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/. * V ' r L !•'• /•' L'O '«**•* VjV SEMANARIO LIBERAL. AÑO 1. LOS ANGELES, CAL., OCTUBRE 28 DE> 1907. 1 JVtfV. M> PAGINAS NEGRAS. } l aflo de 1876, el General Porrino Díaz decidió rebelarse y se rebtdó oontra el Presidente en aquella época, Lio. Sebastian Lerdo de Tejada. El Presiden- te Lerdo pretendía reelegirse violando la Constitución que or- ái naba que solamente cuatro ai <j podía permanecer en el Go- bierno un Presidente. Porfirio» Día' triunfó' y pasó á ocupar el pues o que había quedado vaoío por la caída de Lerdo de Teja- da. Fue Presidente cuatro años, hasta 1880 en que, por medio de una combinaoión política, pasó el Poder a manoa^ del General Manuel González, quien quedó compróme ,<lo á volver á entre» garlo á Porfirio Díaz, por su- puesto, haciendo la farsa de las elecione». Así sucedió, y desde Diciembre de 1884 se encuentra dicho militar en la Primera Ma- ¿ioUatura d« la 1''^ ública Me- xioana. * * * Porfirio D i a z no ha tenido más que una preocupación: no perder el puesto que usurpó por medio de la violencia. Natural- mente, tenía que atropellar las leyes para salir avante en su ca- pricho y las ha atropellado á su sabor. Permitir la soberanía de los Estados de la Fe* 1 oración, hubie- ra sido tanto como decretar el fin de su rornado, pues siendo los Gob ¿nadores de loa Estados millonarios electos por los ciu- <* adanos, no estaban obligados á obedecer ordene» ó atender in- dicaciones del Presidente, Era, pues, necesario que'los Goberna- dores no debieran el oargo 6 los «lectores, sino á ól, á Porfirio Díaz, para que, como hechuras suyas, lo obedecieran. De ese modo quedó reducido a cero el voto popular. No se empleó ni siquiera el fraude p a r a sacar victoriosas las candidaturas ofi- ciales: el Dictador recurrió lisa y ñañamente á la fuerza. Disol- vió por medio de esbirros los Clubs Políticos, llevó á la cárcel B los propagandistas de las can- didaturas independientes, puso soldados en las casillas electora- les. Ante tal lujo de fuerza, los ciudadanos se abstuvieron de votar; pe - > hubo muchos que, sintiendo vergüenza, protesta- ron. Esos eron á habitar los calabozos de os presidios, sien- do apaleados ó más enérgicos asesinados los Así logró Porfirio Díaz impo- ner Gobernadores á los llamados Estados Libres y Soberanos de la República Mexicana y pudo hollarlos á su antojo. Los Diputados al Congreso de la Unión seguían constituyen- do un peligro para lo» deseos absolutistas del Czar de México. Era necesario, también, que los ciudadanos no los eligiesen, y para conseguirlo, se s i g u i ó el mismo sistema que se puso en práctioa para impedir la eleeión de Gobernadores. Lo mismo se hiso para que los jueces, los Ma- gistrados, lo» Alcaldes y Regido- res de los Municipios no debie- ran sus puestos al voto popular, sino al favor de Porfirio Díaa, para «"te á óste obedecieran y ** conocieran como amo. , El Poder Legislativo y el Po- der Judicial quedaron de hecho dependiendo del' Poder Ejecuti- vo. La centralización había uedado <hecha, y Porfirio Díaz podía reinar como soberano ab- soluto. # * * Pero si Porfirio Díaz se había hecho dueflo de la máquina gu bernamental, en las conciencias alentaban ideas de independen- cia y de rebeldía que se sentían ofendidas por la imposición bru? tal del moderno Nerón, Era ne- cesario castrar las conciencias, mutilarlas, aniquilarlas. Mien- tras hubiese hombres de carác- ter, la autocracia porfirista no podría tener una larga existen- cia y siempre estaría envuelta en conflictos políticos y sociales, que harían imposible esa quietud á que aspiran todos los déspotas y que constituye la base en que descansan los más sombríos des- potismos. Los periódicos independien- tes levantaron la voz para pro- testar contra la centralización que había llevado á cabo Días. Grupos de ciudadanos se consti- tuyeron en clubs enemigos de la autocracia en toda la extensión del país y aún se hicieron es- fuerzos para ejercitar el derecho electoral. Se había formado al rededor del Gobierno una at- mósfera de hostilidad que ame- nazaba la perpetuidad que para el despotismo soñó Díaz, y en- tonces óste se dedicó á matar, á asesinar sin reparo y sin líimte. Las primeras víctimas fueren unos ciudadanos que habían for- mado un club enemigo del des- potismo en el Puerto de Vera- Craz. El olub era secreto, por- que de otro modo no hubiera po- dido existir, y su propósito era propagar entre los ciudadanos ideas de libertad y,de justicia, preparándolos para un movi- miento contra la opresión. Al- guien denunoió la existencia del elub al Jefe de las Armas del Puerto de Veracruz, General Luis Mier y Terán, y éste, perro fiel de Porfirio Díaz, le envió te- legrama en cifra noticiándole el hallazgo. Porfirio Días, tam- bién en cifra y por telégrafo, contestó lacónicamente de este modot "Mátales e n caliente,*' frase que reouerdan horroriza- dos todos lo» habitantes de la infortunada República Mexica- na. Luis Mier y Terán se apresuró á cumplimentarla orden. La no- che del 24 al 25 de Junio de 1879, cuando los habitantes del Puer- to ee entregaban al / ./joaneo, Luis Mier y Terán y sus esbirros llamaban i ' * »•»••«'•*«g é& las casas de los prosélitos, que tam Pasa á la tercera plana CONTR/ÜÍ AÍAVISNIO. Hay pueblos que á pesar del transcurso de los tiempos y de la transformación de varias gene- raciones, siempre llevan consigo las malas columbres y vicios de sus antepasa los, siendo fiel espe- jo dejia antigüedad y conservan- do todos los»i-sabios y tradicio- nes que como logado les dejaron sus predecesores. En Méxicr, por ejemplo, si lee- mos la histo ia que precede al descubrimiento de Colon y á la invasión de J>rnán Cortés, ve- remos en ellas la adaptación de unas costum'bfeS importadas de España, que «ion el reflejo del más obscuro fauitismo religioso, del despotismo gubernamental y la ignorancia completa de todo ua pueblo que s<? lanzaba en busca de conquistas al Nuevo Mundo oon el afán de enriquecerse y volverse después á su patria con el orgullo de vencedor y repleto d» ti i s «i. Inútil menmoar los infinitos bión dormían sin sospechar que l orímeBes qufi J es tos "conquista- la muerte estaba cerca de ellos.' De sus lechos, de los brazos de sus esposas sobrecogidas de es- panto, sin parar mientes en las lágrimas de las mujeres y de los pequeñuelos que habían desper- tado sobresaltados por lo inusi- tado del acto, por la brutalidad de los sicarios, fueron arrastra- dos á las calles desiertas, semi- desnudos y tiritando de frío, los ciudadanos cuyos nombres cons- taban en el índice de la tiranía. Así, sin permitir siquiera que se pusieran sue vestidos, que cu- briesen sus carnes, fueron lleva- dos los mártires al Cuartel don- de en un patio alumbrado ape- nas por un farol de luz amari- líenla, se les hizo formar en lí- nea mientras una soldadesca ebria cargaba sus armas. Luw Mier y Terán dio la orden de hacer fuego. Algunos hombres cayeron mortalmente heridos; otros quedaron todavía en pié; otros más, sobrecogidos de te- rror corrían por el patio tratan» do de saltar las tapias. Manos crispadas arañaban ías paredes pretendiendo escalarlas. Los soldados hicieron nuevas descar- gas, y aquellos hombres caían unos sobre otros maldiciendo ó suplicando, pidiendo meroed ó blasfemando. La puerta que da- ba á la calle se abría de tiempo en tiempo y entraban nuevas víctimas, desnudas casi, cami- nando á golpes y maldiciones como no se hace marchar á las dores" cometieron contra la raza indígena quk se rebelaba contra sus opresora;, 'haciendo tan solo notar que el ,rutal despotismo oon que los moldados españoles trataban á b t indios ha ido tras- mitiéndose i través de los siglos, como la faU«( educación religiosa que los misi <iWos inculcaban á los hijos delpiísha continuado hasta nuestjus|días, así como el desbarajusto, al abuso, el robo y el escándaV dé los antiguos ad-. ministrados 8 )úblicos se han su- cedido hastt u época presente re- sultando qn a dejar de dominar en México toe Wa^oles, si bien es verdad q «» Jel país, se libertó de la tiranf i d| los funcionarios públicos de 15 dejó de ser ÍS ejemplos ú do s e m b i México, ui que forzesb pésimoH frii dándose el } jaña, no por eso avo/de los m^los >.| ¿r e*>tvis, dejau- ' o , al abandonar amilla venenosa nte había de dar • más tarde, que- blo independien- te, pero oort W herencia de una mala oultu^, ¿ una funesta ad- ministración yj« crasa ignoran- cia en el seno * I pueblo. ¿ Qué suct di después ? Que los hombr A < . nial vivir, los holgazanes y *»« ambiciosos, imitaron á los talos gobernan- tes español s, píen pronto los mismos myxújios, inoculados oon el viruw p/zoñoso que de- jaron los d madores, empeza- ron á despílfií ar el tesoro pú- blico, á char.chlíear con la po- lítica y despen* al pueblo que lo£ mantiene, tiranizándolo y su- jetándolo á uua inicua explota- ción á más de tenerlo sumido en la más negra ignorancia, dándo- le religión en vez de instrucción y balazos en vez de pan ó buen gobierno. Y este atavismo religioso, po- lítico y social lo tenemos toda- vía bien marcado en el pueblo mexicano. Ha bastado la entro- nización de un bandido para que la relajación administrativa de antaño haya vuelto á enseño- rearse y amenace destruirlo to- do; pero afortunadamente, los liberales, que estamos ya libres de viejas preocupaciones, cos- tumbres arcaicas y perniciosas, vamos abriendo paso á paso la verdadera civilización á la cul- tura humana y, oual Argos vigi- lante, al acabar con el presente despotismo, procuraremos la re- g e n o r a c i ó n de la raza, e l e v a n d o á¡ j u s t i o i a y la razón y haciendo que siera- < r<»fe«xss tM n lo<; 'lüiaUío i a«t pueblo. Y con la muerU leí atavismo desaparecerán todos los parási- tos gubernamentales actuales, realizándose la evoluoión en los cerebros y la revoluoión con los elementos de destrucción que la ciencia nos facilita como medios de combate, transformándose México, de país pobre é ignoran- te, en Nación rica y culta, pro- bando que las nuevas ideas ha- brán dado flus frutos, quedando tan solo como recuerdo en la historia, los crímenes y cruelda- des del bandido Díaz, que el pueblo habrá premiado cortán- dole la cabeza. ESí'ARTACO, UJ1-U.UUL m, 1 !,',« "LOS BRIBONES" P o r o l l . I c . JLi. 4»)•• ¿terreas «lo l . a r n NOVELA SENSACIONAL. Desoribe en estilo cáusti< o los vicios de la burguesía y la co- rrupción del gobierno porfirista. Lleva impreso el retrato deí autor. Remita Ud. su direooión y un giro postal ó bancario por valor de .$1.50 moneda mexicana ó 75 centavos moneda americana á la óirden de: H. L. Elliott, 420 W. 4th St., Los Angolés, Cal., y se le mandará á vuelta de correo un ejemplar de la novela: "Los Bribones." Los pedidos de más de veinticinco ejemplares ten- drán rebajas de consideración. "La Defensa de Juan Sarabia" está de venta en esta redacción.. pedi- Precio: 10 centavos. Los dos por correo deberán venir a- oompafiadoc do una estampilla de á 2 centavos.

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Page 1: Archivo Digital de Ricardo Flores Magón | Archivo digital del ...archivomagon.net/wp-content/uploads/rev_n19.pdfrededor del Gobierno una at mósfera de hostilidad que ame nazaba la

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VjV SEMANARIO LIBERAL.

AÑO 1. LOS ANGELES, CAL., OCTUBRE 28 DE> 1907. 1 JVtfV. M>

PAGINAS NEGRAS. } l aflo de 1876, el General

Porrino Díaz decidió rebelarse y se rebtdó oontra el Presidente en aquella época, Lio. Sebastian Lerdo de Tejada. El Presiden­te Lerdo pretendía reelegirse violando la Constitución que or-ái naba que solamente cuatro ai <j podía permanecer en el Go­bierno un Presidente. Porfirio» Día' triunfó' y pasó á ocupar el pues o que había quedado vaoío por la caída de Lerdo de Teja-da. Fue Presidente cuatro años, hasta 1880 en que, por medio de una combinaoión política, pasó el Poder a manoa^ del General Manuel González, quien quedó compróme ,<lo á volver á entre» garlo á Porfirio Díaz, por su­puesto, haciendo la farsa de las elecione». Así sucedió, y desde Diciembre de 1884 se encuentra dicho militar en la Primera Ma-¿ioUatura d« la 1''^ ública Me-xioana.

* * * Porfirio D i a z no ha tenido

más que una preocupación: no perder el puesto que usurpó por medio de la violencia. Natural­mente, tenía que atropellar las leyes para salir avante en su ca­pricho y las ha atropellado á su sabor.

Permitir la soberanía de los Estados de la Fe*1 oración, hubie­ra sido tanto como decretar el fin de su rornado, pues siendo los Gob ¿nadores de loa Estados millonarios electos por los ciu-<* adanos, no estaban obligados á obedecer ordene» ó atender in­dicaciones del Presidente, Era, pues, necesario que'los Goberna­dores no debieran el oargo 6 los «lectores, sino • á ól, á Porfirio Díaz, para que, como hechuras suyas, lo obedecieran. De ese modo quedó reducido a cero el voto popular. No se empleó ni siquiera el fraude p a r a sacar victoriosas las candidaturas ofi­ciales: el Dictador recurrió lisa y ñañamente á la fuerza. Disol­vió por medio de esbirros los Clubs Políticos, llevó á la cárcel B los propagandistas de las can­didaturas independientes, puso soldados en las casillas electora­les. Ante tal lujo de fuerza, los ciudadanos se abstuvieron de votar; pe- > hubo muchos que, sintiendo vergüenza, protesta­ron. Esos eron á habitar los calabozos de os presidios, sien­

do apaleados ó más enérgicos

asesinados los

Así logró Porfirio Díaz impo­ner Gobernadores á los llamados Estados Libres y Soberanos de la República Mexicana y pudo hollarlos á su antojo.

Los Diputados al Congreso de la Unión seguían constituyen­do un peligro para lo» deseos absolutistas del Czar de México. Era necesario, también, que los ciudadanos no los eligiesen, y para conseguirlo, se s i g u i ó el mismo sistema que se puso en práctioa para impedir la eleeión de Gobernadores. Lo mismo se hiso para que los jueces, los Ma­gistrados, lo» Alcaldes y Regido­res de los Municipios no debie­ran sus puestos al voto popular, sino al favor de Porfirio Díaa, para «"te á óste obedecieran y ** conocieran como amo.

, El Poder Legislativo y el Po­der Judicial quedaron de hecho dependiendo del ' Poder Ejecuti­vo. La centralización h a b í a

uedado <hecha, y Porfirio Díaz podía reinar como soberano ab­soluto.

# * *

Pero si Porfirio Díaz se había hecho dueflo de la máquina gu bernamental, en las conciencias alentaban ideas de independen­cia y de rebeldía que se sentían ofendidas por la imposición bru? tal del moderno Nerón, Era ne­cesario castrar las conciencias, mutilarlas, aniquilarlas. Mien­tras hubiese hombres de carác­ter, la autocracia porfirista no podría tener una larga existen­cia y siempre estaría envuelta en conflictos políticos y sociales, que harían imposible esa quietud á que aspiran todos los déspotas y que constituye la base en que descansan los más sombríos des­potismos.

Los periódicos independien­tes levantaron la voz para pro­testar contra la centralización que había llevado á cabo Días. Grupos de ciudadanos se consti­tuyeron en clubs enemigos de la autocracia en toda la extensión del país y aún se hicieron es­fuerzos para ejercitar el derecho electoral. Se había formado al rededor del Gobierno una at­mósfera de hostilidad que ame­nazaba la perpetuidad que para el despotismo soñó Díaz, y en­tonces óste se dedicó á matar, á asesinar sin reparo y sin líimte.

Las primeras víctimas fueren unos ciudadanos que habían for­mado un club enemigo del des­potismo en el Puerto de Vera-

Craz. El olub era secreto, por­que de otro modo no hubiera po­dido existir, y su propósito era propagar entre los ciudadanos ideas de libertad y,de justicia, preparándolos para un movi­miento contra la opresión. Al­guien denunoió la existencia del elub al Jefe de las Armas del Puerto de Veracruz, General Luis Mier y Terán, y éste, perro fiel de Porfirio Díaz, le envió te­legrama en cifra noticiándole el hallazgo. Porfirio Días, tam­bién en cifra y p o r telégrafo, contestó lacónicamente de este modot "Mátales e n caliente,*' frase que reouerdan horroriza­dos todos lo» habitantes de la infortunada República Mexica­na. Luis Mier y Terán se apresuró á cumplimentarla orden. La no­che del 24 al 25 de Junio de 1879, cuando los habitantes del Puer­to ee entregaban al / ./joaneo, Luis Mier y Terán y sus esbirros l l a m a b a n i ' * »•»••«'•*«g é& las casas de los prosélitos, que tam

Pasa á la tercera plana

CONTR/ÜÍ AÍAVISNIO.

Hay pueblos que á pesar del transcurso de los tiempos y de la transformación de varias gene­raciones, siempre llevan consigo las malas columbres y vicios de sus antepasa los, siendo fiel espe­jo dejia antigüedad y conservan­do todos los»i-sabios y t r a d i c i o ­nes que como logado les dejaron sus predecesores.

En Méxicr, por ejemplo, si lee-mos la histo ia que precede al descubrimiento de Colon y á la invasión de J>rnán Cortés, ve­remos en ellas la adaptación de unas costum'bfeS importadas de España, que «ion el reflejo del más obscuro fauitismo religioso, del despotismo gubernamental y la ignorancia completa de todo ua pueblo que s<? lanzaba en busca de conquistas al Nuevo Mundo oon el afán de enriquecerse y volverse después á su patria con el orgullo de vencedor y repleto d» t i i s «i.

Inútil menmoar los infinitos bión dormían sin sospechar q u e l

o r í m e B e s quf iJestos "conquista-la muerte estaba cerca de ellos.' De sus lechos, de los brazos de sus esposas sobrecogidas de es­panto, sin parar mientes en las lágrimas de las mujeres y de los pequeñuelos que habían desper­tado sobresaltados por lo inusi­tado del acto, por la brutalidad de los sicarios, fueron arrastra­dos á las calles desiertas, semi-desnudos y tiritando de frío, los ciudadanos cuyos nombres cons­taban en el índice de la tiranía. Así, sin permitir siquiera que se pusieran sue vestidos, que cu­briesen sus carnes, fueron lleva­dos los mártires al Cuartel don­de en un patio alumbrado ape­nas por un farol de luz amari-líenla, se les hizo formar en lí­nea mientras u n a soldadesca ebria cargaba sus armas. Luw Mier y Terán dio la orden de hacer fuego. Algunos hombres cayeron mortalmente heridos; otros quedaron todavía en pié; otros más, sobrecogidos de te­rror corrían por el patio tratan» do de saltar las tapias. Manos crispadas arañaban ías paredes pretendiendo escalarlas. L o s soldados hicieron nuevas descar­gas, y aquellos hombres caían unos sobre otros maldiciendo ó suplicando, pidiendo meroed ó blasfemando. La puerta que da­ba á la calle se abría de tiempo en tiempo y entraban nuevas víctimas, desnudas casi, cami­nando á golpes y maldiciones como no se hace marchar á las

dores" cometieron contra la raza indígena quk se rebelaba contra sus opresora;, 'haciendo tan solo notar que el ,rutal despotismo oon que los moldados españoles trataban á b t indios ha ido tras­mitiéndose i través de los siglos, como la faU«( educación religiosa que los misi <iWos inculcaban á los hijos delpi ísha continuado hasta nuestjus|días, así como el desbarajusto, al abuso, el robo y el escándaV dé los antiguos ad-. ministrados 8 )úblicos se han su­cedido hastt u época presente re­sultando qn a dejar de dominar en México toe Wa^oles , si bien es verdad q «» Jel país, se libertó de la tiranf i d| los funcionarios

públicos de 15 dejó de ser ÍS ejemplos ú do s e m b i México, ui que forzesb pésimoH frii dándose el }

jaña, no por eso avo/de los m^los

>.| ¿r e*>tvis, dejau-' o , al abandonar amilla venenosa nte había de dar • más tarde, que-blo independien­

te, pero oort W herencia de una mala oultu^, ¿ una funesta ad­ministración yj« crasa ignoran­cia en el seno * I pueblo.

¿ Qué suct di después ? Que los hombr A <. nial vivir, los holgazanes y *»« ambiciosos, imitaron á los talos gobernan­tes español s, píen pronto los mismos myxújios, inoculados oon el viruw p/zoñoso que de­jaron los d madores, empeza­ron á despílfií ar el tesoro pú­blico, á char.chlíear con la po­lítica y despen* al pueblo que

lo£ mantiene, tiranizándolo y su­jetándolo á uua inicua explota­ción á más de tenerlo sumido en la más negra ignorancia, dándo­le religión en vez de instrucción y balazos en vez de pan ó buen gobierno.

Y este atavismo religioso, po-lítico y social lo tenemos toda­vía bien marcado en el pueblo mexicano. Ha bastado la entro­nización de un bandido p a r a que la relajación administrativa de antaño haya vuelto á enseño­rearse y amenace destruirlo to­do; pero afortunadamente, los liberales, que estamos ya libres de viejas preocupaciones, cos­tumbres arcaicas y perniciosas, vamos abriendo paso á paso la verdadera civilización á la cul­tura humana y, oual Argos vigi­lante, al acabar con el presente despotismo, procuraremos la re­g e n o r a c i ó n d e la raza, e l e v a n d o á ¡ j u s t i o i a y la razón y haciendo que siera-< r<» fe« xss tM n lo<; 'lüiaUío i a«t pueblo.

Y con la muerU leí atavismo desaparecerán todos los parási­tos gubernamentales actuales, realizándose la evoluoión en los cerebros y la revoluoión con los elementos de destrucción que la ciencia nos facilita como medios d e combate, transformándose México, de país pobre é ignoran­te, en Nación rica y culta, pro­bando que las nuevas ideas ha­brán dado flus frutos, quedando tan solo como recuerdo en la historia, los crímenes y cruelda­des del bandido D í a z , que el pueblo habrá premiado cortán­dole la cabeza.

ESí'ARTACO, UJ1-U.UUL m,1 !,',«

"LOS BRIBONES" P o r ol l . Ic . JLi. 4»)•• ¿terreas «lo l . a r n

NOVELA SENSACIONAL.

Desoribe en estilo cáusti< o los vicios de la burguesía y la co­rrupción del gobierno porfirista.

Lleva impreso el retrato deí autor.

Remita Ud. su direooión y un giro postal ó bancario por valor de .$1.50 moneda mexicana ó 75 centavos moneda americana á la óirden de: H. L. Elliott, 420 W. 4th St., Los Angolés, Cal., y se le mandará á vuelta de correo un ejemplar de la novela: "Los Bribones." Los pedidos de más de veinticinco ejemplares t en­drán rebajas de consideración.

"La Defensa de Juan Sarabia" está de venta en esta redacción..

pedi-Precio: 10 centavos. Los dos por correo deberán venir a-oompafiadoc do una estampilla de á 2 centavos.

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REVOLUCIÓN, SUBSCftlVWON RAÍBS".

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Háganse las remesas de dinero, en Billete» de Banco, por giro pos­tal ó por Express, dirigiéndolas en todo caso al Editor, 664 San Fer­nando, St, Los Angeles, Cal. U. S1A.

Editor y Propietario: MODESTO DÍAZ.

LA REVOLUCIÓN SE ACERCA.

Cada día que pasa es un día menos que. le queda de vida al despotismo que allende el Bravo se bambolea c« ,uo i.m ebrio que esté, próximo á caer,. • Mientras 11 r¿ v del pueblo «©'Jfobusfcsce con nuevos y valiosos elementos, la causa do lat ' ranía se debilita, vacila, camina penosa *y tarda mente, cayendo aquí, levantan­do olla, encorvada bajo el peso de sus crímenes, agobiada por los remordimientos, teniendo con­ciencia de su próximo fin, como el culpable que al subir las gra-' das del patíbulo sabe que dá los últimos pasos do su vida,

Por todas partes de la Repú­blica; se aprestan Ion hombres do corazón á emprender la lucha, á hacer el supremo esfuerzo de los pueblos, oprimidos', a verifi­car el tremendo duelo que ha de dar lo. victoria ó los que hasta hoy han eufrido hambre de pan y de justicia. En la obsoura ma­sa de los qno sufren, algo se agi­ta conmovedor y grande; es el sentimiento de la dignidad que sale del sueño en que las preocu» paciones hábilmente sembradas por los de arriba lo habían »u~-

' mido, y que, al despertar rompe la, calma del ambiente como el bostezo de un león en medio de la selva.

¡Cuánto la despreciaba el pue­blo» y i ahora, cuánto se le teme! Se nos despreciaba por nuestros andrajos» se hacía mofa de nues­tra miseria, sin recordar los que oprimen que todo lo que de grande y de bello ostenta U mo-

^dérna cultura ee^obra de la ma­te incolora, de loa harapientos d« todos los siglos, de la gleba sórdida, vestimenta» que en los mementos solemnes de la vida de los pueblos, »abe convertí* los harapoi en símbolos de rebeldía y de protesta.

La calina y& NAi(í*ym.perBo; el vaho d<t «eputWo ira '/adía los ám» hito» de la nación dtñiftída sobre cuyo, cuerpo enflaquecido »e dis­putaban las últinias jdltrafas los buitre» de la Iglesia, del'Gobier­no y del Dinero, va 4dquiriendo calor y vida; el a l ieno revolucio­nario caldea el ambiente presa­giando la vida, CGÍBQ los prime­ros soplos del vjenló del Sur a~ jjunciaa la l leuda ' *J« la prima-; yera. v Jüs el d^s-piá^r do lm le­giones del hambré^que levantan la cabeza lívida corno una a«u» ción formidable eofrtra los satis­fechos y rapaces; de la inmensa masa obscura se destaca iuexo-' rabie ún índice mostrando los vientres hinchado^ ele los poeos que viven del dolor,j que se nu-tren de la sangre, que medran con las lágrimas! dé todo un pue­blo que trabaja eih (sentir otra caricia que la del "látigo, sin go­zar otra satisfaeeióíi que la muer­te, esa amable pyo.tirtida que no rehusa desposarse'con los opri­midos y lo» parias, íj " '

Los esfuerzos qi,@ íace el tira­no para que la b» «¡¿a nueva se pierda en el aire y áo- lleven el aliento y la eeperítnW á loe pe­chos de los que sufxeSÉÜ, resultan* do infructuosas^ jA pasar de loa esbirros, á pesar ae í»8 cárpeles, á pesar de,los cuartales, á pesar de la angre que uugí$ las protes­tas de Canánea ¡y «¡4:í*nguló* las re vindicaciones». d4 ¡iíoiiBlanco, las águilas de, JimeWií Aca'yuean se preparan al combata en tortio

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suyo á los bravos ^ >i los dignos.

Ya que la hora «¡6 recerca, no desmayemoe, Corl'!j lucha só­lo una cosa t e tí te in o s que que perder; la . i}> eria. Mu­chos aseguran qttfhj» tomau el fusil, porque tiene*, fámlia t ie­nen hijos ..' , .'Pusw'ptí examen-te por la familia y p ^ f los hijos hay que empuñar lp aTinai?, tan­to como pof' el biehwt&r propio. La tiranía perjudica A lodos por igual, hombres, muí «cor y nifíos. Cuando la miseria ihvje desgra­ciados á todos. Ls t)*üyiía' es un monstruo qUe*axnm.</4 la tran­quilidad de lo i hogík eá; porque por ella, carecen AÜ ¡.¿XL necesa-rio la mujer y lok hi¡og) por ella los hombreé Mfr<¡T persecu sie­nes y a t íope l l f^y^n Ja, -muertej <v*,"> lo qm. *" -^n wnj'u -ció de lj« hogares» , A, miseria y la injusticia! J úra lo que produce la tirarla., • , •

Para llegar á lafcitf de Promi­sión hay que luc-iw .^a no hay dioses bonachoh,# • I destruyan las )eye# do la hid* joá abrien­do Ios-mates para q ,* jüa pueblos escojidos alaaneen ' • b^ra opües ta sin humedece?» l,>»|>ies, co­mo el dios de laviu¡ a,abrió las aguas del Mar Eoj> Ahora los pueblos tienen >q»? vo^seg«*iiio todo por sí mhm, |>or su es-fuerso y voluntad", •!, y loa, mo­dernos Maree H< » que set in-terpooen,wtr*> í» ¿ cidad y los 'pueblos tienen qn «f fraiaquea-dos^or nUestsa, foacia f por nuestro attfojo^ / f r i e n d o pre­viamente la» ca4« ÍJ ^u© «ion un

c ' ' ' . „ . •• . • '

lastre demasijadó pesado y pue­den Uevamo» al abismo.

Los mexioaiios no» sentimos con fuerza» para pasar, el Mar Kojo dé la tiranía.

Somos esclavos; pero tenemos médula de león. Nuestros andra­jos cubren coraaonés fuerte?) y grandes, ¿ó ya olvidamos que fuimos batalladoreef ¿La molicie de treinta años nos ha hecho á-feminadas? .¿De las cenizas de ^uestraB glorias no saldrán los espíritus fuertes que nos lleven & la victoria.'

Tal vez nuestro» tíranos al ver la indiferencia con que sufrimos el aprobio por tantos lustros, se ha­bían hecho la ilusión de que gober­naban uo rebaño de eunucos inca­paces de sebelarae. No nos rebela1

bamos por que no estábamos orga­nizados, porque no estábamos uni­dos los que no hemos pendido la ver­güenza, porque el esfuerzo aislado er» infructuoso y se hacía necesa­rio obrar colectivamente, Ahora estamos organizados gracias á los esfuerzos de la Junta de St. Louis Missouri; ahora estamos fuertes por la unión y podemos presentar ba­talla á nuetros cobardes enemigos, á les bandidos que oprimen al pue­blo, á las sanguijuelas que viven prendidas al cuerpo anémico .de la que mañana, por nuestro esfuerxo, »erá la gran Nación Maxicana,

Desunidos, aislados, entregados á nuestra propias penas» éramos débiles k¡« que queremos la liber­tad, Impotentes para juchar con­tra el enemigo común, gastábamos inútilmente nuestras energías y non oonfomiábarjaos con lamentar que se no- t-ratase como á bestias, que se nos humillase, que ge nos hiciese objeto dó todas las burlas»

Y aaí estuvimos largo tiempo hasta que, unidos, nos hicimos fuer­tes y ahora somos capaces ele le­vantar las frentes, y pro nto, hen­chidos de entusiasmo, derribaremos á Ja primera señal el colosal despo­tismo que por largo tiempo nos hft oprimido.'

ISl momento do la lucha ge acerca, y urge que todos loe ,quo viven en territorio mexicano se armen rápi­damente y se apresten á secundar el movimiento libertador que ini-eiárá el Partido Liberal. En i a próxima campaña tienen sitió to­dos los valientes.

"Los eiudadano» que, por el' espio­naje que reina en México', no Ha­yan, podido ponerse en conexión con la Junta de SULouiSj pero' qtie ; iV?"i íli.ípufMiOíj á • levan+arse en armas y cooperar ew ,1a--empresa redentora, debón procurar formar guerrillas, y, si es posible, batallo­nes, lo más pronto posible, pues el movimiento ó o tardará en ser iniciado.

Mexicanos: la lucha que prepa­ra el Partido Liberal Mexicano contará con las simpatías de todos los oprimidos de }a tierra por la grandeza de la causa. No se trata solamente del mezquino proyecto de derribar á Porfirio Díaz, eino de implantar reformas que nos pan­gan en aptitud de evolucionar y de ser grande» y felices dera do K revolución será el Pro­grama d«i Partido. Liberal promul-

PARA LA DEFENSA.

Lista de donativos pajra la de­fensa de loa Sres. Ricardo Mo­nee Magón, Antonio I. Villarreal y Prof. Librado Rivera.

Colectado por el Sr. N. F, Lo-ya en esta Ciudad.

IVIOY JUSTA RtCTIFiCAClON.

G. Panucchi 1 Adolfo Villarreal Blas Vázquez Eleuterio Salas Nabor Martínez F. Rios A. Cantú B. Reyes Un Libeer&l S. Ramiaez Varios

Colectado en el Estado

D. Flores, iP«nard, $ A. GonzalevjS. Fr'isco. B. Ordufio, S.Taula J. Lagos, Pomofea

En India» Tfcrritory.

.J. Vaüsqaez, Goweuw • • J'. Castro, Wilburtofj* E. Herrera, Roff

; 5,00 13.00

2.00 '6.00 6.00 5.00

'5.00' 1.00 LOO 5.00 1.10

»:

22.00 5.00 2.00 1.00

7.25 3.00 5.00

De Atizona.

E. ' G. Estrada, Olifton $ 18.00 F. Palomares, Prescott ' 5.00

De Searchligt, Nev. José García

•En San Antonio, Tex G. Castañeda

En Sanderson, Tex. Gregorio de la Garza

En Buda, Tex. Un Liberal

Un Valentíne, Te"x. Roque Segura

' . En Beeville, Tex. Melchor Curlel . To'más Q, Dávila"'

En Waco, Tex. Rangel

En Sao. Marcos,' Tex. Barrón* 4.05 En MeQueeney, Tex. Royes 5.00

En Rio Frió, Tex. Juan Orosco 10.00

En Big Bend, Tex. Fortunato Vazvquez.

En Marathón, Tex. Eügio Gar«a Jesús Cortóz, Bibí Tex.

(Continuará.)

J. M.

N.O.

J. Z

2.00

6.0«

, 4.00

2.50

5.00

14.00 4.00

11.50

2.00

7.50 3.00

, s • __ LECTOR. ' Sí aoasd llega Uno de nueétroe

ejomplares á sus manos, ee para in­vitarle á que se suscriba. Sí Vd. sim­patiza con nuestras ideas y perió­dico., se lo agradeceremos infinito si nos toma una suscripción. Pero en caso de que no fuere de au agrado, tendrá la bondad de devolvérnoslo., y así nos evitará grandes perjnloioa

Procúrese el próximo número.

Fernando Palomares . En nuestro número 17 do fecha-

I2.de Ootubie publicamos un pá-»rafo condenatorio para este Hedor. Dijimos que Palomares era un es­pía y el delator de Jos miembros de la Junta. Al publicar ese pá­rrafo }o hicimos basándonos en in­formaciones! de personas que nos merecían crédito. Hoy, que h e mo.8 recibido del $*• Fernando Pa­lomares una Carta llena uY ,uu¿ nación donde se vindica clafji fuen­te y que, además horno» entrevia* tado á los miembros do la Junta que se encuentran prese-i* ora darles cuenta do ente incidente, es­tamos autorizados p« a decir, en nombre deí Preside, te, Secretario y prime.r Vocal <"» 1¡* Junta QUE FERNANDO ALOMAK1I» NO-ES EL' DELATOR DE ELLOS y que por el contrario saben que és te es un luchador por la justicia < la libertad,

En carta del St. Palomar* i» pueden leer párrafos llenos d no­ble indignación y que er .oraos Hiny sinceros. Transcribimos uno para que nuestros corrolip jnario» juzguen;

"La mentira dura i uentra» la verdad llega, así es que yo, como hombre honrado y caballero y a-mante de la justicia, wtoy listo y preparado parto corregir tan la­mentable error en mi contea. A la mayo» brevedad que me sea po­sible salgo para esa ciudad con el especial objeto de probar mi acri­solada honradez como lihtsial i „t xionno y también como socialista revolucionario internacional. Re­conozco en el héroe y mártir Sr. D. Ricardo Floro» Magón, awí como también en los valientes luchado­res presos en epa ciudad, Sres An­tonio I. Vülarrel, librado Rivera, Modesto Díaz y Lázaro Outá-rroz' de Lara, hombros humanitarios y verdaderos defensor*» del pueblo mexicano sin l i b e r t a d y justi­cia e s t a m o s esolavistados. Bajo mi palabra de honor y dé ca­ballero, cíe todo corazón Boatewlré* hastael morir al i-titulo Liberal Mexicano. Protesto &J I« Ud'. y todos los verdaderos luc < > loro» po» la libertad d«l pueblo mes-" nv no esclavizado que, yo, Férnanm Palomares, no soy culpable di* la iníiime calumnia qno mancha mi humilde persona y mi reputación,"

Como se verá, la carta está rebo­sante de «inceridad y con lodo i;»»-to hacemow .la rectificación que |» . nos pido, y no ocultamos nuestro gustoo al saber que tenemos en el Sr. Fertiando Palomares on lupar do un. traidor, ¡í un amigo y co­rreligionario.

Leed el Programa y reimprimidlo y hacedlo circula» para que todos lo conozcan, para que todos sepan por qué se lucha, por qué se hace

La ban-|armae contra él Gobierne de Por­firio Díaz, el más ladrón, el más asesino, el más traidor de los que

gado por la Junta de St. Leuis Mi-1 por desgracia nos ha tocado tenor. íeouri el primero de Julio del aüo] ¡A las armas ciudadanos! Aba-pasado, Programa inspirado en la» i jo la tiranía j la miseria 1 t

necesidades del pueblo y no en I Tensado de "E l Rebelde," de b a s t a ^ d o* inte»»®* personales.{Dwr, I&dian'Torr. ,

EL REBELDE.

* i va-'i empre,

En ca­ía y co li­

lla vuelto á vjsitapnos liento periódico. Como viene valiente y reauolto da línea vibra la rebel vence al exhortar á lop libéralo» á sacudirse d«>l yugo de a tiranía por medio del único n lio posible: la revolución.

¡Larga vida á F UEBELDK para bien de la caía i:!

La.^Defe»*» <\ > Juan<Sarbia.* Lcnla usted Val« 10 oeuU-

voe en essiia re ' icjóm.

*vt %-y'

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•Q - o - 1 ft l V)

/ A. UJJ>CLLXͱ

EL TRIUNFO DE LOS FUERTES.

Todo lo que el hombre ha creado y transformado con las grandes revoluciones ha sido de­bido al esfuerso individual, á la «nergía de las voluntades que legaron á realizar lo que pre­

tendían. Existe una ley en el mundo

* ttico qu« declara y afirma, que oúnicosque triunfa y se impone

la fuerza viva y posiliva de IOP lementos orgánicos, los cua­les u rollan las partea débiles que se su teponen á su paso. Y esta teoría científica no se refie-•e á la potenza superficial de la "¿ntidad <5 volumen, «ino al po-t.i ' moral ó la calidad de los e-|u nentos agresivos, lo que quie­re < «oir que, un individuo pue­de su* fuerte sin necesidad de po­seer i ia fuerza hercúlea, sino que ec impone por «u inteligen­cia y [ t su potencia "electro-nervosa ' Esto viene á corrobo­rar, qu ; ¿anto las individualida­des C' wio laa minorías, al luchar con a un enemigo cien veces ,vc 'xh numeroso que datas, no hay - zótx para creer que la mayoría debe vencer, influyendo tan solo en ía lucha" la cualidad de los combatatientes, el grado de inte­ligencia, la t e n a c i d a d , el carácter indomable y sobre todo, la audacia.

Infinidad de veces ha ocurrido que ínfimas minorías se han im­puesto á las mayorías.

El pastor griego Espartaeo, debido á su potencia individual Ilegal á despertar á miles de esclavos, y 4 unirlos rompiendo sus cadenas, destruyendo á sus tiranos y ilognron hasta las puer­tas do#Roma, llenando de terror él imperio romano.

Una decena do hombres inició la revolución francesa, y triunfó nna ínfima minoría, porque la mayoría del pueblo nunca se hu biera rebelado, bebido á eu igno norancia 5 al temor de ser cas­tigado por las tropas del rey.

°1 buscamos algunos ¡actos in idividuales> contra los abuzos gu­bernamentales, desafiando un •óio hombre el poder oficial de una nación, citaremos el hecho de Gagotano Bresci, en Italia, quien quitó lá vida al rey llum berto, en venganza de los asesi-tos que cale monarca ordenó contra los obreros de Milán; ó Angiolillo, que mató al Presiden te de Ministros de España, Cá­novas del Castillo, por ser el instigador de las torturas y fusi­lamientos de trabajadores en el Castillo de Montjuioh de Barce­lona;'ó el nihilista ruso que eje-•tó al Ministro PleWe, ú otro r e ­volucionario moscovita queacabó con la vida del Gran Duque Sergio arrojándole dos bombas.

Todos estos actos rebelan la fibra revolucionaria que estos individuos poseían, triunfando en sus propósitos debido á su gran enerf ía y voluntad, proban­do las gra les cosas que puede realizar un a. sol», persona é una

pequeúa minoría. En México, debido á la detes-

ble dictadura del déspota Díaz, son muchos los mexicanos des­contentos que anhelan un cambio de Gobierno y se preperan para combatir al enemigo y gran par­te del pueblo, que ya sea por su pocac ultura ó por temor, serán un gran obstáculo p a r a e l trjunfo de la revolución.

Y esta lucha titánica entr# los oprimirlos y los poderosos, en­tre los explotados y los explota­dores, depende de la cantidad de energías que se desplieguen en ambas partes.

Si buscamos la inteligencia de los gobernantes, el poder moral que ellos necesitan para destruir á los revolucionarios, no encon­traremos otra cosa que media­nías, empleados incultos é inca­paces de defenderse ellos mismos, llevando u n a administración confusa y escandalosa, reinando el caos más espantoso en todos los departamentos del Estado. He aqui pues, las desventajas con que cuenta Díaz, pero en cambio cuenta oon la fuerza po­sitiva, el ejórcito, que en apa­riencia, es el único baluarte que le queda para sostenerse. Es por eso que al soldado se le debe anunciarla lucha que se avecina, se lo debe advertir que al defen­der á los gobernantes traiciona-á s<< pueblo y combate contra sus propios intereses y los de sus conciudadanos. _.* Pero si, en llegando el momento

d • la revolución, os veis en pre­sencia de cuerpos armados, que risisten vuestro empuje revolu­cionario, entonces vuestro bra­zo ha de ser inexorable para destruir á vuestros enemigos, pues de vuestro triunfo depende la libertad del pueblo y la salva­ción de vuestras propias vidas.

Los revolucionarios, al comba­tir el régimen tiránico do Porfi­rio Díaz, deben echar mano de todos los recursos posibles para realizar sus propósitos emanci­padores, y gracias al progreso, á las nuevas invenciones científi­cas, el hombre actual ¡puede lle­gar á ser fuerte para combatir á muchos enemigos, siendo esto la única solución para poder domi­nar la fuerza organizada de las bayonetas y apoderarse de las li­bertades que tanto deseáis.

Hacer una lucha noble y leal, luchar con armas desiguales contra un enemigo numeroso, es cosa que no debéis hacer puesto que la Dictadura, sin aceptar vuestro reto franco y leal, ha pretendido desbarataros por me­dio de la traición.

Poneos en la mente el deseo de vencer. Decid: queremos que la revolución triunfe, y veréis coronada vuestsa obra con un éxito asombroso, porque el hom­bre realiza lo que se prepone, cuando tiene un carácter firme y una voluntad digna dt loa seres fuertes.

El triunfo será de los fuertes: "será de vosotros revoluciona­rios mexicanos."

J AIME VIDAL.

PAGINAS NEGRAS.

Tiene «le l a primera p lana .

bestias que se conduce al mata­dero. Muchos pedían que se les permitiera escribir unas líneas despidiéndose de sus esposas, de sus viejos y tristes padres; todos los ruegos eran inútiles: Luis Mier y Terán tenía que "matar en caliente" y cumplía la oYden i n i c u a , salvaje, brutal. Dr. Albert Hernández, Jaime Rodrí-g u e % , Capmany, Rubalcava, Cueto, Ituarte, Gutiérrez y otros más, fueron sacrificados aquella noche en aras de la am­bición de un hombre perverso, Porfirio Díaz, que se había he­cho el propósito de no abando-') nar la Presidencia hasta que la muerte lo sorprendería. •

Desde entonces, Porfirio Díaz se ha dedicado á matar. Todo hombre de carácter ha sido un reo de muerte. Periodistas, o-breros, propagandistas de ideas de libertad han sido asesinados, envenenados, apaleados, encar­celados, deportados á las Gibe« rias Mexicanas: Yucatán y Va­lle Nacional. El número de hombres sacrificados hasta el presente es incontable. En to­dos los Estados, en todas las ciu­dades, en todos los pueblos, en las más apartadas aldeas, los hombres valientes han ' ido pa­sados por las armas ó aé cual­quier modo a©, les ha perseguido. Algunas personas calculan en cinco mil «1 número dew iudada-nos sacrificados solamente en tres Estados. Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en cinco largos lustros que lleva el Gene­ral Bernardo Reyes de ser Go­bernador del Estado de Nuevo León., y Delegado déla Dictadu­ra para tener sometidos militar-

| mente á los habitantes de esos desgraciados Estados. Bernar­do Reyes se hailístrónguido como el más carnicero de los servido­res del Czar de México. Apenas nota síntomas de descontento entre los habitantes de los Esta­dos qu® gobierna militarmente, ordena á las autoridades inferio­r-es que busquen en cada ciudad, en cada pueblo, esa cada ranche­ría, á los hombres que tengan fama de audaces, 'de valientes ó de dignos, y los maten. No se mete ó investigar quienses son los que provocan la exi-tación po­pular: el delito,» para él, es'ser valiente 6 audaz ó digno. En mejor escala, se sigue la misma regla en todo el país: verdadera obra de castración.

* * *

No es posible mencionar to­dos y cada nno de los asesinatos oficiales llevados á cabo durante el largo tiempo que ha reinado Porfirio Díaz, y solo, por vía de muestra y para formarse una idea, hay que citar algunos ca­sos. .

Las hecatombes han sido nu­merosas. Juchitán, Papajntla, el Yaqui, Tomóchic, Monterrey, Cananea, Río Blanco y cien lu­gares más atestiguan la barba­

rie del czariamo mexicano. ,En todos esos lugayes los habitantes hau sido asesinado en masa, pa­sados á cachi1 (o sin merced y sin respetar ancianos ni mujeres ni niños. Ha habido pueblos, como el de Tomóchic, Estado de Chiuhuahua, cu que solo han sobrevivido á ít matanza unas cuantas persor as, y aún esos, gravemente lu. idos. El Yaqui contenía más d ? veinticinco mil habitantes, y l«,oyA escasamente pueden contar.» mil quinientos. En Monterrey %\ 2 de Abril de 1903, la civil, xión recibió un rudo ultraje. Monterrey es la c a p i t a l del Justado de Nuevo León, ciudad do ocherMa mil ha­bitantes, bastante eulta y muy cerca de los Estado» Unido». Los ciudadanos se habían pro­puesto ese afío hacer un esfuer­zo pura elegir UÍÍ nuevo Gober­nador. Se instalaron clubs elec­torales en todo el Estado, se fundaron algun< 3 periódicos pro­pagadores da 1¡ candidatura po­pular y se organizo* para el 2 de Abril u»a procesión cívica para popularizar la fdea de la no-re­elección.

Bernardo Re/es pensó vengar­se, y se vengó. El 2 de Abril el pueblo acudió n masa al lugar de cita de don<¡e había de partir la imponente procesión. Todo eso era nuev<*< 'iara aquel pueblo educado en k ..uiuisióu servil, y en todos los r aros se leía el en­tusiasmó qül Sentían aquellos esclavos por r presentar, aunque fuera en pequeña escala, el pa­pel de ciudadanos, de hombrea que pueden manifestar sus ideas. En aquellos í «omentos se olvi­daron todos de las severas lec­ciones ' que había recibido el pueblo por pretender ejercitar l o s derechos constitucionales desde que Porfirio Díaz se con­virtió en amo de loa mexicanos; nadie se acó Jaba de las heca­tombes que había enrojecido el territorio nacional. Gremios de obreros, de estudiantes^ de pr®-fesionistas, de pequefios indus­tríales y co terciantes, con es­tandartes y b sudas de música co­menzaron á i'osfilar.'en medio de una multitud gozosa que veía en aquella manifestación, en aque­lla procesión pacífica y ordena­da, algo comT> una protesta "o-mo un iáocy, ¿ desahogo, p<, :y que s© haoí* precisamer'fv lo que al Gobio- <o disgu.«ttyUa: ma­nifestar las i; jas.

Para aque, pobre pueblo, es demasiado d 1 > rar que algún acto de los g\, Mantés no es con siderado bueu ,. Por eso la pro­cesión organi/füda para protes­tar de ese mooo paeífiso y eibi— lizado contra la reelección de Bernardo Reyc-a, el verdugo de la frontera del Norte, fué recibi­do con regocijo. Las fachadas de las casas lucían adornos de toda clase, t ambres , mujeres y ñiños inva^/an las calles por donde la pro' esión cívica tenía que pasar. I Las músicas antu -siasmaban i h¡ multitud. ),<¡1 sol brillaba internamente.

Mientras esto sucedía, Ber­nardo Reyes mandó colocar sol­dados sigilosamente en las azo­teas dol Palacio Municipal, en las de la casa comercial que gira bajo la razón social Maiz H e r ­manos y otros edificios. Gran. oantidad de parque se depositó en los mismos lugares, y, h e -ohos esos preparativos, esperó el verdugo á que la procesión p a ­sase por ahí.

Apareció por fin la procesión. La muchedumbre apiñada lanzó vivas á la libertad y en el mis ­mo instante una descarga cefra­da se hacía desde las alturas sobre aquel gentío indefenso, sobre aquella masa, de hombre», mujeres, viejos y niños inermes* Las descargas se sueediorqn rá ­pidamente. Había prisa de ma­tar, de sembrar la muerte, de propagar el pánico. Pronto las piedras de las callos se tifieron eu sangre. Los esbirros seguían haciendo fuego desde laa azotóos; Personas de todas edades reci-bínn la muerte por Igual. Las mujeres y los niños corrían, pe­ro balas certeras alcanzaban á esas infortunadas criaturas.

Así terminó aquella procesión, inofensiva, pacífica, respetuosa.

Bernardo Royes es muy que­rido por Porfirio Díaz, quien a-laba en toda ocasión la crueldad de eso hienn. Cierta voz qu» Porfirio Díaz hizo \ ü viajo espe­cial á Monterrey, al pronunciar un brindis en un banquete ofre­cido por Bemardi Reyes, des­pués de hacer uu hiperbólico elogio de éste, terminó su dis­curso con esta frase que á los holentotes mismos debe repug­nar: "Señor General, ¡asi se go­bierna!"

El Oral. Díaz, al pronunciar su ridicula frase, aprobó lo, con­ducto criminal de Bernardo Re­yes, y los dos asesinos del pue­blo y la libertad so dieron bis manos en señal do buen enten­dimiento: P o r f i ó Díaz necesita hombres-hienas como Bernardo Reyes y los sostiene y protege para bien de su roínado.

Seguiremos moetraudo tí lu, faz del mundo laa páginas ne­gras de los "íeaders" del bando­lerismo porfirista.

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TI*""! JOT"'"'" ''' •"*

Todos los países democráticos que forman una Nación confede­rada y federativa cuyoréigmen político lo constituye la sobera­nía popular, tienen el gobernan-te que libremente se elijen, pero México aún al amparo de esas -sabias instituciones que lo hicie­ron grande y libre, tiene «1 que 'oort mano frasea y candente fe le impone y le tiraniza, pues es pú­blico y notorio que hace treinta «nos Porfirio Díaz, Presidente de la República Mexicana, llegó al poder contra la voluntad legal del pueblo que Gobierna.* Su política claudica uto desde que motinó en Tuxtepee para adue­ñarse del puesCo presidencial, lia «ido exterminar ¡v lo, raza mexi-•cono, arrebatándole la herencia que le legaron los constituyente» en «1 testamento fundamental, e-liminándo de la cosa pública á personalidades de gran prestigió y ordenando asesinatos en la sombra, como se vio con loe de Veracruz, ejecutados por el Ge­neral Mier y Terán, el del Geni­tal Martines en Laredo, Texas, García de la Cadena y Corona en sus respectivas municipalidades, a la vez que creando una reduci­da facción con quien comparte la riqueza nacional, el pueblo hambriento j lesnudo inmigra, sufre el azote del encomendero y 4 vm^ño alguien levanta ln voz en su defensa, e«ta ce perseguido con lujo por u.ui tiranía obceoa-da y que compromete á sicarios á que empleen -e\ crimen para e-liminar dol campo político á los que so encargnn de la defcusa de las instituciones democráticas que han sido trilladas por un mal gobierno,

Las guerras f raticidas que tan mal crédito le dieron a México en aquellos tiempos, desapare­cieron, no porque Porfirio Díaz las.haya perseguido para solidi-fieai la paz, sino porqu», habien­do sido el único revolucionario que manchó el suelo con la san­gre de sus hermanos, rebelde siempre contra los gobiernos de­mócratas de los Grandes Juárez y Lerdo y yá hecho del poder, las revoluciones tenían por conse» «anuncia lógica qu« tern inar, PI vutyd u<< que su ^aud'hVO^g^j ¿U« establece c í p.rqcadimiento

-en Í87G á la jp»la d« su nmbV,.leg&¿ T " ^ puede d'ir derecho á

Louis Mo., perseguidos siempre y presos actualmente en Los An­geles Cal. por la instrumentación d© Greene«Cr«cl, sirvientes in-eodíoionales del Osar de México y á quienes unidos á aquellos, nos proponemos 'destronar para que México sea en, realidad la República Domocrátkja de J u á ­rez, Ocampo y,. L$tdó» y no una monarquía como w ha constituí-do un gobierno tierno y dictato-rial.

El prurito d£ pi r^eguir Porfirio Día» á los que, hala desnudado BU nial gobierno «,¡omó Presiden­te de la Hépúblwft de México, está plenamente Justificado ante mundo que lo oWerva, y en apo­yo de nuestro d'^hot, aducimos la prueba de haber decretado to­da una representación Nacional que ha sabido influenciar, la sus pensión del periódido " R E G E N E ­

RACIÓN, ", Órgan del Partido Liberal, publica to en' México por los Señores. 1 lores Mügón y Sarabia.

• El hecho de elevar a rango do ley la suspensión de un periódi­co, y de prohibir en todas las o-ficinas de Corroo» ¿M círoulación, así como la de otro'j impresos de oposición, damuMtra «1 colmo de rudeza i que llega un £<>-hieruo que se inquina contra la soberanía nación A violando la correspondencia qufo circula por las estafetas en } o f juicio del pú­blico que constituye un tercero, y cuyos derechos están bajo el amparo y protección de las leyes que rigen" & un ti, pación civili­zada. El plagio de Manu 1 ^arabia or­denado por elgobi •mt> de Prfirio Díaz y consumado por Antonio Maza, Cónsul de México en Dou-glas, Aria:., es unanto que justifica el grado de barbaria, á que llega una administrado i que desarro­lla un mal gobieh/o sin/más ley que su capricho, ^ue traspasa de un modo clandestino la línea que divide do» ter» (torios opues­tos, que invade el derecho inter­nacional, y ultraja 5¡, jurisdicción de Un Vecino para" ousüraar uno de log actos más punibles y aten­tarlos, como es «A t>l«gio de Ma

linea

ción; desarmó al pueblo desús derechos con las continuas re­formas constitucionales, afiló el sable, caló la bayoneta y exami­nes hizo caer cadáveres de héroes como el dos de Abril en Mon­terrey y los asesinatos do Río Blanco y Cananca.

La consscuoucia do desnudar esta mortífera administración de sus malos actos para que el pue­blo los vea y conozca con el cri­terio do la razón, la necesidad de «n cambio radical, son la canea do la persecución de los Beñores Florss Magón, Sarabia, Rivera y Villar real, defensores d«l Par­tido Lt >cral, miembros do. la Junta Organizadora de Saint

parnés». \ Por tod<»^ ' ¡$t íi exposiciones

que son de déi» oh1 "jfgal, el Co­mité Iliberal d« ü't Ingenio, Te­xas, parte integra. ,-'e del partido y haciendo suyas1 I »*|>er8eoucio nes que han • sido traídas á loa Tribunales Fed^rules' de los An­geles, Cal., contra los señores Ricardo Flores M<M,ób, Librado Rivera y Antonio '!,¡ Villarreal, miembros de la ^u^ta Organiza­dora en Saint ^bvds^Mo., por delitos del orden,co^wau,. protes> tan con la euergíV/? t ciudadanos libres cqntra el gab> w o de Mé­xico po «us éesaíUorós que da-mo» p i « bien' califa «M3OS; Protes­tamos contra los $¡ «¡elfos de que

se les acusa por ser á todas luce» inexactos y carecer de fundamen­to legal que justifique su proce­dimiento; Protestestamos contra los actos calumniosos y crimina­les que puso en juego el gobier­no de México contra los procesa­dos de los Angeles, Cal.,* por conducto' del Cónsul de aquel lu­gar, quien sin reparar en los medioa de • procedimiento legal, formuló de acuerdo con el gran tirano la criminal acusación de robo y asesinato que lo» txen© en prisión; Protestamos ante el Juez que conoce del proceso que se instruye en Los Angeles, Cal.,

. á Ricardo Flores Magón, Libra­do Rivera y Antonio I. Villa-rreal; Contra los oargos de que los acusa el gobierno de México, solicitando tome en considera­ción para la continuación del proceso, esta protesta que invoca únicamente el amparo de la ley contifa la tiranía de aquel gobier­no manifestada en el desarrollo de su vetusta administración, persiguiendo siempre á los que en virtud de decretos especiales conttra sus intereses han inmi­grado á este país, para continuar su oposición rendentora por me­dio de la prensa. Esta actitud, que Porfirio Díaz la mira como el más inminente peligro de ro­dar de las cumbres de Chapulte-pec, y quedar sepultado bajo sus simas, p< «-que al ejercitar el pue­blo el ci ,ieoho de Rebelión, re­cargó legal do los oprimidos pa­ra recabar sus deréohos vulnera­dos lo lí-Ace tomar una actitud hostil, que no tomaría contra un gobernante bien sentado.

Finalmente, .Protestamos con­tra la forma de gobierno que Porfirio Díaz ha implantado en México por atacar en todas sus partes la soberanía nacional en el ejercicio dol libre voto, d« la libertad de pensar y de escribir, pues su .política nrtefri' y refrnr-taria á'todo adt licito y á el edu­cacional, queía reflejada en la estadística criminal del Distrito-Fedejal, cuyo retroceso pone á sus cantores de oñoi.o en el nivel degradante de la adulación, toda vez qué los hechos justifican la inferioridad de aquel Monarca, q u c n o . s e ocupa de stt pueblo SUDO del extranjero que lo adula y lt> exploto.

SAN ANTONIO, TEXAS, OC­TUBRE | 1907.

Presidente, Eulaüo Trevifio— Vico-presidente, Marcelino A. I-barra.—lor. Vocal, Francisco Re­yes.—2do. Vóoal, OtonT. Guillen —Ser. Vocal, G. L. Saldarla.— Secretario, I. J. Hendióla.—Te­sorero, Antonio Villarreal.. Francisco Mancha, José Ma,Can« tú, Gudalupe Martínez, Juan Pa­redes, Juan Pérez, A. Morante, Bartolomeé Trevifio, Rodolfo E. Villarreal, Leandro 'Previno Vi­llarreal, Jesús Rocafuerte, Eula-lio Garza, N.. Jiménez, Mag-daleno Villarreal, Buenaventura González, Gaspar Rosas, Marga-rito Jiménez, Aureliano Sali­nas, Juan N. Nava, Vicente Mi— ramar, l)iódorO M. Paredes, Je-

súe Mora,, Laureano Barriga, Pe­dro Fundas. Samuel Míreles, Pilar Robleá, Leopoldo Jiménez, Guadalupe G. Veía, Gil Barba, Martin Villarreal, Rosendo P i ­nas, Alfredo Vaca, Prisciliano Moiales, Juan C. García, Adolfo Urrieta, Porfirio Garza Aldaba, Bruno Nuncio, Bartimeo de An­da, Consuelo Torres, Juan de la Torre, Raymundo Fernández, José Sierra, Balbino Barajas, Antonio Fernández Vara, Abun­dio Moreno, Rosalio Moreno, Rodolfo Buendía, Miguel Ángel Bueno, Cesáreo Garza, Juan Be-nitez, Bruno Aldape, Bruno Buenrrotro, Ascención Fuertes, Antonio Obligado, Aureliano Gallegos, Marcos r¿. Valdóz, Ma-tías Reyes L., Amado G. Hernán­dez, Pantaleon Tenorio, Estanis­lao Tenorio, José Ma. Tenorio, Oelso Barajas, Pantaleon Bara­jas, Antonio Valdéz, Telesforo Valdéz, D, Pérez, M. Garaa, José M. Casares, M. Lara.

LA REVOLUCIÓN ES LA SALVACIÓN DE MÉXICO.

Revisando los pocos periódi­cos de vergüenza que se publi­can en México, entrevistando á los compatriotas que diariamen­te cruzan la frontera, se advier­te sin dificultad la espantosa condición en que se halla el país bajo la férula de Porfirio Dí«/. De uno á otro extremo de esa tierra que oyó las estoicas frases de Guatimozía y se sintió elec­trizada con. las palabras de Ju¿< rez, se escucha el indignado cía mor de un pueblo, digno de me­jor suerte, y agouizanta hoy en la ascención al ignominioso Cal­vario de vergüenza y oprobio á que lo arrastra el crimen con­vertido en fuerza.

En nombre'de los principios liberales usurpó Porfirio Díaz el poder público y en treinta y un años que lleva de administra­ción no ha quedado principio que no baya escarnecido, ni ley moral fjufl no hayu violado, co­mo tampoco, resorte dol meca­nismo nacional que no haya he­cho pedazos, en nombre do la idea liberal «a transformó en Dictador é hizo descender des­pués la Diotadura hasta el últi­mo límite de la satrapía, y cuan­do obediente «1 látigo que las amenazaba, salieron da la feria do ooiícienciaa las encargadas de echar el disfraz de la constitu-cionalidad sobre los hombros de la usurpación, invocóse también el Credo Liberal; que ha sido sistema de todos los advenedi­zos políticos escudarse con cuan­to ' d e m á s excelso brilla para buscar loa medios de vilipen­diarlo.

La revuelta de TuxUpeo que acaudilló Porfirio Díaa, con «na fecundidad aterradora ha derra­mado sobro nuestra patria infi­nidad, de males siendo 0l peor de ellos por lo monstruoso: el crimen político. Ese, sistema incalificable, anacronismo terri­ble-en estos tiempos de cultura,

es un residuo vergonzoso da los tiempos de barbarie, y á él so ha apelado en pleno siglo XX, c o n el solo designio do hacer triunfar sobre los intereses de la Patria, vitales y sagrados, los intereses de facción, meaquinos y bastardos.

La administración •porftriata" ha querido defenderse última­mente de su falta lastimosa de popularidad, con dos medios, & cual más ioprobad«! 1* delación y el garrote ^uo han p«iK/.,*«a<» tartufo y aleve el uno» atrevido ** y descarado el otro, ambos igual- 'l

mente amenazadores, hasta el santuario mismo del hogar para sembrar la desolación y el terror.

¿ Con qué elementos gobierna en nuestra patria, Porfirio Día»? Basta preguntarlo á cualesqui ra de los gremio» verdaderanw -te honrados dol país. Uno <¡< o soplo de amargura y terror «i» por sobre ellos haciéndol es­tremecer. Se tiembla de tuj an-to ante el porvenir de la? indus­trias; ante el girón de t i torio nacional puesto en pública em­basta; ante la libertad indivi­dual á cada instante aau<i azada; ante la santidad del hop¡«r . . . . .

Es hora ya de que se » os evi­ten mayores vergüenzas, le que no se lleve adelante esa labor incalificable de desprestigio es­pantoso. En esta hora do opro­bio y de desastre, sálvese siquio-ra el buen nombre do esta Pa-11 i.k infortunada.

La ivt-vuluoíou que «st«i ox„,a nizando el Po tido Liberal será la salvación de México.

EN LIBERTAD.

Kl 19 del corriente fué puesto en absoluta'libertad el apreciable jo­ven Ivés G. Lelevior, aousado do ustafa por el Gobierno Mexicano. El tJomkionado de loe Estados li­rados en Tucson (Ariz.) negó la tíxtradicción del referido Lolevier, solicitada por las autoridades de MCMCO. Felicitamos al jovon Ivés G. La. » <* por su libertad. El caso de l<<l"'>r prueba una ve/, miís i'\ "-poder m.uc t <• > t 1 tirano Díaz para Uovar ú sus rn<íi leo» político» al inatad('u>.

A naeshm smcriptow"^ Suplicamos atentai >cnto nos ba­

gan ol favor do liona ol cupón qu© l»s hemos enviado y devolvérnoslo, pues necesitamos • 1 «sentarlo al administrador de e< »reos.

Nuestra ofici­

na se lialla si­

tuada en la ca-«

sa Numero 654

calle San Fer-

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