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DEL ARCHIVO EPISTOLAR DE PALACIO VALDES Entre los grandes novelistas españoles de la Restauración, ninguno tan injustamente olvidado hoy como el asturiano D. Armando Palacio Valdés (1853-1938), autor de casi treinta novelas, alguna no inferior en amenidad o elegancia a las de D. Juan Valera. Mientras que Pereda y Alarcón siguen alimen- tando la curiosidad de hispanistas en varios países, los traba- jos recientes sobre Palacio Valdés se reducen a un libro y me- dia docena de artículos publicados desde 1960 hasta la fecha. 1 1 Prescindiendo de ediciones o traducciones de sus obras, cabe citar: María Romano Colangeli, Armando Palacio Valdés: Romanziere (Lecce, Milella, 1962); Mariano Sánchez de Palacios, «Palacio Valdés», ABC, 15-VIII-1965; Federico Sánchez Escribano, «Lolita de Nabakov y Los puritanos de P. V.», Homenaje a Rodríguez Moñino (Madrid, Cas- talia, 1966); Mary E. Giles, «Descriptive Conventions in Pereda, Pardo Bazán, and P. V.», Hispania, 50 (1967), 285-291; Jesús Fernández Alvarez, «Un probable eco de Henry Fielding en La Fe de A. P. V.», Filología Moderna, 33-34 (1969), 101-108; Angel Capellán Gonzalo, «William Deán Howells y A. P. V.», Revista de Estudios Hispánicos, X (1976), 451471; Gilbert Paolini, «La psicopatología en la literatura italo-española: D'Annunzio y P. V.», en The Two Hesperias: Literary Studies in Honor of Joseph G. Fucilla... (Madrid, Porrúa, 1977); y Laura N. de Villavi- cencio, «El estilo personal de época y la expresión personal en las descripciones de Pereda, P. Bazán, y P, V.», Hispanófila, 60 (1977), 2144. 263

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DEL ARCHIVO EPISTOLAR DE PALACIO VALDES

Entre los grandes novelistas españoles de la Restauración, ninguno tan injustamente olvidado hoy como el asturiano D. Armando Palacio Valdés (1853-1938), autor de casi treinta novelas, alguna no inferior en amenidad o elegancia a las de D. Juan Valera. Mientras que Pereda y Alarcón siguen alimen­tando la curiosidad de hispanistas en varios países, los traba­jos recientes sobre Palacio Valdés se reducen a un libro y me­dia docena de artículos publicados desde 1960 hasta la fecha.1

1 Prescindiendo de ediciones o traducciones de sus obras, cabe citar: María Romano Colangeli, Armando Palacio Valdés: Romanziere (Lecce, Milella, 1962); Mariano Sánchez de Palacios, «Palacio Valdés», ABC, 15-VIII-1965; Federico Sánchez Escribano, «Lolita de Nabakov y Los puritanos de P. V.», Homenaje a Rodríguez Moñino (Madrid, Cas­talia, 1966); Mar y E. Giles, «Descriptive Conventions in Pereda, Pardo Bazán, and P. V.», Hispania, 50 (1967), 285-291; Jesús Fernández Alvarez, «Un probable eco de Henry Fielding en La Fe de A. P. V.», Filología Moderna, 33-34 (1969), 101-108; Angel Capellán Gonzalo, «William Deán Howells y A. P. V.», Revista de Estudios Hispánicos, X (1976), 451471; Gilbert Paolini, «La psicopatología en la literatura italo-española: D'Annunzio y P. V.», en The Two Hesperias: Literary Studies in Honor of Joseph G. Fucilla... (Madrid, Porrúa, 1977); y Laura N. de Villavi- cencio, «El estilo personal de época y la expresión personal en las descripciones de Pereda, P. Bazán, y P, V.», Hispanófila, 60 (1977), 2144.

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En cuanto a biografías o epistolarios, ni hablar. La bio­grafía fundamental sigue siendo la de Angel Cruz Rueda, Armando Palacio Valdés, su vida y su obra, 2.a ed., aumentada (Madrid, 1949), cuya primera edición había aparecido en 1925. Se han publicado cartas de Valera y Pereda a centenares, va­rias docenas de Galdós, Clarín y Pardo Bazán, pero muy pocas de Alarcón o Palacio Valdés, De éste sólo conocemos seis pequeñas colecciones.2

Tal vez el olvido relativo de Palacio Valdés se deba a las circunstancias de haber empezado su carrera cuando ya la «novela de costumbres» tomaba otros derroteros. Si bien es cierto que el novelista asturiano rinde homenaje al naturalis­mo, poco más o menos, en obras como La Espuma, La Fe y El Maestrante, la verdad es que su arte permaneció inalterable; desde 1881 hasta 1936 escribió novelas dentro de la misma téc­nica, sin dejar huella en su estilo ni los problemas de 1898, ni la renovación modernista, ni las nuevas tendencias que surgen a raíz de la primera guerra mundial.

Se publican a continuación veinte cartas inéditas de Pa­lacio Valdés dirigidas al crítico catalán José Yxart desde Ovie­do, Madrid, y Laviana (Asturias) entre Junio de 1883 y Abril de 1891. Aunque la última no lleva fecha, sin duda fue escrita hacia fines de Abril o principios de Mayo de 1891, pues en ella se menciona el «escándalo» causado por Pequeñeces, la novela del P. Luis Coloma.

El período que abarca este epistolario representa el apo­geo de la novela realista-naturalista en España. Durante esos ocho años, Palacio Valdés publicó ocho novelas, incluso las

2 Adolfo Alas, Epistolario a Clarín (Madrid, Escorial, 1941), pp. 113- 162; «Cartas de don Armando al fundador de este periódico [Manuel González WésJ», La voz de Avilés, 17-X-1945; Luis Martínez Kleiser, «Unas cartas íntimas de P. V.», ABC, 4-IX-1948; Casimiro Cienfuegos, «Del epistolario de P. V.», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, Año VII, Nüm. XIX (1953), 340-359; M. Fernández Rodríguez-Avello, Vida y obra literaria de Juan Ochoa Betancóurt (Oviedo, 1955), pp. 157- 171; y Sebastián de la Nuez y José Schraibman, Cartas del archivo de Galdós (Madrid, Tauros, 1967).

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popularísimás Marta y María, José, Rivéritá, Maximina, y La Hermana San Sulpicio. Su amigo y corresponsal, José Yxart y Moragas (1852-1895), destacado crítico teatral, no compuso novelas pero en cambio dedicó artículos de crítica a varias novelas de Galdós, Pereda, Pardo Bazán, y del mismo Pala­cio Valdés.3

Cuando Yxart fue nombrado director de la revista Arte y Letras de Barcelona, no perdió tiempo en solicitar colabora­ciones de Pardo Bazán, Clarín, Palacio Valdés, y otros lite­ratos de aquella época, algunos de los cuales ya figuraban en el consejo de redacción. Las relaciones amistosas entre Yxart y el novelista asturiano comenzaron precisamente en Junio de 1883, como se desprende de la primera carta de este ar­chivo:

Oviedo, junio 23, 1883

Muy señor mío de mi mayor consideración: He recibido sus atentas cartas y en contestación a ellas debo manifestarle que tendré mucho gusto en que mi nombre siga figurando como redactor de la Ilustración Arte y Letras y que le agra­dezco mucho las benévolas y corteses frases en que me lo pide. En cuanto a la colaboración efectiva, al Sr. Doménech le he dicho ya al venirme para Asturias que no me sería posible escribir artículos en algunos meses por tener que dedicarme a otras ocupaciones de índole privado. Tan pronto como me desocupe de ellas (que presumo será hacia el mes de setiembre u octubre) volveré a reanudar mis tareas literarias. Estas va­caciones son también convenientes para la Ilustración, pues mi nombre ha venido apareciendo siempre en todos los nú­meros, y juzgo que debe dársele mayor variedad introduciendo artículos de otros escritores. Cansa al público lo bueno; con que mucho más le cansará lo malo.

3 Sirvan de muestra los trabajos de Yxart sobre Angel Guerra en La España Moderna, XXXIII (Sept. 1891), 45-51; La puchera en La España Moderna, V (Mayo 1889), 193-206; y La tribuna en La Epoca (7 enero 1884). Para su labor como crítico del teatro, véase el artículo de Roberto G. Sánchez, «Un gran crítico dramático del XIX: José Yxart», Insula, XVI, clxxi (1962), pp. 15-16.

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Soy pues un redactor en vacaciones, pero soy un redactor de su Ilustración, y en ello tengo mucha honra.

Aprovecho con gusto la ocasión de conocerle epistolarmen­te, ya que de nombre le conozco hace tiempo y me ofrezco de V. como afmo. amigo y s.s.q.b.s.m.

A. Palacio Valdés

La vida de esta revista duró desde julio de 1882 a diciem­bre de 1883, un total de quince números. En los nueve prime­ros números se cita un consejo de redacción formado por Be­nito Pérez Galdós, Leopoldo Alas, Eugenio Sellés, Armando Palacio Valdés, y José Yxart. A partir del número diez (julio de 1883) desaparece esa mención y se anuncia que la casa Do- ménech ha vendido los derechos a la revista y biblioteca. Es decir, con este cambio se cumple irónicamente el deseo de Palacio Valdés de figurar como «redactor en vacaciones».

Por aquellos días se encontraba en Oviedo su amigo ín­timo, Leopoldo Alas «Clarín», a punto de desplazarse al cam­po para huir del mundanal ruido de la capital. En la segunda carta censura Palacio Valdés la afectación y los «giros altiso­nantes y revesados» de ciertos autores españoles a quienes, desgraciadamente, no identifica. ¿Estará pensando todavía en Revilla, Echegaray, y demás figuras que tan despiadadamente había atacado en sus tres libros de semblanzas y perfiles crí­ticos?

Oviedo, 18 julio 1883

Muy señor mío y amigo: Recibí en Gijón su muy grata del primero a la cual tengo gran placer en contestar. Mucho le agradezco la benevolencia con que juzga mis pobres trabajos que no son hasta ahora más que ensayos de un arte al cual es necesario consagrar toda la vida y todas las fuerzas del espíritu. Sin embargo, tengo alguna fe y mucha afición. Allá veremos lo que resulta.

Estoy muy conforme con esos lectores que gustan en el arte de la sencillez y de los escritos que no huelen a literatura. Este olor de literatura es más bien olor de garbanzos fríos y por desgracia la mayor parte de los libros españoles trasciende

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una legua que apestan. Aquí se cree que con copiar algunos giros altisonantes y revesados de los escritores del siglo 17, basta para ser literato, y los que tal hacen desprecian a los que despreciamos tales puerilidades. El público nos juzgará a todos y ya veremos si a la larga triunfa la sencillez y la verdad sobre la afectación y la mentira. Ustedes los catalanes (lo digo sin ningún género de adulación) por su contacto más inmediato con los países extranjeros y porque prescinden de la adoración estúpida, idolátrica del lenguaje que tenemos los castellanos, están más adelantados en el gusto. El crédito de que gozan ahí mis humildes escritos me honra más que si lo tuviese en el resto de la nación. Pero en el resto de la nación ni yo ni nadie tendremos jamás crédito, porque no se lee.

Se encuentra en esta población Alas, a quien he dicho lo que V. me encarga. Dentro de pocos días se irá al campo y sus señas son Carreño-Guimarán.

Voy a suplicarle a V. un favor. Si no tiene inconveniente, mándeme tan pronto como le sea posible los pliegos de Marta y María y si está ya encuadernada, mándeme el tomo. Por el correo.

Dándole las gracias anticipadas, tengo mucho gusto en ofrecerme de V. como amigo y s.s.q.b.s.m.

A. Palacio Valdés.

El año de 1883 señala una fecha importante en la vida del novelista. Como nos enteramos por la tercera carta, ese verano la Biblioteca «Arte y Letras» de Barcelona, dirigida por Yxart, publica una de las mejores novelas de Palacio Val­dés, Marta y María, con ilustraciones de Pellicer. Y el 4 de octubre, precisamente el mismo día que cumple los treinta años de edad, contrae matrimonio con Luisa Maximina Pren­des Busto, una niña de Gijón que tenía sólo dieciséis.

Oviedo, 29 septiembre 1883

Mi distinguido amigo: Recibí su grata del 21 y contesto a ella en momento verdaderamente crítico. Figúrese V. que es hoy 29 y el 4 del próximo mes me caso, Dios mediante. No extrañará V. pues que este verano haya pensado poco en lite­ratura y que todavía tarde algún tiempo en pensar. Pienso

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estarme el mes de octubre por esta provincia y para el otro irme a Madrid. Desde allí y una vez definitivamente instalado procuraré trabajar cuanto me sea posible.

Me alegro que el artículo «Un estudiante de Canarias» sal­ga pronto. Todo cuanto se haga en honor del eminente Galdós es poco. Es necesario ir volviendo los ojos del público hacia los novelistas, ya que tanto tiempo los tuvo fijos en los auto­res dramáticos únicamente (y tan inmerecidamente).

Celebro también mucho que la Revista cambie de forma porque lá que tiene en la actualidad es muy incómoda.

Mi amigo Alas se halla en esta población, calle de Sto. Do­mingo y permanecerá durante el invierno, pues es catedrático de universidad.

Estoy muy satisfecho del éxito verdadero de mi libro aun­que no del aparente. Sé que ha gustado al público y a los lite­ratos y hasta creo que no le encuentran defectos, pues los que un crítico da como tales otros los consideran como bellezas. Pero en España hay que resignarse escribiendo libros a ser víctima de la indiferencia de la prensa que o nó los quiere leer o le parece que sólo las obras dramáticas, aunque sean los sainetes de Variedades, merecen fijar la atención de la crítica.

La ilustración de la novela, admirable. La encuadernación en efecto deja que desear.

Sin más por hoy, ya sabe que es siempre su amigo afmo. y compañero,

A. Palacio Valdés

Por razones que desconocemos, faltan en este epistolario los años 1884 y 1885, tan significativos para estos autores co­mo para la novela española en general. Por cierto que los años 1885 y 1888 también están ausentes en el archivo de la correspondencia que Yxart recibió de Pereda y Pardo Bazán, como ya hemos indicado en otra parte.4 De la tercera carta, redactada en Oviedo él 29 de septiembre de 1883, pasamos a

4 «Veinte cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a José Yxart», Boletín de la Biblioteca de Menendez Pelayo, LUI (1977), 383-409, y «Trece cartas de Pereda», ibid., LVI (1980), 293-314.

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la cuarta, escrita desde el Ateneo de Madrid, el 11 de Febre­ro de 1886:

Mi distinguido amigo: He tenido el gusto de recibir en Asturias su libro sobre la literatura catalana3 y también su amable carta que llegó pocos días después. Excuso decirle que he tenido gran placer en leerlo y no menos en tener noticias de un amigo tan inteligente y afectuoso como V. Me alegro que V. y mis amigos trabajen pero deploro que mis esfuerzos no se aúnen a los mismos para levantar la literatura espa­ñola. Es lástima que tan buenos ingenios como el de V., Oller, etc.5 6 no añadan sus fuerzas al renacimiento de la novela y la crítica españolas. De todos modos yo les envío mi aplauso sincero y a los que la merezcan mi admiración.

Hoy escribo a Cortezo7 que me había pedido una novela, diciéndole que no puede ser. Lo siento, pero ya he empezado a editar las obras por mi cuenta y, mal o bien, quiero con­tinuar.

Sin otra cosa y dándole expresivas gracias por su aten­ción, se repite siempre de V. afmo. amigo y comp.0

A. Palacio Valdés

Tras otro vacío de dos años, continúa el epistolario con la quinta carta, fechada en Laviana (Asturias) a 25 de julio de 1889. Sin mencionar nombres, de nuevo arremete en tér­minos generales contra el mal gusto literario del público y los «criticastros de los periódicos». Han pasado seis años des­

5 Se refiere al volumen segundo de El año pasado (Barcelona, 1886), que trata casi exclusivamente de asuntos catalanes, entre ellos «Del uso del castellano en Cataluña». La serie consiste en cinco tomos, publicados entre 1885 y 1889.

6 Alude al primo de Yxart, el novelista Narciso Oller y Moragas (1852-1930), autor de La Papallona, Vilartiu, Pebre d'or, Pilar Prim, y otras obras en catalán.

7 Daniel Cortezo, propietario de la Biblioteca Arte y Letras cuyo director literario era José Yxart, publicó La Regenta (1884), de Clarín, Obras escogidas de José Cadalso, con prólogo de Yxart (1885), etc.

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de la primera carta, pero los dos amigos no se conocen per­sonalmente.

Mi distinguido amigo: Aunque hace tiempo que no nos comunicamos en forma epistolar nuestros pensamientos, sí nos los decimos por medio de la prensa. A menudo leo los trabajos notables que V. publica, y por lo visto también V. sigue mis pasos literarios y se digna dar cuenta de ellos al público. Alguien ha dicho que los libros (y lo mismo los artículos) son cartas que el autor escribe a sus amigos. Con mayor razón se puede decir esto en España que en ninguna parte. Hace tiempo que me he resignado a escribir pensando solamente en dos o tres docenas de personas. No porque crea que en mis libros haya algo profundo e inextricable, sino por­que el arte es por naturaleza aristocrático y en España el vulgo lo invade todo, las plazas, los teatros, los ateneos, y las academias. Si he de confesar a V. la verdad, prefiero el vulgo de la plaza al de los hombres que se califican a sí mismos de cultos. En el primero se encuentran algunas personas de corazón; y el sentimiento si no conoce adivina las bellezas, se fija en lo que le conmueve y pasa por alto lo que no entiende. ¡Pero qué le diré a V. de ese vulgo literato incapaz de penetrar en el templo del arte y que pasa la vida ladrando a sus puertas a todo el que entra! El azote mayor que hiere en España al artista es ése. En los periódicos se confía la crítica literaria al primero que solicita ese cargo, y generalmente resultan jueces los que no servirán siquiera para alguaciles, hombres sin gus­to, ni cultura ni afición siquiera a lo que tienen entre manos.

Por eso cuando veo a un hombre de talento, de la ilustra­ción y del gusto de V. dedicado a la crítica, no me canso de alegrarme y dar gracias a Dios. Las críticas que he leído de V. son serias, penetrantes, imparciales, serenas, despojadas de ese constante afán comparativo que es el tópico obligado de todo crítico vulgar y que hiere al artista sin aprovecharle. No me refiero a la última que V. ha hecho sobre La Hermana San Sulpicio porque en ésta se ha inclinado hacia la benevo­lencia.8 ¡Cuánto celebraría que viniera V. a Madrid a ocupar el puesto que merece! Es fuerza desengañar a la parte del público que aún está engañada. Es menester que ustedes los

8 El trabajo de Yxart sobre La Hermana San Sulpicio apareció en La España Moderna, VI (junio 1889), 161-171.

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hombres inteligentes tomen la ofensiva y demuestren y pon­gan a la vista el gato constante que nos están dando por lie­bre los criticastros de los periódicos. Una campaña enérgica en este sentido, hecha con elevación y discernimiento, con­cluiría por ahuyentar o por lo menos amedrentar a los necios.

Con el amigo Lázaro9 y con otro he hablado muchas veces de V. Tengo vivos deseos de ir a Barcelona para conocerle personalmente lo mismo que a otros jóvenes tan inteligentes como generosos que me tienen en más de lo que merezco. Mientras esto no suceda, y Dios quiera que sea pronto, le repito el testimonio de mi sincera amistad y se ofrece de V. s.s.q.b.s.m.

A. Palacio Valdés

Envío esta carta a Lázaro para que le ponga señas. A mí, basta con poner: Oviedo.

La sexta carta, escrita desde Oviedo el 14 de septiembre de 1889, trata exclusivamente del «desaliento» que sentía Yxart por aquellos meses. Algo gordo debió de ocurrir, qui­zá alguna picardía de la señora Pardo Bazán, ya que ella mis­ma, en carta del 3 de junio a Yxart, había hablado de «pasar la esponja del desagravio sobre las heridas del enojo».10 Re­za así:

Distinguido amigo y compañero: La vida un poco frívola que suele hacerse por el verano me ha impedido contestar an­tes a su afectuosa carta. Pero si no le he contestado con la pluma, en cambio lo hice muchas veces con el pensamiento. Los conceptos que en ella [sic] estampo son dignos de ser meditados.

Comprendo muy bien el desaliento que a V. le ataca en estos momentos. Es el desaliento propio de todo el que lucha contra la sinrazón y la injusticia al contemplar lo grande, mejor dicho lo imposible de la empresa. Es posible que como sostienen los pesimistas, la injusticia y el [una palabra ilegible]

9 José Lázaro Galdiano, dueño y director de La España Moderna, revista madrileña mensual que empezó a publicarse en enero de 1889.

10 Véase el primer artículo de la nota 4 arriba, p. 405.

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sean la esencia misma de este universo en que vivimos. ¡Y entonces vaya V. a remediarlo! Sin embargo, yo creo que aun­que esto fuese cierto, la lucha por la razón y la justicia es el más noble empleo que se puede dar a la vida de un hombre y puede salvar nuestra felicidad individual si prescindimos de la finalidad y estamos sólo atentos a su influencia bienhe­chora sobre nuestro espíritu. Yo he sentido en mi vida pocos placeres tan intensos como el de desafiar a los necios y a los perversos. Este es un débil reflejo de aquel infinito deleite que debió sentir Jesús a quien V. alude, cuando moría te­niendo la seguridad de que él solo estaba en la verdad y los demás en el error. También es una satisfacción y de las más puras contribuir a levantar al que lo merece. Una de las obras de que yo estoy más orgulloso es la de haber trabajado en unión de Alas para que Galdós obtuviese la reputación de que hoy goza.

No desmaye V. por las molestias que los tontos le propor­cionen. Fórmese V. un ideal de crítico y trabaje V. por reali­zarlo en la seguridad de que al fin de su vida y al echar la vista atrás, estará V. contento de sí mismo que es lo primero que se debe apetecer, y acaso haya V. alcanzado también la parte de gloria que le corresponde.

Escríbame de vez en cuando. Es bueno que los soldados de una misma idea se aprieten alguna vez la mano para darse ánimos.

Dígame su domicilio, que se le [sic] ha olvidado. Siempre suyo afmo. amigo

A. Palacio Valdés

No deja de llamar la atención lo que declara Palacio Val­dés acerca de Galdós hacia fines de 1889, cuando ya el maes­tro canario había publicado sus mejores novelas. ¿Se refiere acaso al libro La literatura en 1881 (Madrid, 1882), escrito en colaboración con Leopoldo Alas, o a la semblanza de Galdós en la Revista Europea, o a sus charlas con D. Benito en el Ateneo?

En la séptima carta (Oviedo, 31 de octubre 1889) lamenta no poder complacer a la editorial barcelonesa, la cual le ha­bía pedido una novela corta. Otro tanto sucedió a Pereda con Al primer vuelo. Sin embargo, Palacio Valdés les ofrece la

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que tiene entre manos, La Espuma, que ellos publican en dos tomos al año siguiente.

Mi muy estimado amigo: No por haberme privado a mí mismo el no vender ninguna obra a mi editor, que no he hecho semejante juramento, ni aun por tener ya montado tiempo hace el mecanismo de mis publicaciones: otra es la causa por la que tal vez no pueda en esta ocasión complacerle como fuera mi gusto. El tamaño exigido a la novela es lo que me imposibilita hoy por hoy venderles a la casa Ramírez. Lo mismo la obra que tengo entre manos que las que proyecto, todas tienen más tamaño. Para poder escribir una en esos límites es necesario que se me ocurriese un pensamiento a pro­pósito, y V. sabe que los pensamientos no vienen cuando uno quiere. Además la extensión que tienen ahora mis novelas me obliga a trabajar en ellas, sea pensando o escribiendo, la mayor parte del año. La otra parte la necesito para descansar y leer amén de otros asuntos de administración doméstica que también me ocupan bastante.

Para que V. vea que no se trata de terquedad, lo que puedo hacer es ofrecer a la casa Ramírez la novela que estoy escribiendo. Constará de dos tomos del tamaño de los del Cuarto Poder. Se pinta en ellos la vida de la aristocracia ma­drileña y tiene el carácter de epopeya en cuanto no se limita al estudio de una pasión o de un incidente sino que aspira a reflejar un mundo determinado y muy interesante por cier­to. Es a propósito para que un dibujante se luzca y creo que en otro país que no fuese España haría algún ruido.

Si la casa Ramírez se resuelve a publicarla tendrá que. ser en dos tomos: de otro modo no le convendrá seguramen­te. No tengo interés alguno que la acepte sino en complacerle a V. porque mis novelas publicadas por mí me dejan una cantidad que apenas pueden pagar aquí los editores, tanto que yo no pienso pedirles más que lo que a mí me produce, aun­que en ello salgo desde luego perjudicado pues yo hago una edición de dos a tres mil ejemplares y ellos la harán como es natural mucho mayor. El deseo por una parte de darle gusto a V. y por otra cierto placer que sentimos los autores en ver- nos bien editados me impulsan tan sólo en este caso.

De todos modos le agradezco mucho su recuerdo.Ya sabe que es siempre su amigo sincero

A. Palacio Valdés

Las cartas llegan a mis manos con poner: Oviedo.

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Con la octava carta del presente archivo (Oviedo, 4 di­ciembre 1889) empiezan las preocupaciones del novelista por la cuestión de los dibujos. Prefiere el tamaño y las ilustracio­nes de la novela Tartarin, de Alphonse Daudet, e insiste que no dejen transcurrir un lapso de tiempo muy largo entre la aparición de un tomo y la de otro.

Mi distinguido amigo: Al fin, como V. sabrá, quedó ultima­do el contrato referente a la publicación de mi novela por los señores Henrich y Compañía. He recibido ya el primer tomo de La Espuma y por cierto que he pasado un susto, pues temí que no llegara lo cual hubiera sido gravísimo pues no conser­vé copia de los tres primeros capítulos. Conviene que V. los haga copiar porque temo que andan en manos del dibujante y pudieran extraviarse cuartillas.

Respecto a la ilustración, convendría que el dibujante o los dibujantes conociesen bien a Madrid, hubiesen visto in­teriores virtuosos y estuviesen al tanto de las modas en seño­ras y caballeros. Como la acción se desenvuelve en un tiempo tan reciente, las modas pueden ser las de la actualidad. Si le he de decir la verdad, en los dibujantes españoles tengo con­fianza pero no tanto en los tipógrafos. La estampación suele dejar mucho que desear. He observado que de Insolación a Morriña la estampación ha ganado mucho, pero es preciso que se adelante aún más, que se llegue a la finura y delicadeza de las últimas ilustraciones francesas. El tamaño de Insolación y Morriña no me gusta y ésta es la opinión corriente. Aunque se redujese el tamaño podría darse mayor esbeltez a los libros quitándoles margen lateral sobre todo. La cubierta me ha pa­recido indigna de la edición. ¿Por qué no hacen una cubierta por ejemplo como la de Tartarin con papel bien satinado, claro y con una [una palabra ilegible] de gusto? En una palabra, yo creo que sin aumentar el coste o aumentándolo muy poco se puede hacer una edición no sólo de lujo, sino de gusto. Yo desearía que V. se encargase de ello. Dejo al dibu­jante libre para poner las ilustraciones en los pasajes que más le inspiren; sólo le ruego que cuando haya interpretado un tipo procure no variarlo en los siguientes dibujos pues no hay nada más feo que este cambio de carácter. Para que la ilus­tración responda a lo que pretende ser la obra, es necesario que tenga chic. No digan las damas de Madrid que no se les ha sabido dar la elegancia y distinción corporal que tienen

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ya que el novelista les ha arrancado del espíritu la que por desgracia nunca han tenido.

Alas me dice que por ahora no puede mandar la novela prometida y que por lo tanto debe publicarse antes la mía. Respecto a la forma de la publicación también le diré que por experiencia propia y por la de Galdós y otros, sé que es fatal para el éxito de una novela que transcurra un lapso de tiempo largo entre la aparición de un tomo y la de otro. La gente se olvida y [¿empereza?] de comprar el segundo. Lo más que debe transcurrir es un mes. Procure que eso suceda con la mía aunque sea retrasando la publicación si hace falta. Imagi­no que si se trabaja con actividad en cuatro meses bien se puede hacer todo.

V. es el que me ha metido en este lance. A V. le toca que no salga desaviado de él en cuanto a la forma, dado que para salir sin aire en el fondo he de bastarme y sobrarme yo.

Deme noticias de lo que ocurra y pídame las que crea necearías, que si yo puedo dárselas no dejaré de hacerlo.

Le abraza cordialmente su afmo. amigo

A. Palacio Valdés

Después de dar el pésame a Yxart por la muerte de su hermano, continúan las preocupaciones por los dibujos y el manuscrito de La Espuma:

Oviedo, 26 diciembre 1889

Mi estimado amigo: Ante todo reciba V. mi sincero pé­same por la desgracia que acaba de experimentar. Me uno de corazón a su sentimiento y deploro que V. se haya apre­surado a contestarme en momento tan triste. Todos los debe­res deben ceder ante la desgracia.

Agradezco a V. muchísimo el interés que se toma porque mi obra salga bien ilustrada. Me parece bien Esteban y la circunstancia de residir en Madrid es feliz pues yo pienso irme a mediados del mes próximo. Pensaba marcharme en es­tos días pero no me deja mi familia por el mal estado de la salud en la capital. Cuando esté allá podré conferenciar con él y será más fácil que entre en mi pensamiento. Siendo la base para que el tiraje salga bien el que el papel del dibujo no sea grueso y de grano, hágame el favor de avisarle ense­guida que no lo use. Yo espero que los dibujos que haga serán bonitos. No vayan a echarse a perder por cosa tan insignifi­cante.

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Dentro de pocos días quizá envíe desde aquí a los Sres, Henrich y Cía. la mayor parte del segundo tomo y a fin de enero, si no ocurre novedad, el resto desde Madrid. Le enca­rezco mucho que les recomiende la actividad. Tengo un gran interés en que la novela salga antes de junio por muchas razones.

Supongo que a Esteban le irán enviando la novela en galeradas. Lo creo más cómodo para él; de este modo se formará también mejor idea de ella. En manuscrito todo pa­rece feo. Además hay que tener cuidado que éste no se extravíe pues sería muy fastidioso el hacer otra copia. Ya habrá V. visto que escribo con lápiz y papel [una palabra ilegible].

Repitiéndole las gracias queda siempre de V. afmo. amigo

A. Palacio Valdés

A mediados de febrero del año siguiente, no ha progresa­do mucho la publicación de su novela, debido a la enferme­dad de Yxart y a la pereza del dibujante:

Ateneo de Madrid, 18 febrero 1890

Mi distinguido amigo: Recibí su carta dirigida a Oviedo en esta población donde me encuentro hace ya unos días. Deploro su enfermedad que ha sido la de otros muchos ami­gos y celebro al mismo tiempo que no haya tenido peores consecuencias, pues todo era de temer.

Ya he corregido en efecto los cuatro primeros capítulos de la novela y espero los otros tres del primer tomo. Pero no haremos nada si los dibujos experimentan tal retraso. Com­prendo las dificultades con que ustedes luchan, pero en Ma­drid hay quien pueda ilustrar la obra bastante bien. Entéreme de las gestiones que hayan hecho y del resultado obtenido. Tengo un gran interés en que la obra salga esta primavera por varias razones, pero la principal es que si se demora hasta el otoño tendré ya otra novela, y publicar dos en una misma temporada perjudicaría mucho la venta de la segunda. Por esto le suplico encarecidamente que active cuanto le sea posible la publicación de La Espuma. En el momento en que haya dibujante dígame quién es y avísele que yo estoy en Madrid, pues necesito darle algunas instrucciones.

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Tiene V. muchísima razón en lo que dice sobre el país. Siempre he sostenido que el nuestro está muy atrasado con respecto a los demás por falta de buena fe y de formalidad. El secreto del progreso de las naciones germánicas no está en su inteligencia, que es como la nuestra o menor, sino en que cada cual es esclavo de su deber.

No deje de noticiarme todo lo que ocurra.Siempre a sus órdenes su afmo. amigo y comp.°

A. Palacio ValdésP. de la Independencia - 9 - 3.°

Impaciente por el retraso de los dibujos, D. Armando dis­para la siguiente misiva de un solo párrafo:

Ateneo de Madrid, 6 marzo 1890

Mi distinguido amigo: ¡Qué razón tenía V. cuando me decía que no se puede tratar con nadie en España! Creyendo que Alcázar haría una ilustración muy bonita para mi novela, le escribí al Escorial donde se encuentra, le propuse el nego­cio, y le supliqué muy encarecidamente que me contestase enseguida. Nada. No ha dicho esta boca es mía. Si hoy no tengo noticias suyas, mañana me dirigiré a otro. Le tendré a V. al tanto de lo que ocurra.

Siempre suyo afmo.,A. Palacio Valdés

La visita del dibujante al día siguiente lo hace cambiar de humor por completo, y así se lo comunica a Yxart:

Ateneo de Madrid, 7 marzo 1890

Mi distinguido amigo: Al fin Alcázar ha venido hoy del Escorial a verme. Hemos hablado del asunto, le he mostrado Morriña e Insolación y le pedí precios. El que puso a sus dibujos es el de diez duros cada uno. Dado el crédito de que aquí goza entre los artistas y el público, no me parece exage­rado. Le gustó mucho la idea y hará la ilustración con cui­dado y empeño porque siente deseos de dibujar escenas del gran mundo. Me dijo que no nos fijáramos en las ilustraciones

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que ha puesto a un tomo de Galdós porque repugna un poco el procedimiento a pluma. En suma, yo creo que si les con­viene el precio hará una cosa verdaderamente delicada. A mí me ha gustado siempre mucho y puedo decirle que aquí goza de mucho más crédito que Esteban.

También me ha indicado que si ustedes lo desean manda­rá dos o tres dibujos de prueba.

Contésteme pues a vuelta de correo si es posible.Siempre suyo afmo.,

A. Palacio Valdés

El novelista insiste en tener cerca al dibujante para diri­gir su trabajo y vigilar que no interrumpa la tarea:

Ateneo de Madrid, 16 marzo 1890

Mi distinguido amigo: Recibí al fin la de V. cuando ya Alcázar se disponía a volverse al Escorial, pero pude dar con él aquel mismo día e impedir que lo realizase, pues para ilustrar la novela necesita estar aquí o por lo menos llevar apuntes. Me ha prometido empezar desde luego y aún que en la semana entrante concluirá los dibujos correspondientes a los dos primeros capítulos. Le he dicho que se le pagarían por series de diez o de cinco según quiera. Le he hecho las indicaciones que me parecieron oportunas y creo que traba­jando bajo mi inspección no saldrán mal las ilustraciones. La dificultad con que habrá que luchar será la holgazanería pro­verbial de los artistas. Veremos si consigo que no interrum­pa el trabajo. Supongo que ahí tendrán ustedes quien corrija los clichés y que la tirada de los pliegos comenzará inmedia­tamente.

He observado que hay erratas en las pruebas (en el co­mienzo del primer capítulo; no he leído más). ¿Están ya corre­gidas? Si así fuera, convendría que el corrector las compro­base mejor con las que yo he mandado.

Sin más por hoy, queda siempre a sus órdenes su afmo.

A. Palacio Valdés

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A los ocho días de la carta anterior, el mismo Palacio Valdés tiene que abandonar el trabajo para asistir al entierro de su padre político:

Ateneo de Madrid, 24 marzo 1890

Mi estimado amigo: Alcázar ha comenzado ya a trabajar y remitirá en breve los primeros dibujos. Remítanle ustedes el importe en la forma más conveniente. Yo me veo en la ne­cesidad de marcharme hoy mismo a Gijón con motivo del fallecimiento de mi padre político. Espero regresar pronto porque tengo interés en ayudar cuanto pueda a la ilustración. Me parece que los dibujos han de salir muy bonitos. La primera figura resultó algo grande porque Alcázar creía que se iba a reducir a la cuarta parte. No obstante creo que no hará mal.

Si algo importante me tiene que comunicar, escríbame a Gijón.

Siempre su afmo.,A. Palacio Valdés

Para dirigirse a Alcázar - Círculo de Bellas Artes, Calle de la Libertad, 16.

Después de varios meses, por fin se anuncia el primer tomo. Las benditas ilustraciones han gustado, pero desagra­da al novelista el subtítulo que los editores han puesto a la obra.

Madrid, 8 mayo 1890

Estimado amigo: Acabo de recibir su carta y me sorpren­de que aún no hayan ustedes remitido las pruebas del segun­do tomo que les mandé corregidas hace ya unos días. Reclá­menlas en correos porque allí deben de estar.

He visto en la cubierta de la novela de Prim el anuncio de la mía. No estoy conforme con el subtítulo que le ponen. Deben hacerse cargo que la aristocracia madrileña la consti­tuyen un número muy reducido de personas. Por lo tanto, este anuncio sobre ser de mal gusto me puede exponer a un lance personal con cualquiera de estos señoritos que quieran hacer ruido. El reclamo repito que no es propio de un novelista

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serio. Me harán pues el favor de poner en la edición simple­mente novela de costumbres como pongo a todas las que escribo.

Celebro mucho que le hayan gustado los dibujos de Al­cázar. Yo creo que saldrán bien los demás aunque saldrían mejor si no se fuese ah Escorial a trabajar y lo hiciese a mi vista. De todos modos, si no me parecen bien algunas cosas, se las haré cambiar como hice con algunos de los dibujos que remitió. No dejen ustedes de apurarle porque es tan zán­gano como buen dibujante.

Si no han remitido las pruebas avíseme para hacer la re­clamación debida.

Consérvese bueno y mande lo que guste a su afmo.

A. Palacio Valdés

¿Por qué no se viene a ver la Exposición y pasar aquí unos días?

En la carta XVI, escrita después del verano, D. Armando se queja otra vez del dibujante y repite que los dos tomos de la novela no deben salir juntos, para que se venda mejor. Todos los novelistas de su tiempo se quejaban de lo mismo: los españoles sencillamente no quieren «Soltar el vil ochavo», como decía Pereda.11 En el caso de Palacio Valdés, lo mismo daba, porque sus libros se vendían mucho mejor en el extran­jero que en España. Pero lo más interesante es la lista de personas a quienes enviaba sus obras nuevas.

Oviedo, 2 setiembre 1890

Mi estimado amigo: No me sorprende lo que ha pasado con Alcázar. Desde que comenzó a [¿cerdear?] comprendí que tendríamos que prescindir de él y así se lo escribí a Henrich. Son cosas que no deben pasar en ninguna parte del mundo más que en España. Un hombre necesitado que le ofrecen di­nero por medio de un trabajo agradable, glorioso, indepen­diente y que lo rechaza por no tomarse la molestia de estar

11 María Fernanda de Pereda, Epistolario de Pereda y Menéndez Pelayo (Santander, 1953), p. 61.

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sentado un par de horas, es cosa que no se comprenderá en ningún otro país. De todos modos me alegro que hayamos salido ya del atolladero.

Estoy esperando de un día a otro la salida de la novela. Convendría dar el primer tomo quince o veinte días antes que el segundo, porque soltar un par de duros por una novela en España lo hacen pocos. Estoy inquieto por la cuestión de la venta, al menos al principio. Después sí creo que se irá vendiendo toda la edición paulatinamente, pues así ha pasado con las novelas mías en dos tomos.

Como la cuestión de propaganda en la prensa es impor­tante, le envío una lista de las personas a quien [sic] la casa debe enviar un ejemplar diciendo que es por encargo mío.

Respecto a los cuarenta ejemplares que la casa ha de enviarme, le diré que me envíen aquí diez que pueden venir en la caja que envíen a Martínez. Los otros 30 los enviarán a Madrid, Plaza de la Independencia - 9 - 3.° a nombre de mi hermano Atanasio.

Celebraré que guste, tanto por mí como por ustedes. Casi simultáneamente se publicará en Londres y Nueva York. Creo que es la primera vez que esto sucede.

Consérvese bueno, salude al Sr. Henrich y disponga como guste de su afmo.

A. Palacio Valdés

He aquí la lista que D. Armando mencionaba en su carta:

D. Luis AlfonsoLa Epoca

Sr. Marqués de Valdeiglesias

Imparcial D. José Ortega Munilla

Correo D. Daniel López

LiberalD. Miguel Moya (director)D. Mariano de Cavia

ResumenD. José Gutiérrez AbascalD. Adolfo de Figueroa

El GloboD. Alfredo Vicenti (director)D. Antonio Aura Boronat

El Día D. Juan Quesáda

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Envíenlo además como críticos que tal vez escriban sobre la novela en algún periódico a D. Marcelino Menéndez Pelayo (Fonda de las Cuatro Naciones, Madrid), D. Urbano González Serrano (Calle del Fomento, Madrid), Doña Emilia Pardo Ba- zán (Coruña), D. Leopoldo Alas (Oviedo) y D. Jacinto Octavio Picón (Calle de Villalar 11, Madrid).

La carta XVII del epistolario demuestra la facilidad con que Palacio Valdés solía novelar. Recién publicada La Espu­ma, el novelista anuncia que acaba de terminar otra. Aunque no menciona el título, se refiere a La Fe.

Ateneo de Madrid, 21 marzo 1891

Mi estimado amigo: Después de saludarle cordialmente tiene ésta por objeto noticiarle que acabo de terminar una novela. Como el publicarla ahora no me conviene por estar muy reciente la otra, me parece mejor que la publique un editor sobre todo porque me gusta ver mis obras editadas con lujo. Antes de ofrecerla a ningún otro, tenga la amabilidad de decírselo a los señores Henrich y Comp.a de los cuales estoy complacido.

Es posible que haga pronto un viaje a ésa porque se han agotado algunas de mis obras, entre ellas Marta y María y necesito pensar en la reimpresión. Desearía hacer dos edicio­nes de mis obras, una de lujo y otra económica a fin de po­pularizarlas. Iré a ésa a hablarlo, bien con los señores Hen­rich y comp?, bien con Montaner y Simón (que me han pe­dido una novela) o con otro cualquiera pues juzgo que hay en Barcelona más medios de hacer lo que pretendo.

Le he escrito a V. hace tiempo y no me ha contestado. ¿Ha recibido V. mi carta?

Sin más por hoy y esperando su pronta respuesta, queda siempre a sus órdenes su afmo. amigo y compañero

A. Palacio Valdés

Plaza de la Independencia - 9 - 3.° - Izda.

Aludiendo de nuevo a La Fe, la carta XVIII interesa prin­cipalmente por el detalle crematístico. Pide cinco mil pesetas

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por la novela, e insiste en la necesidad de reimprimir sus obras, sobre todo la de mayor éxito, Marta y María.

Ateneo de Madrid, 1 abril 1891

Mi distinguido amigo: Contestando a su atenta de hace días, le diré que mi nueva novela es algo más corta que La Espuma. Pudiera acaso hacer dos tomos reduciendo tanto la [¿caja?] como en Insolación y prodigando los dibujos, pero puede también publicarse en un tomo, y esto es lo que yo desearía. Respecto a lo que ella vale no puedo decirle nada. Sólo sí le diré que mala o buena llamará la atención. Trato en ella el asunto religioso de un modo que me parece nuevo y sin ofender poco ni mucho al público timorato, el cual me parece que ha de quedar contento. Hay una novela dentro de este asunto, pero no se presta tanto a la ilustración como La Espuma. Mas como en España los [¿monos?] son un gran elemento de propaganda y yo deseo que esta novela se lea mucho, por eso me decido a ofrecerla a la casa Henrich. Como este señor querrá saber en qué condiciones la ofrezco, voy a apuntárselas. Si se publica en dos tomos, las mismas que hemos convenido para La Espuma. Si se publica en un tomo, mil pesetas menos, esto es, cinco mil en vez de seis mil.

Como V. verá al leerla, esta novela es de más trabajo y empeño que las demás que he hecho. El título es algo lla­mativo. Lo diré cuando quede ultimado el contrato.

No he decidido de ir a ésa. Necesito a todo trance reim­primir mis obras, sobre todo Marta y María que se está ven­diendo mucho en las librerías.

Siempre suyo afmo. amigo y compañero

A. Palacio Valdés

La respuesta de la casa Henrich no debió de tardar mu­cho, pues dos semanas más tarde, el novelista rechaza su ofer­ta y decide publicar La Fe en Madrid. Así escribe el 14 de abril, en papel timbrado del Ateneo:

Mi estimado amigo: No me es posible aceptar la proposi­ción de los señores Henrich y Comp.a La que yo les he hecho no me conviene tampoco desde el punto de vista económico y si la he formulado fue en parte por consideración a mi buena amistad, en parte por el gusto de ver mi obra bien

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editada y en parte también por las simpatías que esa casa me inspira.

Respecto a la edición de mis obras completas, voy a auto­rizarme el abusar un poco de su amabilidad. Sin perjuicio de ir yo a ésa en el momento oportuno, ¿no podrá indicar algo de este asunto a las casas editoriales que estén en [¿situa­ción?] de hacer esta edición en buenas condiciones? Yo no conozco ahí a nadie, y por lo tanto le agradecería mucho que me pusiese en relación con los editores importantes de esa ciudad. Sólo de Montaner y Simón he recibido hace tiempo una carta.

¿Qué me cuenta de asuntos literarios? ¿Qué le parece del escándalo de Pequeneces? ¿Verdad que si no llevamos la ca­misa por fuera del pantalón como los paraguayos merecemos llevarla? El crimen de Fuencarral,12 Peral,13 y ahora Pequene­ces son los síntomas más claros de que esa pretendida rege­neración española es falsa. Sin embargo, al P. Coloma ya empiezan a llamarle bruto como a Peral, porque en este país no se conoce el término medio.

Confío sin embargo en que la razón se irá abriendo paso aquí como en todas partes. Soy como V. un soldado de ella y las derrotas no amengúan mi energía ni mi tenacidad.

Consérvese bueno y ya sabe que siempre es su amigo verdadero y afmo.

A. Palacio Valdés

El presente archivo se cierra con una brevísima carta, probablemente también de abril de 1891:

Ateneo de Madrid [Sin fecha]

Mi querido amigo: Le envío a V. por mi amigo el señor D. Rafael Diez de la Cortina una visita. Este señor establecido

12 Se refiere al ruidoso asesinato de Luciana Borcino en la Calle de Fuencarral 129, de Madrid. Véase el artículo de Denah Lida, «El crimen de la calle de Fuencarral», en Homenaje a Casalduero (Madrid, Credos, 1972), pp. 275-283.

13 Probablemente se refiere a Isaac Peral y Caballero (1852-1895), inventor español de un submarino que llevaba su nombre, y sobre el cual escribió José Echegaray un folleto científico, Examen de varios submarinos comparados con el «Peral».

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hace años en Nueva York es persona de suma discreción y culta y simpatizará seguramente con V. Se lo recomiendo con mucho interés.

Ya le escribiré más largo y trataremos de la cuestión Co­loma como síntoma de nuestra regeneración literaria.

Siempre suyo afmo.,A Palacio Valdés

Como ya hemos indicado al principio, faltan cartas para los años de 1884, 1885, 1887, y 1888, y hay sólo una del año 1886. Desgraciadamente tampoco hemos tenido a la vista la otra cara de esta correspondencia, la cual sin duda hubiera añadido muchos datos biográficos y literarios. Esperamos que en un futuro no muy lejano alguien pueda completar esta co­rrespondencia epistolar entre dos grandes españoles del si­glo XIX.

David TorresAngelo State University

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