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  • 7/27/2019 Artculo_Dr_Btiz

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    Hace pocos das, los medios de comunicacin se hacan, una vez ms, eco

    de una noticia que trataba de reabrir el debate de la eutanasia en nuestra

    sociedad. La noticia era la siguiente: Los mdicos belgas aplicaron una

    inyeccin letal que par el corazn de Nathan Verhelst, un hombre sano

    fsicamente de 44 aos, que pidi que le mataran porque no estaba contentocon los resultados de su cambio de sexo. La historia de terror psicolgico

    narrada casi en directo por la prensa belga ha reabierto el debate sobre el

    uso de la eutanasia, el derecho de los ciudadanos a ser asistidos por

    doctores en su muerte, una prctica permitida en ese pas desde 2002, y en

    claro auge (EL CORREO, 03.10.13).

    Ante esta noticia, deseo aportar en las prximas lneas mi reflexin sobre la

    actitud de los mdicos ante el deseo de morir de los enfermos.

    Los mdicos no debemos ignorar ni mirar hacia otro lado cuando el

    enfermo manifiesta que no desea continuar viviendo de la manera que lo

    est haciendo, acompaado por un sufrimiento continuo e insoportable.

    Desear tener una buena muerte, morir bien, es una legtima aspiracin de

    los seres humanos. Es un imperativo tico para los mdicos ayudar a

    nuestros enfermos a que mueran bien. Pero, verdaderamente desea la

    muerte? Cul es la demanda autntica de un agonizante que pide laeutanasia? Cuando un enfermo dice: Acabemos con esto!, cmo

    debemos comprenderlo? Que acabemos con su vida?, qu acabemos conese dolor insoportable que padece?, tal vez con su angustia?, o con su

    soledad? Hay enfermos que nos manifiestan en ocasiones: Doctor, me

    siento una carga para mi familia, aydeme! no quiero seguir viviendo

    as!.

    La peticin individual o social de la eutanasia debe ser

    considerada generalmente como una demanda de mayor atencin y suele

    desaparecercuando le ayudamos a solucionar el as. Si su miedo lo

    transformamos en seguridad, el paternalismo en autonoma, el abandono encompaa, el silencio en escucha, el dolor en su alivio y la mentira en

    esperanza, tal vez desee seguir viviendo el tiempo que le quede. El enfermo

    necesita sentirse querido por los suyos, necesita sentir que sigue siendo

    querido por lo que es y que no necesita cambiar. Todo esto va a ser para l

    un motivo para querer seguir viviendo. Fue Nietzsche quien dijo: El que

    tiene un porqu para vivir, puede soportar casi cualquier cmo.

    A los mdicos nos debe preocupar lo que le ocurre al enfermo para que

    desee la muerte. Este deseo puede ser una llamada de atencin para que sele alivien todos los sntomas molestos o quiz sea una queja encubierta para

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    que se le trate de una manera ms humana, o se le haga compaa.

    Sencillamente, para que se le explique lo que le est ocurriendo.

    La tentacin de la eutanasia como solucin precipitada se da cuando un

    enfermo solicita ayuda para morir y se encuentra con la angustia de unmdico que quiere terminar con el sufrimiento del enfermo porque lo

    considera intolerable y cree que no tiene ms que ofrecerle. Los mdicos

    nos sentimos fracasados cuando no podemos curar. Pero deberamos ser

    conscientes de que el verdadero fracaso es tener que admitir la eutanasia

    como solucin alternativa al alivio de sntomas y a la comunicacin. Elfracaso se produce cuando nos planteamos quitar la vida a un enfermo

    porque no sabemos cmo mejorar sus sntomas ni cmo modificar las

    circunstancias personales en las que est viviendo.

    Aunque la muerte es inevitable, s se podra intentar evitar el morir mal.

    Cuando algo se hace o se deja de hacer con la intencin directa de producir

    o acelerar la muerte del enfermo, entonces corresponde aplicar elcalificativo de eutanasia. La atencin mdica al final de la vida debe evitar

    su prolongacin innecesaria, pero tambin debe evitar su acortamiento

    deliberado. El telogo Juan Masi tambin nos da algn consejo en este

    sentido: Dejar a la muerte que llegue sin empearse en prolongar

    artificialmente la agona, sin miedo a usar los analgsicos y los recursospaliativos necesarios para aliviar el dolor y el sufrimiento.

    La accin directa e intencionada, encaminada a provocar la muerte de una

    persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a peticin

    expresa y reiterada de sta, no es ni deber ser un acto mdico. Sin

    embargo, interrumpir o no iniciar medidas teraputicas intiles o

    innecesarias, as como emplear tratamientos que tienen efectos beneficiosos

    y otros perjudiciales (doble efecto), sin buscar estos ltimos de forma

    intencionada para aliviar su sufrimiento, s son actos mdicos que debemos

    realizar para que el enfermo muera bien. Un excelente ejemplo de este

    caso, sera la sedacin en la agona.

    Ante un enfermo en situacin terminal lo que se hace o se deja de hacer con

    la intencin de prestarle el mejor cuidado, permitiendo la llegada de la

    muerte, no slo es moralmente aceptable sino que muchas veces llega a ser

    obligatorio desde la tica de las profesiones sanitarias. Los mdicos

    tenemos que aprender a ayudar a morir bien y a contar con todas lastcnicas de acompaamiento al moribundo y a su familia. Debemos estar

    preparados para escuchar algo ms que una peticin de morir. Cuando

    apliquemos las medidas teraputicas que sean proporcionadas, evitando laobstinacin diagnstica y teraputica, evitando el abandono, evitando el

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    alargamiento innecesario y evitando el acortamiento deliberado, estaremos

    realizando una buena prctica mdica: ayudar a morir bien.

    Para terminar, propongo esta reflexin: el mdico puede ser el cuidador de

    la salud de las personas y ser capaz de poder producir, al mismo tiempo, sumuerte intencionada?