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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA 1 Carta abierta al “Nuevo Partido Comunista” W.B Bland Reimpreso de Compass, órgano de la Liga Comunista de Gran Bretaña, edición de noviembre de 1991. En un mitin reciente, organizado en Londres por el Nuevo Partido Comunista”, algunos de los oradores sostuvieron que durante la era de Jruschov-Brezhnev, el Partido Comunista de la Unión Soviética siguió el camino socialista, marxistaleninista, y que sólo a partir de 1985, siguió el camino revisionista, anti socialista. Me gustaría expresar la opinión de que este punto de vista no puede ser fundamentado con los hechos conocidos. La abolición de la planificación económica centralizada Uno de los rasgos esenciales de la sociedad socialista consiste en que la producción se planifica con base en los intereses de los trabajadores. Sin embargo, desde 1955, sólo dos años después de la muerte de Stalin, los economistas revisionistas, como Evsei Liberman, escribían en publicaciones soviéticas sobre la “necesidad” de liberar la economía de la “excesivadirección centralizada y de dar mayor libertad a los directores de las empresas para que decidan qué y cuánto deben producir las empresas a su cargo: “Estas deficiencias en el manejo económico deben ser eliminadas… desarrollando la iniciativa económica y la independencia de las empresas” (E.G. Liberman: Cost Accounting and Material Encouragement of Industrial Personnel”, en Voprosy Ekonomiki Nº 6, 1955) Para setiembre 1965, la tesis básica de Liberman había sido adoptada por el Comité Central del Partido Comunista: “El trabajo de las empresas está regulado por numerosos índices que restringen la independencia y la iniciativa de su personal, y reducen su sentido de la responsabilidad para mejorar la organización de la producción… “Se ha considerado conveniente poner fin a las excesivas regulaciones de la actividad de las empresas y reducir el número de índices del plan exigido a las empresas desde arriba” (C.C., CPSU: Decision “On Improving Management of Industry...”, en The Soviet Economic Reform: Main Features and Aims, Moscow, 1967, p. 147). “Para fomentar la independencia económica y la iniciativa de las empresas, se ha reducido al mínimo el número de tareas de acuerdo al plan asignadas por los ministerios y departamentos a las empresas.”

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Escrito por W.B. Bland, en noviembre de 1991, con el propósito de rebatir la tesis que sostiene que el PCUS de Jruschov-Brezhnev siguió una línea marxista-leninista y que sólo a partir de 1985 el PCUS siguió un camino revisionista. Para refutar esa tesis, Bland describe sumariamente las características de la restauración del capitalismo en la URSS en la década de 1960 y su evolución posterior, bajo el liderazgo de las camarillas revisionistas de Jruschov y Brezhnev: la conversión de la propiedad socialista en propiedad capitalista, la expropiación de la clase obrera soviética, el surgimiento de la nueva clase de capitalistas soviéticos, la conversión de la ganancia en el motor y regulador de la producción, etc.,

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CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA

1

Carta abierta al “Nuevo Partido Comunista” W.B Bland

Reimpreso de Compass, órgano de la Liga Comunista de Gran Bretaña,

edición de noviembre de 1991. En un mitin reciente, organizado en Londres por el “Nuevo Partido Comunista”, algunos de los oradores sostuvieron que durante la era de Jruschov-Brezhnev, el Partido Comunista de la Unión Soviética siguió el camino socialista, marxista–leninista, y que sólo a partir de 1985, siguió el camino revisionista, anti socialista. Me gustaría expresar la opinión de que este punto de vista no puede ser fundamentado con los hechos conocidos.

La abolición de la planificación económica centralizada Uno de los rasgos esenciales de la sociedad socialista consiste en que la producción se planifica con base en los intereses de los trabajadores. Sin embargo, desde 1955, sólo dos años después de la muerte de Stalin, los economistas revisionistas, como Evsei Liberman, escribían en publicaciones soviéticas sobre la “necesidad” de liberar la economía de la “excesiva” dirección centralizada y de dar mayor libertad a los directores de las empresas para que decidan qué y cuánto deben producir las empresas a su cargo:

“Estas deficiencias en el manejo económico deben ser eliminadas… desarrollando la iniciativa económica y la independencia de las empresas” (E.G. Liberman: “Cost Accounting and Material Encouragement of Industrial Personnel”, en Voprosy Ekonomiki Nº 6, 1955)

Para setiembre 1965, la tesis básica de Liberman había sido adoptada por el Comité Central del Partido Comunista:

“El trabajo de las empresas está regulado por numerosos índices que restringen la independencia y la iniciativa de su personal, y reducen su sentido de la responsabilidad para mejorar la organización de la producción… “Se ha considerado conveniente poner fin a las excesivas regulaciones de la actividad de las empresas y reducir el número de índices del plan exigido a las empresas desde arriba” (C.C., CPSU: Decision “On Improving Management of Industry...”, en The Soviet Economic Reform: Main Features and Aims, Moscow, 1967, p. 147).

“Para fomentar la independencia económica y la iniciativa de las empresas, se ha reducido al mínimo el número de tareas de acuerdo al plan asignadas por los ministerios y departamentos a las empresas.”

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(A.N. Yefimov: “Long-Term Plans and Scientific Forecasts” en Soviet Economic Reforms: Progress and Problems, Moscow, 1972, p. 16).

De hecho, los “índices” bajo la “reforma económica” cesaron de ser directivas que obligaban a las empresas y se convirtieron en simples “guías” que las empresas podían adoptar o no según su elección:

“Las cifras de control serán entregadas a las empresas, no como directivas precisas, sino como guías para elaborar sus planes.” (E.G. Liberman: “Plan, Direct Ties and Profitability”, en Pravda, 21 de noviembre de 1965).

De este modo, mientras las empresas eran transferidas al sistema “reformado”, ellas procedían, en la práctica, a planificar su propia producción, decidiendo incluso los tipos y las calidades de las mercancías a producir:

“Ahora estas empresas [es decir, aquellas que trabajan bajo el sistema reformado – WWB] elaboran, ellas mismas, sus planes de producción”. (V. Sokolov, M. Nazarov & N. Kozlov: “The Firm and the Customer”, en Ekonomicheskaya Gazeta, 6 de enero de 1965).

“Las empresas deciden qué gama de bienes producirán en términos de cantidades físicas y de valor total de ventas… y otros indicadores económicos”. (B.I. Braginsky: “Planning and Management in the Soviet Economy”, en The Soviet Planned Economy, Moscow, 1974, p. 125-26).

Este sistema fue conocido eufemísticamente como:

“planificación “desde abajo”.” (R. Belousov: “The Chief Thing is Economic Effectiveness”, en Pravda, 13 de noviembre de 1964).

Bajo este sistema, el Estado puede influir en la economía, no directamente a través de directivas económicas, sino sólo indirectamente por medio de “instrumentos de política económica” usados por el Estado en los países capitalistas ortodoxos:

“El intento de ampliar el uso de instrumentos de política económica y del estímulo económico en la planificación es una bienvenida reacción contra el concepto administrativo de un plan.” (L. Alter: “Incentives must be linked with the Long-Term Planning of an Enterprise”, en Voprosy Ekonomiki Nº 11, 1962).

La ganancia como reguladora de la producción La abolición de la planificación económica centralizada como regulador de la producción, requería su reemplazo por un regulador diferente, que sólo podía ser la ganancia, definida por los economistas soviéticos contemporáneos como:

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“… la diferencia entre el precio y el costo de producción.” (L. Gatovsky: “The Role of Profit in a Socialist Economy”, en Komunist Nº 18, 1962).

Así, bajo la “reforma económica”, la ganancia se convirtió en el regulador de la producción:

“La producción estará subordinada a los cambios en las ganancias.” (G. Kosiachenko: “Important Conditions for the Improvement of Planning”, en Voprosy Ekonomiki Nº 11, 1962).

“Bajo las condiciones de responsabilidad por los costos, el total de los instrumentos económicos, a largo plazo, influye en la empresa a través de… la ganancia.” (B. Sukharevsky: “The Enterprise and Material Stimulation”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 49, 1965). “En la controversia sobre la rentabilidad, algunos economistas han basado sus objeciones a hacerla reguladora de la producción social, en el argumento de que la ganancia es una categoría capitalista. Dichas objeciones, claro está, son insostenibles.” (B. Sukharevsky: “The Enterprise and Material Stimulation”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 49, 1965).

Así, bajo la “reforma económica”,

“… la ganancia sirve como la medida más común de la actividad de la empresa,” (L. Leontiev, “The Plan and Methods of Economic Management”, en Pravda, 7 de setiembre de 1954).

y el criterio principal de la eficiencia de una empresa es el índice de rentabilidad, esto es, la ganancia obtenida por una empresa en un año como porcentaje de sus activos totales:

“El índice más común de la actividad de una empresa es el índice de rentabilidad, calculado como la proporción de la ganancia respecto a los activos de producción.” (P. Bumich: “Economic Stimuli to Increase the Effectiveness of Capital Investments and the Output-to-Capital Ratio”, en Voprosy Ekonomiki Nº 12, 1965).

“Este índice [de rentabilidad – WBB] … es comúnmente usado en los países capitalistas (debido a que no es ni más ni menos que la tasa de ganancia sobre el capital invertido).” (I. Kasitsky: “The Main Question: Criteria for Premiums and Indices Planned for Enterprises”, en Voprosy Ekonomiki Nº 11, 1962).

El papel del mercado La ganancia, el regulador de la producción soviética desde la “reforma económica”, no se realiza en la producción de mercancías sino en su venta:

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“La ganancia se determina sobre la base de los bienes comercializados, y no sobre la base de los producidos.” (G. Kosiaschenko: “The Plan and Cost Accounting”, en Finansy SSSR Nº 12, 1964).

Así, la regulación de la producción por la ganancia, significa, de hecho, una regulación por el mercado:

“Debemos reconocer que… el mecanismo del mercado juega un papel regulador en… la producción.” (L. Konnik: “Planning and the Market”, en Voprosy Ekonomiki Nº 5, 1966).

Esto significa: regulación por las fuerzas de la oferta y la demanda que opera en los países capitalistas ortodoxos:

“Desde que la producción de mercancías existe, la ley económica objetiva de la oferta y la demanda… opera.” (L. Gatovsky: op. cit., p. 89).

Los economistas soviéticos que apoyaban la “reforma económica” alegaban, al igual que sus homólogos en los países capitalistas ortodoxos, que estas fuerzas del mercado, operando a través del afán de lucro, regulan la producción social de tal manera que satisfacen –siempre y cuando lo permitan los recursos productivos en un momento dado– las necesidades del pueblo:

“El aumento de la ganancia… es una de los medios… para satisfacer de manera más plena las necesidades del pueblo.” (L. Gatovsky: op. cit.).

Estos economistas admiten que la “demanda” hacia la que la producción podría estar orientada por el mercado, es la “demanda efectiva”, la demanda expresada en términos de dinero, que los potenciales consumidores pueden y están dispuestos a gastar en el mercado para adquirir las mercancías:

“La distribución desigual del ingreso entre los diferentes sectores de la población, da como resultado que los grupos en las categorías más bajas no satisfagan plenamente sus necesidades primarias, mientras que los grupos en las más altas categorías son capaces de satisfacer sus necesidades menos esenciales.” (A. Rumyantsev: “Management of the Soviet Economy Today: Basic Principles”, en Soviet Economic Reform: Progress and Problems, Moscow, 1972, p. 28).

“Las empresas industriales tratan de recortar la producción de artículos relativamente no rentables y particularmente de artículos completamente no rentables, a pesar de que tienen una alta demanda entre los consumidores.” (A. Levin: “Economic Incentives for Meeting Consumer Demand”, en Voprosy Ekonomiki Nº 4, 1972).

El que las empresas basen sus planes de producción en su evaluación del mercado ha motivado el desarrollo de características propias de países capitalistas, como el estudio de mercado:

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“Es esencial realizar estudios de mercado con fines prácticos;” (L. Gatovsky, op. cit., p. 88).

el arte de vender:

“El negocio es mucho mejor en las tiendas que tienen el personal de venta mejor entrenado…” “El lema que hay es: ‘Ningún cliente debe salir sin haber hecho una buena compra’;” (V. Sokolov, M. Nazarov & N. Kozlov, op. cit.).

y la publicidad:

“El negocio es mucho mejor en las tiendas que… realizan la mejor publicidad.” (V. Sokolov, M. Nazarov & N. Kozlov: ibid.).

Pagos por los activos de producción Es evidente que no existiría la tasa de ganancia en una empresa si el Estado continuara asignando los activos de producción sin costo alguno, como era la práctica soviética bajo el socialismo. Por eso, para hacer realidad la tasa de ganancia, la “reforma económica” introdujo la práctica de cobrar a las empresas por el uso de sus activos de producción (incluyendo los recursos naturales, como la tierra, los minerales y el agua). Este principio fue aprobado por el Comité Central del Partido Comunista, en setiembre de 1965:

“Es necesario hacer deducciones –en favor del presupuesto estatal– de las ganancias de las empresas, en proporción al valor de los activos fijos y circulantes que se les ha asignado, considerando estas deducciones como pago por los activos de producción.” (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management, Perfecting Planning and Enhancing Economic Incentives in Industrial Production”, en Izvestia, 28 de setiembre de 1965).

En 1965, los pagos anuales al Estado por el uso de los activos de producción promediaron el 15% del valor de los activos de producción utilizados por las empresas. (L. Vaag: “According to a Single Rate of Profit”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 45, 1965). Después, se introdujo un método alternativo para el pago por los activos de producción: el pago de suma única. La empresa podía pagar esto con sus propios fondos o financiarse por medio de un crédito bancario, reembolsable y con intereses.

El crédito y el interés Al igual que en el caso de los activos de producción, no existiría tasa de ganancia de una empresa si el financiamiento continuara asignándose a las empresas sin costo alguno, como había sido la práctica bajo el socialismo. Para que la tasa de ganancia pudiera existir, entonces, era necesario que el

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financiamiento de las empresas estuviera disponible exclusivamente bajo la forma de créditos bancarios, reembolsables por la empresa, con intereses.

“El financiamiento gratuito… será progresivamente reemplazado por el crédito, es decir, por una especie de préstamo que debe ser devuelto por la empresa.” (L. Gatovsky: “Unity of Plan and Cost Accounting”, en Komunist Nº 15, 1965).

Este principio fue incluido en “la reforma económica” presentada en setiembre de 1965:

“El uso de créditos debe ser expandido.” (A. N. Kosygin: op. cit.). En 1976, más del 50% de los activos circulantes de las empresas provenían de créditos bancarios:

“En la actualidad, cada segundo rublo de los activos circulantes de la industria proviene del crédito; mientras que en la agricultura, el comercio y otras ramas, la participación del crédito es mucho más alta.” (A. N. Kosygin: “Guidelines for the Development of the National Economy of the USSR for 1976-1980, XXV Congress of CPSU, Moscow, 1976, p. 42-43).

y, en 1967, la tasa de interés estándar subió de 4% a 4.25% para los préstamos a corto plazo, y de 4.5% a 6% para los préstamos a largo plazo.” (A.H. Hermann: “East-West Finance”, en The Banker, Volume 121, Nº 546, agosto de 1971, p. 878). En consecuencia, cuando una empresa está en proceso de repagar un crédito bancario, la tasa de interés se establece como el límite más bajo de rentabilidad aceptable para la empresa:

“El nivel de interés se vuelve el límite más bajo de rentabilidad aceptable.” (P. Bunich: op. cit.).

Al igual que en un país capitalista ortodoxo, bajo la “reforma económica”, el crédito bancario es normalmente otorgado a una empresa sólo bajo la condición de tener un seguro contra el no pago:

“El crédito debe ser asegurado… Sólo en casos especiales… se otorgarán préstamos del Banco Estatal sin dicho seguro.” (K.N. Plotnikov: “Soviet Finance and Credit”, en The Soviet Planned Economy, Moscow, 1974, p. 221).

La tasa de interés del crédito era fijado en un alto nivel gubernamental, para que pueda ser utilizado –al igual que en los países capitalistas ortodoxos– como un “instrumento de política económica” para influir en la economía:

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“El crédito es usado como un instrumento para influir a la economía.” (M. Pessel: “Credit and its Development under Current Conditions”, en Nauchnye Doklady Vysshei Shkoly: Ekonomicheskie Nauki Nº 9, 1972).

La propiedad de los medios de producción En la propaganda revisionista soviética de la década de 1960, los medios de producción aún eran presentados como “propiedad pública”. Pero el Estatuto de la Empresa de Producción del Estado Socialista, adoptado por el Consejo de Ministros de la URSS el 4 de Octubre de 1965, le dio a la empresa los derechos de posesión sobre los activos de producción que controlaba:

“La empresa ejercerá los derechos de posesión… de la propiedad bajo su control operacional.” (Statute on the Socialist State Production Enterprise, en M.E. Sharpe (Ed.): Planning, Profit and Incentives in the USSR, Volume 2, New York, 1966, p. 291).

Por consiguiente, la adquisición de los activos de producción por una empresa es descrita como “compra”:

“El enfoque único para la gestión de la economía se manifiesta… en la concesión a las empresas de derechos iguales… para comprar medios de producción.” (P.G. Bunich: “Methods of Planning and Stimulation”, en Soviet Economic Reform: Progress and Problems, Moscow, 1972, p. 36).

Que los términos “derechos de posesión” y “compra” no están siendo usados, aquí, inexactamente, se demuestra en el hecho de que el Estatuto le da a la empresa el derecho de arrendar o vender los medios de producción que “posee”:

“La empresa ejercerá los derechos de… disposición de la propiedad que está bajo su control operacional… La empresa puede dar en arriendo a otras empresas y organizaciones… los edificios y las estructuras, así como la producción, los almacenes y otras instalaciones que se le han asignado… “Cualquier excedente de equipo… puede ser vendido por la empresa a otras empresas y organizaciones… “Las sumas obtenidas por la venta de los valores materiales que representan los activos fijos permanecerán a disposición de la empresa.” (Statute on the Socialist State Production Enterprise, en M.E. Sharpe (Ed.): op. cit., Volume 2, p. 291, 293, 295).

La transferencia de la propiedad del Estado a una empresa no es una transferencia a un organismo del Estado, puesto que “la empresa de producción del Estado socialista” es descrita como una

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“… empresa independiente” (Ibíd, p. 291). Y

“El Estado no es responsable de las obligaciones de la empresa, y la empresa no es responsable de las obligaciones del Estado.” (Ibíd., p. 291).

Los economistas revisionistas soviéticos trataron por todos los medios de rechazar cualquier acusación de que las empresas no eran realmente independientes, calificándola de “propaganda burguesa infundada”:

“Otro concepto burgués… niega la independencia económica de… las empresas… No es difícil probar lo infundado de este argumento.” (Khavina: “In the Crooked Mirror of Bourgeois Theories”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 44, 1965).

Más aún, los derechos de propiedad de una empresa se confieren a su director:

“La empresa es encabezada por un director… “El director de la empresa puede, sin el poder de un abogado, actuar en nombre de la empresa,… disponer de la propiedad y fondos de la empresa.” (Statute on the Socialist State Production Enterprise, en M.E. Sharpe (Ed.): op. cit., Volume 2, p. 310-11).

El nuevo capitalista soviético De esta forma, el director de la empresa soviética ha sido, desde las “reformas económicas” de la década de 1960, el dueño efectivo de los medios de producción (que no eran recursos naturales), y tiene plenas facultades legales para las operaciones:

“Los derechos de la empresa relativas a su producción y actividad económica son ejercidos por su director.” (Statute on the Socialist State Production Enterprise, en M.E. Sharpe (Ed.): op. cit., Volume 2, p. 299). “Los gerentes industriales son plenamente responsables de los sectores de producción que se les han confiado.” (A.N. Kosygin: op. cit., p. 42).

Y desde que esta responsabilidad es, ante todo, para asegurar que la empresa bajo su control logre la máxima tasa de ganancia posible, él, en palabras de Marx:

“… se convierte en capitalista… actúa como capitalista, es decir, como capital personificado, dotado de consciencia y de voluntad.” (K. Marx, Capital, Volume 1, London, 1974, p. 151).

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Como lo expresó un escritor del Harvard Business Review en 1971:

“Muchos gerentes soviéticos podrían encajar en cualquier jerarquía corporativa de los Estados Unidos y lo harían excepcionalmente bien.” (M.I. Goldman, “More Heat in the Soviet Hothouse”, en Harvard Business Review, Volume 49, Nº 4, julio-agosto de 1971, p. 15).

En febrero de 1971, se inauguró, en Moscú, el “Instituto de Administración de la Economía Nacional”, como la primera “escuela de negocios” soviética. (Z. Katz: “The Nachalnik (Executive) Class in the USSR”, Cambridge (USA), 1973, p. 25). El escritor del Harvard Business Review, ya citado, comenta:

“Los rusos, una vez más, vuelven al mundo no comunista; están creando una red de escuelas de negocio.” (M.I. Goldman: op. cit., p. 15).

Bajo la “reforma económica”, el director de una empresa industrial soviética era designado por el Estado y podía ser despedido por el mismo Estado; en la práctica, hasta hace poco, por una decisión de la dirección del Partido Comunista:

“El director de la empresa es nombrado y removido de su puesto por el órgano superior.” (Statute on the Socialist State Production Enterprise, en M.E. Sharpe (Ed.): op. cit., Volume 2, p. 310).

El derecho a contratar y despedir Bajo el antiguo sistema socialista, un obrero podía ser despedido sólo por una falta grave de conducta (generalmente, un delito penal en conexión con su trabajo) y sólo con el consentimiento del comité del sindicato de la empresa:

“La legislación laboral soviética… permite el despido de un trabajador, por la administración, sólo con la aprobación del comité de fábrica y el comité del sindicato local, de acuerdo con lo estipulado por la ley.” (Trudovoe Pravo: Entsiklopedichesky Slovar, Moscow, 1959, en R. Conquest (Ed.): Industrial Workers in the USSR, London, 1967, p. 19).

Un elemento importante de la “reforma económica” fue dar a las administraciones de las empresas, facultades que no entorpecieran, relativamente, el despido de trabajadores como parte de un programa de racionalización:

“Los jefes del negocio tienen el derecho a contratar y despedir.” (S. Kamenitser: “The Experience of Industrial Management in the Soviet Union”, Moscow, 1975, p. 40).

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“El monto del fondo salarial también será determinado por la empresa.” (“Direct Contracts are Expanding”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 3, 1965). “De ahora en adelante, no se asignará a las empresas el número de personas a contratar. La introducción de la contabilidad de costos global… naturalmente, revelará el excedente de mano de obra en algunas empresas.” (L. Gatovsky: “Unity of Plan and Cost Accounting”, en op. cit.).

La acumulación secundaria de capital Bajo el Estado socialista que existía anteriormente en la Unión Soviética, la clase obrera era la propietaria colectiva de los principales medios de producción. Sin embargo, como se ha visto, con la “reforma económica” de la década de 1960, la clase obrera soviética fue expropiada de estos medios de producción, los cuales se convirtieron en propiedad de una nueva clase de capitalistas soviéticos bajo la forma de directores de las empresas industriales. Este proceso es esencialmente una repetición de lo que Marx, describiendo el desarrollo original de la sociedad capitalista desde la sociedad feudal, denominó la acumulación originaria del capital:

“El régimen del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condiciones de realización de su trabajo… Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su trabajo, proceso que de una parte convierte en capital los medios sociales de vida y de producción, mientras de otra parte convierte a los productores directos en obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción.” (K. Marx: op. cit., Volume 1, p. 668).

Podríamos llamar a esta repetición del proceso de acumulación originaria en la Unión Soviética, la acumulación secundaria de capital.

La venta de la fuerza de trabajo Marx demostró que un obrero que no tiene medios de producción propios, no tiene otra forma de subsistir excepto vendiendo su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajo. Dado que los obreros soviéticos, como se ha mencionado, han sido expropiados de los medios de producción que tenían bajo el socialismo, ahora no tienen forma de subsistir, a no ser que vendan su fuerza de trabajo a una nueva clase de capitalistas soviéticos:

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“Una persona que trabaja constantemente, tiene el derecho de disponer libremente sobre su fuerza de trabajo. Él se da cuenta de este derecho mediante la celebración de un acuerdo laboral con la empresa.” (A. Sukhov: “Labour Mobility and its Causes”, en Nauchnye Doklady Vysshei Shkoly: Ekonomicheskie Nauki Nº 4, 1972).

El término “disponer sobre” es claramente un eufemismo de “vender”.

El valor de la fuerza de trabajo Marx señaló que el valor de la fuerza de trabajo está determinado, como cualquier otra mercancía, por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para su producción, es decir, por el valor de los medios de subsistencia convencionalmente –en una sociedad dada, en un momento dado– requeridos para el mantenimiento del trabajador y sus dependientes. Aunque los economistas revisionistas soviéticos nieguen que, en su sociedad, la fuerza de trabajo es una mercancía con valor, ellos admiten que “los gastos de mano de obra en el costo de reproducir la fuerza de trabajo” es “evaluado en términos de valor”, los cuales son precisamente equivalentes al valor de la fuerza de trabajo analizado por Marx:

“El factor objetivo que determina este nivel [de los salarios – WBB] es la necesidad de proveer a los trabajadores de planta y oficina… con los medios de vida suficientes para la reproducción de su fuerza de trabajo.” (Y.L. Mannevich: “Wages Systems”, en The Soviet Planned Economy, Moscow, 1974, p. 230).

“El costo de reproducir fuerza de trabajo calificada es el valor estimado de los equivalentes de los medios de vida que forman los fondos de compensación de la fuerza de trabajo.” (E.N. Zhiltsov: “Concerning the Subject of the Economics of Higher Education”, en Vestnik Moskovskogo Universiteta: Seriia Ekonomika Nº 1, 1973).

El precio de la fuerza de trabajo En un mercado laboral competitivo, el precio de la fuerza de trabajo (es decir, el nivel de los salarios) fluctúa, como el precio de cualquier otra mercancía, alrededor de su valor, de acuerdo con la relación de la oferta y la demanda efectiva en ese mercado:

“Los salarios subirán y bajarán [en un mercado laboral competitivo – WBB] de acuerdo a la relación de la oferta y la demanda… Dentro de éstas variaciones, sin embargo, el precio del trabajo [fuerza de trabajo – WBB] será determinado… por el tiempo de trabajo necesario para producir esta mercancía – la fuerza de trabajo.” (K. Marx: “Wage-Labour and Capital”, en Selected Works, Volume 1, London, 1943, p. 262).

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Donde hay y cuando hay una escasez relativa de tipos particulares de fuerza de trabajo, las empresas compiten entre ellas por esta fuerza de trabajo:

“Las circunstancias impulsan a las nuevas empresas a atraer personal, especialmente personal calificado de otras empresas más antiguas. Tal práctica se está expandiendo.” (E.G. Antosenkov: “The Availability of Housing and Personnel Turnover”, en Izvestia Sibirskogo Otdelenya Akademy Nauk SSSR: Seriia Obshchestvennykh Nauk Nº 11, 1972).

En esta competencia por la fuerza de trabajo, las empresas hacen uso de medios de atracción, como bonos y servicios de bienestar. Ya en 1972, los economistas revisionistas soviéticos admitieron que la alta movilidad de los obreros soviéticos se debía a la búsqueda competitiva de mejores condiciones:

“La rotación de la mano de obra está influida por un número de factores que están básicamente relacionados con las condiciones de trabajo o con diferencias en los niveles de bienestar material… “Aproximadamente, el 50% de las personas que dejan sus trabajos por voluntad propia, lo hacen por ésas razones.” (L. Kuprienko: “Influence of the Standard of Living on the Movement of Labour Resources”, en Voprosy Ekonomiki Nº 3, 1972). “En 1967, 5.5 millones de personas se mudaron de una ciudad a otra; 3.1 millones se mudaron de pueblos a ciudades; y 1.5 millones se mudaron de ciudades a pueblos. Además, varios millones de personas se mudaron de un pueblo a otro.” (V. Perevedenstev: “Migration of the Population and the Utilisation of Labour Resources”, en Voprosy Ekonomiki Nº 9, 1970).

Al mercado laboral soviético se le dio forma concreta en 1967, mediante el establecimiento de las bolsas de trabajo, llamadas “Agencias de Utilización de Mano de Obra”:

“En 1967, se establecieron las Agencias de Utilización de Mano de Obra de la República. Éstas eran responsables de encontrar trabajo para los obreros y los empleados.” (V. Korshagin: “Utilisation of Manpower Resources in the New Five-Year Plan”, en Planovoe Khoziaistvo Nº 4, 1971).

Marx sostenía que en una sociedad capitalista, los niveles de los salarios reales tienden a subir con el desarrollo de las fuerzas productivas. El objetivo de la clase capitalista, sin embargo, es asegurarse que si los salarios reales aumentan, lo hagan más lentamente que el crecimiento de la productividad del trabajo. En estas condiciones, la proporción del ingreso nacional que corresponde a la clase obrera cae, a pesar del aumento de los salarios reales, es decir, la explotación aumenta. Naturalmente, ésta también es la política de la clase capitalista soviética:

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“Debe observarse estrictamente la prioridad en el crecimiento de la productividad del trabajo sobre el crecimiento de los salarios.” (“Soviet Economy Forges Ahead”, Moscow, 1973, p. 18-19).

Este objetivo fue logrado durante el periodo del “Noveno Plan Quinquenal” (1971-75), cuando el salario promedio subió en 20%, mientras que la productividad de trabajo promedio subió en 23%. (A.N. Kosygin: “Guidelines…”, op. cit., p. 13, 18). Por eso, naturalmente, la mayoría de los economistas revisionistas soviéticos estuvo de acuerdo en que el único aspecto de la “planificación económica centralizada” que debería conservarse era el control estatal de los niveles salarios:

“Los sueldos y las tasas básicas establecidos centralmente constituyen, como antes, la base de los salarios… “La regulación estatal de los salarios es necesaria… “El nuevo sistema de estimulación económica de la producción preserva la regulación estatal de los salarios.” (B. Sukharevsky: “The Enterprise and Material Stimulation”, en op. cit.).

Los sueldos de los directivos Los directivos y el personal técnico de alto nivel de una empresa industrial soviética reciben sueldos mensuales. El sueldo del director de una empresa en 1974 era 7.2 veces más alta que el salario básico de un obrero de planta promedio:

“El sueldo de un capataz en una categoría alta es 10-20% más alto que el salario básico de un obrero altamente calificado… Los superintendentes de planta, en el grupo más alto, reciben una paga de más del doble que un capataz en el grupo más bajo. El sueldo pagado al director de una empresa nunca es más que el triple del sueldo de un capataz.” (Y.L. Manevich: “Wages Systems”, en op. cit., p. 251-52).

Sin embargo, la diferencia salarios/sueldos entre los obreros de planta y el personal administrativo constituye sólo una pequeña parte de la verdadera diferencia de ingresos entre estas categorías; como se demostrará, la mayor parte de estas diferencias proviene de las diferencias en los “pagos de bonos”.

“Control de precios” Bajo el sistema socialista, que existía anteriormente en la Unión Soviética, los precios de las mercancías eran fijadas por el Estado. Aunque al fijar el precio de las mercancías, se tomaba en cuenta su valor, el precio real estaba determinado de acuerdo con la evaluación que hacía el Estado de las necesidades sociales. De esta forma, durante un considerable periodo, el precio del vodka fue fijado sobre su valor para desmotivar su consumo; por

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otro lado, el precio de las prendas de vestir fue fijado bajo su valor para ayudar a los trabajadores en la compra de ropa. Como resultado, las empresas de vodka obtuvieron una tasa de ganancia superior al promedio, mientras que las empresas de ropa obtuvieron una tasa de ganancia inferior al promedio. Sin embargo, la tasa de ganancia pudo haber existido, pudo haber funcionado como regulador de la producción, sólo si se hubiese abandonado este método “voluntarista” de fijar los precios, y si estos precios se hubiesen fijado en función de sus valores. Por eso, en la campaña propagandística que precedió a la “reforma económica”, se exigió que los precios se ajustaran con sus valores:

“Los precios deben… reflejar el gasto de trabajo socialmente necesario". (Programme of the Communist Party of the Soviet Union, Moscow, 1961, p. 83).

El nuevo “Comité Estatal de Precios”, establecido en virtud de la “reforma económica”, fue encargado de elaborar un nuevo sistema de precios,

“...basando sus decisiones en la necesidad de poner los precios lo más cerca posible de los niveles de gastos de trabajo socialmente necesario.” (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management…”, op. cit, p. 30).

El 1 de julio de 1967, entró en vigor la “reforma de los precios”, en primer lugar, para los precios al por mayor, teniendo como resultado el aumento de los precios mayoristas en un promedio de 8% para la industria en su conjunto, y en un promedio del 15% para la industria pesada. (L. Maizenberg: “Improvements in the Wholesale Price System”, en Voprosy Ekonomiki Nº 6, 1970). Algunos precios al por mayor, de hecho, se elevaron enormemente; el carbón, por ejemplo, subió en 78%. (V. Sitnin: “Wholesale Prices: Results and Tasks”, en Ekonomicheskaya Gazeta Nº 6, 1968). El objetivo de esta reforma de los precios, se decía, era crear las condiciones para que cualquier “empresa funcionando normalmente” pudiera funcionar “rentablemente”:

“La reforma de los precios al por mayor... tenía la intención de crear condiciones para un trabajo rentable en todas las ramas de la industria y en cada empresa que funcionara normalmente.” (V. Sitnin: op. cit., p. 26).

De hecho, la reforma de los precios al por mayor provocó un aumento de la ganancia industrial considerablemente mayor de lo previsto:

“La planificación de los nuevos precios al por mayor... se basó en la proyección de que la rentabilidad toda la industria sería de aproximadamente 15%. De hecho, sin embargo, en 1968 se demostró

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que fue de 20.1%, y en el caso de empresas que operaban bajo el nuevo sistema de planificación y estímulo económico, fue de 22.9% ". (I. Sher: “Long-Term Credit for Industry”, en Voprosy Ekonomiki Nº 6, 1970).

Pero la reforma de los precios al por mayor fue sólo el primer paso en la “reforma de los precios”, el objetivo fundamental era que los precios fluctúen de acuerdo con la relación variable entre la oferta y la demanda en el mercado. El siguiente paso, por lo tanto, fue dar a las empresas la facultad para fijar los precios:

“Las medidas para aumentar la flexibilidad... en la formación de los precios también se han adoptado recientemente... De acuerdo con estos métodos, las propias empresas cambian los precios de sus productos.” (P.G. Bunich: “Methods of Planning and Stimulation”, en op. cit., p. 43).

La dificultad de conciliar esta concepción con la ficción de que se todavía se mantenía la planificación económica centralizada, incluyendo el control de precios, se resolvió mediante la presentación de “los órganos de planificación” centrales como los emisores de “normas de precios”, dejando a las empresas la fijación de “precios concretos”:

“Es fundamental incorporar... la confirmación centralizada de los precios básicos y sus normas... y la fijación de los precios concretos por parte de empresas o asociaciones". (A. Komin: “Problems in the Metholodogy and Practice of Planned Price Formation”, en Planovoe Khoziaistvo Nº 9, 1972).

Naturalmente, esos “precios concretos” a menudo partían fundamentalmente de las “normas de precios” expedidos por los “órganos de planificación” centrales:

“La experiencia… ha demostrado que las revisiones subsecuentes de precios no pueden mantener la continuidad de los planes actuales y de largo plazo, no sólo con respecto a los objetivos en términos de valor, sino también en cuanto a las proporciones de valor generales". (V. Kotov: “Prices: The Instrument of National Economic Planning and the Basis of the Value Indices of the Plan, en Planovoe Khoziaistvo Nº 9, 1972).

La retención de ganancias por la empresa Con el fin de que la ganancia pueda funcionar como el regulador de la producción social, en condiciones donde la producción es planificada por las propias empresas, cada empresa debe retener ganancias suficientes para que los incentivos materiales sean adecuados para influir en el personal de dirección de la empresa responsable de obtener esas ganancias:

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“Es necesario dejar a las empresas más de sus ganancias.” (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management…”, op. cit.).

En consecuencia, el porcentaje promedio de la ganancia retenida por las empresas aumentó entre 1966 y 1969 de la siguiente manera:

1966 26%

1967 29%

1968 33%

1969 40%

(N.Y. Drogichinsky: op. cit.).

“Incentivos económicos” En el socialismo, los salarios eran, en la medida de lo posible, proporcionales a la cantidad y calidad del trabajo realizado, mientras que otros incentivos materiales se basaban en el cumplimiento o superación del plan económico. La abolición de la planificación económica centralizada y el establecimiento del afán de lucro como el regulador de la producción social, requería la sustitución de este sistema de incentivos materiales al personal de la empresa, por un sistema de incentivos basado en la tasa de ganancia de la empresa y extraído de dicha ganancia:

“Es necesario introducir un sistema en el que las posibilidades de la empresa para aumentar la remuneración de sus trabajadores y empleados se determine, sobre todo, por... una mayor rentabilidad de la producción... Las empresas deben tener a su disposición –además del fondo de salarios– su propia fuente para recompensar al personal por sus logros individuales y por los altos resultados generales de las operaciones de la empresa. Esta fuente debe provenir de las ganancias obtenidas por la empresa.” (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management…”, op. cit., p. 25-26). “Bajo las nuevas condiciones, el papel estimulador de la ganancia crece considerablemente.... “Los fondos de incentivo material... se crean a partir de las ganancias. Los fondos deben ser considerablemente más grandes que el fondo que la empresa tenía anteriormente... Cuanto mayor es la ganancia obtenida por la empresa, mayores serán la asignaciones a los fondos de incentivo y al fondo para el desarrollo de la producción.” (V. Garbuzov: “Finances and Economic Stimuli”, en Ekonomicheskaya Gazeta, Nº 41, 1965).

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En los cuatro años, desde 1966 a 1969, la cantidad promedio de los fondos de incentivo material de las empresas aumentó cuatro veces. (N.Y. Drogichinsky: “The Economic Reform in Action”, en Soviet Economic Reform: Progress and Problems, Moscow, 1972, p. 207).

“La ganancia socialista” Como se ha demostrado, bajo la “reforma económica”, la ganancia se convirtió en el móvil y regulador de la producción social. Sin embargo, tratando de presentarse como continuadores de la “construcción del socialismo”, los revisionistas soviéticos describieron esta ganancia como

“... ganancia socialista.” (E.G. Liberman: “The Plan, Direct Ties and Profitability”, op. cit.).

Pese a que niegan que la “ganancia socialista” se deriva de la explotación de los trabajadores, la definición de “ganancia” dada por los economistas revisionistas soviéticos, desde la “reforma económica”, –

“La ganancia se forma directamente a partir de la diferencia entre el precio y el costo de producción.” (L. Gatovsky: “The Role of Profit in a Socialist Economy”, op. cit.)...

– es prácticamente idéntica a la dada por Marx para la plusvalía (ganancia en el sentido amplio) en una sociedad capitalista ortodoxa:

“La plusvalía es la diferencia entre el valor del producto y el valor de los elementos consumidos en la elaboración de dicho producto.” (K. Marx: Capital, Volume 1, London, 1974, p. 201).

De este modo, aceptando tácitamente que la “ganancia socialista” no difiere en esencia de la ganancia en los países capitalistas ortodoxos, los economistas revisionistas soviéticos reinciden en el argumento de que no hay nada malo, en principio, con la ganancia en los países capitalistas ortodoxos; lo que está mal –y lo que lo distingue de la “ganancia socialista”– es, dicen, su distribución:

“El mal del capitalismo no radica en el esfuerzo por obtener ganancias sino en su distribución.” (V. I. Belkin & I. Berman: “The Independence of the Enterprise and Economic Stimuli”, en Izvestia, 4 de diciembre de 1964). “Bajo el socialismo, la ganancia... se distribuye en interés del pueblo.” (L. Gatovsky: “The Role of Profit in a Socialist Economy”, op. cit.).

Se examinará este argumento en las próximas dos secciones.

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La distribución de la “ganancia socialista” Si la ganancia debía ser realmente el móvil y regulador de la producción soviética, entonces la mayor parte de los bonos pagados con cargo al “fondo de estímulo material” de la empresa, tenía que ir a ese personal de la empresa cuyas decisiones económicas determinan principalmente la tasa de ganancia de la empresa, es decir, al personal directivo:

“Debemos elevar el papel y la responsabilidad de los jefes de las empresas... para cumplir con los planes de ganancia.” (G. Kosiachenko: “Important Condition for the Improvement of Planning”, op. cit.).

El monto de los bonos pagados al personal de dirección se determina fuera de la empresa, por el Estado:

“Los bonos de los directores de las empresas, sus asistentes, jefes de ingenieros, jefes de departamentos de planificación, contables principales y jefes de los departamentos de control técnico, son aprobados por el director ejecutivo del organismo superior”, (Y.I. Manevich: “Wage Systems”, op. cit.).

siendo la tasa de ganancia de la empresa, el criterio principal para determinar el monto de las bonificaciones pagadas al personal directivo:

“El cumplimiento de los planes de ganancias... debe ser uno de los criterios para la concesión de bonos a determinadas categorías de personal directivo.” (G. Kosiachenko: “Important Condition for the Improvement of Planning”, op. cit). “Los principales indicadores para la concesión de bonificaciones a los trabajadores directivos de las empresas son el cumplimiento del plan de ventas y el incremento de la rentabilidad”. (S. Ramenitser: op. cit., p. 134).

Por otro lado, el monto de las bonificaciones pagadas a los obreros de una empresa es decidida oficialmente por el director:

“Los bonos para directores de empresas... son aprobados por el director ejecutivo del organismo superior, y los bonos otorgados al resto de los empleados son aprobados por el director de la empresa.” (Y.L. Manevich: “Wage Systems”, op. cit.).

El monto de las bonificaciones pagadas a los obreros de una empresa es muy diferente al monto de las que se pagan al personal directivo. Las estadísticas oficiales soviéticas muestran que, en 1966, los directivos recibieron el 43.9% del fondo de estímulo material, mientras que los trabajadores recibieron el 50.7%. (N.Y. Drogichinsky: op. cit., p. 194).

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Pero en ese tiempo, el personal encargado de la industria se dividía de la siguiente manera:

Personal directivo 4%

Obreros 96%

(Z. Katz: Patterns of Social Stratification in the USSR, Cambridge (USA), 1972, p. 78).

De esto se puede inferir que el 1% del personal recibía 12.3% de los bonos si formaba parte de la gerencia, o 0.5% si era parte de los obreros. Por lo tanto, en promedio, cada miembro de la dirección recibida casi veinticinco veces el bono recibido por cada obrero. De hecho, la distribución de la “ganancia socialista”, bajo la “reforma económica” soviética, no se diferencia en nada de la distribución de ganancias en las sociedades capitalistas ortodoxas, donde el sistema de distribución de utilidades está en vigor.

La contaminación ambiental La “reforma económica” exigía que cada empresa maximizara sus ganancias y minimizara sus costos de producción. Pero este objetivo entra en conflicto con la necesidad social de minimizar la contaminación ambiental derivada de la producción:

“La ejecución de los programas de control de la contaminación llevaron al deterioro de los resultados de la contabilidad de costos de las empresas.” (N. Fedorenko y Gofman K.: “Problems of Optimisation of the Planning and Control of the Environment”, en Problemy Ekonomiki Nº 12, 1972).

Como resultado de ello, desde la “reforma económica”, la contaminación ambiental en la Unión Soviética ha alcanzado niveles peligrosos, al igual que en los países capitalistas ortodoxos:

“En la Unión Soviética... los gases sin purificar se descargan en la atmósfera, las aguas no purificadas se vierten en los ríos y cuencas hídricas, hay erosión del suelo, etc.” (G. Khromushin: “Problems of Ecology”, en Voprosy Ekonomiki Nº 8, 1973). “Por toda la variedad de causas de la degradación del medio ambiente en los Estados Unidos y la Unión Soviética, estos dos países se enfrentan ahora a la necesidad práctica de controlar este proceso. “El daño causado a las masas de agua por los efluentes de pulpa, fibra química y otras productos fabriles, es bien conocido. Cada día se desechan miles de toneladas de agua contaminada en los ríos, lagos y océanos. Los daños causados por estos efluentes es incalculable". (K.

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Ananichev: “Environment: International Aspects”, Moscow, 1976, p. 118, 123).

Los ambientalistas soviéticas están de acuerdo en que una de las dos causas principales de la contaminación atmosférica es el transporte automotor:

“Las principales fuentes de contaminación del aire hoy en día son la industria de la energía y el transporte motorizado.” (K. Ananichev: Ibíd., p. 120).

y que la dificultad para producir vehículos de motor no nocivo es de carácter económico, no técnico:

“Por supuesto, es posible en principio desarrollar un vehículo de motor que no emita gases de escape tóxicos o nocivos. Esto, sin embargo, sería muy costoso...” (K. Ananichev: Ibíd., p. 97).

Se propone, por lo tanto, que

“... el número de vehículos a motor... sea reducido mediante el retiro de uso de un enorme número de automóviles privados.” (K. Ananichev: Ibíd., p. 97-98).

Sin embargo, de hecho, ocurrió exactamente lo contrario. En el “Plan Quinquenal” para 1971-1975 se preveía

“... un incremento de cuatro veces en la producción de automóviles. Este enorme aumento en el número de vehículos automotores constituye una amenaza de contaminación atmosférica a gran escala.” (K. Ananichev: Ibíd., p. 121).

La discriminación nacional Según Stalin, la política nacional del Partido Comunista de la Unión Soviética debería incluir la ayuda de la Federación Rusa

“... para hacer posible que los pueblos atrasados alcancen a la Rusia central en los aspectos político, cultural y económico.” (J.V. Stalin: “Report on the Immediate Tasks of the Party in the National Question”, X Congress of RCP, en Works, Volume 5, Moscow, 1953, p. 39). “Entiendo que nuestra política en la cuestión nacional debe ser una política de concesiones a los no rusos... Esta política es indudablemente correcta.” (J.V. Stalin: “Reply to the Discussion on the Central Committee’s Organisational Report”, XII Congress of the RCP, en Ibíd., p. 235).

De hecho, sin embargo, las diferencias en los niveles económicos, sociales y

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culturales entre las Repúblicas de la Unión –como se muestra en las estadísticas oficiales de la productividad industrial, la renta nacional per cápita, la superficie de vivienda per cápita, etc.–, aumentaron después de la “reforma económica”. (Narodnoe Khoziaistvo SSSR v 1960 Godu, Moscow, 1961; Narodnoe Khoziaistvo SSSR v 1970 Godu, Moscow, 1971; V.N. Bandera y Z.L. Melnyk: The Soviet Economy in Regional Perspective, New York, 1973). En la económicamente atrasada Uzbekistán, por ejemplo, el cultivo del algodón para la “exportación” a las repúblicas federadas industrializadas, se convirtió en la base de la economía de Uzbekistán:

“Para desarrollar la agricultura de Uzbekistán... necesitamos un complejo agrícola basado en el algodón.” (N.I. Mukhitdinov, en Materialy Obedinennoi Nauchnoi Sessii po khlopkovodstva, sostoiasheisia v.g. Tashkente 15-21 Oktiabria 1957 g, Tashkent, 1958).

Esta política llevó a una disminución real de la producción de alimentos per cápita en Uzbekistán:

Producción de Alimentos en Uzbekistán (kilogramos per cápita)

1959

1965

Carne

18.1

14.5

Leche

95.0

89.7

Cereales

62.2

59.3

Patatas

24.8

16.1

Frutas

23.4

19.0

(V.S. Nekhai: “The Production of Foodstuffs and the Level of Consumption in Relation to Population”, en A.M. Aminov (Ed.): Razvitie i Sovershenstvovanie Sotsialisticheskikh Proizvodstvennykh Otnoshenii v Period Stroitelstva Kommunizma; Tashkent 1968).

La inversión En los días del socialismo en la Unión Soviética, los fondos de inversión para las empresas eran asignadas, de forma planificada, por el Estado, sin costo alguno. Sin embargo, desde la “reforma económica”, las empresas tienen que comprar los nuevos medios de producción que necesitan; y, sólo en casos excepcionales, el Estado les provee con los fondos de inversión necesarios para ese propósito:

“En el momento actual... sólo en casos excepcionales los medios [de inversión – WBB] provendrán del presupuesto.” (V. Batyrev: “The Economic Reform and the Increasing Role of Credit”, en Kommunist, Nº 2, 1966).

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En 1970, el 78.8% de la inversión total provenía de los fondos propios de las empresas. (I. Shur: “Long-Term Credit in Industry”, op. cit.). La creación de “fondos de desarrollo de la producción” en las empresas provocó un gran aumento en los fondos de inversión disponibles de las empresas: de 120 millones de rublos en 1964 a 4,000 millones de rublos en 1967, un aumento de más de 33 veces. (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management”, op. cit.). Los fondos de desarrollo de la producción provienen de las ganancias y la venta de medios de producción “superfluos”. (B. Sukharevsky: “New Elements in Economic Incentives”, en Voprosy Ekonomiki Nº 10, 1965). Cualquier inversión que sobrepase los fondos disponibles en el fondo de desarrollo de la producción, normalmente, debe financiarse bajo la forma de un crédito bancario, que se devolverá con intereses. Sin embargo, en 1974, sólo el 3.3% de la inversión se efectuaba a través de créditos bancarios, como resultado de

“... la alta rentabilidad de la mayoría de empresas existentes, lo que permite hacer inversiones de capital con recursos propios”. (V.N. Kulikov: “Some Problems of Long-Term Crediting of Centralised Capital Investments”, en Finansy SSSR Nº 5, 1974).

Al determinar su política de inversión, la empresa, por supuesto, es guiada por su evaluación de lo que maximizará su tasa de ganancia:

“En la realización de inversiones... una empresa elegirá el curso que le proveerá el mayor incremento de su rentabilidad”. (T.S. Khachaturov: “The Economic Reform and Efficiency of Investments', en Soviet Economic Reform: Progress and Problems”, Moscow, 1972, p. 156).

A pesar del gran incremento en el monto de los fondos de inversión disponibles de las empresas, la tasa de crecimiento de la inversión, desde la “reformas económica”, ha disminuido notablemente:

1966-70 43%

1971-75 42%

1976-80 (“proyectado”) 25%

(Soviet Economy Forges Ahead, Moscow, 1973, p. 16; A.N. Kosygin: “Guidelines...”, op. cit., p. 11, 69).

Esto, por supuesto, está en línea con la práctica de los países capitalistas ortodoxos en condiciones de monopolio, donde la máxima rentabilidad frecuentemente proviene de la continuación del uso de los medios de producción después de que se han hecho obsoletos.

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Racionalización y excedencia Al igual que en un país capitalista ortodoxo, la búsqueda de la máxima rentabilidad provocó un aumento de la productividad del trabajo y trajo consigo

“... la racionalización de la producción”. (S. Starostin y Emdin G.: “The Five-Year Plan and the Soviet Way of Life”, en Planovoe Khoziaistvo Nº 6, 1972).

y la excedencia generalizada. Las empresas

“... abandonaron el empleo de personal sobrante”. (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management”, op. cit., p. 28). “La sustitución de obreros por máquinas es bastante sorprendente”. (V.I. Mayevsky: “Socialist Industry: The Basis of the Socialist Economy”, en The Soviet Planned Economy, Moscow, 1974, p. 33).

De 1964 en adelante, se registraron “excedentes de mano de obra” –un eufemismo para el desempleo– en diferentes regiones del país:

“En ciertas regiones del país, especialmente en las ciudades pequeñas, han aparecido excedentes de mano de obra.” (Trud, 3 de noviembre de 1964).

Este desempleo se produjo, sobre todo, entre los obreros jóvenes. En 1964, dos tercios de los que terminaron la escuela en el distrito de Rostov y más de la mitad en el distrito de Kursk, no encontraron trabajo dentro del “período previsto”. (Pravda, 23 de julio de 1965). Esta situación se reflejó en el establecimiento, en 1966, de un “Servicio de Empleo para Jóvenes” (Pravda, 6 de febrero de 1966) desempleados:

“La solución de un problema urgente de larga data: el problema del apoyo material al personal liberado, es extremadamente importante”. (E. Manevich: “Ways of Improving the Utilisation of Manpower”; op. cit.).

y en una campaña para persuadir a las mujeres obreras a dejar de trabajar sobre la base de que “el lugar de una mujer está en la casa”:

“El nivel de empleo de las mujeres nos parece excesivo. Su mayor participación en la producción social en las últimas décadas ha sido uno de los factores que subyacen en la disminución de la tasa de natalidad, lo que tendrá consecuencias negativas”. (V. Perevedentsev:

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“Migration of the Population and the Utilisation of Labour Resources”, op. cit.).

La concentración y centralización del capital Marx demostró que las leyes económicas del capitalismo conducen a la concentración del capital, de los medios de producción, en cantidades cada vez mayores en las manos de capitalistas individuales. La proporción de empresas soviéticas con una producción bruta de más de 500,000 rublos aumentó de 61.8% en 1960 a 70.8% en 1963 y a 74.8% en 1963. (Soviet Economy Forges Ahead, Moscow, 1973, p. 176). Ya, en 1967, la concentración del capital había llegado a un nivel mucho más alto que en los países capitalistas ortodoxos más avanzados:

Porcentaje de empresas que emplean más de 500 obreros

URSS

24.4%

Alemania Occidental

1.8%

Inglaterra

1.5%

EEUU

1.4%

Francia

0.5%

Japón

0.3%

Número promedio de obreros por empresa

URSS

565

Alemania Occidental

83

Inglaterra

48

EEUU

45

Francia

18

Japón

17

(I. Kvasha: “Concentration of Production and Small-Scale Industry”, en Voprosy Ekonomiki, Nº 5, 1967).

Los economistas soviéticos admiten que las pequeñas empresas en la Unión Soviética sufren las mismas desventajas descritas por Marx en el caso de los países capitalistas ortodoxos:

“Las pequeñas empresas se enfrentan con dificultades. Dado que sus fondos de estímulo económico no son grandes, no siempre son capaces de construir las instituciones y casas de cultura y de servicios y, a la vez, adoptar medidas para el desarrollo de la producción". (N.Y. Drogichinsky: op. cit., p. 217).

Marx señala que las leyes económicas del capitalismo conducen a la centralización del capital, de los medios de producción, es decir, a su

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concentración en manos de un número cada vez menor de capitalistas; y el proceso de centralización del capital es estimulado por el papel de los bancos. Mientras que las empresas poco rentables podían ser puestas en liquidación con arreglo a las “leyes de bancarrota” similares a las de los países capitalistas ortodoxos, la mayoría de estas empresas eran “reorganizadas” mediante la fusión con una o varias empresas:

“Las pequeñas empresas están siendo ampliadas y reorganizadas en grandes empresas”. (A.M. Rumyantsev: “Management of the Soviet Economy Today: Basic Principles”, op. cit., p. 17).

El capitalismo monopolista soviético Lenin reveló que, como resultado de la acción de las leyes económicas inherentes a la economía capitalista, el capitalismo competitivo cedió el paso, en cierta etapa de su desarrollo, al capitalismo monopolista o imperialismo, en el que un número relativamente pequeño de grupos capitalistas con poder monopólico dominan la vida económica de la sociedad. En la Unión Soviética, estos grandes grupos con poder monopólico se llaman las “asociaciones de producción”:

“El establecimiento sistemático de las asociaciones de producción es un requisito necesario para la mejora de la organización de la producción y la gestión... La necesidad de la creación de asociaciones de producción (trabajos combinados) fue destacada en las decisiones del XXIV Congreso”. (N.Y. Drogichinsky: op. cit., p. 221-22).

Para 1973, se habían formado unas 5,000 “asociaciones de producción”. (B. Gubin: “Raising the Efficiency of Socialist Economic Management”, Moscow, 1973, p. 86). Al igual que los monopolios en los países capitalistas ortodoxos, las “asociaciones de producción” soviéticas podían tomar la forma de “trusts” (es decir, cárteles en los que las empresas dentro de la “asociación de producción” conservan su independencia de gestión) o de “empresas” y “combinados” (donde las empresas de la “asociación de producción” tienen un aparato de gerencia única, con las empresas más pequeñas funcionando como subsidiarias):

“Las asociaciones... pueden incluir empresas que conservan plenamente su independencia o empresas que se han convertido en subsidiarias”. (S. Kamenitser: op. cit., p 37).

Las “asociaciones de producción” tienen, por supuesto, grandes ventajas para obtener ganancias, incluso sobre grandes empresas individuales. La mayoría de ellas tienen sus propias divisiones de proyectos, investigación y desarrollo, y son completamente autosuficientes en lo financiero:

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“Una asociación de producción encabezada por una gran empresa ofrece una serie de ventajas.” (N.Y. Drogichinsky: op. cit., p. 220). “Las fusiones de producción a gran escala, que abarcan no sólo las empresas sino también las organizaciones de proyectos e investigación y desarrollo, tienen todo lo necesario para una rápida introducción de nuevos desarrollos en ciencia y tecnología.” (Soviet Economy Forges Ahead, Moscow, 1973, p. 234).

Desde la “reforma económica”, la tasa media de ganancia de las empresas soviéticas ha aumentado de 16.7% en 1961-1965 a 21.3% en 1966-70. (N.Y. Drogichinsky: op. cit., p 208). y la ganancia promedio por obrero ha aumentado de la siguiente manera:

1965

1,485 rublos

1966

1,773 rublos

1967

2,027 rublos

1968

2,217 rublos

1969

2,549 rublos

(N.Y. Drogichinsky: op. cit., p. 204).

En el periodo 1971-75, la ganancia total ascendió a

“…cerca de 500,000 millones de rublos.” (A.N. Kosygin: “Guidelines…”, op. cit., p. 41).

un incremento sobre el periodo 1966-70 de

“…50%.” (A.N. Kosygin: “Guidelines…”, op. cit., p. 41). La formación de “asociaciones de producción” ha acelerado enormemente la racionalización y la “liberación de mano de obra excedente” que la acompaña:

“La organización de asociaciones en la industria de refinación de petróleo permitió grandes ahorros. Como resultado de la creación de la asociación “Kuibyshevneft”, se eliminaron las oficinas de administración de 7 empresas de perforación de petróleo, 11 yacimientos petrolíferos y 51 secciones productoras de petróleo y perforación. Esto permitió la liberación de más de 1,000 obreros y un ahorro de 1.3 millones de rublos del fondo de remuneración anual.” (B. Gubin: “Raising the Efficiency of Socialist Economic Management”, Moscow, 1973, p. 108).

Una de las principales ventajas que posee un monopolio es su capacidad de mantener sus precios (y, por lo tanto, su tasa de ganancia) en un nivel superior de lo que sería posible en condiciones de competencia. Por eso, los

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economistas soviéticos se vieron obligados a admitir que la formación de las “asociaciones de producción” monopolísticas ha dado lugar a una tendencia al alza de los precios, esto es, a una tendencia a la inflación:

“Nuestra experiencia indica la existencia de una peligrosa tendencia hacia la elevación arbitraria de precios.” (L. Maizenberg: op. cit.).

Y, como en los países capitalistas ortodoxos, los monopolios soviéticos no dudan en utilizar su control de la producción de un determinado producto para crear una escasez artificial, con el fin de aumentar sus precios y sus ganancias:

“Ciertas formas del actual sistema de distribución... con frecuencia conducen a una escasez artificial.” (N. Fedorenko: “Current Tasks of Economic Science”, en Voprosy Ekonomiki Nº 2, 1974). “Con el alza de los precios del café hasta cinco veces, los proveedores pusieron a la venta existencias poco frecuentes en la tienda.” (“Coffee in Moscow”, en Guardian, 2 de marzo de 1978).

Como resultado de todos estos factores, los monopolios soviéticos lograron elevar significativamente sus tasas de ganancia durante la década de 1960:

“La asociación ‘Elektrosila’ de Leningrado, en el período 1966-1969… aumentó... sus ganancias en un 110%". (B. Gubin: op. cit., p. 108).

La explotación de la clase obrera En la década de 1970, los economistas y políticos revisionistas soviéticos seguían sosteniendo que, a pesar de las “reformas económicas”, la sociedad soviética continuaba operando bajo el principio de

“... la distribución del ingreso de acuerdo a la cantidad y calidad del trabajo realizado”, (Y.L. Manevich: “Wages Systems”, op. cit.).

aunque se reconocía que este principio

“... opera... con muchas desviaciones.” (Y.L. Manevich: Ibíd, p. 229).

Como se ha demostrado, estas “desviaciones” incluían la recepción de bonos, por parte del personal directivo de la industria soviética, que eran hasta 100 veces superiores a los percibidos por los obreros de planta. Estas enormes diferencias no pueden, por ningún esfuerzo de la imaginación, reconciliarse con el principio de la “distribución del ingreso de acuerdo a la cantidad y calidad del trabajo realizado”. Representan, en terminología marxista-leninista, la explotación de la clase obrera.

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El problema del mercado Marx dejó claro que, en razón del carácter anárquico de la producción en una sociedad capitalista y del hecho de que, en tal sociedad, los obreros reciben salarios equivalentes a sólo una parte del valor que producen, toda sociedad capitalista se enfrenta a un problema de mercado. En 1965, los economistas soviéticos revisionistas admitían que la economía soviética estaba enfrentando un problema de mercado:

“El problema no sólo existe en el mercado de bienes de consumo, sino también en el mercado de medios de producción.” (Pravda, 23 de junio de 1965).

Un intento de aliviar el problema del mercado soviético ha sido la gran expansión de las ventas a crédito:

“Las ventas a crédito... están adquiriendo cada vez más importancia para el desarrollo del comercio al por menor en nuestro país... La participación de ventas pagadas en cuotas va en aumento: de 1.8% en 1960 al 5.7% en 1967". (V. Ilin y B. Koriagin: “The Sale of Goods to the Public on Credit”, en Nauchnye Vysshei Doklady Shkoly: Ekonomicheskie Nauki, Nº 7, 1969).

Este problema de mercado provoca presión para encontrar mercados en el exterior para los bienes que no pueden ser vendidos en el mercado local:

“El crecimiento de la producción conduce a la necesidad creciente de mercados extranjeros.” (M. Senin: “Socialist Integration, Moscow, 1973, p. 119). “Tenemos la intención de ampliar sistemáticamente el potencial de exportación del país... “El problema surge de la creación de una serie de industrias orientadas a la exportación para satisfacer las necesidades específicas de los mercados extranjeros.” (A. N. Kosygin: “Guidelines...”, op. cit., p. 45).

En 1967, el combustible, las materias primas y otros materiales, y los productos alimenticios constituían el 62.5% de las exportaciones soviéticas. (M. Senin: op. cit., p. 99). Pero la producción de esos productos para la exportación es mucho menos rentable que la producción de bienes manufacturados:

“En el campo de la exportación, la operación de la industria extractiva es menos rentable que la de la industria manufacturera.” (M. Senin: op. cit., p. 243).

Por eso, naturalmente, los economistas revisionistas soviéticos instaron a que

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se adoptaran medidas para cambiar el patrón de las exportaciones soviéticas en la dirección de los bienes manufacturados:

“Las altas tasas de crecimiento en las industrias de ingeniería y otras industrias manufactureras, y las medidas para elevar el nivel técnico y la calidad del producto, crean las premisas para aumentar la participación de la producción de las industrias manufactureras en las exportaciones soviéticas.” ('Soviet Economy Forges Ahead', op. cit.; p. 100).

El papel del Partido Comunista de la Unión Soviética Desde 1961, se dice que el Partido Comunista de la Unión Soviética –fundado como partido político que representa los intereses de la clase obrera–, representa los intereses de “todo el pueblo soviético”:

“Nuestro partido marxista-leninista, que nació como un partido de la clase obrera, se ha convertido en el partido de todo el pueblo.” (N.S. Jruschov: “Report on the Programme of the Communist Party of the Soviet Union”, XXII Congress, CPSU, London, 1961, p. 90).

Pero en una sociedad que tiene clases con intereses antagónicos –sociedad en la que se convirtió la Unión Soviética en la década de 1960– es imposible que un solo partido represente los intereses de “todo el pueblo”, y cualquier pretensión de hacerlo debe rechazarse como demagogia pura. Y donde exista una clase capitalista, como es el caso de la Unión Soviética desde la década de 1960, un partido político que no representa específicamente los intereses de la clase obrera, debe representar los intereses de la clase capitalista soviética. En consecuencia, desde la “reforma económica”, el Partido Comunista de la Unión Soviética representa los intereses de la clase capitalista soviética.

El carácter del Estado soviético De acuerdo con el marxismo-leninismo, el Estado es esencialmente un instrumento de opresión con el que una clase social domina al pueblo. El Estado soviético, establecido en Rusia por la revolución de noviembre de 1917, fue descrito oficialmente como un instrumento de represión en las manos de la clase obrera, como “la dictadura de la clase obrera”. Sin embargo, en 1961, los dirigentes del PCUS declararon que el Estado soviético ya no era la dictadura del proletariado, sino que se había convertido en un órgano que representa los intereses de “todo el pueblo”:

“En nuestro país, por primera vez en la historia, el Estado que ha

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tomado forma no es la dictadura de una sola clase, sino... un instrumento de la sociedad en su conjunto, de todo el pueblo… La dictadura del proletariado ya no es necesaria.” (N.S. Jruschov: “Report on the Programme of the Communist Party of the Soviet Union”, XXII Congress, CPSU, London, 1961, p. 90).

Pero el marxismo-leninismo nos enseña que en una sociedad que tiene clases antagónicas –en la que, como se ha visto, se ha convertido la sociedad soviética desde la década de 1960–, el Estado sólo puede ser el instrumento de dominación de la clase social dominante, y cualquier afirmación que diga que representa los intereses de “todo el pueblo”, debe ser rechazada como demagogia pura. Dado que los líderes revisionistas soviéticos admiten que el Estado soviético ya no es la dictadura de la clase obrera, debe ser el instrumento de dominación de la nueva clase capitalista. Pero Lenin demostró que el capitalismo monopolista –como el que surgió en la Unión Soviética después de la “reforma económica”– inevitablemente se convierte en capitalismo monopolista de Estado, donde el Estado deja de ser el instrumento de dominación de la clase capitalista en su conjunto para convertirse en el instrumento de dominación de los grupos capitalistas monopólicos más poderosos, en la que la intervención del Estado se extiende a todas las facetas de la vida social:

“En... el capitalismo monopolista de Estado… la opresión monstruosa de las masas trabajadoras por el Estado, que se va fundiendo cada vez más estrechamente con las asociaciones omnipotentes de los capitalistas, cobra proporciones cada vez más monstruosas.” (V.I. Lenin: Preface to the First Edition of “The State and Revolution”, en Selected Works, Volume 7, London, 1946, p. 5). “El imperialismo –... la era de la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado–, en particular, ha sido testigo del fortalecimiento sin precedentes de la “máquina del Estado” y del crecimiento sin precedentes de su aparato burocrático y militar.” (V.I. Lenin: “The State and Revolution”, en Ibíd., p. 32).

Así, el Primer Ministro revisionista soviético Aleksei Kosygin describía, en 1965, cómo los distintos ministerios industriales se “basarían en” los trusts, las empresas y los combinados en sus respectivos campos, y anunciaba que les “entregarían” muchas funciones operativas:

“En las industrias, una red de uniones de contabilidad de costos... ejercerá la gestión directa a través de sus respectivas empresas... Los Ministerios basarán su trabajo en las uniones de contabilidad de costos, entregándoles muchas de las funciones operativas.” (A.N. Kosygin: “On Improving Industrial Management...”, op. cit.).

Por otra parte, el Estado soviético que tomó cuerpo con la “reforma

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económica” de la década de 1960, no era del tipo “democrático parlamentario” como el que existe en Inglaterra en la actualidad. En la “democracia parlamentaria” existe el derecho legal para la formación de partidos políticos con el objetivo declarado de transformar la estructura de la sociedad, y existe el derecho legal que permite a esos partidos celebrar reuniones y manifestaciones públicas, publicar revistas y folletos, participar en las elecciones, y así sucesivamente. Pero en la sociedad soviética de las décadas de 1960, 1970 y principios de 1980, estos derechos no existían. El Partido Comunista de la Unión Soviética –que representa, como se ha visto, los intereses del capital monopolista soviético– era el único partido político legal y funcionaba como “la fuerza dirigente y guía de la sociedad soviética”:

“El período de la construcción del comunismo a gran escala se caracteriza por un mayor refuerzo de la función y la importancia del Partido Comunista como fuerza dirigente y guía de la sociedad soviética.” (Programme of the Communist Party of the Soviet Union; Moscow; 1961; p. 122-23).

En consecuencia, el Estado soviético de las décadas de 1960, 1970 y principios de 1980 –a pesar de sus falsos adornos con banderas rojas– fue un Estado de tipo fascista, en el que el Partido Comunista funcionaba esencialmente como lo hicieron los partidos fascistas en la Italia fascista, la Alemania nazi y la España falangista.

Conclusión Las tesis de que el Partido Comunista de la Unión Soviética continuó siendo un partido marxista-leninista y que la Unión Soviética siguió siendo una sociedad socialista hasta mediados de la década de 1980, no puede fundamentarse con los hechos conocidos. Fuente: http://www.mltranslations.org/Britain/SovietBB.htm Traducción para “Crítica Marxista-Leninista”: Inessa de la Torre. http://criticamarxista-leninista.blogspot.com/