arqueologia y prehistoria

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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID FACULTAD DE FlLOSOFlA Y LETRAS DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA

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Page 1: Arqueologia y Prehistoria

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID FACULTAD DE FlLOSOFlA Y LETRAS

DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA

Page 2: Arqueologia y Prehistoria

UQflVERSlDAD AUTONOMA DE MADRID

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS

CUADERNOS

D E

A Y ARQUEOLOG

DEPARTAMEMTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA

MADRID - 1974

Page 3: Arqueologia y Prehistoria

La publicaci6n de este numero de CUADERNOS DE PREHISTORIA Y AR- QUEOLOGIA se ha hecho posible gracias a 10s fondos de <<Ayuda a la investiga- ciona asignados a1 Departamento por la Direction General de Universidades e Investigaci6n.

ORNIGRAF - Depcirito Legal: M-39.053-1974

Page 4: Arqueologia y Prehistoria

DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA )/ ARQUEOLOGIA

Director:

Dr. D. Gratiniano Nieto Gallo.

Prof. Agregado:

Dr. D. Josd Sanchez Meseguer.

Profs. Adjuntos:

Dra. Diia. M." Angeles Alonso Sanchez.

Dr. D. Fernando Gimeno Rua.

Dra. Diia. M." Concepcibn Blasco Bosqued.

Dra. Diia. Marina Picazo Gurina.

Dra. Diia. M." Encarna Sanahuja Y11.

Profs. Especiales:

Dr. D. Josd Luis de Beas Herrero.

Dr. D. Jos6 M." Cabrera Garrido.

Profs. Ayudantes:

Diia. Trinidad Najera Colino.

Diia. Concepcibn Puertas Garcia.

D. Alfonso Caballero Klink.

Diia. M." del Carmen Fernandez Ochoa.

Page 5: Arqueologia y Prehistoria

CoZaboradores:

Dfia. Manuela Bartbelemy Gonzalez.

Dfia. Arnparo Hernando Grande.

Diia. M." Josefa Santos Coronado.

Dfia. Carmen Poyato Holgado.

Dfia. Pilar San Nicolas Pedraz.

Diia. M." Concepcion Martin Morales.

Diia. Angela Valdks Ruiz.

Diia. Catalina Galan Saulnier.

Dfia. Isabel Lina Rubio de Miguel.

Dfia. M." Paz Rodriguez Martin.

Diia. Ana Maria Fernandez Vega.

Dfia. Guadalupe Pkrez Aguirre.

D. Federico Rubio Gomis.

Diia. Margarita Ruiz Maldonado.

D. Isidoro-Gonzalo Bango Torviso.

Dria. Maria Garcia Morales.

D. Fernando Valdks Fernandez.

Diia. Rosa Maria Tardieu Rodriguez.

Dfia. Carmen Ibaiiez Ulargui.

D. Josk Clemente Martin de la Cruz.

D. Trinidad de Torres Pkrezhidalgo.

Grupo de Espeleologia (<Standard,,.

Page 6: Arqueologia y Prehistoria

PRESENTACION, por Gratiniano Nieto.

Bases para el estudio de la economia agricola y ganadera en el Neolitico Hispano, por Isabel L. Rubio de Miguel.

La caza en el Arte rupestre del Levante espaiiol, por M." Concepci6n Blasco Bosqued.

El Arte rupestre e n la provincia de Segovia, por M." Rosario Lucas Pe- llicer.

Nuevas aportaciones a1 temn de las puntas <<a barbillon)), por J . Sdn- chez Meseguer.

Aportaciones para la carta arqueoldgica del Norte de la provinc,ia de Cdrdoba, por S. Valiente, J. Ruiz y F. Giles.

E n el Centenario de la Academia de Bellas Artes de Espaiia en Roma, por M.. Angeles Alonso Sanchez.

VARIA

Fragmento de cuenco campaniforme aparecido en Buendia (Cuenca), por Santiago Valiente Canovas.

La casa popular, tema actual de estudio, por G. Gonzdlez-Hontoria.

NOTICIARIO

Memoria del Departamento de Prehistoria y Arqueologia.

Museo de Artes y Tradiciones Popuiares, por G. Gonzdlez-Hontoria.

Informe sobre el XXVII I Curso International de Prehistoria y Arqueo- logia celebrado en Aulzpurias, por Josefa Santos Coronado y Amparo Hernando Grande.

Page 7: Arqueologia y Prehistoria

Con la preocupacidn, y a1 mismo tiempo con la alegria esperanzada con que se asiste a todo aluuzbram,iento, el Departamento de Prehisto- ria y Arqueologia de la Universidad Autdnoma de Madrid rinde hoy pri- rnera cuenta de cud1 Iza sido su labor desde que comenzd a funcionar.

Desde 10s afios iniciales, pero entrafiables, de Alfonso X I I , en 10s que, carentes de medios y locales, hubo que improvisarlo todo, hasta 10s que ahora vivimos, ha sido poco el tievlzpo que ha pasado, pero promete- dores 10s logros conseguidos. De ellos es testimonio este volumen que con temblor de perdiz mafianera sirve de presentacidn y heraldo de esas realizaciones; de ello es tambidn buen testimonio nuestra biblioteca, re- fugio de todos nuestvos alumnos, que si no es importante en cuanto al nd~nero de voldmenes, si lo es por la calidad de 10s que en ella se han reunido, o nuestra coleccidn de diapositivas que permite ya acompafiar las explicaciones de todas las variadas disciplinas que se imparten en el Depar2ament0, que adembs dispone para ello deZ adecuado material di- ddctico, y que se covrzpleta con la serie de reproducciones y de muestras originales con qtte cada dia se va aumentando la coleccidn del mismo, entre las que cabe destacarse la valiosa coleccidn numismdtica inte- grada par mds de 3.000 piezas debidamente clasificndas y ordenadas.

E n otros aspectos, hevnos de anotar con satisfaccidn que en el Depalr- tamento se han leido cinco memorias de licenciatura y ctlatro tesis docto- rales, que se esta trabaja~zdo en siete tesis doctorales y en 15 memorias de licenciatura y que se ha asistido con comunicaciones y ponencias a seis Congresos Nacionales e Internacionales y se han echado las bases para la redaccidn de la carta Prehistdrica y Arqueoldgica de la Provin- cia de Madrid.

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E n cuanto a trabajos de campo, el Departamento ha tenido a su car- go la exploracidn de 10s yacimientos de Fuente el Saz, Zarzalejo, Vera, Cartagena, Cueva de Estremera, La Pedriza, Colmenar, la Hinojosa, Cerro Macareno, La Batieza, Oretum y Los Palacios, que se enumeran en la crd- nica de actividades y miembros del misrno han intervenido muy activa- mente en excavaciones llevadas a cabo por el Instituto Arqueoldgico Alembn en Espafia y Portugal y por el Museo de Toledo en Pantoja, De- partamento de Historia de Ame'rica de la Universidad Complutense eiz Ecuador y Comisaria General de Ezcavaciones en Elche.

E n su afdn de mantener relaciones cientificas con otras institucio- nes, varios alumnos del Departamento han participado en el Curso de Arqueologia de Ampurias y en el Sinzposio Hispano-France's organizado por la Cdtedra de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, mientras que otro grupo llevaba a cabo u n viaje de estudios a tierras aragonesas, orga- nizado con la colaboracidn del Seminario de Prehistoria y Arqueologia de la Universidad de Zaragoza.

En otro orden de cosas ha de ponerse de relieve una realizacidn de especial trascendencia: la organizacidn y puesta en marcha del Museo de Artes y Costttmbres Populares, integrado inicialmente por la colec- cidn donada por la Dra. Guadalupe Gouzzdlez-Hontoria y que la Univer- sidad puso a1 cuidado del Departainento.

En la actualidad toda la coleccidn se halla debidame~zte instalada, ha- bie'ndose incrementado con importantes donativos y con la adquisicidn de u n importante lote de piezas recogidas en un viaje de trabajo que la directora del Museo y u n grupo de alumnos hicieron por diversas zonas del norte de la Peninsula.

Tanzbie'n hemos de anotar otra realizacidn del Departamento que le da fisonomia peculiar: el montaje del laboratorio-taller de conservacidn de bienes culturales, aspect0 e'ste a1 que se dedica especial atencidn.

Pero todas estas realizaciones carecerian de importancia si junto a ellas no se hubiera logrado algo mucho mds importante, cual es el crear u n aute'ntico ambiente de trabajo y la constitucidn de una ser,ie de equi- pos que, agrupados en torno a 10s profesores segdn la parcela que cada uno cultiva, trabajan con especial entusiasmo en las respectivas dreas que han elegido.

De la efectividad del trabajo que se ha llevado a cabo es testimonio la redaccidn de las Unidades Diddcticas de Prehistoria que la Universi-

Page 9: Arqueologia y Prehistoria

dad Nacional a Distancia encomendd a nuestro Departamento y 10s tra- bajos que se harz realizado e n estos ziltimos meses.

Como Director del Departamento, aparte de las realizaciones que se han logrado, la mayor satisfaccidn estriba en el ambiente de trabajo que se ha logrado y en el afkn colectivo que existe, como lo testimonian 10s 22 colaboradores que de manera generosa han manifestado su de- seo de continuar trabajando en el Departamento despue's de haber ter- minado s z ~ s estudios. ElZos y 10s profesores que constituyen el nzicleo de trabajo que en el Departamento se han dado cita son la principal de las realizaciones logradas hasta el presente, lo son por lo ya conseguido, como este primer numero de ccCuadernos), se demuestra, pero lo son, sobre todo, por cuanto representan de esperanza e n potencia.

Todo esto ha podido ser co~ztrastado por cuantos profesores de la especialidad han pasado por nuestro Departamento y han departido con sus colegas y alumnos; a todos enviamos desde estas pkginas u n saludo esperanzado y cordial, a todos nos permitimos pedir su ayuda y co- laboracidn.

GRATINIANO NIETO

Page 10: Arqueologia y Prehistoria

BASES PARA EL ESTUDIO DE LA EGQNOMlA AGRlGOLA

Y GANADERA EN EL NEOLBBBCO HllSPANO

El estudio del Neolitico constituye uno de 10s temas rn5s atrayentes dentro de la Prehistoria, presentando caracteristicas particularmente in- teresantes en el Bmbito mediterrAneo, dentro del que queda enmarcada nuestra peninsula. El interks de dicho estudio se vio incrementado a raiz de 10s descubrimientos del Pr6ximo aOriente y del Mediterrgneo orien- tal (de las culturas precerBmicas, sobre todo, y de las fechas de C14 obtenidas para estas zonas), circunstancias que obligaron a1 replantea- rniento del concept0 de Neolitico y de su ma1 expresada terminologia.

Asi, podemos decir que lo fundamental de este period0 y que le dis- tingue de las culturas mesoliticas anteriores es que, mientras &stas se basaban en la caza, pesca y recoleccicin, en la etapa neoliticas es el hom- bre el que acti~a sobre el medio que le rodea y lo domina para obtener de 61. sus propios medios de subsistencia. Su horizonte se arnplia de forma considerable, siendo las consecuencias que se derivan del nuevo tip0 de economia numerosas y fundamentales para la historia de la hu- manidad.

De lo expuesto puede deducirse fkcilmente que el estudio del fen6- meno neolitico no puede basarse, unicamente, en la tipologia de cer5- mica y utiles. Es necesario conocer, de forma primordial, el medio en el que se desarrollci cada cultura y el gknero de vida de 10s hombres que la crearon. Por ejemplo, actualmente podemos decir que el puli- mento de la piedra, que durante mucho tiempo se consider6 caracteris- tica principal de las sociedades neoliticas, no es el elemento determi- nante de ellas. De la misma manera, la cerAmica, aunque continGa teniendo un gran valor a la hora de estudiar una cultura, no caracteriza, tampoco, una sociedad de este tipo. Puede darse el caso de su aparici6n

Page 11: Arqueologia y Prehistoria

con posterioridad a la de la agricultura g domesticacidn (culturas pre- cerrimicas o acerrimicas), o bien rnucho antes de3. desarrollo de estas dos actividades (en Eurasia septentrional, por ejemplo).

No quiero decir con ello que los aspectos econtjmicos Sean 10s 6nicos a tener en cuenta, ya que, en muchas ocasiones, pueden verse modifica- dos por factores de otra indole corno 10s religiosos, pongo por caso (prohi- bicitjn de la caza o consumo de ciertos aniinales, por ejemplo). Sin em- bargo, constituyen la base por lo que se refiere a1 estudio del Neolitico, siendo las actividades prirnordiales la agricultura y la dornesticaci6n, aunque tampoco Sean las cnicas.

El neolitico peninsular, por otra parte, no es algo aislado del contex- to general europeo (priiicipalmente mediterrdneo), donde esth integrado, y SLIS relaciones con otras culturas no pertenecientes a nuestro pais estan perfectamente atestiguadas. Esto no quiere decir que no plantee problemas muy concretes, propios de la 6poca y aspectos a que me re- fiero. Los hallazgos coil que coi-ttarnos, por lo que concierne a la agri- cultura, no son demasiado numerosos y, en el caso de la domesticacidn, 10s que existen no han sido estudiados con todo el rigor que seria ne- cesario.

Por otra parte, 10s estudios de tipo econtjmico no abundan, atin cuando 10s existentes tengan la ventaja de ser muy recientes. Puede citarse, en primer lugar, el articulo del profesor Arribas (1) en 10s cEs- tudios de economia antigua de la Peninsula Ibkrica,,, en el que recopila gran cantidad de datos y donde examina 10s problemas fundarnentales de esta etapa y de la Edad del bronce, sefialando 10s estudios y analisis por realizar.

En segundo lugar, Ana Maria Mufioz (2), en un reciente articulo, aborda, igualmente, una serie de problemas de gran actualidad y seiiala posibles caminos por 10s que pueden iniciarse estudios encaminados a la posible solucidn de 10s mismos, haciendo siempre especial hinca- pi4 en 10s aspectos econdmicos. Por cltirno, he de seiialar la obra rnAs reciente publicada y que consiste en el primer volumen de una historia social y econdmica de EspaGa (3). Recoge 10s hallazgos mas recientes

(1) Arribas, A.: Las bases econdmicas del Neolitico a1 Bronce. ((Estudios de economia antigua de la Peninsula IbCrica. Ed. Vicens Vives. Barcelona, 1968, pB ginas 33-60.

(2) Muiioz, Ana Maria: Estado actual de la investigacidn sobre el neolitico espa- 201. Pyrenae. VI. Barcelona, 1970, piigs. 13-28.

(3) Viizquez de Prada, V. (dir.): H." social y econdmica de Espafia. Vol. I : <<La Antiguedad,, (Maluquer, Balil, Blrizquez y OrlandCs). Confederaci6n Espafiola de Cajas de Ahorro. Madrid, 1973.

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hasta la fecha de su publicacion y representa un gran esfuerzo. Sin em- bargo, siguen sin poder afirmarse, de manera absoluta, muchas hip6tesis hasta que contelnos con nuevos hallazgos, estttdios y analisis de todo tipo.

En cualquier caso, para tener una visi6n mas amplia y clara y, ade- mas, por la falta de datos existentes sobre el particular en la peninsula, parece indicado comparar lo conocido con 10s estudios realizados en otros paises y revisar algunos aspectos de tip0 general, cosas que me parecen fundamentales a la hora de intentar extraer alguna conclusi6n que sera siempre provisional, ya que estara en funcion de nuevos ha- Ilazgos.

En general, y mientras nuevos descubrimielitos no nos lleven a afir- mar lo contrario de forma absoluta, la zona de origen del fentjmeno neolitico, en lo que concierne a Europa y, por tanto a la Peninsula, hay que situarla en el Proximo Orieiite (desde Anatolia, Siria, Palestina, Prak hasta el IrAn e i~icluso Afganistan para algunas especies y quiz6 10s Balcanes), aun cuando las opiniones no sean unanimes por lo que se re- fiere al problema de la difusitjn. Alli, entre el IX" y VIII' rnilenios se pro- duce el paso de la economia cazadora y recolectora a la productora, paso que puede ser estudiado en numerosos yacimientos. Es una regitjn en la que se dan, en estado salvaje y en optimas condiciones, las prin- cipales especies de toda etapa incial de economia campesina. La duda, con respecto a la inclusiitn de 10s Balcanes conio ceiitro de origen, se produce por tener condiciones ecoIrjgicas muy parecidas y darse, de forma espontanea, la esprilla (Tritictwz monococcum).

Alg6n autor ( 4 ) supone, sin embargo, que el origen se ha atribuido a esta regi6n porque es la niejor estudiada, asi como tambikn las espe- cies que en ella se han encontrado, pero que un exarnen detenido de otras zonas con sus correspondientes especies podria dar, igualrnente, resultados favorables. Supone la existencia de actividades cazadoras y recolectoras a las que serian paralelas una serie de relaciones simbiciti- cas hombre-animal, hombre-planta y de las que el primer0 sacaria pro- vecho. A la larga, prevalecerian sobre las primeras y desernbocarian en la agricultura y en la ganaderia. Por tanto, y si se confirman las formas tempranas de simbiosis para el continente americano y para otras zonas del mundo (Europa incluida) y la dispersion de 10s hallazgos est6 de acuerdo con esta idea, habra que suponer, entonces, una invencion inde-

(4) . Higgs, E. S., y Jarman, M. R.: The Origins o f Agriculture: a Reconsideration. Antiqu~ty, n6m. 43. Cambridge, 1969, phgs. 31-41.

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pendiente en cada lugar a partir de formas locales, no contenthndose con admitir otro foco distinto para el Nuevo Mundo.

En cualquier caso, mientras estas hipdtesis no se confirmen de for- ma general, para lo que seria necesario un estudio concienzudo desde el Paleolitico superior, habremos de siguir considerando el Prciximo Oriente como lugar de origen para el neolitico europeo en sus caracteres fundamentales.

En Europa, el fen6rneno neolitico consistiria en la adaptaci6n a un ambiente especifico de unas tCcnicas determinadas y unas especies trai- das de fuera, aunque no puedan excluirse la incorporaci6n de unas tra- diciones y experimentos realizados por 10s antecesores de 10s pueblos neoliticos. La difusi6n por el Area mediterrhnea debi6 ser bastante rh- pida, ya que las condiciones ambientales serian muy parecidas. Asi, por ejemplo, en el vo milenio la agricultura ya liabia Llegado a nuestra Peninsula.

Si la aparicibii de agricultura y ganaderia, de forma simulthnea, se discuten, en la etapa de su expansibn, parece estar claro que se dan las dos juntas en sociedades de economia mixta. A grandes rasgos, puede decirse que, antes del 5.000 a. C., comienza la colonizaci6n de la Penin- sula Balchnica (apareciendo las dos clases de trigo caracteristicas, ca- bras y ovejas, principalmente, y b6vidos, cerdos y perros en menor gra- do) y que, antes del 4.000 a G. , la econoinia campesina lleg6 a Holanda. De manera mhs especifica, puede decirse que 10s pueblos de la cerhmica de bandas la introducen en el centro de Europa, teniendo como especies principales la escanda, esprilla, trigo candeal, cebada, mijo, lino y gui- santes entre 10s cultivos, y 10s b6vidos coino animal domCstico mhs importante (tarnbiCn el cerdo en algunas culturas). Los sucesores de esta primera oleada la extienden por el sur, a Rumania y Bulgaria y, por el norte y occidente, a Escaadinavia, Francia e Inglaterra. Por su parte, 10s de la cerhmica impresa, de mAs inter& para nosotros, difunden la escanda, la esprilla, la cebada y la domesticaci6n de la oveja.

Con respecto a 10s problemas antes citados relacionados con la di- fusidn, es necesario tener en cuenta que, seg6n Jacqueline Murray (5), quien se ha ocupado de estos aspectos, a1 parecer, en el Mesolitico tardio escandinavo se domesticaron lobos y que se han encontrado bbvidos, cerdos y ovejas de pequeiio tamaiio (lo cual, aunque no por si solo,

(5) Murray, J.: The first European Agriculttlre. A study o f the osteological and botanical evidence until two thousand B. C, Edinburgh, 1970, p8g. 110-111.

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podria indicar domesticacion) en el Sauveterriense, Tardenoisiense, Azi- liense y Asturiense, pero falta probarlo.

Asirnismo, en Egipto (6), s e g h 10s cltimos descubrimientos de Nubia y el Alto Egipto, parece que, entre el 15.000 y el 9.000 a. C., habia una actividad recolectora a lo largo del Nilo que, por determinadas circuns- tancias, no desemboc6 en agricultura corno ocurri6 en el desierto del Sudan y en la plana etiopica, a partir de especies locales. Lo sucedido en el v0 rnilenio no es la llegada de la agricultura desde el Proximo Orien- te, sin0 el reemplazo, por especies mas apropiadas gen4ticamente (traidas de dicha zona) de las locales, que siguieron haciendo el papel de granos menores. Este seria otro caso de invencidn local (si se probase definiti- vamente) a tener en cuenta con vistas a futuras hipotesis en torno a1 mismo problema antes apuntado.

En cuanto a las especies m8s importantes de esta primera etapa de la economia campesina y que interesan a la Peninsula, podemos decir que son las siguientes:

- El trigo (g6nero Triticum) del que, sin entrar en m8s complica- ciones acerca de su divisi6n en grupos, citar6 las especies mAs impor- tantes, seiialando solo que, en 10s hallazgos de Europa y Asia, suele aparecer mezclado con la cebada, llegandose, solarnente en 6poca pos- terior, a un cultivo separado de ainbos cereales. Dentro de este g6nero las especies que nos interesan mGs son:

La esprilla (Triticunz mouzococcum), que tiene por especie silvestre a1 Triticum boeoticum, el cual consta, a su vez, de dos subespecies: la Aegilops (Trit. aegilopoides o Trit, boeot. sp.), que aparece en 10s Bal- canes, y la Thaoudar (Trit. boeot. ssp.), que se encuentra desde Asia Me- nor hasta Persia. Se extendi6 por toda la Europa del S. E. y centro hasta llegar a1 sur de Suecia, Inglaterra y la Peninsula (7).

La escanda (Triticum dicoccum), cuya especie silvestre es el Triticum dicoccoides, con dos subespecies: el siro-palestino y el araraticum. El

(6) Clark, J. Desmond: A Re-examination of the Evidence of Agricultural Origins in the Nile Valley. Proceedings of the Prehistoric Society, nfim. 37. Cambridge, 1971, p8gs. 34-74.

(7) Zohary, D.: The progenitors o f wheat and barley in relation t o agricaltural dispersal in fhe Old World, en Ucko, J., y Dimbley, G. W.: <(The Domestication and Exploitation of plants and animals),. Londres, 1969, phgs. 42-74.

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primer0 aparece en las regiones que su nombre indica y el segundo en la Transcaucasia soviktica, S. E. de Turquia y Kurdistan. Se difundici igualmente por Europa, llegando hasta occidente. A1 contrario que el anterior, Cste si aparece en Egipto.

El trigo candeal (Triticurn vulgare = aestivum) forma, con el com- pacturn y el splzaerococcum, un grupo que parece ser un hibrido de 10s dos grupos representados por las especies ya citadas, puesto que su espe~ie salvaje no se ha encontrado. Se exiende desde Asia central hasta el desierto de Siria y se difunde tambiCn por Europa. - La cebada (genera Hordeurn) (8), fue, en un principio, una mala

hierba muy abundante. La silvestre (H. sp.) se extendia desde el E. del MediterrBneo hasta el Afganisthn, con dos especies: una m6s robusta (Palestina) y otra pequeiia (miis oriental). La cultivada se denomina H. vulgare.

Otras plantas serian el rnijo y el centeno, pero, a1 igual que la vid y el olivo, son de aparicicin miis tardia en la Peninsula.

- El perro (Canis familiaris), no parece haberse hallado en estado domdstico seguro, en esta Cpoca en la Peninsula, per0 no seria extraiio, dados los otros hallazgos de Europa, e incluso de AmQica ya desde kpoca rnesolitica (Alemania y Dinamarca, del 9,500 a1 10.000 a. C., Ingla- terra, en Star Carr, y en USA, en Idaho, del 8.400 a. C.). Se descarta que su antecesor sea el chacal, y las hipcitesis actuales sobre su origen son dos (9): - Un perro salvaje, distinto del lobo, que haya desaparecido en su

estado natural. - Una forma geografica de lobo, de pequeiia talla, que daria lugar,

de individuos en contact0 con el hombre, en diferentes partes del mundo y con grandes intervalos de tiempo, a perros cada vez m6s prciximos a 10s que ahora conocemos. Esta teoria es la que parece m8s 16gica y, segun ella, la especie canina naceria por selecci6n. En la Peninsula pa-

(8) Idem, id., p8gs. 53-55. ( 9 ) Peter, F.: Les anzmaux domestiques et Zeurs ancEtres. Col. Bordas Poche, nG-

mero 16. Paris, 1973, p8gs. 13-27.

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rece haber un perro domkstico en la Cueva del Hoyo de la Mina (Mjlaga), y es probable que no sea el unico (10).

Los ov ic~~r idos son animales ligados entre si en sus origenes y muy dificiles de distinguir en 10s hallazgos. Por ello, 10s agrupo, independien- ternente de que algunos autores 10s incluyan en un mismo gCnero. Son animales de instinto gregario, con migraciones anuales, lo cual 10s hace mhs propicios a la domesticacidn, en un principio, por pueblos de vida ncimada.

Los cjpridos (Capm hircus) se extienden por todas las regiones ac- cidentales del mundo antiguo y, junto con la oveja, aparecen en 10s mhs antiguos yacimientos agricolas. Para Higgs y Jarrnan (11) existiria una poblacidn mixta de la que derivarian ambas especies tal como las co- nocemos hoy; de nuevo estarnos ante un proceso de selecci6n que de- terminaria la aparicitjn de una especie nueva. Las domksticas, segcn la opini6n general (12), parecen descender de la Aegagrus (actualmente extendida por Greta y desde Turquia a1 Iran, y con una difusidii mucho mayor en la antigiiedad).

Los 6vidos (Ovis Aries), si se acepta lo anteriormente dicho, habrian nacido por seleccidn. Por otra parte, no se ha encontrado ningun resto fosil de especies salvajes que no Sean las conocidas, como en el caso del perro. Eos prototipos de la domestics pueden ser el Ovis Musimon o mufl6n europeo, el Ovis Vignei o urial, el Ovis Orientalis o mufl6n asis- tic0 y el Ovis Amrnon o argali. Los dos primeros parecen haber sido 10s m8s directamente responsables. El asihtico y el urial tienen similitudes y podria inclt~irse el segundo en el grupo del primer0 (13). Las ovejas m6s antiguas domesticadas aparecen a1 final del Mesolitico en la zona del mar Caspio. - El buey (Bos tauuus) desciende del uro (Bos prirnigenius) y su do-

mesticaci6n pudo ser una consecuencia de su caza a1 invadir 10s campos de 10s primeros agricultores sedentarios. En 10s palafitos suizos apare- cen dos tipos de pequeiia talla, uno con cuernos cortos, que parece ser traido del Este por 10s carnpesiiios danubiaaos, y otro de cuernos lar- gos, que descenderia del uro. - El cerdo (Sus scrofa domesticus) deriva del jabali (Sus scrofa fe-

rus). En el Cuartenario el jabali estaba ya muy diversificado, asi que el

(10) Such, M.: Avance a1 esfudio de la Covacha deZ Hoyo de l a Mina (Malaga) . Boletin de la Sociedad Malaguefia de Cielicias, septiembre d e 1919 y marzo d e 1920.

(11) Niggs, E. S., y Jarman, M. R. Ob. cit. (12) Fetter, F. Ob. cit. Prigs. 93-97. (13) Murray, J. Ob. cit. Prigs. 3-4.

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cerdo, desde su origeii, tenia las caracteristicas propias de cada regibn. Los de 10s palafitos, de talla m6s pequefia que el jabali de la zona, se ha pensado que vendrian tambi6n del Este.

Refirikndonos concretamenle a nuestro pais, podemos decir que que- da encuadrado en la zona de vegetaci6n de hoja perenne mediterrgnea, de clima seco en verano y lluvioso en invierno. En un principio, este 6rea era una verdadera selva (principalmente las planas costeras y las regiones bajas del MediterrAneo) (14)) con Brboles como el castafio, ci- pr6s y olivo. Dicha vegetacion sobrevivici en forma de monte bajo. La zona citada, como el resto de las climaticas, en la 6poca de difusi6n de la economia neolitica, desbordaba un poco sus limites septentrionales actuales. Las dificultades principales serian la sequia y la labor devas- tadora llevaba a cabo por 10s animales que acudian a 10s campos dejados en barbecho para pastar. Sin embargo, 6ste proceso no tuvo demasiada importancia en la Peninsula a causa de su c1ima favorable.

Estudios concretos sobre las condiciones climaticas y geogr6ficas de nuestro pais solo existen para la zona catalana (15). A1 menos en ella, sabemos que no I~ubo dificultades, en este sentido, para el estableci- miento de sociedades agricolas o ganaderas y que debi6 ser susceptible de colonizacicin, exceptuando las regiones mas altas. La m6s adecuada seria la de clima mediterraneo de alta montaiia, que contaba con las mayores precipitaciones en verano y, por tanto, no sufria la sequia estival. Habia bosques de encinas, robles y pinos y frutos silvestres que pudieron ser utilizados desde 6poca temprana.

Pensando que las condiciones geograficas no han variado mucho des- de entonces, se podria aplicar esto mismo para el resto de las zonas, pero, por lo que se refiere a1 clima, pudo experimentar m6s cambios y pocos son 10s datos que poseemos sobre el particular. A juzgar por ellos, tampoco debi6 constituir un inconveniente grave.

De 10s analisis polinicos realizados para las regiones catalana y le- vantina se desprende la existencia de un mhximo de humedad hacia

(14j Clark, J. D. G.: L'Europe pr&historique. Les fondements de son e'conomie. Paris, 1955, psigs. 26-29.

(15) Llobet Reverter, S.: Las condiciones geogrcificas actuales y las posibilidades prehistdricas agricolas y pastoriles. I1 Symposium de Prehistoria Peninsular, 1962. Barcelona, 1963, psigs. 9-12.

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el 4000 a. C. (segunda mitad del period0 atlantico), segGn una fecha obtenida para Torreblanca (fCastell6n) (16). La vegetacicin presentaba un predominio de Pinus sobre Quercus y un gran porcentaje de grami- neas y cipraceas que hacen pensar en la ausencia de bosques frondosos. En la Ereta del Pedregal (Valencia) (17), con fechas de C14 del 4180 a. C. y 1980 a. C., hay tambiCn alternancia de Pinus y Quercus, pocos arbustos (Salix, Alnus, Betula y Corylus) y polen de Cerealia, Castanea y Olea que pueden ser especies de cultivo, lo que subraya la presencia de hier- bas que aparecen acompaiiando a las cultivadas (Artemisia, Chenopodia- ceae, Plantago y Rumex, de las cuales, las dos primeras, junto con la Ephedra y Helianthum, indican condiciones esteparias). De fecha mas tardia (1.800 a. C.) hay otro analisis para la turbera de 1'Estany (Olot) (18) que seiiala, en este caso, un predominio de Quercus sobre Pinus. Resu- miendo, puede decirse que hubo una alternancia de clima htimedo y seco, un maximo de humedad en el 4.000 a. C. y finalizando con clima seco que se confirma tambikn por el estudio ecolcigico de Los Milla- res (19), que indica que, desde el Eneolitico, no hubo interrupciones de clima humedo.

RESTOS DE SEMILLAS

Los restos de semillas son bastante escasos e, incluso, algunos esthn sin estudiar como, por ejemplo, 10s de la cueva de la Sarsa (Valencia) (20), cueva de 10s Murciklagos (Zuheros, Cordoba) (21), donde se estri llevando a cab0 el estudio de un silo y tambiCn 10s de la cueva de la Carigiiela (Pifiar, Granada) (22), aunque estos pertenecen, ya, a finales del Bronce I.

En cuanto a 10s restos estudiados, empezar6 por el de la Coveta de 1'Or (Alicante) (23) por ser el primer hallazgo de semillas neolitico que

(16) Arribas, A. Ob. cit. Pags. 33-35. (17) MenCndez Amor, J., y Florschutz, F.: Resultado del andlisis polinico de una

serie de muestras de turba recogidas en la Ereta det Pedregal (Valencia). Arch. de Preh. Levantina, IX. Valencia, 1961, pags. 97-100.

(18) Arribas. Ob. cit. (19) Idem.: Ecologia de 10s Millares. VIII Congr. Nac. de Arq. Sevilla-MBlaga,

1963. Zaragoza, 1964, pags. 327-330. (20) San Valero, J.: La cueva de la Sarsa (Boicarente, Valencia). S. 1. P., nfi-

mero 12. Valencia, 1950. (21; Mufioz, Ana Maria. Ob. cit. (22) Pellicer, M.: El Neolitico y el Bronce de la cueva de la Carigiiela de Piiias

(Granada). Trabajas de Prehistoria del S. H. P., nqm. XV. Madrid. 1964. (23) Hopf, M.: Triticum monococcum L. y Trzticu~n dicoccurn Schiibl en el

neolitico antiguo espaiiol. Arch. de Preh. Levantina, XI. Valencia. 1966, phgs. 53-73.

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rnodific6 el panorama de 10s estudios sobre las especies vegetales en Espafia, ya que la composici6n botanica de las muestras era desconocida basta entonces. Dos fueron las muestras recogidas, en la primera de ellas se identificaron el Trit. monococcum (que constituia la parte menor, 0,89 por loo), el Trit. dicoccum Schiibl (13,47 por loo), el Trit. aestivo- compacturn (20,20 por 100) y el Hord. vulgare L. polystichum (y var. nu- dum) (65, 44 por 100 en total, per0 con predominio de granos de cebada desnuda). Junto a estos restos aparecieron tambidn otros de carb6n ve- getal.

La segunda de Ias muestras estaba compuesta por Trit. monoccurn L. (0,29 por loo), Trit. dicoccum Schiibl (20,15 por loo), Trit. aestivum L. (57,82 por loo), Trit. aestivo-cornpacturn Schienz (7,62 por 100 y Hord. vulgare L. var, nudurn (14,12 por 100, es posible que hubiera tambikn cebada vestida, per0 no se ha encontrado).

En la primera muestra predomina la cebada (65,44 por loo), mien- tras que, en la segunda, es el trigo la especie principal, siendo el desnudo m6s o menos el triple que el vestido (en la primera esta proporci6n era de 5:4). En las dos, la parte menos representativa estri por encima del 14 por 100 y, por tanto, la mezcla de trigo y cebada no puede ser casual.

Hasta entonces, la escanda s61o era conocida en Cortes de Navarra y la esprilla era completamente desconocida, basrindose la llegada de la agricultura por un camino norteafricano en la inexistencia, aqui y en Egipto, de dicho cereal cuya aparicidn viene a descartar esta posibi- lidad. Puede indicar un cultivo de secano, ya que aparece en tierras pobres y secas y no en Egipto o Mesopotamia, por ejemplo. El conjunto parece ser propio de una agricultura primitiva, con cultivo de distintas especies para contrarrestar una mala cosecha. En todos 10s hallazgos europeos tempranos predomina la cebada desnuda y, s61o en el bronce, es superior la proporci6n de la vestida.

En la cueva de Nerja (M6laga) (24) se produjo otro descubrimiento de cereales en el interior de un silo. Estaba excavado en la c6mara I a partir del estrato IB, partiendo el IC y afectando, incluso, a1 11. El nivel tenia cerhmica a la almagra y la fecha de C14 es del 3.115+40 a. C. La composici6n de la muestra es la siguiente. Hord. vulgare L. polystichurn var. nudum (85,24 por loo), Trit. L. (13,7 por loo), Olea L. (12 huesos de aceituna) y Quercus L. (1 bellota), constituyendo ambas cosas el 1,03 por 100. La cebada era de grano corto, ancho y aplanado propia de una

(24) Hopf, M., y Pellicer, M.: Neolitische Getreidefunde in der Hole von Nerja. Madrider Mitteilungen, 11, Heidelberg, 1970, phgs. 18-34.

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cosecha bien desarrollada y madura. El trigo, por su parte, es un trigo desnudo, rnezcla de hexaploides y tetraploides, lo que indicaria una fase avanzada de cultivo. Las aceitunas estan proximas a las del olivo sil- vestre y la bellota pertenecia a una encina de fruto grande. Por la fecha y el cultivo, que parece propio de una seleccion, estamos ante una fase agricola rnhs avanzada.

Por i~ltimo, contarnos con el hallazgo de la cueva de El Toll (Moya, Barcelona) (25), paralela a 10s sepulcros de fosa aun cuando tiene un denso nivel rnontserratino (C14, 2.345 + 140 a. C.). La cornposicion de la muestra esta constituida por las siguientes especies: Hord. vulgare L. polystichum (97,56 por 100), Trit. dicoccum Schiibl (0,47 por 100)) Trit. aestivo-cornpacturn Schiem (0,07 por 100), Trit. aestivurn L. (0,39 por 100) y Trit. spec. (tetraploide, 1,51 por 100). Ademas, se encontrit carbon ve- getal Quercus sp., lo que est6 de acuerdo con 10s analisis polinicos rea- lizados para esta zona. Ray un predominio de la cebada vestida frente a un 2,44 por 100 de trigo, mientras que en la coveta de I'Or habiarnos visto que la mas importante era la cebada desnuda. En el Toll puede deberse a una seleccion, a una proportion local del cultivo o a la in- dicaci6n de una fecha mas reciente con respecto a I'Or, por compara- cidn con 10s yacimientos de Asia Menor o Europa, donde la desnuda suelen tener mayor antigiiedad.

El resto de 10s hallazgos: El Garcel, Lugarico Viejo, Almizaraque, Vila Nova de San Pedro, Pepirn, etc., donde aparecen ademas otras es- pecies vegetales, son ya de kpoca posterior.

En cuanto a1 utillaje, podemos decir que es probable la existencia de palos de cavar corno 10s tipicos bosquimanos, ya que contamos con varios ejernplares de posibles pesos para estos instrurnentos. Son estos 10s de la cueva de Sarsa (Valencia), Morera de Montsant (Tarragona), Arboli (Tarragona), B6vila Jan6 de Villafranca (Barcelona) j r uno, dudo- so, de la Covacha de la Griega (Barcelona). Todos ellos tienen perfora- cion biconica, lo que hace descartar su uso como arma, y tarnpoco es probable que Sean considerados como mazas dada su tosquedad. Los paralelos pueden encontrarse en las pinturas bosquimanas como las de

(25) Hopf. M.: Vorgeschiclztliche Pflanzenreste aus Ostspanien. Madrider Mit- teilungen, num. 12. Heidelberg, 1971, pags. 101-114.

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Ndedema (261, par ejemplo, y en 10s datos aportados Par la etnografia, ya que sabemos de su us0 en Australia, Etiopia y America (norte del Yucatin y Venezuela), con alguna que otra variante.

Sin ernba.rgo, Jas posibles representacioi~es peninsulares de palos de cavar 10s muestran siempre en su forma simple. Asi, por ejemplo, se han vista en algunas escenas de la pintura levantina como la danza ritual agricola de dos figuras femeninas del Cinto de Las Letras (Dos Aguas) y en la del dios-tor0 del Abrigo V del Cingle de la Mola Rernigia (27). Igualmente, en otra escena del abrigo de 10s Recolectores de Alac6n (Te- ruel) (28) y alguna otra de caracter mris dudoso. Existen tambikn ejern- plos en la pintura esquem&tica, per0 estos no interesan aqui demasiado, dado lo tardio de su fecha.

Por lo que se refiere a azadas o rastrillos no contarnos con ningtin hallazgo peninsular (la conservaci6n seria dificil, por otro lado, dadas las caracteristicas clim&ticas), per0 creo que en una escena del barranco del Pajarejo (Albarracin) (29), que ha sido sefialada corno una escena de tip0 agricola o como danza falica, el objeto en forrna de angulo que una de las figuras (inclinada hacia el suelo) lleva en la mano podria interpretarse como una azada.

Jordh (30: apunta la posibilidad de la existencia de layas en dos es- cenas de la pintura levantina, per0 creo que s61o la de la figura del Cinto de la Ventana de Dos Aguas podria ser, efectivamente, tal instru- mento.

Las hachas pulimentadas son abundantes en nuestros yacimientos, sin embargo, no se han estudiado demasiado cuidadosamente. El tinico caso de hacha enmangada pertenece a fecha mris tardia (Los Blanquiza- res de Lebor), sin embargo, puede ilustrar una de las varias posibili- dades de enmangue. SueIen ser de secci6n oval con tendencia a Ia cir- cular, oval simplemente, etc. Pueden ser de tamafio mris grande (aunque las de mayor tainafio suelen ser 1x5s tardias), o bien pequeiias y algo aplanadas que se han interpretado, en ocasiones, corno votivas. En la cultura de 10s sepulcros de fosa se dan unas de secci6n prricticamente

(26) Pager, H.: Ndedema. A documentation of the rock paintings of the Nde- dema Gorge. Akademische Druck-u. Verlagsanstalt Graz-Austria, 1971.

(27) JordB, F.: Bastones de cavar, Zayas y arado en el arte levantino. Home- naje a Barandiartin. Munibe, fascs. 2 y 3. San SebastiBn, 1971, pBgs. 241-248.

(28) BeltrBn, k., y Vallespi, E.: Otro covacho con pintzrras rupestres en El Mortevo de Alarcdn (Teruel). Caesaraugusta, 15-16. Zaragoza. 1960. pBgs. 7-18.

(29) BeltrBn, A.: Avte rupestre levantino. Zaragoza, 1968, ptig. 147, fig. 47. 130) Jorda, F. Ob. cit.

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circular que tienen, mas o menos, la forma de rejones de arado (31). No podemos saber con certeza su utilidad, por tanto, se puede indicar esta posibilidad, aun cuando la introduccicin del arado parezca m5s tardia.

Las hoces han sido estudiadas por el profesor Monteagudo (32), quien seiiala que 10s escasos datos que tenemos sobre ellas se deben a su identificacicin con la sierras y a la de las hojas cortantes con 10s cuchillos. Existen dos ejemplares con enmangue en la Peninsula, pero, de nuevo, pertenecen a 6poca mas tardia. Son estos el de Acebuchal y el Mas de Menente. Igualmente, existen representaciones en la pintura rupestre, per0 todas ellas en la esquematica. Posibles dientes de hoz se han en- contrado en multiples yacimientos: Les Maravelles, Bancal de la Corona, Barranc del Castellet, Reclau Viver, Esquerda de les Roques del Pany, La Pileta, etc.

Existen, igualmente, molinos que es necesario distinguir de 10s uti- lizados para machacar ocre (como 10s de la Cariguela). Suelen tener forma barquiforme primitiva, per0 tampoco se les ha dedicado ningfin estudio especifico. Aparecen en El Toll, Cartanyh, Monterols, en 10s se- pulcros de fosa donde suelen encontrarse todos ellos muy fragmen- tados, sirviendo como una piedra mas para cubrir la sepultura.

En cuanto a 10s silos realmente neoliticos, s610 puede citarse el caso de la Bcivila Padrci de Ripollet (Barcelona), de forma ovoide. El de Nerja, donde fueron encontradas las semillas, no se ha podido deter- minar la forma.

Por lo que se refiere a la domesiicacicin de animales, existen restos ciseos en bastantes gacimientos, pero, practicamente de ninguno de ellos, se ha hecho un estudio riguroso. Unicamente puede citarse el caso de El Toll, donde se ha hecho con referencia a la estratigrafia, abn cuando no se indiquen ciertas proporciones que seria necesario conocer. Las escenas de arte rupestre interpretadas como relativas a la domestica- ci6n son, en mi opinicin, bastante dudosas.

(31) Muiioz, Ana Maria: Cultura neolitica catalana de 10s sepulcros de fosa. Barcelona, 1965.

(32) Monteagudo, L.: Hoces de silex prehistdricas. Rev. de Arch. Bibl, y Mu- seos, LXII, 2. Madrid, 1965, phgs. 457-531.

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Hay restos en la Covacha de la Griera, Can Montmany, El Toll, Font Mayor, Les Quimeres, Cartanyj, cueva M. de Arboli, Monterols, cueva de la Sarsa, cueva Negra de Gandia, Rates Penaes, Caseta del General, Les Maravelles, Les Mallaetes, Barranc del Castellet, cueva de Ambrosio, de la Mujer, del Agua, Carigiiela, Mrirmoles de Priego, La Pileta, cueva de la Victoria. del Higuerdn. Hoyo de la Mina, Nerja, sepulcros de fo- sa, etc.

En general, podemos decir que 10s animales que se dan como una constante y que interesan como animales domCsticos (posibles en la mayoria de 10s hallazgos, seguros en 10s menos por la falta de estu- dios) son: la cabra (Cappra hircus), el buey (Bos tnurus), la oveja (Ovis Aries), el cerdo ( S u s scrofa) y el perm (Canis familiaris). Junto a estos aparecen otro que serian, seguramente, objeto de caza: el ciervo, el co- nejo, etc. En algtin yacirniento (El Toll y Font Major) se sefiala la pre- sencia de 10s mismos animales, prirnero salvajes y m5s tarde domesti- cados, seg6n la secuencia estratigrjfica. En otros se indica la presencia abundante de individuos jtivenes, como, por ejemplo, en Arboli (cerdos y b6vidos). Todo ello, junto con otros datos que no tenemos, podria indicar una domesticaci6n local.

Fuera de la zona catalana, la levantina, la andaluza y Portugal, el Neolitico parece haber Ilegado, ya, junto con 10s metales. Por lo que se refiere a la regi6n portuguesa, 10s concheros de Muge perduran largo tiempo hasta coincidir con 10s inicios del Neolitico en otras zonas de la Peninsula y en el mismo Portugal. Sin embargo, 10s restos de semillas estudiados pertenecen a kpoca mris tardia (Vilanova de San Pedro, Pe- pim, etc.) y 10s de fauna son dudosos a causa, tambiCn, de la falta de estudios.

Como puede deducirse de lo expuesto, poco es lo que podemos afir- mar, con seguridad, sobre la agricultura y la domesticacicin en nuestro pais. Por otra parte, para realizar un estudio de este tipo, las dificul- tades encontradas han sido numerosas, per0 las fundamentales son las que cito a continuaci6n.

a) La mas grave e importante, a mi entender, es la falta de estra- tigrafias, lo que impide la filiacidn cultural y cronol6gica de 10s mate- riales de un yacimiento y de este mismo.

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b) El estudio de 10s materiales suele hacerse agrup6ndolos segun la materia en que han sido realizados, per0 sin ningim rigor estratigr6- fico. Naturalmente, no en todos 10s casos sucede esto mismo.

c) Falta de estudios de flora, fauna y falta de analisis edafol6gicos. d) Pocas fechas de C14, aunque, por supuesto, no sean inexistentes;

sin embargo, faltan secuencias de ellas en 10s yacirnientos. A la vista de todo lo expuesto, lo prirnero que puede apreciarse es

la forzosa provisionalidad de cualquier conclusibn y, por tanto, es pre- ferible lirnitarse a indicar una serie de posibilidades.

En general, podemos decjr que las condiciones geogrhficas y clima- tol6gicas no parecen haber sido obst6culo para el establecirniento en nuestra Peninsula de sociedades agricolas y ganaderas, favoreciendo, quiz& a estas ultimas las condiciones especificas de nuestra geografia y la amplia tradici6n cazadora que daria lugar, posiblemente, las ante- riormente citadas relaciones sirnbi6ticas que parecen haber dado paso, en otras zonas, a la dornesticacibn.

Ya en el v milenio (4.315 y 4.560 a. C.) (33) habia llegado a nuestro pais la agricultura con todo el conjunto de cultivos existentes en el Pr6- ximo Oriente (hallazgo de la Coveta de 1'0r). Es el primer hallazgo con una fecha segura que encaja, perfectamente, con las del resto del Me- diterraneo. Por otra parte, como ninguna de las especies es aut6ctona de la Peninsula, hay que pensar en un camino de llegada que parece ser maritimo. Admitida la navegacibn para la neolitizaci6n de Creta, islas del Egeo, Italia, Sicilia, etc., y para las gentes de la ceramica cardial (34), y teniendo en cuenta que en 10s estratos donde se encontraron 10s ce- reales habia abundante cerirnica cardial, es posible asociar !a llegada de la agricultura con estas gentes. Aunque su h6bitat en cueva no parece ser muy adecuado a una poblaci6n agricola. Este liecho ha sido expli- cado diciendo que las cuevas serian 10s lugares de habitaci6n de 10s in- digenas que habrian adoptado las nuevas tkcnicas, mientras que 10s re- ciCn Ilegados habitaban en poblados de Ilanura. En primer lugar, estos poblados (Casa de Lara, Arena1 de la Virgen, etc.) no son numerosos ni tienen una cronologia dernasiado segura y, por otro lado, la adop- ci6n de la agricultura por 10s indigenas supondria una fecha anterior

(33) Schubart, H., y PCrez, V.: Datacidn por el C14 de 10s estratos con cerd- mica cardial de la coveta de 1'0~. Arch. Preh. Levantina, XI. Valencia, 1966, pB ginas 45-51.

(34) Schule, W.: Navegacidn primitiva y visibilidad de la fierra en el Medite- rraneo. X I Congr. Arq. Nac. MCrida, 1968. Zaragoza, 1970, pags. 449-462.

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de llegada que, por el momento, no podemos demostrar. Sin embargo, es interesante tener en cuenta estas posibilidades (35).

Ya se asocie a unos o a tros, lo cierto es que el hallazgo de la Coveta de I'Or no tiene por quC ser unico, por tanto, es necesario pensar que faltan abn descubrimientos por hacer (que podrian resolvernos muchas dudas) o bien que alguno haya pasado desa~ercibido por su estado de conservaci6n o poca cuantia.

No es posible deterninar, con seguridad, si se dio la recolecci6n sistemhtica de alguna planta local, lo que supondria un paso previo a la agricultura, ya que, como he seiialado, faltan estudios con relacibn a una estratigrafia.

Las insinuaciones de posibles preceramicos o neoliticos antiguos sin cerhmica (Almizaraque o la Font Major) no pasan, tampoco, de sim- ples posibilidades, ya que no se han demostrado (36). Tambi6n el pro- fesor Pericot indic6 la posible existencia de un neolitico antiguo con cerhmicas lisas o acanaladas, pero, posteriormente, no ha sido publica- do nada m6s acerca de esta posibilidad (37).

Otro problema es el pensar si la llegada de la domesticacion, que se supone paralela a la de la agricultura, incluye la llegada de especies o s610 de tCcnicas. Parece que, si el carnino era el maritimo y la nave- gacion 110 estaba dernasiado desarrollada, unicamente las tkcnicas serian traidas por 10s prirneros neoliticos, ya que, por otra parte, en nuestra Peninsula se daban en estado salvaje las especies principales que podian ser domesticadas. Es posible, igualmente. que existieran ensayos de do- mesticacion local que, de momento, tampoco pueden ser demostrados.

)Con la cultura de 10s sepulcros de fosa aparece ya un pueblo agricola y ganadero, con yacimientos en el llano y otra serie de rasgos que indican un avance con respecto a las sociedades existentes. El hallazgo de Nerja indicaba tambiCn una fase avanzada de la agricultura que implicaba la selecci6n de las especies, per0 falta saber si dicha selecci6n se habia efectuado en la Peninsula o 10s cereales que la habian experimentado habian sido traidos por una nueva oleada de gentes.

(35) Vrizq~~ez de Prada, V. (dir.). Ob. cit. (36: Prologo realizado por Maluquer, J., para Mufioz, Ana Maria. Ob. cit.:

Cultura catalana.. . Para Almizaraque, Vide, Pellicer, M.: Las civilizaciotzes neoliticas hispanas, en

<<Las raices de Espafiaw. Inst. Esp. de Antrop. Aplicada. Madrid, 1967, pags. 27-46. Para la Font Mayor, Vide, Vilaseca, S.: Cueva de la Font Major. Trabajos de Pre-

historia, XXVI. Madrid, 1969, prigs. 117-202. (37) Pr6logo a Jordh, F., y Alcacer Grau, J.: La covacha de Llatas (Andillal.

S. I . P. Serie de trabajos varios, n h . XI. Valencia, 1949.

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En el resto dc la Peninsula, los hallazgos de este tip0 coinciden con el aprovechamiento de 10s metales, lo cual es 16gic0, por otra parte, si se piensa que penetraron las nuevas tkcnicas, desde la costa, hacia zonas con tradiciones cazadoras muv arraigadas 7 tambikn que la primera produccion agricola debia ser escasa.

A principios de 10s Metales se cla :la, con seguridad, una economia agricola y ganadera, pero, naturalmente, ha tenido que haber una etapa de adaptaciones y tanteos anterior a ella. Por tanto, puede decirse que existe agricultura y domesticacidn en ciertas zonas de la Peninsula du- rante el periodo neolitico, pero que 1x0 nos es posible, pol- el momento, conocer sus comienzos y sus fases coil seguridad.

Ante la dificultad que presenta el realizar UII estudio de tip0 eco- n o m i c ~ con los datos que poseemos, por comparacion con estudios rea- lizados fuera de nuestro pais, me pernsito indicar una serie de puntos a tener en cuenta a la hora de excavar un yncimiento para poder, de esa manera, recopilar 10s datos necesarins. Naturalmente, no podrAn ser de aplicacion en todo tipo de yacimientos, ni tienen tampoco por quk ser tajantes, per0 creo que pueden ser de alguna utilidad.

El estudio concienzudo de cada yaci~niento y su jnclusi6n en mapas de distribucion, en lo que respecta a especies cultivadas o domesticadas, nos daria una vision bastante completa de la Peninsula en el periodo Neolitico, en lo que se refiere a las actividades agricola y ganadera.

a) Determination de la situacion geografica, de una forma clara y exacla, en relacion con el mapa geol6gico de la Jona., lo cua! nos permi- tiria, desde un primer momento, el conocer las posibilidades agricolas y pastoriles con respecto a1 suelo.

b) Una secuencia estratigrafica clara y un estudio de 10s materiales con referellcia a ella.

c) La realization de analisis edafologicos y polinicos que permitieran deducir, adem& del clima, la vegetacion y las posibilidades del suelo, la probable jntervencicin h~~rnana en la modification de la ecologia local.

d) Recogida cuidadosa de cualquier tip0 de semilla, restos de car- b6n o madera, huesos, coprolitos y, en general, toda clase de restos orgri- nicos y su estudio por un expei-to que no tiene por que ser el mismo arqueologo.

e) Obtencion de fechas de C14, siempre que ello sea posible, de varios niveles, con lo cual podriamos tener una secuencia completa muy interesante a la hora de confrontarla con la de otros yacimientos.

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f) Estudio de semillas: determinaci6n de especie, porcentaje de las mismas, etc. Siempre con referencia a la estratigrafia.

g) Estudio de 10s restos 6seos con igual rigor estratigrgfico: de- terminacicin de especies y porcentajes de las mismas, composici6n de la poblaci6n animal, proporciones de sexo y edad (por la denticibn, estado de fusi6n de las suturas del crhneo, etc.), cambios morfol6gicos en 10s huesos (38).

Segun Bokijnyi (39), para conocer la existencia de domesticacidn es necesario saber, ademits de las proporciones de edad y sexo, si existie- ron antepasados salvajes en esa regi6n concreta desde el Pleistoceno, si ha habido cambios morfol6gicos en 10s animales, si hay representa- ciones artisticas de animales domesticados o si se han encontrado ob- jetos asociados a la ganaderia.

Para saber si existe domesticaci6n local es necesario conocer tam- bi6n si hay restos de fauna salvaje y dom6stica en un mismo lugar, si hay formas de transicitjn (hibridos o individuos de reciente domestica- cacicin) o si se representan escenas de captura.

h) Es interesante, igualmente, el estudio de la fauna malacol6gica no s61o para conocer el rkgimen alimenticio, sin0 tambi6n para el estu- dio del clima, condiciones locales, etc. Los restos de aves migratorias o de peces caracteristicos de una estaci6n son utiles para conocer la ocupaci6n del yacimiento en cuestion.

i) Paralelo a1 estudio de 10s restos habria que realizar el de otros elementos que nos ayudarian a determinar 10s aspectos que nos intere- san: utiles agricolas, silos u hornos distintos de 10s utilizados en la alfareria, En el estudio de 10s utiles habria que determinar la existencia de pAtina en el filo o restos de betGn del enmangue.

j) No deben desdefiarse tampoco 10s datos aportados por el arte rupestre (teniendo en cuenta 10s problemas derivados de su cronolo- gia e interpretaci6n), o por la etnografia con todas las reservas que puedan ponerse y todas las diferencias que se puedan encontrar con una sociedad primitiva actual.

Con estos datos y otros obtenidos del estudio y anrilisis de cergmi- cas, utiles, etc., serian ~e~fectamente posible obtener elementos de jui-

(38) Brothwell, D., y Higgs, E. (dirs.): Science in Archaeology. Ed. Thames and Hudson, 1963.

(39) Bokonyi, S.: Archaeological problems and methods of yecognizing animal domestication, en Ucko. P. y Dirnbley, G. W. Ob. cit. PBgs. 219-229.

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cio y cronologias seguras con respecto a la cultura en cuesti6n. Si, como ya he dicho, estos aspectos no son 10s Gnicos, si son, en carnbio, 10s b6sicos a1 tratar de un pueblo neolitico que se caracteriza, preci- samente, par el citado cambio en la forma de obtencicin del alimento. Ser6 preciso, adern&, tener en cuenta otros factores, como 10s religio- sos, ya sefialados, y que influyen, sin duda, de manera fundamental, en el desarrollo de las distintas sociedades. Creo, en fin, que con todo ello podria reconstruirse la vida de las gentes que crearon las distintas culturas neoliticas, objetivo que, en cualquier caso, est6 acorde con 10s fines de la Arqueologia al pertender desentrariar el pasado del hombre.

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LA CAZA EN EL ARTE WBIPESTRE DEL LEVANTE ESPAROL

M[." CONCEPCI~N BLASCO BOSQUED

A diferencia del arte paleolitico, en el del <<Levante espafiol, la es- cena es representada y desarrollada corno elemento principal)^ ( I ) , ya que el pintor esth tratando de reproducir acontecimientos ocurridos en el quehacer diario; por ello, todos 10s objetos y seres ccse sitcan ocupando un lugar previamente determinado por el artista en relaci6n con 10s otros objetos que forman o integran la escena. Este sentido de relacidn entre objetos [y seres] es un aspecto nuevo en el arte hispa- no)> (2); de manera que cuando se estudian aspectos parciales o temas concretos del arte levantino no pueden aislarse entre si las figuras que forman parte de un misrno contexto.

Por ello, cuando acometimos el estudio de la figura humana en el Arte Rupestre Levantino (3)' fue parte fundamental del trabajo la con- sideracicin de las escenas en las que el hombre forrnaba parte como prin- cipal protagonista. Entre todas las escenas merece especial menci6n las que se refieren a la actividad cinegktica, tanto por su n b e r o como por su variedad, pues aun cuando <la dataci6n absoluta, segura, sea imposible y 10s argumentos utilizados hasta ahora muy discutibles)> (4), ya que carecemos de arte mobiliar que pueda servirnos de terrnino com- parativo y las industrias obtenidas en yacimientos pr6xmos a las pin- turas no son en mod0 alguno concluyentes, pues junto a 10s microlitos de aspecto epipaleolitico encontrados, entre otros, en el Covacho de

( I ) H. Kiihn: Arte rupestre etz Europa. Barcelona, 1957, phg. 71. (2) Jordh, F.: Notas sobre Arte rupestre del Levante espafiol. Caesaraugus-

ta, 21-22. Zaragoza, 1963, pag. 10. (3) El estudio de la figura humana en el Arte Rupestre Levantino fue el tra-

bajo de Tesis de Licenciatura, leida en Zaragoza, en junio de 1968, bajo la direc- cion del Dr. Beltran Martinez.

(4) Beltran, A: Arte Rupestre I,evantino. Zaragoza, 1968, pag. 56.

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Do5a Clotilde, y en el de Val del Charco del Agua Amarga (S), en la mayor parte de 10s abrigos o no existen yacimientos, o no se conocen, o, incluso no pueden, en absoluto, ser contempordneas a las pintu- ras (6). No obstante, nadie duda que el Arte Levantino fue creado por gentes cuya actividad primordial fue la caza, dado el elevadisimo ntl- mero de escenas venatorias, aunque en muchas de ellas resulte dificil el determinar su verdadero significado no estando en este punto de acuerdo 10s distintos autores, ya que para unos tienen un valor funda- mentalmente rnAgico, y otros piensan que su finalidad es exclusivamente narrativa (7).

El estudio detenido de las escenas de caza nos llevard a conocer datos tan irnportantes como son: el tipo de alimentaci6n cdrnica, el grado de evoluci6n tkcnica del utillaje empleado, 10s diferentes siste- mas para obtener las piezas e incluso el atuendo especifico de quienes la practicaron. No obstante, antes de entrar en la enumeracibn de las escenas existentes, es necesario tener en cuenta que <<la falta de figuras hace agrupar en escenas las que todavia se consrvan, falseando en mu- chos casos la composici6n original,, (8), por lo que serd preciso po- nerse en guardia a la hora de determinar las escenas, y habrd que ad- rnitir solamente aquellas que se presentan como seguras.

Para el estudio de la caza hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales:

A) Las especies animales que son perseguidas y muertas.

B) Los sistemas y armas utilizados.

En cuanto a la fauna, consideramos s6lo aquellas piezas que clara- mente forman parte de una escena de caza, mientras que haremos una

(5) Vid. Almagro. M.: Un nuevo grupo de pinturas rupestres en Albarracin: La Cueva de Doiia Clotilde. ((Revista Teruel, num. 2n, Tomo 1. Teruel, 1949.- Beltran, A.: La cueva del Charco del Agua Arnauga y sus pinfuras levantinas. Zaragoza, 1970, pags. 8 y siguientes.

(6) Como ejemplo basta citar 10s resultados obtenidos por E. Ripoll en sus excavaciones en el Covacho Ahumado de Santolea, donde aparecieron utiles de aspect0 musteriense y restos oseos de &ervus Elaphuss y ~ E ~ U L I S Hydruntinus~. Vid E. Ripoll: Los abrigos pintados de 10s alrededores de Santolea (Teruel). Barcelona, 1961, pag. 26. Resultado semejante obtuvo I. Barandiaran en las ex- cavaciones realizadas en la Cerrada de Euduviges de Alac6n. con quien colabora- mos, y en las que se obtuvieron industrias asociadas a fauna igualmente muste- rienses.

(7) Vid. A. Beltran, 4. Pgg. 55. (8) Maluquer, J.: La humanidad puehistdrica. Segunda edici6n. Barcelona, 1971.

Pag. 190.

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enumeracicin completa de todas aquellas armas y utensilios llevados por figuras humanas, excepcicin hecha de 10s personajes que estgn en una actividad no cazadora (guerra, recoleccibn, etc.).

Consideramos como indudables escenas de caza en las que existe relaci6n inconfundible entre el hombre y el animal las siguientes:

Cocuz: Tan s61o dos escenas de caza, y, en ambos casos, es una sola persona la que interviene. Se trata de las capturas de un ciervo y de un b6vido respectivamente, a1 parecer, el arma empleada en las dos ocasiones es el arco y las flechas. Existe una tercera escena, en la que un hombre parece huir de un animal de especie no identificada y que, con ciertas dudas, podriamos incluir en este tip0 de escenas.

MAS DE RAMON D'EN BESSO: Un cazador en actitud de disparar hacia un bbvido, seguramente un toro.

VAL DEL CHARCO DEL AGUA AMARGA: Un arquero persiguiendo a una cabra ya herida por un venablo. Cazador corriendo tras un jabali al- canzado por una flecha y a1 cual apunta un segundo arquero que le cierra el paso.

ABRIGO DEL ARQUERO: Cazador que se dirige hacia un macho cabrio herido por una flecha.

COVACHO AHUMADO: DOS personajes relacionados con un toro. Cace- ria integrada por siete arqueros que corren detrgs de otras tantas ca- bras, una de las cuales por su menor tamaiio parece representar un animal joven.

T ~ A MONA: Extraiia escena que parece relacionarse con la captura de una cierva y en la que intervienen varios arqueros.

RECOLECTORES: Dudosa representacibn de la caza de una cabra. FRONTBN DE LOS CAPRIDOS: DOS arqueros en actitud de disparar hacia

una cierva. ABRIGO DE LOS TORICOS: Cinco arqueros escondidos en una grieta de

la roca, 10s cuales, s61o con ciertas dudas, pueden relacionarse con uno de 10s toros grandes del friso.

ABRIGO DE LOS TOROS: Cazador dirigikndose a recuperar una cierva ya muerta, la cual ha sido representada en posici6n vertical, con la cabeza hacia abajo.

ABRIGO DE LA SELVA PASCUAL: Caza de un Cquido (caballo ?) a lazo, efectuada por un solo individuo.

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POLVOR~N: Una representacicin de captura de cabra (o quiz& cierva) a lazo, llevada a cab0 por un solo individuo. Caceria de dos ciervos en la que intervienen cinco arqueros. Cabra, a1 parecer, cogida por los cuernos por un solo hombre.

GALER~A DEL ROURE: Cazador parado ante un ciervo. Arquero corrien- do tras una cabra contra la que ya ha lanzado un venablo.

REMIGIA: Existen seis cacerias en las que forman parte varios ar- queros; de ellas cuatro son de jabalies, y esthn en un mismo panel; otra es de cabras montesas y la sexta de ciervos. Ademhs, hay una escena con dos arqueros disparando contra un cziprido; otra, en la que un individuo dirige su arco hacia un bcivido, una m8s en la que un cazador dispara contra un mamifero no identificado y, por 6ltim0, otras dos en las que sendos personajes lanzan sus flechas contra ani- males no determinados.

CINGLE: Una figura disparando, a1 parecer, contra un bcivido. Otra escena en la que interviene una figura humana de pequefio tamafio que parece luchar, cuerpo a cuerpo, con un animal indeterminado. S61o con ciertas dudas podemos incluir una tercera escena, que ha sido in- terpretada como el descabello de una cabra, lo cual supondria el act0 final de una escena de caza.

CIVIL: Escena de caza de un jabali, aceptable s610 con ciertas dudas. MAS D'EN JOSEP: Gran caceria de ciervos, en parte perdida, de la

que se conservan s61o cuatro arqueros disparando contra seis ciervas, un ciervo macho, dos cervatillos y un cervato. Probablemente pueda darse tambibn como escena de caza la representacicin de un arquero que corre tras una cierva.

ABR~GO DEL CIERVO: DOS cacerias de cccapra hisp8nica),. Otro grupo formado por figuras parcialmente destruidas parece representar la cap- tura de un cuadrupedo no determinado por medio de una trampa. Exis- ten otras dos escenas en las que se representan sendas figuras humanas junto a otros tantos animales, las cuales han sido interpretadas como lucha de hombre con animal.

ARARA: Fase final de la caceria de una cabra. TORTOSILLA: Figura de cazador parado ante un rumiante. CUEVA DE I.A VIEJA: Cuatro escenas, en cada una de las cuales inter-

viene un solo arquero que se enfrenta a un ciervo y dispara contra 61. ABRIGO DE LOS CHIVOS: Arquero disparando contra un gmpo de cua-

tro cabras y una cierva. ABRIGO DE SAUTUOLA: Una caceria de cabras.

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SOLANA DE LAS COVACHAS: Grupo de figuras humanas disparando flee chas contra animales indeterminados.

Como hemos podido ver, las especies cazadas son muy poco varia- das, ya que s6lo podemos asegurar la existencia de cazadores dirigiendo sus disparos contra: cQpridos, cQvidos, jabalies, b6vidos (seguramente toros) y kquidos, ademAs de una serie de cuadnlpedos no identificados por el ma1 estado de su conservaci6n, per0 es posible que pertenezcan

una de las especies antes citadas. Es preciso recordar que <<a pesar de haberse sefialado la presencia de figuras tipicas de la fauna diluvial 10s ejemplos que H. Breuil y H. Obermaier sostienen son siempre du- dosos. Lo seguro es observar animales representados propios de la fauna actuala (9), lo que nos lleva a incluir este arte dentro de una cronologia post-paleolitica.

a) CAPRIDOS: Podemos asegurar la presencia de cacerias de esta es- pecie animal en: Covacho Ahumado, Cueva Remigia, Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas (dos escenas), Cueva de la Arafia, Abrigo de 10s Ciervos de Nerpio y Abrigo Sautuola, lo que supone un total de siete escenas a las que hay que afiadir otras ocho en las que s61o un hombre, o a lo sumo dos, disparan su flecha contra uno de estos ani- males o lo atrapan de alguna otra forma.

Esta suma de quince escenas de caza de cApridos, ademas de otras muchas perdidas actualmente, convierten a esta especie en una de las presas m8s frecuentes, hecho que posiblemente se deba a dos causas: su abundancia en estos parajes y el ser muy codiciada no s61o como productora de carne, sino tambikn de leche. Por otra parte, es preciso advertir que la presencia de cabras estB constatada, sin0 en todos 10s abrigos, a1 menos si en todo el Area del Arte Rupestre Levantino.

Parece que el sistema utilizado en las cacerias fue el ojeo, mCtodo que no difiere del empleado para la captura de otras especies y que todavia hoy se practica sin grandes variaciones. La primera fase de este sistema la tenemos representada en el Covacho Ahumado, donde ~(cuatro animales huyen de la furiosa persecuci6n de varios cazadores que disparan sus dardos en plena carrera. El grupo de avanzada lo

(9) Almagro, M.: Las pinturas rupestres levantinas. Madrid, 1954, piig. 18.

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forman cuatro reses adultas y, entre ellas, una cabrita m6s joven)) (10). El conjunto se desplaza de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo, dando ia sensaci6n de que las reses han sido obligadas a encaminarse a1 fondo del barranco.

Por otra parte, la fase final del ojeo est6 perfectamente representa- da en las dos escenas del Abrigo del Ciervo, en las que tres arqueros rodean a una cccapra hisp6nica), herida por dos flechas y se disponen a lanzarse sobre ella (11) (L6m. I).

LAMINA I:

Caceria de gcapra hispanican representada en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas (segun F. Jorda).

Esta misma etapa final del ojeo se encuentra tambien representada en la Cueva de la Araiia, en una de las escenas m6s completas de todo el Arte Levantino, donde puede verse la entrada de las reses en Ia ce- lada, pues cdas piezas parecen dirigirse a la garganta del barranco,

(1C) Ortego, T.: Nuevas estaciones de Arte rupestre aragonb: <<El Morteron y <<Cerro Felio)), en el tCrmino de Alacdn (Teruel). Archivo Espafiol de Arqueologia, T. XXI. Madrid, 1948, pag. 18.

(11) JordB, F., y Alcacer, J.: Las pinturas rupestres de Dos Aguas (Valencia). Valencia, 1951, vid., pBg. 19.

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donde la altiplanicie confluye en un embudo, alli donde aguardaran 10s cazadores)> (12) (Ifimina 11).

LAMINA I1

Caceria de cabras representada en la Cueva de la Araiia (segun Herniindez Pacheco).

El hecho de que las reses deben estar entrando en el desfiladero parece indicarse por su disposicidn en fila. Lo m6s espectacular de la escena es el elevado nGrnero de cazadores que intervienen, doce en total, asi corno la cantidad de reses objeto de sus disparos, las cuales surnan nueve. Es iiiteresante observar que dos de 10s cazadores son de menor tamafio, lo que puede indicar que se trata de dos individuos j6venes y por eso resulta ldgica su posicidn retrasada,

(12) HernBndez-Pacheco, E.: Las pinturas prekistdricas de las cuevas de la Arafia (Valencia). Evolucidn del Arte rupuestre en Espafia. Madrid, 1924, pfigi- nas 64-65.

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Eas dem& escenas enumeradas anteri0rInente est6n m&s incomple- tas y, por tanto, resultan mhs confusas. Unicamente hay que destacar

hecho de que uno de 10s personajes que interviene en la caceria de cabras del Abrigo Sautuola lleva sobre la cabeza una ccespecie de gorro con orejas de animal tal como se ven a menudo en Alpera, quiz& -uti- lizado- como disfraz de caza,, (13). Este atuendo lo vemos tambien en la Cueva Remigia, donde otro cazador de cabra se cubre con un tocado animal. Es muy posible que este tip0 de gorro no tuviera fina- lidad ornamental, sino que exclusivamente se empleara como un ardid de caza con el fin de atraer a las piezas, tanto en acciones colectivas como en Ias individuales, no siendo en absoluto privativo de la caza de chpridos, pues, como se verh, aparece empleado tambidn en la cap- !ura de otras especies.

LAMINA I11

Ecenas de caza a lazo. a) De cierva, representada en la Cueva del Polvorin (segbn S. Vilaseca). b) De kquido, representada en el Abrigo de Selva Pascuala (segtin

Almagro y G." Bellido).

(13) Garcia Guinea, M. A.: Le nouveaux et important foyer de peintures levan- tines ir Nerpio (Albacete, Espagne). Bulletin de la SociCtC PrChistorique de YArikge, Tomo XVIII. Tarascon-sur-I'Arikge, 1963, p8g. 22.

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Las escenas en las que interviene un solo individuo, Cste dispara, por medio de un arco, dardos contra el animal, con excepcicin de una representacibn del Abrigo del Polvorin, en la que el cazador, pese a llevar arc0 y flechas en una de sus manos, se ha valido de una cuerda para aprisionar a la cabra (14) (lamina I11 a). Un paralelo semejante parece existir en el Abrigo de 10s Recolectores, aunque en este caso la escena resulta mucho mas confusa (15).

Es posible que una vez cobradas las piezas malheridas, Qtas fueran muertas con la ayuda de alghn arma cortante, ejecuthdose una especie de descabello segun parece desprenderse de una escena algo confusa del Abrigo IV del Cingle, en la que se ve a un individuo con una especie de pufial en la mano, en actitud de clavarlo a una cabra (16) (15mi.a IV).

LAMINA N

Escena de ~descabello? representada en el Cingle (segun E, Ripoll).

Respecto a las armas utilizadas, ya ha quedado dicho que normal- mente se emplea el arc0 y las flechas, excepcicin hecha de 10s dos casos de caza con lazo; ademas, algunos autores han querido ver, siempre en casos no muy claros, el empleo de una especie de jabalina, per0 dicha interpretacicin resulta aIgo aventurada.

(14) Vilaseca, S.: Las pinturas rupestres del Polvorin (Puebla de Benifazd, provincia de Castelldn). Informes y Memorias de la Comisaria General de Excava- ciones Arqueol6gicas, num. 17. Madrid, 1947, p8g. 20.

(15) Beltran, A.: Peintures rupesfres du Levant de <<El Abrigo de 10s Recolec- tares)), dans le ravin de <(El Morteros (Alacdn, Teruel, Espafia). c<Bulletin de la SociCtC PrChistorique de I'Arikges, Tomo XVI-XVII. Tarascon-sur-lArikge, 1961- 1962, pag. 12, de tirada aparte.

(16) Ripoll, E.: Pinturas rupestres de la Gasulla (Castelldn). Monografias de arte rupestre, arte levantino, num. 2. Barcelona, 1963, pag. 28.

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b) C~RVIDOS: La frecuencia de escenas de caza de esta especie es semejante a la de chpridos, pues existen un total de cinco cacerias re- presentadas en 10s siguientes abrigos: Tia Mona, Front611 de 10s CB pridos, El Polvorin, Cueva dels Cavalls y Cueva Remigia; adem&, en nueve ocasiones encontramos arqueros disparando contra este tip0 de animales.

El sistema de caza es el empleado en la captura de cripridos, es de- cir, el ojeo, del cual tenemos un extraordinario ejemplo para esta es- pecie en la Cueva dels Cavalls, donde cca la izquierda se ven cuatro ca- zadores, uno encima del otro; a la derecha, una manada de ciervos (diez en total) en carrera emprendida en direcci6n a 10s tiradores que 10s cubren 10s proyectiles.

Hay que suponer, por lo menos hipotdticamente, que detrris de estos animales existia un grupo de ojeadores, probablemente tambiCn arma- dos, pues asi lo da a entender la presencia de algunas flechas en 10s cuartos traseros de 10s cQvidosn (17).

No obstante esta descripci6n de Obermaier y Wernert a1 publicar el abrigo, es inexacta , porque se refiere s6lo a la parte izquierda de la escena y ello ha dado pie a que este conjunto -uno de 10s rnris cono- cidos de la pintura ruepstre levantina- se reproduzca de forrna parcial, per0 esta err6nea interpretacidn se debe a la existencia de una gran caida estalagmitica que divide el conjunto en dos. No obstante, el error fue rectificado por A. BeltrQn, quien public6 el calco de Benitez Mellado completo, y en el cual se advierte perfectamente la presencia de un grupo de ojeadores que corren tras 10s ciervos y que, sin duda, son quienes han disparado las flechas a las que hacen referencia Obermaier y Wernert (18).

Dentro de esta escena resulta interesante advertir la presencia de dos cervatillos, diferenciados de las reses adultas no s61o por su menor tamaiio, sino tambikn por tener el cuerpo manchado por una serie de puntos que parecen indicar la diferencia de piel. Estos anirnales jdvenes se encuentran situados en el centro de la manada, arropados por 10s de mayor tamaiio. Ademris se han diferenciado tambiCn dos ciervos machos provistos de gran cornamenta, mientras que las hembras que carecen de ella.

En el Covacho de la Tia Mona resulta sorprendente la presencia

(17) Obermaier, H., y Wernert, P.: Las pintuvas rupestres del Barranco de Vnlltorta (Castelldn). Madrid, 1919, phg. 64.

(18) Beltrzin, A,, 4. Vid., fig. 124.

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de un extra50 personaje sentado en una especie de parihuelas entre 10s arqueros que asisten a la caceria de una cierva; no obstante, s61o T. Ortego incluye a dicho personaje dentro de la citada escena (19); en cualquier caso no encontramos pararelos semejantes en otros abrigos levantinos, y seria aventurado afirmar la participacidn de personajes de alto rango en las cacerias, transportados en literas.

Como en el caso de la caza de cabras, existen en la Cueva de la Vieja arqueros disparando contra ciervos, tocados con gorros de ore- jeras que parecen cabezas zoomorfas y que, como ya hemos apuntado antes, hay que interpretarlos como un ardid. Mucho m5s frecuentes son 10s tocados de plumas entre 10s cazadores tal como puede obser- varse en el personaje del Abrigo de Mas d'en Josep, que persigue a dos grandes ciervos, per0 dichos tocados no son privativos de esta actividad, pues 10s encontramos adornando tambikn cabezas de mujeres, asi como de personajes masculines dedicados a otras actividades tales como la guerra, por eso resultaria aventurado interpretarlos en el mismo sentido que 10s gorros animales.

Por ultimo, cabe sefialar una curiosa escena reproducida en el Abrigo de las Caidas del Salbime, posiblemente relacionada con la caza, donde se ve una cierva que corre veloz tras un hombre que posiblemente trat6 de atacarla, sin embargo, ni el personaje va armado ni el animal pre- senta dardos clavados en su cuerpo.

Las armas utilizadas para la obtenci6n de esta especie que comen- tamos son, sin excepcicin, el arc0 y las flechas. Por otra parte, a1 igual que 10s chpridos, 10s ckrvidos aparecen representados en todo el Area por la que se extiende la Pintura Rupestre Levantina.

c) JABALIES: Son mucho menos frecuentes que las dos especies an- teriormente citadas, y aparecen representados s61o en dos abrigos de la zona del Maestrazgo: Cueva Remigia y Cueva del Civil y en Val del Charco del Agua Amarga.

Las m5s bellas representaciones de caza de jabalies las tenemos en cuatro escenas existentes en la Cueva Remigia, reproducidas en un mismo panel y superpuestas entre si (Ihmina V). En ellas puede obser- varse una serie de arqueros lanzados a la carrera tras 10s animales que huyen veloces; algunos de ellos est6n heridos por mdltiples vena- blos y uno parece ya muerto, pues se ha representado apoyado sobre

(19) Ortego, T., 10. PBg. 31. Sin embargo, ni Almagro, M.: Las pinturas rapes- tres del Bajo Aragdn, <<Prehistoria del Bajo Arag6n~ (Zaragoza, 1956, pBg. 80); ni BeltrBn, A., 15 (pag. 29), lo consideran como perteneciente a la caceria.

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el dorso y con Ias patas hacia arriba. Destaca en este conjunto la per- fecta ejecucibn de 10s animales realizada con todo lujo de detalles.

LAMINA V

Cacerias de jabalies representadas en la Cueva Remigia (segun J. B. Poscar).

En Val del Charco, la escena es muy similar, aunque s61o un arquero corre -con seguridad- tras el jabali. Sin embargo, es posible que otros dos cazadores m5s intervengan en la recuperaci6n de la pieza herida (20).

Muy problem6tica resulta la escena del Civil descrita por Obermaier a1 dar a conocer este abrigo, y que dl mismo apunt6 como muy poco segura (21).

No tenemos testimonio de que el sistema de caza de jabalies fuera tambidn el ojeo, pues en ningdn caso se nos representan 10s arqueros ante las piezas, ya que s61o aparecen corriendo tras elIas. Si nos atene-

(20) Beltrrin, A,, 5. PBg. 39. (21) Oberrnaire, H., y Wernert, P., 17. P8g. 118.

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mos a 10s restos pintados hay que pensar que las unicas armas emplea- das en su captura fueron el arc0 y las flechas.

d) B6v1ws: Pese a que la especie estci ampliamente representada en numerosos abrigos repartidos por toda el area de la Pintura Levan- tina, las escenas de caza de este tip0 de animales son muy escasas -cua- tro en total- y en algun caso problemgtica.

Las dos unicas representaciones que parecen m6s seguras: la del Abrigo de 10s Toricos del Prado de1 Navazo y la del Mas de Ramcin d'en Besso, llaman la atencion por lo diminuto y esquem6tico de 10s cazadores frente a1 gran amaiio y naturalism0 de las reses, per0 en ninguno de 10s dos casos parece existir duda de que el objeto del disparo de 10s arqueros Sean 10s bovidos. Sin embargo, en el caso del Abrigo de 10s Toricos del Prado del Navazo el hecho de que Ias figuras humanas Sean de color blanco y 10s bovidos negros, hace pensar que sea una composicicin realizada en dos fases: a la primera de ella per- tenecerian 10s bcividos, y posteriormente se aiiadirian 10s arqueros (15- mina VI).

LAMINA VI

Caceria de bovidos, del Abrigo de 10s Toricos del Prado del Navazo (segtin M. Almagro).

En la Cueva Remigia nos encontramos entre una escena semejante a Ja de las Caidas del Saldime, pues claramente se observa la veloz

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huida de un arquero ante la embestida de un toro; aunque no es se- guro que esta escena sea la consecuencia de un intento de caza por parte del personaje, el hecho de que Cste vaya armado y, sobre todo, el venablo que tiene clavado el animal en su cuerpo, hacen pensar en esta posibilidad.

La escena del Covacho Ahurnado, apuntada por T. Ortego como caza de b6vid0, nos parece muy poco probable: en efecto, se trata de figuras muy perdidas que no hemos conseguido identificar en el propio abrigo y que no aparecen en el calco publicado por M. Almagro (22).

e) EQUIDOS: No es especie muy frecuente ni aislada ni formando composici6n con figuras humanas; dejando aparte las posibles escenas de doma y monta existentes en la Cueva de Dofia Clotilde y en el Cingle de la MoIa Remigia, que no entran dentro del tema que proponemos, existen tres representaciones relacionadas con la caza de Cquidos.

En la Cueva de la Arafia aparece un gran gquido, segurarnente un caballo, que parece estar muerto por las heridas de tres flechas que tiene clavadas en el vientre, ya que ha sido representado en posicibn vertical, con la cabeza y las patas delanteras hacia abajo en el momento de precipitarse en el vacio.

Como escenas de caza propiamente dichas, existen sendos ejemplos en 10s abrigos de Selva Pascuala y de 10s Borriquitos, respectivamente. El primer0 ha venido siendo considerada tradicionalmente como un caso de doma, no obstante, A. Beltrim rectific6 esta creencia a1 considerarlo cccomo una escena de caza con lazo de la que no faltan ejemplos en el Arte Levantino), (23) (Em. 111 b), compar6ndola con la escena del Polvorin que hemos mencionado a1 referirnos a 10s cApridos.

La escena de 10s Borriquitos resulta mucho m6s confusa; s e g h Almagro, parece reproducir la caza de un Cquido en la que intervienen dos personajes, uno armado con un objeto circular y otro provisto de una larga lanza (24). Por su parte, Ortego opina que se ha tratado de representar la captura de un asno utilizando una ccraiz el6stica de sa- binax manejada por dos hombres (25); si aceptamos esta 6ltima ver- sibn, estaremos en presencia de una forma de caza semejante a la re- presentada en el Ahrigo de la Selva Pascuala y habria que pensar que

(22) Almagro, M., 19. Figs. 45 y 46. (23) BeltrBn, A.: Sobre la pintura rupestre levantina de u n caballo cazado a

lazo, del abrigo de aSelva Pascualan, de Villar del Hurno (Cuenca). <cMiscelhnea ofrecida a1 Iltmo. Sr. D. Jose Maria Lacarra y de Miguelu. Zaragoza, 1968, p8g. 83.

(24) Almagro, M., 19. PBg. 75. (25) Ortego, T., 10. PQg. 7,

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el sistema de captura no es igual para todas las especies, sino que se adapta a las caracteristicas de cada una, utizAndose normalmente en el caso de 10s Cquidos el lazo u otro instrumento de fibra, siendo esporA- dico el empleo de flechas.

f) ESPECIES NO IDENTIFICADAS: Considerando dentro de este apar- tad0 todas aquellas escenas en las que el objeto de caza son animales cuya especie no ha podido determinarse bien porque se trata de figuras ma1 conservadas, bien por la imprecision del disefio en el que estAn ausentes aquellos rasgos caracteristicos que facilitan la identificacion. Por una de estas dos causas se han producido interpretaciones errbneas, como en el caso del animal de la Cueva del Tortosilla, en el que Breuil y CabrC vieron un rebeco (26), o en uno de 10s de la Cueva Remigia que el mismo Breuil identifico como un alce (27). Sin embargo, es im- portante anotar aqui que tales interpretaciones de Breuil ante casos no muy claros se deben, en grsn parte, a1 deseo del gran prehistoriador franc& de tener justificaciones que le permitieran defender una crono- logia paleolitica del Arte Rupestre Levantino, basfindose en la existen- cia de especies extinguidas en aquellas latitudes en una Cpoca post- glaciar.

Entre las representaciones de cacerias de animales de imposible identificacion, debido a su parcial conservaci6n, hay que destacar dos: la existente en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas y la reproducida en La Solana de Las Covachas. En la primera se repre- sentan tres figuras humanas portando arc0 y flechas y bajo ellas (<hay un trazo filiforme, que, siguiendo una linea sinuosa se entrecruza formando tres espacios que interpretamos como una trampa de caza. El trazo presenta tres abultamientos que podrian ser considerados co- mo nudos o uniones de la cuerda que aquel puede representar. Dentro del espacio superior se encuentra una mancha de color sin forma defi- nida, posiblemente 10s restos o fragmentos de lo que debi6 de ser la press), (28) (Ifimina VII a). Se trata, pues, de la captura de un animal valikndose de una trampa, per0 lo imparcial de la conservation nos impide conocer algunos detalles tales como si el animal habia sido pre- viamente herido por flechas o quC sistema pudo utilizarse para hacerle

(26) CabrC, J.: El avte rupestve en EspalZa. Madrid, 1915, phgs. 205-206. (27) Porcar, J. B.; Obermaier, H., y Breuil, H.: Excavaciones en la Cueva

Remigia (Castelldn). ~(Memorias de la Junta Superior del Tesoro Artistico. Madrid, 1935, pag. 31.

(28) JordB, F., y Alcacer, J., 11. Phg. 13.

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LAMINA VII Representacion de trampas: a) Caza de cuadrupedo, utilizando posible trampa, representada en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos aguas (segun F. Jorda). b) Posible trampa para cazar pajaros reproducida en el Cinto de la Ventana del

mismo Barranco de Dos Aguas (segun F. Jorda).

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caer en la trampa; por otra parte, a1 tratarse de la 6nica escena de caza con trampa reproducida en 10s frisos levantinos conocidos resulta imposible establecer cornparaciones.

En la Solana de Las Covachas nos hallamos en presencia de otra caceria de cuadrupedos en la que 10s arqueros participantes parece que se sirven del sisterna del ojeo ayudandose con tocados en forrna de cabeza de animal, a1 igual que hemos cornprobado en otros ejemplos.

En el Abrigo VI del Cingle de la Mola Remigia puede observarse a un personaje cerca de un animal de estilo algo esquematico, esta esce- na ha sido interpretada por Ripoll como la lucha de un hombre con un animal y de la que tenemos un paralelo en las dos escenas repro- ducidas en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas, las cuales, en opinibn de Jorda, parecen tener caracter magico dada la voluntaria destruccibn de la zona de las cabezas a1 haber desaparecido tal sentido m6gico (29).

Resta, por dltimo, reseiiar una escena del abrigo de Cogul en la que un hombre huye de un animal no identificado tal como hernos visto ya en la Cueva Remigia y en el Abrigo de las Caidas del Salbime.

3. INGENIOS DE CAZA

a) ARMAS: De lo dicho anteriormente se desprende que, a excep- ci6n de algunas salvedades, las armas utilizadas para la caza son Ias mismas que se empleaban para la guerra, es decir, el arc0 y la flecha, por ello cabe suponer que 10 mismo que <(la cultura central se halla especialmente articulada en el arc0 y la flecha), (30), para estas gentes dichos elementos eran tambiCn el armamento basico.

Normalmente 10s arqueros caminan llevando el arc0 y las ffechas en la misma mano, la derecha, y s61o en alguna ocasicin sostienen con la izquierda una flecha mientras que transportan el resto de las armas con la derecha. Cuando disparan, lo hacen sujetando el arco y el manojo de flechas con la mano izquierda utilizando la derecha para sustentar la cuerda del arc0 y la emplumadura del proyectil (lamina VIII a).

(29) Jord5, F., y Alcacer, J., 11. P9g. 20. (30) Barandiaran, J. M.: Breve historia del hombre primitive. rAnuario de

Eusko Folklore,), Torno XI. 1931, pag. 136.

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LAMINA VLII

Distintos tipos de arco: a) Sencillo de curvatura normal. b) Sencillo y aplanado en el centro. c) De triple curva. dj De doble curva.

El arc0 se haya representado unas seiscientas veces, muchas de ellas sin poderse precisar a qu6 tip0 pertenece, ya que se reduce a un pequefio trazo. La cuerda estri representada en s61o cincuenta ocasiones, aunque suponemos que muchas veces habra desaparecido.

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S61o en algunas ocasiones contarnos, afortunamente, con excepciones en las que se dibuja el armamento con asombrosa minuciosidad y nos permite distinguir diferentes tipos. No obstante, siempre hay detalles que la pintura no puede expresarnos y que la falta de hallazgos arqueo- ldgicos nos impide conocer, como son la materia prima, el tip0 de cuer- da o la seccidn del arco.

Parece ldgico que la materia empleada en la fabricacidn de arcos fuera la madera, aunque no se puede descartar la posibilidad de que algunas veces se hicieran con otra materia vegetal o con hueso. La cuer- da, seguramente, se confeccionaria igualmente con materia vegetal o con fibra animal.

<<La secci6n importa, porque indica si la madera ha sufrido transfor- macidnn (31)) per0 por el momento es imposible conocer si 10s arcos eran de secci6n redonda o, por el contrario, habian sido aplanados con el fin de obtener mayor elasticidad.

Con respecto a la forma, podemos comprobar el empleo de dos tipos: a) arc0 simple, y b) arc0 compuesto. El arc0 simple est6 fabricado con un solo segmento, y es, sin duda, el m6s abundante en las representa- ciones del Arte Levantino (16mina VIII a); presenta normalmente una curvatura normal, aunque existe una variante de tamaiio pequeiio, que muestra una zona aplanada en el centro sernejante a1 arc0 del violin; este tip0 lo encontramos representado en la Cueva de la Vieja, en manos de 10s personajes denominados ((pieles rajas,, (32) y en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas, donde es transportado por un ca- zador de cabras (l6mina VIII b).

El arc0 cornpuesto del que es caracteristico el ser reflejo tiene la parte central impregnada de una sustancia grasa que le permite ceder mucho m8s a la hora del disparo (33). En el arte levantino lo vemos en diferentes variantes: icon doble?, triple o incluso mGltiple curva; de ellos el m6s frecuente es el de triple curva o asi6tico (15mina VIII c), del que encontramos hasta treinta representaciones, en su mayoria en la Cueva de la Vieja de Alpera y en 10s abrigos de Minateda. Para Lhote ((la presencia en 10s frescos de Espafia oriental no s61o del arc0 ordi- nario simple, sin0 del arc0 de triple curvatura, llamado asigtico, no

(31) Grottanelli, Vinigi: L'uomo e la civilitd. En T . 11, de Le opere dell'uomo. Milan, 1965, pag. 178.

(32) Breuil, H., y Obermaier, A.: Les premiers travaux de I'Institut de Pale'on- tologie Humanie. Vol. 11. Travaux sur Zes peintures rupestres d'Espagne. 2 Alpera (Albacete). aL'Anthrovolorrie)~. Tomo XXIII. Paris. 1912.

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sabria explicarse sin una relacion entre las dos regiones [el Tassilli y el Levante espaiioll, de la que es prematuro precisar las condiciones y el tiempo), (34).

LAMINA IX

Distintos tipos de flechas: a) de empluniadura lanceolada, b y c) de emplumadura de trazos transversales, d) con la punta doblada en angulo agudo, e) arma arroja- diza, interpretada por Almagro como posible jabalina, aunque quiza Sean dos

flechas.

(34) Lhote, Henri: Sur Zes rapports entre Zes cendres d'urt prehistorique d'Eu- rope (Province franco-cantabrique et Levant espagnol) et celui du Sahara. E n aprehistoric Art of the Western Mediterranean and the Sahara,,. Chicago, 1964, pag. 218.

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El arc0 de curva multiple, aunque con menor frecuencia, aparece tambikn representado en el Arte Levantino y exclusivamente en la Cueva de la Vieja de Alpera y en Minateda, abrigos en 10s que, como hemos dicho antes, abunda el de triple curva, por lo que pensamos que ambas variedades estan intirnamente relacionadas.

El arco formado por dos segmentos lo encontramos so10 en diez oca- siones, aunque geogrbficamente esta mucho mas extendido que el arc0 multiple, pues aparece no solo en 10s abrigos m5s meridionales. sin0 tambiCn en el Barranco de la Valltorta (Caste116n) (lamina VIII d).

En cuanto a las flechas, podemos hacer tambikn una diferenciacibn fornlal atendiendo a sus dos extremos: punta y emplumadura. Esta tiene normalmente forma lanceolada, como puede verse con toda clari- dad en 10s abrigos del Barranco de la Valltorta (lamina IX a), no obs- tante. cuando son muy pequefias s61o es perceptible un abultamiento del que no puede determinarse su forma; en algun caso la emplumadura consta de varios apkndices colocados alerededor del vbstago y que pa- recen estar hechos con plumas (lamina IX b y c) .

El extremo contrario, es decir, la punta, suele estar simplemente aguzada, aunque no es raro el que se presente doblada, formando un hngulo agudo (abrigos del Ciervo, Galeria del Roure, Tortosilla, La Ara- iia, el Cingle, La Vieja y Minateda) (lamina IX d).

Con respecto a las otras armas arrojadizas resulta imposible esta- blecer una clasificaci6n, puesto que se trata sien~pre de representacio- nes muy problematicas. Baste citar aqui que ha sido seiialada la pre- sencia de jabalinas en Val del Charco del Agua Amargo, Galeria Alta del Koure y Cueva del Tio Garroso; en esta hltima Almagro ha inter- pretado como tal una especie de venablo aguzado que se duplica y termina en dos hojas lanceoladas de punta bifica, con una cuerda col- gando de cada una de ellas (lamina IX e).

Por su parte, Vilaseca indica la presencia, en la cueva del Polvorin, de un palo que tiene en un extremo un arco cerrado y alargado que constituye un posible arpitn. Igualmente problematicas son las repre- sentaciones del Covacho Ahumado del Moretero y del Cingle de La Mola Remigia, identificadas con10 azagayas, asi como las posibles pal- metas reproducidas en Minateda y en 10s Borriquillos y el objeto inter- pretado como una pQtiga, existente en el Cingle de La Mola Remigia. Tambikn se ha hablado de lanzas, mazas y piedras, aunque siempre con bastantes reservas.

Queda mencionar el arma cortante que lleva un personaje del Cingle

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de la Mola Remigia, el cual est5 en actitud de c<descabellar), a un ani- mal, la cual, por su forma triangular, podria tratarse de un pufial.

b) RECIPIENTES: Aunque es normal que 10s cazadores sostengan sus armas direciamente en la mano, hay que hacer constar la indiscutible representaciitn de carcajes en dos abrigos: la cueva Saltadora y la cueva Remigia. En el primer0 aparece el recipiente aislado de otras figuras, como depositado en el suelo y cargado de flechas cuyas emplu- maduras sobresalen (lamina X a); en la cueva Remigia es transportado por uno de 10s cazadores de jabalies, e igualmente son visibles parte de las flechas (1Bmina X b). Con mayor reserva hay que aceptar el car- caj que lleva a la espalda un cazador de ciervos de EI Polvorin o el que sostiene con la mano uno de 10s arqueros del Civil.

LAMINA X

Distintos iipos de recipientes: a y b) Carcajs. b, c, d, e y f) Cesto.

Indudable es tambikn la utilizaci6n de otro tip0 de recipientes: ces- tos o cubos, cuya finalidad no es tan clara, aunque se ha llegado a decir que c<quizB no sea muy casual la presencia de figuras humanas, porta- doras de vasijas entre 10s grupos de hombres armados, estando proba-

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blemente en relaci6n directa con ellos, como distribuidores de liquidos (venenos o colores)), (35). Si aceptamos la posibilidad de la utilizaci6n de venenos, 10s recursos de la caza de aquellas gentes se verian sensi- blemente acrecentados.

En a l g h caso vemos estos recipientes abandonados en el suelo (La Saltadora y Val del Charco), e incluso en ocasiones parecen haber sido intencionadamente escondidos en una grieta del terreno, como es el caso del Cingle de la Mola Remigia.

Tanto 10s carcajes como 10s otros recipientes son de diferentes for- mas; aquellos presentan aspect0 bien de cilindro muy estrecho, bien de cono con el extremo redondeado. Los cccestos), pueden ser: semi- esfkricos, esfkricos, trapezoidales, triangulares, etc., estando provistos normalmente de una gran asa colocada en la parte superior o de una m8s pequeiia situada en uno de 10s laterales (IQmina X, figuras b, c, d, e y f).

Aunque no se puede conocer la materia con la que estuvieron con- feccionados, el hecho de que un recipiente existente en la cuva Remigia tenga en el interior una serie de lineas entrecruzadas (lamina X d), pa- rece indicarnos un trabajo de cesteria, per0 no se puede descartar la posibilidad del empleo de cuero en algunas ocasiones.

c) TRAMPAS Y LAZOS: AdemQs de la posible trampa representada en el Abrigo del Ciervo del Barranco de Dos Aguas, de la que ya hemos hablado, existen en la cueva de La Vieja de Alpera una especie de tec- tiformes rectangulares rellenos con lineas paralelas en el interior, se- mejantes a 10s signos del arte cuaternario (36), pintados junto a las patas de algunos ciervos, lo que nos hace pensar que, a1 igual que en la pintura paleolitica representan trampas.

En el Cinto de la Ventana del mismo Barranco de Dos Aguas hay ademQs unos trazos muy confusos pintados junto a unas zfiguras ala- das?, que JordQ ha interpretado como posible cctrampa de pQjaros,, pero tal hipdtesis hay que aceptarla con muchas reservas dado lo frag- mentario de su conservaci6n (18mina VII b).

Por otra parte, en el Covacho Ahumado del Barranco del Mortero hay ~ d o s cabezas gemelas de las que arranca un trazo prolongado, que po- dria representar el tronco de un Qrbol utilizado como ibarrera o tram-

(35) Obermaier y Wernert, 17. PAg. 112. (36) Casado, Pilar: Tipologia de 20s <<signosu en el arte parietal paleolitico de

la Peninsula Ibe'rica. aActas del XI1 Congreso Nacional de Arqueologias. Zaragoza, 1973, pAg. 68, fig. 1-11,

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pa?, (37); pero desgraciadamente, como en tantas otras ocasiones, se trata de figuras muy problem5ticas de las que cualquier interpretaci6n resulta aventurada.

Sj no existen pruebas claras para certificar con seguridad a trav6s de las pinturas que aquellas gentes utilizaron trampas, si tenemos tes- timonios evidentes del empleo de lazos en la caza de un 6quido repre- sentada en el Abrigo de Selva Pascuada y en la cueva del Polvorin, donde un arquero lo ha empleado para aprisionar una cierva, aunque no puede destacarse la hip6tesis de que sea utilizado para mantener atadas a las presas capturadas vivas. A estos dos ejemplos claros cabe aiiadir otros tres casos no tan evidentes representado en la cueva de la Araiia.

Aunque en parte ha quedado dicho ya, faltan alguno detalIes que son posibles reconstruir a partir de escenas representadas sobre dife- rentes abrigos, las cuales nos permiten conocer un panorama bastante exacto de las diferentes fases y circunstancias de la caza.

En primer lugar, es precis0 seiialar que el sujeto de la caza fue ex- clusivamente el hombre, ya que en ningun caso aparecen mujeres rela- cionadas con esta actividad (38). Los cazadores acudian a su trabajo portando ellos mismos las armas que, s61o en casos excepcionales, trans- p0rtaba.n dentro de recipientes, incluso normalnlente disparaban suje- tando con la mano que sostenia el arco todo el haz de flechas.

Si la caza se practicaba individualmente, parece que se efectuaba, en primer lugar, una operacicin de rastreo siguiendo las huellas de 10s animales, tal como se desprende de siete escenas de la Cueva Remigia y de otros casos aislados representados en el Cingle, en la Cueva dells Tolls y en la Galeria Alta de Morella, pues aunque en ocasiones es po- sible que lo que se haya querido representar Sean 10s cazadores siguien- do el rastro de sangre de un animal herido, en otros casos, el hecho de que se hayan pintado 10s trazos a pares, parece indicarnos que se trata de las huellas dejadas por las pisadas de un cuadrlpedo (I5mina XI). Una vez encontrada la presa, debian enfrentarse abiertamente sin ningtln tip0 de defensa, disparando contra ella un numero variable de flechas, hasta dejarla malherida; no obstante, m5s de una vez debieron ser

(37) Ortego, Tebgenes, 10. PBg. 19. (38) Hernhndez-Pacheco, Eduardo, 12. PBgs. 66-67.

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atacados por 10s animales, corno parece desprenderse de varias escenas de las que hernos hablado. S61o en casos aislados y para 10s kquidos se utilizaban lazos, con lo que se evitaba el enfrentamiento direct0 con el animal.

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LAMINA X I

Cazador siguiendo las h~~el las de un animal. Galeria Alta de R?orelYa (seg6n J. B. Porcarb

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Cuando la pieza era aprisionada sin estar totalmente muerta, debia de practichrsele una especie de ccescabello)) in situ, como puede dedu- cirse de una escena del Cingle de la Mola Remigia.

El transporte de las piezas no est6 representado con nitidez en nin- guna escena, pues s61o existen dos representaciones muy confusas que no son suficientes para llegar a conclusiones seguras. Posiblemente, si 10s animales eran de gran tamaiio serian transportados por varios ca- zadores, o por uno solo en el caso de que fueran piezas pequefias, se&n se desprende de una confusa figura del Cingle en la que un personaje parece llevar sobre 10s hombros, transversalmente a su cuerpo una carga, posiblemente atada con correas o cuerdas y que cabe interpretar como un animal ya que a uno de 10s lados cuelga lo que parece una larga cola (39).

No obstante, en una representaci6n de la Cueva Remigia hay, ccal parecer, un animal colgado de cuatro palos, dos verticales y dos hori- zontales~~ (40), que cabria interpretar como un sistema de transportar las piezas cobradas en la caza, pero la poca claridad de la figura -por otra parte Gnica en su gknero- nos obliga a aventurar esta idea como mera hipcitesis.

En lo que respecta a las cacerias colectivas, s61o tenemos escenas completas de capturas de chpridos y de c6rvidos y en ambos casos pare- ce que se practicaba el sisterna del ojeo; para ello, un grupo de arque- ros perseguia a la manada disparando dardos contra 10s animales y di- rigikndolos hacia un lugar concreto, posiblemente un paso estrecho, donde estaba apostado otro grupo de cazadores que les cerraban el paso, ro- deando totalmente a sus presas, generalmente ya heridas por 10s disparos de sus perseguidores. Parece que para el cerco de las piezas no se utili- zaba el fuego, per0 si es posible que en alghn caso la muerte de 10s animales no fuese provocada por 10s disparos de 10s cazadores, sino que fuesen obligadas a dirigirse a un barranco donde se despeiiarian, como cabe deducirse de la posicicin de una cierva representada en el Abrigo de 10s Toros de Tormcin y del gran kquido de la Cueva de la Arafia, 10s cuales parecen estar cayendo en el vacio, con la cabeza y las patas de- lanteras hacia abajo, aunque en ambos casos se trata de animales sin relacidn con otras figuras.

(39) Ripoll, Eduardo, 16. PAg. 35. (40) Porcar, J. B.; Obermaier, H., y Breuil, H., 27. PQg. 27.

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Aunque el ma1 estado de conservacidn de muchos de 10s frisos con pinturas rupestres levantinas nos impide conocer datos importantes que, sin duda fueron representados, es posible, dado el estado actual de 10s conocimientos, reconstruir una buena parte de las caracteristicas cir- cunstancias de la actividad cinegktica de las gentes que las crearon, la

-mas cual constituy6 indudablemente su quehacer fundamental. Asi h, podido llegar a deducir que:

a) Las especies m6s cazadas fueron 10s c6pridos y 10s ckrvidos. b) Se obtenian ademzis otros tipos de animales, como jabalies, bdvi-

dos y kquidos, aunque en mucha menos proporci6n que 10s anterior- mente citados.

c) El armamento bzisico lo constituia el arc0 y la flecha, emplezin- dose no s6lo el arc0 simple, sino tambikn el compuesto o reflejo de mayor efectividad.

d) En algunos casos se utilizaron lazos y es posible que se sirvieran tambikn de trampas, aunque las representaciones de kstas no son muy claras.

e) Parece que el empleo de tocados en forma de cabezas de animales se debe m6s a un ardid de caza que a una finalidad meramente orna- mental.

f) Aunque lo rngs frecuente son representaciones de caza individual, no faltan las cacerias en las que se empleaba el sistema del ojeo.

g) El rastreo de las piezas debia hacerse por medio de la observa- cidn de las huellas de 10s animales.

h) No existen representaciones suficientemente claras para conocer el sistema que se utilizaba para recobrar la pieza, para asegurar su muerte o para su transporte.

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EL ARTE RUPESTRE EN LA PWOVIINCBA DE SEGBVIA

M." ROSARIO LUCAS PELLICER

En 10s numerosos trabajos sobre artc rupestre peninsuIar -paIeoIi- tic0 y postpaleolitico- la provincia de Segovia Iia quedado siempre rele- gada de las investigaciones y existe rnuy escasa bibliografia a1 respecto. Sin embargo, dia a dia van ensanch6ndose las fronteras de 10s cicIos ar- tisticos y las limitaciones geogrQficas se ven rebasadas por nuevos des- cubrimientos, tanto de pinturas como de grabados.

La existencia de arte en la provincia de Segovia no es una novedad. En 1915, J. Cabrk (1) hace mencion, por primera vez, de la existencia de pintura en la sierra de Sepulveda, ampliando la expansitjn geogrgfica del arte esquem6tico peninsular. Esta noticia, sin concretar yacimientos, se ve confirmada por alguna breve referencia, corno la del P. J. Carba- 110 (21, a cerca de la existencia de pintura y grabado dentro de 10s li- rnites de SepGlveda. Un a60 despuks, en 3918, aparece la primera y Gnica monografia de coiijunto sobre el a r k rupestre del barranco del Duratrin entre 10s tkrminos de Sepulveda y Carrascal del Rio redactada por el marquks de Carralbo (3).

A partir de esta ultima publication la provincia de Segovia se incor- pora, sin ninguna reserva, a1 Qrea de expansi6n de la pintura esquernB tica y en 1933, el abate H, BreuiX (41, infatigable investigador del arte

(1) CabrC Aguilo, J,: El arte rupestrc eiz Espalia. <~C.I.P.P.P Mem. n&m. 14. Madrid, 1915, phg. 90.

(2) Carballo, J.: Nuevos descubrinzientos de cttcvas de arte rupesire prehisfd- rico e n la regidn de Sepblveda. KB.R.S.E.H.N.~, T. XVII, num. 9. Madrid, 1917, p8gs. 544-546.

(3) Cerralbo, MarquCs de: El arte rupestre de la ~ e g i d n de Duratdn. uB.R.A.W.),, T. LXXIII. Madrid, 1918, pags. 127-160.

(4) Breuil, H.: Les peintures rupestres sche'matiques de la Pgninsule Ibdrique. Vol. I (Au nord du Tage). Lagny, 1933, pags. 32-36.

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rupestre espafiol, resefia en el capitulo 111, 1, del primer tom0 de su monumental obra, 10s nornbres de 10s yacimientos segovianos, transcri- biendo integramente, en franc&, las descripciones de Carballo y Cerral- bo, excluyendo con su competente rigor cientifico la Cueva de 10s Siete Altares, tan ponderada por Cerralbo.

Por desgracia, estas publicaciones no tienen apenas eco, a pesar de que, afortunadarnente, 10s hallazgos se van sucediendo y en la actualidad sabemos que las manifestaciones esquematicas del Durat6n no son un hecho aislado, sino que existe, dentro de Segovia, una tradici6n artistica que elige como soporte la roca y que se puede seguir desde el paleolitico hasta la rornanizaci6n.

Todavia no es mucho 10 que se sabe y son grandes las lagunas que podernos hallar. TCcnicamente, pintura y grabado aparecen en zonas muy pr6ximas y en Cpocas que pueden ser coetAneas. El estilo cultiva, dentro de una misma cultura, el esquematismo en sus limites rn5s abstractos o las escenas de dibujo tosco que pretenden ser naturalistas.

En general, y en lo que atafie a arte rupestre, con la introduccidn de la nietalurgia del hierro y con 10s consiguientes cambios tCcnicos, econ6- micos y espirituales, impuestos por la nueva civilizaci611, las manifesta- ciones artisticas sobre la roca, disminuyen progresivamente hasta anular el espiritu que las engendraba en casi la totalidad de la peninsula. En la provincia de Segovia, por el contrario, estas tradiciones parecen pervivir largo tiempo, dentro de un ciclo nuevo y desconocido hasta ahora en Espafia.

Como sintesis y evidencia de lo expuesto se detalla a continuaci6n una serie de lugares (mapa ni~rn. 1) en donde el arte parietal, atribuible a una Cpoca determinada, es evidente, mientras que de otros, no compro- bados cientificamente, s610 tenemos algunas breves referencias que pueden servir de guia a futuras investigaciones.

Avte paleolitico

Contamos unicarnente con una sola estacibn, per0 es indudable que no debe de ser un liecho aislado y que son previsibles nuevos descubri- mientos cuando la zona se investigue con mayor intensidad. El grabado a que nos referimos se ha localizado en la Cueva de la Griega, en Pe-

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draza ( 5 ) ) junto a1 arroyo Vadillo, afluente del Cega. Se trata de una cabeza de caballo grabada en la arcilla de la pared. Se fecha en el Au- riiiaciense de Breuil o fase I1 de Leroi Gourhan, dentro del Gravetiense o Solutrense antiguo. Esta cabeza de caballo es, hasta el momento, la manifestaci6n rupestre mris antigua que se conoce en la provincia.

Avte esquemGitico

A1 Eneolitico y Edad de Bronce se han atribuido algunos de 10s gra- bados de la llamada cueva de Fuente-Dura o de la Vaquera, en Torre- iglesias (6) e idkntica cronologia relativa se supone para 10s existentes en la cueva de Prridena (7).

En ambos yacimientos 10s dibujos son m&s bien una serie de trazos y lineas confusas de dificil interpretaci61-1 y estudio, dsindose la coinci- dencia de estar grabados en las paredes de dos cuevas naturales, desti- naas a necr6polis, por desgracia saqueadas. En la actualidad ambas esta- ciones estrin en curso de excavaci6n y es presurnible que 10s hallazgos y su filiaci6n cultural estkn relacianados con las manifestaciones ar- tisticas.

A la misma kpoca que 10s grabados anteriores debe de pertenecer el signo descubierto en el Covacho del Molino Giriego, en Sephlveda. En la bibliografia, esta localidad se conoce con el nombre de Cueva, per0 per- sonalmente prefiero llamarla covacho para que no haya confusicin entre la autkntica cueva explorada por L. Hoyos Sainz en 1908 y este covacho natural que se halla en sus proximidades, en fa margen izquierda del rio Duratcin. Carballo y Cabr6 (8) lo citan corno localidad con pinturas y grabados, per0 en nuestros trabajos solamente se ha podido compro-

(5) Almagro Gorbea, M.: La cueva del Niiio (Albacete) y la cueva de la Griega (Segovia). Dos yacimientos ... uT.P.>>, Vol. 28. Madrid, 1971, p5gs. 47-52, 18ms. VIII-X.

(6) Lemus ChBvarri, C., y Alvarez Redondo, J. L.: Grabados eneoliticos de la Cueva de Fuente Dura. CIX C.A.N.z. Valladolid, 1965, p8gs. 162-163.

(7) Cabellos Barreiro, E., y otros: Gvnbados esquemdticos de la cueva de Prd- dena. <cIX C.A.N.,,. Valladolid, 1965, p8gs. 166-174.

Burdiel, I.: Trabajos de reconocimiento de la cueva de Prddena. gN.A.H.>>. Vo- lumen VI, 1962. Madrid, 1964, p8gs. 100-102.

Actualmente se e f e c t ~ a n excavaciones en este yacimiento bajo la direcci6n del profesor V. ArgilCs, por el que conocemos una serie de fotografias de dichos gra- bados, muy numerosos y de dificil comprensi6n.

(8) Carballo, J.: Ob. cit., nota 2. Cabre Aguil6, J.: Pinturas y grabados rttpestres esquemdticos de las provincias

de Segovia y Soria. ((A.E.A.,,, num. 43. Madrid, 1941, p5gs. 317 y siguientes.

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Enlazando cronol6gicamente con el arte esquemGtico y prolongiindose hasta la 4poca historical Segovia nos ha brindado la sorpresa de un ciclo artistic0 desconocido hasta ahora en Espafia, con unos motivos que su- peran la abstraction y el mero esquema, creando bellas escenas natu- ralistas llenas de impresionismo y vitalidad. bar la existencia de un grabado representando un graii signo bitriangular en la pared exterior y algunos otros restos, dudosos, en el techo (9).

Estos grabados no aparecen en cuevas ni en abrigos, sino en peiiones de esquisto, a1 aire libre, dentro de la zona de Santa Maria de Nieva, a lo largo de las m6rgenes del rio Eresma ftkrminos de Armufia, Carbo- nero, Yanguas, Miguelhfiez ...), con sus focos principales en Ochando (junto a1 arroyo Balisa) y en Domingo Garcia (alrededores de la ermita de §an Isidro) (10).

Aparte de estar ejecutados algunos de ellos con lineas incisas, existe un predomjnio dc dibujos realizados por ccpuntillado~ o ccrepicoteado~~ e incluso por lineas discontinuas a base de puntos. Es un arte que to- davia no estA suficientemente investigado, pero si mis apreciaciones no son erroneas, estos grabados, esquem6ticos en sus comienzos, se prolon- gan hasta alcanzar su esplendor en la primera y segundad edad del hie- rro, agotdndose con la romanizaci6n; aunque como es normal en muchos de 10s lugares rupestres, superposiciones, transformaciones e imitaciones pueden llegar hasta la actualidad. Estos grabados segovianos serian, pues, un fen6meno comparable a1 del arte rupestre de 10s Alpes italianos, en Valcarnonica y Mont Bego.

La expansi6n geogr6fica de la pintura rupestre no coincide exacta- mente con la del grabado y, por el momento, toda la que se conoce debe de incluirse dentro del ciclo esquem6tic0, aunque no falte la abstracci6n

(9) Lucas Pellicer, Maria R.: La pintura rzrpestre esquemdtica del Barranco del Duvatdn (Segovia). Tesis doctoral (inkdita) presentada en la Universidad Aut6- nonla de Madrid, en 1973.

(10) Gozalo Quintanilla, F.: Arte rupestre en la provincia de Segovia. <<Rev. EjCrcits~, num. 370, noviembre. Madrid, 1970, pdgs. 5-9.

Lucas, Maria R.: Grabados rupestres en la comarca de Santa Maria de Nieva. &studios Segovianosn, num. 67. Segovia, 1971, pkg. 9.

Idem.: Grabados rupestres en el te'rrnino de Domingo Garcia (Segovia). uXII C.A.N.,. Jakn, 1971 (Zaragoza, 19731, pkgs. 257-266.

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y 10s dibujos de caracter mas naturalists. La mayoria de yacimientos estan recogidos en un breve articulo de J. Cabr6 ( l l) , recopilando la re- lacion que da Cerralbo en su monografia sobre el arte rupestre del 1-50 Duraton (12), con algunas ampliaciones e incluyendo tambiCn otras no- ticias que mereceria la pena se investigasen. Estas son las siguientes:

Rio Prddena: En las cercanias del Santuario de Nuestra Sefiora de 10s Remedios, tCrmino municipal de Castroserna de Abajo. A estas mis- mas pinturas debe de aludir la noticia dada en 1947 por J. Juberias y A. Molinero (13) en la que se dice: <<En el barrio del Castillo y en di- reccirjn norte existen nilmerosos abrigos con pinturas en r0jo.s

Este barrio del Castillo estri formado por un pequeiio nfxcleo de casas deshabitadas, junto a1 castillo de Castilnovo, en el condado de dicho nombre. En una de las prospecciones por la provincia intent6 localizar estos abrigos, bordeando la rnargen derecha del rio §an Juan (rio PrA- dena, segun Cabrk), afluente del Duraton. Entre el kil6metros 3 y 4 de la carretera que desde el castillo se dirige a Castroserna se halla la emita de Nuestra Sefiora de 10s Remedios. En este punto el barranco se hace mas prorninente y abrupto, formando una acusada curva paraIela a uno de 10s meandros del rio. En la risca de la margen derecha, a1 igual que en la margen izquierda, se distinguen varias cuevas y covachos. Las mhs destacadas son cueva Oscura, antes de Ilegar a la ermita, y cueva Grande, casi enfrente mismo de la ermita. La niayoria de estas cuevas son natura- les, pero en algunas, conio las rnencionadas, se nota la niano del hombre que ha transformado las cavidades adaptgndolas a sus intenciones (am- bas esthii actualrnente destinadas a guardar ganado).

Exploramos cuantas cuevas y covachos parecian mgs iditneos, per0 no se hall6 ninguna huella de arte o de color a no ser el humo que cubre gran parte de las erosianadas y desgastadas paredes y el rastro de alguna excavaci6n furtiva. A pesar de las indagaciones nadie sup0 dar raz6n sobre la posible existencia de pinturas o dibujos, no obstante dada la experiencia de 10s informadores, es de esperar que futuras prospecciones tengan mAs Cxito que la nuestra ya que, en realidad, la zona esth Ilena de posibiIidades (14).

(11:) CabrC, J.: Ob. cit., nota 8, pligs. 317 y siguientes. (12) Vide noia 3. (13) <<N.A.H.),, VoI. I, 1952. Madrid, 1953, p&g. 246. Noticia nfim. 510, inventa-

riada como dudosa. (14) En el Vol. I del <cN.A.H.),, inventariadas con 10s nhmeros 87 (plig. 187)

y 509 (phg. 2?6), respectivamente, se Ieen las siguientes noticias: <<Cerca de la ernlita de Nuestra Seiiora de 10s Rernedios descubrici D. Susto Juberias una caver- na tapiada con grandes piedras que fueron quitadas bajo la direccicin del descu-

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Rio Caslilla (15): Segi~n Cabrk existen pictografias <<cerca de Casla, a unostres kil6metros y en el lugar denomanido paseo del Moron. J. Jube- rias recoge la noticia con alguna ampliacicin (16), <<.. . hay un abrigo con pinturas azules protegidas con concreciones minerales que revelan su antigiiedad; frente a este abrigo hay una caverna sin explorar,,.

Rio Cega: SegGn referencias que Cab& no pudo confirmar, se hallan tambikn pinturas en las inmediaciones de Pedraza. Tal vez esta noticia coincida con la dada por J. Juberias a1 informar de la presencia de un ciervo en un abrigo a1 aire libre, dentro del tkrmino de Pedraza (17), sin especificar tkcnica ni estilo.

Rio Aguisejo: Sin m8s especificaciones Cabrk alude a la existencia de pinturas entre Languilla y Mazagatos, noticia que J. Juberias am- plia (18) diciendo que <(hay un abrigo con una figura estilizada y pin- tada en rojo y restos de ceramics neolitica,,.

Aparte, Cabr4 menciona tambikn ccpictografias en el alto de la Sierra de Las Cabras, entrc Villacadima y Grade), y, a1 igual que para 10s sitios mencionados anteriormente, contarnos con la duplicidad de la noticia por parte de Juberias, que nos dice que en Grado ccexisten careonas ma1 con- servadas con vestigios de pinturas en rojon (19).

Segun el propio Cabrk, todas las estaciones detalladas pertenecen a1 ciclo esquematico. En realidad hay que esperar que todas estas bre- ves y confusas referencias se conviertan en otras tantas publicaciones que nos informen mris ampliarnente. En el mapa adjunto est6n cataloga- das corno lugares no comprobados, per0 dignss de tener en cuenta, pues por mi parte he de decir que, siguiendo la relaci6n dada por Cerralbo y

bridor, descubriCndose gran ndmero de restos humanos. Apareci6 gran cantidad de crhneos y un vaso de cerhmica con ornamentacibn interior y exterior y un pendiente de cobre. De 10s hallazgos se hicieron dos lotes, uno de 10s cuales fue entregado a1 MarquCs de Cerralbo y otro qued6 en poder de D. Alejandro Escu- dero, propietario de la finca doi~de tuvo lugar el hallazgo. Queda una memoria de wuiio v letras de D. J. Juberias con la clasificacibn de 10s hallaz~os. 1947. J. Ju- berias y A. Mo1inero.s

- ( c . . . Entre el barrio donde esta el castillo v la ermita existe un abriao natural

que sirvi6 de paridera, y en su interior, en e i suelo, sobre una roca, varias sepul- turas de grandes proporciones. 1947.. . ,,

(15) Cabre, a1 igual que Cerralbo, siempre escribe rio Castilla (con este nombre esth incluido tambiCn en el mapa del I.G.C. 1/50.000). En la provincia lo llaman Caslilla y asi lo denomina, entre otros, J. Juberias.

(16) t<N.A.H.,,, Vol. I, nilm. 506, phg. 245, inventariada como dudosa. (17) Idem, num. 528, phg. 248. (18) Idem, num. 47, phgy 180. (19) Idem, nurn. 519, phg. 247. Dentro del tkrmino de Villacadima, provincia de Guadalapara, T. Ortego ha

publicado el conjunto de Portalon (Vide <<Ampuriasa, Barcelona, 1963, phgs. 91-104).

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CabrC, he podido localizar cada uno de 10s sitios mencionados en el ba- rranco del Duratcin, con unos resultados miis que satisfactorios como se verii m6s adelante, aunque las transformaciones actuales y la erosi6n y otras vicisitudes nos hayan privado de la totalidad.

Aparte, a estos sitios dudosos o no documentados griificamente, he- mos de afiadir la noticia de la existencia de un abrigo con restos de pinturas rojas, junto a ccinscripciones ibkricas y muchos instrumentos paleoliticos y neoliticos,> (20), a un kil6metro del pueblo de Moral de Hornuez.

Igualmente hay que incluir aqui la presencia de pinturas en la cueva de Pradena, a la que ya se ha aludido en el apartado de grabado (21). Ignoramos edad y estilo, per0 posiblemente pertenezcan a la misma cul- tura que 10s grabados y 10s enterramientos, aunque sin miis datos es aventurada cualquier filiaci6n cultural, e fncluso parece que su existen- cia estii en entredicho a pesar de que la referencia de I. Burdiel parece no ofrecer dudas.

Finalmente, el conjunto miis espectacular de arte rupestre esquemh- tic0 lo ofrece el barranco del Duratbn, con 27 Iocalidades diferentes, todas ellas con pintura, frente a un solo sitio con grabado, el covacho del Molino, a1 que ya se ha hecho alusi6n.

Este conjunto se extiende a lo largo de unos 33 kil6metros, desde Sepulveda hasta la presa del Burguillo (Burgomillodo), en el tdrmino de Carrascal del Rio, y el estudio de sus manifestaciones rupestres ha sido el tema de mi tesis doctoral. Como resultado hay que sefialar que, de todos 10s lugares mencionados en la bibliografia, cuevas Ldbregas y cue- va Labrada o cueva de la Fuente del Caldero (ambas citadas por Carballo y CabrC) deben de desecharse, en mi opinibn, de 10s repertorios de arte rupestre. La primera porque, aparte de que no hallamos ni grabados ni pinturas, su aspecto no parece tener relaci6n directa con el arte prehis- tdrico. La segunda porque, sin lugar a dudas, su contenido artistic0 es moderno. Como mas evidencia hay que decir que si el arte rupestre de la zona se sit6a siempre en cavidades o abrigos naturales, cuevas Ld- bregas es semiartifical y cueva Labrada, como su nombre indica, com- pletamente artificial. La relacidn actual, seghn mis investigaciones, y

(20) <<N.A.H.,,, Vol. I. Madrid, 1953, n6m. 238, p8g. 207. (21) Burdiel, I.: Ob. cit., n6m 7, en donde se lee: aEn una nueva galeria

en la parte alta, sobre una de las rocas, encontramos unas pinturas hechas con pintura negra; s6lo una se puede identificar: aprovechando una oquedad en dicha piedra se ha querido representar la cabeza de un Cquido.,,

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con las salvedades que se indican, siguiendo un orden de Este a Oeste, a partir de Sepulveda, es decir, aguas abajo del rio Duratbn, es la si- guiente:

Abvigo del Molino: En las inmediaciones del MoIino Giriego. Margen derecha del rio. Indicios de pintura. InCdita.

Peen Higuern: Margen izquierda: S610 contiene tres figuras pintadas en rojo. InCdita.

Cueva de la Huelgn: Margen derecha. Contiene pinturas modernas y un signo autkntico. InCdita

TBRMINO DE CASTRILLO (margen derecha del rio)

Abvigo 1 del Cabrdn: Contiene un grupo de cuatro motivos y otros restos de color. InCdito.

Conjunto 2 del Cabrdn: Citado por Cerralbo. Cabr6 lo llama cueva del Cabrrjn. Este conjunto contiene dos abrigos diferentes, uno con pun- tuaciones y otro con dos figuras humanas indditas.

En este tkrmino se halla otro abrigo mencionado por Cerralbo. SeglIrn nuestros trabajos se trata de unas pinturas modernas que representan una serie de cruces.

TERMINO DE VILLASECA (22) (margen derecha)

Entraderas A y B: Se trata de dos abrigos muy pr6ximos entre sf, cuyas pinturas describe Cerralbo; en la actualidad ambos abrigos han sido convertidos en aprisco y las pinturas son irreconocibles.

Solapa de 10s A~zgostilEos: Mencionada por Cerralbo y CabrC. Contie- ne urios siete pequefios grupos de pinturas.

Solapa del Juego de la Chita: Segcn Cerralbo sus pinturas son mo-

(22) En la relacidn de Cerralbo y CabrC 10s nornbres no coinciden totalrnente (es m5s exacta la de CabrC). Personalrnente he procurado recoger la denominacidn local y asi desecho la palabra <<solapo,, usada por Cerralbo y la hago femenina de acuerdo con Cabrk, es decir, <<solapan, vocablo con el que 10s naturales designan a 10s abrigos abiertos, largos y relativarnente estrechos.

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dernas. Cabrd no hace ninguna observacibn a este respecto. Se han po- dido comprobar que las pinturas pertenecen a dos Cpocas. Contiene en total unos seis grupos.

Solapa de la Molinilla: Conocida tambidn con el nombre de Solapa de la Pinta. Interesante conjunto, con unos dieciskis grupos, algunos muy bien conservados. Citada por Cerralbo y CabrC.

Cueva de la Nogaleda: Cueva natural probablemente destinada a ne- cropolis. Hubo a1 menos tres grupos de pinturas, actualmente uno de ellos esta magnificamente conservado. En la relacibn de arte rupestre solo la cita Cabre, aunque Cerralbo hace alusi6n a ella en otros escri- ios (23).

Solapa de Valdegarcia: Vestigios de pinturas. Inkdita. Cueva de la Llave: Cueva natural que no hemos explorado en su tota-

lidad. Existe un manchon pintado en la entrada. Cerralbo la incluye entre 10s yacimientos prehistbricos, per0 la excluye de 10s sitios con pinturas.

Solapa del Aguila: Es, sin duda, el mejor abrigo del conjunto. Con- tiene unos 30 grupos de pinturas con numerosos motivos. Citada por Cerralbo y CabrC. Un pequerio avance de su contenido se public6 en 1971 (24).

TEWINO DEL BURGUILLO, JURISDICCI~N DE CARRASCAL DE ARRIBA (margen derecha).

Solapa del Polvidn: Hoy sumergida en el agua del pantano. CabrC la llama Solapa del Cabo Abajo del Polvorin (sin duda confunde Polvorin con Polvian). Cerralbo menciona dos abrigos despuds del Canto del Co- rnun, que yo identifico con esta solapa y con la siguiente.

Solapa QS la Suma: Localidad en iddnticas circunstancias que la an- terior. Cabrd la denomina Solapa del Miron. Cerralbo menciona el paraje de la Sima del Miron, aunque omite la existencia de pinturas.

Abrigo de Santa Engracia o del Batdn: Restos de pintura. Inkdito. Abrigo de Sun Frutos: Vestigios de color. InCdito. Bugerones de Sun Frutos o Parajes del Santero: Se trata de dos co-

vachos naturales en donde existen cinco grupos de pintura (alguno ciu-

(23) G6mez Moreno, M.: Miscelaneas, I., Madrid, 1949, pag. 101. (24) Lucas, Maria R.: Pinturas rupestres del Solapo del Aguila ... aT.P.*, nfi-

mero 28. Madrid, 1971, pags. 119-153.

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doso). Mencionados por Cerralbo y tambikn por Cabrk que da un tercer nombre: Escalera del Diablo.

T ~ R ~ I I N ~ DE CARRASCAL DE ARRIBA (margen izquierda)

Carrascal 1 d La Pez (25): Rincdn abrigado, proximo a la gran solapa de La Pez, hoy surnergida. Escasas pinturas.

Carrascal 2 d Abrigo de1 Medio: Contiene unos siete grupos de pin- turas.

Carrascal 3 d Abrigo Grande: Se puede separar su contenido en unos doce grupos de pintura, alguno muy interesante.

Abrigo 1 de Las Rozas ( 2 6 ) o Abrigo de La Turnba: So10 conserva un qrupo. Pnkdito. L

Abrigos 2, 3 y 4 de Las Rozas: Solapas naturales, muy proximas, de grandes dimensiones. El numero 2 con un unico grupo de pinturas, muy perdidas. El numero 3 solo contiene algunos signos aislados. En el nu- mero 4 se aprecian claramente dos agrupaciones. Todos inkditos.

Como se deduce de 10s breves datos resefiados, el conjunto del Du- raton es sumamente interesante por la densidad de contenido, aunque, por desgracia, para 10s lugares de Las Entraderas su contenido artistico s610 se podria estudiar si se realizase una limpieza exhaustiva de las pare- des y la fortuna acompafiase en la conservacibn de 10s dibujos, hoy com- pletamente enmascarados por el humo. La description de Cerralbo es basica, por el momento, para adivinar lo que pudo existir. Otras dos solapas (del Polvian y de la Suma) quedan sumergidas bajo el nivel de ias aguas de! pantano. Su reconocimiento solo seria posible si el cauce volviera a su nivel primitivo. De estas localidades no tenemos descripcidn alguna y solo disponemos de su nombre. Por otra parte, 10s abrigos del Molino, Valdegarcia, Santa Engracia y San Frutos, asi como la cueva de La Llave y alguno del paraje de Las Rozas, apenas si conservan al- gunos indicios de manchas de color. Si se incluyen en la relacion es porque juzgo importante conocer la densidad del nucleo artistico y las determinantes que han podido influir en la eleccion del lugar.

Igualmente se puede deducir que la estacion mas importante es la

(25) Los tres abrigos denominados Carrascal 1 a 3 creemos que coinciden con las citas de Cerralbo y Cabre en las que aluden a tres sitios diferentes en la margel1 izquiercia del rio, en las innlediaciones del B a t h .

(26) Todos estos abrigos estan dentro del paraje de las Rozas, en frente de la Meseta de San Frutos.

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de la Solapa del Aguila, seguida por la de la Molinilla y el Abrigo Grande de Carrascal. La cueva de la Nogaleda, La Chita, Carrascal del Medio y Los Angostillos siguen en importancia. Los restantes sitios conservan algunos signos o figuras y su inter& radica en formar parte de todo el conjunto.

TambiCn se puede comprobar en la suscinta relacidn que la mayor parte de las estaciones aparecen en la margen derecha, dentro del tCr- mino de 'Villaseca, mientras que hacia la desembocadura del barranco (presa del pantano, en 10s alrededores de la Meseta de San Frutos) se extienden en ambas margenes, con una densidad mayor en la izquierda.

Ignoro si la ausencia de arte rupestre entre Sepulveda y Carrascal, dentro de la margen izquierda (desde PeAa Higuera a La Pez) se debe a una seleccidn (la margen derecha es mas abrupta que la izquierda) o simplemente a1 hecho de que tanto nuestros predecesores como yo mis- ma, hemos intensificado mas la exploracion en la margen derecha.

Otras caracteristicas dignas de mencidn son que, aparte del contraste estilistico y tematico entse unas y otras estaciones y, aunque el color rojo oscuro sea el. predominane, existen tambien otras coloraciones como la roja mas viva y el bicromismo de algunos grupos con la aparicidn del color negro, corno, por ejemplo en Carrascal del Medio, color men- cionado ya por Cerralbo en uno de 10s abrigos de las Entraderas y que tambikn se puede comprobar en algunos otros sitios.

En mi opinidn, todo este conjunto que debid tener una larga dura- cidn, debe de situarse, cronolbgicamente, en la segunda mitad del se- gundo milenio, prolongandose hasta bien entrado el primero, con una tematica sugestiva que nos plantea el viejo problema de relaciones, in- fluencias o contactos con otros conjuntos peninsulares, iniciado ya con 10s comentarios de H. Breuil (27) a1 transcribir 10s datos aportados por Cerralbo.

(27) Vide nota 4. El Abate Breuil concluye las descripciones diciendo que, ciertamente, aexiste en la Sierra de Sepulveda y en Castilla la Vieja un grupo de pinturas rupestres estrechamente emparentadas con 10s conjuntos m6.s mo- dernos de la Peninsula IbCrica, y que muchos de 10s signos que aparecen en ellas son cornuiies a las Batuecas, Pefia Tu, Pala Pinta e incluso a otros nficleos m6.s orientalesn. Hay que decir que estos paralelos basados en la descripci6n de Ce- rralbo son bastante exactos. A conclusi6n parecida Ileg6 CabrC en su articulo cita- do en la nota numero 8.

En 1969. P. Acosta (La pintura rupestre esquemdtica en EspaAa, Salamanca, 1968) se hace eco de la bibliografia mencionada y situa en sus mapas, de acuerdo con las descripciones de Breuil y Cerralbo, algunos de 10s motivos existentes en en 10s abrigos del Barranco del Duratbn, en especial 10s de la Solapa del Aguila. Tanto esta autora, como otros eruditos en arte rupestre, aluden a este conjunto, con10 obra cronol6gicamente tardia, con un arte paralelo a1 de las Batuecas. Espero

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Finalmente, y a mod0 de colof6n, como una pervivencia m6s de las tradiciones rupestres segovianas, de tan honda raiz, se puede mencionar a la famosa cueva de Siete Altares (Villaseca), en donde 10s monjes visigodos nos dejaron testimonio de su arquitectura y ornamentaci6n a1 esculpir y labrar las rocas, repasando con color rojo 10s motivos deco- rativos de las hornacinas abiertas en la arlgosta caverna que se asoma a la ribera derecha de las aguas del Duraton.

De la sintesis global del arte rupestre de Segovia, a1 observar su distribution en el mapa de la provincia, se infiere la existencia de dos zonas bien diferenciadas, una la oriental en torno a1 Durat6n y su con- fluencia con 10s rios Serrano y San Juan, prolongiindose hasta el Cega. En este Area se centra el gran nticIeo de pintura esquem&tica, asi como el grabado paleolitico de Pedraza y 10s grabados de la cueva de Priidena, inkditos en su conjunto total y en donde se ha apuntado la posibilidad de la existencia de pintura.

Otra zona, la mAs occidental, abarca 10s alrededores de Santa Maria de Nieva, junto a1 Eresma, en donde el arre del grabado es i~nico y nos sorprende por la novedad y contraste con el grupo anterior en donde predomina la tkcnica de la pintura, con un estilo cronologicamente mu- cho mas antiguo.

Torreiglesias queda como un punto aislado entre 10s dos nccleos artisticos. Por otra parte hacia el NE. se aislan de la primera area 10s yacimientos, no comprobados, de Moral de Hornuez, Languilla y Grado, que se unen ya a1 arte de la provincia de Guadalajara, con la localidad de Villacadima, publicada por T. Ortego (28), asi como a el arte rupestre soriano, tan difundido por dicho autor.

Vista, pues, la duaiidad de ambas zonas geogriificas y 10s puntos ais- lados entre 10s dos nucleos, marcando una posible relacion entre ellos 7 entre el arte de las provincia de Soria y Guadalajara, nada extraiiaria que una bhsqueda mAs intensa de yacimientos nos revelara nuevos lu- gares artisticos, con fa esperanza de ampliar 10s yacimientos paleoliticos ya que en la relacion adjunta el grabado de Pedraza es un hecho aislado.

Segovia es una provincia nada desdefiable en 10s estudios de arte rupestre, con un futuro lleno de prornesas para aquellos investigadores que se interesen por esta materia. Hay que comprobar 10s lugares re- seiiados, desechar errores si 10s hay, buscar las relaciones posibles, la

que la publicaci6n de mi tesis doctoral aporte toda la documentaci6n grhfica obte- nida, para ampliar en su justa medida el arte esquemzitico peninsular y valorar cientificamente este interesante conjunto.

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evolucicin estilistica.. ., asi como analizar el por quk de la preferencia por una u otra tdcnica (grabado y pintura) y su exacta filiacicin crono- 16gica.

Indispensables sera11 las comprobaciones y la busqueda de nuevos lugares artisticos, aunque no hay que olvidar la importancia de localizar nuevos yacimientos arqueol6gicos en relacicin con las manifestaciones artisticas. Los grabados de la cueva de la Vaquera y de la cueva de Pr6- dena, tan vinculados con 10s yacirnientos arqueolcigicos respectivos, pue- den abrir un nuevo capitulo en el estudio def arte rupestre hisp6nico.

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Trabajando sobre algunos yacimientos ibQicos de Espafia y atendien- do, sobre todo, a aquellos cuyos materiales permitieron establecer una cronologia relativa para esta cultura, no en su momento de apogeo o cliisico, del cual hoy ya conocemos bastante, aunque no todo, sino en su primer momento, en su origen, para asi establecer 10s cimientos preci- sos, firmes y necesarios a partir de 10s cuaies podamos construir la parte que dentro del edificio histdrico corresponden a 10s iberos, sin peligro a desmoronamientos, nos tropezamos con la existencia de un poblado ibQico en la provincia de Albacete, <<El Macaldn~, en el t6rmino muni- cipal de Nerpio.

Este yacimiento y las publicaciones hechas sobre 61 son de gran Im- portancia (2) a la hora de tener en cuenta las primeras preguntas que

(1) Este articulo comenzamos a redactarlo en 1967 y cuando en Friburgo (Alemania) prepariibamos nuestra tesis doctoral. Debido precisamente a tener que presentar este trabajo, en aquella Universidad, desistimos de publicar estas notas por aquel entonces.

VueItos a Espaiia, nos encontramos con el dltimo trabajo referente a estas fle- chas, de Garcia Guinea, publicado en Archivo Espaiiol de Arqueologia. Lo completo del mismo nos hizo desistir de entregar el nuestro a la imprenta, per0 la aparici6n de una punta de flecba del tipo de las de Macal6n en ~(Toscanoss y un nuevo lote de estas puntas aparecido en c(C&stuloa recientemente nos llevan hoy a publi- carlo, esperando que efectivamente aporte alguna cosa a1 tema, no a1 problema de las puntas de flechas <(a barbill6n,,.

(2) Garcia Guinea, M. A.: Excavaciones y Estratigrafias en el Poblado Ibtrico de El Macaldn (Neroio, Albacetel. Revista Archives, Bibliotecas v Museos. Tomo 68. 2. Madrid, 1960: 709 y siguientes.

Garcia Guinea. M. A.. v San Mi~uel Ruiz, J. A.: El Poblado Ibe'rico de El Ma- lacdn (Albacete).' ~stuatigrafias. ~ 2 g u n d a Campaiia. Excavaciones Arqueol6gicas en Espaiia, ndm. 25. Madrid. 1964.

Garcia Guinea, M. A.: Las puntas de flecha con anzuelo y doble filo y su pro- yeccidn hacia Occidente. Arch. Esp. de Arq., Vol. 40, ndms. 115-116. Madrid, 1967, pags. 69 y siguientes.

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debemos plantearnos 10s que nos interesarnos por 10s muchos problemas que presenta la cultura ibCrica, ic6mo y cudndo aparecen 10s ccib&ricos), en Espafia ... ?

Decimos que <<El Macal6n,, es un interesante yacimiento en si, per0 a6n lo es m6s Ia presencia de dos tipos de hallazgos entre las ruinas de este poblado. Nos referimos a la existencia de la, llamada asi por Tarradell y Cuadrado (3), cccerhmica de barniz rojo), y de unas puntas de flecha algo particulares que Garcia Guinea y San Miguel Ruiz de- nominan cctipo Macal611,> en sus varias publicaciones sobre este yaci- miento.

Aunque ellos ya lo Iian hecho en 10s trabajos citados (4), permitase- nos ahora el que de nuevo hagamos su descripci6n y luego veamos cu6les pueden ser 10s argumentos que podriamos usar para justificar la presencia de este tip0 de punta de flecha en Espaiia, su posible origen y, sobre todo, su paralelismo tipogrhfico y cronol6gico en el area del Mediterriineo.

Hechas indistintamente de hierro o de bronce, aunque el n6mero de ]as realizadas en el segundo metal es mayor que las confeccionadas en el primero, su tamafio oscila entre tres a einco centimetros de Iongitud por lo general. Forrna alargada, ensambladura o cafi6n hueco, que en algunos ejemplares aparece perforado para ser unido mejor a1 viistago de madera, por medio, posiblemente, de un robl6n o remache. El cafi6n se prolonga a modo de nervadura entre las hojas y Cstas son algo estre-

(3) De estos colegas destacamos, entre otros, 10s siguientes trabajos: Cuadrado, E.: Materiales ibkricos: cerdmica roja de procedentes incierta. Zep-

hyms IV. Salamanca, 1953, prigs. 265 y siguientes. Idem.: El momento actual de la cerdm2ca de barniz rojo. VI congreso Nacional

de Arqueologia. Oviedo, 1959, prigs. 117 y siguientes. Zaragoza, 1961. El momento actual de la cerdmica de barniz rojo. VI Congreso Nacional de

Arqueologia. Oviedo, 1959, pkgs. 117 y siguientes. Zaragoza, 1961. Cerdmica asiitana de barniz rojo. VII Vongreso Nacional de Arqueologia. Bar-

celona, 1961, prigs. 385 y siguientes. Zaragoza, 1962. Origen y desarrollo de la cerdmica de barniz rojo en el mundo Tartbico. Tar-

tessos. V Symp6sium Internacional de Prehistoria Peninsular. Jerez de la Fron- tera, 1968, prigs. 257 y siguientes. Barcelona, 1969.

Tarradell, M.: Sobre el presente de la arqueologia ptinica. Zepryrus 111. Sala- rnanca, 1952, prigs. 153 y siguientes.

Lns excavaciones de Lixus y su aportacidn a la cronologia de 10s inicios de la expansidn fenicio-cartaginesa en el extremo Occidente. Actas IV. Sesi6n del Con- greso Internacional de Ciencias Pre y Protohist6ricas. Madrid, 1954, prigs. 789 y siguientes.

Cerdmica de barniz rojo en Lixus. V Congreso Nacional de Arqueologia. Zara- goza, 1957, prigs. 269 y siguientes. Zaragoza, 1959.

El impact0 colonial de 10s pueblos semitas. Primer Symp6sium de Prehistoria de la Peninsula IbCrica, 1959. Pamplona, 1960, prigs. 257 y siguientes.

(4) Garcia Guinea, M. A. Idem., nota 2.

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chas, llegando a tener un ancho mGximo, incluida la nervadura, de algo m8s de un centimetro. La longitud del cafi6n viene a ser aproxirnada- mente la de un tercio del total de la flecha, correspondiente, pues, el resto, dos tercios, a la hoja o alas.

Pero lo curioso y an6malo de estas flechas no radica en sus dimen- siones, sin0 en el hecho de que estAn provistas de un pequefio saliente a mcdo de arp6n, colocado, en direcci6n diagonal, en la zona de conjun- ci6n entre la hoja y el cafi6n (figura 1).

La funci6n parece estar clara: impedir el que la flecha se saliese una vez que, tras ser disparada, se introducia en el blanco.

Pero no siendo finalidad exclusiva de la Arqueologia explicar tan s610 la misi6n o car6cter de 10s ~ t i Ies de nuestros antepasados, sino que precisamente a travks de esos stiles identificar y fechar pueblos y culturas, 10s que nos rnovernos dentro de este campo cientifico, para hacerlo bien debemos de intentar llegar por lo menos, algo dificil mu- chas veces, a aclarar precisamente esas dos determinantes o factores primordiales para la construcci6n o reconstrucci6n de nuestro pasado histbrico.

A1 igual que Garcia Guinea y San Miguel Ruiz, tambikn hemos inten- tad0 nosotros seguir el rastro a la flechas con arp6n o diente; es decir, intentarnos contestar a la pregunta <rde d6nde~ pudieron llegar hasta Espafia, tanto la punta de flecha como objeto material, como la idea de esta forrna tan peculiar e interesante, a rnodo de resultado de la influen- cia de un pueblo o de una cultura.

Page 73: Arqueologia y Prehistoria

Fig. 2

Fig. 3

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Pero veainos antes su distribucicin a lo largo y a lo ancho, en espacio, pues. y en tiernpo de este pequefio Gtil de caza y de guerra.

A la lista de yacimientos donde aparecen estas flechas que proporcio- nail 10s autores de las rnernorias sobre las estratigrafias de <(El Maca- 1 6 n ~ (S), a.fiadirnos nosotros, en aportacirjn personal, otra y, por creerlo interesante, a1 final del trabaio citaremos tambikn en quC regiones pre- cisarnente no aparecen.

En las figuras del cccatrilogo,, podemos observar que no son todas exactarnente iguales; por ello las hernos dfferenciado esquemBticamente z . ~ ~ la figura 4, a rnodo de apkndice tipogrhfico, no tipol6gic0, atendien- do a la forrna del arp6n, de la hoja y del caficin, aiiadiendo un cuadro- resumen (figura 5) Y unas tablas cronol6gicas (figura 29) para cada tipo de 10s elementos constituyentes de estas flechas.

Podemos awreciar que todas tienen base de cafihn, es decir hueea, de secci6n circular (salvo la nljrn. 19, en la figura 14 que presenta una secci6n exagonal); son de pequeiio tams-iio, y cn todas existe ese arp6n que es la caracteristica especial de este tipo.

Pero antes de seguir adelante hablaremos de cada flecha en parti- cular, exponiendo lo aue sobre ellas hernos nodido averiquar, asi corno fas oniniones personales de cada autor aue las recoqe y comenta, en 10 que respecta a ci-onologia, procedencia, etc.. .

En este catrilogo se hace i-eferencia pi-imerc al yacimiento en que aparece, la bibliogirafia sobre kI existente, rl6mero del dibuio, foto, etc.. . Seguidarnente hacemos referencia a la f imra en aue en este trabaio re- cogemos esa, o esas, nuntas de flecha, afiadiendo el ndmero correspon- diente, a1 que nos referiremos siempre que sea necesario.

EI cuadro-rsurnen (fig. 28) de nrocedencia. tipoqrafia, material y cro- nologfa I1evar;it cada una de las flechas con su nGmero de catrilogo. por 10 que su localizaci6n podrB hacerse rspidamente. La procedencia se harri en este cuadro no nor vacirnientos, sino Por referencia a ciudades o pueblos, a fin de que e s t h en relacicin con uno de 10s mapas que nrcsentarnos, sobre todo el aue recoge 10s eiemplares del Mediterrrineo Bccidntal (fig. 21, ya que el segundo es uri mapa de 5reas de aparici6n y, por tanto, general (fig. 3), en el que adem& se indican 10s nosibles caminos seguidos desde su jrea de origen hasta nuestro pais. ESTVDIO TIPOGR~F~CO

Previo a la exposicicin de1 cat$logo, creemos necesario aclarar el que

( 5 ) Garcia Guinea, M. A. Idem., nota 2.

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de la simple observaci6n de las puntas de i-lecha objeto de nuestro tema, se desprenden y observan diferencias en lo que a la forma y disposicicin be1 arpbn, hoja y caii6n se refiere.

Una diferenciaci6n descriptiva o tipografica de cada uno de esos ele- rnentos puede conducirnos a1 establecimiento de un valor cronolbgico relativo o, lo que es lo mismo, a identiflcar su valor tipo16gic0, per0 ello estaria en funci6n de la calidad y situacicin del hallazgo, en princi- pio, acorde con el context0 cultural con que aparecen.

Conforme con todo ello hemos realizado unas tablas (fig. 4) en las que recogemos las diferentes y mgs simples formas de la hoja y del caiibn, asi como las diferentes situaciones de la inserci6n del arp6n en caiibn u hoja, en unos tipos numerados a 10s que se har8 referencia en este trabajo y de 10s que por sentido acumulativo podremos quiz$ si no ahora, en el futuro obtener resultados de valor y orden tipol6gico.

Hay dos elementos a discutir en lo que a1 numero de sus variedades se refiere. El primer0 de ellos es el arpbn, que si bien en 10s tipos 1 a 5 queda claramente diferenciado por su situaci6n con respecto a1 conjunto Iioja-cafi6n, en 10s 6, 7 y 8 la diferencia radica no en su situacicin, sino en su forma, y Csta podria deberse no a la fabrication, sino a posterio- res deformaciones accidentales o intencionadas. En este caso tendrian yue ser considerados estos tipos como ccsubvariedades~~ de 10s primarios o b6sicos (el 6 del 2 y el 7 y 8 del 3). No obstante esta eventualidad, y hasta no poseer m8s datos y mayor n b e r o de flechas, en este trabajo 10s considerarnos como tipos independientes.

El segundo elemento discutible en lo qae a1 nGmero de variedades se refiere es el cafion. Los tipos I, I1 y I11 son clararnente distintos y el I V y V parecen ser ccsubvariedadesn del I I l y de una mezcla del I11 con I y I1 respectivamente. Ello podria ser ciei-to, per0 no obstante, y desde un punto de vista geornCtrico, el cafi6n PV tendria el vkrtice de su tri6n- gulo en un punto imaginario situado un poco por fuera de la punta y el V, casi paralelo, lo tendria en el infinito. Estas diferencias, peq~~eiias bay que reconocerlo, son las que nos sirven de base en la diferenciacibn tipogrgfica. ~Como en el caso del arp6n hay que esperar a tener mayor numero de elementos en comparacion para aceptar o desechar definiti- vamente esta diferenciacion.

Las hojas creemos no plantean, por el momento, problema en lo que a1 ni~mero de sus variedades se refiere, slno tan s61o el que probable- mente con m6s ejemplares hubiera que o bien sintetizar tipos o bien incluso arnpliar el numero de 10s existentes, per0 esto tarnbikn es rea-

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lizable en un futuro y a la vista de nuevos o mas abundantes ejem- plares (6).

IBIZA.-A. VIVES ESCUDERO: c~Estudio de Arqueologia Cartaginesa. La Ne- cr6polis de Ibizaa. Pag. 58. Lam. 15. Fig. 2. Madrid 1917.

A1 parecer existen varios ejemplares procedentes todos de la Necrit- polis de Buig des Molins, ya que en la descripcion de la incluida en la lamina del trabajo de Vives se emplea el plural. En la misma lamina aparece una forma algo variada: hoja de laurel y base de cafi6n o cubo, per0 en ella el arp6n es el resultado de la prolongaci6n de una de las alas de la flecha, como el ejemplar de Tamau, fechado por Rostovzeff en el siglo VII a. de C. (7), y el de la Sep. 414, I1 de Villaricos (8). Estas puntas son las mas parecidas a las encontradas en <<El Macal6n~. Pode- mos observar que ambas formas son bastante coincidentes, salvo el arp6n de algunas de las de Ibiza, que nace en el centro aproximadarnente del cubo, mientras que en todas las de <<El Macal6n~ el arpcjn nace en la intersection de base y hoja.

Desconocemos el material en que estan realizadas, aunque por el as- pecto parecen ser de bronce.

En el Museo de Ibiza existen tambikn otros ejemplares como 10s de <<El Macalcjn,,, per0 de procedencia desconocida, asi como del tip0 lla- mado de cctres hojas,, por Kleeman (dreifliigeligen,,), y de doble ar- p6n (9), que escapan, tipograficamente a1 menos, a1 tip0 de las aqui tra-

(6) Dado el gran nhmero de este tip0 de fechas aparecido en ~Castuloa durante la campafia de excavaciones del verano de 1971, esperamos poder ampliar o rec- tificar esta cctipografia), una vez que el colega BlAzquez, director de las Excava- ciones de CAstulo, publique el conjunto.

(7) Garcia Guinea, M. A. Arch. E.A., 40, 1967. Op. cit., pAg. 85. (8) Astruc. M.: La Necrdrrolis de ViZlaricos. Informes v Memorias . d m . 25.

ad rid, 1951, pAg. 78, 1Am. XLIX-1. (9) Kleeman, 0.: Die dreifliigeligen Pfeilspitzen in Frankreich. Abhandlungen

der Geistes und Sozialwissenschaftlichen Klasse. Akademie der Wissenschaften un der Literatur in Mainz, 1954-4. Wiesbaden, 1954.

L'importatidn des pointes des fle'ches grecques en France au Premier Age du Fer. CongrCs Prehistorique de France. XIV Session. Strasbourg. Metz, 1953, pAg. 345. Paris, 1955.

Page 78: Arqueologia y Prehistoria

tadas, tarnbiCn presentes en Villaricos (10). Cronolcigicamente, este grupo no puede ser anterior a1 siglo VII a. de C., per0 no hay que olvidar la supervivencia en el tiempo de 10s rnateriales y objetos ccex6ticos)), que acompaiian a1 enterramiento.

De todos modos la fecha siglos VII-VI a. de C. parece aceptable da todo punto.

ESTUDIO TIPOGR~FICO {fig. 4)

NGmero 1 .-Arp6n 2.-Hoja B.-Caii6n 111.

Nurnero 2.-Arp6n 3.-Hoja G.-Caii6n 111.

Numero 3.-Arp6n 3.-Hoja C.-Cafi6n 111.

NGmero 4.-Arp6n 2.-Hoja D.-Caii6n IV.

Numero 5.-Arp6n 2.-Hoja A,-Caii6n I.

CIGARRALEJO: Ref. CUADRADO y G. GUINEA. Archivo Espaiiol de Arqueolo- gia. Vol. 40, p6g. 74. Madrid, 1967.

El context0 cultural con el que aparece esta punta de flecha, cer6- micas precampanas, permiten encajarla cronolcigicamente entre 400-350 antes de C.

(10) Tumbas 436 y 277,2. Astruc, M. Op. cit., nota 8. Pags. 22 y 78, lams. IX-2 y XLIX-3.

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ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4).

Numero 6.-Arp6n 2.-Hoja A.-Caii6n I.

T o s c ~ ~ o s : H. SCHUBART y H. G. NIEMEYER: <<La factoria paleopkica de Toscanos. (Resultados de las excavaciones estratigraficas).,, Tartessos.

V Symposium lnternacional de Prehistoria Peninsular. Jerez, 1968, prigina 203. Barcelona, 1969.

Esta factoria tuvo origen en el siglo VIII, perdurando hasta el siglo VII

e incluso principios del VI; esta flecha, desgraciadamente fragmentada, aparecida en Ios estratos superiores, podria encajarse entre el siglo VII

pleno e inicios del VI, sin descartar la posibilidad de que sea anterior.

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4).

Page 80: Arqueologia y Prehistoria

NERPIO: M. A. GARC~A GUINEA: ccExcavaciones y Estratigrafia en el Po- blado IbGrico de 'El Maca16n1 (Nerpio, A1bacete)s. Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos. Tomo LXVIII, 2. Prig. 709 y s. Madrid, 1960. M. A. GARC~A GUINEA y J. A. SAN MIGUEL RUIZ: <<El Poblado Iberico de 'El Macal6nt> (Albacete))). Serie Excav. Arqu. en Espalia, n6m. 25. Madrid, 1964.

&I. A. GARC~A GUINEA: <cLas puntas de flecha con anzuelo y doble filo y su proyecci6n hacia Occidente)>. En Arch. Esp, de Arq. Vol, 40, n6- meros 115-116, prig. 69 y s. Madrid, 1967?

Aparecen con un conjunto de materiales que puede clasificarse como pre-iberico, ricos en influencias orientales anteriores, desde luego, a1 si- glo v.

Garcia Guinea las encaja cronol6gicamente desde fines del siglo VII

y el VI pleno a. de C., fecha aceptada por nosotros a1 comparar algunos de 10s materiales de este yacimiento de Albacete con otros de 10s es- tratos bajos del corte IX del ccCerro del Real,, (Galera) (11).

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

(11) Sanchez Meseguer, J.: El Me'todo Estadistico aplicado a1 estudio de Yaci- rnientos Arqueoldgicos. Las Cerdrnicas del Bronce final de Galera (Granada). In- Eormes y Trabajos del I.C.C.R., num. 9. Madrid, 1969,

Page 81: Arqueologia y Prehistoria

Nlinlero 8.-Arp6n 2.-Hoja A.-Caiibr, V. Nlimero 9.-Arp6n 2.-Hoja A.-Caii6n V. Nurnero 10.-Arp6n 2.-Hoja A.-Caiibn V. Numero 1 1 .-Arp6n 2.-Hoja A.-Caiibn V. Nrimero 12.-Arp6n 2.-Hoja A.-Caii6n V. Numero 13.-Arp6n 2.-Hoja B.-Caii6n V.

KRUGLIK: G. I. SMIRNOVA: c<K Otazce TrBckk na Kruho Robene Kerami- ky; ve Strednim Podnestri. (Podle vyzkumu vr. 1963)),. PAg. 76. Fig. 44 de ctAscheologickd rozhledyn XVII, 1965. 1 Praga, 1965.

Estri dibujada a un tercio de su tamafio; de bronce. Aparecida en uno de 10s ccmohyla,> de Kruglik, cerca de Cernovcy. La primera dataci6n que de este yacimiento se hizo lo encuadraba

entre 10s siglos 111 y I1 a. de C. Las ultimas excavaciones e investigacio- nes rebajan la fecha a 10s siglos VI-v a. de C. debido precisamente a la presencia de estas flechas.

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

SMOLENTCE: M. DUSEK (NITRAI): t(Vyskum Hradisca Z Mladsej Doby Hals- tatskej; V. Smoleniciach Roku 1963n en c<Acheologick6 rozhledyn XVII, 1954-4. PBg. 487. Fig. 12 de la pAg. 508. Praga, 1965.

Realizada en bronce, aparecio en un poblado hallst6ttico de Smole- nice (Sudoeste de Checoslovaquia), concretamente en Molpir.

Dusek encuadra este poblado en el period0 Hallstatt C/D que en esta regi6n corresponde a 10s siglos v-IV a. de C.

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ESTUDIO TIPOGIL~FICO (fig. 4)

NIMRUD: DAVID STRONACH: ccMetal objects from the 1957 excavations at Nimrud en Traq),. Vol. XX. 2." parte. Otoiio 1958. PAg. 169 y s. Fig. 7.

PAg. 172 y 1Bm. 33. Stronach describe como de ccforma helenistica,, esta punta de flecha

hallada en Nimrud. Para 61, el tip0 desciende de otros asirios y la flecha de 10s estratos

en que aparece es la de las invasiones escitas, es decir, entre finales del siglo VII y principios del VI a, de C.

ESTUDICJ TIPOGKAFICO (fig. 4)

AECHINE: S. ROUDENICO: c<Les skpultures de l'kpoque des ceKourganes), de Minoussinsk; en c(klAnthropologies. Vol. 39. PBg. 401 y s. Fig. 14. PBgina 418. Paris, 1929.

Page 83: Arqueologia y Prehistoria

Realizada en bronce, fue encontrada con otra de secci6n triangular cn el thrnulo o c<Kourgann num. IX en la Necrcjpolis de Aechine (Mi- noussinsk).

La Edad de Bronce en esta regi6n abarca, a juicio del autor, del si- g!o rx a! IV a. de C .

El t6mulo en que aparecieron estas flechas debi6 ser construido entre el final del VIII principios del VI, debido a que su encintado es rectan- g~liar y consta de ocho piedras clavadas verticalmente.

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

GRECIA: ANTNOY SNODGR~SS: ccEarly Greek Armour and Weapons, from the end of the Bronze Age to 600 B.C.,,. PBg. 143 y s. Fig. 10. Edin- burg, 1964. I-Iace Snodgrass en su trabajo una exposici6n de 10s diferentes tipos

de puntas de flecha griegas, estableciendo un cuadro tipogrgfico. La que a nosotros nos interesa es la que Snodgrass denomina tip0

3 A 2, y que recogemos esquernBticamente tal y corno viene en su irn- portante trabajo, y que cronol6gicamente la supone anterior a1 600 a. de C .

E S T ~ I O TIPOGRAFICO (fig. 4) -43-

0

9 8 Numero 18.-Arp6n 7.-Hoja B.-Ca56n IT.

Page 84: Arqueologia y Prehistoria

PALINURO: RUDOLF NAU~VMNN: ccPalinuro. Ergebnisse der Ausgrabungen,,. Mitteilungen des Dainst. Roemische Abteilung. 3" suplemento. PAg. 45. Figura 13. Nlims. 2 y 3. Heidelberg, 1958. SESTIERI, P. C.: c<ArcheoIogia Classics,,. N6m. 5. P5g. 239. Roma, 1953.

Estas puntas de flecha, realizadas en bronce, fueron halladas en la excavaci6n del poblado de Palinuro.

Sestieri opina que muchos de estos centros comerciales dependien- tes de 10s griegos, dejaron de existir a la caida de Sibari, en el siglo VI a. de C., y prueba de ello es que no aparecen monedas posteriores a esta fecha ni en Palinuro, ni en Molpa, Sirino, Pixunte, etc., y por tanto el comercio con 10s griegos, despues de la segunda mitad del siglo VI, ces6 casi por completo volviendo a ser simples poblados indigenas.

E~TUDLO TIPOGRAFICO (fig. 4)

Mlimero 3 9.-Arp6n 6.-Hoja C.-Cafi6n V.

Nlirnero 20,-Arp6n 6.-Hoja G.-Cafi6n V?

PALINURO: RUDOLF N A U ~ N N y BERNHARD NEUTSCH: cd?alinuro. Ergebnisse der Ausgrabungen,,. Mitteilungen des Dainst. Roemische Abteilung. 4." suplemento. P5g. 181. Fig. 77. Nums. XVIII B1 y S, Al. Heidel- berg, 1960.

Fueron encontradas en la Necr6polis de Palinuro (provincia de Sa- lerno, Sicilia).

Como las anteriores 19 y 20, del siglo VI a. de C. como rn6ximo.

Page 85: Arqueologia y Prehistoria

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

Nhmero 21.-Arpcjn 4.-Hoja C.-Caficjn 111.

Nhmero 22.-Arp6n 2.-Hoja C.-Caii6n 111.

MINOUSSINSK: A, M. TALLGREN: c~Collection Tovostine des Antiquit& pr6 historiques de Minoussinsk conserv6es chez le Dr. Karl Hedman a Vasaj,. PBg. 30. Helsingfors, 1917.

Dibujada a tamafio aproximado a1 natural y realizada en bronce. Aun- que se desconoce la procedencia exacta, por el titulo del trabajo se sobre- entiende que aparecen dentro del circulo cultural de 10s cckourganes,, y clasificadas como de tip0 escitico.

En la fecha en que realizcj este trabajo (1917), Tallgren opinaba que este tipo de flecha correspondia a1 period0 111 de la Edad del Bronce Siberiana, es decir, posterior a1 aiio 500 a, de C.

Para el aspecto escitico de esta flecha y de otros materiales, 61 pro- pugna que no son 10s de Minoussinsk 10s que derivan de 10s escitas, sin0 a1 contrario, aunque reconoce que 10s paralelisrnos entre ambas culturas no son suficientes ni decisivos. Pese a la influencia de Minoussink sobre lo escitico, la dataci6n de 10s rnateriales permaneceria inalterable, es decir, que estas pt~ntas de flecha y el resto de 10s materiales podrian encuadrarse en la cuacicin Minoussinsk = La The . Esta seria, pues la cronologia absoluta de la cultura de 10s kourganes, en el drea Siberiana.

Page 86: Arqueologia y Prehistoria

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

DACIA: VASILE PARVAN: ccDacia. An outline of the EarIy Civilisations of the CArpatho-Danubian countries,,. PBg. 50. Cambridge, 1950.

Hechas en bronce, aparecen en depcisitos de la Edad del Bronce, y opina Parvan que no son tipos s61o y exclusivamente esciticos, fechAn- dolas en el bronce IV (siglos VII-v).

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

CASTELGANDOLFO: 0. MONTELIUS: <<La civilisation primitive en Italie. De- puis I'introduction des mktaux),. 2." parte. Italia Central. PBg. 683. Se- rie B. LAm. 139. Fig. 8. Estocolmo, 1910. Bibl. supl. GORA GIEROW: The Iron Age Culture of the Latiums. Ac- tas del Instituto en Roma del Reino de Suecia, 4, XXIV, 2. PQg. 351. Fig. 35. Lund, 1964.

Apareci6 en una de las necr6polis de incineracidn de Castelgandolfo,

Page 87: Arqueologia y Prehistoria

y en la actualidad se encuentra en el Museo de Berna. La excavaci6n se realiz6 durante 10s aiios de 1816 a 1817.

ESTUDIO TIPOG&ICO (fig. 4)

25 N6mero 25.-Arp6n 8,-Hoja B.-Caii6n IV.

CASTELET DE FONTVIEILLE: FERNAND BENOIT: ctRelations de Marseille grec- que avec le Monde Occidental),. Revista di Studi Liguri. Aiio XXIT. Numero 1.Enero-marzo 1966. PAg. 1 y s. Bordighera, 1966. INFORMATIONS: ((Fontvieille),. Gallia XII. Paris, 1954. Pgg. 430 y 431.

Tamafio aproximadamente natural y realizada en bronce. Fue hallada en el Castelet de Fontvieille, en la ruta de Marsella a Artes.

El cub0 aparece perforado para ser mejor sujetada a1 v5stago de ma- dera. Su origen griego aparece indudable para Benoit, ya que apareci6 juntarnente en un estrato con ceramics j6nica y griega de figuras negras, fechado en el siglo VI.

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

Page 88: Arqueologia y Prehistoria

TRANSILVANIA: L. ~COUTXL: (<Etude sur les pointes de flkche de I'Age du Bronze, rnunies de barbelures B la douille. Objets de I'Age du Bronze trouvCs dans les Skpultures MQovingiennesn. En Bull. de la SocietG Prkhistorique Frangaise. Tomo IX. Fig. 2. PBg. 128. Paris, 1912.

Realizada en bronce. Encontrada en Szekelyfold (Transilvania). Sill referencia cronologica.

SIBERIA ~~CCIDENTAL: L. COI 111.: :<Elude sur les pointes de flkches dc 1'Age du Bronze, munies de barbelures B la douille. Objets de 1'Age du Bronze trouvks dans les Skpultures Mkrovingiennes,,, en Bull. de la SociktC Prkhistorique Frangaise. Torno IX. Prig. 483. Fig. 1. Paris, 1912

Encontrada en Kulundiskaia Kiprinskaia, provincia de Tornsk (Sibe- ria Occidental).

Sin referencia cronologica.

Page 89: Arqueologia y Prehistoria

PERSIA: L. COUTIL: <<Etude sur les pointes de flkches de 1'Age du Bronze, munies de barbelures B la douille. Objets de 1'Age du Bronze trouves dans les SCpultures MQovingiennes,,, en Bull. de la SocietC Prehis- t6rique Franqaise. Tomo IX. PAg. 483. Fig. 1. Paris, 1912. Hallada en Kasvin (Persia). Sin referencia cronol6gica.

Numero 29.-Arp6n 8.-Hoja E.-Cafibn I.

ATENAS o SIRACUSA: L. COUTIL: <<Etude sur les pointes de fleches de 1'Age du Bronze, munies de barbelures B la douille. Objets de 1'Age du Bron- ze trouvds dans les SCpultures Mkrovingiennesn. Bull. de la SocietC PrChistorique Fran~aise. Tomo IX. PAg. 483. Fig. 1. Paris, 1912. Flechas de Atenas o Siracusa. (No queda precisada su procedencia.) Sin referencia cronol6gica.

ESTUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

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A ~ E N I A : R. D. BARNETT y W. WATSON: <(Russian Excavations in Arme- nia), Iraq, 14, 1952. Pag. 134. Fig. 12 de la pAgina 138.

Fue hallada en la citmara n6mero 24 del poblado Karmir Blur I, en Armenia. Juntamente con las que le acompafiaban, incluida una de tres alas, aparece clasificada como de tip0 escitico. Mide este ejemplar casi ocho centimetros de longitud y estii realizado en bronce.

La cronologia, segGn el trabajo original de B. B. Pitrovsky, ccKarmir Blur I),, Akademii Nau Armyansko y S. S. R. Erivan, 1950, excavador de este yacimiento, oscila entre 600 y 575. En el primer trabajo sobre El Macalbn se recoge esta flecha y se comenta la opinion de Tadeusz Sulimirski, quien Cree que la invasicin escita llegci a Karmir Blur ha- cia 625, es decir, con la oleada que ocupo el oeste de Asia antes de la caida de Ninive.

STUDIO TIPOG~FICO (fig. 4)

,~REZZO: J. BEI~LUCCI: ccPointes de flkches en bronze recuellies en Italien. Congrks Prkhistorique de France, Neuvikme Session. Lons-le-Saunier, 1913. Pitg, 494. Paris, 1914.

Proviene de Cortone, Arezzo, y no hay otra indicacifin en cuanto a su lugar de hallazgo, asi como tampoco a su posible cronologia,

Page 91: Arqueologia y Prehistoria

Curioso tipo que presenta el arp6n a1 final del caiicjn y no en me- dio (12).

OSTKLEINSPOLENS: TADEUSZ SULIMIRSKI: {(Kultura Wysocka),. LBm. XXV. Figura 31. Krakow, 1931.

Aproxilnadarnente a la rnitad del tamaiio original. Hecha en bronce. En este mismo trabajo recoge este investigador otras puntas de fle-

cha, tres, mas exactamente, aparecidas en la regidn de Ostkleinpolens. Esta cultura abarca cronoltjgicamente desde 800 a 650 a. de C. en el

periodo I y desde 650 a 500 en el periodo 11, que coincide con la apari- ci6n escita zn esta zona. Las flechas corresponderian a este periodo II, que tiene practicamente un segundo momento que llegaria hasta el cam- bio de Era (13).

Nurnero 34.-Arp6n 7.-Hoja 3.-Caii6n IV.

(12) Este tipo no cs unico; recieiltcmellte una de nuestras alumnas de la Universidad Aut6noma de Madrid, la sefiorita Maria Garcia Morales, nos ha mos- trado y dibujado un buen grupo de estas puntas de flecha entre las que habia varias como la de Cortone, incluso con tres alas, que son propiedad particular de un antiguo miembro de la Divisi6n Azul y que proceden de Rusia. No se incluyen en este trabajo por no poseer datos seguros sobre su procedencia y contexto.

(13) En otro trabajo, Scytowie iza Zachodlziem PodoZu, y en la lamina IX-1 a, recoge T. Sulimirski una parecida a la de Ibiza. Lw6w, 1936.

Page 92: Arqueologia y Prehistoria

UKRANIA: EjempIar procedente del oeste de Ukrania y que fue expuesto en Ziirich con motivo de la exposici6n ambulante de objetos arqueo- 16gicos rusos en 1967.

En un conjunto de materiales de la Wysozkaja-Kultur aparece este ejenlplar, acompafiado de pendientes de oro zoomorfos (cabeza de pez o leon) de clara factura escita y fechado el todo desde la primera rnitad del siglo v a. de C.

- :TUDIO TIPOGRAFICO (fig. 4)

Numero 35.-Arp6n 4.-Hoja E.-Cafi6n 111. NGmero 11 .-Arp6n 2.-Hoja A,-Caiion V. NGmero 12,-Arp6n 2.-1-Ioja A,-Caii6n V, Nilrnero 13.-Arpon 2.-Hoja B.-Caii6n V.

Page 93: Arqueologia y Prehistoria

NP Procedencia Material RESUMEN TIPOGRAFICO Cronol.

Arpbn Hoja Caiibn 1 2 3 4 5 6 7 8 A B C D E F G H 1 1 1 I11 I V V '"'

1 lbiza ............... 2 lbiza ............... 3 lbiza ............... 4 lbiza ............... 5 ibiza ............... 6 El Gigarralejo ...... 7 Toscanos ............

......... 8 El Macaldn

......... 9 El Macal6n ......... 10 El Macaldn ......... 11 El Macaldn ......... 12 El Macaldn

13 El Macaldn ......... 14 Kruglik ............ 15 Molpir ............ 16 Nimrud ............

. . . . . . 17 Minoussinsk 18 Grecia ............ 19 Sicil ia ............ 20 Sicil ia ............ 21 Sicil ia ............ 22 Sicil ia ............ 23 Minoussink ......... 24 Dacia ............... 25 Castelgandolfo ...... 26 Marsella ............ 27 Transilvania ...... 28 Siberia Occ. ...... 29 Persia ............ 30 Atenas o Siracusa. 31 Atenas o Siracusa. 32 Armenia ............ 33 Arezzo ............

...... 34 Ostkleinpolens ............ 35 Ukrania

Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Decon. Decon. Decon. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce. Bronce.

VlI/VI. VII/vI. ViI/VI. VIl/VI. VII/VI. tv. VI i I /VI. VII/VI. VII/VI. vlrpl. V l l p l l . VIl/Vl. VII/VI. VI/V. V/IV. VII/VI. vlllml. VII/VI. VI. VI. VI. VI. VIIV. VII IV. Desc. VI. Desc. Desc. Desc. Desc.

Desc. VII/vI. V.

Ya hemos visto a lo largo de este pequefio estudio como el tip0 de puntas de flecha barbillon,, aparece por varias regiones de Europa y Oeste de Asia; por ello mismo no podemos hablar de una preponde- rancia exclusiva de ese tipo de flecha en una zona limitada, aunque bien es cierto que un gran numero de ellas queda localizado en un circulo cuyo centro geomCtrico es el Mar Negro.

Con todo no podemos afirrnar rotundamente que es precisamente en ese circulo donde surge por primera vez este tip0 de arma, pues a1 Este del Mediterrgneo existe tambiCn otro grupo importante, defendido fundamentalmente por Snodgrass (14).

(14) Snodgrass, A.: Early Greek Armour and Weapons. From the end o f the Branze Age to 600 B.C. Edinburg, 1964, p8gs. 148 y siguientes.

Page 94: Arqueologia y Prehistoria

Asi pues, podriamos establecer dos hip6tesis para explicar el origen de estas puntas de flecha. A orillas del Mar Negro habitan, entre otros, tracos, cimerios y escitas; en el Mediterraneo Oriental son 10s griegos y 10s fenicios 10s que, en este tiempo, desempefian su hegemonia cultural y comercial. Una o arnbas regiones pueden ser el epicentro originario de esta flecha.

Para explicar la presencia de estas flechas en la Peninsula Ibhica hay que buscar el posible camino que recorrerian hasta ella, y nos en- contramos con, principalmente, dos posibilidades, o por el Mediterraneo o por Europa. Ambas pueden ser ciertas, per0 creemos que no fue por el continente, sino por el mar por donde llegaron a Espafia. En el mapa que adjuntamos (fig. 2) podemos ver que arriba de 10s Alpes no aparece ninglin ejemplar. Ni en Suiza (15), ni en la Lombardia ni en Toscana, el area etrusca m8s relacionada con la Grecia desde el siglo VII-VI, las encontramos. Dentro de la Peninsula Apenina es en Arezzo, es decir, casi en el centro de Italia, donde aparece una y despubs, hacia el Sur, tene- mos otra en Castelgandolfo, junto a Roma; la tercera aparece en Si- cilia (16). En cuanto a1 Norte de los Alpes, es decir, en la actual Alema- nia, hemos de aclarar que tan s61o hemos encontrado un ejemplar pa- recido a 10s que aqul' hemos expuesto, per0 del cual no conocemos m6s que su nhmero en el inventario de la ccSammlung Nassauischer Alter- turner,,, de Wiesbaden, que muy amablemente nos mostr6 el doctor Man- dera en el almacen de dicho Museo, careciendo desgraciadamente de datos de origen geografico o context0 del hallazgo. En todo el Valle del Rin no hemos encontrado ni un solo ejemplar, pese a que no nos limi- tamos tan sdlo a observar en las vitrinas, sino que preguntamos a 10s directores de todos 10s museos de un buen nlimero de ciudades, y en muchos casos incluso miramos en 10s almacenes o fondos como ocurrici, por ejemplo, en Frankfurt y en Mainz.

En la Ilyria, Pittioni recoge un ejemplar, per0 esta regi6n cae dentro del Brea de influencia escitica nordcarphtica (17).

En Francia s61o tenemos un ejemplo, en Fontvieille, en las cercanias de Marsella, y nada m8s de este tip0 en la zona m8s pr6xima a1 paso

(15) El ejemplar existente en Berna es posiblemente el de Castelgandolfo. (16) En el Museo de Peggio, en la Emilia, existe otro ejemplar que no obstante

difiere del tipo MacalBn, ya que es de tres aletas, aunque tambiCn posee su an- zuelo o arponcillo. Mortillet, G. y A. de: Mtlse'e Pre'historique. Paris, 1903, fig. 1.088, lam. 88.

(17) Pittioni, R.: Urgeschichte des tisterreichen Raumen. Viena, 1954, pkg. 450.

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de 10s Alpes bordeaiido el Mediterraneo, es decir, en el Languedoc (18). Asi pues, hemos de creer con mayores posibilidades el que debieron

de Ilzgar a Espal'ia por mar, ya que resulta extraiio el que no tengamos p-~i un solo ejemplar en las zonas terrestres que hace algunos milenios f~reron camino normal para el paso de pueblos y culturas del Este a1 Oeste.

Expuesto cual pudo ser el camino, debemos intentar ahora tratar de averiguar quidnes fueron 10s que trajeron estas flechas hasta la Peninsula Ibdrica. Visto el tipo de yacimiento en que aparecen y 10s materiales con que se encuentran, solo tenemos dos posibilidades o, mejor, podria- 1110s tener tres, pero para Espaiia esta tercera actualmente no cuenta en absoluto. Es arriesgado querer afirrnar con visos de realidad absoluta que cualquiera de las dos posibilidades que expondremos es la mis via- ble, o desechar por completo la tercera. Personalmente no sabemos cuAl escoger a ciencia cierta; per0 de todos modos el problema no es mucho mayor ahora que hace unos afios, pues dia a dia contarnos con mAs y mejores elementos de analisis y juicio a travks de 10s trabajos que con sentido actual se realizan en Espaha. Por eso ya es un buen punto de arranque la existencia de un yacimiento bien excavado como ;(El Ma- talon),.

En el mapa (fig. 3) podemos ver que en el Mediterraneo Occidental solo hay cuatro areas de aparicion. Ya hemos descrito las flechas y, conociendo tan pocos ejemplares, quisidramos aclarar ahora quidnes pudieron traerlas. Efectivamente s61o existen dos, mejor que tres, po- sibilidades, sus portadores o Pueron 10s griegos o 10s phnicos, o 10s fe- nicios, en este caso de la rnisrna familia). La tercera posibilidad seria la escitica o de 10s <<pueblos a caballo,, en general, per0 dsta tendremos que desecharia por el momento.

Veamos 10s pros y contras de las dos primeras hip6tesis analizando ((dondez aparecen. Luego volveremos a considerar la tercera.

En Ibiza encontramos, en la Necropolis de Puig des Molins, un ejem- plar, o mejor dos, ya que a1 segundo a1 que nos referiamos a1 describir la flecha numero 1 hemos de volver antes de terminar si queremos que este modesto trabajo resulte algo completo. Bien, deciamos que en la Necropolis Punica de Ibiza aparece un ejemplar. Todo el material en la isla tiene mas aire de lo phnico que de lo griego, luego podemos afirmar que a q ~ ~ i pudo haber llegado con 10s punicos. Las otras puntas de flecha

(18) Louis, M., y Taffanel, 0. y J.: Le Prenzier Age ~ L L Feu Languedocien. Inst. Inter. d'Estudes Ligures. Bordighera-Montpellier, 1955, 1958 y 1960.

Page 96: Arqueologia y Prehistoria

que aparecen en esta Necrcipolis podemos suponer que tengan la misma procedencia que estas dos recogidas por Vives. Ademis la punta de flecha de Ibiza en la que el arpon resulta de la prolongacicin de utla de sus aletas es similar, como se dijo a otra de la Necrcipolis de Villaricos, cuyo caricter phnico no parece discutible en mod0 alguno (19).

En Ampurias tenemos el segundo caso, que s6lo conocemos, como hemos dicho, por referencia (20) y a ella nos remitimos. De todos modos este ejemplar carece de lugar exacto de hallazgo y a este ccemporio), am- puritan0 lo mismo lleg6 en naves griegas que en phnicas, aunque mhs bien pudo ser en las primeras, o como product0 de intercambio de un comercio interior entre cccolonialistas)~ griegos y phnicos.

La tercera aparece en Jumilla, y su cxistencia nos fue comunicada cuando redactzibamos estas lineas por la sefiorita Escortell, directora del Museo Provincial de Oviedo. Ya hemos dicho que de esta flecha no tenemos mis datos que su presencia y posible lugar de hallazgo. En cuanto a dste, estzi situado en las proximidades de dos importantes pa- cimientos ibQicos, prhcticamente virgenes, y que creemos de gran im- portancia para el estudio de la cultura ibQica en el norte de la pro- vincia de Murcia, son 10s llamados ccCoimbra del Barranco Ancho,, y ccBarranco de la Buitrera),. En estos yacimientos realiz6 algunas pros- pecciones el sefior Molina, delegado local de Excavaciones en Jumilla, y el que esto escribe, per0 el material permanece todavia inddito en el Museo Municipal de esa localidad. De todos modos, Jumilla podria estar indistintamente relacionada tanto con lo griego como con lo punico, aun- que esta conclusicin es tan solo el resultado de unas prospecciones en unos yacimientos a 10s que posiblemente, no seguro, podria pertenecer esta tercera flecha, y no hay que olvidar que Nerpio no esth excesiva- mente lejos de Jumilla.

La cuarta, base, como ya hemos dicho, de este trabajo aparece en las proximidades de Nerpio, es decir, en la parte de la provincia de Al- bacete, que se adentra entre la de Murcia y hacia Granada, por el camino natural hacia el Guadiana Menor. El estrato en que aparecib estaba for- mado por casi un solo nivel con mucha ceniza y ceramics de paredes gruesas y no muy buena coccicin, pero asociadas a algunas fragmentos de la llamada cerzimica de ccbarniz rojo,,, cuyo origen hay que descartarlo de lo griego y dejarlo en fenicio-phnico o ccpaleopiinico), (21). No aparece

(19) Idem., nota 10. (20) Garcia Guinea, M. A. Idem., nota 2. (21) Idem., nota 3.

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ni un solo fragment0 de cerhmica de las de cualquier tip0 griego. Aqui, por tanto, puede ser desechada la hipdtesis de que a esta zona lleg6 con 10s griegos. AdemBs, todo el conjunto arqueologico de <<El Macaldn)) aparece mbs relacionado con Andalucia, fdnico-punica, que con el Le- vante, mbs griego, en lo que a influencias se refiere.

El ejemplar del Cigarralejo (Mula-Murcia) aparece en un ambiente tipicamente ibkrico, una necrdpolis de incineracidn, y con un conjunto de materiales relacionados con el mundo griego de manera clara. No hay que olvidar, no obstante, que en esta importante necr6polis no solamen- te existen materiales griegos, sino otros que son de pura ascendencia pfinica. El ejemplo mhs conocido es el de las cerhmicas de ccbarniz rojox sobre las que Cuadrado lleva tanto y tan bien dicho.

Jab, en Peal del Becerro, tiene otra punta de flecha de este tipo. No la conocemos mhs que por referencia (22) y a1 parecer no se trata de una, sino de varias. El caso de este yacimiento es el de El Cigarralejo, de mod0 que no hemos de insistir en lo que a1 origen de su prensencia se refiere.

Aparte todavia 10s inkditos de CBstulo (23), el ultimo, por el momen- to, de 10s ejemplares en la Peninsula Ibkrica, es el aparecido en la fac- toria <cpaleopunica de Toscanos)) (24), de la que sus excavadores dicen), ... lo que si puede excluirse es que el sitio del ccCortijo de 10s Toscanosn fuera una colonia griegan. Con este comentario huelgan todos 10s nues- tros, que en todo caso no harian mhs que repetir la teoria de 10s cole- gas Schubart y Niemeyer. w

Si para unos yacimientos estas puntas de flecha no pueden ser grie- gas, o mejor no pudieron ser traidas por 10s griegos, para otros existe la posibilidad de que hubiesen sido llevadas hasta ello tanto por comer- ciantes griegos como por comerciantes fenicio-punicos. Ambas pueden ser posible, per0 la tercera a que nos referiamos antes era la de 10s in- termediarios o gentes de 10s <<pueblos a caballo)>. Esta, repetimos, para Espaiia no tiene razdn de ser suficiente, o por lo menos carece de ade- cuada justificacidn, por el momento, mientras no poseamos prt~ebas mQs claras (25).

(22) Garcia Guinea, M. A. Idem., nota 2. (23) Idem., nota 6. (24) Schubart, H., y Niemeyer, R. G.: La factoria paleopunica de Toscanos. (Re-

sultados de las Excavaciones Estratigrrificas.) Tartessos. V Symposium Internacio- naI de Prehistoria Peninsular. Jerez, 1968; nota 11, p8g. 219. Barcelona, 1969.

(25) La presencia de algunos de estas gentes de 10s opueblos a caballo), esta muy defendida, y bien, por Duvek, M. (Waren Skythen in Mitteleuropa and Deut- schland? Praehistoriche Zeitschrift, Band XLII, 1964; p8g. 49. Berlin, 1965), aunque

Page 98: Arqueologia y Prehistoria

Y antes de terminar con <<caminoss y ccquiknesn las trajeron, hemos de decir que la segunda punta de flecha de Ibiza tiene un paralelo exacto con otra que recoge Sulimirski (26) y que 61 considera de tipo escita; ambas son las unicas que hemos visto entre 10s muchos trabajos que hemos consultado. Entonces vuelve a plantearse el problema de origen: ; Esciticas.. . ? i Griegas.. . ? < Pimico-fenicias.. . ? Tres respuestas debere- mos, pues, bucar, pero para la tercera pregunta creemos que seria acer- tado decir no, en cuanto a lo que el origen se refiere, ya que vistos 10s materiales de las necrdpolis de Carthago, que estudian Glauckler y Cin- tas (27), las flechas que alli aparecen no tienen relacidn con las que aqui estudiamos, pues aunque es cierto que la forma y tamafio son 10s mis- mos, carecen todas de ese pequefio arpon que las caracteriza. Entonces resulta paradojico afirmar que a Espafia fueron fenicio-cartagineses quie- nes las trajeron y kstos no las tuvieron en el Norte de Africa, pero corno, en cambio, si aparecen en la antigua Fenicia, es por lo que entonces esta posibilidad vuelve a adquirir un porcentaje de realidad, sin olvidar, ade- mas, que todo lo punico puede ser cartaginks, pero que no todo lo car- taginks es forzosamente punico o, lo que es lo mismo, que existen muchos materiales punicos en el Mediterraneo Occidental que no aparecen en Cartago, corno hemos podido comprobar personalmente en las varias visitas que llemos realizado a Tunez.

Hemos visto que el origen, camino y portadores para cada y de cada punta de flecha aparecen discutidos o discutibles y, hasta cierto punto, bastante oscuro. No obstante, en lo que a su origen se refiere, podernos fijarlo a1 Este del Mediterraneo, ya en Grecia, ya en el Este de Europa, ya en el Asia Menor, 10s tres nucleos donde aparecen con mayor pro- fusi6n. El camino fue el amplio del Mare Nostrunz y 10s portadores 10s tripulantes de naves fenicias y punicas (aunque sin descartar a 10s de ias griegas de manera rotunda).

Para la cronologia tenemos, en cambio, mejores perpectivas y por lo menos, en este aspecto, nuestro estudio creemos no resulta del todo inutil.

no ej: el unico en hacerlo. Reinecke, P.: Die Skythischen Alterturner in nzittleren Europa. Zeitschrift fur Elhnologie, 28, pag. 1, 1896. Seger, H.: Volker und Volkerwanderungen i m vorgeschichtlichen Ostdezltschland (en la obra de W. Volz Der Otsdeutsch Volksboden). Breslau, 1926, phg. 78. Skutil, J.: Skythische Funde ans Miihren. Zeitschrift des Mahrischen Laudesmuseurns Brun. 3, pag. 78. Briin, 1943. Bohin-Jankovich, J.: Skythovd nu Podkrpatske Rusi. Praga, 1936.

(26) Sulimirski, T.: Ibid., nota 13 (27) Cintas, P.: Ceramique Punique. Publications de I'Institut des Etudes Tuni-

siennes, vol. 111, Gauckler, P.: Necropoles puniques de Carthage. Paris, 1915.

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A lo largo de las paginas del catalog0 cada uno de 10s autores que recoge estas puntas de flechas, en su gran mayoria, porporcionan una fecha a1 yacimiento en que las hallan. Por eso aqui no sintetizamos mas que todo lo expuesto por otros, cuando, para terminar, marcamos el momento cronol6gico que vieron ccante o post quem), estas armas.

La. fecha mas antigua es la del siglo VIII, representada por Ias flechas de Karrnir Blur I en Armenia, c<Toscanos)>, y por la de Aechine de fi- iiales del siglo VIII o principios del VII. El resto aparecen siempre en yacimientos mas o menos de la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo. Las mas modernas son las de Molpir y la Dacia, que encajan entre el siglo v y el IV a, de C., aunque, a proposito de la de Molpir, hay que aclarar que la referencia que Coutil hace en su trabajo (28) no indica que la que nosotros recogemos provenga de un hallazgo mero- vingio, sino que comentando la punta nfimero 16, de Transilvania, jun- tamente con otros objetos de bronce, dice que en la Necropolis Mero- vingia de Villenevard (Marne) existe una de tip0 c(barbill6n), o provista de ccbarbelures B la douille)), aunque hemos de decir que esa flecha es de forma distinta en el aspect0 general, pese a tener ese pequeiio arp6n tan caracteristico.

Para concretar y concluir, pues, fue desde el Hallstatt B y hasta el C-D cuando estas puntas de flecha corrieron o navegaron por las m6r- genes costeras del Mediterraneo, asentandose fundamentalmente en su ribera aeste como hemos visto.

Su empleo en el Mediterraneo Oriental tuvo que ser frecuente desde el siglo VIII, pues, y su presencia en la Peninsula Ibgrica queda perfec- tamente constatada en Toscanos en el siglo vrI, o finales del VIII como mAximo, lo que ayudaria a la cronologia de <(El Macalona, en el sector ccCata Flechas)), y por extension a1 conjunto de rnateriales, estratos y yacimientos contemporaneos de ese yacimiento, recogidos por Schiile, Pe- llicer y nosotros, a prop6sito de 10s varios cortes estratigr6ficos realiza- das en ccEl Cerro del Real),, en Galera (29).

(28) La cronologia difiere, pero el hecho es que ayudaria a probar o su super- vivencia como tip0 o mejor todavia el del ~~coleccionismo~~ merovingio. No nos ha de extraiiar este hecho, pues en Espaiia, entre otros, conocemos el caso de una punta de flecha tip0 c(Palmella), encontrada en una de las sepulturas de la Necrb- polis Visigoda de Aguilafuente (Segovia), dato amablemente proporcionado por 10s seiiores de Vifias, sus excavadores.

(29; Sgnchez Meseguer, J.: Ibid., nota 11. Pellicer, M., y Schule, W.: El Cerro de2 Real. Galera (Granada). Excavac. ArqueoI. en Espafia, nbm. 12. Madrid, 1962. El Cevro del Real (Galera, Granada). El Corte Estratigvdfico IX . Excav. Arqueol. en Espaiia, num. 52. Madrid, 1966.

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No queremos terminar estas notas sin antes advertir que del cuadro- resumen de la figura 28 se desprende un hecho que pudiera dar origen a una teoria hasta ahora no rnencionada: el que las puntas de flecha a ccbarbill6n)> que aparecen en la Peninsula Ibkrica no hayan sido irnpor- tadas, sin0 que estbn hechas en alg.irn lugar de nuestro territorio. Efec- tivamente, esta es una posibilidad a ccpesiderar, sobre todo a1 ver, por ejemplo, que el arp6n de los trece ejemplares rnencionados en Espafia, en diez casos, pertenece a1 tip0 2, tipo aparentemente caracteristico de nuestro pais, pues del total de las flechas recogidas en este articulo solamente seis pueden encajarse en 61, y las otras tres puntas espafiolas tienen sus arponcillos encajados en el tipo 3. Algo parecido ocurre con las c<hojasn, cuya gran mayoria pertenece a1 tipo A y el resto se distri- buye entre B, con dos ejemplares, y 6, D y 6, con uno respectivamente. No podemos decir lo rnismo con respecto a1 cafi6n, salvo hacer constar una cierta relaci6n de este (de procedencia geogrrifica?) con el misnlo (salvo en una) de las hojas y del arp6n (esto se podria explicar aceptando el que se trata de ejemplares procedentes de un misrno Iugar cle Eabri- caci6n) como en el caso de <<El Macal6n),. Por el momento, y rnientras no se analicen 10s ejemplares de Ciistulo, lo que aqui acabarnos de ex- poner no es m6s que una ccprobable teorian a tener en cuenta, per0 sin aceptarla ni rechazarla faltos de argurnentos y suficientes elernentos de juicio en pro o en contra de ella. AdemBs, convendria revisar 10s ma- teriales de algunos yacimientos del complejo cccultural y greogrrifico del mundo tartessico>>, que fueron excavados hace ya varios afios, y controlar si entre ellos no existen mris puntas de flecha corno las que aqui se han tratado, asi corno esperar el que la aparicicin de otros ejem- plares en niievos yacimientos corroboren la cronologia ya conocida y la teoria de su procedencia espafiola, como tambikn parece probarlo la existencia de un molde de este tip0 de flecha en Barcelona, procedente probablemente de Ampurias (30).

(30) Garcia Guinea, M. A,: Ibid., nota 2.

Page 101: Arqueologia y Prehistoria

APORMACIONES PARA LA CARTA ARQUEOLOGiCA

DEL NORTE DE LA PROVBNCllA BPI% CORDOBA

INTRODUCCI~N GENERAL

I. Preliminares

El departamento de arqueologia decidi6 apoyar la visita de prospec- cicjn que algunos de sus miembros proyectaron a1 norte de la provincia de C6rdoba, a trav6s del conocimiento que tuvieron, tras carta recibida por Javier Ruiz, del doctor Hernando Luna, de la Real Academia de Ciencias de Cordoba, en la que se informaba de distintos emplazamien- tos de inter& arqueol6gic0, localizados en una amplia zona situada en las cercanias de la ciudad de Fuenteobejuna.

En este sentido se promovi6 por Javier Ruiz, Francisco Giles y San- tiago Valiente la visita de referencia, que fue considerada de inter& por el director del departamento, doctor Nieto, quien pidi6 el asesoramiento del grupo de trabajo a la doctora Lucas.

Constituido, en principio, por sus tres promotores, se cont6 desde un primer momento con la asistencia de otros miembros: Carmen IbBfiez, Maria Garcia Molares, Rosa Tardieu, Paloma Martin e Inks Nrifiez. Con el fin de fotografiar las pinturas, se uni6 Federico Rubio, que una vez cumplida su mision abandon6 la expedicion.

Las fechas de trabajo oscilaron entre el 17 y 23 de marzo de 1973. Considerada la investigaci611, altamente fructifera, ha de hacerse cons-

tar que esto fue posible, exclusivamente, gracias a la ayuda de toda in- dole que el gecjlogo doctor Hernando Luna, profesor de la Escuela de Peritos de Bklmez y rniembro de la Real Academia de Ciencias de C6r- doba, prest6 amablemente a 10s expedicionarios.

Page 102: Arqueologia y Prehistoria

11. Resumen general de actividades realizadas

En un intento de observaci6n del mayor nhmero posible de yacimien- tos arqueol6gicos se realizaron diversas prospecciones por la regi6n, de- limitadas de antemano. Fue tal la cantidad de referencias que tuvimos de posibles restos y hallazgos arqueol6gicos, dispersos unos de otros, que rnotivaron la divisi6n del equip0 en varios grupos de trabajo.

El resultado final del viaje es la memoria que presentamos como aportaci6n nominal y no como resultado definitivo de ninguna inquisi- ci6n, a1 conocimiento del context0 arqueol6gico y cultural que delimi- tamos.

Los problemas con 10s que nos enfrentamos fueron muchos y de muy diversa indole. Los m6s importantes se cifraron en la imposibiIidad ma- terial de tomar datos precisos sobre aquello que observ6bamos a falta de tiempo, condiciones metereol6gicas adversas, problemas de desplaza- miento y medici6n.

Hemos de hacer la salvedad de que nuestra misi6n era la realizaci6n de 10s calcos de las pinturas prehistciricas, por tanto, el resto de las actividades dependian de la marcha de 10s trabajos que se efectuaban en el abrigo deli Peficin Pecarroya.

Finalizamos esta introduccidn acogi6ndonos a la benevolencia de 10s posibles lectores, en lo que se refiere a la escasez de rigor en la presen- taci6n de datos concretos, puesto que nuestra intenci6n ha sido la de mostrar unos datos generales y de colaborar en alguna rnanera a1 intento de construccicin de una carta arqueol6gica de la zona.

Madrid, 3 de junio de 1973

Los vestlgios del Paleolitico inferior de esta zona arqueol6gica se concentran especialmente en 10s alrededores de la charca de San Pedro, t@rmino de Fuenteobejuna, donde nuestros equipos de trabajo han rea- lizado diversas prospecciones, fruto de las cuales ha sido el material arqueoI6gico recogido y llevado a Madrid, que ser6 objeto de un estudio aparte.

Concretamente, este yacimiento de la charca de San Pedro h e eitado

Page 103: Arqueologia y Prehistoria

poi- Obermaier ( I ) y Carbonell (2). Don Rafael Hernando posee una co- lecci6n de piezas de este mismo lugar, entre las que destaca una bifaz achelense.

Restos de industria chelense fueron encontrados, por cierto, sefior C;alderbn en Posadas (3) y en sus jnmedlaciones, restos de etefantes y paquidel-mos. Tambidn una vkrtebra y una costilla de estos animales han aparecido en la rnina Cabeza de Vaca.

En el tkrmino de Bklmez y en 10s alrededores del d6lmen nbm. 4 (4) han sido halladas algunas piezas del Paleolitico inferior de transici6n cl~elense-achelease.

Silex tallado ha aparecido en el misrno Pefi6n de Peiiarroya. Desta- ca una pieza casi microlitica, que se encontraba en el abrigo de las pinturas.

Por bltimo, aiiadimos que se nos corntrnictj el hallazgo de unos rnola- res de ccElephas Antiquus,,, en una rafia junto a la balanza ncmero 4 de la mina de Cabeza de Vaca, en el tkrrnino de Bdlmez (5).

El lugar donde mAs han aparecido es en Sierra Palacios, cerca de Bklrnez, y en sus estribaciones de eqte a noroeste de dicha poblacicin. EstA situado el yacimiento entrt- las coordenadas Larnbert: x = 410.500- 411.250 y 468.000, prolongAndose por la carta ndrnero 680 del rnapa mi- litar.

Existen colecciones particulares de objetos arqt1eol6gicos, entre las que destacan un gran ncmero de hachas pulimentadas, repartidas entre

(1) Obermaier: El hombre fdsil. Madrid, 1925; p6g. 214. (2) Carbonell, A.: Noticias varias recopiladas en 10s itineraries de campu; nzo-

numentos megaliticos, restos de estaciones pvehistdricas paleoliticas y ~zeoliticas, castros y castillos, inscripciones y otros vestos. d3oletin de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Cdrdoban, afio XVI, nim. 54, iulio-diciem- bre 1945.

(3) Carbonell, A.: VCase su conferencia pronunciada en abril de 1925 en Pue- blonuevo del Terrible sobre Valores prehistdricos de la cuenca alta del Guadiato. Publicada en el n6mero 19 del <<Boletin de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras v Nobles Artes de Cbrdoba,,.

(4) kCase el mapa. (5) Carbonell, A.: Discurso leido en el act0 de su recepcibn y contestacidn del

sefior don Rafael VAzquez Aroca el dia 11 de marzo de 1922 en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Cbrdoba. El emplazarniento de Cabeza de Vaca se halla en las coordenadas x = 38" 16' 0"; y = 1" 30' 20" del mapa de la edicibn rnilitar E/50.000.

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las poblaciones de Bklinez, Periarroya-Pueblonuevo, Fuenteobejuna y al- rededores.

Las colecciones mas destacadas son las del serior MBrquez Triguero, de Torrecampo; la de don Antonio Escobar, veterinario de Fuenteobe- juna; la de doiia Inks Ramirez Mobedano, actual poseedora de la colec- ci6n de don Luis Ramirez; la de don Ramcin Castejbn, de Cbrdoba, y la de don Juan Bernier.

Otros yacimientos son c<Las Almagreras,,, citado por Au116 Costi- Ila (6 ) , y en Ias inmediaciones de Pozoblanco, cerca del santuario de la Virgen de la Luna, donde tambikn aparecieron hachas.

Ademds citaremos otras halladas en las dehesas de la Aguja, Caba- lleros, Campos Verdes y La Montera (7), en 10s alrededores de Fuenteo- bejuna. Aqui han aparecido hachas, algunas de las cuales se hallan en la coIecci6n particular de doiia Inds Ramirez Mohedano.

Carbonell (8) cita, por ultimo, dos hachas de diorita encontradas a1 sur de Bklmez y otra en Espiel.

Aparecen agrupadas en varias zonas, de las cuales dos han sido expIo- I-adas por nosotros.

Entre Ias zonas exploradas, la numero 1 comprende 10s dolmenes nu- ineros 1, 2, 2 b y 3, enclavada en el tCrmino de Fuenteobejuna, se la localiza con las siguientes coordenadas Lambert, de nuestro mapa de referencia: x = 404.000-405.500 y = 443.000-444.000.

La zona d6lmknica numero 2 se encuentra en el tkrmino de Belrnez y contiene 10s d6lmenes ncrneros 4,5 y 6 (9). Los numeros 4 y 5 estan en las coordenadas Lambert: x = 407.500-406.500 y = 467.500-469.000. El d61- i~zcn nhmero 6 se encuentra entre las coordenadas: x = 405.000-406.000 y = 467.000-4~68.000

(6) Au116 Costilla: Excavaciones arqueoldgicas en diversos yacimientos sitos en las provincias de Segovia y Cdrdoba, n6mero 71 de la Junta Superior de Excava- ciones y Antigiiedades. Madrid, 1925. Cita cinco dblmenes, quedkndose nueve por explorar. Ceneralmente tienen corredor y suelo empedrado, y no se hallaron res- tos de cei-Arnica. 11~1esos ni dibuios.

(7) Carbonell, A,: Ob, cit., num, 3 (8) Ver el texto que incluimos sobre dos IApidas Brabes inkditas. (9) Carbonell, A.: Noticias varias recopiladas en 10s itinerarios de canzpo. Bole-

tin nrimero 55 de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y NobIes Artes de C6rdoba. Aqui nos habla de 10s tres dblmenes, uno de ellos robado, y de otros restos sirnilares en gel Entredicho,,.

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Grupo Dolm6nico I. Dolnlen 11." 2: a) Camara. h) Dolmen n." 2 b. Grupo Dolmenico 1. Doimen n." 3: cj Vista del corredor. d) Zona de piedras qLre taparia la camara. c y d) Detallc de Llna piedra con posibles grabados quc taparia

la camara,

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Grupo DolniCiiico n." I ~ L o s Delgadosn. Dolmeii 11." 1. a y b) Vista del dolmen de doble camara. c) Detalle de 10s bloques que forman parte de la camara principal. dj Detalle de la seg~lnda camara con la b6veda dc apr-osimacian de hiiados de

piedsa.

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Entre las zonas no exploradas est6 la finca llamada c<Los BlAz- quezt, (SO), situada a1 norte de la poblaci6n de Fuenteobejuna.

El sefior Hernando nos inform6 verbalmente de la localizaci6n de diez construcciones dolmknicas, en 10s alrededores de Fuenteobejuna. DESCRIPCI~N DE 14s ZONAS D O L X ~ ~ V T C A S EXPLORADAS 1 Y 2

Los sepulcros dolm6nicos se hallan aislados unos de otros sin for- mar una verdadera necrcipolis, distribuidos en un paisaje apenas trans- rormado por la accitjn civilizadora del hombre. Envuelve a estos monu- mentos un bosque de hojas pereilnes y rocas graniticas. Los t6mulos que cubren el espacio arquitecttjnico se confunden con el manto de tierra ya convertida en humus.

El clirna es bastante benigno, qarantizando agua durante casi todo el ago.

Zona explorada ni~rnero 1, ~ L o s Delgadost,, con tres d6lmenes:

Los Delgados I. (TJhase 16m. I.)

Sepultura de doble c6mara circulat-, la principal construida con apa- rejo de grandes losas rectangulares, la menor se alzrj con mamposteria hasta el cierre superior, segljn la tkcnica de ((falsa c~pula,,. Ambas c&- qaras se comunican entre si por ma. nucrta adintelada. El material empleado es el cle 10s alrededorcs, es dccil-, rocas graniticas,

DiBmetro mjximo de In ccimara mayor: 1,58 metros. Aftura: 1,22 metros.

DiAmetro de la antec6mara: 1,25 133ctros. Altura, 1,6 metros. El recinto sepulcral fue emplazado en el cubsuelo natural, siendo

excavado todo el conjunto arquitectcinico por su propietario. No se co- mcen restos del ajuar funerario ni de las inhumaciones. Orientacitjn NE.

Los Delegados II. (Vgase 1Bm. 11.)

Se trata del monument0 megalitico mris destacable en cuanto a su magnitud. Fue emplazado en un altozano, sobre el 4u"u se construy6 el recinto sepulcral y un gran timulo.

El d6Imen es de crimara circular y pasillo o corredor cubierto, a1 que se accede por una puerta escalonada de cuatro peldafios conserva- dos, confeccionados con piedras angulosas y realizados toscarnente.

El corredor se construy6 con seis bloques de granita, tres para cada Iado. Se conservan dos bloques horizontales en la cubierta.

(10) Ob. cit., n6rn. 6. Carbonell sit6a 10s d6lmenes en un lugar denominado .La Moriscan, en las cercanias de la finca de .Los Blbzquez)).

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El recinto sepulcral se construy6 con 11 bloques irregulares enca- jados con otros menores y lajas colocadas en mamposteria. En algunos sectores puede apreciarse restos de enlosado irregular.

Medidas: Diitmetro maxim0 de la citmara, 3,83 metros; dihmetro Inenor, 2,40 metros; corredor, 3'90 x 1 metro; altura de la entrada, 1,20 metros,

Los Delgndos ill. (Vkase lam. 11)

Se encuentra en ma1 estado de conservaci6n, prgcticamente destruido en su totalidad, except0 alguna parte del pasillo. Se trata de un sepulcro de cEirnara y corredor, desconocici.~~dose la estructura de la chmara. Orien- taci6n N.E.

Para finalizar, hemos de decir que los d6Imenes de la zona de B6lmez no ofreceii sefiales de excavaci6n, a1 distinguirse perfectamente el trimulo artificial que 10s cubre, y podrian ser objeto de atencirin para promover la excavaci6n de alguno de ellos.

PINTURAS RUPESTRES

Desde que en 1965 se descubrieron pinturas rupestres en Pefiarroya- Pueblonuevo (Cbrdoba), en un abrigo de rocas situado en c<EI Pefi6n de Pefiarroyan Iiasta la visita realizada por miembros del Departamento de Arqueologia de la Universidad Aut6noma de Madrid, en rnarzo riltimo, diversos grupos escolares y excursionistas visitaron el emplazamiento de las pinturas, dejando alli muestras de su presencia: restos de humo, grafitos, etc.. .

La visita efectuada por nosotros ha dado 10s siguientes resultados:

I." Fotografia de todas las pinturas y grupos (1Bm. 111). 2." Localizaci6n de muestras geolbgicas, liticas y ceritmicas en el

abrigo y sus aledaiios. 3," Localizacicjn de ocres en el mismo abrigo y un dep6sito a pocos

metros de 41. 4." Tratamiento de las pinturas con Nebecutan. 5." Calco de las pinturas s e g h dos sistemas diferentes, ninguno de

ellos utilizado hasta la fecba.

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a) Vista del grupo 11." 1 b) V i ~ t a del grupo n." 4,

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a) Restos dz trn dintel. b, c y dl Vistas de 10s planos y el detallc de las cenefas decoraiivas.

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Se encuentra situado en el Pefi6n de Pefiarroya, en una masa de ca- lizas cuarciticas cristalinas de grano muy fino, con coloraciones de hie- rro que la hacen aparecer bafiadas de rojo (11).

El abrigo, bgsicamente constituido por esas rocas, tiene forma alar- gada (como se verb por dimensiones resefiadas) y es poco profundo, siendo el fondo ascendente en pendientes de hasta 45" y juntrindose con el techo en 5ngulo agudo. En determinados puntos de esta uni6n existen fjltraciones acuosas que han erosionado el suelo rocoso, y en un deter- ininado lugar una pequefia abertura que debe comunicar con el complejo krirstico del interior de El Pefibn, visitado por nosotros, y que no dio datos de inter&.

El abrigo se encuentra, pues, formado y levantado sobre rocas. La existencia de un caos de bloques desprendidos a lo largo de la entrada del abrigc~ nos hizo sospechar de un derrumbamiento posterior a la 6poca de las pinturas, pero, a1 descubrir en el borde externo del techo, en el lugar que se supone quebrtj la roca, un grupo de pinturas (grupo 2."), tuvimos la certeza de que 10s derrumbamientos eran anteriores a este momento y que, por tanto, el lecho de tierra sobre el que descansaban 10s bloques desprendidos no ocultaban yacimiento en 10s puntos tapados por ellos.

Para una descripci6n topogrrifica del abrigo fueron tornados 10s si- guientes datos ilustrativos de las dimensiones:

El punto cero fue situado en el extremo izquierdo del abrigo, en el borde del lapiaz (borde del suelo).

Longitud borde lapiaz del abrigo: 14,55 metros. Longitud techo por el borde: 14,60 metros. Anchura del lapiaz: a 2 metros del punto 0 = 3,30 metros. Anchura del lapiaz: a 6 metros del punto 0 = 2,35 metros. Anchura del lapiaz: a 10 metros del punto 0 = 3,50 metros. Anchura del lapiaz: a 14 metros del punto 0 = 3,33 metros. En el abrigo se encuentran localizados 10s cuatro grupos de pinturas

con las siguientes caracteristicas: El grupo 1 esth a 4,90 metros de distancia del punto 0 del borde de2

lapiaz. El grupo 2 a 535 metros.

(11) Peiiarroya proviene etimol6gicamente de PeEias Rojas.

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El grupo 3 a 8 metros. El grupo 4a) a 9,68 metros. El grupo 4b) a 10 metros. El grupo 4c) a 10,30 metros. Altura desde el suelo de 10s grupos, medido el grupo desde el centro. Grupv 1: 2,30 metros. Grupo 2: 2,90 nietros. (Este se encuentra fuera del. abrigo, en una

liornacina natural.) Grupo 3: 2,18 metros. Grupo 423): 2,08 metros. Grupo 4b): 1,80 metros. Grupo 4c): 1,915 metros. Distancia entre 10s grupos: Grupo 1-3: 2,20 metros. Gntpo 3-4: 0,85 metros. Extensidn del grupo 3: 1,10 x 0'35 metros. Extensior, del grupo 4a): 0,75 x 0,80 metros. Extension del grupo 4b): 0,50 x 0,10 metros. Extension del grupo 4c): 0,33 x 020 mertos. Es de destacar que las caracteristicas geoldgicas del abrigo impiden

la formacitjn de peliculas calizas sobre las pinturas, puesto que es en las zonas protegidas y sin filtraciones donde se han conservado perfec- tamente estas pinturas (grupo 4, grupo 2), mientras que en otros lugares (grupo I ) aparecen borrosas o encontramos restos de ellas (grupos 1 y 3).

3. SITUACION DEL ABRIGO Y MOD0 DE ACCESO

Se encuentra en la cara nordeste del Pe66n. Es fhcil localizarlo si nos situamos en el camino de ascenso que sale de Pefiarroya llacia la ver- iiente este. Siguikndolo por espacio de unos 30 metros y bordeando una casa se llega a otro camino mAs ancho y mas escabroso por el que con- tinua unos 50 6 60 metros hasta llegar a una vereda lateral derecha, que seguimos, abandonando el camino mayor, para llegar a un olivar. Cruzando dste, varnos a dar a un espacio sin camino en la rnisrna ladera nordeste del Peiidn. Una vez en este lugar, deberemos bordear el Pehtin hacia la parte nordeste. Alli encontramos un abrigo bajo roca, bastante grande y que se acusa mucho en el Pefidn: este es el abrigo Carmelo (12). ...

(12) Ver J. A. Moure y L. J. Ruiz: Las pinttlras del Abrigo Carmelo, en Ampu- rias XXVIII. Barcelona, 1966.

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En el mapa 1/50.000 Fuenteobejuna, edicidn militar numero 879, co- ta 775, coordenadas X 38", 19'20" e Y lo 36' 0" se encuentra la cirna del Peii6n de Peiiarroya.

4. ACTIVIDADES DE ESTA EXPEDICI~N EN EL PE%~N DE PE~~ARROYA

4.1. G~,izeralidndes e inciclencias

La primera toma de contact0 con el abrigo se llevo a cab0 el dia 18. En esta primera salida fueron fotografiadas las pinturas por grupos y subgrupos; se recogieron muestras de rocas y ceramicas y se encontr6 una pequeiia muestra de bronce en cl mismo abrigo (debajo exactarnen- te del denominado grupo 4). Asimismo, a escasos metros de la entrada y rodeado por bloques caidos, en un lugar de arrastre y sobre lecho de piedra y tierras se encontr6 un pequeiio silex tallado junto a restos de ocre y ceramics.

Se realiz6 asimismo una exploraci6n del complejo kkrstico de cuevas cercanas a1 abrigo, en cuya entrada fue hallado un depdsito de ocres rojos y amarillos de varios kilos, parte del cual fue recogido y etique- tad0 y otra parte fue guardada para darle un uso que mas adelante ex- plicaremos (la recogida de muestras de ocre y de rocas manchadas de origen nos podra mostrar rnediante analisis si es el mismo ocre del Pe- fi6n el que se utilizo para decorar el abrigo).

Desde la cima del Pefi6n se recogieron datos para el estudio del me- dio geografico y econcirnico de la regi6n. Es este un lugar donde se hallan tal cantidad de muestras cerrimicas a flor de tierra que invitan a pensar en la existencia de un antiguo habitat. Asimismo se ha116 una piedra moledera, que fue recogida, y un canto de rio con incisiones.

Es tambikn de notar que el tratamiento de las pinturas con Nobecutkn se realiz6 en un rnomeno en que ia mayoria de 10s integrantes de la expedici6n se encontraban realizando actividades Euera del abrigo (an&- lisis karstico, recogida de muestras ceramicas, etc.) por las personas que, en nuestra idea, desarrollaron una actividad fotografica exclusiva- mente. El tratamiento fue indicado con un texto escrito junto a una de las figuras del grupo principal (grupo 4): crLas pintttras hnn sido trata- das con Nobecutbn el 18-111-73, marzo de 1973,,. A1 parecer el pro- ceso seguido en su aplicaci6n consisti6 en una comprobaci6n de la solubilidad de las pinturas (que no era imprescindible debido a que el anklisis geol6gico c(de visu), lo daba como practicarnente seguro), por

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rnedio de la hurnidificacidn de alguna muestra pict6rica, tras la cual se aplicd con <(spray,, una capa de NobecutAn a las zonas pintadas. A1 pa- recer, y siempre teniendo conocimieiito de lo realizado bastante des- puis de hecho, se tornaron muestras de las pinturas (rnicromuestras) por este misrno equipo fotogr&fico, sobre las cuales, hasta la fecha, no teiiemos mzis datos que 10s aqui citados.

4.2. Calcos

A excepci6n del grupo 2,"; iniposible de reproducir directamente de- bido a la inaccesible de su altura, las pinturas fueron calcadas de acuer- do con el siguiente criterio:

Se utiliz6 polietileno flexible. Para paliar las dificultades de adheren- cia y fhcil pQdida que presenta el rotulador sobre el polietileno a1 ser dificil la fijacion, se dio a1 plhstico una capa previa de laca, con lo que Ja adherencia era ya perfecta. El mktodo, imaginado por Francisco Giles, fue perfeccionado de acuerdo con esta misma idea en la realizacicin de 10s segundos calcos.

El dia 22 se Ilevei a cab0 la ultima visita a las pinturas, continuzindose la prospecci6n de 10s alrededores y dando por terminada la recogida de datos con la realization de 10s seg~andos calcos, ya citados, en 10s cuales se sustituy6 el rotulador por una rnezcla de ocre del encontrado en el deposit0 resefiado y laca, con lo cual, a la vez que fueron calcadas las pinturas, se logr6 conseguir una gama muy similar a la original.

5. DESCRIPCJ~N DE LAS PINTURAS

Los datos que fueron tornados conjuntamente con 10s calcos y Ias fotografias servirAn para la realizaci6n de una reproduccidn de las pin- turas, a preparar pr6xirnamente psr 10s participantes de la expediciein.

Se tomaron referencias utilizando el catAlogo de colores c<Taschenle- xicon der Farbern, de A. Kornerup y J. H. Wanscher, editado por Muster Schmidt-Verlag. Ziirich-Gotingen, 1963.

Grupo 1."

Mezcla de 10s colores 10E8/8B8/9B8/9C8/10C6 y difurninados 8A6/ 10B7 en la figura principal y 9C6 en la secundaria.

Grupo 2."

87B/8A3 en el antropornorfo. 8B7 en el trazo menor. 8C7 en el mayor.

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Grupo 3.' Con variedades de tonos 12C7/&C7 y lOE8/9B8/9C8/10C6.

Grupo 4." 10F8/9C7 y gamas de la misma indole. 10E8/9B8/9C8/10C6. Todas las figuras se hallan realizadas en garnas de rojos. El grupo numero 1 (fig. 1, a) consta de una serie de trazos verticales,

Grupo 2

Fig. 1, b - Grupo 3

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posiblemente correspondientes a estilizaciones humanas muy perdidas, con trazos que parecen indicar las extremidades.

El grupo 2." presenta unas figuras antropornorfas muy simples, com- puestas por un tram vertical que formaria el tronco de cada figura, cerrado con dos lineas en cada extremo del trazo, abiertas en Bngulos agudos simulando brazos y piernas. Asirnismo coniprende dos trazos sueltos.

El grupo 3." (fig. 1, b) estii cornpuesto por una gran cantidad de man- chas de color dispersas, algunas agrupadas y otras aisladas, donde des-

Fig. 2 - Grupo 4 Fig. 1, a - Grupo 1

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tacan dedadas en grupo de tres, similares a las que se hallan en el gm- po 4.") junto a 10s restos ya citados de otras pinturas irreconocibles por 10s medios utilizados.

El grupo 4." (fig. 2)' por ultimo, presenta la escena m5s importan- :e de todas. Est5 compuesta por: - Una figura formada por tres trazos paralelos atravesados perpen-

dicularmente por otro en su centro. - Restos como de dedades pintadas junto a la figura descrita. - Un antropomorfo sin cabeza con las piernas abiertas en 5ngulo

y 10s brazos formando Bngulo de caso 90" con el tronco. - Otra figura compuesta, por lo que aparentemente son tres antro-

pomorfos con 10s brazos en alto, enlazados, teniendo, el que est5 mas a la derecha, el tronco hendido por tres trazos paralelos.

- Otro antropomorfo pintado con un magnifico movimiento se halla situado debajo de la figura anterior. Es esta la figura m5s fuerte- mente impresa de tradici6n naturalista de todas las del abrigo Carmelo.

- La parte de la derecha (la figura de tres trazos cortada por uno penpendicular quedaba encima de 10s tres antropomorfos) cierra el gmpo con una figura compuesta por 10s brazos extendido$ que no llegan a unirse a1 tronco), un fragment0 de tronco unido a 10s trazos de las piernas, y a su derecha un grueso trazo paralelo a la figura, del que parte una linea horizontal que se dirige a1 an- tropomorfo incomplete.

Este grupo se halla completado con 10s subgrupos 4b) y 4c), 10s cua- les presentan trazos sueltos y se encuentran lo suficientemente cerca del grupo para no ser grupo aparte y lo suficientemente lejos para que no tengan necesariamente que ver con la escena.

6 OTRAS PINTURAS EN LA MISMA ZONA

Si bien en el sur de la provincia de C6rdoba han sido halladas mues- ti-as de un arte rupestre, en toda la zona del norte son escasas las refe- rencias que existen de hallazgos de este tipo.

En 10s estudios recientes no encontramos ninguna, y hay que recu- rrir a viejas publicaciones o a publicaciones de indole local para hallar referencias.

El cuaderno explicativo de la hoja 851 (agotada) del Instituto Geo- i6gico y Minero de Espafia, correspondiente a Villanueva de Minas, rea-

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lizada por don Antonio Carbonell alrededor de 1929 presenta en su ca- pitulo X, paginas 57 y siguientes, titulado {(Prehistoria y Mineria retros- pectivai,, una descripci6n de unos restos de pinturas (a unos 20 kildmetros de Pefiarroya): <CAI sur de la Canaleja, a1 oeste del carnino de Pozoblanco a Obejo. se encuentra la cueva de la Osa, definida por un pliegue de cuarcitas,, (...) ((La cueva tiene 30 metros de larga, con altura de 4 me- tros al este, de 80 centimetros en el fondo, al oeste, donde sigue un co- vaclao menor inexplorado, las cuarcitas son gris sucias, algo arenosas, las pinturas se ven que estBn cIaras y la sustancia ernpleada para ello es analoga a la usada en la Piedra Escrita y Ghorrea de las Bataneras,,.

A continuacirjn aparece un grafico en que dibuja restos de pinturas: curvas, trazos rectos, algunos perpendiculares, de modo similar a las de Peiiarroya, y las clasifica en colores: rojo vivo-amarillento.

La segunda cita la encontrarnos en el libro de c<Historia de la Villa de Pedroche y su cornarcat>, de Juan Ocaca Torrejbn, Cdrdoba, 1962, pagina 22: (<A1 sur de la finca de la Canaleja, a1 oeste del carnino de Po- zobIanco a Obeja se lialla la cueva de la Bsa, donde se han encontrado 10s primeros vestigios de pinturas rupestres en la provincia de C6rdoba; hechas sobre lisos de cuarcitas de tipo similar, pero mris toscas que las de Fuencaliente. Eas pinturas estfin claras y las sustancias empleadas son analogas a Ias anteriores citadasn.

La 3." y bltima, de Juan Benier kuque, <<Historia y Paisaje Provincialt,, Estudios cordobeses, iC6rdoba, 1966, phginas 161 y 162: <(En la limpia roca, su primera sala, ventilada y lirnpia, no da idea de la habitacidjn humana, ni a h por la pista de un solo resto ansiosamente buscado. Y esta virginidad sigue tras el estrecho pasadizo que lleva a la chrnara in- terior. Sitlo en sus paredes, un inforine rojo, distribuido en unas pocas rnanchas, pudiera aparecer como restos de un arte o una rellgidjn mi- lenaria,).

Asi pues, de la cueva de La Osa, aparte de la prirnitiva, tenemos una referencia editada en 1962 en la cual se ven las pinturas y otros de 1966 en la que no se ven. Tarnbikn es posible que la cita de 1962 sea una cita sin nota a pie de p8gina del texto de don Antonio Carbonell.

Con &as y las de Pefiarroya es posible que existan otras localizadas en 10s alrededores de Torrecampo, por el seiior Mhrquez Triguero, el cual tendria dibujos tornados de ellas, hasta ahora inkditas.

CERAMICAS

Entre los yacimientos explorados, que dieron restos de cergrnica, des-

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taca la zona dolménica número 1, correspondiente al lugar donde se encuentran los dólmenes números 1, 2, 2 b y 3; allí aparecieron frag- mentos cerámicos poco significativos, de pastas marrones con desgra- santes de arenisca que se aprecian en ambas superficies, igualmente de color marrón.

Otros restos cerámicos toscos confeccionados a mano se hallaron en el camino de acceso hacia el abrigo de las pinturas del Pefíón de Pe- ñarroya; en varios covachos de la cima del Peñón aparecieron bordes de platos confeccionados a torno, así como otros fragmentos amorfos. Una piedra de moler de forma abarquillada se encontró al aire libre. No se apreciaron vestigios de construcciones antiguas durante las prospeccio- nes efectuadas en el Peñón.

Entre las colecciones ricas en cerámica, dignas de mencionarse, está la de don Rafael Hernando. Destaca un cuento liso hecho a mano de pasta mal cocida con gruesos desgrasantes, las superficies alisadas y de color pardo-rojizo (10,5 x 5 cm.). Importante fue igualmente la colección de doña Inés Rainírez, que poseía unos vasos cerámicos, desaparecidos en su mayor parte en la pasada guerra.

En las vertientes del monte denominado «La Caravemela de la Coro- nada», de coordenadas Lambert: x = 404.500-406.500 y = 441.000-442.000 y que se cita en el maga con la palabra «ruina», aparecieron algunas cerámicas, según nos informó el señor Hernando, al igual que en el ce- rro de «Los Castillejos», que en el mapa viene denominado con la pala- bra «ramal», y cuyas coordenadas Lambert son: x = 411.000; y = 4.53.000, donde se encontraron cerámicas toscas y construcciones en es- tado ruinoso.

De los alrededores del cerro Masatrigo, y durante su ascensión, se recogieron diversos fragmentos de cerámica ibérica y romana, así como dos pesas de telar con dos perforaciones, que se hallaron en las laderas del cerro.

YACIMIENTOS ROMANOS

&Iadoz describe con detalle ciertas ruinas que se encuentran en un despoblado, donde aparecen objetos arqueológicos en las proximidades de Fuenteobejuna.

Ceán-Bermúdez (Surnario de las Antigüedades romanas que hay en España, Madrid, 1832) había hablado de estas ruinas y las relacionaba con algunos restas romanos, entre ellos inscripciones, que en su época

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se hablaban en la ciudad. En sus concfusiones consideraba 10s restos como pertenecientes a la Cuarta Mansion Militar de la Via romana que comunicaba Cordoba y Mdrida, ccFons Mellaria,,. Etimolbgicamente, y si aceptamos la analogia propuesta por Cehn, Fuenteobejuna tendria mhs que ver con abejas que ovejas.

Nuestra exploration dio conlo resultado la recoleccicin de cerhmicas y el hallazgo de diversos vestigios arquitect6nicos. En el diario de l[a expedicibn qued6 resefiada del siguiente modo:

((Par medio del seiior Hernando Luna tuvimos conocimiento de la aparici6n de unos plomos entre las ruinas, y fuimos orientados sobre su recogida y dep6sito en un cortijo proximo.,,

Efectivamente, hallamos el cortijo. Situado a unos trescientos me- tros de la carretera nacional de Badajoz a Granada kilometro 5, entre Pefiarroya y Fuenteobejuna. SUS coordenadas: Y = 1" 39'10"; x = 38" 18' 10". Su arrendatario, don Manuel Pufgarin Fernhndez nos mostr6 di- versos objetos hallados en las proximidades de la finca: Un dintel ro- mano y unas planchas de plomo (lhm. IV). Tanto el dintel como 10s plo- rnos debian de pertenecer a una tumba romana; las (dos) planchas de plomo son fragmentos de una tipica pieza de ata.itd. El motivo decora- tivo de las planchas es distinto a 10s que se conservan en el Museo de Cordoba. De gran interds el hallazgo, podria tener conexicin con Ias mi- nas de plomo de 10s alrededores.

En las investigaciones sobre las ruinas, que rodean la charca de San Pedro y el cerro Masatrigo, Giles, Ruiz y Valiente hallaron restos de distintas construcciones. Recurrimos a1 diario de nuevo:

((En direction oeste (desde el borde del camino que conduce a la charca de San Pedro) fueron hallados restos de construcciones cuyos muros aun son visibles. En el mismo Iugar se encontraron trozos de fuste (lam. V, c). A continuacion se prospecciono el cerro Masatrigo de abajo arriba, buscando y localizando 10s restos del camino de subida. En la cima se fotografi6 un aljibe. Junto a 61 restos de una vieja exca- vacion. Sobre este particular, nuestras indagaciones con 10s lugareiios nos hacen pensar fueron hechas en la idtima guerra y utilizadas como trincheras.

La bajada, tambiCn fQtil en hallazgos, mostro muros y objetos sig- nificativos (I6m. V, a, b). En la vertiente este del cerro, y a una distancia aproximada de trecientos metros de la charca, fue situada en un montcin de piedras una basa de columna perfectamente tallada (lam. V, d). En otra construcci6n (en que se apreciaron especie de hornacinas en sus

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a) Restos de constrmccio~~ con pequefios circulos de piedra en el interior, b) Vista de un lnuro escavado. c) Restos de UII fuste de colun~na, y huellas del gozne. d ) Res-

tos de una basa.

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Vista de dos columnas aprovechadas para la construccion de la casa de la finca aLos Delgados)>.

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muros), una segunda basa. Diversas construcciones, torres y una tercera basa, dinteles y trozos de elementos arquitect6nicos fueron elementos que nos dieron a suponer que aquello bien pudo ser poblaci6n romana y de no infima importancia,,,

El segundo yacimiento visitado se encuentra frente a1 ddlmen nfi- mero 4, junto a1 camino que cruza a1 rio Guadiato, a la altura de la estacidn de ferrocarril de Cabeza de Vaca. En este lugar se recogieron restos de ceramics basta, de colores rojizos en pasta y superficies, y restos de tkgulas en las cercanias de un olivar cercano a la depresi6n del rio.

Hay otro conjunto de yacimientos y construcciones romanas, que no pudimos visitar, como el puente de la via de C6rdoba a MQida, en trance de desaparecer en uno o dos afios a causa de la creaci6n de un pantano, en las cercanias de Fuenteobejuna. Han de ser anotadas tambiin las inscripciones del pueblo de Fuenteobejuna citadas por Cegn Berm& dez (13).

En el lugar denominado c<Fuente del Apia,,, junto a1 campo dolmCni- co nfimero 1, y dentro del cuadrado comprendido entre las coordenadas Lambert: x = 405.000-406.000; y = 442.000-443.000 se hallan 10s restos de una villa romana, en la que han aparecido mosaicos, fustes y basas toscanos. Este yacimiento es totalmente inkdito. Seg6n nuestras noticias, 10s mosaicos permanecen ccin situ,,, pero otros elementos de la villa han sido utilizados para la construccibn de una casa de campo moderna; se aprecian abn dos fustes y dos basas en el p6rtico de la casa de ccLos Delgadosn, situada junto a1 d6lmen numei-o 2 (ver lam. V).

RESTOS VISIGODOS

Segbn Fortea y Bernier (14), Santo Gener (15) y Rafael Hernan- do (16), existen dos construcciones visigodas ingditas en el valle de c&os Pedrochesn. Una iglesia en el lugar denominado (<El Santo,,, cerca del cerro Masatrigo. Y otra construcci6n en el puerto del c~Calatraveiio~~.

(13) CeGn Berm6dez: Sumario de antigiiedades romanas que hay en Espavia, en especial las pertenecientes a Zas Bellas Artes. Madrid, 1832.

(14) Fortea, Javier, y Bernier, Juan: Investigaciones prehistdricas. <(Boletin de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artesa, n6m. 85, enero-diciem- bre 1963.

(15) Santo Gener: Prehistoria coudobesa. <(Boletin de la Real Academia de Ciencias de Cbrdoban, n6m. 36, julio-septiembre 1932.

(16) Hernando: <<Segun nos comunic6 verbalmenten,

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RESTOS ARABES

Sin lugar a dudas la construccicin m5s destacable 5rabe la encontra- mos en la propia ciudad de Bklmez. Su vestigio m5s conocido es el cas- tillo que afin se conserva.

Tambikn el castillo de Santa Eufemia, zona estatrkgica de dificil ac- ceso, y una necropolis Arabe en el paraje denominado <<El Cabrib, si- tuado en el tkrmino de ~~Wornachuelos>>, cerca del rio Bembezar, a1 sur de la poblacicin.

Por filtimo, sabemos, a travks de Hernando Luna, que la iglesia de Diego se levanta sobre una antigua mezquita Brabe.

2. CONSIDERACIONES SOBRE DOS L~PIDAS ~ A B E S INEDITAS

2.1. Antecedentes

A 10 largo de una entrevista que el dia 22 de marzo se mantuvo con doiia In& Mamirez Mohedano se conocieron detalles de la procedencia de determinadas piezas que su familia conserva, y que eran 10s restos de una colecci6n que ha'bia pertenecido a un aficionado local: el reveren- do P. don Luis Ramirez y Ramirez, fallecido en el curso de la guerra civil espaiiola. La colecci6n, en la actualidad, consta de dos lotes, uno de 10s cuales se halla en la casa que era visitada y otro se encuentra en C6rdoba. Parece ser que el lote de Ccirdoba contiene cerhmicas roma- nas, hachas pulimentadas y monedas. El lote de Peiiarroya consta de tres hdchas pulidas y de dos lapidas escritas en 6rabe.

2.2. Descripcidn de las tcipidas

Gracias a la existencia de numeroso material grzifico recogido (pese a su mala calidad debido a1 ma1 tiempo existente) y a una transcripci6n hecha ccin situa que se conserva de 10s textos grabados, pueden ser des- critas con pequefio margen de error las kipidas a que nos referimos.

a) Forma, tamaAo y material constitutive:

LApida 1: ReaIizada sobre pizarra bituminosa. Color gris-verde. Me- didas mAximas: 40 x 33 x 10 centimetros. La parte superior contiene

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Inscripcion arabe.

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un texto en tres lineas y en el centro de dl un agujero irregular de unos 5 centimetros de digmetro, que se supone pudo servir para colgarla. (Vkase lgm. VII.)

LBpida 2: TambiCn sobre pizarra (mgs seca que la anterior). Color ~narrdn claro. Medidas mgximas: 45 x 40 x 10 centimetros. Existe en una de sus caras un texto de 5 lineas que ocupa 213 de la parte de- lantera de la piedra. (V6ase 16m. VIII.)

Es de destacar que ambas se hallan en cufico vulgar, y que las letras que componen el texto de la Ihpida 1 son mgs grandes, profundas e im- perfectas que aquellas que constituyen el texto numero 2.

3. ISTO TO RIA DE LAS LAPIDAS

El acceso que se tuvo a la biblioteca privada del gedlogo doctor Her- nando Luna permitid localizar datos sobre estas mismas kipidas, y las conservaciones con 10s actuales poseedores acaban de conformar nuestra historia.

En un texto de Carbonell (2) se cita a1 P. Ramirez, a la saz6n, ejer- ciendo su funci6n en un pueblo llamado Cardenchosa, otorggndosele posesidn de varias hachas. En este momento, aun no era dueiio de las 16pidas. Por sus herederos, sabemos que en fecha indeterminada (por 10s datos anteriores, despues de 1925) este sacerdote recibi6 las lapidas como regalo del duefio del lugar en que aparecierox. Asimismo conoce- mos su procedencia: Zona de Hornachuelos. Yendo de Fuenteobejuna a Hornachuelos, en un lugar no localizado, en las dehesas aDe la Aguja,>, Caballeras, Campos Verdes, La Montera.

MINERIA

Mencionamos en primer lugar, una explotaci6n minera de galena a la entrada de Fuenteobejuna por la carretera de Peiiarroya en la que se observan aun 10s cortes para la extraccion del mineral, y un verte- dero de gangas.

Segun datos facilitados por el seiior Hernando Luna, en el ccCerro de 10s Castillejos), (tambidn en las proximidades de Fuenteobejuna), se encuentra una cantera de galena de 6poca romana, en la que se conser- van perfectamente 10s cortes realizados.

Existe otra explotaci6n minera de cobre de 6poca prerromana en

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Alcarecejo; el lugar es actualrnente denorninado c<Mina Cantoblancon. Fueron halladas tres mazas machacadoras que actualmente se encuen- tran en una colecciitn particular.

Destaca tambikn una explotaci6n Arabe en la denominada ccMina de 10s Cacharros,,, que se halla en Calarnitn, tkrmino de Villaviciosa.

Y por fin, otras referencias las encontramos en determinadas publi- caciones en que se resefian viejas explotaciones mineras prerromanas, romanas y rirabes (17). Igualmente en el Valle de 10s Pedroches y en algunas zonas mineras de la provincia cordobesa, diversos autores (18) citan antiguas minas.

(17) Ver cita numero 3 de Paleolitico. (18) Hernando Luna, Rafael: Mineria de la Provincia de Cdrdoba, t. 74 de !as

Mernorias deZ Institute Geoldgico y Minero. Madrid, 1970. Pinedo Varai, Isidro: Pzri- tas de Huelva. Ed Summa. Madrid, 1963; pp. 21-22.

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Fue hace exactamente cien afios, el dia 25 de abril de 1874, cuando el actual edificio de la Academia de Bellas Artes de Espaiia en Roma abri6 sus puertas para que en ella comenzaran a vivir 10s pensionados espaiioles. Un decreto de pocos meses antes habia determinado la crea- cion de la Academia espafiola en la Ciudad Eterna. Esta fecha, 3 de agosto de 1873, y la anteriormente citada, aireadas pomposamente por 10s politicos de su tiempo e incluso una de ellas esculpida (1) en la lhpida de rnhrnol que auil hoy se conserva en el claustro de la izquierda del viejo convento, han provocado durante los ultimos meses del pasado aiio de 1973 una serie de articulos en periodicos y revistas y de actos conmemorativos del cccentenario de la Academia de Espaiia en Roma),. Asi se decia en todos ellos, ignorando olimpicarnente la vida de la Aca- demia durante el period0 precedente a1 establecimiento en el actual edificio.

Confieso que la lectura de tales articulos y noticias despert6 en mi (dedicada desde hace aiios a otros campos de la investigaci6n) el prop6- sito de escribir algo, exhumando 10s documentos que sirvieron de base a mi tesis doctoral y saliendo asi por 10s fueros del que fue verdadera- rnente el primer director de pensionados, el tan injustamente olvidado, Francisco Preciado de la Vega. Y por la autkntica priinera promoci6n de pensionados, la que lleg6 a Roma el dia de Jueves Santo de 1747.

Porque yo entiendo que la Academia Espafiola comenz6 a existir no cuando el antiguo convento de 10s Franciscanos se transform6, por

(1) En dicha lripida se lee: aEsta Real Academia fue fundada por el seiior don Emilio Castelar, el cual realiz6 10s trabajos que dieron por res~~ltado el Decreto de creaci6n de fecha 3 de agosto de 1873 y el de 23 de enero del aiio 1881 ... u

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R.O. de Alfonso XII, en residencia de 10s Pensionados, sino cuando a Roma lleg6 la primera promoci6n de ellos. La Academia no es el edificio, sino 10s artistas que la integran, con10 lo prueba el hecbo de que m8s de una Academia seteceniesca no tuvo sede comsn. 2Qud irnporta que 10s pensionados vivieran separados si realmente estaban organizados como grupo, dependiente de Ia Academia de 5. Fernando de Madrid, gobernados segcn las instrucciones que de alli emanaban (2 ) , y bajo la tutela de un Director que tenia conciencia de desempefiar el mismo papel que el Director de la Academia de Francia? Bien lamentaba dste que no hubiera un edificio comcn, per0 la miopia de 10s de S. Fernando impidi6 que se realizasen sus deseos. Durante los treinta afios en 10s qrne ejerci6 su cargo de Director de Pensionados no dej6 de suspirar por reunir a Cstos en una casa, sin que nunca llegara a conseguirlo. Ya el 7 de febrero de 1759 escribia encareciendo la conveniel~cia de que 10s pensionados viviesen en unas habitaciones que liabian quedado libres debajo de las que 61 ocupaba (<para tenerlos m8s unidos y a la vista y por ahorrar gastos,,. En la Junta Particular (1) de la Academia de S. Fernando el dia 24 de abril de 1760 se daba cuenta de otra comu- nicaci6n del Director de Rorna en la que manifestaba stns desos de que todos viviesen juntos <<para mejor celarlos,,. En diciembre de 1761 nueva- rnente hablaba Preciado en una carta de la necesidad de encontrar un edificio para Academia de Espafia en Roma. El1 julio del 62 se la-rnentaba de que por no tener casa comcn no tenian 10s pensionados sitios donde guardar 10s instrurnentos de trabajo. En 1778, cuando la Academia pens6 en reanudar la costumbre de enviar Pensionados a Roma (2), escribia Preciado insistiendo en su viejo deseo: ccSeria siempre lo niejor que todos estuviQamos en una casa, a modo de la Academia de ?rancia,,. E incluso sugeria la idea de que esta casa se costease con algunas ccpen- siones,, puestas sobre 10s Bbispados (3). Pero tampoco entonces cuaj6 la idea.

(2) Este es el criterio que preside para establecer la fecha de fundacidn de otras Academias. Cfr. Henry Lapauze: Nistoire de Z'Academie de France a Rol.lze. Paris, 1924; T. I.

(1) Libro de Juntas Particulares, 1760. Archivo de la Academia de San Fernan- do. 'Madrid.

(2) Dicha costumbre se habia interrumpido oficialmente en 1764. (3) En carta a don Antonio Ponz de fccha 20 de agosto de 1778 afirma Precia-

do: <<El seiior Mufiino, que est8 muy informado de todo, pudie;-a contribuir rnucho a esta nueva ereccibn, de modo que fuese decorosa a la nacion y miis iitil, sin dispendio de esa Academia, poniendo algunas peilsioiles sobre 10s Obispados, asi como ksta de Francia las tiene sobre varias Abadias, de no do que manticne doce jdvenes y el gasto vieile a ser de 6.000 escudos, que a poco por Obispado seria

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Academia de S . L~tcas - Rorna.

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convoca pcr el j>r~*icnrc i.tiici-i) !I 1 % 1'1-{I- fekres de P I X T I K I . I .%it-

f w i ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ natusaicj J c c (tr j 5 IL.-\.n;,\, .: in opoficior~ dc quat1.0 l ' c ~ ~ f i o ~ ~ c % q11c $-L f ' i i i r :in

vacantcs cn fiom;~, tlrla Jc 1'1x.i I tc t , c,tl-n iic Escv~?rx:~ta )- dm cii. Aicq I I , I ' . ~ r r II I , dcC- de ef di;~ ~ i c I:~*t;.ch,i cic cifc tciicto /;:I: ta tbI 20.

de Msyo dc c-i te prcklltc i l i ~u . LYHI ia., pri- vencioncs iigu icntcs.

1. En la Jtrnta Tic n~ts.1~ fi. Ic.5 rcp,trcir.iil ~ t t ~ i l t c t - , ~ t t ! ~ !I.I!I I~C.

trahajtzr j3rccit'imcrlt~~ Icm r , ~ , i i ~ . y of~fl'rm~io-. L I ~ IJ r l~ ' .~d i - mia cn 1.1 i;inri~ y i ~oili t iic '1'8 Icy i , r c i ~ r ~ ~ ~ .i

Prirnera co~lvocatoria impresa de las pensiolles de Roma - Academia de S. Fernando

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Carts de PI-eciado a D. Ig~lacio de Hermosilla en fecha 2-11-1764 - Fol. 1.

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Francisco Preciado de la Vega habia llegado a Roma en 1732. Con sus veinte afios aGn no cumplidos, Avido de encajarse en el ambiente artistic0 romano, debi6 quedar deslumbrado ante el panorama que ofre- cia aquella ciudad ccagitada y a1 mismo tiernpo tranquila, refinada y dificil, y a la vez solemne y familiar,) (I), donde quien lo desease podia vivir por su cuenta, empleando al tiempo segun el propio gusto, per0 donde no era dificil -tampoco a los extranjeros- engranarse en la sociedad, frecuentando 10s numerosos salones y las muchas academias donde se discutian las ideas y los problemas mas actuales.

Preciado era andaluz y poseia una personalidad realmente compleja: pintor, historiador, teorizador, poeta ... En verdad que tuvo rn6s de erudito que de artista, y asi dicen rn&s sus obras en prosa o en verso que sus cuadros diseminados por las iglesias y galerias de Roma o ente- rrados entre el polvo de los dep6sitos de la Academia de S. Fernando. Sin embargo, es evidente -y ahi me parece que radica su importancia- que ejerci6 un poderoso influjo en la preparaci6n del neoclasicismo es- paiiol y que fue uno de los instrumentos mas eficaces no s61o para la creaci6n de la Real Academia de S. Fernando (y su proyecci6n en Roma), sino tambidn para que entrase dsta en 10s cauces de la pintura europea del siglo. Pero tambikn estos mdritos, lo mismo que toda su figura, han sido ignorados por 10s historiadores del arte.

El pintor andaluz fue a Roma y se rnantuvo alli a sus expensas durante los primeros siete afios. En este tiempo fue discipulo de Sebas- ti6n Conca (2) y frecuent6 la Academia de S. Lucas (3). En el aiio 1739 la Academia de S. Lucas le otorg6 un premio (4) y consecuencia de esta distinci6n fue la concesi6n hecha, en el afio siguiente, por el Rey de Espaiia, de una pensi6n de quinientos ducados.

Estaba entonces cuajandose la fundacidn de la Academia de S. Fer- nando (5) y el papel de Preciado fue de gran importancia en cuanto que remiti6 desde Italia 10s estatutos de la de S. Lucas y de la de

tolerable y caritativo para un fin que redunda en beneficio del Reino y de todas las manufacturas aun mecdnicas que tienen su raiz en el dibuj0.s

(1) Lavagnino: I2 Settecento a Roma. Roma, 1959. (2) Naci6 este pintor en Gaeta hacia 1680 y murid en Nkpoles en 1764. A pesar

de la superficialidad de sus obras, fue pintor muy apreciado en su siglo, llegando a ser nombrado Caballero de Clemente XI y profesor de la Academia de S. Lucas.

(3) La Academia de S. Lucas habia surgido en el siglo XVI de una antigua com- pafiia de pintores. Sus primeros estatutos son de 1715, dados por Clemente XI.

(4) La distinci6n que se le otorg6 fue el segundo premio de la primera clase de pintura. Cfr. DeZZe lodi deZZe beZZi arti, orazioni e componimenti poetici detti in Campidoglio, afio 1739, Arch. Ac. S. Lucas.

(5 ) El 13 de julio de 1744 admiti6 Felipe V el proyecto.

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Francia, mas toda una serie de datos a cual mAs provechoso. En Pre- ciado y en Ar6stegui (Agente del Rey en Roma durante esos afios), tuvieron 10s Acadkmicos una ventana abierta por la que llegaban noti- cias, libros e incluso reproducciones artisticas. Poseemos la lista de 10s moldes que en 1745 se encargaron a Ar6stegui para que 10s enviase de Rorna y Florencia. Son, en su mayor parte, obras clasicas griegas y romanas y algunas mas de Miguel Angel. Juntamente se encargaban una serie de libros de perspectiva, geometria y demas materias auxi- liares. Esta remesa constituy6 la primera piedra del actual museo de la Academia de S. Fernando y de su biblioteca (1).

Asi estaban las cosas cuando en diciembre de 1745, respondiendo a las exigencias del arnbiente y, sobre todo, a 10s deseos y sugerencias de Antonio Gonzalez (2), Pablo Pernichero y Juan Bautista de la Peiia (estos dos filtimos recikn llegados de Italia), Felipe V orden6 a la Junta de Ia Academia de S. Fernando que deterrninase las condiciones y cuali- dades que deberian tener 10s pensionados que la monarquia espafiola enviase a Roma, asi como el tiempo que hablan de perrnanecer alli (3). La Real Qrden estaba dirigida a don Fernando Treviiio, Viceprotector de la Academia, que se encontraba aun en 10s tiempos de la Junta Preparatoria. En dicha Real Orden se expresaba tambiCn el decidido propdsito del Rey de enviar Pensionados a Roma con cierta regularidad, se establecia la cantidad de quinientos ducados como pensi6n para 10s mas adelantados y cuatsocientos para 10s demAs, con opci6n a las va- cantes, sefialandose tambi6n veinticinco doblones para cada uno en concept0 de gastos de viaje.

A fin de que la Academia tuviese noticia de 10s adelantos que dichos pensionados realizaban, ordenaba Su Majestad que cada uno enviase a la Academia ccuna pieza de su respectivo arte), y <<para que en la ejecu- cidn no haya fraude), se ordenaba a la Junta que determinase y partici- pase a1 auditor don Alfonso Clemente de Ar6stegui (4) que tomase las debidas precauciones a fin de que todos y cada uno cumpliesen con

(1) <Don Miguel de Herrero ha puesto en mis manos un ejemplar inlpreso de 10s estatutos de la Academia de S. Lucas de Roma y un resumen del metodo con que se gobierna la Academia de Francia en Roma, 10s cuales le ha remitido el pintor Francisco Preciado,,. Libro de Actas, afio 1744. Archivo de la Acad. de S. Fer- nando.

(2) Habia estado en Paris, Roma y otras ciudades de Italia. A su regreso lo nombr6 Felipe V director de 10s estudios de la Junta Preparatoria.

(3) R. 0. de 2 de diciembre de 1745. (4) Era entonces Arcistegui Prelado DomCstico de S. S. y Auditor honoraria de

la Sacra Rota por el Consejo Real de Castilla y desempeiio interinamente el cargo de representante del Rey en Roma durante el a50 1747.

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sus respectivas obligaciones. Es notable la insistencia con que se enca- rece el deseo del Rey de que 10s pensionados aprovechen el tiempo y cumplan con sus obligaciones, prueba de la importancia que se concedia a1 envio de kstos. Y asi no duda en volver a ordenar en la misma R.O.: c c . . . a este Ministro tiene S.M. mandado que intervenga todas las libran- zas de estos sueldos y que por ningun caso les dC paso si 10s inte- resados no han cumplido a su satisfaccicin en todo lo respectivo a las tres artes, en el tiempo que comprende cada libranza,,. Se determina tarnbidn que el fondo del que han de salir estos sueldos es el product0 de correos de Espafia en Roma, si bien esta disposici6n tendra vigencia durante pocos afios (1).

Corria el mes de febrero de 1746 cuando tuvo lugar la oposicidn para proveer las plazas de pensionados en Roma. Las plazas creadas eran seis: dos para pintores, dos para escultores y dos para arquitectos, mas como ya Francisco Preciado y el escultor Francisco Vergara (2) disfrutaban sendas pensiones, aqukllas quedaban reducidas a cuatro a la hora de sacarlas a concurso: una de pintor, otra de escultor y dos para arquitectos. No sin trabajo se consigui6 hallar a 10s concursantes, per0 a1 fin tuvieron lugar las pruebas y resultaron vencedores: Antonio Gonziilez Velazquez (pintor), Francisco Gutidrrez (escultor) y Juan de Villanueva y Alejandro GonzAlez Velazquez (arquitectos). Los dos ulti- mos por diversos motivos renunciaron a la pension y en su lugar fueron elegidos Miguel FernAndez y JosC de Hermosilla.

No llegaron nuestros pensionados a Roma hasta el dia de Jueves Santo de 1747, despuds de haber invertido en su viaje nada rnenos que cincuenta y cuatro dias y haber pasado mil aventuras y contratiempos, a causa de 10s cuales se vieron obligados a pedir una nueva ayuda econ6- mica, pues habian tenido que vender incluso sus ropas personales para llegar a1 fin de la meta (3).

(1) En 1757 se decidici que la Academia de S. Fernando corriera con sus gastos, tal como lo ordenaban sus estatutos, si bien se determind que el pago se hiciera mediante la Tesoreria de Correos, a fin de que no se cargase a la Academia con 10s gastos de [[cambio y conducci6n,,.

(2) Natural de Valencia, habia comenzado sus estudios en su tierra en la escue- la de dibujo de Evaristo Muiioz. Frecuent6 despues la Academia en Cpoca de la Junta Preparatoria, haciendo algunas estatuas, que fueron bien estimadas, para la iglesia de S. Ildefonso. Como consecuencia, se le concedio una pension para pasar a Roma, donde estudi6 escultura bajo la direccibn de Felipe del Valle.

(3) <<En Liorna nos vimos empeiiados y sin alivio para seguir el viaje, y asi precisados a vender toda la ropa para subsistir, y a no haber tenido la fortuna de encontrar un paisano que pasaba a Nhpoles, quien viendo el deplorable estado en que nos hallAbamos nos ofreci6 suplirnos, con el con quC de que aqui le habiamos de satisfacer,,. Carta a don Fernando Treviiio. Archivo de la Acad. de S. Fer. Leg. 48.

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Pronto organiz6 Ar6stegui el plan de trabajo de 10s pensionados. Sabemos que en el mes de julio frecuentaban ya estudios y Academias con gran aprovechamiento (1). Antonio Gonzalez Velazquez asistia a1 taller de Conrado Giaquinto, cuyo estilo tanto asimil6. Francisco GutiB rrez frecuentaba en la Academia de San Lucas las lecciones de Maini, empapandose de este gusto por lo monumental que habia de trans- parentar su celebrada Cibeles. Fernhndez y Hermosilla tenian por maes- tro a1 caballero Fuga que -en frase de Ar6stegui a1 dar cuenta a la Academia cces uno de 10s rn6s acreditados en la profesi6n y con quien espero se podrhn aprovechar),. Vergara continuaba trabajando junto a1 acreditado Felipe del Valle (2), y Francisco Preciado, plenamente enca- jado ya en 10s ambientes artisticos romanos (desde su llegada a Roma habia asistido con regularidad a la Academia de San Lucas), se empa- paba en el tardo barroco napolitano, a travks de las ensefianzas de Conca, caracterizadas por un jordanismo no exento de ciertas tendencias hacia el clasicismo maratesco.

Los pensionados vivian aislados en distintas posadas y con bastante independencia entre si. ArBstegui 10s reunia en su casa 10s domingos y alli, en su presencia, les hacia ejecutar alguna obra para poder dar cuenta de sus progresos a la Academia.

El dia 12 de abril de 1752 tuvo lugar el reconocimiento oficial de la Academia de §an Fernando por parte del Rey Fernando VI, y una vez llevados a cabo 10s trabajos de reorganizaci6n de la ilustre corporacibn -ahora bajo la protecci6n de Carvajal-, 10s acadkmicos emprendieron con verdadero inter& la reglamentaci6n de 10s estudios en Roma. Tres aiios emplearon (1754-1757) en la elaboraci6n de un reglamento en el que quedase clara y terminantemente dispuesto todo lo concerniente a las pensiones en Roma para pintores, escultores y arquitectos. Segfin este reglamento, aprobado y puesto en vigor el afio 1757, se creaba el cargo de Director de Pensionados y 6ste vino a recaer sobre el pintor sevillano Francisco Preciado de la Vega, que era, sin duda, el que go- zaba en aquella ciudad del mayor prestigio. Se unia a esto la circuns- tancia de haberse casado en 1750 con la italiana Catalina Cherubi-

1 Carta de Ar6stemi a don Fernando Treviiio en fecha 20 de iulio. Arch. Aca- den& S . Fernando. ~ e g 50.

( 2 ) Escultor d e gran prestigio en Roma, fue nombrado Principe de la Acade- mia de S. Lucas en el aiio 1752.

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ni (3), raz6n por la cual era de prever que no volveria fBcilmente a Espaiia.

Recibio Preciado el nombramiento con alegria y gratitud, per0 juzg6 enseguida que el estipendio que se le asignaba era muy corto. El ejem- plo del fausto con que vivia el Director de la Academia de Francia le habia hecho concebir la idea de que algo semejante le tocaria en suerte y ahora veia con disgust0 que solamente se le aumentaban cien ducados a1 a50, sobre 10s quinientos que ya gozaba corno pensionado. Su carta a don Ricardo Wall en fecha 14 de junio (I), que qulere ser expresi6n de gratitud, lo es de queja por el cctenue salario,,, que juzgaba totalmente insuficiente para vivir con la dignidad que el cargo requeria. Abonaba su causa con una serie de razones no muy oportunas y que ni5s bien exasperaron 10s Animos de los acadkmicos en lugar de atraerlos a su favor. Y por si eran poco todas estas quejas y pretensiones, finali- zaba Preciado su memorial reclamando ccciertas mesnadas,, que se le habian dejado de pagar en tiempo de Felipe V.

Para colmo de males, con la carta de Preciado llego a la Academia un memorial escrito por el escultor Fracisco de Vergara haciendo pre- sentes otras varias pretensiones. Llevaba Vergara como pensionado en Roma algo mAs de doce afios y la Academia habia acordado en la Junta Particular del dia 9 de mayo que cesaran en sus pensiones y se restitu- yeran a1 reino tanto Vergara como 10s otros dos pensionados que aun quedaban en Roma (Miguel Fernandez y Francisco Gutikrrez). Pero Fran- cisco Vergara que se hallaba trabajando las estatuas que le habian sido encargadas en 1754 por el Cabildo de la Catedral de Cuenca, se crey6 en el derecbo de pedir que se le prorrogase la pensi6n a fin de poder llevar a t6rmino su comprorniso, e incluso lleg6 a sugerir a la Academia que no nombrase Director de Pensionados de Escultura, alegando que se lo habia prometido el propio Carvajal. Mas 10s acad6micos, a 10s que no parecia ni medio bien que sus pensionados, enviados a1 extranjero con tanto esfuerzo econ6mico de Espafia, a fin de que de alli trajeran a 10s ambientes espaiioles una corriente renovadora, se quedaran por aquellas tierras sin dar ningun fruto para su patria, se negaron a ello, otorgandole solamente el permiso para permanecer en Roma otros dos

(3) Fue Catalina Cherubini artista notable, especialmente en miniatura. La Aca- demia de S . Fernando le concedi6 una pensi6n en el afio 1761 y la nombro acadC- mica de mCrito a consecuencia de haber enviado u n cuadro copia de <<La Justicia y la Paza, de Ciro Ferri. Fue tambiCn acadgmica de S . Lucas.

( 1 ) Con la misma fecha escribe otra carta, casi iguaI a &a, a don Ignacio de Hermosilla.

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afios (sin pensi6n), a fin de que terminase sus obras, pasados 10s cua- les deberia restituirse a1 Reino, en cuyo iuiico caso se le pagarian 10s mil quinientos reales que la ley determinaba como ayuda de costas (2).

El acta de esta Junta particular en la que se examinaron las preten- siones de Preciado y Vergara expresa con gran elocuencia cuanto des- agrado causaron 6stas en 10s acadkmicos. Ignacio de Hermosilla fue el encargado de comunicar a Preciado y a Vergara las decisiones de la Junta. Lo hizo en fecha 12 de agosto y en tdrminos bastante mas suaves que 10s expresados en aquklla. Posiblemente el tiempo transcurrido (casi un mes) habia servido de lenitivo a la indignation de 10s acadkmicos. De todos modos, la negativa es clara y no deja lugar a dudas. Bien lo entenditj Francisco Preciado quien, ante la alternativa de aceptar o no el cargo de Director, contest6 rendido y sumiso aceptando y ponikndose incondicionalmente a las ordenes de la Academia.

Superado este desaforturiado lance, y confirmado el nombramiento de Preciado como Director de Pensionados, se dispuso kste a ejercer su cargo con la nueva promocitjn de pensionados que realizaron sus oposiciones en el afio 1758. Eran 6stos: por la pintura, Domingo Alvarez y Josk del Castillo; por la escultura, Isidro Carnicero y Antonio Primo, y por la arquitectura, Juan de Villanueva y Domingo Lois Monteagudo.

Tras estos artistas habrian de venir otros, basta completar el numero de treinta que constituye el cup0 de pensionados que Preciado tuvo a su cargo en 10s treinta y un aiios, durante 10s cuales ejercitj su direccicin. De ellos, diecisiete habian ido a Roma en calidad de pensionados ordi- narios, es decir, despuCs de haber realizado las pruebas de selecci6n preceptuadas por la Academia. Los trece restantes fueron pensionados extraordinarios. Estos treinta pensionados correspondian: a la pintura, quince; a escultura, nueve, y a arquitectura, seis. En realidad, la des- proporci6n en el reparto se debe a 10s pensionados extraordinarios ya que las pensiones ordinarias eran siempre distribuidas a las distintas artes en el misnio nfimero.

Los ultimos pensionados que Preciado tuvo a su cargo regresaron a Espaiia a finales de 1785. Y las dificultades econtjmicas obligaron a la Academia a suspender temporalmente el envio de pensionados. Cua- tro aiios despuCs, el 17 de julio de 1789, fallecia en Roma, honrado y elogiado en 10s ambientes artisticos romanos, Francisco Preciado de

(2) Vergara no lleg6 a regresar, pues muri6 repentinamente en Roma el dia 30 de junio de 1761, a la edad de cuarenta y ocho afios. Cfr. CeAn Bermhdez: Dic- cionario de 10s mds ilustres profesores de Bellas Artes, en la voz: Vergara.

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la Vega. En cambio, 10s acaddmicos de San Fernando se limitaron a consignar el hecho en el libro de actas, donde se lee: c~Di cuenta de haber fallecido don Francisco Preciado, Director de Pensionados, en Romm (I). Ni una palabra m6s acerca de este hombre que habia sido una piedra fundamental en la fundaci6n de la Academia de San Fer- nando. Ni una alabanza para el que, al morir, cerraba la primera etapa (y la m6s dificil) de la Academia de Bellas Artes de Espafia en Roma. Cornanzaban 10s injustos olvidos.

(1) Junta Particular del dia 9 de agosto de 1789. Archivo de la Academia de S. Fernando.

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FRAGMENT0 DIE GUENCO CAMPAMIFORME APAREGIDO

EN BUENDBIA [CUENCA)

Merced a don Fernando Molina PCrez, que desarrollaba su afici6n ci- negdtica en las cercanias del pueblo de Buendia, en la provincia de Cuen- ca, fueron recogidos por el citado sefior varios fragrnentos de ceramics, en las proximidades a la orilla del pantano, entre 10s que destaca un frag- mento de cuenco de la Cultura del Vaso Cainpaniforme.

Los objetos fueron enviados a1 departamento de Arqueologia por don Fernando ValdCs.

Nos personamos en el citado pueblo y recorrimos las orillas del pan- tan0 en las cercanias donde se efectu6 el hallazgo, observando, como en Ias margenes se Iiallaban depositados un buen n6mero de fragmentos ce- ramicos de cronologia reciente y otros de factura tosca, de cronologia mas o menos antigua. Todos ellos procedian del arrastre de las aguas del pantano y en su mayoria eran vidriados.

La distancia a la que aparecieron fue a unos ocho metros en linea recta del nivel actual del agua y no se aprecia que en 10s alrededores existan restos de construcciones, poblados 0 necropolis que puedan apor- tar alg6n dato sobre su procedencia.

CONTEXTO ARQUEOL~GICO DE 1,OS ALREDEDORES

Conserva el pueblo de Buendia parte de su recinto amurallado y al- gunas de sus puertas de entrada flanqueadas por torreones (18mina I).

En las cercanias del pantano existen un grupo de cuevas artificiales,

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de posible inter& arqueolcigico, que han servido hasta hace poco para la recogida del ganado.

Las excavaciones y hallazgos prehistciricos prciximos a Buendia han sido escasos y tal vez por eso no se les ha concedido la debida impor- tancia.

Destaca en las proximidades del pueblo de Cafiaveruela la ciudad ro- mans de Erchvica, cuya primera campaiia de excavaci6n (1) dio impor- tantes hallazgos escultciricos de Cpoca imperial romana, tanto en piedra como en bronce. TambiCn se excavaron varias tumbas medievales de ca- r6cter judaizante en la misma zona.

Otras necr6polis se excavaron en las cercanias de Riba de Saelices (2), ya en el tCrmino de la provincia de Guadalajara, y Zorita de 10s Canes (3), donde se hallaron importantes ajuares visigodos, ambas en zonas pr6xi- mas a Buendia.

Por hltimo, noticias sueltas de hallazgos arqueol6gicos de la provin- cia de Cuenca pueden verse en 10s inventarios de 10s Noticiarios Arqueo- logicos Hispanicos, tomos I, 11, VI y VII, correspondientcs respectiva- mente, a 10s afios 1952, 1953, 1962 y 1963.

El hallazgo fortuito a1 que nos referimos es un fragment0 del borde de un cuenco (Fig. 1). Su pasta es negra con restos de paja y gruesos desgrasantes de cuarzos micas y areniscas, que se aprecian claramente en ambas superficies; la exterior presenta decoraci6n y su cochura es irregular, rnientras que la interior esth rnzis cuidada y es de color gris, algo m6s claro que la pasta.

La decoraci6n incisa es de bandas paralelas que comienzan a cuatro milimetros del borde, con pequefias lineas transversales y paralelas entre ellas; a continuacicin un ajedrezado a base de cuadrados que dan la sensacicin de claro oscuro; inmediatamente debajo, vuelven a repetirse

(1) Osuna Ruiz, M.: Excavaciones en el Castvo de Santavev (Ercdviga). XI11 C. A. N. Huelva, 1973.

(2) Cuadrado, Emeterio: Las excavaciones de la necrdpolis de Riba de Saeli- ces (Guadalajaua). ~~Noticiario Arqueol6gico Hispfinicos, VIII y IX, cuadernos 1-3, 1964-65. Madrid, 1966; pfigs. 158-161.

(3) Cabr6 Aguil6, J.: El teso~illo visigodo de Tvientes de las excavaciones del Plan Nacional de 1944-45, en Zorzta de 10s Canes (Guadalajara). Informes y Memo- rias de la Comisaria General de Excavaciones Arqueolbgicas, X, 1946.

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las lineas transversales, seguidas de una linea de incisiones 3rmando rombos y, por 6ltiin0, vuelven a aparecer las lineas tralisversaIes.

El fragment0 presenta posibles incrustaciones de pasta blanca irregu- larmente conservada entre la decoracidn incisa.

Medidas: di6me~ro de la boca, 95 mm.; altura aproximada, 4 mm., y espesor de la pasta, 5 mm.

Junto a1 cuenco incompleto, se recogieron varios fragmentos cer& micos muy rodados, hechos a torno, de pastas rojizas, grises y negras. Destaca entre todos ellos uno de paredes muy gruesas, con la pasta del exterior a1 interior, parda, negra y rojiza; esta 61timaJ con desgrasantes muy gruesos de cuarzo. La superficie exterior es parda, con irisaciones rojizas, muchas concreciones y tiene un orificio circular. La superficie interior es parda con tonos rojizos y con zonas desconchadas. (Medidas: longitud de lo conservado, 70 mm.; grosor de la pasta, 18 mm., y di6- metro del orificio, 0,8 mm.)

Este tip0 de cuenco se da a lo largo de todas las etapas de la Cultura del Vaso Campaniforme.

Los paralelos m6s inmediatos en la Peninsula hay que buscarlos en las excavaciones realizadas en 10s alrededores de Madrid, que dan una enorme cantidad de cuencos (4) y en especial en Ciempozuelos.

Existen tambikn paralelismo con 10s cuencos de Algodor (Toledo), Palmella, Acebuchal y Estoril, en Portugal (5 ) , y el valle del Guadalquivir.

Establecer una cronologia es dificil, ya que se trata de un hallazgo aislado, sin lugar exacto de procedencia, recogido con otras cerhmicas de distintas facturas y kpocas y, por otra parte, hay que tener en cuenta toda la problem6tica planteada hoy dia en cuanto a1 origen, difusicin, paralelismos culturales y cronologia del Vaso Campaniforme.

No obstante, por forma y decoraci6n, parece pertenecer a1 tip0 cces-

(4) En el Museo de la Fuente del Berro de Madrid hay una gran coleccicin de vasos y cuencos de la Cultura del Vaso Campaniforme, procedentes de varios luga- res de la provincia de Madrid; varios de ellos muestran semejanzas en forma y decoracicin con el cuenco de Buendia.

(5) Leisner, G. V.: Die Megalithgraber der Iberischen Halbinsel I. Der Suden (ccRomisch-Germatzische Forschungen~~), 17. Berlin, 1943. Ver lamina 7, figs. 2, 12. Der esten, I (id. Berlin, 1959), 11, I 3 (Deutsches Archaeologisches Institut Ab- teilung). Madrid, Berlin, 1956.

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tilo Ciempozuelos~~, que Sangmeister ( 6 ) incluye en el grupo <(pan-europeo,, y que se origin6 en el Bajo Rhin e Inglaterra y mediante un ccreflujon pas6 a1 Oeste de Europa. Se fecha ya en plena Edad de Bronce en Ia Peninsula.

En la clasificacicin de Bosch Gimpera (7), se incluiria en el tipo 11, caracteristico poi- Ias decoraciones ahn correctas, con incisiones profun- das, y que se extenderia por la Meseta Central, y m5s a6n por 10s alrede- dores de Madrid, Catalufia, Andalucia y Portugal con la penetracitjn dol- mknica. Su origen estaria en Andalucia y desde aI1i se propagaria hacia el MediterrGneo Occidental y por Francia hacia Europa Central. Su fecha oscilaria entre dos mil quinientos y dos mil trescientos a. de JC, segtin el CI*.

Alberto del Castillo (8) hoy dia, a1 igual que Sangmeister, llega a con- siderar el tip0 I, es decir, el ccclGsico de Ciempozuelos~~, en plena Edad del Bronce espafiol o Bronce Inicial europeo, dando una fecha que osci- laria entre 1850-1600.

Es poco cuanto se puede decir de este hallazgo, a excepci6n del inter& que presenta el contar con un nuevo ejemplar que nos evidencia una vez mas, la vasta difusion de este tip0 de ceramica.

(6) Sangmeister: La civilisation du Vase Campaniforme. Les Civilisations Atlantiques. Rennes, 1963 ;pags. 25-55, fig. 18. Die Datierung des Ruckstroms der Glockenbecher und ihre Auswirkung auf die Chronologie der Kupferzeit in Portugal. Palaeohistoria X I I , pkgs. 396-407. Groningen, 1966.

(7) Bosch Gimpera: Tipos y cronologia del Vaso Campaniforme. Archivo Es- pafiol de Arqueologia, a60 1971, t. nfirn. 44, p8gs. 3-37.

(8) Castillo, A. del: Las tres capas de la cueva de Somae'n. Archivo de Prehis- toria Levantina. Valencia, 1953; pags. 149-50.

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1) Vista de una de las puertas del recinto de nzuralla de Buendia. 2) Vista desde el interior de la nzisma puerta. 3) Fragmento de cuenco campaniforme.

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LA CASA POPULAR, TEMA ACTUAL DIE ESTtUIDlQ

GUADAI,VPE GOXZAI~E~-HOXTORIA Y AT,T,CNDESALLSZAR

La bibliografia con que conthbamos hasta ahora para estudiar la arquitectura popular espafiola, tema tan interesante y extenso, databa de la dkcada de 10s afios 20 a1 30 de este siglo. La obra de Violant y Simorra sobre el casa de <<El Pirineo Espaiiol,,, la de Ricardo del Arco <<La casa Altoaragonesa,, y el libro de Leoncio Urabayen sobre <<Gee- grafia humana de Navarra,, son todos ellos de 1928 y 29. Y, sobre todo, la obra magistral especialrnente para aquella kpoca, de Leopoldo Torres Balbhs <<La vivienda popular en Espafia,,, publicada en folklore y Costumbres de Espaga,,, dirigida por Carreras Candi, vio la luz en 1923.

Despues de rnuchos aqos de silencio d~ olvido, de uronto surgen tres obras rnuy importantes y se ailuncia la agaricidn de una cuarta escrita por un arquitecto argentine, todas ellas sobre la casa nopular.

Ya en septiembre de 1973 sali6 el primer tomo de 10s cuatro de que va a constar la obra completa ccArquitectura popular espafiola)), de Carlos Flores, que publica la Editorial Aguilar en Madrid. No se trata de una obra etnogrhfica, sino del punto de vista de un arquitectcz, per0 supone un estudio muv concienzudo y sincero, asi corno una extraordinaria ri- queza de materiales en cusnto a datos, conocirniento de 10s lugares y, sobre todo, !a calidad y belleza de Ias fotografias obtenidas por el rnismo auto]- podriamos decir que es insuperable, asi como su cantidad. Este primer tomo, con 635 fotoy-afias, estudia las caracteristicas generales de la arquitectura popular espafiola, asi como las influencias en ella de 10s distintos ptreblos que pasaron pnr nuestra peninsula. Y esos otros influ- jos de lo que llama el autor la ccgenialidad geografica de EspaITan, de su constitucicin geolbgica, del clirna, de la economia, etc. Despuds de estas

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generalidades comienza Carlos Flores con el estudio de la arquitectura popular pirenaica y prepirenaica.

Mediado ya este a50 se ha publicado el segundo tom0 de la obra, el referente a las regiones del norte y noroeste peninsular, a la tantas veces llamada cccasa de la Iluviau, donde podemos gozar contemplando las 847 fotografias obtenidas en Vascongadas, Santander, Asturias y Ga- licia con sus itinerarios y sus tipologias diferentes.

El tercero y cuarto que se proyectan salgan a1 ritmo de uno cada seis meses, versar8n sobre Ia arquitectura del centro, y de la de Cata- lufia, Levante y Andalucia, con las insulares de Baleares y Canarias, respectivamente.

Supone esta obra, a pesar de su excesivo precio, debido sin duda a1 lujo del libro y a1 elevadisimo ni~mero de fotografias, una importante contribucicin tecirica, y sobre todo visual, a1 estudio de nuestra entrafia- ble arquitectura popular hoy en tanto peligro.

A su vez ha aparecido en este primer semestre de 1974 otro libro, el de Luis Feduchi, arquitecto, tambign autor de vasios libros de muebles publicado en la editorial Blume. Lleva por titulo cdtinerarios de ar- quitectura popular espafiola,,. El primer tomo, Gnico hasta ahora, se refiere a la arquitectura de la Meseta Septentrional. Precede a este estudio una nota preliminar sobre 10s dos prototipos que surgen ya en las primitivas aglomeraciones humanas en casas levantadas por la mano del hombre, ya con un valor de permanencia: la de las casas cuadradas o rectangulares y la de las casas circulares y redondeadas. Se refiere despuks Feduchi a 10s tres factores principales que influyen en la arqui- tectura patria: el clima, las condiciones del suelo, o sea, su morfologia, 10s materiales, y el gknero de vida del hombre. El no hace la divisi6n clAsica de todos 10s que se han dedicado a este tip0 de estudios entre la casa de la Espafia lluviosa y la casa de la Espaiia seca, sino que va siguiendo la influencia en la vivienda popular del clima lluvioso del norte, el seco yfrio de la rneseta, eI hilmedo del MediterrQneo y el calu- roso del sur.

Para estudiar la tipologia de la casa popular divide la Peninsula en cinco grandes zonas geogr6ficas: la zona septentrional del macizo cen- tral, que comprende la meseta castellana y la tierra leonesa. La segunda, la faja norteiia peninsular formada por Galicia, Asturias y la parte sep- tentrional de la provincia de Lecin hasta 10s limites de Portugal, el pais c8ntabro-santanderino y el vasco-navarro, except0 la zona baja y rneri- dional de esta Ciltima provincia, caracterizando a toda ella el tipo de

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construcci6n que no se halla en el resto del pais, que es el h6rre0, a1 que el autor le supone origen palafitico, teoria discutida por otros. La tercera es la Espaiia mediterrailea con las provincias aragonesas y catalanas, el reino de Valencia y las Islas Baleares. La cuarta es la de Andalucia, en la que se incluyen las Islas Canarias. Y la quinta la parte meridional de la meseta del Macizo Central dominada por la Mancha.

Esta obra, con una divisicin de la arquitectura popular muy sensata, presenta el enorme inter& de ir describiendo pueblo por pueblo la vivien- da popular con sus tipologias y caracteristicas; adernhs con la colabora- cidn de muchos arquitectos y estudiantes encontrarnos en ella datos, pla- nos y fotografias que no encontramos en ninguna otra obra como son, por ejemplo, 10s de 10s poblados de pescadores obtenidos de una obra editada en cuatro volumenes en 1942 por la Direccidn General de Arqui- tectura, hoy pr6cticamente desaparecida, con el nombre de (<Plan Nacio- nal de mejoramiento de la vivienda en 10s poblados de pescadores,, que iba siguiendo dichos nucleos a lo largo del litoral espafiol para estudiar sus diferencias y similitudes. El material grhfico recogido para el total de la obra de Feduchi es de m6s de 30.000 fotografias obtenidas direc- tamente por sus colaboradores.

El tercer libro publicado hace solamente unos dias, es el estudio refe- rente a <<La casa popular de Lanzarote>> y tiene un sentido distinto. Est5 I~echo por dos artistas: uno de ellos un profundo conocedor de la isla como es C6sar Manriq~~e, vista ademhs con su temperamento creador, y por Juan Ramirez de Lucas, critic0 de arte, que siente profundamente todo lo popular. Prima en esta obra por ello la belleza de la edici6n y 10s valores plhsticos de las fotografias en que se muestran acornpafiados por el sentido texto tantas chimeneas, palornares y recovecos insulares lanzaroteiios.

A pesar de estas obras tan bellas, interesantes y diriarnos animadoras, todavia falta en Espafia la obra sobre nuestra arquitectura popular en que se muestre su context0 econ6mic0, cultural, social y etnogrhfico en que podamos ver la vivienda popular no s61o por fuera, sin0 por dentro, con toda su hondura y profundidad.

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Biblioteca: Desde la creacion de la Universidad Autonoma de Madrid en 1968, el Departamento de Arqueologia ha tenido corno objetivo pri- mordial el increinento constante dc sus fondos bibliogrAficos, tanto en lo que se refiere a obras generales y trabajos monogrAficos, como a revistas especializadas, incluyendo entre sus adquisiciones obras no solo de prehistoria y arqueologia, sino de todas aquellas materias que se imparten en el Departamento, tales como numisrnzitica, epigrafia, con- servaci6n y restauraci6n de bienes culturales, etnologia y artes y cos- tumbres populares.

A partir del presente curso, a1 quedar independizada la biblioteca de la del Departamento de drte, se ha adquirido nuevo mobilinrio, con lo que se ha reinstalado con carzicter definitivo.

Durante el presente curso acaddmico el Servicio de Biblioteca ha sido de nueve horas diarios: por las maiiana, de 10 a 13,30, y por las tardes, de 16 a 21,30, tenieildo acceso 3 ella todos 10s a l ~ ~ n ~ n o s matricu- lados en asignaturas del Departamento, asi como Ios graduados y pro- fesores.

Archivo de diaposivitas: Otra dc las metas del Departanlento ha sido, 16gicaniente, la elaboracion de un archivo de diapositivas que cons- tituye material indispensable para la actividad docente de la especia- lidad. En el presente curso 1973-74 se ha instalado un mueble archivador con luz interior en el que por transparencia se consigue una rnejor y mas 16gica ordenacibn, y una mas rapida identificacion.

Otras instalaciones: El Departamcnto cuenta tarnbikn con un com-

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pleto Zaboratorio fotogrcifico para uso exclusive del personal docente y de 10s colaboradores. Tambidn posee un Zaboratorio de restauracidn y conservacidn que, dirigido por 10s doctores Sanchez Meseguer y 1Ca- brera, esta destinado a la realizacicin de practicas de 10s alumnos de la especialidad.

El Departamento cuenta ademas con un pequefio Museo constituido por un lote de materiales, originales y reproducciones, obtenidos los primeros en viajes y prospecciones a yacimientos arqueol6gicos, por alumnos y profesores; el objeto de esta coleccicin es exclusivamente el de servir de base para las clases prgcticas y seminarios. Actualmente estan en construction una serie de mesas-vitrina para su mejor acondi- cionamiento y exposiciitn.

Entre 10s materiales de este Museo hay que hacer niencicin especial a1 gabinete numismcitico, cuyo primer n~c leo est5 siendo seleccionado y clasificado bajo la dkeccicin de doctor Gimeno.

Tesis Doctorales: El 17 de septiembre de 1973 defendi6 su Tesis Doctoral el profesor don Josd Maria Cabrera Garrido sobre el tema ~Alteraci6n y conservation de 10s rnateriales pktreos en 10s monumentos hist6ricos,); el trabajo, dirigido por el doctor don Gratiniano Nieto Gallo, obtuvo la calificacicin de sobresaliente cum lattde.

El 25 de enero de 1974 ley6 su Tesis Doctoral la profesora dofia Ma- ria Concepci6n Blasco Basqued, trabajo que vers6 sobre <<La cerBmica Nazca. Estudio de las colecciones del Museo de Amkrica,,. Fue ponente el doctor don Gratiniano Nieto Gallo, y obtuvo la calificacicin de sobre- saliente cum laude.

En la actualidad trabaja en la elaboracicin de su Tesis Doctoral la profesora doiia Trinidad Najera. Su investigacibn esta dedicada a1 es- tudio de <(La Edad de Bronce en la provincia le Ciudad Real,,.

Don Juan Antonio Moran y Cabrd bace su Tesis Doctoral sobre el tema: <(El sirnbolismo de la decoracicin en las placas de cintur6n del hierro espafiol)).

Otras Tesis doctorales en curso de realization, dirigidas por el Doctor don Gratiniano Nieto son las de 10s sefiores don Antonio Ruiz, dofia Margarita Maldonado, don Juan Carlos Elorza y dofia Isabel Rubio.

Tesis de Licenciatura: El 12 de noviembre de 1973 y en el mismo act0 academic0 se leyeron las dos primeras Tesis de Licenciatura reali-

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zadas en el Departamento, y en las que fue ponente su Director, el doctor don Gratiniano Nieto Gallo. Don Juan Carlos Elorza Guinea hizo un trabajo sobre ({Los cultos de kpoca romana en el actual pais vasco- navarro. I: La epigrafia,), obteniendo la calificacion de sobresaliente. Don Federico Rubio Gomis realiz6 su investigacidn sobre <(La ce rh i ca de importacidn en la necropolis de La Albufera (Alicante),,, obteniendo, asimismo, la calificacion de sobresaliente.

El 20 de junio de 1974 se defendieron otras dos Tesis de Licenciatura. Maria Concepcion Puertas Garcia present6 un trabajo, dirigido por el doctor don Josk Sanchez Meseguer, sobre <<El material hallstattico de la Cueva de la Bora tuna de Llora (Gerona),,, que obtuvo la calificacion de sobresaliente. Isabel Lina Rubio de Miguel defendio su trabajo sobre el tema c<Agricultura y domesticaci6n en el neolitico hispano,,, siendo ponente del mismo la doctora doria Rosario Lucas, y obteniendo la calificacion de sobresaliente, siendo propuesta para Premio Extraor- dinario.

Se hallan en curso de realization diversas Tesis de Licenciatura, al- gunas de las cuales seran defendidas en fecha proxima.

Tvabajos de campo: Durante el curso acadkmico 1973-74 la profesora Trinidad Najera ha realizado prospecciones en diversas motillas de la provincia de Ciudad Real, practicando el alguna de ellas catas con re- sultados altamente positivos.

Por su parte, las doctoras Rosario Lucas y Maria Angeles Alonso, con un grupo de alumnos y colaboradores, han llevado a cabo la plani- metria y prospeccion electromagnktica del cerro de Almodovar, en Fuente el Saz del Jarama (Madrid).

Actualmente el doctor Sanchez Meseguer, con un grupo de alumnos y colaboradores, lleva a cabo excavaciones en la provincia de Sevilla, en las que intervienen equipos de otras Universidades. El mismo pro- fesor tiene proyectados otros trabajos de campo en las provincias de Madrid, Leon, Avila, Murcia y Almeria.

Participacidn en cursos y reuniones: Los profesores doria Maria An- geles Alonso y don Jos6 Luis Beas y un grupo de alumnos de la espe- cialidad asistieron a1 XI1 Congreso Nacional de Arqueologia celebrado en Huelva del 8 a1 12 de octubre de 1973.

La profesora Maria Concepcion Blasco fue invitada a1 Symposium de Indigenismo celebrado en Valladolid en mayo de 1974, con motivo de la conmemoraci6n del V centenario del nacimiento del Padre Las Casas, participando con una comunicaci6n sobre (<El tributo indigena

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en la Nueva Espafia durante la primera mital del siglo XVIB. (En cola- boracion con Luis J. Ramos.)

Durante 10s meses de julio y agosto de 1974 y patrocinado por el Departamento de Prehistoria de la Facultad de Filosofia y Letras de Oviedo, se celebro en Asturias, Santander y Dordofia un curso dedicado al paleolitico, participando en el como becados 10s alumnos del Depar- tamento Estrella Cano, Rosa Tardieu y Maria Garcia Morales.

Como todos 10s aiios, y organizado por el Museo Arqueologico de Barcelona, se Iia celebrado en Ampurias un curso de Arqueologia, en el que ha participado el doctor don Jose Sanchez Meseguer, y ha asis- tido como becaria la colaboradora del Departamento Maria Josefa San- chez Coronado.

Ana Maria Suarez de Figueroa, alumna de este Departamento, parti- cipo en las excavaciones que la Mision Arqueologica Espaiiola realiza en la cista ecuatoriana de Esmeraldas.

Como alumna becaria, asiste a un curso de Arqueologia en la Escuela de Historia y Arqueologia de Roma la colaboradora del Departamento Manuela Barthelemy Gonzalez.

Viajes de estudio: Como complemento a 10s cursos monograficos, 10s alumnos de la especialidad realizaron un viaje de estudios aeompaiiados por la profesora Maria Concepcicin Blasco. En el curso del mismo visi- taron 10s yacimientos paleoliticos de Ambrona (Soria) y Los Casares (Guadalajara). Hicieron ademas un detenido recorrido por 10s sitios arqueoldgicos de 10s tkrminos de Calaceite y Mazaleon, visitando, entre otros, 10s poblados de San Antonio, El Villallonc, Tossal Redo, Escodi- nas Altas y Bajas y San Cristcjbal, todos ellos encuadrados dentro de la denominada Cultura Ibkrica del Bajo Aragbn. Se realizci, asimismo, una visita a la ciudad ibero-rornana de Azaila y a la celtibCrica de Nu- mancia.

El grupo cont6 en Zaragoza con la colaboracicin de 10s Departamen- tos de Prehistoria y Arqueologia, e Historia Antigua, Asi, el profesor Beltriin LIoris dirigici y comentci la visita a1 palacio Brabe de la Alja- feria, a1 yacimiento ibero-romano de Botorrita y a las murallas romanas de Zaragoza, dando, asimismo, un seminario sobre sus recientes inves- tigaciones en Azaila. El profesor Guillermo FatQs dirigicj una charla so- bre sus excavaciones en el Cabezo Miarnda de Juslibol, mostrando una selecci6n de 10s materiales obtenidos en las excavaciones. El profesor Martin Bueno cornento en el Departamento de Historia Antigua 10s pro- blemas miis importantes que tiene planteados en las escavaciones que

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Virta parcial de Zas forrificaciones de Azaila y detalle de la pavimentacion de una de las calles de esta misnza ciudad.

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61 dirige en Bilbilis, y mostr6 las piezas mas representativas, acompa- iiando, posteriormente, a1 grupo a1 propio yacimiento.

Otras actividades: Ademas de 10s cursos programados por el Depar- tamento para el curso acadkmico 1973-74, han participado como profeso- res invitados el doctor don Luis Pericot Garcia, quien pronuncio la confe- rencia aLos niveles de la Cueva del Parpallon, y el doctor don Herman- frid Schubart, quien disert6 sobre c(Excavaciones en las colonias feni- cias de Torre del Mar (Malaga),,.

Como complemento de las clases practicas se ha celebrado en 10s meses de mayo y junio un cursillo de titcnicas de fotografia, dirigido por don Manuel Feito.

Dentro de 10s actos programados en la semana cultural de la Uni- versidad Aut6noma de Madrid, se proyectd la pelicula c<Las cuatro esta- ciones,,, la cual fue precedida de un comentario de su Director, don Pio Caro Baroja.

En locales del Departamcnto, y en estrecha colaboraci6n con dste, ha sido instalada la donaciitn Gonzalez-Hontoria, que constituye una de las mejores muestras de artes populares. La Directora de este Museo, doctora d o h Guadalupe Gonzalez Hontoria, se ha encargado personal- mente del montaje de la alulida coleccion, iniciando una serie de acti- vidades relacionadas con la investigacicin sobre artes y costumbres po- pulares, de las que nos da cuenta en 10s parrafos siguientes.

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MUSE0 DE ARTES Y TRAD1614)NES POPULARES UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID

En el afio 1974 ha sido creado el Museo de Artes y Tradiciones Populares de Espaiia teniendo como base la donaci6n de 2.000 piezas de la colecci6n reunida por la profesora de la asignatura Guadalupe Gonzalez-Hontoria y Allendesalazar durante estos ultimos seis aiios re- cogiendo objetos de ceramica, vidrio, madera, cesteria, bordados, en- cajes, tejidos, hierro, cobre, hojalata, albardoneria, cereria, etc., de mul- titud de pueblos de Espafia, adquiridos en 10s mismos talleres donde han sido producidos. Este Museo la Universidad tiene el proyecto de irlo ampliando y completando, poco a poco.

Posee tambiCn el Museo un fichero de mas de 10.000 fichas de arte- sanos de todas las provincias espaiislas con profusion de datos, obteni- dos directamente y comprobados muchos de ellos despuks de haber dirigido cartas a maestros, curas, alcaldes, secretarios de Ayuntamien- tos, eruditos locales, etc., en una primera fase. Con 10s trabajos de campo sucesivos se iran completando dichas fichas.

Los objetos estan todos clasificados y se esta finalizando la redacci6n del catalogo.

El objetivo de este Museo es, por una parte, la salvaci6n y reuni6n de todo este material que esta a punto de perderse ahogado por el desarrollo industrial, y, por otra parte, el de servir de base para el estudio de 10s alumnos e investigadores especializados en este campo, asi como para despertar vocaciones en este Ambito.

TambiCn proyecta el Museo la formaci6n de una biblioteca especia- lizada en arquitectura popular, bailes, fiestas, musica y en las diversas ranlas del arte popular.

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TRABAJO DE CAMP0.-AGOSTO 1974

La Directora del Museo de Artes y Tradiciones Populares, Guada- lupe Gonzalez-Hontoria, con objeto de est~zdiar sobre el terreno el arte popular y adquirir objetos para aumentar las colecciones existentes, ha realizado un trabajo de campo acompaiiada por un grupo de 10s alum- nos de la misma asignatura durante el mes de agosto de 1974, recorrien- dos las provincias de Oviedo, Santander, Vizcaya, Alava, Guipljlzcoa, Navarra, Huesca, Teruel y Soria. Se visitaron 10s talleres artesanos que atin trabajan en estas regioiles con el siguiente itinerario:

OVLEDO

Visita de las localidades de la zona norte. Argiiero y Oles (azabacheros). Quintes y Quintueles (fabricantes de ruedas de molino y pegoyos de

h6rreos). Oviedo (fabricantes de tambores, alfareria de Limanes-Faro y Coopera-

tiva Gitana). Cangas de Onis (cesteros y herreros). Gijdn, Sebralles y Sada (Larzgreo) (talleres de gaitas). Valdedids (fabricantes de objetos de madera: aperos de labranza, fe-

rradas). Luanco y Candds (artesanas de mallas y fabricantes de artefactos de

pesca). Pravia, Sales, Lugones, Grado y AviZe's (recipientes de madera).

En la zona oeste: Taramundi (telares y herreros). Cangas de Narcea (fabricantes objetos de cobre). Ponticiella (telares). Los Oscos (caldereros y forjadores y fabricantes de birimbaos, castafiue-

las, timbales y grillales). Ibias (recipientes de madera). San Tirso de Abres (talla de madera, santos). Llamas de Mouro (ceramics negra). Sonziedo y Vegadeo (herrajes de puertas).

En la zona este: Arenas de Cabrales y Cabrales (pastores fabricantes de zurrones de pie1

de cabra, sillas de raices, instruinentos de cuerno, batanes).

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Pola de Siero (buevos pintos, curtidores de pie1 de rebeco y jabali, herreros).

Tarna, Caso, Vidaco y Amieba (almadrefieros, fabricantes de aperos de labranza, de carros del pais, de collares de vacas y de otros objetos de madera).

SANTANDER

Capital (bocados de caballos). Cueto (tallistas de madera). Meruelo (fundicicin de campanas). Los Tojos (aperos de labranza). Cabezdn de la Sal, Mazcuer~~as, Santa Lucia, Carmona, La Lonzbn, Lan-

tuero-Santiurde, La Hoz, Labiada y Aguayo (yugos de madera, abar- cas, almadreiias, zuecos, cu4vanos, cestos, carros).

VIZCAYA

Munguia y Gatica (yugueros). Ajanguiz, Mugica, Arbacegui, Guericaiz, Arrazua, Mdrmiz, Jauregui y Mu-

rklaga (cesteros). Munguia (abarcas). Guernica y Marquina (cesta-puntas y pelotas de froaton). Bermeo (redes y artefactos de pesca).

ALAVA

Capital (herreros y fabricantes de fuelles de cuero, fundicion cam- panas ).

Narvaja ( alfareria). Salvatierra (cesteros). Ulibarri-Arana (yuguero).

Azpeitia, Nuarbe, Zuvlzdrraga, Tolosa, Irzin, Zarauz, Usurbil y Legorreta (cesteros).

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Guetaria (anclas, astilleros de traineras y txalupas). Tolosa (txistus). Alquiza, Re'gil y Berdstegui (sillas, cestos, fundas de garrafones, carros,

aperos de labranza).

NAVARRA

Zubieta, Sumbilla, Errazu y Elvetea (recipientes de rnadera, bastones, cencerros).

Asteasu (yuguero). Bigiieral, Castillonuevo y Erro (objetos de madera, zuecos, bastones,

ruecas, instrumentos de cuerno, objetos de pie1 de oveja y macho cabrio, abarcas).

Errazu (collares de vacas, zuecos). Babutu (cesteros de paja y mimbre, silleros). Leiza (fabricantes de hachas y cesteros). Elizondo (figuras en barro, escalapines). Cascante (fabricantes de objetos de madera de olivo). Cintrue'nigo (fabricantes de objetos en asta de toro). Corella (herrero). Sesvlza (esparteros). Burlada (cucharas y tenedores de madera).

HUESCA

Capital (herreros, cerarnica popular, santero). Graus (fabricantes de cobres, de objetos de albardoneria y de cuero). Barbastro (tallista de madera). Bolea (herreros). Ainsa (telares y cesteros). Tamarite de Litera (ceramica popular). Fraga (ceramica popular). Javierre de Ara (telares).

TERUEL

Capital (cerkmica, cesteros). Albarracin y Alcaiiiz (herreros),

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Hijar, Calaceite y Calanda (fabricantes de tambores y bombos). Bdguena (herreros). Caminorreal (esteras de hoja de rnaiz). Iglesuela del Cid (telares). Mazaledn (fabricantes de objetos de cuero y de caliastillos para las fies-

tas). Molinos, Torres de Albarracilz, Ojos Negros, Valdetorno (herreros).

SORIA

Buvgo de Osma (herreros y telares). San Esteban de Gornzaz (fabricantes de a lbard~ne~ia y aperos de la la-

branza). Fuencaliente del Burgo (telares de alforjas y de capas de pastor). Sun Pedro Mnnrique (fabricantes de adornos de cabeza de la fiesta de

Las M6ndidas). Almazcin (tallista de madera). Agveda (herrero). Capital (tallista de cristal).

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Colaboradoras de la Catedra del Departamento de Arqueologia de la U. A. de Madrid.

En 10s dias 15 al 28 de julio se celebro en Ampurias (Gerona) el XXVIII Curso International de Prehistoria y Arqueologia, patrocinado por la Diputacion Provincial de Barcelona, a1 que asistieron estudiantes y profesionales del mundo de la arqueodogia nacionales y extranjeros, bajo la direcci6n del doctor Eduardo Ripoll, catedratico de la Univer- sidad Autcinoma de susodicha ciudad.

El primer dia, y corno introducci6n, se celebr6 una reuni6n de 10s cursillistas con la visita a las ruinas y Museo R4onogrAfico de Ampurias. MAS tarde, se explicit el sistema de trabajo a seguir, asi como la for- macion de tres grupos que se ocuparian de la excavation de 10s dife- rentes cortes estratigrAficos. Dicho sistema consistia en el trabajo de campo por las mafianas, y clasificaci6n de materiales, asi como confe- rencias por Las tardes.

De 10s tres grupos forrnados, las que hacen el inforrne trabajaban, respectivamente, en el corte abierto en el Area de la muralla Sur o ce- sariana, dirigido poi- el seiior BarberA y Nuch Espinosa, y ell el corte abierto en el Area del for0 romano, deti-As de la Iinea de 10s terlipletes, y dirigido por el sefior Noya.

Conlo ya se ha dicho, en el Area de la muralla se llev6 a cabo un corte que tenia por objeto averiguar si existe verdaderarnente algfin tipo de construcci6n en el sector izquiesdo de la muralla, el hasta ahora llmado (ctorrecin fantasma,,, ya que 10s parameiltos de uno y otro lado de la puerta no se corresponde~i. El de la derecha, mirado desde el interior de la muralla, tiene sus sillares perfectament tallados conlo si se I~ubiera hecho para ser vistos; por el contrario, el paramento izquier- do aparece descuidado, casi colno si fuera un rellei~o y hubiera habido

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una construccioi~ que mas tarde se destriria. Otra de las causas por la que se abrici este corte fue para averiguar si dicha puerta y muralla es de la 6poca de Cksar, como se ha venido diciendo hasta ahora, o si, por el contrario, es anterior a1 mismo.

En el otro corte, ya aludido, del area del foro, se tenia como objeto dar una cronologia a1 ternplete d3,,, situado a1 Oeste e inmediatamente al lado del templete <<AD, reconstmido en aiios anteriores.

Despuks de esta introduccicjn histbrica a cerca de 10s problernas y objetos de ambos cortes, se inicio el trabajo de carnpo propiamente dicho.

En el area de la muralla, y arrancando de la misma, se hizo una cuadricula de 2 x 2 con orientacibn Sur-Norte. El primer estrato apa- rece como un nivel de relleno compuesto de tierra muy dura en el que se hallaron fragmentos de tegulae, de anforas y otros tipos de ceramica como gris ampurista, gris vulgar, abundante ceramica campaniense y, sobre todo, ceramica roja corriente. Tay que observar la ausencia de terra sigilatta que deberia aparecer segGn la cronologia dada a la mu- ralla hasta ahora; por el contrario, aparecen abundantes fragmentos de Campaniense ((A,> y de imitacibn, lo que hace suponer que es un material de relleno, no se sabe si intencional o no.

En su carnbio de estrato empieza a aparecer ceramica sigilatta clara para ir disminuyendo la 'Campaniense.

En 10s primeros dias aparecieron grandes piedras, cuya fuiici6n se ignoraba; en dias posteriores se supuso que eran relleno de una cons- truccion, posiblemente una torre de defensa de la muralla,

En el ultimo dia de excavaci6n se distinguian claramente en el perfil tres estratos: el superior de un color terroso superficial, en el que aparecia la mayor parte del material de relleno; el segundo de un color mas claro, ocre, en el que aparecian las grandes piedras y ya algunos fragmentos de terra sigilatta; el inferior, de color rojizo. En 10s tres aparecian restos de carbones.

La metodologia seguida era bajar cada dia i: 20 cm.; una ver nive- lado el terreno, se procedia a hacer el plano horizontal y de seccidn, siguiendo el sistema de cordenadas.

Por la tarde, el trabajo consistia en el lavado y clasificacion de 10s materiales aparecidos por la mariana. Entre 6stos destacaban por su abundancia: ceramica vulgar roja y gris ampuritana; fragmentos de tegulae; fragmentos de anforas punicas y romanas, asi como de grandes vasos. Entre la ceriimica fina destacaba la Campaniense, sobre todo el

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grupo y de imitacicin, y la sigilatta clara; tambiCn se hallaron res- tos bseos, malacologicos y algunos de vidrios y metalicos, asi como algunos estucos y teselas.

Como objetos especiales se encontraron: un fragmento de nariz, en terracota de color ocre, que perteneceria a una estatuilla, en cuyo frag- mento hallado se apreciaba claramente su estilo clasico; el otro objeto importante fue una moneda romana, en bronce, de 6poca republicana.

Como conclusion de 10s trabajos realizados en este corte, se puede decir que se trata de niveles de relleno, posiblemente hechos de forma intencional para una construction que seria una torre de defensa.

En el area del foro se realiz6 una cuadricula con estructura meta- lica fija, de 4 x 4, direccion Norte-Sur. Tras una breve introducci6n teorica de la problematica general de dicha zona, se inici6 el rebaje. El primer estrato se trataba de u11 nivel superficial de aportacicin e61i- ca, de arena poco consistente y que contenia en su interior gran can- tidad de fragn~entos de umbricex, tegulae, anforas y de gran vaso, asi cosno abundante terra sigilatta.

En dias sucesivos, y hasta la aparici6n del segundo estrato, siguie- ron saliendo 10s mismos maetirales y se puso a1 descubierto el muro Norte del templete que apareci6 como una pared recta. El segundo estrato contenia gran cantidad de estucos y piedras, resultando bastan- te duro, Lo que luego se identific6 como el posible pavimento de la zona. Adosado al muro Norte aparecia una bolsa de arena. Se Cree que este segundo estrato posiblernente sea de aportaciitn y cronologicamente igual al estrato <(I)>:

La metodologia seguida en este corte sen~ejante a la que se sigui6 en el corte anteriormente descrito. En la clasificacicin de 10s materia- les destacaban por su abundancia: fragmentos de hnforas, de grandes vasos y de tegulae; asi como de sigilatta subghlica y aretina y de la llamada ceramica de <<cascara de huevon. Tambikn aparecian restos oseos y malacolejgicos.

Conlo objetos especiales podemos citar un (<falo,, de bronce de 1 4 centimetros de largo, encontrado en el segundo estrato; un fragmento de terra sigilatta sudgalica con la rnarca del alfarero OF. ARA ..., tam- bikn hallada en el segundo estrato, asi como dos monedas de bronce de la 6poca imperial.

Por no haberse conclrtido esta excavation en el tiempo que dur6 el cursillo, no se ha podido fechar todavia con exactitud el templete c(B,>,

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objetivo del corte, aunque se Cree que fue hecho en 6poca imperial, en segunda mitad del siglo I d. C.

Por las tardes, como ya se ha dicho, despues de la clasificacion de 10s materiales, en la biblioteca del Museo se pronunciaban dos confe- rencias diarias; la mayoria de ellas Iian tratado sobre asuntos relacio- nados con la ciudad griega y romana de Ampurias.

Entre ellas han destacado la pronunciada por el seiior Barbera a cerca de las ceramicas aticas, aludiendo a las distintas fases de 10s hallazgos de Ias mismas en la Peninsula. El sefior San Marti habl6 sobre las ceramicas campanienses y 10s distintos tipos que aparecen, tanto en la Peninsula Ib6rica como fuera de ella, asi corno de su crono- logia, tipos de decoracion, formas, etc. El profesor Morel1 diserto sobre la necropolis de Ampurias relacionAndola con Focea, haciendo distintas alusiones a las civilizaciones griegas, punicas y etruscas. Entre otras, estitn la del profesor Bascual a cerca de las 6nforas romanas y punicas; la del doctor Oliva, sobre sus trabajos de excavation en la zona de Rosas.

El profesor Kuhkan hablo sobre 10s eleinentos que relacionan la Peninsula con el MediterrAneo oriental. Respecto a las excursiones, el 18 de julio realizamos una visita a la gruta paleolitica de LJArago, en Tautuwel (Rosellon), situada en lo alto de un monte que ha sufrido la erosion terciaria, y en donde el profesor Lummley dirigia una excavacibn, el cual explic6 la metodologia seguida en 10s trabajos, asi como 10s hallazgos de materiales y restos animales y Iiumanos, entre 10s que destaca un critneo, posiblemente pertenecien- te a un pre-neandertal, segun 10s prirneros estudios realizados, y dos mandibulas comparables con las halladas en Mauer y Steinheim. Se- guidamente visitamos el campamento en donde tienen instaladas tien- das de trabajo provisionales para clasificar, dibujar, etc.

Por la tarde visitamos el Castillo de 10s Reyes de Mallorca, en Per- piiian, donde igualmente visitamos su Museo Arqueologfco.

El dia 25 realizamos otra excursioi~ a Gerona, que fue dirigida por el doctor Oliva. Comenzamos eiltrando por la calzada romana hasta llegar a la puerta de las Gallias. Visitamos el Palacio de Justicia que esta situado sobre la antigua muralla roinana, y mas tarde medieval, viendo la estratigrafia llevada a cabo en un s6tano de dicho Palacio, y en la que se podia distinguir claramente niveles inedievales, romanos e ibericos.

Se visit6 asimismo San Pedro de Galligans, importante monument0

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del arte romanico y sede de la orden benedictina de Gerona. Su claus- tro, aparte del gran inter& de sus capiteles con temas tipicos del roma- nico, destaca porque es el Gnico en donde se dan en cada esquina y en la parte central del mislno cinco columnillas unidas.

Era obligada la visita a la Catedral, situada sobre un antiguo templo romano; en la Edad Media se hizo una catedral romanica, y en la 6poca gotica, despuds de muchas discusiones a cerca de su ampliacion, se opt6 por dejar una sola nave, sustituyendo las laterales por capillas. Entre 10s objetos de valor que se encuentran en este templo destaca el tapiz de <<La Creacicin~, del siglo XII, 6nico en el mundo copiado de un tema de c6pula.

Mas tarde hicimos una visita a1 Museo Arqueol6gic0, situado en el Palacio de la Fontana D'Or; entre sus materiales destacan 10s hallazgos de 10s Sepulcros de Fosa. El dia terminb con la visita a las ruinas de Ullastret, en donde el doctor Oliva explic6 con todo tip0 de detalles sus trabajos realizados en este poblado ibCrico, asi como 10s rnateriales halllados, hoy en el Museo Monografico instalado en lo alto del cerro.

El XXVIII cursillo se clausuro con una cena, a la que asistieron todos 10s cursillistas y profesores.

Creemos que a pesar de algunos fallos habidos, el resultado ha sido favorable, ya que nos hemos farniliarizado con mas profundidad en la arqueologia de esta zona catalana.

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del arte rom5nico y sede de la orden benedictina de Gerona. Su claus- tro, aparte del gran interds de sus capiteles con temas tipicos del rom8- nico, destaca porque es el Gnico en donde se dan en cada esquina y en la parte central del mismo cinco columnillas unidas.

Era obligada la visita a la Catedral, situada sobre un antiguo templo romano; en la Edad Media se hizo una catedral romAnica, y en la dpoca @tical despuds de muchas discusiones a cerca de su ampliaci611, se opt6 por dejar una sola nave, sustituyendo las laterales por capillas. Entre 10s objetos de valor que se encuentran en este templo destaca el tapiz de <<La Creacibn,,, del siglo XII, Gnico en el mundo copiado de un tema de cbpula.

Mas tarde hicimos una visita a1 Museo Arqueol6gic0, situado en el Palacio de la Fontana DIOr; entre sus materiales destacan 10s hallazgos de 10s Sepulcros de Fosa. El dia termin6 con la visita a las ruinas de Ullastret, en donde el doctor Oliva explico con todo tip0 de detalles sus trabajos realizados en este poblado ibdrico, asi como 10s materiales hallados, hoy en el Museo Monografico instalado en lo alto del cerro.

El XXVIII cursillo se clausuro con una cena, a la que asistieron todos 10s cursillistas y profesores.

Creemos que a pesar de algunos fallos habidos, el resultado ha sido favorable, ya que nos hemos familiarizado con m8s profundidad en la arqueologia de esta zona catalana.

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PRESENTACION . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . 5 Bases para el estudio de la econornia agricoln y gnnadera en

el Neolitico Hispano . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . ... . . 9 La caza en el ArZe rupestre del Levante espnt5ol . .. . . . . . . 29 El Arte rupestre en la provincia de Segovia . . . . . . . . . . . . 57 Nuevas aportacio~zes a1 tema de lns purztas cca barbillon* . . . . . 7 1 Aportaciones para la carta arqueoldgica del Norte de la pro-

vincia de Cdrdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Erz el Centenario de la Academia de Bellas Artes de EspaGa

e n Roma . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ~ . . . . 123

VARIA

Fragmento de cuenco campaniforvlze aparecido en Buendia (Czrenca) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . 233

La casa popztlar, ternn actual de estudio . 137

NOTICIARIO

Memoria del Departamento de Prehistoria y Arqtteologia ... 141 Museo de Artes y Tradiciones Populares ... ... ... ... ... . . . . . 147 Informe sobre el X X V I I l Curso International de Preizistoria

y Arqueologia celebrado en Arnpurias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

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