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155N: 021 4-0314 Cuadernos de Trabajo Social 1999, 12:141-158 Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda Belén ARIJA GISBERT” Yo no puedo darte más no soy más que lo que soy Pedro Salinas Resumen Abstract Este artículo pretende ser una llamada a la reflexión sobre algunos elementos que ejercen recíprocamente una gran influencia en la relación de ayuda. Estos son: la institución, el cliente y el profesional. Estos tres sistemas serán objeto de análisis. No obstante, en esta ocasión vamos a poner una mirada más atenta en e/sistema profe- sional Aspectos como el narcisismo, el manejo del poder y el miedo serán desarrollados con especial atención, En definitiva, este trabajo es una invitación a la observación y a la autoobse,vación, al darse cuenta, Además del rol-tarea, debemos tener muy en cuenta que detrás de cada trabajador socia/hay una persona con sus peculiaridades. Introducción S oy primero persona y después trabajadora social. Quiero co- menzar así este artículo para expresar que detrás del rol está siem- pre un ser humano con una determina- This papera/ms fo be a calI for reflection o,, some of the e/ements that exercise, in a rec,»rocal way a great amount of influence in the aid-reía- tionship. These are: the institub~n, the client and the professional figure. mese three systems vv/II be Ihe object of our analysis, Howeve, this time, closer altention vv/II be paid fo fha professional sysfem. Certain aspects sud~ es narcissism, power management and fear will be look at more close/y In fact, this vvork is an invitation to obser- vafion and selt-obsa,vation. fo bacome aware, Resides lbs fask-role, ye should not forget that behind every social vrorker fhere is a person, someone vv/ti, bis ov’n idiosyncracies, da experiencia vital, con sus limitacio- nes y capacidades, con su carácter y su estilo, con sus recursos y sus lagunas. Trabajo desde hace 6 años con personas sin hogar en la Asociación Realidades. Por lo tanto, lo que puedo Diplomada en Trabaje Social. Especialista Universitaria en el enfoque Rogeriano por la upco. Está finali- zando tormación en Terapia Gestall en la Escuela Madrileña de Terapia Gestail. Desarrolla su actividad protesional con personas sin hogar desde 1993 en la Asociación Realidades. 141

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155N: 021 4-0314Cuadernos de Trabajo Social1999, 12:141-158

Apuntes para una reflexiónteórico-práctica de la relación de ayuda

Belén ARIJA GISBERT”

Yo no puedo darte másno soy más que loque soy

Pedro Salinas

Resumen AbstractEste artículo pretende seruna llamada a la

reflexión sobre algunos elementos que ejercenrecíprocamente una gran influencia en la relaciónde ayuda. Estos son: la institución, el cliente y elprofesional. Estos tres sistemas serán objeto deanálisis. No obstante, en esta ocasión vamos aponer una mirada más atenta en e/sistema profe-sional Aspectos como elnarcisismo, el manejo delpoder y el miedo serán desarrollados con especialatención,

En definitiva, este trabajo es una invitacióna la observación y a la autoobse,vación, al darsecuenta, Además del rol-tarea, debemos tener muyen cuenta que detrás de cada trabajador socia/hayuna persona con sus peculiaridades.

Introducción

S oy primero persona y despuéstrabajadora social. Quiero co-menzar así este artículo para

expresar que detrás del rol está siem-pre un ser humano con una determina-

Thispapera/ms fo be a calI for reflection o,,some of the e/ements that exercise, in a rec,»rocalway a great amount of influence in the aid-reía-tionship. These are: the institub~n, the client andthe professional figure.

mese three systems vv/II be Ihe object ofour analysis, Howeve, this time, closer altentionvv/II be paid fo fha professional sysfem. Certainaspects sud~ es narcissism, power managementand fear will be look at more close/y

In fact, this vvork is an invitation to obser-vafion and selt-obsa,vation. fo bacome aware,Resides lbs fask-role, ye should not forget thatbehind every social vrorker fhere is a person,someone vv/ti, bis ov’n idiosyncracies,

da experiencia vital, con sus limitacio-nes y capacidades, con su carácter y suestilo, con sus recursos y sus lagunas.

Trabajo desde hace 6 años conpersonas sin hogar en la AsociaciónRealidades. Por lo tanto, lo que puedo

Diplomada en Trabaje Social. Especialista Universitaria en el enfoque Rogeriano por la upco. Está finali-zando tormación en Terapia Gestall en la Escuela Madrileña de Terapia Gestail. Desarrolla su actividadprotesional con personas sin hogar desde 1993 en la Asociación Realidades.

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Belén Arija Gisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

transmitir desde mi conocimiento y miexperiencia parte en gran medida deltrabajo desarrollado con ellos y a la vezcon un recurso (el MI> que, indudable-mente, influye en la relación. En estaocasión voy a referirme al trabajo indi-vidual. Uno de los proyectos que lleva-mos a cabo es un proyecto Ml. Las per-sonas sin hogar se caracterizan por lacarencia de apoyos emocionales sóli-dos, por la falta de trabajo y vivienda, yen muchos de los casos muestran unfrágil sentido vital

Mi formación desde que acabéTrabajo Social ha sido sobre todo den-tro del marco de la psicología humanis-ta, El modelo Rogeriano y Gestálticoson importantes marcos de referenciatanto en mi modo de pensar como enmi modo de proceder. Mi terapia perso-nal <psicodinámica> también me ha ayu-dado a poner luz a distintos aspectosde mi vida y a comprender los procesosde las personas que atiendo. Mi forma-ción ha sido teórica y vivencial, de talforma, que he podido ir haciendo unaintegración comprehensiva del conoci-miento adquirido. Soy consciente deque todo modelo psicológico hay quecontextualizarlo al ser utlizado fuera delámbito estrictamente psicoterapéutico.No se trata de aplicar un modelo de unmodo estricto. Los trabajadores socia-les no hacemos psicoterapia, aunquepretendamos que los resultados delencuentro sean terapéuticos. Se tratamás bien de recrear los modelos y deextraer sus enseñanzas adecuándolasal ámbito del trabajo social,

En otra dirección, el enfoqueecológico me ha aportado la posibili-

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dad de tener una mirada circular, yaque dicho modelo muestra una visióncompleja y holística de la realidadsocial. Conceptos como interrelación,intercambio entre el individuo y elmedio físico y social son manejadosdesde este paradigma. Es la lógica dela tela de anaña y la interconexión delos hilos.

Actuamos según entendemos lascosas. Es importante que seamos con-cientes de cómo construimos la reali-dad, para evitar así, en la medida de loposible, que tanto los prejuicios como larigidez presidan nuestras acciones.

Así pues, parto de mi propio mar-co de referencia, de mis valores, posi-cionamientos políticos, visión del hom-bre y de la sociedad, comprensión dela profesión, mi experiencia laboral yformativa en el campo del trabajosocial y de la psicoterapia, mi expe-riencia vital; y estos, inevitablemente,empañan mi discurso, que, comotodos los discursos, pecan del sesgoideológico, formativo y vivencialcorrespondiente. Quiero dejar claro apriori que en este artículo se puedeobservar la carencia de análisis socio-lógicos en pro de un abundante análi-sis psicológico. No obstante, procurorevisar mi modo de comprender lascosas, el cual se va reescribiendo, aligual que la propia biografía, gracias alcuestionamiento y a la reflexión. No senos puede olvidar que el conocimien-to y la experiencia son un abismo don-de siempre se abren nuevas puertasdonde poder adentrarse. Dice JesúsHernández que “es precisamente laconciencia de la relatividad de nuestro

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Belén Aríja Gisberf Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

conocimiento, de donde surge, o debesurgir la humildad” (Hernández Aristu,1991:102>.

A este respecto, García Rocaseñala que “el pensamiento complejono apunta a lo elemental sino a lo radi-cal, en donde aparecen incertidumbresy antinomias. La tarea de la interven-ción social no consiste en eliminar laparadoja sino en trabajar con ella, consus incertidumbres y su desorden”(García Roca, 1987:34>. La concienciade la incertidumbre nos lleva, inevita-blemente, a situarnos ante los desafíosde nuestra profesión con una actitudcauta y a la vez abierta.

En definitiva, con este articuloquiero hacer una invitación a todos losque intervenimos en el ámbito del tra-bajo social para que nos atrevamos aponer la mirada en nosotros mismos.Tendemos a reflexionar y a escribirsobre el cliente, a veces por pura pro-yección; sobre quién es y cómo hacercon él, y evitamos de ese modo hacernuestra propia autoobservación.

En el trabajo que presento a con-tinuación se va a reflexionar sobre algu-nos de los elementos que ejercen recí-procamente una gran influencia en larelación de ayuda. Estos son: el sistemainstitucional, el sistema cliente y el sis-tema profesional; pondremos en esteúltimo una especial atención. Tratar porseparado estos elementos no es tareafácil porque están íntimamente relacio-nados; es necesario pues realizar elintento, aunque no siempre se consiga,para poder dar un cierto orden y estruc-tura al discurso.

1. Algunos sistemas queintervienen en larelación de ayuda

Como he señalado, hay sobretodo tres sistemas que ejercen una graninfluencia recíproca dentro de la rela-ción de ayuda, estos son: la institución,el profesional y el cliente. A su vez,estos sistemas están inmersos dentrode un suprasistema que es la sociedad,la cual se sirve de las instituciones paraconseguir sus objetivos. Dentro deestas instituciones están las dedicadasal campo de los servicios sociales, cadauna con su idiosincrasia.

1.1. Sistema institucIonal

El trabajo social se realiza dentrodel marco de las instituciones. Por ello,en primer lugar los profesionales debe-mos pararnos a observar y a reflexionarsobre la institución en la que nosencontramos: su ideología y valores,intereses, fines y objetivos, jerarquías ysistemas de poder, medios y carencias,métodos y técnicas, normas, recursosde los que dispone, contextos de inter-vención, dependencia económica e ins-titucional, relación con otras institucio-nes y calidad de la misma, potenciali-dades y limitaciones, relaciones en elequipo de trabajo, el manejo de la per-tenencia, el poder y el afecto dentro delequipo, conflictos que surgen por pro-blemas de comunicación y de relación,disensiones ideológicas y operativas,criterios compartidos, alianzas, manejoy propiedad de la información, modosde toma de decisiones, roles, funciones

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y tareas, calidad y cantidad del trabajo,capacidades de los miembros del equi-PO, etcétera. Además, tendremos tam-bién que autoobservarnos en ella: cuáles nuestra vivencia de la institución ydel equipo, nuestras posibilidades ylimitaciones, quiénes somos dentro dela institución, qué representan nuestroscompañeros, cómo nos relacionamos,cuales son nuestras tareas y cómo lasdesarrollamos... Por lo tanto, reflexionaracerca de la institución donde trabaja-mos y de nuestro estar en ella es unatarea fundamental que debemos reali-zan. Seria de gran ayuda para muchasinstituciones que los equipos de traba-jo dedicaran algo de su tiempo pararealizar una supervisión o comprensiónconjunta del estado de la institución ydel equipo de trabajo.

Son pocas las páginas que voy adedicar al sistema institucional, pero síquiero centrarme brevemente en losrecursos institucionales.

A este respecto señaló TeresaZamanillo en una conferencia, que daralgo es la fantasía de todo trabajadorsocial, y forma parte de este modo deejercer la profesión. Porque detrás estáel convencimiento y el estereotipo deque la gente sólo viene al despacho apedir, sin poder comprender hasta quépunto la demanda es inducida por la pro-pia institución (los que facilitamos el MI,comida, cama, beca, residencia, etc.). Elrecurso determina la posibilidad de inter-vención, de ahí también la cantidad dederivaciones que se hacen porque loque piden no se les puede dar en el cen-tro al que acuden. ‘Así, el objeto del tra-bajo social formulado como las necesi-

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dades en relación con los recursos apli-cables a las mismas ha devenido en unainstrumentalidad tal que ha vaciado decontenido la relación con las personas”(Zamanillo, 1999>.

Si el recurso pasa a ser figura,casi lo único, a ser lo más visible y rele-vante, el encuentro humano pasará aun plano secundario. De este modo ten-deremos a convertir la relación de ayu-da en un acto condicionado y empapa-do de miedos y desconfianzas.

También es importante en estepunto distinguir la diferencia entredemanda y necesidad. La personademanda lo que sabe que la instituciónpuede dar y esto puede o no coincidircon la necesidad. La necesidad la cons-truye uno mismo. Un ejemplo claro de ladistinción, es el de aquellas personasque se acercan con una notable fre-cuencia a los centros de salud pidién-dole al médico un medicamento, y enrealidad la necesidad real es de comu-nicación, compañía, escucha, conten-clon. Igual sucede en los serviciossociales. Las personas pueden deman-dar prestaciones y recursos que la ins-titución ofrece y que les sirven paracubrir algunas de sus necesidades.Existen otras necesidades que puedentener y que no suelen demandar, comoson la escucha, la aceptación, el apoyo,el reconocimiento.

En esta línea García Roca seña-la que “en los servicios a las personashay tres componentes sustantivos:a) los elementos instrumentales quepueden satisfacerse a través de unaprestación (...), b) los elementos expre-sivos que están vinculados a la identi-

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Belén Arija Gisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

dad, a la biografía personal, a los mun-dos vitales; como elementos unidos a lasubjetividad trascienden la mercancía ysólo surgen en el interior de una inte-racción personal, y c) por último, unareacción social que al unir ambos ele-mentos produce forzosamente una grandiferenciación en las respuestas <..>

Como prestación puede seradministra-da e incluso mercantilizada (...> se con-sume con el uso, como significación senecrea a través de los encuentroshumanos, tiene que ser una realidadpróxima” <García Roca, 1996: 82).

Los recursos, sin duda, tienen lafunción de apoyar en los procesos demejora. Como afirma García Rocacorremos el riesgo de mercantilizarlos,de darles la entidad de fin más que demedio. A veces pensamos que la pres-tación en si misma resuelve y es enestos casos cuando ponemos nuestramirada casi exclusivamente en el recur-so que vamos a utilizar. Es cuandovemos IMIS”, ‘tecas”, “camas” en vezde mirar y ver a las personas dentro desus procesos.

Podemos facilitar recursos penotambién es importante que nos plante-emos que podemos ser una posibilidadde apoyo, que podemos intentar acom-pañar a las personas en sus situacionesde crisis. Podemos escuchar y conte-ner, intentar servir de ayuda para quedescubran con qué capacidades cuen-tan, y qué dificultades encuentran, enellos y en el entorno. Podemos intentanservir de ayuda para que se den cuen-ta de lo que pueden y no pueden y delo que quieren y no quieren. Podemosconvertirnos en posibilidad.

Aun sabiendo que los recursos noson lo único, si quisiera llamar la aten-ción sobre la falta de dispositivos ade-cuados. En relación con este terna quie-ro exponer una situación que me ocu-rrió recientemente. Recibí por primeravez a un enfermo mental sin hogar quetenía importantes delirios persecuto-rios; cansado de deambular por lascalles demandaba una cama dondedescansar El alojamiento podía ser unpunto de partida donde comenzar a tra-bajar pero no fue posible conseguirlo;en el albergue municipal no había pla-zas y en los privados no pudieron dar-le una cama porque no podían atendera estos enfermos sin estar mínima-mente contenidos. Como me señalóCarmen Luque, trabajadora social deRealidades: “la paradoja estaba en quesu dificultad era el obstáculo para acce-der al recurso de ayuda”. Con una granimpotencia tuve que decirle que nohabía una cama para él, aún así leescuché durante bastante tiempo y ensu discurso, a natos coherente y a ratosdelirante, se traslucía un potente sufri-miento, se le notaba también la necesi-dad de ser escuchado. Con este ejem-pío, quiero llamar la atención de lospolíticos y responsables de las admi-nistraciones para que reflexionen al res-pecto y tomen conciencia de que en elcaso concreto de los enfermos menta-les sin hogar, después de la desinsti-tucionalización psiquiátrica de los años80, no se han creado suficientes servi-cios adecuados a la situación de estaspersonas, sin duda las más vulnerables.Cada profesional, seguramente desdesu ámbito, puede hablar de esta caren-cia de medios.

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Belén Arija Gisberí Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

Los profesionales no estamosexentos de cierta responsabilidad, por-que observamos con frecuencia estadejación de funciones de la administra-ción y poco hacemos al respecto. Hemosperdido esa función de denuncia y rei-vindicación que sí mostraron los trabaja-dores sociales de la reconceptualizacióniberoamericana de los años 60. Hay qui-zá por un lado exceso de trabajo y deburocracia, impotencia, desinterés yapatía; y por otro lado, como afirmabauna trabajadora social de Realidades,Rosalía Martínez: ‘puede que, en parte,el temor nos inhiba al ser la propia admi-nistración la que nos aporta la finan-ciación para realizan los proyectos”.

Para finalizar esta breve reflexión,quiero hacen notar que nuestras institu-ciones aparecen en muchos mapas yguias pero presentan la dificultad de con-forman redes. A veces nos vemos enfras-cados en luchas de poder que se enmas-caran detrás de silencios, discusionessordas, enfrentamientos ideológicos aca-lorados, etc. Es cierto que podemos tenerplanteamientos distintos y muchas vecesincompatibles, pero creo también que esa veces la falta de escucha y las rivalida-des lo que nos dificulta el acercamiento.Es una reproducción reflela de lo quesucede, en ocasiones, entre el trabajadorsocial y el cliente; me refiero a las situa-ciones en las que se da un juego depoder, exento de escucha, que nos llevaa distanciarnos más que a acercarnos.

1.2. Sistema cliente

Como he venido diciendo voy aser breve también en este apartado.

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Suele ser del cliente de quien más sehabla y se escribe. En gran medida eslógico porque nuestro trabajo es con elcliente, pero también es cierto quedetrás de los análisis realizados sobrelos clientes escudamos aspectos quetienen que ver con los profesionales.

Cada persona que acude a unservicio social trae su historia sus pro-blemas y dificultades, sus capacidadesy recursos, sus sentimientos, sus cre-encias y valores, sus heridas del pasa-do, sus expectativas, una demandaconcreta, sus motivaciones, sus nece-sidades, una propuesta de relacióndeterminada, sus resistencias, sus mie-dos y deseos, sus contradicciones yvacíos, su culpa y su rabia, su dolor, sucarácter (más mentales, más orienta-dos a la acción, más emocionales, másextrovertidos, más introvertidos, másintrospectivos y menos...).

El cliente llega a un lugar desco-nocido, la institución, donde le va arecibir un trabajador social al que noconoce y con quien puede conectar ono conectar. Viene en una posición devulnerabilidad porque acude general-mente a demandar algo que le falta yque supuestamente nosotros le pode-mosofrecen Según Bleichmar “la repre-sentación interna del encuentro con elotro está cargada de temor: sen invadi-dos, avasallados, culpabilizados, per-seguidos, castigados, entristecidos,sobreexcitados, contagiadoscon ansie-dad forzados a hacen lo que no dese-an, perturbados en sus ritmos, desor-ganizados cognitivamente, etc. Es decirviolentados corporal, afectiva, ins-trumental o cognitivamente” (Bleich-

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Belén Anja Gisber! Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

mar, 1 9gg>~ Al igual que pueden losclientes acudir con sus miedos, traentambién sus deseos de ser bien atendi-dos, comprendidos, ayudados y no vio-lentados e incluso, en algunas ocasio-nes, el deseo fantasioso de que lesresolvamos por completo sus proble-mas.

En muchos casos los clientes hantenido una amplia experiencia de rela-ción con servicios sociales que nosiempre ha sido satisfactoria. Hay per-sonas que son atendidas por seis pro-fesionales distintos, los cuales a vecesofrecen apoyos divergentes. Hay per-sonas que aceptan con gusto manteneruna relación de ayuda pero hay genteque no desea dicha relación. La para-doja está en que a veces nos empeña-mos en establecen y forzar una relaciónque la persona no desea. Aunque estoque voy a decir a continuación tienemás que ven con el hacer del profesio-nal, me parece adecuado señalarlo eneste momento: en el caso del Ml hayuna obligatoriedad respecto al estable-cimiento del contacto y esto en ocasio-nes me ha hecho entrar en profundascontradicciones éticas sobre todo cuan-do las personas no desean la relación.La experiencia al respecto medice quehay personas con quienes se consigueestablecen un vínculo de confianza yhay personas con las que no se puede.Hay que asumir que el encuentro pue-de darse o no, pero que es nuestratarea intentar que se produzca. Poresto, es muy importante dialogar con elcliente sobre cómo está vivenciando elcontacto. En relación con esto señalaBleichmar, respecto a la pareja tera-

péutica, que “ese saber sobre uno y elotro es ya una forma de encuentro.Incluso, el saber que uno de los inte-grantes de la pareja busca la intimidady el otro la rehuye, ambos por las legi-timas razones que puedan tener. Enalgunos casos el único encuentro posi-ble consiste en compartir el conoci-miento de las profundas diferencias queseparan” (Rleichmar, iggg>.

Cada individuo tiene su ritmo y esmuy importante respetarlo y a la vezsaber diferenciarnos de ellos. Con estoquiero decir que lo que la personadesea o necesita para si puede serdis-tinto a lo que yo crea que él necesita.Entender ladilenenciación implica reco-nocen la individualidad, ver a la perso-na con sus peculiaridades. Cada per-sona tiene sus ritmos, sus deseos, suscapacidades y dificultades. Sabemosque aquello que se fuerza se sueleque-brar, por ello el ritmo del proceso lo ten-drá que poner el otro. He de decir, tam-bién, que respetar el ritmo no significaser complacientes con el estancamien-to o con la tendencia a la dependenciay al deterioro. Pero creo que sólo servi-rá la confrontación si previamente hahabido respeto y apoyo. He de decir quecuando hay un recurso que mediatizapuede ayudar que se formulen acuer-dos (concretos, realistas y decididosdesde la persona), con el fin de otor-garle responsabilidad y protagonismo ala persona sobre su situación. Creo quecada uno ha de elegir qué contenidoquiere darle a su vida. Victor Franklseñala al respecto que “al hombre se lepuede arrebatan todo salvo una cosa: laúltima de las libertades humanas, la

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Belén Arija Gisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

elección de la actitud personal ante unconjunto de circunstancias para decidirsu propio camino” (Frankl: 69).

En mi experiencia con personassin hogar observo a menudo enmuchas personas la falta de metas, desentido, una profunda soledad y desi-lusión, un quedarse al borde del cami-no esperando a que algo suceda, algoajeno que dé la vuelta a su situación.Ante esto unos se anestesian, otros sedeprimen, otros se abandonan lenta-mente y esperan a que sea el apoyoexterno el que sustituya por entero supropio autoapoyo, e incluso en ocasio-nes ya no esperan ni siquiera eso por-que han pendido la esperanza. SegúnErikson “la esperanza es la primeray lamás indispensable de las virtudes inhe-rentes al hecho de estar vivo. Otros hanllamado confianza a esta profunda cua-lidad, y yo he utilizado este términopara referirme a la actitud psicosocialpositiva más temprana, pero para quela vida persista la esperanza debe man-tenerse, aún cuando la confianza sevea menoscabada” (Erikson, 1993:90>.

También observamos personasque han articulado su vida en torno adiferentes servicios y que muestranactitudes enormemente dependientesy muestran también muchas resisten-cias al cambio. En principio parece quesu pretensión es que los serviciossociales les garanticen las mínimascondiciones para su subsistencia.Observamos otras personas que, en elmomento en el que están, luchan pordar sentido a su vida y afianzar suseguridad; probablemente tengan unamenor fragilidad en los vínculos y apo-

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yos, más recursos personales. Estaspersonas si ven la provisionalidad de laayuda y pretenden abrirse camino enuna sociedad enormemente competiti-va y excluyente. En ningún momento senos puede olvidar que hay aspectosestructurales que no favorecen eldesa-rrollo de los individuos, por ejemplo lasituación del empleo (escasez y preca-riedad> y de la vivienda(precios abusi-vos, carencia de políticas sociales ade-cuadas, etc.). Aun así tengo que decirque no creo que debamos mirar a lagente desde tipologías cerradas, másbien mirarlas dentro de su momento.Afortunadamente el ser humano es unser en cambio. Creo que es más ade-cuado mirar a la persona en su momen-to del proceso, mirarlas no con expec-tativas sino con esperanza, sea cualsea su situación.

El cliente trae sus expectativas.Podrán ser muy altas o casi inexistentesen función de diversos factores: expe-riencias previas con servicios sociales,grado de ansiedad que le suscite susituación, expectativas que le hayangenerado otras personas sobre lascaracterísticas del servicio... Debemosestar atentos a sus expectativas y tam-bién tendremos que tener mucho cui-dado con la expectativas que nosotrosdepositamos sobre sus procesos, por-que la expectativa lleva aparejada cier-to grado de exigencia.

Para finalizar este breve apartadoquiero decir que la intervención con elcliente debe sujetarse a procesos másque a plazos. Decir proceso es decircamino y en el camino hay llanuras yprecipicios, desiertos y oasis, avances

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Belén Arija Gisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

y retrocesos. Estar en el proceso impli-ca también acompañar en las crisis quetengan las personas. Es absurdo ima-ginar que los caminos siempre han deseguir una línea recta hacia la autono-mía. La búsqueda de autonomía aca-rrea miedos, dudas contradicciones,incertidumbres. Quizá esto también losepamos por la vivencia de nuestrospropios procesos, porque como decía alinicio, lo que nos iguala es que todos,trabajadores sociales y clientes somospersonas y por ello todos estamosinmersos en nuestro propio procesovital.

12. Sistema profesional

Quisiera a partir de aquí poner lamirada en el profesional. Tendemoscomo decía al principio, por defensa ymiedo, también por la marcada influen-cia que el modelo médico ha tenido enel trabajo social, a analizar a las perso-nas que atendemos olvidándonos denuestra propia autoobsenvación. Noscuesta menos hablar de los demás quede nosotros mismos.

Creo que los profesionales ade-más de contar con nuestro bagaje ins-trumental, nuestros conocimientos téc-nicos y metodológicos, también conta-mos con nuestro carácter, nuestrahistoria de vida y por ello debemos serconscientes de que nuestras actitudesy sentimientos influyen y están presen-tes en la relación de ayuda. Es muyimportante tomar conciencia de nuestrainfluencia en la relación para poderlamanejar adecuadamente. Obviamentedependiendo del vínculo la influencia

puede ser mayor o menor pero en cual-quier caso creo que hay que conside-rarlo con seriedad.

Tanto los clientes como los traba-jadores sociales tenemos la capacidadde gozan y de padecer, podemos expe-rimentar las mismas emociones <eldolor, la rabia, la alegría, la impotencia,el miedo...). Esto puede parecer dema-siado obvio pero como nos dice la ges-talt lo obvio es importante ponerlo demanifiesto. No tener en cuenta la igual-dad en este aspecto nos habla en granmedida de temores que es lo que noslleva a adoptar posiciones de superiori-dad y por consiguiente a abusar denuestra autoridad.

En la misma línea decía M. Rich-mond que “la vida misma adquiere susignificación y su alcance (...> por lasgrandes experiencias comunes a todaslas razas: el nacimiento y la muerte, elafecto satisfecho y contrariado, los ries-gos y oportunidades que la existenciadiaria reserva a todos los seres huma-nos”.

A este respecto añade TeresaZamanillo que “en una sociedad alta-mente dualizada se va adquiriendocada vez más un sentimiento de desi-gualdad entre el profesional y el otro, elcliente, cuya representación en el planode lo simbólico la encontramos en la uti-lización de un lenguaje claramente dife-renciado en un ellos y un nosotros”(Zamanillo, 1999>.

Pon lo tanto hay algo que nosiguala y también hay algo que nos dife-rencia y es el rol-tarea. Tenemos res-ponsabilidades distintas, cada cual las

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Belén Arija Oisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

nuestras, nuestra tarea es tratar de ser-vir de ayuda. Pero esto no implica queseamos más o mejores personas quelos clientes.

Los profesionales venimos de unaexperiencia de vida determinada. Noshemos configurado un carácter.Tenemos, como nos dice la gestalt,situaciones inconclusas, no cerradas,heridas de nuestra historia. Somos fru-to de un proceso al cual en muchos delos casos no se le ha puesto concien-cia. Con sus actitudes, las personasnos tocan fibras sensibles y esto noshace responder desde nuestras caren-cias e ideales, nuestros miedos, nues-tros prejuicios y nuestras situaciones noresueltas. Por esto hablar de neutrali-dad en la relación es complejo. Al res-pecto señala López-Yarto que “Nadieque entra en contacto con otros es neu-tral. Peno sólo el que hace de su falta deneutralidad una situación consciente(...> permitirá a los que reciben su ayu-da y su guía la libertad de explotar conespontaneidad sus propias actitudes,opiniones y conductas,.:’ <López-Yarto,1997:211>.

1.3.1. Narcisismo y manejo delpoder

Annie Chevreux considera que “elmito de narciso simboliza el enamora-miento de la propia imagen, la incapa-cidad de madurar (no poder aman a otroser y unirse a él) (...) Entre las interpre-taciones del mito, José Luis Trecheraresalta la falta de conciencia de la pro-pia realidad y la negación del mundoexterior, un desinterés por el entorno

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que se traduce en falta de empatía”<Chevreux, 1998>. Afirma Lowen en lamisma línea que “los narcisistas mues-tran una falta de interés en los demás,peno igualmente son insensibles a suspropias necesidades reales” (Lowen,1987:33>.

Entendido así, creo que ningunode nosotros estamos libres de un cier-to grado de narcisismo. Se trata depoderlo ven para saberlo manejar.Señala Annie Chevreux que “en Gestaltmás que hablar de narcisismo se hablade un no estar en la actitud correcta, noestar en contacto con uno y por consi-guiente no estar con el otro (no podercomprender y acercarse a la realidaddel otro>. Se considera que el terapeu-ta narcisista es aquel que abusa de supoden. lnterpreta, diagnostica, invade elespacio del paciente, invalidándole ensu necesidad de desarrollar auto-apoyo.De este modo la persona queda anula-da- En el otro extremo estaría el tera-peuta confluyente <consentidor, com-placiente, el que nunca confronta> elexcesivamente empático, el que se anu-la a si mismo. Al erigirse ambos comosalvadores, representan las dos carasde una misma moneda, el exceso depermisividad del terapeuta excesiva-mente empatico puede ser entendidotambién como narcisismo, aunque setrate de un nancisimo más bondadoso yayudador” (Chevreux, 1998>.

Lo que se acaba de exponen sepuede aplicar a los trabajadores socia-les. Creo que todos nosotros si hace-mos el esfuerzo podemos recordarnosen alguna ocasión o confluyendo o exi-giendo, es decir sin vernos y sin ver, sin

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Belén Arija Gisberf Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

escucharnos y sin escuchar. Hay vecesque lo que nos sale es ser “madres”sobreprotectonas, otras veces ser“padres” autoritarios y exigentes, otrasveces abandonamos ignorando. Sonactos, en definitiva, cargados de narci-símo.

Sen trabajadora social me abocairremediablemente a reflexionan sobremis propias actitudes en el encuentrocon las personas. Entre otras cosascreo que es importante y enormemen-te necesario que reflexionemos sobre elpoder, sobre el manejo del poden en larelación. El abuso de poder y el narci-sismo tiene mucha relación entre si.

Es indudable que los trabajadoressociales tenemos poder. Como profe-sional, como trabajadora social tengo elpoder de decidir si voy a facilitar o no unrecurso, con la responsabilidad que esoconlíeva. Es un poder que me vienedado por la institución y que yo tengoque ejecutar, tengo el poder de intentarfavorecer un encuentro basado en laconfianza o crear más bien una relaciónpseudo policial Tengo el poden de haceruna derivación correctamente o demandar a a la persona a la deriva. ParaTeresa Zamanillo “la profesión del tra-bajo social es fiel y constante a su fun-ción de reproducción de los mecanis-mos de control social nacidos en lossiglos XVIII y XIX sobre las clases des-favorecidas; esto es, neutralizar la mise--ria y controlarla, no tratar de resolverla”(Zamanillo, 1997>. Venimos viendocómo muchas veces se ponen “pañoscalientes” para frenar la protesta de lagente, no interesa políticamente ni lamala prensa ni la rebeldía.

Por lo tanto, podemos caer en latrampa de asumir que nuestra misión escontrolar y de ahí que juguemos a utili-zar mal el poder. Podemos ponernos porencima, presuponiendo la incapacidaddel otro y anulándolo, purgando nues-tros complejos de inferioridad, salvando,imponiendo y controlando, siendo auto-ritarios, quedándonos impasibles antelas conductas autodestructivas.

Escuché decir a F. Peñarrubia,psicoterapeuta gestáltico, que el poderinterno es la afirmación de uno mismo,de lo que me gustaría o no me gusta-ría, de lo que puedo y no puedo haceru ofrecer, de lo que quiero y no quiero;y el poder externo alude a lo que vienedado desde fuera <si me eligen o no, simemandan, si me quitan o me dan unaayuda). Esta distinción es importantePO ue otorga responsabilidad a lasperbonas al considerar el poder interno.Esto implica que comprendamos quecorno profesionales tenemos, indepen-dieñtemente de la institución y de losclier~tes, nuestro propio poder.

Según García-Monge “El proble-ma del poder es la carrera fantásticahacia una pretendida omnipotencia. ‘Elseréis como dioses’, o la ambición de¡caro, nos hablan del desafortunadomanejo de esa pretendida omnipoten-cia. Esa fantasía de poderlo todo (desaberlo y controlarlo todo> desorientaun crecimiento personal medido con-creto y real” (1997: 86>.

La omnipotencia está vinculada aaspectos como la fantasía del ideal delyo y de la perfección, los mandatosinternos, el “debo ser’ y la consiguiente

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Belén Arija Gisbert Apuntes para una reflexión teórico-práctica de la relación de ayuda

super exigencia interna. Querer senomnipotentes es un legado que nosviene del narcisismo infantil y que nosimpide ver nuestras limitaciones y nues-tras capacidades con nitidez. En oca-siones me he visto, en la relación conlas personas, atrapada en esta omni-potencia creyéndome inconsciente-mente la salvadora del otro, movilizán-dome más que la propia persona. Endefinitiva, no era otra cosa que mi pro-pia necesidad de sentirme válida y tam-bién era una tapadera o compensaciónde mi propia impotencia. En el otro polode la omnipotencia está la fantasía dela impotencia que nos lleva a veces aadoptar actitudes cargadas de queja,desidia y pasividad o bien a actuar com-pulsivamente y sin conciencia.

Como decía antes el narcisismohay que observarlo, tomar concienciade cómo lo proyectamos y desde dón-de lo hacemos para así poderlo mane-jar evitando que afecte al cliente de unmodo negativo.

Aclarar el poden implica desvelarqué depende de nosotros y qué no, cuáles nuestro poder real y cómo lo mane-jamos, cuál es el poden de la persona.Hay trabajadores sociales que por tenerel poden de dar y quitan una ayuda seven en la legitimidad de invadir la inti-midad de las personas sin ningúnpudor, entran en las heridas hurgandoen los detalles con un talante morboso.No dejo de asombrarme y de irritarmecuando me entero de que a los clientes,sin tener graves problemas mentales,les controlan las cartillas bancarias ocontactan con sus familias en contra desu voluntad, o les hacen ahorran una

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parte del dinero del Ml a cambio deuna cama, entre otros ejemplos. Unacosa es confrontar a las personas y otracosa muy distinta es invadir Invadirimplica también establecer una relaciónen la que se coloca al cliente en unasituación infantil, presuponiendo deantemano su incapacidad. Se trata deponer conciencia al uso que hacemosde nuestro poder, debemos saber cuá-les son nuestras capacidades y limita-ciones, qué puedo y qué no puedohacer.

También es importante abordar lacuestión del poder en la relación deayuda. Dejar clara la relación. Comodecía, no somos sus amigos, ni susmadres”, ni sus “padres”, ni “policias”.

Somos profesionales que pretendemosapoyar un proceso de mejora, el proce-so del otro. Pon lo tanto debemos expli-citar para qué estamos ante el otro, cuáles nuestra intención; y a la vez esimportante que la persona exprese quéle supone la relación.

Tratan la relación y aclarar el po-der pasa por hablar, entre otras cosas,acerca de lo que le supone venir a laentrevista, qué espera de nosotros, quéle podemos ofrecen, dónde están nues-tros límites, donde están los suyos, aqué se condiciona la ayuda. Esto esponernos en una posición de igualdad,de vulnerabilidad, de transparencia.Optar por esta actitud puede producirtemores porque nos exponemos a quela persona nos diga que no le sirve larelación, o que se siente cansado devernos, o que no desea tocar ciertostemas, o que se siente interrogado yexigido, o que se ve en la obligación de

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dar explicaciones. Cneo que la confian-za se crea con la transparencia y a sertransparentes estamos poco acostum-brados, no sólo en la relación de ayudasino también en la vida cotidiana. Seria,como bien explica la gestalt, o comopropone el filósofo existencialistaM. Ruber, hacer explicito el yo-tú en elaquí y ahora. La transparencia noscuesta a todos, a profesionales y aclientes, pero creo que esta actitud esenormemente útil y ayuda a equilibrar elpoder Creo, además, que cuando hayun recurso por medio que conlíeva unaexigencia en la relación es aún másimportante hablar tanto del recurso, dela obligatoriedad, como del poder y delos sentimientos que se suscitan detodo ello.

En mi experiencia he comprobadocómo a veces expresar emociones vivi-das en el aquí y ahora ha servido paraaclarar aspectos de la relación, lo cualha posibilitado trabajan con más hones-tidad y realismo. Quiero aclarar bienesta cuestión para evitar mal entendi-dos y quiero instruirlo con un ejemplo.Comencé a atender a una persona.Mantuve dos entrevistas con él y yo per-cibía en el ambiente una gran tensión eincomodidad. Él se relacionaba conmi-go explicándome con detalle lo quehacía diariamente y justificando cons-tantemente en qué iba a emplear el Ml.Decidí poner de manifiesto la tensión ycontrastaría con él, esto facilitó quepudiéramos hablar de la relación. Él meconfesó que se sentía incómodo porqueen realidad no sabía de qué hablarmey qué sentido tenía venir a yerme.Había sido atendido anteriormente en

otro servicio y era la dinámica quedesarrollaba con la otra trabajadorasocial <justificarse>. Me confesó quepara él era muy duro tener que recurrira un servicio social, porque eso le evi-denciaba su sensación de fracaso,Comenzó a hablarme de su dolor, desus pérdidas. La expresión de la tensiónsirvió para poder aclarar la relación ypoder generan un encuentro de mayorproximidad y confianza. Pudimos co-menzar a abordar aspectos de su vidamuy dolorosos. Aclarar la relacióntantas veces como sea necesario ayu-da a trabajar con la persona con mayorconfianza y a la vez nos permite ver conclaridad lo que el otro puede y no pue-de dar y lo que está dispuesto a asumiry lo que no. Lo que planteo sé que noes tarea fácil pero creo a la vez que esalgo enormemente necesario. Estoimplica que nos bajemos del pedestalen el que nos hemos subimos al que-darnos atrapados en un rol excesiva-mente prepotente, en el cual el vinculoque se crea no es basado en la con-fianza y sien el control.

En este sentido, Carl Rogers nospropone con su enfoque centrado en lapersona una visión de la relación deayuda enormemente respetuosa(Rogers, 1961 y 1973). Por las limita-ciones de extensión no puedo detener-me en este punto pero sí quiero seña-lar que Rogers, al proponernos unasdeterminadas actitudes (empatía, acep-tación, y congruencia>, nos está mos-trando, a mi modo de ver, un talante ale-jado a priori del abuso de poder

Por lo tanto, en la relación de ayu-da tengo el poder de sen sincera o tram-

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posa, el poder de estar presente oausente, el poder de intentar servir deayuda o de manipular al otro. Tengo elpoder de elegir el uso que le voy a daral poder.

Para cerrar este apartado he dedecir que según el carácter manejamosel poder de diversas formas. Hay per-sonas enormemente dependientes quehipotecan su poder y su autoapoyo porla mirada y la dirección externa, no con-fían en sus capacidades. Otras perso-nas, en relación con la autoridad, semueven mejor en el dominio que en lasumisión. Otros desde la sumisión con-trolan. Hay gente que controla intelec-tualizando, los hay complacientes, com-bativos, rebeldes sutiles y abiertamen-te confrontativos e incluso violentos.Hay personas que tienen un gran con-flicto con los límites, se retiran por noinvadir y para que no les invadan, otrosen cambio no respetan los límites aje-nos y se relacionan invadiendo. Haypersonas que están mucho en la queja,la cual cumple dos funciones: deman-dar, agredir y generar impotencia,manipulan desde el victimismo. Todos,trabajadores sociales y clientes, mane-jamos de alguna manera el poder y laautoridad. ¿Cómo ejercemos la autori-dad y cómo nos relacionamos con laautoridad? ¿Cómo hacemos con elpoder?

1.3?2. Los miedos

García-Monge señala que “unode los peligros del ejercicio social delpoder es el autoritarismo. Es triste tenermiedo a alguien pero no lo es menos

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constatar que alguien se relaciona con-tigo sólo desde el miedo” (García-Monge, 1997: 82). Sabemos que estosucede a veces en la relación deayuda.

Como venimos observando, ayu-dar a generar autoapoyo implica dejar ala persona que elija su camino y confiaren que sea ella la que desbloquee suscapacidades para quererse y apoyarse.Podemos orientar desde su motivación,no desde la nuestra. Los objetivos sedeberán marcar en función del cliente.Como dijo en una conferencia T. Za-manillo: “se tiende a poner la mirada enel cliente con el afán de cambiarle apli-cándole unos objetivos que son real-mente más del Trabajador social, a losque el cliente se aviene —aunque nosiempre— por no perder la ayuda quese le ofrece:’ Hay veces que las perso-nas siguen nuestras recomendacionesy exigencias por temor a perder la ayu-da que les brindamos. Creo que esto enrealidad no es provocar cambios reales,sino modificaciones condicionadas portener o no tener una ayuda y esto nocreo que sea perdurable en el tiempo.

Hay veces que los temores sonnuestros, que la situación de las perso-nas nos crea ansiedad y temor, lo cualnos empuja a actuar sin conciencia.Voy a poner un ejemplo que nace de miexperiencia: Experimento con los pro-blemas físicos una ansiedad mayor quecon otro tipo de problemas. He podidodarme cuenta de cómo mi miedo aveces me ha llevado a actuar ante esosproblemas con ansiedad, movilizándo-me demasiado rápido o inhibiéndome ybloqueándome, en otros casos transmi-

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tiendo mi angustia a las personas. Creoque todos alguna vez hemos obradopor miedo, por nuestro propio miedo.Esto es lo peligroso, porque es cuandode¡amos de ver lo que nos sucede y ala vez perdemos la referencia de lo quele pasa al otro, dejamos de estar pre-sentes. Actuar con miedo es distinto,siendo conscientes de que el miedoestá y es ahí cuando podemos comen-zar a manejarlo- Norberto Levy define elmiedo como “la sensación de angustiaque se produce ante la percepción deuna amenaza o un peligro <..) esimportante aclarar que no existe algoque sea una amenaza en si misma.Siempre lo es para alguien y se consti-tuye como tal en función de los recur-sos que ese alguien tiene para enfren-tarla” -

El miedo, añade Levy, es unaemoción universal. Las creencias cultu-rales han generado y han convertido almiedo en una emoción indigna. Elnúcleo central de esta creencia es: elproblema es el miedo, no hay que sen-tirlo. El miedo no es el problema, el mie-do está indicando que existe un proble-ma (Levy, 1993:42-44>.

Nadie nos libra de algún miedo,miedo al silencio, miedo al conflicto,miedo al deterioro, miedo al vacio, mie-do a la locura, miedo al abandono, mie-do al dolor, miedo a dañar nuestra pro-pia imagen, miedo a reconocer que nosabemos qué hacer o qué decir, miedoa perder el control, miedo al caos, mie-do al rechazo, miedo a nuestra propiaagresividad, miedo al miedo. Es impor-tante que reconozcamos y aceptemosel miedo y que nos lo trabajemos, que

veamos lo que hay de nosotros en esetemor El miedo por lo tanto nos sirve enla vida para defendernos de peligrosreales, nos salva la vida; pero a vecesse convierte en algo que nos paraliza ynos desconecta o bien nos hace poner-nos “temerarios”al saltárnoslo por que-rerlo negar El miedo es pues una señalque hay que escuchar.

Quisiera en este apartado dedi-cado al miedo otorgarle unas líneas alvacío y al temor que creo que nos sus-cita. En el caso de las personas sinhogar observamos con frecuencia ungran vacío existencial. A veces obser-vamos que es un vacío infértil, enor-memente dañino para la persona, auto-punitivo; por ejemplo, el alcoholismo noasumido. En otros casos aparece unvacío fértil que es cuando la persona sesiente perdida y así lo asume, se dacuenta de que tiene miedo, de que nosabe qué hacer con su vida, y es en esa“tierna de nadie” donde puede surgiralgo nuevo. Hay veces que no podemospermanecer en sus vacíos porque nosinterpelan y nos tocan la fibra de nues-tros propios vacíos, apatías y carencias.El activismo ha marcado considerable-mente desde sus inicios al trabajosocial. La cultura del “hacer’ impregnala profesión. De todos es sabida la ten-dencia a poner a hacen al otro cosastales como un curso o un taller, porquesu inactividad nos cuestiona y nosasusta. Quizá no hayamos pensadoque el hecho de estar acompañando enel vacío y en el sinsentido puede serenormemente importante para las per-sonas. A veces ponerle nombre a laexperiencia es lo que la persona puede

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y quiere hacer. En ocasiones he escu-chado mi temor ante el vacío y creo quecon conciencia de este miedo se pue-de acompañar El peligro es forzar a lapersona a que haga cosas, para él sinsentido, porque su vacio nos dé miedo.Dice Rnaumgandner que “experimenta-mos un terror tremendo cuando senti-mos la nada. En nuestra cultura, la nadaes la inconsciencia, es el equivalente alvacío... Para evitar ese vacío llenamos elhueco artificialmente, con toda clase decompensaciones excesivas, con verbo-rrea.,.” (Rraumgardner, 1994:144).

1.33. Transferencia ycontratransferencia

Me parece importante dedicanunas breves líneas al tema de la trans-ferencia,

H. H. PerIman, una de las repre-sentantes de la escuela funcional decasos de Pensilvania, ya en los años 60introduce en su discurso términos psi-cológicos. Entre ellos incorpora los con-ceptos de transferencia y contratranste-rencía.

Blegen explica de un modo muyclaro estos términos en su libro sobretemas de psicología: “la transferencia serefiere a la actualización en la entrevis-ta de sentimientos, actitudes y conduc-tas inconscientes por parte del entre-vistado, que corresponden a pautas

HUe éste ha establecido en el curso deldesarrollo, especialmente en la relacióninterpersonal con su medio familiar. Sedistingue entre transferencia positiva ynegativa, peno ambas son siempre coe-

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xistentes <...) En la contratransferenciase incluyen todos los fenómenos queaparecen en el entrevistador, comoemergentes del campo psicológico quese configura en la entrevista, son las res-puestas del entrevistador a las manifes-taciones del entrevistado, el efecto quetiene sobre él” (Bleger, 1985:24-25).

Como personas que trabajamoscon personas y establecemos relacio-nes de ayuda vemos en los clientes asenes que nos han sido significativos.Percibimos muchas veces sin sercons-cientes actitudes que nos hacen revivirsituaciones pasadas. Transferimos yproyectamos a los clientes sentimien-tos, actitudes y conductas al igual quelo hacen ellos, En esas situaciones,como decia, la neutralidad se nos esca-pa porque si no somos conscientes denuestras transferencias y proyeccionesvamos a poner en los individuos aspec-tos de nuestra experiencia.A veces nosponen de manifiesto actitudes que nosresuenan a nuestras propias actitudesno aceptadas o a las de nuestros senessignificativos.

1.3.4, Algunas consideracionesfinales

Por lo tanto, en lo que venimosseñalando se trasluce que en la rela-ción de ayuda es tan importante escu-chan al cliente con empatía como escu-charnos a nosotros mismos. La escu-cha ha de hacerse hacia dentro y haciaafuera.

Señala Paco Peñarrubia que “sinla actitud adecuada, cualquier técnica

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se resiente por más profesional o pseu-do genuina que parezca” <Peñarnubia,íggg: 144>. En la misma línea ClaudioNaranjo dice que “cualquier libro puededescribir una técnica, pero una actituddebe ser transmitida por una persona(Naranjo, 1990:13).

Pon esto creo que es importanteque nos cuestionemos acerca de nues-tros sentimientos y actitudes. Podemospreguntarnos: ¿A quién me cuestaescuchar? ¿Qué me cuesta escuchar?¿Quién me produce rechazo? ¿Qué eslo que me produce rechazo? ¿A quiéncomplazco? ¿A quién temo? ¿Cuándome siento culpable? ¿Qué es lo que melleva a sentirme culpable? ¿Con quiénme engancho afectivamente? ¿Qué eslo que me lleva a engancharme?¿Cuándo y cómo me desconecto? ¿Aquién abandono? ¿A quién impongo?¿Qué me pasa a mi con la autoridad?¿A quién sustituyo? ¿Cómo respondoante la dependencia, las agresiones, elvacio, la impotencia? ¿Qué me pasacon mi agresividad, mi impotencia, midependencia o mi vacio? ¿Cómo memanejo con los límites? ¿Qué es lo queme lleva a responder así? ¿Por qué meempeño en abordar tal situación o ledoy tantísima importancia a este temay la persona apenas se lo da? ¿ Por quévivo con tanta ansiedad la situación deesta persona? ¿Me hago responsablede aspectos que no son de mi respon-sabilidad? ¿Cómo hago con mi narci-sismo? ¿Por qué a esta persona másque intentan entenderla me pongo acontrolarla? ¿Qué me pasa ami con sucaos? ¿Qué hay de mi historia? ¿Suelodecidir por el otro, cómo hago? ¿Qué

temas me suponen una amenaza? Yasí podemos seguir aumentando la lis-ta de preguntas. Se trata de que nospreguntemos qué hay de nosotros ycómo hacemos. A estas preguntaspuede responder cada uno desde suexperiencia. Creo que es enormemen-te sano que nos atrevamos a reposeenlas proyecciones que trasladamos aveces a nuestros clientes.

Por todo lo dicho, pensar que enuna relación de ayuda sólo se ha detener en cuenta al otro es dejar la mitaddel contexto sin atender, el análisis denosotros mismos. Kurt Lewin y otrosgestaltistas nos recuerdan que cuandonos excluimos del campo de interacción(tanto en la autoobsenvación como en lapresencia) se neunotiza al menos el50% de dicho campo.

De un modo u otro los profesio-nales debemos observan y observar-nos. Escuché una vez decir a una per-sona que los profesionales de ayudason los que menos se dejan ayudar. Lasupervisión es un instrumento muyvalioso para comprenden, para mejorarnuestro hacer y para cuidan nuestrasalud. Me produce cierta tristeza escu-chan cada vez con más frecuencia quealgunos trabajadores sociales se venabocados a cogerse bajas por stness ydepresión. A veces hacernos cango enexceso de los problemas de los indivi-duos nos ahoga. También es justo decirque hay instituciones (obviamente, for-madas por personas> que exprimen alos trabajadores y que adolecen másde enfermedad que de salud. Nuestraprofesión en si es duna porque nospone delante constantemente el dolor

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humano y esto nos remueve y noscuestiona, por ello con más motivo esimportante que nos cuidemos y quesepamos pedir apoyo cuando lo vea-mos necesario. Ni somos perfectos, niautosuficientes. Somos fuertes y a lavez somos frágiles, por tanto somossusceptibles también de necesitar ayu-da del exterior

A veces escucho que el trabajosocial está en decadencia, que es puragestión, mero control, que va perdiendoel sentido. Creo que esta afirmacióntiene su parte de verdad, pero tambiéncreo que existen muchos profesionalesque día a día desde su ámbito trabajanpara que estas ‘profecías” no se cum-plan y con un talante responsablesiguen contribuyendo a que la profesióndel trabajo social rescate una identidadbasada en el acompañamiento.

Quisiera terminar este trabajo conun hermoso cuento de EduardoGaleano, que para mi es símbolo deparadoja y de esperanza:

“Ella está en el horizonte. Meacerco dos pasos, ella se aleja dospasos. Camino diez pasos más y elhorizonte se corre diez pasos más allá.Pon mucho que yo camine, nunca laalcanzané. ¿Para qué sirve la utopía?Para eso sirve: para caminar.”

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