boletín turístico de los pedroches · abre la puerta del lado de la epístola. ... curiosidades y...
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correspondencia con las claves de los arcos y los apoyos. También tiene cubierta de madera la cabecera, pero a cuatro paños, para adaptarse a su disposición cuadrada. Loa exteriores son igualmente sencillos y en sus encalados muros sólo llama la atención un arco apuntado, en el que se abre la puerta del lado de la epístola. A los pies se alza una sólida torre de cantería que incorpora en su basamento la portada principal, fechada en 1770 por Ramírez de las Casa-Deza, que difiere del resto de la torre por su obra de ladrillo.
Añora está ubicada al norte de la provincia de Córdoba, en el centro de la Comarca de Los Pedroches. La distancia a la capital de provincia es de 81 kilómetros.Está situada a 38º 25’ latitud norte y a 4º 54’ este, y a una altura sobre el nivel del mar de 623 metros. Su término municipal tiene una extensión de 111’8 km2 y la población actual del municipio es de 1.551 habitantes. El gentilicio es noriego/a.La localidad limita por el noroeste con el término municipal de Dos Torres, al sureste con el de
Pozoblanco y, por el oeste, con Alcaracejos.Sencillo templo de tres naves que data de la segunda mitad del siglo XVI y que es bien representativo del tradicionalismo de los maestros alarifes de estas tierras.
Derivando de modelos medievales, sus naves se separan por arquerías levemente apuntadas, con gruesas columnas de fuste y capitel de granito de esquemática configuración. La nave central se cubre con una techumbre de madera de par y nudillo, reforzada con tirantes en
Monumento del mes: iglesia parroquial de San Sebastián—Añora
Contenidos:
Monumento del Mes
Paseos por la comarca
Gastronomía
Galería fotográfica
Colaboraciones
Boletín Turístico de Los Pedroches Vo
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Índice:
Monumento del mesAñora
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Paseos por la comarcaCardeña
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Gastronomía:Belalcázar
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Galería fotográficaVillanueva del Duque
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Colaboraciones:En el corazón del silencio
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Colaboraciones:Sueño minero
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Colaboraciones:CIT
10Interior iglesia parroquial San Sebastián
Sendero Vegueta del Fresno
En el Parque Natural Sierra de Cardeña y Montoro se encuentra el sendero de la Vegueta del Fresno, cuyo aspecto más destacado, además de la belleza del río Yeguas y su ribera, es la rica fauna que alberga, constituida por numerosas especies protegidas, entre las que se encuentra el lince.La autorización se puede conceder de forma limitada y baja determinadas condiciones con el fin de interferir lo mínimo en el entorno, ya que esta es una de las zonas más importantes de Andalucía en las que vive nuestro lince. El recorrido se inicia en la Aldea del Cerezo por un camino en buen estado que parte de Cardeña. Este tramo (Cardeña -
Aldea del Cerezo), es otro de los senderos tan interesantes que oferta la Consejería de Medio Ambiente. Desde aquí, siempre en descenso, llegamos hasta el arroyo de las Cantareras, dejando a nuestra izquierda el Pico El Colchón de 708 metros de altitud. En este arroyo, crece una especie vegetal catalogada por la Consejería de Medio Ambiente como Árbol Singular, se trata de la cornicabra, un pequeño árbol que nos acompañará en todo el nuestro recorrido hasta el río Yeguas.Podemos observar a lo largo del camino, algunos majanos o madrigueras artificiales, que son un montón de cantos sueltos y maleza en los que se forma un entramado de galerías donde criarán los conejos. Estos refugios se construyen para fomentar la reproducción del conejo en el parque y favorecer así al lince, ya
que éste tendrá cubiertas sus necesidades alimenticias mínimas que son de un conejo por día.Nuestro recorrido pasa cerca de unas ruinas, junto a un cruce, y sigue descendiendo para finalizar en un enclave privilegiado, el río Yeguas. Allí la vegetación de ribera está formada por sauces, álamos, fresnos y adelfas. Sus aguas, que han excavado a su paso un valle escarpado de gran belleza, albergan una gran variedad de especies. En su fondo podemos apreciar los cantos rodados, se trata de piedras que han sido desplazadas por el empuje del agua y que han rodado sobre sí mismas hasta alcanzar esa curiosa forma redondeada.Hacia el nordeste de Córdoba, limitando con la provincia de Jaén y Ciudad Real, en el corazón mismo de Sierra Morena, se encuentra esta zona de notable riqueza
1. Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen
Maltrecha en la Guerra Civil, esta parroquia se erigió con proyecto del arquitecto cordobés Rafael de Luque y Lubián, hubo de construirse la actual, cuyas obras se llevaron a cabo entre 1950 y 1956, conforme a lo dispuesto por el arquitecto diocesano Carlos Sáenz de Santamaría. Éste concibió un edificio de inspiración barroca con plante de cruz latina, que se cubre con bóvedas de medio cañón, salvo en el tramo central del crucero, donde voltea una cúpula decorada a la manera dieciochesca, adornos que se deben a Manuel Mora. Los exteriores de cuidado diseño, tienen fachada con puerta coronada por un frontón partido sobre el que se apoya una hornacina acabada en frontón curvo; todo ello rematado por una espadaña para dos campanas, jugando con los blancos y amarillos, para resaltar los elementos arquitectónicos, según es propio del citado arquitecto.Retablo Carmelita: conjunto de pintura mural que compone su retablo mayor y única obra de carácter pictórico de l parroquia. En su zona superior representa la ascensión de Elías al cielo tirado por el carro de fuego, flanqueado en sus dos laterales y a un nivel algo inferior por sendas mujeres bíblicas. En la parte de abajo aparecen cuatro figuras femeninas de carácter alegórico enmarcadas en hornacinas.
Paseos por la comarca: ruta de senderismo—Cardeña
Paseos por la comarca: ruta cultural—Cardeña
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Longitud:
7 Kms. Ida y vuelta
Dificultad:
Media
Tiempo estimado:
3 horas
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Todo este programa iconográfico va dirigido a exaltar a la Virgen del Carmen, así como por derivación, a la orden de la que es titular, tanto a través de la figura del profeta precursor de Jesucristo, modelo de anacoreta, como por medio de figuras feminizadas enraizadas en el Antiguo Testamento y relacionadas con la virtud. Es obra realizada hacia 1960 por el taller cordobés de Antonio Leña Gomariz.Escultura Cristo del Amor: salvo la imagen del Cristo yacente, el ajuar escultórico de la parroquia es posterior a la Guerra Civil y mayoritariamente de 1956- año de la consagración del templo- a esta parte. Es una imagen moderna tallada en madera por Juan Martínez Cerrillo; es de tamaño académico y se dejó sin policromar.
Fuente: La Caja. Obra Cultural.
2. Jardín Mediterráneo
Es una iniciativa del Ayuntamiento de la localidad cuyo objetivo principal es dar a conocer las principales especies de plantas que forman parte del Monte Mediterráneo, tratando de crear un espacio educativo, de conocimiento y de ocio, en el que se puede aprender, entre otras cosas, adaptaciones, curiosidades y utilidades de plantas que se pueden localizar con facilidad en el municipio de Cardeña.
3. Mirador Astronómico
La instalación permite difundir otro de los reclamos más sugerentes de que disponen Los Pedroches: su limpio cielo nocturno cuajado de estrellas, planetas y misterios por descubrir. 2009 es el año internacional de la astronomía, un buen momento para descubrir este mirador astronómico, el primero de su categoría en Andalucía, si aún no lo conoces.
4. Centro de visitantes Parque Natural Cardeña-Montoro “Venta Nueva”
Fue declarado Parque Natural en 1989. Merece la pena ser visitado por la belleza de las localidades de Montoro y Cardeña, su rica gastronomía y la riqueza paisajística con dehesas, pinares y bosque natural mediterráneo, en los que se pueden hallar especies como el lince, el lobo, el águila imperial o la nutria. Los días de atención al público y el horario del centro de interpretación varían en función de la temporada. Para más información pueden contactar con el centro en los tlfs.: 677 90 43 08 / 670 94 59 27
5. Parroquia Ntra. Sra. del Carmen, en Venta del Charco.6. Parroquia de San José, en Azuel.
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La torta de Belalcázar
Queso mantecoso, procedente de leche cruda de ovejas merinas, Que se cuaja a una temperatura de entre 25 y 30 grados centígrados, utilizando para ello una infusión de un cardo silvestre cynara cardumculus (yerbacuajo).
Se trata de un método tradicional: se parte de leche cruda, como en la mayoría de quesos de alta calidad, y el proceso requiere más de una hora para obtener una cuajada compacta. El pastor comprueba su punto clavando en ella un palo de olivo con cuatro ramificaciones en su extremo. Cuando se sostiene de pie es porque se ha conseguido el punto óptimo. A continuación, siguiendo el método tradicional, se usa una mesa inclinada de madera, el expremijo, diseñada para escurrir el suero, sobre la que se colocan los cinchos circulares de esparto. En ellos se irá depositando la cuajada y, a medida que vaya soltando el suero, el pastor los irá cerrando para que alcancen altura. Se salan por una cara y se espera al próximo ordeño, en el que se salarán por la otra. Se esperan otras doce horas para desmoldarlos y colocarlos en estanterías de madera de pino o roble. A los dos días, las piezas se descinchan y es necesario girarlas diariamente. El queso continúa su proceso de elaboración con la maduración, a temperatura y humedad constantes.
Fuente: www.chipi.es
Gastronomía: Belalcázar
Resol
1 L. de aguardiente seco
3 L. de agua
¼ de café
1 Kg. de azúcar
2 palos de canela en rama
Cáscara de naranja
Matalauva
Hierbaluisa
Se pone el agua al fuego con la hierbaluisa, matalauva, cáscara de naranja y canela en rama. Se deja cocer todo durante una hora aproximadamente, se aparta y se deja enfriar. Se cuela en una olla. Se le añade el azúcar y el aguardiente.
“El resol es una
bebida típica
elaborada
tradicionalmente
en el pueblo”
La cocina típica de esta población está basada en los productos derivados del cerdo. Destaca el cerdo criado en la dehesa del que se obtiene un delicioso jamón, embutidos, lomo en manteca o en aceite de oliva, chuletas, hígado salteado y manos de cerdo emborradas. Es típico también el ajo blanco, las cachorreñas, el ajo papa, el ajo huevo, y los pies lampeados, así como el ajo de cardillos, gazpacho, ensaladilla, ajo y tortilla de espárragos trigueros.El verdadero hito gastronómico de la comarca de “Los Pedroches” está en el Convento de Santa Clara, allí las monjas, afanadas reposteras, preparan exquisitas flores de almendra, eses y repelaos a base de almendra, merengues, y rosquillas de huevo. Además en la cocina belalcazareña se hacen borrachuelos y fideos de dulce de miel que suelen comerse el Día de la Virgen de Gracia de Alcantarilla.De forma muy tradicional y artesanal se elabora en las propias fincas rústicas un queso puro de oveja afamado comúnmente “Torta de Los Pedroches”.Por último hacemos referencia a una bebida elaborada tradicionalmente en el pueblo llamada “resol” hecha con hierbaluisa, aguardiente, café y azúcar.También cabe destacar el vino de pitarra de elaboración casera.
Fuente: www.belalcazar.es
Galería Fotográfica: Villanueva del Duque
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Iglesia San Mateo
Ermita Virgen de Guía
Antigua estación El Soldado
Imagen patrona Ntra. Sra. de Guía
Carroza romería
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Colaboraciones
“Villanueva del Duque: En el corazón del silencio”
Al norte de Córdoba, en la comarca de los Pedroches, el silencio se espesa en el aire como un fruto
que el viajero enseguida empieza a saborear apenas traspasa el puerto del Calatraveño, donde aún
reverberan los versos antiguos de un marqués que, por estos pagos, según la tradición, se enamoró
perdidamente de una vaquera que cuidaba el rebaño cerca de la Finojosa. Hay un mirador recoleto en el
mismo puerto, al lado de la carretera nacional 432, Córdoba- Ávila, desde el que se contempla un mar de
encinas sobre el que flotan, a modo de odres blancos, pueblos aletargados en la llanura con sus casas de cal
y granito, sus viejas iglesias y las lanzas sublimes de hercúleos campanarios hundiendo su soledad en el
vientre del cielo. En ese manojo de pueblos silenciosos que se salpican sobre el horizonte, clavado en el
corazón de la comarca, Villanueva del Duque, ofrece al viajero soledad y un mapa de calles y plazuelas
silenciosas dibujadas por el pincel de la mansedumbre.
Hasta hace una década, o poco más, llegar desde Córdoba a Villanueva del Duque era muy fatigoso: la
carretera se hallaba en mal estado, y los menos de ochenta kilómetros de distancia, a veces, se recorrían en
casi dos horas. Ahora, sin embargo, acercarse al pueblo desde la ciudad resulta muy cómodo (la carretera es
excelente) y el viaje se hace en cuarenta o cincuenta minutos. Aún así, Villanueva del Duque conserva intacta
esa pátina dulce de pueblo apartado del bullicio, y la fiebre turística, gracias a Dios, hasta el momento, aún no
oscurecido el aire de sus calles. El pueblo aún conserva su pureza arquitectónica y no ha sido mordido por la
bestia inmobiliaria. El ambiente del núcleo urbano es sereno, apacible, y el viajero que llega y se adentra por
sus calles aspira enseguida el rumor de un tiempo agrícola que aún sigue grabado en algunas fachadas de
sus casas, en los humildes dinteles de granito, en las sobrias ventanas, muchas diminutas, y en las viejas
argollas (aún quedan algunas ya herrumbrosas) donde antaño se ataban las bestias de labranza, mulos y
burdéganos, cuando se estremecía el amanecer y los hombres salían cabizbajos de los corralones para
comenzar la durísima faena. Hay algunas plazuelas, como la del pozo del Verdinal, donde aún permanece la
luz de aquellos días: sigue en ella la fuente de la que, hace varias décadas, sacaban el agua fresquísima los
labriegos cuando volvían del campo en el crepúsculo para dar de beber a las bestias sudorosas. Villanueva del
Duque mantiene en sus calles más castizas (Toledo, Berlín, Fuente Vieja, Plaza del Rey...) un aroma rural
enjundioso y delicado que envuelve al viajero y lo traslada mansamente a una dimensión donde el tiempo
yace intacto y se aspira un fecundo silencio campesino. Las casas, muy sobrias, más que andaluzas en su
arquitectura mantienen un aire extremeño, e incluso manchego. En muchas estancias aún se conservan,
como antaño, los viejos chineros y las penumbrosas cantareras que producen sosiego y una extraña paz rural
que huele al dolor de una vida primitiva cincelada por la escasez y el sacrificio.
Villanueva del Duque es un pueblo religioso: varias cruces de piedra, de granito milenario, protegen al
pueblo por todos sus puntos cardinales: la que llaman de la Fuente Vieja, por el este; la del Paseo de la
Ermita, por el norte; la del Cerrillo junto a la de la Dehesa, mirando al oeste; y, en el ángulo sur, la de San
Gregorio. Ésta última está enclavada sobre una colina en la que se eleva una ermita recoleta donde se venera
al santo antes citado; hace ya muchos años, no obstante, en este sitio, los mineros del pueblo celebraban
Santa Bárbara: una fiesta entrañable hoy desaparecida. Villanueva del Duque tiene un pasado reciente
minero: a poco más de un kilómetro de la localidad, por el lado sur, tomando el camino de los Poles, se ubican
las minas antiguas de El Soldado, un lugar ciertamente mágico y fantasmagórico que, al viajero atrevido que
en él se adentra al atardecer, le hace recordar la atmósfera de Comala: el pueblo en que se desarrolla “Pedro
Páramo”, la universal novela de Juan Rulfo. Para cualquier visitante que llegue al pueblo es recomendable la
visita
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al poblado minero: junto a las casas caídas de los ingenieros (habitaron el lugar cuando comenzaba el siglo XX) aún
se elevan, mordidos por el abandono y la desidia, los muñones de varias románticas palmeras, y a su lado, esbozada
apenas entre la hojarasca, aún resiste una delicada pista de tenis que, hace ya más de un siglo, fue utilizada por los
jefes y por los gerifaltes de la mina. Muy cerca de allí, mas o menos a cien metros de la pista, se eleva la antigua
estación del ferrocarril que, hace más de tres décadas, fue desmantelada y, recientemente, el nuevo gobierno
municipal ha empezado a reconstruir con fidelidad gracias a un buen proyecto financiado por Turismo.
Regresando, de nuevo al mirador, de San Gregorio, el viajero contempla una panorámica caleidoscópica en la
que se mezclan los tonos grises y los azules (las encinas y el cielo), con los granates de los montes, el plateado
esbelto de los álamos, los verdes de alfalfa, los anaranjados de las tejas y el amarillo crujiente de los rastrojos.
Villanueva del Duque, aparece a los pies de la colina como un perro manso de cal con manchas ocres. La iglesia de
San Mateo, del siglo XV, levanta su campanario tímidamente, y algo más allá, hacia el norte, en la lejanía, fuera ya del
pueblo, enclaustrada entre cipreses, aparece la ermita de la patrona, la Virgen de Guía, cuya veneración es
compartida con otros pueblos vecinos de la zona. La ermita citada data del siglo XV y es una de las más bellas de la
comarca; fue construida, según dicen los expertos, sobre la base de un templo primitivo (siglos XII o XIII) que
pertenecía a los templarios. Hace ya mucho tiempo, en 1955, mientras se remodelaba el edificio, fueron descubiertas
unas tallas en la pared (algunas de ellas muy deterioradas), trasladadas después al Museo Diocesano de la capital de
provincia, donde aún siguen. El Paseo de la Ermita, ahora llamado de Aurelio Teno, escolta al viajero entre viejas
acacias y rosalillos hacia Villanueva del Duque. Es recomendable sentarse al atardecer, si está el cielo sin nubes, en
un banco del trayecto para contemplar las extraordinarias puestas de sol en las que el horizonte cuajado de
encinares adquiere un tono salmón en la lejanía, donde aparecen los montes de Extremadura abrazados y fundidos
con los de Castilla-la Mancha. En ese vértice mágico, ancestral, yace la cuna perpetua del silencio rodeada por un
paisaje agreste y puro.
Alejandro López Andrada
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“Sueño minero”
Rondaban cerca de las nueve de la noche cuando aquel frío invierno de 1918 dejaba notar toda su furia al golpear fuertemente el viento contra las ventanas de la localidad de Villanueva del Duque.El picón calentaba la habitación y al final del corredor en la cocina, una mujer, su madre, preparaba al generoso calor de la leña de encina, aquella sopa serrana elaborada con los espárragos que tanto les gustaba a los tres coger en la dehesa.
Apenas contaba con quince años, pero quería trabajar para ayudar a la familia, puesto que sus compañeros, un poco mayores que él, sacaban algunos jornales en la Mina del Soldado, que se encontraba a las afueras de pueblo. Pero no podía trabajar porque padecía de bronquios y se ahogaba con los esfuerzos, sus lamentables visitas al hospital del “coto minero” era frecuentes.
Aquella situación lo llenaba de rabia, día tras día veía como su padre llegaba de la mina tan cansado que apenas esbozaba una palabra y no podía dejar de sentirse inútil al ver tan agrietadas y maltrechas sus manos. Su único esfuerzo se remitía a los sábados, cuando ayudaba a su madre en las tareas de la casa: compraba harina en la fábrica, se pasaba por el economato con la cartilla familiar, después por el estanco de Cabrera para recoger el tabaco que su padre dejaba pagado y desde allí recorría los distintos bares para mirar desde los cristales de las puertas como los hombre bebían y fumaban sin dejar de hablar, discutir y reír.
Le encantaba pasear por los tres barrios del coto: el barrio Tripas, la Subestación y el Cerco, aquel era todo su mundo. Los primeros eran barrios humildes, de gentes obreras, cuyas casas “cuartelillos” se articulaban en torno a los pozos, y olían a puchero.
Y padre, ¿Cuándo llega?, su madre respondió: ten paciencia hijo mío que la sopa enseguida estará y tu padre asomará, a su madre le encantaban los pareados, decía que mantenían despierta su mente; y así fue tras unos instantes apareció su padre y ella se acercó con la sopa a la mesa; realmente estaban sincronizados, pensaba.
Tras asearse un poco todos cenaron reunidos como siempre, aquella tradición era intocable, cualquier otra podía pasar por alto pero aquel momento era especial pues era el único en el que los tres estaban juntos en todo el día.
Padre, ¿Qué tal el trabajo en la mina? Preguntó. Hijo, las minas están en pleno rendimiento, cada día se obtienen cientos de kilos de galena y blenda, brotando de su interior y alimentando con ello a cientos de familias, le contestó.
El trabajo se convertía así en una pesada carga y un ligero alivio para la economía de los mineros pues prácticamente todos los pueblos de los alrededores como Alcaracejos y Fuente la Lancha sustentaban el grueso de su economía en la minería.
Por aquel entonces la mina del Soldado era muy productiva y la localidad de Villanueva del Duque llegó a superar los ocho mil habitantes.
Terminada la cena todos se apresuraron a sus habitaciones y cayó la noche. La lluvia no lo dejaba dormir y el olor a tierra mojada embriagaba la pequeña habitación. Quería conciliar el sueño pues al día siguiente Las Escuelas del coto, esperaban desde temprano la llegada de sus alumnos.
Pasaron unos días y asomó en el calendario la gran fiesta de los mineros, su feria, la feria de Santa Bárbara, su patrona. La noche anterior a la fiesta se dejaban oír los petardos, un ruido ensordecedor llenaba el ambiente, un ruido con olor a pólvora y lleno de humo, al día siguiente todo se transformaba y se cubría de un halo mágico, místico, que sólo asomaba en contados días del año, se celebraba una misa en su honor y se procesionaba con la patrona recorriendo el pueblo; la gente de los alrededores acudía y los villaduqueños lo vivían con notable devoción, y en particular su madre, la que acudía año tras año, a llevarle un ramo de flores antes de salir de procesión, y pedía por la salud de su hijo y de su marido, y por la del compañero de éste con el que bajaba a la mina y que era como uno más de la familia. También acudía a la capilla de San Juan Bautista para pedir por todos los mineros muchos de los cuales padecían de silicosis.
Después de algunos días tomó la decisión de escribir un diario, en el que las fiestas de la patrona ocuparon las primeras páginas, realmente pensaba que su vida no era lo suficientemente interesante como para hacerlo, pero lo que realmente le movía era recoger testimonios de primera mano, para que las generaciones futuras de su familia supieran y entendieran el duro oficio de la minería, que realmente detestaba pues lo creía culpable de multitud de desdichas en algunas familias. La silicosis no entendía de parejas recién casadas, ni de hijos recién nacidos, y los accidentes eran habituales entre los mineros. El diario se convertía así en la única manera de desahogarse, pues un día en el que su padre enfermó, afortunadamente tan sólo era una gripe, le dijo que la mina lo iba a matar, y éste con voz fuerte y seca le contestó: ¡la mina no tiene la culpa de la miseria de los hombres! No entendía cómo su padre defendía el oficio, su empatía era vana, pues cada día lo encontraba más débil, más vulnerable.
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Pasaron los días del mes de diciembre y se aproximaban las Navidades, tan sólo unos días lo separaban de aquellas entrañables fiestas, eran las que más ansiaba de todo el año, porque su casa se convertía en un vergel de gente, su madre tenía la costumbre de invitar a los compañeros de las Escuelas de su hijo y a los demás amigos de la mina de su marido a una taza de chocolate bien caliente y unos churros que ella misma hacía, se formaba tal algarabía que aquellas fechas eran ansiadas por todos.
Unos días antes de Nochebuena iba con su madre al corral a por un pavo, que preparaba en pepitoria, y a la fábrica de harina donde compraba harina para hacer postres y dulces para todas las fiestas, tan sólo de pensarlo se le hacía la boca agua.
Estaban conversando sobre la cena, cuando se oyó un ruido en la puerta de entrada, ambos se asustaron pues todavía faltaban unas horas para que llegase el padre de la mina, por lo que pensaron que alguien intentaba entrar en casa por otros motivos.
Se apresuraron a la puerta de entrada, su madre agarró la escoba con la mano y la levantó tras la puerta cuando, ante su sorpresa apareció lánguida y exhausta la figura de su marido. Apenas tenía fuerza para sustentarse, y se apoyó en el frío granito de la entrada, entre los dos lo agarraron y lo metieron en la cama, y antes de que a su madre le diese tiempo a mediar palabra alguna, salió apresurado en busca del médico.
Tardó en llegar dos largas horas, pues el doctor estaba atendiendo una urgencia, pero al fin llegaron a casa. El frío de aquella tarde era desgarrador, las manos se le había quedado entumecidas y las lágrimas resbalaban por su tez casi congeladas, había salido con tanta prisa que no se percató de que no llevaba el abrigo puesto, que no era otra cosa que un jersey más ancho que su madre le había tejido con la lana de las ovejas del pueblo, pero nada de eso importaba por fin había llegado a casa donde el calor de la chimenea se dejaba sentir nada más abrir la puerta.
Tras una hora de espera en el corredor y después de examinarlo exhaustivamente salió el doctor y les dijo con voz templada: lo siento amigos el diagnóstico es severo; tiene gripe ¿verdad doctor? Una gripe muy fuerte, interrumpió desesperadamente, siento deciros que la silicosis lo ha atrapado. En ese momento el silencio era la nota predominante en la estancia, y fue tan largo y desangelado que hasta se oía crepitar el fuego en la chimenea. En el fondo se lo esperaba, sabía que esto acabaría pasando, pues su padre llevaba diez años trabajando en la mina y en las últimas semanas se quejaba de una presión en el pecho y le costaba respirar, pero sus negativas a visitar el médico eran continuas y le quitaba importancia diciendo que era tan sólo una gripe.
Aquella noticia rompió la armonía de la casa, su madre no hacía otra cosa que estar al lado de su marido y cuando salía de la estancia no podía dejar de llorar, su salud fue empeorando con el paso de los días al igual que la de su madre.
Llegó Nochebuena pero que duda cabe que su madre tenía la expresión más triste que jamás había observado, el intentaba estar a su lado pero ella parecía un fantasma y apenas hablaba, tan sólo vagaba por la casa en camisón y no se preocupaba ni de encender la chimenea.
Calentó una sopa que el mismo había preparado y se la dio pero ella se negó a tomarla, tras algunos intentos fallidos se fue a su dormitorio donde el insomnio lo esperaba y decidió plasmarlo todo en su diario.
Tras largas horas de escritura y desahogo por fin logró conciliar el sueño, aunque a las pocas horas despertó con el corazón acelerado, y el sonido de una voz que lo llamaba: ¡Guillermo, Guillermo! Baja a desayunar. Enseguida miró a su alrededor y todo era distinto, su dormitorio era cálido y confortable, espacioso y tranquilo, se asomó al armario y estaba lleno de ropa, tenía tres abrigos y muchos jerséis, alfombras vestían el suelo y lámparas de cristal adornaban la habitación. Se asomó a las ventanas que estaban medio abiertas y cuando las abrió en su totalidad pudo ver el esplendor de sus jardines llenos de flores, y la pista de tenis a lo lejos.
¡Guillermo baja a desayunar que tu padre se marcha a la mina! Cuando miró hacia abajo, vio aparecer a su padre, un hombre alto y elegante vestido con pantalón negro y camisa blanca impoluta; todo había sido un sueño, un sueño cruel y real, se dio cuenta de que él era el hijo de un ingeniero, acudió a su escritorio y sujetó entre sus manos el libro que había encima, lo abrió por la primera página y comenzaba el día de Santa Bárbara, el cuatro de diciembre, era el diario, el diario del sueño, pero estaba allí entre sus manos, y jamás pudo encontrar explicación a aquel hecho, aunque todo aquello le ayudó a entender la situación de los mineros, algunos de ellos condenados a no hacer otra cosa en su vida desde el momento en que pisan las minas.
Olalla Romero Alarcón
Centro de Iniciativas Turísticas de Los Pedroches
El centro de Iniciativas Turísticas de Los Pedroches se creó en el año 1999 como respuesta a la necesidad de los empresarios y emprendedores de la comarca, ligados al sector turístico y empresarial en general, de aunar esfuerzos para dar a conocer dentro y fuera de Andalucía los atractivos de una comarca como la nuestra para que ese sector, incipiente en aquellos años, creciera y cumpliera con los designios de la Comunidad Europea respecto al desarrollo del mundo rural.
La colaboración de los miembros del CIT de Los Pedroches y de las distintas Administraciones (Ayuntamientos, Mancomunidad, Adroches y Junta de Andalucía) se ha plasmado en la puesta en marcha, a lo largo de estos años, de una amplia red de aojamientos rurales, hoteles, restaurantes, mesones, bares, etc., y la integración de sectores como el de los artesanos y las empresas agroalimentarias.
La información ha sido uno de los aspectos que han merecido más atención por parte de este centro ya que había que dotar a un sector en crecimiento como el del turismo, de los conocimientos necesarios para gestionar y vender un producto complejo y diverso como es la comarca de Los Pedroches en toda su integridad.
Los viajes de estudio a otras zonas de la península para analizar “in situ” proyectos ya en marcha, han sido quizá una de las actividades más valoradas. La Serranía de Ronda, la Montaña Palentina, Soria, Cantabria, Segovia y su provincia, son algunas de las zonas visitadas en las que, con una planificación meticulosa, se han conseguido conclusiones altamente positivas.
La organización de eventos dirigidos a extender el conocimiento de nuestro entorno, de las costumbres, de la gastronomía, el folclore y nuestros monumentos, han sido otra de las actividades que se han desarrollado a lo largo de estos 10 años.
El análisis de las tendencias del mercado, su adecuación a nuestro entorno y la puesta en marcha de los instrumentos para dar a conocer nuestra comarca y hacer de ella un destino turístico, son algunos de los campos en los que estamos trabajando.
El apoyo a los nuevos emprendedores para la ejecución de proyectos, es otro de los servicios que prestamos a nuestros asociados así como asesoramiento sobre ayudas y subvenciones del sector.
El CIT está compuesto por 120 socios que provienen de sectores tales alojamientos rurales, restauración, sector agroalimentario, turismo activo, artesanía, Administraciones (Ayuntamientos, Mancomunidad y Adroches), así como asociaciones de empresarios y emprendedores interesados en el desarrollo de la comarca.
El CIT, desde su creación, ha apostado por el desarrollo sostenible de nuestra zona y, dentro de este espíritu, su apoyo a la reivindicación de la parada del tren de Alta Velocidad que, junto con la participación en la estrategia de turismo sostenible Los Pedroches, serán dos pilares fundamentales que posibilitarán el desarrollo económico de toda la comarca.
CENTRO DE INICIATIVAS TURÍSTICASLOS PEDROCHES
Fe de erratasEn el número anterior, en la página 2, apareció por error la palabra patraña en lugar patrona.
Pedimos disculpas por este error