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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA FACULTAD DE HUMANIDADES Y COMUNICACIÓN Departamento de Ciencias Sociales, Ética y Ciencias Religiosas Carrera en Humanidades y Filosofía Informe acerca de la exposición sobre Giordano Bruno (1548-1600) y Tomás de Campanella (1568-1639) Autor: Br. Durán Romero Juan Francisco Carnet: 2011950001 Asignatura: Filosofía Moderna Profesor: Arnín Cortez Managua, 4 de junio de 2012

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Page 1: Bruno y Campanella

UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y COMUNICACIÓN

Departamento de Ciencias Sociales, Ética y Ciencias Religiosas

Carrera en Humanidades y Filosofía

Informe acerca de la exposición sobre Giordano Bruno (1548-1600) y

Tomás de Campanella (1568-1639)

Autor: Br. Durán Romero Juan Francisco

Carnet: 2011950001

Asignatura: Filosofía Moderna

Profesor: Arnín Cortez

Managua, 4 de junio de 2012

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Informe acerca de la exposición sobre Giordano Bruno (1548-1600) y Tomás de Campanella (1568-1639)

Introducción

El presente informe pretende resumir la intervención de su autor en el aula de clases acerca del tema propuesto, que es el sistema filosófico de los pensadores renacentistas Giordano Bruno y Tomás de Campanella. Se debe tener en cuenta, como una situación histórica de estos autores (sus vidas lo representan de manera muy contundente), el llamado “giro antropológico” que la filosofía moderna detenta en sus albores. Si atendemos a que los descubrimientos científicos de la época causaron el cambio de paradigmas en cuanto a la concepción del mundo, no es difícil para nosotros imaginarnos la causa del conflicto que los dos autores sostuvieron con las autoridades ideológicas de la época.

Ambos autores fueron dominicos, es decir, formaron parte de la Orden de Predicadores, y, por lo tanto, se formaron en la escuela aristotélico-tomista (la cual dominó toda la mentalidad medieval); se comprende que la ruptura con el sistema predominante haya sido la causa de sus sendas polémicas con la Inquisición (como veremos, Bruno fue finalmente quemado como hereje impenitente y Campanella sufrió la cárcel durante gran parte de su vida).

Estos dos pensadores han de ser considerados como la antesala –junto a Nicolás de Cusa, Erasmo de Rotherdam y otros pensadores- de lo que será la filosofía moderna en cuanto tal, constituyéndose en el gozne del paso del Medioevo a la Modernidad.

Giordano Bruno, el Nolano.

Tomás de Campanella, Doctor

indomable

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1. Giordano Bruno (1548-1600)

1. 1. Datos biográficos

Acerca de los datos biográficos de Giordano Bruno, la mayoría de autores coinciden en situar su nacimiento en 1548, en la ciudad de Nola, muy cerca de Nápoles. Nació en el seno de una familia modesta y su nombre de Pila fue Filippo Bruno, que luego cambiaría por Giordano, por el cual es más universalmente conocido. Se traslada a Nápoles para “aprender Humanidades y dialéctica, en un momento de repliegue y contracción cultural” (Granada, 1984: 13). Se familiariza con el ambiguo movimiento platónico del Renacimiento, mientras se va gestando su rechazo del “humanismo puramente filológico y retórico” (íbidem).

En 1565 entra como novicio en el convento dominicano de esta ciudad (decisión sorprendente si tomamos en cuenta que sus primeras dudas dogmáticas datan de esta época). Es ordenado como presbítero el año de 1572, y los conflictos con la autoridad eclesiástica vinieron casi inmediatamente, pues una defensa de la posición de Arrio1 le acarreó el primero de sus procesos inquisitoriales, donde además se descubrió que leía obras de Erasmo. Bruno decidió escapar (cf. Granada, 1984: 14).

En esta etapa de su vida se inicia una gran aventura en que Giordano visita una gran cantidad de países mientras desarrolla su sistema filosófico. Se refugió en Ginebra, pero los calvinistas también lo procesaron. Como nos ilustra Menocal (2006), “[v]uelve a marchar y en 1581 se le encontrará en París en la corte de Enrique III de Francia. En 1583 se traslada a Inglaterra pero sus ideas copernicanas vuelven a chocar con los religiosos” (p. 24).

1 Bruno aseguraba que la tesis de Arrio había sido malinterpretada históricamente.

“El Nolano añadió que hay inumerables tontos, insensatos, estúpidos e ignorantísimos que en eso no son solamente seguidores de Aristóteles o Tolomeo, sino lastre de sí mismos, incapaces de comprender lo que quiere decir el Nolano, con quien no está ni puede estar conforme el gran número, sino tan solo hombres divinos y sapientísimos como Pitágoras, Platón y otros” (Bruno, G. La cena del miércoles de ceniza, G-A 137).

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Finalmente, Giordano toma la nefasta decisión de volver a Italia, donde es traicionado por uno de sus amigos, “Giovanni Mocénigo2, noble veneciano que lo acoge en la ciudad, intrigado por esas nuevas ideas que pregona. Asustado, lo denuncia a la Inquisición y, tras ocho años en prisión, el Papa Clemente VIII lo condena por contumaz a la hoguera, ejecución que se produce en el Campo di Fiori de Roma el 17 de febrero de 1600” (Menocal, 2006: 24-25). 1.2. El sistema filosófico de Giordano Bruno Como nos demuestra el epígrafe situado al inicio de este apartado, Giordano Bruno se sentía más vinculado con la tradición platónica que con la aristotélica, sobre todo en lo que respecta a su cosmovisión. Giordano está seguro de la infinitud del Universo y de su homogeneidad, y esta postura es opuesta a la visión jerarquizada del cosmos aristotélico. Sin embargo, la máxima de sus influencias fue Nicolás de Cusa (“el Cusano”, como le gustaba llamarlo Giordano):

En efecto, Nicolás de Cusa (1401-1464), en su obra “La Docta Ignorancia” (1440), a semejanza de Bruno, afirmó que el Universo no era finito. Sin embargo, hay una diferencia capital: a pesar de que ambos niegan la finitud del mundo, el primero afirma que el Universo es infinito, mientras que el segundo afirma que el Universo es indefinido (interminatum) aludiendo a inacabado (Chateau, 2010).

Esta intuición adelantadísima sigue, además, la línea copernicana, sin dejar de insistir en mayores puntos de vista. Giordano se remonta, incluso, a las consecuencias teológicas del cambio de paradigmas, lo que le conduce, por supuesto, a la hoguera. Cercano a una posición naturalista, toma distancia de la concepción del hombre como criatura indigente, necesitada de redención. “En realidad, todos los hombres se salvan, porque nada perece [L]. Siendo el individuo una apariencia efímera de la única sustancia universal [L], lo que se produce en el fondo es una idéntica devoración o asunción por la unidad”, nos dice Granada (1984: 36), interpretando la visión bruniana de la naturaleza humana. En cuanto a su teoría del conocimiento, Bruno se muestra pesimista en cuanto a la vía intuitivo-contemplativa y se inclina más bien por un volcarse hacia la sensibilidad y hacia la razón, “abiertos con la llave de una diligentísima investigación aquellos claustros de la verdad que nosotros podemos abrir, desnudada la velada y cubierta naturaleza” (Bruno, 1984: 76). Aunque la crítica al aristotelismo no era algo nuevo, Bruno la lleva a terrenos insospechados, salvando siempre el carácter sistémico que tiene cualquier tipo de movimiento de algún cuerpo en el uni-verso. El ser es, pues, homogéneo pero, al mismo tiempo, plural: este “espacio homogéneo constituye la trama del cosmos” (Védrine, 1976: 58). 2 “Espíritu limitado” lo llama Védrine (1976: 57).

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Girodano Bruno bien podría haber muerto por una sola de estas afirmaciones –quizá también por su falta absoluta de humildad-, pero su aplicación filosófica en el ámbito teológico aseguró su condena. En efecto, al equipar a Dios la naturaleza se enrumbará en un sendero inmanentista que más adelante continuará Spinoza. “[L]a noción de creación desparece del sistema: Deus naturaque” (íbidem: 59). Este naturalismo lo conduce, por supuesto, a la propuesta de una ética vitalista que le caracterizó durante toda su vida. En los procesos inquisitoriales sus detractores le acusan, entre otras muchas cosas –calumnias las más de las veces, pero no en este caso- de defender el amor libre y hablar en contra del matrimonio. El gesto de un Giordano que escupe el crucifijo antes de ser ejecutado es la más elocuente de las múltiples interpretaciones que se han dado del célebre hereje impenitente. Bruno se ha convertido en el epítome del mártir de la ciencia frente al oscurantismo. Aunque la Iglesia pidió perdón por su ejecución en el Jubileo del año 2000 los cardenales se apresuraron a aclarar que eso no significaba su rehabilitación. 2. Tomás de Campanella (1568-1639)

2.1. Datos biográficos La ciudad que vio nacer al utopista Tomás de Campanella fue Stilo, Calabria (cf. Menocal, 2006: 28), y el año: 1568. Su nombre de pila fue Giovani Domenico, el cual fue cambiado al ingresar a la Orden dominicana (1573) por el de Tomás. La suya –lo sabemos por su propio testimonio- no fue una verdadera vocación religiosa, pues ingresó a la Orden “más por satisfacer su sed de conocimiento” (ídem) que por motivos sobrenaturales. Ya desde sus años formativos, mostró gran interés en la filosofía humanista; leyó a un autor llamado Telesio (un autor antiaristotélico); además, durante esta época mostró gran interés por la magia, lo cual le llevó a sufrir varios procesos. Como señala Menocal, “[s]us escritos acusan, en forma particularmente aguda, una modalidad

“El jefe supremo es un sacerdote, al

que en su idioma designan con el

nombre de Hob; en el nuestro, le

llamaríamos Metafísico. Se halla al

frente de todas las cosas temporales

y espirituales. Y en todos los asuntos

y causas su decisión es inapelable”

(Campanella, T. La Ciudad del Sol).

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común a tantos pensadores renacentistas: la extraña combinación de ideas racionalistas y científicas con una fe supersticiosa en los fenómenos sobrenaturales” (2006: 28). El proceso que lo levó a pasar tanto tiempo (27 años) en la cárcel inició en 1591. Fue encerrado y torturado en un convento de Calabria. Durante su reclusión tramó una revuelta en contra de los españoles, pero fue descubierto y condenado a cadena perpetua:

Liberado de la cárcel en 1629, gozó del favor del Papa Urbano VIII, quien lo tomó como consultor en asuntos de astrología y política. Reclamado de nuevo por los españoles por suponer que formaba parte de una nueva conspiración en Nápoles, se vio obligado a huir a Francia en 1634. Allí fue bien acogido por el rey Luis XIII y respetado tanto por los intelectuales como por los nobles. En Francia publicó la Filosofía epilogística, Cuestiones y Sobre la predestinación. Muerto en el convento de San Honorato [en 1639], sus cenizas fueron dispersadas durante las turbulencias de la Revolución (Anónimo: 2012).

2.2. El sistema filosófico de Tomás de Campanella Fue durante su largo cautiverio en la cárcel que escribe su obra más famosa: La Ciudad del sol (1602). A partir del estudio de sus escritos, podemos afirmar que, principalmente, Campanella es un filósofo social, un utopista a la manera de Tomás Moro o Marx. Sin embargo, podemos entrever en su sistema algunas posiciones metodológicas:

Para Campanella la filosofía es un conocimiento de las ideas divinas, leídas con la luz natural en el libro de la naturaleza. Comienza su Metafísica proponiéndose el estudio del saber, del ser y del actuar. El agnosticismo queda refutado, siguiendo el razonamiento de San Agustín, con la afirmación de la autoconciencia, en la que el propio ser se manifiesta con una evidencia irrefutable. Ésta es una sapientia innata, a la cual se añade, mediante la experiencia, una sapientia addita. La filosofía tiene, pues, la misión de despertar el primitivo conocimiento de sí, demostrando que ni siquiera el sentir sería posible sin un previo sentir de sentir. "Sentire est scire", concluirá. Tal argumento parece anticipar de alguna forma el cogito ergo sum de Descartes (Anónimo, 2012).

Como señala Menocal (2006: 30) el pensamiento de Campanella fue influido notablemente por las obras de Telesio, sobre todo en la comprensión de la naturaleza, aunque su “teoría del conocimiento afirma que todo conocimiento deriva de la sensibilidad y a ella se reduce”. Se ha estudiado mucho sobre la influencia filosófica de Campanella en su Ciudad del Sol. Como buen platónico, su inspiración principal era, por supuesto, La República. Dado que la ciudad del sol es una construcción ideal en la cual la Iglesia católica es el

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referente principal, no es de extrañar que sus principales fuentes sean los Padres de la Iglesia (San Agustín, San Ambrosio y Santo Tomás de Aquino). Pero también se ha estudiado la relación entre esta obra y la labor misionera de los jesuitas en la América del Sur, al tratar de establecer los sistemas políticos ideales en América. Velázquez afirma que

Tanto la utopía campanelliana como el proyecto misionero de los jesuitas se ajustan a todos estos referentes históricos en general. Pero guardan a su vez una especificidad que los caracteriza y autonomiza: la de ser el producto de un conjunto de condiciones políticas, sociales, religiosas y culturales que configuraron las ideas estético-religiosas y políticas de la edad barroca. Lo importante aquí radica en el hecho de que tanto La ciudad del Sol como la experiencia jesuita en el Guaraní sirven como un paradigma de gran representatividad para determinar cuáles eran los conflictos más dramáticos por los que atravesaba la conciencia europea de aquel entonces; en particular de su desgarramiento espiritual y religioso motivado fundamentalmente por la crisis del cristianismo que propició a su vez dos grandes movimientos político-religiosos y de grandes proporciones culturales: la Reforma y la Contrarreforma. Dos grandes referentes históricos por medio de los cuales podemos estudiar los instrumentos teóricos y prácticos que se empleaban para afrontar tales conflictos (s.f., 158-159).

Conclusión Los autores estudiados, ambos dominicos, representan de manera especial el momento álgido de la crisis filosófica medieval y el nacimiento de nuevos paradigmas de pensamiento. Tanto Giordano Bruno como Tomás de Campanella representan la “correspondencia entre el hombre y el mundo: microcosmos y macrocosmos” (Menocal, 2006: 44) propio de la época renacentista, tanto desde sus especulaciones astronómicas (Bruno) como políticas (Campanella).

Lista de referencias ANÓNIMO (2012). Tommaso Campanella. Recuperado de

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/campanella.htm el 29 de mayo de 2012.

BRUNO, G. (1984). La cena de las cenizas. Madrid: Editora Nacional. CAMPANELLA, T. (2006). La ciudad del sol (edición digital). Recuperada de http://alberkrip.files.wordpress.com/2011/08/campanella-tommaso-la-ciudad-del-sol.pdf

el 12 de mayo de 2012.

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CHATEAU, P. (s.f.). Del Universo indefinido de Nicolás de Cusa al Universo infinito de Giordano Bruno en su obra “Sobre el infinito universo y los mundos”. Recuperado de http://www.iufh.cl/?s=Giordano+Bruno&x=0&y=0 el día 29 de mayo de 2012.

GRANADA, M. (1984). Introducción. En Giordano Bruno: La cena de las cenizas (pp 9-

47). Madrid: editora Nacional. VÉDRINE, H. (1976). La nueva imagen del mundo: de Nicolás de Cusa a Giordano

Bruno. En Historia de la Filosofía (t. II, pp. 38-62). Madrid: Espasa Calpe, S.A. VELÁZQUEZ, J. (s.f.). Tomás Campanella: Estado ideal y nuevo mundo. Revista

Iztapalapa (27). Recuperado de http://148.206.53.230/revistasuam/iztapalapa/include/getdoc.php?id=1372&article=1406&mode=pdf el 29 de mayo de 2012.