balada de beta 2

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    La balada de Beta-2 por Samuel R. Delany

    Ediciones Martnez Roca, S. A.

    Ttulo original: The Ballad of Beta-2 Traduccin de Manuel Espn

    1965 by Ace Books, Inc.

    1976, Ediciones Martnez Roca, S. A.

    Avda. Jos Antonio, 774, 7, Barcelona-13

    ISBN: 84-270-0369-2

    Depsito legal: B. 44.435 - 1976

    Impreso en Romany/Valls, Capellades, Barcelona

    Impreso en Espaa Prnted in Spain

    1

    La respuesta es muy sencilla: porque estn all.

    La luz blanca procedente del aplique helicoidal aguzaba el perfil del profesor.

    Pero... intent replicar Joneny.

    Nada de peros le interrumpi el profesor. Estaban solos en el despacho. No es tan sencillo, verdad? La verdadera razn es que muchos de ellos estuvieron all una vez e hicieron algo nunca hecho hasta entonces, algo que no volver a ser visto. Y hoy siguen all algunos sobrevivientes. Por eso tendr

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    usted que estudiarlos.

    Pero, seor, eso no es lo que yo haba pedido insisti Joneny. He solicitado una dispensa que me exima del trabajo de investigacin sobre esa materia. Supongo que se me considerar capaz de responder a cualquier pregunta de examen sobre el Pueblo Estelar, pero, apoyndome en mi condicin de estudiante destacado, pido que se me dispense del trabajo de detalle sobre el tema. Por mi parte, estoy dispuesto a dedicar al tema de mi tesis, la civilizacin Nukton de Creton III o a cualquier otro que sea razonable, todo el tiempo que haga falta. Y, tras una breve pausa, aadi: Ya s que es un privilegio que slo usted puede conceder.

    Cierto dijo framente el profesor, inclinndose hacia su interlocutor. Atender a su objecin teniendo en cuenta su calidad de estudiante destacado, Joneny. Usted es ms que un buen estudiante: es un estudiante admirable; pero no debo ocultarle que hay algo en su peticin que me molesta.

    Joneny tom aliento.

    Sencillamente, no deseo perder el tiempo estudindolo, seor. Hay mucho que investigar en el campo de la antropologa galctica y, por lo que s, el Pueblo Estelar es el final de una lnea, carece por completo de relevancia. Constituy un factor menor de transicin, que fue eliminado de la ecuacin csmica incluso antes de alcanzar su objetivo. Lo poco que sus integrantes han producido en el terreno artstico es completamente derivativo. Todo lo que queda de l es un reducido asentamiento primitivo cerca de Leffer VI, cuya existencia tolera la Federacin por motivos puramente sentimentales. Hay demasiadas culturas y civilizaciones que estn pidiendo a voces ser investigadas, como para perder el tiempo husmeando por entre docenas y docenas de cascarones cromados, documentando la historia de una pandilla de imbciles xenfobos y degenerados. No me importan lo que digan los dems: eso es lo que son.

    Muy bien, muy bien. Veo que la cuestin no le deja fro murmur el profesor. Mir a la pantalla que haba sobre su escritorio y garabate unas notas en ella. Luego contempl a Joneny con severidad. No voy a concederle lo que me pide y le dir por qu. Si hace falta discutir, discutiremos, pero la razn es su calidad de estudiante destacado. Ha dicho usted que el Pueblo Estelar fue un insignificante factor de transicin suprimido antes de alcanzar su finalidad. Por qu?

    Joneny, que esperaba la pregunta, respondi:

    Porque sus miembros abandonaron la Tierra, rumbo a las estrellas, a primeros de 2242, con el propsito de navegar por el espacio durante un lapso de doce generaciones antes de alcanzar un destino impreciso. Apenas llevaban sesenta aos de viaje, cuando ese sistema qued arrinconado al implantarse los viajes hiperdimensionales. Cuando las diez naves con las ltimas generaciones a bordo llegaron al sistema Leffer, haca ms de un siglo que la Tierra haba establecido una red de intercambios comerciales y culturales con docenas de sistemas planetarios. Adems, el grado de civilizacin existente en las naves era ya un estadio de barbarie primitiva, y los descendientes del orgulloso Pueblo Estelar que

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    dej la Tierra con tan altos ideales no haban sido capaces de sobrevivir en planetas extraos ni, menos an, de establecer contactos amistosos con ninguna de sus culturas. As, las diez naves se agruparon en una rbita alrededor de Leffer para que los idiotizados restos de sus poblaciones terminaran su vacilante marcha hacia la extincin. Segn la informacin de que disponemos, se encuentran tan satisfechos como pueden estarlo semejantes seres. Por m, que sigan as: personalmente, no me interesa saber nada ms de ellos.

    Seguro de haber expuesto correctamente su punto de vista, esper la conformidad, reticente quiz, del profesor. Pero la pausa de silencio se prolongaba. Cuando el profesor habl, lo hizo en un tono an ms distante que antes:

    Usted afirma que no aportaron nada significativo en el terreno artstico. Conoce a fondo todos los documentos?

    Joneny se ruborizo.

    No soy precisamente un experto en la cuestin, seor, pero repito que despus de doce generaciones cabra esperar un poema, una pintura..., algo mejor que esos inspidos y sensibleros ejercicios de nostalgia.

    El profesor no cambi de expresin, pero arque una ceja con aire inquisitivo. Joneny sigui obstinadamente con su argumentacin:

    He dado un vistazo a la recopilacin de sus baladas que hizo Xamol Nella el ao 79, y no hay en ella una sola metfora, un solo smil, que puedan ser considerados originales o propios de la vida que se haca en las Naves Estelares. Todo lo que hay son cuentos populares medio legendarios, urdidos a base de arenas, mares, ciudades y naciones. Algunos de ellos resultan interesantes, desde luego, pero no son sino puras fantasas sin relacin alguna con la gente que viva y mora en las naves. Nada podra interesarme menos que todas esas expansiones almibaradas.

    El profesor arque la otra ceja.

    Nada? Bien, antes de encomendarle la tarea, quiero insistir en lo que le deca antes: el Pueblo Estelar hizo algo no visto hasta entonces ni desde entonces. Viaj por el espacio, cubriendo distancias muy largas, durante mucho tiempo. Nadie ha llegado a donde aquellos hombres llegaron, porque en realidad el desplazamiento hiperdimensional le lleva a uno alrededor del espacio interestelar. Por eso, puede ser cierto que encontrasen all mares, arenas, ciudades y naciones aadi, riendo por lo bajo. Joneny quiso replicar pero le interrumpi alzando la mano. Usted no ha estado all, as que no puede refutar mi opinin. Sea como fuere, hicieron el viaje ms peligroso que se pueda imaginar; slo por eso merecen ya ser estudiados.

    Qu hay ms seguro sino el espacio interestelar, seor? repuso Joneny en tono algo despectivo.

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    All no hay nada.

    El profesor baj bruscamente las cejas.

    Aunque eso fuera verdad, cosa que no sabemos, por qu diablos cree que fuera seguro para unos terrcolas a bordo de naves estelares construidas en la Tierra? Cabe en lo posible que hubiera otras. Le recuerdo que, si bien salieron de la tierra doce naves, slo diez llegaron al sistema Leffer, y dos de ellas lo hicieron vacas. Quizs haba algo en la seguridad del espacio interestelar, en los mares y las arenas, que an desconocemos. Su voz dej escapar de repente una inflexin de intensa emocin contenida, como una luz que irrumpiera en una habitacin en penumbra, dejndola luego oscura y fra. Ha mencionado usted la recopilacin de Nella; debe de conocer, pues, la Balada de Beta-2. Quiero un anlisis histrico completo de esa balada, sobre testimonios de primera mano. Este es el trabajo monogrfico que deber realizar en esta materia.

    Pero, profesor!

    Puede retirarse.

    2

    Joneny estudi la lacnica nota a pie de pgina de Xamol Nella:

    Beta-2 fue una de las naves que llegaron vacas a su destino, el sistema Leffer. La balada goza de gran popularidad entre los sobrevivientes del Pueblo Estelar. (Para la meloda, vase Apndice.) Obsrvese la repeticin irregular del estribillo, rasgo original de muchas de las baladas del Pueblo Estelar, as como el carcter ligeramente elptico de la sintaxis.

    Ganas de encontrarle originalidad a toda costa, pens, volviendo al texto de la balada.

    Y lleg una mujer a la Ciudad, a travs de la arena, con el brillante cabello alborotado, con los ojos negros y los pies irritados, y un nio de ojos verdes bajo los brazos.

    Haba tres hombres de pie en la muralla de la Ciudad: dos eran altos y uno bajo. Uno sostena un clarn dorado que haca sonar para que todos oyeran

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    que llegaba una mujer a la Ciudad, a travs de la arena...

    Haba una mujer en el mercado, con lgrimas cual perlas en la mejilla. Tena ciego un ojo y le faltaba el habla, mas pudo or gritar a los guardianes:

    Ha llegado una mujer a la Ciudad, a travs de la arena...

    Haba un hombre esperando en la sala del tribunal, para juzgar como antes hizo. Oy gritar a los guardianes y exclam: Es ella, que vuelve a la Ciudad para morir.

    As es, ha vuelto a la Ciudad, a travs de la arena...

    Haba otro hombre en el cerro de la Calavera, inmviles las manos y enmascarado el rostro. Llevaba una soga pendindole del hombro y se ergua, callado, en la falda del cerro.

    Desde la muralla tres hombres gritaron: Aljate de aqu! Vuelve otro da! Mas de all la mujer no se alejaba. He vuelto a la Ciudad, tal como promet.

    As es, he vuelto a la Ciudad, a travs de la arena...

    Me habais dado un plazo para que fuera en busca de aquel de verdes ojos que os hizo lo que sois. Pues bien: ni en toda una Ciudad ni en el desierto he hallado un hombre al que imputar nuestra desgracia.

    Pero ahora he vuelto a la Ciudad, a travs de la arena...

    Cruz los portales y los nios lloraron, atraves el Mercado y las voces murieron,

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    dej el edificio del tribunal atrs y lleg al pie del cerro de la Calavera.

    All, al pie del cerro de la Calavera, la fue a encontrar el hombre de la soga. Mir ella la Ciudad y se volvi sonriendo. La Un Ojo le guardaba el nio de ojos verdes.

    La sangre y el fuego, el hueso y la carroa os cubren las rodillas; no es ms que polvo la Ciudad que fue piedra, hierro y madera, pero ella volvi, tal como prometiera. As es, una mujer volvi a la Ciudad, a travs de la arena, con el brillante cabello alborotado, con los ojos negros y los pies irritados y un nio de ojos verdes bajo los brazos.

    Realizar un anlisis histrico completo sobre primeras fuentes supona visitar personalmente las naves y recabar toda la informacin posible sobre la balada de tres individuos distintos del Pueblo Estelar por lo menos. El plazo de realizacin en laboratorio era de veinticuatro horas, pero poda obtener un reajuste temporal en el Centro de Expediciones de la universidad, con lo cual dispondra de una semana en la Colonia Naval mientras en el campus transcurra slo un da. Joneny no pensaba emplear en aquel proyecto de investigacin ms que el tiempo mnimo exigido. Para simplificar al mximo la tarea, decidi prolongar la excursin con otro par de horas en la biblioteca.

    Para empezar, reley la introduccin a la Recopilacin de Baladas de Nella y encontr algo vagamente interesante: Naturalmente, no llegu a visitar el interior de las naves, debido a las limitaciones de tiempo as como a las incompatibilidades culturales. Pero s obtuve permiso de entrada para un robot grabador y me benefici de un evidente espritu de cooperacin. El grabador transmiti al instante una versin escrita de las letras y las partituras bsicas de las melodas, adems de efectuar una grabacin continua. Los nicos cambios que he introducido obedecen a errores evidentes en la ordenacin de palabras o frases. Debo sealar que este proyecto fue realizado con cierta precipitacin, y tales errores podran ser atribuibles a fallos del elemento impresor del robot o a meras equivocaciones del intrprete informante. Para cualquier discrepancia, consltese el aparato de variantes de la edicin crtica.

    Joneny se reclin en su butaca. Aquello contrariaba su sentido del rigor en la investigacin. Un robot grabador, falta de contacto directo y una coleccin completa establecida probablemente en menos tiempo del que l iba a dedicar a una sola balada. Le era fcil imaginar la escena: deambulando por las cercanas de Leffer, a Nella se le habra ocurrido enviar su grabador a las naves para ver si poda pescar alguna cosa. Quiz lo hizo aprovechando el ocio de una cuarentena o mientras se dedicaba a algn trabajo de reparacin. Habra dejado el aparato conectado unas seis o siete horas, para alzarse con lo que aparentaba ser una erudita recopilacin de canciones populares de acceso imposible. La falta de seriedad

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    de tal investigacin indignaba a Joneny, pues estaba seguro de que abundaban trabajos por el estilo en los inagotables archivos de la Biblioteca de Antropologa Galctica.

    Movido por su irritacin, consult el aparato de variantes de la edicin crtica. Los nicos versos de la Balada de Beta-2 que Nella haba corregido pertenecan a la sptima estrofa. El grabador haba dado:

    Cruz los portales y las voces lloraron, atraves el Mercado y los nios murieron.

    El error era obvio. O no? Joneny frunci el entrecejo. No, resolvi; Nella deba estar en lo cierto. De otro modo, el texto habra resultado algo surreal, lo cual contradeca radicalmente la opinin que tena acerca del Pueblo Estelar.

    Haba una cierta sencillez agradable en la cancin, segn advirti al releerla despacio y ms atentamente. Lstima que no tratase de nada en concreto.

    Acudi al fichero y seleccion otras dos grabaciones en cristal relativas al Pueblo Estelar. Apenas haba media docena de ellas donde elegir; busc las de color azul (indicador de testimonios de primera mano) y le sorprendi hallar slo una. Creyendo en un error de catalogacin, consult con el bibliotecario y comprob que aqul era en efecto el nico cristal azul.

    No llevaba ttulo, y al introducirlo en el reproductor, Joneny descubri con asombro que contena la grabacin del primer contacto de las naves con la Federacin noventa aos atrs, cuando aqullas, ya casi olvidadas, aparecieron en el campo visual de sta.

    La voz era la de un terrcola que hablaba en alto centurico, un idioma de consonantes duras y slabas estridentes, cuya suma concisin lo haca eminentemente apropiado para los informes oficiales. Hablaba de los contactos iniciales con el Pueblo Estelar y la primera accin agresiva, de rechazo, por parte de ste.

    ...finalmente tuvimos que emplear vibraciones hipnticas. Aun as, la entrada ha resultado extremadamente difcil. Se observa un grado muy avanzado de regresin. Los soolientos individuos, derrumbados sobre sus armas en el suelo de las cmaras interiores, van desnudos, y sus cuerpos plidos y frgiles carecen de pelo. A pesar de sus frenticos (diramos casi heroicos) esfuerzos, no nos causaron bajas, y los exmenes efectuados muestran que no son bsicamente hostiles. Sin embargo, estn tan esclavizados por una increble mitologa que se ha desarrollado entre ellos, basada en indescifrables avatares que creemos aconsejable dejarlos en paz. Sus medios tcnicos resultaran insuficientes para un salto interplanetario de ms de seis o siete millones de millas. Parece que existi algn contacto entre las naves, por radio y, presumiblemente, por medio de patrullas que

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    cubran ocasionalmente las distancias que mediaban entre unas y otras naves.

    Hubo un largo silencio y luego la voz prosigui:

    Conservan la escritura, que pese al poliglotismo de la poblacin original es en ingls, aunque se trata de un ingls difcil de seguir debido a cambios ortogrficos y a que los textos parecen enteramente compuestos de eufemismos. Muchas de las crnicas que hemos estudiado se refieren a alguna perturbacin acaecida en el Mercado. Supusimos que aludan a un conjunto de cultivos hidropnicos o algn otro sistema de obtencin de alimentos del que estara dotada la nave. El semntico Burber necesit una hora para descubrir que el trmino constitua una referencia al complicado proceso de procreacin ideado para las naves. Para mantener estable la poblacin, el alumbramiento se prolonga artificialmente en un banco de nacimientos, o ms bien mercado de nacimientos mecnico, del que los presuntos padres reciban a sus hijos. Estaba concebido como un medio para mantener la consistencia de la raza y salvaguardarla de las muchas deformidades causadas por las radiaciones. En vista del aspecto de aquella pobre gente, no puede decirse que tuviera demasiado xito.

    Joneny puls el interruptor y reley los dos versos de la balada que haban sido corregidos. Indudablemente la forma correcta deba ser:

    Cruz los portales y las voces murieron, atraves el Mercado y los nios lloraron.

    O quiz la inversa; pero, en tal caso, por qu?

    Examin rpida pero cuidadosamente los informes sobre las distintas naves en particular y se detuvo sobre todo en un pasaje:

    ...Hemos encontrado a Beta-2 completamente desierta. Los largos pasillos estn vacos aunque las luces azules siguen encendidas. Las puertas se abren, las mquinas contienen cintas a medio pasar, y los tiles yacen en el suelo como si hubieran sido abandonados a causa de alguna interrupcin. El espectculo que ofrece la Calavera recuerda al autor de este informe las imgenes y relatos de las atrocidades cometidas en Auschwitz durante la llamada Segunda Guerra Mundial. El lugar est materialmente abarrotado de esqueletos, como si una sbita locura colectiva se hubiera adueado de la poblacin o se hubiera perpetrado una inconcebible matanza. Fue de nuevo el semntico Burber quien nos hizo observar el hecho de que todos los esqueletos fueran de adultos. Ello motiv un examen del Mercado, que result hallarse averiado sin posibilidad de reparacin. Muchas de las minsculas celdas de cristal donde se desarrollaban los fetos haban sido destrozadas sin

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    piedad. Es obvio que existe una relacin directa entre ambos horrores, pero no disponemos de tiempo para un estudio detenido. Los exmenes hipnticos efectuados en otras naves revelaron el conocimiento de serios conflictos acaecidos en Beta-2 algunas generaciones atrs, pero su naturaleza o su alcance exactos son nebulosos, imprecisos y tergiversados por la leyenda...

    Se detuvo de nuevo y recorri rpidamente el resto del texto en busca de ms menciones de la Calavera: seccin Calavera, introducido en la Calavera e incluso la falda de la Calavera, pero no hall ninguna explicacin concluyente.

    Tom otro cristal, que contena la transcripcin de un antiguo microfilm: un informe sobre la construccin de las Naves Estelares durante los das anteriores al viaje interplanetario.

    ...est provista de una seccin Calavera que acta como convertidor de desperdicios. Podr usarse tambin como instrumento para la ejecucin de la pena capital en los casos extremos que no puedan ser resueltos de otro modo en comunidades de dimensiones tan reducidas.

    Sintiendo un naciente inters, Joneny volvi a la copia que haba sacado de la balada. Algo grave debi suceder en el Mercado de Beta-2. La Calavera poda usarse para ejecuciones de la pena capital. Tal vez s tena significado la versin original de la estrofa sptima, la que haba recogido el robot.

    Cruz los portales y las voces lloraron, atraves el Mercado y los nios murieron, dej el edificio del tribunal atrs y lleg al pie del cerro de la Calavera.

    Al menos, ya tena por donde empezar.

    3

    Se arrellan en el asiento de pilotaje, con la vista fija en las negras pantallas, que estaban apagadas durante el vuelo hiperdimensional. Advirti que cruzaba en segundos el inmenso vaco a travs del cual haban avanzado lentamente, a algunos miles de millas por segundo, durante siglos, las Naves Estelares. A pesar de cierta excitacin que se resista a admitir, segua vindose como un antroplogo galctico en ciernes, situado ante la obligacin de averiguar las causas de un incidente trivial relacionado con un callejn cultural sin salida.

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    Pens con aoranza en la ciudad de Nukton en Creton III, en sus edificios recubiertos de plata, y sus jardines de piedra negra, reliquias de una raza de trgico destino que haba producido admirables obras arquitectnicas y musicales, tanto ms sorprendentes por cuanto no haba desarrollado ninguna forma de habla ni medio alguno de comunicacin directa. Su fenomenal grado de adelanto s mereca ser estudiado de forma exhaustiva.

    Sinti que su visin se enturbiaba ligeramente cuando el vehculo sali del hiperespacio. Abandon sus pensamientos y se inclin hacia los mandos.

    En una de las esquinas superiores de la pantalla que tena delante apareca el fulgor verdoso de Leffer. Cerca de l, las naves espaciales formaban un racimo de lunas en cuarto creciente. Cont seis de ellas y le parecieron recortes de ua sobre un fondo de terciopelo polvoriento. Cada esfera, segn saba, tena unas doce millas de dimetro. Dedujo que las otras tres deban estar eclipsadas y pudo apreciar el movimiento de las seis, parecido al de una solemne danza ritual. Haban sido colocadas en una rbita muy reducida, a unas cuarenta millas una de otra, formando un grupo delicadamente equilibrado que se mova a su vez sobre una rbita de diez aos, a unos doscientos millones de millas de Leffer.

    Poco a poco fue apareciendo otra luna, en tanto que su opuesta se desvaneca en la oscuridad. Gradu el visor a una longitud de onda superior y el fondo de la imagen pas del negro al azul Prusia, apareciendo las lunas como contornos verde plido de unas esferas en sombra.

    El vehculo de Joneny era un cronomvil ligero de cincuenta pies de longitud y una autonoma de seis semanas, lo cual no era demasiado para recorridos interestelares. De todas formas, era lo mximo a que poda aspirar un estudiante, ya que ellos opinaban que de jovenzuelos tan escasamente dignos de confianza slo podan esperarse comportamientos dignos de la clase que provocaba la exasperacin de la Central de Expediciones. A algunas de las naves mayores se las dotaba de un margen de dos aos, lo cual era ya ms razonable. En un tiempo ms corto, verse en una situacin de catstrofe con el momento crtico a ms de seis semanas en el pasado significaba carecer por completo de posibilidad de salvarse. La nica solucin era oscilar entre el momento critico y la culminacin, pidiendo desesperadamente ayuda por radio hasta ser rescatado por alguien que se encontrara cerca (eventualidad muy improbable), o seguir adelante y conservar la esperanza, que en los casos de catstrofe espacial no era precisamente muy slida. En consecuencia, las Jerarquas se quejaban continuamente de la cantidad de accidentes protagonizados por estudiantes, y stos reciban un trato desigual.

    A una distancia de mil millas, redujo la velocidad a doscientas por hora para deslizarse paralelamente a la direccin de las naves. Se preguntaba cmo averiguar cul de ellas era Beta-2 y qu hacer primero: identificar y explorar dicha nave abandonada, o hablar (si es que accedan a ello) con los habitantes de alguna de las otras.

    Haba otra cuestin que le inquietaba, aunque no estaba relacionada, directamente al menos, con su investigacin. Los ltimos datos que haba obtenido de los cristales de la biblioteca se referan a Sigma-9, la otra nave que haba llegado vaca:

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    ...completamente destruida haba dicho la voz contenida en el cristal. Una vasta e irregular porcin del casco ha sido desgajada, dejando al descubierto un armazn interior que refulge a la luz de Leffer con una extraa iridiscencia. Una grieta divide aproximadamente por la mitad lo que queda del casco. No hay posibilidad de supervivencia. Resulta sorprendente que la inercia y la accin del piloto automtico hayan hecho llegar tal montn de restos retorcidos a su destino.

    Aument el grado de ampliacin de la pantalla hasta que las esferas cubrieron toda su superficie. Mientras observaba, una nueva nave se destac del grupo y no tuvo dificultad en identificarla como Sigma-9. Pareca una cscara de huevo aplastada, con una tenue telaraa de vigas contorneando como un plumn las resquebrajaduras. El principal desperfecto era la desaparicin de una enorme seccin del casco; desde el hueco que haba dejado se extendan fisuras en todas direcciones, pendiendo aqu y all fragmentos del cuerpo de la nave.

    Su primera conclusin fue que debi de producirse una tremenda explosin en el interior, pero reflexionando sobre la forma como haba sido construida la nave se convenci de que cualquier explosin de intensidad suficiente para arrancar un fragmento tan grande del casco hubiera proyectado en sentido opuesto el resto del cuerpo. Las leyes de la fsica de colisiones eliminaban la posibilidad de un impacto exterior. De hecho, se trataba de un tipo de catstrofe perfectamente imposible. Pero ah estaba: flotando delante de l.

    Dirigi el aparato hacia el interior del grupo y gradu la pantalla a visin normal, contemplando cmo crecan las grandes esferas. Cuando se hallaba a setenta millas de la ms prxima detuvo el vehculo y la examin infructuosamente. Decidi finalmente avanzar a slo setenta millas por hora, a fin de disponer de ms tiempo para reflexionar. A los veinticuatro segundos, oprimi el botn de Detencin del Tiempo.

    El tiempo se detuvo.

    A efectos prcticos, se encontraba en el interior de una envoltura de suspensin cronolgica, con su vehculo a unos diez pies por encima de la superficie de la nave. Pas la pantalla a visin mvil y la imagen creci hasta rodearle por completo. Baj el mando de direccin del visor hasta que le pareci estar de pie sobre el casco. Mir a su alrededor.

    El horizonte se mostraba aterradoramente cercano y la superficie plana que esperaba lisa y uniforme pareca queso rodo: las planchas estaban descompuestas, recorridas por surcos cuajados de cristales y cubiertas de protuberancias astilladas; eran de un verde que pareca serles propio, ms intenso que la luz que les llegaba del lejano sol. Mir hacia arriba.

    Y se qued sin respiracin: catorce veces mayor que la Luna vista desde la tierra, flotaba Sigma-9. Joneny saba que nada se mova durante la suspensin temporal, saba que no haba nada que temer estando dentro de su nave, a escasos minutos de una docena de estrellas y sus planetas, y sin embargo le pareca que aquellas ruinas se abalanzaban sobre l a travs de la negrura.

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    Lanz un grito y se cubri los ojos con una mano. Con la otra puls el mando de visin normal y se vio de nuevo en el interior de su aparato; la pantalla volva a ser una simple ventana de seis pies situada frente a l.

    No, la mente humana no estaba preparada todava para el espacio abierto. El propio contorno del cristal de una escafandra segua siendo algo corpreo a lo que aferrarse, pero haba algo terrible en aquellos restos y su dbil resplandor de fuego verde, algo que le haba impedido mirarlos directamente antes de sentir que se precipitaban sobre l para sepultarle.

    Un resplandor? Joneny apart de los brazos de su silln las hmedas palmas de sus manos. Un resplandor? Deba formar parte de la ilusin ptica que le haba hecho creer en un movimiento de cada de los restos de la nave. Se hallaba en suspensin temporal y nada poda emitir aquel trmulo resplandor, pero record la fosforescencia verde gaseosa que pareca centellear por toda la superficie de la esfera. Volvi a dirigir el visor hacia arriba para observar de nuevo Sigma-9, esta vez desde la seguridad psicolgica de su asiento. Verde y quebrada, segua titilando tenuemente sobre el fondo del espacio.

    El pnico se apoder de su estmago. Algo deba de andar mal en el margen de tiempo. Revis con una mirada las luces de alarma: no haba ninguna encendida, todo estaba en orden. Se dispona a volver precipitadamente al rgimen de hiperdimensin antes de que se produjera algn desperfecto grave, pero su mano se detuvo. Leffer. Coloc un filtro en la pantalla y aument la amplificacin.

    Una superficie solar ofrece bajo suspensin temporal un aspecto muy distinto al que posee bajo un flujo temporal normal. Algo que se conoce como efecto Keefen le da la apariencia de una pelota de goma baada en cola y envuelta en un brillo fragmentado en colores. Cada uno de ellos refulge en un punto preciso, separado y prismtico. Bajo cronologa normal, por el contrario, presenta la textura de una fluorescente piel de naranja. Joneny poda contemplar el efecto Keefen en pleno despliegue.

    Por lo tanto, s estaba en suspensin temporal. Pero, indiferente a ello, algo se mova alrededor de Sigma-9.

    A menos de quince millas por hora, volvi a situarse en el flujo temporal normal y empez a buscar una entrada. Encontr una semiesfera corroda que sobresala del casco y describi algunos crculos por encima del cierre, emitiendo su seal de identificacin tan slo para ver qu suceda.

    Le sorprendi el sonido de una voz que, hablando un ingls de acento muy marcado, llegaba a travs de su altavoz.

    Sus odos estn desconectados, pero su ojos estn negros. Sus odos estn desconectados, pero sus ojos estn negros. No se le permitir entrar mientras venga con los ojos negros. Identifquese, por favor. Corto.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    La metlica voz perteneca a una estacin contestadora automtica y el contenido de su mensaje le dej perplejo. Volvi a lanzar su rayo de identificacin y esta vez aadi un mensaje oral:

    Si es usted un robot, tenga la bondad de ponerme en contacto con un agente humano que me permita entrar en la nave. Quisiera hablar con un agente humano.

    Sus odos estn limpios de cera, abiertos y desconectados dijo la voz, pero sus ojos estn ciegos. No podemos verle.

    Joneny comprendi: el robot pareca distinguir matices de entonacin. Tambin quiere mi imagen, pens. La envi y esper a que apareciera en la pantalla la imagen de respuesta.

    Sus ojos ven con claridad. Un momento, por favor: vamos a darle una seal de entrada.

    En un ngulo de la pantalla apareci la seal: una serie de crculos blancos y rayas negras. A travs de ella se lea, en maysculas: ENTRA USTED EN LA CIUDAD DE GAMMA-5.

    Una de las semiesferas que distingua debajo de su vehculo, adheridas al casco de la nave, empez a girar. Haba sido proyectada para dar cabida a aparatos tres veces mayores que el de Joneny. Del casco cristalizado se desprendieron algunas astillas que se hicieron pedazos, levantando una fina nube de polvo. Mientras giraba, la semiesfera se dividi en tres segmentos retrctiles y se ocult en el interior del casco. Un brazo mecnico orient el vehculo de Joneny hacia el interior de la galera. Al divisar a Sigma-9 en la pantalla, Joneny record sus palabras al profesor: Qu hay ms seguro sino el espacio interestelar?

    En teora, las naves disponan de instrumentos de navegacin indestructibles, y sus cascos posean una resistencia infinita. Qu haba arrancado y triturado parte del revestimiento exterior de Sigma-9, o despedazado la nave como si se tratara de una pieza de porcelana? Decidi satisfacer su curiosidad consultando con el pequeo computador de clula de iridio que llevaba a bordo, a ver si era capaz de sugerir alguna explicacin partiendo de una medicin de las tensiones y esfuerzos que todava se advertan en el metal retorcido. Antes de hacerlo, sin embargo, entrara en la ciudad para realizar una exploracin a fondo, algo que no haban hecho ni siquiera los primeros informadores. Lanz un gruido de desagrado mientras se cerraba la triple compuerta de la primera esclusa y esper a que llegara a su fin la operacin de atraque.

    El vehculo sufri una sacudida y se encendi la luz indicadora de repulsin magntica: las esclusas de la gran nave haban sido diseadas para albergar aparatos mucho mayores, y las pinzas de los brazos de anclaje del suyo slo asan el vaco. El campo magntico lo mantena centrado, pero el dispositivo de sujecin resultaba demasiado corto. Joneny aument la intensidad del campo hasta la correspondiente a una aleacin de titanio y lo extendi a veinte pies de su vehculo, en todas direcciones. Esperaba que eso bastara para lograr adherirse a la pared del recinto. El sonido metlico de un golpe le indic que las pinzas haban encontrado donde asirse. En aquel momento le lleg una voz:

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Preprese para desembarcar.

    Como si fuera tan sencillo, pens. La presin dentro de la esclusa era la normal en la Tierra, pero, sera igual en el resto de la nave? Supona que los robots deban ser lo bastante sensatos como para no permitir la entrada de nadie en el caso de que algo anduviera mal. Por si acaso, incluy una burbuja de apremio en su equipo de supervivencia. Comprob el nivel del acumulador de su cinturn, se apret el correaje de la zapatilla izquierda y se dirigi hacia la escotilla.

    Los campos magnticos selectores haban dejado fuera de uso y substituido los dobles cierres hermticos. El diafragma de metal se abri dejndole ver el interior del tubo flexible de entrada que se haba adherido al costado de su vehculo.

    Aunque ste ofreca una cierta confortable sensacin de gravidez, la nave careca por completo de gravedad. Joneny penetr en el tubo y sinti claramente la prdida de peso. El extremo redondo del tnel lo envolvi completamente, como la ventosa de una gran sanguijuela. La luz era de un plido azul celeste. Se detuvo en el interior del conducto apretando un botn de su cinturn energtico, y a continuacin asi el riel que corra por la pared del tubo y se arrastr a lo largo de l.

    A travs de unas ventanillas rectangulares poda ver el interior de la esclusa, dbilmente iluminada por la misma luz azul. Quince pies ms adelante terminaron las ventanillas y la pared acanalada dio paso a una pulida superficie de acero. Haba llegado al cuerpo de la nave. Se volvi al or a su espalda un ruido sibilante: una triple puerta acababa de cerrar el extremo del tubo flexible. En el sector en que se hallaba haca algo de fro y corra una brisa procedente de alguna parte. Lleg al final.

    Siguiendo direcciones opuestas, se extenda un pasillo de seccin triangular, con una barra en hlice por su centro. En la flecha que apuntaba hacia un lado se lea: Sala de Recreacin; otra, en sentido contrario, apuntaba a las Oficinas de Navegacin. El ingls de Joneny era del tipo acadmico, apto para la conversacin, pero inclua muy pocos trminos tcnicos, ya superados casi en su totalidad; sin embargo, conoca buen nmero de races latinas que podan brindarle soluciones a problemas de traduccin.

    Despus de estrujarse el cerebro decidi que las Oficinas de Navegacin haban de resultar ms interesantes. Senta cierta curiosidad por ver qu era lo que recreaban al final del primer pasillo, y qu sistema de recreacin poda haber en la nave, pero una extraa intuicin pas por su mente, y decidi tomar el segundo.

    Al cabo de un momento lleg a una pequea estancia, en cuyo centro se levantaba una ancha columna. A lo largo de la pared se vean pantallas, indicadores y numerosos paneles de control con sillones colocados frente a ellos. El suelo y las paredes eran metlicos. Joneny conect un campo magntico ligero a las suelas de sus zapatillas y acerc los pies al suelo hasta adherirlos a l. Observ los paneles. Era evidente que aquella parte de la nave haba estado dotada de gravedad tiempo atrs.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Un momento, por favor oy decir por un altavoz. Tratar de localizar a un agente humano para que se ponga en contacto con usted, tal como pidi.

    Gracias respondi Joneny al robot. Por cierto, dnde estn todos?

    Pregunta demasiado complicada. Tratar de localizar a un agente humano. Al cabo de cinco segundos de silencio, la voz aadi: Lo siento, seor. No puedo localizar a ningn agente humano que responda a mis llamadas.

    No queda gente viva en esta nave? pregunt Joneny.

    La gente est viva respondi el robot. Su voz monocorde sonaba involuntariamente amenazadora.

    Sobre una de las mesas haba un montn de libros. Libros! Los libros de verdad hacan las delicias de Joneny. Pesados, difciles de manejar y de almacenar, eran la autntica chifladura de muchos eruditos. A Joneny le resultaban fascinantes. No importaba su contenido: pertenecan tan al pasado, que cada una de sus letras brillaba para l como las facetas de una gema perdida. Todo su significado estaba tan en contradiccin con su tiempo una era de velocidad, agresividad y masificacin, que el simple peso del papel le haca llegar al xtasis. En la universidad, todos consideraban un lujo ostentoso su coleccin de setenta volmenes. La pieza reina era un ejemplar de la gua telefnica de Manhattan, perteneciente a 1975, con todas las pginas plastificadas.

    Se acerc a la mesa y levant el volumen de la parte superior. Los imanes que lo unan al inmediatamente inferior dejaron or un chasquido al tirar de l. Lo abri: las pginas eran delgadas lminas de metal, plateadas bajo la luz azul, y estaban escritas a mquina. Era un diario de navegacin; cada anotacin iba datada y llevaba una indicacin de la hora a que haba sido hecha. Joneny busc las pginas centrales y ley al azar:

    Ya llevamos treinta y nueve horas en el desierto. No sabemos si la nave podr resistir mucho ms. El ndice de arena oscila entre quince y veintids. Lo terrible es que no hay forma de saber cunto ms va a durar esto. Nos cost catorce horas atravesar el primer desierto que encontramos, hace doce aos. Dos aos despus volvimos a salir del mar para viajar a travs de arena fina durante casi once meses. El desgaste que sufri la nave era increble. Entonces ya vimos que si se volva a producir una situacin parecida, las naves no pasaran de la tercera generacin. De repente nos encontramos navegando sin problemas por un ocano despejado; aquello dur casi seis aos. Lleg entonces una tormenta de arena de extraordinaria intensidad: durante casi tres horas, el ndice de arena se mantuvo por encima del ciento cincuenta, lo que caus tantos desperfectos como la primera tormenta que habamos pasado, la de catorce horas. Cunto va a durar sta? Otra hora? Un ao, cien, quinientos?

    Una anotacin posterior deca:

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Durante los ltimos nueve das, el ndice de arena se ha mantenido de forma notablemente estable en el punto seis. Es algo que se agradece, aunque seguir mucho tiempo a un ndice igual o inferior, incluso de uno o dos, resultar funesto para todos nosotros. Casados esta tarde: Afrid Jarin-6 y Peggy Ti-17. La fiesta se celebraba en el Mercado; me march pronto, algo bebido. La pareja ha seleccionado el feto BX-57911, que contiene algunos de mis genes. Jenny me dijo:

    Ya que va a ser el padrino, es justo que le corresponda una parte de su gentica.

    Afrid encaj bien la broma, sin duda porque el nio es, fundamentalmente, de Jenny y suyo. Me march algo deprimido. A nosotros, los que conocimos la Tierra, estos chicos, salidos del Mercado, nos parecen plidos y amorfos. Por supuesto, nadie les ha dicho nada acerca del peligro que significa realmente el desierto. Se contentan con tan poco y creen tan firmemente en el xito de nuestra empresa que sera cruel ensombrecer los escasos goces que pueden experimentar dicindoles la verdad sobre la arena. Llam a Beta-2 para hablar con Leela, aunque ya saba que con ello slo conseguira empeorar mi estado de nimo.

    Qu tal, capitana? le pregunt.

    Bien. Gracias, capitn.

    Por qu no se viene aqu conmigo y tendremos un nio?

    Est usted borracho, Hank me respondi.

    No demasiado repuse. Hablo en serio. Por qu no le confa la Ciudad Beta-2 a su segundo de a bordo, toma un vehculo auxiliar y se planta aqu? Yo dimitir de mi cargo, pasar a ocupar un puesto de asesor y los dos viviremos el resto de nuestros das, que ya no pueden ser muchos, en la idlica ingravidez de la Seccin Central. Pinselo, Lee.

    Este desierto le puede, no, Hank?

    S, Lee. Me consume. Cmo diablos bamos a saber que nos veramos metidos en semejante absurdo? De haberlo sabido, quizs hubiramos podido prepararnos para todo esto, pero al paso que vamos encontraremos ms campos de mesones, cada vez ms espesos, hasta que nos roan el casco de las naves como si fueran limas.

    O saldremos de ste dentro de diez minutos y no volveremos a encontrar otro en todo lo que nos queda de camino. El problema est en que no sabemos qu hay ah fuera, Hank.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    S, claro; incluso es posible que haya un dragn enorme, con alitas de colores, esperando a que vayamos llegando para engullir una tras otra nuestras naves, como si fueran confites. Aunque no es muy probable. Lo nico probable es que esos malditos campos de mesones nos sigan royendo hasta que no quede rastro de nada parecido a una nave espacial. Por los visores externos se ve ya nuestro casco como el mapa de carreteras de los estados de la costa Norte del Atlntico. Trescientos aos ms y podremos darnos por satisfechos si llega a Leffer una simple porcin de nuestro queso. Anmese, Lee, venga a pasar conmigo el tiempo que nos queda.

    No poda verla. Siempre hablbamos con los ojos negros. No la haba visto en persona desde que ella tena veintids aos, y ahora me resultaba gracioso pensar que ya rondaba los setenta.

    Hank, suponga que salimos del desierto. Si lo logramos, me quedarn todava unos diez aos de trabajo para ensear a estos chicos a sobrevivir durante los trescientos siguientes, y a que no terminen como algo de lo que la Tierra pudiera avergonzarse. Para entonces usted y yo estaremos a punto de ir a la Calavera.

    Hay otros que podran encargarse de eso, Lee.

    No hay tantos, y usted lo sabe.

    S, ya lo s dije, al cabo de unos segundos de silencio.

    Entonces ella dijo algo que me sorprendi y me hizo comprender cunto la fatigaba el asunto del ndice de arena. Hablando muy aprisa, dijo:

    La prxima vez que el ndice llegue a ciento veinticinco vendr con usted, Hank y cort la comunicacin.

    Ahora me siento insignificante.

    La anotacin terminaba all. Joneny pas a la siguiente: El ndice de arena sube a once. Ley la siguiente: El ndice de arena baja a ocho, y la siguiente: Indice de arena, siete. Segua en esa cifra durante cerca de un mes. Vena despus una inscripcin alarmada: El ndice de arena sube a once. Sube hasta treinta y dos. Una hora ms tarde: Sube hasta treinta y nueve. Una hora ms tarde: Indice de arena, setenta y nueve. La anotacin hecha una hora despus deca:

    No s cmo sucedi ni por qu. Haca tres horas que observaba el lento ascenso de la aguja: ndice de arena, noventa y cuatro; ndice de arena, ciento diecisiete. Me senta

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    impotente, como si mi cuerpo fuera un puro carmbano de sudor. De pronto son a mi lado el condenado telfono internaves. Apret el botn de escucha y o la voz de Lee:

    Dios mo, Hank, qu podemos hacer? Qu ocurre, por qu?

    No... no lo s, Lee.

    Santo Cielo, Hank, hemos estado en ciento treinta y ocho y ahora el ndice de arena est en ciento cuarenta y nueve. Todo ha sido un sueo, Hank, todo un sueo. Hemos soado con las estrellas y ahora no las alcanzaremos! Oh, Dios mo, no vamos a llegar...

    Estaba llorando, y yo no saba qu decir. Mir al indicador y la aguja se mova con la velocidad del segundero de un reloj.

    Ciento noventa y seis, Hank. Vengo con usted. Ahora vengo con usted, Hank. Sus sollozos casi me impedan entender lo que deca.

    La aguja marcaba doscientos nueve.

    Est usted loca? le grit. El vehculo auxiliar se le desintegrar antes de que haya recorrido doscientas millas. Maldita sea, Lee, no saldremos de sta!

    Ella segua llorando.

    Vengo con usted, Hank repeta.

    La aguja subi abruptamente hasta mucho ms all de trescientos y de pronto comenz a descender con increble rapidez hacia el cero, detenindose unos tres segundos en el cuarenta y cinco antes de caer. Lo primero que pens fue que el indicador se haba roto. Entonces pude or a Lee por el aparato. Estaba recobrando el aliento.

    Hank?

    Lee?

    Ya hemos salido, Hank. Todo estaba en orden, aunque poda haber algo roto dentro de m. Volvemos a estar en el mar. Tenemos el camino despejado, Hank. Y aadi: Ahora vengo a verle. No me quedar, pero quiero verle.

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    Joneny pas la pgina y sigui leyendo.

    Durante una media hora, el escape de su navecilla era, visto por la pantalla, como un alborotado y brillante mechn de cabello. Lleg con los ojos claros y los odos abiertos, y descend por el tubo para recibirla. La vi entrar. Ella debi de verme tambin, porque se detuvo un momento. Creo que levant la cabeza, ya que pude distinguir el destello de sus ojos y el negro cabello ondulando sobre sus hombros. Reconoc la nariz respingona, la piel de alabastro y la sonrisa en los labios un poco gruesos. Ella avanz entonces hacia m y comprend que aqullos eran los rasgos que yo haba visto.

    Hank dijo cuando ya haba cubierto, muy despacio, las tres cuartas partes de la distancia que nos separaba.

    Di unos pasos hacia ella. Tena el cabello blanco y lo llevaba corto. Vena con los ojos muy abiertos y no sonrea: respiraba agitadamente.

    Hank? Pareca no creer que aqul fuera yo. Hank, llveme fuera de esta zona de gravedad antes de que me d un ataque.

    Cmo?

    No me encuentro demasiado bien ltimamente, y he tenido que permanecer en el sector de ingravidez.

    Comprendo.

    Lo siento, pero estos pies me estn matando explic con una risita.

    La voz era la suya la haba odo envejecer a lo largo de los cuarenta aos que nos separaban ya de la Tierra, pero cuando rode sus hombros con mi brazo para ayudarla, sent su piel como la tela de un vestido demasiado holgado sobre sus huesos. Llegamos al final del tubo y entramos en el ascensor. Al llegar al sector de ingravidez pareci sentirse muy aliviada. A continuacin se detuvo y me mir fijamente.

    Me parece que, al cabo de tanto tiempo, usted est en mucho mejores condiciones que yo, Hank. En fin, dicen que las mujeres bonitas envejecen pronto. Y yo era muy... muy bonita, no, Hank? Volvi a rer. Olvdelo... Madre ma, ahora s lo que significa tener los pies irritados.

    Irritados? pregunt.

    No emplean esta expresin por aqu? Es la que se estila ahora entre los chicos: la

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    utilizan para referirse a alguien que haya permanecido mucho tiempo en situacin de ingravidez y pase a un sector con gravedad. No se preocupe, acabar imponindose en esta Ciudad. Es curioso cmo adoptamos las expresiones de los jvenes. Ellos las toman de nosotros, les dan significados nuevos y nos las devuelven. Influyen en nosotros tanto como nosotros en ellos. Suspir. Hemos puesto tanta Tierra en ellos, que quieren que todo vuelva a ser como era all. Por eso dan nombres terrestres y aplican modismos terrestres a cosas que slo existen aqu. Cree usted que lo conseguiremos, Hank?

    No respond. Quera hacerlo, pero no poda. Ella esperaba mi respuesta con una sonrisa posada extraamente en el desgastado contorno de sus labios. Sbitamente, la sonrisa se borr y su mirada baj para detenerse en las rugosas manos. Cuando alz los ojos, su rostro expresaba algo semejante al miedo.

    Lee, ya somos viejos, no es cierto? Y no parece que haya pasado tanto tiempo dije casi en una pregunta, como si creyera que ella podra explicarme cmo haba sucedido.

    Cuando habl, lo hizo para decir:

    Ser mejor que regrese.

    Apenas hablamos dos palabras ms. Ya a la puerta de su vehculo auxiliar, ambos dijimos lo mismo: Adis. La abrac y ella me sujet los hombros con toda la fuerza que tena. No era mucha, y enseguida deshice el abrazo. Luego, slo qued de ella una llamita plateada vista en la pantalla.

    Pas de mal humor el resto del da y los chicos huan de m como de la peste. Pero por la tarde llam a la Ciudad Beta8.

    Hola, capitn o decir a una voz conocida.

    Hola, capitn respond, y nos echamos a rer.

    Entonces hicimos algo que no habamos hecho en mucho tiempo: estuvimos una hora y media hablando de las estrellas.

    Joneny cerr el libro. Arena y desierto: campos de mesones! Y la palabra Ciudad formaba parte del nombre de la nave. Cabello brillante: el chorro de los cohetes de una nave auxiliar. Pies irritados... Ojos negros... Evidentemente, la Balada de Beta-2 databa de un tiempo muy posterior al de Hank y Leela, los primeros capitanes de las naves estelares. Ahora casi todo empezaba a tener algn sentido, al menos en el estribillo. Dej que los versos fluyeran una vez ms por su mente, mientras diriga la atencin hacia su

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    interior, apartndola de las pantallas, los cuadrantes e incluso del diario de navegacin que tena en las manos.

    Y lleg una mujer a la Ciudad, a travs de la arena, con el brillante cabello alborotado, con los ojos negros y los pes irritados, y un nio de ojos verdes bajo los brazos.

    4

    Hola dijo alguien.

    Joneny se volvi en redondo y a punto estuvo de perder el contacto magntico con el suelo. El libro salt de sus manos y vol lejos de l: un nio se apoyaba con la mano en el borde de una compuerta circular.

    Repentinamente alarg una pierna muy delgada y atrap el libro con los dedos del pie.

    Ten dijo, dndole un golpecito que lo hizo volver, flotando y dando vueltas sobre s mismo, hacia donde estaba Joneny. Este lo cogi y dijo:

    Gracias.

    De nada respondi el nio.

    Iba desnudo y la piel de su enjuto cuerpo era de un blanco luminoso. Joneny le habra calculado unos catorce o quince aos de no ser por las entradas que el largo cabello, fino y descolorido, dejaba sobre sus sienes de anciano, restando toda personalidad a sus facciones. Tena la nariz achatada, los labios delgados y unos inmensos ojos verdes dominaban los rasgos de su rostro.

    Qu ests haciendo? pregunt.

    Pues... aqu, mirando contest Joneny.

    Mirando qu?

    No s, lo que encuentre.

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    Se senta sorprendido y algo desconcertado.

    Has encontrado eso? pregunt el nio, sealando el libro con el pie.

    Joneny asinti con cautela.

    Sabes leer?

    Joneny volvi a responder con un ademn afirmativo.

    Debes de ser muy listo dijo el nio, sonriendo burlonamente. A que yo tambin puedo leer ese libro. Trae.

    A Joneny no se le ocurri nada mejor y le arroj el libro. El muchacho volvi a cogerlo con un pie, lo abri con el otro y se inclin para hojearlo con la mano libre.

    Diario de Navegacin de la Ciudad Gamma-5. Es propiedad del capitn Hank Brandt, que lo inici el ao...

    Muy bien, muy bien le interrumpi Joneny. Te creo. De pronto se abri un interrogante en su mente: Dnde has aprendido a hablar?

    Dnde? Qu quieres decir? los verdes ojos del nio mostraban sorpresa.

    Tu acento... Hablas un ingls muy actual explic Joneny.

    Resultaba mucho ms moderno que el habla, entrecortada y cargada de distorsiones, del autmata que le haba facilitado la entrada.

    No s... No s dnde lo he aprendido. Aqu...

    Dnde estn los dems? pregunt Joneny.

    Los dems? El nio se solt y dio una lenta voltereta en el aire, sin dejar de sujetar el libro con los pies.

    S, los dems, las dems personas.

    En las naves. Pero en Sigma-9 y en Beta.2 no hay nadie.

    Ya lo s dijo Joneny, conteniendo su impaciencia. Dnde est la gente de esta nave?

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    La mayora est en el sector central, en el Mercado, en la Pescadera, en las Montaas o abajo, en la Sala de la Piscina.

    Querrs llevarme a verla?

    El nio se haba erguido nuevamente.

    De veras quieres ir?

    Por qu no?

    No les gustars mucho repuso, alargando un brazo y asindose de nuevo al dintel de la compuerta. A los ltimos visitantes estuvieron a punto de matarlos. Esos fusiles adormecedores todava funcionan...

    De qu visitantes hablas?

    De unos que quisieron entrar en la Ciudad hace noventa aos.

    Se refera sin duda alguna a los exploradores de la Federacin. De pronto, el nio salt hasta rebotar en el techo. Joneny quiso esquivarlo y estuvo otra vez a punto de desengancharse del suelo, pero el nio se limit a pasar por su lado sin ms y dej el libro en su sitio: los cierres magnticos de las cubiertas emitieron un leve chasquido.

    El muchacho se sujet al borde de la mesa con una mano y un pie, y Joneny pudo observar de cerca aquellos pies prensiles, cuyos giles dedos eran casi tan largos como los de las manos.

    Y bien, qu haces t aqu? pregunt.

    El robot me dijo que estabas aqu, por eso he venido.

    Y no hay por aqu nadie mayor que t, alguien que est a cargo de todo esto y pueda facilitarme informacin?

    No creo que los encargados te sean de mucha utilidad.

    Pero, dnde estn?

    Ya te lo he dicho, en el Mercado y en la Sala de la Piscina. Se acerc a una pared y puls un botn. Ven, mira.

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    Una serie de manchas de colores apareci en una pantalla verde, formando finalmente la imagen de una gran sala. Joneny advirti que pareca estar dotada de gravedad, aunque no muy fuerte. Una capa de agua burbujeante cubra el suelo y se agitaba formando un lento oleaje, y una serie de tubos de plstico transparente atravesaba la sala en todas direcciones. Inmensas barras de diferentes dimetros, semejantes a las que haba en el interior de los vehculos de transporte colectivo, penetraban en el agua y una hilera de paneles de considerable tamao se extenda a lo largo de una pared. Por entre los tubos se vean grupos de hombres (o de hombres y mujeres, no poda distinguirlo) caminando a un paso muy vivo. Sus ojos eran pequeos y rojos; probablemente estaban medio ciegos. Todos eran calvos y los pabellones de sus orejas se separaban exageradamente del crneo. Cados de hombros y con dedos nudosos y sin uas, andaban a tientas y se detenan a intervalos regulares ante los tableros de instrumentos, que manipulaban mecnicamente, introduciendo varillas metlicas en el agua de la piscina y volvindolas a sacar.

    Joneny record de pronto la descripcin que del Pueblo Estelar haba hecho el primer informador de la Federacin. Aquellos individuos respondan a ella mucho ms exactamente que el nio que tena a su lado. Ech una ojeada a sus manos y pies. Las uas, algo mordisqueadas, eran perfectamente visibles. El nio, adems, tena cabello, mientras que aquellos... seres carecan de l.

    Ese es uno de los encargados dijo el muchacho, sealando una de las figuras que haba en la pantalla, que en aquel preciso momento golpe en la cabeza a uno de sus compaeros. Este se tambale, recuper el equilibrio y se dirigi hacia uno de los paneles de instrumentos. No creo que tenga demasiados deseos de ayudarte. A propsito, eso es la Sala de la Piscina. Es un lugar que no me gusta.

    Joneny contempl aquellas figuras firmemente asentadas en el suelo y luego mir al muchacho, que se mostraba tan desenvuelto en plena ingravidez.

    Tienes los pies irritados?

    Aj.

    Qu hacen? pregunt Joneny, volviendo a la pantalla.

    Cuidan de uno de los reactores provisionales. Hay que tenerlo sumergido en el agua para que mantenga la rotacin de todo ese sector de la nave.

    Como el girscopo de una peonza, pens Joneny. Un reactor sumergido! Tan anticuadas eran las naves? Con tantas piezas movindose a la vez resultaba milagroso que todava estuvieran en funcionamiento.

    Por qu no eres como ellos? pregunt Joneny mientras el nio desconectaba la pantalla. Igual se lo explicaba.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Yo vengo de otra Ciudad respondi.

    Ah dijo Joneny. Aparentemente, pues, aquel proceso de degradacin no haba tenido lugar en todas las naves. No hay nadie por aqu que pueda ayudarme?

    Ayudarte, a qu?

    A obtener informacin.

    Sobre qu? Como no te expliques mejor...

    Informacin sobre una cancin. Una cancin que habla de Beta-2.

    Cul? pregunt el nio. Hay ms canciones sobre esa Ciudad que sobre todas las dems juntas.

    Y t las sabes?

    S muchas.

    La que me interesa es la Balada de Beta-2. Es la que empieza as: Y lleg una mujer a la Ciudad...

    Ah, s; ya s cul es.

    Entonces dime, de qu diablos trata?

    De Leela RT-857.

    Sera una descendiente de la mujer de la cual haba estado enamorado Hank Brandt? Para cerciorarse de ello, Joneny pregunt:

    Quin era?

    La capitana de la Ciudad Beta-2 cuando... El nio se interrumpi. Cuando todo... Cuando... No s cmo decirlo.

    Cmo decir qu?

    Cuando todo cambi.

    Cuando todo cambi? Qu fue lo que cambi?

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Todo repiti el muchacho. Eso fue cuando los ataques a las Ciudades Epsilon-7 y Delta-6, y cuando Sigma-9 fue destruida y nos estrellamos en el desierto y el Mercado se derrumb y... y todo cambi.

    Ataques? Y cambi todo? Qu significa que todo cambio?

    El nio mene la cabeza y se encogi de hombros.

    No s ms. Es todo cuanto puedo contar.

    Quin atac las naves?

    La nica respuesta fue el silencio. Los verdes ojos, muy abiertos, reflejaban una total perplejidad.

    Cundo ocurri todo eso?

    Hace unos doscientos cincuenta aos respondi finalmente el nio. Las Ciudades llevaban slo ciento cincuenta aos de viaje, y Leela RT-857 estaba al mando de la Ciudad Beta-2.

    Qu ocurri entonces?

    El nio volvi a encogerse de hombros.

    Lo que dice la cancin, supongo.

    Es precisamente lo que trato de averiguar, pens Joneny, y repas mentalmente el texto de la balada.

    Vamos a ver. Por ejemplo, sabras decirme quin era la mujer de un solo ojo?

    Se llamaba Merril. Merril Un Ojo. Era... eso, era de los Un Ojo.

    Y quines eran los Un Ojo?

    Ahora estn muertos respondi el nio, al cabo de un minuto. Ellos s te habran ayudado, pero estn todos muertos.

    Pero, qu fue lo que hicieron?

    Nos apartaron de los otros y trataron de instruirnos. Queran conseguir que supiramos qu hacer. Pero al final los mataron. Les mataron los otros, sos que has visto.

    file:///F|/[Ebooks]/D/Delany,%20Samuel/Delany,%20Samuel%20-%20Balada%20de%20Beta-2.htm (26 of 79)20/11/2003 20:37:36

  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Joneny frunci el ceo. Algo empezaba a clarificarse, aunque no saba qu.

    Es posible que en tu Ciudad haya alguien que pueda contarme todo esto con ms detalle. Por qu no vamos?

    El nio volvi a negar con la cabeza.

    All no hay quien pueda ayudarte.

    Cmo puedes estar tan seguro? Acaso conoces a todos los que viven a bordo?

    Joneny no esperaba respuesta, pero el nio hizo un ademn afirmativo.

    Cuntos sois?

    Muchos.

    Vamos a intentarlo insisti Joneny.

    El muchacho se encogi de hombros.

    No me sern hostiles, verdad?

    No, no sern hostiles.

    Magnfico dijo Joneny.

    Se senta excitado por la posibilidad de hacer algn descubrimiento en una de las otras naves. Sus zapatillas magnticas evidenciaron ser menos eficaces de lo que crea, ya que al volverse perdi contacto con el suelo y sin poder evitarlo se encontr flotando lejos de l.

    El nio, que segua cogido a la mesa, alarg una pierna y le ofreci ayuda:

    Ten, agrrate a mi brazo.

    Joneny manote en el vaco y logr asirle el tobillo, entonces el nio le ayud a bajar hasta que sus pies volvieron a adherirse a la superficie metlica.

    No ests muy habituado a la ingravidez, verdad? le pregunt.

    Estoy un poco desentrenado respondi Joneny, soltndole el pie y recobrando la posicin. A eso

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    t lo llamas brazo?

    Cmo lo llamas t? pregunt a su vez el nio, con cierto enojo.

    Yo lo llamo pierna respondi Joneny, riendo.

    Claro. Pero una pierna es un brazo, no? insisti el nio.

    Supongo que, tcnicamente hablando, cualquier cosa que se pueda alargar... Olvdalo.

    No vala la pena entrar en discusiones. Mientras se dirigan hacia la puerta, Joneny se entreg a algunas reflexiones: haba obtenido un dato que quiz no tuviese nada que ver con la balada. Tanto las piernas como los brazos eran brazos, lo cual resultaba perfectamente lgico en una situacin de ingravidez, ya que en ella brazos y piernas haban desarrollado prcticamente las mismas habilidades. No sera y un nio de ojos verdes bajo las piernas? No, aun as el verso perteneca al reino del absurdo.

    A pesar de todo, le rondaba por la mente una idea adquirida en un curso de semntica al que haba asistido tiempo atrs. Cmo era? Lo llamaban espiral de funcionalidad semntica decreciente o algo por el estilo. De pronto lo record con claridad: en un medio desprovisto de gravedad, o con gravedad tan dbil como para provocar el desarrollo de habilidades parecidas en manos y pies, los vocablos de localizacin vertical (arriba, abajo, encima, debajo) perderan rpidamente sus significados exactos. De acuerdo con la ley de la espiral, antes de desaparecer de un lenguaje, tales vocablos perviviran durante un cierto tiempo como sutiles variantes de trminos de significado ms directo (entre, dentro de, a travs de).

    Sin darse cuenta de ello, Joneny tena cerca dos claros ejemplos de la espiral de funcionalidad semntica decreciente: Sala de Recreacin y Oficinas de Navegacin.

    Entre, pens. Y un nio de ojos verdes entre las piernas. Se detuvo cuando estaban a punto de penetrar en el tubo para dirigirse a su vehculo. El nio se detuvo tambin y le mir con sus grandes ojos verdes, parpadeando con perplejidad.

    Era imposible, todos haban salido del Mercado de Nacimientos... Pero hubo una catstrofe y todo cambi. Joneny pregunt a su acompaante:

    De qu Ciudad eres?

    De Sigma-9.

    Joneny volvi a detenerse cuando la triple puerta que daba a la parte flexible del tubo se retraa dentro de la pared.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    En qu esclusa est tu vehculo? pregunt. El nio mene la cabeza.

    En qu esclusa lo tienes?

    No tengo.

    Entonces, cmo diablos has venido?

    As respondi el nio, y desapareci.

    Joneny se encontr flotando solo en el interior del tubo. Parpade, sorprendido, y por un momento crey haberse vuelto loco. Inmediatamente decidi que estaba cuerdo y que all pasaba algo raro. Pero, si todo aquello era fruto de su imaginacin, cmo era posible que descubriera contradicciones en lo que le haba dicho el nio? Porque haba afirmado que los habitantes de Sigma-9 eran muchos, y tambin que aquella ciudad estaba desierta. Gir sobre s mismo y se impuls hacia las oficinas de navegacin. Al entrar en la sala, se encar con un altavoz del contestador y grit:

    Pngame con alguien que pueda darme una explicacin convincente de lo que pasa aqu!

    Lo siento, seor respondi la voz. He anunciado su presencia por toda la ciudad y ningn agente humano ha respondido. No ha respondido ningn agente humano recalc.

    Joneny sinti que un escalofro le recorra el espinazo.

    5

    De nuevo en el cronomvil, reclinado en su asiento, Joneny contempl cmo creca en la pantalla del visor el casco retorcido de Sigma-9. Las placas del revestimiento haban sido trituradas a lo largo de una enloquecida carrera de millones de millas bajo una lluvia de mesones, partculas atmicas mayores que los electrones y ms pequeas que los nucleones, que caan en un aterrador despliegue de masas, cargas y revoluciones, pero la causa de la catstrofe haba sido otra.

    Redujo la velocidad al ver los destellos de la maraa de vigas al descubierto que reciba directamente la luz del Sol. Pas por encima de los restos y vio avanzar una cerrada oscuridad bajo su vehculo. A aquella distancia no poda verse la trmula fosforescencia que se agitaba en las ruinas de la Ciudad. Conect el computador de clula de iridio para que midiera las torsiones y fracturas que haba sufrido el metal. Quiz podra reconstruir la catstrofe. Plane por las inmediaciones de la abertura del casco, que apareca por debajo de su vehculo como un gran lunar negro, y luego descendi lentamente hacia el interior de la fosa. Vio cmo la pantalla se oscureca al penetrar en la abertura. Recorri con el botn

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    selector todo el espectro lumnico: en el extremo violeta de la banda haba claridad suficiente para distinguir los detalles de los restos de la catstrofe. Los contrafuertes del fuselaje, derretidos por las puntas, formaban una tupida telaraa entre una neblina de un azul que recordaba un paisaje submarino. Retenidos por la dbil atraccin de la masa de la nave, flotaban de un lado para otro montones de chatarra.

    Joneny vio por debajo de l lo que quedaba de un corredor, seccionado como si fuera un trozo de manguera. Despus de escrutar con el visor el interior de Sigma-9, se detuvo: a lo lejos, en la profundidad azulada, se distingua un dbil resplandor rojo. Dio una rpida ojeada a los indicadores, pero no detectaban ninguna radiacin especialmente peligrosa. En una segunda comprobacin hall una intensidad algo mayor por la izquierda, y se pregunt una vez ms a qu se debera la fosforescencia verde. El vehculo se adentr en la nave. Joneny pas el visor a luz natural, y entonces la pantalla se oscureci por completo.

    El computador segua trabajando, pero no haba llegado a ninguna conclusin todava. El vehculo logr sujetarse a una columna metlica con el brazo de anclaje, y Joneny sac de la bolsa de supervivencia una burbuja de apremio. Estaba hecha de un complicado tejido de plasmas cristalizados geodsicamente. Poda contener aire para unas seis horas y se accionaba a travs del cinturn energtico. Su transparencia a las radiaciones poda graduarse hasta conseguir una impermeabilidad casi total. Tambin ofreca la posibilidad de realizar trabajos de precisin desde su interior, amoldndose como un par de guantes a las manos de quien la utilizaba.

    La burbuja se bamboleaba en el suelo mientras se hinchaba. Joneny meti un pie en ella y sinti un cosquilleo al verse envuelto por la sustancia gelatinosa. Al cabo de unos instantes los plasmas le haban aislado.

    Se dirigi hacia la escotilla, y la burbuja rodaba con l: pareca como si caminase dentro de un globo. El diafragma de piezas metlicas que haca de cierre hermtico se abri a una negrura absoluta. Joneny se toc el cinturn, y el filtro de frecuencias lumnicas pas al ultravioleta. A su espalda, el interior del vehculo se oscureci al tiempo que lo que haba al otro lado de la escotilla cobraba un resplandor azulado, sumido en una neblina lechosa.

    Haba anclado en una barrera de vigas que penetraba unas trescientas yardas en el interior del cuerpo de la nave, formando una gran malla octogonal. Una batera de corredores serpeaba por la cavidad como arterias dentro de un msculo. Mirando hacia arriba, Joneny observ el boquete abierto en el casco exterior de la nave, luego baj la mirada y volvi a distinguir el resplandor rojizo, que se filtraba a travs de las vigas retorcidas y los tabiques reventados.

    Cruz la escotilla y penetr en el espacio azulado, contemplando la esbelta forma oblonga y el tono azul plateado de la lisa superficie de su aparato. Al dirigir la mirada a la estructura octogonal que flotaba frente a l aferr su cinturn y se detuvo bruscamente, chocando con la pared transparente de la burbuja. Alguien trepaba por las vigas.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    La silueta se puso en pie y le salud con la mano.

    Era el nio, que segua desnudo y desprovisto de toda proteccin contra el terrible vaco de la nave. La ondulacin de su cabello aumentaba el efecto submarino de la escena. Estaba a unos treinta pies. Visto a aquella distancia, y a la frecuencia de luz que dejaba pasar la burbuja, tena los ojos negros. Volvi a saludar.

    Joneny lleg mentalmente a una docena de diferentes conclusiones, varias de las cuales ponan en duda su propia cordura. Las rechaz todas y se limit a devolver el saludo al no tener nada mejor que hacer. El nio solt entonces su asidero y flot hasta l. Se apoy con manos y pies en la superficie de la burbuja y se sent encima de ella como una rana. Sbitamente, introdujo medio cuerpo en la esfera y al cabo de un instante estaba en el interior.

    Hola dijo.

    Joneny peg la espalda en la curvatura de la burbuja y, abriendo desmesuradamente los brazos, busc apoyo en el plasma transparente. Estaba sudando.

    Qu...? intent preguntar, pero se interrumpi.

    Intent ahuyentar el cmulo de imposibles que revoloteaban como polillas en su cerebro: nios que deambulaban por el vaco, penetrando en burbujas de apremio, desapareciendo y volviendo a aparecer...

    Hola repiti el nio, parpadeando con sus verdes ojos.

    Qu...? repiti a su vez Joneny.

    Todo bien?

    Pero, qu eres t? articul al fin, separndose de la membrana.

    El nio volvi a parpadear y encogi los hombros.

    Joneny deseaba gritarle que se fuera, taparse los ojos hasta que aquella aparicin se esfumara, y volver a su casa. No hizo ninguna de las tres cosas: el mismo instinto que le hacia dedicarse a coleccionar engorrosos libros de papel en un mundo de grabaciones en cristal, le mova ahora a observar minuciosamente todos los imposibles que haba a su alrededor.

    Poda ver a quince de ellos en la maraa de vigas. Algunos de pie, otros cabeza abajo o tendidos, iban desnudos y le miraban. Por lo que pudo distinguir, todos eran rplicas exactas del muchacho con quien comparta la burbuja.

    file:///F|/[Ebooks]/D/Delany,%20Samuel/Delany,%20Samuel%20-%20Balada%20de%20Beta-2.htm (31 of 79)20/11/2003 20:37:36

  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Me imagin que vendras aqu dijo el nio, y aadi: Todo bien, seguro?

    Mi tasa de adrenalina debe de andar muy por encima de lo normal respondi Joneny con toda la calma de que era capaz, pero es debido a que me encuentro en una situacin en la que ocurre un montn de cosas que no acierto a comprender.

    Por ejemplo?

    Por ejemplo, t. Joneny perdi parte de su calma.

    Ya te lo dije, no s lo que soy. No lo s.

    Pese a su irritacin, a Joneny no le cost advertir una autntica turbacin en el rostro del nio.

    Qu eres t? pregunt ste.

    Soy estudiante de antropologa galctica. Soy un ser humano. Estoy hecho de carne y hueso, hormonas y anticuerpos, y no puedo dar un salto de cien millas en el espacio sin un equipo apropiado, ni desaparecer a voluntad, ni atravesar una burbuja de apremio. Respondo al nombre de Joneny Horacio Twaboga y es muy posible que est loco de atar.

    Ah.

    Quieres probar t ahora?

    El nio le mir desconcertado.

    Veamos: cmo te llamas?

    Por toda respuesta, se encogi de hombros una vez ms.

    Cmo te llama la gente?

    Me llaman Los Hijos del Destructor.

    Puesto que Joneny careca de la disposicin necesaria para captar todo el contenido semntico de aquella afirmacin, la frase permaneci flotando por la superficie de su inteligencia hasta que por el rabillo del ojo percibi el resplandor rojizo de las labernticas ruinas.

    Qu es aquello? pregunt, puesto que no se le ocurra nada mejor.

    file:///F|/[Ebooks]/D/Delany,%20Samuel/Delany,%20Samuel%20-%20Balada%20de%20Beta-2.htm (32 of 79)20/11/2003 20:37:36

  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Una Calavera le dijo el nio.

    Joneny volvi a fijarse en los duplicados del muchacho que le observaban desde la telaraa metlica. Uno de ellos dio un brinco y se alej, mirando por encima del hombro hasta perderse en la distancia.

    Y sos?

    Qu?

    Son tambin Hijos del Destructor?

    S. Son el resto de m.

    Tampoco esta vez se detuvo Joneny en las incongruencias gramaticales que podran haberle dado muchas de las respuestas que buscaba. Volvi a mirar hacia la Calavera.

    Roz el cinturn con los dedos y la burbuja empez a avanzar hacia el lugar del resplandor, ganando velocidad. No le habra sorprendido lo ms mnimo que el nio saltara de ella al arrancar, pero, lejos de ello, permaneci en su interior.

    Por cierto, cunto aire consumes? dijo Joneny. Slo dispongo de aire para seis horas y no he trado el regenerador.

    Depende. Puedo pasar sin respirar.

    Pues no respires.

    Muy bien, pero si no respiro tampoco podr hablar.

    Respira cuando tengas que decir algo, de acuerdo?

    De acuerdo.

    Se aproximaban a un muro de chatarra, cuyos desechos flotaban formando una masa espesa, aunque se distinguan algunos claros.

    Por dnde? inquiri Joneny.

    Puedes entrar por un corredor respondi el nio, que aadi ahogando la voz: Slo... he... gastado... dos... segundos... de aire.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Qu corredor?

    Ese de ah. Un... segundo... y cuarto.

    Joneny condujo la burbuja hacia la boca de un pasillo tubular que haba sido reventado y abierto. Tena las paredes del interior totalmente desnudas, provistas nicamente de asideros para el rgimen de ingravidez. Dejaron atrs el lugar en el que otro corredor conflua con aqul. La unin apareca desgarrada por la soldadura.

    Hacia dnde nos dirigimos? volvi a preguntar por encima del hombro.

    Pronto llegaremos a las Montaas. Un... segundo... y...

    Djalo, no me importa el aire que consumas. No pienso seguir aqu por mucho tiempo.

    Slo trataba de ayudar.

    Doblaron otro recodo, pasaron otro sector cuyas paredes tambin haban sido desgajadas y siguieron navegando en lnea recta. Al llegar al final del corredor, Joneny fren, boquiabierto.

    Ante l se extenda, sumido en la neblina azul, un vasto anfiteatro. En su centro, sobre un estrado, se alzaba una enorme esfera. A pesar de la distancia y de la escasa luz, Joneny pudo distinguir las siluetas de los continentes de la Tierra grabadas en su superficie. La vaca inmensidad del recinto, las hileras de asientos, el globo que presida la sala, todo confera a aquel lugar un aire de colosalismo totalmente alejado de la escueta vaciedad del espacio en el que flotaba la ciudad. Aquella impresin de vastedad contenida resultaba sedante e inspiraba un respeto casi religioso.

    Qu es esto, la Calavera?

    No, es la Sala del Tribunal.

    La Sala del Tribunal? Joneny pase la mirada por el techo abovedado y las filas de asientos, detenindola finalmente en el globo terrqueo. Qu era lo que hacan aqu?

    Celebraban juicios. Juicios de criminales.

    Haba muchos criminales a bordo de las naves?

    No muchos, por lo menos al principio. Ms tarde, hacia el final, hubo muchos ms.

    Y cules eran sus crmenes?

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    La mayora de ellos contravenan la Norma.

    La Norma?

    S, la Norma. Si quieres puedes escuchar las grabaciones. Grababan todos los juicios.

    Funciona todava el aparato?

    El nio hizo un gesto afirmativo.

    Dnde est?

    Ah. Seal el pedestal de la esfera.

    Joneny puls un mando de su cinturn y la burbuja plane por encima de la grada hacia la esfera. Se detuvo brevemente sobre el estrado para graduar la consistencia de la pared de la burbuja hasta tenerla en hipermeabilidad y magnopermeabilidad. Las suelas de sus zapatillas dejaron or un ligero chasquido al tomar contacto con el suelo, al que quedaron adheridas a travs de la dctil superficie de plasma.

    Busc a su lado al nio, pero lo hall fuera de la burbuja, flotando al otro lado del globo. Le haca gestos para que se acercara. Joneny camin con suma precaucin alrededor del estrado, y cuando lleg junto al nio, ste meti la cabeza en la burbuja para decirle:

    Ah tienes el ndice.

    Joneny apret las manos contra la membrana, que se amold a su forma, y la alarg hacia un pupitre. Pas los dedos por el borde de ste, buscando el modo de levantar la tapa. Dio con un resorte que abati, cediendo entonces la resistencia de la tapa, que se alz mostrando un abigarrado mosaico. Joneny se inclin para verlo ms de cerca, y descubri que era en realidad una matriz de rtulos pentagonales, cada uno de los cuales contena dos nombres. La tapa del pupitre emiti un chasquido y se ocult en el interior de un receptculo. Inclinndose an ms para ver mejor en la penumbra azul, Joneny ley:

    45-A7: Milar contra Khocran; 759-V8: Travis contra la Norma; 645-M87: DeRogue contra Blodel; 89-T68L: Davis Un Ojo contra La Norma.

    La bandeja de los rtulos estaba dispuesta sobre una larga cinta transportadora que se mova en direccin ascendente y era gobernada mediante un sistema de cinco ndices sincronizados, de base ms o menos cronolgica. Examinando los rtulos uno por uno pudo observar algo que no ofreca dudas: a lo largo del tiempo se registraba un marcado incremento de la frecuencia de pleitos entre tal o cual Un Ojo y La Norma. La ltima de las etiquetas de cristal era la 2338-587: Jack Un Ojo contra La Norma.

    file:///F|/[Ebooks]/D/Delany,%20Samuel/Delany,%20Samuel%20-%20Balada%20de%20Beta-2.htm (35 of 79)20/11/2003 20:37:36

  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Joneny levant la mirada del pupitre; el nio acababa de aparecer en el interior de la burbuja. Aprovechando su presencia, le pregunt:

    Qu se hace con estos rtulos?

    Aprietas uno y oyes la grabacin.

    Cmo?

    Cmo? Con el dedo, con el codo, con lo que quieras respondi el nio con impaciencia. Apritalo y basta.

    Joneny alarg el brazo, oprimi la ltima etiqueta pentagonal y se sobresalt al or crecer a su alrededor un enorme estruendo.

    El sonido le llegaba por las plantas de los pies. Todo el suelo del estrado actuaba como membrana de algn gigantesco altavoz. El estruendo que oa era el producido por muchas personas hablando a la vez.

    Son un redoble dominndolo todo y la voz baritonal de un hombre entrado en aos grit con una extraa pronunciacin:

    Orden en la sala! Silencio, por favor! Orden en la sala!

    La barahnda decreci hasta que todo lo que poda orse era el crujir de un respaldo aqu o una tos sofocada all.

    Joneny contempl las desiertas gradas del auditorio.

    Orden en la sala repiti, sin que hiciera ninguna falta, la voz. Hubo una pausa y la voz de bartono prosigui: Se ha incurrido en una ligera transgresin del procedimiento normal. Capitn Alva, puede usted prestar declaracin antes de que procedamos a la apertura oficial.

    Gracias, seor juez.

    Era la voz de un hombre joven y tambin, pens Joneny, de un hombre muy fatigado. Meda muy bien sus palabras y entre sus frases se abran largas pausas.

    Gracias, pero lo que voy a hacer no es exactamente prestar declaracin, sino formular una peticin, apelando a la rectitud de este Tribunal y a la benevolencia de los ciudadanos de Sigma-9. Quisiera suplicar que no se celebre este juicio... Hubo una breve pausa, durante la cual brot un murmullo del pblico. Y que Jack Un Ojo, adems de todos los Un Ojo que siguen en Sigma-9, sean entregados a la

    file:///F|/[Ebooks]/D/Delany,%20Samuel/Delany,%20Samuel%20-%20Balada%20de%20Beta-2.htm (36 of 79)20/11/2003 20:37:36

  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    custodia del personal de navegacin de la Ciudad, para lo cual me ofrezco como pleno y nico responsable de su comportamiento.

    El murmullo dio paso a gritos de indignacin, por encima de los cuales retumb el mazo del juez. Su voz cort como un cuchillo el ruido del ambiente:

    Capitn Alva, nunca se vio que...

    La voz del capitn, ms potente y ntida an, domin a todas las otras:

    Formulo esta peticin no slo en mi nombre, sino con el pleno consentimiento y apoyo de los capitanes de todas las otras Ciudades de la Nacin. Nos hemos mantenido en permanente contacto radiofnico desde la tragedia de Epsilon-7. El capitn Vlyon, de Alfa-8, la capitana Leela, de Beta-2, el capitn Riche, de Epsilon-6 y los capitanes de todas y cada una de las Ciudades de la Nacin me han pedido que exponga aqu esta peticin, Seora. Por su parte, todos ellos harn lo propio ante los tribunales de sus Ciudades respectivas.

    La multitud desencaden un caos sonoro. Volvi a retumbar el mazo del juez y cuando se consigui un cierto orden se oy de nuevo su voz conciliadora:

    Capitn Alva, debo recordarle que, como Capitn de esta Ciudad, le corresponde a usted la salvaguarda de su integridad material. Pero en el caso que nos ocupa estn involucrados otros aspectos. Como Cabeza Espiritual de la Ciudad, como depositario de su limpieza moral y como legtimo representante de la Norma, debo rechazar, en nombre de la Ciudad, su peticin. Debo rechazarla tajantemente!

    Volvi a brotar el murmullo, ahora con un perceptible tono de alivio. El martillo son de nuevo, sin la fuerza de momentos antes, y se hizo el silencio con mayor prontitud.

    Procedamos a la apertura del juicio en la debida forma: Caso 2338-587, Jackson O-E-5611, desviado fsico y mental de primera magnitud, alias Jack Un Ojo, contra la Norma. Est usted en la sala, Jackson? Silencio. Est usted en la sala, Jackson?

    Una voz chillona, en la que Joneny reconoci la fatiga que haba percibido en la del capitn, respondi lacnicamente:

    Aqu estoy. Para qu le sirve la vista?

    Me veo en la obligacin de rogarle que se atenga a las formas establecidas que especifica la Norma y se abstenga de formular preguntas irrelevantes o impertinentes. Est usted en la sala?

    S, seor, estoy en la sala.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    Tenga la bondad de describir su desviacin de la Norma.

    Se oy un corto suspiro.

    Mi pregunta no es irrelevante: usted tiene ojos y debera haberme visto.

    Jackson O-E-5611! El cdigo de la Norma exige que, para ser juzgado responsable, todo desviado sea consciente de su desviacin. Haba una cierta apata de signo defensivo en la voz del juez. Tenga la bondad de describir su desviacin, tal como usted la conoce, a este tribunal.

    Tuve la desgracia de salir del Mercado con un juego completo de cerebros en la cabeza: algo que no es normal por aqu. Tambin es posible que mi desviacin consista en que he considerado que haba una cierta cantidad de informacin acerca de la Tierra y nuestros objetivos, digna de ser estudiada sin permiso de la Norma. O que vala la pena unirse a otros como yo para llevar a cabo esas investigaciones. Todo lo cual me convierte a los ojos de ustedes en un Un Ojo aberrante al que hay que aniquilar antes de que acabe pensando torcidamente y pervierta a alguien.

    Resulta obvio que Jackson no es consciente de su desviacin. Esto le exime de la obligacin de firmar su propio certificado de reconversin. Nada nos impide ahora enviarlo a la Calavera.

    Por el amor de Dios! Tengo dos brazos, dos piernas, dos manos y dos pies; mis ojos ven y mis odos oyen. Ahora dgame dnde est mi desviacin.

    Que el inspector mdico lea su informe comparativo.

    Hubo un movimiento de papeles y alguien se levant. Una voz de contralto dijo:

    Informe mdico, elaborado hace dos das, sobre el sujeto Jackson O-E-5611, en relacin con la Norma de la Ciudad Sigma-9.

    Prosiga, doctora Lang.

    Gracias. Jackson O-E-5611. Estatura: seis pies y una pulgada y media. La Norma de la Ciudad Sigma-9 seala cinco pies y nueve pulgadas con tres cuartos. Naturalmente, esta discrepancia no indica nada concluyente, pero ya constituye una desviacin. El sujeto Jackson O-E-5611 es un vicioso crnico: se muerde las uas desde su primera infancia. Este dato lo aparta claramente de la Norma, ya que dicho hbito slo se da en un 0,08 por ciento de la poblacin de la Ciudad, y lo hace digno de observacin.

    Veo que soslaya usted los criterios ms generales, doctora Lang la interrumpi la voz del juez.

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  • "La balada de Beta-2" por Samuel R. Delany

    S, Seora. Pero, tal como usted me aconsej no hace mucho tiempo en vista de la reciente destruccin de Epsilon-7, me he ceido a las desviaciones ms flagrantes.

    Muy bien. Slo pretenda que constase que yo se lo aconsej. Creo que el capitn Alva desea hacer alguna objecin.

    No se trata de ninguna objecin, Seora dijo la voz del capitn. Slo quisiera manifestar que es precisamente la destruccin de Epsilon-7 la razn por la cual los otros capitanes y yo consideramos que...

    Muy bien le interrumpi el juez. Siendo as, pasemos a escuchar el informe detallado que la doctora Lang ha elaborado acerca de la desviacin.

    Seora, yo no pretenda...

    He solicitado de la doctora Lang la elaboracin de un informe detallado. Creo que no puede usted poner reparo alguno. Prosiga, doctora Lang.

    Pero, Seora...

    Cuando quiera, doctora Lang.

    Volvieron a alzarse los murmullo