arrebatados o rapto

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Arrebatados o rapto Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito 2: 13. Cristo pronto vendrá por segunda vez. De ello deberíamos conversar frecuentemente. Debería ser el pensamiento predominante en nuestras mentes. Vendrá con poder y gran gloria, y todo ojo lo verá. Todos los santos ángeles lo acompañarán. Acerca de esta compañía, Juan escribe: "Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones" (Apoc. 5: 11). La trompeta aún no ha sonado. Quienes han descendido a la tumba todavía no han exclamado: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15: 55). Los justos muertos aún no han sido arrebatados con los santos vivos para encontrarse con su Señor en el aire. Pero se aproxima el tiempo en que las palabras pronunciadas por el apóstol Pablo se cumplirán: "Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4: 16, 17). Para ser semejantes al Salvador, debemos ser transformados (véase Fil. 3: 20, 21). Ahora es el tiempo de introducir en nuestra vida diaria las virtudes de la vida de Cristo. No hay tiempo que perder. Si fracasamos en la edificación de nuestro carácter, perderemos la vida eterna. Debemos edificar sobre el verdadero fundamento. . . Debemos hacer la obra de Cristo y estar constantemente velando y orando. Entonces estaremos preparados para su venida y para recibir la vida eterna. Todos los que deseen pueden ser vencedores. Esforcémonos fervientemente por alcanzar el nivel que se nos indica. Cristo conoce nuestras debilidades, y podemos recurrir a El diariamente

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Arrebatados o raptoAguardando la esperanza bienaventurada y la manifestacin gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Tito 2: 13.Cristo pronto vendr por segunda vez. De ello deberamos conversar frecuentemente. Debera ser el pensamiento predominante en nuestras mentes. Vendr con poder y gran gloria, y todo ojo lo ver. Todos los santos ngeles lo acompaarn. Acerca de esta compaa, Juan escribe: "Y mir, y o la voz de muchos ngeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su nmero era millones de millones" (Apoc. 5: 11).La trompeta an no ha sonado. Quienes han descendido a la tumba todava no han exclamado: "Dnde est, oh muerte, tu aguijn? Dnde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Cor. 15: 55). Los justos muertos an no han sido arrebatados con los santos vivos para encontrarse con su Seor en el aire. Pero se aproxima el tiempo en que las palabras pronunciadas por el apstol Pablo se cumplirn: "Porque el Seor mismo con voz de mando, con voz de arcngel, y con trompeta de Dios, descender del cielo; y los muertos en Cristo resucitarn primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Seor en el aire, y as estaremos siempre con el Seor" (1 Tes. 4: 16, 17).Para ser semejantes al Salvador, debemos ser transformados (vase Fil. 3: 20, 21). Ahora es el tiempo de introducir en nuestra vida diaria las virtudes de la vida de Cristo. No hay tiempo que perder. Si fracasamos en la edificacin de nuestro carcter, perderemos la vida eterna. Debemos edificar sobre el verdadero fundamento. . . Debemos hacer la obra de Cristo y estar constantemente velando y orando. Entonces estaremos preparados para su venida y para recibir la vida eterna.Todos los que deseen pueden ser vencedores. Esforcmonos fervientemente por alcanzar el nivel que se nos indica. Cristo conoce nuestras debilidades, y podemos recurrir a El diariamente en busca de ayuda. No es necesario que obtengamos fortaleza con un mes de anticipacin. Hemos de triunfar da a da.Esta tierra es el lugar de preparacin para el cielo. El tiempo que pasamos aqu es el invierno del cristiano. Los vientos fros de la afliccin soplan sobre nosotros, y las olas de los problemas nos arrollan. Pero en un futuro cercano, cuando Cristo venga, las penas y los lamentos habrn desaparecido para siempre. Entonces ser el verano del cristiano. Todas las pruebas habrn concluido, y no habr ms enfermedad ni muerte. "Enjugar Dios toda lgrima de los ojos de ellos; y ya no habr muerte, ni habr ms llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apoc. 21: 4) (Manuscrito 28, del 24 de octubre de 1886, "La esperanza puesta ante nosotros", sermn predicado en Nimes, Francia). 310