bitÁcora de la cotidianidad la justicia es arte … · 2016-11-02 · es entender el arte ... una...

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10 EL NUEVO SIGLO / miércoles 2 De noviembre De 2016 / OPINIÓN “Se debería incrementar presencia policial en ciudades” Gral (r.) Ernesto Gilibert “Lo importante no es entender el arte sino sentirlo” Fernando Navas Talero “Liberales y conservadores apoyan su propuesta de defender VIS” Jaime Pinzón López E l arte es la expresión de la belle- za; la belleza es emoción. ¿Cuál es la razón de esa emoción? Es una incógnita difícil de develar. En todo caso, acercarse a una respues- ta satisfactoria no es una vivencia difícil, sólo que la respuesta se siente aun cuando no se pueda traducir en palabras. Eric R. Kandel, en su interesante obra "La era del inconsciente. La exploración en el arte, la mente y el cerebro”, plantea tesis soportadas en estudios psicoanalíticos que permi- ten descubrir la razón de la emoción placentera que produce la belleza artística. Su trabajo se funda, prin- cipalmente, en al análisis de la obra de maestros revolucionarios como Gustavo Klimt y Oskar Kokoshka. Trasladando el tema al ambiente local, estimulado por la Feria de Arte de Bogotá, la experiencia vivida al observar la conducta del público en el escenario es aleccionadora. No siempre la atención se fija en el contenido bello de la obra sino en su precio. Esta realidad es trascen- dental: insensibilidad patológica colectiva, el arte no conmueve La siquiatra Lucía del Pilar Rivera, recientemente, dictó una conferencia en el Instituto Colombiano del Sis- tema Nervioso y su disertación tuvo como personaje principal al artista colombiano Luís Zuluaga. El conte- nido de la exposición se consignó en este título: “Desolados: en la fronte- ra entre la siquiatría y el arte”. La obra del maestro tiene la virtud de inquietar el espíritu; sus figuras humanas dibujan la tristeza de nuestra existencia y conmueven el sentimiento. Sus pinturas, repi- tiendo el pensamiento de Rembran- dt, llevan a concluir que “el pintor persigue la línea y el color pero su fin es la poesía”. El impacto que disparan los cuadros de Luís Zuluaga confirma la ineludible transferencia que ocurre entre la obra y el espectador, de su fuerza surge la calificación de su calidad, pues es una incuestionable verdad que el cerebro del artista es único y es esa individualidad la que lo habilita para trasmitir la emoción de la belleza indescifrable. Es la estética, parte de la filosofía, la que permite el intento de descifrar el significado de la belleza, una ex- presión que se trasmite en diversos lenguajes: la música, la escultura, el teatro, la poesía, la pintura y la justicia. Los juristas, especialmente los de ahora, pretenden convertir esta ma- nifestación en una ciencia quántica y están equivocados. En la antigüe- dad, antes de que existiera el com- putador, los conflictos sociales se resolvían ante un jurado de concien- cia y sus fallos, generalmente, eran acertados. ¿Por qué? Sencillamente porque el veredicto estaba fundado en la emoción y en la belleza; no en la retórica discursiva y petulante. El error consiste en pensar que todos los que estudian arte pue- den ser artistas y, en consecuencia, comerciantes; igualmente creer que por la sola circunstancia de haber estudiado derecho se puede ser un juez ¡justo! La belleza de la justicia no puede ser un artículo vulgar. L a semana pasada los medios re- gistraron una información muy importante para el país y especial- mente para el Distrito Capital: la mayoría de los delitos se redujeron, si no en nivel sorprendente, por lo menos lograron las autoridades llamar la atención de la ciudadanía, que cambió en algo su percepción sobre seguridad. Esta noticia mueve positivamen- te la motivación al interior de la Po- licía Nacional, institución que lucha denodadamente para lograr produ- cir en los ciudadanos de todo el país, una apreciación de seguridad que satisfaga los anhelos del conglome- rando. Las estadísticas no mienten y por frías que sean muestran resul- tados irrefutables, permitiendo a los estudiosos de los números registrar las falencias o aciertos de cara al ob- jetivo especifico, como en este caso es la seguridad; probablemente ha- brá aspectos que no entreguen cifras alegadoras por aumentar el número de incidentes presentados, pero en las ultimas medidas se logró bajar algunos índices delictivos y mirando el universo se avizora un ambiente ciudadano más tranquilo y conforme con el accionar de las autoridades. Ahora el reto es mantener esta ten- dencia sin olvidar que ojo avizor del ciudadano es susceptible a cualquier cambio en los logros operativos. Buena noticia y me sirve para retomar el tema del pie de fuerza policial, insistiendo como lo vengo haciendo en el concepto, que se debe sacrificar la cantidad por la calidad, no obstante existan y ”ya lo hemos debatido”, parámetros que fijan un número determino de poli- cías por cada 100.000 habitantes, pero debemos entender que prevale- cen elementos diferenciales en cada región que impiden globalizar estas cifras, obligando a personalizar los mencionados parámetros, flexibi- lizándolos de acuerdo al entono e idiosincrasia de cada región, juicio que impide comparar las ciudades entre sí . Crecer en número, repito es la salida fácil para las autoridades y mandos, sin embargo no olvidemos que la planta institucional está regi- da por el presupuesto nacional y en las actuales circunstancias, no creo que se pueda lograr un incremento que contemplaría no sólo la incor- poración de nuevos miembros, sino su cubrimiento en sanidad y otros aspectos de orden legal; por lo tanto es recomendable seguir motivando el personal y comprometiendo la ciudadanía para formar frentes amplios contra la delincuencia, encausando la denuncia con planes diseñados con consenso ciudadano, organizados, dirigidos y operados por unidades policiales, respalda- dos, claro está, en administraciones comprometidas con el objetivo de al- canzar esa sensación de seguridad. Los comandantes, especialmente en Bogotá, desarrollan estrategias en diferentes sentidos cuyos resul- tados hoy estamos aplaudiendo. Que saludable fuera relevar la policía de ciertos servicios para ahorrar personal, destinándolo a la vigi- lancia y aquellas responsabilidades las asumiera la seguridad privada. Valdría la pena hacer un inventario de compromisos ajenos y presentar alternativas que incrementen la pre- sencia policial en las ciudades. E l esfuerzo en el programa de vivienda de in- terés social debe proseguir. Desaparecer en la reforma tributaria el beneficio de exención en la venta de inmuebles de esta clase desestimula la construcción, disminuye el empleo, e impacta. Las voces de reclamo tienen que hacer reflexio- nar al Congreso. Parece que el Presidente de la República está dispuesto a enmendar el entuerto. Es increíble que en el esfuerzo por tapar el hueco fiscal, originado en la disminución de los precios del petróleo de hace dos años y el abultado gasto público, se ponga en peligro la continuidad del plan de estructura y vivienda, en el intento de elevar el IVA a 19 por ciento, de afectar la cultura con impuestos a internet, computadores y libros, de amargar las bebidas azucaradas, de disminuir el poder adquisitivo de ingresos y salarios. El asunto pone al descubier- to carencia de unidad, la palabra “estructural” no cuadra. Recojo lo dicho por Germán Vargas: “Soy miembro del Gobierno, pero a nosotros, a mi personalmente, nadie nos consultó al interior lo que estaban pensando en materia de vivienda de interés social, lo cual simplemente acaba- ría con ella.” El vicepresidente, quien expuso también su desacuerdo en el plebiscito con la creación de la Justicia Especial presta servicio al país, la opinión pública lo acompaña. Es extraño que el presidente Juan Manuel Santos hubiese aceptado incluir en la reforma tributaria la afectación de una de las fortale- zas de la administración reconocida por Tirios y Troyanos, puesta en duda por gente de su entorno. Tan fuera de lugar como los cantos de sirena de quienes nos exponen a perder el mar desobedeciendo su nítida posición respecto de la Corte de la Haya. El senador Horacio Serpa, director del partido liberal, políticamente alejado del vicepresidente, declara: “Pediré al liberalismo que acompañe- mos al vicepresidente en esa justa reclamación a favor del pueblo. Me parece muy bien traída la propuesta de Germán Vargas Lleras, tenemos una posición clara, no apoyaremos incremento del IVA ni impuestos contra la clase media, a los libros, en oposición al desarrollo tecnológico. El presidente del conservatismo, David Barguil, asegura: “Respaldamos al vicepresidente en su preocupación por los posibles nuevos tributos para la vivienda de interés social, que afectarían a millones de colombianos pobres.” ¿Expon- dremos mil quinientos proyectos que se están desarrollando y los venideros al ostracismo? Esperamos impuestos ceñidos a los princi- pios de justicia, certidumbre, comodidad, eco- nomía, que el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas recuerde cuando aprobó, seguramente de buena fe, la conciliación con Dragacol, para después, tardíamente, verse obligado a rectificar y pedir su anulación. BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD La justicia es arte PRISMA La sensación de seguridad CRITICAS A REFORMA TRIBUTARIA Con Vargas Lleras

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10EL NUEVO SIGLO / miércoles 2 De NoViemBre De 2016 1010 EL NUEVO SIGLO / miércoles 2 De noviembre De 2016 / OPINIÓN

“Se debería incrementar presencia policial en ciudades”

Gral (r.) Ernesto Gilibert

“Lo importante no es entender el arte

sino sentirlo”

Fernando Navas Talero

“Liberales y conservadores apoyan

su propuesta de defender VIS”

Jaime Pinzón LópezEl arte es la expresión de la belle-za; la belleza es emoción. ¿Cuál

es la razón de esa emoción? Es una incógnita difícil de develar. En

todo caso, acercarse a una respues-ta satisfactoria no es una vivencia difícil, sólo que la respuesta se siente aun cuando no se pueda traducir en palabras.

Eric R. Kandel, en su interesante obra "La era del inconsciente. La exploración en el arte, la mente y el cerebro”, plantea tesis soportadas en estudios psicoanalíticos que permi-ten descubrir la razón de la emoción placentera que produce la belleza artística. Su trabajo se funda, prin-cipalmente, en al análisis de la obra de maestros revolucionarios como Gustavo Klimt y Oskar Kokoshka.

Trasladando el tema al ambiente local, estimulado por la Feria de Arte de Bogotá, la experiencia vivida al observar la conducta del público en el escenario es aleccionadora. No siempre la atención se fija en el contenido bello de la obra sino en su precio. Esta realidad es trascen-dental: insensibilidad patológica colectiva, el arte no conmueve

La siquiatra Lucía del Pilar Rivera,

recientemente, dictó una conferencia en el Instituto Colombiano del Sis-tema Nervioso y su disertación tuvo como personaje principal al artista colombiano Luís Zuluaga. El conte-nido de la exposición se consignó en este título: “Desolados: en la fronte-ra entre la siquiatría y el arte”.

La obra del maestro tiene la virtud de inquietar el espíritu; sus figuras humanas dibujan la tristeza de nuestra existencia y conmueven el sentimiento. Sus pinturas, repi-tiendo el pensamiento de Rembran-dt, llevan a concluir que “el pintor persigue la línea y el color pero su fin es la poesía”.

El impacto que disparan los cuadros de Luís Zuluaga confirma la ineludible transferencia que ocurre entre la obra y el espectador, de su fuerza surge la calificación de su calidad, pues es una incuestionable

verdad que el cerebro del artista es único y es esa individualidad la que lo habilita para trasmitir la emoción de la belleza indescifrable.

Es la estética, parte de la filosofía, la que permite el intento de descifrar el significado de la belleza, una ex-presión que se trasmite en diversos lenguajes: la música, la escultura, el teatro, la poesía, la pintura y la justicia.

Los juristas, especialmente los de ahora, pretenden convertir esta ma-nifestación en una ciencia quántica y están equivocados. En la antigüe-dad, antes de que existiera el com-putador, los conflictos sociales se resolvían ante un jurado de concien-cia y sus fallos, generalmente, eran acertados. ¿Por qué? Sencillamente porque el veredicto estaba fundado en la emoción y en la belleza; no en la retórica discursiva y petulante.

El error consiste en pensar que todos los que estudian arte pue-den ser artistas y, en consecuencia, comerciantes; igualmente creer que por la sola circunstancia de haber estudiado derecho se puede ser un juez ¡justo! La belleza de la justicia no puede ser un artículo vulgar.

La semana pasada los medios re-gistraron una información muy

importante para el país y especial-mente para el Distrito Capital: la mayoría de los delitos se redujeron, si no en nivel sorprendente, por lo menos lograron las autoridades llamar la atención de la ciudadanía, que cambió en algo su percepción sobre seguridad.

Esta noticia mueve positivamen-te la motivación al interior de la Po-licía Nacional, institución que lucha denodadamente para lograr produ-cir en los ciudadanos de todo el país, una apreciación de seguridad que satisfaga los anhelos del conglome-rando. Las estadísticas no mienten y por frías que sean muestran resul-tados irrefutables, permitiendo a los estudiosos de los números registrar las falencias o aciertos de cara al ob-jetivo especifico, como en este caso es la seguridad; probablemente ha-brá aspectos que no entreguen cifras alegadoras por aumentar el número de incidentes presentados, pero en las ultimas medidas se logró bajar algunos índices delictivos y mirando el universo se avizora un ambiente ciudadano más tranquilo y conforme con el accionar de las autoridades.

Ahora el reto es mantener esta ten-dencia sin olvidar que ojo avizor del ciudadano es susceptible a cualquier cambio en los logros operativos.

Buena noticia y me sirve para retomar el tema del pie de fuerza policial, insistiendo como lo vengo haciendo en el concepto, que se debe sacrificar la cantidad por la calidad, no obstante existan y ”ya lo hemos debatido”, parámetros que fijan un número determino de poli-cías por cada 100.000 habitantes, pero debemos entender que prevale-cen elementos diferenciales en cada región que impiden globalizar estas cifras, obligando a personalizar los mencionados parámetros, flexibi-lizándolos de acuerdo al entono e idiosincrasia de cada región, juicio que impide comparar las ciudades entre sí . Crecer en número, repito es la salida fácil para las autoridades y mandos, sin embargo no olvidemos

que la planta institucional está regi-da por el presupuesto nacional y en las actuales circunstancias, no creo que se pueda lograr un incremento que contemplaría no sólo la incor-poración de nuevos miembros, sino su cubrimiento en sanidad y otros aspectos de orden legal; por lo tanto es recomendable seguir motivando el personal y comprometiendo la ciudadanía para formar frentes amplios contra la delincuencia, encausando la denuncia con planes diseñados con consenso ciudadano, organizados, dirigidos y operados por unidades policiales, respalda-dos, claro está, en administraciones comprometidas con el objetivo de al-canzar esa sensación de seguridad.

Los comandantes, especialmente en Bogotá, desarrollan estrategias en diferentes sentidos cuyos resul-tados hoy estamos aplaudiendo. Que saludable fuera relevar la policía de ciertos servicios para ahorrar personal, destinándolo a la vigi-lancia y aquellas responsabilidades las asumiera la seguridad privada. Valdría la pena hacer un inventario de compromisos ajenos y presentar alternativas que incrementen la pre-sencia policial en las ciudades.

El esfuerzo en el programa de vivienda de in-terés social debe proseguir. Desaparecer en

la reforma tributaria el beneficio de exención en la venta de inmuebles de esta clase desestimula la construcción, disminuye el empleo, e impacta. Las voces de reclamo tienen que hacer reflexio-nar al Congreso. Parece que el Presidente de la República está dispuesto a enmendar el entuerto.

Es increíble que en el esfuerzo por tapar el hueco fiscal, originado en la disminución de los precios del petróleo de hace dos años y el abultado gasto público, se ponga en peligro la continuidad del plan de estructura y vivienda, en el intento de elevar el IVA a 19 por ciento, de afectar la cultura con impuestos a internet, computadores y libros, de amargar las bebidas azucaradas, de disminuir el poder adquisitivo de ingresos y salarios. El asunto pone al descubier-to carencia de unidad, la palabra “estructural” no cuadra.

Recojo lo dicho por Germán Vargas: “Soy miembro del Gobierno, pero a nosotros, a mi personalmente, nadie nos consultó al interior lo que estaban pensando en materia de vivienda de interés social, lo cual simplemente acaba-ría con ella.” El vicepresidente, quien expuso también su desacuerdo en el plebiscito con la creación de la Justicia Especial presta servicio al país, la opinión pública lo acompaña.

Es extraño que el presidente Juan Manuel Santos hubiese aceptado incluir en la reforma tributaria la afectación de una de las fortale-zas de la administración reconocida por Tirios y Troyanos, puesta en duda por gente de su entorno. Tan fuera de lugar como los cantos de sirena de quienes nos exponen a perder el mar desobedeciendo su nítida posición respecto de la Corte de la Haya.

El senador Horacio Serpa, director del partido liberal, políticamente alejado del vicepresidente, declara: “Pediré al liberalismo que acompañe-mos al vicepresidente en esa justa reclamación a favor del pueblo. Me parece muy bien traída la propuesta de Germán Vargas Lleras, tenemos una posición clara, no apoyaremos incremento del IVA ni impuestos contra la clase media, a los libros, en oposición al desarrollo tecnológico. El presidente del conservatismo, David Barguil, asegura: “Respaldamos al vicepresidente en su preocupación por los posibles nuevos tributos para la vivienda de interés social, que afectarían a millones de colombianos pobres.” ¿Expon-dremos mil quinientos proyectos que se están desarrollando y los venideros al ostracismo?

Esperamos impuestos ceñidos a los princi-pios de justicia, certidumbre, comodidad, eco-nomía, que el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas recuerde cuando aprobó, seguramente de buena fe, la conciliación con Dragacol, para después, tardíamente, verse obligado a rectificar y pedir su anulación.

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

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Con Vargas Lleras