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Boletín /Mercantil be HMo.=‘íftíco vW&mmtm i O stntavet DIARIO INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL Suscripción mnsuC 7S * AÑO 70. A te suscriptas j tete Para la buena raar ha te esta Adminis- traron, UO <*tminilKß ALTAS ie suscripto—- rea A este diario sino le-sle el I o de cada raes. Las BAJAS se avisarán ios días 30 ó 31; adviertiéndose quilas que se dieren con posterioridad no se tomarán en cuenta ni artirán efecto en la contabiliilad hasta el dte áltimo de! ines siguiente al en que se oliciten. La Sonámbula Es la alta noche La ciu- dad etiópica duerme bajo la caricia sensual de un ambiente cálido, en el que parece flotar un hálito funesto de voluptuosi dad y de muerte. En el cielo azul, intensamente azul, los soles lejanos, lumina- rias del infinito misterioso, ru- tilan bellamente, como si guar daran en sus senos, flamígeros, el soplo fecundo de un nervosis- mo inagotable. Y, al calcular la fantástica distancia que separa á un lu cero de nuestra tierra opaca, pienso en los astros desaparecí is, en esas grandes esferas que rodearan un fuego poderoso, apagadas ea mitad de la noche profunda del espacio, vagando en sus tinieblas misteriosas, cual bestias fatigadas y nostálgicas. Pienso en los astros cautivos, en la masa magnética de otros soles potentes y en la estupenda vibración del choque colosal. Mi pensamiento filtra en lo infinito con asombro, con una devoción de fanático, y en el loríente emotivo que me impre- siona, que me transporta y me lascina. hay algo como de leia- ’fiías encantadas, de auto-suges- tión mística en ia que parece Tagar visiones impalpables de magia y fetiquismo. La atmósfera es pesada, densa, t el aire tiene pereza abruma- dora. La luna, como pupila dilatada de fiera en acechanza/asciende ientamente tras la oblonga ex tensión de la Gonave, y sobre el apacible ondular de la bahía, su luz cabrillea fingiendo una in terminable sierpe luminosa. El Champs de Mars está de- sierto. Sobre su verde gramí- nea fulgen gotas de rocío que tiemblan en la delgada hoja de la hierba. El silencio de la noche sólo es turbado pGr el / que vic' bru tal y dengoso de los centinelas somnolientos. En mi vagar desorientado, sin rumbo, temiendo al mortifi- cante calor del lecho, hay un vago deseo de aventuras. En cada balcón solitario finjo una escala y de la sombra de cada árbol frondoso me parece que brotan fantasmas de ultratum- ba. ... Una melodía mística, pausa da, melancólica, se esparce en el ambiente cálido. Una voz de soprano canta el Miserere del * Trovador La sinfonía de Verdi etnerje cutamente, como una melopea confidencial impregnada de tín remoto dolor intimo revelado de aquella garganta sentimental y sonora. De pronto, el canto me asusta. Toda mi piel se crispa y por mis nervios circula uno como finido de magnetismo eléctrico. Entered at the Post Office at San Juan as second class matter. San Juan, Puerto-Rico Viernes 24 de Julio de 1908 CRONICA ESPAÑOLA EL SANCHOPANCISMO Si nos hubiesen dichoque lle- garía un instante en el cual en un punto de aquella España del Príncipe de los Ingenios vol- verían á reinar los libros de ca- ballerías, ello nos hubiera pa recido un sueño. Sin embargo, esos libros rei- nan. El espíritu práctico de Sancho ha llegado á dominar de tal modo; nos hemos vuelto tan positivistas; somos gente tan sensata, tan serena, tan super- ficial; el sentido común se ha hecho tan común y se ha exten- dido tanto por el plano de la prudencia, que si hoy tornase Don Quijote, todos podríamos servirle de criados para seguir sus aventuras. Lo que no encontraría son molinos. En las llanuras de la Mancha hasta los molinos se han reducido; hasta las piedras que pudiesen parecerle gigan tes. Todo ha de ser llano hoy en día: todo ha de ser Mancha. El rasero de la prudencia lo ha puesto todo al mismo nivel. —Sobre todo, no comprome- terse —es el grito general de las clases neutras. No distinguir- se. No alborotar el gallinero. No remover el fundamento de las cosas. No fiarse de libros de caballerías. Sed buenos Sanchos y dormid en calma. Sobre todo, no moverse de posi- ción; no caminar con demasiada prisa; mirar en donde se ponen los piés para no caerse. No so- ñar en la vida un sólo momento. Sobre todo, no hacer lo que ha- gan los otros y los otros, lo que no hagan los demás, hasta con- vertir nuestra tierra en un cam- po inmenso de hortalizas donde no cresca una sola flor y donde todas las lechusas tengan el mismo tamaño hasta donde al- cance la mirada. Los artistas han de hacer un arte que no ofenda á la gente de mediana vista, un arte de me- dio cromo, de colores ni muy apagados ni muy encendidos, de líneas de medio nivel v de asuntos que no molesten. Los dramaturgos han de hacer dra- mas suaves, donde triunfe la virtud del buen obrero óla ge nerosidad del buen amo, donde no se ataquen las creencias de los devotos, de los creyentes y de la mayoría que no cree, pero que lo calla por prudencia; dra- dramas que no inquieten á na España y América Diz que España, al separarnos, irritada nos maldijo, Y la histórica condena nos hirió como una maza. .. ¡Desgraciado de mi pueblo! ¡Pobrecita de mi raza! Siempre el voto de la madre cae de lleno sobre el hijo. Cuando evoco lo pasado, de dolores tan prolijo. De aquel fallo, encueniro siempre honda huella y viva traza. Y en las brumas del futuro miro alzarse su amenaza Como aquel ojo terrible que en Caín estaba fijo. Tregua ¡oh Madre! á tu venganza. Del perdón es ya la hora: ¡No más luchas fratricidas! ¡Ni rebeldes ni tiranos! Que la paz cobije á todos, y á su sombra bienhechora Estos pueblos que ayeT fueron de tu rico collar granos. Para orgullo de misma ¡inmortal descubridora! A! fin sepan gobernarse y quererse como hermanos. Piren le Palés. die;mas que no sean dramas, ó. si !o son, que no lo parezcan. Los periodistas han de hacer artí- culos que no exalten: prácticos, positivos, serenos, prosa defen- sora de los intereses materiales y de las industrias creadas; tra- tados de Santa Economía, Doc- trinas industriales, Biblias co- merciales y mandamientos de la ley de Dios, aplicados al comer- cio de exportación v encarece dores de un comercio tranquilo Todo ha de ser plano y sereno V encarrilado por la rutina de nuestra estimada tierra, para no distraer á los que vegetan y no exaltar las pasiones ni remo- ver los entusiasmos, que cuan- do domina el sufragio, el peca- do mas grande del votante es pecar por idealismo. Las creen- cias han de ser conservadoras; creer lo que no pueda perturbar; crear un más allá tranquilo que no turbe ni estorbe ninguna di- gestión serena. La sociedad ha ser masa, un hormiguero uni- formado que tenga por toda glo- ria el granero. El amor es una sociedad en comandita de dos corazones que se unen legal- mente para la reproducción de la especie, la mejora de dos ca- sas y el engrandecimiento de dos tincas. La política es el conjunto de las ambiciones per- sonales, hechas dogma, á la al tura de la cornisas. Y hasta la misma anarquía lia de ser re- glamentada: una anarquía de orden, con sus jefes para diri girla; una revolución que per turbe á los otros, pero no á los revolucionarios; un cambio de postura de las cosas, pero no una revolución de las concien- cias, ¡Oh, Sancho! ¡Con qué santa paz vivirías si vinieras á entre nosotros! ¡Cuántos amigos no encontrarías en nuestra tierra laboriosa! ¡Qué bien goberna- rías esta Insula Barataría si te hiciesen gobernador. Todo s han llegado á imitarte en este plano de la calma. ¡Toda la gente práctica ha venido á prac- ticar! Y mientras con el rucio se hacen ricos tus admiradores vendiendo género de prudencia, el bienaventurado de tu amo moriría de miseria entre tantos galeotes modernos, que no lo descalabrarían porque hasta los huesos los hacen servir para productos industriales y falsifi- caciones honradas. Cuando tu andabas por la Mancha, aún no sabía lo que era el tanto por ciento, amigo Sancho; aún no sabías ni lo que Número 174 eran Sociedades anónimas, ni Bolsa, ni tantas cosas que se han perfeccionado desde enton- ces. Había, sí, la tacañería y el egoísmo, que de estos instin- tos eras maestro, por obra y gracia del Gran Manco; pero los refinamientos de hoy en día no los hubieras podido aprender, tú. que eras un alma sen 'illa, un usurero al aire libre, un ex- plotador de pobres bucólicos, comparado con tus compañeros de prosaísmo que la civilización ha hecho nacer. Hoy va te enseñarían núme- ros desde pequeño; más tarde á firmar pagarés; después á no pagarlos y después hacerte rico por las buenas ó por las malas. Cuando fueses rico serías lo que quisieras hasta hombre de ta- lento; comprarías lo que te plu- guiera; hasta amor y las con- ciencias; penetrarías en donde tuvieses gana, que, al enseñar la moneda, se te abrirían todas las puertas. Hoy no se desencantan prin- cesas si no tienen dote; ni se abren jaulas de leones sin echar a correr, ni se redimen cautivos sin una mira egoísta. Hoy eres el símbolo, el santo á quien hemos de colocar en el altar mayor del pueblo; el patrón á quien encenderíamos cirios si no fuese por malgastar la cera. Cervantes va quería hacerse hombre y matar ios cuentos de encantamiento, y el debía saber por qué. Lo ha logrado bien, á cuenta nuestra. Lo ha logrado tanto que. si hoy pudiera ver este estrago, volvería á escribir otra obra maestra. Un libro de caballerías que te sacase del fangal de prosa en que tienes hundidas ambas piernas. Santiago Rus i rio l. Divorcio mtm La amiga del Conde Despierta interésen Berlín la vista del pleito de divorcio que la viscondesa de Civry, hija dei último conde de Brunswick, ha entablado contra el teniente de Coraceros de la G uard ia.conde de Dueckhein Montmartín, que en noviembre leí año anterior con- trajo con ella matrimonio en Londres. A [joco de casado, el conde, reflexionando quizá que su es- posa casi le doblaba la edad, aisló su juventud de tanta ma durez, regresando á Berlín, re suelto á vi\ ir una vida más ex pan si va. Como la noticia de su boda en Londres no pudo ser ocultada, el conde presentó como mujer propia en todas partes á una amiga suya. La presencia déla vizcondesa en Berlín v las pesquisas hechas cerca del Coronel de Coraceros para averiguar el paradero de su marido descubrieron a la guarnición estupefacta la super- chería de que había sido vícli ma por parte del conde y ayu - daron á comprobar el adulterio. Aparte lo que los Tribunales civiles fallen sobre esta deman- da de divorcio, militarmente se ha impuesto al conde la pena dicíplmaria correspondiente ppr haberse enlazado sin autoriza ción de sus jefes, á; Después, el canto me enamora, me cautiva ... En sus inflexio* nes penosas, en su ritmo espiri- tual y religioso, se deslíe un poema doloroso y fatal. Ese triste canto de armonium me hace soñar, en un transporte beatífico y sutil, en el dominio de las grandes amarguras con- ventuales y monásticas, en el silencio de las criptas obscuras, en ei acojimiento nocturno de los cementerios apartados: trae á espíritu la odisea intermi- nable del misterio y del dolor.. El Miserere sigue, sigue pau- sadamente. como una resurrec- ción apocalíptica, como un eco lejano y milagroso que descien- de de los cielos azules y profun- dos inundados de soles. Quién canta? —me pregunto, y á la sazón, un grupo de tras- nochadores acude atraido por el canto. —Ce si la somnambule , obser- va uno de los curiosos asombra- do y todos miran, llenos de re- coji miento, hacia un gallardo chalet en construcción. Yo conocía á la mademoiselle somnámbula, me habían referi- do anécdotas emocionantes de su vida y ponderado su belleza. Un vivo deseo de verla, de tenerla cerca, de tocarla, se apoderó de mi carne y de espíritu. Un sentimiento de fantástica voluptuosidad dominó en mis nervios y mis pupilas, dilata- das é inmóviles, se fijaron en la soprano, que en lo más alto de la techumbre cantaba, cantaba tristemente.... Había trepado, ágil y seduc- tora, por los peldaños y travie sas. Parecía una Pitonisa, esca- pada de la leyenda babilónica, erguida sobre la ruina de su templo simbólico y profético... Sobre la esbelta construcción, su cuerpo, ceñido por un kimo- no blanco y transparente, se ba lanceaba como jigante lirio, cual diosa mitológica que había bro- tado de la magestad eterna de la noche; cómo visión impalpa- ble, en cuyo canto pausado y místico, dejara el genio de la poesía un sortilegio milagroso. A intárvalos, sus brazos se extendían, y entonces parecía que su cuerpo iba á ascender, á elevarse en el espacio, hasta confundirse con el azul inque- brantable de los cielos. El canto se extinguió como un tierno rumor de sonora ago- nía, en un vago trino doloroso, en un dejo de ritmo postrimero y fatal ... Los trasnochadores, embebi- dos, transpoi tados, reaccionaron de su recojimiento y estallaron en una salva estrepitosa de aplausos y en una algarabía salvaje ... La sonámbula agitó los bra- zos, lanzó un grito intenso, agu- do; vaciló sobre la techumbre y cavó en medio á aquel laberinto de tablas y ladrillos destrozán- dose su cabeza gentil contra una columna saliente y erizada..,. Y aquel silencio trágico, que devolvió á la noche su mutismo cuajado de rumores lejanos, sólo fué interrumpido por el mur- mullo de una fuente que jemía y por un ruiseñor que cantaba, cautivo y triste, desde un bal- cón vecino Manuel de Mateizán. Port-au-Prince, Agosto 1906.

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Page 1: Boletín /Mercantil be HMo.=‘íftíco...tal y dengoso de los centinelas somnolientos. En mi vagar desorientado, sin rumbo, temiendo al mortifi-cante calor del lecho, hay un vago

Boletín /Mercantil be HMo.=‘íftícovW&mmtm i O stntavet DIARIO INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL Suscripción mnsuC 7S *

AÑO 70.

A te suscriptas j tetePara la buena raar ha te esta Adminis-

traron, UO <*tminilKß ALTAS ie suscripto—-

rea A este diario sino le-sle el Io de cada

raes. Las BAJAS se avisarán ios días 30 ó

31; adviertiéndose quilas que se dieren con

posterioridad no se tomarán en cuenta ni

artirán efecto en la contabiliilad hasta eldte áltimo de! ines siguiente al en que se

oliciten.

La SonámbulaEs la alta noche La ciu-

dad etiópica duerme bajo lacaricia sensual de un ambientecálido, en el que parece flotarun hálito funesto de voluptuosidad y de muerte.

En el cielo azul, intensamenteazul, los soles lejanos, lumina-rias del infinito misterioso, ru-tilan bellamente, como si guardaran en sus senos, flamígeros,el soplo fecundo de un nervosis-mo inagotable.

Y, al calcular la fantásticadistancia que separa á un lucero de nuestra tierra opaca,pienso en los astros desaparecíis, en esas grandes esferas querodearan un fuego poderoso,apagadas ea mitad de la nocheprofunda del espacio, vagandoen sus tinieblas misteriosas, cualbestias fatigadas y nostálgicas.

Pienso en los astros cautivos,en la masa magnética de otros

soles potentes y en la estupendavibración del choque colosal.

Mi pensamiento filtra en loinfinito con asombro, con unadevoción de fanático, y en elloríente emotivo que me impre-siona, que me transporta y melascina. hay algo como de leia-’fiías encantadas, de auto-suges-tión mística en ia que pareceTagar visiones impalpables demagia y fetiquismo.

La atmósfera es pesada, densa,t el aire tiene pereza abruma-dora.

La luna, como pupila dilatadade fiera en acechanza/asciendeientamente tras la oblonga extensión de la Gonave, y sobre elapacible ondular de la bahía, suluz cabrillea fingiendo una interminable sierpe luminosa.

El Champs de Mars está de-sierto. Sobre su verde gramí-nea fulgen gotas de rocío quetiemblan en la delgada hojade la hierba.

El silencio de la noche sóloes turbado pGr el /que vic' brutal y dengoso de los centinelassomnolientos.

En mi vagar desorientado,sin rumbo, temiendo al mortifi-cante calor del lecho, hay unvago deseo de aventuras. Encada balcón solitario finjo unaescala y de la sombra de cadaárbol frondoso me parece quebrotan fantasmas de ultratum-ba. ...

Una melodía mística, pausada, melancólica, se esparce enel ambiente cálido. Una voz desoprano canta el Miserere del

* TrovadorLa sinfonía de Verdi etnerje

cutamente, como una melopeaconfidencial impregnada de tín

remoto dolor intimo revelado deaquella garganta sentimental y

sonora.De pronto, el canto me asusta.

Toda mi piel se crispa y pormis nervios circula uno como

finido de magnetismo eléctrico.

Entered at the Post Office at San Juan as second class matter.

San Juan, Puerto-Rico Viernes 24 de Julio de 1908

CRONICA ESPAÑOLAEL SANCHOPANCISMO

Si nos hubiesen dichoque lle-garía un instante en el cual enun punto de aquella España delPríncipe de los Ingenios vol-verían á reinar los libros de ca-ballerías, ello nos hubiera parecido un sueño.

Sin embargo, esos libros rei-nan. El espíritu práctico deSancho ha llegado á dominar detal modo; nos hemos vuelto tanpositivistas; somos gente tansensata, tan serena, tan super-ficial; el sentido común se hahecho tan común y se ha exten-dido tanto por el plano de laprudencia, que si hoy tornaseDon Quijote, todos podríamosservirle de criados para seguirsus aventuras.

Lo que no encontraría sonmolinos. En las llanuras de laMancha hasta los molinos sehan reducido; hasta las piedrasque pudiesen parecerle gigantes. Todo ha de ser llano hoyen día: todo ha de ser Mancha.El rasero de la prudencia lo hapuesto todo al mismo nivel.

—Sobre todo, no comprome-terse —es el grito general de lasclases neutras. No distinguir-se. No alborotar el gallinero.No remover el fundamento delas cosas. No fiarse de librosde caballerías. Sed buenosSanchos y dormid en calma.Sobre todo, no moverse de posi-ción; no caminar con demasiadaprisa; mirar en donde se ponenlos piés para no caerse. No so-ñar en la vida un sólo momento.Sobre todo, no hacer lo que ha-gan los otros y los otros, lo queno hagan los demás, hasta con-vertir nuestra tierra en un cam-po inmenso de hortalizas dondeno cresca una sola flor y dondetodas las lechusas tengan elmismo tamaño hasta donde al-cance la mirada.

Los artistas han de hacer unarte que no ofenda á la gente demediana vista, un arte de me-dio cromo, de colores ni muyapagados ni muy encendidos,de líneas de medio nivel v deasuntos que no molesten. Losdramaturgos han de hacer dra-mas suaves, donde triunfe lavirtud del buen obrero óla generosidad del buen amo, dondeno se ataquen las creencias delos devotos, de los creyentes yde la mayoría que no cree, peroque lo calla por prudencia; dra-dramas que no inquieten á na

España y AméricaDiz que España, al separarnos, irritada nos maldijo,

Y la histórica condena nos hirió como una maza. ..

¡Desgraciado de mi pueblo! ¡Pobrecita de mi raza!Siempre el voto de la madre cae de lleno sobre el hijo.

Cuando evoco lo pasado, de dolores tan prolijo.De aquel fallo, encueniro siempre honda huella y viva traza.Y en las brumas del futuro miro alzarse su amenazaComo aquel ojo terrible que en Caín estaba fijo.

Tregua ¡oh Madre! á tu venganza. Del perdón es ya la hora:¡No más luchas fratricidas! ¡Ni rebeldes ni tiranos!Que la paz cobije á todos, y á su sombra bienhechora

Estos pueblos que ayeT fueron de tu rico collar granos.Para orgullo de tí misma ¡inmortal descubridora!A! fin sepan gobernarse y quererse como hermanos.

Piren le Palés.

die;mas que no sean dramas, ó.si !o son, que no lo parezcan. Losperiodistas han de hacer artí-culos que no exalten: prácticos,positivos, serenos, prosa defen-sora de los intereses materialesy de las industrias creadas; tra-tados de Santa Economía, Doc-trinas industriales, Biblias co-merciales y mandamientos de laley de Dios, aplicados al comer-cio de exportación v encarecedores de un comercio tranquilo

Todo ha de ser plano y serenoV encarrilado por la rutina denuestra estimada tierra, parano distraer á los que vegetan yno exaltar las pasiones ni remo-ver los entusiasmos, que cuan-do domina el sufragio, el peca-do mas grande del votante especar por idealismo. Las creen-cias han de ser conservadoras;creer lo que no pueda perturbar;crear un más allá tranquilo queno turbe ni estorbe ninguna di-gestión serena. La sociedad haser masa, un hormiguero uni-formado que tenga por toda glo-ria el granero. El amor es unasociedad en comandita de doscorazones que se unen legal-mente para la reproducción dela especie, la mejora de dos ca-sas y el engrandecimiento dedos tincas. La política es elconjunto de las ambiciones per-sonales, hechas dogma, á la altura de la cornisas. Y hasta lamisma anarquía lia de ser re-glamentada: una anarquía deorden, con sus jefes para dirigirla; una revolución que perturbe á los otros, pero no á losrevolucionarios; un cambio depostura de las cosas, pero nouna revolución de las concien-cias,

¡Oh, Sancho! ¡Con qué santapaz vivirías si vinieras á entrenosotros! ¡Cuántos amigos noencontrarías en nuestra tierralaboriosa! ¡Qué bien goberna-rías esta Insula Barataría si tehiciesen gobernador. Todo shan llegado á imitarte en esteplano de la calma. ¡Toda lagente práctica ha venido á prac-ticar! Y mientras con el ruciose hacen ricos tus admiradoresvendiendo género de prudencia,el bienaventurado de tu amomoriría de miseria entre tantosgaleotes modernos, que no lodescalabrarían porque hasta loshuesos los hacen servir paraproductos industriales y falsifi-caciones honradas.

Cuando tu andabas por laMancha, aún no sabía lo queera el tanto por ciento, amigoSancho; aún no sabías ni lo que

Número 174

eran Sociedades anónimas, niBolsa, ni tantas cosas que sehan perfeccionado desde enton-ces. Había, sí, la tacañería yel egoísmo, que de estos instin-tos tú eras maestro, por obra ygracia del Gran Manco; perolos refinamientos de hoy en díano los hubieras podido aprender,tú. que eras un alma sen 'illa,un usurero al aire libre, un ex-plotador de pobres bucólicos,comparado con tus compañerosde prosaísmo que la civilizaciónha hecho nacer.

Hoy va te enseñarían núme-ros desde pequeño; más tarde áfirmar pagarés; después á nopagarlos y después hacerte ricopor las buenas ó por las malas.Cuando fueses rico serías lo quequisieras hasta hombre de ta-lento; comprarías lo que te plu-guiera; hasta eí amor y las con-ciencias; penetrarías en dondetuvieses gana, que, al enseñarla moneda, se te abrirían todaslas puertas.

Hoy no se desencantan prin-cesas si no tienen dote; ni seabren jaulas de leones sin echara correr, ni se redimen cautivossin una mira egoísta. Hoy túeres el símbolo, el santo á quienhemos de colocar en el altarmayor del pueblo; el patrón áquien encenderíamos cirios sino fuese por malgastar la cera.

Cervantes va quería hacersehombre y matar ios cuentos deencantamiento, y el debía saberpor qué. Lo ha logrado bien, ácuenta nuestra. Lo ha logradotanto que. si hoy pudiera vereste estrago, volvería á escribirotra obra maestra.

Un libro de caballerías quete sacase del fangal de prosaen que tienes hundidas ambaspiernas.

Santiago Rus irio l.

Divorcio mtmLa amiga del Conde

Despierta interésen Berlín lavista del pleito de divorcio quela viscondesa de Civry, hija deiúltimo conde de Brunswick, haentablado contra el teniente deCoraceros de la G uard ia.conde deDueckhein Montmartín, que ennoviembre leí año anterior con-trajo con ella matrimonio enLondres.

A [joco de casado, el conde,reflexionando quizá que su es-posa casi le doblaba la edad,aisló su juventud de tanta madurez, regresando á Berlín, resuelto á vi\ ir una vida más expan si va.

Como la noticia de su boda enLondres no pudo ser ocultada,el conde presentó como mujerpropia en todas partes á unaamiga suya.

La presencia déla vizcondesaen Berlín v las pesquisas hechascerca del Coronel de Coracerospara averiguar el paradero desu marido descubrieron a laguarnición estupefacta la super-chería de que había sido víclima por parte del conde y ayu -

daron á comprobar el adulterio.Aparte lo que los Tribunales

civiles fallen sobre esta deman-da de divorcio, militarmente seha impuesto al conde la penadicíplmaria correspondiente pprhaberse enlazado sin autorización de sus jefes, á;

Después, el canto me enamora,me cautiva ... En sus inflexio*nes penosas, en su ritmo espiri-tual y religioso, se deslíe unpoema doloroso y fatal.

Ese triste canto de armoniumme hace soñar, en un transportebeatífico y sutil, en el dominiode las grandes amarguras con-ventuales y monásticas, en elsilencio de las criptas obscuras,en ei acojimiento nocturno delos cementerios apartados: traeá mí espíritu la odisea intermi-nable del misterio y del dolor..

El Miserere sigue, sigue pau-sadamente. como una resurrec-ción apocalíptica, como un ecolejano y milagroso que descien-de de los cielos azules y profun-dos inundados de soles.

Quién canta? —me pregunto,y á la sazón, un grupo de tras-nochadores acude atraido porel canto.

—Ce si la somnambule , obser-va uno de los curiosos asombra-do y todos miran, llenos de re-coji miento, hacia un gallardochalet en construcción.

Yo conocía á la mademoisellesomnámbula, me habían referi-do anécdotas emocionantes desu vida y ponderado su belleza.

Un vivo deseo de verla, detenerla cerca, de tocarla, seapoderó de mi carne y de míespíritu.

Un sentimiento de fantásticavoluptuosidad dominó en misnervios y mis pupilas, dilata-das é inmóviles, se fijaron en lasoprano, que en lo más alto dela techumbre cantaba, cantabatristemente....

Había trepado, ágil y seduc-tora, por los peldaños y traviesas. Parecía una Pitonisa, esca-pada de la leyenda babilónica,erguida sobre la ruina de sutemplo simbólico y profético...

Sobre la esbelta construcción,su cuerpo, ceñido por un kimo-no blanco y transparente, se balanceaba como jigante lirio, cualdiosa mitológica que había bro-tado de la magestad eterna dela noche; cómo visión impalpa-ble, en cuyo canto pausado ymístico, dejara el genio de lapoesía un sortilegio milagroso.

A intárvalos, sus brazos seextendían, y entonces parecíaque su cuerpo iba á ascender, áelevarse en el espacio, hastaconfundirse con el azul inque-brantable de los cielos.

El canto se extinguió comoun tierno rumor de sonora ago-nía, en un vago trino doloroso,en un dejo de ritmo postrimeroy fatal ...

Los trasnochadores, embebi-dos, transpoi tados, reaccionaronde su recojimiento y estallaronen una salva estrepitosa deaplausos y en una algarabíasalvaje ...

La sonámbula agitó los bra-zos, lanzó un grito intenso, agu-do; vaciló sobre la techumbre ycavó en medio á aquel laberintode tablas y ladrillos destrozán-dose su cabeza gentil contra unacolumna saliente y erizada..,.

Y aquel silencio trágico, quedevolvió á la noche su mutismocuajado de rumores lejanos, sólofué interrumpido por el mur-mullo de una fuente que jemíay por un ruiseñor que cantaba,cautivo y triste, desde un bal-cón vecino

Manuel de Mateizán.Port-au-Prince, Agosto 1906.