boletin cada semana 11 de marzo, 2013

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Reflexión El Evangelio del domingo pasado nos presenta una de las páginas más bellas sobre el amor y la misericordia de Dios Padre. Normalmente conocida como la parábola del “Hijo Pródigo” hoy ponemos mayor énfasis en Dios Padre y por ello la llamamos la “Parábola del Padre Perdonador y Misericordioso”. De todos bien conocida pero tal vez no siempre bien interpretada y comprendida. El “Hijo Pródigo” lleva la voz cantante en el relato y cautiva nuestra simpatía: “Volveré junto a mi Padre”, y el hijo “fiel” al que clasificamos como el bueno, siempre junto a su padre… no obstante notamos en él actitudes que seguramente Jesús quiso que supiéramos leer debajo de ese tinte de bondad y fidelidad que parece tener. Tras la sorpresa por el regreso y el reclamo que le hace a su padre deja notar un comportamiento muchas veces denunciado por Jesús y propio de los fariseos que se hacían pasar por cumplidores de la ley no obstante ser hipócritas que hablan y no cumplen, que juzgan, critican y condenan porque conocen la ley y los profetas pero su conducta está muy lejos de la ley de Dios. Viven con el padre pero están distantes de él, no están con él ni disfrutan de sus beneficios. Así pues, el hijo mayor es un fariseo clásico, tanto en sus defectos como en sus virtudes. El “Hijo Pródigo regresa y reconoce sus pecados: “He pecado contra el cielo y contra ti”; “Ya no merezco ser llamado hijo tuyo” y lo llama “PADRE”. La actitud y la plegaria del Hijo Mayor es la de los escribas y fariseos: Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni soy como mi hermano menor que ha despilfarrado el patrimonio en tierras lejanas malviviendo y malgastando con “malas mujeres” toda nuestra fortuna. Los sentimientos del padre, los de DIOS, son muy distintos: Tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida”. La Palabra de Dios es Palabra Viva. La Palabra de Dios no es pasiva ni para contemplar como obra de museo. La Palabra de Dios es VIDA. Es por eso que nos enseña y alecciona. Así, en este tiempo cuaresmal, cuando la liturgia nos invita a la conversión, este texto evangélico nos está explicando de forma didáctica lo que es el volver a la casa del Padre y sobre todo la potencia del amor misericordioso y perdonador del Padre que es irresistible, universal y sin condiciones. La meta, el punto final de nuestro proceso de conversión, el último paso de nuestra vuelta a la casa del Padre no es solamente llegar a la casa del Padre y que él siga siendo Dios y nosotros sus hijos siempre inclinados a otra aventura por tierras lejanas. Dicen algunos autores al explicar la parábola, que el final, la verdadera meta consiste el llegar a identificarnos con la actitud misericordiosa del padre, en llegar a compartir plenamente sus sentimientos. ÉL, NUESTRO Buen Padre es el verdadero protagonista de la parábola. ÉL es el personaje fundamental que irradia luz sobre los demás. Y así, para terminar, deberíamos sacar la moraleja como en las fábulas, relatos y leyendas antiguas. Todos estamos llamados a asumir el papel del padre, compenetrarnos con su hacer y persona y así, nuestra cuaresma iría doblemente encaminada hacia Dios, Vuelvo mi mirada hacia él. Lo contemplo, lo gozo, lo disfruto y me dejo seducir por él hasta tal punto que cada vez me parezco más a él. “SEAN MISERICORDIOSOS COMO SU PADRE ES MISERICORDIOSO” Lucas 6,36 “DIOS ES AMOR” 1 Juan 4, 8 Pórtico de CHARLES PEGUY De todas las palabras de Dios, ésta ha despertado el eco más profundo, el más antiguo y el más nuevo, el más reciente. “Un hombre tenía dos hijos”. Desde hace miles de años viene haciendo llorar a innumerables personas, ha tocado en el corazón humano un punto único, secreto, misterioso, inaccesible a las demás palabras de Dios. Durante todos los siglos y en la eternidad los hombres llorarán por ella y sobre ella, fieles e infieles, por toda la eternidad hasta el día del Juicio y hasta en el mismo Juicio. Ésta es la palabra de Dios que ha Llegado más lejos, hijo mío, la que ha tenido más éxito temporal y eterno. Es célebre incluso entre los impíos y ha encontrado en ellos un orificio de entrada, y quizá es ella sola la que permanece clavada en el corazón del impío como un clavo de ternura. Puesto que él dijo: “Un hombre tenía dos hijos”. Y el que lo oye por centésima vez es como si lo oyera por vez primera. ¡Qué punto sensible ha encontrado en el corazón del hombre! Un punto de dolor, desgracia y esperanza, un punto doloroso y de inquietud, como un golpe que produce una huella en el corazón del hombre, un punto en el que es preciso no apoyarse, un punto de cicatriz, de sutura, de cicatrización sobre el que es necesario no apoyarse. Es la única palabra de Dios que el pecador no ha ahogado en su corazón; después que esta palabra ha mordido su corazón, ya nada borrará la huella de sus dientes. Una palabra que acompaña, que le sigue a uno como un perro; se le golpea pero sigue, como un perro maltratado que vuelve siempre a uno. Y es que ella demuestra que no todo está perdido, que no entra en la voluntad de Dios que se pierda uno solo de estos pequeños. Cuando el pecador se aleja de Dios, arroja al borde del camino, en las zarzas y entre las piedras, como si se tratase de cosas inútiles y embarazosas, los bienes más preciados, los más sagrados, la palabra de Dios que nunca arrojará y sobre la cual el hombre ha llorado tantas veces. Es una bendición de Dios que no arroje esa palabra a las zarzas. Y es que no tenéis necesidad de ocuparos de ella y de llevarla a cuestas, pues ella es la que se ocupa de vosotros y de hacerse llevar, es ella la que sigue, una palabra que sigue, un tesoro que acompaña. Las otras palabras de Dios no se atreven a acompañar al hombre en sus mayores desórdenes, pero verdaderamente esta palabra es una desvergonzada, no tiene miedo, no tiene vergüenza, y tan lejos como vaya el hombre, en cualquier país, lejos de hogar, en las mayores tinieblas, siempre habrá una claridad, lucirá una llama, un punto de llama, siempre velará una luz, que no será puesta bajo el celemín, siempre lucirá una lámpara: “Un hombre tenía dos hijos”. Cada Semana 11 de marzo. San Pedro Sula

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boletin semanal No.5

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Page 1: Boletin cada semana 11 de marzo, 2013

Reflexión El Evangelio del domingo pasado nos presenta una de las páginas más bellas sobre el amor y la misericordia de Dios Padre. Normalmente conocida como la parábola del “Hijo Pródigo” hoy ponemos mayor énfasis en Dios Padre y por ello la llamamos la “Parábola del Padre Perdonador y Misericordioso”.

De todos bien conocida pero tal vez no siempre bien interpretada y comprendida.

El “Hijo Pródigo” lleva la voz cantante en el relato y cautiva nuestra simpatía: “Volveré junto a mi Padre”, y el hijo “fiel” al que clasificamos como el bueno, siempre junto a su padre… no obstante notamos en él actitudes que seguramente Jesús quiso que supiéramos leer debajo de ese tinte de bondad y fidelidad que parece tener. Tras la sorpresa por el regreso y el reclamo que le hace a su padre deja notar un comportamiento muchas veces denunciado por Jesús y propio de los fariseos que se hacían pasar por cumplidores de la ley no obstante ser hipócritas que hablan y no cumplen, que juzgan, critican y condenan porque conocen la ley y los profetas pero su conducta está muy lejos de la ley de Dios. Viven con el padre pero están distantes de él, no están con él ni disfrutan de sus beneficios. Así pues, el hijo mayor es un fariseo clásico, tanto en sus defectos como en sus virtudes.

El “Hijo Pródigo regresa y reconoce sus pecados: “He pecado contra el cielo y contra ti”; “Ya no merezco ser llamado hijo tuyo” y lo llama “PADRE”.

La actitud y la plegaria del Hijo Mayor es la de los escribas y fariseos: Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni soy como mi hermano menor que ha despilfarrado el patrimonio en tierras lejanas malviviendo y malgastando con “malas mujeres” toda nuestra fortuna.

Los sentimientos del padre, los de DIOS, son muy distintos: “Tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida”.

La Palabra de Dios es Palabra Viva. La Palabra de Dios no es pasiva ni para contemplar como obra de museo. La Palabra de Dios es VIDA. Es por eso que nos enseña y alecciona. Así, en este tiempo cuaresmal, cuando la liturgia nos invita a la conversión, este texto evangélico nos está explicando de forma didáctica lo que es el volver a la casa del Padre y sobre todo la potencia del amor misericordioso y perdonador del Padre que es irresistible, universal y sin condiciones.

La meta, el punto final de nuestro proceso de conversión, el último paso de nuestra vuelta a la casa del Padre no es solamente llegar a la casa del Padre y que él siga siendo Dios y nosotros sus hijos siempre inclinados a otra aventura por tierras lejanas. Dicen algunos autores al explicar la parábola, que el final, la verdadera meta consiste el llegar a identificarnos con la actitud misericordiosa del padre, en llegar a compartir plenamente sus sentimientos. ÉL, NUESTRO Buen Padre es el verdadero protagonista de la parábola. ÉL es el personaje fundamental que irradia luz sobre los demás.

Y así, para terminar, deberíamos sacar la moraleja como en las fábulas, relatos y leyendas antiguas. Todos estamos llamados a asumir el papel del padre, compenetrarnos con su hacer y persona y así, nuestra cuaresma iría doblemente encaminada hacia Dios, Vuelvo mi mirada hacia él. Lo contemplo, lo gozo, lo disfruto y me dejo seducir por él hasta tal punto que cada vez me parezco más a él.

“SEAN MISERICORDIOSOS COMO SU PADRE ES MISERICORDIOSO” Lucas 6,36

“DIOS ES AMOR” 1 Juan 4, 8

Pórtico – de CHARLES PEGUY

De todas las palabras de Dios, ésta ha despertado el eco más profundo, el más antiguo y el más nuevo, el más reciente.

“Un hombre tenía dos hijos”. Desde hace miles de años viene haciendo llorar a innumerables personas, ha tocado en el corazón humano un punto único, secreto, misterioso, inaccesible a las demás palabras de Dios. Durante todos los siglos y en la eternidad los hombres llorarán por ella y sobre ella, fieles e infieles, por toda la eternidad hasta el día del Juicio y hasta en el mismo Juicio. Ésta es la palabra de Dios que ha Llegado más lejos, hijo mío, la que ha tenido más éxito temporal y eterno. Es célebre incluso entre los impíos y ha encontrado en ellos un orificio de entrada, y quizá es ella sola la que permanece clavada en el corazón del impío como un clavo de ternura. Puesto que él dijo: “Un hombre tenía dos hijos”. Y el que lo oye por centésima vez es como si lo oyera por vez primera. ¡Qué punto sensible ha encontrado en el corazón del hombre! Un punto de dolor, desgracia y esperanza, un punto doloroso y de inquietud, como un golpe que produce una huella en el corazón del hombre, un punto en el que es preciso no apoyarse, un punto de cicatriz, de sutura, de cicatrización sobre el que es necesario no apoyarse. Es la única palabra de Dios que el pecador no ha ahogado en su corazón; después que esta palabra ha mordido su corazón, ya nada borrará la huella de sus dientes. Una palabra que acompaña, que le sigue a uno como un perro; se le golpea pero sigue, como un perro maltratado que vuelve siempre a uno. Y es que ella demuestra que no todo está perdido, que no entra en la voluntad de Dios que se pierda uno solo de estos pequeños. Cuando el pecador se aleja de Dios, arroja al borde del camino, en las zarzas y entre las piedras, como si se tratase de cosas inútiles y embarazosas, los bienes más preciados, los más sagrados, la palabra de Dios que nunca arrojará y sobre la cual el hombre ha llorado tantas veces. Es una bendición de Dios que no arroje esa palabra a las zarzas. Y es que no tenéis necesidad de ocuparos de ella y de llevarla a cuestas, pues ella es la que se ocupa de vosotros y de hacerse llevar, es ella la que sigue, una palabra que sigue, un tesoro que acompaña. Las otras palabras de Dios no se atreven a acompañar al hombre en sus mayores desórdenes, pero verdaderamente esta palabra es una desvergonzada, no tiene miedo, no tiene vergüenza, y tan lejos como vaya el hombre, en cualquier país, lejos de hogar, en las mayores tinieblas, siempre habrá una claridad, lucirá una llama, un punto de llama, siempre velará una luz, que no será puesta bajo el celemín, siempre lucirá una lámpara:

“Un hombre tenía dos hijos”.

Cada Semana 11 de marzo. San Pedro Sula

Page 2: Boletin cada semana 11 de marzo, 2013

10 proceso de crecimiento en la Fe Por proceso de crecimiento en la Fe entendemos:

La continuidad de esfuerzos estratégicos que fomenten el cultivo de la fe como don y como opción que atañe a la realidad (personal y comunitaria) y a la dimensión del

misterio.

El desarrollo programado de reflexiones y prácticas que posibiliten el encuentro entre el yo, el otro y Jesucristo.

Este proceso implica:

Fomentar espacios de encuentro con Jesucristo en la oración y en la comunidad.

Promover la vivencia de la misión organizada desde una actitud abierta al Espíritu.

Asegurar que la lectura de los acontecimientos de vida, la reflexión de las prácticas catequéticas, la incorporación de TICs a la evangelización y las celebraciones contribuyan a impregnar la educación en la fe desde el evangelio.

Potenciar la formación teológica-espiritual en la escuela y los Departamentos de Educación en la Fe.

Potenciar del diálogo ecuménico e interreligioso y la incorporación de la escuela a la pastoral de conjunto como

acción pastoral a nivel de la Iglesia.

Fortalecer de los grupos juveniles e infantiles ligados a la promoción de la sensibilidad activa y el testimonio

como expresión de la espiritualidad lasallista y la creación de ambientes favorables para la pastoral.

La fe (como don y como opción) se articula con el evangelio y su vivencia mediante la transversalización de

espacios de formación y de encuentro que permitan identificar el proceso con la Iglesia, la conformación de

diferentes grupos(comunidades de fe) y el testimonio de las personas.

Retiro –Convivencia de los primeros de Ciclo, 2013

Santa Misa en el día de La Salle 2012. Primaria.

Transcribimos el proceso n°10 de nuestro ideario educativo para el distrito de Centroamérica-Panamá. Que nos sirva de recordatorio para el año de la fe y eje transversal de nuestro quehacer educativo.

Su Santidad Benedicto XVI Ciudad del Vaticano Santidad: En este momento delicado y fuerte de Su Ministerio Petrino deseo renovarle mis sentimientos personales de devoción filial y de agradecimiento sincero por la grande y meritoria obra desplegada por usted en estos 8 años al frente de la Iglesia universal. Se une a mí toda la Familia Lasaliana, formada por cinco mil religiosos, ochenta mil docentes y el casi un millón de alumnos dispersos por el mundo.

No deseo ocultarle que para todos nosotros es éste un momento lleno de emoción y de tristeza, aunque sostenido por una fe profunda, conscientes de que el Señor actúa para nuestro bien y para el bien de su Iglesia, aun cuando no seamos capaces de comprender plenamente sus planes.

Por eso, nuestro profundo agradecimiento se dirige ante todo al Señor por haber reservado a nuestra época, tan desorientada y turbada, un pastor sabio, prudente, humilde y santo, que ha sabido transmitir a la humanidad, con gran generosidad y lucidez, las imperecederas enseñanzas de Cristo.

El agradecimiento se hace luego extensivo a usted, Santidad, por la forma cómo ha sabido secundar los designios de Dios sobre usted. El Señor le recompensará.

Felicitaciones sinceras por la meritoria obra que seguirá desarrollando entre nosotros con su oración y con sus escritos: Santidad, la humanidad sigue teniendo deseo y necesidad de usted.

Le saludo en Cristo, junto con toda la Familia Lasaliana.

Hermano Álvaro Rodríguez Echeverría

Superior General