autodefensas comunitarias

8/13/2019 Autodefensas comunitarias

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AUTODEFENSAS

COMUNITARIAS-la lucha contra el narcotráfico-

Salvador Pliego



A todos los hombres y mujeres valientes

que luchan contra el narcotráficoen México.

Copyright © 2014COPYRIGHT by Salvador Pliego. All rights reserved.México

Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser parcial o totalmente copiadoo reproducido de cualquier forma sin autorización del autor.

ii



ÍNDICE

2 Autodefensas

13 Espejismos de la nada

51 Biografía del autor



AUTODEFENSAS

2



Coordinadora comunitaria del sur

Cuando preguntaron: ¿Qué coordinan?

¿A quién coordinan?...Todos se miraron y sonrieron:

“A la alegría” –respondieron.

3



Barrenos del narcotráfico

Barrenos ennegrecidos: en eso convirtieron a los pájaros;

de ahí las sombras negras y carcomidas alas,

su magra salivación y estentórea,

sus espolones de sangre y fuego.

“Corre, niña. ¡Corre!...”

Era todo…

y los silbidos de las balas, y los estruendos de barrenos.

Pero también corrían las farolas y las calles y los huesos,

y los miedos todos juntos,

y las sílabas ya sin gargantas,

y los pies sin sus tobillos.

“Corre, niña. ¡Corre!...”

Las lágrimas también corrían.

4



Cherán

Había que enseñarles a los hijos de la tierra

que los panaleros cargaban su aguililla,

su surco entre los hombros,

su arboleda en las entrañas;

que habían extraído el aguijón y la ponzoña,

que con su danza de viejitos, zapateando,

eran los dueños de la plaza.

Entonces se corrió la voz y el sonido fue Purépecha:

el aguililla alzó el vuelo, nuevamente,

para aposentarse en un nopal

y clavar la garra a la serpiente.

5



A la sombra de Vicente Guerrero

Salto de monte en brecha, sobre la Costa chica

o la montaña con sus bebederos.

Rural, por comunitario;

Colono, por consejero.

Soy de Acatlán, El Paraíso y Espino Blanco.

Alertado e independentista.

Y a la sombra de Guerrero,

como buen soldado,

sigo sus pasos y ando.

6



Sr. Gobernador

¿Usted qué cree, qué piensa,

cuando corre a Apatzingán a cuidar su gente?

Es su gente y no la nuestra,

son sus narcos y no nuestros,

es su escopeta y nuestra sangre,

es su infamia y nuestros muertos,

es su absurdo y nuestro quebranto.

¿Qué piensa usted? ¿Qué es lo que piensa?

¿Quizá que nadie se da cuenta?

¿Quizá que con palabras

los hechos nada muestran?

¿Quizá que su retórica la evidencia disimula?

Sr. Gobernador, y usted tan serio,

usted tan noble, usted tan firme,

que va corriendo a protegerel fusil de los matones…

Sí, usted tan probo y honorable.

7



Tierra caliente

Tierra caliente, manos calientes,

ojos de nada que vienen de la intemperie.

También los pechos laten calientes.

Y son de las venas frías,

tan frías,

como los mismos puños que se arden,

por ser brasas humeantes

de un corazón que los prende.

8



El cura Gregorio López

De sotana, nuevamente: Padre nuestro…

Sin temor y sin chaleco: Padre nuestro…

Defendiendo y en alerta: Padre nuestro…

Retomando las campanas: Padre nuestro…

Conjurando contra el mal: Padre nuestro…

Artesano de los pueblos: Padre nuestro…

Denunciante convencido: Padre nuestro…

Oración de cruz y gente: Padre nuestro…

9



La niña

Callados, iban cargando la caja.

Todos llevaban el gesto en la mira.

Todos fruncían la frente,

mientras marchaban hacia la fosa

que a lo lejos se abría.

Los rostros eran los que se ardían;

los puños, sin mechas, parecía que estallaban:

los gestos dolidos iban transportando a la niña.

En silencio, nada se escuchaba,

iba el pueblo con el féretro encima.

El arcón era blanco, como la niña que le vestía.

Todo era mudez: ni la caja sonaba,

ningún corazón les latía.

Cuando pasaban por donde el procurador de justicia,

los rostros a la par se encendían,y los puños, sobre los ojos,

parecía se desgañitaban,

y entre aquellos muros retumbaba: ¡justicia!... ¡justicia!...

aunque ninguna voz se escuchaba.

10



José Manuel Mireles

Hubo un comandante que no era pistolero,

un jardinero sin tijeras,

un carpintero sin serrote.

Era que el sol tenía eras

y las eras, Capitanes.

El sol aconsejaba a las eras despertarse,

y les repartía la luz para incorporarlos.

Era que la luz buscaba amanecer

y en esa amanecida trasplantarles las entrañas:

a cada nueva era darle claridad,

les ponía una bengala donde iba el corazón.

11



Michoacán

Con un lenguaje muy sencillo me explico:

las aves vuelan, florecen tulipanes,

el verde es primavera,

un apretón de manos se crece en alegría,

la música al alma reconforta,

el corazón es gozo entre sonrisas.

Pero usted, Sr. Presidente,

manda al ejército a matar civiles

donde reina la muerte por los narcos;

¿a qué bando pertenece?

Las aves vuelan… Me explico.

Es muy sencillo.

12



ESPEJISMOS DE LA NADA

13



I

Tristezas brunas, sólo de enero a enero,

y una áspera ventura de pómulos cansados.¿Quién fue el primero de la estirpe desechable?

Tristezas brunas tendidas de las manos.

La muerte sin piedad va en los perfiles,

en el abolengo sustraído y tembloroso,

en la crisálida caída y sepultada,

en la hoja arrancada de la noche.

Ahí están los pájaros de hierro,

los pájaros de muerte,

las aves carroñeras y oscuras por adentro;

las alas ingrávidas que no alzan vuelo

y se arrastran entre cierzos moribundos:

cierzos de crueldad y sufrimiento.

Plumas rotas y salvajes, atezadas por la ira.

¡Ahí están los pájaros verdugos!

La barbarie bruna devorándose a los meses

y el sepulcro infausto que no da lleno;

son pájaros punzantes…

Las tristezas brunas: colores invertidos

de enero hasta enero…

En el calor del pecho bombea la sangre

buscando algún latido.

14



II

Límpidamente desgrana el día a la noche

sin que su poluta oscuridad lo note.El horizonte acumula su impresión de alba

y firma su otredad de espera.

Sin que lo note nada, el velo azul se tiende como navajas

y una desazón de cuerpos pisa el ahora

sin saliva ni garganta.

La noche sigue… Ya es de día.

15



III

Antes de que el sicario saliera de la vulva mortecina,

antes de que la mórula se segmentara en un moscón; porque, antes de que los saurios y pterodáctilos,

con sus inmisericordes garras,

mostraran la catatonia de las zarpas

o su tajo hambriento de degüello y exterminio;

antes, mucho antes de los siete días y el día bisiesto

-porque Dios tuvo malos sueños, ¡amargas pesadillas!-,

y un castigo ahienado corriera a cuenta de los hombres

en un dictamen letal, mortífero, devastador;

y de ese sueño la locura,

la total depravación de la locura se engendrara

fuera del fuego y del cuchillo

-daga cruenta y alobada de mil dientes verduguillos,

porque el hombre tuvo pesadillas, ¡amargas pesadillas!-,

como un castigo propio e indeseado;

entonces, antes de que las navajas su filo detestable

e infame revelaran a la carne,

a la marcha transparente de los ojos,

y los ojos dunas, de espuma, aún no se abrieran,

emergió la narcocarroña,

para sentenciar la vida ave, la vida hombre, la vida toda.

16



IV

Narcopájaro metafentaminado

de color ríspido sangrante, pluma alcaloide clandestina

de irritabilidad alucinante,

con una cresta dopada

y un pico psicótropo adictivo.

Vuelatóxico crystal

de garras fármacas,

de nido alucinógeno

en su temperamental somnífero.

Vuelapájaro del plasma inoculado.

Artero plumaspeed del bruxismo y la anorexia.

Fósforo rojo de los aires.

Plumífero etílico en matraces.

Ave sin pájaro por dentro.

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V

Vendrían del subsuelo arrastrándose:

familia héctica de los tubérculos a plena jerarquía,tufos de aguardiente y soberbia.

A la cabeza, el corruptopájaro del oro blanco,

efluvio de absolutismo sobre pólvora encendida:

frio como los aceros, como nerones crueles

que a su mujer suprimen blanqueando huellas,

sombras, tejidos de atenuantes, cabellos reveladores,

vestigios de memorias.

La familia son los gatillos y los dedos atronadores de metrallas:

pajarosnarcoejecutores.

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VI

Cuando un día vale la vida y el otro menos,

urden los francotirapájaros cómo destrozar los alares para introducir castigo,

la mortaja en las viviendas,

y dar un espectáculo de cizaña

para que bailen los felinos

una danza maquiavélica de espanto y saña.

Cuando el ritual ha terminado,

los francotirapájaros limpian sus dedos

en una fiesta de cifras palpitantes.

Simplemente, la noche está encharcándose

en un rojo sentimiento.

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VII

Con su torcido plumaje,

el pajaroasesino muestra su balumba mirada.Es ilegal su clerecía.

Todas sus plumas reclutan artificio

de magnicidio organizado.

Y cada cálamo es un artefacto detonante y explosivo.

Cuando su sed de exabrupto estalla,

les llaman: sus AK-47.

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VIII

¿A quién, ahora, apunta el averáfaga

con su picomirilla?Apunta al miedo muerto,

a la descansada tranquilidad muerta,

a la alguna vez carcajeante sonrisa muerta,

a la ilusión cálida del presagio muerta,

a la línea curveándose y ya muerta,

a la exacta cabalidad ya muerta,

a la estafeta corriendo tras la mano y muerta,

a su misma mirada muerta,

a su propia vida muerta.

21



IX

La nocturneida hora en que clama

el aracnipájaro su letal bocadilloy saca a pasear su hambre,

sus octiojos bajuras y de ácaro,

junto a sus uñas tarsales que caminan entre cuevas,

es el tiempo del ciclo envenenado, del áspero aguijón

que conduce a un mortífero destino.

Sus quelíceros señalan, apuntan sobre calles,

extrayendo su largo flagelo multiarticulado,

para vaciar su contenido destructor.

Desde las sombras indaga y extiende su red,

y sin acriminación alguna,

como la más cruel de todas las leptonetas,

aprieta el gatillo y dispara su FAL o AR-15.

Ha muerto la calle.

El chapopote muestra su cadavérico asfalto.

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X

El corazón antibalas y el chaleco anti-miradas

sondean el chalet para infiltrarse:es momento de asonadas, hoyos negros,

últimas palabras.

La sorpresa es la nómina del pago.

Los dioses orinan sus penúltimas pastillas

por la comezón de sus polvillos.

Su piel es una dársena reseca y pétrea

con olor acre y mordiente.

Cuando dan la seña,

y como poseídos,

desprenden de la luz la vida.

23



XI

El corruptopájaro habla del rosal y del aroma.

Sus siglas de poder declaran la verdad a cielo limpio.Su labia pinta ebrios atardeceres fotoalucinantes

de manifestación vívida en colorete.

En tanto, diseña su discurso de aliciente fastidioso

para somnífero de sus oyentes.

Su trasunto es equidistante al quehacer del vuelocapo:

proteger cuando se vuela, descargar si se aterriza,

sisar la ley vegetativa y ordenar al gallojuez ablepsia total

para no evidenciar la torcedura conjurada.

El corruptopájaro también lleva carga detonante:

sabe silenciar las nubes en caso de que hablen.

La seguridad es su tatuaje; la muerte es su dopaje.

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XII

Hablaba nada el ya decapitado.

Nulo se expresaba. Silente era su lengua.La ultérrima exteriorización de la carencia en la mudez manifestaba.

No había mueca ni ademán en su abandono.

Semblante inflexible de yerta ignominia era su aspecto.

Hablaba nada y la nada hablaba menos.

Cuando le lloró la muerte, no balbucía ni farfullaba.

Mas, cuando se le acercó un natural

de estiletes en vez de manos,

de adormidera en lugar de ojos, de polvillo blanco el olor de cigarrera,

se paró y se fue gritando: “!Es él!... !Es él!...”;

gritó horrorizado.

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XIII

La humanidad dormita con ortópteros cilíndricos,

se rinde metro abajo en la desesperanza. No le duele el todo sino el instinto derramado

donde los ascáridos le han intestinado el futuro.

En el día se abren las luces como élitros

que orbitan a los ojos.

Y cada uno se abre indiferente,

restregándose en las pupilas inseguras,

en un no quiero, en una deliberación caduca de consuelo,

con un destino de condena no desechable.

La tarde es cabizbaja: cepo de mazmorra,

emboscada de jauría,

el mandril que avienta su tenaza aguzada

con sus patas de augurio.

Y en la noche, las chinelas de tristeza

tomando píldoras tremolantes

que permitan pernoctar endechas y lamentos.

La humanidad dormita asustada.

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XIV

Es el sonido del gramo blanco en la bolsa: ¡ejecución!

La jaula de los vientos distribuye su tufo contenidoy lo espolvorea como si un sochantre ateo

soltara cuerdas y madera para dar bemoles

de ajustamiento y exterminio.

¡Ejecución!...

Las sienes enfrían sus memorias.

Y sólo unos cuantos, los que queden,

corren buscando a ver si el cuervorate dejó algo de la tarde.

La noche es un palomar pintado de éxtasis y oro blanco.

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XV

Tocaron a la puerta los albatrogallos,

cuasi pintados de invulnerabilidad optérrima,encapuchados con siglas indistintas verdinegras.

¡Al suelo! -vocearon con su retrete de pájaro,

con su guarrería broquelada-.

¡Al suelo!...

Pero ya no había suelo,

sólo el miedo temblándose en su miedo,

sólo el espanto titiritando su terror.

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XVI

El sospechoso expirado en el acarreo es cuestionado.

Arguméntese lo visto exprofeso por mirado,sea pues augurio de ley de orfelinato:

a cada quien sin padre, sin madre… siendo orate.

Afílese la romana en caso y por diatriba,

que a juzgar, se entiende, el dedo puso guante

a la uña y con censura.

¡A enjuiciar se ha dicho!

Y la arácnida justicia, juez de diablo y devoto,

determina que el cadáver,

al ser muerto, es culpable.

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XVII

El tinamú chico fue levantado de su vuelo.

Lo extrajeron pico abajo, día arriba.Un capuchón de mafia a su testera le pusieron.

Cuerno de chivo le cambiaron por cabeza.

Sólo las golondrinas volaron por costumbre

en ese quedando solo del vacío.

Por la tarde, el silencio de las hojas que cayeron.

¡Nada más!

Extinto… De él nada se sabe.

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XVIII

Es un día coloquial.

Han trizado gorriones, por docenas, cerca del azud.El aveprimaria no ha tocado el tema al no ser trascendental.

Allá ellos con sus muertos, la vianda es a gozar.

¡Es un día coloquial!

El narcomacropájaro ha escapado de la chirona,

le han puesto hasta alas los de la federal.

Mas, nada es prueba de la nada.

La testuzave avala que a falta de indicios muestraloides,

apuntan las falanges hacia Campanita o Garfio, el capitán.

Fueron esas alevillas quienes le ayudaron a escapar.


Dos o cinco granadas reventaron un palomar.

El avestrujuez pone uno nuevo a licitar.

Se gira y gira el circo, y nada pasará.


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XIX

¡Ufanémonos entonces!

A distingo de ser cristiano o moro, y no haber sido “baptizado”,¿qué más da si dos y dos son cuatro o resultan ser el seis?

Bien lo decía Sancho Panza:

“Yo no sé nada de omecillos, ni en la vida le caté.”

¿Qué dolor de huesos le causa al dedo contarle bien al seis?

¿Qué dolor del más acá le da en la genital al diez?

Resulta que el crédito es de algunos:

sólo aquellos de la eterna y orgánica delicia del cóncavo poder.

Porque aquellos si contaban dedo y hueso,

y adherían la advertencia al privilegio,

la atribución a la inmediatez, la sentencia terminante

a la ordenanza absoluta de ser balanza y juez.

Aquellos otros si contaban el calvario a la justicia…

Por ahora, sumémonos los muertos, los nuestros,

los que al pan abrían la boca,

lo que al puño daban pala enfrente del terrón,

sin saber si boca abajo o boca arriba su esternón fue su perfil,

pues dejaban lápidas sin huesos, agonía sin cadáver,

soledad sin el cadáver,

irritación sin el cadáver.

Contémonos, humanos:

los que ya perdidos fueron lágrimas a no gotear,

los que no encontrados fueron sangre

y desesperación, o la angustia compartida

entre ellos y nosotros, dejándonos abajo,

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más abajo que los muertos,

más profundo que el vacío,

más adentro que el quebranto,

para perder toda diatriba, todo raciocinio,

la razón sin la cordura.

Y luego, seguir amando a palos ciegos,

a nudos ciegos, preguntando por alguien:

quién lo hizo y por qué,

o a quién vaciarle los calderos hirvientes del acero

y las prensas duras con silicio,

las cuevas negras de la huya encendidas por el llanto,

por el coraje a tantas contusiones,

a tanto llanto incontenido.

¡Qué lobos de cuatro fauces!

¡Qué tigres de yertas rayas!

¡Qué vísceras de hedor y pestilencia!

¡Qué podredumbre de etiqueta!

¡Qué necedad de bestia ser la bestia!

¡Contémonos, humanos! ¡Contémonos, por Dios!

Ufanémonos ahora del número y la suma

y del blanco cero de metal,

y del uno huyendo en pedazos, castigándose en el dos,

o del tres corriendo en la inquietud

de ser el menos uno para hundirse de nuevo siendo dos.

Contémonos los muertos al parejo…

No, “yo no sé nada de omecillos”.

Hay lágrimas que suman dos y dos.

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XX

Un hombre sencillo se encorva y busca refugio,

alguien que pasa quiere apuntarle.Se agacha el hombre rasgando su ingle,

fracturando túnica, quebrando su suela.

Otro le apunta sobre la espada,

alguien que acopia balanza y reglas que pautan.

El hombre simple se dobla y hunde;

desgarran sus uñas su piel al querer ocultarse.

Cuando las armas logran su quite,

uno de ellos, de ojos blancos de polvo, se burla y sonríe;

el otro, muestra la norma, a justificarse.

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XXI

El infierno… ¿Han visto alguna vez el infierno?

Con su tosca y violenta coraza nos hincade codos, de hombros, de nudillos.

Es una condena al murmullo que brota de los cuerpos

en un infernal retorno sin regreso.

Es el círculo de los violentos de los mil recintos,

hirvientes salvajes de los valles.

Y nos persiguen por las sombras,

por esas calles de mundo y de temor,

por esa muerte diaria que camina

y vuelve a los párpados sombríos canales desahuciados.

Sus limbos son aceras de ciudades sin esperanza,

donde nos pisa la guarida de los pasos a todo duelo,

en un quedándonos omegas:

piedras alargadas de cruz clavadas en las palmas.

Es un viaje diario de penumbra, en cualquier instante:

el podio marchito de los vivos en las calles

que nos arremete al hueso,

como unos avispones clavando su artero arpón.

Y aquellos belcebús sólo se lengüetean sus risas

con el tormento y crudeza,

mientras las calles vomitan y lamentan

el andar de la agonía.

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XXII

Son duros los llantos:

toros mugiendo su descornadura en hecatombe,mientras horadan su bramido

en cada costillar,

con todo su peso de tristeza, de carne oscura,

de andar en sí sin encontrarse.

Astas rotas en procesión, en fila india al matadero,

preguntando a yugo de quién

y por qué su cuero;

indagando lo absurdo del dolor,

los años procelosos sin mañanas,

la etiqueta de hormigón sobre su orgullo moribundo

que aúlla más fuerte que un tronido

o una bala necia e ineludible.

Las patas rotas y acantiladas, innombrables,

saltando a la diáspora del laberinto,

mientras el toro muge cada parte suya:

la zozobra y su cuadril,

la ansiedad y su matambre;

intentando juntar su algo, su retorno,

su distancia a sí mismo,

su poca fe de sombra,

y el llanto herido

o lo que queda de él,

en la caída pluma de algún ángel.

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XXIII

Empotrados en la obscuridad,

laberinto de mil caninos y espolones,huyen las almas aterradas

al escalofrío de las uñas intentando evadirse

-cual fueran kamikazes en picada-,

al arañar grietas o rendijas de aire impenetrable,

o al buscar los ojos caídos, magros,

sepultados en sí mismos.

Los temores son eso:

la desesperanza como ruta enclaustrada

donde es nula la promesa,

o los calígulas sonrientes, cáusticos,

mostrando la sortija con la que Enrique VIII desposaba.

Cuando el último latido, ya lleno de escombros,

de Kosovos, de pérdida de labios,

como un hierro fundido escurriéndose en las manos,

se escucha en el temblor del viento,

resuena el lamento de los secuestrados,

y los mares, todos, se apiñan

en el lagrimal del deudo.

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XXIV

¿De dónde sacan tanto odio,

y tanta espuma desbocada,y tanta rabia amontonada,

tanta cólera insurrecta,

tanta impiedad incontrolada,

tanta impudicia envilecida,

tanto crimen desfogado,

tanta brutalidad inimitable,

tanta felonía irrepetible,

tanta malignidad disparatada,

tanta irracionalidad impensada,

tanta cobardía ensangrentada?

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XXV

Parece que el silencio

es esa luz que baja,que del cielo se desprende y muere,

y que en el pecho se escucha tenue y calladamente

para devolverse al rostro,

en una mirada donde los ojos

se quiebran y luego desaparecen.

39



XXVI

Padre y madre,

el humus mórbido marca la luzque íntegra saca su cola de látigo

sobre los huesos ya tristes.

Es el día de la muerte, la mañana del juicio y encierro,

donde los dedos se trinchan en la reclusión de un presidio.

No se cuentan los muertos, sino las mazmorras que gritan aullidos

destemplándose a gritos.

Las cobras y coralillos serpentean en el comienzo del día.

Y parece que nada los sacia.

Devoran la sombra que viniera de la penumbra de otra memoria.

Padre, madre,

que viene la muerte…

Me hinco de ojos, incontestable,

sobre su lamento.

A veces creo que hay polvo

en la mordedura del día al levantarme.

Padre, madre, es noche…

ya apaguen la muerte.

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XXVII

Nos ahogamos en el tacto insensible.

Heridos de aire y silbante muerte,mostramos la zombi mirada

en el recorrer diurno de las sombras.

Nuestras venas llevan un silencio atroz y de penumbra.

Solamente las metrallas son memoria.

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XXVIII

La plaza de Ciudad Juárez tiene flores de muerte.

¿Verdad, madre, que te escondes?Do vuela y fenece el día

escruta la pupila en ritualezca guerra.

Su espacio es una oración de golondrinas lívidas

o de moscas inconclusas,

una plaza abstrusa eternamente horadada

de umbroso acontecer.

La explanada es un viento frio, diluido,

de gótico recuerdo,

donde se exhibe una homofobia lastimada,

un cartel de nulos rostros,

la maquinación de lo canalla en su forma de agujón.

¿Verdad, madre, que te escondes?

42



XXIX

Mi María, también la vida es de repente.

Aunque la plaza se arday el fuego, más negro y más oscuro,

derrame su lago de carroña y de pisadas,

su vinagre adictivo y ponzoñoso,

y los alvéolos caduquen sus recipientes

en ánforas de barro mal cocidas,

que chirrían frente al agua,

frente a su necesidad de gota ya salina,

o a un torrente de humedad tan sólo

que lentamente le refresque

y el aliento les dé, ya no de rodillas,

ni en polvo de quejumbre,

sino la boca que pide elevarse a lo imposible:

un cuerpo sentado

en la vecindad de la plaza.

Mi María, aún tus manos tibias.

¿Qué habrás sentido entonces?

¿Te escurrirías como el ruido de bocinas,

como el trote del silencio?

Sobre tus manos yertas yacen mis manos frías.

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XXX

Eso lo aprendí de nadie:

El miedo corre en los dedosy nos hace morir vacíos

en una sórdida patria de piedras y miseria,

en la que siempre duele el rostro

y el espejo acorazado de un hijo que nos han perdido.

¡Eso lo aprendí de nadie!

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XXXI

Basta una lágrima para inundar el mundo.

Todo se pronuncia por los ojos,devorando pautas, los nombres arrojados,

vestigios de palabras sin papel y que en las bocas

no han sido pronunciadas.

Sólo ese corredor de ausencia y de tristeza

abriéndose camino,

saltando por doquier,

ventana que nos canta eternamente al oído

para no morir en nuestro nombre,

sino en el otoño que nos va muriendo a poco.

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XXXII

Hoy tengo hincado el día y hasta la rodilla misma.

Se me ha hincado el pecho clamando su oración de guarda.Mas, yo no tengo ángel, igual se ha perdido,

se ha arrodillado en la clemencia;

su sensación luctuosa es un umbral de alas.

Sólo el sol se ha escalado por encima de los aires.

Pero, igual le veo que hoy junta sus manos y se inclina.

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XXXIII

Yo no he nacido todavía.

Será que para morir espero una envoltura,un retorno de la sombra y de la lluvia,

el expiro profundo que no llegó a la noche,

ni llegó a doblar las pertenencias de los fríos.

Quizá por eso, y tan lúgubre de canas,

espero alguna vez no ver morir el día,

aunque grises los ríos en los ojos me salpican.

47



XXXIV

Defenestrar el tiempo como a un espectro del olvido,

cuando la voz aguarda en escondrijos,en los recodos abandonados, sin salidas.

Tal vez un día los ojos escapen hacia el aire

y el trote del silencio se pierda en extravíos,

donde nada se guarda,

sólo la historia esposando sus secretos,

y una tímida sonrisa intentando

no romperse en el camino.

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XXXV

Se puede llorar…

Es un acto de fe y de misterio,de un niño escuchando su primer latido

que no sabe si chuparlo, pegarse a él

o volverse de regreso al vientre de su madre.

Se puede sollozar:

desnudar a la distancia

y en el vacío que se engendra,

tocar lo que se ha ido,

revivirle un segundo,

sacarle algún silencio,

para sentir la carne que vive

aunque haya muerto.

49



XXXVI

Mi corazón ya no grita; marcha,

en el día y la palabra.

Busca dentro de su viaje la razón y un calendario,

alguna hora, un signo llano que le llame,

el paraje que la voz le dio a su nombre,

y la escritura fugaz que en la arena

pintara una sonrisa,

un preludio de alegría,

un bosquejo de entusiasmo,

para aquietarse y sosegar

el alma,

cuando sienta el final de una promesa.

Enero 21, 2014.

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SALVADOR PLIEGO:

Nacido en la ciudad de México. Con estudios en Antropología Social y una Maestría en

Sistemas de Computación. Como escritor inicia su carrera a finales de 2005 y desdeentonces ha publicado los siguientes libros:

Poemarios:

Flores y espinas 2006Claro de la luna 2007

Encuentro con el mar 2007 – 2008 Libro I y II

Bonita… Poemas de amor 2008Libertad 2009

México 2010

Los niños 2010El libro de los besos 2010

Poemas de amor y de bolsillo 2011

Arterias de la tierra 2011

Crepitaciones 2011Letras del buen humor 2011

Poemas de desamor y olvido 2012

Evocación de pájaros 2012Poemitas enamorados 2013

Felicidad 2014

Cuentos:

Los trinos de la alegría 2006

Aquellas cartas de amor 2008

Fue premiado como segundo lugar en poesía por la ENSL en México y nominado como

finalista por el II Certamen Internacional de Poesía “San Jordi” en España, 2006.

Participó como jurado en el Primer concurso literario “Atina Chile” en 2007. Su poema

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“Espadas y papiros” fue entregado como parte de los premios otorgados al ganador del

Segundo concurso de cuentos cortos HdH Medieval. De sus viajes ha recibido múltiplesreconocimientos, entre otros, el de ser “visitante ilustre del Municipio de Urrao”,

Colombia.

Durante 2007 y 2008 participa activamente en el foro MundoPoesia, considerado uno delas más grandes de la red de Internet en cuanto a escritores, publicaciones y lecturas. Enese periodo es premiado en 19 ocasiones, entre ellas, otorgándosele el premio de Poeta

del mes.

En 2011 gana los siguientes premios: Ganador del premio de poesía Rubén DaríoRumbaut con el poema “Dulzura”, y “Primera mención de honor” en el concurso

internacional de poesía “Trofeo Memorioso” organizado en Chiloé, Chile, con los

siguientes poemas: Corcel de alas blancas, ¿Dónde los olivos? y Templanza.

En enero del 2012 se le otorga el premio al primer lugar del Primer Concurso Literario

Andrés D. Puello a su libro Crepitaciones, y en el mes de mayo se incorpora su poema“Oda a la risa” a libros de texto para el aprendizaje del español en Puerto Rico (el poema

ha sido incorporado a este libro). La radio satelitevisión/Americavisión de Chile le otorga

un reconocimiento “por su participación en la Poesía destacada, mes de septiembre 2012,

de los programas radiales ‘Música y declamación de poesías’”.

En abril de 2013 Radio Satelitevisión/Americavisión le otorga un nuevo reconocimiento

como poesía destacada por su poema: Arde la poesía. En el mes de mayo, otro más por su

poema “Desnudez de tu mirada”. En junio, un nuevo reconocimiento por el poema:

Canción de viento y brisa. Y en julio, uno más por su poema: “Cuando contigo”.

A la fecha ha realizado lectura de su poética en Estados Unidos, México, Perú, Chile,Argentina, Colombia y España.

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