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Page 1: APU Principales Rasgos Formales en Campos de Castilla

I.E.S. SATURNINO MONTOJO

Lengua española y literatura

Eduardo Puertas Castaños

Principales rasgos formales en Campos de Castilla 1 de2

PRINCIPALES RASGOS FORMALES EN CAMPOS DE

CASTILLA

Quizá para fijarnos en los recursos formales que utiliza Machado en Campos de Castilla sea útil partir de

su definición de poesía: la poesía es la palabra esencial situada en el tiempo.

Creo que hay que entender esta definición de la siguiente manera: la poesía debe buscar lo esencial,

eliminando lo superficial y accesorio, pero la esencia de las cosas es temporal; incluso más, la

temporalidad es el elemento esencial de todas las cosas. La captación del tiempo, del momento, es la

tarea del poeta. Por eso su preferencia por Manrique, en cuyos versos está recogida para siempre la

pompa y la belleza de la corte de Juan II, tan efímera como el rocío de los prados -“¿Qué se hicieron las

damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos de

amadores? ¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían? ¿Qué se hizo aquel danzar,

aquellas ropas chapadas que traían?”-.

¿Cómo consigue Machado esa pretensión de atrapar la esencia temporal?

Tomemos como ejemplo el poema A José María Palacio. En este poema el poeta capta la honda

palpitación del alma en dos momentos: el tiempo feliz, enamorado y casado, en Soria y su añoranza

desconsolada en Baeza. Los procedimientos para transmitir esa palpitación son sutiles, casi invisibles.

Algún crítico ha hablado de minilocuencia (sería lo opuesto a la grandilocuencia, que es decir las cosas

de más). Machado casi no dice las cosas. Elimina la historia y deja toda la emoción. Ni Leonor ni su

muerte están mencionadas, y sólo al final se alude a ellas con la petición al buen amigo de que lleve

unas flores a su tumba, pero incluso esta última palabra también se elude –“al Espino donde está su

tierra”- ; y tampoco hay ninguna mención al dolor o a la añoranza; y, sin embargo, casi cada palabra del

poema está cargada de estas emociones. El procedimiento para lograrlo es sencillo (“minilocuente”),

todo el poema es la evocación y el recuerdo de un tiempo feliz perdido ya para siempre. Cada rasgo

evocado de la humilde y bella primavera soriana es una pregunta o una suposición sobre lo que ya no se

puede ver ni se podrá ver de la misma manera (la muerte de Leonor es irrevocable). A la emoción por su

belleza se añade el sentimiento por su pérdida irreparable. Todo el poema es la captación de un tiempo

perdido ya para siempre.

Esa esencia temporal que el poeta quiere captar es lo que hace que sus reflexiones sobre el paisaje o los

arranques emocionados ante su contemplación estén siempre cuidadosamente situadas en el tiempo y

junto a ellos suela darnos las circunstancias en que se producen: la contemplación después de una

fatigosa ascensión; el momento del atardecer, justo antes de que el paisaje huya del sol y se sumerja en

el asombro del planeta; un momento de evocación y el recuerdo antes de abandonar Soria para ir a

París...

Su preferencia por un símbolo como la tarde se justifica también por el intento de captar la

temporalidad. Esa situación en el atardecer de los paisajes cuando pronto, casi inmediatamente, van a

desaparecer cubiertos por la sombra de la noche, acentúa su ubicación en el tiempo.

La minilocuencia de la que hemos hablado es aplicable a todos los recursos formales empleados en

Campos de Castilla. Machado comienza siendo un poeta simbolista y modernista pero, aunque nunca

abandonará del todo ese punto de partida, va a llevar a cabo un proceso de depuración estilística,

buscando la sobriedad y la densidad, que va a alcanzar su culminación en Campos de Castilla.

Así, depura su simbolismo conservando sólo los símbolos disémicos, los más sutiles porque su

significado simbólico permanece oculto detrás de su significado realista. Un pequeño ejemplo (entre mil

posibles) de la sutileza con que pueden estar presentados los símbolos. En El hospicio toda una serie de

elementos sirven para asociar a este edificio con la muerte, el color negro de los vencejos que anidan en

él en verano y de las cornejas que cantan en él en las noches de invierno son uno de ellos pero Machado

ni siquiera lo nombra y deja que la sola mención de vencejos y cornejas lo traiga a la mente del lector.

También depura la lengua poética buscando esa esencialidad que junto a la temporalidad considera

definidoras de la poesía. Y en algunos pasajes llega a lo que se ha llamado un estilo nominal, apenas una

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Lengua española y literatura

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enumeración de frases sustantivas que, sin embargo, sabe cargar de emoción (ya hemos visto cómo lo

conseguía A José María Palacio):

“Y otra vez roca y roca, pedregales

desnudos y pelados serrijones,

la tierra de las águilas caudales,

malezas y jarales,

hierbas monteses, zarzas y cambrones.

¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!

¡Castilla, tus decrépitas ciudades!

¡La agria melancolía

que puebla tus sombrías soledades!

¡Castilla varonil, adusta tierra,

Castilla del desdén contra la suerte,

Castilla del dolor y de la guerra,

tierra inmortal, Castilla de la muerte!

Los recursos formales propios del modernismo no desaparecen pero nunca son utilizados como un mero

adorno. Algunos ejemplos (también entre mil posibles) de imágenes “bastante modernistas”: en Orillas

del Duero, la hermosa luna aparece como “un globo morado” en “un cárdeno cielo violeta”, el color

morado aparece tres veces pero es el color del luto que refuerza la idea de ese ir hacia la muerte de

Castilla. En el mismo poema el sol se identifica con un olifante, pero la extraña palabra se justifica por el

sueño del juglar que se va a mencionar inmediatamente; porque el olifante, junto con el turbante con el

que se identifican las nieves de la sierra, nos trae a la mente uno de los más célebres cantares de gesta,

el Cantar de Roldán.

En la métrica encontramos la misma depuración y vemos una preferencia por metros sencillos que se

repiten constantemente. Predomina la silva, pero con combinaciones de rimas sencillas –arromanzada o

subdividida en cuartetas-. También son frecuentes composiciones en octosílabos con algún pie

quebrado, también subdivididas en cuartetas. El modernismo perdura en el empleo de alejandrinos,

normalmente agrupados en serventesios o en pareados. Y también hay algunos romances.

Importantísimo por el intento que supone de revitalización del romancero es el largo romance La tierra

de Alvargonzález.