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    ANALES DE HISTORIA ANTIGUA, MEDIEVAL Y MODERNAVolumen 402008

    ISSN 1853-1555 (en lnea)ISSN 1514-9927 (impreso)

    Instituto de Historia Antigua y MedievalFacultad de Filosofa y LetrasUniversidad de Buenos Aires

    ___________________________________________________________________________

    VISIONES NACIONALES EN EL MEDIEVALISMOCarlos AstaritaUniversidad de Buenos AiresUniversidad Nacional de La Plata - CONICET

    1. IntroduccinChris Wickham observ que en el estudio de la temprana Edad Media se

    desarrollaron en cada pas tradiciones que contribuyeron a la formacin de las identidadesnacionales1.

    Esas tradiciones no son estticas. Sus evoluciones, en dos de sus modalidades,sern el objeto de este estudio. Por un lado, hallamos transformaciones que preservan uncontenido arquetpicamente nacional; por otro se ubica un paulatino desplazamiento de esecontenido. El primer tipo de escritura que ser examinado corresponde a la formacin delfeudalismo en el rea leonesa y castellana, y corrobora lo que Wickham afirm. El segundocorresponde al anlisis de la dinmica del sistema feudal, campo de estudios que se

    distingue en el interior de ese heterclito conglomerado que se denomina historia econmicay social por rasgos propios, como el recurso a teoras de ciencias sociales, a resultados deevolucin en el largo plazo y a la comparacin. Para resolver este tema, el historiador seconcentra en el medioevo tardo, cuando el movimiento de las estructuras feudales puedenobservarse en su compleja interaccin con el capital mercantil y el capitalismo emergente demanufacturas rurales. En este mbito hubo un desenvolvimiento que fue desde laspeculiaridades de cada pas al estudio general europeo.

    Este ensayo tiene un carcter exploratorio, y es, en consecuencia, ms provisionalque el promedio de estas expresiones; la observacin en otros campos del medievalismopodra mostrar otros desenvolvimientos. Esa multiplicidad manifiesta que la cuestin no secondensa en un simple cambio de paradigma. Una disciplina como la historia, con basesempricas que entorpecen toda estabilizacin modlica general, admite, para el estudio desu propia historia, antes que esquemas abstractos, obras concretas de historiadores. Son lasque concentrarn nuestra atencin. Se trata de obras que se respetan y se imitan, yestablecen alineamientos por categoras de anlisis y argumentos. A partir de esa presenciasobresaliente, tal vez pueda hablarse del reinado de paradigmas con vigencia acotada 2.Tambin suelen esas obras establecer modas, cuya naturaleza transitoria se manifiestacuando una nueva obra ejemplar propone otro agrupamiento. A este entramado de objeto de

    1C. Wickham, The early middle ages and national identity, Storica, XXVII, 2003, pp. 7-262En su momento fundament que no puede aplicarse a la comprensin de la evolucin historiogrfica la

    nocin de paradigma, ver, C. Astarita, -"Crisis y cambio de paradigma en la historiografa. Una perspectivadesde el medievalismo", Trabajos y Comunicaciones, 2. poca, La Plata, 24, 1997, p.147-175. Niega tambinla posibilidad de aplicar la nocin de paradigma al estudio de la historia, R. J. Evans, In defence of history,Londres, 1997, p. 43. Ahora pienso que actan modelos acotados.

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    estudio y herencias recibidas, aade un nivel adicional de variacin el hecho de que cadaintrprete en el pasado vive como ciudadano del presente, absorbiendo de su entornocotidiano climas intelectuales y experiencias sociopolticas que lo condicionan.

    Inmutabilidad de la tradicin nacional.

    2.1 Snchez Albornoz. 1945-1975El tipo de cambio que se analizar en esta seccin es el que se realiza sin que se

    altere realmente la tradicin historiogrfica del pas, la visin nacional del medievalismo,dialctica signada por una tensin entre matrices inconmovibles y cuestiones s sujetas avariacin. Analizar esto con relacin al medievalismo asturleons y castellano leons.

    Esos ncleos casi invariables son temas heredados y realimentados por el materialhistrico. Es una permanencia que resalta los cambios en las herramientas metodolgicas,en las perspectivas tericas y en el uso de conceptos. Interesa detectar cmo se conservauna identidad historiogrfica a travs de esas innovaciones. Debido a esa oscilacin entrecontinuidad y discontinuidad, el devenir historiogrfico no est exento de ilusiones. La mspertinaz es la del permanente renacer.

    La primera mencin es para Claudio Snchez Albornoz3. Sus escritos no slogeneraron seguidores desde 1950 a 1975; tambin condicionaron la investigacin del ltimocuarto de siglo XX, cuando haba dejado atrs su perodo de trabajo creativo. Con la llegadade la democracia espaola y el nacimiento de un generalizado revisionismo de su obra, suherencia estableca un involuntario y curioso camino, que era, tambin, una limitacin. Sihasta los aos setenta se quera pensar como Snchez Albornoz, despus se trat depensar en oposicin a Snchez Albornoz.

    Su obra ha sido analizada muchas veces4. Slo recordar ahora alguna cuestin queatae al tema.

    La visin nacionalmente centrada de Snchez Albornoz no se sita en el reinovisigodo. Durante ese perodo en la Pennsula Ibrica se habran compartido cualidadessocioeconmicas y sociopolticas con otras regiones europeas. A la construccin de estaimagen contribuy la observacin comparativa de los cdigos visigodos con los de otrospueblos germanos, facilitada por la bsqueda de similitudes institucionales. Vio entonces unproto feudalismo visigodo ms puro y avanzado que el que comenzaba a darse entre losfrancos, al punto que, en polmica con Franois Ganshof, sostuvo que las institucionesvisigodas esclarecen el origen del vasallaje franco5. Cuando ese precoz desarrollo hacia elfeudalismo fue abortado por la invasin rabe, habra comenzado la verdadera singularidadde la historia espaola.

    Dada esta premisa, es natural que otorgara importancia a los orgenes de laReconquista6. Se habran dado en el reino astur y asturleons condiciones que, proyectadas

    3Una aproximacin a su obra puede obtenerse en recopilaciones: C. Snchez Albornoz, Estudios sobre lasinstituciones medievales espaolas, Mxico, 1965; idem, Investigaciones y documentos sobre las institucioneshispanas, Santiago, Chile, 1979, o bien en su libro de sntesis, idem, Espaa un enigma histrico, BuenosAires, 1956.4R. Pastor de Togneri, Del Islam al cristianismo. En las fronteras de dos formaciones econmico-sociales,Barcelona 1975, pp. 19 y s.; R. Zuluaga, "La postura historiogrfica de Claudio Snchez Albornoz", enCuadernos de Historia de Espaa, XXXI-XXXII, 1960, pp.290-315; J. L. Martn Rodrguez, Don ClaudioSnchez-Albornoz, en,Anuario de Estudios Medievales, 15, 1985, pp. 17-345 F. L. Ganshof, L'origine des rapports fodo - vassaliques. Les rapports fodo - vassaliques dans lamonarchie franque au Nord des Alpes l'poque carolingienne , en, I problemi dell civilt carolingia.Settimane di Studi del Centro Italiano di Studi sull'Alto Medioevo, Spoleto 1954, p. 27-70; C. Snchez

    Albornoz, Espaa y el feudalismo carolingio, en, idem, p. 109-146; idem, Discussione sul tema: Originidel rapporto feudale , p. 147-1606Los aos comprendidos entre 718 y 910 eran claves, ver, C. Snchez Albornoz, Orgenes de la nacinespaola. Estudios crticos sobre la historia del reino de Asturias, 3 v., Oviedo, 1972-1975

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    luego sobre Castilla, formaran la peculiaridad espaola. En esos primeros tiempos, naca eldesierto estratgico del valle del Duero derivando en la epopeya militar de la reconquista y larepoblacin que llevara a la formacin de un islote de hombres libres en la Europa feudal.Esas marcas de origen haran que la regin fuera en el plano sociolgico una especiehbrida: la invasin de los islamitas determin un alejamiento del feudalismo, con lo cual no

    adscribi esa sociedad plenamente a las pautas europeas, pero tampoco a las del oriente,ya que no se habra arabizado lo que denomin la contextura vital del espaol.La libertad de la frontera que se inici en el rea septentrional del Duero, se fijara de

    manera definitiva en la Extremadura Histrica, y todo ello era un producto de la reconquista.Efectivamente, esa debilidad del feudalismo, que constataba en las prerrogativas delmonarca, en la imperfeccin de las relaciones feudales de vasallaje y en los concejos,Snchez Albornoz la explicaba por la secuencia de despoblamiento, guerra y repoblacin.Esa debilidad del feudalismo era correlativa con la debilidad de la burguesa. Se detecta enesto, como eje subyacente en la argumentacin, el atraso de Espaa en buena parte delsiglo XX, explicable por una evolucin distinta, por una historia "anormalmente" perturbadapor un accidente, la invasin rabe.

    Se estableci as una interpretacin que sera considerada como tradicional, aunqueera una tradicin muy reciente, nacida en el siglo XX.

    2.2 Cambios de interpretacin. 1975-2000Un anticipo del cambio que sobrevino despus de Franco estuvo en un ensayo

    publicado diez aos antes de la muerte del dictador, en 1965, por Abilio Barbero y MarcelVigil. Su ttulo, "Sobre los orgenes sociales de la Reconquista; cntabros y vascones desdefines del Imperio Romano hasta la invasin musulmana", adelantaba lo que sera el libro de19787. Este ltimo, sobre la formacin del feudalismo ibrico, signara la trayectoria debuena parte de los especialistas. La reconquista sigue siendo el gran tema, pero se lainterpreta de un modo distinto a cmo la haba entendido Snchez Albornoz.

    Efectivamente, Barbero y Vigil se enfrentan polmicamente con Snchez Albornoz, alpunto que pareciera que todo el estudio est concebido como una anttesis. Era unreconocimiento tcito. La nueva historiografa necesitaba matar al padre de losmedievalistas. Consumaba, como me expresara Pierre Bonnassie en una carta personal,una necesaria muerte ritual, una ceremonia que, una vez cumplida, permitira situar en algnplano ms equilibrado el aporte de Snchez Albornoz. Por extensin, los nuevoshistoriadores reaccionaban contra toda la tradicin liberal que se haba interrumpido durantela guerra, y que los mejores medievalistas de los aos del franquismo, como Luis SurezFernndez y Garca de Valdeavellano, haban recogido8.

    Otros escritos acompaaban la metamorfosis. Podra resumirse su contenido en laidea de que el rea castellana y leonesa dejaba de ser una excntrica y trgica figuraseparada de Europa. Jos ngel Garca de Cortzar escribe una historia de Espaamedieval en la cual la etapa ms activa de la Reconquista, entre 1050 y 1250, quedabacomprendida en la fase de expansin europea9. Esto era un verdadero cambio con respectoa las visiones que se tenan hasta ese momento, aunque preservaba un ncleo bsico de lahistoria tradicional: insista en que la invasin rabe era una ruptura de la evolucin anterior,al punto que la verdadera historia medieval espaola comenzara en el siglo VIII.

    7Ese artculo se public en, Boletn de la Real Academia de la Historia, CLVI, 1965, pp. 271-339. A. Barbero

    y M. Vigil, La formacin del feudalismo en la Pennsula Ibrica, Barcelona 19788Sobre esa tradicin, ver, I. Peir Martn, "Aspectos de la historiografa universitaria espaola en la primeramitad del siglo XX", Revista de Historia Jernimo Zurita, 73, 1998, p. 25-26.9J. A. Garca de Cortzar, La poca medieval. Historia de Espaa Alfaguara II, Madrid 1973

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    Este mismo autor abord el estudio del dominio de San Milln de la Cogolla, comoSalustiano Moreta Velayos el de Cardea, con una mirada que recuerda a la escuela de losAnnales en tanto privilegiaba los condicionamientos geogrficos y la constitucin de losespacios socioeconmicos10. El libro de Georges Duby, Economa rural y vida campesina enel occidente medieval, tena influencia en estas elaboraciones11. Julio Valden Baruque, por

    su parte, estudi los conflictos sociales de Castilla en los siglos XIV y XV, en un registro quepareciera recoger la inspiracin de Rodney Hilton12. Mostraba que aun cuando no hubo unajacquerieextendida, la zona no haba carecido de enfrentamientos de clase13.

    En suma, Castilla y Len pertenecan a la historia europea. Tambin eravariadamente europea la bibliografa consultada, perdiendo la corriente alemana elascendiente casi monoplico que haba ejercido sobre la generacin anterior. Lametodologa se actualizaba. Un testimonio de este ltimo aspecto, que mide tambin elestancamiento del perodo franquista, es proporcionado por Carlos Estepa Dez, uno de losprotagonistas de la nueva historiografa14. Afirma que el gran mrito de su tesis de doctorado(publicada en 1977) fue haber insertado el estudio de la ciudad de Len de los siglos XI-XIIIen el contexto del feudalismo. Con ello, se complace en afirmar, rompi el clich de la

    historiografa tradicional. Este auto elogio es un diagnstico. El estudio de la ciudad medievalen el contexto del feudalismo era, cuando la tesis de Estepa se publicaba, una rupturatreinta aos despus de Dobb. Desde este punto de vista, las cosas parecancorresponderse con desarrollos generales. Pero esta adhesin a temas y metodologaseuropeas estaba lejos de ser total. Nacera una tradicin propia. En esto el libro de Barbero yVigil fue decisivo.

    Notemos ahora el sistema de correspondencias entre presente y pasado, entrevisiones de pas y perspectiva histrica. Para Snchez Albornoz, la Espaa del atraso debaexplicarse por una historia diferente. Era una visin que surgi con la decadencia visibledesde el siglo XIX, se afirm en tiempos de la repblica, y termin siendo un desvelo de losemigrados.

    Hacia 1960, la situacin comenzaba a cambiar: el desarrollo econmico se impona, yquince aos despus ya se avanzaba hacia la democracia parlamentaria15. En tiempos

    10 J. A. Garca de Cortzar, El dominio del monasterio de San Milln de la Cogolla (siglos X a XIII).Introduccin a la historia rural de Castilla alto medieval, Salamanca 1969; S. Moreta Velayos, El monasteriode San Pedro de Cardea. Historia de un dominio monstico castellano (902-1338), Salamanca 1971.11La edicin francesa es de 1962; la primera traduccin espaola es de 1968. Snchez Albornoz tambinestudi la organizacin econmica y social del dominio y confiesa haber ledo a Duby, aunque susprincipales referencias bibliogrficas eran germanas; ver, C. Snchez Albornoz, El rgimen de la tierra en elreino asturleons hace mil aos, Buenos Aires 1978.12J. Valden Baruque, Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV, Madrid 1975.Este libro apareci dos aos despus de la publicacin del estudio ms conocido de Hilton sobre el tema,Bond men made free. Medieval peasant movements and the English rising of 1381 , Londres 1973, traducidoal espaol en Madrid 197813La defensa del concepto de clase social para el estudio de la edad media era en esos aos uno de lospuntos de discusin con las interpretaciones tradicionales, asociado al problema del concepto jurdicoinstitucional de feudalismo. Ver al respecto, J. Valden, Clases sociales y lucha de clases en la Castillabajo medieval, en, J. M. Blzquez et al. Clases y conflictos sociales en la historia, pp. 63-80. Este mismoautor introduce en Espaa el coloquio sobre feudalismo del Centre dtudes et de Recherches Marxistas,Pars, 1968, Ch. Parain et al., El Feudalismo, Madrid, 1972; ver especialmente su Prlogo, pp. 9-19, conun llamado a los medievalistas espaoles a abandonar la perspectiva institucional.14 C. Estepa Dez, La historia medieval sobre Castilla y Len durante el perodo 19 75-1986, StudiaHistorica. Historia Medieval, v. VI, 1986, p. 152; idem, Estructura social de la ciudad de Len. Siglos XI-XIII,Len, 1977

    15Las etapas econmicas que precedieron y condicionaron la transicin poltica fueron delineadas por P.Vilar, Historia de Espaa, Barcelona, 1984, pp. 160 y s.; 1956-1962: recuperacin y comienzo de laindustrializacin; 1963-1973: rpido crecimiento; 1974-1975: ambiente menos favorable, en parte por laenfermedad de Franco que plantea el problema de la sucesin, en parte por la revolucin portuguesa. Las

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    relativamente cortos, en el Madrid del destape, no haba casi rastros de la posguerra. Esaresurreccin necesitaba desterrar la historia de la cenicienta, y si Garca de Cortzareuropeiz la historia medieval, Barbero y Vigil fueron ms all: la incorporaron a unaevolucin universal. Esa universalidad la cimentaron en el anlisis muy localizado del reinoastur y asturleons. Con ello sacaron al medievalismo hispnico de la corriente general del

    medievalismo y reafirmaron una singularidad historiogrfica.Barbero y Vigil privilegiaron las relaciones sociales de produccin que definan comorelaciones de servidumbre. Detectaron el origen de la dependencia econmica delcampesino en el imperio romano del siglo II al mismo tiempo que declinaba el trabajoesclavo. El proceso se dio ligado a la formacin de ejrcitos privados mantenidos porgrandes propietarios o altos funcionarios del bajo imperio. En la sociedad germnica tambinsurgieron relaciones de dependencia acompaadas por comitivas militares que vinculaban aun grupo de guerreros con su jefe. El feudalismo ibrico surga entonces, como en otrospases de Europa, de la fusin de dos sociedades sometidas a una secular evolucinparalela. Esa inclusin en un desarrollo europeo termin con la invasin rabe. Elproblema de la formacin del feudalismo asturleons pasaba entonces a ser el de la

    formacin de un feudalismo especial, de raz nativa. Esta interpretacin se fundament en lacrtica erudita al concepto tradicional de reconquista a travs de la crtica de las primerasfuentes narrativas surgidas despus del ao 711. En opinin de Barbero y Vigil, lareconquista fue una nocin ideolgica elaborada por emigrados mozrabes que,estableciendo una filiacin entre la monarqua visigoda y los primeros reyes de Asturias,legitimaban lo que en realidad era una conquista por expansin de pueblos del norte queadoptaban estructuras feudales. Esos pueblos, no afectados por la romanizacin ni tampocopor la dominacin visigoda, habran conservado, por su aislamiento, grupos gentilicios.

    La demostracin es de sumo inters. Se remontaron a los escritos de Estrabn, pararevelar la existencia de la mujer como sujeto de derecho. A continuacin, inscripciones delvalle del Sella les permitira establecer la persistencia del matriarcado, encontrando en lasucesin de los reyes sus ltimas formas, dadas por una herencia en lnea matriarcalindirecta, es decir, por la mujer que transmita los derechos al trono, siendo el hombre el queejerca la funcin. Con esta secuencia, los autores exponan una evolucin por la cual,desde las sociedades gentilicias se pasaba a una sociedad crecientemente jerarquizada,con sucesin de varn a varn y primogenitura, que dara lugar al feudalismo ibrico.

    En Barbero y Vigil subyaca una concepcin razonadamente definida de la historia. Elfeudalismo era un modo de produccin universal por el cual habran pasado todas lassociedades, y es por ello que naci, con la fuerza ineluctable de la necesidad, en el bajoimperio romano, entre los germanos, en al-Andalus y tambin entre pueblos hispnicos casisin contaminacin cultural. El concepto de disolucin de sociedades gentilicias se inscriba

    en un esquema que haban absorbido de Engels (y por esa va de Morgan), y en l ubicabanla Pennsula Ibrica, que formaba parte de un nico desarrollo de la humanidad; la mencinde otras sociedades arcaicas convalidaba esa demostracin. Esto introduca un matiz muypeculiar con respecto a los parmetros que regan en el materialismo histrico de los aossetenta. En ese entonces, se edit el manuscrito de Marx sobre formaciones econmicasprecapitalistas, y una de sus consecuencias fue revivir la concepcin de un desarrollohistrico mltiple, por el cual el feudalismo, lejos de ser una etapa de la historia universal,era una excentricidad surgida en los confines de Asia: en su extremo occidental europeo y,tal vez, en su extremo oriental (Japn)16.

    circunstancias imponen cambios; las primera reformas liberales son insuficientes y se activa la vida poltica,

    aunque el rgimen del caudillo no desaparece sin mostrar su crueldad16La edicin en castellano ms conocida es la de Pasado y Presentecon prlogo de Hobsbawm. Proliferanentonces los escritos sobre modo de produccin asitico. Fue sensible a esta nueva perspectiva, R. Pastor,Del Islam al cristianismo, citado. Barbero y Vigil no se dejaron convencer por los argumentos que Reyna

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    La operacin intelectual de Barbero y de Vigil no se consum, sin embargo, en ladistancia que establecan con respecto a determinados marcos tericos. La apostlicasimplicidad de su historia con resonancias ecumnicas tena implicancias sofisticadamentecomplejas. Los pueblos del norte espaol, un colectivo que sustitua la anterior imagen deuna historia poltica basada en personalidades de la elite, no entraban en las pautas

    generales de formacin del feudalismo occidental. Ante ese alejamiento del camino europeo,Espaa se reinsertaba en el devenir de la humanidad mediante un camino propio pero, si sequiere, ms universal. Como habra sucedido con toda sociedad gentilicia, la desintegracinllevaba a la formacin de jefaturas tribales que daran lugar a esa forma peculiar de sociedadque es el feudalismo. En el plano epistemolgico, la relacin que establecieron entre historiauniversal e historia de Espaa otorgaba a la explicacin un carcter circular y autosostenido17.

    Se iniciaba con este anlisis una interpretacin que los especialistas del reaasturleons y castellana adoptaron de manera casi unnime durante los quince aosposteriores18. Fue una obra ejemplar. Slo hacia los finales de la dcada del noventa esa

    Pastor expuso acerca de la sociedad tributaria del Islam. El redescubierto manuscrito de Marx defina unaseparacin entre nuevos horizontes de interpretacin y el dogma de estadios de evolucin de la humanidadentre los que se encontraba el infaltable feudalismo. Barbero y Vigil se apoyaron en esa ortodoxia. Conrelacin a esto, sorprende la opinin de, J. Fernndez Ubia, Clasicismo y fin del mundo antiguo en lahistoriografa moderna y contempornea, en, M. J. Hidalgo, D. Prez y M. J. R. Gervs (eds.),Romanizacin y Reconquista en la Pensnsula Ibrica. Nuevas perspectivas, Salamanca, 1998, pp. 191-213, en especial, pp. 210 y 212, donde afirma que Marcelo Vigil se mantuvo apartado del marxismodogmtico que el partido comunista propagaba en las universidades espaolas en los aos sesenta ysetenta.17D. Plcido, La nueva visin de la historia antigua de la Pennsula Ibrica en la obra de Abilio Barbero yMarcelo Vigil, en, M. J. Hidalgo, D. Prez y M. J. R. Gervs (eds.) , Romanizacin y Reconquista,citado, pp. 25-32; la lcida consideracin que Plcido hace al respecto merece ser citada: La visin de

    Barbero y Vigil de la historia de la Espaa antigua est dominada por una preocupacin de carctertotalizador, la de entender cmo se disuelve la comunidad primitiva, problema que naturalmente encuentrael laboratorio de estudio en la Pennsula Ibrica en una doble direccin metodolgica, la que parte delestudio de la Pennsula Ibrica para desembocar en la misma Pennsula Ibrica a travs de preocupacioneshistricas y tericas de carcter universal y la que desde preocupaciones universalistas tiende a lacomprensin universal de la Historia a travs del estudio especfico de la Pennsula Ibrica (p. 26) () LaHistoria de Espaa Antigua pasa a ser as la Historia Universal en sus dimensiones espaciales ytemporales (p. 27).18J. M. Mnguez Fernndez, "Ruptura social e implantacin del feudalismo en el noroeste peninsular (SiglosVI al X)", Studia Historica. Historia Medieval, 2, 1985, pp. 7- 32; idem, Antecedentes y primerasmanifestaciones del feudalismo asturleons, en, En torno al feudalismo hispnico, I Congreso de estudiosmedievales, Fundacin Snchez Albornoz, 1989, pp. 85-120; idem, Las sociedades feudales, Madrid 1994,passim; idem En torno a la gnesis de las sociedades peninsulares alto medievales. Reflexiones y nuevaspropuestas, Studia Historica. Historia Medieval, 22, 2004, pp. 169-187; C. Estepa Dez, El alfoz castellano enlos siglos IX al XII, En la Espaa Medieval. 4. Estudios dedicados al profesor don ngel Ferrari Nez, 1,1984, pp. 305-341. J. A. Garca de Cortzar, Del Cantbrico al Duero, en, J. A. Garca de Cortzar y otros,Organizacin social del espacio en la Espaa medieval. La Corona de Castilla en los siglos VIII a XV,Barcelona, 1985. I. lvarez Borge, "El proceso de transformacin de las comunidades de aldea: unaaproximacin al estudio de la formacin del feudalismo en Castilla (siglos X-XI)", Studia Historica. HistoriaHistorica Medieval, V, 1987, pp. 145-160; idem, Comunidades locales y transformaciones sociales en la altaEdad Media. Hampshire (Wessex) y el sur de Castilla, un estudio comparativo, Universidad de La Rioja1999, p. 99, y tambin, p. 43 y s.; p. 127 y s; M. Loring Garca, "Dominios monsticos y parentelas en laCastilla alto medieval: el origen del derecho de retorno y su evolucin", en R. Pastor, (comp.), Relaciones depoder, de produccin y parentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid 1990; L. Martnez Garca, Lasociedad burgalesa en la Alta Edad media, en, II Jornadas burgalesas de historia, Burgos en la Alta Edad

    Media, Burgos 1990; F. J. Pea Prez, Economa alto medieval del territorio burgals, en, Burgos en laAlta Edad Media, Burgos 1991, pp. 401-440; J. J. Garca Gonzlez, Iglesia y religiosidad en Burgos en laplena Edad Media, III Jornadas burgalesas de historia. Burgos en la plena Edad Media , Burgos 1994, pp.297-351.

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    tesis comenz a ser cuestionada, en algunos casos parcialmente, en otros de manera msradical, aunque hoy tiene calificados defensores19.

    Anotemos de manera accesoria que, mientras la tesis del origen gentilicio delfeudalismo goz del favor de los alto medievalistas, la del feudalismo rabe no fue admitida.Es posible que en ese rechazo haya incidido el revisionismo de las tesis de Snchez

    Albornoz. Desde 1975 en adelante (y en esto influyeron los estudios de Pierre Guichard y dePedro Chalmeta) se consider que al-Andalus haba devenido una sociedad oriental que seinscriba en una formacin social tributaria20.

    La originalidad de Barbero y Vigil se percibe apenas contemplamos otros estudios.Para Catalua, por ejemplo, Pierre Bonnassie haba inaugurado muy poco antes,prolongando una tradicin historiogrfica francesa, la tesis de la mutacin feudal, dandoas un giro radical a las transformaciones que Duby haba detectado hacia el ao mil en laregin mconnaise21. La propuesta inspir otros estudios que a su vez generaron arduasy enriquecedoras polmicas22. La investigacin del parentesco, bajo la lectura rectora deLvi-Strauss, acompa ese despliegue23. De manera notable, ese conjunto de tesis y

    19He analizado la cuestin en, C. Astarita, Tesis sobre un origen gentilicio y patrimonial del feudalismo en elnoroeste de Espaa. Revisin crtica, Anales de Historia Antigua, Medieval y Moderna, 37 (en prensa), Vertambin, J. M. Salrach, "Les fodalits mridionales: des Alpes a la Galice, citado, pp. 313-33820P. Chalmeta, P., "Concesiones territoriales en al-Andalus hasta la llegada de los almorvides", Cuadernos deHistoriaVI, 1975, pp. 1-90. P. Guichard, "Le problme de l'existence de structures `fodales' dans la socit deal-Andalus de la rgion valencienne", en, Structures fodales et fodalisme dans l'Occident Mditerranen (Xe-XIIIe sicles), Pars, 1980. Ambos autores fueron, adems, crticos sistemticos de las tesis de SnchezAlbornoz sobre la parte rabe de Espaa; ver al respecto, P. Guichard,Al-Andalus. Estructura antropolgica deuna sociedad islmica en Occidente, Barcelona 1976, 1 edicin francesa, 1973. Este ltimo volvi a plantear,en oposicin a Snchez Albornoz, que la poblacin indgena se islamiz y se dio arabizacin lingstica en lazona conquistada en, idem,Al-Andalus frente a la conquista cristiana. Los musulmanes de Valencia (siglos XI-XIII), Valencia-Madrid 2001, pp. 215 y s. Para la relacin establecida entre los estudios de Barbero y Vigil sobre

    al-Andalus y los que concretaron especialistas a mediados de los noventa, ver, E. Manzano Moreno, Elproblema de la invasin musulmana y la formacin del feudalismo: un debate distorsionado, en, M. J. Hidalgo,D. Prez y M. J. R. Gervs (eds.), Romanizacin y Reconquista, citado, pp. 339-354, indica que si biense revaloriz la resistencia de sectores visigodos en el rea conquistada (gracias a investigaciones de AcinAlmansa), el resultado final no fue consolidar el proceso de formacin de feudalismo iniciado antes, comoafirmaron Barbero y Vigil, aunque advierte sobre la necesidad de repensar elementos de la sociedad rabecomo los pactos de subordinacin o vasallaje.21P. Bonnassie,Catalua mil aos atrs (Siglos X-XI), Barcelona, 1988 ; G. Duby,La socit aux XIe. et XIIesicles dans la rgion mconnaise, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales 1988 (1 edicin, 1953).Sobre el carcter francs de la tesis, ver, Chr. Lauranson-Rosaz, Le dbat sur la mutation fodale : tatde la question,www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdf22J-P. Poly,La Provence et la socit fodale. 879-1166. Contribution a l tude des structures dites fodalesdans le Midi, Poitiers 1976 ; ver, el coloquio de 1978, Ecole Franaise de Rome, Structures fodales etfodalisme dans lOccident Mditerranen (Xe-XIIIe sicles), 1980. J-P. Poly y E. Bournazel,El cambio feudal(siglos X al XII), Barcelona 1983. Volumen colectivo del Centre National de la Recherche Scientifique, Lessocits mridionales autour de l'an mil. Rpertoire des sources et documents comments, Paris 1992. El librode G. Bois,La mutation de l'an mil. Lornand, village mconnais de l'Antiquit au fodalisme , Paris 1989, desatla polmica, a veces poco amable. Ver, Medievalia, n 21, 1991; Past & Present,n 152, 1996 y n 155, 1997. Elms tenaz opositor a la teora de la mutacin fue, D. Barthelemy, "La mutation fodale a-t-elle eu lieu? (Notecritique)",Annales conomies Socits Civilisations, 1992; ver ahora, idem, La mutation de lan mil: a-t-elle eulieu? Servage et chevalerie dans la France des X et XI sicles, Paris 1977.23Estudios en G. Duby,Hombres y estructuras de la Edad Media , Madrid 1977. Tambin,Famille et parentdans l'Occident Mdival, coloquio internacional de Paris del 6 al 8 de junio de 1974, cole Franaise de

    Rome, 1977. La interpretacin estructuralista es expuesta por, J. E. Ruiz Domenec, "Sistema de parentescoy teora de la alianza en la sociedad catalana (c. 1000- c. 1240)", en, A. Firpo (ed.), Amor. Familia.Sexualidad, Barcelona 1984, pp. 113-140, y en el mismo volumen, A. Guerreau-Jalabert, "Sobre lasestructuras de parentesco en la Europa medieval", en, idem, pp. 59-89.

    http://www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdfhttp://www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdfhttp://www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdfhttp://www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdfhttp://www.droit.uclermont1.fr/.../CentreRecherche/LeCentredEtudesRomanistiquesDAuvergne/GERHMA/MutFeodebat.pdf
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    discusiones que ataan al nacimiento y estructuracin del feudalismo fueron ajenas alquehacer historiogrfico alto medieval asturleons y castellano leons en las dos dcadasque siguieron a la publicacin de la obra de Bonnassie. El anlisis evolucionistainaugurado por Barbero y Vigil repercuti tanto en el abordaje del parentesco (atado a latesis gentilicia) como en lo que se refera a la formacin del feudalismo (se privilegi un

    modo de produccin material antes que el seoro banal), en una lnea de trabajo alejadade los asuntos que se encaraban en otros lados24. La soledad metodolgica secorrespondi con un protagonismo restringido a historiadores nacionales25. Resaltan enesto las diferencias con los estudios sobre formacin del feudalismo cataln. Deprocedencias diversas, investigadores como Pierre Bonnassie, Thomas Bisson, MichelZimmermann y Paul Freedman instituyeron a Catalua en un objeto de estudio destinadoa responder cuestiones de alcance general. Ese tratamiento fue correspondido porcatalanes (Joseph M. Salrach, Gaspar Feliu, Llus To y otros) que participaronactivamente en los problemas de la mutacin feudal26. Catalua se situaba entonces enel centro del medievalismo europeo, como lo mostr la sntesis de Poly y Bournazel27. Loshistoriadores del rea norte occidental de la Pennsula Ibrica permanecieron alejados a

    todo eso, preservando una perspectiva rigurosamente nacional, y slo despus de 1995se percibe algn impacto de las tesis que se formularon sobre otras reas europeas 28.Esa gnesis, "universalista" y singular, coincidi con los aos en que el feudalismo

    24 En el citado coloquio de 1978, dedicado a las estructuras feudales, descoll la soledad del criterio deBarbero y Vigil sobre restos de matriarcado en comunidades campesinas de la alta edad media, expuestopor R. Pastor; Sur larticulation des formations conomico -sociales: communauts villageoises etseigneuries au nord de la Pninsule Ibrique (Xe-XIIIe sicles), Structures fodales, pp. 193-214; afirm,por ejemplo, le fait quun femme soit potestad indique encore une fois limportance sociale et politiquedes femmes dans le Nord de la Pninsule, ce qui r vlerait, selon Barbero et Vigil, des restes de matriarcat

    (p. 201). El esquema estructuralista tampoco est presente en monografas regionales donde se trata eltema, como la de P. Martnez Sopena, La Tierra de Campos Occidental. Poblamiento, poder y comunidad delsiglo X al XV, Valladolid, 1985, ni en libros como el de M. A. Bermejo Castrillo, Parentesco, matrimonio,propiedad y herencia en la Castilla alto medieval, Madrid 1996. Puede encontrarse tambin alguna nocinmuy extraa sobre el tema, como la de sistemas de parentesco de base ganadera en, J. A. Garca deCortzar, Estructuras sociales y relaciones de poder en Len y Castilla en los siglos VIII al XI: la formacinde la sociedad feudal, Settimane di Studio, XLVII, Il feudalesimo nellalto medioevo, Spoleto 2000, p. 511.El seoro banal y las condiciones de su instalacin, tema recurrente en otras geografas en los aosochenta, tampoco fue considerado; ver la sntesis de, J. Garca de Cortzar, La sociedad rural en la Espaamedieval, Madrid 1988.25Esto se incluye en una cualidad arraigada; ver, J. Aurell, Le mdivisme espagnol au XXe sicle: delisolationnisme la modernisation, Cahiers de Civilisation Mdivale, Xe-XIIe sicles, 48, 2005, p. 204. Elaislamiento historiogrfico implic que fuera de Espaa se conociera mal la produccin realizada y que enEspaa no haya especialistas en historia de otros pases; ver al respecto, C. Martin, Lhistoriographie deslites hispaniques du VIe au Xe sicles, en, http://lamop.univ-paris1.fr/W3/elites/martin.pdf. El asuntosupera los marcos del medievalismo. Ver, B. Vincent, Mesa LL: La historiografa en Espaa hoy, en, C.Barros (ed.), Historia a debate, 1, Pasado y futuro: Lhistoriographie espagnole reste dsesprmentespagnole comme si toute comparaison tait superflue, toute tude dune autre aire gographique ne seraitpas susceptible douvrir des perspectives neuves(p. 68). Este rasgo puede llevar al autismo o, como indicaVincent, idem, a la dependencia de modelos externos.26 Sobre todo esto, A. Furi, Balan final (i provisional), en, M. Barcel et al., El feudalismo comptat debatut. Formaci i expansi del feudalismo catal, Valencia 2003, pp. 566 y s.27Poly y Bournazel, El cambio feudal, citado.28I. Alfonso Antn, Continuidad y revelacin documental o mutacin y revolucin feudal ?, Hispania, LV,1, n 189, 1995, pp.301-313, comentario elogioso sobre la tesis de Barthelemy. Las concepciones de

    Bonnassie y Bois fueron aplicadas por E. Pastor Daz de Garayo, Castilla en el trnsito de la Antigedad alfeudalismo. Poblamiento, poder poltico y estructura social del Arlanza al Duero (siglos VII-XI) , Junta de Castillay Len 1996. Esta ltima tesis recoga postulaciones ampliamente desarrolladas por Snchez Albornoz sobre elpoder condal en, Homines mandationis y Iuniores , Cuadernos de Historia de Espaa, LIII-LIV, 1971, pp. 7-235

    http://lamop.univ-paris1.fr/W3/elites/martin.pdfhttp://lamop.univ-paris1.fr/W3/elites/martin.pdfhttp://lamop.univ-paris1.fr/W3/elites/martin.pdf
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    castellano leons fue concebido exactamente igual al de otras reas. Esto se reflej en lanueva caracterizacin que surgi de concejos y caballeros villanos.

    Para Snchez Albornoz, la repoblacin del valle del Duero durante los siglos IX y X,origin comunidades libres que diferenciaban a la sociedad castellano leonesa delfeudalismo que se implementaba del otro lado de los Pirineos. Esa particularidad, se

    acentuaba hacia el sur del Duero, en la Extremadura Histrica castellano leonesa.Esta concepcin fue abandonada desde los primeros aos de la dcada de 1980. Talvez no sea casual que uno de los ms notorios exponentes de la tesis gentilicia, MnguezFernndez, haya sido el autor de un pequeo e influyente artculo en el que califica a losconcejos como estructuras feudales y a sus caballeros como seores29. Salvo contadasexcepciones, como la de Monsalvo Antn (que aprueba el carcter feudal de lascomunidades de villa y aldea pero no el de sus oligarquas), el criterio fue aceptado por losespecialistas, y proliferaron las afirmaciones sobre el tema en la dcada de 1980, cuando sepresenci una verdadera explosin de producciones, que por otra parte estaban signadaspor una impecable investigacin emprica30.

    La pregunta subyacente de Snchez Albornoz fue porqu Espaa era diferente a

    Europa. Sus crticos parecieron preguntarse porqu Espaa era idntica a Europa.Respondieron con una concepcin que inclua el trnsito de sociedades primitivas alfeudalismo y una idea sobre la universalidad de este sistema, concebido en base a unarelacin social nica de seores y campesinos. Se renunci a ver anomalas como losalodios del siglo X o los propietarios rurales medios e independientes, y ello implicdesconocer que esas anomalas se localizaban tambin en otros espacios del feudalismoeuropeo.

    Cuando Snchez Albornoz escriba la historia asturleonesa y castellana creaba unmodelo nacional de anlisis detenindose en los rasgos que diferenciaban. Barbero y Vigilpermutan el sistema conceptual que heredaron, pero reafirman una visin nacional delmedievalismo. Los cambios tericos y metodolgicos se concretaron alrededor decuestiones fijadas por los historiadores precedentes. La crtica de Barbero y Vigil a SnchezAlbornoz fue sobre los temas que ste haba establecido: feudalismo visigodo, dependenciapersonal, invasin rabe, lmites de la romanizacin, crnicas del ciclo de Alfonso III,poblacin del Valle del Duero, y otros asuntos similares. Incluso en temas particulares, comola capa inferior de la nobleza, los infanzones, estos autores recogan una agendatradicional31. Todos seguan algn camino similar. Por ejemplo, sobre la llamadadespoblacin del Valle del Duero. Snchez Albornoz retom una idea que haba sidosugerida por historiadores precedentes, Alexandre Herculano y Louis Barrau-Dihigo32.

    29 J. M. Mnguez Fernndez, "Feudalismo y concejos. Aproximacin metodolgica al anlisis de lasrelaciones sociales en los concejos medievales castellano-leoneses", En la Espaa Medieval, III, 1982, pp.109-122.30A. Barrios Garca, 1983-1984, Estructuras agrarias y de poder en Castilla. El ejemplo de Avila (1085-1320) ,Salamanca (2 v.), II, p. 147; M. Santamara Lancho, "Del concejo y su trmino a la comunidad de ciudad ytierra: surgimiento y transformacin del seoro urbano de Segovia (siglos XIII-XIV)", Studia Historica.Historia Medieval, v. III, 2, .1985, p. 88-90; J. A. Bonacha Hernando, "El concejo como seoro (Castilla, siglosXIII-XV)", II Congreso de estudios medievales, Concejos y ciudades en la Edad Media hispnica, Mstoles,1990, p.429 y s. J. Clemente Ramos, "Estructura concejil y sociedad feudal en la Transierra Extremea. SiglosXII y XIII", Hispania, 177, 1991, p. 70; J. Martnez Moro, La tierra en la comunidad de Segovia. Un proyectoseorial urbano (1088-1500), Segovia, 1985, p. 124, 206; L. M. Villar Garca, La Extremadura castellano-leonesa. Guerreros, clrigos y campesinos (711-1252), Valladolid, 1986,passim. Objeciones a esa concepcinen, J. M. Monsalvo Antn, "Concejos castellano-leoneses y feudalismo (siglos XI-XIII). Reflexiones para unestado de la cuestin", Studia Historica. Historia Medieval, v. X, 1992, pp. 203-243.

    31 Esta dialctica de continuidad en los temas y cambios conceptuales fue indicada por R. Pastor, Amanera de homenaje: la figura de un historiador y poltico, en, En torno al feudalismo hispnico, citado, pp.11-19, en especial, pp. 15 y s.32C. Snchez Albornoz, La repoblacin del reino asturleons, Humanidades, 25, 1936, pp. 37-55

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    Ramn Menndez Pidal dedujo que la palabra poblar se refera a organizar seorialmentepoblaciones existentes33. Snchez Albornoz escribi en 1966 un estudio extenso y eruditodefendiendo sus tesis34. El esfuerzo se justificaba porque alrededor de ese problema, tantol como sus seguidores, explicaban cuestiones histricas claves35.

    Cuando una dcada ms tarde, los citados Barbero y Vigil, o Estepa Dez, objetaban

    esa interpretacin, el presupuesto sobre la centralidad que ese suceso tena en la historiadel rea se aceptaba tcitamente36. Desde posiciones muy distanciadas del credoinstitucional, se vea en ese interrogante (si el valle del Duero haba estado poblado o no)uno de los puntos decisivos de la historia espaola. No es sorprendente entonces que secreyera, tambin, que alrededor de ese punto se diferenciara entre una historiografa deizquierda o progresista y otra de derecha o tradicional. En la dcada del ochenta, y bajo ladireccin de Jos ngel Garca de Cortzar, autor que toma posicin a favor de un anlisisestructural, el tema es tambin colocado en el centro de la atencin bajo el programa de la"organizacin social del espacio"37.

    Ese entramado peculiar reapareca incluso en anlisis tardamente tocados poralguna influencia de las concepciones que se desplegaban en otros lugares. Esto se

    constata en un artculo conjunto de Jos ngel Garca de Cortzar y Mara Esther PeaBocos38. Se formulan preguntas que derivan de la problemtica de la mutacin feudal: elconde lograba tener autoridad sobre la aldea porque era propietario?; el poder condal seimpona entre el Cantbrico y Duero de manera homognea y simultnea o a travs de unasecuencia cronolgica larga? Sin embargo, y a pesar de estos interrogantes, lapreocupacin de los autores se concentraba en la ordenacin del espacio condal, y tratabande mostrar que entre la segunda mitad del siglo X y los primeros treinta aos del XI, el poderregional de ciertos grupos de la aristocracia pasaba a ser comarcal. Problemas sustancialesque se discutan en otros lugares (cronologa del cambio, carcter pblico o feudal delconde, relaciones sociales de produccin, etc.) no eran considerados.

    Otros ejemplos pueden brindarse. Cuando Barbero y Vigil aplicaron la antropologa deEngels y Morgan para resolver el parentesco, la pregunta inicial fue formulada de acuerdo aun tema clsicamente institucional: la sucesin al reino asturleons. El mismo concepto decomunidades de aldea con organizacin gentilicia y comunidad de bienes, que los autoresdel perodo post franquista adoptaron, estaba lejos de ser una novedad. Era el criterio que

    33R. Menndez Pidal, Repoblacin y tradicin en la cuenca del Duero, Enciclopedia Lingstica Hispnica,I, Madrid 1960, pp. XXIX - LVII34C. Snchez Albornoz, Despoblacin y repoblacin del valle del Duero, Buenos Aires, 196635Desde las behetras a los concejos; desde la psicologa social a la sociologa de un feudalismo inmaduro.Adems de trabajos de Snchez Albornoz citados, ver, L. Garca de Valdeavellano, Curso de historia de lasinstituciones espaolas. De los orgenes al final de la Edad Media, Madrid, 1968; H. Grasotti, Lasinstituciones feudo-vasallticas en Len y Castilla, 2 v., Spoleto, 1969; S. de Mox, Repoblacin y sociedaden la Espaa cristiana medieval, Madrid, 1979.36Barbero y Vigil, La formacin del feudalismo, citado, pp. 224 y ss; Estepa Dez, Estructura social,citado, pp. 66 y ss.37J. A. Garca de Cortzar y otros, Organizacin social del espacio, citado. Este autor se ubica a s mismo, yubica a Mnguez Fernndez en categoras interpretativas diferenciadas de la tesis de Barbero y Vigil; ver,Garca de Cortzar, Estructuras sociales y relaciones de poder, citado, en especial pp. 510 y s. Es unaclasificacin coincidente con la de J. Faci, La obra de Barbero y Vigil y la historia medieval espaola, en,M. J. Hidalgo, D. Prez y M. J. R. Gervs (eds.), Romanizacin y Reconquista, citado, pp. 38-39. Alrespecto cabe decir que una identidad sustancial en el planteo no implica necesariamente reproduccinespecular de la obra modlica. Repoblacin y estructuracin del feudalismo como dos caras de un procesoderivado de la disolucin gentilicia es una pauta que predomina en Garca de Cortzar y Mnguez

    Fernndez, e invade los temas particulares que consideran como el de la despoblacin del valle del Duero.38J. A. Garca de Cortzar y E. Pea Bocos, Poder condal y mutacin en la Castilla del ao mil?, en, M. I.Loring Garca (ed.), Historia social, pensamiento historiogrfico y Edad Media. Homenaje al profesor AbilioBarbero de Aguilera, Madrid 1997, pp. 273-298.

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    tena Snchez Albornoz o Garca de Valdeavellano, por influencia alemana39. Por ltimo, laserie de importantes estudios que se elaboraron sobre los concejos, recogan un tematradicional.

    En definitiva, desde 1975 se dieron cambios en los estudios sobre el feudalismoasturleons y castellano leons. En cierta manera, la crtica documental histrica y la crtica

    historiogrfica se entremezclaba. La manipulacin ideolgica que Barbero y Vigil detectaronen las primeras crnicas de la reconquista, no era analizada slo en referencia a los actoreshistricos (los reyes del reino astur) sino tambin (y posiblemente de manera fundamental)en referencia a los historiadores modernos. Desarmar el sentido de las crnicas era, antetodo, desarmar el relato nacional historiogrfico. Surga as un curioso juego de espejosdiscursivos, y con esa denuncia, toda una tradicin era cuestionada apelando a teoras queacercaban el rea al decurso general de la historia. El resultado fue que se reinstalaba unavisin nacional por los temas, ajustadamente endgena en tanto apelaba a un feudalismo deorigen indgena que se inscriba en un evolucionismo universal, auto centrada, en tanto eraindiferente con relacin a lo que se haca en otros lugares

    3. Desplazamiento de la visin nacional3.1. Estudios sobre dinmica del sistema feudal desde la baja edad media. 1975-1985

    El punto de partida en este mbito, en lo que se refiere al medievalismo castellanoleons, se sita, una vez ms en Snchez Albornoz. La pregunta que dirigi el conjunto desus estudios se resume en la inquietud del republicano por el atraso de Espaa en relacincon otros pases europeos. El interrogante surgi con la generacin del '98: el abruptodespertar del engaoso sueo del imperio descubra, para decirlo a la manera de ValleIncln, una Espaa esperpntica, una deformacin de un pas europeo. Se propusoSnchez Albornoz resolver ese "enigma histrico", como lo llam, a travs del estudio deCastilla, el reino que, segn su criterio, hizo a Espaa (y que Espaa deshizo). El factordecisivo lo encontr en la edad media, poca que condicionara el quiebre de lamodernidad40. La meticulosidad de su anlisis apenas disimula que sus escritos eran, antetodo, una gran narracin (en oscilacin entre anlisis moderno y arcasmo conceptual) de lasinstituciones, las clases, la economa y, muy en especial, del comportamiento social, guiadopor la sensibilidad, la honra o la percepcin religiosa. Estos valores fueron llevados adelantepor elites que asuman necesidades colectivas, y por eso dio importancia a los reyes o apersonajes como Diego Gelmirez, obispo de Santiago de Compostela41. Ese espritu delpueblo, que encarnan personajes relevantes, tuvo una manifestacin en el concepto deCastilla medieval como tierra de hombres libres. Este concepto, al cual adhieren susdiscpulos enrolados en el liberalismo, se conecta con un ideal republicano que encuentranpreformado en la historia. Se define aqu un perfil nacional de esta historiografa, pero en sus

    bases subyaca un inters nunca realmente teorizado por la doble dinmica de lasrelaciones de propiedad seorial y de las relaciones de poder (o seoro jurisdiccional). Estainquietud se manifest en su intervencin en las Cortes de la repblica cuando se discuti laley de reforma agraria42. Adopt all una posicin moderada, equidistante entre lossocialistas y los conservadores, y una su oficio de historiador al de poltico, distinguiendo

    39Ver, C. Astarita, Tesis sobre un origen gentilicio, citado.40Esto se condensa en C. Snchez Albornoz, Espaa un enigma histrico, citado, aunque no todo estabasujeto a un determinismo medieval; Felipe II, por ejemplo, tuvo su responsabilidad en ese cortocircuito de lamodernidad por haber cercenado las relaciones cientficas y culturales con Europa.41Ver por ejemplo, C. Snchez Albornoz, Espaoles ante la historia, Buenos Ares, 1958

    42J. L. Martn, Los seoros explicados por Don Claudio a los diputados de las Cortes espaolas en 1932,en, S. Aguad Nieto y J. Prez (ed.), Les origines de la fodalit. Hommage a Claudio Snchez Albornoz,Collection de la Casa de Velzquez n 69, 2000, pp. 159-168; S. Cabeza Snchez Albornoz, Semblanzahistrico-poltica de Claudio Snchez Albornoz, Madrid 1992, pp. 67 y ss.

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    entre derechos de propiedad (que no deberan ser afectados) y derechos de jurisdiccin ques deban anularse.

    Buena parte de este anlisis fue heredado y continuado por Reyna Pastor43. Laincidencia historiogrfica nacional sobre las elaboraciones de esta ltima historiadora esinocultable. Formada por las enseanzas de Jos Luis Romero y de Claudio Snchez

    Albornoz, su cultura histrica recibi el complemento de lecturas y debates mezclados,cientficos y polticos, que se hicieron en Argentina desde 1960 a 1975. Situada en unaconfluencia de tradiciones, su produccin emerge como representativa de un marxismoheterodoxo. De la continuidad que establece con su maestro Snchez Albornoz, se deduceque entre la ms elevada expresin del liberalismo positivista y los marxistas haba un puntode conexin en el inters compartido por la dinmica (y por consiguiente, lastransformaciones) del sistema feudal.

    Pastor permut la nocin de inmadurez del feudalismo de Snchez Albornoz por la deun feudalismo espaol pleno. No fue un cambio de detalle; adoptaba el concepto de modode produccin y ello tuvo sus consecuencias. Pero en lo dems, conserv tanto la cuestinplanteada (el atraso econmico) como la bsqueda de respuestas en la edad media.

    Tampoco innov en la arquitectura del argumento. Si una de las razones de laexcepcionalidad espaola resida, para los historiadores tradicionales, en los concejoscastellanos y sus hombres libres, Pastor tambin crey que la respuesta estaba en esasociologa surgida de la Reconquista. Ese punto lo descifr con las claves que leproporcionaba el anlisis marxista de Maurice Dobb44. A partir de esta influencia, se apartde la concepcin sobre revoluciones burguesas en el siglo XII (habitual en los aos 1940 y1950, sostenida en Argentina por Romero) y concentr su atencin en los llamados factoresinternos, en la economa agraria. Con estas premisas, postul que a diferencia de losyeomen ingleses, que haban disputado la mano de obra a los seores mediante lacontratacin de asalariados, y que por ello constituyeron un factor de las transformacionescapitalistas, los caballeros villanos de los concejos (campesinos ricos similares a losyeomen) no cumplieron ningn papel en la transicin. Las elites de los municipioscastellanos preservaron el sistema feudal dominante. Aliados con los seores feudales,prefirieron incorporarse a la poltica general de exportacin de lanas, organizada por laMesta, y renunciaron a cualquier transformacin. En consecuencia, la crisis del siglo XIV,que en Inglaterra marcaba el inicio de la declinacin del feudalismo (segn la tesis de Dobb),no haba afectado a las formas castellanas de produccin. La comparacin permita tambinestablecer la desigual incidencia del acontecimiento poltico en las economas de cada pas:mientras que la Guerra de las Dos Rosas (entre los York y los Lancaster) haba debilitado ala clase feudal inglesa, en Castilla el triunfo de Enrique de Trastmara sobre Pedro el Crueltuvo efectos simtricamente opuestos.

    Las interpretaciones de Snchez Albornoz y Pastor compartan claves para descifrarel problema: Reconquista, concejos y caballeros villanos remitan a una guerra seculardestructiva (con la consecuencia de fuerzas productivas estancadas) y a una estructurasocial no burguesa. Tambin ambos privilegiaron la posicin de Castilla como rea deimportacin de manufacturas y de exportacin de lana (Pastor dedic estudios especficos acmo esta produccin se expandi45). Ambos apelaron tambin a la comparacin histrica;

    43 Para el tema, interesan, R. Pastor de Togneri, "Las primeras rebeliones burguesas en Castilla y Len(siglo XII). Anlisis histrico-social de una coyuntura", en, Estudios de Historia Social, a. I, 1, 1964; idem,"En los comienzos de una economa deformada: Castilla", Desarrollo Econmico, 36, v. 9, 1970. Ambosfueron reeditados en, idem, Conflictos sociales y estancamiento econmico en la Espaa medieval,

    Barcelona 1973, pp. 13-101 y 173-195, respectivamente44M. Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Buenos Aires, 197345R. Pastor de Togneri, Ganadera y precios: consideraciones sobre la economa de Len y Castilla (siglosXI-XIII), Cuadernos de Historia de Espaa, XXXV-XXXVI, 1962, pp. 37-55; idem, La lana en Castilla y

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    el modelo era Inglaterra46. El ejemplo muestra que ms all de las premisas tericas de losautores, se compartan criterios "nacionalmente formados" sobre dnde buscarpeculiaridades. Se trataba de explicar no slo una excepcin en el desarrollo capitalista deEuropa sino tambin una excepcin entre las historias de los pases colonialistas. Era untema muy tradicional en Espaa, con repercusiones en la historiografa latino americana

    sobre el carcter de la conquista (burguesa o feudal).En Italia, el tpico paralelo al de los concejos castellanos era esa modernidad precoz,la mezzadria poderal, que surgi en el siglo XIII de la inversin de capital urbano sobre elcampo circundante de las ciudades. Con esa inversin, la produccin se racionalizaba, secreaba la casa colonicay un sistema de cultivos combinados eficiente. Muchos historiadoresvieron en ese arrendamiento un bloqueo para futuros desarrollos, en la medida en que sefijaban estructuras que permaneceran mucho tiempo, hasta la segunda post guerra del sigloXX, sin transformacin. El propietario se refugiara en la ciudad a vivir de las rentas, y elcolono se vera forzado a cumplir con sus obligaciones de pago sin diversificar susactividades; adems, se empobreca de manera creciente y ello se reflejara en la debilidaddel mercado interno.

    Haba pues una excepcionalidad italiana del mismo tipo que lo era la excepcionalidadde Castilla. Historiadores como Ruggiero Romano y Emilio Sereni, fundamentaron susanlisis sobre esa anomala apelando a comparaciones47. Desligados del modelo de HenriPirenne, plantearon que las manufacturas tradicionales de paos no fueron capitalistas. Eratambin la opinin de Federico Melis, que en 1966 haba discutido sobre esta cuestin conViktor Rutenburg48. Esto habra llevado a que la crisis del siglo XIV tuviera resultadosespecficos: en Italia la mencionada introduccin de capital en el campo circundante impulsun sistema de rentistas que en el largo plazo no transform las estructuras. Esta tesis seestableca en polmica con historiadores italianos precedentes que crean en una economacapitalista sosteniendo el florecimiento burgus de los siglos XII y XIII; la nuevapropuesta, por el contrario, no slo explicaba los efectos negativos que tuvo la crisis para latransformacin, sino tambin la verdadera debilidad econmica que subsisti en la centuriade falso esplendor que se dio entre 1480 y 1580. Las concepciones de Gramscisobrevolaban en estos estudios49.

    El anlisis no era ajeno a cuestiones que planteaban historiadores en otros lugares.Ello se nota en las elaboraciones de Sereni sobre el trecento. Apelaba a la teora maltusianapara explicar el freno de las roturaciones, algo comn en los aos setenta, aunque losconceptos ms significativos sobre crisis del feudalismo y lucha de clases los tomaba deDobb. Ese soporte terico lo matiz con una observacin "italiana": diferencia entre la zonacomunal, en la que se hicieron nuevas plantaciones, y amplias zonas de Sardegna, por

    Len antes de la organizacin de la Mesta, Moneda y Crdito, 112, 1970, pp. 47-69; Pastor de Togneri, ycolaboradoras 1968, "Poblamiento, frontera y estructuras agrarias en Castilla La Nueva (1085-1230)",Cuadernos de Historia de Espaa, XLVII-XLVIII, pp. 171-25546Snchez Albornoz, Espaa un enigma, 2, citado, pp. 146 y s.47R. Romano, La storia economica dal secolo XIV al settecento, en Storia d'Italia, Torino, 2, 1974, pp. 1813-1931. E. Sereni,Agricultura e mundo rurale, en, Storia dItalia, 1, Torino 1972, pp. 136-252. Un resumen de losproblemas tericos de la interpretacin histrica puede leerse en, R. Zangheri, Problemas de historiografa, en,E. Sereni et al.Agricultura y desarrollo del capitalismo, Madrid 1970, pp. 121-13548 F. Melis, Il problema Datini. Una necessaria messa a punto; V. Rutenburg, Tre volumi sul Datini.Tasegna bibliografica sulle origini del capitalismo in Italia; idem, Il problema del Datini e non una questionedi infallibilit, todos se publicaron en, Nuova Rivista Storica, a. L fasc. V-VI, 1966, pp. 665-71949Ver al respecto, E. Sereni, Mercado nacional y acumulacin capitalista en la unidad italiana, ponencia

    presentada en el I Congreso de estudios gramscianos, patrocinado por el Instituto Gramsci, Roma 19-21 demarzo de 1960, recogido en, E. Sereni, Capitalismo y mercado nacional, Barcelona 1980, pp. 11-83.Tambin ver, Ceresa, C., Nascita del capitalismo in Italia. Note sulla borghesia italiana durante ilRisorgimento e i primi decenni dello Stato unitario, www.intermarx.com/ossto/NASCITA.html - 38k

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    ejemplo, donde la reduccin de los cultivos llev, junto al aumento de la demanda de lana, auna organizacin del pastoreo trashumante. El modelo de comparacin era, aqu tambin,Inglaterra.

    En Dobb reencontramos un anlisis concentrado en las fronteras nacionales paraexplicar porqu Inglaterra se pona al frente del desarrollo capitalista, hacia finales del siglo

    XV (ello no impeda, sino ms bien lo contrario, pasar revista a otros pases)50

    . En la bajaedad media se dio un giro de posiciones relativas cuando Inglaterra pasaba de pasexportador de materias primas a exportar paos (cuestin sealada por los historiadoreseconmicos ingleses51). La explicacin del cambio la encontr Dobb en la crisis del sigloXIV, y en especial, en la lucha de clases de 1381. El resultado fue que la clase feudal sedebilit, progresaron los yeomen y los arrendamientos capitalistas. Las elaboraciones deRodney Hilton confirmaron esta perspectiva52.

    Una vez ms, se recogan herencias nacionales de la historiografa o de otrasciencias sociales. En los historiadores ingleses se impuso, desde la segunda mitad del sigloXIX, el criterio de que la posesin del suelo, la tenencia, era la clave para comprender lasociedad y la desaparicin del campesinado, con el cambio de tenencia de la tierra que

    dejaba lugar para el crecimiento de tenant farms53. Ese legado de los historiadores,representado en la obra admirable de R. H. Tawney, era tan importante como el de Ricardo,cuyo rastro se ve en Postan y en Dobb; no por nada este ltimo, economista de formacin,trabaj en Cambridge con Piero Sraffa en la edicin de la obra de Ricardo54. A ello se aadiun especial inters de los historiadores marxistas ingleses por la lucha de clases y suincidencia en la evolucin econmica. Desde Dobb, el anlisis britnico de la dinmica delfeudalismo presenta un perfil terico y metodolgico singular.

    El ltimo ejemplo a considerar es el trabajo de Guy Bois, en Francia, ms o menos enla misma poca55. Comparte con historiadores que hemos mencionado una serie de rasgos:el concepto central que utiliz es el de modo de produccin; consider que el siglo XIV fueun momento decisivo de la evolucin econmica (su tesis se llama crisis del feudalismo), yno tuvo en cuenta esquemas de circulacin; se limit a las estructuras agrarias. Lareferencia a Inglaterra tampoco estuvo ausente cuando evoc la acumulacin primitiva deKarl Marx.: en la Normanda Oriental, el trabajo asalariado que surga del ciclo demogrficose combinara con mtodos polticos de expropiacin de los productores para dar paso a latransicin.

    Sin embargo, sus elaboraciones son distintas a otras. Responda a otras tradiciones.En Bois se advierte un estructuralismo dinmico, es decir, un anlisis regional del

    movimiento de las estructuras. En otro estudio a publicar desarrollo estas filiaciones. Essuficiente con anotar aqu que la figura originaria de referencia es Ernest Labrouse y unatradicin que se continuaba en los tres tiempos de Fernand Braudel o en los anlisis de

    50M. Dobb, Estudios, op. cit51 H Miskimin, Monetary movements and market structure-force for contraction in forteenth and fifteenthcentury England, Journal of Economic History, XXIV, 4, 1964, p. 489; M. Postan, El siglo XV, en, Ensayossobre agricultura y problemas generales de la economa medieval, Madrid, 1981, p. 5952R. Hilton, citado.53 J. Thirsk, Relazione introduttiva. Specializzazione e diversificazione delleconomia rurale, en, Metodi,risultati e prospettive della storia economica, secc. XIII-XVIII, Ventesima settimana di Studio, 19-23 aprile1928, Istituto Internazionale di Storia Economica F. Datini, Prato, 1989, p. 128; D. Crouch, Leshistoriographies mdivales franco anglaises: le point du dpart, Cahiers de Civilisation Mdivale, 48,2005, pp. 317-326

    54R. H. Tawney, The agrarian problem in the sixteenth century, Edimburgo y Londres, 1912. Ver, J-P Potier,Un economista heterodoxo: Piero Sraffa (1898-1983). Ensayo biogrfico, Valencia, 194455G. Bois, Crise du fodalisme. Economie rurale et dmographie en Normandie Orientale du dbut du 14 aumilieu du 16 sicle, Paris, 1976.

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    Albert Soboul y Pierre Vilar56. Todo esto se conectaba con el estructuralismo francs de losaos sesenta, y conduca a la autonoma de los diferentes "niveles" de la totalidad. Elestudio se limitaba a la economa (considerando variables como precios agrarios y noagrarios, rentas, etc.), sin tener en cuenta la historia poltica (era desdeada como historiadel acontecimiento en la tradicin deAnnales) ni tampoco tena en cuenta las instituciones o

    el ordenamiento jurdico (campos que abandonaba en manos de la historia tradicional).Las metodologas nacionalmente formadas no slo se relacionaran con atmsferas ytradiciones de cultura. Tambin incida el objeto concreto de estudio. Si tenemos en cuentaesto, no sorprende que el postulado de Bois sobre la intervencin del factor poltico en latransicin sea un enunciado sin descripcin; es lo esperable para un pas donde en lasegunda mitad del siglo XIX un vasto e inorgnico campesinado (como una bolsa de papas,segn dijera Marx) evidenciaba que la expropiacin no se haba concretado. Franciamostraba, con la jacquerie de mediados del siglo XIV, un acontecimiento con efectospolticos a nivel de la elite pero con cero efecto econmico en comparacin con lo que pasen Inglaterra despus de 1381. En Francia, las determinaciones estructurales dejaban pocolugar para el estudio de los sujetos y los resultados variables de la lucha de clases. Para el

    especialista en el feudalismo castellano leons, por su parte, la gran lucha de clases caafuera de los marcos convencionales del medievalismo (la revolucin de las comunidadescastellanas se dio en 1520-1521) y su incidencia econmica se limitaba a fijar una estructuraanterior57. Entre los siglos XIV y XV era necesario rastrear el antagonismo seor campesinoen pequeos episodios locales58. Tampoco se encontraban revueltas en el rea de lamezzadria italiana, y ello estimul a explicar esa ausencia por factores tales como la mejorposibilidad de vida del campesino durante la depresin medieval o por su relacin socialpersonalizada con el dueo de la tierra59. Por otro lado, el llamado capitalismo agrario inglsdel siglo XV llev a otros temas muy ingleses. Si un factor decisivo para ese primercapitalismo (y para la subordinacin del trabajo por el capital en otras ramas de laproduccin) fue el asalariado, la cuestin de la remuneracin del trabajo en la baja edadmedia, asociada con mercados, movimientos monetarios, arrendamientos y diferenciacinsocial, ocup un lugar importante en los estudios60. Cuestiones de esta naturaleza tambinatrajeron en Italia; por ejemplo la evolucin de los salarios en Florencia entre 1350 y 1378,muestra una oscilacin coyuntural declinante entre 1371 y 1378 que podra relacionarse con

    56E. Labrousse, La crise de lconomie franaise la fin de lAncien Rgime et au dbut de la Rvolution,Paris, 1943 ; F. Braudel, Histoire et sciences sociales. La longue dure,Annales. conomies. Socits.Civilisations, 13, 1958; A. Soboul, Les campagnes montpellireines a la fin de l'Ancien Rgime. Proprits etcultures d'aprs les compoix, La Rochesur-Yon, 1958. P. Vilar, La Catalogne dans l'Espagne Moderne.Recherches sur les fundaments conomiques des structures nationales, Paris, 196257J. Perez, La revolucin de las comunidades de Castilla (1520-1521), Madrid 197758Valden Baruque, Los conflictos sociales, citado59R. Mucciarelli y G. Piccinni, UnItalia senza rivolte? Il conflitto sociale nelle aree mezzadrili, en, Protestae rivolta contadina nellItalia medievale, Annali dellIstituto Alcide Cervi, 16, 1994, nmero monogrfico acargo de G. Cherubini, pp. 173-205.60H. Miskimin, Monetary movements, citado, pp. 470-490; I. Blanchard, Industrial employment and therural land market, 1380-1520, en Smith, R. M. (ed.), Land, Kinship and Life-Cycle, Cambridge, 1977, pp.227-276; K. Wrightson, Aspects of Social Differentiation in Rural England, c. 1580 -1660, Journal ofPeasant Studies, 5, 1977, pp. 34-47; H. Phelps Brown y S. V. Hopkins, A perspective of wage and prices,Londres, 1981; R. Hilton, Medieval market towns and simple commodoty production, Past & Present, 109,1985, pp. 3-23; idem, Some social and economic evidence in the late medieval English tax returns, en,idem, Class conflict and the crisis of feudalism, Londres, 1985, pp. 253-267; J. A. F. Thomson, Thetransformation of medieval England, 1370-1529, Londres y Nueva York, 1993, pp. 11-24; J. Hatcher,

    England in the aftermath of the black death, Past & Present, 144, 1994, pp. 3-35; C. Dyer, Niveles de vidaen la baja edad media. Cambios sociales en Inglaterra, c. 1200-1520, Barcelona 1991, pp. 282-296; C. Dyery S. A. C. Penn, Wages and earnings in late medieval England: evidence from the enforcement of thelabour laws, en, C. Dyer, Every life in medieval England, Londres y Nueva York, 2000, pp. 167-190

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    el Tumulto de los Ciompi61. En contraste, los especialistas en historia castellana no seinteresaron en nada de esto, ms all de alguna comparacin poco precisa entreordenamientos de precios en Cortes, algo inevitable para una economa con un desarrollode las relaciones de mercantiles monetarias inferior al de Italia o Inglaterra. En estasdiferencias no slo influye el tema a tratar; la documentacin disponible es decisiva. Italia,

    por ejemplo, parece ser un campo privilegiado para estudios estadsticos en una pocageneral no estadstica. Mencionemos el catastro florentino de 1427 y sus posibilidades decomparacin con el de 1469.

    3.2. Cuestiones generales en estudios sobre dinmica del feudalismo en 1975-1985La diversidad no impide reconocer rasgos comunes. Por un lado, el conocimiento de

    otros pases por fuera de la especialidad nacional. Efectivamente, los historiadoresmencionados saban mucho de historia comparada (y esto establece una primera y grandiferencia con el promedio de historiadores econmicos descriptivos). Pero antes que en losparalelismos, su preocupacin estaba en las diferencias, o en lo que confirmaba lo que ya sesaba acerca de las diferencias. La historia comparada serva para denotar los rasgos

    propios de cada pas que podan conducir al desarrollo o frustrarlo. Esas comparaciones seligaban a una concepcin realista, dicho esto en el sentido escolstico. De la misma maneraen que haba un feudalismo perfecto, del Loire al Rin, haba tambin una transicin alcapitalismo perfecta, la de Inglaterra, y las peculiaridades de cada lugar se perciban porsumatoria de deficiencias con relacin al modelo.

    En este medievalismo haba un dilogo muy activo con la historia moderna, y laslecturas eran intercambiables. Un ejemplo est en Witold Kula. Su teora econmica delsistema feudal, elaborada sobre Polonia entre los siglos XVI y XVIII, fue objeto deconsideracin por historiadores de distintas reas62. Tambin las prcticas seinterrelacionaban. La medievalista Reyna Pastor fue profesora de Historia Moderna en launiversidad de Rosario (y en Buenos Aires por muy breve tiempo), algo no muy distinto delas prcticas que haban seguido sus maestros en Argentina. Jos Luis Romero recorri eldesarrollo de la civilizacin urbana occidental, y Snchez Albornoz confirmaba en la Espaamoderna sus tesis sobre la debilidad de la burguesa medieval63. Pierre Vilar en sumonumental obra sobre la Catalua moderna, dedicaba buena parte de su primer volumen ala historia medieval. Ruggiero Romano conect la crisis del siglo XVII (hundimiento de laproduccin textil tradicional precedida por crisis agraria) con los fundamentos econmicosque surgieron en el siglo XII, y se uni luego con Alberto Tenenti para elaborar un resumende la historia moderna europea que se iniciaba con la crisis del siglo XIV64. Esto era unanecesidad de las propias demostraciones; se deban observar los fenmenos en una largaduracin braudeliana nacionalmente delimitada. Se confirmaba en la debilidad de las

    manufacturas de los siglos XVI y XVII los rasgos que se detectaban en los orgenes de laburguesa. En Italia, una crisis como la del siglo XIV, que no produjo declinacin delfeudalismo, habra afirmado los atributos del capital mercantil. En el largo plazo ello fue unfactor retardatario en la evolucin econmica y, como ya Carlo Cipolla haba dicho en 1952,

    61Resumen del problema en, R. C. Mueller, La situacin econmica de Italia en la Baja Edad Media, en, F.Seibt y W. Eberhard (eds.), Europa 1400. La crisis de la baja edad media, Barcelona 1992, pp. 202-20462El libro de W. Kula, Teora econmica del sistema feudal, Buenos Aires, 1974, fue editado en espaolgracias a Reyna Pastor. Coment la edicin inglesa, aparecida en Londres, 1976, M. Postan, The feudaleconomy, New Left Review, 103, 1977. Tambin confiesa haber recibido esta influencia, Eric Hobsbawm,A historical retrospective,www.balzan.it/Premiati_ger.aspx,

    63C. Snchez Albornoz, Espaa un enigma, citado. J. L. Romero, Estudio de la mentalidad burguesa, BuenosAires 198764R. Romano, La storia economica, citado; R. Romano y A. Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno.Edad Media tarda, Renacimiento, Reforma, Madrid 1971

    http://www.balzan.it/Premiati_ger.aspxhttp://www.balzan.it/Premiati_ger.aspxhttp://www.balzan.it/Premiati_ger.aspx
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    la industria del pao entr en decadencia hacia el siglo XVII65. A pesar de algunos cambiosque entonces se implementaron, la innovacin tcnica no sobrevino y prevaleci unclientelismo paternalista que inhibi toda polarizacin social. Junto con ello, la cuestin deformacin del mercado interno en el largo plazo era un factor decisivo para un autor comoSereni. En Inglaterra, las transformaciones de la baja edad media se conectaron con la

    revolucin burguesa. Por un lado, los yeomen victoriosos del siglo XV podan explicar ellejano origen social de los revolucionarios de 1640. Por otro lado, si desde el siglo XV elcapitalismo agrario ya estaba en marcha, es posible que la revolucin burguesa haya sidomenos revolucionaria y menos burguesa de lo que se haba supuesto. Esto dio lugar a quePerry Anderson encontrara en esa no radicalidad el origen de la peculiaridad poltica ycultural inglesa66.

    La ideologa aportaba lo suyo. Los aos sesenta y setenta conocieron unmedievalismo comprometido, un aspecto ms de ladiferencia que estos historiadores de ladinmica feudal establecieron con el precepto positivista de Ranke de entender el pasado ensus propios trminos. Este rasgo alcanz al Tercer Mundo: tanto en Argentina como enBrasil, entre 1970 y 1975, la atmsfera poltica e intelectual estimulaba la aplicacin de las

    tesis que surgan del debate DobbSweezy sobre la transicin67. En este plano, y vistas lascosas a la distancia, es posible que estos historiadores se encuentren unificados por laproblemtica general del take off, objetivo que algunos crean alcanzable contransformaciones revolucionarias y otros con moderadas reformas68. Era un problema sinlocalizacin geogrfica precisa: brotaba en pases capitalistas avanzados, en el socialismoreal y en el Tercer Mundo. Esa variedad de situaciones estara en el trasfondo del girohistoriogrfico de los aos ochenta.

    3.2. Centros y periferias en la historiografa de los aos ochentaLa forma de hacer historia que se acaba de describir cedi lugar, aunque sin

    desaparecer, ante la perspectiva centro-periferia que se abri paso en los aos setenta ytuvo una dcada de esplendor a partir de 1975. El problema ya haba sido tratado poreconomistas o historiadores de las periferias, y desde principios de los ochenta entr en laconsideracin de la historiografa de los pases centrales69. Bajo la direccin de ImmanuelWallerstein y de Fernand Braudel este anlisis lleg a dominar en los estudios sobre laevolucin de economas comparadas desde el ao 1200 al 170070.

    65C. Cipolla, The Economic Decline of Italy, Economic History Review, second series, V, 1952, pp. 178-18766P. Anderson, La cultura represiva. Elementos de la cultura nacional britnica, Barcelona, 197767C. Astarita, La historia social y el medievalismo argentino, tudes & Travaux 2002-2003, 7, Auxerre2003, pp. 113-124; H. Franco y M. Motta Bastos, Lhistoire du Moyen ge au Bresil, tudes & Travaux2002-2003, 7, Auxerre 2003, pp. 125-131.68 Ver, por ejemplo, E. Sereni, Los problemas tericos y metodolgicos, en Sereni et al., Agricultura ydesarrollo del capitalismo, Madrid 1970, pp. 43- 11169 M. Malowist, The economic and social development of the Baltic countries from 15 th to 17th centuries,Economic History Review, second series, XII, 2, 1959, pp. 177-189; idem, "The problem of the inequality ofeconomic development in Europe in the later Middle Ages", Economic History Review,second series, XIX, 2,1966, pp. 17-23; ver, J. Love, Ral Prebisch and the origins of the doctrine of unequal exchange, LatinAmerican Research Review, 15, 1980, pp. 45-7270El punto real de partida para el nuevo auge del tema est en la publicacin en lengua inglesa del primerlibro de Wallerstein en 1974, El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orgenes de laeconoma - mundo en el siglo XVI, Mxico, 1979; idem, The capitalist world economy, (Essays), Cambridge,

    1979; F. Braudel, Civilizacin material, economa y capitalismo. Siglos XV-XVIII. 2. Los juegos delintercambio, Madrid, 1984. Wallerstein y Braudel fueron los grandes protagonistas de la Dcima Semana deEstudio, 7 al 12 de abril de 1978, organizada por el Instituto Datini, Sviluppo e sottosviluppo in Europa efuori dEuropa dal secolo XIII alla rivoluzione industriale , Serie II, 10 Prato, 1983 (en adelante, Datini 10). I.

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    Wallerstein y Braudel elaboraron en base a una dicotoma centro periferia que,adems de trascender las fronteras nacionales, no reconoca los clsicos perodos de ladivisin historiogrfica, privilegiando la interrelacin entre medievalismo y modernismo. Dehecho, se trataba el feudalismo desarrollado en el perodo de accin del capital mercantil, ycon este enfoque cambiaba el eje de inters. Un ejemplo est en los estudios de Henri Bresc

    sobre Sicilia71

    . Con fuentes especficas, mostraba que Sicilia comparta, en los siglos XIV yXV, las caractersticas de toda periferia: compra de manufacturas y venta de materias primasen mercados externos con consecuencias de atraso econmico y social perdurables. Elejemplo muestra la norma que rigi en este encuadre: detectar correspondenciasestructurales entre reas ubicadas en una gran oposicin binaria que estableca un vnculoasimtrico entre economas productoras de materias primas y economas productoras demanufacturas. Sicilia no entraba en Italia, para decirlo de alguna manera, sino que seemparentaba con la Europa Oriental de la "segunda servidumbre" y la Andaluca dellatifundio. La historia nacional se haba regionalizado bajo el dominio de la comparacin72.La pareja desarrollo y subdesarrollo requera que se buscaran indicadores econmicosuniformes para mostrar atributos similares, y la problemtica se unificaba en los ms

    diversos escenarios, desde Europa al mundo colonial73. Una fluctuacin analtica entre teorae historia econmica general, por un lado, y prstamos conceptuales entre cientficossociales, por el otro, complementan el cuadro de situacin74. La ilusin de una ciencia social,simultneamente diacrnica y sistmica, que explicara la configuracin desigual de la

    Wallerstein, Underdevelopment and phase B: effect of seventeenth -century stagnation on core andperiphery of european world-economy, Datini, 10, pp. 29-39; A. N. Tchistozvonov, Dvelopment et sousdvelopment conomique et social comme catgorie historique, Datini, 10, pp. 75 -87; A. Maczak,Development levels in early modern Europe. The evidence of synchronic comparisons of prices and wages,Datini10, pp. 51-73; idem, Aspetti di storia del feudalesimo nella Polonia moderna, Quaderni Storici, 51, a.

    XVIII, n. 3, 1982, pp. 1055-1074; Ch. Verlinden, O sont les priphries?, Datini, 10, pp. 235-260 ; L.Zytkowicz, Dveloppement et sous dveloppement dans le monde slave du XVI sicle , Datini, 10, pp. 291-312 ; T. C. Smout, Scotland and England, 16 th 18 th centuries : is dependency a sympton or a cause ofunderdevelopment ? , Datini, 10, pp. 319-34171H. Bresc, Un monde mediterranen. Economie et socit en Sicilia 1300-1450, Roma, 198672 Tambin, J - Cl. Perrot, Dvelopment et sous-dvelopment rgionales, Datini, 10, pp. 91-102; L. A.Kotelnikova, Tendenze progressive e regressive nello sviluppo socio -economico della Toscana nei secoliXIII-XV (campagna e citt nella loro interdipendenza), Datini, 10, pp. 103-151; M. Aymard y J. Revel, Niveaux et formes de dvelopment des conomies agraires en Italie XV-XVIII sicles) , Datini, 10, pp.203-219; J. H. Edwards, Oligarchy and merchant capitalism in lower Andaluca under the Catolic Kings : thecase of Cordoba and Jerez de la Frontera, Historia. Instituciones. Documentos, 4, 1977, pp. 11-33

    73H. Brunschwig, Les notions de dveloppement et sous dveloppement sont-elles applicables lAfrique noire

    prcoloniale ? , Datini, 10, pp. 41-50 ; E. Ashtor, Le Proche-Orient au Bas Moyen Age. Une rgion sous-dveloppe,

    Datini, 10, pp. 375-433 ; M. Carmagnani, Capitale mercantile e colonie , Datini, 10, pp. 465-478; R. Davis,

    Comparative advantage of the Levant and cape routes to India in thesixteenth and seventeenth centuries , Datini, 10,

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    562; A. Jara, Estructuras coloniales y subdesarrollo en Hispanoamrica , Datini, 10, pp. 627-660; S. Amin, Sobre el

    desarrollo desigual de las formaciones sociales, Barcelona 1976 A. Gunder Frank, La acumulacin mundial (1492-1789),

    Madrid 1979; F. Mauro,Nova historia e nvo mundo, Sao Paulo 1969; E. Tandeter, Sobre el anlisis de la dominacin

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    829-872.Entre otros, R. Brenner, The origins of capitalist development, New Left Review, n 104, 1977, pp. 25-91; E.

    Laclau, Feudalism and Capitalism in Latin America , New Left Review, 67, 1971, pp. 19-55; P. OBrien, The

    contribution of the periphery, Economic History Review, second series, XXXV, 1982, pp. 1-18.

    74S. Amin, La acumulacin en escala mundial, Buenos Aires 1975; S. Amin et al., Imperialismo y comerciointernacional. El intercambio desigual, Mxico 1984; A. Gunder Frank, Capitalismo y subdesarrollo enAmrica Latina, Mxico 1978; idem, Crtica y anticrtico. Ensayo sobre la dependencia y el reformismo ,Madrid 1978.

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    humanidad, pareca volverse realidad, y el camino hacia una percepcin simbitica de ladinmica social quedaba abierto.

    Estas tesis (o su contraparte crtica)75llevaba a trascender fronteras historiogrficas,representando este hecho slo un paso en una marcha que parece no haberse detenido(cuestin sobre la que volveremos enseguida). Esto se exhibe en la historiografa de los

    Estados Unidos. All, entre 1920 y 1980, aproximadamente, bajo la direccin de CharlesHomer Haskins y Joseph Reese Strayer, los medievalistas se orientaron hacia la historialegal e institucional, un programa destinado a mostrar los orgenes del constitucionalismooccidental frente al desafo comunista76. En los aos setenta y ochenta, los asuntos delintercambio regional se superpusieron a esa disposicin de los estudios norteamericanosdesde los mrgenes acadmicos, como fue el caso de Immanuel Wallerstein: iniciado enestudios post coloniales de frica, se desplazara hacia el anlisis de la economamundo77. Este concepto generalizador delimitaba nuevas fronteras de trabajo nonacionales, como advirtieron Maurice Aymard y Henri Bresc, especialistas en ItaliaMeridional. Para ellos, la situacin colonial no era una preocupacin de los historiadorescmodamente instalados de los pases centrales78, expresin que puede ser aceptada si la

    despojamos de su connotacin geogrfica en tanto revela un inters compartido por quienesestudiaban economas coloniales o dependientes.

    Esta perspectiva se corresponda con reivindicaciones de un arco iris de sujetospolticos, situados desde la extrema izquierda al reformismo de la burguesa perifrica, todosellos interesados en transformaciones de distinta profundidad. No estuvo desligado de esedesarrollismo el estudio sobre proto-industria, un tema de la Baja Edad Media en adelante,en el cual incidieron investigaciones ya mencionadas como la de Bois sobre crisis delfeudalismo79. En este tema, tambin se consideraron regiones de similar base econmica.Llamativamente, surge en la misma poca el concepto de feudalismos mediterrneos80. A ladistancia se aprecia su conexin con la atmsfera del momento.

    3.3. Criterios neoclsicos y percepcin homognea del espacio econmico y socialAhora pareciera que la cuestin de centro y periferia ha sido slo un momento hacia

    otro tipo visin. Es la que se concentra en una totalidad muy distinta a la mencionada.

    75 Entre otros, R. Brenner, The origins of capitalist development, New Left Review, n 104, 1977, pp. 25-91; E.

    Laclau, Feudalism and Capitalism in Latin America , New Left Review, 67, 1971, pp. 19-55; P. OBrien, The

    contribution of the periphery, Economic History Review, second series, XXXV, 1982, pp. 1-18.76P. Freedman y G. M. Spiegel, Medievalisms old and new: the rediscovery of alterity in North Americanmedieval studies, The American Historical Review, v. 103, n 3, 1998, pp. 677-704, en especial, pp. 682-692. Como indicaron estos analistas, se trataba de mostrar el origen de los valores occidentales. Ello puedeapreciarse de manera sinttica y clara en, F. Oakley, Los siglos decisivos. La experiencia medieval, Madrid,1980, 1 edicin en ingls 1974. La utilidad poltica de esa historia no debera anular la pregunta inicial.77Ver, C. Ragin y D. Chirot, The world system of Emmanuel Wallerstein: sociology and politics as history,en, T. Skocpol, Vision and method in historical sociology, Cambridge, 1984, p 276-312.78M. Aymard, y H. Bresc, "Dependencia y desarrollo: Sicilia e Italia del sur (s. XI-XVIII)", en M. T. PrezPicazo, G. Lemeunier, y P. Segura (eds.), Desigualdad y dependencia. La periferizacin del Mediterrneooccidental (siglos XII-XIX), Murcia, 1986, p. 2479 Ver, P. Kriedte, H. Medick y J. Schlumbohm, Industrializacin antes de la industrializacin, Barcelona1986, 1 edicin alemana, 1977. Sobre la influencia de Bois en el tema, P. Kriedte, Feudalismo tardo ycapitalismo mercantil, Barcelona 1982, Introduccin.80Structures fodales et fodalisme dans lOccident mditerranen, citado, en especial la relacin inicial de

    P. Toubert, Les fodalits mediterranens, un problme dhistoire compare. Tambin, P. Iradiel, Feudalisme Mediterrani : un estat de la qesti , Debats, 5, 1983, pp. 8-21; A. Furi y F. Garcia, Elfeudalisme medieval Valenci: un assaig dinterpretaci, Debats, 5, 1983, pp. 33-42; S. Gasparri, Ilfeudalesimo nellOccidente Mediterraneo, Studi Storici, XXII, 3, 1981, pp. 631-645

  • 7/26/2019 Astarita2 40

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    Un estudio pionero en trnsito hacia el nuevo concepto, y posiblemente el msconocido, fue proporcionado por Stephan Epstein sobre Sicilia en los siglos XIV y XV,complementado por comparaciones con las zonas de Toscana y Lombarda81. En Sicilia seorganizaba una economa de escala que responda adecuadamente a las oportunidades demercado. El viejo principio de Adam Smith y David Ricardo sobre las ventajas comparativas

    entre productores de materias primas y productores de manufacturas ha reemplazado a lanocin de desventajas comparativas del comercio desigual que prevaleca entre loshistoriadores de los aos ochenta.

    La industria rural a domicilio no tena impedimentos para desarrollarse en Sicilia. Adiferencia de lo que pasaba en grandes ciudades italianas como Florencia, en Sicilia, conuna organizacin institucional ms laxa, podan adoptarse alternativas econmicas sinconstricciones. En otras palabras, el estado no ejerca su perniciosa y "keynesiana"influencia sobre la marcha natural de los mercados. La prctica social era aqu protagonista;era el factor que permiti una feliz realizacin histrica de una idea objetiva que Marshallplasmara en teora. Esa prctica fue llevada a cabo por campesinos medievales queencarnaban al eterno hombre de mercado. Dicho de otra manera, el campesino estaba

    ansioso de sumergirse en una economa del beneficio, y esa oportunidad le lleg con lacrisis del siglo XIV y un contexto institucional que permita optar por un nuevo modo deproduccin.

    En realidad, cuando Epstein reinstalaba la nocin de ventajas comparativas delcomercio entre regiones desiguales, estableca un puente hacia la consideracin de unatotalidad uniforme. Ese acceso sera franqueado por Robert Bartlett82. Lejos de lasjerarquas espaciales, la Europa que surgi de la dinmica del feudalismo, nos dice, terminpor constituir un espacio homogneo.

    Bartlett estudia la expansin feudal en mltiples manifestaciones, incluyendoeconoma, cultura, idioma o tcnicas de guerra. De acuerdo al tema que estoy tratando, sloatender a las relaciones sociales y econmicas.

    Para Bartlett, todo se origina de un nico ncleo, el mundo carolingio, y a partir de all,esa misma sociedad se reproducira en todas las direcciones. La imagen es demultiplicacin celular o de difusin de una matriz originaria, y con ello las diferenciacionesentre centro y periferia desaparecen. Bartlett se opone a los conceptos de colonia odependencia econmica de una zona con respecto a otra para la Edad Media (y es por elloque el modelo de Epstein tiene un fuerte parentesco con esta elaboracin).

    En esa expansin juegan un papel preponderante los seores o los campesinos,trasladndose del centro a las fronteras, tanto por causas relacionadas con la formacin delos linajes como por la demografa. A veces se impusieron por la violencia; otras porcolonizacin pacfica, pero cualquiera haya sido la forma, lo que importa es que esos

    emigrantes originaban una realidad similar a la de sus lugares de procedencia. En el largoplazo, el espacio deviene uniforme. Esto es muy diferente de lo que planteaban loshistoriadores que se concentraban en perspectivas nacionales.

    Estas tesis estn tan situadas en el presente como otras ya enunciadas. Elargumento histrico de Epstein se reencontraba con la poltica econmica de los aos

    81S. Epstein, Cities, Regions and the Late Medieval Crisis: Sicily and Tuscany Compared, Past & Present,130, 1991, pp. 3-50; idem, 1992, An Island for Itself. Economic Development and S