caladoras y cabuqueros de los realejos, una visión de ... · tanto y tanto encanta a los ojos... y...

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¡Paz a las almas!.. Sí, paz, tranquilidad, resigna- ción y reposo les deseamos nosotros a esos cientos y cientos de almas... a esas criaturas que pasan sus me- jores años en un continuo trabajo día y noche, siem- pre sobre el bastidor, siem- pre haciendo estrellas y espiguetas y randas, o bien sacando hilas para los ca- lados, o ya arreglando ro- setas de alfileres. Ellas, en lo más florido de la edad, aisladas, encerradas de continuo, sin darles un rayo de sol, sin respirar como antes el aire libre de los campos, sin aprovechar nunca esas vías de oxíge- no tan necesarias para los pulmones, a la fuerza tie- nen en su mayor parte que adolecer tarde o temprano y enfermarse. ¡Pobres mujeres que al perder el buen color, ese bello matiz cuyo origen es la salud, la juventud y el reposo, ven también ir poco a poco desaparecien- do del rostro juvenil esa expresión de alegría que tanto y tanto encanta a los ojos... y al corazón.! Porque ellas al fin y al cabo consiguen en pre- mio de tanto trabajo una cruz, la cruz que martiriza diariamente el pecho junto al bastidor y que le quita expansión al alma, para siempre, para toda la vida, hasta la muerte. Por eso es que en el Realejo alto ya no se oyen aquellas cantigas y aque- llas risas de otros tiempos: todo... todo ha cambiado, todo ha mudado de aspec- to, todo ha tomado cierto tinte de seriedad o mejor dicho, de melancolía, de tristeza. Porque el ímpro- bo trabajo a que de conti- nuo se dedican las referi- das mujeres, hace que mu- chas de ellas, jóvenes de débil naturaleza, criaturas acaso raquíticas, de deli- cada constitución, adquie- ran al fin y al cabo otra cruz... la cruz del Cemen- terio!. Y para testificar más aquella alegría que por to- das partes cundía en este pueblo, allá, cuando la grana, se cultivaba en el país; para más poner de relieve y hacer más paten- te la diferencia que existe entre una y otra época, en cuanto a animación y con- tento, no hay más sino ver cómo ha desaparecido de las calles de este pueblo el tránsito que antes había respecto a los hombres de campo y de las mujeres. ¿Y sabéis la causa? Pues es porque hoy todas ellas-—y sino todas, en su mayor parte— son caladoras y por consi- guiente se hallan siempre relegadas al olvido, soli- tarias, metidas cual el ca- racol en su concha, en sus estrecha vivienda: en cuanto Caladoras y cabuqueros de Los Realejos, una visión de Aurelio Pérez Zamora (1912) Caladoras. Margaret D`Este. «In the Canaries with a camera». (Pasa a la página siguente) Nº 8 - JULIO DE 2012 coordina:Isidro Felipe Acosta

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¡Paz a las almas!.. Sí,paz, tranquilidad, resigna-ción y reposo les deseamosnosotros a esos cientos ycientos de almas... a esascriaturas que pasan sus me-jores años en un continuotrabajo día y noche, siem-pre sobre el bastidor, siem-pre haciendo estrellas yespiguetas y randas, o biensacando hilas para los ca-lados, o ya arreglando ro-setas de alfileres. Ellas, enlo más florido de la edad,aisladas, encerradas decontinuo, sin darles unrayo de sol, sin respirarcomo antes el aire libre delos campos, sin aprovecharnunca esas vías de oxíge-no tan necesarias para lospulmones, a la fuerza tie-nen en su mayor parte queadolecer tarde o tempranoy enfermarse.

¡Pobres mujeres queal perder el buen color, esebello matiz cuyo origen esla salud, la juventud y elreposo, ven también irpoco a poco desaparecien-do del rostro juvenil esaexpresión de alegría quetanto y tanto encanta a losojos... y al corazón.!

Porque ellas al fin yal cabo consiguen en pre-mio de tanto trabajo unacruz, la cruz que martirizadiariamente el pecho juntoal bastidor y que le quitaexpansión al alma, parasiempre, para toda la vida,hasta la muerte.

Por eso es que en el

Realejo alto ya no se oyenaquellas cantigas y aque-llas risas de otros tiempos:todo... todo ha cambiado,todo ha mudado de aspec-to, todo ha tomado ciertotinte de seriedad o mejordicho, de melancolía, detristeza. Porque el ímpro-bo trabajo a que de conti-nuo se dedican las referi-das mujeres, hace que mu-chas de ellas, jóvenes dedébil naturaleza, criaturasacaso raquíticas, de deli-cada constitución, adquie-ran al fin y al cabo otracruz... la cruz del Cemen-terio!.

Y para testificar másaquella alegría que por to-das partes cundía en estepueblo, allá, cuando lagrana, se cultivaba en elpaís; para más poner derelieve y hacer más paten-te la diferencia que existeentre una y otra época, encuanto a animación y con-tento, no hay más sino vercómo ha desaparecido delas calles de este pueblo eltránsito que antes habíarespecto a los hombres decampo y de las mujeres. ¿Ysabéis la causa?

Pues es porque hoytodas ellas-—y sino todas,en su mayor parte— soncaladoras y por consi-guiente se hallan siemprerelegadas al olvido, soli-tarias, metidas cual el ca-racol en su concha, en susestrecha vivienda: en cuanto

Caladoras y cabuqueros de Los Realejos,

una visión de Aurelio Pérez Zamora (1912)

Caladoras. Margaret D`Este. «In the Canaries with a camera».(Pasa a la página siguente)

Nº 8 - JULIO DE 2012

coordina:Isidro Felipe Acosta

Los Realejos, cinco décadasLos Realejos, cinco décadasLos Realejos, cinco décadasLos Realejos, cinco décadasLos Realejos, cinco décadas(viene de la página anterior)

a los hombres porque es-tos están siempre invisi-bles—digámoslo así—apartados del mundo, tam-bién metidos de día y denoche en los agujeros...que grandes agujeros son,en mi concepto esos húme-dos subterráneos que lla-man galerías de agua, don-de hoy trabajan con granentusiasmo nuestros labrie-gos. Y decimos con granentusiasmo, porque mu-chos de ellos son accionis-tas, y unos con otros seaniman y se alientan. Si...si; por doquiera se ocupanellos aquí en minar el sueloque pisamos; en socavarloen todas direcciones, denaciente a poniente y denorte a sur.

El trabajo es mucho;así las cantidades que se in-vierten a fin de cada sema-na para pagar a esos bus-cadores de manantialesocultos bajo la tierra, sontan grandes, que en esteRealejo escasean muchísi-mo los cuartos y la platamenuda; es decir, la cal-derilla, los reales y las pe-setas; cosa que dificulta, nosolo las transacciones co-merciales, sino más aún lacompra necesaria para lamanutención y a otros gas-tos indispensables de lavida.

Porque a la verdad,los trabajos hidráulicos queen la actualidad se practi-can en esta jurisdicción, sonmuy importantes, hay quegastar. En el pueblo ya nohay escasez sino abundan-cia, desahogo, cierto bien-estar, los jornaleros en sumayor parte guardan boni-tamente en sus arcones—según creencia pública—los santos cuartos y las másde las veces nadie los vuel-ve a ver. A eso atribuimosnosotros las penurias queaquí se pasan, en cuanto apoder conseguir cualquierama de casa el cambio deun duro o de una peseta.¿Quién puede obtenerla?

¿Quién puede alcan-zar tanto favor en estos

campos? Cambiar... ¡Ka..Hay que traer cuartos y pe-setas de fuera.

Son muchas las fuen-tes que ya se han encon-trado al practicar los obre-ros los referidos trabajoshidráulicos. Por lo tanto,estamos en la creencia deque los arroyos de cristali-nas aguas que hemos ocu-pado, eran verdaderos ma-nantiales salidos de las en-trañas del Teide, cuyas nie-ves derretidas iban por elsubsuelo a perderse entrelas olas, bajo los riscos dela Rambla y por el puntodonde llaman el Callado.

El pueblo pues, haprogresado, ha enriqueci-do; el bienestar de los ha-bitantes del Realejo alto haaumentado extraordinaria-mente, pero las costum-bres, como ya alguna vezquizás lo hayamos dicho,dejan mucho que desear.Ellas, si bien han cambiadoen lo general, no han me-jorado un ápice, sino alcontrario: han empeoradoen nuestro concepto. No

hay borrachos, no hay la-drones, no hay prostitu-ción, no hay asesinos: todoeso es verdad; pero falta lafe que existía en nuestrosmayores, falta el respeto yla consideración de otrostiempos, falta la sumisión yel acatamiento al principiode autoridad. Las creen-cias y la religión, el temor aDios por las malas obras,han desaparecido: cadauno es dueño de sí mismo,sin existir ya miramientos deninguna clase, sin haberaquel respeto y aquellaatención a los mayores, niaún al mismo sacerdocio,que viene a ser la dignidadque enseña al hombre en latierra la majestad y la su-blime grandeza que atañe alCielo, a Dios! ¡Ah, pobredel Ministro de la iglesiaque se atreva por ejemploa predicar hoy día de unmodo enérgico y duroacerca del lujo de la mujerde estos campos, o bien avituperar esa tan erróneaidea que muchos tienen dela libertad y de la igualdad

de los hombres, ideal queva tomando un horrorosovuelo. En todos los pue-blos, aun en los más igno-rantes, hay lucha entre elcapital y el trabajo, y lu-chan también hoy los quenada valen, nada significanni nada tienen, y breganpor ser iguales a los demásen instrucción, en ciencia,en riqueza, en un todo...Así es que se equiparanunos con otros; los necioscon los sabios, los débilescon los fuertes! De ahí prin-cipalmente dimanan en sufondo las huelgas y esosexabruptos de anarquismo;huelgas que están matandola sociedad aquí y allí, alláy acullá. A donde irá a pa-rar eso... ¿Andando eltiempo que será del mun-do? Pero dejemos tal par-ticular y ocupémonos detantas y tantas obras hi-dráulicas como en la actua-lidad existen en este Rea-lejo. No habremos de ha-blar de todas ellas, pues talvez ignoraremos algunas.Solo traemos a la memoria

las siguientes, que son:¡pásmese el lector!: Godí-nez, Consejo, Peral, Bre-bera, Barbuzano, Lora,Llanito de las Monjas, Pro-greso, Zarate, FloridaBaja, Puerta de la Florida,Hondura, Infierno, Guinde-ros, Romero, Mejor, Tur-nias, Madroño (Dos gale-rías) Rosita, Salto de Ro-mero, Tarasca, Tunguillo,Villanueva, Nogal, Hespé-rides, Garabato, Pinitos,Longuera, Acevedo, Mesi-ta, Realejos, Zamora, Ga-ñanía, Cascabela, Patrona-to, Aguas (de Perera) Isle-ta, Fuente, Abellotero, Tei-de, Sauce, Hijas, Angos-tos, Centinela, Centinela2°, Lomo, Merino, Pino dela Helechera, Barranco delCerco, Molinas, CercoViejo, Cuevas de Astacia.Palo Blanco (La Hoya)Moran, Viñatigo, Llanadas,Charco de la Cruz, Char-co del Negro, Saltadero,Piedras del Aire, Salto dela Puente.

Aurelio Pérez ZamoraSeptiembre de 1912

Trabajadores en el elevador de aguas de La Fajana.

2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera

(Pasa a la página siguente)

Viera y Clavijo, canónigo arcediano

En el entorno socialdel joven José de Viera yClavijo, el hijo estudiosodel escribano Gabriel delAlamo y su mujer AntoniaMaría de Clavijo, no pudosorprender a nadie la de-cisión del muchacho porinclinarse a abrazar la vidaeclesiástica. Clérigos, ensu familia, abundaban, tan-to del clero secular comodel regular o conventual.Incluso su propio padre sehabía preparado para reci-bir la tonsura y otras órde-nes menores bastante tiem-po antes de su primer ma-trimonio en Realejo deAbajo con Lucía García deEstrada en 1716, de la queenviudaría a los pocosaños. Y frailes y gente deiglesia fueron varios delos tíos, primos y herma-nos del famoso historiadorrealejero.

No, nadie pudo ex-trañarse, sabiendo que to-dos los estudios primariosy de adolescencia los ha-bía hecho Viera con cléri-gos maestros de la vicaríay en el convento dominicode la Orotava. Tambiénentonces se sabía que lavocación religiosa, por logeneral, nace y se cría enla familia.

Indefectiblemente,todo contribuía a arroparcelosamente aquella bue-na semilla vocacional queanidaba el joven Viera ensu espíritu. Con razón ase-guraba el investigador Cio-ranescu que en Viera y Cla-vijo, «a lo largo de susmuchos escritos no apare-cen motivos para dudar dela sinceridad de su fe, opara imaginar que su dedi-cación a la carrera ecle-siástica era efecto de unsimple oportunismo.»

Y ello, aún cuandose tratara de un entusiastade las novedosas tenden-cias filosóficas y cultura-les de aquel siglo de lailustración, que para la ju-ventud de Viera suponíanen primer lugar una deiza-ción de su admirado Fei-jóo, fraile benedictino, unade las mentes más lúcidasdel XVIII español. Vierase esforzaba para aprendera extraer de «la fe de car-bonero» de la religiosidadpopular de su entorno laíntima razón de ser de laauténtica fe sustentada enla ciencia y los descubri-mientos del raciocinio im-perante.

Se acercaba Viera yClavijo a sus 19 años de

edad en 1750, cuando re-cibió las primeras órdenesmenores previas al sacer-docio, de manos del Obis-po Guillén, a la sazón devisita pastoral en La Lagu-na.

Por aquel tiempo,aunque había sido instadapor el concilio tridentino lacreación de seminariosdiocesanos, no abundabanestos centros en todas lasregiones eclesiásticas. Al-gunas diócesis, como en-tonces la única en Cana-rias, recurrían a conventos,abadías y centros parro-quiales importantes, en losque sobresalían sus maes-tros, teólogos y filósofos,escrituristas y latinistas,para propiciar una forma-ción convincente a los in-teresados por el estadoeclesiástico. Y tampocoentonces regía en la Igle-sia la normativa, bastanteposterior, de exigir a losclérigos una dedicación deservicio pleno a la dióce-sis; por lo cual debía op-tarse a capellanías de fun-dación privada y personalque garantizaran la congruasustentación del eclesiás-tico.

Manifiesto era queViera y Clavijo, en aquel

trance de su propia vida,podía ciertamente presen-tar una bien avalada for-mación humanística, filosó-fica y teológica, que le ha-bían proporcionado susestudios y sus lecturas des-de adolescente, y acoger-se a una de las capella-nías fundadas por miem-bros de su propia familia.Así, sucesivamente. pudorecibir desde 1753 las ór-denes mayores del subdia-conado, diaconado y pres-biterado conferido en LasPalmas por el obispo FrayValentín Morán.

Ejerció Viera suministerio clerical en elPuerto de la Cruz y en elbeneficio de la parroquiade Los Remedios en LaLaguna, sede de la actualcatedral, donde se habíaresidenciado por el trasla-do domiciliario de sus pa-dres. Adquirió fama depredicador sobresaliente,solicitado en diversos lu-gares de la isla con oca-sión de festejos y novena-rios de campanillas. Elpropio Viera cuenta en susmemorias literarias quepasaron de ciento cuarentasus sermones en esta islapor espacio de dieciséisaños; y que durante su es-

tancia en la Corte fueroncuatro y en su etapa de Dig-nidad de la Catedral de LasPalmas otros quince. Pa-rece ser que el momentoálgido de su actividad pre-dicadora sobrevino cuan-do Viera se propuso tomaren serio la oratoria sagra-da, rompiendo definitiva-mente con todos los con-sabidos moldes de exage-raciones, incongruencias,arrebatados misticismos ehistriónicos comporta-mientos de uso en los púl-pitos españoles de aque-lla mitad de siglo. Tambiénnuestro Viera y Clavijo sesumaría con decidido em-peño a la oportuna críticasatírica del jesuita JoséFrancisco de Isla en su li-bro «Fray Gerundio deCampazas» (1758) contralas desviaciones grotescasde la predicación

Y aún más, Vieradejó escrito que en ciertomomento, cuando ya teníaconocimiento de la orato-ria de los grandes predica-dores franceses, los másilustres Bossuet y Bourda-loue, sus sermones alcan-zaron cotas de relevanciay colectiva aceptación. Y

Viera ejerció su ministerio clerical en el beneficio de la parroquia de Los Remedios en La Laguna.

seguramente no le faltabarazón al asegurar que élhabía sido «el primero aquien en Tenerife debió elpúlpito su reforma, su de-coro y su dignidad «

Claro que tampocose libraría Viera de sentircerca más de una vez laáspera mirada del Tribu-nal de la Inquisición, queparece que en estas islas nofue excesivamente riguro-so. Viera recibiría adver-tencias por algunos de susescritos o sermones, y supointerpretar los avisos. Alfin, su condición de pres-bítero prevalecía sobrecualquiera otra actitud dequeja o indignación revan-chista; porque ciertamentenuestro polígrafo era unpersonaje, como señalabael ya citado Cioranescu,«cuyas convicciones reli-giosas eran profundamen-te sinceras.»

Al tiempo que Vieraen La Laguna asistía a laseruditas tertulias del Pala-cio de Nava, y se granjea-ba el afecto y la amistad depersonalidades influyentes,el clero de la ciudad(1764) acordó elegirlopara secretario perpetuo delas conferencias de moral,Teología y disciplina ecle-siástica, reuniones perió-dicas a las que debían asis-tir obligatoriamente losclérigos de la zona paraasegurar su formación per-manente; y era responsabi-lidad del secretario garan-tizar la celebración y mo-derar las cuestiones en de-bate, resumir las conclu-siones y remitir a la secre-taría de cámara y gobiernodel obispado la relación deasistentes y el informe detodo lo actuado.

En 1770 Viera y Cla-vijo, en La Laguna, ya tie-ne escrito el primer tomo,e iniciado el segundo, desu gran obra la HistoriaGeneral de Canarias. Y to-dos sus amigos le aconse-jan que debe viajar a Ma-drid para vigilar personal-mente los trabajos de la

imprenta editora. Emprendeviaje a Cádiz, vía Las Pal-mas, acompañando a don Pe-dro Villegas, de la Real Au-diencia de Canarias, que pa-saba a ocupar una plaza enel Consejo de Castilla, y des-de Cadiz, se trasladan a laCorte. Para Viera, su llegadaa la Corte supone la oportu-nidad de aceptar la trascen-dente sustitución de su ami-go canario, el prebendado dela catedral don Agustin Ri-cardo Mádan, como precep-tor, capellán y ayo en el pa-lacio del Marqués de SantaCruz, Grande de España,para atender la educación yformación cristiana de su jo-ven hijo, don Francisco deSilva, Marqués del Viso; elcanónigo Mádan se retirabapara opositar a la cátedra dehebreo en los reales estudiosde San Isidro. En aquel pa-lacio y singular familia deSanta Cruz viviría nuestrorealejero insigne 14 años deplena dedicación a la litera-tura y la historia, el estudio yla enseñanza, la piedad y laformación integral de susmoradores, y rodeado delafecto y la gratitud de toda lafamilia y servidumbre.

Acompañando a tangenerosos huéspedes, Viera yClavijo gozó de las mejoresy diversas oportunidades dedar satisfacción a sus másanhelados deseos: los viajes.Recorrió y conoció numero-sas comarcas y ciudades es-pañolas; emprendió verdade-ras expediciones a Francia yFlandes, a Italia, Austria yAlemania, y de todo ello, consus emociones y observacio-nes directas daba cuenta pun-tual en sus famosos diariosde viaje. Por ellos sabemoshoy que durante su recorridopor Italia tuvo la ocasión decelebrar misa en el altar dela Casa Santa del célebreSantuario de Loreto, y de serpresentado en Roma al PapaPio VI (1780), quien le con-cedería facultad para confe-rir doscientos días de indul-gencia a fieles agonizantes.Viera recordaría toda su vidacon igual emoción esta fine-za del Romano Pontífice. Y

por supuesto, nuestro in-cansable investigadoraprovechaba siempre susestancias en el Vaticanoy otras ciudades de relie-ve para aprovisionarseen sus archivos de lassuficientes anotaciones ycopias de los documen-tos necesarios para ci-mentar su rigurosa obrahistórica de nuestras is-las; que vería impresoen Madrid su últimotomo en 1783.

Así que, cuandoViera y Clavijo decide en1784 abandonar la Villay Corte para regresar aCanarias, lo hace bienconvencido de hacer loque debe y desea. En lasislas le espera la únicafamilia que le queda, y élha sabido renunciar sin-ceramente a promocio-

nes jerárquicas que a otroscolegas suyos habrían col-mado de contento. El ReyCarlos III le había presen-tado para cubrir una va-cante de Dignidad en laCatedral Canaria desde1782 y ahora correspondíaa Viera cumplir con lasobligaciones de la preben-da capitular.

Cabría preguntarseaquí si pareciera descabe-llado suponer que Vieravuelve a las islas para de-dicarle más atención a susacerdocio. Ha concluidosu obra cimera, pero él nosabe descansar. En la ca-pital canaria seguirá escri-biendo y completando sumuy famoso «Diccionariode Historia Natural de lasIslas Canarias». Y se en-golfará en el archivo de laCatedral para desarrollar a

conciencia un trabajo inmen-so a para salvar y recuperarantiquísimos documentosfundacionales de la primitivaiglesia canaria. Pero, sobretodo, satisfecho de su com-promiso diocesano comoArcediano de Fuerteventu-ra, Dignidad Catedraliciaque tenía la responsabilidadde velar por el clero de sudemarcación, ejercer el altoservicio de Examinador Si-nodal y garantizar ante elObispo la buena fe, prepa-ración e idoneidad de loscandidatos al sacerdociodiocesano.

Y ésto fue lo quehizo, y muy bien, nuestroeximio Viera y Clavijo,como Canónigo Arcedianoen la Catedral hasta sumuerte en 1813.

(viene de la página anterior)

José Siverio Pérez

Desde 1860, los restos de Viera y Clavijo se encuentran en la Catedral de Las Palmas

2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera2013, el año de Viera

En los Realejos, Vi-lla al norte de Tenerife, elnombre de las Mercedes esvenerado desde el sigloXVII, según atestiguan losprimeros documentos pa-rroquiales. La imagen de laVirgen se encuentra en laermita de la Cruz Santa —convertida en parroquia en1929— en el barrio delmismo nombre.

El primer historiadorque trata del legado histó-rico-artístico del mencio-nado barrio, es don Gui-llermo Camacho y Pérez-Galdós en cado por «ElMuseo Canario» en 1950.En él afirma que cierto ji-nete, guiado por su caba-llo, encontró una Cruz enel barranco de la Rayadentro del pago de Higa yque mandó hacer una er-mita para colocar el San-to Madero. Desde 1664 seregistra la fiesta de laSanta Cruz y desde 1666,la de las Mercedes, en elmencionado pago. Comose observa, la devoción alas Mercedes es coetáneaa la fundación de la referi-da ermita.

Y nos preguntamos siaquel caballero, de nombredesconocido, fuera tal vezun cautivo mercedario o,simplemente, un fiel devo-to de este nombre mariano(quizás un comerciante ca-talán) que, en acción degracias depositó junto a laCruz del Redentor la figu-ra de su Madre. Cuentanlos moradores que la his-tórica Casa de Higa —asíse llamó el barrio desdesus comienzos— pertene-ció a unas monjas que des-cansaban en ella durante laépoca estival. Podríamospensar que esta antiguacasa, la cual contenía laprimitiva ermita hasta sudestrucción, formara partede las posesiones del su-

sodicho caballero, y queantes de morir la donara alas religiosas para su dis-frute. Si tuviéramos verda-deros fundamentos paraprobar esta generosa trans-ferencia, es de suponer quelas referidas monjas eranprofesas de la Orden deSan Agustín, ya que en elcorazón mismo de la Villade Los Realejos se habíanlevantado dos conventos

para que morara la regladel Obispo de Hipona gra-cias al beneplácito del Co-rregidor don Juan Gorde-juela y Palacios y su espo-sa doña Catalina de Mesa.

Cuando desaparecenla casa y la ermita, los ve-cinos del lugar decidenconstruir un nuevo temploque reuniera mejores con-diciones y decencia.

Por tal motivo se cre-

yó conveniente esculpirotra imagen de las Merce-des para ser colocada enel retablo del altar mayor.

Por aquellas fechasvive en el barrio de SanAgustín, lugar donde sehabían erigido los citadosconventos, don Juan delCastillo, hombre de nego-cios que había nacido en1748 de Mateo MiguelAlonso del Castillo y de

Ana Antonia de Palenzue-la. Recibió las aguas bau-tismales el 7 de enero delreferido año en la parro-quia de Santiago Apóstol.Son muy pocos los datosque poseemos para organi-zar una biografía de estepersonaje quien donó laactual imagen de NuestraSeñora de las Mercedes.Sin embargo, sería conve-niente dar a conocer la fe-cha de su matrimonio ofi-ciado en 1776 en la igle-sia de la Concepción de laOrotava. Su mujer se lla-maba Bárbara AgustinaPadrón cuyos padres fue-ron Lorenzo Pérez Padróny Rita García Sánchez, na-turales y vecinos de LosRealejos (Realejo Alto).Bendijo la unión el sacer-dote Juan Agustín de laGuardia y Llanos, párrocode Tejina».

Siendo aún joven,pues no frisaba los veinteaños de edad, hace entre-ga de las imágenes deNuestra Señora de lasMercedes y de San Anto-nio de Padua, esta últimarecluida en una de las ha-bitaciones anejas de la er-mita. Esta donación podríaexplicarse a través de unposible parentesco con fa-milias catalanas, o bienfruto de los contactos man-tenidos con los religiososagustinos del lugar, aunquees presumible que sólo fue-ra un compromiso contraí-do con la ermita de la CruzSanta ante la natural pre-ocupación de sus vecinospor adquirir una nueva ta-lla de la Virgen de la Mer-ced.

Analizando los rasgosanatómicos de la imagen delas Mercedes, descartamosla posibilidad de una pro-cedencia foránea, espe-cialmente peninsular: el

La presencia de la Merced en La Cruz Santa

(viene de la página anterior)

La actual imagen fue donada en el XVIII por Juan del Castillo y su primera fiesta se registra desde 1666

Nuestra Señora de Las Mercedes procesiona por las Calles de La Cruz Santa

Tesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artístico

rostro de María no acusala gubia de aquellos maes-tros, por lo que se debeencuadrar más bien en lacorriente canaria. Se tratade una obra de vestir queno supera los 110 centíme-tros de altura, y cuya cali-dad artística es mediocre,aunque su autor otorgó uncuidado en el modeladofacial y en el tallado de lasmanos. En las iglesias delmunicipio de la Orotavahemos contabilizado algu-nas piezas, entre ellas lade Nuestra Señora delRosario, venerada en laparroquia de su nombre enLa Perdoma, que ofrecenidénticas soluciones com-positivas y en la que po-dríamos incluir la que aho-ra tratamos.

En un estudio reali-zado por don SebastiánPadrón sobre el escultorFernando Estévez, se nosdice que este artista tuvocomo primer maestro afray Antonio López, de laorden franciscana en laOrotava. Debido a un es-tudio serio acerca de suquehacer artístico, no te-nemos noticias de obra al-guna salida de sus manos.Pero sabemos que en es-tos conventos esculpíanalgún que otro religioso enel más absoluto anonima-to, imitando siempre a lasobras procedentes del ex-terior, copiando de las es-cenas pictóricas o de losgrabados que solían deco-rar las estancias más no-bles. Es muy posible pues,que buena parte de lasobras escultóricas de sa-bor popular expuestas ennuestros retablos, hayanvisto la luz en estos talle-res conventuales.

Hay que tener encuenta que la fecha de ladonación de la Virgen delas Mercedes por don Juandel Castillo es coinciden-te con aquel período en elque fray Antonio López ins-truía al joven Estévez enla Orotava antes de partir

hacia Las Palmas con elfin de perfeccionar sus es-tudios bajo la dirección deLuján Pérez, de modo quesiempre se ha queridoidentificar estas esculturas—Nuestra Señora del Ro-sario (La Perdoma) yNuestra Señora de lasMercedes (La Cruz San-ta)— con el arte de Esté-vez, lo que explica la fija-ción que tuvo este artista conel estilo de su maestro, apesar de la fuerte dosis lu-janesca.

Sea quien fuere el au-tor, esta imagen fue conce-bida con el Niño Jesús asi-do en el brazo izquierdo y

con un par de grilletes quependen de la mano derechaligeramente extendida, tal ycomo hasta entonces se ve-nía representando este temamariano, aunque es muy fre-cuente que el personaje deMaría muestre el escapula-rio con el escudo de la Or-den, o bien una pequeñarama.

Hacia principios de si-glo fue restaurada por Perdi-gón quien aclaró el color delrostro y sustituyó los ojos pin-tados por otros de cristal,perdiendo de esta maneratoda la originalidad.

La primera fiesta que seregistra de esta imagen es

en 1666, según datos del ar-chivo parroquial. En las ce-lebraciones posteriores in-terviene la familia Chavezque también lo hace conotras de mayor renombre,tales como la de NuestraSeñora del Carmen y la deSantiago Apóstol.

Todavía en el siglo XIXlos devotos de la Merced lle-vaban en procesión la sagra-da imagen hasta la ermita vie-ja. Y Concretamente en lafiesta del año 1838, finalizóen la casa q. era de Dn.Antonio Gnz. Chavez.

De este modo la pre-sencia de la advocación de lasMercedes en Los Realejos

nos habla de la religiosidadde un pueblo que ha mos-trado una clara preferenciapor los temas marianos, al-gunos de ellos perdidos enla historia, como el de laVirgen de Gracia, que fuemimada por los religiososagustinos de este bello lu-gar del norte de Tenerife.

Doy las gracias a losreligiosos mercedarios JuanDevesa y Mercedes Serrano.También al reverendo párro-co de la Cruz Santa don San-tiago Cruz Dorta y a don Ni-colás González, vecino delmencionado barrio.

(viene de la página anterior)

Gerardo Fuentes Pérez

A principios del siglo XX fue restaurada por Perdigón quien aclaró el color del rostro y sustituyó los ojos pintados por otros decristal.

Tesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artísticoTesoros de nuestro patrimonio artístico

Imágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdo

«La, Tarde’’ y «LasNoticias’» han publicado sen-dos artículos comentandodesde el punto de vista esté-tico, las obras iniciadas porla Jefatura de Obras Públi-cas en el barrio de San Agus-tín, con el fin de ultimar eltrozo de carretera que enla-za la parte alta con la baja deeste pueblo y con el RealejoBajo.

Nadie niega derecho alos vecinos para exponer to-das aquellas observacionesque se estimen justas, peroes lamentable que a la som-bra de ese derecho se haganpúblicas manifestacionescontrarias a la verdad de loshechos.

Por otra parte, más ló-gico es que los articulistas,antes de lanzar frases efec-tistas, hubiesen llegado a loscentros oficiales para infor-marse adecuadamente delestado de cosas y luego, consus escritos, cooperar cercade los mismos, para sin agrie-dades buscar soluciones ar-mónicas entre la técnica y laestética.

Se cumplen los deberesciudadanos cuando se ejer-citan con nobleza v en senti-do positivo.

Sirva lo dicho a modode preámbulo para demostrarla carencia de verdad en par-te de lo dicho por los anóni-mos informantes del vecin-dario.

Varios días antes depresentarse en el barrio deSan Agustín los obreros ar-mados de piquetas, hubo dehablar con el que suscribe elseñor que por delegación delrespectivo ayudante de Obraspúblicas había de dirigir lostrabajos materiales, al cual,desde luego, se le advirtió quesiendo una obra de importan-cia y reconocida urgencia,para estos pueblos, se le da-rían las máximas facilidadespor parte de la Corporaciónmunicipal, lo cual no signifi-caba dejación de la compe-tencia municipal en materiade ornato público, sino que,por el contrario, quedaba re-servada la mejor ocasión, yasí, en efecto, hubo de ir elinfrascrito acompañado delseñor teniente de alcalde donPedro Rodríguez Siverio aentrevistarse con su compa-ñero de Realejo Bajo, para

que, siendo una obra que lin-da ,con dicho pueblo, procu-rase ver la marcha estética dela misma, y, en su caso, adop-tar la resolución de presentar-se algún obstáculo; delegaciónque nada de extraño tiene porhaberse ya opinado en otrasocasiones en asuntos referen-tes a la parte baja de este pue-blo, como fue con motivo dela desaparición de la antiéste-tica fuente que había en el lin-dero, y al señor Rodríguez Si-verio con parte del desmontede la calle de Toscas de SanAgustín y ahora en las obrasde la plaza de Joaquín GarcíaEstrada, etc.

Parecía natural que di-chos señores, desde el mo-mento que observaron, quelas obras, a pesar de su per-fecto tecnicismo, no eran delagrado del vecindario en cuan-to a ornato debieron haber ha-blado con el señor ayudantedon Enrique Sánchez, que es-tuvo en el barrio a poco de ini-ciadas las obras de referencia,para que dentro de la partecientífica se buscase la mayorestética.

El Ayuntamiento de Rea-lejo alto nunca ha olvidado albarrio de San Agustín que loha dotado de buen alumbradopúblico agua a presión para elabasto público, riego de la pla-zas y particular, ha hecho yestá haciendo las obras urba-nas necesarias, ha solicitado,reiteradamente de la superio-ridad la creación de una escue-

la de niñas, sostiene una deniños entre este barrio y el dela Carrera en buen edificio hi-giénico, y mal podía olvidar-lo cuando precisamente en elresiden los Jefes del Somatény Unión Patriótica de este

tos Exploradores nacionales.Autoridades y personalidadesque por su índole están per-fectamente ligadas a la Cor-poración municipal.

Dícese que a priori de-bió haberse ordenado la mar-cha de los trabajos, afirma-ción que parece ridícula, puesel Alcalde no es Ingeniero paravenir a decir a todo un Cen-tro del Estado técnico en lamateria lo que debía hacer.Era más natural dejar iniciarlos trabajos, y luego, al ver elgiro de los mismos, procuraruna solución entre las mate-máticas y la belleza, para que,sin el menor menoscabo delprestigio de la Jefatura deObras públicas, se viniese aun término medio (Como yase ha logrado) compatible conlas aspiraciones del barrio,máxime cuando solo se tra-taba de trabajos de desmon-te y, por ende de la más sen-cilla rectificación.

Realejo alto, a 18 deagosto de 1928—El Alcalde,Agustín Rodríguez de la Sie-rra.

pueblo, los señores inspectormunicipal de Sanidad, Médi-co titular, Farmacéutico yPracticante titulares, Juez mu-nicipal suplente, un Tenientede Alcalde y un vocal del Co-mité del Alto patronato de es-

Malestar en San Agustín por la falta

de ornato en las obras de la

carretera que le une a Realejo Alto

Anteayer ha debido ce-lebrarse en el pintoresco pue-blo del Realejo bajo una inte-resante velada musical con ob-jeto de obtener recursos parala fundación de un hospital enaquella localidad.

Entre los más entusias-tas elementos que han de lle-var a la práctica tan cristianainiciativa se encuentra la dis-tinguida dama católica DoñaAngeles Camacho de Melo queactualmente se halla de vera-neo en el Realejo bajo, y cu-yas virtudes y sentimientos sonpor todos reconocidos.

Distinguidas y bellas se-ñoritas de aquella localidad yapreciables jóvenes prestanvaliosa cooperación a esta obraque la caridad de Cristo levan-tará en el Realejo, cuyos hon-rados vecinos sabrán premiarla labor de damas y caballerostan distinguidos.

He aquí el programa dela velada: PRIMERA PARTE-1º» Sinfonía. 2.° Pasodobledel episodio cómico lírico «ElChaleco blanco», música delmaestro Chueca, por varios ni-ños y niñas de la localidad,

acompañado al piano por laSra. Doña Ángeles Camachode Melo. 3.° El bonito cuadrode costumbres lugareñas, en unacto y en prosa, original de D.Ricardo Monasterio, titulado:El Señor Gregorio» desempe-ñado por las Srtas. Adela Gar-cía Estrada, Margarita ChavesEstrada y Juana Espinosa, y losseñores D. Agustín y D. JoséEspinosa, Don José Albelo, D.Domingo y D. José Hernándezy D. Manuel y D. FernandoEspinosa.

SEGUNDA PARTE—1º»Sinfonía..» 2º. «Dúo de Anitay el Conde» de «El PríncipeCasto», cantado por los her-manos María y José García Es-trada acompañado al piano porla Srta. Juana Espinosa. 3.°

«Coro del abanico» de la zar-zuela «Coro de señoras», delmaestro Nieto, por las Srtas.Carmen Hernández, CarmenAlbelo, Isabel González, Ma-ría Rosado, Concepción y Nie-ves Hernández y CarmenGonzález acompañado al pia-no por la señora de Melo.

4º, El sainete en un actoy en prosa del Sr. Pina Do-mínguez titulado «Mi mismacara» desempeñado por lasSrtas. Adela García Estrada,Margarita Chaves Estrada,Juana, Carmen y Dolores Es-pinosa y los Sres. D. José yD. Agustín Espinosa y D. JoséAlbelo.

Velada a beneficio del Hospital de Realejo Bajo

«Gaceta de Tenerife»agosto de 1913

El Ayuntamiento de Realejo alto nunca ha olvidado al barrio de San Agustín, según su AlcaldeAgustín Rodríguez de la Sierra.

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Según nuestro buenamigo don Domingo LuisAbreu, se viene trabajan-do con gran actividad, porsuscripción pública, paraponer un teléfono en elimportante barrio de PaloBlanco, donde hay granentusiasmo entre el vecin-dario por este gran servi-cio. Ni en el casco o ni enel barrio de la Cruz Santaeste locutorio público algu-no. Desde hace varios añosse ha pedido el estableci-miento de estos locutorios,dando amplia facilidadeseste Ayuntamiento, sin lo-grar nada positivo.

En Palo Blanco comose trata de un barrio delextrarradio ha pedido laCompañía Nacional de Te-léfonos que -además deque el Ayuntamiento secomprometa a pagar elabono mensual de 50´00

Teléfono para Palo Blanco (1935)

pesetas, tiene que abonár-sele el importe, del 50%de los gastos de instala-ción , ascendiendo dicho50 por ciento a unas 500pesetas. Como el Ayunta-miento ha acordado pagarel abono mensual y losvecinos están dispuestosa entregar las 500 pesetas

que se exigen para la inme-diata instalación de dichoservicio, es de suponer quebien pronto contará dichobarrio con comunicacióntelefónica.

«Gaceta de Tenerife»diciembre de 1935

El «zarzal fonógrafo» de las

Vueltas de Tigaiga

En el camino conocidopor Las vueltas de Tigai-ga, jurisdicción de Los Rea-lejos, existe un zarzal que esla admiración de todos losviajeros: obsérvase que dedicho zarzal salen voces muyparecidas a las de un fonó-grafo, por cuyo raro fenó-meno ha sido bautizado con

el nombre de El zarzal fo-nógrafo.

También llama muchola atención el que, por el día,no se oiga ruido alguno, sinodesde que empieza la no-che, hasta su terminación.

«La Opinión»octubre de 1905

El domingo y lunes úl-timos, y según se anunció eneste mismo periódico, secelebraron en la aldea de Ti-gaiga, término municipal deeste pueblo, las renombra-das fiestas en honor de laSantísima Virgen de la Con-cepción, que resultaron en untodo muy animadas y con-curridas.

Las Misas solemnesfueron magistralmente can-tadas y ejecutadas por elcoro de señoritas de estalocalidad. El sermón, acargo del R. P. Antolín S.Fernández, estuvo a la al-tura de su reputación.

Las procesiones delos dos días resultaron muysolemnes y concurridas,sobresaliendo la tradicio-nal ENTRADA.

La iluminación y losfuegos en el Risco llama-ron mucho la atención y fueun gran éxito de la pirotec-nia. La enhorabuena al in-teligente pirotécnico donMarcos Tosté Siverio, porlos bonitos y bien combi-

nados fuegos que presentóen estas fiestas.

Los conciertos a car-go de «La Filarmónica»,estuvieron muy del agradodel público. Y ahora nosfalta felicitar a los indivi-duos de la Comisión de las

fiestas, por lo espléndidasque han resultado.

También hemos de fe-licitar a mayordomo de laermita, nuestro buen ami-go don Vicente Pérez Her-nández, alma de estos fes-tejos y particularmente por

el buen arreglo de la ermi-ta, que presentaba un lúci-do aspecto, principalmen-te el Altar y Trono de laSantísima Virgen, que contanto gusto estaba por élarreglado. Los Novenas seestán celebrando con mu-

cho entusiasmo y devoción,disputándose los grupos delas bellas muchachas delbarrio, nombradas paracada noche, cuál la hacemejor

Las Fiestas de la Concepción de Tigaiga de 1935

«Gaceta de Tenerife»septiembre de 1935

Vueltas de Tigaiga. Foto Baeza

Los vecinos entregaron 500 pesetas para su instalación.

Las Fiestas de 1935 resultaron muy animadas y concurridas.

Imágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoImágenes para el recuerdoGrandioso resultó el

acto verificado ayer en el pin-toresco y populoso pago deIcod el alto.

Invitados por la prime-ra autoridad local, el dignísi-mo señor Alcalde Don Do-mingo Albelo, nos traslada-mos al local de la Escuela deniñas, recientemente instala-da, gracias a los esfuerzoshechos por dicha autoridad ydemás individuos de esteprestigioso Ayuntamiento.

Ocupó la presidencia elseñor Alcalde, y a su lado secolocaron el venerable Párro-co, el Señor Teniente de Al-calde de Icod el alto DonManuel Rosado, el Rdo. P,Superior del Corazón de Ma-ría, el maestro Nacional Don-Pedro Albelo, los maestrosnacionales de Icod el alto Srta.María Llanos y don José Her-nández, y otros individuos dela Junta local de primera en-señanza.

Dio realce a la fiesta lapresencia de varias señoras yseñoritas, muchísimas fami-lias de los Realejos y de Icodel alto, amantes de la instruc-ción, así como la asistencia dela Filarmónica del Realejobajo, que galantemente ofre-ció su concurso.

El Señor alcalde dirigióla palabra al numeroso audi-torio allí congregado paramanisfestarle que este actodebió haberse celebrado des-de hacía algún tiempo, al ins-talarse la Escuela; pero ya queno había podido ser entonces,se llevaba a efecto hoy, apro-vechando la coincidencia decelebrarse también la fiestareligiosa de la Virgen.

Habló con frases per-suasivas a los habitantes deIcod el alto para que procu-rasen la asistencia de sus hi-jos a las escuelas, y terminóhacienda la presentación de laSta. Maestra, cuyos dotes decultura y moralidad ensalzócomo merecía.

Una salva de aplausospremió las patrióticas palabrasde la primera autoridad local.Por invitación de la presiden-cia, habló el venerable Párro-co D. Manuel Hernández Re-yes. Comenzó diciendo, que,como autoridad eclesiástica secongratulaba de que se hubie-se llevado a efecto la instala-ción y funcionamiento de es-tos dos establecimientos do-

centes, a pesar de los incon-venientes con que ha trope-zado el Municipio; explicó lasventajas de la educación dela niñez, y se lamentó comoPárroco, de que todos los ha-bitantes de Icod el alto no es-tuviesen allí reunidos, y ter-minó con frases de encomioy alabanza para la digna maes-tra Srta. Ramos. Luego elVenerable padre Antolín diri-gió la palabra al auditorio ha-ciendo una hermosa oraciónsobre la educación e instruc-ción en general, exhortando alos padres y a las madres defamilia, como ya lo había he-cho desde el púlpito por lamañana, para que procurasenpor todos los medios la asis-tencia de sus hijos a la Es-cuela, a cuyo centro, dijo,deben ir y respetar como sifuese la Iglesia. Fue muyaplaudido al terminar su dis-curso.

El Señor Alcalde invitóal Maestro Nacional Don Pe-dro Albelo, Albelo aceptandola invitación empezó su her-moso discurso diciendo: «Lasociedad hay que educarla lasociedad hay que instruirla, ypara instruir y educar la so-ciedad hay que empezar poreducar e instruir a la mujer,por la sencilla razón de quesobre sus rodillas se forma lasociedad. Se extiende el Sr.Albelo en exponer los distin-tos pareceres que se han re-flejado en la prensa y en la

tribuna relativos a la educa-ción de la mujer».

«Unos, dice, llevadosde un amor exagerado al sen-timiento de la familia, le nie-gan toda cultura diciendo, quepara manejar la aguja y diri-gir la cocina, no necesita nide aquellos conocimientosque constituyen la base de laeducación masculina, hacien-do de ella un puro adimentodel hogar.

Ataca duramente esetemor de educarse la mujer,«que dice, tiene la misma fa-cultad que el hombre produ-ciendo la educación los mis-mos efectos en la mujer queen el hombre y así es seño-res, la educación la espiritua-liza, por decirlo así. Pregún-tenos sino a la experiencia, yveremos nos dice, que esasmujeres superticiosas, duras,intratables y crueles pertene-cen, por regla que apenas tie-ne excepción a las clases noeducadas, y que, a medidaque la mujer se educa, se hacemás dulce, más afectuosa,más dócil, a la voz de la ra-zón, del deber y del cariño».

Cuando ya había termi-nado el eco de los aplausoshizo uso de la palabra la cultaseñorita María Ramos. Muyemocionada dio las gracias porlas alabanzas que le habíanprodigado; habló de la impor-tancia de la educación de lamujer y particularmente de lasniñas; y termina ofreciendo

poner cuantos medios estén desu parte para desempeñarcumplidamente su sagradoministerio.

Él auditorio premió conaplausos las palabras de la dig-na maestra de lcod alto.

Con una preciosa mar-cha ejecutada con maestríaterminó tan hermoso acto.También a los acordes de laMúsica se fue llenando depúblico el salón de la Escuelade niños. En la misma formacomenzó el acto. El señor Al-calde hizo la presentación deldigno Maestro D. José Her-nández y González y advirtióa los padres de familia la im-prescindible obligación en queestán de hacer que sus hijosconcurran diariamente a laEscuela

También, habló el Vene-rable Párroco, demostrando laimportancia de la educaciónde los niños con el fin de co-rregir los malos actos y lasmalas palabras que con tantafrecuencia se ven y se oyende los que son ineducados, ElVenerable Superior de los mi-sioneros del Y. C. de Maríatrató de las ventajas de la edu-cación de los niños de ambossexos.

El Maestro D. PedroAlbelo leyó unas poesías,composición suya. «La Ta-berna» «La Escuela» que fue-ron bastante celebradas, porser tan bien traídas y tan ade-cuadas.

Asimismo se dio lectu-ra a unas cuartillas enviadaspor la ilustrada señora doñaDolores Albelo que parte deellas decían así: «Hijos deIcod el alto, habéis dado elprimer paso que se da en elcamino de la civilización,pues ya tenéis las escuelasde niños y de niñas que tan-to habéis deseado; ya tenéisestos dos centros de culturadonde se alimentarán vues-tros hijos con el pan de la in-teligencia, con el pan del es-píritu, que los hará fuertes yrobustos para poder comba-tir en la existencia.

Ya instruidos y educa-dos podrán embarcarsevuestros hijos sin temor deque los llamen incultos.

No dejéis a vuestros hi-jos abandonados por las ca-lles y caminos, alcanzandouna perra del que se la quie-ra dar, porque esto los con-duce a un mal fin; pues comopoco pueden hacer con ellaaprenden a beber a fumar yse van acostumbrando al vi-cio, que ya tendrán arraiga-do cuando sean grandes.

No le deis tiempo a quedesperdicien las horas deldía: que vayan temprano porla mañana, por leña o el hazde hierba para los animales,a fin de que lleguen a tiempode lavarse y venir limpios yaseados a la Escuela, sinperder ni un solo día, y asíveréis, con el tiempo, cuandiferente os será la vida.

Vosotros ya estaréisenterados que llegó a la Cru-santa un señor que se em-barcó pobre y ha venido ri-quísimo, y dando pruebas deque adora a su patria. ¿A queno adivináis el recuerdo quele va a dejar antes de volvera Cuba?... Nada menos queuna Escuela, con casa pro-pia, donde puedan educarselos niños de sus hermanospobres. Escuela que seguirásubvencionando desde allásegún manifiesta en una car-ta suya que tengo en mi casa.

Esto es por lo pronto,pues parece quiere hacer mu-cho mas algún día», ¡Dios lede larga vida, a ese gran co-razón para que pueda llegar arealizar tan hermosos idea-les!».

S. B. G.«Eco del Magisterio Canario»

Noviembre de 1920

Fiesta Escolar en Icod el Alto (1920)

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Encaminamos nuestrospasos a la Escuela Nacionalde Realejo Alto, donde se-gún nos comunican, por lamañana se practica el cursogratuito que la «CompañíaSinger» está llevando a efec-to con un desinterés y al-truismo que habla muy altodel buen nombre de la uni-versal entidad.

En la Escuela, fuimosatentamente recibidos porlas distinguidas Srtas. Ju-lita y Áurea Méndez, maes-tras nacionales de RealejoBajo y Realejo Alto, res-pectivamente, las que con sucaracterística y exquisitacortesía nos presentaron adoña María Ramos, Maes-tra Nacional del inmediatopueblo de Tigaiga y encan-tadoras señoritas de LosRealejos que a la sazón sehallaban beneficiando de lasútiles enseñanzas del cosi-do y bordado mecánico,que la Srta. María LuisaRodríguez, profesora de lamencionada casa en Tene-rife, con gran amenidad yconocimiento explicaba.

Admirados ante la di-versidad de primorosos tra-bajos que aparecían en lamáquina y sorprendidospor la soltura y rapidez conque los ejecutaban, preten-dimos entrevistar a las Sras.Maestras, pero... vano em-peño, la Srta, Julia Méndez,con su proverbial y casca-belera charla, salpicada deingeniosas frases, nos atajódiciendo: sentimos mucho,distinguido periodistas tresMaestras de Escuela, celo-sas de sus palabras, no seavienen a que con peculiarhabilidad que a ustedes dis-tingue, se las armonice deflorido estilo y elocuentedicción para imprimirlas enletras de molde. Si lo de-sean, ya que vemos vienenpertrechados de máquina,los autorizamos muy gusto-sas a que obtengan la foto-grafía.

—Y eso, tal como es-tamos practicando el curso,para que sea reflejo fiel—interrumpió la Srta. Áurea,

sonriente, y previo examende la máquina, no vaya atener doble fondo,—adu-jo doña María, guiñandoun ojo maliciosamente

—¿Y si se me esca-pa el pajarito?—Intervinoel amigo Roda, con su ma-nifiesto buen humor.—Pues quedará cautivo antela mirada de los ojos«gauchos» de este lindoramillete de Srtas.—con-testé contagiado de la óp-tima alegría que en todosrebosaba.

De nuevo tomó la pa-labra la Srta. Julita Mén-dez, y afluyendo de sus la-bios sinceras palabras yconvincentes razonamien-tos nos dijo: Entendemos,que para proclamar la bon-dad de esta enseñanza, nose precisa de nuestras ma-nifestaciones, ya que las 60señoritas que han acudidocomo laboriosas abejas arecibir tan excepcional ins-trucción, a capacitarse entan divino arte, les dirá conmayor elocuencia, cuantopudiéramos alegar en sufavor ....,..,

Para nosotras es unproblema, el cual, ha sidoiniciado felizmente por elMinisterio de InstrucciónPública, «Ahora nos lo ex-plica muy acertada y gene-

rosamente la «CompañíaSinger», con estos cursos;pero quien es lo ha de resol-ver, y sin dilación, han de serlos Ayuntamientos, para quese obtengan satisfactorios yóptimos frutos.

Siempre creímos, queel trabajo mecánico por lobreve, práctico y perfecto,era necesario. Hoy que lo he-mos practicado, estimamos

que su inmediata introduc-ción en las Escuelas es in-dispensable. Lo único queles diríamos a ustedes, esque con la «Casa Singer»»tenemos una deuda de gra-titud, pero esto tampoco esnecesario, toda vez que aella pensamos dirigirnos porescrito para testimoniarlanuestro agradecimiento,también, para alentarla a que

continúe su admirable obrahasta encauzar a la genera-ción presente por estos ca-minos aun vírgenes en la en-señanza. ¡Más.-exclamóalarmada—¡si estoy ha-blando con periodistas!—yhaciendo un gracioso mohín,terminó con estas palabras:He dicho.

Ha dicho, sí; ha dichoverdades tan exactamenteexpuestas y de tal importan-cia para la enseñanza, queno podemos menos de ma-nifestarlas públicamente,tanto por la conveniencia dela misma» como porquedebe de servir de estimulan-te ejemplo, el que estasSras. Maestras, departien-do con entusiasmo la idea,hayan aprovechado paracapacitarse el periodo de va-caciones, cuyo tiempo, comotodos sabemos, tienen librepor disposición de nuestroSoberano, para descanso desu penosa labor.

Lo que diáfanamenteindica que se consagran enal-tecer el honroso MagisterioEspañol, del que tan digna-mente forman parte.

Realejo Alto acoge cursos

gratuitos de la Casa Singer

«Hespérides»noviembre de 1926

Celebración de la Fiesta del árbol de 1927

«El Progreso»enero de 1927

La Cartaya contenta con el alumbrado

Los vecinos del barrio deLa Cartaya están muy agra-decidos del ilustre alcalde delRealejo-Alto, por haberse dig-nado concedernos la luz quetanto deseábamos y que tan-tas molestias nos ha costadopara conseguiría. Aunque nose hayan colocado todas lasque hacen falta, quedamosagradecidos del señor alcalde.

En días pasados se efec-tuó en este Ayuntamiento unasesión para tratar del medio dedotar de agua a presión todoslos barrios de este pueblo.También se trató de edificarcasas escuelas en los barriosde La Longuera, Carrera yPalo Blanco, y graduadas enel Realejo-Alto y otra en laCruz Santa. Desearíamos queel nuevo plan se realizase.

Fiesta del árbol. Congran solemnidad y ostenta-ción se verificó el 23 del co-rriente la Fiesta del árbol eneste pueblo. Se leyeron tra-bajos de la señora telegrafis-ta, doña Emilia Mesa y de losseñores Plasencia y Mede-ros, haciendo uso de la pa-labra, con frases galanas yelocuentes, el concejal de este

Ayuntamiento, don Pedro Si-verio. Asistieron los niños delas escuelas nacionales, sien-do obsequiados, tanto éstoscomo los invitados que asis-tieron al acto. Le damos lacordial enhorabuena a los or-ganizadores de tan simpáticafiesta.

Curiosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasado

Pintura mural sobre la rendición de los Menceyes Guanches en Los Realejos. Ayuntamiento de La Laguna. Carlos Acosta (1764).

José María EstévezMaría José Perez

Sergio Montelongo(Los Realejos, cinco décadas)

Breve historia de Los RealejosA principios de 1496,

Tenerife se preparaba parala «Gran Batalla de Taoro».Las tropas castellanas ha-bían creado un pequeño«real» (campamento) en lamargen del naciente delBarranco de Godínez, yaunque aquella batalla nollegó a producirse, el cam-pamento se mantuvo dan-do lugar al «Realejo Viejoo de Arriba». Siguiendo lalínea de las aristas de losbarrancos se fueron con-formando las calles princi-pales del casco, tanto enlos bordes del cauce de ElTornero (El Sol y El Me-dio) como el camino queconducía las aguas de LaAzadilla hacia el RealejoBajo, en la orilla de Godí-nez. De esta manera, vasurgiendo un caserío que

tiene a la Iglesia del Após-tol Santiago y su plazacomo vértice y lugar dereunión.

Sin embargo, los lí-mites parroquiales se ex-tendían a mucho más terri-torio. Cercanas a la costaestaban las tierras de ladehesa comunal y las gran-des haciendas de Corva-lán (La Gorvorana) y Za-mora; el trazado del anti-guo Camino Real que con-ducía a Buenavista fue elorigen de pequeños case-ríos como La Montañeta,El Jardín o La Carrera; lafundación de la ermita deLa Santa Cruz originó unpopuloso núcleo muy cer-ca de «la raya» con LaOrotava; más tarde, con elpaso del tiempo, las tierrasde las medianías ganadas

al monte dieron lugar a nue-vos asentamientos comoPalo Blanco, La Ferruja oLas Llanadas.

Cuando se crearon losmunicipios modernos a prin-cipios del siglo XIX, lo hicie-ron respetando las demarca-ciones parroquiales, de modoque toda la jurisdicción deSantiago Apóstol daría lugara un solo municipio. Habíanacido «El Realejo de Arri-ba» o «Realejo Alto».

Breve historia deRealejo Bajo

Frente al campamentocastellano, los guanches ha-bían establecido su «real» enlos «Campos del Rey de Tao-ro». Fueron precisamente es-tas tierras –las más fértiles yricas en agua de la isla– las

que Alonso Fernández deLugo habría de apropiarsepara establecer su haciendatras la conquista, y que mástarde se conocería bajo elnombre de «Los Príncipes».Muy cerca de la casona, losdiferentes Adelantados fue-ron concediendo solarespara el establecimiento desus jornaleros. El callejeroresultante –intacto hasta laactualidad– se distribuía so-bre un lomo acotado por elantiguo convento francisca-no de Santa Lucía y la Igle-sia de la Concepción.

Los límites de esta pa-rroquia darían lugar al muni-cipio de «Realejo de Aba-jo» o «Realejo Bajo», unpueblo marcado por el sis-tema de la gran propiedad y«La Hacienda», que se re-producía desde la costa (en-

tre las que destacaban Cas-tro, Del Hoyo Solórzano,Grimón o El Cuchillo) hastatierra adentro, dando lugar ala aparición de caseríoscomo el de Tigaiga, y másallá del risco, «Icod de losTrigos» o «Icod el Alto».

El casco habría de ex-tenderse siguiendo la línea dedos centros religiosos: de unlado, la ermita y Calvario deSan Vicente; por otro, elasentamiento de la ordenagustina en los «Llanos deSan Sebastián», cambiandosu nombre por el de SanAgustín, y cuya jurisdiccióncompartida con el vecinoRealejo Alto constituiría unaspecto fundamental para la«Fusión de Los Realejos».

Curiosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasado

Solemne sobre todaponderación; con esa ma-jestad digna del culto a laMadre de Dios, ha resul-tado la peregrinación orga-nizada para rendir amor deentusiastas católicos, conmotivo del quincuagésimoaniversario de la definiciónde su Inmaculada Concep-ción, ante la imagen de Ma-ría que bajo la advocacióndel Carmelo se venera enel Realejo Bajo.

Yo, nacido y educadoen las doctrinas de Cristo,convencido y entusiasta enestas ideas ¿cómo podía,aunque bien claro vea miincapacidad para trazar unalínea, dejar de acceder algrandísimo honor que per-sonas dignas de mi mayorrespeto me proporcionaninstándome a que escribaalgunas palabras sobreesta manifestación entusias-ta, con que mi pueblo que-rido, el Puerto de la Cruz,demuestra la grandeza desu alma, postrándose rodi-

lla en tierra y con la miradaen lo infinito, ante la ima-gen del que todo lo hacreado?

No intento, ni muchomenos, hacer una descrip-ción de este gran aconteci-miento. Para el júbilo deaquel incalculable númerode fieles; para aquella ex-plosión de entusiasmo queel contacto de siete pue-blos produjo ante la Ma-dre de un Dios, no hay pa-labras con que poderladescribir, ni pincel con quepoderlas pintar. Son de és-tos acontecimientos majes-tuosos que inundan de gozointenso a todo corazóncristiano y le duermen en eldulcísimo éxtasis con que elinefable amor de Dios aca-ricia a sus criaturas.

En los momentos pre-sentes, en que la increduli-dad amenaza penetrar has-ta en el hogar de la familia,y aprovechándose de la in-cultura del pobre y del des-graciado pretende arran-

carle de su corazón los sen-timientos más nobles de lacriatura humana como sonel deber, el amor y la cari-dad; en estas circunstanciasque nos rodean, en que laimpiedad ruge potente yamenazadora queriendoarrollarlo todo, hasta losmismos cimientos en quedescansa el Estado y laSociedad; en los actualestiempos en que, como dijoTorcal en un notabilísimodiscurso «el miedo a que seles llame clericales a la ju-ventud les hace avergonzar-se de decirse Católicos; eltemor de que sobre elloscaiga el mote de neos losalejará del templo y del sa-cerdote; el afán de apare-cer progresistas los llevaráa apedrear conventos y pe-regrinaciones, era menesteruna manifestación entusias-ta, grandiosa, como la ce-lebrada. Y este Puerto que,no en vano se llama del San-to Madero desde donde elSalvador derramó los rau-

dales inextinguibles de suCaridad y amor infinitos,que conserva latente el es-píritu religioso que le lega-ron sus abuelos no debía,no podía permanecer indi-ferente al júbilo con quetodos los católicos del mun-do celebran en la actuali-dad el Misterio de la Con-cepción Inmaculada.

Aquí hay un Párrocoque llena cumplidamente sudifícil misión. Y un puebloque siente el santo temor deDios, no podía dejar pasaresta oportuna ocasión, sinque el fuego del espíritu re-ligioso que anida en su co-razón, encendido por elamor a María y avivadopor la arrebatadora elo-cuencia del dignísimo ynunca bien ponderado D.Benigno Mascareño, setransformase en explosiónde entusiasmo, de gratitudy de amor.

En el trozo de carre-tera desde donde parte elCamino de «Las Dehesas»,

se separaron de la Comiti-va las personas ancianas eimpedidas que no podíanrecorrer todo el trayectoandando, para reunirse enPiris conforme lo había in-dicado el Párroco.

Al llegar a este sitio elespectáculo es imponente.Es el lugar de donde de-bían partir todos los delPuerto; y aun antes de lle-gar los fieles que con el se-ñor Mascareño y Herman-dades subieron por la Gor-borana, el larguísimo y pre-cioso trayecto de aquellacarretera se hallaba total-mente ocupado; y en me-dio del regocijo más gran-de; en medio del júbilo másextraordinario, con el co-razón inundado de gozo ylos sentidos embriagadospor la magnificencia del es-pectáculo, partíamos todosen compacta masa, unidos,tan fuertemente unidoscomo la inteligencia que

Siete pueblos ante la Madre de Dios, la

peregrinación al Santuario del Carmen de 1904

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Curiosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasado

nos guiaba y el corazón quenos movía, a arrodillarnosante la Virgen del Carmen.

Nuestro Párroco se-paróse por un momento y sesituó en sitio a propósito paracontemplar nuestra marcha,y allí le vimos todos conmo-vido, con las lágrimas rodan-do por sus mejillas. ¡Es quegrandes y pequeños, ricos ypobres, sabios e ignorantes,verdadera democracia cris-tiana; es que el Puerto de laCruz en masa pasaba antesu vista y que impulsado porla fe de Cristo y obedecien-do al mandato de su elo-cuente palabra, marchaba adar público testimonio de susconvicciones religiosas y arendir tributo de su amor. Alllegar a San Agustín nos es-peraba el clero de RealejoBajo con cruz alzada, coin-cidiendo nuestra entrada conla de los peregrinos de SanJuan de la Orotava.

Entre los acordes dedos bandas de música y lasexpansiones del entusiasmode la multitud marchamosprocesionalmente con laimagen del Carmen que yanos esperaba, todos los pe-regrinos de ambos Realejos,Villa de Arriba y Puerto jun-tos con los de Santa Úrsulay Rambla. Todo el trayectoque habíamos de recorrerse hallaba totalmente ocu-pado así como la Iglesiadonde iba a efectuarse lamisa. A las once y media dioprincipio ésta, oficiando elarcipreste Sr. Barreda y deDiácono y Subdiácono lospárrocos de Ia Rambla yRealejo Bajo; y después decantarse el Santo Evange-lio, ocupó la sagrada cáte-dra el sabio sacerdote Sr.Celorrio, que con palabrafácil y elocuentísima expli-có la feliz definición de PíoIX y el júbilo de tal aconte-cimiento, cantado por losprofetas de la Antigüedad ypor el que han suspiradoconstantemente las genera-ciones de 19 siglos ha pro-ducido en el mundo católi-co. Su oración que estuvo

a la altura de las circunstan-cias fue una obra magistral-mente desarrollada.

Los peregrinos de laConcepción de la Villa contres lujosísimos estandartesllegaron, presididos por suvirtuoso Párroco D. ManuelMartínez, cuando el oradorestaba a la mitad de su ser-món. Ya después de las tresde la tarde, parte de la Pa-rroquia del Rosario la pro-cesión con todas las Cofra-días y Hermandades, presi-

dida por el señor Mascare-ño. El entusiasmo extraor-dinario de este acto; el rui-do ensordecedor de la in-mensa multitud que cons-tantemente prorrumpía enaclamaciones a la Reina delos Cielos, es indescriptible.

La imagen de N. S.del Carmen llegó por fin aSan Agustín y antes de sercolocada en su Santuario,fue expuesta a los fielesbajo un rico dosel, frente auno de los ángulos de aquel

ex-convento.La muchedumbre

ocupaba la Plaza de SanAgustín y todos aquelloscontornos, ofreciendo conel declive del terreno, cuyapendiente parte de lasplantas del trono de la Vir-gen, un espectáculo gran-dioso que no pude admi-rar, por no haberme sidoposible acercarme a mejorsitio. Por esta misma razónno llegaron a mis oídos laspalabras que un joven Pa-

dre del C. de María dirigióen aquel momento a todos,y que tanto he oído elogiar.Solo llegó a la gran distan-cia a que me encontraba elruido ensordecedor conqueaquellos incontables milesde almas respondían dan-do vivas y aclamando a lamadre de Dios, digno re-mate de un acto tan gran-dioso.

(viene de la página anterior)

Los peregrinos del Puerto de la Cruz a la altura del bosquito de La Gorborana.

Andrés de Arr oyo 15 de Noviembre de 1904.

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La vida de don Anto-nio Isidoro Hernández Re-galado está llena de expe-riencias que se pierden enla inmensidad de sus diá-fanos recuerdos de niñoparalítico en las calles ale-dañas a la Iglesia de laConcepción del RealejoBajo.

Nació de la unión en-tre Antonio y Petra, un cua-tro de abril de 1927, en lacasa sita en la calle Gene-ral Mola y desde muy tem-prana edad se quedó sinpoder andar hasta que consiete años las manos deplata de don Pepe Estradales dieron vida de nuevo asus piernas tras cuatro in-tentos.

La primera toma decontacto directa con la mú-sica se produjo prematura-mente con la OrquestaCopo de Nieve con quieniba a tocar al circo Toti yel de Segura cuando veníancon sus payasos al Lomode la Cascabela. De ahí co-menzó su dilatada trayec-toria como batería de in-numerables grupos y or-questas como la Columbia,acompañando a los recor-dados Miguel Salustiano(tenor) , Chano y AgustínGonzález Toste (mi bemol

y bajo), así como ManoloPollo Blanco (trombón),Florentino Bencomo García(trompeta) y también Car-men Pérez Siverio que to-caba el piano.

Pero un buen día defebrero de 1949 RupertoDíaz Hernández lo embullópara que fuera a la Iglesiade Santiago Apóstol delRealejo Alto donde tras unalarga charla con Nicolás elsacristán accedieron a fun-dar una orquesta que lleva-ría el nombre del Realejo yde Tenerife a muchas par-tes: la Orquesta Casablan-ca.

Los primeros inte-grantes de esta legendariaagrupación musical fueronUrbano García López a latrompeta, Lorenzo LópezMarrero al saxofón tenor,Ruperto Díaz Hernández alsaxofón mi bemol, Domin-go Morales Toste (Chicho)al trombón de vara y PilarSuárez Febles al piano.

Posteriormente se fue-ron yendo unos músicos yviniendo otros, como JaimeGarcía Segovia y DiegoGonzález, ambos de Buena-vista, la sensacional voz deBermúdez y de ArístidesGalán Pérez, que en esaépoca era un chiquillo con

pantalón corto todavía. Elmaestro Manuel Plasencia,Andrés Siverio Pérez(Sito) desde Arafo dos ex-celentes trompetistas, loshermanos Eneldo Díaz Fa-riña y Secundino Díaz Fa-riña( Nino).

Estuvieron en infini-dad de lugares tanto dentrocomo fuera del pueblo; enlos descansos de las vela-das de Minita, en las fies-tas de los barrios, en elTeatro Viera y Clavijo, enel Atlante de La Orotava,en el Restaurante Escan-dinavia y en el RanchoGrande, en los bailes deBlanco y Negro del To-pham en el Puerto de laCruz, en el Círculo deAmistad XII de Enero, enel Real Club Náutico, en elFrontón, en el Baudet deSanta Cruz y en tantos si-tios que citarlos llevaríamucho tiempo y espacio enpapel ( que no tenemos).

Ya por ese entoncescobraban la nada despre-ciable cifra de treinta y dosmil pesetas…..“¿pero es-tos magos del Norte cómose las ingeniarán paracobrar tanto dinero?”

El primer chófer quetuvo la orquesta Casablan-ca fue Dámaso Febles Tos-

nes y en La Palma, en lasfiestas de Garafía, arries-garon sus vidas bajando ysubiendo los barrancos ycruzando en una guaguadescapotable los puentesde tea de la época.

Los primeros atrilesfueron realizados en formade lira por Manolo Fuen-tes Bencomo y de ahí enadelante los coordinóPepe García Segovia.Contaban con un solo mi-crófono, que aunque hoysea ridículo, en esa épocaera lo único que se podíatener.

Un día de la fiesta delPuerto de la Cruz, con laseguridad que siempremantenía, se acercó alcamerino de Antonio Ma-chín y le pidió con vehe-mencia y mucha educaciónsi le podía regalar un puña-do de canciones. Al finalsus ruegos fueron atendidosy más tarde ya cantaban enLa Orotava “Dos Garde-nias” , “Madrecita”, o“Adiós”, conocidas cancio-nes que Machín interpretóen las fiestas de NuestraSeñora de los Afligidos al sertraído por Manuel Hernán-dez, el Cabeza.

te, con ese coche francésdescapotable que teníacomo curiosidad dos mo-tores, uno delante y el otrodetrás. Y en las giras quese daban alrededor de laisla llegaban hasta San Mi-guel, Arafo y otros pueblosdel sur donde al carecer deuna banda de música, lle-gaban a un acuerdo paraademás del asalto tam-bién actuar como una ban-da de música.

Al llegar a esos sitioslos niños se arremolinabanen torno a los miembros dela citada orquesta espe-rando quizás algún tipo deregalo o gesto ante su in-sistencia, conformándosecon acompañar a don An-tonio tocando la caja du-rante toda la procesión.

En una ocasión la or-questa estaba algo apaga-da después de varios díasde tocatas cuando de re-pente se levantó don An-tonio, se fue a buscar unparaguas viejo y con unasola mano en la batería in-terpretaron el conocidotema “Parece que va a llo-ver”; el teatro parecía quese iba a caer de tantosaplausos.

Estuvieron en La Go-mera inaugurando dos ci-

Antonio «El Pariente» y la Orquesta Casablanca

Isidro Pérez Brito

Esta legendaria orquesta fue fundada en 1949

Curiosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoCuriosidades del pasadoEntre los muchos y feos

vicios de que yo adolezco fi-gura en término muy princi-pal (aunque después del deborrajear cuartillas y decirlespiropos a las chicas guapas)el de acudir puntualmente atodas las fiestas, romerías yjolgorios donde se proporcio-ne al espíritu honesto y pro-vechoso solaz. Consecuentecon tan punible costumbreencamineme el 5 del actual alos Realejos, en cuyo pueblose celebraba con gran solem-nidad la fiesta dedicada a laVirgen del Rosario o de losRosarios, extremo este últimoacerca del cual existen la-mentables divergencias entrelos autores que se han ocu-pado del asunto.

Todas estas fiestas cí-vico-religiosas con que nues-tros pueblos obsequian a susrespectivos patronos o a lossantos de su particular devo-ción, tienen el mismo carác-ter, los mismos accidentes,idénticos detalles: sermónmas o menos elocuente: pro-cesión más o menos lucida:cohetes que estallan casisiempre en los aires y a ve-ces en la nariz de algún des-cuidado devoto: función piro-técnica con el indispensableduelo del castillo y del bar-co, y en la que todo se redu-ce a chispas, colores, humo yruido, a semejanza de algu-nos oradores que yo conoz-co. Y sobreponiéndose a todoesto, dominando hasta la mis-ma palabra del predicadorque se esfuerza en pintar loshorrores del infierno, la vozestentórea de los hijos delpueblo que entonan la mala-gueña o la isa al alegre conde la guitarra. Reúna el lec-tor los rasgos que dejo traza-dos, distribuya aquí y aculláunos cuantos endebles ven-torrillos, perfúmelo todo conel olor de la carne de cerdofrita, y el cuadro que resulteserá, ni más ni menos, el deuna fiesta de campo en Te-nerife.

Pero no era mi ánimoocuparme de tales nimieda-des. Algo más serio, másmemorable, mueve mi pluma,obligándola a ocuparse de unacontecimiento digno, no yade mi pedestre y bisoño esti-lo, sino de la mismísima ga-llarda péñola de Fenauflor ode Asmodeo.

Porque se trata de unbaile; pero de un baile en elque no faltaba más que el fracno exigido por la modestia denuestros amables anfitrio-nes—para que éste que voya reseñar llenara todas lascondiciones apetecibles en di-cha clase de reuniones.

En otra ocasión tuve elgusto de ocuparme de la in-usitada animación que en losRealejos ha reinado duranteel ya extinguido periodo ve-raniego. Entonces intenté daridea de una de las brillantesreuniones que en aquel pue-blo se han efectuado y quehan venido sucediéndose has-ta que, por lo avanzado de laestación, se acordó poner tér-mino a tan agradable tempo-rada aprovechando la festivi-dad del Rosario.

Se trataba, pues, de po-ner la cúpula al edificio, dedecir la última palabra, de co-ronar dignamente aquella se-rie de veladas que harán épo-ca en los fastos del Realejo.Tan ardua tarea fue gustosa-mente emprendida por losSres. y Srta. Melo y Novo.

Quien personalmenteconozca a los Sres. Melo pue-de evitarse el enojoso trabajode seguir leyendo estos malhilvanados renglones, puesdel fino trato, de la amabili-dad inagotable y de la corte-sana solicitud de dichos Sres.

corregirá seguramente el dis-creto lector la generosa y es-pléndida acogida de que fui-mos objeto todos cuantos tu-vimos la dicha de asistir a tanlucida soirée.

Pero dejémonos, queya es tiempo, de baldías di-gresiones; abandonemos laplaza de la Iglesia con suspintados farolillos de papel,a menudo consumidos porlas llamas; demos un adiós alagonizante bullicio y penetre-mos en el teatro de la verda-dera fiesta.

El piano, magistralmen-te tocado por el Sr. Melo (D.Fulgencio)—que es un ver-dadero profesor—llenaba elaire con los alegres e incitan-tes compases de un vals. Enmitad de la sala se destacabael grupo más encantador quesoñar pudiera la acaloradafantasía de un poeta o de unartista. Era la representacióngenuina de la belleza, de ladonosura y de la gracia allíevocada como en virtud demágico conjuro, para eviden-ciar que en el Valle de Orota-va se equiparan la belleza delas flores y la hermosura delas mujeres. En aquella radio-sa constelación brillaba comoestrella de primera magnitud,la bella y simpática JacobaMelo que con exquisita ama-bilidad hacía los honores dela casa. Yo consignaría aquí

con mucho gusto los nom-bres de las demás señoritassi no temiera incurrir en en-fadosas repeticiones, por ha-ber hecho en otra ocasiónalgo semejante, y no recela-ra además de las tenaces re-beldías de mi memoria. Diré,sin embargo, que había allíAmparos que se negaroncruelmente a ampararme:Claras que oscurecían al másbrillador de los luceros: Ma-rinas que dejaban muy atrása la protagonista de la zar-zuela de aquel nombre: Pila-res que sostenían un cielo deilusiones: Rosas, sin espinas:y Pepas y Antonias, y otrasmuchas cuyos nombres sien-to en el alma no recordar,pues sería para mi satisfac-ción grande el estamparlostodos y cada uno en primertérmino, como débil home-naje tributado al mérito y ala belleza.

Desde que con el pri-mer rigodón se lanzó aque-lla brillante juventud en lallamativa vorágine del baile,el regocijo marchó en pro-gresión creciente, traslucién-dose en los risueños rostros,en las chispeantes frases, enla atmósfera tibiamente per-fumada que nos envolvía yen aquella cordial animación,sostenida y fomentada por laamable y nunca bien ponde-rada solicitud de los dueños

de la casa.Desde las primeras ho-

ras de la noche empezaron acircular profusamente exqui-sitos helados, dulces y vinosgenerosos, servidos pornuestros atentos anfitrionesque no se daban un momen-to de descanso. A la una co-menzaron a desfilar hacia elcomedor las Sras., luego lasSrtas. y por último el sexoinjuriado con el epíteto defeo. Cuanto pudiera yo de-cir de la esplendidez de lamesa y de las infinitas aten-ciones de que fuimos obje-to, resultaría bosquejo inco-loro y muy distante de la rea-lidad. Aquello resultaba in-congruente con los fuegos ar-tificiales y con los ventorri-llos que habíamos visto enla plaza. Yo me creí en algu-nos momentos trasladado ala Capital, a uno de los bai-les del Lunes de carnaval enel Casino de Santa Cruz. Losprimeros disparos del cham-pagne señalaron el punto cul-minante de la animación, quese desbordaba y hervía en loscorazones como el espumo-so vino en el estrecho recep-táculo que lo aprisionaba. Sepronunciaron brindis entu-siastas, convergiendo todosa encomiar la esplendidez dela fiesta y la amabilidad ybuen gusto de sus organiza-dores.

Si me propusiera darforma y colorido a los múlti-ples recuerdos e impresionesque conservo de noche tanbrillante me haría intermina-ble y difuso. Únicamenteañadiré que a las seis de lamañana se bailaba el últimorigodón y que con íntimodesconsuelo abandonamosaquellos sitios, llevando en elcorazón recuerdos imborra-bles, y reiterando a los Sres.Melo la expresión de nuestroreconocimiento; sincera ma-nifestación de gratitud que yome permito repetir desde estesitio, suplicando al propiotiempo a mis respetables ami-gos me perdonen si he lasti-mado mi excesiva modestia alrendirles este tributo de justi-cia, haciéndome intérprete delos sentimientos de todoscuantos asistieron a tan inol-vidable fiesta.

Fiesta por todo lo alto en casa de

los Melo en Realejo Bajo (1890)

Pío Senas«El Valle de la Orotava»

Casco de Realejo Bajo donde tenía su casa los Melo.

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La Rambla es unahermosa villa o quinta si-tuada al Sur del pueblodonde Alonso de Lugoconsiguió su victoria final.Al llegar a la aldea de LaRambla fuimos recibidospor el propietario al que elautor llama «Don Castro».Estaba vestido en el autén-tico estilo español, embo-zado en una capa, provo-cando en el espectador unligero estremecimiento. !Pobre Hombre ¡ Teníacierta disculpa , ya que ha-bía cogido la gripe. Nues-tro amigo se acercó a élcomo si tuviera la peste.Estaba asombrado de quenosotros no la hubiéramoscogido, como no conside-rábamos una epidemia unresfriado normal, no nospareció algo horrible. DonCastro, que parecía estaren excelentes relacionescon sus criados -justo enlos términos en que un amodebe estar-, cedió su pues-to al jardinero y le dijo quenos enseñara los alrededo-res. La casa es una quintasólida y desde ella se venlos magníficos promonto-rios que sobresalen en elmar entre el Sauzal, en elotro lado del Valle de LaOrotava, y donde nosotrosestábamos. Los jardinesconstituyen el principal mo-tivo de atracción y a juiciodel viejo jardinero la cosamás interesante en ellos erauna cascada artificial, nosabiendo que nosotros ve-níamos de la tierra de lascascadas artificiales y queel «jardín anglais» es el siniqua non de las más ambi-ciosas ciudades continenta-les.

Después de contem-plar el tiempo suficiente unadelgada corriente de agua,que después de grandes ymisteriosos esfuerzos cayó

gota a gota sobre una roca,como las lágrimas de uncocodrilo, fuimos a un bos-quecillo de palmeras queverdaderamente nos re-compensó de nuestro pa-seo a caballo; además de

estos magníficos árboles,cuyas plumosas cabezas seencontraban sobre noso-tros, los lechos de geraniosa ambos lados del paseoeran los más bellos que ha-bía visto en Tenerife.

Aquí florecen lasplantas que no crecen en elSuroeste de la isla a causade la sequedad del aire, asíque el clima es evidente-mente mucho más húmedoque en la zona de Santa

«Don Castro» y el Reverendo Thomas Dubary

Cruz. antes de que nosmarcháramos, Don Castronos presentó a su esposa,que, a parte de una horri-ble costumbre de escupir,era una persona muy inte-resante.

Don Castro nos presentó a su esposa, que, a parte de una horrible

costumbre de escupir, era una persona muy interesante

La casa es una quinta sólida y desde ella se ven los magníficos promontorios que sobresalen en el mar entre el Sauzal, en el otrolado del Valle de La Orotava