articulo nadie me vera llorar

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  • LIBRO CONDENSADO

    NADIE MEVERA LLORAR

    t se convierteuno en un fotografo de

    112 locos?Dentro de la cabeza de Joaquin

    Builrago hay un zumbido de abejaque no lo deja dormir ni descansar

    Por Cristina Rivera Garza 2006, Tusquets Editores

    en paz. Matilda. Una palabra,un batir de alas. Despierto.con los musculos tensos ylos ojos abiertos, enciendeun cigarrillo Monarca. Haysobre su rostro una sombra a]Hint() de convertirse en unasonrisa que, sin embargo,se queda congelada en unaniueca sobre los labios. Estaalegre. Pero no sabe quelacer eon la alegria.

    Sin camisa, Joaquin sepasa de cuando en cuan-do el pafiuelo por la fren-te y alrededor del euellopara eliminar el sudor.Su insomnio ha vencidotodos los remedios. Solola emulsion de almendrases capaz de apaeiguarlomientras aguarda el ama-

    necer en el horizonte.Matilda - murmura mientras

    vierte un poco de emulsion en unpocillo de barro.

    ^Como se convierte uno enfotografo de locos? le habia pre-guntado. Joaquin, desacostumbra-do a oir la voz de los sujetos que

    f 'on ten ido JULIO 2007

  • fotografiaba, penso que se tratabadel murmullo de su propia concien-cia. Ahi, frente a el, vistiendo ununiforme azul, la mujer que debe-ria haber estado inmovil y asusta-da, se comportaba con la altivez deuna seiiorita de alcurnia posandopara su primera tarjeta de visita. Elfotografo pudo haberle respondidolo que siempre se decia a si mismo:la maldita morfina.

    O lo que nunca se decia a simismo pero que hoy, este 26 dejulio, le llego de repente a su cabe-za: Roma. Por algunos instantesestuvo tentado a contarle el mila-gro de sus 3 afios en Italia. 1897.El ejercicio de la fotografia. Romafija para siempre en placas de platasobre gelatina. Roma, hiriendo susretinas de 26 afios. Tres veranosmuy largos. Una mujer: Alberta.Roma que habia partido su vida en2: antes y despues. Antes, Alberta, ydespues la morfina.

    tComo te llamas? el sonidode su propia voz lo sorprendio.

    Matilda. Matilda Burgos.Repitio el nombre un par de

    veces tratando de mantener la aten-cion de la mujer en la lente. Ellacedio. Su sonrisa primero y despuessus ojos. La mujer ya estaba posan-do. En ese momento la luz de juliose transformo y las aguas del Tiberliegaron a sus rodillas. Alberta esta-ba gritando su nombre y agitandosus manos como si el se encontraraen la otra orilla.

    ^;Entonces, como se convierteuno en fotografo de locos? la

    Desde la derrotade la moral y de la

    razon, con la voluntadfracturada por una

    sociedad represora, losprotagonistas de estanovela buscan tundarentre escombros unporvenir incierto querestituya en algunamedida su libertad.

    pregunta de Matilda lo saco delas aguas del Tiber y lo regreso aMixcoac.

    En voz muy baja Joaquin sedijo a si mismo: Todo fracasocomienza con la luz, con el deseode atrapar la luz para siempre.Luego, molesto, reaccionando conhostilidad, dijo en voz alta:

    Mejor dime como se convier-te uno en una loca.

    ^De verdad quiere que lecuente?

    Joaquin Buitrago, que habiaolvidado la risa, se asombro alsentir en sus labios el estruendo deuna carcajada. El sonido invadio sucabeza todo el dia y toda la noche.Como siempre a las 6 de la mafianacayo rendido, todavia tenso sobresu camastro maltrecho.

    A las 8 de la maiiana del 27

    113

    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO OONDENSADOde julio de 1920, Joaquin recordodonde habia visto antes a MatildaBurgos. Se levanto en el acto y sedirigio al baiil que, junto con elcatre, la silla y la mesa de made-ra, eran todas sus pertenencias.Luego, extrajo con sumo cuidadosu tesoro mas preciado: la coleccionde fotografias estereoseopieas quetomo justo despues de su regresode Italia. Cada placa contenia laimagen de una mujer desnuda, unamujer cubierta de deseo y expuesta.Mirando por los 2 oculares del visorreviso los retratos uno por uno. Surostro mostro satisfaccion. Recordosus 28 afios. Volvio a creer en laposibilidad de detener el tiempo.

    La placa numero 17 era la deMatilda Burgos, y Joaquin sonrio.Como todas las otras mujeres quehabia retratado en el mismo burdel,Matilda selecciono el e.scenario ylas poses. Conforme la sesion avan-zaba algunas mujeres se volvian ha-cia adentro, hacia donde se veiancomo ellas mismas querian verse.Y ese era precisamente el lugarque el fotografo anhelaba conocery detener para siempre. El lugaren el que una mujer se acepta a simisma. Joaquin estaba convencidode que era posible llegar a ese lugareuando Matilda se quito la ropa sinpena alguna y le pregunto:

    (jComo se llega a ser fotografode putas?

    114 Penso en Alberta, no tuvo alter-nativa, pero conservo la calma. ^ Teatreverds a responder esta vez, Joaquin?Esa era la pregunta que nunca

    quiso contestarle a nadie y muehomenos a si mismo. Un hombrerara vez puede confesar que tomafotografias de mujeres para volveral lugar de una sola mujer. Alberta.Joaquin termino de fotografiar aMatilda en el mas absoluto silencio.La imagen de Alberta, abandonan-dolo, dejandolo varado para siem-pre a la orilla de un rio, lo siguiode cerca todo el camino de regresoa su casa.

    es lo que fuiste a aprendera Roma, flaco? Esto es un tra-bajo muy menor el desalientode Joaquin no se debio tanto a lacritica sobre su trabajo, sino ala imposibilidad de transmitir suvision.

    Pues yo sigo sosteniendo quelos puros estan destinados al fracasoVictor Leon alzo su botella decerveza en El Templo del Amor,de cualquier manera brindemospor ellos.

    Incomodo, con una copa dewhisky en la mano, Joaquin seregodeo en la idea del fracaso:olia a silencio. Cuando salio de ElTemplo del Amor, lo hizo para alejarsedefinitivamente de la historia. Conel tiempo, cuando alguien queriasaber sobre su suerte lo hacia refi-riendose al fot6grafo de putas.Las respuestas variaron eon losaiios. Por algiin tiempo y a inter-valos desiguales trabajo haciendoplacas de los presos en la carcel deBelen y luego acepto hacer retratosde locos para el registro del niani-

    Contenido Juuo 2007

  • I)( )i . L'Ucomio La Castaneda. Mas tarde yanadie pregunto por el.

    ^Como se llega a ser fotografode locos? Basta con saber usar unacamara y vivir en este pais despuesde haber visto la luz de Alberta. Esoes todo, Matilda.

    A l caminar por las calles delcentro, Joaquin observa laluz de su propia figura enlos aparadores. Su cabe-Uo es excesivamente largo para la

    epoca; las anchas solapas de susaco estan ya pasadas de moda y surostro enjuto hace pensar en desve-los, enfermedad. A pesar de todo,nunca pudo ocultar su porte aris-tocratico y la apariencia de poseerpropiedades y dinero.

    El senor Canalejas me estaesperando.

    Al escucharlo, la sirvienta queabre la puerta duda entre invitarloa pasar o dejarlo esperando afuera,pero cuando se percata de que la

    LA AUTORA Y SU OBRACristina Rivera Garza nacio en Matamoros,Tamaulipas, en 1964. A los 23 afios habia sidoya galardonada con el Premio de Poesi'a Punto dePartida, por Apuntes (1984) y el Premio San LuisPotosi de Cuento por La guerra no importa (1987).Curso la licenciatura en Sociotogia en la UNAM yposteriormente realizo una maestn'a y un doctoradoen Historia Latinoamericana en la Universidad deHouston (1993-1995). Actualmente es profesoraasociada de Historia Mexicana en San Diego StateUniversity y reside en San Diego-Tijuana. Es autorade una obra transgenerica (novela, cuento, poesia,ensayo), interdisciplinaria (literatura e historia)

    escrita en su lengua materna (el espafiol) y en su tengua madrastra (elingles). Articulos de su autoria aparecen en Hispanic American HistoricalReview, The Journal of the History of Medicine and Allied Sciencies, entreotras publicaciones en Estados Unidos. Ha obtenido 6 de Los premios lite-rarios mas reconocidos del pais. Entre sus libros se cuentan La mas mfa(poemas, 1998), La cresta de Ilion (2002), Ningun reloj cuenta esto (2002)y Lo anterior (2004).

    Nadie me verd llorar (2000), ganadora de los premios "Jose RubenRomero", Impact-Conarte-ITESM y "Sor Juana Ines de la Cruz", narra lahistoria de Joaquin Buitrago, ex fotografo de prostitutas, que se obsesionapor confirmar la identidad de Matilda Burgos, interna del manicomio LaCastafieda, hasta el grado de intentar formar una nueva vida a su lado.

    JULIO 2007 Q m t e n i d o

  • LIBRO CONDENSADOUuvia arrecia, lo conduce con inde-cision hacia la biblioteca. MientrasJoaquin aguarda en los sillones depiel, posa sus manos sobre la ca-ja de madera que contiene la mi-tad de su serie de desnudos. Lesesta diciendo adios mientras obser-va sus manos.

    ^Asi que finalmente decidiovenderme sus fotografias, amigoBuitrago? ;^Y se puede saber a quese debe el cambio de opinion?

    No, sefior Canalejas, no sepuede.

    Matilda Burgos. El nombre des-ciende a la punta de la lengua. Sabea sal. Con el dinero en su bolsillo,Joaquin se dirige a la joyeria deSebastian Blanco y, sin pensarlomucho, compra una esclava deplata sobre la cual manda grabarsu nombre. El nombre: MatildaBurgos L.

    Prometiste contarme comose convierte uno en una loca, ^teacuerdas?

    Es una historia muy largale contesta la mujer, mientrasse abrocha la esclava en la mune-ca izquierda sin tener la cortesiade darle las gracias o de mirarlosiquiera.

    No te preocupes, tenemostodo el tiempo por delante.

    Agosto transcurre en silencio.Matilda se dirige a los medicos yenfermeras, rara vez a el. Sus pocas

    116 charlas carecen de sentido. Matildase escapa a mitad de la conversa-cion y luego se confunde entre lasotras internas. Da la impresion de

    4 t / Ino saber donde se encuentra. Losdoctores habian de ella y, al hacerlo,terminan irremediablemente son-riendo. Matilda no tiene remedio.Habia demasiado. Cuenta historiasdesproporcionadas. Escribe. Escribeun diario. Todos sus papeles van aparar al expediente 6353 y ahi sequedan en los margenes de los dias.

    Otro dia Joaquin ve a Matildacerca de la verja del jardin y seaproxima. El fotografo no sabe quebusca dentro de la cabeza corona-da de luz de Matilda. Debe haberalgo mas en el silencio de su vida.Cada vez esta mas cerca. Esta con-vencido. Esta vez no la dejara ir.Su objetivo es llegar a los expe-dientes y husmear. Joaquin tieneque conocer su vida. Despues dedarle vueltas, opta por enfocar todasu atencion en el doctor EduardoOligochea, internista que la recibioen La Castafieda.

    En un principio fueron parcosdurante sus pocas conversaciones.El doctor Oligochea no perdiaoportunidad para mostrarle des-confianza. Pero el fotografo no cejoen su empeno. Insistia.

    La lluvia de verano. A traves dela ventana la veia caer. El placerdel mundo humedecido y apenasalumbrado de reflejos lo manteniadespierto.

    En la oscuridad, Joaquin descu-brio el dolor. No fue una sensacionsino una imagen: el rostro de unamujer en rigor mortis. La descubriotirada sobre la calle poco antes deque llegara la policia con sus lin-

    Contenido JULIO 2OO7

  • ternas y sus gritos. La observo. Suslabios estaban reventados a golpes.El rostro de la mujer se clavo ensu memoria. Esa fue su primerafotografia.

    El dolor lo obsesiono. Ya concamara en mano, Joaquin fue asi-duo a la morgue. No era una activi-dad comiin, pero tampoco inaudita.Con su caja vivamente barnizada ysu tripic de metal se enfocaba enlos detalles. Las fotografias mas querevelar escondian las imagenes dela muerte. Joaquin buscaba captarel dolor en el instante en que setransformaba en su propia ausen-cia, en nada. La fotografia era lamanera de detener la rueda deldolor del mundo que cada vez gira-ba a mayor velocidad. Era el afio1900 en la ciudad de Mexico.

    La primera mujer. DiamantinaVicario. La conocio en una de laspocas reuniones familiares a las que(or/adamente asistia. La concurren-cia era la misma. Diamantina toca-ba el piano como si estuviera sola.No era una invitada mas. La madrede Joaquin la habia contratado paraanimar la reunion. Apenas huboterminado la ultima pieza Joaquinse le aproximo pero, dandose cuentaen el ultimo minuto de que no tenianada que decide, se detuvo.

    Cuando Ia volvio a ver la llamoDiamantina como si la conocierade toda la vida. Antes de tocar alas puertas de su casa en el numero35 de la calle de Mesones, Joaquinexploro los alrededores varios dias.Para poder llegar a ella necesitaba

    EI dolor lo obsesiono.La fotografia era lamanera de detenerla rueda del dolor

    del mundo que cadavez giraba a mayor

    velocidad. Era el ano1900 en la ciudad de

    Mexico.

    un contexto. Diamantina abrio lapuerta. La casona no solo era viejay hiimeda sino que tambien luciadescuidada. No habia nadie mas.Todavia de pie, Joaquin imaginosus propias manos quitandole losanteojos justo antes del amanecer.Diamantina lo tomo de la mano ylo llevo hacia la cocina. Le ofreciocafe. Joaquin acepto.

    iQue vas a hacer con tu vida?en sus labios, la pregunta eraabierta, la respuesta podia dirigirsea cualquier lado.

    No se dijo, detesto lamedicina.

    No lo habia dicho antes. Joaquinno habia sido capaz de comuni-carle a su padre que su oficio ledaba miedo, asco, exasperacion.Su propia sinceridad frente a unavirtual desconocida le dio vergiien- 117za. Se contuvo. Tomaron el cafe ensilencio, aprisa. Joaquin prometioregresar.

    JULIO 2007 ("onlenido

  • LIBRO CONDENSADOLo hizo. Esa misma noche. El

    sonido del piano llegaba hasta laesquina de la calle. Sentado sobreel piso, Joaquin la observo durantehoras. El ritual nocturno se repidovarias veces. En una de ellas, sinadvertirselo, Joaquin trajo su Eastmany, mientras ella se concentraba en lapunta de sus dedos, le tomo variasplacas. Aiios despues, cuando las vol-vio a encontrar en su baul, la abso-luta concentracion de Diamantinasobre el teclado lo asombro. Estabadestinada a vivir toda una vidaacompafiada solo de si misma. Ellalo sabia, y el deberia haberlo sabidoo, al menos, imaginado.

    Rara vez pensaba en Joaquin.Cuando este llegaba por la noche ylocaba a su puerta siempre la sor-prendia. Se acostumbro al milagrode olvidarlo primero y recibirlo des-pues como si nunca se hubiera ido.Mas tarde vino el milagro de suscuerpos. Joaquin fmalmente pudoquitarle las gafas antes de tendersesobre su cama.

    La primera mujer. No pudo con-servarla aunque lo deseo, a veces,con toda el alma. No fue por lacuriosidad de la juventud, porla esperanza de que el mundo guar-dara mas y mejores sorpresas parael futuro, por la ineptitud de la edado las comunes peleas de amantes.

    Cultiva la imaginacion ledijo. Lo beso. Joaquin conservo

    118 ese beso anos enteros. Y con el enlos labios se dedico a esperar a lasegunda mujer, que es siemprela mujer real, la definitiva.

    jY usted, doctor que opiniontiene sobre las historias de amor?

    No todas las historias de amortienen que terminar en tragedia.Y en morfina, Joaquin. ^Lo sabia?Algunos hombres tenemos la suertede que la segunda mujer, la defini-tiva, si nos ame.

    Si te hubieran amado, Eduardo,sabrias que nunca es una suerte seramado por una mujer. Si aniar es delocos, dejarse amar es aun peor los2 guardan silencio. Por primera vezdesde que empezaron a reunirse hayalgo entre ellos. Una similitud.

    Por eso la acecha usted, ^noes cierto? Porque ella es el prototipode la primera mujer.

    No, Eduardo, no es por esoy no anade mas.

    Joaquin esta esperando unacarcajada triunfal en la bocade su adversario. Pero EduardoOligochea abre los cajones de suescritorio y busca entre una pila decarpetas la linica que desea encon-trar. Todo lo hace en silencio, sinprisa ni anticipacion.

    - Aqui esta. Es toda suya,Joaquin. Por 24 horas.

    Un nombre entero. Un lugarde nacimiento. Una fecha. Todaslas historias empiezan asi: MatildaBurgos. Papantla, Veracruz, 1885.Solo tenia 24 horas para enterarsedel resto.

    En 1900, cuando MatildaBurgos Uego a la capital delpais, con la frente apoyada enel cristal de la ventanilla delContenido JULIO 2007

  • tren, observo la lenta aproximaciondel animal urbano con una mezclade terror, asombro y desesperacion.Decidio esconder su miedo. Nadiela veria llorar. Se mordio los labios.Su nueva soledad brillo en sus ojos.El recuerdo del aroma de la vai-nilla llego de improviso y, de igualmanera, la vencio. Una lagrimarodo por su mejilla hasta alcanzarla comisura de la boca.

    ~ -Todo va a salir bien, no tepreocupes una voz en tono bajola saco abruptamente del ensueno.Con ademanes discretos, el hombrede tez blanca le estaba ofreciendosu paiiuelo bianco. Matilda lo acep-to. En una de las esquinas pudover las iniciales J. B. bordadas. Lesonrio.

    Gracias, seiior el acentopueblerino que salio de sus pala-bras venia de lejos. De la infancia.Entonces, entre sus brazos, Matildalloro en la ciudad por primera vez.

    En el interior de la BibliotecaNacional, antes de abrir uno delos 7 libros que ha acomodado enpila sobre la mesa, Joaquin advierteque la luz del sol matutino formacaprichosas figuras geometricas enel piso. Papanlla. El fotografo deseaque esa luz ilumine la historia de lamujer. Como siempre, necesita uncontexto para aproximarse. A los49 anos, todavia es un hombre quese enamora como si tuviera todoel tiempo por delante, y nada masque hacer.

    Totonacapan, Tajin, Tecolutla.Cada informacion lo aproxima un

    poco mas a ella. Los lotonacas nrriba-ron a la zona del Tqjin alrededor del afio800 de nuestra era, tiempo despues y porrazones que permanecen en el misterio, elarea file abandonada hacia el siglo XII.El territorio del Totonaeapan incluia,sobre un costado de la Sierra Madre,a Huauchinango, ^acatldn, Tetela,^acapoaxtla, Tlatanquitepec, Teziutldn,Papantla y Misantla. Los n o m b r e s lesugieren cienegas reniotas, lodaza-les, paludismo, encarnizadas epide-mias pero, poco a poco, a medidaque las descripciones de los librosaumentan y la inmensa vegetacionllena el espacio con variados tonosde verde, el olor de la miel, la zar-zaparHlla, la pimienta, el copal y lavainilla lo transportan a lo que qui-siera imaginarse como una partedel paraiso terrenal.

    Estan bajo la sombra de un cas-tano, se oye el silbido del viento y elaturdido eco de los locos en tornoa ellos. Joaquin le pide que cie-rre los ojos, que tienda las manos.Esperando otro regalo, Matildaobedece sin chistar El coloca unfrasco miniisculo sobre sus palmasabiertas.

    Vainilla murmura Matildaapenas abre los ojos, es vainilla.La maldita vainilla.

    Al sacar el corcho, el aromaatraviesa la atmosfera como el filode una espada. Matilda se untaUnas gotas del liquido tras las ore-jas y en las muiiecas como si fuera 119perfume. Lo es.

    La vainilla cs una orquidea,l^o sabia? Xanat. Yo he hablado

    JULIO 2007 fflntenido

  • LIBRO CONDENSADOcon ella, conozco todos los secretosde sus vainas. Su voz es de mujer.Solo de olerla, aun dc lejos, puedodistinguir si es cimarrona, mesti-za, mansa o dc tarro. \S\ alguienpudiera dcscribir el olor dc la vai-iiilla! Mi padre, antes de aficio-narsc al aguardiente cbuquiqui yperder hasta la dignidad, cuidabala vainilla como se debe cuidar aiina mujer. El esposo dc la vainilla,eso era mi padre. Santiago Burgos.Pero yo estoy loca, Joaquin, asi queno me crca. No me crea nada.

    En los libros que consultaJoaquin en la Biblioleca Nacionalcl chuquiqui sc describe como unaguardiente de caria, corteza dechicozapotc y trcpico de parra.Santiago Burgos lo bebio por pri-mera vez en 1885, el mismo afioen que Matilda nacio y una inusualscquia puso en peligro los vaini-llares dc la region. Ya entonces lagente hablaba del conduenazgo.

    La corrupcion, malos manejos yarbitrariedades del proceso caldea-ron a tal punto los animos de losindios que cuando Antonio DiazManfort lanzo su manifiesto contes-tatario 7,000 indigcnas lo siguieronen la insurreccion. Marcos y Mariade la Luz Burgos se contaban entreellos. Los 105 guardias nacionalesestacionados en Papantla acaba-ron con los alzados en menos de 4meses. De los 2 hijos que tuvieron

    120 Marcos y Maria de la Luz, soloSantiago, el menor, se quedo enPapantla. La unica que pudo rete-nerlo fue Prudcncia Lomas; cuan-

    do se caso con ella sin la bendi-cion de sus padres, ya estaba encin-ta de Matilda.

    El Tajin. Matilda pronuncia clnombre con los ojos cerrados. Abrelos brazos y da 2, 3 vueltas. Lasonrisa en su rostro es de placer.Alii, cruzando la selva sobre unamula, cuando vio la piramide delos nicbos por primera vez, no supoque hacer.

    La ocurrencia de Uevar a sumujer le gano a Santiago unanueva reputacion de loco. Matildasubio las escalinatas dc la mano desu padre, el pulso de su corazonaflorando a su piel con cl sudor.Cuando Uegaron a lo alto, Santiago,todavia resollando por el esfuerzoy olvidandose de la presencia desu hija. destapo una botella masde chuquiqui. Alrededor, tendidasobre las montanas y las cuencas,la selva guardo todos sus secretos.El silencio, por un momento fueabsoluto. Todavia llcna de ener-gia, curiosidad, Matilda inspcccio-no cada uno de los nichos. Horasmas tarde, regreso a la base de lapiramide. La sorpresa de no vera su madre la lleno de miedo. Lasoledad, por primera vez, la tomode las manos y le dio un cariz defingido valor a su rostro. Nadie laveria llorar.

    Existen otros recuerdos.Imagenes de alegria desatada. Diasde carnaval. Tamales de cama-ron con calabaza y atole morado.Hombres volando como pajarosy descendiendo a toda prisa en la

    Contenido JULIO 2OO7

  • explanada de la iglesia. ^Le contede mi padre cuando volvio a creer enDios? Dos dias antes del eqiiinoc-cio de primavera de 1900, cuandolos voladores iban apenas en laquinta vuelta, en la punta del palo,35 metros encima de las cabezas,Santiago Burgos danzaba comoloco y, a pleno pulmon, repetia lasimprecaciones mas torridas de sudip.somania.

    El gobierno tenia la culpa de to-do. La avaricia tenia la culpa detodo. jTodos ustedes son culpa-bles de la muerte de la vainilla!Matilda, por primera vez, sintioorgullo de ver a su padre muy porencima de las cosas del mundo.

    El doctor de la villa diagnosticodelirium treniens al verlo. Lo linico quele quedaba a Prudencia era esperarla misericordia de Dios. Y Diosse la brindo esta vez. Despues depensarlo un rato recordo el nombredel hermano de Santiago que vi\iaen la ciudad de Mexico. En agostotodo estuvo listo para que MatildaBurgos abandonara Papantla parasiempre.

    La voz de la bibiiotecaria lo haeesaltar sobre su silla.

    Se aproxima la hora de cerrar,don Joaquin.

    Como desde hace 4 dias a las7 de la tarde, Joaquin atraviesa lapuerta de entrada y se interna en eltumulto de la ciudad. En lugar detomar el tranvia hasta Mixcoac, sedirige a la colonia Santa Maria laRibera. Su mano derecha jugueteacon la Have de su casa dentro del

    bolsillo del pantalon. No se habiavuelto a parar frente a ella desde1908 pero, de no ser por la vora-cidad de las enredaderas, la casacon fachada de chale suizo en apa-riencia es la misma. En el interior,sin embargo, todo es diferente. Losmuebles estan cubiertos de sabanasblancas como si fueran cadave-res. Esta es su herencia: una casade muertos. Joaquin podria tomarposesion del recinto en cualcjuierminuto si quisiera.

    Sin quitar las sabanas del sofade su recamara, se sienta sobre elasiento mullido de un tren. Esta apunto de partir. Todo esta a puntode ocurrir. Joaquin sabe, ahora,que ya no podra regresar jamas. Lamuchacha a su lado apoya la frenteen la ventanilla y, aunque tiene losojos abiertos, no ve nada. Hay algoen ella, algo incierto. Su voluntad esmas fuerte que su miedo, mas fuer-te que su edad. Nadie la versi llorar.Joaquin, de repente, desea con todael alma que lo haga. Joaquin quiereque Matilda descanse. Todo va asalir bien, no te preocupes. Quiereque Matilda se vuelva docil y flexi-ble como un bejuco. Joaquin quiereser el esposo de la vainilla.

    En la estacion Matilda, a los 15afios, ya en la ciudad, piensa porprimera vez en el futuro.

    ^Matilda? el que pronunciasu nombre con dubitacion lleva loscabellos peinados con brillantina y 121gafas frente a los ojos. Cuando ellaasiente, el hombre le da la mano,sonrie.

    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO CONDENSADO

    122

    Soy Marcos Burgos. Tu tio.Cuando se alejan, Joaquin los

    observa desde lejos, atras del gen-tio, atras de todo.

    N o. 6353. Matilda Burgos L.Papantla. Veracruz, 1885.Sin profesion. Soltera,Catolica. Constitucionregular. Desarrollo precoz durantela ninez. Padre alcoholico y madreasesinada. Chancros sifiliticos.Prueba de Wasserman negadva.La interna es sarcastica y grosera.Habia demasiado. Hace discursosincoherentes e interminables acer-ca de su pasado. Se describe a simisma como una mujer hermosay educada, la reina de ciertos con-gales y numerosas orgias. Dice quetrabajaba como artista en la compa-fiia del Teato Fdbregas y en la operade Bonesi. Sufre de una imaginacionexcentrica y tiene tendencia claraa inventar histoHas que nunca secansa de contar. Pasa de un asuntoa otro sin parar. Explica su encierrocomo consecuencia de la venganzade un grupo de soldados que pidie-ron sus favores sexuales en la calle.Debido al odio que siente por lossoldados se nego y asi fue comola mandaron a la carcel Sentidoafectivo disminuido. Anomalia desu sentido mora l . Locura moral. Libree indigente. Tranquilas. Primera seccion.

    Pense que ya nos habiaabandonado, don Joaquin. ^0."^se habia hecho? el tono de suvoz dificilmente ocultaba su since-ra curiosidad. Hav un mundo en

    algun lugar de la ciudad, lejos delmanicomio, del que Eduardo nosabe nada. Un mundo privado quesolo le pertenece a Joaquin.

    Asuntos personales, Eduardo,nada de importancia. Pero ya estoyde vuelta.

    Matilda sigue contando lashistorias de siempre murmuraEduardo como al descuido.

    Tal vez son las linicas historiasque tii sabes oir, Eduardo.

    ^De que me esta hablan-do, Buitrago? ^Es que no leyo suexpediente? Todos los sintomas deMatilda indican demencia. No mevaya a decir que cree en la veracidadde sus historias. No. Imposible. ^Deque me esta hablando, Buitrago?

    De nada, Eduardo. En rea-lidad no estoy hablando de nadaantes de darle la espalda, todaviacon indecision, Joaquin afiade:como todos ellos.

    Eduardo lo ve alejarse comoquien observa a la distancia unbarco en alta mar. Luego, todaviainmovil, desde su faro, adviertelas manos extendidas de MatildaBurgos cuando divisa las velasextendidas de Joaquin Buitrago. Elencuentro de sus figuras lo hacetemblar.

    Prometiste contarme como seconvierte uno en una loca, ^recuer-das?

    Si Matilda le ha respondidolo mismo en mas de una ocasion,pero hoy en lugar de sonreir singanas y juguetear con las hebras desu cabello entre los labios, se detie-

    Tonten ido JULIO 2007

  • ne frente a el mirandolo sin expre-sion alguna en el rostro. Pero noahora, por la nochc la miradase dirige primero a la habitacionde Joaquin y despues se pierde enel horizonte. Luego solo queda elsilencio.

    Esperandola sin saber a cienciacierta si vendra, Joaquin observasu cuarto con aprehension. Estasentado sobre el baiil de sus tesoros,reconociendo poco a poco la sen-sacion que lo ata al piso y le clavalas palmas de las manos con clavos.Es la esperanza. ^Valdra la pena?Esperara. Cuando Matilda cruzael umbral de su puerta, Joaquinencuentra la respuesta. Si.

    La ciudad de Mexico. En unprincipio no echa de menos nada.El pasado no existe, ya no vive enPapantla. Aqui, por primera vez,usa ropa especial para dormir denoche y, como si todos los diasfueran de fiesta, se ve obligada ausar zapatos y a colocar los listo-nes blancos en el extremo de sus 2trenzas. Antes de salir de su habi-tacion tiene que tender la cania yasegurarse de qtie todo este en sulugar. Para llegar a la cocina debeatravesar el patio que separa sucuarto de la casa principal. Marcosy Rosaura no tienen hijos y, ya en lamesa del comedor, solo compartenpocas palabras. La educacion deMatilda empieza asi, en silencio.

    Todo es mentira, Joaquin. ^Losabe? No recuerdo nada en realidad,a veces una se vuelve loca de esto, deno poder recordar, ^verdad?

    Hay en ella algoincierto. Su voluntades mas fuerte que sumiedo, que su edad.Nadie la vera llorar.Joaquin quiere queMatilda se vuelva

    docil; quiere ser elesposo de la vainilla.

    Joaquin le responde que si. El losabe bien. El sabe de esos lugaressolos donde nada tiene nombre yel aire se vuelve escaso. El Ueva ya12 afios sin poder respirar. Esta esla primera noche en que Matilda,violando todas las normas de lainstitucion, duerme en el cuarto deJoaquin. Arrullada por sus propiaspalabras, sin proponerselo, Matildalo ha dejado solo otra vez, abando-nado en su catre con los ojos abier-tos. Son las 3:15 de la madrugada.La ve. Pocas cosas lo han subyuga-do tanto como ver dormir a unamujer en paz.

    A los dias de febrero los recorreun viento incesante. Joaquin yano se pregunta lo que busca enMatilda Burgos. Ahora lo tinicoque le interesa es saber a cienciacierta lo que ha encontrado en 123ella. En 1908, cuando Joaquin foto-grafio a Matilda por primera vez,nunca se imagino que algun dia la

    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO CONDENSADOvolveria a ver, y que llegaria a ser laclave de su propia vida.

    C uando Marcos Burgos lle-go a la ciudad de Mexicoconservo el apellido pero sedeshizo de todo lo demas.Como todos los que quieren triun-far sobre su pasado, desarrollo unafe ciega en las posibilidades abierlasdel futuro. Durante los primeros 4afios que paso en la ciudad evitocon toda eficacia cualquier placerque pudiera alejarlo de su objeti-vo, el triunfo. Justo despues de po-ner el punto final a su tesis, conocioa Rosaura en la casa de uno de susmaestros mas queridos; su buenaeducacion y, sobre todo, su desen-fadado interes en el sexo, sentaronlas bases de un matrimonio maslleno de amistad y compaiierismoque de amor. Sus ponencias en laEscuela de Medicina pronto llama-rian la atencion de los burocratasdel Consejo Superior de Salubri-dad, del que paso a formar parteen los ultimos anos del siglo XIX.Creia que una serie de atavismosculturales propios de las clases bajasestaban estropeando el progreso yla eventual gloria de la nacion. Asique Marcos se dedico a instruir ycuidar a su sobrina como si se tra-tara de una cruzada tanto personalcomo profesional. Lo hizo con fir-meza, evitando cuidadosamente los

    124 mimos y los sentimentalismos.

    ^Le conte de mi vida entredoctores, Joaquin?

    Matilda conocio a Columba

    Rivera un viernes. Era, como eltio Marcos, medico. La segunda enel pais. Una mujer soltera y de 43afios. Marcos Burgos tenia la firmeconviccion de que lo mejor que lepodia pasar a Matilda era aprrndera llevar una casa y adquirir ciertosconocimientos basicos de primerosauxilios haciendose cargo de unenfermo. A los 16 afios, sin habervisitado todavia el centro de la ciu-dad o sus parques, Matilda se con-virtio en el ama de Haves, sirvienta,enfermera y dama de compafiia dela doctora Columba Rivera.

    Los afios que trabajo para ellay su madre pasaron volando. Casisin darse cuenta, Matilda aprendioa bafiar a la invalida, mantener unhogar en perfecto orden y regatearen los mercados con firmeza. Surostro se transformo. Las trenzasdieron lugar a un chongo apreta-do tras la nuca. Las carcajadas delas alegdas siibitas fueron sustitui-das por una sonrisa domesticada einvariable. Matilda olvido Papantlano por voluntad sino por distrac-cion. Cuando el tio Marcos vio susojos una maiiana de 1904 se sintiosatisfecho de su obra. Entoncessupo que la ciencia y la disciplinahabian derrotado a los fantasmasetilicos que destrozaron las vidas deSantiago y Prudencia Burgos.

    Esos mismos ojos descubrieronen la oscuridad de su cuarto el cuer-po herido de Castulo Rodriguezuna noche primaveral de 1905. Elnombre, por si solo, hace temblar

    JULIO 2007

  • Son las 10:15, Matilda empujala puerta de su cuarto y logra dis-tinguir un bulto tembloroso a lospies de su cama. En la oscuridad lasangre es aiin mas negra. Deberiagritar pero no lo hace, en lugar deeso se aproxima y roza su frentecon el dorso de la mano. Tiene fie-bre, Cuando el hombre finalmenteabre los ojos la luz de sus pupilasilumina el ambiente. Son de siipli-ca, miedo, fatiga, Enredados entresus cabellos sudorosos hay petalosrosas de la flor del durazno. Es elinicio de la primavera y el hombredebio haber saltado el muro traseropara llegar a su habitacion.

    Matilda sube el cuerpo a lacama, lo desnuda con destreza ycon lienzos de agua fria lo limpia;su espalda descubre el orificio pordonde sigue manando la sangre.Matilda va a la cocina y esterilizaun par de cuchillos. Ya en el cuartocoloca un pano de cloroformo sobrela nariz y la boca del hombre, Haceuna incision vertical sobre la heri-da. Un centimetro apenas, casi 2.Cuando toca la punta de la bala, laextrae con un par de pinzas. Luego,desinfecta la piel y lo venda.

    Al amanecer, cuando recoge laropa del herido, descubre la nota:Mi nonvre es Castulo Rodriguezy el govierno tiene toda la culpa delo que me pace. Soy el asote de lospatrones y la ravia de los desanpa-rados. Si tienes corason unete a lalucha contra la dictadura.

    Las faltas de ortografia la hacensonreir. Ahora mas que nunca esta

    convencida de que hizo lo correcto.Su juventud la sorprende. CastuloRodriguez no debe de contar conmas de 18 anos. Cuando las nochesde fiebre dan paso a un duermevelapacifico, Matilda sabe con certe-za que Castulo sobrevivira. En latercera noche, logra levantar losparpados con dificultad.

    Avisale a Tina susurra convoz tremula, Dile que estoy bien.Mesones, Mesones 35.

    La respiracion de Joaquin sedetiene en seco. Hay sucesos que nopuede olvidar, Diamantina Vicario.Mesones 35. Enciende un cigarrillo,Quiere oir la historia. Mientras lavoz de Matilda sigue cayendo pau-sada sobre la habitacion a oscuras,Joaquin efecdvamente logra verlas.

    En la pantalla de sus paredesaparece la imagen de Matilda. Esun sabado Ueno de viento y depolvo. Son las 8 de la maiiana. Vacon rumbo al mercado pero se diri-ge a otro lugar. Para llegar a la casaindicada tiene que detenerse variasveces a recibir indicaciones. Toca elporton con firmeza.

    (Es usted la senorita Tina?le pregunta. Diamantina Vicarioasiente en silencio.

    Traigo un mensaje de CastuloRodriguez: esta bien, en mi casa,Llego herido pero se esta recupe-rando. Lo atiendo yo misma.

    Diamantina, exhalando un sus-piro de alivio, le da las gracias. La 125invita a tomar una taza de cafe y, ala vez, se presenta. Joaquin fija estaultima imagen en la retina.

    JULIO 2007 ( 'ontenido

  • LIBRO CONDENSADODos dias mas tarde, Castulo

    abandona el cuarto. Lo hace dela misma manera en que llego:de noche. Sin avisar. Todo lo queMatilda sabe de la confianza loaprende en esos dias. Grasias portodo esto. Pronto volveras a saverde nosotros. C. R. En los mesesque siguieron a su partida, Matildacree cada minuto en la promesa deCastulo.

    Desde el dia que fue a la callede Mesones, Matilda se ha acos-tumbrado a dar pequenos paseospor la ciudad cuando va a comprarviveres. A veces se hinca frente alos altares de la catedral para pedirpor ellos. Su expectacion creee diacon dia. Entonces alguien se leadelanta.

    Eso no te va a servir de nada,Matilda es la voz de Castulo. Ahiestan sus cabellos oscuros, su cuer-po duro y escualido, su abrazo. Alsentir sus propios latidos, Matildase da cuenta de que nunca se haseparado de el, que nadie puedeescapar de los abrazos.

    E n la ciudad de Mexico hay13 fabricas textiles y masde 5,000 operarios traba-jan en ellas. Pagan solo 50centavos diarios a nifios y mujeres.Los electricistas, los tranviarios ylos trabajadores de la telefonicaErics.son ganan hasta 2,50 pesos al

    126 dia. Castulo Rodriguez recuerdacon precision cada cifra, y vuelve surostro a la gente reunida en tornoa la mesa.

    Esto es una injusticia su vozes firme y, a diferencia de su orto-grafia, no tiene fallas.

    La Causa. Los 7 hombres y4 mujeres reunidos en Mesones35 para escuchar los informes deCastulo se refieren a todo lo quehacen, a todo lo que dicen, a todolo que sienten como la causa. Lagran Causa. Matilda se siente pro-tegida, Uena de emocion.

    En los meses que pasan juntosno se cuentan la historia de susvidas. El pasado no existe, el pre-sente es efimero, solo el futuro esfirme y vasto. Castulo la visita denoche. Sin la luz del sol, su cortejoes transparente, univoco. Un abra-zo. La respiracion creciendo sintiempo. Confianza.

    Antes del amanecer, mientras else pone los pantalones y se calza loszapatos a toda prisa, le preguntaalgo. Qiiiere saber que puede hacerpor ella.

    Quiero volver a oir el pianode la senora Tina dice, tocarcon ella.

    Su respuesta le da risa. Viendolatender la cama, Castulo se da cuen-ta de que hay lugares dentro deMatilda a los que nunca podraentrar. El descubrimiento no lecausa pesar sino alivio.

    En los meses que pasan juntosbay prisa siempre, ausencias fur-tivas. Matilda, quien nunca le hapedido nada al tio Marcos, hoy Iepide que la deje tomar leccionesde piano. La respuesta tarda 4 diasen llegar; Marcos Burgos toma la

    Contonido juuo 2007

  • unica decision de la que se arrepeii-tira en su vida.

    En las reuniones de los miercolesy viernes siempre hay mas de 2 per-sonas. Hombres y mujeres entrancon noticias de nuevos atropellos.El periodico que les deja manchasnegras en las yemas de los dedosno es El Universal o El Impardal, sinoEl Hijo del Ahuizote donde, bajo elnombre de Tina Vica, Diamantinapublica comeiuarios criticos y bro-mas contra don Porfirio. A vecesDiamantina introduce papeletas ypanfletos en su maleta negra y de-saparece por dias. Castulo, sin ma-leta, hace lo mismo. Ninguno leavisa, ninguno le informa cuandollegaran. O si lo haran.

    En esos dias el nombre que ledan a Matilda es "La Dama". "Ladamita". Ella organiza los periodi-cos tirados por la casa, los botes depintura, los lapices. Ella preparacafe y lo sirve en una charola devidrio. Ella es quien finalmentecorta la hierba del jardin y poda losgeranios. Debido a sus cuidados lacasa de Mesones 35 se transformaen un lugar desconocido.

    No tienes que hacer esto, losabes, ^verdad? le dice Diaman-tina. El cuarto que debes limpiaresta detras de tus ojos, dentro de tucabeza. Las mujeres deben entraral cielo con los libros, con musica,no con escobas y trapos viejos,damita. Ponte lista.

    Cuando Tina Vica desaparece,Matilda echa de menos su risade cascabeles, sus manos volando

    sobre las teclas de marfil del piano.Hay un lugar bajo su piel que, afuerza de admiracion, Ueva gra-bado el nombre de Diamantina.Un tatuaje interior. Dos corazones.Tres.

    Los meses que pasan juntos tie-nen un final. Junio de 1906. Lasnoticias de Cananea en los periodi-cos. Estadisticas parcas de muertosa manos de extranjeros y de laguardia nacional. Castulo insiste enque es solo el inicio. Luego, en octu-bre, Diamantina toma un tren connambo a Veracruz. Rio Blanco. Nopermite que ni Clstulo ni Matildala dcspidan en la estacion. Joaquinvuelve a decirle adios otra vez en elanden lleno de gente, antes, muchoantes de todo. Cultiva la imagina-cion. Un be.so ligero en los labios.Los amantes se despiden sin sabercuando volveran a encontrarse.

    El plan liberal de 1906 exigiauna Jornada de trabajo de 8 horas,el derecho a huelga. Ademas deelecciones democraticas, tambienexigia la restitucion de tierras a lascomunidades indfgenas. Al enterar-se del manifiesto Marcos Burgos seconvencio de que ni la disciplinani la higiene bastaban para miti-gar los instintos irracionales de losprimitivos con los que compartiatodo un pais. El 7 de enero de 1907Uegaron las noticias de Rio Blanco.Diamantina Vicario no regreso. Lagran Causa. Cadaveres en exhibi- 127cion. Marcos Burgos aplaudio lasmedidas empleadas por el presi-dente Diaz para proteger el futuro.

    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO CONDENSADOlas buenas costumbres, la soberaniade la nacion. Frente a un espejo desu cuarto, Matilda corto sus trenzasen 2. Luego, sin despedirse, aban-dono la casa.

    Joaquin Ueva 19 dias imaginan-do sin error la reaccion del doctor.Eduardo Oligochea es un hombreque pocas veces deja pasar la opor-tunidad de ejercer su poder.

    No vale la pena arriesgar sutrabajo por ella, don Joaquin. ^Creeque nadie se da cuenta?

    No se preocupe doctor.Los pasos que llevan a Joaquin

    hacia su cuarto tienen la fragilidaddel que ha sido herido 2 veces porel mismo error. La siguiente vezque ve a Matilda en las hortali-zas del manicomio tiende su brazocomo si se encontrara en un paseocampestre, en la fila de un cine.

    ^Te dijo alguna vez Castuloquien lo iba persiguiendo la nocheque llego a tu cuarto?

    Si le toma las manos, aca-ricia su cabello, dijo que fue elazar. Nada mas.

    Es el 21 de marzo de 1921. Ytodo esta en su lugar.

    E sta es la historia que Matildarecuerda en el tren que loslleva desde Mixcoac a la ciu-dad de Mexico. Fuera. Es demafiana, y por la ventanilla el pai-saje parece iluminado por una luz

    128 irreal. Joaquin le ha tomado una desus manos y la sujeta como si se tra-tara de un ancla. Su rostro todaviano sabe que hacer con la alegria.

    / i l l . I f / , ? # . 'Esta es la historia que Matilda secuenta a si misma en silencio mien-tras los 2 dejan el manicomio en elolvido.

    Despues de abandonar la casade su tio, Matilda Burgos cami-no por la ciudad sin rumbo y sinmemoria. Durmio en plazas, bajolos porticos de las puertas trase-ras de las iglesias. Nadie la viollorar. Castulo la encontro unamaiiana sentada frente al piano deDiamantina, inmovil, con la mira-da perdida. Una estatua. La cargo,la deposito en la cama y, tal comoella lo habia hecho meses antes,se dedico a limpiar su cuerpo concuidado. Cuando termino Matildadormia ya.

    Desperto 2 dias despues como sinada hubiera pasado. El hermetis-mo de Matilda fue absoluto. Asi, laausencia de Diamantina fue todasuya. Colecciono sus recuerdos ylos coloco en un lugar recondito.Despues cerro la puerta y le puso elcandado del silencio.

    Castulo, aunque lo quiso, nopudo hacerse cargo de Matilda.Vivia a salto de mata, corriendounos pasos mas delante de su pro-pia muerte dia tras dia. Le propusoque buscara trabajo en las textileraso en la cigarrera de la Ciudadela.Matilda le prometio que asi lo hariay, antes de despedirse de el, tambienle aseguro que iba a sobrevivir.

    Poco despues consiguio unempleo como operaria en la ciga-rrera El Buen Tono: 35 centavos aldia, 12 horas diarias. Las mujeres

    Contenido JULIO 2OC7

  • de la fabrica le tomaron aprecio.Una de ellas le alquilo un catre enun rincon de su cuarto de vecindady otra, al descubrir que sabia escri-bir, la invito a compartir sus tortillasy frijoles a cambio de una docenade eartas de amor.

    Matilda se adapto a su nuevasituacion rapidamente y conbuen humor. Ni la seflora EstherQuintana y sus 2 hijos, con quie-nes vivia, ni ninguna otra de lasmuchachas del Buen Tono la oyeronquejarse jamas. Sin embargo, habiaeosas, actitudes, que Uamaron suatencion. Diferencias. Matilda dabalos buenos dias y se aseaba a diarioaunque no hubiera jabon. Cuandolos hijos de Esther se enfermabansabia perfectamente que remediodebian tomar. Pronto los veci-nos empezaron a presentarse ensu vivienda con nifios afiebrados,maridos en pleno delirium tremensy nueras con fracturas. Matilda,sabiendo que las medieinas estabanfuera de su alcance, les recomen-daba tes, ungiientos o simple feen Dios entre sonrisas y palabrasalentadoras. Como agradecimien-to, sus pacientes le regalaban lajitasde jabon, aziicar, hilaza de colores.Todo lo compartia con Esther y sus2 hijos. quienes, como los demas, laUamaban "la doctorcita".

    Entre las operarias de la cigarre-ra no eran raras las enfermedadessiibitas y las muertes imprevistas. AMatilda la despidieron por aban-donar sus tareas un dia que tuvoque Uevar a Esther a] hospital. La

    En los meses quepasan juntos hay

    ausencias furtivas.Diamantina, con

    panfletos en su maleta,desaparece por dias.

    Castulo lo mismo.Ninguno le avisa cuandollegaran. 0 si lo haran.

    mujer se desmayo sobre su maqui-na y, luego, su cuerpo se sacudiopor convulsiones. Los doctores ladesahuciaron. La muerte solo tardouna semana en llegar.

    Matilda empezo ejerciendo comoaislada de primera clase en casas deeitas sin lieencia. Trabajaba por lanoche, y al amanecer regresaba ala vecindad de Balderas. Los hijosde Esther se abstuvieron de hacerlepreguntas y los vecinos, al tantode sus obvias correrias, la mira-ban con tristeza y comprension.Desempleada y con 2 hijos ajenosque mantener, Matilda habia toma-do la unica decision posible. Justocomo habia pasado entre las ciga-rreras, las muchachas del hotel SanAndres le tomaron aprecio. El apodode "La Diablesa", como todo nom-bre de guerra, lo gano despues,precisamente en la guerra.

    Un sabado de octubre el SanAndres se lleno de estudiantes de

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    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO CONDENSADOmedicina. El problema empezocuando un muchacho salio de suhabitacion a medio vestir, quejan-dose a gritos. El duefio de la casasubio a averiguar lo que pasabay un par de muchachas, entreellas Matilda, lo siguio de cerca.Desnuda, con la cara enrojecidapor la rabia, la mujer dejo en claroque el muchacho estaba tratan-do de pasarse de listo. Pronto seenfrascaron en una batalla campalentre botellas rotas, gritos y mano-tazos, Cuando los 2 agentes de laInspeccion liegaron, se deshicieronde los estudiantes de inmediato y sedispusieron a llevarse a la prostitutapresa. Matilda se opuso y les propi-no un discurso improvisado sobrela justicia, sus derechos laboralesy la falta de compasion. Las carca-jadas de uno de los agentes saca-ron a la muchacha desnuda de suscasillas y, con la fuerza que provocala adrenalina, tomo una silla yse la rompio en la cabeza. El segun-do agente saco una pistola y enca-iiono a la muchacha,

    Si lo haces dijo Matilda yaenvalentonada, todas te mata-mos aqui,

    Su triunfo sobre los estudiantesprimero y los 2 agentes despues laUeno de orguUo y de ahi nacio suleyenda, Mientras tanto no dejo deabrazar el cuerpo desnudo de unamuchacha a quien su aficion por

    130 un collar de falsas gemas le habiaganado el apodo de "La Diaman-tina". Matilda habria hecho cual-quier cosa por volver a pronunciar

    su nombre otra vez. El nombre. Enla madrugada sola, sin clientes ya,las 2 durniieron en la misma cama.Matilda Burgos habia encontradosu igual,

    Algunas tardes, antes de empe-zar a trabajar, cuando las mujeresse reunian en la sala, alrededordel piano, en espera de clientes,Matilda y Ligia ensayaban pasosde baile al ritmo de la musica.Pronto la practica que inicio comoun juego adquirio matices de unapuesta en escena, "La Diamantina"quiso representar una parodia deSanta. Ninguna de sus piezas pro-dujo mas risas y aplausos entrela concurrencia, y fue gracias aella que consiguieron trabajo en LaModernidad.

    El duefio de la casa de citas, unaristocrata venido a menos cuyalinica debilidad consistia en ves-tirse de mujer, fue a verlas unanoche, Madame Porfiria, como sehacia Uamar, quedo fascinado, Deinmediato empezo a hacer calcu-los sobre sus posibles ganancias.Cuando terminaron, en lugar deirse a las piezas de arriba conalgun cliente, se fueron colgadasde los brazos del amigo estrafalarioy supieron a ciencia cierta que noregresarian jamas.

    La Modernidad era una casa ano-dina, localizada por el rumbo delSalto del Agua. No faltaba, sinembargo, en la atmosfera un exo-dsmo muy de moda. Matilda yLigia siguieron haciendo presenta-ciones, aunque ninguna logro supe-

    Contenido JULIO 2OO7

  • rar el exito de su parodia de Santa.Ocupando toda la sala de estar,probaban nuevas melodias en elfonografo y desarrollaban libretoscada vez nias eroticos y atrevidos.El espectaculo de sus bailes lo devo-ro todo y se convirtio en su linicarealidad.

    "La Diamantina". Matildaconti-nuo pronunciando su nombre comosi fuera un talisman, su unica salva-cion pero, como es comiin cuandouna palabra se repite muchas veces,con el tiempo perdio su signilicadoy poder. El dia en que mirando losojos de Ligia descubrio a alguienmas en ellos se echo a reir. Era unhombre de tez morena y modalesatrevidos que la cortejo con piedrasde colores, vestidos de seda, boletospara el Teatro Ahreu y la vaga prome-sa de salir de la ciudad.

    Este es "El Jarameno", ^;ver-dad? le pregunto Matilda mien-tras la vei'a doblando vestidos ycolocando sus cajitas de joyas enuna maleta. Su voz estaba Uena deironia.

    Pues es el sueiio de toda puta,(.Mio? Tii deberias hacer lo mismo.

    Cuando la vio bajar las escale-ras, Matilda solo pudo repedr sunombre una y otra vez hasta que,sin llorar, se convirtio en un pro-ducto mas de su imaginacion.

    Una vez, hace muchos anos,tu me toniaste una fotografia laspalabras fueron apenas murmu-radas cerca de su oido derecho.Un secreto dicho en un tren. Unarevelacion.

    Lo se le dice Joaquin conlos ojos abiertos. Los autos enmovimiento son en realidad mashermosos que la victoria alada deSamotracia.

    S u nombre es Paul Kaniack.Su aficion son las causasperdidas. Matilda lo sabede inmediato al verle losojos pequeiios, hundidos, azules.Un extranjero.

    ^;Es una historia de amor?el eco de su voz se pierde en lacasa a oscuras.

    Si la respuesta tambien.La loca y el morfinoniano estan

    tendidos sobre los sillones de la sala.Las sabanas blancas que han prote-gido los muebles por aiios enterosyacen en el suelo.

    Matilda menciona que le hubie-ra gustado conocer a Paul Kamackanos atras. Antes. En otro lugar.En esos dias encontrarse con uningeniero de los Estados Unidosno era dificil. Habia cientos tra-zando mapas, identificando minas,planeando el tendido de los rieles,construyendo fabricas.

    Paul Kamack se intereso enMexico siendo todavia estudiante.Lo que logro captar su interes fue-ron las estadisticas que presentabanal pais como un perenne cuernode la abundancia. Flso era lo suyo.En 1900, cuando llego a Real deCatorce con los ojos cansados yla ropa Uena de poKo. supo quehabia encontrado su propio desti-no, sin embargo, no pudo quedarse.

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    JULIO 2007 Contenido

  • LIBRO CONDENSADO

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    Su destino, si existia, tendria queesperar.

    En 1905 Uego al puerto deVeracruz. El cansancio y la gripalo obligaron a quedarse unos diasen la ciudad de Mexico. Veniavacio, sin meta alguna en la cabeza.Su mujer y su unico hijo habianmuerto durante el trabajo de partoy si se habia decidido a regresar aCatorce era menos por los afanesde conseguir fortuna y mas por elpaisaje lunar ante el que alguna vezse habia rendido.

    Pasaba enfrente de los apara-dores de IM Pansina y le pareciograciosa la figura de una mujeracariciando los rollos de seda comosi se tratara de un cuerpo. Se detu-vo. Entro a la tienda. Cuandoun empleado se dirigio a ella porsu nombre y le pidio que salieradel lugar, se dio cuenta de que laactividad no era inusual. Matilda.Matilda Burgos.

    Los 3 anos que paso en Realantes de decidirse a regresar a laciudad de Mexico los consumiotrabajando bajo la tierra. Con lafuerza univoca de los que lo hanperdido todo en la vida, Pablono tuvo otro objetivo en menteque extraer la plata de las minas.Pero todo tuvo que detenerse porlalta de capital. Real de Catorcese convirtio en unos cuantos anosen la irrealidad. La mayoria de losoperarios decidieron buscar mejorsuerte en el norte y la poblacionse redujo. Cuando en 1908, sinfamilia ni prospectos ni alegria.

    decidio tomar el Laredo-Mexicoen la estacion de Venegas, todavialo animaba la descabellada ideade encontrar un negociante quequisiera aportarle algo de capital.Tenia entonces 40 anos y 3 de notocar mujer.

    Sabia que no encontraria anadie dispuesto a compartir sucapital, sabia que la plusvalia delcomercio era mucha coniparadaa lo que podia sacar de las minas,pero lo que no sabia era que la vol-veria a ver. Matilda caminaba porla ciudad como si se encontrara yaen el desierto. Esta vez la siguio delejos hasta que la vio entrar por laspuertas de La Modernidad. La obser-vo durante dias. Luego, despues decomprar 6 metros de seda piirpura,la abordo en la calle.

    La vi hace dias en La Pansinale dijo, pense que esto le gus-taria. Seis metros.

    A ti te gustan las causas per-didas asevero ella sin dejar desonreir . A mi tambien.

    Pero la historia de amor noempieza ahi. Tuvieron que pasardias de sol y noches sin luna. Lasganas de salir corriendo. El futu-ro. El pasado. Y lo que esta justoen medio de ellos. Para llegar alabrazo tuvieron que pasar ellosmismos.

    En la estacion de Venegas lesuplica que camine 12 kilometroscon el a la orilla de los rieles. Unritual. Si lo hubiera conocido antes,en otro lugar, Matilda no recordariael nombre que recuerda mientras

    C o n t e n i d o . JULIO 2OO7

  • avanza. Diamantina, la primera.En el desierto, el tiempo se detieney las emociones se confunden. PaulKamack. Su nombre le produce laprimera ternura real de su vida.

    El amor no se puede contar. Elamor es inicuo. Esta hecho de ges-los anodinos y costumbres dificilesde cambiar. El amor es los anos quejjasan uno tras otro sin variar. Enel desierto el amor es una planiciedonde no crece nada, una mina {[ueescupe plata de cuando en cuando,un parroco que se muere, la falta deagua.

    Dia tras dia, Matilda y Pablovieron partir familias enteras. Solose dieron cuenta que habia unarevolucion cuando empezaron lossaqueos de la maquinaria, el des-mantelamiento silencioso de lasbombas de vapor y los malacates.Despues todo se volvio silencio.Ahora solo quedaba la tierra secay un cielo sin nubes. Ni como ente-rarse que fuera, el pais entero, todoestaba igual.

    Pablo esta agotado. Ya no tienefuerzas para encontrar otro lugar.Por dias enteros planea con tododetalle su propio fin. Sin color,alrededor de la mesa donde hancompartido sorbos de silencio, loI'mico que puede pedirle es perdon.La dejara absolutamente sola y sincorazon.

    Me voy a morir, Matildamur-niura. Ella lo oye sin parpadear.Me voy a matar.

    Cuando lo ve incorporarse de lasilla, ella se queda sentada. Despues,

    Con la fuerza de losque lo han perdido

    todo, Pablo no tuvo otroobjetivo que extraer

    la plata de las minas.Pero Real de Catorcese convirtio en unoscuantos anos en la

    irrealidad.

    la figura masculina cruza el unibralde la puerta y, desde alii, la mujerve como su cuerpo avanza y seempequenece en la distancia; luegoya no ve nada. Cuando escucha losecos lejanos de la explosion hay 3estrellas sobre su cabeza.

    La niafiana siguiente. Matilda semete a su casa y la observa comosi nunca lo hubiera hecho antes.Todo lo acomoda organizadamen-te, con calma. El aire que entra ysale de su boca es sosegado. Sinpensarlo, riega los pisos con petro-leo y, desde la puerta, arroja uncerillo encendido. Las Uamaradasque observa sentada sobre una rocala hacen sonreir.

    Puera: desierto: dentro. La dife-rencia es nula.

    Cuando Matilda vuelve en si esabril de 1918. En el tren de regreso 133a la capital lo linico que oye es eleco de la explosion; lo linico queve a traves de las ventanillas son las

    JULIO 2007 (Contenido

  • LIBRO CONDENSADO

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    llaniaradas tras las cuales desapare-cio su vida.

    M atilda Burgos y JoaquinBuitrago se han perdidotodas las grandes ocasio-nes historicas. Cuando larexolucion estallo, ella estaba den-tro de un amor hecho de biznagasy aire azul, y el en la duermeveladesigual de la morfina. Ningunose entero del dia exacto en que elpresidente Diaz salio exiliado enel Ipiranga ruinbo a Paris. Ningunode los 2 formo parte de la muche-dumbre que festejo la entrada deFrancisco I. Madero en la ciudadde Mexico, y ninguna de las balasde la Decena Tragica los hirio.Nunca vieron a Victoriano Huertaen cantina alguna y, aunque pre-senciaron el desorden, no se nioles-taron en leer los periodicos con lasnoticias de la invasion norteameri-cana. Cuando Emiliano Zapata yFrancisco Villa se otrecieron la siUapresidencial el uno al otro, Matildaestaba absorta viendo las burbujasdel agua en punto de ebullicion enuna oUa de barro, y Joaquin solousaba su cabeza para recrear ellantasma de Alberta. Los dias enque los generales, los profesionistasy todos los hombres importantesdel pais se reunieron en Queretaropara redactar una nueva constitu-cion, Matilda los paso examinan-do una bomba de vapor oxidadaal lado de Pablo, mientras queJoaquin estaba en el hospital debi-do a la Falta de enervante. Los 2

    anduvieron siempre en las orillas dela historia y siempre, sin embargo,dentro. Muy dentro.

    En 1921, al caminar por la ciu-dad, las cosas no son muy dis-tintas para ellos. Tomados de lamano, avanzando tentativamentesin direccion alguna en realidad,Matilda y Joaquin son 2 notas quedesafinan en el concierto de lanueva ciudad.

    Lo que ellos hacen en esos diases arreglar la casa de Santa Mariala Ribera. Poco a poco se ha vueltoun lugar habitable una vez mas.Pero todo es distinto. De todoslos muebles solo han conservadouna mesa de caoba, 2 sillas y unsillon, y todo lo demas lo han idocortando como lefia. Al anochecer,alunibrados por las llaniaradas dela chimenea, se recuestan uno allado del otro con la ropa puesta eintercambian las palabras que leshacen dafio. Aunque se abrazany se acurrucan con desenfado, sutacto no es sexual. El amanecer lossorprende despiertos y es entoncescuando, siguiendo el horario deJoaquin, los 2 pueden por fin dor-mir. En paz.

    El dia en que el dinero que obtu-vo por sus estudios fotograficos seagota, Joaquin se bafia y se pone suunico traje negro. Entre los papelesque su padre dejo revueltos en loscajones del escritorio encuentra eltestamento y la direccion del abo-gado de la familia. El despacho estaen el tercer piso de un edilicio en lacalle de Bolivar. Arturo Loavza. Al

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  • \erlo, la sorpresa en los ojos de unlicenciado joven y relamido es sin-cera. Joaquin es un hombre al quetodos creian muerto.

    Perdone la sorpresa, seiiorBuitrago, pero usted comprende-ra. No hemos tenido noticias deusted en afios. Ademas se presentosin avisar. Necesito tiempo paraanalizar los documentos y ver quepodemos hacer por usted.

    Ademas de la casa de SantaMaria hay cuentas de banco, pro-piedades en Cuernavaca, terrenosque se han convertido en parte delbarrio de la Condesa, inversionesen fabricas textiles y una farmacia.Joaquin sabe que, para obtener-los, solamente necesita un certifi-cado medico. La maldita morfi-na. El linico doctor que eonocees Eduardo Oligochea. Mientrasaguarda, se acerca a la ventana y,al observar el ir y venir de los auto-moviles sobre las calles estrechas,lo acomete un ataque de nostalgia.dCuando cambio todo esto?

    Como usted sabe, mi padre,que en paz descanse, Uevo todos losasuntos del suyo. Todo parece estaren regla. Lo que vamos a necesitar,y no me lo tome a mal, es un cerd-ficado medico. Es una clausula deltestamento.

    Se lo traere en unos dias.Todo esta ahora en orden. Todo.

    En su camino a Mixcoac, repasalas frases de suplica, los ruegos. Alfinal solo se encomienda al azar. Yol azar, por unica vez, le enseiia sumejor cara. El doctor Oligochea

    pasa por uno de sus dias de mashastio. Joaquin desgaja poco a pocoel motivo de su regreso. Le estaofreciendo la mitad de todo lo queposeera a cambio de un certificadodonde quede escrito que no hayuna sola traza de morfina en suorganismo.

    Es el negocio de su vida, laoportunidad que se le ha negadosiempre. La respetabilidad por fin.El triunfo. Los hombres en buscade progreso siempre son los masfaciles de sobornar.

    Yo le llevare el documentopersonalmente a su casa.

    Joaquin aprovecha su regresopara llevarse el baiil donde guar-da todas las cosas de su vida.Eotografias. Todo lo demas sequeda en su lugar.

    Matilda se entretiene viendo lasfotografias. A pesar de las conver-saciones nocturnas y de los abra-zos, hay ciertos limites que nuncacruzan durante las horas del dia.Matilda no hace comentario algu-no pero despues de verlas lo obser-va con mas pasmo que curiosidad.

    Joaquin, tiene que hablarmeMatilda Ie muestra la fotografiade Diamantina que trae en susmanos. Al veria, una sonrisa sequeda esculpida en los labios delfotografo.

    Pero si fuiste tu la que pro-metio contarme una historia muylarga, ^te acuerdas? 135

    Tenemos todo el tiempo pordelante dice la loca. Los 2 son-

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    El nombre de Alberta tarda enllegar pero, cuando Uega, Joaquinentrecierra los ojos, como si estuvie-ra bajo la luz directa del sol. Estana la orilla de un Ho. Joaquin la estaabandonando, Le ha dicho que haypreseas esperandolo, becas, viajesa los Estados Unidos, libros con sunombre impreso, exposiciones. Nolo puede echar todo por la borda acausa de una mujer,

    Ni siquiera por ti Alberta ledice, Le ha dicho que lo linico quenecesita para ser feliz es una lente,un cuarto oscuro, los productosquimicos que develan imagenesineditas al mundo,

    Y la obrera romana enciende uncerillo y lo coloca bajo la palma desu mano.

    Maldigo el dia en que teconoci, Joaquin Buitrago, Maldigoa tu padre y a tu madre, a los hijosque no tendras, a las mujeres quetengan la mala suerte de dormira tu lado. Maldigo tu casa, loscielos que nublen tu cabeza. Tununca triunfaras. Maldigo tus ojosque no saben ver, Esta quemadurate la debo a ti, Joaquin, Esta que-madura te va a doler el resto detus dias.

    A un metro de ella, observandolasin atreverse a decir nada, Joaquinrecoge su chaqueta, su sombrero y,dandole la espalda, piensa que elno se deja consumir por la pasionde una mujer.

    Cuando Arturo Loayza se pre-senta sin avisar, los 2 estan en unsueno letargico. Avanzando con

    cuidado, el abogado deambula porla casa en contenido silencio. Masque llamar su atencion, las foto-grafias que cubren las paredes lehieren la mirada. Las mujeres des-nudas en poses sugerentes que havisto en otros retratos son verdade-ramente diferentes. Estas mujeresestan pasadas de moda y parecen,ademas, de verdad. Luego vienenlas fotografias de objetos alrededorde los cuales la humanidad es solouna ausencia.

    No busque la belleza en ellasporque no la va a encontrar lavoz de Joaquin lo sacude.

    Si yo hubiera hecho estetrabajo estoy seguro que ya seriafamoso,

    Si tu hubieras hecho este tra-bajo, Arturo, estoy seguro que esta-das tan maldito como yo declaraJoaquin y luego sin dar tiempo acomentarios aiiade: ^Se te antojaun cafe?

    Cuando Matilda Burgos se lesune en la sala, el fotografo la pre-senta como su esposa. La sorpresade sus 2 interlocutores no lo hacedudar ni retractarse. Ante sus mira-das inquisitivas y amorosas, Matildaaflora mas que nunca volverse invi-sible. Por eso no dice en voz alta loque esta pensando: Yo no soy laesposa de nadie, Joaquin,

    Alrededor de la mesa, mientraslos hombres leen documentos, dis-cuten cifras y se ponen de acuerdosobre el monto de las rentas men-suales, Matilda se va a otro lugar.Esta a la orilla del desierto a donde

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  • ha ido para estar sola. Sola al ladode Paul Kamack. Son los aiios masfelices de su vida, los anos pacificosen que no tiene que dar respuestas.^Te dije alguna vez, Pablo, que soyJeliz?" Una explosion. Todo acabacon los ecos de una explosion.

    Hay mafianas en que Matildadesayuna sus propias unas. Ahi,dentro de la casa de Santa Mariaempieza a sofiar con el resto, todoslos afios que le faltan para morir.Deben ser pacificos y silenciosos;deben seguir el uno al otro sin suce-so alguno, sin identidad. Matildaesta construyendo su paraiso. Aliino hay visitantes y a nadie le impor-ta su pasado, su futuro.

    En las tardes de otono la prisaaumenta. Cada vez hay menos cosasque decir. La mirada de Joaquin losabe antes que su cabeza: Matildase ini. Alrededor de su cuerpo hayuna distancia transparente que nopodra cruzar jamas. La loca lo mirainquisidora, sin bondad. Yo no soyla esposa de nadie, Joaquin. Ladecision habia sido tomada muchosanos antes y ni siquiera un cataclis-mo la cambiarfa.

    Tu no eres el esposo de la vai-nilla le dice. Nadie me puedeproteger; nadie puede velar misueiio. Yo sola hallare la forma deescapar, Joaquin. Nadie me salvara.(iNo se da cuenta?

    Lo esta dejando absolutamentesolo con sus fotografias. El orgu-llo le impide Uorar. Su desnudezabsurda de hombre sentimental leda verguenza.

    Joaquin Buitragoquiere luz y aire, ias

    imagenes de una vidanormai. Quiere otra

    oportunidad, encontrarotro iugar en el mundo,pero no hay nada que

    pueda hacer con iaaiegr[a.

    Debes saber que te he amado,Matilda.

    Lo se murmura. Tii que-rias a una loca en tu casa para quela casa fuera distinta.

    Su aplomo lo esta sacando desus casillas. Sena mejor que le per-mitiera sentir pesar o remordimien-to, rabia, desazon, pero las palabrasde Matilda solo le producen des-concierto.

    Ahora, despues de la partida,Joaquin Buitrago manda traermuebles y se deshace de las corti-nas. Ser feliz. Quiere luz y aire,las imagenes de una vida normal.Quiere otra oportunidad, encon-trar otro lugar en el mundo.

    En ese momento un cosquilleorepentino recorre su columna ver-tebral y lo obliga a incorporarse.Es la prisa. El reconocimien- 137to lo hace sonreir. Todavia nohay nada que pueda hacer con laalegria.

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    A ltagracia Flores de Elizalde,Esperanza Gardufio, PedroSanta Ana, CresenciaGomez, Everardo Ponce,Cirila Esquivel, Rafael Mexica,Teresa Olivares, GuadalupeQuintana, Juan Neponiuceno,Margarita Vazquez, CarmeloBuendia, Gandida Barajas, ErosAlessi, Gastulo Rodriguez. MatildaBurgos los ve morir, uno tras otro,durante los 28 anos que pernianeceen el manicomio La Gastaneda.Dice que todo empezo una nochede julio cuando un grupo de sol-dados le atajo el paso en la calle,Iba saliendo de trabajar del TeatroFdbregas y se nego a hacerles favoressexuales. Los soldados la manda-ron a la carcel y ahi un medico lediagnostico inestabilidad mental.Despues no menciona nada mas.En 28 anos ningiin suceso la per-turba y nada la hace Uorar. Conel tiempo ha aprendido a reirse detodo. Gon el tiempo ha empezado aescribir y ha dejado de escribir.

    Te dije que volverias a saberde mi, jte acuerdas Matilda? sonlas primeras palabras que Castulopronuncia cuando la ve cruzar la

    puerta. El amante de 18 aiios. Nosabe estarse quieto.

    Los 2 Hen con calma bajo elvaiven de los castafios. Despuesse callan, no tienen nada mas quedecir. El silencio es la burla perfectade la razon.

    Extrafio a Diamantina men-ciona con la mirada extraiiamenteinmovil, entristecida.

    Yo tambien,Esta es la linica conversacion

    que entra en los recuerdos de Ma-tilda antes de caer, Es un segundoapenas, Derrame cerebral. 7 deseptiembre de 1958. ^Gomo se con-vierte uno en una loca?

    A su lado no hay nadie quelamente lo que ha sido, lo que es.

    Gertificado de defuncion, Ma-tilda Burgos, Papantla, Veracruz,1885, Fenienino, 73 anos, Soltera.Ninguna religion. 7 Septiembre1958, 4 horas. Hemorragia cerebralno traumatica 10 dias, Hiperten-sion esencial 5 aiios, Esquizofrenia38 afios, Rosa Maria Puente Prieto.Gedula 24677 SSA. Mexico, D.E7/9/58. Exp. 6353, ManicomioGeneral.

    Dejenme descansar en paz.CNada que decirEl acwiado: Seiior juez, yo estaba parado eti un alto cuando esteindividuo me embistio a toda velocidad, aboUo la parte posterior delcoche y hundio la cajuela, ^Gomo es posible que diga usted que yo tuvela culpa?El juez: Porque usted la tuvo.El acusado: Pero, ^por que?El juez: Porque el padre de este sefior es el presidente municipal, sumadre es diputada y yo soy novio de su hermana.

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