benedetto croce - lo vivo y lo muerto de la filosofía de hegel

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LO VIVO Y LO MUERTO DE L FILOSOFÍ DE HEGEL

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  • LO V I V O Y L O M U E R T ODE L A FILOSOFA DE HEGEL

  • Panorama de l a Fi losofa y de l a C u l tu ra

    LO V I V O Y LO MUERTOD E L A

    F ILOSOFA D E H E G E L1

    BENEDETTO C R O C E

    E D I C I O N E S I M NBUENOS AI RES

  • Traducido de la 3,, E d i c i n i t a l an a p or

    F R AN C ISC O G O N Z A L E Z R I O SP r o f e s o r e n F i l o s o f a

    La f o t o co p ia m a t ael l ib ro Pero el l ib ro caroy costoso m a t a albolsillo h o n est o yt r a b a j a d o r ; )

    PRINTED IN ARGENTINE

    Derechos reservados par a todos lospaises de habla espalola-

    Queda h e c h o e l deps i t o q u epreviene la Ley 11723. C Oyr i gth byEDICIoNEs IMN BuEN os AiR ts

    Se t ersnin5 de impr I m ie el 15 de O ct ubre de1943 en le I nt prent c de F. y M , A lc rent el .

    Buenos Aires.

    N O T A P R E L I M I N A R

    Apenas es necesario decir que Benedetto Croce es una de lasfiguras de mayor relieve y significacin en el cuadro generalde la filosofa contempornea. Esta se caracteriza, en lo esencial,primero, por s e v e r a y la exigencia de superacin re-lativas a la etapa positivista segundo p o r el elevado rango queT r i,7 7-,7 );zfsr i do cl social-hisT-37icorn otros trminos, que la

    'filosofa actual se nos presenta bajo la doble faz de antimeca-nicismo e historicismo, con lo cual demuestra tener no slo elperfil de iiita temtica propia, sino tambin hallarse coherente-mente ceida a la lnea del desenvolvimiento histrico de lacultura.

    Nadie ha contribuido tanto en favor de lo primero, es decir,de la crtica al positivismo, como el contingentismo de Bergsony Boutroux, (para nombrar slo a los ms importantes); en losegundo, o sea, en su carcter laistoricista, el pensamiento fi lo-sfico contemporneo es, a la distancia de un siglo, subsidiariode la filosofa de Hegel y de las escuelas hegelianos inmediatas,hasta culminar en pensadores de la talla de u n Freyer, u nDilthey o un Crece, quienes pueden bien ostentar el t tulo defilsofos neo-hegelianos.

    En Italia, especialmente en Npoles, la filosofa hegeliana tuvopronto arraigo (quizs nada baya influido tanto n i preparadomejor los espritus, para ello, como el vigoroso pensamiento deGiambattista Vico) y la vemos unida a los nombres de Vera ySpaventa con quienes ent ronca el movimiento de renovacinfilosfica que reconoce como jefe espiritual a Cro ce. Sin em-bargo, la fama de Benedetto Croce se debe no slo a esta tarearenovadora; de constante y vehemente incitacin en favor de

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  • la vida del espritu y del hombre destinado a realizar la con-quista de la libertad, s ino tambin en e l hecho de que paratratar, actualmente, cualquier problema de lgica, de gnoseo-loga, de esttica, de derecho, de tica, de historiografa y ande crtica literaria, es- p r e c i s o c o n t a r c o n C r o ce : se p od r d is en -

    t ir en lo fundamental o en el simple detalle accidental, pero detodas maneras no se puede prescindir de l. . " i n ' s que los ami-gos, los adversarios han labrado su autoridad hoy indiscutida".

    Entre las obras de carcter estrictamente filosfico del pen-sador abrucs se destaca su famoso l ibro Saggio sullo Hegel,admirable esfuerzo de interpretacin donde junt a la sagacidadcrtica disputan la sutileza y la irona, ejercidas siempre bajo elrigor de un- mtodo y de una racionalidad poco comunes, 16cual permite que en brillante estilo y sin mengua de la profun-didad filosfica, pueda Croce i r desentraando las insOspecha-das virtualidades del pensdmiento filosfico de Hegel al mismotiempo -que enriquecindolo c on los variados matices de s uconcepcin original.

    Esta obra fu publicada, por primera vez, en e l ao 1907(Dan, Laterza) con el ttulo Ci che'C vivo e ci che m o n o dellafilosofia d i .1 - l e g e l , d i c ha e d ic i n l l ev ab a a gr eg ad a una extensa

    bibliografa hegeliana confeccionada por e l mismo Croce. E nel ao 1913 fu reeditada con un extens apndice, donde el autormostraba y a haber evolucionado algo en la interpretacin deciertos aspectos fundamentales del pensamiento d Hegel; enesta edicin fu suprimida la bibliografa. Ofrecemos ahora, conla autorizacin expresa del autor, esta versin espaola, traducidadirectamente de la tercera edicin italiana, seguida del apndicey de las notas de critica hegeliana, a todo lo cual hemos agregadoel magnifico ensayo bibliogrfico de la primera edicin. La t ra-duccin ha sido hecha teniendo a la vista la excelente versinfrancesa de Henr i Bztriot, publicada en 1910 (Paris, Giar d et -Brire) y que ha merecido la plena aprobacin de Croce.

    Agradecemos al profesor Rodolfo Mondolf o sus valiosas indi-caciones, as como la generosidad puesta de manifiesto al acceder

    a revisar esta traduccin. F. G. R.

    N O T A _ P R E L I M I N A R

    L A D L,S , L EC T I CA O LA S INT ES IS DE

    LOS CONTRARIOS

    Hegel es de aquellos filsofos que han tomado porobjeto de su pensamiento no slo a la realidad inmediatasino tambin a la filosofa misma, contribuyendo as ala elaboracin de una lgica de la filosofa: Y esto ental medida que me inclino a suponer que Ia lgica de lafilosofa con las consecuencias que de ella resultanpara la solucin de los problemas particulares y para laconcepcin de la vida ha sido el fi n hacia e l cualHegel orient el esfuerzo ms considerable de su espritu,y ha sido justamente all donde descubri, logr perfec-cionar e hizo valer algunos principios de gran importan-cia, que fueron ignorados, o indicados apenas, por losfilsofos anteriores y que Por lo tanto bien pueden serconsiderados como sus propios descubrimientos.

    Es extrao, el repudio que encuentra este conceptoque por otra parte es bastante simple y debiera seraceptado, s in ms, por su carcter evidente de unalgica de la filosofa; o dicho de otra manera, que lafilosofa opere segn un mtodo propio cuya teora tieneque ser indagada y formulada. Nadie pone en duda que

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  • B E N ' E D E T T O C R O C E

    las matemticas tengan su mtodo, el cual se estudia enla lgica de las matemticas; ni que las ciencias naturalesposean tambin el suyo, de donde resulta la lgica de laobservacin, la experimentacin y la abstraccin; lo mis-mo respecto de la historiografa y por lo tanto de laexistencia de una lgica del mtodo histrico; de lapoesa y el arte en general, de donde resulta la estticacomo una lgica de la poesa y del arte; del mismo modo,nadie pone en duda la existencia de un mtodo implcitoen la actividad econmica, el cual se manifiesta luego,en forma reflexiva, en la ciencia econmica y por lti-mo, nadie duda tampoco que en la actividad moral existaun mtodo especfico que encontramos, en forma refle-xiva, en la tica o lgica de la voluntad, como a vecesse la ha llamado. Pero, en presencia de la filosofa sonmuchos -l o s q u e s e r e si s te n a esta c on se cu en ci a: que la

    filosofa debe tambin tener un mtodo propio, el cuales. preciso determinar. Por el contrario, son muy pooslos que se admiran de que los tratados de lgica, quededican buena parte a consideraciones metodolgicas conrespecto de las ciencias matemticas y de las cienciasnaturales, no presten por lo comn la debida atencina este problema respect de las disciplinas filosficas, ylo que es peor, que a menudo lo releguen a silencio.

    Es natural que si se niega la filosofa en general seapor falta de reflexin, sea por confusin inental o porsimple capricho. s e n i e g ue t a m bi n la e x i st e n ci a de

    una lgica de la filosofa, puesto que sera vano preten-der se admita la teora de un objeto si se desconoce elobjeto real de la misma. Se nos dir: no existe la filosofa,por lo tanto no existe tampoco la lgica de la filosofa10

    LO V I V O Y L O -a m u r r o I D E L A F I L OS O H A DE H EC EL

    asunto concluido. Felices aqullos que se sienten sads-fechos! Pero si antes habl de un espectculo extraoes porque con Mucha frecuencia las gentes filosofantes,y an los filsofos mismos, se muestran desprovistos dela ms mnima conciencia de esta ineludible necesidad.linos afirman que la filosofa debe seguir el mtodoabstracto-deductivo de las matemticas, y otros no alean-Za fi a ver otro camino de salvacin que no sea el de unaestricta sujecin al mtodo experimental y sueflan unasveces, o se jactan otras, con una filosofa que puedeestudiarse en clnicas y gabinetes de experimentacin; osea, una metafsica emprica con sus consecuencias natu-rales. Finalmente, suele hoy recomendarse y sta esla ltima moda, aun cuando no constituye por ciertonovedad alguna una filosofa individual y fantsticaque se producira como el arte. As, desde el comps yel bistur hasta la lira, todos los mtodos se consideranbuenos en filosofa, excepto claro est! e l mtodofilosfico.

    En contra de tales creencias bastara hacer notar unasola observacin, a saber: si la filosofa debe ser unareflexin consciente y debe darnos la inteligibilidad' delarte y de la historia, de las matemticas y de las cienciasde la naturaleza, de la actividad prctica y de la moral,no se concibe que pueda realizar su cometido ajustndoseal mtodo correspondiente a la naturaleza de uno solode estos objetos particulares. Aqul que en presencia deun poema se limite a la aplicacin del mtodo poticolograr que viva en l un sentimiento similar al de lacreacin sentido por el poeta a propsito de sta o aque-lla obra ,, . p a r ti c u l a r, p er o no a lc an za r nunca por este

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    camino la inteleccin filosfica de la poesa. Del mismomodo, quien frente a una teora matemtica se limite apensar matemticamente, podr aceptarla de buen grado,someterla a la critica o bien perfeccionarla, pero nollegar, por este camino, a penetrar en la esencia ntimadel trabajo matemtico. En suma, si el objeto de la filo-sofa no es la produccin ni reproduccin del arte, delas matemticas y de todas las diversas actividades delespritu humano, sino ms bien la comprensin, la inte-leccin, de todas ellas, esta comprensin es por s mismauna actividad que tiene un mtodo inmanente, implcito,que es justamente lo que hay que explicitar.

    De todas maneras sera vana toda esperanza de com-prender, y juzgar la obra de Hegel si no se tiene encuenta que 'el problema precitado fu el principal paraeste filsofo, como lo comprueba el hecho de que cons-tituye el problema central de su Fenomenologa del Esp-ritu y de las distintas formas que asume este libro en laCiencia de la Lgica y en la Enciclopedia de las CienciasFilosficas. Por eso, una exposicin del pensamiento deHegel que adems de completa sea medular y crtica yno consista en un simple resumen del contenido de suslibros, como ocurre en casi todas las historias de lafilosofa y an en estudios especiales, donde con frecuen-cia se sigue hasta la misma ordenacin del autor porsecciones y captulos (por ejemplo el reciente y volumi-noso estudio que Kuno Fischer le ha consagrado) debieraestar dirigida principalmente hacia la doctrina de Hegelacerca de la esencia de la investigacin filosfica y sobrelas diferencias que sta presenta respecto de otras formasde la actividad teortica y no teortica.

    LO v i v o Y L O M UE RTO DE L A FILOS OFIA DE t w o E t ,

    En primer lugar, debiera ponerse en claro el triplecarcter que, segn Hegel, asume el pensamiento filo-sfico comparndolo a los tres modos o situaciones espi-rituales con que ms frecuentemente se confunde. 'Elpensamiento filosfico es .p a r a H e g e l i p r i m e r o, c o n c ep -

    to; segundo, universal; tercero, concreto. Es concepto, o

    sea que no es sentimiento, ni rapto de xtasis, o-intuicin,o cualquier otro estado psquico similar, algico y exentode. fuerza demostrativa. Esto es _lo que permite distinguira la filosofa de las doctrinas del misticismo y del saberinmediato que tienen, a lo sumo, un significado negativoen cuanto reconocen que la filosofa no puede construirsecon la aplicacin del mtodo propio de las ciencias emp-rico-naturales, de las ciencias de lo finito; y son, si sequiere; profundas pero de una "profundidad vaca". Con-tra el misticismo, los freneses, los suspiros, los ojospuestos en el cielo, las cabezas reclinadas y las manosjuntas, contra los desvanecimientos, las advertencias pro-fticas y las frases misteriosas de los iniciados, Hegeltorna en satrico feroz e insiste siempre que la filosofadebe tener una forma inteligible y razonada; debe ser"no esotrica, sino exotrica" .y lejos de ser asunto priva-do de una secta, es asunto de la humanidad. El conceptofilosfico es universal y no meramente general, no debeser confundido con representaciones generales como ser"casa", "caballo", "azul", las cuales por la fuerza de unacostumbre, que Elegel califica de brbara, se las denominacomnmente conceptos. He aqu lo que permite estable-cer la diferencia entre la filosofa y las ciencias emprico-naturales que satisfacen su cometido mediante la elabo-racin de tipos y representaciones generales. El universal

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  • B E N E D E T T O C R O C K

    filosfico, por ltimo, es concreto, o sea que no es unmero esquema (esqueleto) sino la comprensin de larealidad en su plenitud y riqueza: las abstracciones filo-sficas no son arbitrarias sino necesarias y en consecuen-cia resultan adecuadas a la realidad, sin mudarla n ifalsearla. Se establece as una diferencia 'entre filosofay matemticas, las cuales no justifican sus puntos departida, sino que los estatuyen y es preciso dicegel obedecer a la orden de trazar tal o cual lneaasistidos slo por la buena fe de que la cosa resultaroportuna para la buena marcha de la demostracin.La filosofa, en cambio, tiene por objeto aquello querealmente es, y debe justificarse plenamente a s mismano admitiendo ni dejando subsistir supuesto alguno 1

    Para elucidar esta triple diferencia segn la cual elverdadero concepto, el concepto filosfico, es lgico,universal y concreto, sera menester, en una exposicincompleta, hacerle lugar a las doctrinas secundarias quese relacionan con la doctrina primera y fundamental,algunas de las cuales son, por cierto, muy importantes.Citemos, entre otras, la repeticin de, la prueba ontol-gica (la defensa de San Anselmo conira Kant) es decir,la tesis segn la cual en el concepto filosfico, contraria-mente a lo que ocurre en las representaciones de loparticular, la esencia implica la existencia; la doctrina deljuicio, entendido como nexo entre sujeto y predicado,y que en tanto se apoya sobre un substracto no analizado,es inadecuada a la filosofa cuya verdadera forma es ladel silogismo, en virtud de que ste entraa una perfecta

    1 Ver al respecto l a introduccin a l a Fenomenotnla y el prlogode l a Encickpedia.14

    LO V IV O Y L O M UE RTO DE L A FILOS OFA DE I IE GE L

    Iogicidad que se conforma consigo misma; la crtica dela teora que considera al concepto como un complejode notas (lo que 'vendra a revelar, segn HegeI, la verda-dera nota de la superficialidad de la lgica ordinaria);la crtica a las divisiones en especies y en clases; la demos-tracin de la nulidad de todo clculo lgico (demostra-cin que en la actualidad quizs posea virtud curativa);y as como stas, muchas Otras doctrinas de no menorimportancia.

    Pero no es mi propsito hacer aqu una exposicincompleta del sistema de flegel, ni siquiera de su doctrinalgica, sino ms bien dirigir la atencin sobre la partems caracterstica de su pensamiento, sobre los nuevosaspectos de la verdad que l ha sabido revelar y ademssobre los errores que dej subsistir y en los cuales sevi, a menudo, precipitado. Por consiguiente, dejandode lado las diferentes tesis que acabo de enunciar a lasque me parece imposible poder rehusar totalmente aun-que reconozco la necesidad de promover a su aprend- zaje por cuanto constituyen, de algn modo, el abec,frecuentemente olvidado, de la filosofa incido sinmayores rodeos sobre el punto en torno al cual se hanencendido todas las disputas y en contra del cual seerigen las negaciones ms terminantes de los adversarios,a saber: el problema de los contrarios.

    Es este un problema que si se quiere comprender ensu profundidad y en todas sus dificultades, exige unaprevia y cuidadosa aclaracin de los trminos. El con-cepto filosfico que como se recordar es un universalconcreto en tanto que concreto lejos de excluir lasdistinciones, las contiene; es Io universal distinto en s,

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    y resultante de aquellas distinciones. As corno los con-ceptos empricos se dividen en clases y en sub-clases, elconcepto filosfico tiene sus formas particulares, perono es un agregado mecnico de estas ltimas, sino msbien su organismo en el cual cada forma se une ntima-mente a las otras y al todo. Por ejemplo, la imaginaciny el intelecto son conceptos filosficos partiulares res-pecto del concepto de espritu o actividad espiritual,pero ellos no son nada fuera del espritu, o por debajode l, sino que ellos son el espritu mismo en sus formasparticulares, y no estn separados el uno del otro comodos entidades que forman cada uno un todo, ajeno eluno del otro, sino que ms bien una penetra en la otray recprocamente, de modo tal que la imaginacin, segnla opinin vulgar, por distinta que sea del intelecto, resultaser el fundamento del intelecto, indispensable para e lmismo.

    Sin embargo, en la investigacin de la realidad nuestropensamiento se halla en presencia no slo de conceptosdistintos, sino tambin de conceptos contrarios, los queno pueden ser identificados con los primeros, y ni siquieraconsiderados como casos especiales de aquellos, es decir,corno una clase de conceptos distintos. Tina cosa es lacategora lgica de la distincin y muy otra la categorade la oposicin. Dos conceptos distintos, como ya se hadicho, se unen entre s, an en su propia distincin; dosconceptos contrarios parecen excluirse: donde apareceuno, el otro desaparece totalmente. Un concepto distintoest pre-supuesto y vive, por decirlo as, en el que lesigue en el orden ideal; un concepto contrario, en cambio,resulta privado de vida por su contrario, a stos parece

    LO V IVO Y L O M U E R TO DE L A FILOS OFA DE HE GE L

    convenirles la sentencia: mors tua, v ita mea. Ejemplosde conceptos distintos son los va mencionados de imagi-nacin e intelecto y muchos otros que podran agregarse,corno ser, derecho, moralidad e infinidad de conceptossemejantes. En lo que respecta a ejemplos de conceptoscontrarios, se los puede extraer de las numerosas asocia-ciones (coppie) de palabras que tanto abundan en nuestrolenguaje y que no constituyen, por cierto, asociacio-nes pacificas y, a m i s t o sa s . S o n, p or e j em p lo , los tr-

    minos antitticos de verdadero y falso; de bien y mal;de bello y feo; de valor y desvalor; de placer y dolor;de actividad y pasividad; de positivo y negativo; de viday muerte; de ser y nada; etctera. No es posible, enton-ces, confundir la serie de los distintos con la serie de loscontrarios, son a todas luces diferentes, como bien puedeadvertirse.

    Ahora bien, si la distincin lejos de impedir la unidadconcreta del concepto filosfico, la hace, por el contra-rio, sumamente posible; no se puede decir lo mismo conrespecto de la categora de la oposicin. Esta ltima daorigen a escisiones profundas en el senO del universalfilosfico y de cada una de sus formas particulares, valedecir, que ocasiona de esta manera la aparicin de dualis-mos insuperables. El pensamiento, en lugar de encontrarlo universal concreto y el tan ansiado organismo de larealidad, parece, en cambio, separado en dos universalesque se oponen y amenazan mutuamente. La filosofa seencuentra, de este modo, ante un impedimento para alcan-zar sus fines, y como toda actividad que no puede logrardar cumplimiento a sus propsitos muestra por esto mismohaberse propuesto finalidades absurdas, la filosofa, toda

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    la filosofa, resultara estar entraablemente amenazada defalibilidad.

    La realidad de esta exigencia ha hecho que el esprituhumano se haya visto permanentemente ocupado en elproblema de los contrarios, an cuando no siempre enforma consciente y explcita. Una de las soluciones, ala que se ha ido apelando en el curso de los siglos, con-siste en excluir, respecto del concepto filosfico, a laoposicin, o dicho de otra manera, en negarle realidada tan peligrosa categora lgica. Los hechos mostraban,en verdad, todo lo contrario, pero se negaban los hechos

    de los dos trminos en cuestin se aceptaba solamenteuno, asignndole al otro, sin ms, el carcter de ilusorio,o lo que viene a ser lo mismo, estableciendo entre ambosuna diferencia puramente cuantitativa. Es ta doctrinalgica de los contrarios se halla en los sistemas filosficostales como: sensualismo, empirismo, materialismo, meca-nicismo, y otros del mismo gnero. En stos, pensamientoy verdad resultan ser, unas veces, una como secrecindel cerebro y otras, una como consecuencia natural dela asociacin de las representaciones y de los hbitos;la virtud viene a ser as, un engaoso espejismo del egos-mo; la belleza, un refinamiento de la sensualidad; y elideal, un indefinible sueo voluptuoso y arbitrario; etc-tera.

    Otra doctrina lgica: la que erige como fundamentalla categora de la oposicin, ha ido desplegando sus fuer-zas, a travs del tiempo, en abierta lucha con la doctrinaanterior, de la cual acabamos de hacer referencia. Setrata de la doctrina que se encuentra en los diversossistemas dualistas, que lejos de acentuar slo uno de loS

    LO V IV O Y L O M U E R TO DE L A EILOSOFA DE HE GE L

    trminos, reactualizan el valor de la antinomia dejadade lado por los primeros afirmando, n o s in c iertonfasis, ambos trminos: el ser y el no ser, el bien y elmal, lo verdadero y lo falso, lo ideal y lo .real, es decir,los trminos correlativos de ambas series de contrarios.Ahora bien, frente al abstracto monismo, la concepcindualista tiene, s in duda, algn valor, por lo menos elvalor polmico en cuanto niega la negacin hecha poraqullos; pero intrnsecamente no satisface ms que laanterior porque- si la primera sacrifica la oposicin enfavor de la unidad, la segunda sacrifica la unidad enfavor de la oposicin.

    Estos sacrificios, sin embargo, resultan imposibles alpensamiento, de suerte que continuamente puede adver-tirse que los defensores de una u otra doctrina seconvierten en modo ms o menos consciente endefensores de la otra. As , los unitaristas introducensubrepticiamente la dualidad de los contrarios, que ellosllaman por metfora dualidad de realidad e ilusin, perosin poder renunciar ni a la una ni a la otra, al extremoque ellos mismos concluyen, a veces, en la afirmacinde que el impulso de la vida reside en la ilusin, y porotra parte, todos los oposicionistas admiten una suertede identificacin o unidad entre los contrarios, que esinaccesible al espritu humano debido a su imperfeccin,pero que es necesaria para pensar adecuadamente larealidad. De esta suerte, unos y otros se enredan encontradicciones y terminan por reconocer su incapacidadpara solucionar el problema planteado, el cual persiste,entonces, como problema; ya que la necesaria ilusin ola necesaria imperfeccin del espritu -h u m a n o n o s o n 19

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    sino palabras a las cuales, a pesar de todos los esfuerzos,no se alcanza a darles significado alguno. Nosotros noconocemos otras ilusiones que las accidentales y relati-vas, que no son sino imperfecciones individuales y rela-tivas. Una realidad fuera de la realidad y un espritufuera del espritu humano no son, en verdad, concebiblesni se los puede tomar como trminos de comparacin.Tanto la realidad como el espritu nos muestran, pues,la unidad y la oposicin; los unitaristas, que afirman laprimera, y los 'oposicionistas que afirman la segunda, soncomo los sistemas filosficos de los cuales deca Leibnizque tienen razn en lo que afirman pero carecen, enabsoluto, de ella con respecto de lo que niegan. Hegelno ha dejado nunca de admirar la resuelta firmeza conque materialistas, sensualistas y monistas de toda clase,afirman la efectiva unidad de lo real: y si bien debidoa las condiciones histricas en que se desarroll su pen-samiento, tuvo menos admiracin por las formas dualis-tas y no dej escapar ocasin de testimoniarles su antipa-ta, no olvid nunca, por otra parte, que la concienciade la oposicin es tan firme y justificada como la dela unidad.

    El caso parece ser, pues, de los ms desesperantes yaque declarar insoluble la cuestin sera una de las formasde solucin en que se podra pensar, si no adviniesela situacin paradojal de que ni bien se piensa en talsolucin se cierra de inmediato el nudo a favor delpensamiento mismo, es decir, de la esperanza en ciertasolucin. E l observador imparcial, pero atento,- de lahistoria de la filosofa ve que a cada una de las afirma-ciones monistas suceden restauraciones dualistas y vice-

    LO V I V O Y L O M UE RTO DE L A FILOSOFA DE HE GE L

    versa; cada una de estas posiciones es impotente parasofocar de modo definitivo a la otra, pero es lo suficiente-mente fuerte como para tenerla temporariamente enjaque. Parecera, ms bien, que el hombre una vez saciadode la uniformidad del monismo se distrae en la variedaddel dualismo y cuando se halla harto de ste vuelve ahundirse en el primero, alternando as con ambos movi-mientos y atemperando prudentemente el uno con elotro. El observador imparcial ante una epidemia de mate-rialismo dice sonriendo: Esperad, pronto vendr elespiritualismo. Y cuando este ultimo celebra sus ma-yores triunfos, sonre del mismo modo y dice: --Espe-rad, ya volver el materialismo. Pero la sonrisa es forza-da y se desvanece rpidamente porque nada hay menosagradable al nimo que estar en constante balanceo, deun extremo al otro, movido por obra de una fuerzaextrafia e indomable.

    Y sin embargo, entre las dificultades que he sealado,habita en el fondo de nuestro nimo la secreta conviccinde que ese dualismo insuperable, ese dilema irreductible,Sea, en ltima instancia, susceptible de superacin yreduccin, vale decir, que el pensamiento de la unidadno sera inconciliable con el de la oposicin, y que stase pueda y se deba pensar en la forma del concepto, quees la suprema unidad. El pensamiento ingenuo (al cualsuele llamrsele no filosfico y quizs fuera mejor deno-minar sumariamente o germinalmente filosfico) no seconturba ante esta dificultad piensa la unidad y conjun-tamente con ella, la oposicin. Su divisa no es el morstua, vita mea, sino la concordia discors. El reconoce quela vida es lucha y no obstante, es armona; que la virtud

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    est en pugna con nosotros y que es, sin embargo, nos-otros mismos; que superada una oposicin, del seno mismode la unidad nace una nueva oposicin, y por consiguiente,una nueva superacin; luego, nueva oposicin y as suce-sivamente; tal pensamiento ingenuo sabe muy bien, porCierto, que en esto justamente consiste la vida. Nada sabede sistemas exclusivos: como la vieja sabidura de losproverbios otorga parte de la razn y parte de la culpa acada uno de los litigantes y nos aconseja mediante obser-vaciones optimistas y pesimistas que se oponen, y sin embargo, se complementan mutuamente. De qu careceel pensamiento ingenuo, o sea, esta filosofa en germen?Implcitamente no carece de nada, y es por eso queentre el humo y la plvora de las batallas que libra laciencia se suspira siempre por el buen sentido, por laverdad que cada uno puede hallar, inmediatamente, ens mismo, sin recurrir a los esfuerzos, a las sutilezas y- alas exageraciones de los filsofos de profesin. Pero elsuspiro es estril; la batalla est empellada y no se puedevolver a Ia paz sino con la victoria. El pensamiento inge-nuo (he aqu su defecto) no es capaz de. fundamentarsus propias afirmaciones: ante cualquier objecin vacila,se confunde, se contradice; sus verdades no se dan cum-plidamente como tales, porque no se hallan coherente-mente relacionadas sino puestas las unas junto a las otras,es decir, en simple yuxtaposicin, con una carencia abso-luta de sistema. Bienvenidas las contradicciones y lasdudas y la conciencia dolorosa de las antinomias; bienve-nida la guerra si ella es necesaria para alcanzar la verdadcompleta y segura de s. Esta verdad, muy diferente ala del pensamiento comn e ingenuo debido a su grado

    LO V W 0 Y L O M UE RTO DE L A FIL OS OFA DE HE GE L

    de elaboracin, no podr, en modo alguno, dejar de sersubstancialmente la misma; y ciertamente es un mal signoque una filosofa se halle en oposicin con la concienciaingenua. Antes bien, ocurre que ante la simple enuncia-cin concluyente de verdades filosficas, cuya elabora-cin ha costado un esfuerzo de siglos, se ve, con frecuen-cia, a las gentes alzar los hombros y observar que tanjactancioso descubrimiento no es sino algo sumamentefcil y por todos conocido. Lo mismo suele ocurrir conlas ms geniales creaciones del arte, las, cuales se desarro-llan con tanta simplicidad y gozan de tal naturalidad quecada 'uno tiene la ilusin de haberias hecho, o por lomenos de poder hacerlas por s mismo.

    As como el pensamiento ingenuo nos da la esperanzay el ndice de una posible conciliacin entre unidad yoposicin, existe otra forma de produccin espiritual, dela cual todos tienen experiencia, 'que puede a su vez serpresentada como modelo aproximado. El 'filsofo tienejunto a l al poeta.- Este tambin busca la verdad, tienesed de realidad, y como el filsofo, repudia las abstrac-ciones arbitrarias porque tiende a lo vivo y a lo concreto;aborrece los inefables freneses de los msticos y de lossentimentales, pues l expresa lo que siente y hace queresuene en nuestros odos en bellas palabras, lmpidas yargentinas. Pero el poeta no est condenado a lo inacce-sible; la realidad, esta realidad concreta, transida de ele-mentos antitticos, es contemplada por el poeta tal cuales, y l nos la brinda vibrante 'de oposiciones, mas nosIa brinda siempre una e indivisa. No podra hacer lomismo el filsofo? No es la filosofa, acaso, un conoci-miento como la poesa? Por qu el concepto filosfico,

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  • B E N E D E E T O C R O C E

    desde todo punto de vista anlogo a la expresin esttica,carecer de la perfeccin que posee esta ultima, es decir,del poder de resumir y representar la unidad en la oposi-cin? Ciertamente, la filosofa es un conocimiento de louniversal, y por esa misma razn es pensamiento; lapoesa es conocimiento de lo individual y por esto intui-cin e imaginacin. Y por qu el universal filosfico nopodr ser, como la expresin esttica, al mismo tiempouno y diverso, concorde y discorde, continuo y discreto,esttico y'dinmico? Por qu razn cuando el esprituse eleva de la contemplacin de lo particular a la con-templacin de lo universal, la realidad perder su carcterms propio? Lo universal no es, acaso, tan vivo en nos-otros corno lo particular?

    He aqu donde Hegel lanza su gr ito de jbilo, su,etireka, gr ito de descubrimiento feliz, su principio desolucin en el problema de los contrarios: principio tansimple y tan elemental que merecera ser comparado conaquellos que simbolizan el huevo de Coln. Los contrariosno son una ilusin, y la unidad tampoco es una ilusin.Los contrarios se oponen entre s, pero no se oponen ala unidad porque la unidad verdadera y concreta no esotra cosa que la unidad, o sntesis de contrarios; no esinmovilidad, es movimiento; no es estatismo sino desen-volvimiento. El concepto filosfico es universal concretoy por tal razn es pensamiento de la realidad tal cuales, una y mltiple, divisa e indivisa. Solamente as laverdad filosfica responde a la verdad potica y sola-mente as, tambin, el r itmo del pensamiento respondeal ritmo de la realidad.

    Esta es, en efecto, la nica solucin posible, pues no24

    LO V I V O Y L O M UE RTO DE L A FILOSOVIA DE I /E CE L

    rechaza las soluciones precedentes que hemos denomi-nado "monismo" y "dualismo de los contrarios", s inoque ms bien las justifica a ambas,' considerndolas ver-dades unilaterales, fragmentos de la verdad, por decirloas, que esperan ser integrados en una tercera verdad,dando lugar a la desaparicin de las tres instancias refe-ridas al operarse la fusin de todas ellas en una nicaverdad. Y la nica verdad es que la unidad no tieneenfrente suyo a la oposicin, s ino que la tiene en smisma, y que sin Oposicin la realidad no .s e r a t a l , p o r -que no sera entonces desenvolvimiento, vida. La unidades lo positivo, la oposicin es lo negativo; pero lo nega-tivo es tambin positivo, es decir, positivo en tanto esnegativo, ya que de no ser as sera imposible comprenderplenamente el sentido de lo positivo. Si la analoga entrepoesa y filosofa no llegase a satisfacer, si el conceptoconcreto que como forma lgica del desenvolvimientocorresponde a la intuicin como forma potica resul-tase poco claro, se podr decir, apelando a las compara-ciones y metforas tomadas, como es habitual, de lasciencias naturales (sacrificando la exactitud de la analogaen favor de lo oportuno de la comparacin) que louniversal concreto, como sntesis de los contrarios, apre-hende la vida y no el cadver de la vida; que nos brindala fisiologa y no la anatoma de lo real.

    Hegel ha elegido el nombre de "dialctica" para sudoctrina de los contrarios, rechazando las otras formulasde la "unidad" y de la "coincidencia de los contrarios"debido a que tales frmulas sirven a engendrar equvocosporque en ellas se pone de relieve la unidad tomadaaisladamente y no en simultaneidad con la oposicin. Los

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  • B E N E D E T T O C R O C E

    dos trminos abstractos, o sea los contrarios tomados ens mismos, en su separacin Mutua, son llamados por l"momentos" usando una imagen extrada de los momen-tos de la palanca, y este nombre es tambin aplicadoal tercer trmino, es decir, a la sntesis. La_ relacin delos dos primeros con el tercero la expresa mediante lapalabra "resolucin" o "superacin" (iluThehung) quesegn Hegel advierte, significa que los dos primeros mo-mentos son negados en cuanto se los considera separa-damente, pero ambos estn conservados en el momentode la sntesis. El segundo trmino, en relacin con el pri-mero, se presenta como la negacin de ste, y el tercero,en relacin con el segundo, se presenta como una nega-cin de la negacin, o sea como una absoluta negatividad,que es pues, afirmacin absoluta. Si por mera comodidadde expresin se aplican los smbolos numricos a esta re-lacin lgica, " la dialctica" acepta ser denominada"triada" o "trinidad", ya que resulta integrada por tres tr-minos; pero Hegel insiste en la necesidad de ponerse enguardia contra este simbolismo numrico cuyo carcterpuramente externo (formal) y arbitrario es impropio eMsuficiente para expresar la verdad especulativa. En efec-to, a decir verdad, en la triada dialctica no se piensantres conceptos, sino uno solo, que es el universal con-creto en su estructura ntima; y por otra parte, como estasntesis slo es posible obtenerla mediante la oposicinprevia de los trminos, si denominamos "intelecto" a laactividad que plantea la oposicin y "razn" a la acti-vidad por cuyo medio se opera la sntesis, resulta enton-ces evidente que el intelecto es necesario a la razn, quepertenece a la naturaleza intrnseca de sta; se dira que es26

    LO V IV O Y L O M U E R TO DE L A FI L OS OFA DE HEGEL

    un momento de la misma, y efectivamente as lo ha con-siderado Hegel en varias oportunidades.

    Quien no acceda a pensar los contrarios de esta manera,no podr hacer afirmacin filosfica alguna que no secontradiga y que no se transforme en su contraria, tal co-mo se ha sealado al hablar de las antinomias del monismoy del dualismo, y como puede verse en la primera triadade la Lgica hegeliana: la triada que encierra en s a todaslas otras y que est constituida, como es sabido, por lostrminos ser, nada, devenir, Qu es el ser sin la nada?, elser puro, indeterminado, incalifieado, indistinto, indefi-nible; el ser entendido universalmente y no tal o cual serparticular? De qu manera se distingue este ser, de lanada?, y por otra parte, qu es la nada sin el ser, la nadaconcebida puramente, la nada en s, sin determinacin nicalificacin alguna, la nada en general y no la nada conrespecto de sta o aqulla cosa particular? Cmo es posi-ble distinguir esta nada, del ser? Quien tome uno solo deestos trminos se encuentra como si tomara simplementeal otro, porque cada uno de ellos cobra sentido nicamen-te en el otro y por el otro. As, quien tome lo verdaderosin lo falso, O el bien sin el mal, hace de lo verdaderoalgo imposible de ser pensado (porque el pensamiento eslucha en contra de lo falso), es decir, lo transforma enalgo no-verdadero; hace del bien algo imposible de serquerido (porque querer el bien es repudiar el mal), o sea,lo convierte en algo no-bueno. Fuera de la sntesis losdos trminos, considerados en abstracto, se confundenentre s y permutan sus papeles; la verdad se halla sloen el tercer trmino; es decir que si aplicamos este mismorazonamiento a la primera triada, antes enunciada, la ver-

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  • B E N E D E T T O C R O C E

    dad se halla entonces en el devenir, el cual por esta raznes, segun l le g a "el primer concepto concreto",

    No obstante, e l error de considerar a los contrariosfuera de la sntesis es repetido con suma frecuencia, yen contra de semejante error, es preciso volver siempre ala polmica que demuestra como se ha venido haciendobasta aqu la imposibilidad de pensar los contrariosabstractivamente, es decir, fuera de la sntesis. Esta po-lmica es la dialctica, que se podra llamar subjetiva onegativa, la cual no debe ser confndida con el contenidoverdadero de la doctrina o sea con la dialctica objetivao positiva, la que aceptara ser llamada tambin doctrinalgica del desenvolvimiento. En la dialctica negativa elresultado no es la sntesis sino la aniquilacin mutua delos dos trminos contrarios, la negacin de uno por elotro y a esto se debe que la terminologa, que hemos pro-curado aclarar anteriormente, adquiera no obstante unsignificado un tanto distinto, como ocurre asimismo conla palabra "dialctica". El intelecto, en tanto no se lo con-sidere va como un momento intrnseco e inseparable de larazn, sino ms bien como afirmacin que pretende valer,por s misma, como verdad ltima de los contrarios, to-mados separadamente, es un intelecto entendido en senti-do peyorativo: es el intelecto abstracto, que resulta ser,de esta manera, el enemigo perpetuo de le especulacinfilosfica; se dira, en ltima instancia, que es la razn mis-ma que frustra su propia misin. "No es culpa del inte-lecto si ste no va ms lejos; sino ms bien es una impoten-cia subjetiva de la razn, que deja a esa determinacinen aquel estado" 2 L a m i s m a t r i a da c e de el l ug ar a una

    2 Wismaschaft der Logi k, m , 48.28

    TO V I V O Y L O M U E R T O D E L A F I LO S O F A D E I I F T . F L

    "tetrada" (tetranidad o unidad a cuatro trminos): ados afirmaciones y a dos negaciones. La razn intervienecomo razn negativa para llevar la confusin al campo delintelecto, y si bien por medio de tal funcin negativa pre-para y hace necesaria la doctrina positiva, ella ni la pro-duce ni la pone en vigencia.

    La confusin entre el aspecto meramente negativo dela dialctica de Elegel y su contenido positivo, ha dadoorigen a una objecin en contra de su doctrina de loscontrarios, objecin que ha venido a convertirse en elcaballo de batalla preferido por los adversarios: un "Bri-gliadoro" o un "Bayardo" a demasiado viejo y desgarbadosobre el cual no se concilie que alguien pueda arriesgarsea cabalgar. Se dice: si el ser y la nada son idnticos (comoElegel lo prueba o cree probar), ,:como pueden constituirel devenir, que segn la teora hegeliana debe ser sntesisde contrarios y no de identidades, ya que es sabido quecon esta ltimas no se puede operar la sntesis? , aqueda a y no llega nunca a ser P e r o el ser es idn-tico a la nada nicamente cuando se los piensa mal,o sea, cuando no son pensados verdadermuente; sloas ocurre que uno sea igual que el otro, no ya comoa , a, sino mas bien como O = O. En el pensamientoque los piensa de verdad ser y nada no son nunca idn-ticos, sino netamentc opuestos, mejor dicho, en luchael uno con el otro; y esta lucha (que es al mismo tiempounin, puesto que dos luchadores deben abrazarse paraluchar) es el devenir, o como concepto agregado a losdos primeros tomados aisladamente, ni tampoco un

    Alusin a los famosos corceles de las cuatro hijos Aymon, en elpoema de Ariosto. (N. del T. ).

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  • 3

    D E N E D E T T O C R O C E

    ple derivado de .a q u l l o s , s i n o u n c o n ce p t o - n ic o que

    tiene fuera de s dos abstracciones, dos espectros de larealidad: el ser y la nada, que considerados abstractiva-mente no estn unidos por la lucha sino por la comn va-cuidad.

    Otra objecin, que se ha credo de xito triunfal, con-siste en advertir que lo universal concreto, por ser sntesisde los contrarios ( lo cual le da su carcter de concreto)no es puramente un concepto lgico debido a que sedice introduce tcitamente un elemento sensible o in-tuitivo y con esto quiere hacerse referencia a la represen-tacin del movimiento y del cambio. Sensible o intui-tiVo?. Esto debiera significar, hablando con la termino-loga de rigor, algo particular, individual, histrico, ycul es, por ventura, el elemento singular, individual, his-trico, que se puede sealar en el concepto hegeliano deIo universal y separar de l, de la misma manera comose lo puede determinar y separar en conceptos empricoscomo encina, ballena o 7- g i m e n f e u d a l ? E l m o v i m ie n t o o

    desenvolvimiento no es algo singular ni contingente, sinoque es un universal; n o t i e n e t a m p oc o n a da de s e ns i b le , es

    pensamiento, concepto, es precisamente el verdadero con-cepto de la realidad y la teora lgica de este concepto esel universal concreto, sntesis de los contrarios. Ahorabien, si la objecin antes enunciada se refiere al carcterdel concepto en la lgica hegeliana, es decir, no como algovaco e indiferente, no corno simple "recipiente" listo pararecibir cualquier contenido, sino la forma ideal de la rea-lidad misma; si la "lgica" debiera ser entendida slo cornouna abstraccin fraguada a despecho de lo real, comouna abstraccin que "se decreta" al modo de las mate-

    LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FILOSOFA DE HE GE L

    mticas y por "intuitivo" al concepto especulativo, stano sera la prueba de un error de Hegel sino ms bien suverdadera gloria: haber destruido aquel falso concepto dela logicidad como abstraccin arbitraria, y por otra 'parte,haberle conferido al concepto lgico su carcter de con-creto, que tambin puede llamarse "intuitivo" para signi-ficar como se ha dicho antes que la Filosofa nace delseno de la divina Poesa, mater pulchra filia pulchrior.

    La filosofa, puesta en relacin y vinculada as a lapoesa, ingresa en ese estado que, en nuestros das, siguien-do la moda de la terminologa nietzscheana se ha dado enllamar "dionislaco" y que es de tal naturaleza que sirvepara espantar a los pensadores tmidos, los cuales sin saber-lo se encuentran, en tanto que filosofan, en esas mismascondiciones. As, nuestro Rosmini frente a la dialctica delser y del no-ser exclamaba horrorizado: "y sin embargo, sifuese tan verdadero como es falso que el ser se pueda ne-gar a s mismo, siempre quedara en pie la pregunta, ques lo que podra determinarlo a negarse a s' mismo?, .,.:qurazn podra darse de tal deseo, inmanente al ser, paranegarse, desconocerse y hacer, en fin, esa loca tentativapor anularse? Pues el sistema de Illegel no hace otra cosaque enloquecer al ser, que introducir la locura en todas lasc. osas. De este modo pretende l darle la vida, el movi-

    miento, el cambio, el devenir. No s que se haya dado nun-ca el caso de otra tentativa para hacer que las cosas todas,que el ser mismo, llegasen a la locura" ProbablementeRosmini no recordaba que esta misma descripcin habasido hecha, claro est, en mejor estilo, por el mismo

    4 Saggio star ica-cr itica sul le aategatie e l a dialettica, oper a pos-turna. (Tormo, 1883), p . 37 1.

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  • R E K E D E T T O C R O C E

    cuando en la Fenomenologa, despus de describir el mo-vimiento de la realidad ese surgir y perecer que, l mis-mo, no nace ni perece nunca conclua en los trminossiguientes: "La verdad es un delirio bquico en el cual nohay componente que no est ebrio; y como cada momen-to, al separarse de los otros, en seguida se disuelve, as,.este delirio es, al mismo tiempo, la ms simple y transpa-rente quietud" 5. L a r e a l i d ad p a r ec e l oc a p or qu e es v id a;

    la filosofa parece loca porque rompe las abstracciones yvive esa vida con el pensamiento. He aqu, pues, unalocura que es la suprema sabidura y los verdaderos locossin metfora son aqullos que deliran con las palabrasvacas de la semiflosofa, tornan los esquemas por la rea-lidad, no alcanzan a elevarse hasta ese cielo donde su ac-tuacin aparece claramente tal cual es y viendo, en cambio,sobre sus cabezas ese cielo inaccesible para ellos, estnsiempre dispuestos a. denominado manicomio. O t r a manifestacin del mismo temor irracional es elgrito de que con tal lgica ( la de Hegel) le es sustradoal hombre la base misma o la regla de su pensamiento: elprincipio de identidad y el de contradiccin, y se dan

    , como pruebas los frecuentes ataques de Hegel en contrade tal principio y su sentencia segun la cual es precisosustituirlo por el principio contrario, o sea, que todo secontradice. Pero las cosas no son exactamente de este mo-do. Hegel no niega el principio de identidad porque deotro modo tendra que admitir, por ejemplo, que su teo-ra lgica fuese verdadera y no-verdadera, verdadera yfalsa al mismo tiempo, que filosficamente, el ser y la

    5 Phnornenologie des Geistes, p. 37,32

    LO V I V O Y L O M U E R T O D E L A F F LO SO E A D E 1-1 E G E L ,

    nada se pudiesen pensar en la sntesis, y tambin cada unopor separado fuera de la sntesis. Toda su polmica, todasu filosofa, no tendra, en ese _caso, el menor significado,no habra sido elaborada seriamente, y sin embargo fciles reconocer que goza de absoluta seriedad. Antes quedestruir el principio de identidad, Hegel lo vigoriza, leda nueva fuerza, lo convierte en lo que debe ser verdade-ramente y no en lo que es para el pensamiento ordinario.En ste, pues, en la semifilosofa, la realidad queda divi-dida en dos partes tal como hemos visto anteriormentey es tan pronto I() uno, tan pronto lo Otro, y en caso de serlo primero no es nunca lo segundo y viceversa; sin em-bargo, pese a este esfuerzo por excluirse recprocamente,lo primero se convierte en lo segundo y ambos se con-funden en la riada. Estas contradicciones, por cierto in-concebibles, Pretenden ser justificadas y an decoradasen v irtud del principio de identidad. Ahora bien, s i sepresta atencin slo a las palabras ele Hegel, se podrdecir que l rehusa creer en el principio de identidad,pero si se cala ms hondo se descubre que Hegel rehusacreer simplemente, en la falsa aplicacin del principio deidentidad en la aplicacin que de ste hacen los abs-tractistas, que retienen la unidad y destruyen la oposicino viceversa es decir, en la aplicacin del principio deidentidad como la ley del intelecto abstracto. La falsa apli-cacin de este principio tiene lugar porque no se quierereconocer que la oposicin o contradiccin no es un de-fecto, ni una mancha, ni un mal que puede ser eliminadodel seno de las cosas, y que no es tampoco un error sub-jetivo, sino que, por el contrario, es el verdadero serde la realidad, que todas las cosas se contradicen en s mis-

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  • B E N E D E T T O C R O C E

    mas, y el pensamiento, por lo tanto, consiste en pensaresta contradiccin inmanente a la realidad. Este descubri-miento sirve para establecer, sobre bases slidas y verdade-ras, el principio de identidad, cuyo triunfo sobre la opo-sicin consiste simplemente en pensarla, vale decir, apre-henderla en su unidad. La oposicin pensada es una opo-sicin superada y tal superacin se efecrna iuStamenteen virtud del principio de identidad; la oposicin ignora-da o la unidad. ignorada es obediencia 'aparente a esteprincipio, pero es, en efecto, su verdadera contradiccin.Entre el modo de pensar de Begel y el modo de pensarvulgar existe la misma diferencia que entre aqul quefrente a un enemigo le presenta batalla y lo vence, y otroque frente al enemigo cierra los .o j o s p a r a n o v e r l o y , c r e -

    yendo haberlo suprimido de este modo, es de inmediatopresa' de l. "El pensamiento especulativo consiste en queste fije la oposicin y que en ella se fi je a s mismo; yno como ocurre en el caso del pensamiento representa-tivo en que ste se deja dominar por la oposicin, y dejaque sta resuelva sus propias determinaciones solamenteen otras o en la nada" 6. L a r e a l i d a d e s n e x o d e c o n t ra r i o s

    y ella no se dispersa ni desintegra a causa de la oposicin:antes bien, se engendra eternamente en y por la oposicin;y no se desintegra ni dispersa tampoco el pensamiento quecomo suprema realidad, realidad de la realidad, aprehendela unidad en la oposicin y la sintetiza lgicamente.

    Como todas las afirmaciones de verdad, la dialcticade Hegel no viene a destronar las verdades precedentes,sino ms bien a confirmarlas y enriquecerlas. El univer-

    Wissens-chaft der Logik, t i, :67-68.34

    LO V IV O V LO M UE RTO DE L A FILOSOFIA DE RE GE L

    sal concreto, unidad en la distincin y en la oposicin,es el verdadero y perfecto principio de identidad, queno deja subsistir separadamente - - n i como compaeroni como rival a aqul de las viejas doctrinas, pues llo ha absorbido en s, transformndolo en su propia sa-via, en su propia sangre.

    35

  • II

    ACLARACIONES CONCERNIENTES A L AHISTORIA D E L A DIALECTICA

    A ciertos historiadores de la filosofa les ha parecidoque todo el problema filosfico se agotaba en el problemade los contrarios, de ah i que, la historia de las diversassoluciones que con respecto de este ltimo se han tentadose la ha hecho coincidir, algunas veces, con la entera his-toria de la filosofa y se ha narrado aqulla en lugar desta. Pero la dialctica, lejos de ser toda la filosofa, no esni siquiera toda la lgica, aun cuando es parte importan-tsima de sta, y por decirlo as, casi su coronamiento.

    La causa de esta confusin est quizs en lo que hemosdicho con anterioridad: a saber, en la ntima ligazn queexiste entre el problema lgico de los contrarios y las gran-des discusiones de monistas y dualistas, de materialistas yde espiritualistas, discusiones que forman la parte princi-pal de los tratados y de las historias de la filosofa, si bienno representan el metido primero y fundamental de s-ta, el cual es indudablemente mejor expresado por el "co-ncete a ti mismo". Pero esta coincidencia, slo aparente,desaparecer ni bien se considere que una cosa es pensarlgicamente y otra construir lgicamente la teora de la

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  • 38

    B E N E D E T T O C R O C E

    lgica; del mismo modo, una cosa es pensar dialctica--mente y otra tener la conciencia lgica del pensamientodialctico. De no ser as la solucin hegeliana habra sidoya bellamente formulada por muchos filsofos que hanpensado, de hecho, dialcticamente la realidad, o por lomenos las veces que la han pensado de esta manera. Sinduda todo problema filosfico tiene presentes los dems,en cada uno de ellos pueden encontrarse implcitos todoslos otros y en las soluciones verdaderas o falsas de uno,las soluciones respectivamente verdaderas o falsas de to-dos los dems. Pero si bien es cierto que no pueden serconsideradas por separado las diferentes historias de losdiversos problemas filosficos particulares, no es me-nos cierto que estos problemas son distintos; es preciso,entonces, no confundir ni mezclar los diferentes miem-bros del organismo si no se quiere perder la idea totaldel mismo.

    Tal es la regla qu debe estar presente siempre en elespritu para delimitar exactamente el campo de la inves-tigacin acerca del desenvolvimiento histrico de la doc-trina dialctica de los contrarios y para sefialar, por consi-guiente, el puesto que le concierne y la originalidad quehay que reconocerle al pensamiento de Flegl. Investiga-cin que, en los lmites precisos que le han sido fijados,no fu seguida quizs del modo ms conveniente; a estose debe que la conviccin de la importancia y veracidad deesta doctrina no haya trascendido a la conciencia generalde los cultores de estudios filosficos y haya faltado enconsecuencia el necesario inters y el criterio director pa-ra- entroncarla en la historia. Lo mejor que a este prop-sito puede advertirse se encuentra en los mismos libros

    LO V IV O Y L O M U E R TO DE r.,,11) Fm o s o F A DE HEGEL

    de Hegel especialmente en su Historia de la Filosofial, yes oportuno resumir brevemente aqu aquellas lneas dis-persas haciendo, cuando sea necesario, algn agregado ycomentario.

    Ha sido Hegel el primero en formular el principio l-gico de la dialctica y del desenvolvimiento? O bien, tu-vo predecesores, y en tal caso cules han sido? Por quformas aproximadas pas este principio antes de alcanzarla perfeccin de que goza en Hegel?

    La doctrina dialctica es obra de un pensamiento ma-duro, fruto de larga incubacin filosfica. En la antige-dad helnica se encuentra en las refutaciones hechas porZenn de Elea acerca de la realidad del movimiento, pri-mera revelacin de las dificultades a que da lugar el con-cepto de los contrarios. El movimiento es el hecho mismodel desarrollo (desenvolvimiento) en la forma que msfcilmente se ofrece a la reflexin; y Zenn, despus dehaber puesto de relieve las dificultades, resuelve la con-tradiccin negando la realidad del movimiento (argumen-tos de la contradiccin entre espacio y tiempo, de la fle-cha, de Aquiles y de la tortuga, etctera); el movimientoes una ilusin de los sentidos; el ser, lo real, es uno e in-mvil. Contrariamente a Zenn, Herclito habla hecho delmovimiento, del devenir, la verdadera realidad. Sus sen-tencias: "el ser y el no-ser son la misma cosa"; "todo es,

    1 Ver tambin l a introduccin histr ica a l a Logi k o Metaphysikde KUNO F i sonno ( 2, e d . 1 1 3 8 5 ) y l a P r o l u si o n e e I n t r od u z i on e a ll e

    lerioni d i filosofia de B. SPAVENTA (Napol i , 1882 reedi t. por Genti lebajo el t tul o de L a fi l . i tal . nene sue relazioni con l a fil . europea,Bari, 1905) po r los antecedentes prximos de l a dialctica hegelianay las diversas fases de su desarrollo, lase de preferencia AL. Scumm,Entwicklungsgeschichle der hegelschen Logi k ( Itegensburg, 1858) ,

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  • y al mismo tiempo, no es"; 'todo transcurre". Sus com-paraciones de las Cosas con un ro; d e l o c o n t r a r i o q u e

    est en su contrario como lo dulce y lo amargo estn enla miel; del arco y de la lira; sus visiones cosmolgicassobre la guerra y la paz; la discordia y la armona, etc-tera,- mues tr an cun profundamente senta Herclito la

    realidad como una constante contradiccin y permanentedesarrollo. Hegel acostumbraba a decir que no haba afir-macin de Herclito que l no hubiese incorporado a supropia Lgica. Pero es preciso hacer notar que, por elhecho mismo de incorporarlas a su doctrina, confiere aestas afirmaciones un ms rico y por lo tanto diverso

    significado que el que tendran por s mismas. Tal comoellas nos han sido transmitidas merecen, sin duda alguna,ser admiradas como una ingenua y lmpida visin de laverdad; mas es preciso no insistir demasiado sobre ello,

    para no exponerse a correr el peligro de cometer una fal-sificacin histrica haciendo de un pre-socrtico un post-kantiano.

    La misma observacin cabe respecto de la dialctica pla-tnica puesta de manifiesto en el Parmnides, el Sofista,el Filebo (dilogos cuya interpretacin y clasificacin his-txica ha motivado bastantes controversias y que Hegelconsideraba como los que contienen lo esencial de la fi-losofa platnica)., o sea, la tentativa de pasar del universalaun abstracto al universal concreto, de poner la forma -especulativa .del concepto como unidad en la diversidad.Las cuestiones all tratadas sobre la unidad y la multipli-cidad, la identidad y la no-identidad, el reposo Y el movi-miento, el nacer y' el morir, .el ser y el no-ser, lo finitoy lo infinito, lo limitado y lo ilimitado, y adems la con-40

    B E , ' N E D E T T O C R O C E LO V IV O Y L O 11, 1 U F A I T O D E L A F I L OS O F IA DE L IE GE L

    clusin del Parmnides: que lo uno es y no es; que es smismo y es otra cosa; que todas las cosas en s, y respectolas unas de las otras, son y no son, aparecen y no apare-cen, etctera; t o d o l o c u al m u es t ra un e sf ue rz o por vencer

    las dificultades, esfuerzo que, por otra parte, no lograalcanzar sino un resultado negativo y que como bien loadverta Hegel, en Platn se encuentra la dialctica pero,de todas maneras, falta an la conciencia plena acerca dela naturaleza de la dialctica. Es no cabe duda unpensamiento especulativo muy superior en valor a las ar-gumentaciones de los sofistas y al lenguaje figurado de losescpticos posteriores, pero no alcanza a ostentar el rangode una verdadera doctrina lgica. En cuanto a Aristtelesse puede decir que su conciencia lgica disiente de suconciencia especulativa: la lgica aristotlica es pura-mente intelectualista; la metafsica se aplica, en cambio,a la investigacin de las categoras. Del mismo modo,apenas s se descubre la exigencia dialctica, o mejor an,la conciencia de la propia incapacidad y de la gravedadde las dificultades en las doctrinas de los gnsticos y deFiln el Judo para quienes la verdadera realidad, el serabsoluto, es considerado inaccesible al pensamiento comoun Dios inefable, impenetrable, como el abismo insonda-ble donde todo es negado; y lo mismo en Piotino paraquien todos los predicados son inadecuados a lo Absolutopues cada uno de ellos expresa slo una determinacin.En el pensamiento de Proclo se desarrolla la idea de latrinidad o de la triada ya indicada por Piaron, y tantoesta idea como el hecho de: concs11,10...,absoluto--e.ome-espritu, constituyen el gran progreso filosfico implcitoen el cristianTs-mo. -

    41

  • Heredero de las tradiciones neoplatnicas y msticas,Nicols de Cusa fu, a principios del Mundo moderno, elpensador que expres ms enrgicamente la necesidad del

    espritu humano de superar los dualismos y las antinomias y elevarse hasta alcanzar aqulla simplicidad donde coin-ciden los contrarios. Es 'Nicols de Gusa el primero enapercibir que esta coincidencia de los contrarios contras-ta con la lgica meramente abstracta de Aristteles, quienconceba la oposicin segn contrariedad como diferen-cia- perfecta 2 ya que no admita que en lo u-No pudiesen

    existir los contrarios y reconoca en cada cosa la priva-cin de la cosa contraria. En contra de esto, el Gusano.sostena que la unidad es anterior a la dualidad, la coin-cidencia de los contrarios es anterior a su escisin; peroes preciso hacer la salvedad de que para l; la conexinde los contrarios, pensada como simple coincidencia, esinaccesible al hombre, sea por la sensibilidad, sea por la

    razn, sea 'por la inteligencia, que son las tres formas delespritu humano; tal conexin queda, entonces, como unsimple lmite; y de Dios, que es la unin de todas las opo-siciones, no hay segn l otro conocimiento posibleque una comprensin incomprensible, una docta igno-rancia 1. Ahora bien, parece ser que este pensamiento asume Unafuncin ms positiva en Giordano Bruno, el cual se pro-clama discpulo- d e l " d i v i no G u sa n o "; B ru no c el eb ra la

    coincidencia de los contrarios como el principio ms ex-celente de una filosofa olvidada y que es menester resu-

    2 ' H lvturVitr ic; low'b 8LetepoQicl tam o.; Metaphys 1 0 5 5 b .1-1 Sobre el Gusano, vase FIORENTINO, 11 ri,corgimento filoso filo

    Quattracento (Napol , 1895) , cap. H.42

    B E N E D E T T O C R O C E LO V I V O Y L O M U E R TO DE L A FILOSOBA DE HE GE L

    citar. Este hace una elocuente descripcin de la unifica-cin de los contrarios, verbigracia: del crculo mximy la lnea recta, del ngulo agudo V el obtuso, del calory el fro, de la corrupcin y la generacin, del amor yel odio, del veneno y el antdoto, de lo esfrico y lo plano,de lo cncavo y lo convexo, de la ira y la templanza, dela humildad y la soberbia, de la avaricia y la generosidad.Hay como un eco del Gusano en sus clebres palabras:"quien quiera conocer los secretos ms entraables de lanaturaleza, considere y contemple en torno a lo mnimo ya lo mximo de los contrarios y opuestos. Profunda ma-gia es la de saber extraer el contrario luego de haberhallado el punto de unin. A esto tenda con su pensa-miento el pobre Aristteles al establecer la privacin (pri-vatio), la cual lleva aparejada una cierta disposicin (con-[litio) como generadora, origen y madre de la forma;mas no ha podido lograrlo. Y no ha podido lograrlo por-que, detenindose en el gnero ( genus ) de la oposicin,qued trabado de tal suerte que no descendiendo a laespecie (specier) de la contrariedad ( contrarietas), no lle-g ni ,alcanz a ver el fin, del cual se desvi rpidamente,diciendo que los contrarios no pueden convenir actual-mente en un mismo sujeto". En su intuicin naturalsticael principio de la coincidcncia de los contrarios llega aconstituirse como un principio esttico de contempla-cin: "nosotros nos deleitamos con el color pero no conuno determinado, cualquiera que ste sea, sino ms biencon uno que implique todos los colores. Nos deleitamoscon la voz, mas no con una voz Singular, sino con unaque es el resultado de la armona de muchas voces en ella .implcitas. Nos deleitamos 'en un objeto sensible, pero ma-

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    B I 2 N E D E T T O C R O C E

    yormente en aqul que contiene en si todos los objetossensibles; de la misma manera nos deleitamos en un inte-ligible que contenga todo lo inteligible; en un objeto cuyacomprensin abarque todo lo que se pueda comprender;en un ente que lo contenga todo, y mayormente en aquelUNO que es el todo mismo" 4. E s t o n o e s u n a l i m i t a c i n

    sino una potencia del espritu humano, y sin embargo noes todava una potencia rigurosamente lgica; le falta sujustificacin en una doctrina del concepto.

    Tambin en el philosophus theutonicus, jacobome, se afirma decididamente la unidad de los contrarios:l plantea dice Hegel con todo rigor las situacionesantitticas, mas no se deja nunca encadenar por esta ri-gidez y establece de inmediato la unidad. Para Bihtne elS es incognoscible sin el No; lo Uno, Dios, es en s in-cognoscible y para que sea conocido es menester que sedistinga, que el Padre se desdoble en el Hijo. Mame vela triada en todas las cosas y profundiza en el significadode la trinidad cristiana, pero no alcanza a dar a sus pensa-mientos la forma apropiada.

    La filosofa de los siglos xvit y xvm que se desarrollbajo la influencia de la concepcin matemtica de la na-turaleza, no fu capaz tampoco de plantear el problemaen los trminos rigurosos exigibles a un pensamiento quese precie de tal. Para Descartes, pensamiento (cogitatio)y extensin (estensio) se unen en Dios de una maneraincomprensible; para Spinoza se unen en la Sustancia, y el"modo" que es el tercer trmino despus de la sustancia yel atributo, no da lugar a la sntesis dialctica; el pensa-

    4 D e l a causa pr incipio e uno, dial . y ( ver DiainghiGentile, Ear l , Laterza, 1907, pp. 255-257.

    L o V I Y 0 Y L O M UE RTO DE L A FILOSOFIA DE HE GE L

    miento de Leibniz naufraga en torno al problema del Maly concluye en un optimismo, por cierto, poco filosfico;la filosofa popular del siglo XVIII resuelve todas las ant-tesis en Dios, que resulta ser as un complejo de contra-dicciones, el problema de los problemas. Apenas en algu-nos pensadores solitarios aparecen indicios y grmenes dela solucin dialctica, corno en el philosoplaus italicus,Giambartista Vico, quien no slo piensa, de hecho, dialc-ticamente acerca de la vida y de la historia, sino que tienetambin una profunda aversin por la lgica aristotlicay por la lgica que informa la matemtica y la fsica car-tesianas. Por una parte, Vico da las bases para una lgicade la imaginacin (lgica potica) y de la historia (lgicade los hechos); y por otra, le asigna verdadera importan-cia a la lgica inductiva de la observacin y de la expe-rimentacin, considerndola como anticipo -d e u n a l g i c ams concreta.

    Otro pensador solitario, que ofrece cierta afinidad conVico en muchos aspectos: Juan Jorge Hamann (un hom-bre, deca jacobi, en el cual se reunan, en alto grado,todos los extremos) se mostr, desde su juventud, in-satisfecho de los principios de identidad y sazn sufi-ciente y atrado, en cambio, por el de la coincidentiaoppositorum.

    Este principio, lo encuentra Hamann ya formulado enla obra de Bruno: De Tr iplic i Minintuet Mensura, y lotuvo "durante aflos en la mente sin poder ,olvidarlo nicomprenderlo"; no obstante le pareca "la nica razn su-ficiente de todas las contradicciones y el verdadero mediopara su solucin y allanamiento", que habra servido a lavez para poner trmino a todas las disputas de los abs-

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  • R E Y-L O MO CROCE

    tractistas E l inters que despert este principio se trans-mite desde Hamann a jacobi, quien divulg aquellos pa-sajes de la obra de Bruno en los cuales iba enunciado;pero jacobi con su teora del saber inmediato, al mismotiempo que tornaba conscientes los obstculos en los quehaba de tropezar, se hunda en la imposibilidad de su-perarlos por medio de un pensamiento lgico.

    De aqu que, para llegar al planteamiento verdadera-mente lgico del problema de los contrarios y eludir,al mismo tiempo, la solucin mstica y agnstica (queno era, pues, solucin) haya sido menester que se cum-pliese la revolucin kantiana, y aquel Kant cuya Cr-tica de la Razn Pura le pareca a Hamann de un- valormuy inferior al simple enunciado de Bruno acerca delprincipium coincidentiae oppositorunt fn, en cambio,precisamente por aquella Crtica, el padre verdadero dela nueva coincidencia de los contrarios, de la nueva dia-lctica, o sea de la doctrina lgica de la dialctica.

    Es verdad que Kant, lo mismo que sus precursores msimnediatos, desde Descartes a Leibniz y a Hume, se ha-llaba bajo la influencia del intelectualismo dominantey del ideal de la ciencia matemtica de la naturaleza, deah su agnosticismo, el fantasma de la cosa en s, la abstrac-cin del imperativo categrico, el respeto haca la lgicatradicional. Pero, al mismo tiempo, l sostiene y hacems eficaz la diferencia entre intelecto y razn, as comopreconiza, en la Crtica del Juicio, un modo de pensarla realidad que ya no es aqul meramente mecnico y queno es tampoco la externa finalidad del siglo dieciocho,sino que es su finalidad interna por cuanto vislumbra,

    5 Sobre Hamarm, ver HZGEL, Ve r m r h e S c h t i f t e a , i, 3 6 . 7 , 8 7 - 8 .

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    LO V I V O Y .L O M U E RT O D E LA F I LO S OF A DE HEGLL

    ms all del concepto abstracto, a la idea. Es ms, Kantcon las "antinomias", establecidas claramente por l, abreun nuevo horizonte para el problema de los contrariosantinomias que si bien aparecen como insolubles, al es-pritu humano, ste no puede menos que aprehenderlas,y en modo necesario. Pero lo ms importante, aqulloque constituye su verdadera gloria, es que Kant descubrela sntesis a Priori; la cual,. qu otra cosa puede ser co-mo notaba Hegel sino "una sntesis originaria de con-.trarios" Esta sntesis no adquiere en Kant todo su valor,no se. desarrolla en la triada dialctica; pero una vez des-cubierta no poda tardar en manifestar toda la riquezaque en si guardaba. La sntesis a priori hace surgir, juntoa la vieja lgica, la lgica trascendental en cierto modoparalela a la primera pero que debe terminar por absor-berla. Kant ha dado tambin gran relieve a la forma dela triplicidad, utilizada, aun de una manera ms bienextrnseca pero con insistencia y con el presentimiento,por as decirlo, de prximos y mejores destinos.

    Resulta evidente, pues, la tarea que esperaba a la filo-sofa despus de Kant: desarrollar la sntesis a priori; crearla nueva lgica filosfica; resolver el problema de los con,trarios, suprimiendo los - dualismos no debilitados, antesbien, fortalecidos por Kant. Ahora bien, en Fichte cuyopensamiento no ofrece mayor riqueza que el de Kanttodo llega a ser ms simple y ms transparente, y ancuando la cosa en s es negada, el concepto del yo con-serva todava un sentido exclusivamente subjetivo y noefecta la verdadera unidad de sujeto y objeto, de suerteque Fichte no llega a. justificar la naturaleza frente alespritu y termina, como Kant, en el abstractismo moral

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    B E N E D E T T O C R O C E,y en la fe. Pero la idea de una nueva lgica se perfila me-jor; tanto que la filosofa es concebida, desde entonces,como doctrina de la ciencia; y la forma de la triplicidadtoma una posicin dominante y se presenta como tesis,anttesis y sntesis. Schelling da todava un paso ms yllega a la conviccin de que no se puede filosofar sinocon el principio de la identidad de los contrarios; que lconcibe como absoluto. Pero para Schelling, lo absolutoes indiferencia de sujeto y objeto, con las diferencias pu-ramente cuantitativas; no es todava sujeto y espritu. Ysu teora del conocimiento est privada de lgica porquepara l el instrumento de la filosofa es la contemplacinesttica. Tal es el defecto que Schelling no ha podido nun-ca salvar y cuyas consecuencias fueron tan 'graves que die-.ron lugar a lo que se ha dado en llamar su segunda ma-nera: la metafsica de lo irracional.

    Hegel, como es sabido, aparece en el mundo filosficoms tarde que su joven contemporneo Schelling del cualse lo puede llamar, en cierto sentido, discpulo. Pero loque para Schelling constituye el punto de llegada, paraHegel fu un mero punto de trnsito; aqulla que paraSchelling fu una etapa final, a partir de la cual comien-za su decaimiento, fn, en cambio, para Hegel una sim-ple etapa de juventud. Tambin Hegel, por algn tiempo,no conocera otro instrumento de la filosofa que la con-templacin esttica, la intuicin corno intuicin intelec-tual, ni otro sistema filosfico que la obra de arte; tam-bin l en el primer esbozo que de su sistema se con-serva haca culminar el desenvolvimiento espiritual noen la filosofa sino en la religin.

    Pero el profundo espritu crtico de flegel lo condujo,

    LO v r v o L O M UE RTO DE L A FILOSORA DE ITEGEL

    poco a poco, hacia el reconocimiento de que la 'filosofano puede tener otra forma que la del pensamiento, en-tendido ciertamente en su diferencia peculiar con res-pecto de la fantasa y de la intuicin. Por cierto, que nose trata aqu del antiguo pensamiento lgico-naturalistico:despus de Kant, Fichte y Schelling tal cosa no era ya ad-misible pues el intelectualismo de los dos siglos anterioreshaba sido herido de muerte. Estamos aqu ante la exigen-cia de una forma lgica que sirviese, al mismo tiempo, paraconservar y reforzar las conquistas ms recientes de lafilosofa; una forma lgica que aprehendiese la realidadntegramente. Todo coincida en Hegel para orientar-lo pos esta ruta y hacia aquella finalidad: su admira-cin por la armona del mundo helnico; su participacinen el movimiento romntico, tan rico en anttesis; sus es-tudios teolgicos que le hacan concebir que la idea cris-tiana de la trinidad, extremada o vaca de sentido por elracionalismo protestante, deba hallar refugio y signifi-cado verdadero en la nueva filosofa; sus estudios especu-lativos en torno a la sntesis y a las antinomias kantianas

    Con la aparicin de la Fenomenologa del espritu(1807) nace un Hegel desligado de las corrientes filos-ficas a las cuales haba estado adherido hasta entonces ysurge a la luz su principio de resolucin del problema delos contrarios: no ms simple coincidencia en un tercertrmino ignoto o impensable, no ms unidad inmvil, noms intuicin schellingiana; sino unidad y diversidad a lavez, movimiento y dialctica. El prlogo a la Fenome-nologa ha sido definido como "el adis de Hegel al ro-manticismo"; pero la verdad es que el romanticismo fusalvado por la filbsofa, gracias a aquella separacin. Slo

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    I E N E D E T T O C R O C E

    un romntico que hubiese superado, en cierto sentido, alromanticismo poda obtener de ste el fruto filosfico.

    La lgica de la dialctica es, por consiguiente, un ver-dadero descubrimiento de Hegel comparativamente tan-to respecto de sus precursores ms remotos como de lospensadores que le son ms prximos; y en calidad deprueba relativa a este aserto basta observar la conductade Hegel a propsito de estos ltimos. E l pensamientokantiano, del cual reneg Fichte, habra sido objeto tam-bin de la ms severa refutacin por parte de Hegel, y sinembargo su filosofa no ofreca los elementos necesariospara su cabal comprensin y en consecuencia, para podersometerla a una verdadera crtica. Pero Hegel, que com-bati de manera definitiva las tendencias y aspectos err-neos de la filosofa kantiana y todas las antiguallas questa arrastraba detrs suyo, supo tambin poner en clarotodo lo que ella ofreca de verdaderamente nuevo y fe-cundo al extremo de que se ha podido decir que nadieha entendido a Kant, excepto Hegel 6. Schelling permaneci siempre sordo y hostil a la con-cepcin de su ex-amigo y durante sus ltimos cincuentaaos contrapone obstinadamente su propia teora enveje-cida y decadente a la de Hegel y en algunas oportunidades

    '3 "For my part, I have to declare that, so far as it has been given

    me to see, I have no evidenee that any man has thomughly understoodKant except Hegel , or that this later himself rernains aught else thena problem whose solution has been armgated, but nevar effectuatecl".(Por m i par te, debo declarar que, en l o que me ha sido posible co-nocer, no tengo i dea de que alguien haya entendido completamentea Kant , excepto Hegel , l o cual quiere deci r que este l timo consti-tuye, entonces, algo ms que un problema cuya solucin ha sido tan-tas veces ar r ogada, per o nunca efectuada) . ( j . U . ST/RIANC., T heseeret of Heged, Londres, 1865, t, 14) .

    LO VIVO Y LO MUERTO DE LA FILOSOFA DE HEGEL

    como en el clebre prlogo a los Fragmentos de Con-sin refutando violentamente la filosofa de M . O selamentaba, al mismo tiempo, de haber sido despojado,

    sin alcanzar ~ e a a formular de un modo claro enqu consista e l hur to cometido n i dnde resida e lerror. Hegel, en cambio, continu venerando en Schel-ling al "padre de la nueva filosofa"; reconoca la lumino-sidad dialctica que haba en l y no ha eludido nuncamostrar claramente las virtudes y defectos del pensa-miento schellingiano. Si la prueba" de la superioridad deun punto de vista es tal porque comprende en s puntosde vista inferiores; si la prueba de la verdad de una doc-trina reside en la justificacin que sta puede proporcio-nar, de las verdades descubiertas por otras y en la expli-cacin de sus errores, entonces puede afirmarse que se-mejante prueba no falta, en absoluto, en la doctrina deHegel. Kant no se comprendi plenamente a s mismo yl ha cado en los brazos de los neo-crticos quienes desu lgica trascendental han pasado a la lgica meramentenaturalista; Schelling no se comprendi tampoco a. s mis-mo,.plenamente, y concluy en el segundo Sehelling, porcierto con muy poca gloria para l. Pero para Hegel, unoy otro, terminaban por Unificarse en su poderosa menteya. que ste no era sino el hijo espiritual de aqullos: fi nms digno que el de servir a la mera ejercitacin de losdiscpulos o el de. sobrevivir en el desconocimiento des mismo.

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  • IIIL A DIALECTICA Y L A CONCEPCION DE L A

    REALIDAD

    Pensar dialcticamente y pensar la teora lgica de ladialctica son, pues, dos actos mentales distintos. Peropor otra parte, es evidente que la segunda manera de pen-sar refuerza a la primera, dndole conciencia de s mismay liberndola de los obstculos que nacen de las falsasideas acerca de la naturaleza de la verdad filosfica. Es aeste respecto justamente que cobra mayor significado laaparicin de Hegel, que fu no slo el gran terico deaquella manera de pensar sino tambin el ms grande pen-sador realmente dialctico que haya tenido la historia dela filosofa. La concepcin ordinaria de la realidad, tra-tada por l dialcticamente, se modifica en la mayor partede sus puntos y cambia totalmente de aspecto. Todas lasdualidades, todas las escisiones, todos los biatw y, por asdecirlo, todos los desgarramientos y las heridas que padecela realidad por obra del intelecto abstracto, desaparecen,se cierran, cicatrizan y se obtiene una unidad compactagediegene Einheit): se restablece la coherencia interna

    del organismo y por dentro la sangre y la vida circulande nuevo.

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  • 54

    B E N E D E T T O C R O C E

    Es menester notar, ante todo, la desaparicin de unaserie de dualismos entre trminos falsamente contrariosy falsamente distintos, trminos que no pueden ser pen-sados ni como elementos constitutivos del concepto entanto que universal, ni corno sus- formas particulares, porla sencilla razn que, tal como son formulados, dichospseudo-contrarios o pseudo-distintos no tienen verdaderaexistencia. Hegel, al mismo tiempo que los somete a la cr-tica, indica aqu y all las diferencias que presentanrespecto de los verdaderos distintos y contrarios, y de-muestra con todo rigor cmo ellos tienen origen en lasfantasmagoras de la abstraccin. Son dualidades de tr-minos que nacen de las ciencias empricas, de la concien-cia perceptiva y legisladora, en una palabra, de las cien-cias de los fenmenos; stas, justamente, por aplicarse alos fenmenos, cuando tratan de elevarse a lo universal seven obligadas a dividir la realidad en apariencia y esencia,externo e interno, accidentes y sustancia, manifestacin yfuerza, finito e infinito, pluralidad y unidad, sensible ysuprasensible, materia y espritu, y muchos otros trminosanlogos. Si estos trminos fuesen verdaderos distintos (osea que designan verdaderos distintos en la realidad) da-ran lugar al problema de la conexin de los distintos en elconcepto concreto. Si fuesen 'verdaderos contrarios ( osea que se refieren a cosas verdadera y realmente opues-tas) 1 ellos daran lugar al problema de la sntesis de loscontrarios; pero como no son tales, corno toman la meraapariencia de distintos y contrarios merced a la arbitraria

    1 E s ta res erv a y o t ra s s imi l ares s on oportunas d e b i d o a l as d i fc -,re m a s l e s i gni fi c ado q u e es tos t rm i nos h a n t e n i d o e n e l l enguaj e

    fi losfico.

    L o V IV O Y L O M U E R TO /. I L A F I L O S-0 1 4 A D E R E C E !,

    abstraccin de los empiristas, naturalistas y matemticos,su crtica llevada a cabo por una dialctica negativa secumple segn un proceso absolutamente otro que el querige en la dialctica positiva.

    Ellos son en realidad impensables y toda tentativa desuperar la dualidad adhirindose a uno u otro d los tr-minos, tal cual son en la distincin, acaba por convertirseirremediablemente en su contraria. El materialismo con-serva el fenmeno, la materia, lo linito; lo sensible, loexterno, etctera; pero como este trmino es de tal na-turaleza que reclama su respec2_ :ontrar io, he aqu quede este finito surgir lo infinito, que asumir la formade un infinito cuantitativo, vale decir, de un firdto delcual nace otro finito y as sucesivamente al infinito, peroesto constituye lo que Hegel.liama la falsa o imperfectanocin de infinitud. El supra-naturalismo conserva al otrotrmino como la nica realidad; pero la esencia' sin laapariencia, lo interno sin lo externo, lo infinito s in lofinito, etctera, resultan algo impenetrable e incognosci-ble y .s u r ge e n to nc es la cosa en s, que ms bien deba

    llamarse la vacuidad ensi: el gran. misterio dice Hegelque es, sin embargo, la cosa ms fcil de conocer, pueslejos de estar fuera del pensamiento es un producto delmismo, es producto de un pensamiento que a fuerza deelevarse hasta la abstraccin ms pura, termina por tomarcomo objeto a la vaca identidad de s mismo. La cosa ens en razn de su nulidad no deja subsistir corno real ycognoscible nada ms que a lo fenomnico, lo finito, loexterior; y esto slo en tanto que fenomnico, finito yexterno.

    La correccin positiva est dada por el concepto con-55

  • 1B E N E D E T T O R O C E

    creto, en virtud de los caracteres propios del conceptohegeliano que lo diferencian de las abstracciones natu-ralisticas y matemticas. Lo real no es tu uno n i otro

    trmino considerados separadamente, ni siquiera la sumade ambos; lo real es el concepto concreto que llena la va-cuidad de la cosa en s y suprime las distancias que media-ban entre esta y el fenmeno. Es lo absoluto, no ya comoparalelismo o indiferencia de atributos, sino como realcey nuevo significado de uno de los trminos, el cual ab-sorbe al otro y lo funde en s gracias a esta nueva signi-ficacin. De esta manera, la sustancia deviene sujeto, loabsoluto se determina como espritu e idea: el materialis-mo queda relegado. As tambin, la realidad no es ya con-cebida como una interioridad correlativa a una exteriori-dad; la naturaleza segn expresin de Goethe que Hegelacepta y hace suya no tiene ncleo ni corteza, toda ellaes una; pero la unidad no est ms all de la multiplicidadsino que est ms bien en la multiplicidad; el espritu noest ms all del .cuerpo, est en el cuerpo: el suprana-turalismo, pues, queda tambin relegado

    A esta destruccin de los falsos distintos y falsos con-trarios que pueden ser todos resumidos y representadosen la dualidad de esencia y apariencia se une la manerapropiamente dialctica (de una dialctica positiva) detratar los verdaderos contrarios, los cuales pueden ser re-sumidos y representados en la dualidad y antinomia delser y del no-ser. Es ste un dualismo fundado sobre laoposicin real, pues de otra manera no sera posible el ad-venimiento en el espritu de la negacin de la presen-

    2 P a ra l a c r t i c a d e ebtos c onc eptos v e r espec ialmente l a d o c t ri -na d e l a E-encia, que c ons ti tuy e l a p a rte i r de l a Lgi c a.

    LO V I V O Y L O M UE RTO DE L A FILOSOFA DE ILEGEL

    cia del mal, de lo falso, de lo feo, de lo irracional, dela muerte, y el contraste de todos estos trminos con elbien, con lo verdadero, con lo bello; c o n l o r a c i o n a l ,con la vida.

    Hegel tampoco nos habla de semejante negacin, sinoque en virtud de su doctrina lgica que hace del pensa-miento de los contrarios la concepcin misma de la reali-dad como desarrollo constante, no puede considerar altrmino negativo, al no-ser, como algo que est frenteal otro trmino, frente al ser, impasible y desligado ab-solutamente. Si el trmino negativo no existiese, no ha-bra desarrollo y la realidad toda, y con ella el trminopositivo, se hundira. La instancia negativa es, por decirloas, el resorte impulsor del desarrollo; la oposicin es elalma misma de la realidad. La total ausencia de contactocon el error no es pensamiento y no es verdad, por elcontrario, es ausencia de pensamiento y por lo tantoausencia de la verdad. La inocencia no es una nota ocarcter de la accin, sino de la inactividad, del no-hacer;quien obra, peca; quien obra est en lucha con el mal.La felicidad verdadera, la felicidad humana, o mejor dichoviril, no consiste en la beatitud del que desconoce eldolor, no consiste en esa beatitud prxima a la fatuidady a la imbecilidad. Las condiciones necesarias para unabeatitud semejante no se encuentran en parte alguna dela historia del mundo, la cual dice Hegel all dondese muestra exenta de lucha, "no nos brinda otra cosaque pginas en blanco".

    Si esto es verdad --como parece serio, ya que lo mues-tran la general y asimismo profunda conviccin humana,expresada en tantos aforismos que a veces semejan frases

    $7

  • B E N E D E T T O C R O C E

    del mismo Hegel el nexo entre lo ideal y lo real, entrelo racional y lo real, no puede ser entendido en el sentidoque estos trminos tienen en la filosofa escolstica, asaber como simple contraste entre un racional que noes real, y un real que no es racional. Todo lo que es reales racional y todo lo que es racional es 'Tala. La idea yel hecho son una misma cosa. Por ejemplo: a qu llama-mos racional en el dominio del pensamiento cientfico?Pues al pensamiento mismo; un pensamiento irracionalno es pensamiento, es irreal como pensamiento. A qullamamos racional en el dominio de la produccin arts-tica? Pues a la obra de arte misma; una obra que prenten-da ser artstica si es fea no es obra artstica, no es una"realidad" artstica que goce de la "nota" de la fealdad,es simplemente una irrealidad artstica. Lo que se deno-mina irracional es entonces lo irreal, lo que no puedeconsiderarse como una clase o especie de objetos reales.Sin duda alguna, lo irreal tiene tambin su realidad perosta es la realidad de la irrealidad; la realidad del no-seren la triada dialctica, de la nada que es no lo real sinoel estmulo de lo real, el resorte mismo del desenvolvi-miento.

    Aqullos que basndose sobre la doctrina que acaba-mos de exponer, segn la cual se identifica lo racionalcon lo real, al hablar de optimismo en la concepcinhegeliana de la realidad y de la vida se han equivocadogroseramente. Hegel no borra n i prtende ocultar laexistencia del mal, de lo feo, de lo falso, de lo vano;nada sera ms extrao a su concepcin dramtica, yen cierto sentido, trgica de la realidad. Hegel mas bien

    3 Prlogo a l a Filosofa del Derecho y cfr . Ende' . 6.58

    LO V I V O Y L O M UE RTO DE L A FILOSOFA DE HE CE L

    quiere comprender la funcin del mal y del error, ycomprender esta funcin no es negarlos en tanto queson el mal y el error, sino ms bien afirmarlos comotales; no es cerrar los ojos frente al triste espectculo ocubrirlo con un manto de pueriles justificaciones fina-listas (de una teleologa simplemente externa) como seacostumbraba hacer en el siglo XVIII (Bernardin de SaintFierre, por ejemplo). Pero lo que es menester reconocercorno exacto en la afirmacin respecto del pretendidooptimismo de Hegel es que de l no puede decirse quesea un pesimista, pues el pesimismo es la negacin deltrmino positivo en la diada de los contrarios, del mismomodo corno e l optimismo es la negacin del trminonegativo; y por otra parte, ha habido alguna vez, oexiste la posibilidad de que haya pesimistas u optimistasconsecuentes? No; tanto corno no ha habido monistaso dualistas consecuentes. Todo optimista tiene siempreun lado pesimista; del mismo modo, todo pesimista sugie-re un procedimiento para liberarse del mal y del error,vale decir que conserva an cierta dosis de optimismo.Bien y mal son trminos contrarios y correlativos; laafirmacin de uno de ellos remite, sin ms a la afirmacindel otro-. Hegel, que no slo niega ambos sino que losconserva en la sntesis dialctica est, por cierto, msall del optimismo y del pesimismo, est en las alturasde ese Olimpo filosfico donde no se llora n i se r eporque risa y llanto resultan simples objetos en presencia.del espritu, y su propia agitacin es all superada por la

    serenidad del pensamiento como lo est ya por la concre-ticidad de la vida.

    El hecho, la realidad, es siempre racional e ideal; es59

  • 60

    B E N E D E T T O C R O C E

    siempre verdad, sabidura y bondad moral. Pero esto bienentendido, ,s i e m p re q u e s e t ra te de un hecho que sea

    verdaderamente tal, de la realidad que sea verdadera-mente realidad. Lo que es ilgico, insensato, feo, torpe,caprichoso, no es un hecho sino la ausencia del hecho,lo vaco, el no-ser; es, a lo sumo, la exigencia de serverdadero, es el estmulo de la realidad, pero no larealidad. Hegel no ha soado nunca en aceptar y justi-ficar como hecho, aquello que es absurdo o defectuoso;es acaso una justificacin considerarlo, como l lo con-sidera, irrealidad y vacuidad? La naturaleza, segn elantiguo refrn, tiene horror al vaco, pero quien tieneciertamente horror al vaco es el hombre, porque elvaco es la muerte de su actividad, es decir, de su serde hombre.

    Pero, si en la filosofa de Hegel no se encuentra lajustificacin del mal sino ms bien y nicamente la de sufuncin, no hay que olvidar que Hegel no ces nuncade prevenimos en contra de la facilidad y superficialidadcon las. cuales se acostumbra a afirmar como irracionalaquello que ha sido NT es efectivamente, y que justamentepor su efectividad no puede ser considerado irracional.Hegel es el gran enemigo de los descontentos de la vida,de las almas sensibles, de los perpetuos declamadores yagitadores que se erigen corno tales en nombre de larazn y de la virtud; es enemigo del faustismo (parabuscar un ejemplo histrico concreto) que proclama grisla teora y verde al rbol de la vida, que se rebela contralas leyes de la costumbre y de la existencia, que despreciala verdad y la ciencia v que en lugar de ser posedo porel espritu celeste, cae en las garras del espritu terrestre:

    LO V I V O Y L O M UE RTO DE L A