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339 Acotaciones, 46 enero-junio 2021. cartapacio 339 Blackface y otras vergüenzas de Silvia Albert Sopale

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Blackface y otras vergüenzas

de Silvia Albert Sopale

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Entra el público. Se cierran las puertas del teatro. Sale oDa Mae Brown por el patio de butacas. El escenario está a oscuras.

oda Mae.– Buenas noches, bienvenidas, bienvenidos, beinvenides todes. Esta noche debería estar con nosotres una actriz, Silvia Albert So-pale, pero lamentablemente no ha podido ser así. Tranquila no le ha ocurrido nada, simplemente no la hemos podido contratar por falta de presupuesto. Si alguien ha venido a verla exclusivamente a ella, si así lo desea puede marcharse ahora, no le vamos a devolver el dinero. Les que se queden que sepan que yo les acompañaré esta noche, mi nombre es Oda mae Brown. (Espera una ovación por parte del público.) ¡Qué poco entusiasmo!

A continuación, veremos un cortometraje en afrofuturismo: año 3054, una madre y su hija, ambas negras, porque a partir del año 2030 y en adelante el mundo estará dirigido por las mujeres negras, caminan por una ciudad que está repleta de seres de todas las galaxias, gra-cias a un tratado de libre circulación. La madre y la hija encuentran un edificio abandonado, es el antiguo museo de las vergüenzas. Se adentran en él y descubren todas las atrocidades cometidas por el ser humane desde que puso un pie en la Tierra y se convirtió en una plaga. El holocausto de Namibia. Luchas por el coltán. Las muertes del Mediterráneo. Tráfico de seres humanos. Hacen un recorrido por diferentes vergüenzas a lo largo de los siglos y se detendrán en el siglo XX y XXI. Y estáis de suerte porque escogerán una de aquí, el Blackface de la negra Tomasa …

Señala al cuadro del personaje de la negra toMaSa en el Carnaval de Santa Cruz de la Palma, que hay sobre el escenario. Hace amago de marcharse.

oda Mae.– Bueno, en verdad, no podremos verlo, ya que no nos dieron la subvención. ¿Esto es racismo institucional? No lo creo, porque ellos no saben que nosotras somos negras, de hecho, en Catalunya están tan ocupados con sus asuntos que no se han dado cuenta que las mu-jeres negras existimos y que son otros temas los que nos atraviesan.

Disfruten de la sesión.

oDa Mae Brown entra en el camerino.

voz en off.– Buenas noches, soy yo de nuevo. Olvidé decirles que por favor silencien sus teléfonos móviles y se abstengan de conectarse

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a Facebook, You tube, WhatsApp, Messenger, Wechat, Instagram, TikTok, Linkedin, Snapchat, Twiter, Redit, Baidu, Soundcloud, Badoo, Tinder, Tik Tok, Telegram, Spotify, Google, Flickr… Abstén-ganse también de hacer fotos o vídeos…Si deseáis algún souvenir, a la salida podréis adquirir nuestro merchandising y así colaboran con la compañía.

Se encienden las luces del escenario. Una mesa, una muñeca blanca con la cara pintada de negro. Un cuadro con la imagen de Soso vestido de Negra TOMASA. Sale la actriz vestida con ropa de trabajadora del hogar. Habla con acento cubano.

ToMaSa.– Por fin. ¡Qué madrugadera! ¡Qué bien que están acá! De ca-mino he tenido que pasar a hacer otro recado y es que con la cele-bración del Carnaval hay tremendo lío. Es un gran día para todos nosotros, para la isla, para el señor... para todos. Me disculpan por el relajo… ¿no estáis tomando nadita, ¿les sirvo un cafecito? A mí no me cuesta nada, siempre que llego me preparo uno y ya que están aquí conmigo, no se queden ahí pasmaos como fantasmas. ¡Me en-canta este café! Será aroma, su suave sabor a avellana. Mirar que yo he probado cafés, pero como este ninguno, será por la calidad del grano o por el agua, o por la tierra donde se cultivó. Café 100% ará-bica ecológico, comercio justo, (Pausa.), justo es que yo me tomé el café.

Entra en la habitación y sale con una bandeja con una cafetera y varias tazas. Mientras sirve el café se dirige al público.

ToMaSa.– Reynaldo se comunicó antier, que ya habían llegado a la isla, y se estaban ubicando. El viaje de fábula, la niña sintió un mareo y cuando le dio el remedio que le dije, paró con la vomitera. Sí es que no hay nada como las hierbas, tanto medicamento, tanto medica-mento. ¿De dónde salen las medicinas? De las plantas, ¿dónde están las plantas? En el monte. Y, ¿por qué carajo van a pagar a la farmacia para tener cosas que están gratis en el monte?, y que además cuando van a la farmacia, les dan medicamentos con efectos secundarios, para que tengan que volver… de todo esto se olvidan, si tienes unas buenas velas y conoces las plantas. De la vida, lo mejor.

Por fin voy a volver a abrazar a mi hijito, hace muchos años que no estamos juntos, cuando lo dejé era un niñito y ahora ya es un hombre, un hombre que me ha hecho abuela. ¡Ay, mi nieta!, ¡En las fotos se

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parece tintico a mí! Seis años que tiene y solo nos hemos visto por Skype, pero hoy por fin… ¿Quién quiere café?

Va al público y les ofrece café.

ToMaSa.– Hola ¿qué tal? ¡Qué bien que hayan venido, cuánto tiempo! ¿Y la familia bien? Me saludas a tu mujer…Hola, ¿es la primera vez que viene? ¿Quiere café? ¿Con azúcar? Chica, mira que el azúcar es como una droga y te puede llegar a matar, bueno allá tú... Cada año viene más gente a gozar de nuestro Carnaval de Indianos. Y es que no hay fiesta como esta en todo el mundo. No hay mejor momento para recibir a mi familia que el día grande en Santa Cuz de la Palma. Les va a encantar la fiesta, se van a sentir como en casa, lo pasaremos como nunca juntos, no los voy a perder de vista ni un minuto. Y es que son muchos años, una parece que se acostumbra, pero en tu cora-zón siempre falta algo. Yo hubiera preferido no trabajar hoy, pero la vida es así, hoy es un día muy importante para el señor, me necesita.

¿Quieres café? ¿Un cafecito? ¿Un cafecito negrito? Negrito el café, tú no…

Pero no llevan el vestuario adecuado para la gran fiesta. Yo ya le dije a mi familia, que para él, guayabera, pantalón de lino, levita o traje sin olvidar el sombrero panameño y que no falte el reloj de oro. Para ellas, un elegante vestido con blondas y encajes, pamela, abanico, sombrilla y, por supuesto, joyas, muchas joyas, perlas, oro… Yo por aquí no veo joya ninguna. Si quieren yo tengo de otros años, no duden en pedírmelo. El hombre propone y Dios dispone… bueno, la mujer

Saca la bandeja y regresa con una plancha y una gran falda blanca en el brazo.

ToMaSa.– En esta casa llevo 8 años, antes trabajaba una comadre que me lo pasó, a ella se lo pasó otra y es que se ve que al señor de la casa le gustamos mucho, que dice que somos muy trabajadoras y muy lim-pias, claro, claro. Al señor lo llaman Sosó, es un señor muy querido acá, muy admirado, ha recibido hasta la insignia de oro de Santa Cruz de la Palma por su representación del personaje de la negra To-masa. Es todo un orgullo para todos nosotros. Y cosas de la vida que yo también me llamo Tomasa.

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¿Han visto la placa en la puerta de la casa? Lleva más de 30 años encarnando a la negra Tomasa.

Acá la guaracha no empieza hasta que él no llega a la plaza de Es-paña, que será a las 12 del mediodía, allí esperan todos. Cuando le ven entrar, una gran ovación. En el Atrio del Ayuntamiento, las au-toridades aguardaran con el Cónsul de Cuba. Este año, estoy invi-tada con toda mi familia a ver la llegada desde el Atrio, qué honor, a la niña la tendré en brazos para que pueda verlo todo bien y no pierda detalle. Al llegar él, ponen su canción y la fiesta queda inaugu-rada. Durante el desfile, desde la Avenida de los Indianos, por la calle O´Daly, pasando por la Anselmo Pérez de Brito y hasta llegar a la Plaza de la Alameda, baila al son de guajiras, guaguancó y la gente le tira besos y se hacen fotos con él y le tocan el culo, le tocan las tetas y a veces le levantan las faldas, y le meten la mano en el blúmer. Y le gritan: «¡Guapa, negra hermosa, negra zumbona! ¡Ay, qué culo!, ¡Ay, qué tetas!» Y meten la cara entre sus tetas. Y siguen gritando, «¿Verdad que te gusta Tomasa?», y ella les sonríe y les sonríe y les baila y no deja de sonreír. (Suena el teléfono.) Cada año hay más perso-nas que se visten de negra Tomasa, pero como Sosó, ninguna. Él es la original.

(Hablando por teléfono.) ¡Oigo, oigo! Mi amor, mi vida, ¿cómo estás? ¿Estáis readys? Perfecto, pues en naíta estáis ya acá, yo casi he terminado. Dile a tu papi que no se preocupe por los polvos de talco, mi hijita, que yo traigo. Los polvos son para la batalla, mi niña, ya verás qué divertido, nos tiramos polvos los unos a los otros y todo queda blanco, muy blanco. Sí, claro, yo también mi niña. ¡Ay, esta niña qué cosas tiene! Mi niña que es todo un juego. ¡Ay! ¿Cómo le explico? Sí, una broma... bueno ahorita hablamos. Nos vemos amor, adiós, amor, adiós, adiós. ¡Ay, mi hijita, yo también te quiero, mucho, mucho, mucho! ¡Adiós, adiós! (Mira al cuadro.)

No estoy mal aquí, aunque una sabe cuándo entra, pero nunca cuando sale, pero sales, que las hay que no salen de las casas y a otras ni siquiera les pagan que solo las pegan. Pero no nos podemos quejar, algunas trabajan de internas a cambio de que les arreglen los papeles, el trámite dura entre 6 meses y 20 años. Pero nosotras vamos a re-solver y tirar pa’lante. Con nuestras casas, nuestras familias, traba-jando y enviando dinero de acá a allá. ¿Les gustará la fiesta, verdad?

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No sé qué le ha dado con eso de los polvos de talco, esta es una fiesta blanca muy blanca, siempre lo ha sido y a mí me han tratado siempre bien. (Canturrea.) «Kiki ribu mandinga kiki ribu kiribu mandinga».

Yo no me puedo quejar. Y además rápido aprendí que de naíta sirve quejarse, allá una no podía decir nada por miedo a que la tacharan de antipatriota y acá una puede decir lo que quiera, total a nadie le importa.

Figura 1. Silvia Albert Sopale en el papel

de ToMaSa. Fotografía de Heidi Ramírez

Se escucha una voz desde el camerino.

Silvia.– Shss shss... Tomasa, Tomasa (toMaSa busca a quien la llama). To-masa, ven.

ToMaSa.– ¿Eres tú? (Al cielo.) ¿Qué necesitas de mí?

Silvia.– No, Tomasa, soy Silvia, desde la habitación

ToMaSa.– Silvia, ¿quién es Silvia?

Silvia.– Soy la actriz que tenía que…

ToMaSa.– ¿Una actriz? ¿Y en qué películas sales?

Silvia.– En ninguna.

ToMaSa.– ¿Sales en alguna serie de Netflix?

Silvia.– No, tampoco.

ToMaSa.– Entonces ¿qué clase de actriz eres?

Silvia.– Soy actriz de teatro.

ToMaSa.– A mí me encanta el teatro, yo de chica hice unas obras fantás-ticas, mis abuelos me llevaban…

Silvia.– Tomasa, por favor, no tengo mucho tiempo.

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ToMaSa.– La que no tiene tiempo soy yo, que tengo que acabar la falda para el señor.

Silvia.– Precisamente de él quiero hablarte.

ToMaSa.– ¿De Sosó?

Silvia.– Sí.

ToMaSa.– ¿Le pasa algo?

Silvia.– ¿Tú, qué crees?

ToMaSa.– ¡Ay! ¿Qué le pasa, está enfermo? ¿Dónde está? ¡Ay, por favor!

Silvia.– No, Tomasa no es eso, no le pasa nada.

ToMaSa.– ¡Qué susto me has dado! Entonces ¿por qué me dices que le pasa algo?

Silvia.–Ven y te lo cuento.

ToMaSa.– No, cuéntamelo y ven.

Silvia.– Tomasa, por favor.

ToMaSa.– Mira guapa, no te conozco de nada así que no vengas ahora a dártelas de actriz, ¿tú quién eres?, ¿qué has hecho?

Silvia.–Hice una obra que se titula No es país para negras.

ToMaSa.– Sí, la conozco, me encantó, que la dirige... cómo se llama... los hermanos Cohen.

Silvia.– ¡No, Tomasa, no! Por favor, Tomasa, puedes venir, que necesito hablar contigo.

ToMaSa.– Bueno voy, pero rapidito. (Entra en el camerino y al poco sale.). Yo ya algo de eso había escuchado, pero no creo que sea así, así como tú dices. Conmigo en esta isla se han portado siempre todos muy bien, la gente me saluda por la calle y es muy cariñosa. Yo estoy muy inte-grada y mi nieta… ¿Qué decías tú de mi nieta? (Regresa al camerino.)

Silvia.– La conciencia se adquiere por un proceso largo, pero por exi-gencias del guion tienes conciencia ¡Ya! ¡Tienes afroconciencia!

toMaSa sale en trance. Mira al público, al cuadro y lo gira para no ver la imagen. Sigue planchando. La imagen del cuadro empieza a hablar.

inT.– ¿A ver qué le ha dicho esta ahora?

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ToMaSa.– No les va a gustar la fiesta, la caricatura que hacen acá de la figura del antiguo indiano. Lo van a ver todo como una falta de res-peto a nuestra historia a nuestro color.

inT.– Deja ese traje, Tomasa.

ToMaSa.– ¿Y la niña cuando me pregunte sobre Sosó? ¿Qué por qué lleva la cara pintada con betún? ¿Cómo le explico que no es de las abuelas, de su abuelita de las que se mofan? Ahora ya no me parece tan inocente representar como los indianos bajaban del barco y cami-naban por la calle, con las riquezas y los esclavos que habían traído del Nuevo Mundo. Porque hacerse rico allá era muy fácil. En cinco años como emigrantes hacían una fortuna.

inT.– Tomasa, escúchame, esto es solo una tradición.

ToMaSa.– Muchas personas trabajaban para ellos. Bueno trabajar, tra-bajar… ¡tú ya me entiendes!

inT.–¡Me puedes escuchar! Tengo que decirte una cosa.

ToMaSa.– A mí ya no me ofende, me he acostumbrado, pero y ella, por-que ella…

inT.– ¡ Tomasa!, has de comprender que la tradición es muy importante para nosotros.

ToMaSa.– ¿La tradición?

inT.– ¡Antes nos independizamos que renunciar a nuestras tradiciones!

ToMaSa.– El que faltaba,

inT.– Déjame hablar, yo también quiero dar mi opinión.

ToMaSa.– ¿Tu opinión? Todo el mundo la conoce, lo único que se escu-cha es tu voz. Estoy cansada de ti, me has engañado durante mucho tiempo, no te quiero volver a escuchar.

SoSó.– ¿Me estás reprimiendo? ¿Por qué? ¿Porque soy blanco? ¿Porque soy hombre? ¿Porque soy hetero? ¿Qué culpa tengo yo de haber na-cido así?

ToMaSa.– Ya estamos con la fragilidad blanca

inT.– También tenemos sentimientos, ¡eh! Esto es racismo inverso.

ToMaSa.– ¡¡Eso no existe!!

inT.– Las vidas blancas importan.

ToMaSa.– ¿Por qué no te callas?

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inT.– Para mí, hacer de negra Tomasa es un orgullo, de verdad, lo hago con todo el respeto, es mi homenaje a la gente de color.

ToMaSa.– ¿De qué color?

inT.– Porque yo os admiro, os adoro, os idolatro, os quiero como sois…

ToMaSa.– ¡Ya me dirás qué ganamos nosotros con que tú un día al año te pintes de negro! ¿Qué gana mi nieta? ¡Ay es que no somos un dis-fraz, es nuestra vida!

inT.– Claro y ahora me dirás que tampoco me puedo poner una peluca afro, no te jode.

ToMaSa.– Tampoco.

inT.– Pero tú no eres así. Te noto cambiada.

ToMaSa.– Sí, hablar con ella me ha hecho cambiar de opinión. Me llamo Tomasa y aquí me nació la conciencia.

inT.– Tomasa, yo te aseguro que en todo el tiempo que estuve represen-tando a la negra Tomasa, nadie, nunca se quejó.

ToMaSa.– Lo dudo mucho.

inT.– ¡No, de verdad! La fiesta de los indianos estaba llena de personas negras que disfrutaban y bailaban como todo el mundo.

ToMaSa.– En las plantaciones había personas negras y no por ello nega-rás la esclavitud.

inT.– Creo que estas sacando las cosas de quicio, ¿Qué tiene de malo? Hace unos años me disfrazaba de Kunta Kinte.

ToMaSa.– ¡Ay! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Es racista, Sosó! Se llama Blackface y está prohibido en muchísimos países.

inT.– ¿Qué manía con usar anglicismos?

ToMaSa.– Mira, a mí puesta a escoger una lengua imperialista me da lo mismo una que otra.

inT.– Pero, ¿qué quiere decir Blackface?

ToMaSa.– Googlealo.

inT.– Eso es una invención de los americanos, no tiene nada que ver con nosotros, esa palabra no existe en español.

ToMaSa.– Momento pedagógico. Abre bien los oídos que igual que yo lo acabo de aprender tú también debes hacerlo. Cito al historiador panafricanista, Antumi Toasitje: «Lejos de lo que suele creerse, la

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tradición de pintarse las caras de negro y hacer burla de las personas esclavizadas o colonizadas no es algo que haya nacido en los Mins-trels estadounidenses decimonónicos. Mucho antes, en España, en el teatro del Siglo de Oro ya existían personajes negros sobre los que hiperbolizar la diferencia y la subalternidad para convertirla en una grotesca bufonada. Esa tradición pasó a los territorios ocupados (co-lonias) de Abya Yala (América) como Cuba y es bien probable que de allí llegase a los EE. UU.». Fin de la cita.

INT. - ¡Que sea racista en otros países no quiere decir que aquí lo sea! ¡Spain is different!

ToMaSa.– ¡Es ofensivo!

inT.– Que uno se sienta ofendido no quiere decir que el otro tenga la intención de ofender.

ToMaSa.– ¿Qué coño quieres decir con todo esto?

inT.– Que nuestras tradiciones son sagradas y que lo primero es respe-tar las costumbres de aquí. De fuera vendrán y de tu casa te echarán. ¡Venga ya, hombre!

ToMaSa.– Las costumbres y las tradiciones deberían evolucionar al ritmo de la sociedad. ¿Esta sociedad evoluciona? (Pausa.) ¿Qué le digo a mi nieta?

inT.– No te preocupes, a los niños les encanta. Ellos no le buscan tres pies al gato, no tienen la mirada podrida como vosotras. Los niños son inocentes.

ToMaSa.–Nosotras, vosotras, ¿Quiénes somos nosotras?

inT.– Pues vosotros, los otros...

ToMaSa.– Qué ciega que estaba, era evidente en una sociedad racista, el racismo es la norma. Por eso muchas de vuestras fiestas tradicionales son racistas.

inT.– No tenemos fiestas tradicionales racistas.

ToMaSa.– ¡Cómo que no! Tenéis unas cuantas. El 12 de octubre, La Toma de Granada. las festividades de moros y cristianos en Andalu-cía, Aragón, Comunidad Valenciana, la cabalgata de los reyes magos de Alcoy...

inT.– Tú lo que tienes es una fijación con Alcoy.

ToMaSa.– ¿Por qué dices eso? Yo tengo una amiga de Alcoy.

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inT.– Tú ves racismo por todas partes, a ver si es que va a ser tú la que tiene un problemilla.

ToMaSa.– A ver si es que de tanto mirarte el ombligo no te estás ente-rando de lo que le pasa al resto del mundo.

SoSó.– ¿Qué pasa en la cabalgata de Alcoy?

ToMaSa.– Se hace un Blackface masivo.

inT.– No es un Blackface masivo, ya estás creando fake news. Es una fiesta tradicional muy arraigada. Es la cabalgata más antigua de Es-paña, en la que los padres se pintan la cara de negro y los labios de rojo, y así sus hijos no los reconocen. Si esto es racismo que baje Dios y lo vea. No hay más que ver las caritas de ilusión, los nervios, la ale-gría de esos niños cuando los pajes les entregan sus regalos.

ToMaSa.– ¿Y qué pasa con las niñas negras? ¿Qué, ellas no importan? ¿Qué pasa cuando van al cole y los otros niños no quieren jugar con ellos porque dicen que manchan?

inT.– Nunca he escuchado a ningún niño decir nada así.

ToMaSa.– Sosó. Que tú no lo veas no quiere decir que no exista, que tú no lo sientas no quiere decir que no duela. Con estas prácticas, estáis perpetuando el racismo.

inT.– Ni racismo ni leches, aquí no hay racismo de ningún tipo. Racismo es que te partan la cara por tener la piel de un tono diferente a lo normal.

ToMaSa.– ¿Qué es lo normal?

inT.– Esta tradición no tiene nada que ver con los negros, los pajes son personajes inventados, como duendes. Como le robes la sonrisa a un solo niño te vas a enterar.

ToMaSa.–Deja de utilizar a los niños como excusa. A ellos les da igual que sean negros verdes o azules, lo único que quieren son los regalos.

inT.– Lo que os pasa es que estáis acomplejadas. Infórmate antes de hablar. Yo te voy a decir cuatro cosas sobre los negros.

ToMaSa.– Ahórrame el white explaining.

inT.– En España no hubo esclavos.

ToMaSa.– ¿En serio? ¿Aún estamos ahí?

inT.– Mmmm... pero cuando se abolió todos los negros se fueron.

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ToMaSa.– ¿Sí? ¿Y a dónde se fueron?

inT.– Pues no sé, regresarían a sus países.

ToMaSa.– ¿Y de dónde eran? ¿Cómo regresaron? ¿En barco? Mira que la primera vez no les salió muy bien. Los pajes de Alcoy representan a los negros esclavizados y hacer propaganda o recordatorio ausente de crítica de esa época es aberrante.

inT.– Lo que queréis es buscar conflicto. No daremos nuestro brazo a torcer. ¿Qué es lo que te molesta? ¿El color negro? A ver si vas a ser racista con tu propia raza.

ToMaSa.– Al que al final le meto…

inT.– Luego dirás que es un estereotipo lo de la negra enfada.

ToMaSa.– Yo te voy a dar a ti estereotipos…

inT.– Lo que queréis es destruir nuestra felicidad con esta actitud ex-tremista e ignorante, si pudiera volver a votar, votaría de nuevo a la derecha, para que os pongan en vuestro sitio. ¡Esto no es racismo!

ToMaSa.– A ver blanquito, aún no te has enterado que tú no puedes decir qué es o qué no es racismo.

inT.– Entonces qué, ¿quitamos al rey Baltasar también? O ese no por-que es rey. ¡Venga hombre! Solo quiero recordaros que en la vida hay cosas peores que unos chicos con la cara pintada de negro repartan regalos e ilusión a los niños.

ToMaSa.– Ah, ya entiendo lo qué ocurre. Realmente necesitas creer que no eres racista. Por eso no puedes entender de lo que te estoy ha-blando. Porque te sentirías muy incómodo y no sabrías qué hacer con esa incomodidad. Así que necesitas protegerte y seguir pensando que no eres racista y que todo lo haces correctamente. Por eso ignoras o niegas todo lo que te pueda hacer cambiar de opinión.

inT.– Yo no soy racista.

ToMaSa.– ¿Ah no? ¡Pues lo pareces! Piensas y hablas como un racista

inT.– Deja de llamarme racista.

ToMaSa.– ¿Sí? ¿Y si no quiero, qué?

inT.– ¡¡Te lo advierto!!

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ToMaSa.– Racista, racista, racista, racista. (La imagen del cuadro desapa-rece.) Ra ra ra cis taaa, ta ta ta , ra cis cis ta , racista racista racista , racista, racista.

oda Mae.– ¡¡¡ Tomasa!!!!

ToMaSa.– Atsicar atsicar atsicar atsicarra ra ra ra ra.

Canta, se convulsiona y surge poco a poco el personaje de oDa Mae Brown.

oda Mae.– ¡Basta ya! Mi cuerpo no es un campo de batalla. Fuera de aquí Tomasa, fuera los dos. (Sale del escenario.) Tomasa te has pasado tres pueblos chica, que no te callas ni bajo el agua.

la MuñeCa.– (Cobra vida, canta.) Eres racista, tú eres racista, eres ra-cista, por mucho que te resistas. Kikiribu mandinga kikiribu, racista.Kikiribu racista. Kikiribu mandinga. Quieras o no es racista Creas o no es racista.

oda Mae.– Noto una energía por aquí (Se lleva la muñeca y el cuadro.) Mmmm, cuánto diablo blanco hay hoy aquí. ¡No, no son diablos, son solamente fantasmas!

¿Quién es el siguiente? Sé bienvenido, pero sin fantasmadas, no te pongas a interferir en las luces y esas cosas. (Al público.) ¿cuál es el propósito de tu visita? ¿no tienes propósitos? No buscas nada, sim-plemente te dejas fluir…fluyendo, hubo gente que llegó a muchos sitios... al manicomio, a la cárcel... fluye, fluye... Estáis todos mezcla-dos. En ocasiones veo muertos. ¡ja ja ja! Es coña, los veo siempre. Sí, ya sé que tienes un sueño, pero ahora no es tu turno, perdona. ¿desde dónde vienes alma errante? Lo puedo sentir, la fuerza está contigo. Hagas lo que hagas, no te quedes dormido. ¡Ya están aquí! Sam dice que le gustaría estar vivo para poder tocarte ¿Quién llora? ¿Sigues llorando? Te has quedado un poco atrapado en esa historia, acéptalo, aquí no hay football. Comprendo. ¿Eres tú la siguiente? Lo siento, lo siento si no eres la siguiente no puedes pasar, respetar el orden de llegada es necesario. Para ya con tu sueño. ¿Quién es el siguiente? Parece que no nos aclaramos, como de costumbre. Dime un número. Tú, dime otro número ¿Quién está a tu lado? ¿el 1004? Os doy per-miso para habitar mi cuerpo, pero de uno en uno, sino podría ocurrir una desgracia en el espacio tiempo. Este no es uno de esos comen-tarios que te anuncian algo que ocurrirá más adelante. Esto es un límite, si os interesa bien, si no os buscáis otro cuerpo. Claro que

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no hay más cuerpos como el mío. Esto es un cuerpazo. Me río yo de los cánones de belleza occidentales. (Silencio.) ¿En qué otro sentido lo dices? (Silencio.) ¿Solo podéis entrar en cuerpos de personas que han escapado de la cadena? ¿De qué cadena? (Silencio.) ¿Solo podéis entrar en cuerpos de personas que han escapado de la cadena? ¿De qué cadena? (Silencio.) ¿Quieres decir que ninguno de mis ancestros fue esclavizado? ¿Oh! ¡Qué interesante! ¡Sigue, sigue! (Silencio.) Joder con las prisas, ¿ni muertos tendremos tiempo? Estoy lista. Un momento, ¿quién va primero? (Silencio.) De acuerdo, las damas pri-mero. ¡Uy! ¡qué caballeroso nos ha salido el boskimano! ¿También la ayudas a subir a las caretas o a saltar charcos de lodo? (Silencio.) Bueno, alguna vez tendremos que poder hablar de esto, ¿no crees hermano? que entre vuestros temas y los temas de las otras lo nuestro queda silenciado. (Silencio.) Entendido. Y además no eres boskimano, sino de Sudáfrica. (Silencio.) ¿Qué te enterraron mal? ¡Vaya chapuza antropométrica hicieron a la hora de determinar tu procedencia! ¿Y tú de dónde eres? (Silencio.) Bueno, perdona que te lo pregunte así sin conocernos de nada, pero yo pensaba que como estás a punto de poseer mi cuerpo, pues como que me podía tomar alguna confianza. (Silencio.) De Sudáfrica también. Anda ¿y sois familia? (Silencio.) De acuerdo, paro ya de hacer preguntas de blancos. ((Silencio.) No, no me importa, ya me callo ya.

Figura 2. Silvia Albert Sopale en el papel de oda

Mae brown. Fotografía de Heidi Ramírez

Sara BaartMan entra en el cuerpo de oDa Mae.

Sara.– Nací en un territorio ocupado de Ciudad del Cabo. No recuerdo el nombre que me pusieron al nacer. Pronto comenzaron a llamarme

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Sara Baartman, el nombre de los colonos que se apoderaron de mi tierra. A los 20 años, me enamoré de... un joven fuerte y blanco. Él también me amaba, nuestro amor era imposible en Sudáfrica. Una noche me susurró al oído: escapemos. No quería dejar ni a mi fami-lia, ni mi mundo conocido, pero también me ofrecieron una oportuni-dad de ganar mucho dinero y ayudar a los míos. Me tentaron con el european dream. Él me llamaba bombón, chocolate sexy, me prometió que al llegar a Londres me presentaría a sus amigos a su familia, pero eso nunca ocurrió. Nos veíamos siempre y solo en una habitación de huéspedes. El juraba que me quería y yo le quería creer. Yo era su pantera, su diosa de ébano, hasta que un día, desapareció y no volví a saber de él.

El trabajo que me prometieron no era exactamente como imaginaba. Me hicieron firmar un contrato, aunque yo no sabía leer su lengua ni escribirla. Mi nuevo trabajo consistía en quedarme de pie semides-nuda mientras un montón de hombres y mujeres blancos me miraban, pellizcaban, tocaban, pinchaban. Las agresiones eran diarias y no me podía quejar. A quien parecía importarle no podía hacer nada, solo darme palabras de consuelo. «Sé fuerte», me decían. ¿Durante cuánto tiempo?

Estoy cansada, agotada de ser fuerte, la más fuerte, de tener que sostener sobre mis hombros esta carga. No soy tan fuerte, no lo soy, pero no me queda otra, las mujeres como yo no tenemos otra salida. Estoy cansada de fingir que las cosas no me importan, que no me afecta, que no veo, que no escucho. Cansada de tener que estar pre-parada todo el tiempo para todo. ¿Dónde podré descansar? Siento un calor que se apodera de mi cuerpo y a la vez que lo hace arder, me mantiene viva. Cuando podré dejar salir mi tristeza. No me quiero tragar la tristeza y olvidarme de ella. Tengo miedo a mis lágrimas ahogadas en la almohada, a ahogarme en millones de lágrimas, en océanos, en mares y ser olvidada como mis hermanos y hermanas. Olvidada. Harta de buscar miradas aprobatorias y descubrir que no me ven. Solo encuentro esa mirada que me examina y decide si soy lo suficientemente inteligente, si huelo lo suficientemente bien o soy lo suficientemente sexy. Harta de la visión que estipula, que mi nariz es demasiado ancha o mis labios demasiado gruesos. Mi culo dema-siado grande. Harta de ser demasiado. Harta de no ser suficiente.

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De nada sirve quejarse, morí pasados 4 años de vivir la pesadilla europea. Ni muerta pude encontrar la paz, me diseccionasteis y ex-pusisteis mis restos como trofeos, como piezas de museo del horror. Morí con mi cuerpo gastado por los abusos, las violaciones, por tener que callar y llevarlo con vergüenza, como un castigo, como un secreto. Mi cuerpo consumido por la rabia, rabia censurada, que se apoderaba de mí. No era solo mía, sino ancestral, conectada con la rabia de mi linaje. De aquellas que reclaman justicia y exigen repa-ración y que no la soltaron hasta conseguir sus objetivos, que no me soltaran hasta que las ayude a conseguirlos. Esta rabia es vuestra, es tuya, te la devuelvo.

Silencio. Sara busca a una mujer negra entre el público.

Sara.– Para poder marcharme necesito que una mujer negra como yo, me abrace.

¿Me puedes ayudar a vestirme? Me puedes abrazar.

Figura 3. Silvia Albert Sopale en el papel de Sara

baarTMan. Fotografía de Heidi Ramírez

Sara y la mujer del público se abrazan. La mujer se sienta. Sara se marcha. Las luces parpadean, entra otro espíritu.

SoCia.– (Ríe muy alto.) ¡Ay, chica!, Mi señor también lo hace, todos los señores. Que las morenas les gustamos más. Y es que la religión los tiene a unos reprimidos y a otros castrados.

¡Está bueno ya! ¡Sécate esas lágrimas! Tú tienes que ser una guerrera, tú aquí lo que tienes es una oportunidad, yo lo que hago es que cuando el señor me busca le digo ¡Ay papito, hoy no puedo que tengo hambre! y el señor me trae un bocadito, ¡Ay papito, hoy no

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puedo que tengo frío! y el señor me regala un abrigo ¡Ay papito, que anoche dormí fatal en ese suelo tan duro! y me pone una cama.

Así que me dejo hacer para que me proporcione una buena vida y a veces finjo que me gusta, porque si haces cómo que te gusta, ellos terminan antes y antes te dejan en paz. Se trata de sobrevivir y de resistir. El señor lo hará igual, porque en este mundo mandan ellos, si te resistes, te hará daño o te tirara a la calle y meterá a otra que se deje. Estas son las cartas que nos han tocado, y yo juego para ganar. Será solo un momento, ya verás, si es una cosa así pequeña rosa que es para descojonarse de la risa. Tú piensa en otra cosa, piensa en algo que te guste mucho para comer, es como cuando vas a que te pinchen al médico, si estás tensa, pues te duele más, pero si te relajas, pasa más rápido. Piensa que ese es el precio que tienes que pagar por vivir en Europa y cuando termine, lávate bien y no lo pienses más. Es el sistema de la vida, si no te entregas a la verdad de la vida, nunca vas a vivir. ¿Porque quién se lo va a impedir? Esta sociedad está jodida, todos hacemos como que no nos importa el sexo, pero eso es porque todos follamos poco y mal. A mí nadie me va a quitar el dere-cho a gozar. Para ellos solo existe una forma de hacer las cosas... Un grupo de hombres blancos deciden desde sus tronos, sus despachos y sus lobbies y nos dictan qué es lo que tenemos que hacer. Llevan con esta historia desde 1492, primero nos teníamos que cristianizar, después civilizar, luego desarrollar y ahora integrar. Yo, lo veo así, los hombres oprimen a las mujeres. Las mujeres blancas oprimen a las racializadas, así que a nosotras nos oprimen por ser mujeres y por ser negras y pobres y migradas, vamos, que si no compiten ni las musulmanas ni las trans negras, en las olimpiadas de las opresiones nos llevamos todas las medallas.

La otra desaparece y regresa oDa Mae, está desmejorada.

oda Mae.– ¿Como lo habéis visto desde allí? Se me ha colado una, eran dos, verdad? Vosotros conocíais la historia de Sara Baartman. Oye, vosotros ¿podéis hablar? (Silencio.) De acuerdo según lo escrito la hermana ya habló, ahora pueden hacerlo los hombres.

La médium se sienta en la silla y el señor africano entra en su cuerpo.

Señor afriCano.– No tengo nombre, pero sí que lo tuve. Es necesario que sepan que el racismo borro mi nombre y me renombro como «el

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negro de Banyoles». En la lápida de mi tumba pone «El negro», es-crito con grandes letras blancas sobre piedra gris. Me gustaría que me pusierais un nombre. Un nombre que tenga que ver conmigo, nada de llamarme Pep o Paco, quiero un nombre que me identifique con mi ser africano. ¿Qué nombre me pondrías? (Alguien del público puede decir algún nombre.) Gracias, ya tengo nombre, soy un hombre, soy un ser humano.

Soy un ser humano, siempre lo fui. Fui un guerrero, que protegí y alimenté a mi pueblo. Yo era un ser humano, cuando me desenterra-ron, cuando profanaron mi cuerpo. Yo era un ser humano cuando me abrieron y me vaciaron por dentro. Yo era un ser humano cuando disecaron mi cuerpo. Era un ser humano cuando me rellenaron de paja y colocaron una columna vertebral falsa que sustituía a la que tenía desde mi nacimiento, mi nacimiento como un ser humano. Yo era un ser humano cuando me guardaron en una caja y me donaron al museo de Banyoles como parte de la propiedad de otro. Yo era un ser humano que había sido comprado y vendido como un objeto. Yo era un ser humano cuando se expuso mi cuerpo por primera vez en el Museo Darder y fui un ser humano durante los 80 años que estuve allí expuesto.

El primero que me reconoció como un ser humano fue el doctor Arce-lin. El luchó para que mi dignidad fuera restituida, para que los que durante tantos años me habían tratado como el negro de Banyoles vieran, que lo que tenían delante era, un ser humano. Un ser humano como vosotros. Pero ellos no me podían ver, no me podían recono-cer. Ellos no podían verme como un ser humano porque para ello era subhumano. Era un negocio, atraía público a un museo, turistas a una ciudad. Miles de excursionistas se plantaban delante de mí vitrina y hacían burla sobre mi sexo. Me convertí en una mascota. Nadie podría decirles qué hacer o qué no hacer. Y menos alguien de fuera de Catalunya y menos un negro como tú, Arcelin. «Mira el que fem amb els negres com tu per aquí Arceli, els disequem, així haurias de estar tu, aixií hauriau de estar tots El negre és nostre, el negre se queda. Si el negre marxa tots els negres hauran de marxar. Aquesta és la nostra Terra i nosaltres manen aquí». Yo era un ser humano y vosotros un pueblo lleno de miedo y prejuicios, una combinación que os cegaba.

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El señor africano desaparece y vuelve oDa Mae.

oda Mae.– Esto se ha puesto muy intenso. Estoy cansada, será mejor que lo dejemos aquí. Ya seguiremos otro día. Claro que son impor-tantes vuestras historias y que las tenéis que contar vosotros, pero es que yo no puedo más. Sí, sí ya sé que llevas mucho tiempo callado. ¡Basta ya! I have a dream, I have a dream. (Tiene una convulsión.) Hola, niña, no, no puedes estar aquí. Ya no puedo atender a nadie más. Lo siento... no amor, yo ahora no te puedo llevar al zoo. Vuelve a casa, ¿cómo va ser tu casa un zoo?

Es poseída por diferentes espíritus.

hoMbre.– ¡Pasen y vean! Caníbales australianos. Raros, desfigurados. Lo más brutal que jamás se ha visto. Combates sangrientos. Costum-bres subhumanas. Pigmeos furiosos que atacan al visitante, gigantes de la Patagonia y niñas aztecas. Pasen y vean negros desnudos de las colonias occidentales.

Esáasi eweera.– Elò elò mala. Elò elò elò mala. Elò elò elò elò mala. Máá-tyila míkë míkë. Da bòná, da biidè, da bidèoola. A bidèoola bèm, bá tó’óri. Ëo é’a hétyídé ö mobambá muá bahítáari na barímò.

audre lorde.– Las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo.

jaMeS d. waTSon.– No existe una razón de peso para avanzar que las capacidades intelectuales de personas separadas geográficamente evolucionen de manera idéntica. Para ello no basta nuestro deseo de atribuir capacidades de raciocinio iguales, como si se tratara de una herencia universal de la Humanidad.

TapiCero.– Señora ha llegado el tapicero, tapizamos toda clase de mue-bles...

frederiCk douglaS.– La felicidad del hombre blanco no puede ser comparada con la miseria del hombre negro. Nadie puede poner una cadena en el tobillo de su prójimo sin tener el otro extremo alrededor de su cuello-

roSa parkS.– En ese autobús la única cansada era yo, cansada de ceder

MalColM X.– Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido. Tenemos que tener en cuenta en todo momento que no estamos luchando por la integración,

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ni estamos luchando por la separación. Luchamos por el reconoci-miento... Por el derecho a vivir los seres humanos libres en esta so-ciedad.

angela daviS.– No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.

Hay un gran ruido, el cuerpo de oDa Mae se estremece, convulsiona. Música. Entra el gorila albino Copito de nieve, cambia toda la escenografía, corre cortinas, caen telones y todo queda blanco. Suenan voces en off de varios referentes de la comunidad afroespañola. Mientras CoPito De nieve reconoce el espacio y se maquilla el cuerpo con arcilla blanca.

voz 1.– Copito era la viva imagen de la historia española ligada a la subordinación colonial de Guinea Ecuatorial, es paradójico que se convirtiera durante tantos años en un símbolo de…

voz 2.– Copito de nieve pienso en un albino, me imagino que es alguien albino

voz 3.– El zoológico de Barcelona, de la propia ciudad y del país, cuando muy pocos ciudadanos y ciudadanas o eso creo yo, me refiero a personas blancas que serían capaces en aquella época de relacionar la historia social de este país con la de Guinea Ecuatorial.

Copito era blanca, nadie se interesaba por su origen geográfico en mi caso, yo nací en Guinea Ecuatorial igual que Copito, por lo que compartimos una historia común.

En la creación de mi identidad cultural, cómo debería integrar la historia de Copito, es una historia asociada a la mía o Copito era un préstamo cultural. Copito forma parte del proceso de emborro-namiento y de blanqueamiento cultural que impregna la historia de España.

Si Copito fuese negra todo el mundo preguntaría de dónde era o dónde nació antes de saber cómo se llama.

voz 3.– La historia de Copito de nieve me parece paradójica por dos cosas, la primera es que se expuso en el zoológico de Barcelona du-rante décadas por ser blanco, no por ser negro

La segunda es que el fundador de zoológico de Barcelona fue tam-bién el fundador del Museo Darder de Banyoles y responsable de la exposición del guerrero bosquimano o como se le conoce socialmente

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el negre de Banyoles. Y la tercera es que se quería exponer también a sus descendientes, se quería rentabilizar a sus hijos. Pero como no nacieron albinos, sino que nacieron negros, pues como que no valían nada.

voz 4.– Y como ese existen pero que son muy difíciles de ver, dicen que a las personas que lo ven, les da suerte.

voz 5.– El que lo hayan traído aquí y que haya adquirido fama mundial enorgullece a la República de Guinea porque de allí salió. Nosotros nos hemos sentido siempre orgulloso de formar parte de su historia.

voz 6.– Copito de nieve es un símbolo de opresión, es un secuestro de lo más bestial, una usurpación de la representación de una fauna de otro país que solo se puede producir en estos contextos de coloni-zación. En los contextos en que Copito fue secuestrado y traído a España y posteriormente a Barcelona.

Para mí Copito representa la lucha de la naturaleza y su libertad. Sus descendientes deberían volver a Guinea Ecuatorial a la zona de donde son sus ancestros y que los liberasen y que los gorilas salieran de los zoológicos. Por qué, hasta qué medida los animales de África tienen que estar encerrados Fuera, en lugar de estar libres en África.

CopiTo.– (Canta.)

Soy un gorila. Soy un gorila Soy un gorila.

Blanco blanco blanco.

Yo digo gorila tú dices blanco Gorila.

Gorila.

Yo digo bueno tú dices blanco Bueno.

Bueno.

Yo digo privilegio tú dices blanco Privilegio.

Privilegio.

Blanco blanco privilegio blanco blanco.

Blanco blanco privilegio blanco blanco.

Si me quiero mudar, comprar o alquilar no me tengo que preocupar Hablar mal vestir mal, mensajes no contestar.

Si ayuda legal llegó a necesitar mi color en mi contra no irá Periódi-cos tele representación allí donde quiera que voy.

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Hudris Elba no puede ser James Bond pero la Taylor es Cleopatra En barco, en tren, en metro o avión, sin problemas viajo yo.

Si empiezo a currar nadie sospechara que por mi raza me lo dan sin más En ningún lugar mi presencia sospechas levantará.

Cuando voy a comprar, en el súper el de seguridad no me perseguirá.

La norma soy yo.

El centro soy yo.

Mi historia es la universal.

Blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco.

Poder económico.

Poder político.

Opresión.

Eurcentrismo.

Capitalimos.

Privilegio.

Privilegio.

Privilegio.

Blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco.

Blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco, blanco blanco privilegio blanco blanco.

Opresión. Supremacismo.

Imperialismo Blanco Colonialismo Blanco eurocentrismo.

Blanco,blanco, blanco Privilegio.

Privilegio Privilegio.

Blanco blanco privilegio blanco blanco Blanco blanco privilegio blanco blanco Blanco blanco privilegio blanco blanco.

CoPito tira el micro al suelo y sale del escenario.