bm-106 luiselle bicicleta

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| BLANCO MVIL l 106|1aa(1a |a::|:|a:a(|m(a:aa:a:Tomarentrelasmanoslaspaginasimpresasdealgnlibro,echarleunamirada,dedicarsea leerlo, introducirse con la mayor intensidad y atencin posible en sus vericuetos, en las esquinas rotas de los laberintos, a parpadear el nimo entre renglones, a introducir la cua contestataria y preguntona al interior de esa trama que se desarrolla, en un acto de tensarse y distenderse. En fn, acercarse a dialogar con el texto, con lo que algn escritor ha vertido, marcado muescas de asombro y metforas. Dilogo entre autores y lectores. El ensayista que presenta su espejo para mirar al interior de otro. Es ese lector, que tambin expresa su sensacin, que quiere , se anima a compartir con otros lectores, a travs de su discurso, en un conjunto de ideas , precisiones e impresiones, laboratorio de los lectores, es aqul que desea expresar como lector lo que percibe, en su nimo y en su conciencia, presume, que el escritor ha creado, intentado decir, y se arriesga en la aventura, de a veces, ir un poco mas all del propio ro de palabras y sentidos, una especie de bsqueda del origen momentneo de esas aguas letradas. El ensayo, esta necesidad del lector obsesivo, de dejar plasmada la constancia perseverante de su experiencia. Y comienzan a aparecer los espejos de los crticos, a veces hay que invertir las imgenes, escritor y lector en un mismo bando,resuenaeltamborplebeyo,elquesearriesgaalanzarbocanadasdehumoimpreso, llamaradas de intenciones, los que se atreven a negar la posible santidad de la retrica de los escritores consagrados o en camino. Ahondar y vaciar el peligro que expresan los mausoleos de escritores, aquellos creados y animados por sus lectores, frente a aquellos que han sido un golem, producto de la incesante retahla del mercado editorial, estimulado y hecho imagen a vender y crear ms venta, poca literatura. Y entra a palear con fuerza con el carbn del conocimiento, a prender fuego a las pginas de tanto texto escrito, no importa tanto el hacedor de la escritura, el personaje, sino lo escrito y la lectura parsimoniosa, intensa, vital.de eso que se ofrece a los ojos despus de jornadas largas o cortas, en que escribir se ha convertido en remanso, lago de lo realizado.No importa la cantidad de arrugas del ensayista, la crtica realizada observar el hecho esttico y fjar ciertas coordenadas y jugar con ellas, buscar proyecciones simblicas y volver a creer en la irona, en la novela, en el cuento, en la poesa y la potica. Todo para explicar como el acto literario envuelve al ser humano y mueve y se entremezcla con el mundo circundante.Lectores y escritores en una misma barca.Z|a j.a:a:a|:|a: m\|:aaa:ca|||(aa |||\Definirelensayo:heahunatarea asumidareiterada,gozosa,confictivamente por el ensayo mismo. De entre el mar de teorasyacercamientos,unapremisasera vlida: el ensayo es una forma hospitalaria a diversos temas, a distintos enfoques y a estilos incluso contrapuestos. Una suerte de recipiente aglutinante, cuya consistencia y perdurabilidad, cuyo carisma y persuasin quedan estatuidas por la voz personal vigorosa y precisa de su autor, en quien pueden convivir el explorador y el mentor, el polemista y el divagador.Sustentadoenunatradicincontinuada yslida,sobretodolacorrespondientealsiglo XX, el ensayo mexicano se ha destacado como un gnero de mltiples intereses y posibilidades.Undatoacasomenorrefrendara laaseveracindelasaluddelensayoenlas letrasnacionales:lamayoradelospoetas, narradores y dramaturgos han visitado en algnmomentodesutrayectoriayconlogros perdurables los linderos de este gnero para expresar sus ideas y perspectivas, tanto sobre supropioquehacercomosobrecuestiones cercanas o distantes del amplio mundo de la literatura. Este nmero de Blanco Mvil confa en la cabida generosa de temas diversos, enfoques distintos y estilos contrapuestos al interior de loslmiteshuidizosdelensayo.Ungrupo de jvenes y muy jvenes ensayistas mexicanos han respondido a la propuesta: cualquier tema, cualquier enfoque: un estilo propio. Y s, la respuesta ha sido muy alentadora. Los textos reunidos en las pginas siguientes trazan un panorama generacional. La mayora son autores nacidos en la dcada de 1970 y algunos, no pocos, pertenecen al grupo de los nacidos en los aos ochenta. El mayor, Jorge Pech Casanova, ha desarrollado una trayectoriafrmeysiemprelcida,conmuchadiscrecin, como ensayista. Es la suya una de las voces ms notables en el gnero hoy en da en Mxico. Pech Casanova ha sabido, de manera consistente, establecer puentes y lanzar miradas escrutadoras en torno de la relacin del artista con su comunidad, luciendo un estilo grcil y ponderado.Enesetenor,estenmeroreveladequ forma, al lado de la temtica literaria autores, libros,actitudes,estanuevapromocinde ensayistas muestra una sostenida preocupacin 1 BLANCO MVIL l 106por otras zonas de la vida social y cultural: las artes, la poltica y los problemas sociales, la experiencia personal y el horizonte de lo cotidiano.As,mientrasHctorJ.Ayala,Diego Jos y Enrique Padilla realizan acercamientos a autores como Jean Cocteau, Paul Valry y Fernando Vallejo, por su parte Carlos Oliva Mendoza y Paola Velasco proponen esbozos sugerentes,desdelaexperienciapersonal, del vnculo confictivo y frtil entre el escritor ysuentorno.Paralelamente,ValeriaLuiselli,GabrielaConde,PabloDuarteyJezreel Salazar convierten al ensayista en un personajeconmiradaviva,escenifcadafrentea destellos del mundo: andar en bicicleta, ir a laplaya,despediraunserquerido,asistir aunaexposicindeescultura.MayraLuna, Irad Nieto y Julin Etienne entrelazan lo poltico con el mundo del libro y la cultura: hay en su prosa la precisin de quien refexiona y el afn apasionado del polemista. Este puado de jvenes y muy jvenes exploradores del ensayo refrendara una lgica certera: defnir el ensayo es una tarea pertinente, sin duda, pero jams de manera preceptiva sino atentos a la mltiple posibilidad del gnero en el que la idea y el estilo conviven reiterada, gozosa, confictivamente.+arrojolaltimabocanadadeestehumo espeso, dulzn, y mis labios adormecidos no se atreven a desprenderse de la pipa que los resecayloscorrompe.Comoaquladicto imaginario de DAurevilly, tambin he deseado unapipaquesecarguesola,quemepermita envenenarme sin tener que interrumpir mi soolencia.Sonestosmomentospedestres,de abrir el cofrecito y retacar la cavidad con una nuevadosislosqueinducenalhasto,esas pequeeces cotidianas en las que los budistas encuentranenormeregocijo,porqueatentos a las mezquindades de lo inmediato no tienen tiempodepensarensuneurosissoterrada; buscanlacalma,dicen,laausenciadepensamiento. Pero nosotros no buscamos sosiego. (Hablo de m, de los insectos, y de este gato narcotizadoquevienearonronearentremis piernas.) Ni siquiera podra decir que vamos en busca del placer, a menos que se conciba uno tan escarpado como las pesadillas del culpable si es que las tiene. Pero tiendo a creer quepeorespesadillaspadecequienquisiera serculpableynoseatreve.Elvicionosda a|a|(.: aa|a: a aa(||(1| ||a(|a 1 laa |a:|aa|:|a( l. |a|aJe veux prouver que les chercheurs de paradis font leur enfer, le prparent, le creusent avec un succs dont la prvision les pouvantterait peut-tre.Charles Baudelaire, Les Paradis artifcels.1.una sensacin de liviandad, tal vez falaz, que nos permite algn grado superior de irreverencia. No transforma el espritu en el sentido de hacernos cambiar de vestimenta, de mscara, sino que permite que afore nuestra primigenia animalidad, y cada vez importe menos dar los buenos das, sonrer a la gente tonta que nos miraenlascalles,agradaralosdemscon una pulcritud y unos modales que no nos son afnesporquemolestasuhipocresa,porque causa displicencia tanta vanidad, tanto qu dirn. Quisiera carecer de compostura por las cursivas habla Cocteau. Es difcil. La falta de composturaeselsignodelhroe.Pascalse angustiaba al considerar que si la gente supiera lo que en realidad piensan de ella quienes la rodean, no existiran en el mundo tres amigos, imagenquepersuadealosdscolosyalos envidiosos;peroquizssicomprendiramos cmo nos perciben los estimaramos ms porque sabramosaquatenernos.Chopin,Henry Miller, Rousseau, Cardano, Bloy, Poe, Seferis, carecieron de compostura.'BLANCO MVIL l 103Muchos adictos se quejan de su falta de fuerzadevoluntadporquenosoncapaces dealejarsedelvicio,peronosedetienena pensartodalaquesenecesitaparaperseverarenlauncuandoenvezdeplacer sientanterroryelvrtigohayaocupadoel lugar de la diversin. Ciertos organismos na-cen para ser presa de las drogas. Requieren un correctivo sin el cual no pueden tener contacto conelexterior.Otros,encambio,yapor curiosidad, ya por ofuscacin se van enganchando al vicio poco a poco y luego, cuando se encuentran perdidos, comienzan a desear no haber traspasado esas puertas, no haber deambulado por ese laberinto; el arrojo que losimpulsaenredarseenelvicioesequiparableasucobarda.Perohayquienesle debemosnuestrashorasperfectasalassustancias;vctimasdeundesequilibrioinnato, hemospreferidounaestabilidadartifciala la falta absoluta de equilibrio. Pero los excesos, como se sabe, a la larga no terminan por compensarse,yllegaeldaquenisiquiera aumentarladosisnosproducelaviejafruicinquehacetiemponoshaabandonado; sobrevieneelabatimiento,y,elexceso,que enuniniciohalagabanuestrossentidos,comienza a hundirnos. Pero nosotros insistimos aunquehayamosentendidoqueelopioes realmenteefcazunavezdecadaveinte. Perseveramosenelvicio,perseveramosen el error, como otros perseveran en la virtud, pero sin medianas: no somos diletantes. El vicio, como la virtud, exige devocin y compromiso; en cuanto al tesn y el esfuerzo que se necesitan para cultivarlos son idnticos, slo sedistinguenporsusfnesysusconsecuencias. El virtuoso busca el bien, no la felicidad; el vicioso no busca el bien ni la felicidad y a veces, como he dicho, tampoco el placer.Es cierto, sin embargo, que el gusto por el vicio entraa algo infantil, un furor adolescente. Tentar los lmites, ponerse en peligro. Al mismo tiempo supone un deseo por la eternidad, por lo inabarcable. Es Tantico y Divino. Pngase usted de cabeza, nos peda Chesterton, y ver el mundo como es: no andamos en l, pendemos como las esferas de un rbol navideo. Da la impresin de que nuestras empresas, nuestras pasmarotas y firteos nos van enterrando en el lgamo; el vicio o la virtud aligeran la carga, prometen una elevacin que, si bien no llegar nunca, nos torna livianos. Se habla siempre de la esclavitud del opio. No slo la regularidad dehorasqueimponeesunadisciplina,sino tambin una liberacin. Es una lstima que en vezdeperfeccionarelmododedesintoxicar-nos, la medicina no intente hacerlo inofensivo.2.Pero el vicio es un fagelo para las almas sutiles; si un fumador destrozado por la droga se interroga a s mismo sinceramente, encontrar siempre una culpa que est purgando y que vuelve el opio contra l. Sin embargo, esta urgencia de ordala tal vez sea parte del infantilismo que he referido, porque ms parece producto de la ofuscacin que del deseo de redimirse. Nos lanzamos a la calle en busca de un castigo, nos atormentamos con los dems y con fre3.cuencia somos sus verdugos; hilamos un acto decontricintrasotro,ofendemosysomos ofendidoscomopartedeesaliturgiaincompresible; sacrifcamos nuestro tiempo despilfarrandolashorasconpensamientosestriles, con temores ridculos, al lado de personas que en el mejor de los casos se contentan con succionar la poca vitalidad que an nos queda. A la maana siguiente, despus de cuatro pipas, volvemosalacarga,arealizarunaprueba que nadie nos pide, que nadie necesita, que ni siquiera a nosotros mismos nos importa. Adoramos el Fracaso como los nihilistas la Nada. Tropezamosconnosotrosmismos:Micuarto deahorcado,enlacalleBonaparte,secon-virti en un cuarto para ahorcarse. Haba yo olvidadoqueelopiotransformaelmundoy que, sin el opio, un cuarto siniestro sigue siendo un cuarto siniestro.Laspalabrasengaanamedias,trminos quehoyempleamosparareferiradversidad, poseen un origen noble y hasta lejano de las actualesconnotacionespeyorativas.Errar, quehoyessinnimodeequivocarse,enun principio refera la vagancia, el vagabundeo comoaberrartansloapartarsedelcamino; derrota,literalmentequeradecirsendero, rumbo;perder(perdare),darporcompleto, regalar; equivocar, una mera homofona; fracaso, quebrar con ruido (del francs casser), una hermosa onomatopeya. Efectivamente me dejo llevar por este humo en mis apreciaciones y por los esfuerzos de don Joan Corominas, peronoeraCocteausinoDostoievskiquien demostraba la belleza del fracaso en Los her-manosKaramazov.Laraznhumanatiende alaparadoja,pensamosapartirdearquetiposytrminoscorrelativos(Kantlesllama categoras, Leibniz conceptos fundamentales, Aristtelesnomeacuerdo).Launivocidady la linealidad son ofensivas a la inteligencia. El cristianismo est lleno de estas aporas que a cualquier racionalista le pone los pelos de punta(quienquierasalvarsualma,laperder, etc.) No, Cocteau no slo hablaba de la belleza del fracaso, sino de su importancia epistemolgica, emancipadora. El error deliberado, la ruinavoluntariaqueparalosmodernosera inconcebible y para los romnticos denotaba cretinismo, debilidad de carcter, puede interpretarse como un rasgo de rebelda, aunque degolpenoleencontremosningnsentido. Un burro avanza por una vereda, est cansado y se muere de hambre y de sed; a pocos pasos el camino se bifurca: a su derecha vislumbra forraje y un abrevadero, a su izquierda,msomenosalamismadistancia,otro montn de paja y un estanque. La bestia no se decide, y fallece de inanicin. El asno de Buridn pretenda demostrar que la indiferencia no existe y que ante dos posibilidades parecidas se elegira cualquier cosa con tal de evitar el naufragio; pero el siglo XX ha demostrado que se puede elegir no elegir, que entre todas las posibilidades somos capaces de escoger la peor, cosa que no necesariamente es una mala decisin. Existen Cristo y Napolen. Imposible salir de ah. La gloria afortunada de resultado limitado;lagloriadesgraciadaderesultado ilimitado. En el mtodo de Napolen, un trai-dorhaceperderlabatalla.EneldeCristo, untraidorhaceganarlabatalla:Laesttica delfracasoeslanicaduradera.Quienno comprende el fracaso est perdido. La impor-tancia del fracaso es capital. No hablo de lo que fracasa. Si no se ha comprendido este se-creto, esta esttica, esta tica del fracaso, no se ha comprendido nada, y la gloria es intil.!BLANCO MVIL l 103EXISTEFRMULAIDNEAPARADECIRADIS.Nilaluzdelos espejos en las azoteas, ni la grcil sacudida de pauelos en las ventanas. Tampoco la bien intencionada promesa de cancin ranchera de que t al volver no encuentres nada extrao, nunca se vuelve siendo el mismo, no regresas a la misma ciudad.Cuando conocimos del mundo, quiero decir desde | |a |aa|||1 |a: 1:a1|1a:caa(||a |aa1Noque cada uno de nosotros empez a ser concientes de nuestra presencia en l, entendimos del tiempo, de lo fnito de los momentos; comprendimos que las cosas se acaban, que la gente se va, que acaso slo un par de cosas como los nmeros y el espacio son infnitos. El mundo cambia. Las ciudades cambian.Lascallessedesdibujanennuestrorecuerdootrasseisosiete cuadras despus. Se alejan del que se va. Nos formamos de abandonos. Lo sabemos desde siempre: todo es desprendimiento, como el olor a helechoscedroy mandarina que se desprende de un cuello, que nos envuelve y luego se va en un soplo. Un dejar ir que, a pesar de ser constante, es difcil de enfrentar. Despedirse como frmula se aprende con el paso de los aos ydelosadioses;peroeseaprendizaje,ancongolondrinasincluidas,no culmina con alguna frmula que borre por completo la sensacin de vaco que queda en quien agita el lienzo blanco.Querramos no irnos, no tener que dejar de estar en esa otra persona que nos defne, nos testifca, nos presencia. Y con ese afn alargamos los rituales despidatorios. Cuando se tiene conciencia de que se est acabando, dequealgunoseva,comenzamosconlaparanoiadelosmtodos,de losinventarios,delosrecuentosdesombras.Intentamoseternizarnosen la memoria del otro, quedarnos; pero nunca se puede lograr la perpetua estada.Esatestifcacinsinelreferentefsico,tangible,obedeceraun sinfn de estmulos muy lejanos; se sabe de lo caprichoso de la memoria, de lo inexacto, de lo arbitrario: ya no soy yo ese que t recuerdas. La imposibilidadderecuperarlovivido,lanostalgiadelostiemposquemaana sern pasado, nos incitan a escribir mails kilomtricos, a comprar y dedicar libros, a intentar condensar en alguna frase la importancia de quien se va de nosotros, a organizar festas de despedida, cenas romnticas con dos cuerposimantados,unosobreotro,quenohacenmsquecomenzara extraarse mientras juntos, an alumbran un poco de la noche. Acaso no hallaremos nunca un mtodo infalible para comunicar a ese que se va del miedo, del vaco. Ni el mariachi en el aeropuerto, ni el discurso del todo eso que no te dije, ni la lgrima tmida o escandalosa, lograrn trascenderse hasta decirlo todo, entenderlo todo, salir de los andenes con la cara en alto, sin recurrir a las mentiras del s seguro volveremos a encontrarnos y todo ser como antes. Mejor salir slo con la punzadita de la certeza repitindose en el odo: todo se rompe. Para qu la frmula, siempre distante, impotente, hueca, nula? Queda reconocer que slo el silencio es puntual. Que slo el vaco de no decir, la impotencia del ojo que es slo un ojo mudo diciendo adis puede equipararse al otro vaco, al de la realidad negada del te estoy perdiendo y ya. Ese silencio, infnito como los nmeros y el espacio, que ms tarde o ms temprano conduce, irremediablemente, al olvido.7BLANCO MVIL l 103|| |a(a|:a\a1|1a|aa|a |aa(|a luz se empea en atravesar el ventanal inclinado del techo; cae sobre los que estamos en el lobby con el mismo peso que las toallas mojadas y exhudamos una furia confusa y callada. El ajetreo es maysculo. Por momentos parece que se est llevando a cabo un simulacro de evacuacin y nadie atina a recordar los pasos ni las instrucciones. Lo nico ordenado e impvido son las maletas que forman un par de hileras a unos pasos del front desk: mochilas sin garbo, velices capaces de engullir a un nio pequeo, neceseres y equipajes con ruedas y dobles cerraduras, todas en una mmica perversa desuspropietarios;quietas,comolosretratosfamiliaresqueesperanla mudanza o el derrumbe. O how unlike the place from whence they fell!John Milton, Paradise LostL|JDos uniformados atienden a los que estamos arrastrndonos a lo largo de todo el mostrador de recepcin con nuestros comprobantes de pago, nuestras preguntas especfcas y el cmulo imposible de exigencias que esperamos que un desconocido venga a solventar. Las gestiones no funcionan. Se entorpecen porque los turnos son decorativos y tenemos, todos, la creencia de que no hay mejor salvoconducto que nuestro encanto personal; antes que la frialdad de las claves de nuestra reservacin, confamos en la clida efectividad de una broma a la recepcionista. Creemos que es un triunfo del espritu el lograr aventajaratodalatropadevisitantessloporhabernosacercadoahablardirectamente con el encargado en turno. No importa cunto tengamos que sonrer o gimotear, condescender o amenazar para lograrlo: estaremos parados ah, estorbando, entorpeciendo, hasta lograr que nuestra gracia personal nos abra las puertas del reino. Los dos recepcionistas sudan el cuello de la camisa y se agitan igual que un par de moscas buscando salir de una habitacin cerrada. Parecen desesperados por franquear eseinvisible cristal que separa a los que llegamos de los que nos atienden. Se golpean, penosamente, sin poder, al fnal, hacer nada ms que seguir sudando sobre sus corbatas azules. Cuarentaminutosdespus,mi acompaante y yo estamos ante el jovenextenuadoquealcanzatodava a darnos la bienvenida, a preguntar porlacomodidaddenuestrovuelo y las visitas anteriores a este maravillosodestino.Uno,porvisitante, parece estar atrapado entre la espada de la buena educacin y la pared de la extranjera. Es difcil, cuarenta minutosdespus,mantenerfrescala cortesa del recin llegado. Se ha ido avinagrando hasta quedar reducida a un arqueo de cejas y una sonrisa hermana del gruido. Cuando de urbanidad se trata, los cdigos son inapelables: el joven espera nuestras respuestas, sostiene la pluma en alto, y slo hasta escuchar nuestra rplica es que vuelve a la actividad. Un pequeo pellizcodevergenzanosatraviesalacara:seguroperdimosla canasta de frutas y peligra incluso la vista idlica del cuarto. Como si no hubiera lidiado ya con media centena de visitantes embravecidos por el sol y los tumultos, el joven contina la faena del buen anftrin. Sin mirarnos, mi acompaante y yo sabemos que somos muy malas personas; contestamos parcos pero el trmite se alarga. Cuando uno est frente al mostrador de un hotel de playa, al inicio deunasvacacionesbreves,elsilencioapresuradopareceserla nica civilidad posible.||BLANCO MVIL l 103Entre los efectos secundarios ms perniciosos de las vacaciones se halla el desencanto. Bendita desilusin que enmiendas lo que nos empeamos en descomponer. La idea de las vacaciones en un hotel implicaba una esperanza muy concreta: el hallazgo de un pramoednico,cuatrodasdeabandonoytirana:alguienmsatendernuestras necesidades, era el leitmotif de la planeacin y la compra del paquete a un destino en la costa del Pacfco. Si, como explic en una conferencia Jean Delumeau, judios, cristianos y musulmanes permanecieron durante mucho tiempo convencidos no slo de que el paraso terrenal haba existido realmente, sino tambin de que el jardn del Edn no haba desaparecido de la tierra, aunque s estaba prohibido el acceso por una muralla de fuego y la espada de un querubn, nosotros dos nos propusimos desembolsar el dinero necesario para sobornar al ngel y entrar por cuatro das y tres noches al jardn de las delicias. Apegados a la autoridad de santos tan eminentes como Agustn de Hipona o Toms de Aquino, cremos que lo narrado en el libro del Gnesis era una versin histrica, un recuento de hechos. Nos enflamos hacia el aeropuerto de madrugada con una enloquecida fe: habramos de encontrar, altrasponerelpurgatoriodelcheck-in, como imagin Horacio, los venturosos campos[...]dondenohayososque ronden bramando los apriscos, ni la tierra se ve hinchada por los nidos de las vboras. A salvo de las bestias de la rutina y el hartazgo, sin temor a caer en la trampa de las complicaciones, introdujimos la tarjeta en la cerradura magntica y colocamos el letrero de no molestar. Bendita desilusin que enmiendas lo que nos empeamos en descomponer.El cuarto es un ejemplo de uniformidad: una cama, un bur, dos sillas junto a una mesa circular minscula, ventana,televisin,lavabo,espejodetresbandasyunatinacon varias manchas sospechosas en el fondo. La imagen mental asociada con la frase cuarto de hotel est representada exactamente en esta habitacin. El 912 ostenta los componentes necesarios y sufcientes para evitar reclamaciones: estamos ante una habitacin doble en un hoteldecincoestrellas.Loseconomistasdeldescansohansabido tasar los valores relajantes de un cajn con Biblia, una caja fuerte empotrada al fondo del closet, o la fbra sinttica de la colcha; para m, funcionan. Nada ms dejadas las maletas junto a la cama, una pesadez poco comn me hace saber que mis vacaciones han iniciado. Es evidente cuando uno pisa por primera vez el hotel y cuando secierralapuertadelahabitacinsetornainobjetable:eneste lugar, no hay escondites permanentes. Cada uno de los espacios |Zest perfectamente empapado de la multitud, de los clamores y los aromas, las huellas y la futura presencia de un gento desbocado, incontrolable. La privacidad del cuarto deja de serlo al mirar por la ventana. Al mirar la ventana. Ms que nunca, los cristales parecen hechos de papel cebolla y los gritos son puetazos de aire tibio. Un paso hacia el balcn es avanzar hacia un pozo a tope de vacacionistas, absortos en la conquista de su propio descanso, expansivos como pulpos, como redes que atrapan la mirada y el asombro. Los muros de la habitacin traicionan su linaje y revelan las intimidades de los vecinos con la misma facilidad con la que confesarn las nuestras. El lugar entero es una gran sala comn, un vertedero de presencias compartidas que fngen no notar quin est al lado; los espacios pblicos son un pleonasmo y comprometen a quienes lo atraviesan: dejad, los que aqu entris, toda esperanza. Sorprende que la multitud camine tan a sus anchas, tan comosinada. Parece que cada uno de los huspedes de este lugar est viviendo dentro de las fotografas soberbias del folleto promocional: paisajes congelados en plena ebullicin, piscinas tan quietas y azules, restaurantes con las mesas dispuestas, manteles impecables en espera de la primera mancha, del primer cliente. Este lugar, este hotel enclavado entre otros idnticos, modestamente replica la promesa del Creador a su pareja de muecos de arcilla: nada les har falta. Aqu, hoy y cunto dure nuestra estancia, alguien ms levanta nuestras sobras, alguien ms se preocupa por nuestros afanes. Todo est incluido. Hoy pagamos para ser nicos huspedes. El problema comienza cuando lo singular de nuestra visita se multiplica por el nmero de camas, o por la cantidad de agua que setecientas personas son capaces de ingerir, o desplazar, o atragantarse y escupir en un da, en una hora. Entonces estamos obligados a reconocer que al Creador no slo se le escap un ngel de las manos; tambin su idea de un paraso vedado perdi la exclusividad con la cada. Si Prometeo fue a dar a una roca por haber abaratado los dones divinos, el Diablo arde entre pecadores por, entre otras cosas, regalar a las cadenas hoteleras transnacionales el concepto del all inclusive. En este paraso democratizado el camastro, la toalla, incluso el rectngulo de arena a donde irn a recostarse nuestra carne y nuestras pertencias se esfuman a nuestra espalda: lo que creamos nuestro por haber pagado a tiempo, termina siendo propiedad de quien llegue primero. Los habitantes temporales de este edn son serafnes adiestrados en el arte del aventajamiento: festival pagano por excelencia, el de los nios, algunos pberes incluso, que salen an de madrugada en sandalias y pijama, dirigidos a gritos por los padres an demasiado vestidos, para apartar sombrilla y tumbonas. Dejan una toalla, un juguete, la nfma playera con la que cubren su cuerpo infante, como quien tributa un Dios voluble y desalmado; corren todos sin demora de regreso a sus habitaciones.Las imgenes del descanso perfecto se convierten, a los pocos minutos de sabernos partedeluniversoallinclusive,enelretratodelostrabajosporconfeccionarenun rincn el retablo del elegido. Ya est desembolsado el dinero, ahora queremos aquello que compramos: ser los nicos habitantes de la playa de las delicias.Y con la fe que anima a los peregrinos, seguimos saliendo, los rezagados, a buscar algn espacio que nos alivie del peso de ser hombres. Cada maana repetimos el via|1BLANCO MVIL l 103crucis de la bsqueda, el martirio de las plantas de los pies sobre la arena ya caliente, casi siempre en vano. En este paraso comprado en paquete con traslados incluidos, terminamos castigados por nuestra pereza: te acomodars en un lugar sin sombra y tu carne no recibir alivio del bloqueador solar; y la arena, como un ejrcito de hormi-gas de fuego, se apoderar de la toalla en la que reposas; y no habr descanso hasta que te arrepientas y pidas perdn a Dios con una ofrenda al clarear el alba. Osados y pretenciosos, insistimos a pesar de sabernos no elegidos. Las promesas de un dios disperso y veleidoso como el nuestro no nos vuelven especiales. ste es otro edn. Uno al que se llega solamente porque no pertenecemos a l. Los das de asueto han impuesto una mxima sobre las ilusiones del hombre comn incluso debera estar bordada en el frente de todas las maletas: vacacionar es hacer casa donde no era posible. Rompemos el cerco de las contraindicaciones y prorrateamos nuestra condicin de mediano bienestar a seis o doce meses sin intereses. Suspendemos el temor a las alturas, hacemos las paces con los familiares distanciados, agendamos puntualmente los ajustes al presupuesto, todo con tal de tener acceso a unos das de playa y a un buffet interminable. No pertenecemos porque carecemos de la mnima capacidad de adaptacin, de las armas sufcientes para hacerle frente al espacio visitado. Tuvo que haber pasado el bulldozer y la podadora, el repelente para insectos y el cloro, para que entonces s, ste se convirtiera en el lugar que anhelamos. Tal vez la historia de la industria turstica sea la del allanamiento de las exigencias. Ninguno de nosotros, ahora, requiere ms credenciales que el efectivo o la lnea de crdito para hacer frente a los costos de la estancia. Lo dems est incluido. No hay oferta grandiosa sin letra menuda al calce. El paquete es all inclusive pero el todo, como siempre, termina por ser menos de lo que esperbamos. Hay varias clusulas especfcas que eximen al proveedor del paraso de cualquier reclamo y nuestra frma aparece en sangre color tarjeta de crdito sobre la lnea indicada. Somos hijos, a fn de cuentas, de dos muecos de arcilla que tampoco se atuvieron a los trminos de sus contratos: nuestra condena es siempre una mnima clusula que pasamos por alto. Sancionado est en este contrato el tipo de descanso. Dentro de una sintaxis microscpica est el aviso: la vacacin no est en nuestras manos. Porque venimos a un lugar que lo incluye todo, decidir sobre las minucias de nuestra experiencia es lo nico, si algo, que nos queda. Por eso se apela indiscriminadamente al buffet barra de ensaladas o hamburguesa?, hot cakes o yogurt?, a la barra libre margarita o pia colada? y a la variedad de escenarios dos albercas, aunque idnticas, signifcan ese remanente de volicin, ese mnimo mar donde el ego, como un nio atenazado por sus fotadores, puede chapotear hasta el hartazgo o la insolacin. Junto a la televisin del cuarto 912, una carpeta inmensa con las variedad de opciones que ofrece este hotel. Todo es posible, mediando, claro est, una exagerada cantidad de dinero. Quin sino un exquisito quiere recibir un masaje con piedras calientes por ciento veinte dlares cuando puede disfrutar de todos los whiskys aguados que pueda ingerir. Quin puede desear un partido de tenis por cincuenta dlares la hora cuando en la alberca estn un par de animadoras en bikini organizando acuaerobics. Salgo al balcn mientras mi acompaante examina la carpeta. Del barandal del cuarto de junto ondean con la brisa ligera un par de toallas y un top rojo: ah estn los estandartes de los conquistadores. |+ntelacaptura,quedalahudasalvoquela vctima sea a un tiempo prfugo y perseguidor. Mientras el hombre de pie produce una impresin de autonoma y el hombre sentado una deduracin,quienestyacentenoofrece ninguna resistencia y, entregado al descanso acaso duerme, acaso cay o fue herido, la tarea de dominarlo se ofrece tan dcil a nuestroarbitriocomosuavesupielylnguidos susmsculosanuestrotacto.Sabemosque para algunos descansar no trae, por fuerza, reposo; que el hombre erguido puede arrastrar adems de su sombra la de otros cuerpos y,entonces,apesardemantenerseparado porssolo,libreparatomarcualquierdecisin,stosleconferensuhorizontalidady aquella postura suya, erecta a nuestros ojos, noessinolafachadatraslacualocurreun silencioso hundimiento, el desliz puntuado haciaelgradocero,ahdondesecancelala estatura.Silamuerteeslainterrupcindel tiempo sobre la continuidad del espacio hay un estado anlogo en el que es el espacio lo que se detiene y, glidamente inmviles, presenciamos cmo transcurre el mundo a pesar de nosotros.|a :aa:|aa:|a1| |((a(la||aa |||aaA|' BLANCO MVIL l 106Quiznuncaotraspalabrashantransmitido el absoluto horror de sus implicaciones como la advertencia en Si esto es un hombre: Me parecesuperfuoaadirqueningunodelos datoshasidoinventado.PrimoLeviestuvo presoenunodeloscamposdeextermino nazi. Nadie tiene derecho a culparlo por su incapacidad para sobrellevar su supervivencia: hace veinte aos que en un edifcio turins el peso de su cuerpo, engrosado por su sombra y otras tantas, irrumpi veloz por el claro de las escaleras. El tumulto areo, la oscuridad fragrante.Hayquieneshuyendelamuerte yendo a su encuentro.Cuandoofrecesutipologadelasposicioneshumanas,EliasCanettidirigenuestra atencin al momento de la sobrevivencia. Este momento, la imagen del ser inclume sobre la masa de muertos, es el momento del poder. El hombrehalogradodesviarlamuertesobre los otros, sus enemigos, y el haber conservado su vida lo dota de un sentimiento de invulnerabilidad. Ah, en ese afrmarse contra o incluso apesardeotros(porqueelenfrentamiento cobrasuprecioentrelosnuestros)cristaliza la victoria. Superar el peligro, sobreponerse alasiniciativasenemigasparadestruirnos, nos confere seguridad y sensacin de fuerza. Yambastendencias,elalejamientoatoda costa de las amenazas y la voluptuosidad de la subsistencia se transforman en una pasin, pero en el sentido en que los griegos la tasaban, a saber, al nivel de los desequilibrios y las manas. Por ello en su estudio acerca de los poderosos, cuya potestad descansa en el derechoindiscutidodeimponerlamuertey asegurarsusvidas,Canettisesirvedelafgura del paranoico: alguien a un tiempo con delirio de grandeza y de persecucin. |MUY JVENES ENSAYISTAS MEXICANOSAlvincularalpoderosoconelsobrevivienteefectauncambiodeparalajeyas nospermiteobservarelladooscurodela autoconservacin.Esteconceptoconocido desde la antigedad, opina Canetti, enfatiza treselementos:laindependenciadelindividuo, el sustento que ste debe procurar para su manutencin, y su obligada defensa contra cualquier ataque. Para l esta nocin, adems desoslayarelgregarismodelhombre,lo imaginacomounacriaturargidaypacfca que con una mano se alimenta y con la otra mantiene a distancia al enemigo como si, de no ser molestada, slo comiera su puado de yerbas preferidas y a nadie ocasionara dao. Pero el horror, el horror mundano, es decir, el mal extremo que infige el hombre al hombre, se hace presente. A cada rato.No hay por qu, tras superar la ingenuidad, darle paso a la desconfanza. Reconozco nuestro natural apetito dominador, pero no todos esconden, tras el ansia de la permanencia, la voluntaddeaniquilamiento.TalvezCanetti acierte al asegurar que sobrevivir a nuestros coetneos, consanguneos o correligionarios nopuedecubrirunadisimuladadicha,que ponersesanoysalvonomaquillanuestros mpetus egostas. Pero si la pulsin patolgica del poderoso es sobrevivir a todos, ser el nico, su camino es uno que lleva inexorablementealsilenciamientoy,solosobrelafaz de la tierra, todo cuanto profera no ser ms que un fujo de sonido inconsecuente. Sinembargo,hayotraclasedesobrevivientes,otrasconcienciasysensibilidades que se perflan en oposicin al silenciamiento delmundomedianteeltestimonio.Frentea losprincipaleselementosdelpoderdeque hablaCanetti(condenar,conocereinterrogar) destacan al menos tres fguras del testigo: la del salvado, quien escapa a las sentencias demuerte;ladelespa,quienrevelalossecretos, y la del poeta, quien se abroga el derecho de preguntar y responder. El espa es aqul que transgrede lo arcano, un tesoro de conocimientos sobre el cual descansa el poderoso. Los golpes que asesta son dos: revelar ese tesoro y, sobre todo, resquebrajarlailusindelaislamiento,laltimade sus esferas protectivas; al sembrar la duda en suinterior,elpoder,fuerzadecertidumbres, se tambalea. No hablo aqu del espa que viene de fuera en busca de documentacin secreta. Alfnyalcabo,nosexplicaJuanBenet(La torre de Babel), l es un burcrata ms cuyo gobierno le exige el cumplimiento de una misinespecfcademaneraefcazydiscreta. Pero el otro, su contraparte, el insider, es decir, el hombre de confanza que deja abierta lapuerta,oentregaelmaletnrepletodeinformacin confdencial, quien ha de llevar una vidadobleynotieneinmunidaddiplomtica que le sirva de salvoconducto en caso de ser descubierto, ese otro es un personaje anlogo aladltero,aunqueparasupesar,ydeah viene la negrura en el horizonte de su actividad, a diferencia del cornudo, el Estado jams perdona la infdelidad. Por eso en su larga historia, el ms imperdonable de todos los delitos es el de espionaje a favor del extranjero, sea enemigo o no, en tiempo de guerra o de paz. De ah que en el caso del espa, sobre la t de testigo, prevalezca la t de traidor. Eseessuestigma.Inclusoquienessefavorecen con su labor habrn de mirarlo con recelo. Si logra cruzar la frontera, asilarse, habr de cargar con el peso de quienes se consideran |! BLANCO MVIL l 103MUY JVENES ENSAYISTAS MEXICANOSfundamentales para el sostenimiento del mundo y minusvalorados por los benefciarios de su sacrifcio. Con los espas, al igual que con losactores,unonuncapuedesabercundo sale de escena, cundo ponen a descansar la simulacin y el fngimiento. Quiz, y ese es su drama, ellos tampoco. La importancia del espa para nuestros fnes es que trae a cuenta el problema moral delsobreviviente,cuyabenignidadsiempre damos por sentada. En los casos del salvado y el poeta, al identifcar la culpa con el mal, recubrimos sus testimonios con el velo fno de laveracidad.Aunquenodebiramos,como testigos,deslindarlosdetodaresponsabilidad,esdecir,ahorrarleseltrmitedecontrastarsusdichosfltrandocadaunadesus aseveracionesporlaapretadaurdimbrede la duda, nuestra nica tela de juicio.Es aqu donde nos enfrentamos al problema delvalordeverdaddeltestimonio,unvalor que pretendemos sustraer de la experiencia y basarlo en su capacidad para reparar el dao sufrido. Depositario de una autenticidad inseparable del suceso vivido, el testigo sobreviviente est exento de cualquier crtica. Nadie puede cuestionar a quien haya presenciado el horror sin ser califcado de insensible. Por la asertiva complicidad de la razn en su planeacin y cumplimiento, el Holocausto fue la pena capital del siglo xx. Cada uno de quienesfueronrescatadosdelLageresun testigo, un salvado radical. Pero que el genocidiojudoseaunsucesoincomparablecon cualquierotrocrimenmasivonodebeimpedirnos, cuando leemos los testimonios de sus sobrevivientes,elnicodeberdelalectura, asaber,eldelainterpretacin.Permtanme compartirconustedeslalecturadelaobra quePrimoLevidedicalaexperienciaconcentracionaria.De inicio sorprende su sabidura disfrazada de ingenuidad o inocencia como cuando repasa su llegada a la estacin de Carpi, de donde sali su tren rumbo a Polonia y recibi los primeros ultrajes, y se pregunta si es posible golpear sin clera a un hombre. O cuando, queriendo evitar hacernos pasar una mala noche, nos informa que as como no existe la felicidad perfecta tampoco existe su opuesto pues nuestra condicin se opone a cualquier infnitud y para su alivio invent la esperanza y la incertidumbre. O la seguridad de la muerte. Si esto es un hombre se acerca terrorfcamente a lo que sera una memoria escrita durante el siglo xx. Es decir, ese libro da cuenta de las derivaciones del proceso de la modernidadqueamenazaronsumsoriginalcontribucin, a saber, la entronizacin romntica delasubjetividad.Eseyohipertrofadoque permitilaredaccindelasConfesionesa Rousseauyhabradeinaugurarungnero an ms moderno que el ensayo como el de la autobiografa,esaescenifcacindelaintimidad como estrategia identitaria sera atemperada, reducida y, en el caso de los Mselman los hundidos aniquilada por los campos de concentracin. Levipresentaesatransformacincuando repara en el hecho de que su lengua no tiene palabras para nombrar ese yacer en el fondo donde todo lo que has sido te fue arrebatado. La voluntad no existe en el campo. Los prisionerosnopiensanynoquieren;andan.Son gente sin memoria ni coherencia que oscilan entre el pesimismo de la derrota y el optimismodelasalvacinsegnsusinterlocutores. |De ellos no hay nada que temer, ni rebeldas, nidesafosnisiquieramiradasrecriminatorias.Yesacalmanodebeconfundirsecon sabia resignacin pues no era sino el opaco estupor de las bestias domadas a palos, a las queyanisiquieralesduelenlospalos.Por eso no es un exceso retrico en l decir que ciertosKaposlosgolpeabanamorosamente comohacenloscarreterosconlosbuenos caballoscuandoacompaanlosazotescon palabrasdealiento.Oqueenelcampono haba ni criminales ni locos porque no haba ley moral para infringir y porque, programados como estaban, cada una de sus acciones eralanicaposible.Sipensarfueundala prueba fehaciente de la existencia de un yo, eseyofueprecisamenteloqueAuschwitz elimin:Habamosdecididoreunirnoslos italianos todos los domingos en un rincn del Lager: pero pronto lo hemos dejado de hacer porque era demasiado triste contarnos y ver que cada vez ramos menos, y ms deformes, ymsesculidos.Yeratancansadoandar aquel corto camino: y adems, al encontrarnos, recordbamos y pensbamos, y era mejor no hacerlo. Antonio Muoz Molina ha escrito acerca de cmo la qumica era para Levi una vocacinqueimplicabaunatica,ladeltrabajo bien hecho, y una esttica, la de la claridad y la precisin. Dice en el prlogo a Triloga de Auschwitz:Elhorrornonecesitaserenfatizadonisubrayado:laefcaciadelrelato resiste precisamente en el contraste entre las experiencias que cuenta y la limpidez pudorosa de su escritura.Levi explica que ha utilizado el lenguaje del testigo, mesurado y sobrio, lejos del lamento de la vctima y la ira del vengador para que su palabra, en tanto ms objetiva, fuera ms creda. Slo as el testigo prepara el terreno a los jueces, en este caso nosotros, a quienes lescorrespondejuzgar.Perosulenguajeno es objetivo sino desubjetivizado. Esta diferencia no es trivial y podemos reconocer su importancia en la opinin de Levi sobre Piero Sonnino, otro sobreviviente: en sus narraciones,queamenudoseconviertencasien monlogos, tiende a poner de manifesto las aventuras de que ha sido protagonista antes queloshechostrgicosquepresencipasivamente.Leviadmitiquelosproblemas de estilo siempre le parecieron ridculos, que el tono de Si esto es un hombre fue tomado de los informes que deba redactar en la f|7 BLANCO MVIL l 106brica donde encontr trabajo despus de la guerraydonde,robndolehorasalsueo, escribisutestimonio.Perocuandoconfesa quefuelaexperienciadelLagerloquelo obligaescribir,quesinesatemporadaen el inferno es probable que nunca en su vida habra escrito algo, se emparienta con todos los grandes memorialistas, quienes se vieron obligadosporlascircunstanciasacontarla historia de una poca, una generacin o un gran acontecimiento desde la nica trinchera que les era posible: la del rol que les toc en el teatro del mundo.No reduzco el mal de Auschwitz a una discusinacercadegnerosliterariossinoque propongo, mediante las letras, asomarnos a lahistoriadelasmentalidades,almenosla de un hombre pero no un hombre cualquiera sinoejemplar.Noutilizoesteadjetivopara califcar una intachable conducta. Habramos dehacerlecasoaLevicuandodeclaraque no fueron los mejores quienes sobrevivieron. Unomismo,alrecorrersuspginas,puede sentir disgusto con la admiracin de Levi a los hombrescultosysudesdnhaciacompaeros de constitucin ms rstica como cuando criticalaabsurdahonestidaddeempleadillo de Kraus, ese pobre hngaro que trabaja demasiadoyseempeademasiadoendisculparsemientrasmarchanderegresoalas barracas por el palazo de lodo con que sin querer lo ensuci. No, lo ejemplar de Levi es que, siendo parte de esa muestra comn de la humanidad que lleg al Lager, su escrito se aleje del testimonio ejemplar, esos relatos teleolgicos incapaces de extraerse a la lgica de la causalidad y el moralismo edifcante. Su acierto, quiz fortuito, est en haber mostrado las contradicciones del campo como slo puede hacerlo cualquier verdadera literatura cuya materia sea la vida. Al hablar de su obra como literatura no la banalizamos, la colocamos en su justa dimensin que es la del arte en la escritura. Porque hoy cuando est tan de moda hablar de lo impensable, lo inmostrable, lo impronunciable, leer a Levi nos recuerda la apuesta vital de la literatura por lo decible, por cantar, aunque sea de luto, la experiencia.Cuando una escritora rusa afrm que todo poetaeraunjudopudoquerersealartres cosas: que el poeta es siempre el extrao entre nosotros; que la poesa era la forma ms ntima, sangunea, de religin, o que el poeta es el nico hombre capaz de cuestionar a Dios. ZJHaba dicho lneas arriba que la de hacer hablar y hacer callar era una de las facultades del poderoso. Suyo es el derecho de adelantar preguntas y elicitar respuestas. Ese interrogar simulalaincisindeunbisturelinterrogador sabe lo que puede encontrar provocando dolor.Elcasomsextremodeesteejercicio es la tortura. Para John Berger (The Hour of Poetry)latorturaescontrariaalapoesa pues se opone a la presuncin de entendimiento mutuo, premisa sobre la que se basa todo lenguaje.Latorturaaplastaallenguajeporquesumotivoesarrancarlelavozquebrando cuerpos. Por eso el acondicionamiento del torturador debe comenzar con una rasgadura fatal,laqueseparaaellosdenosotros, hace de esa separacin una diferencia ineludible y de esa diferencia una amenaza. La gracia del lenguaje radica en que puede atrapar la totalidad de la experiencia humana; incluso aquello de lo que no se puede hablar.Unoescapaz,enmayoromenor medida,dedecircualquiercosaconellenguaje. Esa abertura puede transformarse en indiferencia, pero la poesa se dirige a l de una manera que cierra la brecha por donde se introduce el desdn al equiparar el alcance de un sentimiento particular con el alcancedeluniverso,reuniendontimamenteala lengua y a cada acto, cada nombre, evento yperspectivaalaqueserefereunpoema. Ademslapoesadesafatodoespacioque separamedianteelimpulsodelametfora que no es comparar sino develar las correspondenciasdelmundo.Poresocobraespecialrelevanciaque,segnlosenterados,en la poesa de Paul Celan, alguien para quien escribirunpoemaeralanzarunabotellaal mar, la palabra ms repetida sea t y que una de sus contribuciones al alemn fuera el giroquedioalaspreposiciones,elementos lingsticos cuya funcin primordial, sabemos, es la de relacionar.Romperelsilencio,diceBergermuycercadePrimoLevi,esguardarlaesperanza de que esas palabras sean escuchadas y que unavezescuchadosloseventosseanjuzgados.Estaesperanza,continua,eselorigen de la oracin y la oracin quiz se encuentre enelorigendellenguaje.Porquelalengua delhombrenoeslalenguaadnicasinola lenguadespusdelacada,quesabedel bien y del mal, es decir de la diferencia, o de otro modo, de la contradiccin. Y esa lengua que distingue tiene sed de Dios o lo Absoluto, pero tambin del Otro.Asegurantesqueenoposicinalpoderoso y su silencio haba otra clase de sobrevivientes,otrasconcienciasysensibilidades que se perflan en oposicin al silenciamiento del mundo. Su camino contra la muerte es un caminorumboalencuentro.Seaestameta inmediata o futura, su norte es trazado por el tenaz anhelo de testimoniar. Con o sin palabras; incluso desprovisto de habla, el testigo, al indiciar, cumple su cometido pues sealar dnde,quin,cundoesyaunaformade dar cuenta. El testigo quiz sea la vacuna de la civilizacin contra su propio exterminio; y comparecer,talvezporeso,eselmscompasivo de los actos.MUY JVENES ENSAYISTAS MEXICANOSZ|BLANCO MVIL l 103lapublicacinaccidentaldeElcementeriomarinoesampliamenteconocida,peroalgnencantoposeenestashistoriasqueresultaagradable recordarlas: hacia 1920, el director de la Nouvelle Revue Franaise, Jacques RivirevisitasuamigoPaulValry,aquienencontrenunestadode arrobamiento creativo; lo presion a que le permitiera leer los poemas en que ste trabajaba, y tras haberlos ledo insisti hasta conseguir el permiso para publicarlos, antes que su exigente autor persistiera en revisar, suprimir y modifcar los sextetos que componen El cementerio marino. Elorigendeestepoemaesmusical.Valryrecuerdaqueunafgura rtmica lo haba obsesionado: decaslabos cuya reiteracin montona apareca constantemente en su pensamiento. El ritmo devino en monlogo y el vaivn impuesto por el verso se convirti en mar. Quien habla en el poema se abandona al libre discurrir de las ideas, se deleita con la sensacin del pensamiento, atraviesa las sucesivas abstracciones que sugiere el medioda caluroso, contempla la inmovilidad sobre la superfcie marina: se complace en: Mirar por fn la calma de los dioses1. El ritmo encuentra en la imagen su perfecta simetra, hay algo ms montono que un mar en calma? Cuntasideaspuedepropiciarelpersistenteoleajeconsubarulloysu arrastre infnito? |aa|a:|aa: a|| :ma|(|a ma(|aa1 |aa| \a|(||a la:Al igual que otras ancdotas literarias, 1 En lo sucesivo utilizar la traduccin de Jorge Guilln en la edicin de Alianza, 1991.ZZAl comienzo de La idea fja, libro posterior a El cementerio marino, uno de los personajes se encuentra atormentado por las ideas: vencido por las cosas mentales, es decir, hechas para el olvido2; sumergido en una situacin absurda, incapacitado para seguir con la vida, pues: cmo destruir el absurdo, que acariciamos y cultivamos cuando nos es delicioso?; este hombre,bastanteparecidoalpoetafrancs,decidesalirapasearpara romper con el mal de las ideas y en sus andanzas, dice: El mar desapareca y reapareca ante mi vista. Le oa, feliz, batir muy suavemente; y volver abatir;yproduciryproduciruntiempoinfnito.Estepasajetieneuna secreta complicidad y semejanza con la imagen inicial del clebre poema de Valry: El mar, el mar, sin cesar recomenzandoLacoincidenciaresultaimportanteporqueindicalacercanaentresu prosaysulrica,ascomomuestrasusobsesionespoticas:laperfecta alianzaentreelsonidoyelsentido,lacontemplacindelasideascomo acontecimiento esttico, la oposicin entre el ser y la nada, entre el cambio y la fjeza. Paul Valry apunt sobre la creacin de esta obra: He indicado que El cementerio marino surgi para m primero en forma de una composicin por estrofas de seis versos de diez slabas. Esta decisin preconcebida me permiti distribuir bastante fcilmente en mi obra cuanto haba de contener de sensible, de afectivo y de abstracto, para sugerir, transportada al universo potico, la meditacin de un cierto yo.Auncuandoelpensamientoquisieraimponerunaidearefejodeuna experiencia sensorial, emotiva o intelectual como pretexto para la composicin de un poema, es condicin, al menos en lrica, que una nota sea capaz de producir una resonancia (musical) en nuestro espritu. Toda idea brillante, mordaz, inteligentsima, soberbia, lcida puede producir aforismos geniales y disertaciones agudas, pero no es sufciente para convertirse en poesa.Elversoesunaddivadelodopoticodijeelverso,noelpoema, muchomenoslapoesa,estosugierequelacapacidaddeescucharse interiormente y la sensibilidad auditiva que posee el poeta son rasgos distintivos de su ofcio. El ritmo de cada poema se relaciona con la voz del poeta, representa el pulso de su sentir, la sonoridad de su lenguaje, la extensin mtrica de su aliento, el batir de sus pasiones. Algunos escritores le otorgan poca importancia a la musicalidad puesto que han aceptado de segunda mano y sin miramientos eso que llamamos verso libre. Sin embargo, decir: verso libre, verso blanco, prosa potica, no signifca erradicar la msica; por el contrario, signifca enfrentarse 2 Para las citas de La idea fja, me sirvo de la traduccin de Carmen Santos, en: Visor, 1988.Z1BLANCO MVIL l 103aunamaneradistintadeconcebirydehacer msica, para lo cual se necesita odo. Naturalmente, un texto que se conforma con rimas vacas o reiterados sonsonetes tampoco alcanzalacondicindepoema.LaexigenciamnimaalaquesesometaPaulValry era procurar que cada uno de los recursos y las condiciones del poema comulgaran en la creacin: La necesidad potica es inseparable de la forma sensible, y los pensamientos enunciados o sugeridos por un texto de poema no son en absoluto el objeto nico y capital del discurso, sino medios que contribuyen porigual,conlossonidos,lascadencias,el nmero y los adornos, a provocar, a mantener una cierta tensin o exaltacin, a engendrarennosotrosunmundoounmodode existencia totalmente armnico.Se ha dicho que para Paul Valry el primer verso lo otorgan los dioses, los siguientes se labran con tenacidad. Su obstinacin estilstica lehacapensarqueunaobra,unpoema, Z+nunca es una cosa acabada sino abandonada. Su mayor inters como poeta era el trabajo: intentar la perfeccin es saberse digno del ofrecimiento delosdioses.Disciplina,obstinacin,inclusovicio:esegustoperverso deca Valry por la reasuncin indefnida, nada recomendable para los autores urgidos, mucho menos para los jvenes de una poca apremiante, confusa y sin perspectiva. Octavio Paz describe la poesa de Valry como una acuarela, comparacin fcil pero acertada y justa: sus trazos son tenues, tienden a reproducir el estremecimiento generado por una impresin ms que a describir el empeo de una experiencia; su lirismo se mantiene suspendido entre lo sensible y lo signifcativo, entre lo ideal y lo perceptible; su tcnica es similar y exigente a la pintura en agua, para la cual, se requiere precisin, soltura, dominio. El cementerio marino muestra que la poesa es una experiencia esttica que a veces exige un esfuerzo mayor al lector, para que descubra ms all de lo explcito una partitura que deber ejecutar dentro de alma. Ciertamenteabundanlasfalsifcaciones,estoes,poemasqueaparentanunobtuso hermetismo que no encierra ningn misterio y slo engendra confusin. LaprofundidaddePaulValrydevienedesuintensotrabajoconel lenguaje, puesto que procura traducir la experiencia de la meditacin flosfca en un acontecimiento esttico:VIMrame a m, que cambio, bello cielo.Despus de tanto orgullo y tan extraaOciosidad, mas llena de potencia,A este brillante espacio me abandono:Sobre casas de muertos va mi sombra,Que me somete a su blando vaivn. El lirismo vence a la flosofa porque triunfa la emocin que produce en el cuerpo del lector una idea: quien habla en el poema se jacta de su condicin contingente frente al absoluto que representa la quietud del cielo, incluso a pesar de estar sometido a la ociosa contemplacin del mar y de los seres ideales; sin embargo lanza su pensamiento hacia el espacio ntido del cielo refejado sobre el mar o hacia dentro de s, mientras su sombra que se mueve entre las tumbas del cementerio desde donde observa y piensa, le recuerdan que est vivo. La msica de las ideas colma el signifcante que las contiene, invitndolas a danzar. Entonces la recompensa es equivalente al esfuerzo de haber llegado hasta la fuente misma de donde mana la experiencia potica.Z'BLANCO MVIL l 103o faltan los apologistas de la caminata. Se ha enaltecido el acto de caminar al grado de convertirlo en un arte con tintes literarios. Desde los peripatticos hasta los fneurs modernos, se ha concebido la caminata como potica del pensamiento, prembulo a la escritura, espacio de consulta con las musas. En el viejo continente se estableci la fgura del caminante como un emblema de la cultura. Pero lo cierto es que en sta, nuestra poco caminable y apenas literaria ciudad de Mxico, el peatn no puede salir a la calle con |a .|a:|1a1 a .|a \a|(|a |a|:|||Mientras menos acentuada sea la pauta que se impone a la corriente loca de nuestros pensamientos, ms rica y de ms vivos colores ser la visin que urdan nuestras facultades imaginativas.Julio TorriNZelmismonimoromnticoextravaganteque declaraba Robert Walser al inicio de su paseo. El peatn defeo ha de marchar al ritmo de la ciudad y demostrar la misma intencionalidad unvocadelosdemstransentes.Cualquier modulacin de su paso lo convierte en un blanco de sospechas. El que camina demasiado lento podra estar tramando un crimen, ser turista, vagabundooestarperdido.Elquecorresin uniforme deportivo podra estar huyendo de la justicia, o bien tener alguna urgencia escandalosa y digna de atencin. Con la excepcin de los que sacan a pasear a sus perros, los nios que regresan de la escuela, los muy viejos y los vendedores ambulantes, nadie en esta ciudad tiene derecho a la velocidad del paseo.Elciclista,sinembargo,esdueodeesta libertadextraordinaria.Lanaturalezahbrida de su vehculo lo coloca al margen de toda vigilancia. La bicicleta est a medio camino entre el automvil y el zapato: su ligereza permite a quien va en ella rebasar las miradas peatonales y ser rebasado por las miradas a motor. El nicoenemigodeclaradodelciclistaeselperro,animalobscenamenteprogramadopara perseguircualquierobjetoquesemuevams rpido que l. Y claro, tambin son peligrosos los canes que conducen automviles. Aun as, el ciclista es sufcientemente invisible como para lograrloqueelpeatnnopuede:pasearen soledad y abandonarse a sus pensamientos.ComobiensealaelmaestroJulioTorri, autoproclamado admirador del ciclismo urbano,nielavinnielautomvilguardanproporcinconelhombre,puessuvelocidades mayor que la que l necesita. No sucede esto conlabicicleta.Elquemanejaunadeellas elige la rapidez que mejor se adecue al ritmo de su cuerpo, y eso no depende ms que de loslmitesnaturalesdelpropiociclista.Cada bicicleta se ajusta, adems, a las necesidades de su dueo. Existen bicicletas para todos los Z! BLANCO MVIL l 103temperamentos: las hay melanclicas, emprendedoras, ejecutivas, salvajes, nostlgicas, prcticas, alegres, giles y parsimoniosas. Ms que los perros a sus dueos, las bicicletas se asemejan a su ciclista. En ellas, el hombre se siente realizado, representado, resuelto.La bicicleta no slo es noble con el ritmo del cuerpo: tambin es generosa con el pensamiento. Si uno es propenso a divagar, es perfecta la compaa sinuosa del manubrio; cuando las ideas tienden a deslizarse en lnea recta, las dos ruedas de la bicicleta pueden custodiarlas; si una idea afige al ciclista y traba el natural discurrir de la razn, basta con buscar una pendiente bien inclinada y dejarse caer para que la gravedad haga lo suyo. La velocidad de la bicicleta permite, adems, una forma particular de ver.Ladiferenciaentrevolarenavin,caminaryandarenbicicletaes la misma que hay entre mirar a travs del telescopio, el microscopio y la cmara de cine. El que va suspendido a medio metro del piso puede ver las cosas como a travs de la cmara cinematogrfca: tiene la posibilidad de demorarse en los detalles y la libertad de pasar por alto lo innecesario. Es cierto que la bicicleta se puede utilizar para lograr un fn distinto del mero paseo: existen deportistas, afladores, repartidores y ciclotaxistas. Pero tambin es verdad que andar en bicicleta es de las pocas actividades callejeras que an se pueden concebir como un fn en s mismo. Habra que llamar bi-cicletista al que se distingue de los dems por concebirlo as. El que ha encontrado en el ciclismo una ocupacin desinteresada de resultados ltimos, sabe que es dueo de una rara libertad slo equiparable con la del pensamiento. Si en el pasado la caminata fue emblemtica del pensador, y si en algunas ciudades todava se puede caminar pensando, poca relevancia tiene para el habitante de la ciudad de Mxico. El peatn defeo lleva la ciudad a cuestas y est tan sumergido en la vorgine urbana que no puede contemplar ms que lo que tiene inmediatamente frente a l; los que usan el transporte pblico estnrestringidosasesentacentmetroscuadradosdeintimidadyapocos metros ms de horizonte visual; el automovilista est envasado al vaco, no escucha ni huele ni mira ni est realmente en la ciudad. Su alma se embota en cada atascn, su mirada es esclava de los anuncios espectaculares, y las leyes misteriosas y anrquicas de los semforos rigen su pensamiento. El bicicletis-ta, en cambio, logra esa velocidad despreocupada que libera el pensamiento y lo deja andar a piacere. Sobre sus dos ruedas encuentra la distancia justa para observar la ciudad y ser a la vez cmplice y testigo de ella. Acaso es necedad lo que me mueve, pero considero que recobrar la bicicleta es la nica manera de reclamar una ciudad que se ha abandonadoalatristedinmicademediosyfnes.Quizspuedalabicicleta devolvernos a una ciudad que experimentemos como un fn en s mismo, y no la gris plataforma que tenemos que cruzar todos los das, a ciegas, a sordas, para llegar a nuestro destino.Z|| aa1( aa|a |a(a |aaaCCuandoloinsostenibleocurre,aumentade volumen el humor. Y si el humor proviene del aparente afuera, de los medios, su efecto lenitivo se agudiza. Pero la carcajada electrnica no es mero festejo efmero o distraccin vaporizante. Si indagsemos en el cuerpo del Estado en busca del rgano del humor, sin duda, lo hallaramos en el espectculo. El espectculo meditico es el humor del Estado. El humor acta como un bloqueo que consiguehacertolerableaquelloquedisgusta. Colorearlarealidad.Perocuandoelhumor emerge evita la accin que efectivamente eli-minara lo que resulta indeseable. El humor es entoncesunamaneradeconservarelstatus quo. Un rasgo esencial del humor es que se considera a s mismo sufciente. Subversivo. El humor como escape paliativo. El humor como efectiva estrategia poltica. El uso humorstico del espectculo pretende volver simpticas las carencias sociopolticas. Provee de hbiles fugas para el descontento pblico.Laparidadsocialseconsiguecon mayor facilidad utilizando el humor. Lo cmico crea la ilusin de igualdad. ONTROL CMICO:LA SUBVERSIN CONFINADAZ7BLANCO MVIL l 103Al mofarse de s mismo en el espectculo, el personaje poltico se convierte en un bufn. No es necesario combatir a un bufn; el bufn se combate a s mismo. Y esa es su estrategia ms efectiva para manipular. Descalifcndose, el bufn asegura su poder.Un buen ciudadano es, ante todo, pasivo. La libertad de expresin autoaniquila su energa motoraalnorepresentarningnpeligrode repercusin en la accin real. El discurso autoneutralizadoesinofensivo.Conelsupuesto deunalibertadlegisladaseapelasimultneamente a los deseos de libre albedro (ello) yalanecesidaddecoercin(super-yo)del ciudadano.Enestechoquedepresunciones incompatibles, de fuerzas contrarias que al enfrentarse se neutralizan, se paraliza la accin delyo.Laburlasemantienesiempredentro de los lmites. Con bloques de burla se erige lo limtrofe.Losprocesosdeliberacindelaenerga subversiva de la poblacin han sido inteligentementeencauzados(confnados)enlassociedades posmodernas. En los pases de alto desarrollo,lasluchaspolticassellevana caboconelguanteblancodelpensamiento pblico.Porotrolado,lasmejoresuniversidadesdelmundosonterrenofrtilparalas ideas ms insurrectas. Slo que tales ideas son apresadas dentro de las aulas, las publicaciones universitarias y revistas especializadas de los pases del primer mundo. Los lmites de la subversin son acatados por aquellos que no deseanperderlascomodidadesquelesreporta su ctedra o sus planes de retiro. Qu mejor autocontrol que la revolucin privada.Qu sucede con el resto de la poblacin? Conlospasesdebajodesarrollo?Aqu existenprincipalmentedosvasdefuga:el anlisis poltico y el humor. Hablar sobre poltica es un recurso de altos ratingsmediticos.Opinar,decirydesdecir acerca de la situacin actual del pas, de los errores y aciertos de los gobernantes, de lo que debiera y no debiera hacerse, brinda la sensacin de estar activamente contribuyendo aldesarrollodelanacin.ElEstadomismo promueve la participacin de sus personajes ms populares en tales discusiones para emo-cionar al pueblo. El poder bufn se expone a la crtica.El espectador conoce al dedillo los personajes de la poltica. Sigue su desempeo de manera cercana a travs de la informacin. Acude a distintas fuentes. Repasa los noticieros para acopiar ms informacin. Incluso est ms enterado que los mismos protagonistas del poder. Informado hasta la coronilla, cuando los debates polticos se suceden en los medios, se imagina integrado a ellos; discute acaloradamente (y en voz alta, pero a distancia) con los actores sociales.Sealtera,seemocionadesdelatribuna de su auto, ofcina o silln. Convierte el sof en la nueva gora. Si se hallan presentes, debateconsusacompaantesespectadores (hasta la pelea). Participa desde el anonimato de su hogar con propuestas, posturas y juicios a la construccin sociopoltica de su pas. Se involucra con encuestas, llamadas, correos electrnicos y de voz. La discusin (tambin a l) le pertenece. l es parte del programa.Con estas actitudes entusiastas, el espectador garantiza su interpasividad (y su catarsis). Al expresarse confnadamente, el ciudadano se excluye de la participacin real en la toma de decisiones. Ha ejercido ya su libertad de ex presin. Se ha deshecho de su presin. Presin que le habra sido til para involucrarse activamente. As funciona el anlisis poltico en la democracia.La otra va de fuga, el humor, es an ms popular que el anlisis poltico. El humor es popularporserunmodohabitualderelacin (negacin) que el individuo establece con su 1Jrealidad y, por consiguiente, con su gobierno. El humor dentro del espectculo es la extensin delaprcticahumorsticaquerigelavida cotidiana. El descrdito cmico que hace el mexicano de sus gobernantes lo ha llevado a soportar regmenes insoportables, como lo fue el pristadurantesetentaaos.Ladescalifcacin humorstica evita que lo burlado se transforme. Se le reduce a inofensivo por medio de la risa. El humor puede incluso llegar al saboteo de una accin, pero no a la creacin de solucionesefectivasyfrontalesquegeneren unatransformacinconcreta.Elcontrolcmico mantiene a la agresin confnada. Una accin subversiva no se completa cuando se mantiene en el plano del humor.Elespectculoinstauralapermanenciadel carnaval. Un carnaval light donde el simbolismo grotesco ha sido desplazado por el humor de utilera. Escribe Lipovetsky: La ausencia de fe posmoderna, el neonihilismo que se vaconfgurandonoesniateanimortfera, se ha vuelto humorstica1. La pusilanimidad queobservaelflsofofrancsenelhumor insustancialdenuestrotiempoquetodolo invade,provienedelresultadodeunacampaa permanente del espectculo contra los signifcados. Los signifcados se sustentan en unmbitoespaciotemporal.Arrancadosde su tiempo y espacio singular para cohabitar en un Gran EspacioTiempo (el espectculo), los signifcados se disuelven. Permanece nicamente un exceso de signos. Frente a la ausenciadesignifcadosloquedalarisa.La risa timorata del absurdo.AlanalizarelhumordelcarnavalMijail Bajtn advierte que: Lasleyes,prohibicionesylimitaciones que determinan el curso de la vida normal, se cancelan durante el carnaval: antes que nada se suprimen las jerarquas y las formas de miedo, etiqueta, etc., relacionndose con ellas; es decir, se elimina todo lo determinado por la desigualdad jerrquica y social entre los hombres. Se aniquila toda distancia (...)2El carnaval es el momento en el que todo se vuelvehumor,desapareciendoilusoriamente las diferencias y los yugos. Bajtn plantea al humor como un elemento subversivo que puede desmontar las estructuras prevalecientes: pero estoesposiblesloanivelsimblico,cuandolaprcticadelcarnavaltieneunacarga ritual. En este caso, el carnaval tiene una duracin y una fnalidad especfcas, tal y como sepracticabaenlasociedadmedieval.(Por ello a nuestra sociedad no puede aplicrsele la teora de la carnavalizacin elaborada por Bajtn).Ennuestrapoca,lacarnavalizacin ha pasado a ser una prctica permanente la posmodernidad. El humor carnavalesco, desprovistodelagnesisdesusignifcacin,se ha convertido ahora en cohesin de estructuras. La demolicin (ilusoria) de las jerarquas depoderquebrindaelhumoresahoraun artifcio que favorece el control. MUERA EL CARNAVAL,VIVA EL CARNAVAL!1 Lipovetsky, Gilles, La era del vaco, Anagrama, Barcelona, 2003, p.137.2 Bajtn, Mijail, Problemas de la potica de Dostoievski, FCE, Mxico, 2003, p. 179.1|BLANCO MVIL l 103El espectculo ofrece una quimera de igualdad. Crea el ensueo de que las jerarquas y las diferencias sociales no existen. Primero porque las imgenes mediticas estn al alcance de todos: del hogar ms lujoso al ms humilde se comparten las mismas imgenes. Segundo, porque la temtica de su programacin telenovelas, programas de concursos, chismes del espectculo, noticieros o sitcoms mantiene la esperanza de que lo anhelado ser alcanzable. Moldeo de la percepcin. Al mofarse de las fguras de poder en un programa televisivo, el espectador cumple el ideal democrtico: el ciudadano por encima de sus gobernantes. Pero al regreso a la existenciacotidiana,losdilemassociopolticos continan agravndose, y el Seor Presidente, tandisponibleparalaparodiatelevisada, est tan lejos como el estudio de grabacin. Laresacadelcarnavaldelespectculoest compuesta de realidad. Una situacin amenazante se vuelve inofensiva cuando se transforma en un acto cmico. Al rernos de la parodia de un tirano o de sus accioneschuscasexperimentamoscomo fcticialaamenazaquesuponesudominio. Posteriormente, al observarlo en actos ofciales,nuestratensinoriginalhacialhabr disminuido. El humor tiene un efecto destiranizante. Desmond Morris explica que la risa es una derivacin del llanto, una especie de llantoatenuado.Elbebnacellorando;larisa aparece despus. Inicia cuando la madre, ya identifcadaporelbeb,juegaaasustarlo; steinmediatamenteleteme,peronollora, porquelaamenazaprovienedesuprotectora.Enlugardellorarrealizaunaaccin corporalmente muy similar al llanto, pero que muestra su comprensin de que nada le suceder: estalla en risa. Segn Morris, un beb al rer comunica: Reconozco que el peligro no es real3. Posteriormente los padres refuerzan esta conducta cuando el beb se lastima, es agredido por alguien o se encuentra ante una situacindesagradable,persuadindolocon una sonrisa de que en realidad nada sucede. Aqu el nio experimenta un doble mensaje: l siente el dolor, pero su padre o madre le dicen que no pasa nada, que no es real. Los padres se internalizan en el super-yo del adulto: cuando le sucede algo doloroso, re. Con el humorreproducelaactitudpaternadeno pasanada.Haaprendidosusleccionesen evasin. Ha aprendido a rer.Elespectador,alserbombardeadocon imgenes chuscas de lo real, recibe mensajes tales como: la corrupcin es cmica, el asalto es cmico, las campaas electorales son cmicas, la pobreza y la ignorancia son cmicas; porende,nosonreales.Nopasanada.De esa manera sobrelleva, sobrevive y se conforma a una realidad que de otro modo le resultara amenazante. Incmoda y desagradable. As pasa de la requerida alotropa a una cmoda autotropa. No necesita ya pugnar para una transformacin externa de su entorno. Ya lo ha transformado internamente. Elejerciciodelcontrolcmiconoesun acto inaudito o novedoso. Su difusin se sofstica con el uso de lo meditico, pero ha sido una prctica inherente al poder desde los anLA COERCIN DE LA RISA3 Morris, Desmond, El mono desnudo, Plaza y Jans, Barcelona, 1975, p. 99.1Ztiguos imperios hasta las sociedades fascistas y la democracia moderna. El humor reafrma al poder. En su obra Los anormales, Foucault seala la relacin del poder con lo grotesco, lo ridculo o lo humorstico como una manera si no exactamente de gobernar, s de dominar. Y concluye: Al mostrar explcitamente el poder como abyecto, infame, ubuesco o simplemente ridculo,nosetrata,creo,delimitar sus efectos y descoronar mgicamente aquienrecibelacorona.Meparece que, al contrario, se trata de manifestar de manera patente la insoslayabilidad, la inevitabilidad del poder, que puede funcionar precisamente en todo su rigor y en el lmite extremo de su racionalidad violenta, aun cuando est en mano de alguienqueresultaefectivamentedescalifcado.4Destronaralreybufnesunaprcticaestructurante del carnaval. Pero en este pasaje Foucault percibe el anverso del ridculo: no es ya una prctica que persiga la transformacin alaniquilaryrenovarlasjerarquas,como sealaBajtn,sinounaquelasconserva,al manteneralreybufnenelpoder.Elcapitalismotardoseconvirtienunamagnfca escuela para el xito meditico de personajes polticos:aprendieronquelaticasehaba convertidoenobstculoyque,sideseaban tenertantainfuenciacomouncantantede popounalimentodeMcDonalds,deban incluir en su paquete de imagen pblica una buena dosis de humor. Convertir al personaje poltico incluso en un payaso. El grotesco de alguien como Mussolini estaba inscripto en la mecnicadepoder.steseatribualaimagen de tener su origen en alguien que estaba teatralmente disfrazado, modelado como un payaso,comounbufn.Foucaultadvierte enelmismoensayolasestrategiashumorsticas utilizadas por el dictador para refrmar sudominio.Lomismopodraafrmarsehoy de Hugo Chvez, Carlos Salinas de Gortari o George W. Bush.Sin embargo Foucault entiende lo grotesco como inherente al poder,5 pero no contempla que en una era de prdida de signifcados, incluso lo grotesco ha abandonado a los hombres de poder. Hoy es necesario fngir lo grotesco. Las estrategias de poder se han sofsticado hasta crear artifcialmente una imagen ridcula de ungobernantelaxo.Algunasfguraspolticas contratan incluso escritores de bromas para sus discursos pblicos (Landon Parvin es un escritor profesional de bromas que ha trabajado para los republicanos George y Laura Bush, Arnold Schwarzenegger,RonaldyNancyReagan,y GeorgeBushpadre).Elgobernantefngeser grotesco porque conviene a su control. Porque el pueblo an requiere esa cualidad en su rey. En este nivel opera el poder bufn.FueentiemposdelpresidenteReagan cuando en Estados Unidos la parodia poltica en televisin tuvo gran auge, es decir, cuando el fascismo tocaba ya con ms insistencia las puertasdelaCasaBlanca.Hoyexistetoda unaindustriatelevisivadeapoyoalpresidente George W. Bush y a otras fguras polticas que equilibran implcitamente las carencias de su desempeoconunoscuantossketchescmicos de stira o parodia. Los equilibran de una manera inofensiva: permiten al ciudadano rerse, desde la comodidad de su silln, de una equivocacin verbal hecha por el presidente 4 Foucault, Michel , Los anormales, Ediciones Akal, Madrid, 2001, p. 25.5Elterrorubuesco,lasoberanagrotescao,en otros trminos ms austeros, la maximizacin de los efectos de poder a partir de la descalifcacin de quien los produce:esto,creo,noesunaccidenteenlahistoriadel poder, no es una avera de la mecnica. Me parece que es uno de los engranajes que forma parte inherente de los mecanismos del poder. Ibid., p. 23.11 BLANCO MVIL l 106cuando decidi enviar, por ejemplo, ms soldados al Medio Oriente. La accin principal delmandatarioy,porende,lamsdevastadora,quedadiluidaenlaatencinburlona de un par de palabras. En septiembre de 2004,JayLeno,conductordeTheTonight Show, declar para L.A. Weekly: Mira, no se cambia la mente de nadie con la comedia. Solamente se refuerza lo que ya crean. EnlossistemasqueDeleuzellamasocie-dadesdecontrolsistemastotalitariossofsticadoscuyoprincipaliconorepresivosellama eufemsticamente libertad la crtica se conserva como un elemento indispensable del engranajequemantienefuncionandolasestructuras. Esta es la funcin que desempean programas televisivos como los estadounidensesSaturdayNightLive,6TheLateShowde DavidLetterman,TheTonightShowdeJay Leno o el desaparecido Denise Miller Live, y los mexicanos La Parodia, Hechos de peluche en el noticiero de TV Azteca, Las mangas del chalecoenelnoticierodeTelevisa,ElNoti-fero con Brozo (Vctor Trujillo), e incluso los cada vez ms populares programas de anlisis poltico en todas las televisoras. Todos ellos funcionan a la perfeccin como catalizadores del descenso de la tensin ciudadana; tensin generada por la frustracin diaria del choque con su realidad sociopoltica. Todos ellos: mecanismos del poder bufn.Las estrategias del control cmico han degenerado a la par de los sistemas polticos. A la par, tambin, de las necesidades sociales, pues si el humor se utiliza como herramienta de control es debido a que existe una estructura psicosocial que lo requiere y lo valida. AfrmaelautordeCrackingUp.American HumorinaTimeofConfict:Comprender unchisteconelhumoradecuadorequiere de un sentido de camaradera con el bufn, ascomounareceptividadaaquellodelo que se habla7. El control cmico se sostiene por quienes nos remos de l. En el control noexistenvctimasyvictimarios.Paraque exista el humor y su consiguiente coercin, deben encontrarse quien lo produce y quien lo consume. Uno que desee esconder la realidad y uno que desee evadirla. Y la relacin funcionamejorcuantomsalejadosdelo real deseen colocarse los participantes. Pero as como limita, el humor posee tambin un lmite. El lmite de la cordura. Una vezquetodoslosactosseaninvadidosde humor,unavezquetodoslosactossean comediantes,conservaranelbufnsu poder? No mediante la lgica cmica. En la actual escalada humorstica del espectculo, tanto humorista como humorado caminansobreesebordedondeelhumor desapareceysurgelahisteria.Dondela irrealidad permea la totalidad de los actos. Marchando en ese lmite, el control cmico perfla su poder a la cuenca de la psicosis. 6 En una aparicin en el programa Saturday Night Live, das despus de los ataques del 11 de septiembre, el entonces alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani exclam: El tener a las instituciones de nuestra ciudad funcionando alaperfeccinsignifcaqueNuevaYorkestabierta paratrabajar.SaturdayNightLiveesunadenuestras grandes instituciones en Nueva York, y por ello es importante que ustedes hagan el show esta noche.7 Lewis, Paul, Cracking Up. American Humor in a Time of Confict, The University of Chicago Press, 2006, p. 219.1+n n alguna ocasin un buen amigo me invit a participar en una charla sobre El libro ysusefectos.Quttulotanestrilyequivocado,pensdeinmediato.Quefectos puede producir un objeto tan intil como un libro?Enprincipio,salvoqueteloavienten alacabeza,nada.Lodicemejorunperso|| ||a(a :a: |:|a: |(a1 |||aEnajedelescritorDavidToscana:siacerco las manos al fuego me quemo; si me encajo uncuchillo,sangro;sibebotequila,meemborracho;perounlibronomehacenada; salvo que me lo arrojes a la cara. Si esto es as, por qu tanto alboroto con los libros y la lectura; ya sea porque se les promueva o se les censure.1'BLANCO MVIL l 103ElensayistaMicheldeMontaignedeca que en los libros buscaba el placer de un honestopasatiemposiesquealgunavezestudiaba; Platn, en el dilogo de Fedro, critica el arte de las letras porque es olvido lo que producirn en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fndosedeloescrito,llegarnalrecuerdodesde fuera;Sneca,enunadesusepstolas,le recomiendaaLuciliodisiparlamultitudde libros y optar mejor por los viajes; Schopenhauerdesconfadeloslibrosysulectura,y afrma que cuando leemos, piensa otro por nosotros; slo repetimos su proceso mental; en una novela de Charles Dickens, un padre rgidoyracionaleconomista,notandoen sushijosunextraocomportamientosepregunta:serposible,apesardetodasmis precauciones,queunimproductivolibrode cuentos haya entrado en esta casa? Porque, en mentes que se han formado en el rigor y la disciplina desde la cuna, esto resulta raro e incomprensible. Comosienlugardelibroshabitaranen ellaplagaseinfecciones,loprimeroqueincendia y destruye un strapa, cuando invade o se apodera de un territorio, es su biblioteca. Lo ha sido as desde Alejandra hasta la ltima invasin a Irak. Concebir un cuerpo de bomberoscuyotrabajoconsistaenprender fuegodondehayalibrosesfascinantepero tienepocodecienciafccin.Lasdictaduras totalitarias de Hitler, Mussolini y Stalin lo primeroquerestringieronfuelacirculacinde loslibrosque,segnsuscriteriosraciales, clasistas,moralesypolticos,seoponanal buen desempeo de sus gobiernos. El segundo paso fue quemarlos. Los que queman los libros, los que expulsan y matan a los poetas diceGeorgeSteiner,sabenexactamente lo que hacen. El poder indeterminado de los libros es incalculable. () Puede exaltar o envilecer.Loslibroshanpromovidolademocracia ylaigualdadenmuchaspartesdelmundo; peroloslibrostambinindujeronamuchos nazis a exterminar judos. Tenemos La Demo-cracia en Amrica de Alexis de Tocqueville y tenemosMeinKampfdeAdolfHitler.Preludios de la paz y de las cmaras de gas a un mismo tiempo. Esto es lo desconcertante del libro y, ahora s lo reconozco, sus efectos. A uno lo forma o lo deforma un libro.Pero qu sustancias guarda un libro que lo hacen tan explosivo? De qu buscan protegerse los dictadores al impedir el contacto de un pueblo con los libros prohibidos por el propiorgimen?Unbuenlibro,sobretodo de literatura, es una bomba que suele estallar en lo ms profundo de nuestro ser; es un gas 1lacrimgeno que nos hace arder por dentro durante un rato. Ms que un encuentro pacfco,esunchoqueloqueaconteceentreel libro y el lector. Si despus de leer por horas a Kafka, anot Steiner, uno puede continuar impvido frente al espejo, no se ha ledo entonces a Kafka en el nico sentido que cuenta; se sigue siendo en lo sustancial un analfabeta. Quien ley Crimen y castigo y no se sinti por momentos Raskolnikov, debera dedicarseaotracosa.Lalecturadeciertoslibros nosdesestabiliza,nospidelaentregatotal denuestraimaginacin.Sonestetipodelibros los que siempre han querido censurarse. Intiles,indecorososyperversos.Escomo si los libros contuvieran poderosas sustancias inmaterialescapacesdeinfuirdirectamente en el alma de los que entran en contacto con ellas. Por eso hay que controlar estrechamentesucirculacinysuuso(JorgeLarrosa). Porque parece que las sustancias contenidas en los libros encienden la cabeza all donde a los gobernantes les conviene que est apagada. Paraelpoderpolticounlibrosiempre serpotencialmentesubversivo.Laprimera facultad que se arroga un tirano es la de controlar la lectura; por ende, la imaginacin de sus sbditos. Ya lo deca Platn: a unos les esdadocreararte,aotrosjuzgarqude dao o provecho aporta para los que pretenden hacer uso de l.Uno de los efectos ms importantes de la lectura de ciertos libros es aquel que nos permiteaccederalsilencioylaconcentracin, esto es, a las condiciones bsicas para llegar alamoradadelpensamientoylacreacin literaria. Qu diablos hace el Che Guevara trepado en un rbol con un libro, despus de un combate guerrillero? Accede a una zona de silencio. Mientras la mayora de sus compaerosdescansapararecuperarenergas, l, lector voraz, construye en las peores condiciones su propio oasis para la imaginacin. Esunactodepurarebelda;calladamaneradeladesobediencia.Entretantopeligro, ruidoyfesta,ellibrosirvedepasaportea los espacios por donde se pasea el silencio. Pequeo bal de la memoria, el conocimiento ylafccin.Unlibropuedellegaraserun medioconcretoatravsdelcualejercemos nuestro derecho a la inteligencia o, tambin hay que decirlo, a la banalidad. Las lecturas llevaronaVoltairealucharcontralaintolerancia; las lecturas impidieron que JeanPaul Sartrereconocieraloscrmenesdeloscampos de concentracin rusos.Quizsdebamosacercarnosalmundo del libro con mayor escepticismo crtico. Desconfar sobre todo de algunas aseveraciones irresponsables que se hacen en torno al libro y la lectura; como aqullas que me toc escuchar en boca de un romntico al que el siglo 1!BLANCO MVIL l 103XX le pas literalmente en blanco: si se leyera ms se matara menos; si los delincuentes leyeran, modularan la voz y te asaltaran conmsrespeto.Acasofueunpluspara las vctimas del holocausto haber sido perseguidasyasesinadasporgenocidascultos? Se atenuara lo reprobable de una violacin si el agresor llevara consigo el libro de Don Quijote?Porsupuestoqueno.Siqueremos defenderallibro,debemoscomenzarpor defenderlo de este tipo de tonteras que son ya insostenibles. Los libros pueden contribuir efcazmenteaformarnos,deesonotengo duda; con la condicin de que no olvidemos que han anticipado tambin la barbarie. 1ue en diciembre cuando decid encender la chimenea, el fro era demasiado. a las nueve de la maana sal por el peridico. Durante dos das no haba parado de llover. Era uno de esos momentos en que hay que dudar de la existencia del sol. Dos das enteros sin ver un solo rayo y, sin embargo, la noche prematura de las tres de la tarde an estaba lejos. Era an de da y la ciudad era gris.Llegualpuestobajounamolestallovizna.Sinquemediarapalabra alguna tom el peridico y lo pagu. El tendero y yo nos miramos por algunos segundos. Nuestros rostros domesticados no precisaron de ninguna cortesa y no fue necesaria palabra alguna. A un mismo tiempo, l vigil a un nuevo cliente y yo desviaba la vista sobre un libro.Alcruzarelmercado,sentelolordelascastaasfrescas.Tardaran varios minutos en reventar. En mi casa el caf se haba terminado. Slo me quedaba aquella bebida mediocre, en esta isla ensoberbecida, el t.|a :a|1a1 1| a(:aaaj |a(|a: ||.a |a1ataHace una quincena o un mes que mi mujer de ahora eligi vivir en otro pas.No hubo reproches ni quejas.Ella es duea de su estomago y de su vagina. Cmo no comprenderla si ambos compartamos, casi exclusivamente, el hambre.Juan Carlos OnettiF17BLANCO MVIL l 103Lacasatardaravariosdasencalentarsey,entonces,empezarala lucha contra el fro. No permitir que pasaran ms de 12 horas sin fuego, no arrojar los maderos hasta que se enfriaran, ni dejarlos convertirse en hielo sucio, cuidar la chimenea para que el calor respire, cortar la lea, secarla, almacenarla. Todo para olvidar la noche estancada del invierno.Calent un poco de pan sobre la hornilla de la chimenea y vi derretirse la mantequilla como si fuera una for; no, mejor, como si fuera un beso. Me sent con una alegra inmensa, fruto de mi tristeza febril y, ahora, aplacada. Necesito una mujer, pens, y vinieron como en jaura las estpidas palabras de Baudelaire: Las mujeres escriben, escriben con una rapidez desbordante; su corazn parlotea como las resmas. En general no conocen ni el arte, ni la medida, ni la lgica, su estilo se arrastra y ondula como sus vestidos. Pens, qu tipo de holanes femeninos le agradaran al poeta francs? y recordqueBorges,noparabadeburlarsedel.Ah,lasdiatribasdel +Jargentino a favor del canon: El genuino relato policial precisar decirlo?rehsaconparejodesdnlosriesgosfsicosylajusticiadistributiva. Prescinde con seriedad de los calabozos, de las escaleras secretas, de los remordimientos, de la gimnasia, de las barbas postizas, de la esgrima, de los murcilagos de Charles Baudelaire y hasta del azar. No lo s, quin podra prescindir del azar? No lo s.Al terminar el ayuno de la noche abr el peridico; por primera vez sent que las dos botellas que haba terminado el da anterior me retenan en un estado de torpeza balbuceante. (Prueba de ello es la sentencia anterior, la que ahora, por primera vez, recuerdo desde aquella aciaga maana). Elperidicohabrasidoanodino,comoaquellosdaslondinenses,sino hubiera sido por una interesante noticia sobre una guerra antigua. Despus el azar, y no otra cosa, me hizo seguir adelante hasta que en la seccin de reseasencontrunamuyviejapiezadeBorges,dondeeleditorsealala maestra del argentino en cualquier gnero que se preste a tres juegos, a tres simulacros: la brevedad, la perfeccin y la posibilidad de la parbola. sta es la fccin borgesiana, una resea de Excellent Intentions, de Richard Hull:Uno de los proyectos que me acompaan, que de algn modo me justifcan ante Dios, y que no puedo ejecutar (porque el placer est en entreverlos, no en llevarlos a trmino), es el de una novela policial un poco heterodoxa. (Lo ltimo es importante, porque entiendo que el gnero policial, como todos los gneros, vive de la continua y delicada infraccin de sus leyes).La conceb una noche, una de las gastadas noches de 1935 o 1934, al salir de un caf en el barrio del Once. Esos pobres datos circunstanciales debern bastar al lector: he olvidado los otros, los he olvidado hasta ignorar si los invent alguna vez. He aqu mi plan: urdir una novela policial del tipo corriente, con un indescifrable asesinato en las primeras pginas, una lenta discusin en las intermedias y una solucin en las ltimas. Luego, casi en el ltimo rengln, agregar una frase ambigua por ejemplo y todos creyeron que el encuentro de ese hombre y de esa mujer haba sido casual que indicar o dejar suponer que la solucin era falsa. El lector, inquieto, revisara los captulos pertinentes y dara con otra solucin, con la verdadera. El lector de ese libro imaginario sera ms perspicaz que el detective... Richard Hull ha compuesto un libro amensimo. Su prosa es diestra, sus personajes son convincentes, su irona es del todo civilizada. La solucin fnal, sin embargo, es tan poco asombrosa que no puedo librarme de la sospecha de que este libro real, publicado en Londres, es el que yo prev en Balvanera, hace tres o cuatro aos. En tal caso, Excellent Intentions ocultara un argumento secreto. Ay de m o ay de Richard Hull! No veo ese argumento secreto por ningn lado.Cuando termin de leerla, le di el ltimo trago a mi taza de t. El da segua siendo miserable y llevado de un texto a otro me dieron ganas de +|BLANCO MVIL l 103jugar. No hay gnero ms infantil que el relato policial. Ni siquiera la novela de aventuras intenta dejar a un lado los problemas morales como lo haceestegnero.Esanarracindescontextualizada,quenaceenpleno romanticismo, como una piedra que quiere ser un poliedro perfecto, recaer sobre un solo lado y dejar pasar una luz ordenada, y no como las piedras gticas que forman el relato del terror y del horror modernos. Es la diferencia entre la primera infancia y la niez. Algo est perdido para siempre en el gnero policial; ms aun, algo est olvidado por siempre en el canon de esa historia. Elinfantevetodofrescoylleno;perotanprontocomocrecemosen la vida es cierto que observamos las cosas mucho menos, nos vemos afectados, espiritual y moralmente, por la miopa del estudiante. El problema del infante es esencialmente diferente al del nio. El nio representa el ms temprano crecimiento de la tierra, indciles cualidades, an poticas, pero no simples o universales. El infante disfruta la pintura plana del mundo; el nio quiere el secreto, el fnal de la historia. El infante desea danzar sobre el sol; pero el nio desea navegar en busca del tesoro enterrado. El infante disfruta una for y el nio una mquina. Esto lo dice Chesterton en su libro sobreStevenson.Asmesentenaquellamaana;queralasarmas,las huellas, las pistas y me aburra el fro, la lluvia que se convertira en nieve, el cristal empaado, el calor de la estufa. Mi vida misma me entristeca.Ya era medio da y la lluvia no iba a parar. Ni el sol saldra. El pensamiento es ms fro que el invierno, escribi Stevenson. Sal de la casa con una premura de la que no me crea capaz y el destino o el azar me hizo tomar un libro que hoje, mientras vea a la gente que se cubra del fro.En aquel libro haba anotado unas palabras de John Steinbeck, Una ciudad se parece a un animal. Posee un sistema nervioso, una cabeza, unos hombros y unos pies. Cada ciudad difere de todas las dems: no hay dos parecidas. Y una ciudad tiene emociones colectivas. No lo creo. En todo bello aforismo, hay algo falso. Sin embargo, mientras vea aquel Londres ceniciento, pens que era una ciudad singular, sin paralelo. Londres slo se parece a lo que fue ayer, a lo que ser maana. Ahora, al azar, abr otra pgina del libro que haba subrayado y me encontr aquellas palabras tan falsas que terminaban volvindose verdad:Suponedqueeltristeasesinadodejyadesufriryelmiserableque lo mat h