zación comunal. A1 contrario, coexistiendo en el tiempo y en el espa- cio, podremos encontrar diferentes elementos, algunos de los cuales recordarán formas propias de épocas anteriores, mientras que otros darán buena cuenta del aumento de la presión capitalista sobre los patrimonios públicos, que ya en esas fechas podía ser avanzado. 1. LAS CIFRAS GLOBALES En el Estado español, al igual que en el resto de Europa occiden- tal, el interés por cuantificar la supe^cie de los patrimonios públicos corre paralelo a los intentos por cambiar la función económica de los mismos. Teniendo en cuenta que el desarrollo de la agricultura depen- día, en buena medida, de las transformaciones que se realizaran en los bienes comunales y de propios, era necesario conocer previamente la 47

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CAPITULO 1. LOS MONTES PÚBLICOS Y LOS COMUNALESDE NAVARRA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX.

Un primer paso obligatorio para abordar la evolución de los mon-tes públicos a lo largo del periodo considerado es determinar, de lamanera más exacta posible en el punto de partida de la investigación,la superficie que ocupaban los mismos, así como las funciones quecumplían en los ámbitos económico y social. Se trata, en definitiva,de ver en la medida en que las fuentes lo permiten, cómo se concre-taban a mediados del ochocientos las formas y usos de los montespúblicos y las superficies comunales en Navarra. Conviene recordarque la fecha elegida como inicio de este trabajo supone tan sólo uncorte transversal en la evolución de nuestro objeto de estudio. Porello, no hay que pensar que el resultado de esta parte de la investi-gación vaya a constituir una descripción de formas puras de organi-zación comunal. A1 contrario, coexistiendo en el tiempo y en el espa-cio, podremos encontrar diferentes elementos, algunos de los cualesrecordarán formas propias de épocas anteriores, mientras que otrosdarán buena cuenta del aumento de la presión capitalista sobre lospatrimonios públicos, que ya en esas fechas podía ser avanzado.

1. LAS CIFRAS GLOBALES

En el Estado español, al igual que en el resto de Europa occiden-tal, el interés por cuantificar la supe^cie de los patrimonios públicoscorre paralelo a los intentos por cambiar la función económica de losmismos. Teniendo en cuenta que el desarrollo de la agricultura depen-día, en buena medida, de las transformaciones que se realizaran en losbienes comunales y de propios, era necesario conocer previamente la

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extensión de la riqueza sobre la que se pretendía actuar. Cuando -como ocurrió en 1855 con la L.ey de Desamortización General- esaactuación aspiraba a abarcar de una sola vez y de forma obligatoria alos patrimonios públicos de todos los territorios del país, los esfuerzosde medición y cuantificación tuvieron que reforzarse. El resultado fuela aparición de diferentes trabajos estadísticos, que con un afán globa-lizador (tratando de recoger todas las provincias) y uniformador(reduciendo las medidas de superficie regionales o locales al sistemamétrico decimal -hectáreas-) constituyeron la base de las actuacionesdel Estado sobre los montes y comunales. En Navarra, sin embargo, laforma peculiar en la que se llevó a cabo el proceso de desamortización(ver capítulo 2) hizo que la administración provincial, paralelamente alos esfuerzos estatales, llevara a cabo su propia récopilación de datos,siguiendo un mecanismo más informal pero no menos fructífero. Porello, para realizar un análisis cuantitativo y cualitativo de los montes yĉomunales de Navarra a mediados del siglo XIX, es conveniente utili-zar ambos grupos de fuentes, otorgando a las mismas un valor com-plementario más que excluyente, a pesar de que los testimonios deunas y otras puedan resultar, a veces, contradictorios.

1.1. Las fuentes estatales

El interés que recientemente ha despertado el estudio histórico delos montes públicos en España hace que las diferentes estadísticasrealizadas a nivel estatal durante la segunda mitad del XIX hayan sidoutilizadas por varios autores t, y sean lo suficientemente conocidascomo para poder pasar sobre ellas con tan sólo unas breves referen-cias, que servirán para introducir el análisis de los datos que las mis-mas aportan para Navarra. Estas estadísticas son La Clasificación delos Montes Públicos de 1859 2, el Catálogo de los Montes Públicosexcéptuados de la desamortización de 1862 3 y, finalmente, el Catálogode Montes de Utilidad Pública elaborado en 19014.

^ Jiménez Banco, J.1., 1991 a y 1991 b; Balboa, 1991; Artiaga, 1991; Araque Jiménez 1990; Moro,1979; Sanz Fernández, J., 1985 y 1986; L.ópez Estudillo, 1992; Gómez Mendoza, 1992; y en generalAgricul[ura y Sociedad, n° 65, 1992.

z Clasificación general de los montes públicos, 1859.

3 Catalogo de los mon[es públicos exceptuados de la desamor[ización, 1862.

^ Ca[álogo de los mon[es de utilidad pública, 1901.

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De todos ellos, el primero es el más útil para determinar lasuperficie de los montes públicos a mediados del XIX, y no sólopor la fecha de su elaboración, sino también por que es el únicoinventario que pretende ser exhaustivo, recogiendo la totalidad demontes públicos existentes en el país. Esa exhaustividad se mani-fiesta en varios hechos. Por un lado, la Clasificación, implícita-mente, utiliza un concepto amplio de monte, considerando comotal la mayoría de la superficie pública no cultivada. Es significati-vo al respecto, que el Informe elaborado por la Junta Consultivade Montes en 1855 -que se puede considerar como la base teóricadel trabajo estadístico-, incluya en su análisis los "terrenos pobla-dos de hierba (pastos)" y"los conocidos normalmente con el nom-bre de baldíos" 5. Por otra parte, el inventario incluye tanto aque-llos montes que se podían vender siguiendo las pautas del procesode desamortización, como aquellos otros que por sus característi-cas debían permanecer en manos públicas, por ser el Estado laúnica institución capaz de garantizar su conservación 6. Finalmente,se determina para cada caso la pertenencia de los terrenos, distin-guiendo entre el Estado, los municipios y otros establecimientospúblicos. La Clasificación puede considerarse, por tanto, como unintento de compendio de aquellas superficies que, sin estar rotura-das, se encontraban en manos públicas. Esto no significa, sinembargo, que haya que otorgar una total fiabilidad a los datosincluidos en ella, ya que el corto espacio de tiempo en el que serealizó, la escasez de medios ĉon los que se contaron y la falta dereferencias anteriores en las que basarse hicieron que las cifrasrecogidas no siempre reflejaran la realidad de forma fidedigna. La

5 Comentarios y actualidad del informe de la Junta Consultiva de Montes , 1855.

6 Ibídem. En el informe, representantes del entonces recién creado cuerpo de ingenieros demontes, abordaron la situación en la que se encontraban las supe^cie públicas españolas, tratan-do de dilucidar cuáles de ellas se podían vender y cuáles no. Para ello, se atendió a diversos crite-rios tales como Ia altura y las especies vegetales que poblaban los montes, relacionando esas cues-tiones con la influencia benéfica que las zonas arboladas ejercían sobre la actividad agrícola y laconservación general del medio natural. EI resultado fue la diferenciación de tres categorías: losmontes que por sus características debían permanecer en manos públicas, los que podían ser ven-didos directamente. (es en este apartado donde se incluyen los "terrenos poblados de hierbas" y los"baldíos") y, finalmente, los que necesitaban un reconocimiento previo antes de decidir sobre sudestino. La evolución del proceso desamortizador hizo, sin embargo, que Ios montes consideradosen la tercera categoría pasaran, eo la Clasificación. a engrosar las filas de los enajenables sin reco-nocimiento previo. Pese a ello, como ha señalado liménez Blanco, es significativo el hecho de queel informe matice el liberalismo económico preponderante en la época, denostando para ciertoscasos la u[ilidad de la privatización y defendiendo, por [an[o, la intervención direc[a del Es[ado(Jiménez Blanco, J.1., 1986).

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falta de inclusión de importantes superficies ^ y la medición erró-nea de algunas de las incluidas H, pueden señalarse como lós dosproblemas que convierten a la Clasificación en una fuente que,pese a su solidez como punto de partida, necesita importantesretoques para su correcta utilización.

El Catálogo de 1862, por su parte, presenta un carácter muchomás restrictivo. En ese año y, y tras una serie de fricciones entre losministerios de Fomento y Hacienda 10, los criterios para vender losmontes variaron significativamente con respecto a los de 1859, y sepasó a considerar como condiciones de excepción la preponderan-cia de ciertas especies forestales (pino, roble y haya), y la exten-sión superficial de los montes (aquellos inferiores a las 100 has.pasaban a ser enajenables independientemente de cualquier otraconsideración). De esta forma, el Catálogo tomó como base laClasificación de 1859 y aplicó sobre ella los nuevos criterios, reco-giendo tan sólo los montes exceptuados de la desamortización, ysin dar ninguna noticia de los enajenables. Parece como si elMinisterio de Fomento, resignado ya a poner en venta una buenaparte de los montes, se conformara en lo que a las estadísticas serefiere, con inventariar aquellos que iban a permanecer en manospúblicas, para poder así realizar un control directo sobre sus apro-vechamientos. Precisamente en esta dirección incidió la Ley de 11de julio de 1877, para la mejora fomento y repoblación de los mon-tes públicos exceptuados de la desamortización, que puso en mar-cha un proceso de rectificación de los datos del Catálogo de 1862,que se fue produciendo hasta 1896 tt.

Es en esta última fecha 12 cuando se inicia la elaboración de unnuevo catálogo de montes exceptuados, cuya intención es sustituir

^ No se incluyen los montes de las provincias de Alava, Guipuzcoa y Vizcaya. Por otra parte,Jiménez Blanco (1991 c) señala que las dehesas boyales no fueron finalmente incluidas, por no haberfinalizado en 1859 las resoluciones sobre los expedientes de excepción de esos terrenos. Este autordetecta, además, la omisión de superficies de gran riqueza forestal en determinadas provincias. Eneste último sentido puede verse tambtén López Estudillo, A., 1992.

" Este hecho parece comprobado en mucho casos. Ver, G.E.H.R. 1994.

y R.D. 22 de enero de 1862. Citado en Oroz, L. 1923.

10 Un análisis de las mismas en Jiménez Blanco 1991 a.

^^ Rectificación del Catálogo de los montes públicos exceptuados de la desamortización (1877-1896). En la introducción al mismo, Mangas Navas pone de manifiesto las diferentes vicisitudes queIlevan a dicha rectificación, aludiendo también a las fricciones entre los intereses del Ministerio deHacienda y del de Fomento.

1z Ley de 30 de agosto de I896. Citada en Oroz, L., 1923.

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definitivamente al de 1862 (rectificaciones incluidas), incorporandoahora como criterio de excepción de las ventas el concepto deUtilidad Pública. A través de él, se volvía a considerar la funciónprotectora de los montes como una razón para conservar algunosde ellos en manos públicas, e igualmente se conceptuaba el monteen sentido amplio, al dejar fuera de las ventas terrenos que, aunquedeforestados, eran susceptibles de repoblación. En definitiva, des-pués de casi 50 años de ventas masivas, se retomaban y mejorabanlos criterios expresados por la Junta Consultiva de Montes en 1855.Obviamente, y aunque sólo sea por razones técnicas, la fiabilidaddel inventario de los Montes de Utilidad Pública es superior a laque presentaba el de 1859. Pese a ello, conviene recordar que elmismo no se puede considerar como una recopilación exhaustivade todos los montes públicos, ya que algunos de los terrenos que nose exceptuaron por razones de utilidad pública y que por tanto nofueron incluidos en el Catálogo, finalmente no se vendieron, per-maneciendo por tanto en manos públicas pero fuera del inventario.

Las tres recopilaciones citadas incorporan los datos referentesa Navarra, aunque con algunas particularidades que vamos a pasara observar. La fiabilidad de las cifras aportadas para la provinciadebe ser valorada en dos sentidos. En primer lugar, comprobandola veracidad del número de montes recogidos y de la superficie delos mismos; después, descubriendo hasta qué punto se cumplieronen la provincia las previsiones de venta y exceptuación que refle-jan los inventarios. Este segundo aspecto será tratado más adelan-te cuando se analice el proceso de desamortización (ver capítulo2), por lo que ahora sólo se hará referencia al primero.

Aunque no se han encontrado documentos que informen sobrecómo se realizaron en Navarra las mediciones para llevar a cabo laClasificación de 1859, parece lógico, sin embargo, que el enfrenta-miento entre el Estado y la Diputación provincial sobre la formade llevar a cabo la desamortización en la provincia, haría que estaúltima apenas colaborara en la aportación de datos 13. Desde este

13 Existen ejemplos posteriores de la escasa colaboración entre la Dirección de Montes depen-diente del Ministerio de Fomento y la Dirección Provincial de Montes dependiente de la Diputación.Así, cuando en 18681a primera pide a la segunda ayuda para Ilevar a cabo los trabajos de triangula-ción del Pirineo, se contesta que los miembros de la sección de montes de Navarra no pueden desa-tender sus ocupaciones y, por tanto, se niega la colaboración. A.A.N., Sección Montes. Expedientessueltos.

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punto de vista, es muy posible que las mediciones no fueran acom-pañadas de trabajos de campo sistemáticos, y se llevaran a cabo deforma más teórica que prácti ĉa. Este motivo, unido a las limitacio-nes técnicas de la época y a otras causas, hace que los dos princi-pales problemas que a nivel global se han resaltado para laClasificación, se puedan hacer extensivos al caso de Navarra, yque, por tanto, la utilización de las cifras haya de ser realizada conmuchas precauciones. Por un lado, dejan de consignarse impor-tantes superficies de monte entre las que hay que destacar las sie-rras de Urbasa, Andía y Aralar, así como las Bardenas Reales.Estos terrenos, sujetos en todos los casos a fuertes servidumbresvecinales, habían pertenecido tradicionalmente al patrimonio delos reyes de Navarra. Cuando el territorio pasó a considerarsecomo una provincia más, fueron incorporados al patrimonio de laCorona española y bajo esa catalogación permanecían en 1859.Teniendo en cuenta que dicho patrimonio no se fusionó con el delEstado hasta 1865 14, es normal que estos montes no aparecieranrecogidos en la Clasificación. Por otro lado, el afán uniformadorde los elaboradores del inventario hizo que la inmensa mayoría delos montes municipales se adscribieran a un ayuntamiento, sin res-petar la pertenencia concejil (unidad inferior al municipio perocon derechos sobre sus montes), de los valles (unidad supramuni-cipal que en algunos casos poseía derechos sobre montes que no sepodían adjudicar a ningún municipio concreto), ni tampoco lamancomunada (municipios limítrofes que pese a su total indepen-dencia administrativa podían poseer derechos compartidos sobremontes). Es imposible saber, por tanto, si determinados montescon algunas de las características citadas fueron o no incluidos enla Clasificación 15. Finalmente, en lo que se refiere a los terrenosque sí aparecen, resulta obvio que en muchos casos la superficiereflejada es inferior a la real. En este sentido, cabe resaltar elhecho de que en algunos municipios se vendieran en el proceso de

" Mangas Navas, J.M., 1984.

's Otro dato, menos relevante para la comprobación de la superficie, pero si^nificativo en lo quese re6ere a los intentos de uniformidad, lo aporta el hecho de que a cada municipio la Clasificación leadjudicaba un único monte (así, por ejemplo, se habla de "mon[e de Abárzuza" o"Monte de Aberin"),cuando según catalogaciones posteriores (Ca[álogo de montes de utilidad pública de la provincia deNavarra, 1912) la mayoría de los pueblos poseían varios montes a los que se solía designar con nom-bres propios que nada tenían que ver con el del municipio en el yue se encontraban.

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desamortización, más hectáreas de monte que las que recogía laClasificación en sus cifras totales (montes enajenables más excep-tuados). Todo ello conduce a considerar la Clasificación de 1859como una aproximación a la baja de la superficie de montes públi-cos de Navarra, que, por tanto, habrá de ser completada con otrasfuentes. Pese a ello, se recogen para la provincia un total de503.787 has. de montes públicos (un 50% de la superficie provin-cial censada, porcentaje sólo superado en la Clasificación por laprovincia de Zaragoza), lo cual da una primera idea de la impor-tancia cuantitativa de los mismos.

El Catálogo de 1862 se realizó, para el caso navarro, sobre elpapel, haciendo desaparecer aquellos montes que ya no se incluíanen los criterios de exceptuación, y sin aportar ninguna novedad enel resto. Únicamente, se aprovechó la oportunidad para corregiralgunos errores de asignación de propiedad cometidos en 1859, y seincorporaron como montes municipales algunos que, por error,habían sido considerados anteriormente como pertenecientes alEstado. Por lo demás, fue precisamente en ese año cuando elMinisterio de Fomento reconoció un cierto grado de autonomía a laDiputación en lo que se refiere a los montes (ver capítulo 3) y porello parece normal que las cifras de la provincia dejaran de apareceren los inventarios posteriores. De hecho, las rectificaciones delCatálogo comenzadas en 1877 no incluyeron a Navarra. Ese gradode autonomía al que se acaba de hacer referencia no fue óbice, sinembargo, para que en buena medida el destino de los montes públi-cos de Navarra fuera similar al de los montes del resto del país.

De hecho, también sobre ellos se aplicó a finales del siglo XIX elcriterio de Utilidad Pública como motivo de excepción, sólo que elCatálogo que recogía los mismos no vio la luz hasta 1912, frente aldel resto de las provincias que se fue publicando a lo largo de 1901 tb.Este retraso hay que atribuirlo, una vez más, a la falta de entendi-miento entre las administraciones central y provincial, provocadaesta vez por la aplicación de la ley sobre desamortización de 1897 t^.

16 (Catálogo de montes de utilidad pública de la provincia de Navarra, 1912). Algunos autores.desconociendo probablemen[e este hecho, han visto en la elaboración del Catálogo de los MontesHíblicos de Navarra, una brillante idea foral para librarse definitivamente de la amenaza desamorti-zadora. ver Eraso, J.D4., 1989, pág. 31-32. ^

^^ En ese año se constituyó una nueva Junta de Ventas y se Ilevaron a cabo legitimaciones deterrenos comunales.Ver Oroz. L. 1923.

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Pero, por lo demás, los criterios seguidos en Navarra fueron simila-res a los del resto del país. La ventaja del Catálogo de 1912 respec-to a los anteriores es que presenta un mejor conocimiento del terre-no, respetando el número y el nombre de los montes de cadamunicipio, y adjudicando a cada uno un número de referencia (quese ha conservado hasta la actualidad) lo cual lo hace más fiable. Enél se incorporan por primera vez, y como pertenecientes al Estado,las sierras de Urbasa, Andía y Aralar, y aparecen también montesde uso mancomunado. Pese a ello, y como vimos que ocurría para elresto del país, este Catálogo no recoge, tampoco en Navarra, todoslos montes públicos existentes, sino tan sólo aquellos exceptuadospor razones de utilidad pública. El Reglamento para laAdministración Local de Navarra de 1928 (RAMN) recuerda estehecho, cuando al hablar de los montes y terrenos comunales de losmunicipios, diferencia dos grupos: "los que por su beneficiosainfluencia en el régimen de las aguas, el sostenimiento de las tierras[...] han sido declarados de utilidad pública", remitiendo para suconocimiento al Catálogo y"los demás montes y terrenos comuna-les no declarados de interés general, y cuyo aprovechamiento estáregulado principalmente por razones de orden local" tx. Un proble-ma adicional, es que el inventario no recogió la superficie de lasBardenas Reales, que desde ese momento se encontraron no sólofuera de catalogación sino, además, al margen de cualquier controlefectivo por parte del Estado, recayendo su gestión directa^en losmunicipios que poseían derechos sobre ellas, bajo la supervisión dela administración provincial (ver capítulos 3 y 4)

1.2. Las fuentes en Navarra y sus posibilidades de utilización.

Independientemente de los inventarios comentados en el apar-tado anterior, la Diputación de Navarra llevó a cabo su propiarecopilación de datos sobre montes y comunales. La misma sematerializó, por una parte, en una encuesta realizada a los munici-pios en 1861, que interrogaba a los mismos sobre el estado en quese encontraban sus terrenos comunes y propios, y por otra, en una

18 Diputación Foral de Navarra, 1928.

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relación de las superficies de monte, elaborada por la Direccióndel ramo de Navarra en 1868. Esta última, tiene unas característi-cas muy restrictivas para el objeto de esta parte del trabajo, ya quese trata de un simple listado que no aclara el tipo de superficie alque se está refiriendo, aunque debido a la escasa magnitud de lascifras que aparecen recogidas, se puede suponer que se trata de uninventario de la superficie de monte cubierta de árboles, y que, portanto, deja fuera una buena parte de los montes públicos. Por ello,aunque se hará alguna referencia a la misma, en este apartado sevan a tener en cuenta, sobre todo, las respuestas municipales a laencuesta de 1861.

En ese año 19, se reconocieron a la Diputación provincial ampliasfacultades para llevar a cabo el proceso desamortizador en la pro-vincia (ver capítulo 2), y con ese fin, la corporación envió una cir-cular a los municipios reclamando información sobre. la cantidad yel estado de las pertenencias de éstos. La información solicitada serefiere a los bienes comunales y de propios (tanto rústicos comourbanos), a los bienes de Beneficencia, a los de Instrucción Públicay, finalmente, a los censos que los municipios poseían a favor o encontra 20. De ellos, se han utilizado los datos referidos a la prime-ra cuestión -es decir, los datos sobre comunes y propios-, y a la últi-ma -los datos referidos a los censos-, ya que, en algunos casos, loscensos en contra de los pueblos aportan datós interesantes en rela-ción con los montes. Esta fuente, si bien tienen la ventaja de habersido elaborada por personas que, por la cercanía, conocían mejorla realidad municipal y provincial, posee el inconveniente de pre-sentar una muy escasa sistematización Zt. Esta característica, quevamos a comentar brevemente, hace que el tratamiento de losdatos cuantitativos aportados por las declaraciones haya de serrealizado con precaución.

El primer problema surge del hecho de que no se conserven lasrespuestas de todos los ayuntamientos. Es de suponer que laDiputación, debido a la importancia de los datos que se requerían,

^o Real Orden de 6 de junio de 1861, que ratifica el artículo 10° de la Ley de modificación de fue-ros de 1841. Citada en Oroz, L. 1923.

m Las respuestas se encuentran en A.A.N., organizadas por partidos judiciales. Declaraciones1861 Pamplona, Pamplona valles, Aoiz, Aoiz valles, Estella, Estella valles, Tafalla y Tudela.

21 De hecho se conservan las declaraciones originales de los concejos y municipios, pero, al pare-cer, la Diputación no realizó un resumen de las mismas, lo cual obliga a ir agregando cifras.

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presionó sobre los pueblos para que presentaran sus declaracio-nes. Éstos, por su parte, tenían a través de las mismas una oportu-nidad para conservar sus bienes comunales. Por ello, la falta dealgunas respuestas hay que atribuirla seguramente a pérdidas pos-teriores, más que a negligencias a la hora de contestar. La encues-ta tomó como base la división administrativa de la provincia, de talforma que, en el caso de los municipios compuestos, fueron losconcejos los encargados de elaborar las relaciones de sus bienes, sibien las remitían al ayuntamiento, que en último término era elencargado de enviarlas a la Diputación. Este hecho concede a lainformación una mayor confianza en lo que se refiere a las asigna-ciones de propiedad, pero hizo que las respuestas se multiplicaseny esto, probablemente, dificultó la conservación de los documen-tos a través del tiempo. En definitiva, a pesar de que se conservanlas declaraciones de la mayor parte de los ayuntamientos de la pro-vincia 22, es imposible utilizar esta fuente, por sí sola, con la inten-ción de medir todos los montes y comunes de Navarra.

Por otro lado, en algunas de las declaraciones que se conser-van, los datos se presentan de forma poco metódica. Esto es com-prensible ya que en muchos casos la frontera que separaba lo par-ticular de lo comunal no estaba definida con claridad. En estesentido el valle de Ulzama decía que "en los términos y montescomunales de los pueblos y valle existen [...] infinidad de hereda-des para cultivo y producción de yerba, que en propiedad pertene-cen a vecinos particulares, hallándose sin fijar mojones de lo parti-cular con lo comunal, que es el motivo que hace imposible suseparación" 23. Por otra parte, algunos pueblos declaraban elnúmero de montes que poseían, pero sin señalar su superficie 24, yotros utilizaban unidades de medición poco estrictas, como lalegua, cuya conversión se hace dificultosa ^-S. La respuesta de Baztán es

^ Faltan las declaraciones comple[as de 8 municipios simples y 3 municipios compuestos. En elcaso de varios municipios compuestos (en concre[o de 22) aparecen [an sólo las declaraciones de algu-nos concejos. Finalmente otros 6 municipios compuestos declaran superficies sin disgregar por con-cejos, lo cual hace imposible saber si se declara por [odo el [erritorio o[an sólo por un par[e delm^smo.

^ A.A.N., Declaraciones 1861. Caja: Pamplona Valles. Legajo: Ulzama.

zS En total 14 municipios declaran 64 montes sin recoger su superficie.

u En Baz[án la conversión de las leguas que declara el valle da unas cifras que superan la super-ficie censada del municipio. A.A.N., Declaraciones 1861. Caja: Pamplona Valles. Legajo: Baztán. Entotal ]0 municipios declaran su superficie de montes en leguas.

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un buen ejemplo de que los mismos pueblos eran conscientes delas deficiencias de sus declaraciones, al señalar que "la obra que enesta parte presenta (el ayuntamiento) adolece de vaguedad, care-ce de precisión en los detalles que indudablemente desea V.E. yque esta corporación hubiera suministrado con la más grata com-placencia, a no impedírselo dificultades superiores a sus fuerzas yvoluntad". Y añadía, "dificultades mayores, inmensamente mayo-res, presenta lo correspondiente a la designación de las robadas deque se compone el terreno. No se ha medido, ni es posible medirsino con grandes dispendios, que sin duda V.E. no los encontraríajustificados, y sin un largo y dilatado término, pues el transcurridodesde la circular de V.E. hasta la fecha, apenas fuera bastante paraencontrar competentes personas que realizaran la obra" 26. Asípues, la falta de separación real de lo comunal y lo privado, juntoa la escasez de medios y tiempo, parecen estar en el origen de lapoca exactitud de algunas declaraciones. Por otro lado, nada ase-gura que las respuestas que aportan datos concretos presentencifras ajustadas a la realidad. A1 contrario, puede pensarse que lasescasas posibilidades técnicas y quizás un cierto deseo de oculta-ción, distorsionaron la veracidad de la información.

Los problemas que acechan a esta fuente son, pues, graves.Pero, a pesar de ello, no conviene desecharla totalmente. Losdatos cuantitativos que aporta pueden ser utilizados si se comple-tan y mejoran con cifras provenientes de otros inventarios, y sobretodo, las informaciones cualitativas que recoge resultan imprescin-dibles para entender la función económica y social de los montes ycomunales.

13. Estimación de la superficie de montes públicos y comunales

Habida cuenta de que, por sí sola, ninguna de las fuentescomentadas es lo suficientemente sólida como para dar una visióncertera de la superficie de montes públicos y comunales, ofrecercifras globales fiables implica llevar a cabo una estimación, com-plementando los datos de unas y otras. Para ello, se ha tomado

^ A.A.N., Declaraciones 1861. Caja: Pamplona Valles. L.egajo: Baztán.

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como base la declaración realizada por los municipios en 1861,añadiendo y corrigiendo diversos datos con informaciones saca-das, preferentemente, de la clasificación de 1859 y del Catálogo deMontes de Utilidad Pública de 1912 27. Así, se han añadido losdatos del 59 para los pueblos cuya respuesta no se conserva (totalo parcialmente), y se han corregido con cifras de esa fecha lasdeclaraciones de los municipios realizadas en leguas. Por otraparte, algunos pueblos presentan en la Clasificación de 1859 y ensus declaraciones de 1861, superficies inferiores a las que aparecenexceptuadas en concepto de utilidad pública en 1912. En esoscasos, considerando la imposibilidad casi absoluta de que el monteganara terreno en la segunda mitad del XIX, se ha supuesto, comométodo de trabajo, que los datos aportados por el Catálogo del 12son más certeros, y por tanto, se han sustituido por ellos los de1859 ó 1861. Igualmente, se han incluido en la estimación las cifrasde montes del Estado que, por pertenecer al Patrimonio Real, nofueron incluidos en la Clasificación del 59 y que, obviamente, nose recogían en las declaraciones de los municipios, por no tratarsede bienes de su pertenencia zK. EI resultado final de estas opera-ciones se recoge en el cuadro 1.1. En él, la información ha sidoreorganizada por zonas agroclimáticas 29, ya que esa distribuciónposee un poder explicativo mayor que la división administrativapor partidos judiciales que siguen las fuentes.

Estos primeros datos agregados dan una visión de conjunto dela superficie que los patrimonios públicos ocupaban en Navarra(ver también mapa 1). La cifra total eleva la proporción de mon-tes y comunales respecto a la Clasificación de 1859 en casi 12 pun-tos, de tal forma que las superficies públicas pasan a ocupar algomás del 61% de la superficie total de la provincia, cifra ésta, quepese a ser una estimación parece ajustarse más a la realidad 30.

27 EI Catálogo de 1862 no se ha utilizado por tratarse,en el caso de Navarra, de una versión res-tringida de los datos del 59.

^ La superficie de las Sierras de Urbasa, Andía y Aralar se han tomado del Catálogo de I912.La extensión de las Bardenas Reales por no haber sido considerada en ningún inventario, se ha saca-do de Arín Dorronsoro, 1930, pág. 236.

^y Se ha tomado para ello la ya clásica división de Navarra en Montaña (Valles pirenaicos,Navarra Húmeda del Noroeste y Cuencas Prepirenaicas), Zona Media (Oriental y Occidental) yRibera (Oriental y Occidental). Ver Floristán Samanes, 1968.

^ Esta estimación mejora la realizada con anterioridad (ver Iriarte Goñi, L, 1992) al utilizar losdatos de 1861 que entonces no fueron incluidos.

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CUADRO 1.1

ESTIMACIÓN DE LOS MONTES PÚBLICOSY DE LAS SUPERFICIES COMUNALES.

NAVARRA MEDIADOS SIGLO XIX

Zona Superticie

(Hectáreas)

% a %b

Valles Pirenaicos 141.672,09 22,86 87,27Navarra Humeda del Noroeste 179.802,02 29,01 95,33Cuencas Prepirenaicas 48.929,51 7,89 36,22

Navarra Media Occidental 89.425,85 14,43 56,37Navarra Media Oriental 65.652,52 1Q,59 48,06Ribera Occidental 31.351,30 5,06 35,30Ribera Oriental 62.993,27 1Q,16 46,38

To[al Montaña 370.403,62 59,76 76,21Total Navarra Media 155.078,37 25,02 52,52Total Ribera 94.344,57 15,22 42,00

TOTAL NAVARRA 619.826,56 lOQ,00 61,62

% a: porcentaje del to[al de montes y comunales por zonas agroclimá[icas.

% b: porcentaje de montes y comunes respecto al total de la superficie censada.Fuentes: Clasificación 1859 / declaraciones municipales 1861 / Catálogo de montes de u[ilidad

pública 1912.

Elaboración propia.

Conviene señalar que, para el caso español, la media nacional demontes públicos con respecto a la superficie del país rondaba el23% a mediados del siglo XIX. En Navarra, por tanto, la propor-ción se multiplicaba casi por tres, lo cual da una idea de la impor-tancia que los patrimonios públicos tenían en la provincia en esasfechas. En lo que se refiere a la distribución regional, queda clarauna gradación en la importancia de los comunes de norte a sur, enla que los Valles Pirenaicos y la Navarra Húmeda del Noroeste ocu-pan un lugar destacado, tanto en la proporción de comunes respec-to al total de su superficie censada (nada menos que un 95% parala Navarra Húmeda del Noroeste), como en el porcentaje de mon-tes y comunales de toda la provincia (casi un 52% entre ambas).Conforme avanzamos hacia el sur, el volumen de montes ycomunales va descendiendo. En la zona media en su conjunto,los patrimonios públicos todavía son superiores a la mitad de la

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superficie censada, mientras que en la Ribera la proporcióndecae hasta alcanzar un 35 % en la parte occidental. En este sen-tido, conviene aclarar que los porcentajes relativamente altos de laRibera Oriental se deben a haber incluido en la estimación lasmás de 42.000 hectáreas de las Bardenas Reales. Sin ellas, la pro-porción de superficie pública en esa zona respecto a su superficiecensada estaría por debajo del 9%.

Para tener una visión más completa de estos terrenos, cabepreguntarse por la importancia porcentual que los montespúblicos poseían con respecto al total de montes de la provin-cia. Para ello, y a falta de otra fuente más contrastada, se pue-den utilizar los datos de superficie de montes que arroja unaestadística realizada en la provincia en 1858 31, comparando losmismos con la estimación propia aquí realizada

CUADRO ].2

MONTES PÚBLICOS RESPECTO AL TOTAL DE MONTES.ESTIMACIÓN PROPIA (HECTÁREAS)

NAVARRA MEDIADOS SIGLO XIX.

MONTES MONTES %PUBLICOS (A) TOTAL (B) (A°^100)/B

Aoiz 196.117,24 284.791,46 68,86Estella 105.111,43 109.032,27 96,40Pamplona 201.797,27 248.359,72 81,25Tafalla 65.308,40 73.817,44 88,47Tudela 51.492,22 140.987,R9 36,52

TOTAL 619.826,56 856.988,78 72,33

A: Montes públicos según estimación propia.

B: Total montes de Navarra (públicos más privados).

Fuentes: estimación propia (cuadro 1) / Sanz y Baeza 1858.

Elaboración propia.

" Sanz y Baeza, 1858.

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MAPA 1

MAPA 1PORCENTAJES DE SUPERFICIE PÚBLICA,RESPECTO AL TOTAL DE SUPERFICIE MUNICIPAL.NAVARRA, MEDIADOS DEL SIGLO XIX

Menos del 20%^ Del 21 al 40%^ Del 41 al 60%^ Del 61 al 80%^ Más del 80%

Fuanu: °sdaracionu mnicivalea 1est,cla:i^cac^ iasecawoyo iaiz

Elaboración propie

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MAPA. 2

MAPA 2MONTES DEL ESTADO,RED DE FERROCARRILES 1930,RIOS MADEREROS.

MONTES ENAJENADOS

1 FRANCO-ANDIA2 ALAIZ3 SARVIL4 FRANCOACH I5 ORRAUN `

MONTES NO ENAJENADOS

I OUINTO REAL _ _II ERREGERENA ^ -^III LEGUA ACOTADA z^n^cOZw~^IV ARALARV URBASA Y ANDÍAVI LA CUESTIÓN

Fw^rtr.VII AEZCOA oaeo.wVIII BARDENAS REALES

Oran AW ds Nnameran poo+.

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En el cuadro 1.2, se establece esa comparación entre los mon-tes públicos y el total de montes de Navarra 32. Aunque convieneadvertir que, posiblemente, los datos de montes que facilita laestadística de 1858 estén abultados 33, de tal forma que los porcen-tajes de monte público podían ser en realidad ligeramente supe-riores, de la misma se puede deducir que la mayoría (un 72%) delos montes provinciales eran públicos a mediados del XIX. Unavez más, la comparación con las cifras nacionales es elocuente:para el total del país, sólo un 35% de los montes existentes eranpúblicos. En Navarra y atendiendo a la distribución por partidosjudiciales, la proporción era superior al 80% en Estella, Pamplonay Tafalla (estos partidos se corresponden grosso modo con laNavarra Húmeda del Noroeste, la Navarra Media Occidental yparte de las Cuencas Prepirenaicas y de la Navarra MediaOriental), rozaba por debajo el 70% en Aoiz (correspondiente agrandes rasgos con los Valles Pirenaicos y las zonas de las CuencasPrepirenaicas y Navarra Media Oriental no incluidos en los ante-riores partidos), y descendía drásticamente en el de Tudela(correspondiente a la mayor parte de las dos Riberas). En térmi-nos generales, se aprecia, una vez más, una gradación latitudinalen la que la zona sur aparece como la más castigada, ya a media-dos del siglo XIX, por la privatización.

Así pues, como primer acercamiento al problema, se podríadecir que el relieve y las características agroclimáticas, estrecha-mente ligadas a la potencialidad productiva de la agricultura de lasdiferentes zonas, los rasgos sociales y la distribución de la riqueza,determinaban a mediados del siglo XIX la proporción de superfi-cies públicas. Todo ello hace concluir que hablar de los montes deNavarra como de un todo homogéneo conlleva un alto grado dedistorsión de la realidad. Dentro del ámbito provincial, existíanzonas profundamente diferenciadas en lo que se refiere al volu-men de sus patrimonios públicos y a la composición de los mismos.Un análisis disgregado de la estimación, mostrando el tipo de bie-

^ Se ha mantenido la división por partidos judiciales ya que la Estadística de 1858 no disgregala información por municipios, lo que hace imposible, en este caso, la reordenación por comarcasagroclimáticas.

^ Se han considerado como montes, las superficies recogidas en la estadística como improduc-tibles, aunque la misma no aclara si con esa denominación se está refiriendo únicamente a los yermoso si por el contrario incluye otras supe^cies.

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nes que se esconden tras las cifras generales así como la funciónque los mismos desempeñaban, ayudará a comprender mejor estadistribución.

2. LA COMPOSICIÓN DE LOS MONTES PÚBLICOS.

2.1. Montes del Estado y montes de los pueblos.

Una primera clasificación de los patrimonios públicos, puede reali-zarse atendiendo a las entidades a las que pertenecían. Desde esepunto de vista y de forma genérica, los montes y comunales de Navarrase dividían a mediados del siglo XIX en estatales y municipales, sin queexistieran montes pertenecientes a otras corporaciones civiles ^. Estadiferenciación en la titularidad, no es tajante en lo que se refiere a lafuncionalidad económica y social de los patrimonios públicos. Sinembargo, conviene hacer alguna alusión a la misma, ya que el destinoal que se vieron abocados unos y otros montes presentó algunas carac-terísticas diferenciadas. Como puede verse en el cuadro 1.3 (ver tam-bién mapa 2), el Estado poseía en Navarra una porción de montes querepresentaba algo más del 12% del total de los patrimonios públicos 35y que habían sido adscritos al mismo de diferentes formas y en dife-rentes momentos. Algunos de ellos, situados en la Zona Media, lasCuencas Prepirenaicas y la Ribera ^, habían pertenecido al patrimo-nio de los reyes de Navarra y a mediados del siglo XIX formaban partedel Real Patrimonio de la Corona española; los demás, situados enla zona pirenaica 37, tuvieron diversa procedencia. En algunos

^^ En general, los montes en manos de otras entidades públicas eran escasos en todo el territo-rio español. La Clasificacián de 1859 recoge para el total de las provincias 89.232 has. (228 mon[es)pertenecientes a"otras corporaciones civiles", que suponían tan sólo un 0,8 % de la superficie total demontes públicos. En el caso de Navarra, la Diputación, como corporación civil, no poseyó monteshasta finales del siglo X[X, cuando por un Real Decre[o (R.D. 30 de mayo, 1899) "quedaba obligadaa consignar en sus presupues[os una cantidad para la adquisición y repoblación de terrenos denomi-nados de utilidad Pública" (Oroz, 1923, pág. 647). Hasta esa fecha, en la que comenzó a formarse loque hoy se denomina como "Patrimonio Forestal de Navarra" (Zulategui, J., 1989), la totalidad de losmontes públicos de la provincia se dividían, únicamente, en municipales y estatales.

35 Según la Clasificación de 1859, en el conjunto del territorio español 1°s montes estatales repre-sentaban tan sólo un 6,5% del total de montes públicos.

^ Sierras de Urbasa, Andía y Aralar, Sierras de Sarvil y Alaiz. Montes Orraun, Franco-Andía yFrancoach, y Bardenas Reales. Ver mapa 2.

» Se trata de los montes denominados "Erreguerena", "Legua Acotada". "La Cuestión","ouinto Real" y "Aézcoa".Ver mapa 2.

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