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4 OCTUBRE-DICIEMBRE 2014 BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN Octava época, año 1

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4OCTUBRE-DICIEMBRE

2014BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Octava época, año 1

BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Ciclistas en la entrada del Ejército Constitucionalista a la ciudad de México. (20 de agosto de 1914).

AGN, INEHRM, Osuna, caja 6, foto 414.

Octava época, año 1, núm. 4, octubre-diciembre, 2014

BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Archivo General de la Nación

Mercedes de VegaDirectora General

Alba Alicia Mora CastellanosDirectora General Adjunta

María Fernanda Treviño CamperoDirectora de Publicaciones y Difusión

Marco Antonio Silva MartínezJefe del Departamento de Publicaciones

Diseño y formación: Elisa Cruz Cabello

Asistencia en la corrección de estilo: Elvia Alaniz Ontiveros y Guillermo Iván López Alemán.

Asistencia en la investigación: Carlos Alday García

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, octava época, año 1, número 4, octubre-diciembre de 2014, es una publicación trimestral del Archivo General de la Nación, donde se publica y distribuye, con domicilio en Eduardo Molina 113, colonia Penitenciaría Am-pliación, delegación Venustiano Carranza, C. P. 15350, México D. F.

Tel. 51 33 99 00, exts. 19325, 19424 y 19330Correos electrónicos: [email protected]; [email protected]; Página web: www.agn.gob.mx

Editor responsable: Marco Antonio Silva Martínez.

Reserva de derechos de uso exclusivo ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor número: 04-2009-110916591800-106.

Licitud de título y licitud de contenido otorgado por la Comisión Califi cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación número: 15036.

ISSN-0185-1926

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación se terminó de imprimir en septiembre de 2014 Tipográfi ca, S. A. de C. V. Imagen núm. 26, Col. Lomas de San Ángel Inn, C. P. 01790, México, D. F.

Las opiniones vertidas en los artículos aquí publicados son responsabilidad exclusiva de sus respectivos autores, quienes sólo ceden sus derechos de reproducción al Archivo General de la Nación.

Se permite la reproducción de los artículos aquí contenidos siempre y cuando se cite la fuente.

DERECHO DE USOSe permite la reproducción, publicación, transmisión, difusión en cualquier modo o medio de cualquier parte del material contenido en el archivo (únicamente texto sin imágenes) sin alterar o modifi car el original, con fi nes de referencia y/o reproduc-ción, académicos o educacionales, con excepción de los personales o comerciales, citando la fuente de referencia y otorgando el crédito correspondiente al autor y al editor.

Consejo Editorial

Pedro Ángeles Jiménez Instituto de Investigaciones Estéticas,Universidad Nacional Autónoma de México

Alicia Barnard Amozorrutia Consultora independiente,Proyecto InterPARES (colaboradora)

Diana Birrichaga GardidaFacultad de Humanidades,Universidad Autónoma del Estado de México

Erick Cardoso EspinozaDirección de Tecnologías de la Información

Mercedes de VegaDirección General,Archivo General de la Nación

Gisela González FloresDirección del Archivo Histórico Central,Archivo General de la Nación

Claudia López IglesiasDirección del Sistema Nacional de Archivos,Archivo General de la Nación

Javier Mac Gregor Campuzano División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa

Sandra Peña Haro Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación,Universidad Nacional Autónoma de México

Carlos Armando Preciado de Alba División de Ciencias Sociales y Humanidades,Universidad de Guanajuato

María José Rhi Sausi GaravitoDepartamento de Economía,Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco

Alicia Salmerón Castro Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

María Fernanda Treviño Campero Dirección de Publicaciones y Difusión,Archivo General de la Nación

Juan Voutssás Márquez Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información,Universidad Nacional Autónoma de México

Tabla de contenido

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Presentación

GALERÍAS DE LA HISTORIA

El debate sobre la “uniformidad” en las relaciones laborales: ¿invasión de esferas políticas o reconfi guración del federalismo mexicano? 1924-1929David Adán Vázquez Valenzuela

Una propuesta reyista para la juventud del país: la Segunda Reserva del Ejército Nacional en el Distrito Federal, 1900-1902Marco Enrique Sánchez López

La insalubridad en la ciudad de México durante 1899. Breve panorama dibujado por El Hijo del AhuizoteGretel Ramos Bautista

PORTALES DE LA ARCHIVÍSTICA

El sindicalismo en México a través de la lente de Aurelio EscobarAna Lilia Quintero Barajas

Equipamiento y adecuación de la bóveda de almacenamiento del archivo de Fundación ICA A. C.Gustavo Lozano

La archivística en colecciones fotográfi casBerenice Hernández Rochin

RESEÑAS

Tejedores de imágenesLourdes Roca, Felipe Morales, Carlos Hernández y Andrew GreenPor Alicia Salmerón

La gran cruzadaAgustín RamosPor Marco Antonio Silva Martínez

Los documentos de archivo. Cómo se conservanCarmen Bello Urgellés y Ángels Borrell CrehuetPor Nicolás Gutiérrez Zepeda

DOCUMENTOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Imagen centenaria: Ciclistas en la entrada del Ejército Constitucionalista a la ciudad de México María Inés Ortiz Caballero

José Revueltas: palabra de tierra y agua

Normas para la entrega de originales

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9LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

PRESENTACIÓN

La organización y división del poder político, las disputas por el reparto de posiciones de mando entre grupos políticamente activos y la labor de la prensa crítica por la reconducción de los asuntos públicos son algunos de los temas por excelencia de los que se ocupa la historia política. La sección “Galerías de la Historia” de esta edición de Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación reúne tres artículos atentos a estas signifi cativas cuestiones en el México de fi nales del siglo XIX y primeras décadas del XX. El primero de ellos estudia un momento de la conformación del Estado posrevolucionario, atravesado por fuertes tensiones entre el centro y las regiones; el segundo nos acerca a la respuesta social ante un proyecto de organización cívico-militar surgido en el marco de las luchas por el poder entre las élites porfi rianas al abrir el siglo xx; el tercero remite a una original campaña periodística que, a partir de la exhibición de fallas en las políticas públicas, arremetió contra la reelección presidencial de 1900.

La exploración de los debates parlamentarios, como la realizada por el autor del primer artículo, permite un provechoso acercamiento al gradual y espinoso proceso de centralización política que tuvo lugar en México durante las décadas de 1920 y 1930. Su seguimiento y análisis de las discusiones en el Congreso, en particular de la polémica en torno a las atribuciones para legislar en materia laboral, pone en evidencia una fuerte tensión centro-regiones: por un lado, tiraba un gobierno nacional empeñado en “ordenar” al país e impulsar el “progreso” económico; por otro, resistían a su empuje fuerzas estatales que intentaban mantener el control político y económico en sus demarcaciones. Por este camino, se muestra uno de los aspectos de ese difícil proceso de redefi nición del federalismo mexicano y de afi anzamiento del Estado posrevolucionario.

Los otros dos artículos remiten al porfi riato. Uno tiene como escenario las luchas internas de la élite política por la sucesión presidencial. Su tema es la respuesta en la capital del país a la convocatoria para la organización de la Segunda Reserva del Ejército Nacional (1900-1902). En el contexto de una fuerte presión social de nuevos grupos medios, interesados por participar en un mundo político excluyente, la creación de este cuerpo cívico-militar ofrendó espacios a algunos de esos grupos y proyectó a su promotor,

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el general Bernardo Reyes, como posible sucesor de Porfi rio Díaz. El entusiasmo con que fue recibida la convocatoria para formar cuerpos reservistas en la ciudad capital da cuenta de la potencialidad del proyecto y también, desde luego, del “peligro” que Reyes comenzó a representar para sus contrincantes.

El tercer artículo se sitúa en un momento apenas más temprano del porfi riato: 1899, cuando se prepara la quinta reelección de Porfi rio Díaz. Pero el protagonista no es un grupo político en pos de posiciones de mando, sino un vocero de posturas críticas frente al régimen en su conjunto: El Hijo del Ahuizote. Este semanario político, constructor de opinión pública, enfi ló en 1899 sus lanzas contra las políticas sanitarias y de salubridad del gobierno capitalino y, en general, del gobierno federal. Su arma, la caricatura política; su mira, descalifi car la reelección presidencial en puerta.

En la sección “Portales de la Archivística” se presentan tres artículos que incursionan en el campo de la imagen y las particularidades de los archivos iconográfi cos. El primero de los textos nos revela a Aurelio Escobar, fotoperiodista mexicano que trabajó en México y Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX y llegó a conformar un vasto acervo de imágenes panorámicas. El texto subraya la importancia de tal archivo fotográfi co, resguardado en el AGN, a través de cuyas imágenes da cuenta, entre otros temas, del movimiento sindical en México.

Los otros dos artículos describen y explican las particularidades inherentes a los acervos fotográfi cos y la necesidad de ejecutar medidas de conservación, organización y descripción en aras de potenciar su preservación y acceso. El primer texto se centra en la propuesta de equi-pamiento y adecuación de la bóveda de almacenamiento del archivo de Fundación ICA, donde se reguardan aproximadamente un millón y medio de objetos, entre los que destacan negativos, impresiones y transparencias, así como materiales cinematográfi cos y cintas magnéticas de audio y video.

De forma complementaria, el segundo artículo refi ere la importancia del cumplimiento de la normativa en materia archivística para el procesamiento de imágenes y expone una propuesta de distribución del trabajo que contempla las etapas de ingreso, organización y descripción de las colecciones fotográfi cas.

Alicia Salmerón y Sandra Peña Huerta.

GALERÍAS DE LA HISTORIA

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EL DEBATE SOBRE LA “UNIFORMIDAD” EN LAS RELACIONES LABORALES: ¿INVASIÓN DE ESFERAS POLÍTICAS O RECONFIGURACIÓN

DEL FEDERALISMO MEXICANO? 1924-1929

David Adán Vázquez Valenzuela*

* Doctorado en historia. El Colegio de México

Resumen

Este trabajo analiza la iniciativa que buscó “uniformar” las leyes laborales en México durante la década de 1920. Sitúa a esta última dentro de un esfuerzo más amplio que tenía por objetivo fortalecer la capacidad política del gobierno federal en el periodo posrevolucionario. En el proceso, expone la manera en que representantes de los poderes centrales trataron con autoridades estatales y sus delegados en el congreso para favorecer el avance de la industria a nivel nacional. Dicho ejercicio, según se esboza, constituyó parte de la articulación del federalismo mexicano del siglo XX, pues centralizó las atribuciones para legislar en materia de trabajo.

Palabras clave: Leyes laborales, poderes centrales, federalismo mexicano

Abstract

This paper analyzes the initiative that sought to standardize Mexican labor laws during the 1920s. It argues that the latter was part of an effort to strengthen the political capacity of the Mexican Federal Government during the post-revolutionary period. In the process, it exposes the way in which offi cials of the central powers dealt with state authorities and their representatives in Congress to promote the advance of industrial capital in Mexican territory. Accordingly, such negotiations are taken as part of the articulation of twentieth-century Mexican federalism, since they tended to centralize the law-making faculties that concerned labor matters.

Keywords: Labor law, cenral powers, mexican federalism.

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Introducción

La capacidad centralizadora del Estado mexicano postrevolucionario ha sido un tema recurrente en varios estudios histórico-políticos. La supuesta concentración de poder alrededor de la fi gura presidencial ha contribuido a generar visiones en las que se desdibuja el juego de fuerzas económicas, políticas y sociales que hicieron surgir la forma federal de administrar el país. En ocasiones, el federalismo mexicano se ha llegado a considerar una especie de “sistema solar”, donde el presidente ocupa el lugar central y el res to de las instancias de gobierno se mueven solamente en relación con el Eje-cutivo de la república.1

La fuerza de lo que algunos historiadores y politólogos conciben como “centro”, sin embargo, distó de ser generada ab initio. La facción triunfadora de la revolución enfrentó serias difi cultades para afi anzar un gobierno federal con capacidad de “ordenar” el caos que había surgido en la lucha armada.2 Para la década de 1920 el país se encontraba bastante fragmentado. Sufría todavía de luchas internas esporádicas y enfrentaba serias difi cultades económicas. El confl icto revolucionario había afectado gravemente a la agricultura, la infraestructura ferroviaria y a algunas industrias; peor aún, había creado desorden en el sistema bancario y un “caos monetario” que hacía falta arreglar.3 En visión de un buen número de ofi ciales del gobierno federal se necesitaba consolidar un liderazgo fuerte; un centro que controlase sectores claves y fungiese como mediador entre distintos actores y grupos políticos y sociales que en ese momento eran antagónicos.4

1 Este método es seguido en la historiografía que trata al sistema político mexicano desde hace décadas, aunque es también utilizado por historiadores relativamente contemporáneos. Véase, por ejemplo, Goodspeed, “Papel”, y Krauze, Presidencia. 2 Este esfuerzo por “ordenar” los aspectos más importantes de la vida nacional bien podía tener su origen mucho antes del conflicto armado de 1910. De acuerdo con Luis Aboites Aguilar, el intento de conformar un “centro” fuerte que promoviera la “unidad nacional” y la “unidad política” se había dado al menos desde la segunda mitad del siglo XIX y se había hecho “más y más evidente” a lo largo del porfiriato. Véase Aboites, ¨En busca¨, pp. 719-722. 3 Una breve descripción de la enorme necesidad que tenía el país por reconstruir la economía en ese momento se puede encontrar en Meyer, “Institucionalización”, pp.834-846. 4 Este proceso, en términos generales, está desarrollado por Alicia Hernández Chávez en su ensayo “Federalismo y gobernabilidad en México”. Véase Hernández, “Federalismo”.

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Durante las décadas de 1920 y 1930 resultaron de carácter estratégico las relaciones laborales. El avance del país requería, según ciertos funcionarios, no sólo la cooptación del liderazgo sindical, lo cual se logró relativamente pronto, sino también un solo código general de trabajo que pusiese fi n a la “anarquía”5 legislativa que prevalecía en la materia.6 Existía una multiplicidad de reglamentos en los estados de la república que mediaban las relaciones laborales y que, de acuerdo con funcionarios del gobierno federal, resultaban obsoletos. Había empresas (y obreros) que operaban en más de una entidad federativa y, como resultado, debían ajustarse a ordenanzas distintas a pesar de llevar a cabo una sola actividad industrial.

Así surgió, en la década de 1920, un esfuerzo por “uniformar” a nivel nacional las leyes que regían la relación entre empleadores y empleados. Dicho ejercicio se promovía desde el gobierno federal y buscaba desarticular la diversidad de legislaciones estatales relativas al trabajo, tratando con ello de brindar mejores condiciones al “desarrollo” económico del país; fortalecía, pues, la posición del centro como coordinador del crecimiento y brindaba la oportunidad de organizar mejor la reconstrucción nacional. Esta medida, sin embargo, pronto encontró fuertes resistencias. Dirigentes de las entidades federativas, empresarios e incluso líderes sindicales la consideraron invasiva. Con ella, el gobierno federal parecía acumular mayores potestades e incrementar su tamaño, lo que, según arguyeron, violentaba esferas ajenas a sus facultades.

5 Este ensayo utilizará el término “anarquía” en el sentido empleado por Luis Aboites en algunos de sus trabajos. Según el autor, dicho vocablo “servía para describir el desorden, el desarreglo o la desintegración de la nación” después de la revolución. La idea que estaba detrás de éste era que el sistema federal había provocado que los estados y municipios — entidades políticas soberanas— emitieran leyes fiscales y laborales (y quizá de otros tipos) bastante disímiles. Ello había generado que el territorio nacional se asemejase a una especie de “mosaico legislativo”, en el cual era difícil coordinar esfuerzos para promover el desarrollo económico. Al existir soberanías múltiples y al permitir que cada una de ellas legislara a su manera aquellos aspectos que afectaban la vida económica del país, se daba, pues, una especie de desorden que parecía complicado arreglar. Véase Aboites, ¨En busca¨, pp. 712, 718-720. 6 Así la concibió Alberto J. Pani en una exposición sobre el tema que hizo a la Cámara de Diputados en 1926. Véase, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, Sesión del 28 de diciembre de 1926, Núm. 696, s/n. Nota sobre las fuentes: Una gran parte de las fuentes utilizadas para realizar este trabajo vino de los diarios de debates de las Cámaras de Diputados y Senadores, los cuales se encuentran en línea. Mientras que el Diario de Debates del Senado aparece en formato PDF y, por tanto, se pueden consultar sus números de página, el de la Cámara de Diputados aparece en formato html, por lo que fue imposible conseguir el paginado sobre las notas a las que hacemos mención.

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Este ensayo explora, precisamente, el debate que se dio en torno al esfuerzo por “uniformar” las leyes laborales durante los últimos años de la década de 1920, se adentra en los argumentos y contra-argumentos que surgieron en torno a la propuesta y sostiene que, si bien el gobierno federal buscaba acumular poder político con la medida, el ejercicio constituía más una disposición por fomentar la iniciativa privada. A pesar de que generaba a la industria nuevas regulaciones, le brindaba, también, la oportunidad de deshacerse de trabas locales y apegarse a normas estandarizadas y uniformes con fi nes “desarrollistas”.

De este modo, el presente estudio toma como referencia el debate en torno a la ley federal del trabajo y lo considera como un ejercicio de construcción del federalismo mexicano en varias esferas. Como afi rman Marcello Carmagnani y Alicia Hernández, esta forma de gobierno en América Latina ha distado de ser una doctrina exógena, traída de tierras extrañas, o una creación propia. Más bien se ha constituido en el continente a partir de la combinación de principios teóricos que, si bien han sido generados en otros lugares, se han adaptado a coyunturas y realidades locales.7 Para realizar este ejercicio de análisis se toman, pues, una coyuntura particular —la necesidad de México por echar a andar su economía después de la revolución— y la realidad que supusieron los retos que se le presentaron a una iniciativa con estos fi nes. Se propone, asimismo, que las discusiones que generó la propuesta de “federalizar” las leyes laborales tuvieron implicaciones económicas, sociales e, incluso, urbanísticas; es decir, que la articulación del federalismo mexicano no se dio solamente en el campo político, sino también en otros espacios.

El ejercicio esbozado tiene como propósito abrir vetas de investigación para el estudio de la conformación del sistema político mexicano. La atribución de facultades al gobierno central para “legislar” e “implementar” leyes que apuntaban a mediar entre la fuerza de trabajo nacional y sus empleadores tuvo, sin duda, consecuencias que aún están poco exploradas. Al adentrarse en las polémicas que generó la propuesta de implementar un código único del trabajo a nivel federal, se pueden complementar algunos

7 Véase Hernández, “Federalismo”, pp. 263-265 y Carmagnani y Hernández, Federalismos, pp. 397-399.

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de los estudios que se han acercado a coyunturas económicas y realidades sociales de la época. Si el ensayo logra abrir algunas interrogantes en este sentido, meta que se propone en la parte fi nal, habrá cumplido su cometido.

La anarquía

La necesidad de tener puntos de convergencia en las legislaciones laborales de los estados surgió desde el propio congreso constituyente de 1916-1917. Al proponer el artículo 123, los diputados establecieron que debían ser el Congreso de la Unión y las legislaturas de las entidades federales quienes expidiesen “leyes sobre el trabajo, fundadas en las necesidades de cada región, las cuales regirán el trabajo de los obreros”.8 El legislativo federal reglamentaría esta materia en la capital, y los territorios federales y los congresos locales harían lo propio en sus jurisdicciones. Así pues, se dio oportunidad de que existiese una multiplicidad de reglamentaciones que afectaban puntos clave del quehacer laboral. El artículo 123 permitió, por ejemplo, que el salario mínimo se fi jase “atendiendo a las condiciones de cada región” y que fuesen comisiones formadas “en cada municipio” las que procurasen su aplicación. Estas comisiones tenían, además, la facultad de “fi jar” el porcentaje en la participación de utilidades e incluso de validar contratos entre obreros locales y el capital extranjero.

La excesiva autonomía fue incluso cuestionada por legisladores como el diputado Heriberto Jara. Éste consideró que el artículo presentaba el riesgo de que “las legislaturas de los estados” acataran derechos como la huelga “bajo distintos aspectos”. Señalaba que existía la posibilidad de que alguna de las entidades federales invocara “la conservación del orden” para coartar esta libertad, lo cual contravendría a la propia Constitución.9 El artículo, sin embargo, quedó aprobado en términos generales, lo cual acarreó una serie de interpelaciones conforme corrieron los años.

La facultad de los estados para “expedir” y ejecutar legislación laboral resultó difícil de concretarse. Casi todas las entidades federales tomaron tiempo para reglamentar el artículo 123.10 Al hacerlo, la mayoría de los

8 Diario de los Debates del Congreso Constituyente, 23 de enero de 1917, p. 604.9 Ibid., p. 617.

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congresos y gobernantes locales adoptaron normas que respondían a necesidades regionales. Como consecuencia, existieron puntos clave en los que entidades federativas legislaron de forma distinta. En 1924, el presidente Álvaro Obregón criticó la heterogeneidad que existía en cuanto a normatividad laboral. Apuntó:

Mientras que en unos Estados el arbitraje es obligatorio, en otros es voluntario; en unos se da a los laudos de las juntas de Conciliación y Arbitraje fuerza ejecutiva y en otros ni se apunta la forma de ejecutarlos; algunas leyes establecen el contrato colectivo como obligatorio pero todas divergen fundamentalmente en la naturaleza de este mismo contrato. La organización obrera se encauza en algunas Entidades por el camino de la asociación profesional, mientras en otras sólo se exige la concurrencia de determinado número de individuos para constituir los sindicatos. Las indemnizaciones por accidentes presentan una variedad notable en las diversas reglamentaciones. Y así podrían irse citando las múltiples divergencias fundamentales que hacen de las leyes cuya misión es el mejoramiento de la clase trabajadora y el equilibrio social, más bien un tropiezo para la reforma, porque dividen a los trabajadores, producen la inseguridad y la alarma en la industria y desorientan el criterio nacional.11

En visión de Obregón, la multiplicidad de legislaciones en materia laboral parecía ir contraria a la promoción del “progreso” y la “prosperidad” del país. Tanto los miembros de las clases “trabajadoras” como los “capitalistas” eran ciudadanos de una sola “nación” y distaban de ser individuos estáticos. Se movían constantemente y emprendían proyectos en distintos estados de

10 La legislatura del estado de Yucatán fue la que adoptó un “código del trabajo” de manera más expedita. Véase Diario Oficial del Estado de Yucatán, 8 de agosto de 1929, pp. 1-8. Chihuahua, sin embargo, no emitió un Código del Trabajo hasta 1922; Chiapas hasta 1926; Zacatecas hasta 1927 e Hidalgo hasta el 2 de diciembre de 1828. Véase Diario Oficial del Estado de Chihuahua, 15 de julio de 1922, “Suplemento” pp. 1-48; Periódico Oficial del Estado de Chiapas, 22 de diciembre de 1926, pp. 5-12; Periódico Oficial del Estado de Zacatecas, 18 de junio de 1927, pp. 1-27 y Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Hidalgo, 8 de diciembre de 1828, pp.1-11 (454-466). 11 Esta crítica fue enviada a la Cámara de Diputados dentro de una propuesta para unificar las leyes laborales a nivel nacional, la cual será sujeto de análisis de este ensayo más adelante. El proyecto de Obregón, sin embargo, tardaría muchos años en realizarse. Véase, “Proyecto de ley que reforma el artículo 123 de la Constitución general de la República”, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión efectuada el 30 de septiembre de 1924, núm. 23, p. s/n.

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la república, por lo que la multiplicidad de normativas les representaba más un obstáculo que un incentivo a sus iniciativas.12

La crítica emitida por el Ejecutivo Federal se podía palpar en la formulación y aplicación de las leyes en los estados de la república. A Querétaro, por ejemplo, se le acusaba en los debates del congreso federal de haber formulado una normatividad contraria a los intereses de los trabajadores, mientras que a Yucatán se le elogiaba por implementar una radical.13 Según los diputados federales que criticaban la “anarquía” legislativa, lo anterior generaba el riesgo de un desarrollo asimétrico en el país. Algunos estados con legislaciones laxas podían convertirse en verdaderos polos industriales, mientras que aquellos que implementaran una legislación a favor de los trabajadores se verían privados de inversiones.14

Algunos de los gobiernos de las entidades federales incluso se veían en problemas para aplicar la legislación que habían generado. En Puebla, por ejemplo, los “industriales” rehusaron regirse por la nueva normatividad laboral y, en protesta, recortaron puestos de trabajo.15 En respuesta, el gobierno del estado buscó negociar con los empresarios, pero éstos resistieron de manera “tenaz”, a tal punto que los trabajadores decidieron acudir a los legisladores federales para que les prestasen ayuda.16 Al parecer, los “industriales” se aliaron con el gobernador del vecino estado de Tlaxcala, a quien la administración de José María Sánchez, ejecutivo estatal poblano, tachaba de “reaccionario”.17 Más aún, utilizaron el recurso de amparo, el cual tuvo que ser desechado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el propósito de regular por fi n las relaciones laborales en dicha entidad federativa.18

Algo similar sucedió en el estado de Veracruz. Ahí, el Código del Trabajo instituyó el reparto de utilidades, a lo que un sinnúmero de empresarios presentaron una férrea resistencia.19 Aprovecharon rendijas legales que

12 “Proyecto de ley que reforma el artículo 123 de la Constitución General de la República”, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión efectuada el 30 de septiembre de 1924, núm. 23, p. s/n13 Véase Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 6 de octubre de 1924, núm. 26, p. s/n. 14 Idem.15 Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 15 de diciembre de 1921, núm. 64, p. s/n. 16 Idem. 17 Véase Buve, Movimiento revolucionario, p. 453.18 Esta situación fue recordada por el propio José María Sánchez algunos años después,

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les proporcionaban las propias leyes laborales y formaron sindicatos afi nes a sus intereses. Éstos, según las agrupaciones constituidas por trabajadores “radicales”, desempeñaban el papel de esquiroles.20 Se aliaban con los patronos en cualquier disputa contra los asalariados, perjudicando directamente a quienes se suponía debían defender. Así, tanto en Veracruz como en Puebla, las normativas que buscaban favorecer a los obreros eran raramente aplicadas.

La “anarquía” en normatividad laboral contrariaba, de esta forma, al proyecto de reconstrucción de la “nación”. Daba oportunidad a que gobernadores de los estados crearan sus propias clientelas políticas y a que existieran empresarios que formaban cotos de poder desde los cuales podían evadir las leyes. Consecuentemente, propiciaba que en algunas regiones se diesen alianzas entre políticos locales y empresarios, algo que un buen número de funcionarios federales veían como un riesgo.

Los poderes federales, sin embargo, no tenían la facultad de legislar en materia laboral. Como se ha mencionado, la Constitución de 1917 había previsto que esta potestad quedaba conferida a los estados para casi todo el territorio nacional.21 Así pues, para “federalizar” el Artículo 123, el Poder Legislativo Federal debía adquirir primero la autoridad para normar en materia de trabajo, lo cual le llevó todavía tiempo. Se proponía, de esta forma, ajustar el modelo federalista a la realidad social y económica del país. De este modo, al intentar centralizar la potestad de emitir leyes en la materia, se constituía un ejercicio de construcción de un sistema político propio: un federalismo que cada vez más tenía tendencias centrípetas.22

cuando pertenecía a la Cámara de Diputados. Véase, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 2 de octubre de 1925, Núm. 19, p. s/n. 19 Así fue señalado en una de las sesiones que se utilizó para promover la reglamentación al artículo 123 en el Distrito Federal y los Territorios. Véase, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 1ero. de septiembre de 1922, p. s/n. 20 Esta queja la presentó el Partido Comunista Mexicano a la Cámara de Diputados el 27 de mayo de 1925. Véase, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 27 de mayo de 1925, núm. 70, p. s/n.21 Cabe aquí recordar que el Congreso federal solamente tenía la potestad de normativizar esta materia en aquellas demarcaciones territoriales que se encontraban bajo su jurisdicción y de las cuales, por supuesto, la principal de ellas era el Distrito Federal. Véase nota 7.22 En efecto, la tendencia del gobierno federal a adquirir más poder no sólo se dio en materia laboral. Para estimular la “reconstrucción económica”, los poderes centrales buscaron controlar otros sectores que sus funcionarios consideraban clave. Luis Aboites se ha encargado de analizar de manera amplia el proceso de centralización fiscal, el cual supuso también un sinnúmero de negociaciones entre la Federación y los estados. Algunos de estos

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La propuesta y sus obstáculos

La propuesta de dar facultades al Congreso para que pudiese legislar en materia laboral llegó relativamente pronto. En septiembre de 1924, Álvaro Obregón abogó por un “Código único” para regular las relaciones entre “patronos” y trabajadores. Precisaba que dicha iniciativa favorecería el desarrollo del país, pues se entendía que

una de las bases de nuestra organización económica, [era] la unidad de prácticas y la igualdad de oportunidades para la industria y el comercio de toda la República, de manera que ambos se desarrollen bajo las mismas condiciones legales y queden sujetos uniformemente a la sola competencia que permitan los costos de producción y la oferta y la demanda.23

Obregón creía, de esta forma, que la nación representaba un ente político que debía regirse de manera uniforme en materia de trabajo. Concebía que, al existir multiplicidad de legislaciones a lo largo y ancho de la república, se daba algo similar a las características del “comercio internacional”: se facultaba a entidades soberanas para “restringir el comercio”, “elevar impuestos” y “promover la competitividad” de sus trabajadores por medio de legislación.24 Demandaba, por lo tanto, que se reformara el propio Artículo 123 y que se hiciera explícito que sería el Congreso de la Unión quien expediría “leyes sobre el trabajo, para toda la República”.25 Según él, tanto “trabajadores” como “patronos” merecían tener una sola ley en sus relaciones, medida que ya trataba de ser implementada en otras naciones.

“afanes centralistas” en materia tributaria se pueden consultar en Aboites, Excepciones, pp. 165-175. 23 Véase, “Proyecto de ley que reforma el artículo 123 de la Constitución general de la República”, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión efectuada el 30 de septiembre de 1924, núm. 23, p.s/n. Cursivas añadidas.24 Esta definición de “comercio internacional” la tomo de Paul Krugman, quien profundizó en el tema en la década de 1990. La aplico porque me parece que en los aspectos entrecomillados se desglosan características similares a aquellas que querían combatir los promotores de la ley laboral del trabajo. Véase Krugman, Economía, pp. 4-5.

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No era casual que Obregón y quienes actuaron después de él para promover la “federalización” de las leyes del trabajo apelaran a la comparación con lo que hacían otros gobiernos. Una de las principales funciones que se atribuían a un Poder Central en el sistema federalista —incluso desde el debate que se dio inmediatamente después de la independencia de Estados Unidos— era precisamente llevar las relaciones con otros países, entre las cuales se contaba el comercio.26 Había que tener unidad económica para hacer frente al poder mercantil que representaban otras naciones y, por lo mismo, reorganizar esferas (tanto económicas como administrativas) locales y nacionales para que éstas se coordinasen.27 Desde la perspectiva de los impulsores de la “uniformidad”, este ejercicio sólo podía ser coordinado por el centro, pues los gobiernos de los estados demostraban poca capacidad para formular un plan que benefi ciase a los habitantes del país de manera conjunta.28

Los promotores de la ley buscaron, de este modo, reconfi gurar las formas del federalismo en nuestro país. Formularon una propuesta que se discutió, en varias ocasiones, de 1926 a 1929, en la cual se pretendía adjudicar solamente al gobierno federal la potestad de reglamentar en materia de trabajo. Se pretendía, así, establecer claramente las obligaciones de la clase empresarial hacia sus empleados, además de regular ciertas acciones obreristas como la sindicalización y la huelga. En este sentido, el ejercicio trastocaba las relaciones políticas del gobierno central con las entidades federativas, pues las despojaba de una parte importante de la “soberanía” que hasta entonces tenían para legislar en asuntos relativos a la economía local. Además, convertía a los poderes de la Unión en el único interlocutor válido entre empresarios y trabajadores, despojando a los gobernantes estatales de la relación que antes habían entablado con estos sectores.

25 “Proyecto de ley que reforma el artículo 123 de la Constitución general de la República”, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión efectuada el 30 de septiembre de 1924, núm. 23, p.s/n.26 Así había sido facultada por la Constitución de 1917, particularmente en el artículo 73, fracción VII, IX y X. El argumento de la “unidad económica” frente a otras naciones había sido esbozado también por los fundadores de Estados Unidos. En particular, Hamilton lo utilizó en los números 11, 12 y 13 de El Federalista. Véase Hamilton, Madison y Jay, Federalist, pp. 49-62.27 Idem.28 Así lo afirmó, por ejemplo, Alberto J. Pani en su iniciativa para unificar algunos impuestos. Véase Diario de Debates de la cámara de diputados, sesión del 10 de noviembre de 1926.

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La propuesta de Obregón, sin embargo, se consideró demasiado prematura. Algunos legisladores resaltaron que era imposible “federalizar” una ley que todavía no existía —pues apenas se estaba discutiendo el “código del trabajo” que regiría en el Distrito Federal y los territorios. Apelaron, entonces, a “legislar” primero y luego ver si se podía “federalizar” la ley, tarea que les llevó todavía varios años. Así, correspondió a Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil y Abelardo Rodríguez impulsar la “uniformidad” legislativa en materia laboral.29

Para que los poderes federales pudieran legislar en esta materia a nivel nacional hacía falta que estuviesen facultados por la Constitución. Es decir, la iniciativa que había introducido Álvaro Obregón, primero, y que Plutarco Elías Calles continuó impulsando, no podía llevarse a cabo a menos de que se complementara el Artículo 73 de la Carta Magna, el cual enumera aquellas instancias que el legislativo federal puede normativizar.

El debate

El congreso federal tomó todavía mucho tiempo para darse atribuciones que le permitieran legislar en materia laboral a nivel nacional. A fi nales de 1928, Emilio Portes Gil envió la iniciativa para ampliar el Artículo 73 y abrir el paso a la reforma del 123. En ella argumentaba que existían industrias que “por su propia naturaleza afecta[ba]n a la economía general del país” y aducía que debía existir una “federalización completa” en materia de trabajo.30 Es decir, que el congreso no sólo debía de legislar en lo que los titulares del gobierno federal consideraran “industrias clave”, sino que también debía de tener la facultad para “aplicar” las leyes.

Cuando se debatió la ampliación al Artículo 73 en la Cámara de Senadores, se generó una acalorada discusión en torno a ella. El ya para

29 Diario de los Debates de la Cámara de Senadores, sesión del 7 de diciembre de 1925, pp. 22-23. Calderón Alvear, “Ley Federal del Trabajo”, p. 92. La discusión sobre la ley del trabajo se vio varias veces empantanada en las discusiones legislativas del senado, lo que hizo que el congreso se demorara en llegar a un acuerdo. Véase, por ejemplo, Diario de Debates de la Cámara de Diputados, 30 de diciembre de 1926, p. s/n. También Diario de Debates de la Cámara de Senadores, sesiones del 28, 29 y 30 de diciembre de 1926.30 La iniciativa de Portes Gil tuvo fecha del 21 de diciembre de 1928, pero no fue presentada a la Cámara de Diputados sino hasta el 25 de julio de 1929. Véase Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión correspondiente al 25 de julio de 1929, p. s/n.

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entonces senador José María Sánchez defendió la potestad que habían tenido los estados para normativizar en materia laboral. Protestó claramente diciendo que:

Quitar a los estados el derecho que tienen de legislar como Estado libre e independiente dentro de su soberanía interior, no es una reforma, sino la vulneración del Pacto Federal que implantó el sistema de gobierno institucional-federativo compuesto de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a sus regímenes interiores.31

y agregó:

Las Cámaras Federales pueden, por el camino que establece la Constitución General, hacer reformas; pero en este caso, centralizando la legislación con un Código Federal del Trabajo, no es una reforma, sino una ALTERACIÓN del Pacto Federal.32

Sánchez veía la adjudicación de potestades en materia laboral al gobierno federal como un claro intento de intromisión en las soberanías estatales. Si bien, como se ha visto, se había quejado en su etapa como gobernador de Puebla de los amparos generados por los empresarios que se rehusaron a acatar el Código del Trabajo local, desconfi aba también de otorgarle atribuciones a la federación. La homogeneidad debía de tener límites.

La visión de Sánchez tenía, por supuesto, fuertes sustentos ideológicos. Sus temores respondían al riesgo de dar demasiado “poder” al gobierno central. Sostenía que sólo las entidades federales sabían cómo promover su desarrollo económico, dado que tenían características diferentes. Envió, pues, una circular a todas las legislaturas estatales, en al cual argumentaba en contra de la “uniformidad” con estas palabras:

Los obreros de la región del Bajío jamás podrán colocarse en el mismo plano

31 Diario de Debates de la Cámara de Senadores, sesión correspondiente al 31 de julio de 1929, tomo II, núm. 3, p. 3.32 Idem, énfasis en el original.

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en que se encuentran los de Yucatán, por ser una entidad completamente avanzada en esa materia [de trabajo], y donde los trabajadores disfrutan de sueldos y prerrogativas que jamás podrán conceder los patronos a los obreros del Bajío a menos de ir a la bancarrota. Existen entidades federativas como Nuevo León, donde la misma cultura de los obreros, las facilidades que les proporcionan las empresas, han fundado escuelas y proporcionádoles fi ncas para que se constituyan en propietarios, tiendas para el abastecimiento de mercancía a precio justo, y están perfectamente constituidos en cooperativas y por consiguiente sólidamente garantizados sus intereses.33

El desarrollo promovido desde el centro debía, por tanto, considerar que la heterogeneidad económica se apegaba más a la realidad social y política del país que la consonancia que se pretendía implantar. En esta lógica, ciertas industrias se encontraban menos consolidadas que otras y serían perjudicadas por la imposición de reglas generadas en campos extraños a su mecánica interna.

Mas Sánchez distaba de ser el único que se oponía a una legislación laboral de carácter nacional. A su voz se unieron algunas asambleas estatales como la de Tamaulipas, que pidió “que los estados no pierdan su facultad legal y justa” de seguir nombrando a los miembros de las “juntas de conciliación y arbitraje”.34 Lo que es más, sus miembros llamaron al resto de las cámaras estatales para que se impidiera que la Ley del Trabajo fuese aprobada “por el C. Presidente de la República con las limitaciones que contiene para los Estados”. Según argumentaban, centralizaba “todo lo que se relaciona con los confl ictos entre capital y trabajo”, por lo que quitaba a los estados la “soberanía” que hasta entonces tenían para manejar su economía.35

Representantes empresariales también apelaron la iniciativa de Portes Gil. Industriales de estados como Nuevo León y Veracruz la consideraban bastante dañina a sus intereses, pues sostenían que el código estaba demasiado inclinado a favor de los trabajadores.36 De hecho, la Cámara de

33 Reproducido en “Puntos de vista que expone un senador poblano sobre la federalización del trabajo”, El Porvenir, martes 13 de agosto de 1929, pp. 4, 8. 34 “La legislatura de Tamaulipas quiere que se modifique el código del trabajo”, El Porvenir, 22 de agosto de 1920, p. 3. 35 Este llamado fue publicado en una editorial de El Porvenir, véase “El Código del Trabajo”, El Porvenir, viernes 23 de agosto de 1929, p. 3.

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Comercio de Chihuahua emitió un comunicado de varios puntos, en el que protestaba la potencial inclusión de las siguientes medidas en cualquier ley laboral: la concentración del poder, el proyecto de seguro social, la fi jación del salario mínimo y que “todas las jornadas” tuvieran el maximum de 8 horas.37 Para estos industriales, el proyecto de ley parecía representar la intervención de un nivel de gobierno con el que sería más difícil negociar. Se formulaba desde un “epicentro político” mucho más poderoso que aquél constituido por los poderes estatales. Y, de cierta manera, convertía a las instancias federales en las únicas mediadoras válidas entre patronos y empleados.

Los sindicalistas, mientras tanto, tomaron, también, al gobierno federal como interlocutor. La mayoría se apegó a los parámetros de la discusión de sus derechos, gestionando sus intereses ante el congreso por medio de sus líderes.38 En este sentido, fue Vicente Lombardo Toledano quien, como miembro del Legislativo Federal y luego como líder sindical, tomó la iniciativa de comenzar a formar sindicatos que trabajasen por sus intereses dentro de la vía institucional.

La promoción de una sola ley laboral para toda la república mexicana expandía, de esta forma, la potestad del gobierno federal sobre las relaciones sociales; además, creaba un centro que buscaba atribuirse mayores facultades con objetivos “desarrollistas”, es decir, un promotor de la economía y del bienestar “general” de la población que de paso le arrancaba clientelas a los hombres fuertes que dominaban regiones enteras del territorio nacional. Irónicamente, quienes promovían esta iniciativa trataban de dejar en el pasado las “corporaciones” locales corporativizando a nivel federal.39 Esta nueva corporativización abría paso a que el gobierno central se quedase

36 Fue en esta coyuntura que se creó la Confederación Patronal de Trabajadores de México (Coparmex), bajo la batuta de empresarios regiomontanos como Luis G. Sada, Joel Rocha, Prisciliano Elizondo y Alberto Santos. Véase, Saragoza, “Élite”, pp. 231-235.37 Su petición también fue reproducida por El Porvenir. Véase “La cámara nacional de comercio de Chihuahua presentó puntos de vista que deben tomarse en cuanta al expedirse el código de trabajo”, El Porvenir, jueves 15 de agosto de 1929, p. 4. 38 Un periódico de Guadalajara, por ejemplo, informó que contingentes de obreros se disponían a ir a la ciudad de México la semana en que la Cámara de Diputados discutía la reforma al Artículo 73 para pedir que “se tuvieran en cuenta sus intereses en el próximo Código del Trabajo”. Véase “El nuevo código federal del trabajo”, El Informador, 11 de agosto de 1929, p. 6,

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con gran parte de la dirección económica del país, a cambio de algunos benefi cios para el trabajador común. Con ello se ganaba el apoyo de sectores importantes de las clases trabajadoras, al tiempo que también adquiría la potestad de abrir regiones enteras al empresariado de gran tamaño.

Sánchez tenía razón en una cosa: las regiones del país eran tan diversas que daba la impresión de que la ley, fi nalmente aprobada en 1931, acarrearía más problemas que benefi cios. La posición geográfi ca y las características climáticas, por ejemplo, habían favorecido el desarrollo agrícola en algunos estados, mientras que otros estaban más industrializados. Además, ya se habían tratado de “federalizar” varios impuestos en 1925, lo que según algunos representantes estatales dejaba sin capacidad a las entidades federales de defender sus industrias.40

En realidad, el código único del trabajo sirvió de poco para estimular el desarrollo uniforme de la república. Cuando por fi n resurgió la industria ligera, fueron mucho más determinantes otros factores, como la localización de los mercados de consumo o de mano de obra califi cada para su ubicación. Así, fue en las ciudades que ya tenían gran tamaño y en las fronterizas con Estados Unidos donde surgieron corredores industriales. Tan sólo unos años más tarde, la ciudad de México comenzó a crecer de manera desmedida y a ser polo de atracción de una masiva migración interna. El centro se había fortalecido no solamente de manera política, sino también económica y demográfi ca. La “uniformidad” había dado paso a una regionalización que poco tenía que ver con las líneas que delimitaban las soberanías estatales; antes bien, parecían determinar el desarrollo aquellos factores por los que había apelado Obregón, es decir “la oferta y la demanda”.

La iniciativa de Portes Gil tomó dos años más para convertirse en ley. Durante los meses que restaban a 1929, se turnó a comisiones legislativas, instancia en la que permaneció hasta 1931. Cuando volvió a ser sacada a la luz para ser discutida, fueron ya grupos de industriales y comerciantes

39 Alicia Hernández Chávez, en particular, ve esta reforma como “el nacimiento de un pacto federal de corte corporativo y el definitivo entierro del federalismo liberal de corte cooperativo. Véase Hernández, “Federalismo”, p. 85.40 Esto había ocurrido en la primera convención fiscal nacional donde se habían discutido fuertemente las facultades estatales y federales con respecto a ingresos. Véase Pani, Política, pp. 66-83.

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(confederaciones patronales), además de asociaciones obreras (sindicatos), quienes se erigieron como principales interlocutores del gobierno central. Ambas partes buscaron sacar ventaja de la nueva legislación. Mientras que el empresariado buscó mantener con poca regulación las formas de contrato, algunas organizaciones laborales trataron de obtener mayores prebendas y ampliar sus bases.41

Con todo, la aprobación de la Ley Federal del Trabajo se dio relativamente pronto. La Cámara de Diputados comenzó a analizar la propuesta de las comisiones ya entrado julio de 1931 y, para fi nes de ese mes, la había turnado al Senado para su votación.42 Éste ofreció su visto bueno en poco menos de una semana, apresurando el proceso de expedición, aun cuando los miembros de su mesa directiva tuvieron que aguantar los reclamos de un (nuevamente) disgustado José María Sánchez.43

Consideraciones fi nales

El debate en torno a la “uniformidad” legislativa en materia laboral que se dio a fi nales de la década de 1920 tenía como principal objetivo “promover

41 En efecto, en los meses previos a la aprobación del Código Federal del Trabajo, grupos patronales como la Confederación de Cámaras Industriales, la Confederación Patronal, la Confederación de Cámaras de Comercio y la Asociación de Empresas Industriales y Comerciales del Distrito Federal enviaron una protesta en la que sus miembros advirtieron: “consideramos muy peligroso que por medio de la ley se pretendan hacer prohibitivas determinadas formas de contrato de trabajo, como se ve claro que se pretendió hacer en el artículo 24 [del borrador de la ley], que bien examinado, hará imposible el contrato por tiempo fijo”. Véase “El Código del Trabajo puede ser la Salvación de México”, Excélsior, 26 de abril de 1931, p. s/n. Las asociaciones de obreros, mientras tanto, mantuvieron una lucha constante para que el Código aplicase para los trabajadores del Estado. Además, demandaron que se mantuvieran los criterios de indemnización, algunos de los cuales fueron reducidos. Véase “Inconformidad con el Código del Trabajo”, Excélsior, 16 de agosto de 1931, p. s/n. 42 La discusión de la ley por parte de la Cámara baja del congreso comenzó el 10 de julio de 1931 y fue aprobada menos de un mes después. El tiempo en que se discutió fue, en efecto, relativamente corto, pues los legisladores solamente dedicaron algunos días de ese periodo para analizar las propuestas de la comisión legislativa. Véase “Se inició ayer en la Cámara de Diputados el estudio de la Ley Federal sobre el Trabajo”, Excélsior, 11 de julio de 1931, p. 1. 43 El poco tiempo para su aprobación en el Senado de la República fue, de hecho, no sólo una de las principales reclamaciones de Sánchez, sino también de las asociaciones obreras y patronales. No eran del todo descabellados: la Cámara alta del Congreso sancionó más de 470 de los artículos del Código del Trabajo en poco más de dos horas, lo que convirtió al proceso en un mero trámite. Para colmo, según Sánchez, ni siquiera existía quorum para ello. Sobre esto último véase “El proyecto de Ley del Trabajo lo aprobó la Cámara de Senadores”, Excélsior, 14 de junio de 1931, pp. 1, 6.

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el desarrollo económico” —y por ende, abrir paso a capitales a lo largo y ancho de la república. Cierto, ya un buen número de gobernantes en las entidades federales había favorecido a los hombres de negocios, pero no todos. Veracruz y Yucatán, por ejemplo, tenían leyes laborales bastante fuertes. Si a los trabajadores, como expresó más tarde un legislador, se les había brindado la oportunidad de “unirse a sus hermanos de clase” sujetándolos a una misma ley, también se habían quitado trabas para que las empresas invirtieran donde quisiesen. En el proceso, el centro lograba constituirse como único mediador entre patronos y empleados y desarticulaba poderes locales que, según percibían los ofi ciales del gobierno federal, podían afectar el “proyecto a futuro” que se tenía como nación.

El proyecto de facultar al gobierno central con potestades claves en la economía nacional buscaba dar a los regímenes postrevolucionarios mayor poder político y promover el “desarrollo” favoreciendo a la iniciativa privada. Quienes apelaban por el fortalecimiento del centro creían que con ello lograrían hacer avanzar al país en su conjunto, pues el progreso estaría coordinado desde instancias que tenían jurisdicción sobre todo el territorio nacional. Parecía una tarea difícil, pero no imposible; sin embargo, la concentración de la industria —y, por ende, de una base fi scal en la ciudad de México que terminó benefi ciando al gobierno federal— bien pudo haber tenido un resultado que pocos de los impulsores de la “federalización” imaginaban. Paul Krugman resalta que la “concentración de industrias” obedece mucho más a la demanda y a la oferta pecuniaria que tienen las empresas que a las ventajas comparativas (léase regionales) de sus costos de producción. Así, a pesar de la “uniformización” de un sinnúmero de leyes fi scales y regulaciones laborales, se dio el “desarrollo asimétrico” que tanto se temía.44

La promulgación de una sola ley del trabajo en todo el país, de cualquier modo, deja un sinnúmero de vetas de investigación pendientes. La manera en que la “uniformización” afectó a la pequeña empresa, por ejemplo, es todavía un campo de análisis que habrá que examinarse. Crear una ley que pretende regir a “iguales” en un espacio (económico, social, político) donde existe disparidad, casi siempre genera consecuencias tangenciales. Se tendrá

44 Krugman, “Increasing returns”, pp. 483-287.

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que ver también si es que la ley fue en realidad una herramienta útil al gobierno para intervenir en etapas posteriores del desarrollo económico mexicano. Las corporaciones laborales y los sindicatos que antes se habían relacionado más con los poderes locales se acercaron al gobierno federal unos años más tarde y esto debió de tener consecuencias. ¿Qué tanto, por ejemplo, pudo haber infl uido esta ley en la implementación del desarrollo del modelo de industrialización por substitución de importaciones?

No está por demás apuntar que la articulación del federalismo mexicano en instancias locales constituye también un campo que debe explorarse de manera más detallada. La investigación de la forma en que sindicalistas, empresarios y autoridades locales resistieron a las distintas iniciativas que buscaron legitimar la “coordinación” del desarrollo económico desde el centro, ayudaría a elucidar el ejercicio de construcción de un sistema de gobierno federal que tuvo avatares propios. Ello ayudaría a “nacionalizar” lo “local” y a llevar la historia política nacional a planos que son mucho más concretos y tangibles a la realidad mexicana.

Queda claro que el particular avance del federalismo mexicano tocó esferas que no siempre se atienden en la historiografía. Como forma de gobierno tuvo implicaciones políticas, económicas, sociales e incluso urbanísticas que van más allá de una sola disciplina y que son fáciles de perder de vista. Si bien la “soberanía de los estados” era un tópico recurrente en las discusiones que se dieron para aprobar la legislación laboral, quizá era más importante el esfuerzo por parte del centro por construir un país con “unidad” económica. Al hacerlo, tomaba la iniciativa de dirigir el futuro del país, y esa facultad lo hacía interlocutor legítimo de capital, fuerza de trabajo y líderes locales.

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Fuentes

Hemerografía

Diario de Debates de la Cámara de DiputadosDiario de Debates de la Cámara de SenadoresDiario de los Debates del Congreso ConstituyenteEl Informador, Guadalajara, JaliscoEl Porvenir, Monterrey, Nuevo LeónExcélsior, México, Distrito Federal

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UNA PROPUESTA REYISTA PARA LA JUVENTUD DEL PAÍS: LA SEGUNDA RESERVA DEL EJÉRCITO NACIONAL

EN EL DISTRITO FEDERAL, 1900-1902

Marco Enrique Sánchez López*

Resumen

Este artículo se acerca al proyecto más emblemático de los impulsados por el general Bernardo Reyes mientras tuvo a su cargo la Secretaría de Guerra y Marina del gobierno mexicano (1900-1902): la creación de la Segunda Reserva del Ejército Nacional. Hace un seguimiento de la convocatoria y trabajos de promoción para el alistamiento de jó-venes reservistas y, sobre todo, de la importante respuesta que di-cha convocatoria tuvo en la capital del país. Asimismo, identifi ca la presencia de personajes reconocidos en la vida política de la época como promotores de la Segunda Reserva, así como los nombres de ofi ciales recién enrolados que fi gurarían en la política nacional años más tarde, lo que da cuenta de la relevancia del proyecto y del impacto que comenzaba a tener cuando fue cancelado.

Palabras clave: Bernardo Reyes, Segunda Reserva del Ejército Nacional, jóvenes reservistas.

Abstract

This article approaches the most emblematic project those driven by General Bernardo Reyes who was in charge of the Secretary of War and Navy of the Mexican government (1900-1902): the creation of the second national army reserve. It does a follow-up of the sum-mons and works of promotion for the enrollment of young reservists and, especially, of the important response that the above mentioned summons had in the capital of the country. Likewise, he identifi es the presence of prominent fi gures recognized in the political life of the epoch as promoters of the Second Reserve, as well as the offi cials' names newly enlisted that would appear in the national politics years

* Maestría en historia. Instituto Mora

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En enero de 1900, tras la muerte del general Felipe Berriozábal, secretario de Guerra y Marina, el presidente Porfi rio Díaz nombró al general Bernardo Reyes como nuevo secretario. Hasta el momento, el general Reyes había sido gobernador del estado de Nuevo León y jefe de la zona militar del noreste de México, donde había mostrado cualidades de liderazgo y destacado como buen administrador público.1 Sin embargo, los retos que habría de enfrentar como secretario de Guerra serían mayores. Lo fueron por dos razones. Primero, porque las fi las armadas mexicanas estaban lejos de ser un Ejército moderno; el sistema de reclutamiento de la tropa seguía siendo la aborrecida leva; la soldadesca carecía de la mínima instrucción escolar y recibía mala paga; buena parte de la ofi cialidad tampoco tenía una formación de colegio militar, con el agravante de que las condiciones materiales del ejército eran bastante malas; además, el mando de las fuerzas auxiliares se encontraba diluido entre el gobierno nacional y los de los estados de la república.

La segunda razón por la que el reto de asumir el cargo de secretario de Gue -rra resultaba tan grande tenía que ver con la sucesión presidencial de 1904. Al iniciar el siglo XX, el presidente Díaz tenía ya 70 años de edad, y los grupos políticos se preocupaban por quién atendería mejor sus intereses en caso de que faltara. En aquellos años, los candidatos principales para suceder a don Porfi rio eran, por un lado, el secretario de Hacienda, José Yves Limantour —líder de los “científi cos”, un grupo político integrado

later, which realizes of the relevancy of the project and of the impact

that began to have when it was cancelled.

Keywords: General Bernardo Reyes, second national army reserve, secretary of war and navy.

1 De hecho, más allá de sus tareas en Nuevo León, Reyes se mantuvo siempre muy atento a los problemas de las filas nacionales. De ello hay más de un ejemplo: en 1896, mantuvo comunicación con el entonces secretario Berriozábal en torno a una propuesta de reorganización de la caballería del Ejército nacional; un poco antes, en 1894, momento en que pareció inminente una guerra con Guatemala, Reyes pidió que se le permitiera formar parte de la proyectada fuerza expedicionaria mexicana, y una vez que el presidente Díaz lo autorizó, solicitó todos los mapas y datos sobre la geografía y topografía de la frontera sur del país, demostrando con esto diligencia y compromiso. Niemeyer, El General Bernardo Reyes, p. 92.

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por profesionistas y ligado a los intereses del centro de México—; y por otro, Bernardo Reyes, personaje con gran fuerza política en la poderosa región industrial del norte del país. Al parecer, el presidente Díaz buscó un acuerdo entre ellos, de manera que su sucesión se resolviera como una combinación Reyes-Limantour y se evitara así una confrontación entre ambos.2 Al margen de que ese acuerdo se haya logrado en algún momento, tan cierto es que Reyes y los “científi cos” encabezaban fuerzas políticas encontradas que competían por el control del poder nacional, como que las acciones de Reyes, en calidad de secretario de Guerra, los alejarían todavía más. Los confl ictos entre grupos con la perspectiva de la sucesión presidencial terminaron por costarle a Bernardo Reyes su cargo al frente de la Secretaría de Guerra. Tuvo que renunciar al puesto en 1902, a escasos dos años de haberlo asumido, y regresar al frente del gobierno de Nuevo León.

Durante los dos años que el general Bernardo Reyes fue secretario de Guerra y Marina, emprendió importantes reformas para atender los problemas de las fuerzas armadas.3 Uno de sus proyectos más ambiciosos y emblemáticos fue la creación de la Segunda Reserva del Ejército: un cuerpo armado que dependería directamente del gobierno nacional, proporcionaría una instrucción militar a los civiles voluntarios que se sumaran a él y ofrecería un espacio de participación a grupos de jóvenes de clase media en busca de alternativas para incorporarse a la vida pública del país. Este proyecto fortalecía al Ejército, pero también daba fuerza política a Reyes, por lo que causó recelo entre sus contrincantes y, muy posiblemente, fue el elemento que precipitó su salida de la Secretaría de Guerra. La forma en que se impulsó la creación de este cuerpo reservista en el Distrito Federal y la importante respuesta que obtuvo en la entidad son el objeto de estudio del presente artículo. Estudios de caso como éste permitirán entender mejor la

2 Es posible que este acuerdo se haya logrado en 1900, aunque, si lo hubo, duró poco. Véase Reyes, De mi vida, p. 23.3 Entre las reformas comenzadas por Reyes estuvo una administrativa, más aumentos salariales, creación de escuelas para la tropa y redefinición de zonas militares. Con medidas como éstas comenzó a enfrentar los retos de modernizar al ejército, aunque su renuncia al cabo de dos años impidió llevarlo a cabo. Sobre este tema véase Sánchez López, “La Segunda Reserva…”, 139 pp.

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naturaleza y signifi cado del llamado de Reyes a formar la Segunda Reserva del Ejército Nacional.4

El proyecto reyista de la Segunda Reserva

Con Bernardo Reyes al frente de la Secretaría de Guerra se llevaron a cabo reformas importantes. Una primera medida para reestructurar al Ejército Nacional fue la promulgación de una nueva Ley Orgánica. Reyes había recibido una armada con milicias y guardias nacionales sujetas más a las autoridades estatales que a la propia Secretaría de Guerra. Con esta nueva ley, Reyes intentó someter a todos los cuerpos armados del país al control del gobierno nacional. En este nuevo ordenamiento se hacía mención ya del proyecto más ambicioso del nuevo secretario de Guerra: la creación de la Segunda Reserva.

La Segunda Reserva del Ejército Nacional contaría con las antiguas guardias nacionales organizadas por los estados para sus cuerpos de tropa, con lo que se afi anzaba la autoridad de la Secretaría de Guerra sobre este conjunto de fuerzas regionales; de manera paralela, para comandar a las tropas de reserva, se crearía una nueva ofi cialidad de ciudadanos voluntarios.5

La Segunda Reserva fue un cuerpo organizado para ser movilizado sólo en caso de guerra contra una nación extranjera. En tal circunstancia, el gobierno nacional podría poner en pie de guerra, en muy corto tiempo, a grandes contingentes armados. En un eventual confl icto militar con país extranjero, la Segunda Reserva multiplicaría los efectivos del Ejército en breve tiempo. De esta manera, la nueva fuerza reservista permitiría movilizar 76,000 hombres en 45 días, esto es, el triple de los que el Ejército podía disponer hasta antes de la creación de la Segunda Reserva. Este nuevo cuerpo generaría menos gastos para el gobierno nacional de los que requeriría el

4 Existen magníficas valoraciones del significado de la Segunda Reserva que nos introducen en el estudio de esta institución, como los trabajos de Alicia Hernández. Sin embargo, estudios de caso como el presente podrán enriquecer esas miradas. En este artículo nos acercamos a la respuesta a la convocatoria para formar la Segunda Reserva específicamente en la capital del país; otros trabajos, como el de Luis Ignacio Sánchez Rojas, se han acercado a la Segunda Reserva en el estado de Veracruz. Hernández Chávez, “Origen y ocaso…”; Hernández Chávez, La tradición republicana…; Sánchez Rojas, “La Segunda Reserva…”. 5 “Ley Orgánica del Ejército Nacional”, arts. 234-236, 240. La Ley puede consultarse en Dublán y Lozano, Colección Legislativa, pp. 755-819.

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sostenimiento de un gran ejército permanente y, a su vez, instruiría a civiles en los deberes militares para atender una emergencia nacional.6 Un mando centralizado y la oportunidad para un sector de ciudadanos de participar en la vida pública a través de un cuerpo militar especial, comprometido con la defensa de la patria frente a amenazas extranjeras, dieron a la Segunda Reserva una gran proyección nacional.

El nuevo cuerpo de ofi ciales reservistas propuesto por Reyes abría la puerta a actividades públicas a un sector de la sociedad civil, particularmente a jóvenes con cierto nivel de instrucción escolar, que no parecía encontrar sitio en la administración pública ni oportunidades signifi cativas para hacer una carrera política. Los aspirantes debían cumplir con ciertos requisitos de sexo —sólo se aceptaban hombres—, de edad —entre 21 y 45 años—, de buena salud y de cierta escolaridad —debían aprobar un examen de ingreso que demandaba más que la instrucción primaria, así como ser capaces de adquirir conocimientos de alguna complejidad sobre el arte de la guerra—.7 Estos ciudadanos voluntarios recibirían instrucción castrense todos los domingos, de manera de que, si fueran llamados a combate, pudieran funcionar como ofi ciales, fundamentalmente de los cuerpos tácticos del Ejército —infantería y caballería.8

6 Además, según sugiere la historiografía, la Segunda Reserva pudo haber sido un primer paso para un proyecto más ambicioso: la instauración del servicio militar obligatorio. El buen recibimiento de la Segunda Reserva podría haber ayudado a llevar a cabo este proyecto, alejando del imaginario colectivo en México la creencia de que el Ejército era sinónimo de pobreza y castigo (creencias asociadas al tradicional y poco popular sistema de reclutamiento por leva). Reyes, De mi vida, p. 27.7 La mayoría de edad no era un requisito inflexible, pues los menores de veintiún años interesados en ingresar a la Segunda Reserva podrían hacerlo: sólo debían agregar a su solicitud que tenían el consentimiento de sus padres o tutores para ser reservistas. Por lo que toca al tipo de conocimientos y niveles escolares requeridos, la ley era poco explícita. Sin embargo, la Circular núm. 290 de la Secretaría de Guerra, del 5 de febrero de 1901, especificaba las materias que los aspirantes a oficiales reservistas debían dominar para su admisión. Para preparar su ingreso a la reserva, los jóvenes solicitantes debían estudiar materias que los familiarizaran con las ordenanzas del Ejército, obligaciones y órdenes generales; con tácticas militares y prácticas propias de un escuadrón de caballería o de una compañía de infantería; con técnicas de fortificación y asignaturas de topografía y geografía. Reyes, Memoria… 1900-1901, p. 90.8 En un principio la Segunda Reserva sólo contemplaba la formación de oficiales que servirían a los cuerpos tácticos de infantería y caballería. Sin embargo, avanzado el proyecto, se expandieron las posibilidades de acción hacia los servicios de ingeniería, telégrafo, médico, farmacéutico y veterinario. Reyes, Memoria… 1900-1901, pp. 93-94.

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De esta manera, la Segunda Reserva era una salida a exigencias del Ejército frente a un eventual confl icto militar con el extranjero,9 pero era también, y quizás principalmente, una respuesta política a las presiones a favor de espacios para participar en la vida pública. Estas presiones eran ejercidas por una nueva generación de grupos medios, nacida en los años de paz y moldeada por ellos, que más temprano que tarde remplazaría a los generales y políticos de viejo cuño —muchos de ellos auténticos caciques.10 Según Rodolfo Reyes —hijo del general Bernardo Reyes y miembro de esa generación joven—, de haberse desarrollado conforme al proyecto del secretario de Guerra, la Segunda Reserva hubiera podido funcionar como una válvula de escape para la presión que esas nuevas fuerzas representaban para el gobierno. La Segunda Reserva se presentó como una institución que podía dar voz y prestigio a los voluntarios que la formaran. A partir de la instrucción que recibieran, se convertirían en ofi ciales y subofi ciales que se integrarían a los cuerpos tácticos del Ejército y, aunque en menor medida, también a los cuerpos técnicos de artilleros e ingenieros, así como a los de sanidad y telegrafía militar de los Servicios Especiales. En principio, los reservistas no serían tropa común; sin embargo, si bien el proyecto inicial consideraba sólo el ingreso de candidatos con cierto nivel escolar que alcanzarían niveles de ofi ciales reservistas, parece ser que el entusiasmo despertado atrajo a otros sectores sociales y la convocatoria terminó por abrirse también, con menores exigencias, para formar cuerpos de tropa. El decreto presidencial núm. 257, del 12 de marzo de 1902, permitió que jóvenes de otros sectores sociales, como los alumnos de las Escuelas de Artes y Ofi cios y los obreros de casas industriales, se integraran a la Segunda Reserva, aunque no como ofi ciales, sino sólo como sargentos y cabos, respectivamente.11 En 1900, cuando el presidente Díaz alcanzaba sus 70 años de edad, el nuevo cuerpo reservista podía haber funcionado como una institución de enlace entre la autoridad política y una parte de la sociedad,

9 La creación de la Segunda Reserva parecía seguir una experiencia similar a la puesta en práctica por el Ejército alemán: un cuerpo de voluntarios llamado Landwehr. En México se conocía esa experiencia alemana. Por ejemplo, desde 1873, había sido publicado un libro que describía todo el sistema militar prusiano. Véase Benavides, La Prusia Militar.10 Knight, La Revolución Mexicana, p. 49.11 “El General Díaz, el 1° de abril de 1902, al inaugurar el 20° Congreso de la Unión, el segundo periodo del segundo año de sus sesiones”, en Los presidentes de México, p. 635.

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en particular la constituida por esa juventud deseosa de participación en la “cosa pública”.12

El proyecto de la Segunda Reserva parece haber sido recibido con gran entusiasmo por algunos sectores sociales. Tanto así que, según refi ere uno de los biógrafos de Bernardo Reyes, el historiador E.V. Niemeyer, los ciudadanos voluntarios que se sumaban a ella convertían sus entrenamientos en eventos sociales y hacían de ellos una auténtica fi esta civil:

Cada domingo los reservistas recibían entrenamiento en los campos locales de ma-niobras […]. Además de la instrucción militar, había desfi les, simulacros de guerra, discursos patrióticos y bandas de música. Estos actos se convertirían en un acto social cuando las familias de los participantes asistían trayendo comida que se servía después de las actividades del día. Nunca hubo en tiempo de paz tal patriotismo y devoción al país como los que entonces se observaron.13

La convocatoria para crear la nueva ofi cialidad de la Segunda Reserva parece haber tenido gran eco en todo el país; lo tuvo, ciertamente, en el Distrito Federal.

La promoción de la Segunda Reserva

La primera acción del gobierno para poner en marcha el proyecto de la Segunda Reserva fue la publicación misma de la Ley Orgánica del Ejército Nacional, en noviembre de 1900.14 Esta publicación fue el punto de partida para la creación, unos meses más tarde, de una agrupación promotora del proyecto reservista, con un órgano de prensa propio. Este grupo, sus

12 Reyes, De mi vida, p. 35.13 Neimeyer, El General Bernardo Reyes, p. 104. La convivencia en la Segunda Reserva forjaba lazos importantes entre sus integrantes. Al respecto decía la Revista México Militar: “Esos grupos [clubes de reservistas] están formados por profesionales de justa reputación como inteligentes y honorables; entre ellos ya existían los lazos del compañerismo escolar o de carrera, y los recuerdos no lejanos, de la época más dichosa de la vida, se despiertan y avivan ante el nuevo compañerismo en una tendencia tan grande y tan noble, como la que les anima, al someterse al aprendizaje de los reclutas.” “Oficiales Reservistas”, Revista México Militar, vol. 1, Núm. 23, 1° de mayo de 1901, pp. 496-497.14 Diario Oficial de la Federación, 11 al 19 de noviembre de 1900.

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comités en los estados y su periódico hicieron una labor importante para convocar a la juventud mexicana a incorporarse a la Segunda Reserva.

De esta manera, en marzo de 1901 se creó el Círculo de Propaganda de la Institución de Ofi ciales Reservistas. Su objetivo fue dirigir la organización, propaganda y difusión del proyecto reservista a lo largo y ancho del territorio nacional. El Círculo promotor tuvo su sede en el Distrito Federal y estuvo encabezado por un conjunto de civiles, todos ellos personalidades con un reconocimiento ya en la política nacional y, seguramente, algunos de los primeros en haberse enlistado en la Segunda Reserva. El presidente del Círculo era el abogado y profesor de la Escuela Nacional de Jurisprudencia José Mónico Antonio Ramos Pedrueza, personaje muy cercano al general Reyes y al que la historiografía le atribuye la idea original de la creación de la Segunda Reserva.15 Como secretario del Círculo fungió el también abogado Joaquín Manuel Villada y Cardoso, hijo del general José Vicente Villada, entonces gobernador del Estado de México;16 los cuatro vocales del Círculo fueron Alonso Rodríguez Miramón, Francisco Martínez López, Jesús F. Nieto y el licenciado Heriberto Barrón, tres de los cuales eran o habían sido diputados federales y uno, además, era profesor de la Escuela Nacional Preparatoria.17

15 Boletín del Oficial Reservista, año 1, núm. 1, 28 de abril de 1901. Sobre la “idea original” de Ramos Pedrueza para la formulación del proyecto reservista, los biógrafos de Reyes refieren una anécdota, de acuerdo con la cual, en una reunión social, Ramos Pedrueza le propuso a Reyes la creación de una segunda reserva, a la manera de la del Ejército alemán; Reyes pidió un informe detallado sobre la propuesta y, finalmente, parece haber fusionado las ideas de Ramos Pedrueza con las propias, expuestas tiempo atrás en su Ensayo sobre un nuevo sistema de reclutamiento (1885). Así se dio forma al proyecto de la Segunda Reserva del Ejército Nacional. En 1901, Ramos Pedrueza era profesor de la Escuela de Jurisprudencia y diputado federal —tenía ese cargo desde 1898, lo conservaría hasta 1906 y volvería a ser electo diputado federal de 1908 a 1912. González Oropeza, Los diputados de la nación, http://www.diputados.gob.mx/cedia/biblio/virtual/dip/dipna.htm [consultado el 2 de noviembre 2013].Véanse también Niemeyer, El General Bernardo Reyes, pp. 103-104; Benavides Hinojosa, Bernardo Reyes, pp. 244-245; González de Arellano, Bernardo Reyes, p 45; Reyna Hinojosa, El general Bernardo Reyes, pp. 159-160.16 Al momento de comprometerse con el Círculo, Joaquín Manuel Villada era diputado local suplente en el Estado de México —tuvo este cargo de 1900-1902— y, más adelante, de 1910 a 1912, llegó a ser diputado federal. Legislaturas y Legisladores del Estado de México,http://148.215.202.57/inesle/PUBLICACIONES%20INESLE/Libros%20Publicados/legislatutas%20y%20legisladores%20del%20edomex.pdf [consultado el 27 de octubre 2013]; González Oropeza, Los diputados de la nación, http://www.diputados.gob.mx/cedia/biblio/virtual/dip/dipna.htm [consultado el 2 de noviembre 2013].17 Rodríguez Miramón, diputado federal en 1888-1890 y de nuevo de 1892 a 1906, era el profesor de la Escuela Nacional Preparatoria; Martínez López, diputado federal suplente por

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Barrón, junto con Francisco Martínez López, fueron seleccionados por el propio Círculo, en 1901, para viajar por el territorio nacional y promover la creación de comités en los diferentes estados del país.18

Como todo comité promotor de un proyecto abierto, este grupo requirió de un órgano de prensa que funcionara como su vocero. De esta manera, el 28 de abril de 1901 apareció el primer número de El Boletín del Ofi cial Reservista. Órgano del Círculo de Propaganda de la Institución de Ofi ciales Reservistas.19 Se trataba de una publicación gratuita, de aparición esporádica, dedicada a hacer propaganda en favor de la Segunda Reserva. Transmitía noticias relacionadas con la organización de las diversas agrupaciones de reservistas en el país, así como disposiciones y diferentes circulares de la Secretaría de Guerra dirigidas a la “juventud ilustrada del país”, que era el sector de la población al que el Círculo se había propuesto llegar e incorporar al proyecto reservista.

La Ley Orgánica del Ejército se emitió en octubre de 1900, pero se tenía contemplado que entrara en vigor a partir del segundo semestre del siguiente año.20 Con todo, la difusión de la convocatoria, la campaña

los estados de Guerrero (1892-1894, 1896-1898), Chihuahua (1894-1896), Estado de México (1896-1898), Michoacán (1896-1898), Sinaloa (1896-1898), y diputado propietario por el Estado de México (1898-1904) y por Michoacán (1904-1906); Heriberto Barrón, diputado suplente por Chihuahua (1908-1910), Hidalgo (1894-1896, 1900-1904), Jalisco (1894-1896) y el Distrito Federal (1904-1906). Barrón sería luego uno de los principales promotores del reyismo frente a la sucesión presidencial de 1910. González Oropeza, Los diputados de la nación, http://www.diputados.gob.mx/cedia/biblio/virtual/dip/dipna.htm [consultado el 7 de noviembre de 2013]; AHUNAM, sección: expedientes de alumnos, serie: Archivo General, exp.1597, 16201. “Los oficiales reservistas. Academias en la Escuela de Tiro de San Lázaro.”, El Imparcial, 19 de marzo de 1901, p. 3.18 En abril de 1901, el primer número de su boletín oficial ya daba noticias de los comités creados en Nuevo León, Guanajuato, Estado de México, Colima y Puebla. En la capital del país, el propio Círculo debe haber funcionado como promotor directo de la Segunda Reserva, porque no se tiene registro de la creación de comités secundarios en la entidad. Boletín del Oficial Reservista, año 1, núm. 1, 28 de abril de 1901.19 Boletín del Oficial Reservista, año 1, núm. 1, 28 de abril de 1901. Este ejemplar se encuentra en el Archivo General del Estado de Veracruz, Secretaría General de Gobierno - Gobernación y Justicia - Guerra y Marina, Corresp., Xalapa, caja 48. Se trata del único ejemplar que he localizado, ignoro cuántos números llegaron a imprimirse. Igualmente, publicada bajo los auspicios de la Secretaría de Guerra, había una revista de mayor proyección que, entre 1901 y 1902, promovió también el proyecto reservista: La Revista México Militar. Esta publicación quincenal puso al servicio del Círculo de propaganda toda una sección especialmente dirigida a los aspirantes a reservistas. 20 “El General Díaz, el 1° de abril de 1901, al abrir el 20° Congreso de la Unión, el segundo periodo del primer año de sus sesiones”, en Los presidentes de México, p. 607.

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para convencer de la importancia del proyecto para el país y los esfuerzos encaminados a persuadir a los jóvenes para alistarse en el Distrito Federal comenzarían desde noviembre de 1900. En esta campaña participó de manera muy destacada el diario ofi cialista El Imparcial. Por ejemplo, desde fi nales de noviembre, este periódico hablaba de los benefi cios que tenía ingresar a la Segunda Reserva:

Los ofi ciales reservistas obtienen, una vez aceptados, los honores y consideraciones debidas a su grado y tienen facultad para usar el uniforme correspondiente. De esa manera, además de tener un puesto honroso, en caso de ser llamados al servicio, ingresarán con el grado que les corresponde.21 Es indiscutible que el país obtendrá también grandes ventajas, pues para caso necesario, contará con un grupo de ofi ciales reservistas iniciados en la ciencia militar, y para que de antemano estén hechos en la confraternidad y el compañerismo, tan útiles en el servicio.22

Hacia el mes de marzo de 1901, las tareas del Círculo de Propaganda encabezado por Ramos Pedrueza iban encaminadas de buena manera, por lo menos en el Distrito Federal. El Imparcial y la Revista México Militar publicaron los artículos “Los ofi ciales reservistas” y “La defensa de la pa-tria. Ofi ciales reservistas”, respectivamente, en los que se insistía en la buena respuesta que estaba teniendo la convocatoria en el Distrito Federal y se hacía público un manifi esto suscrito por alumnos de escuelas de estudios superiores como la Escuela Nacional de Jurisprudencia, la Nacional de Ingenieros y la Escuela de Comercio. Este manifi esto, en el que se declaraba apoyo total al proyecto reservista, iba acompañado de un listado de nombres de alumnos de las primeras dos escuelas mencionadas que, en un principio, se registrarían como aspirantes a subtenientes de la Segunda Reserva.

21 Efectivamente, la Ley Orgánica del Ejército Nacional garantizaba una serie de beneficios a quienes ingresaran a las reservas. Aseguraba, desde luego, la expedición de patentes o nombramientos como oficiales por parte de la Secretaría de Guerra; además, otorgaba a los reservistas el derecho a utilizar un uniforme especial. Por otra parte, a los oficiales reservistas también se les abría la oportunidad de pasar al ejército permanente conservando su grado. Reyes, Memoria… 1900-1901, pp. 87-89, 91.22 “Los oficiales reservistas en la nueva organización del Ejército”, El Imparcial, 26 de noviembre de 1900, p. 3.

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Más allá de la propaganda en la prensa y de la que seguramente se practicó en las escuelas preparatorias y superiores —las listas publicadas y el que profesores de estas escuelas, como Ramos Pedrueza y Alonso Rodríguez, fueran directivos del Círculo de Propaganda, hace pensar que el proyecto reservista se promovía con especial ánimo en esos espacios—, el gobierno hizo su propia labor de promoción de manera directa. Con esta intención, la Secretaría de Guerra emitió circulares dirigidas a los gobernadores para que impulsaran la Segunda Reserva; también publicó manuales que apoyaban el camino de los solicitantes. Este fue el caso, por ejemplo, de “unos pequeños tratados que se ocupan de exponer en términos claros y concisos las materias indispensables para optar el grado de ofi cial reservista, mediante el examen correspondiente”.23 El Manual del ofi cial subalterno, escrito conforme a las últimas disposiciones contenidas en la Ley Orgánica del Ejército para que todo ciudadano interesado en engrosar las fi las reservistas pudiera hacerse del conocimiento necesario, incluso de manera autodidacta, fue un buen ejemplo.24

La mencionada obra era más que “un pequeño tratado”, pues constaba de dos volúmenes —en realidad eran tres, pero el aspirante sólo debía adquirir dos, dependiendo del cuerpo al que estuviera interesado en ingresar—. El primero de los volúmenes ofrecía conocimientos comunes para las armas de infantería y caballería; el segundo y tercero se especializaban en cuestiones referidas a cada una de estas armas en lo particular. Se vendían los manuales y, además, la Revista México Militar los resumía y contribuía de esa manera a su difusión.

Efectivamente, los manuales no eran gratuitos: se vendían. Y no podían ser tan baratos, pues estaban impresos “en un buen papel y encuadernados a la holandesa.”25 En el Distrito Federal, podían adquirirse en las bibliotecas de la Secretaría de Guerra, por el precio de cincuenta centavos cada tomo. Al parecer, éste era un precio más bajo que el real, lo que tenía la intención de facilitar su adquisición para la instrucción autodidacta de los jóvenes

23 “Los oficiales reservistas”, El Imparcial, 16 de enero de 1901, p. 3. 24 Manual del oficial subalterno, núm. 5, 1901, 156 pp., en Colección Digital de la Universidad Autónoma de Nuevo León [consultado el 21/07/2014].25 “Los manuales para los oficiales reservistas”, Revista México Militar, Vol. 1, Núm. 19, 1° de marzo de 1901, pp. 396-397.

aspirantes.26 Aun así, los tomos no eran accesibles para cualquiera. Si consideramos que un periódico de la época, como El Imparcial, costaba un centavo,27 el manual completo (los dos tomos), cuyo precio sería de un peso, costaba 100 veces lo que un ejemplar del periódico. Un estudiante o profesionista podría adquirirlo, pero para un obrero o un campesino era seguramente muy caro.

De manera paralela a la publicación de manuales como éstos, los jóvenes interesados en pertenecer a la Segunda Reserva en la capital del país comenzaron a ser adiestrados por la propia Secretaría de Guerra (antes incluso de junio de 1901, mes en el que, de acuerdo con la Ley Orgánica, se abrirían formalmente los centros de instrucción). Una nota periodística informó que el primer contingente de aspirantes que estaba preparándose, en espera de que se pusiera en vigor la Ley Orgánica, sobrepasaba ya los doscientos jóvenes:

Entre las personas que reciben instrucción se cuentan gran número de profesionales e industriales que han concluido ya el aprendizaje de la primera parte de la escuela del soldado. / El número de los que actualmente reciben instrucción pasa de doscientos, y pronto, según se nos informa, se constituirá un grupo de caballería y otro de infantería, con diez aspirantes cada uno, para dar principio a la práctica de la orden de batalla.28

Estas cifras parecen exageradas, pues el número de aspirantes que fi nalmente fueron aceptados en la Segunda Reserva en el Distrito Federal, al menos durante el primer año, sería menor. De acuerdo con el cuadro 1, que se presenta a continuación, sólo ingresaron al cuerpo reservista 141 ofi ciales en el primer año de vida del proyecto. Es posible que El Imparcial abultara un poco los números para promover el proyecto. ¿O sería que el proceso de selección para ingresar a la Segunda Reserva era en verdad muy riguroso y que, aunque acudieron muchos a los entrenamientos previos, pocos lograron su ingreso?29

26 Idem.27 Sobre el costo del ejemplar de El Imparcial, véase http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=diasdemexico-detalle&cat=2 [consultado el 21/07/2014].28 “Los oficiales reservistas. Las juntas de los estados”, El Imparcial, 7 de mayo de 1901, p. 3.29 La prensa de la época da detalles de lo que fue el primer examen de selección para

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La respuesta a la convocatoria: la ofi cialidad reservista en el Distrito Federal

La respuesta a la convocatoria de la Secretaría de Guerra para alistarse en la Segunda Reserva parece haber sido importante en distintas regiones del país. En el Distrito Federal lo fue ciertamente; aun si las cifras de ofi ciales dados de alta no corresponden con los números que publicaba la prensa, existen registros ofi ciales de esa buena respuesta. La Secretaría de Guerra y Marina publicó el nombre y número de aspirantes aceptados en la Segunda Reserva desde julio de 1901 hasta el 31 de diciembre de 1902; sin embargo, en algunos de estos registros, el número de reservistas de las diversas entidades federativas se encuentra mezclado. Sólo es posible identifi car el número y nombres de los reservistas que ingresaron al cuerpo en el Distrito Federal durante un año: de julio 1901 a junio 1902.30 De cualquier manera, y aunque no se tengan los datos para el último semestre de 1902, estos registros permiten valorar la importancia de la respuesta capitalina a la convocatoria para crear cuerpos reservistas. A continuación se presenta un cuadro con el número de aspirantes que fueron aceptados para ingresar a la Segunda Reserva en el Distrito Federal por cuerpo de adscripción, entre julio 1901 y junio 1902. (Ver cuadro 1).

ingresar a la Segunda Reserva. Por ejemplo, El Imparcial refiere que los aspirantes llegaban en “multitudes” a la prueba y que el examen consistía en un conjunto de preguntas orales sobre las ordenanzas y sobre cuestiones de estrategia militar, como los expuestos en el Manual del oficial subalterno. También afirma que había un jurado encargado de la evaluación y que el veredicto final acerca de la aceptación o no de un aspirante tendría que ser adoptado por unanimidad. La referencia a “multitudes” de aspirantes parece, nuevamente, una exageración, pero como intento mostrar en este artículo, sí hubo una buena respuesta a la convocatoria para la Segunda Reserva en el Distrito Federal. “Examen de Reservistas”, El Imparcial, 19 de junio de 1901, p. 3.30 Reyes, Memoria… 1901-1902, pp. 100-118.

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CUADRO 1. NÚMERO DE OFICIALES DADOS DE ALTA EN LA SEGUNDA RESERVA EN EL D. F. POR CUERPO DE ADSCRIPCIÓN

(JULIO 1901-JUNIO 1902)

Cuerpo de adscripción Número de ofi ciales

Caballería 78

Infantería 47

Servicios médicos 3

Telegrafi stas 9

Farmacéuticos 3

Ingenieros 1

Total 141

Fuente: Reyes, Memoria… 1901-1902, t. I, pp. 65-118.

Los 141 ofi ciales dados de alta en el Distrito Federal durante el primer año de vida del proyecto fueron asignados, en su mayoría, al cuerpo de caballería (55%); en segundo lugar, al cuerpo de infantería (33.5%); el resto se repartió entre telegrafi stas, servicios médicos, servicios farmacéuticos e ingenieros. Los cuerpos de caballería e infantería integraron una cantidad de ofi ciales por encima de los cuerpos especiales. Esto resulta normal si tenemos presente que el objetivo del proyecto reservista fue, desde un inicio, el fortalecimiento de los cuerpos tácticos del Ejército.

Al fi nal de este artículo se incluye una tabla con los nombres de estos 141 subtenientes dados de alta en el Distrito Federal (Anexo 1). Entre ellos podemos identifi car, a primera vista, a algunos personajes que posteriormente destacaron en diversos ámbitos de la vida pública nacional, por ejemplo, José Castellot Batalla, quien además de empresario, llegó a ser legislador federal y gobernador de Campeche en 1902.31 También fi guran nombres como el de Venustiano Carranza, quien en el momento de ingresar a la Segunda Reserva rondaba los 32 años de edad. Carranza era hacendado y había fungido como alcalde de Cuatro Ciénegas, Coahuila (1887 y 1894-

31 Musacchio, Milenios, p. 517.

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1913); también ocupó una senaduría y llegó a ser gobernador interino de Coahuila durante el porfi riato.32

Joaquín Clausell es otro de los nombres que llaman la atención en la lista de reservistas del Distrito Federal. Este personaje, considerado el principal exponente de la pintura impresionista en México, había llegado a la capital de la república en la década de 1880, tras enfrentarse políticamente al gobernador de Campeche de ese entonces, Joaquín Baranda. Cursó la carrera de derecho y, en su juventud, fue caricaturista, colaborador de El Hijo del Ahuizote —periódico censor del régimen—, así como de El Monitor Republicano y El Universal. Sus críticas al gobierno como periodista le habían costado el encarcelamiento varias veces, hasta que terminó exiliándose en Estados Unidos y en París, en 1896. Regresó a México en 1900, y aunque se dice que a partir de entonces sólo se dedicó a la pintura, su nombre se encuentra en los registros de la Segunda Reserva, publicados en las Memorias de la Secretaría de Guerra y Marina.33

Enrique Flores Magón es uno de los personajes que más llaman la atención en la referida lista, pues es bien conocida la postura antiporfi rista que caracterizó a varios miembros de su familia. De hecho, Enrique mismo fue uno de los fundadores del periódico Regeneración, combativo órgano de prensa que atacó a Díaz directamente y que dedicó páginas a denunciar el proyecto reservista de Reyes. Enrique Flores Magón contaría con 25 años de edad aproximadamente cuando el proyecto reservista cobraba vida: ¿era un joven indeciso, contagiado por la “euforia” de la Segunda Reserva? ¿O sería más bien un espía de Regeneración, como llegó a acusársele en su momento? Difícil saberlo, pero su antiporfi rismo acabó valiéndole el exilio en 1904.

Otro nombre destacado del listado de reservistas es el de Julio M. Limantour, hermano menor de José Yves Limantour —el secretario de

32 Años más tarde, durante el periodo revolucionario, Venustiano Carranza se uniría al antirreeleccionismo y ocuparía la Secretaría de Guerra y Marina como parte del gabinete provisional que formó Madero en Ciudad Juárez. En 1913 desconocería a Victoriano Huerta y encabezaría al Ejército Constitucionalista hasta el derrocamiento del usurpador. El 5 de febrero de 1917, como encargado provisional del poder ejecutivo del país, promulgaría una nueva Constitución, y el 6 del mismo mes convocaría a unas elecciones federales en las que resultaría electo presidente de la república.33 Gantús y Gutiérrez, “Liberalismo y antiporfirismo”, pp. 155-182.

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Hacienda y líder del grupo político de los “científi cos”, principal rival de Bernardo Reyes en la carrera por posiciones de poder a nivel nacional. Además de terrateniente, Julio era un empresario moderno, con inversiones en la industria y en la banca; fue vicepresidente de la Cervecería Moctezuma y del Banco Internacional e Hipotecario de México; así como consejero y accionista de empresas como la Societé Financiere pour I’Industrie au Mexique, la compañía Nacional Mexicana de Dinamita y Explosivos, la Fábrica de Papel de San Rafael, la planta textil San Ildefonso, la fábrica de cigarros El Buen Tono y el Banco Nacional de México. Asimismo, fue socio de la fi rma bancaria y bursátil Hugo Scherer.34 ¿Por qué un joven de tal posición económica y hermano de José Yves Limantour, enemigo de Reyes, se sumaría a la Segunda Reserva? Es posible que el secretario de Hacienda y su grupo no hubieran estado en contra del proyecto reservista en sus inicios y que el joven Julio haya compartido el entusiasmo de tantos otros jóvenes por formar parte de un cuerpo militar de voluntarios.

Por último, al lado de estudiantes, pintores, académicos, empresarios y futuros políticos, en la lista de reservistas encontramos también el nombre de un personaje como Rodolfo Reyes, hijo mayor de Bernardo Reyes, quien había estudiado la carrera de leyes en la Escuela Superior de Jurisprudencia. Rodolfo Reyes se involucraría pronto en una guerra de prensa —que sería una auténtica “guerra sucia”— entre “científi cos” y reyistas.35

Que la Segunda Reserva haya atraído a personajes tan relevantes como los que hemos retomado en esta lista habla de que, en efecto, fue un proyecto con un impacto importante entre las clases medias e, incluso, altas del Distrito Federal, así como de gran interés para una generación en búsqueda de espacios en la vida pública del país.

Tras esta valoración, vale la pena preguntarse también qué tan importante pudo haber sido la respuesta en el Distrito Federal a la convocatoria para formar la Segunda Reserva con respecto a la que hubo en otras entidades

34 Diccionario Porrúa, p. 2000.35 Sobre esta “guerra sucia”, dice Reyna Hinojosa: “[…] si existía cierta amabilidad entre Reyes y Limantour, la cordialidad era inexistente entre los grupos que rodeaban a ambos personajes. El grupo científico —Limantour— fue el primero en embestir y rápidamente atacó a Bernardo Reyes haciendo uso de la prensa adicta. […] Como respuesta a estos ataques, el grupo de amigos de Bernardo Reyes pronto utilizó el mismo conducto, apareciendo en La Protesta los dardos periodísticos.” Reyna Hinojosa, El general Bernardo Reyes, pp.174-175. Esta guerra periodística preparó la caída de Reyes de la Secretaría de Guerra.

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del país. Las Memorias de la Secretaría de Guerra y Marina registran, para ese primer año de vida del proyecto, la emisión de un total de 1 878 patentes de ofi ciales reservistas para todo México.36 140 de ellas corresponden al D. F.: el 7.4 % del total. Jalisco superó a la capital del país con 175 ofi ciales, es decir, el 9.3% del total. (Ver cuadro 2) ¿Hubo mejor respuesta en Jalisco que en el D. F.?

CUADRO 2. ENTIDADES FEDERATIVAS CON MAYOR NÚMERO DE OFICIALES APORTADOS A LA SEGUNDA RESERVA ENTRE EL 1° DE JULIO DE 1901 Y EL

30 DE JUNIO DE 1902

Columna 1 Columna 2 Columna 3 Columna 4 Columna 5

Entidad federativa

Número total de

habitantes en la entidad

federativa

Número total de ofi ciales dados de alta en la entidad

federativa

Porcentaje de ofi ciales registrados

en la Segunda Reserva

por entidad federativa

en términos absolutos

Porcentajes de ofi ciales reservistas

alistados en la entidad

federativa en relación con

el número de habitantes de

la entidad

Distrito Federal

541 516 140 7.4 0.025

Jalisco 1 153 891 175 9.3 0.015

Nuevo León 327 937 73 3.8 0.022

Puebla 1 021 133 87 4.6 0.008

San Luis Potosí

575 432 107 5.6 0.018

Veracruz 981 030 81 4.6 0.008

Reyes, Memoria… 1901-1902, t. I, 364 p.; Estadísticas sociales, 249 p.

36 Reyes, Memoria… 1901-1902, t. I, 364 p.

50 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

El cuadro 2 presenta las cifras de las entidades federativas en las que se dio de alta el mayor número de ofi ciales reservistas, entre el 1° de julio de 1901 y el 30 de junio de 1902: Distrito Federal, Jalisco, Nuevo León, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz.37 En este mismo cuadro hemos registrado el número total de habitantes de cada entidad seleccionada, el número de ofi ciales reservistas dados de alta en cada una de ellas entre julio de 1901 y junio de 1902, el porcentaje que representaron los ofi ciales alistados en cada una de esas entidades con respecto al total de los 1 878 ofi ciales de la Segunda Reserva para esas fechas y, fi nalmente, el porcentaje de ofi ciales reservistas alistados en cada entidad federativa en relación con el número de habitantes de la entidad. Este conjunto de cifras permite ver el lugar signifi cativo que tuvo el Distrito Federal en el reclutamiento de ofi ciales para la Segunda Reserva.

Es verdad que 7.4% de los 1,878 ofi ciales reservistas reclutados en el Distrito Federal el primer año del proyecto se encuentran por abajo de 9.3% de Jalisco, entidad de donde era originario Bernardo Reyes. En cualquier caso, ese porcentaje pone a la capital del país en segundo lugar, por encima de todos los demás estados, incluido el de Nuevo León, del que el general Bernardo Reyes había sido gobernador por tantos años.

Sin embargo, para una correcta valoración del número de ofi ciales reservistas en el Distrito Federal con respecto a otras entidades del país, existe una variable importante que debe ser tomada en cuenta y que hemos incluido en el cuadro 2: el número de habitantes que tenía cada una de las entidades federativas consideradas. Tomando en cuenta esta variable, hemos calculado el porcentaje que representó el número de ofi ciales reservistas reclutados en cada entidad en relación con el número de habitantes de cada una de ellas.38 Este nuevo cálculo cambia de manera importante la valoración que puede hacerse del peso que tuvo la capital del país en la creación de la Segunda Reserva. Efectivamente, Jalisco, que fue el estado que alistó el mayor número de ofi ciales en términos absolutos (175 entre julio de 1901

37 Las entidades expuestas en el cuadro 2 fueron seleccionadas por ser las de mayor número de oficiales reservistas aportados de los 1 878 dados de alta entre el 1° de julio de 1901 y el 30 de junio de 1902. Hemos recuperado estos datos para poder hacer una comparación y valoración de los encontrados para el Distrito Federal.38 Estadísticas sociales, 249 p. Tomamos el número de habitantes por entidad federativa para el año de 1900, porque estas estadísticas carecen de registros para 1901 y 1902.

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y junio de 1902), pierde presencia al considerar esa cifra de cara al total de su población (0.015%); es superado por Nuevo León (0.022%), pero, sobre todo, por el Distrito Federal (0.025%). Con la consideración de la variable del número de habitantes, la capital del país pasa a ser la entidad que, en términos relativos, aportó el mayor número de ofi ciales al cuerpo reservista.

Los reservistas en preparación y la visión de la prensa

Los reservistas —tanto aspirantes como ofi ciales ya integrados al cuerpo— tenían la obligación de acudir cada domingo a entrenar y “pasar revista”, como se conocía al acto de presentarse al cuerpo. Se les citaba los fi nes de semana porque el proyecto consideraba que la instrucción militar no debería afectar las actividades económicas de sus miembros en tanto civiles y, precisamente, el domingo era un día en que la mayoría de los ciudadanos descansaba de sus trabajos cotidianos.

La primera academia adaptada para recibir reservistas en el Distrito Federal estuvo lista desde los meses iniciales de 1901 y fue la escuela de tiro de San Lázaro. En dicho recinto se concentraron los primeros contingentes de aspirantes y de ofi ciales graduados. Pero no fue el único lugar. Conforme el proyecto tomaba fuerza y atraía a más solicitantes y más subtenientes causaban alta como reservistas, se tuvieron que abrir más espacios para los entrenamientos dominicales. Entre junio de 1901 y diciembre de 1902, en el Distrito Federal se adaptaron y abrieron un total de nueve academias para entrenamiento de aspirantes y ofi ciales de la Segunda Reserva: San Lázaro, La Piedad, Tacubaya, San Joaquín, Santa Fe, Santa Julia, Azcapotzalco, Cuautepec de Madero y México.39

En estos recintos, los reservistas recibían un entrenamiento similar al de los militares de las fi las permanentes. Desde luego, los resultados en términos de destrezas adquiridas o, al menos, del tiempo que tomaría alcanzarlas, serían necesariamente distintos, ya que los reservistas sólo

39 En el país se dispusieron 264 academias para entrenar reservistas. Los nueve recintos del DF parecen pocos frente a esa cifra, pero para una comparación justa tendríamos que considerar el tamaño de los recintos y la exigencia de abrir muchos en territorios extensos y mal comunicados, que no era el caso del D.F. No hemos hecho este ejercicio aquí, pero es muy posible que tales factores puedan explicar el desbalance apuntado. Para el número de academias para entrenar reservistas, véase Reyes, Memoria… 1901-1902, p. 364.

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podían practicar los domingos. Se llevaban a cabo ejercicios de marcha y tiro al blanco a grandes distancias, de avance de efectivos en formación de columna y de caballería, y prácticas de asistencia a soldados enfermos o heridos en lugares donde no hubiera hospitales y estudio de manuales.40 Los reservistas se ejercitaban también en simulacros de guerra. Estos simulacros eran prácticas en las que las fi las nacionales representaban, sin los riesgos de una batalla real, un hecho de guerra. Se llevaban a cabo para probar algún armamento nuevo o bien para ensayar disciplina y conocimientos aprendidos durante la instrucción regular. Estos ejercicios demandaban mucha preparación previa, pues si bien eran simulaciones que no ponían en mayor riesgo la vida del soldado o del reservista, a veces había accidentes, con heridos y lesionados. Tal era la intensidad con que se practicaban esos ensayos bélicos.

Los simulacros acaparaban mucho la atención del público: “gran espectáculo de armas”, los llamaba la prensa. Con frecuencia, se les programaba para realizarse en fechas de importancia cívica, como la celebración del aniversario de la independencia de México. De esa manera se conjuntaban entrenamiento y representación festiva, ejercicio castrense y desfi le. En realidad, al secretario le interesó siempre mostrar públicamente su fuerza, por lo que la combinación parecía perfecta.

El Imparcial celebraba tanto representaciones y desfi les como toda actividad relativa a la Segunda Reserva. Pero no toda la prensa aplaudía por igual los simulacros y, en general, los actos de propaganda en torno a la Segunda Reserva. Las opiniones sobre estos ejercicios bélicos no siempre fueron halagadoras. Periódicos como El Diario del Hogar y Regeneración, críticos del gobierno, hacían crónicas diferentes a las de El Imparcial cuando de la Segunda Reserva se trataba. Por ejemplo, el 4 de agosto de 1901, se tiene noticia de que se llevó a cabo un simulacro de reservistas en el Distrito Federal. Mientras El Imparcial fue dando seguimiento a los entrenamientos, ensayos generales y hasta al plan de acciones, El Diario del Hogar publicó una nota de censura que ponía en tela de juicio no sólo la efectividad de

40 Reyes, Memoria… 1900-1901, Anexos número 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11 correspondientes a las circulares número 525, 262, 266, 281, 292, 291, 289, 297, 269 respectivamente, pp. 59-80; Reyes, Memoria… 1901-1902, Anexos número 94, 95, 96, y 97 correspondientes a las circulares número 307, 252, 323, 319 respectivamente, pp. 241-250.

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un ejercicio como los simulacros de guerra, sino el proyecto mismo de la Segunda Reserva. La nota de El Diario del Hogar decía así:

México, según la expresión de los tácticos que dirigen el departamento guerrero nacional, debe prevenirse para el caso de una guerra extranjera. ¿Es pues inminente el peligro que nos amenaza y tenemos que resolverlo en batallas campales? / Nosotros contestamos que no; y dado el caso fortuito de batirnos en defensa de nuestra nacionalidad, ¿la guerra de cuerpos de ejército es la que más conviene a esa defensa? También contestaremos que no, ¿por qué? Porque el enemigo que nos amague en son de conquista, sería numerosísimo y nosotros no tendríamos el número sufi ciente de hombres que oponerle y sería una temeridad el sacrifi cio de vidas tratando de contenerlo en batallas campales. ¿Qué habría necesidad de hacer? […] / Educar al pueblo en las prácticas democráticas, hacerlo concurrir a las academias en donde se impregne su ánimo del santo efecto a la libertad, sacarlo del estado de abyección en el que lo tiene sujeto una política de exclusivismo, sería el mejor camino.41

La nota descalifi caba al proyecto reservista y reclamaba, para la mejor defensa del país, ejercicios democráticos, no bélicos.

El periódico antiporfi rista Regeneración, fundado por los hermanos Flores Magón, tomó posición frente a la Segunda Reserva. Regeneración denunció el proyecto como una maniobra del general Reyes para ganar partidarios con miras a la sucesión presidencial. Publicó, por ejemplo, un llamado a las personas de “buena fe” para que no se dejaran engañar por un proyecto como el de la Segunda Reserva, un proyecto que los utilizaría en favor de la dictadura. Bernardo Reyes, en su opinión, prolongaría la “tiranía” de Díaz por medios aún más “violentos”. Los redactores del periódico estaban convencidos de que los jóvenes reservistas serían ocupados como escalón político del “ambicioso” Reyes para llegar a la presidencia de la república.42

El Diario del Hogar y Regeneración eran voces críticas frente a la Segunda Reserva, claramente opuestas a las de una prensa ofi cialista como El

41 “Sumario. ¿Nos prevenimos para la Guerra? Los simulacros ¿cuál conflicto guerrero nos amenaza? ¿Triunfaremos? Sí”, El Diario del Hogar, 30 de julio de 1901, p. 3.42 “A los jóvenes reservistas”, Regeneración, 15 de agosto de 1901, pp. 12-14.

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Imparcial. El Diario del Hogar se burlaba de los aspirantes y ofi ciales recién alistados; Regeneración invitaba abiertamente a los jóvenes a abandonar la institución reservista.43 Sin embargo, ni uno ni otro pusieron nunca en duda la exitosa respuesta que estaba encontrando la convocatoria para formar la Segunda Reserva.

La prensa crítica del régimen parece haberle hecho poca mella al proyecto, pero, de todas formas, la Segunda Reserva tuvo corta vida. El recelo de los grupos porfi ristas rivales de Reyes llevaría a su cancelación.

Consideraciones fi nales

La llegada de Bernardo Reyes a la Secretaría de Guerra en 1900 fue un acontecimiento de mucho signifi cado para la política del porfi riato tardío. Su presencia en el gabinete del presidente Díaz lo catapultó a la arena política nacional. Como secretario de Guerra comenzaría una reorganización del Ejército. Su papel de reformador le dio a Reyes popularidad entre los propios militares y, a la par, en el terreno de la política nacional. En efecto, lo mostró como un político hábil. En especial la Ley Orgánica del Ejército Nacional, promulgada en 1900, signifi có un paso importante en el proceso de centralización de las armas nacionales, pues logró poner prácticamente a todos los cuerpos armados bajo el mando directo de la Secretaría de Guerra y Marina.

Particularmente ambicioso fue el proyecto de creación de un cuerpo reservista con una nueva ofi cialidad compuesta por ciudadanos voluntarios. La Segunda Reserva parece haber sido bien recibida en el país —lo fue ciertamente en la capital— y dio a Reyes una popularidad insospechada entre algunos sectores de la sociedad. Un político respaldado por una fuerza como la que comenzaba a formarse con la Segunda Reserva preocupó mucho a sus rivales políticos, lo que terminaría costándole su puesto en el gabinete de Díaz, a sólo dos años de haber sido designado secretario de Estado.

43 Al margen de los beneficios reales que pudiera tener para México el contar con un cuerpo de reservistas en caso de una guerra extranjera, a los redactores de Regeneración les parecía más seria la amenaza de la llegada de otro militar al poder: el general Reyes. Y temían que pudiera hacerlo gracias a la fuerza adquirida a través de sus reservistas. “A los jóvenes reservistas”, Regeneración, 15 de agosto de 1901, pp. 12-14.

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La respuesta a la convocatoria para la creación de la Segunda Reserva en el Distrito Federal fue ciertamente entusiasta. La publicación de listados de aspirantes y las noticias sobre los entrenamientos, simulacros y desfi les dan fe de ello. Estos testimonios, sumados a los listados de ofi ciales dados de alta que ofrecen las Memorias de la Secretaría de Guerra y Marina de 1900 a 1902, evidencian el buen arranque del proyecto en la capital del país. De hecho, el Distrito Federal parece haber sido magnífi ca arena para impulsar el proyecto reservista. En esta entidad se enlistaron 140 ofi ciales en el primer año de vida de la Segunda Reserva, el segundo contingente más importante del país. Y si consideramos el número de habitantes del Distrito Federal y hacemos una comparación con los enlistados en entidades con mayor población, la capital del país pasa a ocupar el primer lugar en respuesta a la convocatoria reservista. Igualmente, la presencia de personajes reconocidos en la vida política de la época como promotores de la Segunda Reserva, y los nombres en las listas de jóvenes ofi ciales reservistas que fi gurarían en la política nacional años más tarde, muestran la relevancia del proyecto y el impacto que comenzaba a tener.

Todo parece indicar que, al menos en la experiencia del Distrito Federal, el proyecto reservista fue bien acogido entre jóvenes inquietos de clase media y alta, atentos a oportunidades de participar en la vida pública; aunque también parece haber despertado el interés entre otros sectores urbanos, como artesanos y obreros.

En 1902 se llevó a cabo un impresionante desfi le militar por el aniversario de la independencia de México. En dicho evento, el general Bernardo Reyes hizo marchar un contingente grande de ofi ciales y aspirantes reservistas por las calles del centro de la ciudad de México. La historiografía que relata tal acontecimiento no llega a ponerse de acuerdo acerca del número exacto de reservistas que participaron en aquel desfi le;44 sin embargo, todos los autores coinciden en que, en una postura arrogante por parte del general Bernardo Reyes, se convocó a los reservistas para hacer alarde de la fuerza política y militar que había adquirido desde su llegada al gabinete

44 Benavides Hinojosa, por ejemplo, menciona la presencia de un total de 16 000 reservistas en el desfile, pero Alicia Hernández y Josefina G. de Arellano reconocen sólo 6 000. Rodolfo Reyes, hijo del general, escribe que fueron 20 000. Benavides Hinojosa, Bernardo Reyes, p. 247; Hernández Chávez, La tradición republicana, p. 148; García de Arellano, Bernardo Reyes, p. 45; Reyes, De mi vida, p. 28.

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presidencial. Cualquiera que haya sido el tamaño exacto del contingente que marchó aquel 16 de septiembre de 1902 frente a Palacio Nacional, y sin entrar a discutir aquí las intenciones del general Reyes, la acción dio pie a innumerables rumores sobre sus ambiciones de poder, así como a una auténtica campaña de grupos políticos rivales en su contra. En especial, los “científi cos” comenzarían, cerca de Díaz, una guerra de prensa y de presiones que tuvo como eje el “peligro” de un hombre con tanto poder civil y militar como el secretario de Guerra.

Finalmente, el presidente Díaz decidió retirarle su apoyo al secretario de Guerra. El general Reyes renunció al cargo y regresó a la gubernatura de Nuevo León. Díaz quería mantenerlo leal al régimen y que no desapareciera del escenario público totalmente, porque era un buen contrapeso a las ambiciones de otros grupos, pero también buscó que perdiera su gran protagonismo en la escena política nacional.

De todas formas, Bernardo Reyes quedó terriblemente debilitado y su proyecto reservista acabaría con él. La Ley Orgánica de 1900, que había dado vida al proyecto de la Segunda Reserva, se mantuvo vigente, pero el cuerpo reservista fue pronto desmovilizado y el apartado referente a la organización de las reservas quedaría derogado en abril de 1904.45

La salida de Bernardo Reyes de la Secretaría de Guerra acusado, aunque no fuera formalmente, de utilizar a las reservas con fi nes de autopromoción política con miras a la sucesión presidencial, explica su renuncia. Sin embargo, y esto es lo que más me interesa, poco se ha tratado de profundizar en torno a la explicación del porqué el proyecto reservista tuvo tan buena respuesta a nivel nacional. ¿Es acaso que su éxito se debió a la popularidad previa del general Reyes? Más bien parece haber sido a la inversa. Si no, ¿por qué el gran interés por el proyecto en el Distrito Federal, donde Reyes no tenía el arraigo que poseía en el norte del país o en su natal Jalisco? Hay que tener bien presente que la Segunda Reserva prometió espacios a las generaciones jóvenes interesadas en la política, y creo que justo en esta premisa debe hallarse, aunque sea parcialmente, la explicación de la gran respuesta a la convocatoria en la capital del país.

45 “El General Díaz, el 1° de abril de 1904, al abrir el 21° Congreso Constitucional, el segundo periodo del segundo año de sus sesiones”, en Los presidentes de México, p. 694.

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ANEXO 1. RELACIÓN DE OFICIALES RESERVISTAS QUE FUERON DADOS DE ALTA ENTRE EL 1° DE JULIO DE 1901 Y EL 30 DE JUNIO

DE 1902 EN EL DISTRITO FEDERAL

Alas, Juan Manuel Martínez, Arnulfo Jaramillo, Vicente

Alonso, Conrado L. Martínez, Conrado Kegel, Alfonso J.

Álvarez del Castillo, Gabriel

Martínez, Medardo L- Prado, Ángel

Álvarez Rul y Escalante, Carlos

Mendoza, Francisco de P.

Leguizamo, José E. de

Antillón, Carlos Moya Zorrilla, Víctor López, Taide

Arpide, UrbanoNájera y de Pindter, Domingo J.

Martínez, Alberto

Bribiesca, Jesús Obscuras, José J. Martínez, Luis E.

Bulman, Manuel G. Orellana, Adolfo Méndez, Alfredo P.

Calderón y Paredes, Rodolfo

Padilla, Conrado Montañez, Vicente

Cantoral, Mariano B. Pérez Gálvez, Juan de Ochoa, Eligio

Carbajal, Luis R. Pliego, Ismael Orihuela, Enrique A.

Carranza, Venustiano Ponce, Fernando Pedroza, Ricardo

Castañeda Ortiz, Miguel

Ramos Arizpe, Rafael Pérez Castro, Gonzalo

Castañón, FernandoRamos Pedrueza, Antonio

Quiroz, Ignacio C.

Castellot, José (h) Renero, Manuel S. Ramírez, Agustín

Cervantes, Antonio Reyes, Rodolfo Ramírez, Rafael H.

Cervantes, Wenceslao H.

Rocha, Jesús M. San Juan, Manuel H.

Clausell, Joaquín Rocha, Manuel Sierra, Miguel

Corona, Juan M.Robleda y Guerra, Salvador

Solórzano, José

Cruz, Emilio Salazar, Manuel I. Soriano, Manuel F.

58 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

Cuevas, Niguel G. Salazar, Miguel M. Uribarri, Roberto

Dahlhaus, Enrique Tagle y Togno, Enrique Vallarta, Luis C.

Dahlhaus Osio, Emilio Tavares. Nocilas Vaquero, Manuel

Díaz Valadez, Epigmenio

Villalón, Jerónimo C. Velázquez, Manuel A

Escamilla, Benjamín Villamil, Antonio Yáñez, Othón

Escamilla, Eufemio Villamil, Ricardo Aguayo, Justo P.

Fernández Guerra, Salvador

Záyago, RemigioOñate, Raymundo Miguel

Fernández, Salvador Diego

Zertuche, Albino Urritia, Pedro

Flores, Enrique [Magón]

Adorno, Francisco Echeveste, José M.

Flores, Fernando Alvarado, JulioFuente Muñoz, Manuel de la

Flores, Francisco Burgos, Ignacio Gallegos, Manuel G.

Galicia, José Butrón, Eduardo M Lara, Jesús B.

García Rebollo, Lorenzo

Cárdenas, Gonzalo López Guerrero, Carlos

Gavaldón, AvelinoCarreño, Alberto M. [María]

Muñoz, Edmundo

Gómez Farías, Salvador

Castañeda y Guiard, Arturo

Pérez Valiente, Luis

González, Efi genio Castaño, NatalioSánchez Cordero, Mariano

González, Griseldo Castro, Antonio G. Téllez Durán, Ismael

González, Gabriel E. Castro, Miguel S.Mercenario, Esteban A.

González, Salvador Chávez, Fernando Montaño, Emilio F.

Graef, Carlos Elzaurdia, Fernando Ramos, José

Gracia y Medrano, Bernardo

Enríquez, Rodimiro Villareal, Julián

59LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

Gutiérrez, Alfonso Espinosa, Abelino

Hernández, Enrique Fernández, Manuel G.

Islas y Bravo, LinoGarcía Brito, José Ricardo

Larrañaga, Manuel García Ravelo, Miguel

Limantour, Julio M. González, Fernando

Lozano Saldaña, Rafael González, Rafael

Maldonado, AurelioGranados, José Artemio

Mariscal y Piña, Alonso Gutiérrez, José

Márquez, José G. Hernández, Jerónimo

Fuente: Reyes, Memoria… 1901-1902, t. I, pp. 65-118.

Fuentes

Archivos

AHD-SEDENA Archivo Histórico Digital de la SedenaAHUNAM Archivo Histórico de la UNAM

Hemerografía

Boletín del Ofi cial Reservista. Ciudad de México (Consultado en el AGEV. Archivo General del Estado de Veracruz)

El Diario Ofi cial de la Federación. Ciudad de México.El Imparcial. Ciudad de México.El Diario del Hogar. Ciudad de México.Regeneración. Ciudad de México (Consultado en el Archivo Electrónico

Ricardo Flores Magón, en línea: http://www.archivomagon.net)Revista México Militar. Ciudad de México (Consultado en la Biblioteca

Sebastián Lerdo de Tejada)

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LA INSALUBRIDAD EN LA CIUDAD DE MÉXICO DURANTE 1899. BREVE PANORAMA DIBUJADO POR EL HIJO DEL AHUIZOTE

Gretel Ramos Bautista*

* Posgrado en historia del arte. FFyL-UNAM

Resumen

El artículo ofrece una imagen crítica del gobierno porfi rista, proyectada por los caricaturistas del semanario El Hijo del Ahuizote en la coyuntura de la quinta reelección presidencial de Porfi rio Díaz; centra su atención en la denuncia que hace el periódico de las políticas de salud y saneamiento de la ciudad de México, y en cómo se apoya en ellas para desacreditar al régimen en su conjunto; analiza la relación que establece el semanario entre insalubridad, enfermedades epidémicas y mal gobierno, y cómo sus satíricos dibujos forman parte de su campaña en contra de la reelección presidencial.

Palabras clave: El Hijo del Ahuizote, políticas de salud, insalubridad, enfermedades epidémicas.

Abstract

The article provides a picture of criticism of the porfi rista government projected by the cartoonists of the weekly El Hijo del Ahuizote at the juncture of the fi fth reelection of Porfi rio Díaz; focuses on the complaint made by the newspaper health policy and sanitation of the México city , and how relies on them to discredit the regime as a whole; that analyzes the relation between sets the weekly unsani-tary, epidemic diseases and bad government , and how theire satirical drawings as part of its campaign against presidential reelection.

Keywords: El Hijo del Ahuizote, epidemic diseases, health policy.

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En México, el siglo XIX cerró su telón con una merma poblacional: epidemias de tifo, viruela, cólera, infl uenza, fi ebre amarilla y paludismo se hicieron presentes en varias zonas del territorio nacional. Al mismo tiempo, el Círculo Nacional Porfi rista, principal promotor de la reelección presidencial, convocaba a sus miembros a un “plebiscito con el objeto de nombrar presidente” para el cuatrienio 1900-1904 y a participar en una Convención Nacional para apoyar la candidatura de Porfi rio Díaz. Tanto el Círculo como la Convención eran presididos por el doctor Eduardo Liceaga y el ingeniero Sebastián Camacho, apoyados por banqueros, comerciantes, industriales, hacendados, profesionistas, literatos y, desde luego, por miembros del aparato político porfi rista: diputados, senadores, gobernadores, etcétera. Así se preparaban las votaciones que se realizarían en los meses de junio y julio de 1900 y asegurarían la quinta reelección del general Díaz.1

La salubridad y el saneamiento de las ciudades, cuestiones que se ponían en el centro de la atención pública debido a las epidemias de fi nales de siglo, habían sido una preocupación del gobierno porfi riano desde tiempo atrás. Atenderlas había sido, y seguía siendo, parte del proyecto modernizador del régimen. En las décadas de 1880 y 1890, la modernización porfi rista había considerado, por ejemplo, planes para el crecimiento económico del país: desde una transformación de la infraestructura de comunicaciones del territorio nacional —ampliación de la red ferroviaria, remodelación de puertos, electrifi cación de los trenes urbanos—, hasta las reformas para reorganizar el régimen fi scal o sistema bancario, entre otros. La aplicación de vacunas y el saneamiento de zonas urbanas formaban parte de ese ambicioso proyecto. Las políticas impulsadas por el régimen se dieron a conocer en la prensa; a veces se debatieron ampliamente en sus páginas, cada una en su momento y atendiendo a coyunturas precisas. La sanidad fue una de ellas y hubo una prensa crítica —El Hijo del Ahuizote, en particular— que llamó la atención sobre este tópico e hizo de él su arma para tratar

1 Desde 1857, las elecciones presidenciales se llevaban a cabo de manera indirecta: cada cuatro años, en el mes de junio se celebraba la elección primaria y en el de julio la secundaria.

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de desacreditar al régimen, justo en la coyuntura de la quinta reelección presidencial.2

Una prensa acusadora como El Hijo del Ahuizote encontró pertinente discutir el problema de la salud pública justo cuando se preparaban los comicios presidenciales, pues entre quienes encabezaban la campaña reeleccionista estaba, precisamente, un médico importante: el doctor Eduardo Liceaga. Liceaga presidía el Consejo Superior de Salubridad, dependencia responsable de las políticas sanitarias del gobierno federal.3 Es verdad que la campaña de El Hijo del Ahuizote no se ensañó particularmente con Liceaga —o no exclusivamente—, pero si la campaña reeleccionista podía tener la cara de un galeno, el periódico podía enderezar su crítica satírica hacia los temas de la higiene y las epidemias. El Hijo del Ahuizote hizo de esta crítica una forma de censura en contra del régimen y ensayó asestar sus golpes a diferentes niveles de gobierno.

El presente artículo ofrece una imagen crítica, construida por El Hijo del Ahuizote, sobre las difi cultades de salud y saneamiento en el México de fi nes del siglo XIX, y, más precisamente, en la capital del país. En las siguientes páginas, analizaré una quinteta de caricaturas publicadas por este periódico en 1899, que tienen como eje el problema de la salubridad en la ciudad de México y que formaron parte de su campaña contra la reelección. Reproduzco y comento, además, dos imágenes que abordan las situaciones en Nuevo León (1898) y Veracruz (1899). Las he incluido aquí para dar cuenta de un “patrón” que, en realidad, las une a todas: la relación entre insalubridad, enfermedades epidémicas y “mal” gobierno.

2 El Hijo del Ahuizote se publicó en la ciudad de México durante dieciocho años. Uno de los asuntos que su sátira gráfica y literaria descalificó con gran fuerza fue la reelección en todos los niveles de gobierno (nacional, estatal y local). Para abordar dicha materia se auxilió de diversos sustentos iconográficos, por ejemplo, de personajes y pasajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento; mitológicos, alegóricos, metamorfoseados, etcétera. Véase Ramos, “La iconografía bíblica”.3 El Consejo Superior de Salubridad fue fundado en 1841. Había asumido tareas del antiguo protomedicato, pero con los años amplió sus funciones. Dependiente directo de la Secretaría de Gobernación, tuvo la responsabilidad de definir medidas de salubridad pública, control de la calidad de alimentos y medicinas y administración de vacunas en los territorios administrados por el gobierno federal. Desde 1880, el Consejo contó con un boletín informativo que reproducía datos estadísticos sobre enfermedades y vacunas, reportes de las actividades de sus inspectores y avances de obras públicas en la capital del país. El doctor Liceaga presidió el Consejo de 1885 a 1914.

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Efectivamente, en las siete se critica a alguna autoridad, ya sea local, estatal o nacional, siempre en relación con problemas sanitarios y de salud. Las dos que remiten a experiencias de los estados las presento sólo como ejemplos de lo que “sucedía” en aquellas “ínsulas”, mas no profundizo aquí en los confl ictos que en ellas se exponen. Mi análisis se enfocará en el conjunto de cinco dibujos que tienen como eje central a una “moribunda” ciudad de México, aquejada por las epidemias, las continuas inundaciones y las “malogradas” obras de saneamiento emprendidas por sus “nocivos” gobernantes. Presentaré esta perspectiva, que es la que el satírico periódico pregonó y que aprovechó para ligar, sutilmente, con la coyuntura electoral de 1899 y censurar al régimen porfi riano.

El crítico periódico y su arrimo a las epidemias

Los años de 1898 y 1899 representaron un repunte de las enfermedades infecto-contagiosas en el país; se reportó entonces un incremento en el número de enfermos y un aumento en el índice de mortalidad.4 Hasta entonces, El Hijo del Ahuizote había abordado en muy contadas ocasiones la problemática de la salud y la higiene; cuando lo hizo, fue en circunstancias muy específi cas: agudización de epidemias. Además consideró “oportuno” hacerlo a fi nales de siglo, cuando este agravamiento de problemas de salud pública “coincidió” con los preparativos comiciales. Los redactores y dibujantes del semanario conjugaron ambas “realidades” para desacreditar a la administración porfi riana y “evidenciar” la inefi cacia de sus representantes. En realidad, los años de 1898-1899 signifi caron un momento especial; antes, el periódico se había ocupado escasamente del problema.

El Hijo del Ahuizote se había fundado en 1885, a poco de iniciado el segundo periodo presidencial de Porfi rio Díaz. Al comenzar su publicación se conceptuó como un “Semanario feroz, aunque de nobles instintos, político y sin subvención como su padre, y como su padre, matrero

4 El Hijo del Ahuizote postuló que había 350 defunciones diarias, aunque sin especificar de dónde provenía su información. El semanario usó la cifra para sustentar su afirmación de que “el inútil Consejo de Salubridad” no se agilizaba para favorecer a la población y agregó que, probablemente, en la primavera continuaría repuntando el número de muertos. El Hijo del Ahuizote, 15 de enero de 1899, p. 47.

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y calaverón. (No tiene madre)”. Efectivamente, sus fundadores se reclamaban herederos de El Ahuizote, un periódico que había destacado por su crítica antirreeleccionista durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejeda.5 El Hijo del Ahuizote era un semanario satírico con caricaturas,6 no sólo independiente, sino antigobiernista. Básicamente se ocupaba de temas políticos —la reelección, las enmiendas a la Constitución de 1857, la cercanía del gobierno con la Iglesia católica y las limitaciones a la libertad de imprenta— desde una postura crítica, pero también podía abordar cuestiones sociales como el juego, el alcoholismo, el crecimiento urbano, la insalubridad y las enfermedades.

Estos dos últimos aspectos interesaron a los escritores y caricaturistas del periódico sólo en algunos momentos, en especial cuando el mal pasaba de una condición endémica a una epidémica.7 Por ejemplo, El Hijo del Ahuizote dedicó un número completo al azote de tifo de 1893. Por primera vez desde su fundación en 1885, centraba su atención en un problema de salud pública como éste. Las litografías a plumilla “Lo de moda que ahora

5 El primer lema de El Hijo del Ahuizote estuvo inspirado en el proclamado por El Ahuizote: “Semanario feroz, aunque de buenos instintos. […]”. Este último periódico, de la autoría de José María Villasana y Vicente Riva Palacio, había salido a la luz pública en 1874 y se había señalado como crítico del gobierno de Lerdo de Tejada (1872-1876). En 1876, cuando la reelección de Lerdo parecía inminente, estalló la Revolución de Tuxtepec, encabezada por Porfirio Díaz: tras la batalla de Tecoac cayó el “Señor del Buen Diente” ─alias de Lerdo de Tejada en el satírico papel. Sólo que un mes antes de abandonar la presidencia, el propio Lerdo suspendió la garantía constitucional de la libertad de imprenta y El Ahuizote, de postura antireeleccionista, había tenido que poner fin a su producción. Porfirio Díaz fue electo presidente de 1877 a 1880, pero en 1884 se hizo nombrar nuevamente. El Plan de Tuxtepec se había levantado contra la reelección, pero Díaz parecía haberlo olvidado. En esa coyuntura, Daniel Cabrera dio vida a El Hijo del Ahuizote y retomó la postura crítica de El Ahuizote frente a la reelección. Véase Ramos, “La iconografía bíblica”, pp. 3-4. Con altibajos, El Hijo del Ahuizote continuó publicándose hasta 1903. La redacción durante su última etapa (julio 1902 - mayo 1903) estuvo a cargo de los hermanos Flores Magón, aunque posteriormente, Cabrera reapareció en escena y “reinventó” El Hijo del Ahuizote a través del Ahuizote Jacobino (enero 1904-diciembre 1905). La relación entre estos periódicos se detalla en Gretel Ramos, “La Biblia en El Hijo del Ahuizote: una semblanza del Porfiriato”, tesis doctoral en proceso de redacción. 6 Durante los dieciocho años que El Hijo del Ahuizote tuvo de vida, colaboraron varios dibujantes, como Eugenio Olvera, Santiago Hernández, Jesús Martínez Carrión, Tirso Tinajero, Santiago R. de la Vega, y el mismo Daniel Cabrera, su director, quien firmaba con el seudónimo Fígaro (crédito que apareció de 1885 a 1892). Los otros artífices no rubricaron sus obras.7 En la secciones “Miscelánea” y “Por los Estados” se encuentran pequeñas notas referentes a brotes de enfermedades, pero no lo suficientemente importantes como para generar una caricatura.

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se mira en México”, “Sobre los tubos. Una discusión entre microbios” y “El mejor ‘Consejo’” proyectaron a la capital del país como una necrópolis, pues los edifi cios, con sus tubos “ventiladores”, destilaban tifo, lo que equivalía a respirar muerte.8 La reseña gráfi ca y literaria de El Hijo del Ahuizote cumplió ya entonces con una doble función: denunciar el momento crítico de la epidemia y vituperar el desempeño de las autoridades políticas, en particular de los funcionarios del ayuntamiento y del Consejo Superior de Salubridad.

Pero después de esa circunstancia y antes de ocuparse del problema en la ciudad de México en 1899, el satírico periódico sólo volvió a “reseñar” un brote epidémico cuando la fi ebre amarilla se hizo presente en Monterrey, Tampico y Veracruz, en los años de 1898-1899. En esta ocasión las autoridades políticas y los diarios subvencionados propagaron la idea de que el mal no era de consecuencias graves y que la “alarma” de algunos era “injustifi cada”.9 No obstante, El Hijo del Ahuizote manejó otro punto de vista. A través de caricaturas y textos satíricos, el periódico destacó el efecto “negativo” de la fi ebre amarilla en la dinámica política. En aquel momento Bernardo Reyes, el gobernador “modernizador” de Nuevo León, esperaba la visita de Porfi rio Díaz, quien iría a constatar el progreso material del estado. En esas condiciones, en el dibujo “Preparativos en Monterrey” se representó a Reyes “limpiando” el camino a la ciudad, pero quien le ayudaba con la tarea era la calaca de la fi ebre amarilla: el primero regaba la cuidad para mostrarla pulcra y próspera; la segunda, representación de la fi e bre infecciosa y de la muerte, “barría” a los enfermos desembarazándose de ellos. Así, el “problema” quedaba bien disimulado. (Fig. 1). El propio semanario especuló que “Canana” —alias de Reyes— minimizaba el problema de salud que afectaba a la sociedad para evitar que el presidente suspendiera su “vueltecita por aquella Jauja”.10

Por otro lado, en “Estadísticas de don Teodoro Veracru. En tiempos de epidemia en el puerto”, el artífi ce de El Hijo del Ahuizote criticó la falta de mejoras en la infraestructura del puerto de Veracruz y la inefi cacia de los

8 El análisis de dichas figuras, no reproducidas aquí, se pude consultar en Ramos, “La perspectiva gráfica”. 9 El Imparcial, 29 de octubre de 1898, p. 1.10 El Hijo del Ahuizote, 6 de noviembre de 1898, p. 711.

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programas de higiene impulsados por el gobierno estatal —con el apoyo de la administración federal, a través del Consejo Superior de Salubridad— (Fig. 2).11 Esta “ineptitud” gubernamental favorecía que la fi ebre amarilla fuera endémica los 365 días del año. Las calacas del vómito y la fi ebre amarilla, ubicadas en el segundo plano de la composición, son personifi caciones de la muerte que han sustituido la guadaña por los garrotes, los cuales simbolizaban la morbosidad con la que perseguían y mataban a la población jarocha. Por si ello fuera poco, para El Hijo del Ahuizote existía otra causa de mortalidad: “el microbio de la Dehesa”. El gobernador del estado se apellidaba “Dehesa”, situación que la caricatura aprovechó para hacer un juego de palabras, y mientras simulaba referirse a una “plaga” en los

Fig. 1. Sin firma. “Preparativos en Monterrey” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIII, núm. 658, México, 4 de diciembre de 1898, p. 780, litografía. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

11 Nótese que el “Consejo de Salubridad”, simbolizado con la jeringa, adorna la cabeza del gobernador Teodoro A. Dehesa.

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Fig. 2. Sin firma. “Estadísticas de don Teodoro Veracru. En tiempos de epidemia en el puerto” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 688, México, 2 de julio de 1899, p. 420, litografía. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

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pastizales, aludía a los males provocados por el mandatario de Veracruz.12 Teodoro A. Dehesa aparece en el dibujo con una fi sonomía exagerada, pretendiendo contar los muertos con los dedos de una sola mano, pero representado él mismo con extremidades inferiores esqueléticas; un gobernante que, en realidad, daba el “golpe de gracia” a sus coterráneos con la pistola y el sable de su segunda reelección.13 Epidemias, mal gobierno y reelección eran, justamente, los temas criticados por esta caricatura.

La insalubridad en caricaturas: la ciudad de México

El proyecto modernizador del gobierno porfi rista dispuso un conjunto de políticas de salud pública y de saneamiento urbano.14 Algunas de ellas cobraron especial importancia en la ciudad de México, pues tratándose de la capital del país, este era el sitio “donde la modernidad de la nación tenía que ser visible, tangible”.15 De esta manera, además de buscar el remozamiento de la ciudad, el gobierno de la capital intentó su higienización. Pero transformar la “metrópoli” tomaría años, y para 1899, en vísperas de la elección presidencial, la insalubridad y las enfermedades infecciosas en la capital eran todavía un problema. Ese año la ciudad de México vivió

12 Teodoro A. Dehesa gobernó Veracruz desde 1892. Fue reelecto cuada cuatro años, hasta que la revolución maderista lo obligó a renunciar en 1911.13 Estas dos armas son representadas, en otras caricaturas de El Hijo del Ahuizote, en manos de don Porfirio y don Bernardo como emblemas de poder. En el caso de don Teodoro, la reelección se “convirtió” en una enfermedad, según la visión de los escritores y dibujantes del semanario. Véase también El Hijo del Ahuizote, 10 de diciembre de 1899, p. 787; Ramos, “La visualización”.14 Las políticas de salud pública y de saneamiento urbano incluyeron desde el control de la circulación de animales por las calles de las ciudades hasta las campañas de vacunación, comprendidos, desde luego, los proyectos para la mejor administración del agua, introducción de drenaje, arreglo de calles y atarjeas, y manejo de basura, entre otras. Políticas como éstas, impulsadas en las últimas décadas del siglo XIX, formaron parte de los programas de gobierno no sólo en México, sino en varios países latinoamericanos.15 Agostoni, Monuments of Progress, p. 47. El gobierno federal tuvo un interés especial por modificar la capital del país, el cual caminó a la par de su control político y administrativo. De hecho, desde 1840 se había iniciado un proceso para subordinar el ayuntamiento de México al gobierno nacional, el cual tuvo un momento crucial en 1903 (el proceso siguió tras la caída de Díaz, bajo los gobiernos revolucionarios). En el camino, el Distrito Federal sufrió redefiniciones territoriales y, sobre todo sustracción de facultades en favor del gobierno federal. El gobierno porfirista justificó su proceder argumentando que las acciones de los ayuntamientos eran “inadecuadas y deficientes” para atender satisfactoriamente los servicios públicos —como agua, alumbrado, limpia— o para solucionar los problemas urbanos más esenciales, como las condiciones insalubres en que vivía la población y el deplorable estado

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importantes epidemias de tifo e infl uenza, las cuales fueron comentadas por la prensa. A pesar de los esfuerzos que se habían hecho por mejorar el aspecto de la capital —atender “las principales calles del centro de la ciudad”—,16 la cuestión de la higiene de la urbe no estaba resuelta. Además, en esa coyuntura, México se preparaba también para ser la sede del segundo Congreso Panamericano, por lo que el gobierno federal tenía gran interés en que la ciudad estuviera en condiciones de dar una nueva imagen. Entre otras cosas, quería que las obras de saneamiento estuvieran listas en tiempo y forma para la celebración de dicha reunión.17

Indudablemente, las políticas del gobierno durante las últimas décadas del siglo XIX habían dado una nueva faz a la capital, pero un periódico crítico como El Hijo del Ahuizote encontró “debilidades” que le permitieron hacer su propia cruzada. En 1899, algunas de esas fl aquezas fueron las epidemias de tifo e infl uenza en la capital. En materia de salud y sanidad, el periódico hizo su lucha criticando por igual a la Secretaría de Gobernación del gobierno federal, de quien dependía el Consejo Superior de Salubridad, que al ayuntamiento de la ciudad de México. Lo importante para El Hijo del Ahuizote era dejar claro que el régimen, incluidos todos los niveles de gobierno, había sido incapaz de dar solución a un problema tan serio como el de la salubridad; con ello, buscaba desacreditar la campaña reeleccionista, cuyas pretensiones eran, por el contrario, justifi car una nueva reelección presidencial a partir de la exaltación de metas cumplidas. En ese sentido y como parte de la propaganda electoral, el Círculo Porfi rista había emitido

de las calles. Posiblemente, por esta gran injerencia del ejecutivo en las actividades del ayuntamiento de la ciudad de México es que, cuando El Hijo del Ahuizote satirizaba problemas de la capital, criticaba por igual a ambas instancias de gobierno y, quizás, en mayor medida, al propio gobierno federal. Sobre el proceso de centralización de las funciones del ayuntamiento de la ciudad a finales del siglo XIX, véase Rodríguez Kuri, La experiencia olvidada. Para un seguimiento de cómo se continuó la centralización tras la caída del régimen porfiriano puede consultarse Miranda “Los gobiernos”.16 Aleph Ciencias Sociales. Centro de Estudios de Historia de México. Fondo CDLIV, segunda serie, año 1900, carpeta 2, documento 14864.17 El evento internacional sería inaugurado en Palacio Nacional y se verificaría entre octubre de 1901 y enero de 1902. Desde luego que dicho congreso no fue el motor de las obras de saneamiento, pero su proximidad funcionó como presión para avanzar programas que venían de tiempo atrás. En 1900, José Ives Limantour y Manuel González Cosío, ambos secretarios de Estado en el momento, expresaron su preocupación por llevar a buen fin los trabajos em-prendidos, “antes de que se reun[ieran]” los delegados de la Segunda Conferencia. Aleph Ciencias Sociales. Centro de Estudios de Historia de México. Fondo CDLIV, segunda serie, año 1900, carpeta 2, documento 14864.

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un manifi esto dirigido a los mexicanos, invitándolos a consentir la idea de que “la reelección del señor general Díaz [era] una necesidad unánimemente reconocida e indiscutible de la nación en el actual periodo de su historia, porque a él se debe la súbita transformación de la nación”.18 Para contrarrestar esa campaña, El Hijo del Ahuizote cuestionó tal “transformación”.

Los blancos de la crítica de El Hijo del Ahuizote, decíamos, fueron desde el secretario de Gobernación —ministerio responsable del Consejo Superior de Salubridad— hasta el presidente del ayuntamiento de la capital, pasando por el gobernador del Distrito Federal. En 1899 el primero era el general Manuel González Cosío;19 el segundo y el tercero, Miguel S. Macedo y Rafael Rebollar.20 El Hijo del Ahuizote fue muy crítico de la conducta política de González Cosío. Lo acusó, por ejemplo, de intervenir en las elecciones de los ayuntamientos del Distrito Federal.21 En materia de salud pública, el periódico les “dedicó”, a él y al gobernador Rafael Rebollar, el dibujo “El nuevo Ayuntamiento” (Fig. 3). En él, ambos personajes reciben la reverencia de una turba de microbios alados —obsérvese que algunos se quitan el sombrero y otros presumen sus afi lados “dientes”—, entre los que fi guran la escarlatina, el sarampión, el cólera, la tisis, la pulmonía y el tifo, es decir, las principales afecciones que reinaban, en general, en la ciudad de México. De ahí que ésta yazca en el suelo con una actitud agonizante.22 El caricaturista retrató a la “villa del nopal y el águila” con un cuerpo femenino, el cual se identifi có por llevar una diadema de estilo

18 El Tiempo, 20 de octubre de 1899, p. 2.19 González Cosío fue secretario de Gobernación de 1895 a 1903. Años atrás había presidido el Ayuntamiento de la ciudad de México (1886-1890). De acuerdo con Constancio Peña Idiáquez ─diputado y jefe de redacción en El Imparcial─, el trabajo de González Cosío al frente del ayuntamiento había sido notable: había impulsado la construcción de mercados, la creación de nuevos jardines públicos, además de promover el establecimiento de las bombas de San Lázaro y de perfeccionar el servicio de aguas. Fue él quien “contrató el empréstito municipal de Londres, empleado en su mayor parte en la magna obra del desagüe del Valle de México”. Peña, “Excmo. Sr. Gral.”, p. 29. 20 Rebollar gobernó el Distrito Federal de 1896 a 1900; posteriormente fue designado procurador general de la república. Por otra parte, Macedo había sido síndico del ayuntamiento de la ciudad en 1887, regidor en 1896-1897 y era su presidente en el periodo 1898-1899.21 González Cosío y Rebollar protagonizaron “En la lucha electoral”, caricatura en la que ambos personajes custodian la “lista oficial para la elección de ayuntamientos”, publicada por El Hijo del Ahuizote en el número 659, correspondiente al 11 de diciembre de 1898. Una idea similar se repitió en “El nuevo Ayuntamiento”, fechada el 1 de enero de 1899.

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almenado, en una probable reminiscencia de los pretiles del castillo dorado de tres torres representado en el escudo de armas.23

Con esta alegoría, El Hijo del Ahuizote declaraba que las malas condiciones en la infraestructura de la ciudad propiciaban su propia muerte, ésta moría con sus pobladores. Paradójicamente, las enfermedades gozaban de perfecta salud en la medida que las autoridades no mostraban interés por combatirlas. Este mismo discurso se promovió en las páginas del periódico a través de la poesía satírica. Tal es el caso de la “Carta a un microbio. De los charcos de San Lázaro a otro del Ganges de Peralvillo” que dice:

Apreciable compañero / de toda mi estimación / te deseo propagación / desde principios de enero. / Yo estoy bueno y sano, y quiero, / en mi plena juventud,

Fig. 3. Sin firma. “El nuevo Ayuntamiento. Los Microbios de la Ciudad dan un voto de gracias por la Reelección de los Regidores” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 662, México, 1 de enero de 1899, p. 12. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

22 Campo de, “México andando”, p. 197. Recuérdese que “América” se trazó como una mujer semidesnuda, armada y coronada con plumas de aves; fue un modelo que influyó en la construcción de la alegoría de la ciudad de México.23 Escudo otorgado por el rey Carlos V de España en el año de 1523.

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/ demostrar la gratitud / que mi contagio atesora, / al Municipio de ahora / que me da vida y salud.

Si he de ser contagio franco / en materias concejiles, / te diré que los ediles / salieron con pie de banco; / dejaron el año en blanco / de una manera indolente, / resultando defi ciente / en materia de progreso / y fomentando con eso nuestra manera viviente.

[…] Jamás los municipales / han fi jado su atención / en mi centro de infección, / y vivo a lo descuidado / “ni envidioso ni envidiado” / en mi humilde charquerón. […]

Hablando en estilo serio / de epidemias en conjunto, / por aquí huele a difunto / revuelto con cementerio. […]

Así es, querido colega, / que esta vida es un contento, / mientras el Ayuntamiento / haga la gallina ciega. / Nosotros en la refriega de hundir al género humano, / nos tendemos la mano. […]24

Esta “Carta a un microbio” se imprimió una semana después de haber entregado a los lectores la estampa de “El nuevo Ayuntamiento”, complementando así su mordaz crítica.25

De “escombros” y “lodazales”: las obras para el desagüe del valle de México

La visión de El Hijo del Ahuizote, periódico antiporfi rista declarado, era exagerada. La sátira ridiculiza y agiganta los problemas; sin embargo, los

24 El Hijo del Ahuizote, 8 de enero de 1899, p. 26.25 En ese mismo año, otros periódicos hacían coro a El Hijo del Ahuizote. Es el caso del diario independiente El Popular, que decía, por ejemplo: “Con la época de la renovación del Ayuntamiento de México coincide la reaparición del tifo en la misma ciudad. No es guasa, no es una chuscada decir que la capital no sabe ya quién le hace más daño, si esa terrible enfermedad, (el tifo, no el ayuntamiento) o esta corporación con su impericia, su indolencia, su egoísmo […] que son en gran parte causantes del pésimo estado de la higiene y de la salubridad públicas.” El Popular, 30 de octubre de 1899, p. 1. Periódico dirigido por su fundador y propietario, Francisco Montes de Oca, de 1897 a 1908.

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problemas existían: algo había de cierto en las críticas del semanario. El gobierno federal tenía tiempo preocupado por el saneamiento de puertos y ciudades en todo el país —éste era parte del proyecto de modernización que se había propuesto impulsar—. Para el centro del país, el gobierno de Díaz había asumido un reto mayor: atender el problema del desagüe del valle de México. En 1886 ofi cializó la creación de una Junta Directiva de los Trabajos y Administrativa de los Fondos del Desagüe del Valle de México, y en 1891, el ingeniero Roberto Gayol diseñó “un sistema de colectores destinados a recibir los desechos y el agua pluvial, y un sistema de tubos que servirían para distribuir a todas las atarjeas de la ciudad el agua del canal de La Viga destinada a lavarlas”.26

Con ese proyecto o con otros —los canales para el desagüe fueron concluidos en 1900, por una empresa británica—, la obra era imprescindible para evitar inundaciones y poder arrojar los desechos de la ciudad fuera del valle. En la caricatura “Cantoya el glorioso y la ciudad mártir”, El Hijo del Ahuizote magnifi ca las consecuencias de las lluvias, a tal grado que las aguas habían alcanzado a cubrir la catedral, dejando únicamente al descubierto las torres del campanario, que parecían tocar los nubarrones (Fig. 4). La alegoría de la ciudad, después de sobrevivir a las epidemias, afrontaba el temor de morir ahogada, y entonces dice: “—¡Carape! / Yo quisiera ser Cantoya, / para tener un escape / aunque fuera por tramoya”.27 Don Joaquín de la Cantoya y Rico era conocido en la sociedad mexicana por sus faenas como aeronauta, pero justo por las inclementes lluvias, había tenido que posponer su aventura en el globo “Moctezuma”.28 Así que, en la caricatura, parece que ni siquiera Cantoya lograría huir de la calamidad; poseer un aerostato no era una opción para “escapar” de las inundaciones, aunque así lo percibiera la alegoría de la ciudad. El semanario descalifi caba las acciones de un gobierno que podía autorizar una ascensión aerostática, pero no avanzar en las obras del desagüe de la ciudad.

26 Los proyectos para construir un desagüe del valle de México venían de mucho tiempo atrás, de los años del imperio de Maximiliano, pero durante el porfiriato se dio gran impulso a las obras, concluidas en 1900. El doctor Liceaga apoyó en todo momento la iniciativa, entendiendo que “las aguas en movimiento llevarían consigo la purificación del aire”. Portillo, “En el pórtico”, p. 175. La cita sobre el proyecto de Gayol es de Miranda, “El financiamiento”, p. 70.27 El Hijo del Ahuizote, 2 de julio de 1899, p. 432. / ‘Carape’: interjección de “caramba”.28 El evento se verificó el domingo 25 de junio de 1899. El Imparcial, 17 de junio de 1899, p. 1.

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Fig. 4. Sin firma. “Cantoya el glorioso y la ciudad mártir” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 688, México, 2 de julio de 1899, p. 432. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

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La responsabilidad de dirigir y supervisar los avances del saneamiento de la capital estaba en manos de una Junta Directiva, dependiente del gobierno federal. Entre los miembros de la Junta estaban Pedro Rincón Gallardo, Manuel María Contreras y Sebastián Camacho, tres hombres que habían estado al frente del Ayuntamiento entre 1884 y 1894. Los otros integrantes de la Junta eran Leandro Fernández —más adelante, secretario de Fomento—,29 el empresario Gabriel Mancera, Francisco Rivas Góngora, Luis G. Lavie, Casimiro del Collado y el abogado Pablo Macedo. Todos ellos estaban capitaneados por el secretario de Hacienda, José Ives Limantour, responsable de la gestión de los recursos económicos que hicieron posibles la magna obra para el desagüe de la capital.30

La prensa gobiernista aplaudía los esfuerzos de esa Junta Directiva y, por ejemplo, vio con beneplácito la contratación de Letillier, Vezin y Compañía, la empresa francesa que, al parecer, se ocuparía de concluir los trabajos de saneamiento de la ciudad de México.31 El Hijo del Ahuizote no compartió el entusiasmo por la contratación y criticó la intervención de los galos en esa obra. En “Perfumería francesa. Galante actitud de Monsieur Vezin”, el caricaturista denuncia que las construcciones llevadas a cabo en pro de la higiene causaban más estragos que benefi cios a la salud de la población capitalina (Fig. 5). Como se puede observar en el dibujo, una elegante ciudad de México camina por una de sus calles, sujeta su vestido para evitar ensuciarlo y lleva consigo un pañuelo para cubrirse la boca y la nariz: evita así el “perfume” del ambiente, pues éste se encontraba infestado de malos olores y microbios.32

En realidad, algunos de los estragos que provocarían las obras eran previsibles. De hecho, fueron considerados por el propio doctor Liceaga antes de que Limantour fi rmara las bases y condiciones en que se desarrollarían las remociones de los terrenos. El galeno le advirtió a Limantour que una manera de prevenir perjuicios a los habitantes era 29 Para el año de 1900 se integró al gabinete presidencial como secretario de Fomento, Colonización e Industria.30 Miranda, “El financiamiento”, pp. 71-72. La magnitud de la inversión pública requerida para las obras del desagüe fue uno de los factores que empujó a la absorción de funciones del ayuntamiento en favor del gobierno federal. Desde luego que el objetivo era sanear la ciudad, pero el proceso para llevarlo a cabo tuvo como consecuencia la centralización.31 El convenio con esta empresa se firmó en junio de 1898 y quedó estipulado que las obras se concluirían en cuatro años; sin embargo, no fue esta empresa la que concluyó los trabajos.32 Con una forma diferente, el dibujante retoma la idea de la figura 3: una ciudad sumergida en un ambiente lleno de microbios transmisores de enfermedades.

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desinfectar las tierras y lodos que se extrajeran, y para ello propuso la aplicación de cal o soluciones concentradas de sulfato de cobre.33 Como presidente del Consejo de Salubridad, Liceaga era responsable de velar por la salubridad pública, aunque no está claro qué tanto pudo lograr en el momento.

El Hijo del Ahuizote no era el único periódico preocupado por los males que provocaban las obras del desagüe de la capital y la “ineptitud” de la empresa contratada para hacerlas. El Diario del Hogar también criticó las gestiones del gobierno en este sentido y se dirigió, en particular, contra el Ayuntamiento de la ciudad de México.34

Fig. 5. Sin firma. “Perfumería francesa. Galante actitud de Monsieur Vezin” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 694, México, 13 de agosto de 1899, pp. 520-521. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

33 Aleph Ciencias Sociales. Centro de Estudios de Historia de México. Fondo CDLIV, primera serie, año 1883, carpeta 28, documento 7531. 34 Diario fundado por Filomeno Mata en 1881. Durante sus primeros años de circulación vio con buenos ojos el gobierno de Díaz, mas al avistarse una segunda reelección presidencial

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Son las maldecidas obras del drenaje, que tienen las calles por donde operan y han dejado, en las que ya pasaron, en un estado verdaderamente deplorable. / Algún periódico de esos defensores gratuitos de las malas causas, dijo que los habitantes de esta culta capital debían sufrir con resignación las molestias previas para adquirir a esa costa el gran bien del saneamiento de la ciudad, que traerá incontables benefi cios. […] / La ciudad no se queja de que abran zanjas, remuevan el subsuelo y pongan al aire toda clase de microbios. Se queja de la impasividad del Ayuntamiento, que permite que estas obras tan costosas, que tanto dinero cuestan al país. […] se hagan por una empresa ratonera, con unos cuantos operarios que destruyen las calles imposibilitando el tránsito por meses y meses, con una lentitud irritante.35

El tono del Diario del Hogar era descalifi cador —trataba a la empresa encargada de las obras de “ratonera”—, pero no socarrón; en cambio, El Hijo del Ahuizote fue realmente mordaz. Este último, en otra de sus caricaturas, retrató a la ciudad de México “huyendo” de los trabajos para del desagüe (Fig. 6), a través de los edifi cios y monumentos más representativos del Paseo de la Reforma y de la Plaza de Armas, espacios que durante el porfi riato fueron vistos como “representaciones concretas de la nación y de la modernidad”.36 Así, en el dibujo “Las obras del saneamiento en las calles de la capital” se aprecian las esculturas de Carlos IV, Colón y Cuauhtémoc —las cuales refi eren a diferentes etapas de la historia patria—, además de una de las torres de la catedral, saliendo todas despavoridas de su lugar de origen y llevando consigo un pañuelo impregnado con gotitas de “agua fl orida”. Esta era una sustancia que se publicitaba como “lo mejor para el baño, excelente dentífrico, infalible para aliviar los dolores nerviosos de cabeza, sin igual para desinfectar la atmósfera que respira”.37 Con agua fl orida intentaba defenderse la ciudad contra los malos olores. La causante

se declaró oposicionista. En opinión de la historiadora Pérez Rayón, El Diario del Hogar en 1900 se convirtió en el vocero de los liberales que se consideraban “herederos genuinos del liberalismo histórico de la Reforma, como los defensores del constitucionalismo y enemigos del liberalismo conservador y ‘científico’”. Esta publicación fue de larga vida, pues dejó de circular hasta 1914. Pérez-Rayón, La crítica política, p. 116. 35 El Diario del Hogar, 12 de julio de 1899, p. 1.36 Agostoni, Monuments of Progress, p. 77.37 El País, 29 de septiembre de 1900, p. 1.

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de que la capital se convirtiera en fangal maloliente era una enorme rana, batracio que vive en las inmediaciones de aguas corrientes o estancadas; de ahí que simbolice al “gran colector”, el cual tenía como función recoger el agua de la zona.38 Iconográfi camente, la rana “sustituye” a Vezin, ya que ambos, según El Hijo del Ahuizote, eran uno mismo.

El proyecto de saneamiento de la ciudad se ejecutó de manera lenta, situación que algunos percibían como resultado de una “impasividad por parte del Ayuntamiento” o, peor aún, de incapacidad profunda para gestionar la ciudad. Este fue el tópico expuesto en otra caricatura de El Hijo del Ahuizote: “Macedo se despide y deja el Ayuntamiento de México” (Fig. 7). Miguel S. Macedo, de acuerdo con el artífi ce del dibujo, se retiraba de

Fig. 6. Sin firma. “Las obras del saneamiento en las calles de la capital” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 690, México, 16 de julio de 1899, pp. 456-457. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

38 Los colectores son los conductos principales adonde desembocan las atarjeas, concentrando su contenido. En la ciudad de México corren de poniente a oriente siguiendo algunas avenidas de la capital. Uno de ellos pasa por las calles de San Cosme, Hombres

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su cargo con “sentidas” palabas: “—¡Adiós ingrata ciudad de los palacios. Te cabrá la gloria de decir que sólo en mi tiempo se ha visto MÁS LODO en tus calles, MENOS AGUA en tus fuentes y más LADRONES en tus bolsillos”.39 “Ingrata ciudad”, decía, quizás porque nadie reconocía sus afanes, pero dejaba tras de sí un desastre mayor: obras a medias, montones de tierra acumulados, una rueda de carro volcada y el tubo del “saneamiento” arrojando agua sucia en plena ciudad. Otros diarios criticaron igualmente la administración de Macedo al frente del Ayuntamiento y, según decían, hubieran deseado que se retirara antes de su cargo. Fue el caso de los periódicos católicos El Nacional y El Tiempo —con quienes pocas veces coincidía El Hijo del Ahuizote, pero coincidió ahora—;40 para ellos la ciudad, durante la administración de don Miguel, había sufrido una extraordinaria defi ciencia en los servicios municipales, sumándose a ello los inconvenientes generados por las obras del drenaje. En palabras de El Tiempo, hubo entonces “calles enteras […] destruidas con montones de escombros [que permanecieron] así meses enteros […] sin que el Ayuntamiento haya puesto de su parte el más mínimo esfuerzo”.41

La preocupación por los escombros y lodazales era mayor; había cobrado relevancia a raíz de un artículo periodístico del doctor Ángel Gaviño, un pionero de los estudios bacteriológicos en México. Este galeno gozaba de sufi ciente autoridad como para que la prensa le abriera sus páginas y publicara un artículo suyo acerca de la epidemia de gripa, propagada a fi nales de 1898 y principios de 1899. El escrito de Gaviño

Ilustres y Tacuba, y llega hasta San Lázaro. Se llama colector central a causa, no de su importancia, sino de su situación en el centro de la ciudad. Colector central, colector general del norte (1, 3, 5) y colector general del sur (2, 4), desembocando en el canal del desagüe. Mateos, Apunte histórico, p. 28. 39 El Hijo del Ahuizote, 19 de noviembre de 1899, p. 752. Una semana después de haberse publicado tan sugerente caricatura, los redactores del periódico reconocen a Daniel Cabrera como el autor de la composición gráfica. Asimismo, aclararon que la frase “más ladrones en tus bolsillos”, colocada al pie de la imagen aludida, se refería a que durante la gestión de Macedo los ladrones se convirtieron en una “verdadera plaga”. El Hijo del Ahuizote, 26 de noviembre de 1899, p. 766.40 El Tiempo (1883-1912), en palabras de Fausta Gantús, fue un periódico que defendía el papado, moderado y conciliador en muchos sentidos, que buscaba ganarse un lugar en el perio dismo político. Gantús, Prensa y política, p. 129. El Nacional (1880-1900), dirigido por Gonzalo A. Esteva, Manuel Díaz de la Vega y Gregorio Aldasoro. Diario católico y órgano de la “aristocracia”. 41 El Tiempo, 10 de noviembre de 1899, p. 2.

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PORTALESDE LA ARCHIVÍSTICA

Fig. 7. Sin firma. “Macedo se despide y deja el Ayuntamiento de México” en El Hijo del Ahuizote. México para los mexicanos. Semanario de oposición feroz e intransigente con todo lo malo. Fundador, director y propietario: Daniel Cabrera, tomo XIV, núm. 708, México, 19 de noviembre de 1899, p. 752. Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Reprografía: Gerardo Vázquez Miranda.

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aseveraba que esa epidemia tenía sus raíces en las excavaciones de la ciudad, ya en las hechas “para la construcción del gran colector, ya para la vía nueva de los ferrocarriles”.42 El mal radicaba, según él, en que no se empleaban medios profi lácticos ni antisépticos para tratar los desechos extraídos del suelo. Esta argumentación cuestionaba la explicación tradicional sobre la propagación de las enfermedades infecciosas, según la cual las “alteraciones” en la temperatura y en el estado higrométrico eran los únicos factores que favorecían el curso de la gripa. Las ideas de Ángel Gaviño fueron debatidas, por ejemplo, por el diario ofi cialista El Imparcial.43 Este periódico ofi cioso aceptaba que gérmenes depositados en el suelo y arrastrados por el aire podían ser ingeridos por el organismo humano, afectándole de manera virulenta. No obstante, ponía en tela de juicio que “el suelo de una ciudad [fuese] el asiento principal de los gérmenes productores de la gripa” y, por lo tanto, éstos los causantes de una epidemia. Para afi rmar su posición, el diario señalaba que brotes infecciosos anteriores, igual de atroces, no habían sobrevenido “con ninguna remoción del terreno de la ciudad y sí con la estación invernal”.44 El Imparcial aminoraba la importancia del efecto de las obras de la ciudad en la salud pública, pero en ningún momento negó la gravedad de la epidemia. Por el contrario, se aventuró incluso a decir que había 23,000 afectados por la gripa.45

Algunos miembros de la Academia de Medicina coincidían con Gaviño, al menos en lo referente a la explicación de la epidemia de tosferina y escarlatina. En su opinión, el agente contagioso de esas enfermedades se desprendía de la tierra excavada para la construcción de uno de los colectores —del número tres—.De nueva cuenta, El Imparcial se mostró discordante; consideró que las apreciaciones de los doctores eran “imprudentes y vanas palabras”, causantes de “injustas censuras contra las autoridades que, para bien público, [determinaron] la realización de las obras del Saneamiento”.46

La veracidad en torno a la etiología de las epidemias desarrolladas en

42 La Patria, 11 de febrero de 1899, p. 1. 43 Fundado por Rafael Reyes Spíndola en septiembre de 1896.44 El Imparcial, 18 de febrero de 1899, p. 1.45 Esta estimación, decía El Imparcial, provenía de “un conocido facultativo”. No era una cifra oficial proveniente de los registros hospitalarios ni de los informes del Consejo Superior de Salubridad. Ibid.46 El Imparcial, 21 de febrero de 1899, p. 3.

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la capital del país es un tema aparte. Aquí interesa mostrar cómo la prensa estaba atenta a la situación que vivía la ciudad, discutía las posibles causas de las enfermedades que la aquejaban y, una parte de ella, señalaba a las autoridades gubernamentales como las responsables de la insalubridad de la capital. El Hijo del Ahuizote encabezaba esa prensa crítica que culpaba al gobierno por los escombros, lodazales y por la insalubridad de la ciudad, y que exigía una administración pública con personas más capaces y responsables.

Comentario fi nal

Salvo algunos casos tangenciales, durante los dieciocho años de vida del semanario El Hijo del Ahuizote, sus editores prestaron gran atención a la cuestión de las epidemias y la insalubridad sólo en el lapso de enero a diciembre de 1899. Lo hicieron entonces con una intención doble: ocuparse de un problema social y asestar un golpe político al régimen. Estos tópicos fueron un conducto para enjuiciar las acciones de la administración porfi riana y oponerse a la reelección de Porfi rio Díaz. El siglo XIX culminaba con la preparación de la quinta reelección presidencial, una campaña que era orquestada, principalmente, por el Círculo Porfi rista y su Convención Nacional, ambos liderados por el doctor Eduardo Liceaga, quien a su vez encabezaba el Consejo Superior de Salubridad. La campaña reeleccionista tenía la cara de un médico; la cruzada de El Hijo del Ahuizote en su contra tuvo la de las epidemias y la insalubridad. El periódico dirigió sus ataques, de manera especial, contra las autoridades responsables de la política sanitaria de la capital del país, donde el gobierno porfi riano había concentrado esfuerzos para poder presentarla como una metrópoli en verdad moderna. El gobierno federal quiso transformar la ciudad, “modifi car su fi sonomía y su funcionamiento”, embellecerla e higienizarla; con estos adelantos quería convertirla en “la legitimación simbólica del Estado porfi riano”.47 El Hijo del Ahuizote intentó socavar ese esfuerzo legitimador y, con ello, echar tierra sobre la campaña reeleccionista.

El Hijo del Ahuizote, con su sarcástico material gráfi co y literario, apuntó

47 Agostoni, Monuments of Progress, p. XIII.

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lanzas en contra de todas las piezas del régimen porfi riano o, más bien, en contra de todos los niveles de gobierno; así expresó su profundo descontento con las autoridades política del país, desde las locales hasta las nacionales.48 En 1899, los redactores y caricaturistas de este semanario atrajeron hacia los refl ectores el problema de la insalubridad pública capitalina y culparon de ello a todas las instancias de gobierno que tomaban o debían tomar parte en su solución: desde el ayuntamiento de México hasta las secretarías de estado del gobierno federal. Criticaron así al Ayuntamiento en general y, de manera muy especial, a su presidente Miguel S. Macedo; también al gobernador del Distrito Federal, Rafael Rebollar; a Manuel González Cosío, secretario de Gobernación, y al Consejo Superior de Salubridad que de él dependía; así como a José Ives Limantour, secretario de Hacienda, y a su Junta Directiva de los Trabajos y Administrativa de los Fondos del Desagüe del Valle de México.

En los últimos meses del siglo XIX, el satírico semanario retrató por medio de alegorías a la ciudad de México, sede del gobierno federal, y en cada dibujo hizo patente su estado insalubre. Culpó de ello a las autoridades políticas. Dando credibilidad a la idea de que “las enfermedades se propagaban por las emanaciones a través del aire circundante”,49 sus caricaturas representaron “miasmas” desprendiéndose de los tubos ventiladores y de las excavaciones realizadas para las obras de desagüe del valle de México, de donde brotaban también agentes patógenos que ponían al fi lo de la muerte a la población capitalina. De esta suerte, literatos y artífi ces entendieron el embrollo de la insalubridad pública como un sendero para continuar con su tarea de desa-creditar al régimen, a su discurso de “progreso material” y a su imagen de “modernidad”. Las obras de saneamiento y el brote de epidemias de 1899 convergieron con la campaña en favor de la quinta reelección de Díaz y el semanario supo aprovechar la ocasión para su cruzada en contra.50

48 El Hijo del Ahuizote percibió y divulgó que el ayuntamiento de México estaba subordinado al poder ejecutivo. La caricatura “Carrera de obstáculos” lo ilustra de manera clara y concisa. Consúltese el último número de 1899. 49 Carrillo, “Del miedo”, p. 120.50 La reelección se consumó en 1900, año considerado por los historiadores como “un momento cúspide o de clímax”, mas para la oposición, el momento era más bien el culmen de las promesas incumplidas por el héroe de Tuxtepec. Pérez-Rayón, Percepciones y valores, p. 17.

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Fuentes y bibliografía

Archivo

Aleph Ciencias Sociales. Centro de Estudios de Historia de México. Fondo CDLIV

Hemerografía

El Hijo del Ahuizote, ciudad de MéxicoEl Imparcial, ciudad de MéxicoEl Nacional, ciudad de MéxicoEl País, ciudad de MéxicoEl Popular, ciudad de MéxicoEl Tiempo, ciudad de MéxicoLa Patria, ciudad de México

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EL SINDICALISMO EN MÉXICO A TRAVÉS DE LA LENTE DE AURELIO ESCOBAR

Ana Lilia Quintero Barajas*

Resumen

El fotógrafo Aurelio Escobar Castellanos capturó con su cámara múltiples aspectos de la evolución de la ciudad de México y de sus habitantes. Se especializó en el uso de la cámara rotativa Cirkut, la cual permitía conseguir imágenes panorámicas con una perspectiva de hasta 360º y obtener negativos de más de dos metros de longitud. La maestría que logró en la fotografía panorámica lo llevó a ser reconocido por múltiples e importantes instituciones de nuestro país, sobre todo por un sinnúmero de sindicatos con los cuales estuvo comprometido a lo largo de su vida y su labor como fotógrafo, por lo que sus imágenes son un testimonio invaluable para la investigación y comprensión del sindicalismo en nuestro país.

Palabras clave: fotógrafo, sindicalismo, panorámicas.

Abstract

The photographer Aurelio Escobar Castellanos captured with his camera several aspects of Mexico City and its people evolution. He specialize in the use of the rotative camera “Cirkut” which allowed you to take panoramic images with a 360° perspective and to get negatives of more than two meters long. The mastery he achieved in panoramic photography lead him to be recognized by multiple and important institutions of our country, mostly of several unions which he was commited to during his whole life as a photographer, which is why his images are invaluable testimony for the investigation and understanding of the syndicalism in our country.

Keywords: Photographer, Syndicalism, Panoramic.

* AGN-DAHC- Fototeca.

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Introducción

Dentro del universo de información que la Fototeca del Archivo General de la Nación posee y pone a disposición de los investigadores se encuentra una de las colecciones fotográfi cas más importantes y representativas de su acervo: el fondo Aurelio Escobar Castellanos (en adelante AEC), que cuenta con 4,369 imágenes, de las cuales más de tres mil son negativos panorámicos de gran formato y constituyen una de las colecciones más grandes a nivel nacional de este tipo de material fotográfi co de carácter histórico.

Aurelio Escobar capturó con su cámara, como fotógrafo independiente, múltiples aspectos de la evolución de la ciudad de México y de sus habitantes, pero sobre todo, de un sinnúmero de sindicatos y sus actividades a lo largo de más de cuarenta años.

El movimiento sindicalista buscó el aumento económico, laboral, social e intelectual de la clase obrera mediante organizaciones de combate y posteriormente corporativistas, con las cuales Aurelio Escobar estuvo comprometido a lo largo de su vida y su labor como fotógrafo, por lo cual sus imágenes son un testimonio invaluable para la investigación y comprensión del sindicalismo en nuestro país.

El presente trabajo aborda brevemente la vida de Aurelio Escobar y su labor como fotógrafo de la Revolución, su especialización en la fotografía panorámica y, por último, ofrece una visión general sobre la evolución del sindicalismo en México a través de las imágenes capturadas por su cámara, hasta el surgimiento del llamado “charrismo” sindical. Esta investigación busca difundir la obra de Escobar entre los investigadores interesados en la utilización de la imagen como documento histórico.

Aurelio Escobar Castellanos

Nació en Zacoalco de Torres, Jalisco, el 8 de noviembre de 1888, hijo de José Benito Escobar Ureña y Josefa Castellanos. En 1906, junto con sus hermanos Enrique, Ignacio, Beatriz, Domitila e Isabel llegó a la ciudad de México bajo la protección de su sobrino, el acreditado fotógrafo Heliodoro Juan Gutiérrez Escobar, con quien colaboró activamente en todas sus empresas fotográfi cas durante 28 años. Los estudios fotográfi cos

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propiedad de Gutiérrez en los que Aurelio Escobar colaboró fueron La casa amplifi cadora de retratos (1905), Postal Photo Finishing (1906), Fotografía Marst (1911-1928) y Foto París (1932).1

Escobar proporcionó evidencia visual del confl icto revolucionario dentro del movimiento maderista y, posteriormente, de la llamada Decena Trágica, forjándose como fotorreportero.

En junio de 1912 realizó estudios en la Souther School of Photography, en McMinnville, Tennessee, los cuales concluyó en 1913, cuando ganó el premio a la mejor exhibición fotográfi ca en la Feria Estatal de South Carolina. Se estableció en la ciudad de Columbia South Carolina, donde trabajó en el estudio fotográfi co Lyles, al tiempo que lo hacía en México de 1914 a 1919. En 1918 adquirió el estudio fotográfi co Hennies en la misma ciudad.

Durante sus viajes periódicos realizados entre México y Estados Unidos introdujo en nuestro país la fotografía panorámica y el uso comercial de la cámara rotativa Cirkut. Sus primeras fotografías panorámicas fueron fi rmadas por H. J. Gutiérrez, Foto Marst, Foto París, algunas por la Compañía Industrial Fotográfi ca (CIF) y Vicente Cortés Sotelo; posteriormente aparecería la fi rma A. Escobar como fotógrafo independiente.

1 Guevara Escobar, “H. J. Gutiérrez, Foto”, en Fotógrafos de la revolución, (http://fotografosdelarevolución.blogspot.mx/2010/11/h-j-gutiérrez-foto.html), [consulta 19 de septiembre de 2012].

“Panorámica de la Unión de Fotógrafos de la República Mexicana de Ceremonias sociales y oficiales, el día del fotógrafo. Columna de la Independencia”, 7 de julio de 1960, AGN, AEC/27/025 (2600).

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A partir de 1925 radicó permanentemente en México. Contrajo matrimonio el 22 de abril de 1934 con María del Consuelo Vélez de la Torre, con quien procreó a María Josefi na Escobar Vélez, hija única del matrimonio.

A. Escobar Fotógrafo Profesional fue su primer estudio fotográfi co en México; lo abrió en el mismo lugar que ocupaba Foto París: avenida 16 de septiembre número 64, en el centro histórico de la ciudad de México.

Con la ayuda de sus hermanos trabajó ininterrumpidamente hasta su muerte, ocurrida el 11 de febrero de 1964 a consecuencia de un accidente de tránsito. Enrique, su hermano, permaneció a cargo del estudio, para entonces llamado Fotopanorámicas Escobar, conservando la misma línea de trabajo hasta 1979, cuando cerró defi nitivamente.2

Aurelio Escobar y la Revolución

Justo cuando Aurelio Escobar cumplió 22 años estalló el primer confl icto bélico documentado por la fotografía en México: la Revolución. Como muchos otros fotógrafos de estudio, salió a las calles a documentar gráfi camente el “grito” revolucionario que lo envolvía todo y cuya labor, seguramente, era mucho mejor pagada que el retrato de gabinete, el cual que ya nadie buscaba.3

Así incursionó como reportero gráfi co y logró fotografías sin crédito autoral, fi rmadas bajo la Agencia H. J. Gutiérrez, que años después se volverían icónicas del movimiento armado revolucionario. Dichas imágenes fueron impresas en su mayoría como “tarjetas postales”, debido a la popularidad y difusión que tuvo este formato en nuestro país desde el siglo XIX. Las postales permitieron la comunicación epistolar “económica” entre dos personas separadas geográfi camente, mediante el intercambio de mensajes cortos e imágenes que de alguna manera ilustraran la realidad que se quería transmitir al destinatario, ya fuera hermosa, si se trataba de

2 Escobar Castellanos en http://es.wikipedia.org/wiki/Aurelio_Escobar_Castellanos, [consulta 19 de octubre de 2011]. Debido a la falta de bibliografía sobre la vida de Aurelio Escobar Castellanos se tuvo que recurrir a los artículos disponibles en línea. 3 Ezequiel Carrasco, Entre los nitratos de plata y las balas de bronce, p. 27.

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un paseo, o una realidad bélica como la padecida en nuestro país en ese momento.4

El avance tecnológico en la fotografía permitió la impresión masiva de las imágenes captadas por los fotógrafos como testimonios fi dedignos y tangibles de una realidad con la cual los grabados, litografías e impresiones ya no pudieron competir.

Las imágenes de las batallas y caudillos revolucionarios se popularizaron y comenzaron a venderse en serie a un público ávido de noticias, por ello constituyeron para los fotógrafos de esta época el principal medio de subsistencia y la forma de difundir su obra. Dicho auge permitió también el surgimiento y mantenimiento de casas editoras como para la que trabajó por años Escobar.

Cámara en mano, dio evidencia visual del desarrollo del confl icto armado, pues cubrió cotidianamente diferentes frentes de guerra, entre ellos el desarrollo del movimiento maderista y, posteriormente, la Decena Trágica, la toma de Casas Grandes, Chihuahua, entre muchos otros.

Fotografía panorámica

Aurelio Escobar se especializó en el uso de la cámara rotativa Cirkut, la cual permitía conseguir imágenes con una perspectiva de hasta 360º y obtener negativos de más de dos metros de longitud; este tipo de fotografía no se utilizaba de forma cotidiana en nuestro país, tal vez por lo complicado de las tomas, el revelado, la difi cultad para organizar y encuadrar a las personas que serían fotografi adas, etcétera. Sin duda Escobar no fue el único fotógrafo en utilizar este tipo de fotografía, pero sí fue un especialista en este género, el cual explotó durante más de cuarenta años, y que, a su muerte en 1964, seguiría utilizando su familia.

La fotografía panorámica caracterizó a Aurelio Escobar, pues aunque dominó el retrato de gabinete, luego la fotografía de prensa y el retrato de estudio, fue en aquélla donde mejor desarrolló sus habilidades y estilo personal; por ello su estudio adquirió el nombre de Panorámicas Escobar y, posteriormente, Fotopanorámicas Escobar.

4 Charles B. Waite, La Época de Oro de las Postales en México, pp. 7-19.

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La maestría lograda en la fotografía panorámica lo llevó a ser reconocido por múltiples personas e importantes instituciones de nuestro país que requirieron sus servicios continuamente, entre ellas varias generaciones de egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México; escuelas como el Colegio Gordon, Cervantes y Williams; innumerables plantillas de médicos residentes del Hospital General, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); trabajadores de la Lotería Nacional; las fotografías anuales de los empleados de empresas como Fábrica Santa Rosa o Colgate Palmolive; las reuniones anuales de los Clubes de Leones,; la fábrica La Escocia, por el fallecimiento de Martín Torres Padilla; y la concentración anual Evangélica en el Hemiciclo a Juárez, por citar algunos de sus clientes. Aurelio Escobar también fue contratado por presidentes y gobernadores de algunos estados de la república para cubrir los eventos políticos que llevaban a cabo, pues su fotografía también sirvió en numerosas ocasiones para este tipo de discurso. Sobre todo los principales sindicatos mexicanos

“Panorámica de fábrica de obreros en Rio Blanco Veracruz”, abril 1926. (Detalle). AGN, AEC/17/001 (1906). El Valle de Orizaba fue una de las regiones con mayor efervescencia sindical, en respuesta a la represión de que fueron víctima los obreros textiles durante el maderismo. Las fábricas de Rio Blanco, Veracruz padecieron esta represión en 1907 y 1912.

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requirieron sus servicios, predominando esta acepción en su trabajo, seguramente al sentirse más cómodo con ella.

La fotografía panorámica respondió a una época en que la masa, el contingente y el compañerismo lo eran todo, y las imágenes debían captarlo así: “a todos juntos”.

El anarquismo y las sociedades mutualistas

Los últimos veinte años del siglo XIX estuvieron marcados por la formulación y puesta en práctica de diferentes corrientes ideológicas que cuestionaron el pensamiento político y social de Europa y Estados Unidos. Una de ellas fue el anarquismo, cuya variante conocida como “anarcosindicalismo” o “sindicalismo revolucionario” sostenía que en la organización de la clase obrera estaba la base del cambio social.5

El anarquismo ofrecía al pueblo las bases ideológicas para su emancipación, y el sindicalismo promovía la “acción directa”, colectiva, lo que les permitió a los trabajadores estar en mayor contacto con la realidad y difundir los fundamentos del anarquismo de forma práctica.

La infl uencia ideológica más importante para el sistema obrero nacional fue, sin duda, la difundida por los anarquistas españoles exiliados en México, quienes trabajaron incansablemente para crear la conciencia colectiva de los trabajadores mexicanos. Las condiciones deplorables de vida que sufrieron los campesinos obligaron a gran cantidad de ellos a salir de sus lugares de origen y establecerse en las ciudades, buscando trabajo en fábricas o dependencias y soportando situaciones laborales lamentables en todos los sentidos, que la creciente industrialización porfi rista nunca “consideró” necesario remediar.6

Unas de las primeras organizaciones obreras formadas en México fueron las llamadas “organizaciones de resistencia” o “sociedades mutualistas”, impulsadas desde 1865 en nuestro país por el griego Plotino Rhodakanaty. Estas sociedades cubrieron necesidades históricamente antagónicas, es

5 Ribera Carbó, Anna, La Casa del Obrero Mundial: Anarcosindicalismo y Revolución en México, p. 29. 6 Ruth Clark, Marjorie, La organización obrera en México, p. 12.

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decir, tanto del gobierno como de la incipiente clase obrera. Por una parte, debían organizar a los obreros en cajas de ahorro y colectas para apoyarse “mutuamente” en eventos catastrófi cos, enfermedades o muerte, como un intento para mejorarles la vida; por otra parte, el gobierno vio en ellas una excelente forma de controlar a los trabajadores y las usó como una válvula de escape controlada a la crítica o sublevación organizada, control que le sirvió durante muchos años.7

Este tipo de asociaciones corporativas sembró la semilla que a la larga permitiría la concientización del trabajador y la lucha por la transformación social ya organizada en sindicatos. Aurelio Escobar capturó con su lente algunas de estas sociedades precursoras del sindicalismo que al paso del tiempo seguirían existiendo. Una de ellas fue la Sociedad Mutualista de Despachadores y Telegrafi stas Ferrocarrileros, sucesora de la primera sociedad mutualista de ferrocarrileros, uno de los sindicatos más organizados y combativos de nuestro país.8

La Casa del Obrero Mundial (COM)

Escobar viajó a Estados Unidos en 1912 para realizar estudios como fotógrafo. Fue miembro activo de varios sindicatos y sociedades mutualistas de fotógrafos, por lo tanto, sería falso pensar que permaneció ajeno a la labor realizada por la COM, fundada en 1912 por los miembros del grupo anarquista Luz.9

La COM buscó desde sus orígenes divulgar y apoyar el sindicalismo revolucionario entre los trabajadores, como medio de defensa contra los patrones y dueños de fábricas y empresas.10

7 Ídem.8 AGN, AEC/01/024. En 1926 Aurelio Escobar perteneció a la Asociación de Fotógrafos de México. Sociedad Mutualista.9 Ribera Carbó, op. cit. p. 40. 10 Ibíd., pp. 41-42. La finalidad del grupo anarquista Luz era publicar un periódico para la difusión del anarquismo y difundir en México la escuela racionalista, inspirada en la Escuela Moderna del español Francisco Ferrer Guardia, cuya ideología se sintetizó en seis ideas básicas: Coeducación de ambos sexos y diferentes clases sociales, laicismo y racionalismo, antiautoritarismo y educación integral.

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Si bien la COM no fue un sindicato, sí fue el referente en la organización de la lucha obrera, orientando y logrando el tránsito de las sociedades mutualistas al sindicalismo.11

En sus inicios, la COM apoyó la denominada “acción directa”, es decir, el no vincularse con el Estado por medio de alianzas o partidos políticos y actuar sólo a través de la organización obrera, por medio de huelgas, boicots, paros, etcétera.

A partir de 1913 las demandas sobre los salarios, la seguridad en el trabajo y, particularmente, la jornada laboral de ocho horas fueron necesidades universales en la mente de los trabajadores mexicanos, gracias a la labor de orientación de la COM. Esta lucha por los derechos laborales se observa bien entrado el siglo XX (1936) y es ilustrada por una de las fotografías más dramáticas de Aurelio Escobar, la cual nos habla de la “Jornada sangrienta” padecida por los trabajadores afi liados al Sindicato de Productores de Chicle Balón para lograr la jornada laboral de ocho horas.

Posteriormente, buscaron el favor de la clase política para el apoyo del proletariado, consideraron necesario aliarse con el Ejército Constitucionalista, liderado por Álvaro Obregón, y crearon los llamados batallones rojos.

Los batallones rojos fueron utilizados por los constitucionalistas como una legitimización de sus objetivos políticos en cuanto al proletariado. Se les empleó como manifestación de propaganda y le confi rieron un carácter de “organización de masas” a una fuerza de choque fi nanciada por el Estado. Fueron los únicos contingentes de obreros adiestrados y uniformados militarmente que han participado en la lucha armada al lado del ejército mexicano.12

Posteriormente, esta fórmula de agrupaciones de obreros militarizados a favor del Estado se utilizó —y aún se utiliza— en el sindicalismo mexicano; ejemplo de ello lo tenemos en una de las imágenes de Aurelio Escobar, donde se observa la “Ceremonia con motivo de la entrega de banderas a los representantes de las milicias obreras por el secretario de la Defensa Nacional, noviembre de 1939.13

11 Ibíd., p. 53. 12 Ribera Carbó, op. cit., p. 149.13 AGN, AEC/06/025, 1318.

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CROM

En mayo de 1918 se creó la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), en un congreso celebrado en Saltillo, Coahuila, luego de varios intentos fallidos por crear una organización central que agrupara a todos los sindicatos independientes y les permitiera lograr una fuerza representativa del movimiento sindical.14

Este congreso, organizado y auspiciado por Venustiano Carranza, tenía la intención de devolver al Estado el control sobre la clase obrera, perdido con el cierre de la COM; dicho plan falló cuando el control sobre los trabajadores cayó en manos del dirigente sindical Luis N. Morones.15

La CROM fue dirigida desde un principio por el grupo Acción, creado y presidido a partir de 1918 por el antes mencionado Morones, cuyos integrantes organizaron y controlaron arbitrariamente la mayoría de los sindicatos del país.16 Desde el inicio de la vida activa de la CROM, su objetivo fue establecer relaciones con el gobierno y lograr puestos importantes para sus dirigentes, con la falsa justifi cación de que, si el movimiento sindical quería progresar, debía hacerlo por medio de la acción política para, posteriormente, lograr un cambio a fondo en la estructura social —cambio que en la práctica jamás se buscó.

Durante la década de los veinte, la CROM logró una “unidad obrera” permanente a través del control ejercido sobre los sindicatos de obreros de todas las tendencias imaginables, por medio de amenazas o buscando su destrucción en caso de que se negaran a pertenecer, afi liarse a la CROM o apoyar al Partido Laborista.17

En 1926, diversas organizaciones sindicales comenzaron a retirarse defi nitivamente de la CROM tan pronto se suscitó la ruptura con Obregón. El Partido Laborista también le retiró su apoyo al resultar evidente su reelección a la presidencia y, sobre todo, porque no podían esperar ningún favoritismo si llegaba a reelegirse, como era lo más probable.18

14 Ruth Clark, op. cit., p. 55.15 Ibíd., p. 54.16 Ibíd., p. 57. 17 Ibíd., p. 65.18 Ibíd., p. 192.

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Tal es el caso del Sindicato de Actores de la ciudad de México, liderado por los actores Roberto Soto y Leopoldo Ortín, el cual, por retirar su afi liación a la CROM tan pronto murió Álvaro Obregón en julio de 1928, sufrió boicots y atentados en los diferentes teatros donde presentaban sus funciones.

Según Marjorie Ruth Clark, en su libro La organización obrera en México, el evento que precipitó los confl ictos entre la CROM y el presidente interino designado por Calles, Emilio Portes Gil, fue la defensa que éste hizo del sindicato de actores, al proporcionar tropas federales para resguardar el teatro donde presentaban sus obras y de este modo evitar algún ataque por elementos de la CROM. Portes Gil retiró por completo el apoyo incondicional del gobierno a la Confederación y utilizó todos sus medios para debilitarla.19

Roberto Soto explotaba su ligero parecido a Morones, satirizándolo en obras como Desmoronamiento, por lo cual fue aún más perseguido.20 En una de las imágenes tomadas por Aurelio Escobar podemos ver la compañía de actores de Roberto Soto, ya fuera de la CROM, en una de sus temporadas en Bellas Artes.

La desacreditación y pérdida de poder de la CROM impulsó a la gran mayoría de los sindicatos integrantes y los pocos que se habían mantenido al margen, a buscar una reorganización del movimiento obrero mexicano. A principios de 1930 se constituyó el Comité Pro Unifi cación Obrera y Campesina, formado por estos sindicatos y la Cámara Nacional del Trabajo.21

En este periodo surgió uno de los líderes más importantes de la historia del sindicalismo en México: Vicente Lombardo Toledano, quien a partir de su separación de la CROM y de la creación de la Confederación General de Obre ros y Campesinos de México (CGOCM) entró en el ámbito sindical y constituyó uno de los pilares fundamentales para la política cardenista y la creación de la CTM.

19 Ibíd., p. 111.20 Ibíd., p. 114.21 Reyna, José Luis, et al., Tres estudios sobre el movimiento obrero en México, México, El Colegio de México, 1976, p. 40.

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El cardenismo y la CTM

Al tomar Lázaro Cárdenas la presidencia en 1934, también asumió la responsabilidad de reencauzar el movimiento obrero y campesino de México como un apoyo a su gobierno, tal y como la CROM lo fue para el maximato.22 La política de Cárdenas apeló sobre todo a la confi anza y simpatía de las masas; su relación directa con obreros y campesinos le permitió la unifi cación de estos sectores y el apoyo necesario para la industrialización del país.

En 1935 surgió el Comité Nacional de Defensa Proletaria, en primer lugar para reunir a importantes sectores del proletariado y como reacción a las declaraciones hechas por Plutarco Elías Calles el 11 de junio del mismo año en relación con la “familia revolucionaria”. Por otra parte, fue un excelente organismo para apoyar a Cárdenas, quien representaba la clave del triunfo del movimiento obrero.23

22 Anguiano, El Estado y la política obrera del cardenismo, p. 50.23 León Sánchez, Constitución de la Confederación de Trabajadores Mexicanos. En el cincuentenario de su formación, México, p. 13.

“Compañía Roberto Soto, Temporada en Bellas Artes”, junio de 1937. (Detalle). AGN, AEC/01/136, 136.

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En el congreso constituyente efectuado del 21 al 25 de febrero de 1936 surgió la Confederación de Trabajadores de México, donde se fusionaron sindicatos de industria y sindicatos de empresa, integrándose en federaciones regionales, locales y estatales que la convirtieron en la organización obrera más importante del país, por supuesto, bajo el apoyo de Cárdenas: “...la CTM dependería estrechamente de Cárdenas y se convertiría en uno de los pilares de la política de masas y el instrumento mediante el cual las masas de trabajadores serían movilizadas en apoyo de las decisiones del estado y en defensa del régimen establecido”.24

Una de las numerosas actividades de la CTM, como la más importante central de unifi cación sindical, fue la organización de “mítines controlados en favor de la clase obrera” que, por supuesto, no representaran un peligro a la ya de por sí comprometida situación económica del país.De esta forma Lázaro Cárdenas subordinó el movimiento obrero a los

“Manifestación de la CTM (en protesta) por el alza de víveres”, julio 1937. (Detalle). AGN, AEC/04/023, 1271.

24 Ibíd., p. 58.

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intereses del gobierno y la política, por medio de la CTM en manos de su secretario general, Vicente Lombardo Toledano, y de su secretario de organización y propaganda, Fidel Velázquez.

La Segunda Guerra Mundial y la “estabilidad” política de México

En 1941 Fidel Velázquez fue elegido nuevo secretario general de la CTM, donde permaneció en la dirección por más de 40 años, excepto de 1947 a 1950 periodo en que Fernando Amilpa ocupó el cargo. El discurso manejado por Fidel Velázquez en la dirección de la central fue el apoyo incondicional al gobierno.

La Segunda Guerra Mundial tuvo repercusiones tanto políticas como económicas para nuestro país, si bien México no tuvo una participación relevante en dicho confl icto. La política de Manuel Ávila Camacho fue de “unidad nacional y moderación”, por la cual exigía a los sindicatos –a través de la CTM y el “Pacto de unidad obrera”– dejar a un lado sus intereses y buscar la unidad nacional mientras estuviera presente el confl icto armado.

“VIII Congreso Nacional Ordinario ORIT-CTM-CIOSL”. AGN, AEC/30/015, 2736.

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Esta situación signifi có el “despegue” en la industrialización del país y dio como resultado un régimen que favoreció la inversión privada sobre todo en el sector industrial, a costa de los intereses de la clase obrera.

Posteriormente, el gobierno de Miguel Alemán Valdés dio continuidad al crecimiento en el país de una gran desigualdad social y perpetuó en el poder al Partido Revolucionario Institucional, surgido en 1946. Desde sus inicios, su política fue totalmente antizquierdista; además, la CTM al mando de Fidel Velázquez fue un excelente instrumento de control y fraude, lo que originó la violación total de los derechos de los trabajadores.

La Guerra Fría tuvo como objetivo eliminar toda amenaza comunista o de izquierda en los países con infl uencia norteamericana, México entre ellos; tras este confl icto se creó la Alianza Obrera Campesina Mexicana a fi nes de 1947 y principios de 1948, la cual pactó a su vez con Luis Gómez Zetina y Valentín Campa, dirigentes de la Confederación Única de Trabajadores (CUT), quienes planearon reagrupar a los sindicatos escindidos de la CTM, bajo una organización de tintes comunistas.

Después de este periodo surgió el llamado “charrismo” sindical, refi riéndose con ello a la subordinación total de los líderes sindicales al Estado, en detrimento de las organizaciones laborales; los “charros” procuraron mantener fuera de ellas a los elementos considerados problemáticos por sus tintes “izquierdistas”.

El “charrismo” remite a Jesús Díaz de León, alias “El charro”, secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, quien en franca colaboración con el gobierno alemanista desplazó y traicionó a la antigua administración a cargo de Luis Gómez Z. y Valentín Campa, encarcelados por abuso de confi anza en el manejo de los fondos sindicales. Al sustituir a las organizaciones sindicales populares por organizaciones charras el gobierno perdió contacto real con el pueblo y volvió ilegítimas y corruptas a éstas.25

El uso de líderes como elementos de control por parte del Estado, la despolitización de las masas, la desigualdad entre los sectores de la población, el desarrollo económico dependiente de la inversión extranjera y la política

25 Durant Ponte, La ruptura de la nación. Historia del movimiento obrero mexicano desde 1938 hasta 1952, p. 213.

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en contra de la izquierda y de los movimientos populares, frenaron todos los intentos por crear una central que reuniera a confederaciones y sindicatos en la lucha verdadera por el mejoramiento de la vida laboral de nuestro país, incapacidad organizativa que aún afecta a la clase obrera.

Conclusiones

Como se ha visto, la lente de Aurelio Escobar estuvo presente para inmortalizar un sinnúmero de organizaciones obreras, así como la lucha de éstas por lograr los derechos laborales fundamentales, además de los acontecimientos que jugaron un papel determinante. Espero que este trabajo marque la pauta para futuras investigaciones sobre el Fondo Aurelio Escobar, testimonio invaluable para la investigación y comprensión del sindicalismo en nuestro país.

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Fuentes consultadas

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EQUIPAMIENTO Y ADECUACIÓN DE LA BÓVEDA DE ALMACENAMIENTO DEL ARCHIVO DE FUNDACIÓN ICA A. C.

Gustavo Lozano*

* Coordinador de conservación, Fundación ICA.

Resumen

En este texto se comparten las experiencias adquiridas durante el equipamiento, adecuación y expansión de la bóveda de almacenamiento del archivo de Fundación Ingenieros Civiles Asociados (ICA), obra que se realizó entre 2011 y 2012 con la fi nalidad de brindar mejores condiciones de conservación y protección al acervo documental que resguarda la Fundación.

Palabras clave: bóveda, conservación, seguridad.

Abstract

Throughout this text the information and experiences acquired during the renovation and equipping of the storage vault for the Fundación ICA´s archive are presented. The project was carried out between late 2011 and 2012 and its main purpose was to improve the conserva-tion and safety conditions for the documents in the collection.

Keywords: vault, conservation, security.

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Introducción

A fi nales del año 2011 la Fundación Ingenieros Civiles Asociados (ICA) efectuó un reacondicionamiento integral del inmueble que ocupa, en particular de la bóveda de almacenamiento. El objetivo era mejorar las condiciones de conservación y seguridad para el acervo que resguarda; para ello se instalaron y mejoraron diferentes equipos y sistemas, tales como el sistema de control de temperatura y humedad relativa, el sistema de control de la calidad del aire, la iluminación, la estantería, la instalación eléctrica, el sistema de detección y extinción de incendios, el sistema de control de accesos y el circuito cerrado de televisión.

En primer lugar se describirán de forma breve las características de la Fundación ICA, el inmueble que ocupa y el acervo que resguarda, con el objetivo de que el lector comprenda mejor las necesidades existentes en aquel momento y las medidas implementadas para satisfacerlas.

Posteriormente se desarrolla cada uno de los puntos abordados en el proyecto de equipamiento, se explica cómo contribuye cada uno de ellos a la preservación del acervo, se discuten las opciones que se analizaron y se presenta la más adecuada en cada uno de los casos.

Finalmente se mencionan también, de manera muy concisa, algunas de las actividades realizadas para el traslado y almacenamiento temporal del acervo en una sede alterna, mientras se realizaban los trabajos de adecuación.

Descripción de la institución

La Fundación ICA fue creada en 1986 como respuesta al sismo de 1985 en la ciudad de México. Su misión inicialmente fue estudiar y desarrollar soluciones de ingeniería que ayudaran a prevenir los extensos daños que se vivieron en aquel entonces en la ciudad.1 En la actualidad la fundación tiene como uno de sus principales propósitos la conservación, documentación y divulgación de su acervo documental en temas afi nes a la ingeniería.

En la Fundación ICA laboran actualmente veintitrés personas, la mayoría de ellas concentradas en actividades relacionadas con la conservación,

1 “Creando valor, acervo histórico. 60 años de evolución como grupo constructor”, p. 6

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documentación y digitalización de los fondos y colecciones del acervo. También se proporciona el servicio de consulta a investigadores y se facilitan reproducciones para su uso en tesis, libros, revistas y otros trabajos de investigación.

Descripción del acervo

El acervo documental de la Fundación consta de aproximadamente un millón y medio de elementos, la mayoría de los cuales son negativos, impresiones y transparencias fotográfi cos; también cuenta con materiales cinematográfi cos, cintas magnéticas de audio y video, microfi chas e impresos. El acervo está dividido en dos grandes secciones: la Colección ICA y el Fondo de fotografía aérea.

Colección ICA

En la Colección ICA se concentra la documentación fotográfi ca de todos los proyectos de construcción civil, infraestructura y vivienda realizados por ICA desde que fue constituida en 1947 y hasta el día de hoy. Varias de estas obras resultan relevantes hoy en día, pues son testimonio del desarrollo del país durante la segunda mitad del siglo XX. Está formada por 500,000 elementos en una gran variedad de soportes y formatos, desde transparencias a color en formato 110 hasta impresiones blanco y negro de 20 x 24 pulgadas, pasando por todos los formatos de rollos, placas e impresiones utilizados comúnmente en este periodo.

Se cuenta con otros documentos en soportes audiovisuales, por ejemplo, 3,200 videos en formatos miniDV, Umatic, Betacam, VHS y Betamax; 900 películas cinematográfi cas en formato 16mm, a color y blanco y negro, en soporte de acetato de celulosa; aproximadamente 130,000 tarjetas perforadas y microfi chas blanco y negro en soporte de acetato de celulosa; 5,000 DVD y 2,000 reportes mecanográfi cos.

Fondo Fotografía Aérea

En el año 2000 la Fundación ICA recibió la custodia del archivo fotográfi co

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de la Compañía Mexicana Aerofoto S.A., empresa dedicada a la fotografía aérea que estuvo en operación desde 1930 hasta 1989, periodo en el que generó un acervo cercano a un millón de imágenes en las que se registra el 60% del territorio nacional —equivalente a 1.2 millones de km2—. Este fondo está dividido en tres series: Oblicuas, Verticales y Mosaicos.

Se rie Oblicuas

Las fotografías aéreas oblicuas son tomas aéreas realizadas con un ángulo menor a 90° con respecto a la superfi cie terrestre, y sirven para ilustrar la ubicación, área y volumen de construcciones como edifi cios o plantas industriales, o bien de elementos naturales, como volcanes y montañas.

En esta serie se tienen 20,000 imágenes, tanto en negativos como impresiones por contacto, la mayoría en blanco y negro, aunque existen algunas a color. Se encuentran en el formato de 9 ½ x 9 ½ pulgadas, el más común en fotografía aérea

Se rie Verticales

Las fotografías aéreas verticales son tomas perpendiculares a la superfi cie terrestre.2 Comúnmente las capturas se hacían en secuencia mientras el avión avanzaba, de manera que cada imagen tenía una superposición de 60% con respecto a las imágenes anterior y posterior, lo que permitía analizarlas por medio de un estereoscopio y obtener una imagen virtual en tercera dimensión a partir de la cual podía elaborarse un plano topográfi co.

En esta serie se cuenta con 800,000 negativos en el formato de 9 ½ x 9 ½ pulgadas, la mayoría de ellos sobre soporte de acetato de celulosa y emulsión pancromática blanco y negro, aunque también hay algunos en emulsión ortocromática blanco y negro, infrarrojo blanco y negro, negativo a color e infrarrojo a color.

2 A. Anson, “Aerial photography and photogrammetry”, p. 528.

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Se rie Mosaicos

La serie mosaicos está formada por internegativos derivados de los negativos originales de la serie Verticales. Estas imágenes son, como su nombre lo indica, mosaicos compuestos por varios negativos verticales, los cuales son ensamblados para obtener una imagen continua de una zona más amplia. Esta serie está conformada por 44,000 imágenes en diversos soportes y formatos, principalmente en negativos blanco y negro en soporte de acetato de celulosa en formato 20 x 24 pulgadas.

Desde hace varios años se está trabajando en el registro, documentación, conservación y digitalización del acervo, y aunque se ha avanzado mucho en este tiempo, lo que resta por trabajar es más del 80%.

D escripción inmueble

La Fundación ICA ocupa un inmueble construido originalmente como casa habitación en los años sesenta. Ubicado en avenida del Parque número 91, en la colonia Nápoles de la ciudad de México, tiene una superfi cie de 375 metros cuadrados y cuenta con tres niveles. Los terrenos colindantes tienen uso habitacional y cuentan con servicios como cisternas, tanques de agua, tanques de gas estacionario y estacionamiento para varios vehículos. La estrecha cercanía con estas instalaciones podría constituir un riesgo para el acervo de la Fundación; por ello, fueron tomadas en cuenta durante la realización de este proyecto.

Re querimientos

Dos factores muy importantes enmarcaron este proyecto. El primero de ellos era que la bóveda, una vez en funcionamiento, debería permitir el trabajo dinámico con los documentos almacenados, sin tiempos de aclimatación excesivamente largos o complejas restricciones para la salida e ingreso de los materiales, esto con la fi nalidad de dar fl uidez al trabajo interno y al servicio a los usuarios. El segundo factor fue la necesidad de trabajar con un espacio predefi nido y un presupuesto limitado, lo cual nos llevó a proyectar la bóveda en un área de únicamente 100 m2 por 3 metros

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de altura y a defi nir su equipamiento con un presupuesto adecuado, pero no abundante.

En otras palabras, se debía alcanzar un balance entre las condiciones ideales para la conservación a largo plazo y la seguridad de los documentos, por un lado, y lo que era práctico y factible de realizarse, por el otro. Es importante tener claros desde el inicio los alcances del proyecto, para que a través de la ejecución éstos sean respetados y, así, se cumpla con el objetivo de contribuir en la preservación de los acervos.

Para defi nir las condiciones de conservación necesarias para la bóveda de almacenamiento, nos basamos principalmente en la Guía Rápida de Almacenamiento3 del Image Permanence Institute;4 en cuanto a seguridad y equipamiento se utilizó el cuestionario Benchmarks in Collections Care. Ambos textos defi nen los niveles de estándares ideales, condiciones adecuadas y condiciones inaceptables, permitiendo al lector ubicarse en alguno de ellos e indicándole los pasos a seguir para mejorar las condiciones de almacenamiento en su institución. El contenido de estos dos textos está basado en las normas internacionales que existen para el almacenamiento y conservación de documentos, y las recomendaciones que hacen se presentan de forma simple y muy práctica.

Los factores más importantes para la conservación son:

control de temperatura y humedad relativa, monitoreo de temperatura y humedad relativa, calidad del aire, iluminación, estantería.

Y los factores más importantes para la seguridad son:

instalación eléctrica, detección y extinción de incendios, control de accesos, Circuito Cerrado de Televisión (CCTV).

3 Adelstein, IPI Media Storage Quick Reference. 4 Dawson, Benchmarks in Collections Care 2.0.

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Medidas de conservación

Control de temperatura y humedad relativa Dadas las limitaciones mencionadas anteriormente, la única opción viable era la instalación de una sola bóveda con una temperatura y humedad relativa únicas para una serie de tipologías documentales diferentes (fotografía, video, cine, impresos y discos ópticos). Una herramienta útil para mediar los requerimientos ambientales de los distintos tipos de documentos fue la Guía Rápida de Almacenamiento del IPI. De los cuatro niveles de control ambiental señalados en este documento (temperatura ambiente 20°C, fresco 12°C, frio 4°C y congelado 0°C a una HR de entre 30 y 50%5), el nivel fresco era el más apegado a nuestras necesidades y posibilidades. Este ni vel nos permitía reducir bastante el avance de las reacciones causantes del de terioro químico, o lo que es lo mismo, extender el Índice de Permanencia (PI) y eliminar por completo el riesgo de deterioro biológico y físico en los documentos.

Monitoreo de temperatura y humedad relativaSiempre que se tengan equipos de control ambiental funcionando, es necesario contar también con un equipo que mida, e idealmente registre, los valores de humedad y temperatura que los equipos de control están proveyendo, pues de esta manera se puede auditar su correcto funcionamiento e intervenir si es necesario. Si bien el propósito de los equipos de control ambiental es ayudar a mantener mejores condiciones para la conservación de los documentos, pueden llegar a ser una causa importante de deterioro si no reciben el mantenimiento preventivo y correctivo adecuado o si no se encuentran correctamente programados.

Algunos de los dataloggers más completos permiten ajustar el tiempo entre cada uno de las muestreos desde unos cuantos segundos hasta varias horas; obtener valores de punto de rocío, PI y TWPI;6 acceder a los registros anteriores; defi nir valores para emitir alarmas, audibles, visuales o incluso notifi caciones por correo electrónico; y gestionar todas las funciones a través de la red local o de internet.

5 Adelstein, op. cit., p.5. 6 Índice de preservación e índice de preservación a través del tiempo.

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Calidad del aire Varios componentes de los documentos del acervo de la Fundación son sensibles al ataque de gases ácidos y oxidantes (ozono, óxidos de nitrógeno, dióxido de carbono, dióxido de azufre), comúnmente encontrados en el aire en zonas urbanas; por ejemplo, las partículas de plata fi lamentaria y los colorantes cromógenos que forman la imagen en los materiales fotográfi cos,7 los óxidos metálicos que contienen la señal magnética en las cintas de video o la capa refl ejante en los discos ópticos. Así mismo, los negativos con soportes acetato de celulosa y nitrato de celulosa liberan ácido acético y nítrico, respectivamente, como producto de su descomposición. Para eliminar dichos gases y las partículas sólidas que existen en el ambiente, se instalaron purifi cadores de aire que toman el aire de la bóveda y lo hacen circular a través de un prefi ltro y un fi ltro HEPA8 con una efi ciencia de 99.9% en partículas mayores a 0.3 micrones, y por medio de uno de carbón activado para un fi ltrado químico.

Iluminación La iluminación no se consideró un factor de deterioro importante dado que la bóveda no es un área de trabajo, sino de almacenamiento; por ello no existen entradas de iluminación natural y las fuentes de iluminación artifi cial permanecerán apagadas la mayoría del tiempo. Adicionalmente, todos los materiales se encuentran en guardas de segundo nivel como cajas y contenedores que los protegen de radiaciones visibles y UV.9 La única recomendación en este rubro fue instalar un sensor de movimiento que automáticamente activara las luces y las apagara después de 15 minutos.

Estantería Los fondos y colecciones del acervo están cerrados, por lo que no se espera recibir más documentos de los que actualmente se tienen; sin embargo, sí se contempla un incremento en el volumen que ocupan debido al trabajo de ordenamiento, estabilización, sustitución de guardas y contenedores. Para poder concentrar dentro de la bóveda todos los documentos que

7 Morten Ryhl-Svendsen, “Pollution in the photographic archive”, p. 212.8 Del inglés High Efficiency Particle Arresting; es un filtro de aire de alta eficiencia.9 ISO 1799:2003, Document Storage Requirements for Archive and Library Materials.

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anteriormente se encontraban dispersos en las diferentes áreas de la Fundación, la única opción que se tenía era utilizar estantería móvil, la cual permitía aprovechar hasta el 85% del total de espacio, contra el 60% que se obtiene con estantería fi ja.

Para defi nir las características de la estantería, y en particular la altura y profundidad de las repisas, se analizaron los diferentes tipos de contenedores en los que se encuentran los documentos del acervo (cajas y carpetas con fotografías, latas con películas de cine, fundas y estuches con cintas de video) y se tomaron en cuenta factores como las dimensiones, el peso, diseño, orientación y la estiba máxima.

Medidas de seguridad Instalación eléctricaDe acuerdo con el texto Creación de un Plan de Emergencia,10 la mayoría de los incendios en instituciones culturales que resguardan colecciones ha sido provocada por cortos eléctricos o sobrecalentamientos, derivados de instalaciones eléctricas en mal estado. Por ello nos pareció fundamental sustituir la instalación eléctrica original de los años sesenta, la cual había sufrido, a lo largo del tiempo, múltiples adaptaciones que incrementaban el riesgo de algún percance.

La nueva instalación se realizó de manera aparente, lo que hace más fácil su mantenimiento posterior. En su cálculo y diseño se tomaron en cuenta las cargas y requerimientos de todos los nuevos equipos y sistemas.

En este proyecto se pudo incluir una planta de suministro eléctrico de emergencia con capacidad sufi ciente para alimentar los equipos que son indispensables para la operación de la Fundación y, en especial, aquellos que controlan las condiciones ambientales y de seguridad en la bóveda de almacenamiento. Aunque no siempre es posible contar con este equipo, es una instalación importante que se debe considerar, pues redituará en el mejor aprovechamiento del resto de los sistemas.

10 Dorge, Creación de un plan de emergencia: Guía para museos y otras instituciones culturales, p.11

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Detección y extinción de incendiosSe instaló un sistema inteligente de detección y extinción de incendios. Estos equipos son capaces de detectar la presencia de humo por medio de un detector fotoeléctrico y activar automáticamente la descarga de un agente extintor cuando la alerta es confi rmada por un segundo detector.

Tanto los detectores como el tipo y cantidad necesaria del agente extintor deben estar calculados para el volumen y características del área que se quiera proteger. La bóveda de la Fundación tiene un volumen de 300 m3; se instalaron cuatro detectores que pueden activar la apertura de un tanque que contiene 287 libras del agente extintor Novec 1230, elegido entre otros como CO2, Inergen y FM200 debido a que presenta tres características muy importantes: es una agente extintor limpio, es decir, no deja residuos ni afecta química o físicamente a los documentos de acervo; es seguro para la salud del personal en caso de que alguien se encuentre en la bóveda durante una descarga; y por último, a diferencia de otros agentes limpios, no daña el medio ambiente, lo que garantiza su disponibilidad en el mercado en los próximos años.

Control de accesos Se instaló un sistema biométrico de control de acceso que registra y controla la entrada de los cinco miembros del personal facultado para acceder a la bóveda (dos conservadores, un archivista, una persona de servicios al público y una de administración). Para ingresar es necesario presentar una tarjeta de identifi cación por radiofrecuenica (RFDI) ante un sensor y colocar el dedo sobre un lector de huellas digitales. Esto desactiva momentáneamente un magneto que mantiene cerrada la puerta, aún en caso de una falla en el suministro de energía eléctrica.

Circuito cerrado de televisión o CCTV (siglas en inglés de Closed Circuit Television)Dentro de la bóveda se instalaron dos cámaras de videovigilancia con lentes angulares de 120° que, en conjunto, cubren visualmente el acceso y el pasillo principal. La señal de ambas cámaras es monitoreada por personal de seguridad y almacenada de manera temporal para su consulta, en caso de ser necesaria.

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Almacenamiento temporalPara defi nir la logística de salida del acervo de las instalaciones de la Fundación ICA, su traslado y acomodo en la bóveda de almacenamiento temporal, se hizo un levantamiento de la ubicación topográfi ca de cada una de las cajas del acervo dentro de los anaqueles originales, y, a su vez, mediante plantas y alzados se identifi có la ubicación de éstos en las instalaciones de la Fundación; posteriormente, y con base en esta información, se hizo una propuesta de distribución de los mismos anaqueles en el espacio de almacenamiento temporal, replicando en lo posible el acomodo original.

Las actividades propias del traslado iniciaron con el transporte e instalación de anaqueles vacíos; a continuación, durante tres días se llevó a cabo el traslado del acervo; se realizó un viaje cada día y se utilizó para ello un camión de 3.5 toneladas, modifi cado para el movimiento de obras, que cuenta con control climático en la caja, elevador de carga y una suspensión de aire, la cual proporciona estabilidad y reduce vibraciones y movimientos bruscos que pudieran dañar los documentos.

Tanto a la salida como a la llegada se cotejó la presencia de todos los contenedores, no a través de listados, sino de alzados de ubicación topográfi ca de cada estante, los cuales tienen una lectura más fl uida y permiten identifi car rápidamente las cajas faltantes o fuera de lugar.

El tercer día se terminaron de colocar las ultimas cajas en la ubicación temporal asignada, se fl ejaron y aseguraron los estantes entre sí para darles mayor estabilidad, se concluyó la documentación fotográfi ca y se defi nieron las fechas para las visitas de monitoreo quincenales. En total se trasladaron y almacenaron 8,917 cajas o contenedores con los 1,500,000 elementos que conforman el acervo de la Fundación.

Una vez concluida la obra en las instalaciones, y en anticipación al traslado de regreso del acervo, se elaboraron, una vez más, alzados de ubicación topográfi ca para defi nir la posición que ocuparía cada uno de los contenedores en la nueva estantería. Esta tarea requirió mayor planeación en la secuencia de actividades, pues en la estantería móvil sólo se cuenta con un pasillo a la vez y no es posible trabajar de forma simultánea en diversos frentes.

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Conclusión

En nuestro país existen pocos proveedores especializados en la construcción y equipamiento de espacios para el almacenamiento de documentos y obras de arte; debido a ello, es de suma importancia el intercambio de experiencias en tareas de esta naturaleza, para que con el tiempo se genere un cuerpo de información útil en la planeación y ejecución de nuevos proyectos.

El proyecto de adecuación de la bóveda de almacenamiento de la Fundación ICA se ha complementado con nuevos fl ujos de trabajo y el desarrollo de normativas para la Fundación, tales como el Plan de Preparación ante Emergencias y el Plan Interno de Protección Civil, medidas que brindan mayor seguridad al personal que ahí labora y garantizan la preservación de los documentos que conforman su acervo. Bibliografía

“Creando valor, acervo histórico. 60 años como grupo constructor”, en Al Frente, número 2, 2008, 29 pp.

ISO 11799:2003, Information and Documentation —Document Storage Requirements for Archive and Library Materials. American National Standards Institute, 2007.

Adelstein, Peter, IPI Media storage quick reference, Rochester, IPI, 2004.Anson, A. “Aerial photography and photogrametry” en C.B. Neblette, en

Handbook of photography and reprography: materials, processes, and systems, pp. 528-549.

Dawson, Alex. Benchmarks in Collections Care 2.0. Museums, Libraries and Archives Council, 2011.

Ryhl-Svendsen, Morten, “Pollution in the photographic archive”, en Preprint from the 9th international congress of IADA, pp. 211-215.

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LA ARCHIVÍSTICA EN COLECCIONES FOTOGRÁFICAS

Berenice Hernández Rochin*

Resumen Este artículo pretende extender una breve introducción sobre las líneas de acción de la archivística como disciplina y medio efi caz para la correcta documentación de ejemplares fotográfi cos; describe de manera puntual las principales actividades que permiten preservar el testimonio intangible de la fotografía, ofreciendo ejemplos claros y concisos para el establecimiento de pautas para el acceso a la memoria visual depositada en instituciones, museos y colecciones privadas o públicas; y cuyo objetivo es incentivar la formación de quienes aspiran a desarrollar su labor profesional en este campo y prestan sus servicios a la custodia, procesamiento y conservación del material fotográfi co útil para el estudio, investigación, recreación o legado.

Palabras clave: archivística, fotografía y documentación.

Abstract

This article created to extend a concise introduction of the lines of action of archivistic as a discipline and effective system for optimum process of documentation; it describes the main activities that pre-serve the intangible testimony deposited in institutions, or public museums and private collections. The information content could be used like a guide to formation of all those who aspire to develop their professional work in this fi eld and want to provide their services to the custody, processing and preservation of photographic materials useful for the study, research, recreation or legacy.

* Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México A. C., Coordinación en Conservación de Fuentes Fotográficas.

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Presentación

El objetivo de este artículo es optimizar la gestión, administración y conservación de los documentos fotográfi cos a través de la incorporación del fundamento teórico de la archivística en la formación, registro, organización y descripción de fondos y colecciones.

El contenido precisa los conocimientos técnicos, factores y actividades necesarios para el establecimiento de una metodología fl exible que facilite el acceso a la información plasmada en cada imagen. El planteamiento se basa en la experiencia obtenida en la planeación, ejecución y optimización de proyectos encaminados al rescate del imaginario custodiado por archivos, museos, particulares, instituciones públicas, congregaciones religiosas y centros documentales.

Engloba, en términos generales, todas aquellas pautas indispensables para el manejo formal de contenidos, por lo cual pretende ser tanto una breve fuente de consulta práctica como una medida de fortalecimiento para el control físico, identifi cación y descripción de la memoria visual del país.

Introducción

Sujeta a un proceso de evolución, la imagen ha sido plasmada en diversos soportes y técnicas, por lo que su estudio y tratamiento ofrecen un amplio panorama de materiales, condiciones, referencias y contenidos. A través de la fotografía, su legado ha trascendido hasta nuestros días como responsable de un gran impacto cultural que se mantiene como testimonio tangible, guardián de nuestro pasado y fi el refl ejo de la sociedad.

Presentes en fondos y colecciones como parte importante del patrimonio documental, se identifi can fotografías con elementos tan diversos que implican desde aspectos simples, como la vida cotidiana, hasta obras realmente históricas, poéticas e inclusive artísticas, fuente de información rica y variada.

El acercamiento, caracterización y preservación de los diferentes

Key words: archives, photography, documentation.

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soportes y contenidos representa un continuo desafío para quienes son responsables de su custodia; por lo tanto, la archivística ha incursionado como medio de apoyo fundamental, pues defi ne las vías de acceso más adecuadas y garantiza de forma metodológica la permanencia y conocimiento de la memoria visual a través del manejo de toda la información contenida en cada ejemplar y conjuntos.

Antecedentes Los archivos se pueden defi nir como la suma de tres elementos básicos: documentos, organización y servicio. En este caso, las fotografías son asumidas como elementos testimonio de la memoria colectiva, por lo tanto la imagen y sus contenidos deben interpretarse, pues están presentes en una gran cantidad de archivos, centros documentales, museos e instituciones.

La archivística,1 entonces, actúa por medio de una metodología que reúne, conserva y difunde la información con el objetivo de facilitar el manejo de cada ejemplar y conjunto para asegurar su acceso, en cierta medida su permanencia a largo plazo y, en especial, su conocimiento y difusión.

Se ocupa de cada fondo o colección fotográfi ca útiles para el estudio, investigación, recreación o testimonio, reunida bajo un orden natural como acto voluntario o proporcional a actividades particulares. Es una disciplina que se rige por normas y medidas específi cas para el mantenimiento de registros como verdad absoluta, universal, inmutable en el tiempo y extensión de nuestro pasado.2

Sin embargo, muchas de las actividades que conlleva la archivística son determinadas en gran medida por otros factores, los cuales generalmente se relacionan con los materiales y procesos fotográfi cos propios, la disposición y procedencia de sus contenidos, los responsables de su custodia y, en especial, con el presupuesto disponible.

Con la fi nalidad de establecer una metodología básica para el registro,

1 “La archivística es la ciencia que estudia la naturaleza de los archivos y se ocupa de los principios de conservación y organización de los documentos de archivo y de los medios para su utilización.” Heredia, Antonia, Archivística General. Teórica y práctica, p. 159. 2 Casanova, Eugenio, Archivística, p. 24.

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organización y descripción de ejemplares fotográfi cos inmersos en fondos o colecciones, las actividades por describirse a continuación únicamente se relacionan con el tratamiento intelectual de fondos o colecciones, por lo cual, la estimación de costos, previsión de recursos, rentabilidad, ente otros temas relacionados, no serán abordados en este artículo.

Etapas Ya se pretenda establecer un nuevo procedimiento o continuar con el mismo sistema de trabajo, la gestión y administración de colecciones fotográfi cas deberá estar orientada siempre a optimizar los resultados. Para dar inicio a todas las actividades, será necesario efectuar su planifi cación, la cual depende de la determinación de objetivos claros y factibles. Este punto está directamente relacionado con la determinación de la misión y visión tanto de la institución, organismo o responsable de la custodia, como de la colección tratada.

Este planteamiento permite delimitar cada una de las metas, alcances y razones por las cuales se pretende acceder, divulgar y mantener determinada colección. Es independiente de su carácter (institucional, personal, público o privado) e infl uye directamente en los sistemas de disposición, acceso, consulta e, inclusive, formación y alimentación.

La siguiente etapa corresponde a la planeación del sistema de ingreso, el cual permite reconocer, como medida de control y protección, las referencias básicas de cada ejemplar y su relación con el fondo o colección (ejemplo: procedencia, estado legal, derechos de autor etc.) Para su óptima incorporación, el proceso implica la revisión formal, individual y en conjunto. En esta etapa se recomienda considerar los siguientes campos:

a) Donación: cuando se integran uno o más ejemplares de manera voluntaria y gratuita para su custodia, organización, clasifi cación, difusión y consulta de manera permanente.

b) Adquisición: cuando el responsable o custodio compra uno o más ejemplares que, por su valor y contenido, directamente se relacionan con la visión y misión de la colección.

c) Comodato: cuando por medio de un convenio se realiza la custodia, organización, clasifi cación, difusión y consulta de uno o más

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ejemplares por parte del responsable o custodio durante el periodo específi co.

d) Préstamo: cuando se estipula la custodia, organización, clasifi cación, difusión y consulta de uno o más ejemplares por parte del responsable o custodio durante el periodo especifi cado por la institución cooperativa.

e) Transferencia: cuando se realizan traslados sistemáticos internos que implican la cesión de un ejemplar o colección para su custodia, organización, clasifi cación, difusión y consulta de manera permanente.

Asimismo, el ingreso involucra el registro de toda la información recomendada en los siguientes campos, los cuales completan las referencias básicas.

a) Número de registro: se aconseja emplear una clave única por cada ejemplar. Esto facilitará su seguimiento. Se pueden usar números y letras.

b) Procedencia: la alimentación de fondos o colecciones puede ser efectuada a través de una o más instituciones, representantes y organismos. Su registro es indispensable para completar el proceso de documentación de forma integral.

c) Tipo de ingreso y fecha: ambos datos deben formar parte de la historia de cada ejemplar; evitando tener que consultar cartas u ofi cios externos.

d) Tipo de material:3 las colecciones fotográfi cas generalmente están compuestas por imágenes obtenidas a través de diversos procedimientos, por lo que se puede identifi car un sinfín de características, formatos y variantes. Por esta razón, deberá ser registrado cada uno de los distintos soportes, para facilitar su procesamiento, incorporación y conservación. Con el fi n de abordar brevemente su composición, deben señalarse sus tres elementos constitutivos más importantes:

3 El proceso de identificación deberá ser apoyado por un especialista; actualmente existen diversos medios auxiliares (http://www.graphicsatlas.org).

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1. Soporte. A largo de la historia han sido empleadas las hojas metálicas, placas de vidrio, papel y polímeros plásticos de acetato o nitrato de celulosa como sustento del resto de los componentes de una fotografía.

2. Aglutinante. Es una sustancia orgánica de origen animal o semi-sintética que recubre el soporte e incluye las sustancias formadoras de la imagen. Su presencia depende del proceso, pues existen imágenes sobre papel que no incluyen esta capa. Aparece en 1850 con el colodión para imágenes negativas sobre vidrio y la albúmina para impresiones en papel. La gelatina apareció hasta 1880, permaneciendo como el aglutinante por excelencia debido a su transparencia, estabilidad y permeabilidad.

3. Sustancias formadoras de la imagen. Dependiendo del proceso, la imagen puede estar compuesta por partículas metálicas de plata, platino, paladio, oro, sales de hierro y colorantes orgánicos. La mayoría de las imágenes de los siglos XIX y XX están constituidas por depósitos microscópicos de plata metálica, resultantes de la transformación de halogenuros de plata durante la exposición. En el caso de las fotografías a color, los mismos compuestos fotosensibles actúan, pero como precursores de reacciones, ya que permiten la deposición de las sustancias que constituirán la imagen fi nal.

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TIPOLOGÍA DE SOPORTES, EMULSIONES E IMÁGENES FINALES EN FOTOGRAFÍA4

Soportes Emulsiones Imágenes fi nales

PAPEL:

• Calotipos positivos• Calotipos negativos• Papeles a la sal• Cianotipos• Copias al platino• Copias a la albúmina• Copias al carbón• Woodburytipos• Copias a la gelatina

de ennegrecimiento directo

• Copias al colodión mate de ennegrecimiento directo viradas al oro y al platino

• Copias a la gelatina de revelado químico

• Procedimientos fotomecánicos

VIDRIO:

• Ambrotipia• Neativos al colodión

humedo• Negativos a la

albúmina• Negativos al colodiión

seco• Negativos a la gelatina• Transparencias para

linterna mágica• Procedimientos

pioneros en color

COLODIÓN:

• Ambrotipia• Ferrotipia• Copias al colodión

de ennegrecimiento directo

• Copias al colodión mate de ennegrecimiento directo

• Negativos y transparencias al colodión húmedo y seco

ALBÚMINA:

• Copias a la albúmina• Negativos a la

albúmina

GELATINA:• Copias al carbón• Woodburytipos• Copias a la gelatina

de ennegrecimiento directo

• Copias a la gelatina de revelado químico

• Negativos y transparencias de cristal a la gelatina

• Negativos y transparencias de nitrato de celulosa

AMALGAMA DE MERCURIIO Y PLATA:

• Daguerrotipia

PLATA DE REVELADO FÍSICO:• Calotipos negativos• Ambrotipos• Ferrotipos• Negativos y

transparencias al colodión húmedo

PLATA FOTOLÍTICA:

• Papeles a la sal• Copias a la albúmina• Copias a la gelatina

de ennegrecimiento directo

• Copias al colodión mate de ennegrecimiento directo viradas al oro y al platino

AMALGAMA DE MERCURIIO Y PLATA:

• Copias a la gelatina de revelado químico

• Negativos y transparencias de cristal a la gelatina

4 Fuentes de Cía, Ángel, La identificación y preservación de los materiales fotográficos, p. 3.

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Soportes Emulsiones Imágenes fi nales

METAL:

• Daguerrotipia• Ferrotipia

PLÁSTICOS TRANSPARENTES:

• Nitrato de celulosa• Acetato de celulosa• Diacetato de celulosa• Triacetato de celulosa• Poliéster

OTROS:

• Cerámica• Marfi l• Cuero• Textiles• Piedra

GELATINA:

• Negativos y transparencias de acetato de celulosa

• Negativos y transparencias de diacetato de celulosa

• Negativos y transparencias de triacetato de celulosa

• Negativos y transparencias de poliéster

• Muchos de los procesos pioneros de color soportados sobre vidrio

OTRAS:

• Caseina• Musgo irlandés• Melazas orgánicas

como la miel, etc.

SIN EMULSIÓN:

• Daguerrotipia• Calotipia• Copias a la sal• Cianotipias• Copias al platino

AMALGAMA DE MERCURIIO Y PLATA: • Negativos y

transparencias de nitrato de celulosa

• Negativos y transparencia de acetato de celulosa

• Negativos y transparencias de diacetato de celulosa

• Negativos y transparencias de triacetato de celulosa

• Negativos y transparencias de poliéster

• Procesos pioneros en color

OTROS METALES:

• Hierro: Cianotipos• Platino: Copias al

platino• Paladio: Copias al

paladio

PIGMENTOS:

• Copias al carbón• Woodburytipos• Gomas bicromatadas

TINTES

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CUADRO DE LOS FORMATOS COMUNES EN EJEMPLARES ANTIGUOS5

Doble placa 21.6 × 33 cm 8 ½” × 13”

Placa entera 16.5 × 21.5 cm 6 ½ “ × 8 ½”

Media placa 11.4 × 14 cm 4 ½” × 5 ½”

Cuarto de placa 8.3 × 10.8 cm 3 ¼” × 4 ¼”

Sexto de placa 7 × 8.3 cm 2 ¾” × 3 ¼”

Noveno de placa 5 × 6.4 cm 2” × 2 ½”

CUADRO DE LOS PRINCIPALES FORMATOS CONTEMPORÁNEOS

35mm 3.2 × 4.9cm

120 6 × 6cm

4x5” 10.5 × 13cm

4x6” 10.5 × 15.5cm

5x7” 13 × 18cm

8x10” 21 × 26cm

e) Folio. Este campo se refi ere a una clave que defi ne, en términos generales, el tipo de ingreso, procedencia y número consecutivo de ingreso para su seguimiento.

Otras líneas de acción medular remiten a los siguientes procesos:

Selección. Permite distinguir lo trascendental de lo trivial. En el campo de la archivística constituye una participación que requiere la capacidad de identifi car el efecto de cada contenido a lo largo de su trayectoria (pasado, presente y futuro).6

5 Hernández, "Apuntes de Seminario-Taller de Conservación de materiales fotográficos", ENCRyM, 2005. 6 Nacif, Jorge, Valoración de archivos, p. 10.

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En este punto es importante aclarar que la emisión de un juicio de valor siempre será relativa a un sujeto; sin embargo, tampoco signifi ca que sea una respuesta a un capricho individual, pues con siste en localizar lo importante. Por esta razón, requiere de un cono cimiento técnico y profundo para descifrar lo que debe ser con servado y apartar lo irrelevante. Cabe señalar que este proceso también autentifi ca la documentación a través de criterios formales y materiales; de su resultado, dependen muchas de las medidas para la conservación de la memoria y, por tanto, del patrimonio documental. Por ello, considera a la fotografía como un soporte tangible generalmente ligado a un componente de entorno histórico y transporta una idea, cuyo carácter puede ser informativo o probatorio a múltiples niveles.

Organización. Corresponde a la distribución de todos los ejemplares en orden alfabético, numérico y cronológico, o bien por asuntos y temas. Al ser un proceso complejo, requiere de un diagnóstico previo para reconocer todos los recursos presentes y llevar a cabo una óptima conformación integral de la colección. El diagnóstico consiste en la evaluación precisa de la estructura, referencias disponibles y ciertos aspectos de conservación de la colección. El análisis, además, considera medios de tránsito, documentación, intervención, consulta y programas de manejo internos para reconocer, de manera formal y jerarquizada, las necesidades específi cas y establecer los mejores puntos de acceso.

A este respecto, es importante considerar dos preceptos: el principio de procedencia y el respeto al orden original.7 Ambos tienen la fi nalidad de registrar la trayectoria y mantener el contexto en el proceso de ordenación. Su atención garantiza la conservación integral de la estructura inicial de grupos, series y fondos.

Descripción. Identifi ca, puntualiza y establece, en conjunto e individualmente, las características físicas y formales de los

7 Rojas, Leticia, Manual de Archivística de la Administración Pública Federal, p. 19.

139LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

ejemplares fotográfi cos. Emplea dos herramientas básicas de acceso: el inventario8 y la catalogación.9

8 Registro descriptivo que respeta la estructura (contenido) y disposición (ubicación topográfica) de cada conjunto y grupos. En el caso de los archivos fotográficos requiere de campos específicos, tales como: soportes, formatos y procesos. Compila la información precisa de cada fondo o colección, por lo que también incluye tema y fechas extremas para concretar un instrumento de consulta básico.9 Es el proceso por el cual se identifican y localizan los datos descriptivos y puntos de acceso de cada ejemplar. Se trata de un instrumento intermediario entre el usuario y la colección que se ejecuta conforme a normas establecidas para unificar criterios y globalizar la información. No sólo implica la transcripción de datos, pues permite navegar, seleccionar y obtener referencias precisas, tales como el título, autor y materia. Requiere de un conocimiento técnico y experiencia para recuperación de información.

Fondo Archivo Beisbol

Clasificación Peloteros. . --. . peloteros. . A. . Aaron Henry Louis .

Fondo Archivo Beisbol

Clasificación Peloteros. . --. . peloteros. . A. . Aaron Henry Louis .

Clave 1. 0. 1. 1. 1. 1.

Ubicación topográfica 1. 1. 3.

Título Aaron Henry Louis

Título Variante I was ther when Hank Aaron hit his 715th career home run to pass Babe Ruth as the top home run hi�er in the history of Baseball- Date. /Place/.

Traducción Yo estaba allí cuando Hank Aaron conectó su carrera 715a correr para pasar a Babe Ruth como el bateador de jonrones alto en la historia del béisbol-Date. / Lugar /. (Tiene un dibujo en acuarela de su rostro.

Descripción 387/388. 5.5X8.5"

Serie local Colección Fotográfica Alfredo Harp Helú

Nota general Obra gráfica, Dibujo impreso.

Nota de Resumen Aaron Henry Louis. Retrato.

Liga electrónica De clic aquí para ver el recurso digital No. 387

Código de barras Clasificación Ubicación Tipo Estado

ABAHH-000000000000387

Alfredo Harp Helú

Documentos generales

Disponible

VISTA GENERAL DE CATÁLOGO ARCHIVO DEL BEISBOL, CUIDAD DE MÉXICO.

EJEMPLO DE FORMATO DE INVENTARIO

140 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

Esta etapa permite el procesamiento de la información general y, por ende, facilita el control cuantitativo y cualitativo de la colección en diferentes niveles, por ello se recomienda iniciar el proceso con la revisión preliminar de la colección para defi nir la línea de sistematización más conveniente de acuerdo con la información disponible.

Clasifi cación. Debido a que las colecciones fotográfi cas son concebidas en su gran mayoría por intereses específi cos, este proceso se ejecuta conforme a las referencias y estructura de cada caso, considerando todos los ejemplares —con o sin registro— para realmente crear un refl ejo de los contenidos y facilitar el manejo de toda la información.

Se refi ere al análisis de datos que permite obtener el mapa organizacional de cada colección en función de los contenidos. Se representa a través de un sistema denominado “cuadro de clasifi cación”, el cual, por medio de categorías, encasilla y jerarquiza la información específi ca y su relación con el resto de la colección.

El proceso permite establecer las vías de acercamiento más adecuadas para el estudio de la colección, así como reconocer las características físicas, estéticas e históricas de las imágenes a partir del contenido visual e informativo que manifi estan. Es un ejercicio intelectual que debe ser realizado por un especialista, quien establece la calidad visual de cada ejemplar y defi ne la línea de investigación más adecuada. En general se emplean tres categorías principales para organizar los contenidos: fondo, sección y serie, susceptibles de extenderse en subsecciones y subseries conforme a la complejidad y amplitud de cada colección.

Fondo: conjunto de ejemplares de toda naturaleza reunidos por una persona física o moral, o por una institución, dentro del ejercicio de sus actividades.

Sección: subdivisión del fondo que conforma una unidad integrada por ejemplares organizados de acuerdo con un contenido específi co.

Subsección: conjunto de ejemplares que forman parte de las secciones, corresponden a las subdivisiones ejecutadas conforme a la complejidad de contenidos.

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FONDO

SECCIÓN

SERIE

EXPEDIENTE

SUBSECCIÓN

SUBSERIE

UNIDAD DOCUMENTAL

UNIDAD DOCUMENTAL

UNIDAD DOCUMENTAL

DIAGRAMA GENERAL DE CUADRO DE CLASIFICACIÓN SIMPLE

Serie: conjunto de ejemplares que forman parte de las secciones o subsecciones de un fondo y que se caracterizan por tener elementos semejantes entre sí, basados en el tipo documental.

Subserie: conjunto de ejemplares que forman parte de una serie, identifi cadas de forma separada de ésta por su contenido y sus características específi cas.

142 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

Unidad documental: conjunto total de ejemplares relacionados por un mismo tema, asunto o persona.

Existen diversos tipos de cuadros clasifi cadores, por ejemplo, el alfabético de autores y obras anónimas, el alfabético de título, catálogo de materias y catálogo topográfi co;10 sin embargo, las adaptaciones irán de acuerdo con las características de cada colección, y la estructura del cuadro de clasifi cación dependerá de su distribución y mejor entendimiento.

Catalogación. Se puede ejecutar en diferentes niveles, ya que puede involucrar todas las series, es decir, considerando el fondo completo, reconocer el conjunto de unidades documentales, completando entonces las series o aludir a cada ejemplar fotográfi co, dependiendo de la información que se quiera recabar.

La efi ciencia de este proceso depende del conocimiento de la colección y la investigación realizada, así como de la información misma disponible; además, infl uye directamente en el servicio a los usuarios, pues identifi ca el contenido de cada ejemplar para su acceso y difusión de forma homogénea, con el objetivo de intercambiar y poner a disposición la información.

Actualmente existen diversos protocolos establecidos, de los cuales el Marc21 ha sido el más adaptable.11 Este formato fue creado para registros bibliográfi cos y funciona por medio de etiquetas, correspondientes a campos específi cos de información. Su estructura ha permitido emplearlo en la descripción de ejemplares fotográfi cos. A continuación se enlistan las etiquetas más relevantes para la descripción de ejemplares fotográfi cos:

Núm. de etiqueta Referencia

001 Número de control

10 Garrido, Ma. Rosa, Teoría e historia de la catalogación de documentos, p. 39. 11 Formato MARC21 conciso para Datos Bibliográficos, Biblioteca del Congreso, Oficina de Desarrollo de Redes y Normas Marc, Edición Concisa de 2007, Actualización núm. 8 (octubre de 2007).

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Núm. de etiqueta Referencia

005 Fecha de ingreso

035 Número de expediente

090 Nombre del fondo

091 Clasifi cación

Subcampo a. Sección

Subcampo b. Subsección

Subcampo c. Serie

Subcampo d. Subserie

Subcampo e. Expediente

092 Clasifi cación

Subcampo a. Colección

Subcampo b. Sección

Subcampo c. Subsección

Subcampo d. Serie

Subcampo e. Subserie

Subcampo f. Expediente

093 Clasifi cación Topográfi ca

Subcampo a. Estante

Subcampo b. Archivero

Subcampo c. Charola

Subcampo e. Caja

100Nombre de autor (Fotógrafo si presenta)

210 Palabras clave o tema

242Titulo intercalado (traducción)

245 Titulo

246 Titulo variante

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Núm. de etiqueta Referencia

247 Titulo/otro idioma

260 Publicación

Subcampo a. País

Subcampo b. Estudio o productor

Subcampo c. Cuidad

Subcampo e. Fecha

300 Descripción física

Subcampo a. Extensión

Subcampo b. Otros detalles

Subcampo c. Dimensiones

Subcampo e. Materiales complementarios

Subcampo f. Tipo de material

Subcampo g. Tamaño de unidad

490 Serie/Colección

500Notas de contenido generales (sellos, fi rmas etc.)

505Nota de contenido con formato (contendí de imagen)

520 Notas de resumen

541 Fuente de adquisición

561 Trayectoria

Existen otros medios, como la Norma Internacional General de Descripción Archivística,12 la cual busca asegurar la creación de descripciones coherentes,

12 Una referencia importante para cualquier actividad de descripción. Ver Lopez, André Porto Ancona, “El contexto archivístico como directriz para la gestión documental de materiales fotográficos de archivo”, p. 32.

145LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

facilitar la recuperación y el intercambio de información y posibilitar la integración de otras entidades a un sistema unifi cado de documentación. Emplea 26 elementos; entre otros, los principales son:

a. El código de referenciab. El títuloc. El productord. Las fechase. La extensiónf. Nivel de descripción.

En ocasiones, las caracterisitcas de la fotografi a demandan una descripcion individualizada que puede generar la pérdida de la globalidad de los fondos y colecciones; sin embargo, la eleccion del sistema de descripcion deberá estar orientada a las políticas internas de descripción de cada entidad.

Metodología

Los ejemplares fotográfi cos son materiales que por su naturaleza y composición resultan sumamente susceptibles al deterioro. La conservación tiene el objetivo de mantener y difundir toda la información relevante de carácter técnico, formal, histórico o artístico, valiosa para una sociedad como objeto de estudio.

La conservación proporciona los medios idóneos para adaptar las áreas y sistemas de resguardo, defi nir los procesos de intervención y restauración más adecuados y prever todas las medidas para evitar daños y sol-ventar emergencias. Sin embargo, su campo de acción no sólo vela por la permanencia física de cada ejemplar, puesto que cada soporte conlleva un contenido. Por esta razón, la archivística es una disciplina ligada a la preservación; de ella depende la generación de una estrategia clara para crear los puntos de acceso y mantener el carácter impalpable de cada ejemplar.

La sistematización de actividades no puede ser mostrada como una receta, pues la diversidad de fondos y colecciones es amplia y muchas veces las fotografías se acompañan de documentos o materiales que involucran otros criterios. Con todo, las líneas de acción son las mismas y el orden de

146 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

ejecución podrá ser modifi cado de acuerdo con los avances, necesidades y prioridades de cada caso.

El perfi l esencial del trabajo siempre será el mismo y tendrá como fi n conservar para difundir, difundir para conocer y conocer para generar. Por esta razón, se muestra un cuadro que engloba los fundamentos de este artículo, en espera de que pueda ser empleado para la creación y optimización de proyectos afi nes.

Conclusión

La archivística es una ciencia en evolución capaz de adaptarse a la demanda informativa y a la aparición de nuevas tecnologías con el fi n de unifi car y globalizar contenidos a favor de la trasmisión, enseñanza, manejo y permanencia de la memoria documental.

Su inserción en el área de las colecciones fotográfi cas exige conocimientos técnicos precisos que permitan la correcta identifi cación y análisis formal de los diversos procesos técnicos y de la estructura de cada ejemplar.

Su aplicación requiere del discernimiento integral para el manejo de cada conjunto como parte signifi cativa de la memoria visual del país, por lo que la documentación requiere forzosamente del apoyo de un equipo interdisciplinario.

El desarrollo de una estrategia no sólo deberá estar basado en la experiencia, pues la fotografía está presente en instituciones, museos, archivos, centros documentales y colecciones públicas y privadas, y los métodos para su abordaje dependerán de las políticas de cada entidad para asegurar su acceso y unifi car criterios.

Se recomienda publicar los resultados para estimular la investigación e intercambio de información, y favorecer la construcción de una memoria colectiva. Es prioritario robustecer la infl uencia de la archivística aplicada al imaginario nacional, por ello este artículo intenta retomar los conceptos fundamentales y ofrecer al lector tanto un panorama del presente, así como los instrumentos necesarios básicos para articular un tratamiento inicial.

El propósito es contribuir a incentivar la formación de quienes prestan su servicio al material fotográfi co y aspiran a desarrollar su labor profesional en este campo.

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Diagnóstico preeliminar (Análisis de contenidos y referencias preliminar)

Inventario (Control cualitativo y

cuantitivo)

Clasificación

Organización

Catálogo

Descripción

Planeación(Alcances y metas)

Documentación

Registro

Acceso y consulta

Valoración

Identificación

CUADRO GENERAL DE LAS ETAPAS PRINCIPALES PARA LA DOCUMENTACIÓN DE COLECCIONES FOTOGRÁFICAS

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Bibliografía básica

Boadas, Joan, Manual para la gestión de fondos y colecciones fotográfi cas, Girona, CCG Ediciones Ajuntament de Girona (CRDI), 2001.

Heredia, Antonia, Archivística General. Teoría y práctica, Sevilla, Grafi cas del Sur, 1991.

Nacif, Jorge, Valoración de Archivos, México, Archivo General de la Nación, 2002.

Rojas, Leticia, Manual de Archivística de la Administración Pública Federal, Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México A. C, 2010.

Fuentes consultadas en la web

Astudillo, Cecilia, Manual de procedimiento para la catalogación de documentos patrimoniales históricos y etnográfi cos, Manual técnico 2. Red de archivos patrimoniales, Sistema de Biblioteca Pontifi cia Universidad Católica de Valparaiso, Chile, 2010 disponible para su consulta en http://margotloyola.ucv.cl/wp-content/uploads/2010/03/Manual_de_catalogacion_de_documentos_historicos_y_etnografi cos.pdf

Biblioteca del Congreso, Formato MARC21 conciso para Datos Bibliográfi cos, Ofi cina de Desarrollo de Redes y Normas Marc, Edición Concisa de 2007, consultado en Actualización Núm. 8 (Octubre de 2007). http://www.loc.gov/marc/bibliographic/ecbdspa.html

Casanova, Eugenio, Archivística, Siena, Stab Arti Grafi che Lazzeri, 1928, consultado en http://www.icar.beniculturali.it/biblio/pdf/EuCa/totalCasanova.pdf

Fuentes de Cía, Ángel, “La identifi cación y preservación de los materiales fotográfi cos”, en La identifi cación y preservación de los materiales fotográfi cos, consultado en http://www.angelfuentes.es/PDF/Identifi cacion_preservacion.pdf

Garrido, María Rosa, Teoría e historia de la catalogación de documentos. Cap. 2,

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consultado en http://infocuib.laborales.unam.mx/~ec08s02b/archivos/data/1/23.pdf Gobierno de España, Manuales de Archivisitca, Ministerio de educación, cultura y deporte, disponible en http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas-cultura/archivos/recursos-profesionales/manuales-de-archivistica.html

Ancona Lopez, André Porto, “El contexto archivístico como directriz para la gestión documental de materiales fotográfi cos de archivo”, en Universum. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, vol. 2, núm. 23, 2008, pp. 12-37, Universidad de Talca, Talca, Chile.

Serie de IFLA sobre control bibliográfi co, Principios para la catalogación de IFLA: Pasos hacia un código internacional de catalogación, v. 26, Frankfurt, Ministerio de Cultura, 2003, disponible en http://www.ifl a.org/fi les/assets/cataloguing/icc/ime-icc-1-es.pdf

RESEÑAS

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Tejedores de imágenes es un libro complejo y ambicioso, en el mejor sentido de la palabra: presenta propuestas de investigación que buscan romper barreras disciplinares, abrirse al trabajo con fuentes no convencionales y comprometer a los investigadores con la recuperación y creación de materiales fotográfi cos y audiovisuales, la formación de archivos y la divulgación tanto de los materiales mismos como del conocimiento generado a partir de ellos. Es un libro atractivo, en el cual

texto y fotografía dialogan constantemente, en auténticos ejercicios de investigación. Está pensado para el estudioso de la historia que se adentra en la investigación con imágenes, pero se abre también a comunidades no necesariamente académicas, interesadas en la recuperación de su patrimonio y de su memoria.

Por sus objetivos mismos, el libro es denso en algunos momentos, precisamente cuando aborda problemas teóricos acerca de la manera de conocer; en otros, en cambio, resulta muy accesible al lector no especializado; así, por ejemplo, presenta temas prácticos acerca del trabajo con imágenes, explica cómo hacer una entrevista para dar “voz a quienes muchas veces no la tienen” o se ocupa de asuntos meramente técnicos relativos al manejo de equipo audiovisual o la elaboración de bitácoras para la videograbación. En cualquier caso, aun en los momentos en que plantea cuestiones complejas, la apelación a ejemplos es siempre clarifi cadora. De esta manera, si el uso

Lourdes Roca, Felipe Morales, Carlos Hernández y Andrew Green (conformados en el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social del Instituto Mora), Tejedores de imágenes. Propuestas metodológicas de investigación y gestión del patrimonio fotográfico y audiovisual, México, Instituto Mora/ Fonca-Conaculta, 2014.

TEJEDORES DE IMÁGENES

154 LEGAJOS, número 4, octubre-diciembre, 2014

de conceptos como “descripción preiconográfi ca”, “signifi cado secundario/convencional” y “análisis iconológico” pudieran poner al lector lego un poco nervioso, a su lado encontrará más que defi niciones abstractas: los autores ofrecen un conjunto de imágenes descritas y analizadas que los ex plican. Así, por ejemplo, examinan los datos fácticos de una fotografía aérea de un río helado con un conjunto de troncos que fl otan en el sentido de la corriente, venciendo la resistencia del hielo; a continuación identifi can la historia que cuenta una fotografía en la que unas estudiantes de idioma chino colocan su mano sobre la garganta para percibir las vibraciones que emiten las cuerdas vocales; fi nalmente, dilucidan el profundo racismo de una tercera fotografía, en la que unos turistas blancos observan a un caballo sentado en las espaldas de un hombre de color en la Cuba de 1927. Con esta serie de fotografías descritas y analizadas por los autores, el lector entiende mejor el signifi cado de esos conceptos “panofskianos”, de uso tan común entre los especialistas y tan útiles para desentrañar los signifi cados de las imágenes.

Y si, aun con esta guía, el lector no acaba de entender la importancia de analizar a fondo una imagen para captar lo que realmente está testifi cando —si no acaba de comprender la absoluta necesidad de poner en contexto una fotografía, de conocer la cultura del tiempo y lugar en que fue tomada; si se le desdibuja el imperativo de “comparar, construir series fotográfi cas y conocer lo mejor posible las coordenadas espacio-temporales de lo que fue capturado” por el lente de una cámara—, entonces los autores le presentan un estupendo ejemplo de los errores en que se puede incurrir al pasar por alto tales exigencias. El ejemplo utilizado abarca tanto los años de construcción (década de 1920) y de demolición (1938) del primer Cine Teresa en la calle de San Juan de Letrán, en la ciudad de México, como al de la inauguración de su nuevo edifi cio (1942). Fijar la historia de la transformación de un espacio a partir de una sola imagen, sin reparar en lo que sus detalles nos dicen del momento en que fue tomada, falsea la realidad de la que se quiere dar cuenta. En cambio, un acercamiento a la historia urbana en un momento y un lugar preciso —a la de la transformación de un espacio céntrico de esa ciudad capital en la década de 1930—, realizado a partir del examen de una serie de fotografías y de la prensa periódica de la época, constituye una muestra excepcional del trabajo sistemático y revelador que puede hacer un investigador social con un material imagético.

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Éstos y los muchos otros ejemplos que ofrecen los autores en este volumen son algunos de los valores que me interesa destacar de la obra. Porque el ejemplo muestra al maestro en acción; revela, paso a paso, cómo trabaja el investigador con una imagen. Y viendo trabajar al maestro es como se forma el aprendiz. Porque se aprende a pensar, a cuestionar y a interpretar con el maestro, a la manera de los ofi cios medievales; se aprende a investigar observando cómo el especialista construye sus problemas y sus argumentos, la forma en que maneja y lee sus fuentes. Los ejemplos permiten seguir los caminos y atajos tomados por el investigador; permiten ver cómo crea, porque, como bien dicen los autores del volumen, investigar, conocer, es un proceso creativo. Ese gran valor tienen los ejemplos en este libro.

A la par del interés que tiene la obra por la manera de compartir la experiencia de la investigación, hay que destacar la importancia de los debates teórico-metodológicos que encara. Uno de ellos, el principal, sin duda, es un problema de implicaciones fi losófi cas: el de la interdisciplinariedad. Efectivamente, Tejedores de imágenes se interesa por la cuestión de la investigación social y las divisiones disciplinares. Aborda la defi nición de las disciplinas “tradicionales” y discute su validez en favor de un trabajo que entrelace formas de analizar y lenguajes desarrollados en cada una de las ciencias sociales. Su argumentación deja claro que la diversidad de las disciplinas no obedece a diferencias en la naturaleza de las cosas por conocer; las disciplinas se distinguen por sus metodologías, no por sus campos de conocimiento ni por la naturaleza de éste. Efectivamente, lo que parece haber justifi cado hasta ahora la separación entre disciplinas tiene que ver más con una división del trabajo en la investigación que con las realidades por conocer. Esta división es la que parece haber fraccionado a las ciencias sociales y a su campo de investigación. De esta suerte, quizá en algún momento sea posible romper defi nitivamente el aislamiento disciplinar, superar los lenguajes particulares de cada especialidad y tender puentes para entrelazar articuladamente a las diferentes disciplinas. Este debate tiene muchos años en la mesa de discusiones, más de un siglo si nos remitimos a John Dewey y sus alegatos en favor de la unidad del conocimiento.

En todo caso, Tejedores de imágenes invita a refl exionar en esa dirección. El libro mismo es producto de una labor colectiva en este sentido: es una obra que resulta del trabajo de un conjunto de autores de disímil formación académica,

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consolidados en un grupo dedicado a la investigación social con imágenes: el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social del Instituto Mora.

Alicia Salmerón

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La gran cruzada es el resultado de una investigación rigurosa y exhaustiva, abrevada en al menos una decena de fuentes primarias como el Archivo General de Indias (AGI), el Archivo General de la Nación (AGN), el Archivo Histórico de la Compañía Real del Monte y Pachuca (AHCRMP), el Archivo Histórico de Notarías (AHN), entre otras, además de la consulta en 140 publicaciones referidas al lugar, la época, los actores y el contexto de los acontecimientos tratados.

Agustín Ramos se interna en los socavones de la historia novohispana para explotar la veta del movimiento minero y su represión; ocurridos en los años sesenta y setenta del siglo XVIII, en los dominios de Pedro Romero de Terreros, español avecindado desde su juventud en tierras ultramarinas, donde logró capitalizar el negocio que en Querétaro heredó de su tío –quien lo familiarizó con el comercio de abarrotes–, y dar el gran salto a una de las grandes empresas de entonces, la minería, cuyos dividendos le permitieron, por un lado, lograr títulos nobiliarios y, por el otro, ser visto como benefactor de la orden franciscana, vasallo generoso y fundador del Monte de Piedad. Sobre tal personaje, el autor de este libro escribió también la novela Tú eres Pedro (Joaquín Mortiz, 1996).

Los trabajadores se organizaron e inconformaron en 1766 –por medio de quejas presentadas ante las autoridades administrativas de Real del Monte y Pachuca– debido principalmente al retiro del pago extra en metal, “el partido”, con el cual compensaban a medias el bajo salario

LA GRAN CRUZADA

Agustín Ramos, La gran cruzada, México, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, 2014, 280 pp., ISBN: 978-607-7878-58-2.

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recibido; reportaron además el maltrato de sus supervisores y las pésimas condiciones para operar en el subsuelo, donde se les escatimaban hasta las velas de sebo pa ra alumbrarse; por ello, los operarios debían ingeniarse los modos de racionarlas e incluso las compraban de su bolsa.

El confl icto adquirió otro cariz con la reclusión de varios trabajadores, por parte de las autoridades; también con el allanamiento de dos cárceles para liberarlos, el apedreo de las residencias del amo y su administrador, así como el linchamiento del alcalde mayor y un capataz de las minas, por parte de los amotinados.

Tras un nuevo intento de sublevación en 1769, cuando ya Romero de Terreros había obtenido de la corona española el título de conde de Regla, mediante gestiones burocráticas bien aceitadas con dinero, los mineros involucrados en la sedición se vieron envueltos en una red procesal y punitiva –a la cual se refi ere el irónico título del libro– donde intervinieron ofi ciales reales, jueces privativos, testigos, fi scales, un visitador general y dos virreyes.

Resulta peculiar cómo el autor presenta a los lectores esta investigación. Ramos edifi có una estructura de trece casas con su título respectivo; cada una de ellas se divide en el triángulo: portada, interiores y planos. En los dos primeros elementos el autor desarrolla los temas mediante una nueva división en varios asuntos. Tal conjunto temático será visto en panorámica a través del tercer elemento de la triada: los planos, donde se da la referencia de los documentos cimentadores de la construcción narrativa.

Por ejemplo, la casa 1 –cuyo título y tema general es “Donde se ve que en 1768 le ocurrió un milagro a don Pedro Romero de Terreros y que a veces la justicia llega demasiado tarde”– tiene como portada e interiores cuatro subtemas o asuntos: I. El tumulto, II. El exilio, III. El milagro y IV. Un caso ilustrativo. Los planos de esta casa, portada e interiores remiten a los fondos Civil, Criminal e Historia del AGN; los apartados México y Contaduría del AGI; el fondo Colonial del AHCRMP; el libro de Doris M. Ladd, The Making of a Strike, entre otras fuentes.

Esta disposición del texto en unidades independientes, y al mismo tiempo concatenadas, permite, a quien se adentre en estas páginas, realizar una lectura lineal, siempre de arriba hacia abajo, o bien agotar el primer

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asunto saltando horizontalmente de la portada hacia los interiores y los planos para continuar después con la terna número dos y así sucesivamente.

Los bloques también prefi guran al menos dos niveles de lectura: una de tipo narrativo hecha a partir del seguimiento de los personajes, anécdotas, escenarios y tiempos empleados en el confl icto narrado, la cual puede prescindir, si así lo decide el lector, de los planos sin menoscabo del relato principal, cuyos protagonistas son el dueño de la mina y los presuntos sublevados. El segundo nivel de lectura sigue en cambio un patrón académico donde las portadas e interiores registran planteamiento, desarrollo y conclusiones temáticas con el respaldo del aparato crítico promovido por los planos.

No es tan sencillo establecer el género literario de este libro, pues el texto se mueve entre la novela y el ensayo, ambos de corte histórico. En el primer caso, se evidencia una narración continua y pertinaz aun cuando sólo se constriña a dar cuenta de los hechos susceptibles de documentarse, teniendo como herramientas, eso sí, la ironía y escasos cambios de voz de la tercera a la primera persona. Si se optara por defi nir la obra como ensayo, puede abonarse lo ya señalado en el párrafo anterior. Lo mejor será aceptar ambos géneros como características inherentes de esta obra, recomendable para quienes se interesen por la historia de los movimientos laborales, por la historia de empresarios como Romero de Terreros incluso, por el diverso anecdotario de otros personajes presentados en el texto.

Editado por vez primera en 1992, esta segunda edición del libro La gran cruzada es parte del reconocimiento hecho al autor por el Instituto Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, el cual lo distinguió con el Premio al Mérito Artístico de esa entidad correspondiente a 2014.

Marco Antonio Silva MartínezAGN-DPD

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Los archivos se enfrentan hoy a una nueva dinámica de consulta impuesta por las llamadas sociedades de la información que los presiona a ofrecer servicio a un mayor número de usuarios, así como la de socializar cada vez más sus testimonios.

Esta nuevas acciones se agregan al uso y manipulación cada vez mayor de los documentos al interior de los acervos que contribuyen al deterioro natural inherente a la mayoría de los documentos. Por sí fuera

poco, a esta situación se suma las condiciones del espacio físico donde se encuentran, mismos que no reúnen las condiciones deseables necesarias para su preservación. Todos estos factores provocan un panorama en donde los profesionales de la archivística y de conservación coinciden al enfrentar conjuntamente problemas comunes.

La razón de ser de los archivos no es únicamente mantener una memoria histórica, sino invitar a usuarios para que los consulten y difundan en sus trabajos sus riqueza documental. La falta de atención e interés sobre las condiciones que provocan su deterioro puede impedir o limitar seriamente su acceso, poner en riesgo su existencia y perder para siempre su testimonio. ¿Cómo enfrentar esta situación que amenaza la existencia de los archivos?.

Desde hace varias décadas la conservación y restauración han permitido afrontar estas difi cultades, los responsables de estas áreas en los archivos han hecho su mejor esfuerzo para trabajar de forma coordinada y con las mejores intenciones para implementar acciones que permitan preservar la información testimonial.

LOS DOCUMENTOS DE ARCHIVO. CÓMO SE CONSERVAN

Carmen Bello Urgellés y Ángels Borrell Crehuet, Los documentos de archivo. Cómo se conservan, España, Ediciones Trea, 2008, 160 pp., ISBN 9788497043885.

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Carmen Bello Urgellés y Ángels Borell C., en el texto Los documentos de archivo, Cómo se conservan, ofrecen una aproximación al estudio de la mayoría de los materiales que conforman los archivos mediante su reconocimiento y diagnostico. El documento es un excelente instrumento de consulta para especialistas e interesados en el tema. Está integrado por tres apartados, en el capítulo primero titulado Restauración y reproducción, inicia con las consideraciones previas a toda intervención como son: los criterios, documentación y análisis necesarios sin los cuales no podrá concretarse esta fase; menciona además, la defi nición de los principales procesos de intervención de restauración, así como sus limitaciones o los riesgos a los que están asociados. Integra las técnicas de reproducción de documentos como la microfi lmación frente a la digitalización y sus condiciones de almacenaje.

En el segundo capítulo, aborda los documentos de archivo por medio de diez fi chas con apartados de identifi cación, características y tipos, degradaciones más habituales, restauración, sistema de reproducción y recomendaciones; hace referencia además a los problemas que han puesto en situaciones de crisis a nuestros los archivos como son las inundaciones, incendios y la presencia de microorganismos, ofreciendo propuestas para su atención.

El tercer capítulo señala la importancia del depósito y la protección de los documentos por medio del mobiliario y de los contenedores; hay referencias al control de plagas y limpieza, la iluminación, climatización/ventilación, instalaciones hidráulicas; también hace recomendaciones especiales sobre el depósito de archivo y en la sala de consulta.

Sin duda alguna este manual es una herramienta de consulta para los especialistas en la materia, pero también para los involucrados en la toma de decisiones al interior de los archivos; sensibiliza y trasmite en un lenguaje claro y sencillo las acciones que demanda la conservación. No esta por demás decir que como cualquier manual se ha cuidado el apoyo visual con diferentes láminas que ejemplifi can intervenciones y casos de deterioro extremo. Por supuesto la bibliografía consultada se convierte en un referente necesario para profundizar en el tema.

Nicolás Gutiérrez Zepeda Archivo Histórico de la UNAM-

Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.

DOCUMENTOS DELARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

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Imagen centenariaCiclistas en la entrada del Ejército Constitucionalista

a la ciudad de México*

María Inés Ortiz Caballero**

* AGN, Colección de documentos INEHRM, Osuna, caja 9.3, fotografía número 144. Reprografía.

** Jefa del Departamento del Centro de Información Gráfica, Archivo General de la Nación.

En esta edición se incluye la última de las imágenes centenarias que forman parte del acervo gráfi co del Archivo General de la Nación (AGN), y cuya común peculiaridad es que fueron creadas, divulgadas o ingresaron al AGN hace cien años.

La imagen corresponde a una escena de la llegada del Ejército Constitucionalista a la ciudad de México, en agosto de 1914. Esta fotografía es testimonio gráfi co de un momento de la historia del México del siglo XX: la Revolución. El episodio histórico que nos cuenta esta imagen sucedió durante la anunciada y esperada ocupación de la capital de la república

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por el Ejército Constitucionalista, manifestada en el punto 5° del Plan de Guadalupe,2 promulgado por Venustiano Carranza el 26 de marzo de 1913.

El Ejército Constitucionalista surgió formalmente con la fi rma del Plan de Guadalupe, el cual desconocía a Victoriano Huerta como presidente de la República, así como a los poderes Legislativo y Judicial, y designaba a Carranza como jefe del susodicho ejército y presidente interino, a partir de que la ciudad fuera ocupada por los constitucionalistas y hasta que se convocara a elecciones.

Al promulgarse el Plan de Guadalupe se sumaron adeptos y las fuerzas antihuertistas crecieron. Se unieron Álvaro Obregón, al mando de las tropas de la campaña del noroeste, y Francisco Villa, con la División del Norte. Se resistieron batallas con los federales, mientras los constitucionalistas lograban avanzar hacia la capital de la república. Por su parte, el Ejército Libertador del Sur, liderado por Emiliano Zapata, fue clave en el triunfo de los constitucionalistas y su arribo a la ciudad de México.

Victoriano Huerta renunció el 15 de julio de 1914 y facultó al ministro de relaciones exteriores para entregar la ciudad a los vencedores y negociar la rendición de las fuerzas federales.

En la avanzada del Ejército Constitucionalista hacia la capital, y a su paso por el pueblo de Teoloyucan, se reunieron tanto la comisión representante del ejército federalista como los revolucionarios, y el 13 de agosto de 1914 se fi rmaron los tratados que llevaron el nombre del mencionado pueblo, en los que se estableció la desaparición del ejército federal y la entrega de la ciudad de México al Ejército Constitucionalista.

Una vez fi rmados los Tratados de Teoloyucan, el general Álvaro Obregón avanzó hacia la capital y el Ejército Constitucionalista hizo su victoriosa entrada a la ciudad de México el 15 de agosto de 1914.3

Las calles de la ciudad se inundaron de muchos habitantes, partidarios, seguidores y otros tantos curiosos, quienes esperaban la llegada del ejército, todo el desfi le de soldados y demás acompañamiento durante su recorrido desde el monumento a la Independencia hasta el Palacio Nacional.

2 Plan de Guadalupe. “Punto 5|: Al ocupar el Ejército Constitucionalista la Ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo al ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando.”3 Nueva historia de México. Ilustrada, México, Colmex, 2008.Barragán Rodriguez, Juan, Historia del Ejército Constitucionalista, México, INEHRM, 1985.

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La cámara del estudio fotográfi co de Sabino Osuna capturó a un grupo de ciclistas de los varios contingentes que acompañaban al Ejército Constitucionalista en su entrada a la ciudad, recorriendo el paseo de la Reforma, andando por la avenida Juárez para después marchar hacia la Plaza de la Constitución. Esta pieza, además de dejarnos ver un momento de aquél sábado 15 de agosto, nos habla de la composición de la escena que imaginó el fotógrafo: se situó en un punto estratégico, en la ventana o en el balcón de alguna edifi cación, para obtener una toma en un plano superior, logrando así una perspectiva casi panorámica con una limpia y nítida imagen.4 El resultado de esta pieza es más que un vistazo por la ventana, es el testimonio de un momento de la historia de México capturado hace cien años.

El AGN resguarda una reprografía de la imagen original, perteneciente a la colección del fotógrafo Sabino Osuna. Esta pieza forma parte de la colección de documentos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), la cual llegó al AGN en 1988 como parte de las disposiciones contenidas en el decreto de creación del INEHRM, donde se estipuló la obligación de entregar reproducciones de documentos relativos a la historia de la Revolución mexicana y depositar un ejemplar en el AGN.

Esta colección es sólo una muestra del vasto acervo gráfi co conservado en el AGN para disposición de la consulta pública.

4 La imagen presentada está fechada el 20 de agosto de 1914, posiblemente fue la fecha cuando el fotógrafo la reveló e imprimió, ya que las escenas corresponden a la entrada del Ejército Constitucionalista con el general Álvaro Obregón.

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José Revueltas. ca. 1937. AGN, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo, sección Alfabético General, 7533.

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Como parte de la conmemoración por el centenario del natalicio de José Revueltas (1914-1976), el Archivo General de la Nación (AGN) exhibe esta exposición desde el 22 de noviembre de 2014 y hasta el mes de abril de 2015 en la Sala Siqueiros y el torreón norte del inmueble de Lecumberri.

La muestra —organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes— contó con la participación de personas responsables de archivos fotográfi cos particulares, así como con el apoyo documental del AGN, la Cineteca Nacional, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, el Sistema Nacional de Fototecas del Ins-tituto Nacional de Antropología e Historia y la Universidad Nacional Autónoma de México.

El Archivo General de la Nación resguarda varios documentos relacionados con José Revueltas, en los fondos: Secretaría de Educación Pública, Propiedad Artística y Literaria, Instituto Mexicano de Cine; Dirección General de Gobierno y Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales

Se reproducen a continuación algunos extractos textuales e imágenes de la muestra fotográfi ca y documental que incluye cartas, notas periodísticas, carteles de cine, un video, expedientes policiacos y documentos inéditos donde se delinea la biografía de José Revueltas en sus facetas de escritor, activista, intelectual, guionista, amigo y hombre de familia, cuya obra creativa incluye la novela, el cuento, la dramaturgia, el guión cinematográfi co, la crónica, el periodismo, la edición, la nota roja, la crítica literaria y el ensayo político.

JOSÉ REVUELTAS: PALABRA DE TIERRA Y AGUA

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Orígenes

La familia Revueltas, originaria de Durango, formó a sus hijos bajo una visión artística: don José Revueltas Gutiérrez, el padre, comerciante inclinado a la literatura, escuchaba todas las noches tocar el piano a su hija Emilia. La madre, doña Romana Sánchez, soñaba desde soltera una familia de artistas. De ese anhelo, nacieron doce hijos: un músico (Silvestre), un pintor (Fermín), una actriz (Rosaura), un escritor (José)…

Empujados por el comercio y los movimientos sociales de 1920, la familia llega a la Ciudad de México y abandona Durango, ese norte que el mismo Revueltas defi nió como “llanuras y desiertos todavía sin domar; ariscos, poblados de matojos y chaparros, de dolorosos cactus que martirizan, torturan la carne, casi símbolo de toda la tierra mexicana, india y dolida”.

Cuando muere el padre, en 1923, la familia inicia una etapa de rigurosa

De pie: Consuelo, la prima Margarita, Silvestre y su primera esposa, Jule Klarecy, Fermín y Emilia; sentados: Rosaura, doña Romana con Agustín, en brazos, don José y Cuca; en el suelo: Luz, María y José. Al fondo, un retrato de la abuela materna, Edelmira Arias, hecho por Fermín, 1921. Durango. Archivo familiar.

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precariedad; dos años después, cuando José tiene once años, abandona la secundaria y comienza una formación autodidacta en la Biblioteca Nacional […]

Militancia política

En 1929, a la edad de quince años, participó en un mitin en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se izó una bandera roja en la Catedral, motivo por el que sufrió su primera reclusión; un año después ingresó al Partido Comunista Mexicano; en 1932 fue deportado a las Islas Marías, y en 1934 regresó para organizar una huelga de peones agrícolas. Inició así una larga, sabia, profunda lucha de fervor político que lo llevó a refrendar valores, cuestionar dogmatismos; viajó a Moscú como delegado del Partido Comunista Mexicano (PCM); […] atacado violentamente en 1950 por la novela Los días terrenales y la pieza de teatro El cuadrante de la soledad; luego de doce años reingresó al PCM, y participó directamente en la Liga Leninista Espartaco en 1960 […]

Este contexto político adverso le permitió escribir México: una democracia bárbara (1958), una serie de lúcidos ensayos en torno a la izquierda, el comunismo, la situación política […]

José Revueltas con su hermano Fermín, 1932. Archivo familiar.

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Experiencia carcelaria

Su primera novela Los muros de agua y la última El apando (1969) fueron narraciones desde la cárcel, ámbito que conoció desde joven […]

De su reclusión pero, sobre todo, de su profunda capacidad de contemplación, surgen su escritura desgarradora y catártica, su postura política, la integridad de los ideales que se fortifi caron cuando fue confi nado dos veces a las Islas Marías, proceso que culminó cuando en 1968 fue apresado por su decidido apoyo al movimiento estudiantil del 68 y por lo cual fue recluido en Lecumberri. Ahí descubrió que “la cárcel es una condensación de las sociedades. Tiene sus clases sociales, sus tiranos, sus opresores […] Las rejas para mí, las rejas de El apando, son las rejas de la ciudad y las rejas de país y las rejas del mundo”.

Carta autógrafaJosé RevueltasEscrita durante su detención

18 de noviembre de 1968

AGN, Investigaciones Políticas y Sociales, caja 2942, exp. s/n.

El escritor

[…]Narrador de novelas y relatos, Revueltas siguió una línea constante como

creador de fi cciones, desde su primer cuento “Foreign club”, publicado

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en el periódico El Nacional (1938) hasta el último “Hegel y yo…” (1973). Escribió tres colecciones de relatos, Dios en la tierra (1944), Dormir en tierra (1960) y Material de los sueños (1974); y siete novelas (más el borrador de la novela El quebranto de 1938, perdida en una maleta durante un viaje a Guadalajara); Los muros de agua (1941), El luto humano (Premio de Literatura, 1943), Los días terrenales (1949), En algún valle de lágrimas (1956), Los motivos de Caín (1957), y Los errores (1964) ––novela negra, de trama policiaca, sobre los bajos fondos–– donde Revueltas hace una dura crítica a la dirigencia comunista, y, por último, la novela, viva en intención y breve en extensión, El apando (1969).

[…] Revueltas también escribió teatro. El cuadrante de la soledad (1950), dirigida

por Ignacio Retes, fue la primera obra de autor nacional que llegó a las cien representaciones. Su éxito lo frenó el propio Revueltas al suspenderla por la presión de sus camaradas comunistas.

Escribió treinta y un poemas y, aunque como poeta la crítica no le concede gran reconocimiento (y él mismo daba poca importancia a sus versos), fue admirador reverente de la poesía […]

José Revueltas escribe a máquina. Ciudad de México. ca. 1940. AGN, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo, sección Alfabético General, 7533.

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Infl uencias

En la obra de Revueltas hay reminiscencias de André Malraux (por sus lecciones de creación literaria); del peruano José Carlos Mariátegui (en la cuestión ideológica); del cronista implacable del porfi riato Ángel del Campo Micrós (de quien retomó personajes infantiles, ambientes suburbanos, tipos populares), de Heriberto Frías (con quien comparte semejanzas biográfi cas y retoma narraciones lacerantes), y del escritor Leonid Andréiev con sus relatos La vida del capitán Kablukov, Juventud o Los primeros honorarios, poblados de personajes miserables

[…]Sus infl uencias también favorecieron la gestación de niños que lloran

ante la crueldad de su destino […] Deambulando hambrientos por callejones y plazas en delgada frontera entre la mendicidad y el robo, estos chicos, pronto convertidos en adultos, los mostró sin cortapisas Luis Buñuel en su película Los olvidados en 1950. […]

José Revueltas recibe el premio Xavier Villaurrutia de manos de Agustín Yáñez. Ciudad de México, 1967. AGN, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo, sección Alfabético General, 7533.

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De izquierda a derecha: César Ortiz, Luis Enrique Délano, Andrés Henestrosa, Raúl Leyva, José Revueltas, Olivia Peralta, Alfa Henestrosa y Efraín Huerta en casa de Pablo Neruda.Ciudad de México, 1943. AGN, Archivo Fotográfico Hermanos Mayo, sección Alfabético General, 7533.

Reportero y profesor

Revueltas se inició como “ruletero” en el periódico El Popular: cubría a otros reporteros y lo mismo escribía la nota roja que la cultural. Era la década del treinta y así inicia sus colaboraciones periodísticas. Los reportajes de Revueltas hablan de la erupción del volcán Paricutín, hacen una amplia crónica del noroeste de México o de sus estancias en Los Ángeles, Guatemala, Panamá, Perú y, naturalmente, Cuba.

[…] Ejemplos son los que escribió para su reportaje sobre el volcán Paricutín publicado en El Popular (1943): “Desde muy lejos, viene la sed. Término sin saliva, de rasposa, acabada respiración. Con ser muchas, las lágrimas rezuman pobremente, hundiéndose con la profundísima geología de esta muerte cardinal, sin dejar una planta o una hoja o una palabra”.

Comenzó su labor como docente muy joven: a los 24 años se afi lia a la SEP, como profesor especial de enseñanzas artísticas, con seis horas semanales en la Escuela Nocturna de Artes para trabajadores en la Ciudad de México, y luego

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en Yucatán. Sin embargo, Revueltas no necesitaba del aula para enseñar, excelente narrador, reunía a su alrededor amigos y conocidos para teorizar o contar anécdotas inverosímiles, pero que en voz de José se hacían patentes.

Filiación como maestro de grupo José Revueltas, 3 de diciembre de 1937. AGN, Secretaría de Educación Pública, Personal sobresaliente, caja 3, exp. 8.

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Cine

[…] En Durango, cuando tenía menos de seis años, asistía a la plaza de su pueblo en donde colocaban mantas, mientras un piano acompañaba las imágenes; ya en la Ciudad de México, cada ocho días iban al cine Royal, en la colonia Roma […] En casa proyectaba las cintas que compraba en el mercado El Volador, al que se escapaba para conseguir pedacería. […] Con el paso de los años cumplió su anhelo de participar en la cinematografía. […]

Fue argumentista, adaptador e intentó ser director. Y aunque no se concretó este deseo, trabajó como adaptador a partir de 1944, desde ese momento y a lo largo de diez años esa sería una de sus actividades principales. “Entonces me inicié ya como profesional. Además muy solicitado. Cosa que, la verdad, me empezó a alarmar. Dije ¿esto qué signifi ca? ¿Voy a ser cinematografi sta siempre? Además es muy fácil hacer guiones. A mí me parecía fácil, me lo sigue pareciendo.” Recomendado por Gabriel Figueroa, adaptó para Agustín P. Delgado El mexicano, cuento de Jack London. Después, para Julio Bracho, Cantaclaro de Rómulo Gallegos; y fi nalmente para Roberto Gavaldón, La otra (Premio Ariel, 1947, mejor adaptación), La diosa arrodillada, La casa chica, Rosauro Castro, El rebozo de Soledad, Sombra verde y otras […]

Revueltas también trabajó con Luis Buñuel en La ilusión viaja en tranvía; y años después fue profesor de cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográfi cos. La cantidad de páginas, no siempre fi lmadas, y que realizó por encargo, equivale a la mitad de sus Obras completas, con una producción de más de treinta guiones.

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Cartel de la película: El apando (1975). Dirección: Felipe Cazals. Guión: José Revueltas y José Agustín. Basada en la novela de José Revueltas. Fotografía: Alex Phillips, Jr. Actores: Salvador Sánchez, José Carlos Ruiz, Manuel Ojeda, María Rojo y Ana Ofelia Murguía.Archivo Cineteca Nacional.

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NORMAS PARA LA ENTREGA DE ORIGINALES

1. Sólo se recibirán materiales inéditos.2. Las propuestas de colaboración deberán cumplir con lo siguiente:

a. Presentar a doble espacio, con fuente ARIAL de 12 puntos, en versión word para windows. Para las secciones “Galerías de la Historia” y “Portales de la Archivística”, la extensión de los textos no deberá sobrepasar las 35 cuartillas incluyendo notas, cuadros, gráfi cos, mapas, apéndices y bibliografía. Los textos iniciarán con un resumen en español (máximo 120 palabras), así como su equivalente en inglés (abstract) y de tres a cinco palabras clave y sus key words equivalentes.

b. Para la sección “Reseñas” deberán comentarse libros de reciente edición cuya temática se relacione con la historia o la archivística, con una extensión no mayor a 1,000 palabras; la fi cha bibliográfi ca deberá incluir también el número de páginas y el ISBN; en archivo separado deberá enviarse la imagen de portada del libro en formato .jpg o .tiff a 300 dpi.

c. Sólo se aceptarán trabajos escritos en español.d. Las ilustraciones, gráfi cas, cuadros y tablas se numerarán de

modo consecutivo. Se indicará su lugar de ubicación en el texto y se enviarán en archivo por separado en formato “imagen” (tiff o jpg a 300 dpi).

e. Los textos irán precedidos de una página con los datos del o los autor(es), fi liación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y dirección de correo electrónico.

f. Los textos deberán enviarse en forma electrónica a la dirección: [email protected]

3. Notas al pie de páginaa. Las referencias aparecerán de manera resumida.b. Para libros deberá seguirse el siguiente modelo: Apellidos seguidos por una coma, título resumido en itálica

seguido por una coma, p. o pp., seguido por el número(s) de página(s).Ejemplo: Sierra, Evolución política, p. 34.

c. Para artículos o capítulos de libros deberá seguirse el siguiente modelo: Apellidos seguidos por una coma, título resumido entre

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comillas seguido por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s).Ejemplo: John Tutino, “Soberanía quebrada”, p. 34.

d. Las referencias de diferentes autores se separarán con un punto y coma.

4. Siglas y bibliografíaa. Se incluirán sólo los libros o artículos citados en el texto, así

como las siglas de los archivos a los que se hace referencia.b. Las referencias bibliográfi cas se presentarán después de las siglas,

en orden alfabético.c. Deberá seguirse el siguiente modelo:

LibrosApellidos, nombre(s), título en itálica, lugar de edición, editorial, año de edición.

Capítulo en libroApellidos, nombre(s), “título”, en autor(es) compilación o edición nombre y apellido, título resumido en itálica, páginas del capítulo.

ArtículoApellido, nombre(s), “título artículo”, en nombre de revista en itálica, vol., número, año, páginas.

5. CitasLas transcripciones de más de seis líneas de texto se incluirán en párrafo aparte, con un margen igual al de la sangría izquierda, sin comillas, a espacio sencillo.

6. No se aceptarán contribuciones que no cumplan con los requisitos.7. En un plazo no mayor de 15 días Legajos confi rmará la recepción de

la colaboración. Todos los artículos serán sometidos a por lo menos la evaluación de dos dictámenes en el esquema de doble ciego; así como a la aprobación del Consejo Editorial que, con base en los dictámenes, se reserva el derecho de solicitar modifi caciones a los autores o de rechazar los textos. En un promedio de ocho semanas se notifi cará a los autores el resultado del dictamen.

8. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no refl eja en modo alguno el punto de vista de Legajos o del Archivo General de la Nación.

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, octava época, núm. 4,se terminó de imprimir en diciembre de 2014

en Tipográfi ca, S. A. de C. V.Se tiraron 500 ejemplares.

EN ESTE NÚMERO:

GALERÍAS DE LA HISTORIA

El debate sobre la “uniformidad” en las relaciones laborales: ¿invasión

de esferas políticas o reconfiguración del federalismo mexicano?

1924-1929 David Adán Vázquez Valenzuela || Una propuesta

reyista para la juventud del país: la Segunda Reserva del Ejército

Nacional en el Distrito Federal, 1900-1902 Marco Enrique Sánchez

López || La insalubridad en la ciudad de México durante 1899. Breve

panorama dibujado por El Hijo del Ahuizote Gretel Ramos Bautista

PORTALES DE LA ARCHIVÍSTICA

El sindicalismo en México a través de la lente de Aurelio Escobar Ana

Lilia Quintero Barajas || Equipamiento y adecuación de la bóveda

de almacenamiento del archivo de Fundación ICA A. C. Gustavo

Lozano || La archivística en colecciones fotográficas Berenice

Hernández Rochin

DOCUMENTOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Imagen centenaria: Ciclistas en la entrada del Ejército

Constitucionalista a la ciudad de México María Inés Ortiz Caballero

|| José Revueltas: palabra de tierra y agua

9 786077 882756 64