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    Investigaciones Regionales. 1 Pginas 9 a 32

    Seccin ARTCULOS

    Del distrito industrial marshalliano a lateora del distrito contempornea.Una breve reconstruccin crtica

    Giacomo Becattini1

    RESUMEN: El artculo reconstruye ante todo la gnesis histrica del concepto del

    distrito industrial concentrndose en el pensamiento de un autor, Alfred Marshall, alque se puede considerar su formulador. Se muestra como el concepto tiene su origende la feliz confluencia de la atenta observacin de la realidad industrial contempor-nea, sobre todo britnica, con un intento por dar respuesta a las dificultades de la teo-ra clsica y, al mismo tiempo, responden al desafo de la lucha de clases (por ejem-plo, naciones econmicas).Las condiciones econmicas que haban impulsado el desarrollo de los distritos in-dustriales britnicos se repiten, grosso modo, en la Italia de la segunda posguerra. Al-gunos estudiosos han analizado sin prejuicios la industrializacin ligera de determi-nadas regiones en Italia y, volviendo al pensamiento de Marshall, han redescubiertoel fenmeno de los distritos industriales. De ah nace una abundante literatura quemuy pronto supera las fronteras italianas. Algunos de estos estudios internacionales,en particular los realizados por expertos espaoles, se cita brevemente. El texto exa-mina el nexo distrito-made in Italy como clave que explica las ventajas competitivasdel producto italiano en muchos sectores (por ejemplo, el textil-moda, calzado, mue-bles, etc.). Por ltimo, en una tercera parte el documento examina algunos nuevos es-tudios sobre el distrito industrial en Italia.

    Clasificacin JEL: B31, L11, R11.

    Palabras Clave: Distrito industrial, desarrollo local, historia econmica.

    ABSTRACT: As a departing point, the paper presents the historical genesis of theconcept of industrial district focusing on the scientific views of the pioneer of this

    1 Estoy muy agradecido a diferentes colegas y amigos, sobre todo a N. Bellanca, M. Bellandi, P. Groene-wegen, T. Raffaelli, G. Dei Ottati y F. Sforzi por sus tiles comentarios, pero esto no comporta, evidente-mente, ninguna responsabilidad por su parte respecto a la utilizacin que yo haga de sus observaciones.Traduccin a la lengua castellana a cargo de Mariano Solivellas. Revisin a cargo de Joan Trulln.

    Recibido: 8 de abril de 2002 / Aceptado: 19 de julio de 2002

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    field, Alfred Marshall. The concept has its origins in the observation of the current in-dustrial reality, mainly of the British one. The purpose is to give an explanation to the

    difficulties of the classic theory and to study the challenges of the class conflicts.The economic conditions which launched British industrial districts were present,grosso modo, in Italy after the second World War. Some contributions have dealt withthe little industrialisation of some Italian regions and using Marshallian thoughtshave rediscovered the industrial districts phenomenon. This is the starting point of ahigh number of scientific contribution in Italy and abroad. Some of these internatio-nal studies, particularly the ones made by Spanish experts, are quoted. The text analy-ses the link between districts-made in Italy with the competitive advantages of Italianproducts in many economic activities (i.e. clothing, shoes, furniture, etc.). Finally, inthe third part the paper reviews some new contributions on the industrial district inItaly.

    JEL classification: B31, L11, R11.

    Key Words: Industrial district, local development, economic history.

    1. El distrito industrial marshalliano

    1.1. Todo empieza con Marshall

    En los manuscritos marshallianos de alrededor de 18702, se encuentran algunas afir-maciones que delinean con claridad una posicin del autor distinta de la hasta enton-

    ces dominante entre los economistas sobre algunos temas cruciales de la nacienteteora de la produccin3. Marshall, en particular, se opone a la conclusin estndar se-gn la cual el sistema de fbrica (factory system), con la concentracin de todas lasoperaciones productivas en un mismo lugar y un elevado grado de integracin verti-cal, sera sistemticamente superior a los mtodos de produccin ms dispersos en elterritorio y menos integrados4.

    Leyendo las descripciones de la poca de la industria britnica5, razonando sobrelos textos de economa ms difundidos6, y observando con atencin la realidad que lerodea7 (por ejemplo, la cuchillera de Sheffield o el metal de Birmingham), Marshall

    10 Giacomo Becattini

    2 Cfr. J. Whitaker (editor), (1975).

    3 Toda la vida y el trabajo de Alfred Marshall han sido investigados extensamente y con gran maestrapor Peter Groenewegen. Vase Groenewegen (1995).4 La argumentacin marshalliana tambin es vlida en lo que concierne a la integracin vertical que serealiza en la pequea empresa no especializada. Marshall anticipa aqu, en sustancia, la interpretacincoasiana segn la cual, para cada fase distinguible del proceso productivo, se plantea la pregunta de siconviene mantenerla dentro del proceso productivo o se externaliza, recurriendo al mercado.5 Por ejemplo: W. Cooke Taylor (1841) y W.L. Sargant (1857), que inspira mucho a Les Ouvriers Euro-pens di F. Le Play, sobre cuya metodologa de investigacin Marshall reflexiona atentamente.6 Entre ellos destaca Mill (1841), Cairnes (1874), Clife Leslie (1888), y tambin Hearn (1864). Hearn haconsiderado con una cierta atencin el fenmeno de los distritos industriales, anticipando de algunaforma Marshall. Cfr. Pesciarelli (1999). El manual que Marshall tiene en consideracin es, sin embargo,

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    llega muy pronto a la conclusin de que, por lo menos para ciertos tipos de produc-cin, existen dos modos de produccin eficientes: el conocido, basado en grandes

    unidades productivas integradas verticalmente en su interior, y un segundo, basado enla concentracin de numerosas fbricas de pequeas dimensiones y especializadas enlas diferentes fases de un nico proceso productivo en una o varias localidades.

    Encontramos escriben Alfred y Mary Marshall en su manual de economaque determinadas ventajas de la divisin del trabajo slo se pueden obtener en las f-bricas muy grandes, pero que muchas, ms de las que pueda parecer a simple vista, sepueden obtener de pequeas fbricas y talleres, con tal de que exista un nmero muyelevado en la misma actividad.

    La fabricacin de un producto, a menudo, se compone de varios estadios distin-tos, cada uno de los cuales tiene reservado un espacio separado en la fbrica; sin em-bargo, si el volumen global de la produccin es muy elevado puede resultar conve-niente destinar por separado pequeas fbricas a cada fase. Si hay muchas fbricas,grandes y pequeas, todas dedicadas al mismo proceso productivo, surgirn indus-trias auxiliares para satisfacer sus necesidades particulares (...)8.

    Pero las pequeas fbricas, sea cual sea su nmero, se encuentran en clara des-ventaja respecto a las grandes, a menos que no tengan una muy alta densidad en elmismo distrito9.

    Por lo tanto, tanto las grandes como las pequeas empresas obtienen beneficios(...) (de la ubicacin de la industria), pero estos beneficios son ms importantes paralas pequeas empresas porque les evitan muchas de las desventajas que sufriran altener que competir con las grandes empresas. Por ltimo, en estos distritos se ha

    desarrollado una posterior subdivisin de la especializacin; adems, los intercam-bios por separado han buscado localidades separadas (...). Quienes trabajan la lanageneralmente no viven entre los trabajadores del algodn de Lancashire, sino que sehallan en Yorkshire, y ellos mismos se dividen en comercio de la lana cardada ycomercio del peinado de la lana y, a su vez, stos se subdividen en diferentes ra-mos, cada uno de los cuales tiene un distrito favorito10.

    Como podemos observar, adems de la descripcin fenomenolgica del distritoindustrial, se tiene ya una primera estructuracin terica que se basa en los benefi-cios que, posteriormente, se convertirn en las economas externas11.

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 11

    el de H. Fawcett (1983) generalmente conocido como Mill and water, porque se consideraba un resu-

    men del de Mill (1848).7 Hay que destacar que Marshall no fue un armchair economist, sino que mostr siempre, desde joven,un gran inters por los detalles tcnicos y organizativos del proceso productivo, que trata de aprender onthe spot. Baste recordar los dibujos de instalaciones y maquinaria industrial que realiz en un estudio so-bre las fbricas existentes en los Estados Unidos. Vase Whitaker (1996), vol. 1. pp. 51-59 y 80-81.8 Ibid., p. 52. Este es el origen de la bifurcacin conceptual que conduce, por un lado al distrito indus-trial, y por el otro al sector industrial o a lafilire industrial.9 Aqu se opta por el territorio como instrumento de difusin de las ventajas.10 Ibid., p. 47.11 Entre los estudios que enmarcan histricamente el concepto marshalliano de distrito recuerdo: Bellandi(1982), Loasby (1998), Raffaelli (2002). Vese adems Loasby (1989) para una til introduccin sobre el tema.

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    1.2. El concepto de distrito en el pensamiento marshalliano:el problema de las naciones econmicas

    El punto de arranque ms natural para explorar el nacimiento del concepto de distritoindustrial en los escritos juveniles de Marshall es cuando aparecen los debates econ-micos ms importantes en la poca de sus primeros pasos como economista (1871-187312); en particular los que se iniciaron despus de la publicacin de los Principles ofPolitical Economy de J.S. Mill, sobre todo gracias a J.E. Cairnes13 y T. Cliffe Leslie. Es-tos autores se haban percatado de que la movilidad profesional y territorial, que la teo-ra clsica daba por supuesta tanto para el trabajo como para el capital, no exista ni si-quiera en Inglaterra, que en cambio era la tierra prometida de las leyes econmicasclsicas. La realidad social britnica se presentaba segmentada en compartimentos re-gionales, sectoriales, adems de sociales, que impedan la libre circulacin de los facto-res capital y trabajo que la teora daba por supuestos. Por lo tanto, exista un problemapara identificar (o circunscribir) reas o grupos de agentes que pudiesen permitir el in-tercambio entre los fenmenos y la teora que requiere una ciencia emprica como es laeconoma. Sin esta exploracin metodolgica, la teora econmica clsica quedabacomo suspendida en el aire. De aqu deriva la centralidad temtica marshalliana de lanacin econmica que proviene de la de los grupos no competitivos, que en el jo-ven Marshall se nos presentan en dos versiones distintas14.

    En una primera versin la nacin econmica marshalliana es un lugar, o un sis-tema de lugares, caracterizado por una homogeneidad cultural (valores e institucio-nes), facilidad de circulacin de la informacin y contigidad territorial tal, que haceque los movimientos de capitales y trabajadores nivelen rpidamente los ndices de be-neficios y de salarios. Cualquier rea territorial de estas caractersticas, por lo tanto, se

    puede decir que constituye una especie de nacin econmica, incluso aunque nohaya generado una concreta conciencia de su autonoma y no exprese un unitario me-canismo de gobierno propio. Una nacin poltica (el estado-nacin habitual) estarcompuesta por varias naciones econmicas y tampoco hay ninguna razn para excluirel hecho que una nacin econmica se site entre varias naciones polticas15.

    En su segunda versin, en cambio, la nacin econmica es un bloque de sujetosdentro de un estado-nacin (por ejemplo, los mineros y los propietarios de minas decarbn, los intereses agrcolas, etc.), o bien entre diferentes estados-nacin (porejemplo la clase obrera) que reconocen como comunes sus propios (o una parte de losmismos) intereses econmicos fundamentales, en contraposicin a los intereses debloques anlogos del mismo pas o del mundo entero. La conviccin de tener intere-

    ses econmicos comunes interacta, a lo largo del tiempo, con los elementos de cohe-

    12 Giacomo Becattini

    12 El primer escrito econmico marshalliano, de contenido terico es la recensin (1872) del libro de Je-vons, de 1871. Cfr. Pigou (1925), pp. 93-100.13 El primer ensayo de cierto valor terico de Marshall es precisamente una crtica de las crticas de Cair-nes a J.S. Mill. Cfr. Pigou (1925), pp. 119-133.14 Sobre el joven Marshall, vese Dardi (1984).15 Sobre esta concepcin de nacin econmica me he basado en Nazione econmica e nazione poli-tica nel pensiero di Alfred Marshall de Roggi (1994). Vese tambin, en el mismo volumen, algunas bre-ves anotaciones sobre el tema, de Marco Dardi.

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    sin extraeconmicos que perfilan estos cuerpos sociales, haciendo que cambie laforma y el grado de cohesin social a travs de los aos.

    Este segundo tipo de nacin econmica tiene siempre, a diferencia del primero, ungobierno propio, ms o menos explcito, y una poltica exterior, ms o menos com-pleta y coherente, que decide las alianzas con grupos anlogos o provoca conflictos16.

    Esto significa, entre otras cosas, que en una relacin dialctica que an ahora seha de investigar totalmenteexistiran para cada nacin econmica del segundotipo, junto a intereses contrapuestos entre masters y men, tambin un elemento de co-hesin comn que los contrapone a ambos, de manera slida, con el resto de la socie-dad. ste no est dicho que sea el mismo que une a los habitantes de una misma rea,ni que sea el que se supone que mantenga unida a la clase obrera internacional, peroes evidentemente de aquel tipo17.

    Cul es el sentido general de la investigacin marshalliana de una nacin econ-

    mica diferente del estado-nacin? A mi parecer expresa el rechazo marshalliano debuscar el origen de la investigacin econmica en las entidades del mundo real comolos estados nacin y las banales divisiones administrativas. En este sentido, es difcildefinir una nacin como una entidad emprica. Incluso la utilizacin de la historia yla geografa como medios de clasificacin comporta un esfuerzo de contextualizaciny abstraccin que puede verse condicionado por influencias histricas y geogrficas,numerosas e indeterminadas. Es el movimiento conjunto de las fuerzas socioecon-micas quien define y redefine continuamente la unidad del anlisis que, de todos mo-dos, es una nacin econmica; es decir, una pluralidad de individuos ms estrecha-mente interconectados que la media, en una combinacin que permanece imprecisaentre la primera y la segunda versin18.

    Se trata de una unidad de investigacin que permita, de la mejor manera posible,el circuito the one in the many, the many in the one. Considero que uno de los rasgosms distintivos de Marshall, tambin en el proceso de clasificacin, es la importanciaque atribuye a la autopercepcin individual, es decir, su preocupacin por la manerade pensar historico-relativa de los individuos pertenecientes a diferentes pases y es-tratos sociales. Podra ser de utilidad hacer hincapi en este punto.

    Aparece aqu la posibilidad de un cambio de la clave de lectura tpica del economista:del estudio del comportamiento individual de los productos19 en los mercados, cuya iden-

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 13

    16 Esta construccin, que puede parecer extravagante para el sentido comn contemporneo, no era en sumomento la boutade de un terico en su torre de marfil. Baste para demostrarlo el movimiento polticodel guild socialism, al cual Marshall, significativamente, presta atencin. Vese su texto de 1919, Libro

    III, parte XIV, 7. En cierto sentido la idea vuelve sobre la formulacin corporativista de la corporacinpropietaria.17 El nico economista contemporneo, que conozca, que se ha planteado este problema citando tambin aMarshall, es Jan Steedman en su trabajo de 1986. Sin embargo, no parece haber continuado en esta lnea.18 La modernidad de dicha concepcin se ve claramente en el siguiente pasaje de Kindleberger: El rea so-cial ptima es funcin del sentido de participacin del ciudadano medio, de tener un peso en las decisiones,de contar (...). Mientras el rea econmica ptima puede ser amplia, el rea social ptima es claramente dedimensiones ms reducidas () Adems, mientras la escala ptima de la actividad econmica se est ha-ciendo cada vez ms amplia, la escala social ptima parece ir reducindose Kindleberger (1989), pp. 87-88.19 Sobre este tema remito a O. Lange (1952) que escribe en el apndice: Por otra parte, en la cienciaeconmica la clasificacin de los bienes no se puede hacer sobre bases puramente arbitrarias, porque en

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    tificacin condiciona en gran medida las conclusiones que se derivan de la teora econ-mica, al estudio de comportamientos tpicamente propios de sujetos representativos en el

    espacio de las necesidades (o deseos). Obviamente, este planteamiento remite a reagru-paciones humanas representadas por un limitado nmero de agentes (por ejemplo, los ha-bitantes de determinadas ciudades20) y/o empresas (es decir, una poblacin de empre-sas). Si esta diferente forma de percibir los fenmenos sociales, que Marshall adelantaen sus manuscritos juveniles, se hubiese consolidado21, se habran producido importantesconsecuencias, tanto en la divisin del trabajo cientfico relativo a los fenmenos socia-les22, como en el posterior desarrollo del pensamiento estrictamente econmico.

    1.3. La forma distrito en el pensamiento marshalliano:el hombre como entidad variable

    La capacidad marshalliana de ver distritos donde otros vean nicamente banalesaglomeraciones industriales o, en otros trminos, la capacidad de aplicar el conceptode Adam Smith de divisin del trabajo a diferentes entidades del mundo en su con-junto, es decir, en un estado nacional o en una determinada fbrica (por ejemplo, lafbrica de alfileres de Smith), se imbrica profundamente en las categorizaciones delcapitalismo de la poca del joven Alfred Marshall.

    No es el momento de desarrollar ampliamente este punto; sin embargo, una rpidapincelada y alguna que otra referencia parecen necesarias y plausibles incluso en estepunto de la cuestin.

    Dos son, por lo menos, los ncleos tericos problemticos que encontramosaunque slo lo sabemos ahora23 en el concepto de distrito: el ya citado de las na-

    ciones econmicas y un segundo, ms profundo, que tiene su origen en los estudiosacerca del funcionamiento de la mente humana del joven Marshall. En la anomaladel distrito, como a m me gusta llamar al conjunto de ideas que giran alrededor delconcepto de distrito industrial24, hay una alusin evidente a la concepcin social y di-nmica del proceso de crecimiento de la capacidad intelectual del individuo, comomotor especfico de la parte propiamente humana de la historia natural. El hombre

    14 Giacomo Becattini

    tal caso las leyes de la economa dependeran de la particular clasificacin adoptada. Esto limitara el sig-nificado de los planteamientos econmicos hasta el punto de hacerlos intiles.20 A.C. Pigou pone en la base de su economa del bienestar, claro desarrollo de las ideas marshallianas, laposibilidad de concebir componentes representativos de grupos de individuos como los ciudadanos deBirmingham o los de Leeds. Cfr. A.C. Pigou, Algunos aspectos de la economa del bienestar, en Saggi

    sulla moderna economia del benesere, a cargo F. Caff, Turn, Einaudi, 1956, p. 12.21 Marshall, asediado por una economa que busca una va totalmente distinta, no tiene la fuerza para lle-varlo a sus ltimas consecuencias, sino que a) sigue inspirando subterrneamente el planteamientomarshalliano hacia el estudio de los fenmenos econmicos; b) determina la incompatibilidad pro-funda respecto a la economa mainstream.22 La divisin de los estudios sobre la sociedad en economa, sociologa, antropologa, psicologa social,y otras ciencias, que se afirm en la segunda mitad del siglo XIX, habra sido insostenible.23 En particular despus de los estudios de T. Raffaelli. Cfr. Raffaelli (1994).24 Para un marco ms general de las anomalas marshallianas respecto al pensamiento econmico mains-tream, remito a Anomalas marshallianas (2000a). Hay una versin en ingls el Marshallian Anoma-lies, 2000, nueva serie. http://www.cce.unifi.it/dse/marshall/welcome.htm.

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    para Marshall se transforma trabajando y se transforma de manera diferente en con-textos organizativos y sociales diferentes25. El mbito industrial, adems del resul-

    tado de una observacin desinhibida de los hechos, es por lo tanto un smbolo de laconcepcin marshalliana de la coralidad y del enraizamiento histrico del procesosocial de produccin-educacin, que no sera otra cosa en definitiva que una piezade la vida social, localizada en el tiempo y en el espacio, considerada desde el puntode vista de la cobertura de las otras necesidades humanas histricamente percibidas.

    Frente a los economistas dogmticos que, por una parte se obstinan en el fondosalarial y por otra estn cegados por las economas de escala y por el sistema de f-brica26, Marshall demuestra, mediante un ejemplo especfico la frmula del dis-trito, precisamente que ya existe en la realidad, al menos, una alternativa, o tal vezun complemento, a la potenciacin productiva exosomtica27 (ms coches y/o me-jores cochesper cpita) del trabajo sencillo: su potenciacin productiva endosom-

    tica, a travs de una actuacin sobre los valores y conocimientos funcionales, y a lacompetitividad del lugar con el que el trabajador mismo se identifica.Otro aspecto caracterstico del anlisis marshalliano desde sus inicios es el juego

    dialctico entre routines e innovaciones organizativas en sentido amplio, que copia unesquema que tiene sus races en las reflexiones ya citadas del joven Marshall acercadel funcionamiento del alma humana. La sociedad, de manera no muy distinta acomo actan los individuos, alterna comportamientos repetitivos con otros innovado-res, que, si tienen xito, pasan a formar parte del patrimonio de las routines, liberandonuevas energas para la innovacin28.

    Marshall modifica de esta manera el objetivo del anlisis econmico de los instru-mentos exosomticos de la produccin (las mquinas, las instalaciones, los canales, los

    ferrocarriles, etc.), que incorporan routines, que se pueden recoger y acumular, a instru-mentos endosomticos e individuales, como la potencialidad intelectual del hombre,que estn abiertos continuamente a la innovacin y que son inseparables de su portador,o bienes colectivos como el capital social, local o sectorial, que intrnsicamente noson apropiables y que consisten en redes sutiles y huidizas de relaciones interindividua-les29. De este modo, se abre un profundo e inesperado foso entre l y los economistasmainstream, tanto clsicos como marginalistas y, al mismo tiempo, se ampla la distan-cia del concepto marxiano de modo de produccin capitalista, excesivamente ancladoen la separacin del trabajador del instrumento material de produccin30.

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 15

    25 Los pasajes donde se afirma claramente este condicionamiento ambiental y cultural, que llega a rozarel determinismo histrico, son numerosos, especialmente en la obra juvenil. En particular, vese el texto

    de la conferencia, Some features of American Industry, en Whitaker (1975), pp. 355-376.26 Los conservadores y tambin algunos progresistas se detienen con reverencia ante las obviedadesdel fondo salarial; Marx, que no cae en esta trampa, acepta crticamente como la historia ha demos-trado con posterioridad las afirmaciones de los seguidores del sistema de fbrica y de las economasde escala. En este fordismo ante litteram de Marx residen, a mi parecer, los orgenes lejanos del fracasode la planificacin econmica centralizada.27 La distincin proviene de los escritos de Georgescu Roegen. Cfr. Georgescu Roegen (1966), pp. 98-99.28 Cfr. T. Raffaelli (1994).29 Marshall habla de crdito social. Cfr. Marshall (1919), cap. IX, 1.30 La crisis de la fase fordista del capitalismo, a la que mejor se acopla la clave de lectura marxiana, haceque hoy resurja, significativamente, esta particular clave de lectura marshalliana.

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    1.4. Distritos semiautomticos y distritos construidos

    En la obra de Marshall el distrito aparece bajo dos aspectos: como prolongacin de loscenters of specialized skill de la poca preindustrial y como posible resultado de la ex-tensin organizada de la actividad industrial de las ciudades industriales de la Inglaterrade finales del siglo XIX. En el primer caso, explicado a la perfeccin a travs de Shef-field (epitome of English economic history31) con su amplia tradicin del trabajo delhierro, se subraya la interdependencia entre los aspectos tcnico-econmicos y las rela-ciones socioculturales que existan. Se trata de una largo y complicado proceso en elque un continuo flujo de innovaciones socioeconmicas se mezcla con una sucesin deconsolidaciones de las ms eficientes innovaciones en especficas instituciones.

    En el segundo caso nace un embrin y slo eso! de poltica pblica para pro-mocionar los distritos industriales. En un texto que se convirti en el manifiesto de laSociety for Promoting Industrial Villages, cercana al Garden City Mouvement, del queMarshall form parte de manera significativa, l propone la creacin de una coloniaalejada del humo de Londres (p. 149) y aade: Las actividades de diferentes empre-sas, no necesariamente del mismo sector, podran promoverse en ciertos casos de ma-nera conjunta. Gradualmente se podra desarrollar un vlido distrito industrial y, desdeese momento en adelante, el mero inters personal de los empresarios les inducira atrasladar sus fbricas e incluso a construir nuevas (pp. 149-150) .Y pone de mani-fiesto que slo cuesta dar el primer paso, los siguientes son ms fciles (p. 149)32.

    Como conclusin, la visin marshalliana del distrito industrial no se puede reducira las propiedades de la concentracin territorial de la industria en s mismas y por smismas (el clustering o el networking de las empresas de muchos economistas dehoy), es decir, el desarrollo natural de los automatismos de mercado33, puesto quedicha visin recoge en un bloque conceptualmente unitario, los fenmenos econmi-cos y los socioeconmicos, y es el preludio de intervenciones pblicas adecuadas34.

    1.5. Las vas del desarrollo industrial

    Para entender mejor el alcance de la anomala del distrito es necesario observar,aunque slo sea brevemente, algunas posibles implicaciones acerca de la representa-cin del concepto de industrializacin35. Si la anomala del distrito se hubiese asen-tado, el capitalismo industrial habra sido analizado como si contuviese en s mismono slo el camino de desarrollo determinado por acumulacin y progreso tcnico, he-cho de empresas por lo general cada vez mayores y reunidas en industrias cada vez

    ms concentradas como la mayor parte de los economistas de la poca crean y casi

    16 Giacomo Becattini

    31 Muchos fragmentos histrico-conceptuales del proceso que lleva desde los centres of specialized skill de lapoca preindustrial al distrito industrial, estn dispersos en varios captulos y apndices de Marshall (1919).32 Cfr. Pigou (1925), pp. 142-151.33 Marshall prefiere ms bien hablar de semiautomatismos. Vase Marshall (1919), p. 599.34 Este distingue netamente el distrito marshalliano de cualquier construccin puramente involuntaria desistemas locales, como, por ejemplo, las obtenidas de una extensin de los esquemas hayekianos. Cfr. Pa-rri (1997), pp. 175-190.35 Para una profundizacin mayor, vase Becattini (2000b), p. 23.

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    todos los economistas posteriores siguieron pensando durante mucho tiempo sinootros caminos (dos, por lo menos), uno de los cuales habra contemplado la reproduc-

    cin de aglomeraciones territoriales de medianas y pequeas empresas.El precoz descubrimiento de ms vas hacia la industrializacin, que, entrela-

    zndose e imbricndose entre s, coexisten, habra podido tener consecuencias deamplio alcance. Cito algunas: a) contemplando la persistencia y el desarrollo de for-mas de trabajo autnomo y de pequea empresa36 en ciertos sectores productivos, sehabra refutado la extrapolacin mecanicista de una polarizacin social del capita-lismo industrial en las dos clases de propietarios y de proletarios37; b) en previsinde un capitalismo que va hacia pocas megalpolis, se habra dirigido los estudios te-rritoriales hacia una pluralidad y una alternancia de modelos de ocupacin territo-rial; c) proponiendo una pluralidad de correspondencia entre la actividad productivay la vida ordinaria de la gente, se habra planteado la imagen de una produccin que

    se encierra progresivamente en la fbrica o en la zona industrial, explotando y va-ciando los contextos socioculturales y naturales38; d) desplazando la idea fcil,elaborada por los crticos socialistas del capitalismo, de que la tendencia hacia laconcentracin tcnica, econmica y financiera de la industria prepara el camino parael traspaso generalizado de la propiedad privada a la pblica, se habra ahorrado a lahumanidad amargas desilusiones39.

    Por otra parte, la duda radical acerca de la unidad de anlisis adecuada para laeconoma, cultivada por el joven Marshall, genera dudas sobre el hecho de asumiracrticamente las compartimentalizaciones empricas, como el estado-nacin de uncierto momento histrico, y nos prepara para la fase de descomposicinrecomposi-cin territorial (integracin internacional y segmentacin subnacional)40.

    Por lo tanto, las consecuencias econmicas, culturales y polticas de la anomaladel distrito, si sta se hubiera consolidado, habran podido ser notables. Pero el Mars-hall de la madurez, inmerso en el clima del fordismo triunfante, ante el que de todosmodos se muestra crtico41, flirte con la teora del valor dominante y traslad sus eco-

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 17

    36 Se trata de un tema recurrente en las obras de Marshall, que cae en un ambiente culturalmente no re-ceptivo y acaba con otorgar a Marshall una cierta etiqueta de laudator temporis acti.37 Marshall no accede a la idea de ineluctabilidad de la concentracin de la riqueza y de la miseria en losdos extremos de la sociedad. l ve en el capitalismo fuertes tendencias hacia ese final, pero ve tendenciascontrarias de carcter sobre todo econmico (por ejemplo, la tendencia hacia la burocratizacin de logrande, sea pblico como privado, contrapuesta a la infinita reserva de fresca iniciativa constituida porel mundo de los pequeos (que desea emerger), aunque tambin moral e intelectual (la tendencial ci-vilizacin por parte de todos los estratos sociales).

    38 No es por casualidad que Marshall mantenga siempre una actitud problemtica, que lo hace muyimpopular entre los exponentes de la izquierda poltica y sindical, hacia el llamado sweating system, quepara l constituye una de las formas de embeddementde la industria en la sociedad y que tambin puedeser el origen de fenmenos de desarrollo. Cfr. Pigou (1925), p. 225.39 Cfr. Marshall (1919).40 Kindleberger escribe: la desintegracin social y poltica () explica una tendencia hacia las unidadesms pequeas. La reaccin contra las multinacionales () es una respuesta a la intrusin de elementosextraos y al temor de que sujetos ajenos al grupo estn tomando decisiones que lo condicionan. VaseKindleberger (1989), p. 87.41 Notables reservas, penetrantes y equilibradas, que Marshall, escondiendo su modelo en el cajn (YeMachine), hace a la organizacin cientfica del trabajo, acogidas por lo general de manera acrtica por el

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    nomas externas-internas desde el distrito industrial, donde haban nacido, hacia el sec-tor productivo42, donde, como es bien sabido, no encajaban demasiado bien.

    2. El distrito industrial contemporneo

    2.1. El inadvertido ocaso del fordismo

    Muchos aos despus de la muerte de Marshall (1924), a finales de los aos sesentadel siglo XX, algunos economistas italianos perciben algunos curiosos fenmenos: a)en ciertas zonas del pas (por ejemplo, la Toscana)43, donde la gran empresa, pblicay privada, que opera en sectores de alta intensidad de capital y/o alta tecnologa,muestra claros signos de declive, se produce un extrao florecimiento de pequeasempresas manufactureras, a cuyo impulso crecen la renta, el empleo y las exportacio-nes en la zona44; b) las pequeas empresas de estas aglomeraciones se presentan tc-nicamente preparadas para el trabajo que realizan, en un nivel parecido al de las gran-des empresas de la competencia45. Estas dos conclusiones eran escandalosas paralas concepciones econmicas entonces imperantes. De hecho, el mundo de la cienciay el de la poltica se atrincheraron durante algunos aos tras un diagnstico de preca-riedad y marginalidad que anunciaban se afirmaba una imparable desindustriali-zacin y, en definitiva, una decadencia social y civil de aquellas zonas, al hallarse ate-nazados por la competencia de los pases industrialmente avanzados, ricos en cuantoa capitales, infraestructuras productivas y conocimientos tcnicos, y por la de los pa-ses atrasados, con un coste del trabajo ms bajo.

    Pero el fenmeno, en vez de agotarse, persiste, poniendo en evidencia, adems, otra

    caracterstica no menos extraa: las nuevas empresas no nacen en el interior de las ciu-dades industriales, y en casi todos los sectores se extienden territorialmente en un ampliarea intermedia entre las regiones del desarrollo capitalista clsico y las de la economadeprimida del Sur de Italia para concentrarse en reas relativamente restringidas que, amenudo, la teora corriente de la localizacin industrial no considera atractivas para la in-versin (con pocas infraestructuras o poco accesibles, por ejemplo), en sectores que laeconoma industrial predominante considera pasados y sin perspectivas (textil, vestido,calzado y peletera, muebles de madera, etc.) y bajo formas (la pequea empresa, por logeneral familiar) que considera sin futuro. Porqu este impetuoso retorno a formas arcai-

    18 Giacomo Becattini

    pensamiento econmico mainstream e incorporadas sin ninguna lgica, con los resultados que conoce-

    mos, a la ideologa de la planificacin socialista. Cfr. Marshall (1919).42 Aludo a las crticas de Sraffa. Sobre los motivos de este cambio de ruta, el tema da para mucho y no lotengo muy claro, por lo que lo aplazo para otro momento. En su primera crtica a Marshall, Sraffa captaperfectamente la alternativa, pero no desarrolla el tema territorial. Cfr. Sraffa (1925).43 Sobre este origen toscano de la nueva literatura sobre los distritos industriales, vase: G. Becattini,M. Bellandi, G. Dei Ottati, F. Sforzi, (2002).44 En una primera y no profunda categorizacin se habla de la Tercera Italia (Bagnasco) o de Norte-Este-Centro (Fu), pero desde un principio est presente la conviccin de que las causas de la eficacia productivade poblaciones de pequeas empresas residen en algn factor que une el aparato de produccin a su hinter-land sociocultural. Permtanme que remita a mi escrito de 1978. Cfr. Becattini G. (1978), pp. 107-123.45 Cfr. Brusco (1989), pp. 59-154.

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    cas e irracionales de agrupacin productiva y de producciones obsoletas? Esta es la pre-gunta, pero antes de intentar dar mi respuesta, creo interesante abrir un parntesis.

    2.2. Las condiciones generales para la formacin de los distritosindustriales

    Pasemos a una pregunta muy general: En qu consisten y cundo se producen lascondiciones para el nacimiento de los distritos industriales? Podemos subdividir di-chas condiciones en dos apartados: las condiciones locales de oferta y las condi-ciones generales de demanda.

    Desde el lado de la oferta, las condiciones consisten en la existencia de pases quehan conservado en alguna parte de su territorio durante la fase de industrializacin ca-nnica y los dos conflictos mundiales de: a) una complejidad cultural hecha de valo-

    res, conocimientos, instituciones y comportamientos () que en otros lugares habansido marginados por una cultura genricamente industrial y masificadora; b) una estruc-tura productiva formada al mismo tiempo por fbricas, talleres artesanales, trabajo a do-micilio y autoproduccin familiar; c) una estructura crediticia () dispuesta a financiarlas iniciativas ms pequeas y prometedoras, y que ayuda a la gente a utilizar su cadavez mayor cantidad de tiempo libre para producir bienes que pueden ser vendidos comoproducto estable en el mercado46.

    Del lado de la demanda se extiende por parte de amplias capas medias de muchospases el standard of comfort47 habitual (en sus respectivos pases); la superacin dedicho estndar crea las condiciones para el nacimiento de nuevos ncleos de necesi-dades de alto contenido social y cualitativo, que a su vez dan lugar a demandas

    muy variables de productos diferenciados y personalizados.La presencia de los dos conjuntos de condiciones perjudica a las grandes fbricas,basadas fundamentalmente en las economas internas a escala, en la elaboracin deproductos estandarizados y en los procesos productivos continuos (es decir, que no sepueden separar en fases), y vuelve a dar juego a fbricas ms pequeas, ligadas en sumayora al territorio y a las caractersticas de la poblacin, dedicadas cada una deellas a pocas fases de un mismo proceso complejo (la agrupacin de empresas). Si secrea una adecuada atmsfera industrial, hecha tanto de conocimientos tcnicoscomo de moralidad comercial, el paso desde un predominio de valores jerrquicosentre secciones, como se produce en el interior de una gran empresa, al predominiode relaciones de intercambio (aunque sea con elementos de desigualdad que, de todasformas, se pueden atenuar hasta desaparecer con el paso del tiempo) entre empresasautnomas, crea un diferencial positivo de confianza48 entre los agentes, que reduceel coste global de la produccin del distrito considerado en su conjunto49.

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 19

    46 Cfr. Becattini (2000), p. 23.47 Para el concepto de standard of comfort, contrapuesto al standard of living remitimos al autor que hapropuesto dicha distincin, Alfred Marshall. Cfr. Principles of Economics, Variorum edicin a cargo deC. Guillebaud, Macmillan, Londres (1961).48 Algo semejante al ya mencionado concepto marshalliano de crdito social.49 Marshall hace hincapi en la falta de realismo de la concepcin escolstica del coste de produccinde un solo producto. El estudio del proceso de produccin como parte del de industrializacin impone la

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    Cada vez que en una situacin en la que es dominante la produccin manufactu-rera, en su modelo industrial o preindustrial, se producen los dos conjuntos de condi-

    ciones, la forma de produccin districtual se refuerza50.Mi respuesta es en pocas palabras la siguiente: en la Italia del milagro econmico,

    dentro de un mundo occidental en gran expansin, se vuelven a crear unas condicionesanlogas a las de muchos centres of specialized skill britnicos afectados por la primeragran expansin que sigui a la revolucin industrial51. En ambos casos un amplio y so-cialmente desigual crecimiento de la renta concentra sta en manos de un gran ncleo declases medias que, alcanzado el standard of comfortdel momento52, se dedica a la bs-queda de bienes y servicios cada vez ms diferenciados y personalizados, que aportensensaciones nuevas y prestigio social. La amplia serie de objetos estandarizados siem-pre tienen peor suerte con este tipo de grupo social con dinero, cuya demanda, por lotanto, se hace cada vez ms fragmentada y variable. Estos fenmenos del mundo real,

    sealan el nacimiento o el renacimiento de la nueva teora de los distritos industriales.

    2.3. Las vas italianas hacia el distrito industrial

    La explicacin de aquellos fenmenos, que lleg espontneamente a algunos investi-gadores italianos, al huir del impasse al que les costrean las teoras dominantes, fuela presencia de un factor de potenciacin de la productividad (y de la innovacin) msligado a la contigidad fsica y menos ligado a la inversin en medios de produccin.Pero cuidado! se trataba de un factor de potenciacin de la productividad dife-rente tambin de la explotacin de la situacin de inferioridad del trabajador asala-riado, como se manifiesta con frecuencia en las reas de pequeas empresas polariza-

    das por una o pocas grandes empresas53.La teora econmica ya haba puesto a la disposicin un factor de este tipo: las

    economas externas a la empresa individual, pero internas a un grupo sectorial o terri-

    20 Giacomo Becattini

    consideracin, en el anlisis a medio y largo plazo, de la red prxima de las conjunciones y conexiones decoste. Cfr. Marshall (1919), Libro II, cap. 1.50 Naturalmente para darse cuenta es necesaria una teora econmica capaz de captar el fenmeno. Losdistritos pueden surgir en la realidad y, sin embargo, la teora prevalente ignorar esta percepcin. Es aqu,en la interseccin dialctica entre los fenmenos y la teora, donde reside la importancia decisiva de laruptura marshalliana de la ortodoxia clsica y marxista (y despus tambin neoclsica).51 Marshall no piensa slo en los grandes centros, como Sheffield, sino tambin en los pueblos que ro-deaban Londres antes de su gran expansin y que se podran haber convertido en distritos industriales al-

    ternndose con zonas agrcolas.52 En la poca victoriana esto significaba: casa con jardn, un saln elegante a ser posible decorado conempapelado Morris, hijos en colegios privados, etc.; en la Italia de la posguerra: piso en la ciudad, elec-trodomsticos, coche, vacaciones etc.53 F. Pyke y W. Sengenberger, llamarn va alta al incremento de productividad, en contraposicin a lava baja, basada, precisamente, en la explotacin. Cfr. Pyke y Sengenberger (1992). No puedo dejar demencionar, por el papel decisivo jugado en la difusin internacional de la temtica del distrito, el pro-grama de investigacin delInternational Institute for Labour Studies (ILLS, Ginebra) sobre The New In-dustrial Organization, iniciado en 1986 y coordinado por W. Sengenberger, con la colaboracin inicial deM.J. Piore. Dicho programa ha producido diferentes libros: de F. Pyke, G. Becattini y W. Sengenberger (acargo de) (1990) a F. Cosentino, F. Pyke y W. Sengenberger (a cargo de) (1996).

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    torial de empresas. Expulsadas del sector por las crticas bien conocidas de Sraffa54 ypocos apreciadas por los economistas mainstream, por cuanto eran base terica de la

    intervencin del Estado en la economa55, las economas externas vuelven a entrar deeste modo en el debate italiano, con un salto de un siglo y bajo su forma territorial56.

    Debe decirse, de todos modos, que sta no es la nica va57 que lleva a los estu-diosos italianos a la formulacin del concepto de distrito industrial. Por ejemplo, Se-bastiano Brusco llega al distrito industrial a partir de una base terica que no es en ab-soluto marshalliana. Aplicando su anlisis a la fenomenologa industrial de laEmilia-Romagna, Brusco llega al concepto de distrito industrial sin la ayuda de laseconomas externas-internas y a pesar del hndicap que yo sigo considerndolocomo tal de su formacin sraffiana58.

    2.4. Algunos estudios de la temtica del distrito industrialfuera de Italia

    Citar a continuacin algunos estudios internacionales sobre el debate de los distritosindustriales, advirtindole al lector que los apuntes que voy a dar, aunque recogenlo esencial eso espero es muy incompleto.

    Partimos del punto de interseccin entre el debate acerca de los distritos industria-les y la temtica del postfordismo. Esta ltima ha interesado a los estudiosos de mu-chos pases y sobre todo de los Estados Unidos, donde los fenmenos de desgaste delas soluciones ford-tayloristas aparecieron antes y de manera muy visible. Estastransformaciones dieron lugar a por lo menos dos corrientes de pensamiento: la teori-

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 21

    54 Me refiero a la controversia sobre costes iniciada a partir del famoso artculo de Clapham. Vase eneste sentido Clapham (1922a) y tambin Clapham (1922b).55 Me refiero a la lnea de estudios que se genera a partir de The Economics of Welfare (1920) de A.C. Pigou.56 Permtaseme recordar que el primer texto, por lo que yo s, en el que las economas internas-externasvuelven a ejercer el papel que el joven Marshall les haba asignado es: Istituto Regionale Programma-zione Econmica della Toscana (IRPET) (1969). Vuelto a publicar en Becattini (1999), pp. 116-146.57 Temo haber olvidado varias vas de acceso al concepto de distrito industrial y pido excusas a los cole-gas que han sido ignorados, en una proxima oportunidad realizar un examen ms completo. Pero porlo menos deseo dar una lista de un nmero de libros y ensayos para enmarcar el fenmeno, a partir de loscuales el lector podr tener un panorama ms completo: Garofoli (1983); Becattini (1987); Brusco(1989); Gobbo (1989); Pyke, Becattini y Sengenberger (1991); Nuti (1992), 2 volmenes; Onida, Viesti eFalzoni (1992); Bellandi y Russo (1994); Dei Ottati (1995); Brusco y Paba (1997); Varaldo y Ferrucci(1997); Belfanti e Maccabelli (1997); Cor y Rullani (1998); Bagella y Becchetti (2000), Belussi e Got-

    tardi (2000); Tattara (2001); Becattini, Bellandi, Dei Ottati y Sforzi (2001), G. Provasi (2002); A. Alaimo(2002); G. Becattini e F. Sforzi (a cura di) (2002). La bibliografa es mucho ms amplia, pero creo que lostrabajos antes citados, ms otros ya mencionados, recogen lo esencial de la mayor parte de los estudiositalianos y extranjeros sobre los distritos industriales.58 Por qu hablo de handicap? Porque toda la construccin terica de Sraffa est dirigida a prevenir laentrada del empresariado en el core de la teora econmica. Resulta extraordinario que, partiendo de estepresupuesto, Brusco haya llegado a esas autnticas incubadoras de empresariado que son los distritos in-dustriales. La historia de este enfoque del problema se reconstruye en buena parte en el libro de Brusco de1989. Como confirmacin de esta tendencia del pensamiento marxista en ignorar el empresariado, PeterGroenewegen, leyendo ese texto, me ha recordado que Maurice Dobb, en 1923, present un trabajo en elThe Entrepreneur Myth en la seccin econmica del club de Cambridge The Heretics.

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    zacin de los new industrial spaces por parte de los gegrafos anglfonos (A. Scotty M. Storper de UCLA de Los ngeles, A. Amin y K. Robins de Durham, etc.) y el

    grupo de estudio (1986) constituido en Ginebra, en el IILS, por W. Sengenberger conla colaboracin de F. Pyke y M.J. Piore.

    Merece sealarse tambin la intensa interaccin que se produjo en los aos ochenta ynoventa entre el grupo de los distrettualisti italianos y un grupo de economistas catala-nes: M.T. Costa Campi, J. Trulln, E. Bar y otros. En una serie de seminarios y confe-rencias en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Autnoma de Barcelona lostemas del distrito industrial se debatieron ampliamente, en un momento en el que el pen-samiento econmico italiano con pocas excepciones, como G. Garofoli, todava se resis-ta con fuerza a dichas teoras. Como testimonio de estos intercambios, se debe recordarque: a) la primera traduccin en lengua extranjera del artculo Dal settore al distretto sehizo en cataln en el primer nmero de la Revista Econmica de Catalunya (1986);

    b) una primera versin del artculo sobre elDistretto industriale marshalliano come con-cetto socioeconomico apareci en 1987 en los Papers de los Seminarios de la Universi-dad Autnoma de Barcelona. Otros testimonios de este intenso intercambio los encontra-mos en las lecciones impartidas durante las Settimane sullo sviluppo locale di Artiminopor M.T. Costa (1994) y J. Trullen (1996) y en un artculo en la revista de Florencia IlPonte (1993). Otro contacto entre estudiosos italianos y espaoles sobre el desarrollo lo-cal se realiz a travs de Juan Juste Carrin de la Universidad de Valladolid quien pasun curso acadmico en Florencia. Pero la red de relaciones entre estudiosos italianos yespaoles sobre desarrollo local es mucho ms amplia y en ella trabajan, del lado ita-liano, las Universidades de Pava, Udine, Mdena y otras, y del lado espaol las de Ma-drid (UAM), Valencia, Alicante, Oviedo y otras. Tambin se estableci una relacin en-

    tre el grupo de investigadores de Florencia y el Institute of Competitiveness de Barcelonadirigido por E. Duch, que se remite a las ideas de Michael Porter.Otros centros de debate sobre estos temas son elInstitute for Development Studies

    de Brighton, el centroMax Planck, laHosey University de Tokyo, varias universida-des escandinavas, indias y de Amrica Latina. De todas formas, repito que son apun-tes nada completos; en conjunto se puede concluir que la difusin de estos estudiosha sido de tal magnitud que se puede predecir el inicio de una segunda fase ms siste-mtica. Entre los numerosos signos de esta incipiente nueva poca sealar la institu-cin de un curso de Economa de los distritos industriales por parte de la Universidadde Florencia y el nacimiento (1994) de la revista Sviluppo locale, que dedica particu-lar atencin al tema de los distritos industriales.

    2.5. El made in Italy

    A principios de los aos noventa, con el impulso de una importante investigacinconducida por Michael Porter y un grupo de colaboradores59, se abre una nueva vaen la problemtica del distrito. Porter, a partir de una amplia investigacin sobre elcomercio mundial, observa que especialmente en Italia, pero tambin en otros si-tios existen concentraciones territoriales de pequeas empresas que han adquirido

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    59 Cfr. Porter (1989).

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    una notable ventaja en apartados nada desechables del intercambio manufactureromundial (textil, vestido, calzado, piel, muebles y cermica, etc.). Todo ello a pesar de

    la inicial superioridad tecnolgica de las grandes empresas del sector y los bajos cos-tes relativos de la mano de obra de otros competidores. Cmo se explica esto? Enuna serie de trabajos, suyos y de sus discpulos60, Porter insiste y profundiza cada vezms en su concepto de clusterde empresas hasta hacerlo muy cercano al de distritoindustrial marshalliano. El prestigio del centro del que forman parte esos anlisis, laHarvard Business School, y la consonancia del anlisis de Porter con el espritu de lapoca, que considera como punto fundamental la competitividad de la empresa, ha-cen que el concepto de clusterde empresas abra el camino en los estudios mains-tream hacia la recuperacin del concepto, metodolgicamente hostil a la economaestndar, de distrito industrial.

    Esta tendencial convergencia de conclusiones la eficacia del sistema local de los

    partidarios del distrito y la ventaja competitiva de Porter suscita en Italia una nueva l-nea de trabajo que se concentra en los productos emblemticos de la exportacin italiana.Una serie de expertos italianos (Marco Fortis, Giuliano Conti, Stefano Menghinello yotros)61 tratan de controlar, extender y consolidar los apuntes, necesariamente breves, dePorter acerca de la relacin entre el fenmeno del distrito industrial y elMade in Italy.Fortis se dedica a analizar a fondo los sectores que se puede convenir que forman partedelMade in Italy y llega a la conclusin de que se trata de un autntico sistema de sec-tores y subsectores productivos, interdependientes y centrados en los bienes para la casay la persona62. Conti, junto a Menghinello, profundiza en la relacin entre prestaciones yconcentracin territorial, consolidando y revalorizando las conclusiones de Porter63. Bec-catini y Menghinello, por ltimo, tratan de identificar, dentro delMade in Italy en gene-

    ral, definido por sectores productivos, un core deMade in Italy de distritos industrialesque constituye sustancialmente la punta de lanza de la exportacin italiana64.

    2.6. El nuevo panorama de la investigacin italiana sobre losdistritos industriales

    Mientras tanto, el ISTAT (Instituto Italiano de Estadstica), con la colaboracindecisiva de Fabio Sforzi, divide el territorio italiano en sistemas locales del tra-bajo65 e identifica 199 distritos industriales66. Esto hace posible una comparacinde muchas caractersticas de las reas definidas como tales distritos respecto a lasque no lo son. Los principales resultados de este estudio una amplia investiga-cin economtrica del servicio de Estudios del Banco de Italia coordinada por

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 23

    60 Cfr. Porter (1990).61 Vase como ejemplo, Bagella y Becchetti (2000).62 Cfr. Diferentes libros de Fortis, pero, sobre todo, los de 1996 y 1998. Sobre el singular recorrido deaproximacin de Fortis a la temtica del distrito industrial, vase su testimonio sobre el debate reprodu-cido en el nmero 21 de sept.-dic. 2001, pp. 78-84, de la revistaAntologa Vieusseux.63 Cfr. Conti y Menghinello (1996), pp. 286-303.64 Cfr. Becattini y Menghinello (1998), vol V, nm. 9.65 Cfr. Sforzi (1989) y ISTAT (1997).66 Cfr. ISTAT (1996), pp. 262-271.

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    Luigi Federico Signorini demuestran que muchas de las aportaciones de la teo-ra de los distritos industriales se confirman 67. Por ejemplo, la tendencia de los

    trabajadores que han acumulado know how a pasar a trabajar por cuenta propia.Al mismo tiempo, nacen: a) itinerante, un Club de los Distritos (1996) que tiene

    la finalidad de representar los intereses de los distritos como tales ante las autoridadespolticas de cualquier nivel, desde un municipio hasta Europa y al WTO; b) un Ob-servatorio de los Distritos, en Miln (1997), en colaboracin con la Direccin de Es-tudios Econmicos Edison (antes Montedison) y el Centro de Investigacin de Anli-sis Econmico y Desarrollo Econmico Internacional (CRANEC) de la UniversidadCatlica Cuore a la que se aadi en 1999 la Fundacin Edison 68.

    2.7. Las caractersticas principales de los distritos industrialesitalianos

    Una vez reconocida la utilidad heurstica del concepto de distrito industrial y, por lotanto, la existencia emprica de bloques de fenmenos que se pueden comprender atravs de ese instrumento cosa que ocurre, grosso modo, a principios de los no-venta se empiezan a dar definiciones y caracterizaciones de distrito ms o menosafines: el rea sistema, el milieu innovateur, el cluster, etc. No puedo tratar aqu unainacabable y variada literatura, ni considero til amontonar materiales a menudo he-terogneos. En consecuencia, me limitar a explicar el camino seguido por m y ungrupo de mis colaboradores.

    En vez de partir de un modelo lgico construido mediante comparacin con (y adiferencia de) otras formas de organizacin del proceso productivo (por ejemplo, el

    polo industrial), que se podra presentar como obnubilador y distorsionador de las no-vedades que surgen, nuestro grupo parti del supuesto de que, si el distrito tiene unapeculiar lgica productiva y reproductiva, su articulacin ha de llegar desde el estudioen profundidad de un distrito especfico y durante un periodo de tiempo suficiente-mente largo. Despus de establecer que Prato es un distrito industrial, tal vez el ar-quetipo de los distritos industriales, su estudio nos ha de decir as lo pensamosmuchas cosas de la anatoma y la fisiologa del distrito69.

    Qu conseguimos ver del distrito que tenamos delante?Ante todo, una poblacin de familias y empresas que interactuaban entre s de

    formas diferentes en un rea territorial perfectamente identificada. Analizndolo msa fondo, encontramos que las empresas se repartan en varias poblaciones por fases(hilaturas, tejidos, tinte, acabado, etc.)70 y se agrupaban en equipos de composicinvariable71, que tenan normalmente una empresa final (industria de la lana o fabri-

    24 Giacomo Becattini

    67 Cfr. Signorini (2000).68 Es til recordar tambin las investigaciones sobre los distritos y sobre los localismos de dos institucio-nes de investigacin de Roma: el Centro Studi Investimenti Sociali (CENSIS) y el Istituto TagliacarnedellUICCIA.69 Cfr. Dei Ottati (1995); Bellandi y C. Trigilia (1991), nm. 70, pp. 121-152; Becattini (2000b).70 Para una primera cuantificacin de las empresas de fase y de su dinmica desde la II Guerra Mundial,vase L. Lazzeretti y D. Storai (1996).71 Cfr. Ciappei y Mazzetti (1996).

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    cante autnomo) que funcionaba de interfacie con el mercado exterior. Las familiasse repartan sobre todo de acuerdo con su posicin en el proceso productivo local

    (empresarios industriales finales, trabajadores asalariados sencillos, intermedia-rios del textil, comerciales, etc.).

    Pero, sobre todo, encontramos, con sorpresa, que los precios de los productos se-mielaborados constituan un sistema anclado, por una parte, en los precios de los mis-mos (o casi) productos existentes en el resto del mundo y, por otra, en las condicionesde reproduccin social del conjunto de las familias de los empresarios de fase. El ni-vel relativo de los precios de las operaciones de transformacin, por cuanto definidorde las rentas de un grupo socioeconmico esencial del distrito, se combinaba con elnivel de salarios y el de los beneficios de las empresas finales, a la hora de definir lacompatibilidad del sistema.

    Lo que para m se deduce de cuanto se ha expuesto es la idea de que existe una

    correspondencia ntima, en conjunto reproductiva, entre un determinado bloque espa-cialmente ubicado y circunscrito de relaciones econmico-productivas y un determi-nado bloque de relaciones socioculturales tambin ubicado y circunscrito72. Un desa-rrollo posterior, quizs no del todo elaborado todava, es la definicin de la relacionesde sinergia y antagonismo entre los dos motores de la economa italiana: grandes ymedianas empresas lderes y distritos industriales73.

    La investigacin dirigida por Signorini, citada con anterioridad, ha confirmado,por una va totalmente independiente y una metodologa completamente diferente,muchsimas de aquellas relaciones, llegando hasta el punto de hacer suya una conclu-sin del distrito ms estricta, segn la cual la unidad de anlisis apropiada para los es-tudios de economa industrial no es la empresa individual, sino siempre un grupo de

    empresas, tal vez identificado en el territorio

    74

    ; se trata de una afirmacin de peso y,como bien se puede deducir, llena de implicaciones tericas.

    3. Trabajos en curso

    3.1. Del estudio del distrito como tal al estudio de las formas delproceso de industrializacin

    A partir de este estadio del anlisis del distrito se abren por lo menos dos vas: laprofundizacin de los estudios del distrito como unidad elemental de investigacin,que separe conceptualmente sus partes (por ejemplo, aparato productivo, red insti-

    tucional, sistema de valores, etc.), para despus analizarlas una a una y por ltimoconectar los resultados del anlisis en el sistema local; y el paso a un nivel supe-rior de investigacin, es decir, la bsqueda de los procesos de cuya actuacin con-junta se deriva la naturaleza, de distrito o no, de una determinada distribucin terri-torial manufacturera. En una primera etapa he seguido la primera va75; despus,

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 25

    72 El texto en el que se han reflejado estas conclusiones es Becattini (1990).73 El tema ha sido estudiado principalmente por Bellandi (2001).74 Cfr. Signorini (2000), p. XXII.75 Esta fase de estudios de mi grupo est resumida en Pyke, Becattini y Sengenberger (1990).

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    visto que tambin sta llevaba a una especie de frentica caza del distrito, en elespacio y en el tiempo76, con un contenido taxonmico demasiado alto, he prefe-

    rido intentar una descomposicin del fenmeno en varios procesos diferentes, con-vergentes en su nacimiento, paralelos en su trayectoria vital y divergentes en la di-solucin del distrito.

    Los procesos que considero que he identificado son los siguientes; a) la subdivi-sin progresiva, cuidada y autocontenida de ciertos procesos productivos y de aqu-llos complementarios de los mismos e instrumentales; b) la formacin y la reproduc-cin en el tiempo de nexos dinmicos entre, por un lado, complejos de habilidadesproductivas especializadas que se han formado en determinados mbitos territoria-les y, por el otro, ncleos de necesidades que se han delineado en el espacio gene-ral de las necesidades77; c) la consolidacin en instituciones, formales e informales,materiales e inmateriales, de prcticas sociales que respetan, a la vez, las condiciones

    de competitividad y de reproduccin social y natural del sistema local; d) la integra-cin dinmica entre saber productivo contextual78, muy a menudo tcito, y saber pro-ductivo cientfico-tcnico, o codificado, en el proceso productivo; e) la formacin defiguras e instituciones (integradores verstiles) que median entre la exigencia de es-pecializacin y la de la versatilidad;f) la formacin, la consolidacin, la desviaciny la disolucin de los sentimientos de pertenencia de los agentes individuales de laproduccin social; g) por ltimo y en resumen, el continuo alimentarse de la movili-dad social y profesional a nivel local.

    3.2. Dentro el cambio: el Deus agitans

    El deus agitans de la forma organizativa del distrito consiste en la tendencia que,desde un determinado momento, toma cuerpo hacia una subdivisin creciente, cuidaday autocontenida79 del proceso de produccin tpico del distrito, en fases diferentes, quenormalmente se realizan en instalaciones y por empresas tambin diferentes.

    Es el principio smithiano-marshalliano-younghiano80 de la divisin progresiva deltrabajo como rueda que, surgiendo dentro del hombre81, mueve el mundo. Sin em-bargo, hay un detalle importante que consiste en que la subdivisin del trabajo no serefiere a la empresa individualmente estudiada, como en el ejemplo de Adam Smithde la fbrica de alfileres, ni al mercado en su totalidad abstracta como en el modelode Young, sino a una unidad intermedia, a la que tal vez falta un reconocimiento jur-

    26 Giacomo Becattini

    76 Cfr. Becattini (1998).77 Hago mencin en este punto a un intento teorizador, tal vez no del todo elaborado, que recoja en duali-dades orgnicas ncleos de necesidades percibidos como unitarios (por ejemplo, el vestido, o, dentro delmismo, el calzado), continuamente modificados por las disgregaciones y nuevas agregaciones, en el m-bito mundial, de las necesidades reconocidas, con ncleos territoriales de know how productivo enraiza-dos en la historia y en la geografa de los lugares.78 Para ms aclaraciones me remito a Becattini y Rullani (1993) y a Nonaka y Takeuchi (1997).79 El problema ms difcil y an por resolver es precisamente el del anlisis de la fuerzas, internas y ex-ternas, que determinan la autocontencin.80 La referencia esencial y casi nica es Young (1928).81 Sobre este nexo son fundamentales los ya recordados textos de T. Raffaelli.

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    dico, que aparece y desaparece en todas sus dimensiones, incluso en la territorial, enrespuesta al movimiento conjunto a largo plazo, local y global, de las relaciones so-

    cioeconmicas82.Esta continua y creciente articulacin local del proceso productivo tpico del

    distrito produce dos rdenes de efectos. Ante todo, es el vehculo natural del aumentode productividad del trabajo del distrito: la utilizacin intensiva de las capacidadesadquiridas y de las capacidades para aprender nuevas es la base del incremento pro-ductivo del distrito. Naturalmente tambin es la fuente de su mayor problema: la ne-cesidad de salidas en crecimiento constante. Como el capital, el distrito industrial sino crece, muere.

    Pero la creciente articulacin del proceso principal es importante tambin porquepermite la interpenetracin del proceso productivo y de la vida cotidiana de la comu-nidad de referencia, que constituye una de las ms notables peculiaridades de la

    forma de produccin del distrito. Es en virtud de sta que los recortes de tiempo,de conocimiento y de energas del trabajo, que el proceso productivo local en mar-cha produce, encuentran, en el propio proceso, los espacios econmicos y la atenua-cin de competencia (diradamento di concorrenza)83 en que infiltrarse. Articulndosecontinuamente en su interior, el proceso productivo de un distrito en expansin ofrecea dichos recortes la posibilidad de monetizarse, transformndolos en bienes y ser-vicios que se pueden vender con beneficio. Al mismo tiempo fija en know how indivi-dual y colectivo, bueno para nuevos usos, las experiencias productivas y de mercadoque hayan tenido xito84.

    La creciente subdivisin en fases, la induccin de procesos colaterales, la for-macin de equipos abiertos (pero preferentemente de distrito) de empresas especia-

    lizadas, el nacimiento de los mercados internos en el distrito y de un embrionariosistema local de precios son, desde esta ptica, aspectos distintos de un nicoproceso: la gradual formacin, que se desarrolla en concomitancia con el devenirde un proceso productivo tpico de plurifase, por medio de mltiples agentes au-tnomos, contiguos en el espacio, con una pluralidad orgnica de instituciones lo-cales, basada en una red de mercados locales de semielaborados (los hilados, los te-jidos, etc.) de maquinaria, nueva y usada, y de las operaciones (por ejemplo, eltinte).

    Pero no se podra entender la formacin de este conjunto de mercados internos,que se basan en el muy singular mercado de distrito de los recursos humanos, si nose considerase conjuntamente la coagulacin alrededor de los mercados de institucio-

    nes formales (por ejemplo, asociaciones artesanales, sindicatos, escuelas tcnicas,centros tecnolgicos, consorcios de compra o de venta, etc.) e informales (por ejem-plo, lobbies) que cumplen la funcin en definitiva de construir en cada especializa-cin la confianza de poder vender su propia especialidad a un precio mediana-mente remunerativo. Es intil decir que este proceso de formacin local es la otracara del proceso de formacin de una red de mercados, locales y externos.

    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 27

    82 Cfr. Bellandi (2001), pp. 189-210, pero, tambin para otros aspectos, Solinas (1993).83 Para el trmino erradicacin de competencia remito a Becattini (2000 b), pp. 13-15.84 Cfr. Bellandi (1989), Dei Ottati (1994), Sforzi (2000).

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    3.3. Dentro del cambio: reproduccin social y governancedel distrito

    Existe otra dimensin del fenmeno del distrito que a menudo se escapa: con el finaldel fordismo, la eficiencia y la capacidad innovativa, y por lo tanto la competitivi-dad de la empresa, dependen mucho ms que antes del esfuerzo productivo, de la co-rreccin y de la flexibilidad de los trabajadores subordinados y de las empresas queforman parte del equipo. Si, por ejemplo, un suministrador se siente tiranizado, noir nunca ms all de los lmites fijados por el contrato, tal vez trampear un poco yen cualquier caso se considerar libre de cambiar de cliente cada vez que las condi-ciones se lo sugieran o permitan.

    En resumen, el empresario no puede pedir a suspartner (trabajadores y suminis-tradores) que se impliquen demasiado en el desarrollo, o en la salvacin, de su em-

    presa cuando est muy claro que, llegada la ocasin, l no dudara en despedir al asa-lariado y/o cambiar de suministrador. La situacin es distinta en el distrito industrialideal, porqu aqu: a) el coste de produccin del equipo representativo de empre-sas85 depende de forma manifiesta del funcionamiento global de la sociedad local,de la que forman parte importantes decisiones (por ejemplo, plan general de urba-nismo, sistemas de depuracin, vialidad, etc.) tomadas por entes pblicos elegidospor todo el mundo; b) tanto el trabajador como el suministrador medio conocenperfectamente la coyuntura general de la empresa distrito. En pocas palabras, en eldistrito los trabajadores y los suministradores saben que no estn inermes en manosde las empresas finales, que fuera del distrito estn limitadas en su bsqueda de tra-bajo a bajo coste slo por la competencia de otras empresas en la demanda de trabajo.

    stas son las bases para una verdadera y realista concertacin

    86

    . Es como si en las ca-bezas de los representantes de las partes existiera un modelo simplificado del funcio-namiento del distrito, que define para cada nivel de integracin el margen de oscila-cin del tipo de salario medio y del precio de cada una de las operaciones detransformacin (hilado, cosido, tinte, etc.). Dicho margen no es muy amplio y cadauna de las partes tendr buen cuidado de no destruir, junto a la otra parte, la gallina delos huevos de oro (siempre que la vea como tal) que es el vivir en un sistema localcomo el distrito, en el que los fortsimos impulsos de la competitividad se mezclancon extendidos fenmenos de cooperacin, buena informacin e integracin entre losagentes87.

    3.4. En resumen

    Volviendo al punto de partida, se confirma la duda del joven Marshall acerca de lacompatibilidad de los rendimientos crecientes, que dan lugar a procesos de acumula-cin, con una teora econmica centrada en el modelo del equilibrio esttico. Y se

    28 Giacomo Becattini

    85 La descomposicin real del ciclo productivo en operaciones efectuadas por empresas diferentes nosdice que la mnima unidad productiva representativa no es la empresa sino el equipo de empresas.86 Gabi Dei Ottati ha desarrollado este punto en Dei Ottati (2001).87 Esto recuerda muy de cerca algunas expresiones tpicas del anlisis de Kindleberger.

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    confirma el error del Marshall de madurez de no extraer explcitamente todas las con-secuencias de esta conviccin88.

    El objetivo general, obviamente remoto, del tipo de anlisis que aqu se proponees la identificacin de algunas formas organizativas autoreproductivas del procesoproductivo social definidas, todas ellas, por una determinada combinacin de proce-sos, como se indica en el apartado 3.1. El distrito industrial es la forma autoreproduc-tiva que la realidad italiana nos ha dado, pero nada puede negar que puedan existirotras. En realidad, la autntica unidad de anlisis en ltima instancia en el estudio delcambio tampoco es el distrito industrial, sino una entidad que hasta un cierto punto,aunque sea cambiante con la modificacin del contexto, sigue siendo ella misma. Alfinal de este proceso de investigacin podramos encontrar no un conjunto de merca-dos de productos homogneos y bien especificados en la bsqueda de equilibrios irre-levantes o imposibles entre una demanda y una oferta que cambian de significado

    con la transformacin cualitativa de los bienes, sino reas de congruencia (siempretemporal, pero de todos modos a medio y largo plazo) de aquellos procesos a la vezeconmicos y socioculturales. Pues bien, justamente sta es la meso-economa quenecesitamos.

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    Del distrito industrial marshalliano a la teora del distrito contempornea 29

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