autoanalisis de un sociologo

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EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N. o 13, enero-junio, 2007, pp. 193-208. ISSN: 1139-5737 Van a cumplirse cinco años del falleci- miento de Pierre Bourdieu, lo que no pa- rece obstáculo para que sigan aparecien- do nuevos textos firmados por el propio autor, además de la numerosa cantidad de títulos que, sobre la obra de este autor y como si se tratase de un trabajo y una trayectoria lineales y unitarios, siguieron inmediatamente a su muerte. Abordaje de su obra y, sobre todo, de su protago- nismo público que siguen dividiendo al país, pues es una cuestión principalmente francesa, y a la profesión sociológica, en dos: a favor y en contra de Bourdieu. Desde esfuerzos analíticos en la primera tendencia 1 , hasta crítica merecedora de estar en alguno de los programas basura de nuestra televisión 2 . Entre tantas voces ajenas, volver de nuevo a la del propio sujeto para hablar de sí mismo, se con- vierte en una especie de respuesta antici- pada con la rotundidad que adquiere siempre la voz del acusado. El único le- gitimado para hablar de intenciones. Aunque sea para hablar de las intenciones de la sociología. Justificado como necesidad personal, Autoanálisis de un sociólogo es una jus- tificación de la sociología. Junto al por- qué «me hice sociólogo», pueden leerse las bases estructurales y político-acadé- micas, al menos para Francia, de la dis- ciplina, hasta hacer de la misma una exi- gencia personal y, a la vez, social. Y, por ello mismo, es, sobre todo, la justifica- ción de una manera de comprender la sociología. Así, las evocaciones perso- nales, las descripciones emocionales y, en definitiva, una narración repleta de regresiones y vueltas atrás, se convierten en propuesta normativa, una vez más en este autor, del oficio de sociólogo. Su contenido fuerte es el fundamento epis- temológico de la sociología. Toda socio- logía es una sociología de la sociología y, por lo tanto, una sociología del cono- PIERRE BOURDIEU, Autoanálisis de un sociólogo. Barcelona, Ana- grama, 2006. 1 Véase, como simple ejemplo, el texto diri- gido por Bernard Lahire, Le travail sociologique de Pierre Bourdieu, París, La Découverte, 1999 (1ª ed.) y 2001 (2ª ed.), o el de quienes se insti- tuyen como postbourdianos, como Philippe Cor- cuff, Bourdieu autrement. Fragilités d’un socio- logue de combat, París, Les éditions Textuel, 2003. Esta última etiqueta significa adquirir un compromiso: a) observar límites en la obra de Bourdieu, que dista de ser contemplada como un bloque unitario; b) asumir que tal obra tiene un potencial desarrollo; c) plantear la pertinen- cia de tal desarrollo para explicar nuestra reali- dad; d) mostrar alguno de los logros de tal de- sarrollo. 2 Véase, como ejemplo más patente de estas posiciones, J. Verdès-Leroux, Le Savant et la po- litique. Essai sur le terrorismo sociologique de Pierre Bourdieu, París, Grasset, 1998.

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EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 13, enero-junio, 2007, pp. 193-208.ISSN: 1139-5737

Van a cumplirse cinco años del falleci-miento de Pierre Bourdieu, lo que no pa-rece obstáculo para que sigan aparecien-do nuevos textos firmados por el propioautor, además de la numerosa cantidadde títulos que, sobre la obra de este autory como si se tratase de un trabajo y unatrayectoria lineales y unitarios, siguieroninmediatamente a su muerte. Abordajede su obra y, sobre todo, de su protago-nismo público que siguen dividiendo alpaís, pues es una cuestión principalmentefrancesa, y a la profesión sociológica, endos: a favor y en contra de Bourdieu.Desde esfuerzos analíticos en la primeratendencia1, hasta crítica merecedora deestar en alguno de los programas basurade nuestra televisión2. Entre tantas voces

ajenas, volver de nuevo a la del propiosujeto para hablar de sí mismo, se con-vierte en una especie de respuesta antici-pada con la rotundidad que adquieresiempre la voz del acusado. El único le-gitimado para hablar de intenciones.Aunque sea para hablar de las intencionesde la sociología.

Justificado como necesidad personal,Autoanálisis de un sociólogo es una jus-tificación de la sociología. Junto al por-qué «me hice sociólogo», pueden leerselas bases estructurales y político-acadé-micas, al menos para Francia, de la dis-ciplina, hasta hacer de la misma una exi-gencia personal y, a la vez, social. Y, porello mismo, es, sobre todo, la justifica-ción de una manera de comprender lasociología. Así, las evocaciones perso-nales, las descripciones emocionales y,en definitiva, una narración repleta deregresiones y vueltas atrás, se conviertenen propuesta normativa, una vez más eneste autor, del oficio de sociólogo. Sucontenido fuerte es el fundamento epis-temológico de la sociología. Toda socio-logía es una sociología de la sociologíay, por lo tanto, una sociología del cono-

PIERRE BOURDIEU, Autoanálisis de un sociólogo. Barcelona, Ana-grama, 2006.

1 Véase, como simple ejemplo, el texto diri-gido por Bernard Lahire, Le travail sociologiquede Pierre Bourdieu, París, La Découverte, 1999(1ª ed.) y 2001 (2ª ed.), o el de quienes se insti-tuyen como postbourdianos, como Philippe Cor-cuff, Bourdieu autrement. Fragilités d’un socio-logue de combat, París, Les éditions Textuel,2003. Esta última etiqueta significa adquirir uncompromiso: a) observar límites en la obra deBourdieu, que dista de ser contemplada comoun bloque unitario; b) asumir que tal obra tieneun potencial desarrollo; c) plantear la pertinen-cia de tal desarrollo para explicar nuestra reali-dad; d) mostrar alguno de los logros de tal de-sarrollo.

2 Véase, como ejemplo más patente de estasposiciones, J. Verdès-Leroux, Le Savant et la po-litique. Essai sur le terrorismo sociologique dePierre Bourdieu, París, Grasset, 1998.

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cimiento y, en este sentido, una episte-mología.

Desde este punto de vista, el autoaná-lisis de un sociólogo es concreción ejem-plar de una sociología del autoanálisis.Hacer sociología se convierte en la refle-xión de las posibilidades para hacer so-ciología. Aun cuando tal reflexión quedesujeta a las vivencias del analista. ¿Quégana la sociología y las ciencias socialesen general con las vivencias, en este casoen clave de justificación, de un sociólo-go?

Partamos de la imposibilidad del au-toanálisis. También de que el propio autordice renegar de la autobiografía, que es alo que más se parece el texto. El margende decisión favorable a la lectura del tex-to se estrecha a una minúscula rendija.Tal vez suficiente para alimentar ciertamorbosa curiosidad sobre la vida de unintelectual de referencia, seguido y re-chazado, atacado y defendido. Pero es lalectura menos interesante. Más atractivo,por la intensidad, y más angustioso esleer el texto como las confesiones de unasociología moribunda. La progresiva re-gresión narrativa hasta los orígenes (pro-fesionales, en Argelia; familiares, en Bé-arn, pasando antes por el recuerdo delservicio militar) evoca constantemente elsentimiento de muerte próximo. Es unavuelta a los orígenes de quien se sabe enel final. Vayamos a los orígenes.

Nuestro sociólogo empieza como filó-sofo. Dedicación notable. Aristocráticaen el campo intelectual. Aquí la unidadde análisis, de autoanálisis, es la genera-ción. El colectivo resultante de un corteen el tiempo —la edad en la que recibie-ron las mismas influencias (Sastre)— yen el territorio (Francia). Se está con lageneración o frente a la generación, don-de dice situarse Bourdieu. En la perso-nalización de esta trayectoria disciplinar,la sociología es una disciplina domina-da, modesta ciencia por necesidad de lasalturas que requiere la filosofía. La so-

ciología se constituye en una ciencia ple-beya, con una metodología plebeya: ma-terial, empírica, destinada a trabajar conel cuerpo, en la que el cuerpo del analistase «ensucia» con la realidad. Lo que otrosquieren ver desde las alturas, la sociolo-gía requiere tomarlo de los bajos fondosde la realidad cotidiana. Para alimentarse,tiene que ir a la cocina, metáfora por an-tonomasia de esta ciencia plebeya, tanto alas miradas intelectuales y las miradascientíficas. Miradas, respectivamente deexquisito gourmet y de pulcra bata blan-ca, de procedimientos precocinados, neu-tralizados, congelados y estandarizados,que tienden a eludir el paso por la cocina.¿Qué lugar tiene hoy una cocina, irreme-diablemente sujeta a espacios locales, enprocesos donde se impone la comida es-tandarizada, precocinada y, sobre todo,desvinculada su producción de los espa-cios de su consumo?

El ascenso académico de un estudiantede la periferia —de provincias, diríamosaquí— es algo más que una relación entreterritorios o un personal viaje de inicia-ción. Se convierte en símbolo de una dis-ciplina por ganarse un espacio en el cam-po intelectual y su condena a lo que elautor denomina doble distanciamiento, acarecer de un lugar propio. La incomodi-dad con que es aceptada la sociología pro-cede de la incomodidad de su mirada: re-sulta incómoda y surge de perspectivas ysituaciones incómodas, propias del tra-queteo del viaje continuo. Cada investi-gación exige, por ello, plantearse las con-diciones que la permitieron, que la dieronun lugar desde donde mirar, cuando care-ce de lugar. Es más, cuando lo tiene con-viene sospechar. Mejor aún, marcharse.Tal vez, antes de que expulsen o institu-cionalicen (otra forma de expulsión) a ladisciplina. Vital energía discursiva parasociólogos con tentación a la deserción.¿No es la sociología, especialmente la au-tollamada critica, un constante ejerciciode deserción? Por ello, como reconoce el

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propio Bourdieu, sólo cabe dedicarse a lasociología a título provisional (página 61).

Una deserción que puede vivirse comotraición de la relación con quienes permi-tieron la mirada. Aquí Bourdieu reconocecon afecto el benefactor papel de quienes,institucionalizados o consagrados en elcampo intelectual, ayudaron a su trayec-toria: Sastre (apoyo como modelo de ejer-cicio intelectual), Canguilhem (apoyocomo modelo del ejercicio de pensar),Aron (apoyo como modelo de ejercicioinstitucional). Condena a relaciones am-bivalentes, condensada especialmente conla figura de Michel Foucault, con quientraza caminos que son, a la vez, paralelosy tan distantes como la separación que setraza entre filosofía y sociología. Rendi-ción de cuentas que, también, va en elotro sentido, hacia quienes se preocuparonpor la institucionalización con referenciaen la sociología, como muestra la refe-rencia a Raymond Boudon: «jefe de ladelegación francesa de su [de Lazarsfeld]multinacional científica» (página 106).

Cuando Bourdieu realiza el repaso desus investigaciones, se detiene especial-mente en las argelinas, muy vinculadasahora a sus experiencias de la «mili», yen su trabajo de campo en Béarn, recu-rrente en sus últimas publicaciones hastaalcanzar el carácter de signo y forma deinvestigación. Regresa, otra vez, a Le baldes célibataires.

Publicado parcialmente en distintas re-vistas, desde un primer texto que aparecióen 1960, Le bal des célibataires es un li-bro donde está presente, a la vez, la ini-ciación y la madurez intelectual, profe-sional y metodológica de Bourdieu.Permite la reflexión sobre la relación entreproceso vital y proceso de objetivizacióncientífica, y sobre cómo la profundizaciónteórica permite mayor profundización em-pírica y está, la mayor profundización te-órica. Así, pasados cuarenta años, se poneen contacto la construcción teórica del au-tor con los materiales de sus inicios. El

último libro publicado en vida de Bour-dieu es el que parte de sus primeros traba-jos empíricos. Para algunos, tal vez unaespecie de autohomenaje. En cualquiercaso, un homenaje a la sociología enten-dida como proceso continuo de conoci-miento del sujeto del conocimiento, puesha de entenderse principalmente como unlibro sobre el sujeto de la investigación.

En Le bal des célibataires, se analizala crisis del orden social campesino a tra-vés de cómo algo que aparece alejado delas condiciones materiales, como son lasrelaciones matrimoniales entre grupos so-ciales, está condicionado por la estructurade propiedad y disponibilidad de bienes yrecursos. El baile es la escenificación deuna sociedad, de una estructura social quees, fundamentalmente, una estructuraeconómica. El baile es un mercado ma-trimonial donde los solterones experi-mentan una notable devaluación. Aquínos encontramos con un Bourdieu en ple-no ejercicio antropológico.

Los solterones, en cuanto solteros a losque se les ha pasado la edad del matri-monio, son los no primogénitos de fami-lias numerosas y pobres de la región fran-cesa de Béarn. El porcentaje de estossolterones crece regularmente a medidaque se va hacia las clases inferiores. Aho-ra bien, aun cuando algunos son pobresque no podían ni salir del entorno fami-liar, atados al escaso patrimonio familiar,la crisis de una forma de la sociedad semuestra porque afecta también a los queocupan las posiciones relativamente me-jor de la misma. Muestra, entonces, deser una sociedad dominada.

Condenados al patrimonio agrario y sudevaluación, de la misma manera que,como señala Marx, el primogénito es elesclavo de la institución del mayorazgo.Solterones que son, también, quienestransgreden la imposición de los padres atal reducción de posibilidades, marchán-dose del lugar familiar, pretendiendo aalguna interesante heredera. Son los con-

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denados a ser calificados de pretenciososante el menor atisbo de ambición. Todo elsistema social aparece como un sistemade protección de los patrimonios familia-res. Un sistema donde, en principio, losprimogénitos compiten con gran ventaja,mientras que los varones menores son susvíctimas. Las mujeres, todavía en una po-sición más subordinada, optan por irse ala ciudad, donde, además de abrirse laposibilidad de cierta movilidad social,pueden huir de una sociedad que «ya co-nocen demasiado bien».

Desde tal sistema social, el matrimonioes un asunto familiar, no individual, pro-yectándose sobre el conjunto de institu-ciones y comportamientos: desde la rígi-da segregación de sexos, hasta losanuncios de boda, pasando por casamen-teros. La relación entre sexos hace quela relación entre ellos esté falta de natu-ralidad y libertad. Cuando la ley es la evi-tación ¿cómo acercarse? Una ley que ad-quiere sentido en una sociedad nadadispuesta a la transgresión de la regla dela unidad del patrimonio.

Las pocas posibilidades de encuentrocon el otro sexo que tienen los solteronesse encuentran en el baile. Una situaciónen la que tradicionalmente se encontrabancon escasas posibilidades de control —noera su sitio— y que, en los momentos dela observación empírica, ya aparece per-dida a favor de los muchachos de la ciu-dad, que acuden a los bailes campesinoscon toda la partida a su favor, desde elsaber estar y relacionarse, hasta su pro-pia revalorización simbólica por el simplehecho de no ser campesino. Los soltero-nes se saben perdedores antes de jugar,que es la peor manera de enfrentarse aun juego, pues anticipan la derrota: se re-tiran del baile, como, poco a poco, la au-sencia de descendencia, de futuro, haceque apenas haya motivaciones para tra-bajar con ahínco la propiedad agraria. Lasoltería es así efecto y causa de la deca-dencia de la propiedad agrícola.

La segunda parte de la obra está dedi-cada a las estrategias matrimoniales, de-sarrolladas bajo el concepto que ha que-dado intrínsecamente unido a la figura deBourdieu: habitus. Esa especie de Daseinsociológico, pues si el Dasein heidegge-riano es la existencia humana3, el habituses la existencia material y social. Una se-gunda parte que repite estructuras de laprimera, como la del muchacho queabandona, en contra de su voluntad, a lamujer amada, para terminar desgraciada-mente casado y sin hijos, mostrándoseasí como la presión de la regla por man-tener el patrimonio puede llevar, paradó-jicamente, a la pérdida del patrimonio.Bourdieu se sitúa en las excepciones a laregla —hacer cumplir la regla para termi-nar incumpliéndose— para destacar sufuerza sobre su aparente debilidad.

La tercera parte es la destinada a darcuenta de la actualización de los textos.Por un lado, las transformaciones teóricasexperimentadas, en la explicación. Porotro, las de la propia realidad, la de lospropietarios agrarios de Béarn. A darcuenta de cómo ha quedado subordinadaa un mercado unificado. Como en el casode la unificación del mercado matrimo-nial, con el que se hacen homologías, enel de la unificación del mercado econó-mico tienen la batalla perdida. Los agen-tes dominantes, como los chicos de ciu-dad, pueden acudir a todos los mercados;mientras que ellos están condenados, consu patrimonio, al mercado local.

En muchas de sus páginas, se abre eltexto hacia la simpatía por estos soltero-nes, hacia los perdedores. El lector concierta edad y orígenes en la sociedadcampesina, puede encontrar imágenesque parecen sacadas de su propia memo-ria. Pero es un sentimiento regresivo, sinproyección en acciones. Es más, hasta la

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3 Véase M. Heidegger, Ser y tiempo. Madrid:Trotta, 2003, según la traducción de Jorge Eduar-do Rivera.

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toma de conciencia de su decadencia nohace más que ahondar la misma: profecíadestinada a autocumplirse.

Al final del texto, la tesis que puedeconsiderarse más fuerte, que, derivada delas páginas anteriores, obliga a mirarlasde otra manera. Da un nuevo sentido altexto, en una doble acepción: a) aporta unainterpretación de lo dicho en una direc-ción, que tal vez no pudiera estar previa-mente en el lector; b) justifica la novedadde un texto que, en la mayor parte de losmateriales aportados, estaba ya visto. Unatesis destinada a la polémica política y me-todológica, si es que pueden separarse: lasclases dominadas no hablan, son habla-das. Un dardo contra las posiciones de,entre otros, Grignon y Passeron, aun cuan-do, como es también parte definitoria delestilo de Bourdieu, deje vacía la casilla dereferencias —favorables o críticas— a lossociólogos franceses contemporáneos.Agudos dardos contra los más cercanos,por generación, afinidad ideológica y pre-ocupaciones intelectuales, y, a la vez, máspotentes críticos de la obra de Bourdieu.

Todo el Autoanálisis puede asumirsecomo una reflexión metodológica; pero,además, hay apuntes esencialmente me-todológicos, como el de la intuición so-ciológica a partir de una frase de la madredel autor e investigador. Algo que nos lle-va a un método: la escucha constante. Entodo lugar, atención flotante para la tomade material para la investigación.

Todo sociólogo encontrará momentoscon los que identificarse. Tantos comoimágenes de la profesión que puede llegara rechazar, si forma parte de la corrientemás institucionalizada. También puedenencontrarse sentencias estupendas, quedibujan realidades cercanas, como, porejemplo, estas dos en la misma página(página 35): «vivir intelectualmente porencima de sus posibilidades» o «malver-sación de fondos culturales». En definiti-va, una obra personalmente necesaria.Pero también necesaria para una profe-sión que también parece cerca de ciertofinal, pues ayuda a reconciliarse con ella.

Javier Callejo

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