biografía de juan bautista iguíniz vizcaíno

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Biografía de Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno: Precursor de la biblioteconomía en México Introducción Poco se conoce de la vida del profesor Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno (1881 – 1972), la importancia que tiene su labor profesional para ilustrar y comprender la historia y el desarrollo de la biblioteconomía mexicana de la primera mitad del siglo XX es indiscutible, ya que una parte importante de su obra escrita sienta las bases de esta profesión. Su producción bibliográfica se compone de artículos, opúsculos y libros, sumando un aproximado de 200 títulos. De acuerdo con las referencias bibliográficas encontradas, las temáticas que componen su obra intelectual son diversas, tales como: artes gráficas, bibliología, biografía, historia de las bibliotecas, crítica e historia bibliográfica, descripciones y viajes, genealogía, heráldica e historia. También compiló varios trabajos y escribió prólogos para sus contemporáneos. Es por dicha razón que el presente artículo pretende destacar algunos aspectos biográficos y de su trayectoria institucional, así como mencionar algunas de las aportaciones que el profesor hizo a la educación bibliotecaria en México mediante una revisión de su genealogía y del análisis de parte de sus obras escritas, principalmente lo relacionado con la historia de las bibliotecas, el libro y la enseñanza de la biblioteconomía, experiencia que le permitió plantear una serie de propuestas a las problemáticas que enfrentaba la biblioteconomía en esa época. Genealogía Para entender el perfil ideológico del profesor, se estudió su genealogía, la cual permite reconocer el contexto social donde se desenvolvieron sus antecesores y tener un panorama más amplio de la familia Iguíniz Vizcaíno. El profesor nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de agosto de 1881, en el hogar de una familia de ascendencia española. El apellido Iguíniz proviene de Irún, España, de donde José Felipe de Iguíniz –el primer miembro de la familia del que se tiene conocimiento- “dejó su patria y familia dirigiéndose en el primer semestre de 1782 a la

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Biografía de Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno:

Precursor de la biblioteconomía en México

Introducción

Poco se conoce de la vida del profesor Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno (1881 – 1972), la importancia que tiene su labor profesional para ilustrar y comprender la historia y el desarrollo de la biblioteconomía mexicana de la primera mitad del siglo XX es indiscutible, ya que una parte importante de su obra escrita sienta las bases de esta profesión.

Su producción bibliográfica se compone de artículos, opúsculos y libros, sumando un aproximado de 200 títulos. De acuerdo con las referencias bibliográficas encontradas, las temáticas que componen su obra intelectual son diversas, tales como: artes gráficas, bibliología, biografía, historia de las bibliotecas, crítica e historia bibliográfica, descripciones y viajes, genealogía, heráldica e historia. También compiló varios trabajos y escribió prólogos para sus contemporáneos.

Es por dicha razón que el presente artículo pretende destacar algunos aspectos biográficos y de su trayectoria institucional, así como mencionar algunas de las aportaciones que el profesor hizo a la educación bibliotecaria en México mediante una revisión de su genealogía y del análisis de parte de sus obras escritas, principalmente lo relacionado con la historia de las bibliotecas, el libro y la enseñanza de la biblioteconomía, experiencia que le permitió plantear una serie de propuestas a las problemáticas que enfrentaba la biblioteconomía en esa época.

Genealogía

Para entender el perfil ideológico del profesor, se estudió su genealogía, la cual permite reconocer el contexto social donde se desenvolvieron sus antecesores y tener un panorama más amplio de la familia Iguíniz Vizcaíno.

El profesor nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de agosto de 1881, en el hogar de una familia de ascendencia española.

El apellido Iguíniz proviene de Irún, España, de donde José Felipe de Iguíniz –el primer miembro de la familia del que se tiene conocimiento- “dejó su patria y familia dirigiéndose en el primer semestre de 1782 a la Ciudad de México, de donde pasó 1 más tarde a la villa de Zamora” se dedicó al comercio y a la agricultura, posteriormente fue alcalde de esa población. El 7 de abril de 1800 se le dio el nombramiento de regidor, en 1787 se casó con María Ana Díaz de Gamarra, también de origen español, José Felipe de Iguíniz murió el 8 de noviembre de 1818 dejando sus bienes a sus descendientes José Dolores de Iguíniz, María Josefa de Iguíniz y José María Cleofás de Iguíniz, nacidos en Zamora, éste último fue el bisabuelo de Iguíniz, se dedicó al comercio de ropa y abarrotes, desempeñó el cargo de alcalde de Zamora.

El señor Cleofás de Iguíniz se casó con Mariana García Diego, con quien procreó a dos hijos, Antonia y Evaristo, éste último abuelo de Iguíniz, por motivos de salud de la señora Mariana, en 1828 se trasladó con sus dos hijos a Zapotlán El Grande, hoy Ciudad Guzmán en el Estado de Jalisco, y a fines de 1831 se mudaron a Guadalajara ya que no mejoraba su estado de salud.

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José María Cleofás se mantuvo en Zamora donde murió en 1851 dejando como heredero a su hijo Evaristo, quien siguió residiendo en Guadalajara. Ahí, se educó en la religión católica e hizo sus estudios. Se dedicó al comercio de jabón, fue fundador de la sociedad de señores de San Vicente de Paúl en 1852, miembro de la Junta de Caridad en 1864 y en ese mismo año regidor del ayuntamiento de Guadalajara, poseía una biblioteca extensa que se heredó a las siguientes generaciones y de donde más tarde le nacería el interés por la literatura y la historia al profesor Iguíniz.

Don Evaristo Iguíniz se casó con Juana Alcalá y Guerra el 16 de mayo de 1836, tuvieron ocho hijos, el mayor de ellos José María Iguíniz, padre del profesor Iguíniz, nació el 10 de agosto de 1854, no le gustaba el comercio, por lo que al terminar la educación primaria tomó clases particulares de idiomas, música, dibujo y pintura. En 1877 fundó un establecimiento litográfico al que más tarde agregó los ramos de imprenta y encuadernación. “Fue regidor del Ayuntamiento de su ciudad natal en los años de 1891, 1892 y 1913, miembro de la Junta Auxiliar de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Ateneo Jalisciense, de la Orden de los Caballeros de Colón y de varias agrupaciones benéficas y religiosas”

El 26 de noviembre de 1880, José María Iguíniz se casó con María de Jesús Vizcaíno con quien procreó nueve hijos, el mayor de ellos fue Juan Bautista Iguíniz, quien a su vez se casó en León Guanajuato el 12 de agosto de 1921 con Eliza García nacida en esta ciudad. Tuvieron dos hijas, Luz Margarita y María de la Paz Iguíniz.

En lo profesional, Iguíniz realizó sus estudios primarios en varios colegios particulares, cursó estudios en Humanidades y Filosofía en el Seminario Conciliar. Incursionó en el mundo del libro a través de la imprenta que tenía su padre en Guadalajara donde se desempeñó varios años en la litografía y la encuadernación. 1910 fue el año de su llegada a la Ciudad de México para desempeñarse como ayudante de bibliotecario en la biblioteca del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, por invitación del canónigo Francisco de P. Andrade, quien sabía que Iguíniz estaba interesado en trabajar para el museo y al mismo tiempo estudiar Historia de México en el mismo lugar, en 1913 estuvo a cargo de la Inspección de Monumentos Históricos de la República.

Obra intelectual

En su trabajo investigativo se observa un desarrollo de sus preferencias temáticas e inquietudes personales sobre materias relacionadas con las artes y las humanidades.

Comenzó con algunas notas históricas en 1909, sus trabajos de bibliografía los comenzó en 1911 en los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. En 1918 se conocieron sus primeros ensayos sobre biblioteconomía, los cuales desarrolló hasta 1965.

Durante la segunda y tercera década del siglo XX expresó en sus escritos un deseo y preocupación por contar con una escuela donde se enseñaran las actividades bibliotecarias, debido a que no había personal capacitado y esa era a su parecer la causa fundamental de la desorganización de la infraestructura bibliotecaria; afirmaba que para que las bibliotecas pudieran cumplir con sus fines, era necesario que estuvieran convenientemente organizadas.

La obra que Iguíniz realizó durante la tercera década del siglo XX, sienta parte de las bases de la organización técnica y administrativa de las bibliotecas, planteó en su obra, el valor que la

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biblioteconomía tenía para la adecuada preservación de la memoria escrita de la cultura de una sociedad.

Un factor que vale la pena mencionar es que tuvo la capacidad de identificar que las bibliotecas estaban restringidas para uso del sector académico, y comenzó a trabajar para transformarlas en instituciones prácticas y útiles para todos los sectores sociales. Es importante reiterar que su intención, al igual que la de otros precursores de la biblioteconomía, era fomentar los estudios formales, así como lograr el progreso y difusión de las bibliotecas y el mejoramiento intelectual, moral y material de los bibliotecarios para beneficio del país, según lo manifestado en sus escritos.

Se le puede considerar uno de los principales bibliógrafos del siglo XX, y es que gran parte de su trabajo intelectual se enfocó a la recopilación de bibliografías. Planteó dar una orientación científica a los estudios bibliográficos, habló de la bibliografía como profesión en cuanto a los métodos, naturaleza y vocabulario técnico, diciendo que “la bibliografía procura informes acerca de las fuentes de los conocimientos humanos, mediante la descripción y crítica de las obras y publicaciones periódicas. Y para los encargados de bibliotecas, que enumeran entre sus labores la de seleccionar obras en consonancia con el carácter de las instituciones que administran, viene a tener la bibliografía una importancia capital”, y es que durante la primera mitad del siglo XX estas obras impresas hacían la función de lo que actualmente se conoce como un catálogo bibliográfico en línea, con la diferencia de que estas bibliografías atendían a un grupo específico de investigadores interesados en un tema en particular, contrario al catálogo en línea que permite encontrar registros bibliográficos de todos los temas. Las bibliografías permitían tener referencia de lo que se había publicado en el país y en el extranjero, de su casa de edición o imprenta, lugar de impresión y fecha de publicación, en algunos casos incluían el lugar –biblioteca o institución- donde estaba disponible la obra, datos básicos para tener acceso a ella considerando que el tiraje de la mayoría de las obras era muy reducido, en ocasiones se imprimían sólo 10 o 15 ejemplares.Respecto al término bibliografía “en la actualidad son múltiples las nociones que se tienen [de él]... Entre ellas está aquella que la define como una mera lista de obras; y aquella que la considera como una de las disciplinas encargadas de estudiar

el libro”. La biblioteconomía en México considera a la bibliografía como una de sus ramas, siendo las bibliografías que se produjeron durante la primera mitad del siglo XX las obras que hoy permiten hacer un estudio histórico del libro y en

muchos de los casos éstas bibliografías son la única referencia para saber que un libro existió, ya que, como consecuencia del reducido tiraje, actualmente es prácticamente imposible encontrar un ejemplar.

Las bibliotecas, de acuerdo con Iguíniz, le permiten al hombre buscar su perfeccionamiento; los libros y las bibliotecas son las fuentes perdurables de la cultura de una civilización, a las bibliotecas es a donde el hombre puede acudir para ilustrar su inteligencia, para enderezar su voluntad con los principios

morales, para acrecentar su bienestar con el conocimiento de las ciencias prácticas. “Ahora los fines educativos de las bibliotecas son mucho más vastos: tienden a difundir y a popularizar el libro, y su mira capital no es apararlo, sino

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dispersarlo por todas partes”, las bibliotecas vienen a ser verdaderos centros de cultura popular, convirtiéndose en la universidad del pueblo, y es que –hoy en día- las bibliotecas son reconocidas en el ámbito educativo como herramientas que potencializan las capacidades mentales y que sirven de apoyo al estudiante para conseguir uno de los objetivos de la educación, enseñarlos a resolver problemas complejos.

“El bibliotecario moderno es un verdadero educador y el continuador de la obra del maestro; pues en tanto que éste, en la escuela o en la cátedra enseña a leer y a discernir, aquél facilita en la biblioteca los medios para el desarrollo de la inteligencia. A él corresponde elegir los libros más adecuados para la institución que está a su cargo, clasificarlos y catalogarlos convenientemente y proporcionarlos al público para su lectura, el bibliotecario es el alma de la biblioteca”, es el divulgador del saber entre todas las clases sociales y el

educador real y efectivo del pueblo.

Para Iguíniz el leer es considerado un hábito fundamental para lograr el bienestar intelectual y material del país, afirma que “la lectura enseña al hombre su origen y su último fin”, la lectura suple las deficiencias de la educación y le proporciona la erudición al hombre, “los pueblos que van a la cabeza de la civilización son aquellos en los que más abundan bibliotecas

y, por consiguiente, en los que más se lee” .

El amor al libro se refleja en todo escrito de este autor, propone cómo tratarlo técnica y físicamente, en su Epítome de bibliología, trata todo lo referente al libro en sus aspectos histórico, descriptivo, técnico, artístico, usual, etc.

En el sentido histórico, Iguíniz estudia desde los orígenes del libro y su desarrollo hasta la época de los 40's, expone la historia de la imprenta en México y la historia de la primeras bibliotecas que se conformaron, como las monásticas, las bibliotecas coloniales, instituciones generalmente de

carácter religioso. En Disquisiciones bibliográficas realiza una historiografía de los escritos que realizó referentes al libro, las bibliotecas e historia de estas. Los trabajos historiográficos de Iguíniz se enfocaron principalmente al

estado de Jalisco, su lugar de origen.

El 12 de septiembre de 1919, Iguíniz, junto con un grupo de historiadores mexicanos, hicieron la solicitud de constituir la Academia Mexicana de la Historia correspondiente de la Real de Madrid, que comenzó a funcionar el 27 de junio de 1920, de acuerdo al acta de instalación donde el profesor funge

como censor.

Sus trabajos biográficos y genealógicos de personajes jaliscienses también destacan en su obra, Iguíniz fue miembro de la Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica, Asociación donde publicó varios de sus primeros

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trabajos.Problemática planteada por IguínizIguíniz comenzó a trabajar en la adaptación del Sistema de Clasificación Decimal del bibliotecario estadounidense Melvil Dewey (SCDD) a las necesidades de las bibliotecas

mexicanas. Adecuó el rango de clasificación correspondiente 10 a la historia de México, previa autorización de Dewey, con la finalidad de contar con un sistema de clasificación apropiado.

La Biblioteca Nacional –que en ese tiempo fungía como coordinadora de las actividades bibliotecarias en México y desde la cual eran dirigidas las mismas- fue la pionera en aplicar la Clasificación Decimal Dewey y propuso hacer lo

mismo a otras instituciones, sin embargo, era complicado hacerlo debido a la falta de personal capacitado en el uso del Sistema. Con todo, los primeros bibliotecarios formados en las primeras escuelas que enseñaban biblioteconomía, se encargaron de comenzar a uniformar los criterios bibliográficos, aunque debido al estado de iniciación de los estudios en

biblioteconomía en México y al cierre de las escuelas, el problema para la organización de bibliotecas continuó.

Si bien Iguíniz no era el único bibliotecario que conocía el Sistema de Clasificación Decimal de Dewey en el país, su función en la Biblioteca Nacional como catalogador, por la mencionada adaptación del SCDD y por su experiencia, lo convirtieron en el más apto y el primero en implementarlo en

esa Biblioteca, “a él se debe la renovación de la biblioteconomía en México, a la que abrió las puertas de las modernas innovaciones realizadas en otros países; la formación de una legión de bibliotecarios que de él recibieron paciente y maciza enseñanza; la organización de instituciones bibliotecarias, su

transformación de meros depósitos en bibliotecas funcionales, dotadas de normas de clasificación y catalogación eficaces y sólidas y el aumento y conservación de ricos fondos bibliográficos del país, entre otros el más importante, el de la Biblioteca Nacional” .

Propuestas del autor

Las propuestas que hizo en sus libros y ensayos, estaban dirigidas en su mayoría a la administración pública, específicamente al sector educativo, donde, en colaboración con otros bibliotecarios de la época, gestionó varias de sus iniciativas. Entre éstas destacan las referentes a escolarizar las actividades que se realizaban en las bibliotecas para poder contar con personal capacitado, proponiendo formas para uniformar los criterios en la organización técnica y

administrativa de las bibliotecas, también mencionó la necesidad de unificar la terminología que se utilizaba para referirse a la biblioteconomía y a la bibliografía por lo que procuró definir ambas disciplinas. Tenía un plan a segur para crear nuevas bibliotecas e implementar nuevos servicios, sustentando como argumento que las bibliotecas debían responder a las exigencias de la época y haciendo referencia a la necesidad de utilizarlas por parte de la sociedad a la que servían.

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Lo que observó en las diferentes bibliotecas donde colaboró fue lo inadecuado de los lugares donde estaban ubicadas, como por ejemplo, iglesias, donde la humedad y los insectos deterioraban los acervos bibliográficos. Por tal motivo,

expuso la necesidad de contar con locales construidos especialmente para albergar un acervo bibliográfico.

Otra de sus propuestas consistía en que la sociedad hiciera una contribución económica por medio de un impuesto sobre las diversiones (teatro, por ejemplo) para reunir fondos y utilizarlos para el mejoramiento de las bibliotecas. A partir de 1945, cuando se instala definitivamente la ENBA (Escuela

Nacional de Bibliotecarios y Archiveros), propuso designar a los alumnos y egresados de la ENBA como empleados de las bibliotecas del gobierno ya que contaban con conocimientos en biblioteconomía, así como estimularlos para

desempeñarse con mayor entusiasmo en el ámbito académico. Sugirió exigir la educación en biblioteconomía para ocupar cualquier puesto de bibliotecario.

Estas propuestas son reflejadas en sus ensayos y fueron -en su momento- ejes rectores para la administración, organización y funcionamiento de las bibliotecas mexicanas entre la segunda y tercera década del siglo XX. Cabe señalar y no olvidar la poca importancia que se le había dado hasta entonces a las bibliotecas en nuestro país.

La labor profesional de Iguíniz

En 1924 como presidente de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios, Iguíniz organizó lo que sería la primera feria del libro de la Facultad de Ingenieros, hoy Palacio de Minería.

De 1925 a 1926 fue el año de mayor reconocimiento a la labor de Iguíniz, era jefe de uno de los proyectos más ambiciosos de José Vasconcelos: la Biblioteca Ibero Americana, simultáneamente fungía como director y profesor de Bibliografía y Catalogación de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y preside la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos. En 1927 se desempeñó como jefe de la biblioteca de la Escuela Nacional Preparatoria; Oficial Primero del servicio de Demografía Propaganda y Archivo del Departamento de

Salubridad Pública de 1927 a 1928; Jefe de Sección Técnica, Historiador de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1928 a 1933; Bibliotecario del Observatorio Astronómico Nacional entre 1935 y 1936, en 1937 regresó a la Biblioteca Nacional donde se desempeñó como jefe de la Sección de Bibliografía hasta 1941 y nuevamente subdirector de la biblioteca de 1941 a

1946.

La labor docente de Iguíniz jamás se vio interrumpida y en los años de 1916 a 1956 destaca su labor docente en la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archiveros, en la Escuela Nacional de Altos Estudios, en el Colegio de México, así como otras instituciones particulares.

Iguíniz como profesor fundador de la Escuela de Bibliotecarios impartió las cátedras de Historia del Libro, Selección de libros y Técnica Bibliográfica hasta 1956. En 1961 es nombrado profesor emérito

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de la escuela. Continuó impartiendo la cátedra de bibliología e Historia de las Bibliotecas en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1953 hasta 1964.

Fue investigador de tiempo completo del Instituto de Historia de la UNAM de 1956 hasta 1969, fue nombrado director auxiliar de la Biblioteca Nacional de 1947 a 1951 y director de 1951 a 1956 encargándose de modernizar los servicios técnicos de catalogación y clasificación de documentos, así como del catálogo de consulta y demás gestiones mencionadas con anterioridad.

El profesor murió el año de 1972 en Guadalajara cuando trabajaba elaborando un Diccionario Histórico, Biográfico y Geográfico de Jalisco.

Conclusiones

Un filántropo educado en el catolicismo al igual que su abuelo que le heredó una biblioteca de tamaño considerable, y un padre cultivado en las letras, la música y la pintura, le permitieron a Iguíniz dedicarse a las artes del libro. El amplio bagaje cultural heredado y una infancia transcurrida en contacto cercano con la basta biblioteca de la familia hicieron de él un hombre con cultura amplia, con vocación y amor al libro, que además amaba su país.

La herencia cultural de Iguíniz influyó para el desarrollo de sus habilidades en las artes y las humanidades. No olvidó la filantropía de sus antecesores, tampoco su fe cristiana que le inculcó valores morales que en diversas ocasiones truncaron su carrera profesional. Contrario a su padre y a su abuelo, Iguíniz fue un personaje desinteresado de la política, por lo que no logró mantenerse en los puestos directivos otorgados por el gobierno. Tuvo siempre presente la convicción de aportar sus conocimientos en materia de biblioteconomía a sus alumnos cuando esta disciplina apenas comenzaba a desarrollarse en el país, y para inicios del siglo XX, estas aportaciones cambiaron la percepción que de las bibliotecas y el bibliotecario se tenía.

Iguíniz representa la dignificación de la labor del bibliotecario, hizo valer a la biblioteconomía como profesión, siempre manifestó su ideal de popularizar al libro y a la biblioteca cuando éstas estaban sólo al alcance de unos cuantos privilegiados, en su idea las bibliotecas eran indispensables para lograr el perfeccionamiento del ser humano, la biblioteca debía ser la universidad del pueblo.

Su labor como director de diversas bibliotecas fue trascendente para lograr una adecuada organización técnica de los acervos bibliográficos de esas instituciones e implementar procesos administrativos que permitieran optimizar los escasos recursos disponibles.

Iguíniz fue uno de los bibliógrafos mexicanos más reconocidos del siglo XX, siempre buscó darle a la bibliografía una orientación científica, puso énfasis en la capacitación de personal y la educación bibliotecaria en el país. Y por si esto fuera poco, Iguíniz es un autor clave para abordar la historiografía del libro y de las bibliotecas del siglo XX en México.

1 Iguíniz, Juan B., Los Iguíniz de México: Monografía Histórica, Biográfica y Genealógica, México, Imprenta Aldina.- Rosell y Sordo Noriega, S. R. L., 1967, p. 582 Ibid., p. 91 3 Thalía Montes Recinas menciona que la Inspección de Monumentos Históricos de la República dependió de la Sección de Historia del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, que se

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creó en 1913, esta tarea -según la autora- fue encomendada a Iguíniz quien se había hecho cargo de la Casa de Hidalgo en Dolores, Guanajuato; las de Morelos, en Morelia y en San Cristóbal Ecatepec; y la Capilla del Cerro de las Campanas en Querétaro, donde había procurado la formación de un inventario general de las reliquias históricas, muebles y otros objetos que se conservaron en estas casas, especialmente los objetos epigráficos. En: “Antecedentes de la Inspección General de Monumentos Artísticos e Históricos de la República: Antonio Cortés Vázquez 1904 -1938”, Diario de campo, Materia inestable: reflexiones sobre historia reciente, México, INAH – CONACULTA , Sup. no. 37, mayo 2006, p.152 4 Iguíniz, Juan B., “Boletín de la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos”, México, A.M.B., t. 1, n.° 4, 1925. p. 2.5 Morales López, Valentino, “El desarrollo histórico del concepto bibliografía”, en: Investigación Bibliotecológica, México, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM, vol., 14, n.°29, julio – diciembre del 2000. p. 153. 6 Iguíniz, Juan B., Disquisiciones bibliográficas: Autores, Libros, bibliotecas, artes gráficas, segunda serie, México, UNAM, 1987, p. 152. 7 Ibíd., p. 152 8 Iguíniz, Juan B., Hay que leer. Instrucciones, advertencias y consejos acerca de los libros y la lectura, México, Helios, Biblioteca de bolsillo, 1940. p. 22 9 Ibíd., p. 25 10 Para ver la tabla de la ramificación que desarrolló Iguíniz puede consultarse su “ensayo de clasificación de la Historia de México, según el sistema decimal”, en: Boletín de la Asociación de Bibliotecarios Mexicanos, México, t.1, no. 5, 1925, pp. 17 – 2111 De la Torre Villar, Ernesto, “Presentación” en: Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, México, UNAM n.° 4, julio – diciembre de 1970. p. 10.