brevísima historia de la reforma en andalucía

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1. 31 DE OCTUBRE DÍA DE LA REFORMA PROTESTANTE

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Con motivo de la Conferencia. La Religión Evangélica

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1. 31 DE OCTUBRE DÍA DE LA REFORMA

PROTESTANTE

BREVE HISTORIA DE LA REFORMA EN ANDALUCIA.El núcleo protestante sevillano del siglo XVI fue el más prometedor de la península por

el número de sus adeptos, por su calidad humana -destacan figuras como Rodrigo de Valer. el Dr. Egidio y el Dr. Constantino. Pérez de Pineda. el Doctor Ponce de León,Losada, Fernando de San Juan, el Dr. González y los monjes del monasterio de San Isidoro del Campo (Reina, Corro, Valera y otros)- y por la solidez del testimonio de la mayoría de ellos. En el convento de San Isidoro de Sevilla (Santiponce, Sevilla) se desarrolló uno de los primeros focos de Reforma en España, ya que en su interior se leyeron y tradujeron libros prohibidos por la Inquisición. Algunos de los monjes propagandistas fueron ejecutados en autos de fe; otros con más suerte pudieron escapar a Europa, como el célebre Casiodoro de Reina, traductor de la primera Biblia castellana completa, en 1569, hermosa versión todavía vigente (con revisiones, en especial la de Cipriano de Valera, 1602) en las comunidades evangélicas de todo el orbe hispánico. Esta es la famosa Biblia Versión Reina-Valera, que actualmente es la más leída en español.

La distinguida congregación protestante de la capital andaluza fue sofocada por el oscurantismo. Esto no es sorprendente si se tiene en cuenta que Sevilla era el principal centro de la Inquisición española. El palacio de este tribunal y sus calabozos estaban en el barrio de Triana, pero su sombra cubría la totalidad de la misma. No menos de cuatro mil funcionarios actuaban al servicio del «Santo Oficio» con todos sus recursos de investigación y facultad de apresamiento. En Sevilla alrededor de ochocientas personas fueron llevadas a las cárceles de la Inquisición en relación con la persecución de este nucleo.

El liderazgo español de la mano de la Iglesia de Roma dio la espalda a los aires de libertad que soplaban desde allende los Pirineos y supuso un retraso en las estructuras mentales que nos han mantenido alejados del resto de Europa hasta hace bien poco tiempo.

Durante los Siglos XVII y XVIII la naciente Reforma Española quedó condenada a la más absoluta clandestinidad

En el siglo XIX tiene lugar la llamada “Segunda Reforma Española”. La situación geográfica y política de Gibraltar hacía de la colonia inglesa un lugar estratégico para la introducción del testimonio evangélico en España. En apoyo de este movimiento fue enviado Guillermo Harris Rule. En enero de 1835 visitó Sevilla, donde tuvo contacto con numerosos clérigos y seminaristas. En noviembre y diciembre del mismo año llevó a cabo una campaña de evangelización en San Roque, donde fue detenido por poco tiempo. Mejores perspectivas que en San Roque vio Rule en Cádiz, cuyo gobernador civil, Pedro Urquinaona, le apoyó en la medida de lo posible. Aquí abrió una escuela evangélica, la primera en España.

La actividad de Rule en España coincidió con la de Jorge Borrow, una de las figuras más notables en la historia del protestantismo español en el siglo XIX. Nacido en Inglaterra, y extraordinariamente dotado para las lenguas, en 1833 fue aceptado como agente por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.

En 1836, pasando por Cádiz, Sevilla y Córdoba, llega Borrow a Madrid para proceder a la impresión de 5.000 ejemplares del Nuevo Testamento.. Sus experiencias en esta labor son magníficamente descritas en su libro La Biblia en España.

Otra figura fundamental de nuestra historia del siglo XIX es Manuel Matamoros, gran organizador de iglesias en Andalucía. Fundó una sociedad de socorros mutuos y de atención

sanitaria para enfermos. Sufrió persecución y destierro, acusado de “intentar destruir la religión oficial del Estado y propagar ideas reformadoras tendentes a la subversión”.

El triunfo de las fuerzas liberales en la batalla de Alcolea el 28 de septiembre de 1868 significa el cambio político más espectacular conocido en la España del siglo XIX. Uno de sus resultados fue el reconocimiento de la libertad religiosa como principio fundamental del nuevo régimen. En seis años de libertad religiosa, la obra evangélica arraigó sólidamente en España y se extendió por casi todas las regiones. El periodo histórico que siguió no confirmó esa esperanza. La libertad religiosa se trocó en simple tolerancia, a menudo cercenada o anulada por la implacable intolerancia de la Iglesia oficial y por el acoso de ésta a los poderes públicos con objeto de frenar -ahora no era ya posible destruir- el movimiento protestante.

La difamación, las vejaciones y la burla, la cárcel, el destierro, los atentados personales, todo fue sufrido valientemente por un buen número de dirigentes evangélicos. Fruto de su coraje fue el admirable progreso de la obra en las principales ciudades españolas y en no pocos pueblos.

Característica digna de mención es que, en términos generales, los conferenciantes y predicadores protestantes supieron sintonizar con las inquietudes del pueblo, en gran parte irritado por la influencia reaccionaria del clero.

La Restauración supuso más de medio siglo de trabas al crecimiento de la obra evangélica en España. Si bien bajo el régimen de “tolerancia” la Iglesia pudo subsistir, las condiciones políticas le fueron a todas luces desfavorables, lo que supuso también un freno al desarrollo no sólo espiritual, sino también intelectual de la nación. El ascendente de la Iglesia de Roma sobre la corona volvió a ser un lastre y una rémora perjudicial para el Estado. Más de una vez se hizo evidente que la suprema potestad en un pueblo no era la del alcalde, sino la del cura.

Durante el periodo de la dictadura de Primo de Rivera las iglesias evangélicas experimentaron toda clase de obstáculos administrativos para su normal funcionamiento. Las revistas evangélicas debían someterse a la censura, por lo que no podían publicar libremente sus opiniones respecto a lo que acontecía en el país en detrimento de los derechos de la minoría protestante.

Con el advenimiento de la Segunda República, y después de meses de acalorados debates, el 9 de diciembre de 1931 fue aprobada la Constitución en su totalidad, con ella se ponía fin legal a todas las causas de injusticias y atropellos cometidos contra la minoría protestante por espacio de más de medio siglo. Sin embargo, no puede decirse que el país entraba en un periodo de estabilidad religiosa. La reacción católica lo impidió.

Lo acaecido en la zona nacional durante la guerra civil permitía augurar lo que sucedería en la totalidad del país una vez acabada la contienda con la victoria de Franco. Da comienzo la época del «nacional-catolicismo» .Este criterio establecía una identidad entre la esencia de la nacionalidad española y el catolicismo romano. Es fácil comprender que, siguiendo esta línea, el régimen franquista asumiera como principio fundamental de su ideología la «restauración de la unidad católica de la nación, paso secular, firme e insustituible de la unidad política de las tierras y de los hombres de España».

La persecución que el franquismo llevó a cabo sobre los no católicos hizo que los evangélicos tuvieran que desarrollar su culto religioso en la clandestinidad, y fueran

perseguidos en no pocas ocasiones. Podemos diferenciar dos etapas a la hora de hablar sobre la libertad religiosa: la intolerancia religiosa de la primera época franquista (anterior a 1967) y el periodo de tolerancia religiosa, que tan sólo permitía el culto en privado y con multitud de limitaciones. Existían numerosas trabas para practicar el culto de la religión evangélica. La tolerancia religiosa permitía el culto privado hacia religiones diferentes a la católica, pero con multitud de condiciones. Por otra parte, no se podían construir iglesias evangélicas; de hecho se cerraron el 80 por ciento de las que ya existían. Además, la censura que se ejercía sobre la literatura también afectaba a los libros religiosos protestantes.

Es en el texto de esta Constitución de 1978 donde más claramente se revela la profundidad del cambio político operado en España. Fruto del consenso de los diferentes partidos políticos, vino a configurar un Estado del que definitivamente iba a desterrase la intolerancia y la desigualdad de los españoles en el disfrute de sus derechos. Atrás quedaría la confesionalidad del Estado, con la prepotencia de la Iglesia Católica. La libertad de cultos quedaría plenamente garantizada por el nuevo texto legal.

Todo esto ha dado paso, no con pocos esfuerzos, incomprensión y menosprecios, a un paso a la normalidad de la iglesia evangélica en Andalucía; paso que se ve reforzado con el reconocimiento oficial de la asignatura de religión evangélica en los centros docentes públicos de nuestra tierra, a todos los niveles, y, en principio, en igualdad de condiciones.

Francisco Jiménez Toledano.

Asesor Cultura de la Consejería de Educación y Cultura del CEAA.