aproximaciones a la metafísica del cuerpo barroco … · ... al tiempo que estaba a las puertas de...
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Aproximaciones a la metafísica del cuerpo barroco colonial. Siglos XVII- XVIII. Approaches to the metaphysics of colonial baroque body. Seventeenth and eighteenth centuries.
Rayiv David Torres Sánchez Universidad de los Andes Candidato a Magíster en Filosofía e Historia. Correo electrónico: [email protected]; [email protected]
Resumen
El barroco suscitó una "retórica de lo
extraño", un paradigma de la escritura del
cuerpo, hubo una secuencia retórica que
fundó una serie de paradojas en la experiencia
mística del barroco. El problema barroco no
es la conclusión del pliegue sino su
prolongación, que todo lo aprehende y define
el pensamiento. Es el "cómo" que nos induce
al laberinto de las formas barrocas, y el
"dónde" que se inscribe en el cuerpo. A
continuación se desarrollarán los resultados
de la investigación titulada: "Mortificación y
Martirio en el barroco colonial.
Aproximaciones a una Metafísica del Cuerpo
Barroco. Siglos XVII y XVIII". La cual
abordó la interacción entre el cuerpo y las
imágenes, en el marco de la cultura barroca y
virreinal de los siglos XVII y XVIII.
Palabras Clave:
Cuerpo, imagen, mortificación, mística.
Abstract
The Baroque raised a "rhetoric of the
outsider", a paradigm of writing, there was a
sequence rhetoric which founded a series of
paradoxes in the mystical experience of the
baroque. The problem is not the conclusion
Baroque fold, but its extension, which defines
all apprehended and thought. It is the "how"
that leads us into the maze of baroque forms,
and "where" that is part of the body. Then
will develop research results entitled
"Mortification and Martyrdom in the colonial
baroque. Approximations to Metaphysics
Baroque Body. Seventeenth and eighteenth
centuries." will be developed. It addressed the
interaction between body and images as part
of culture and colonial baroque of the
seventeenth and eighteenth centuries.
Key Words:
Body, image, mortification, mystic.
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Introducción
Hacia el año de 1260, un ermitaño
inició una procesión de flagelantes,
suscitando una “epidemia de
remordimiento” entre la población de
Perugia, un acontecimiento que
estremeció la sociedad medieval, a raíz de
un grupo de penitentes que se extendió
hacia el sur de Roma y el norte hacia las
ciudades lombardas1. Las procesiones
eran cada vez más comunes en una
sociedad que atravesaba la hambruna y la
miseria, al tiempo que estaba a las puertas
de la peor peste que azolaría Europa a
comienzos del 1259. Por otra parte, la
población estaba divida en la guerra entre
los güelfos y gibelinos, originando una
miseria aún mayor, causando así la
desestabilidad total del orden público2.
Sin embargo, se esperaba que alrededor
del año de 1260 se cumpliera el año del
Apocalipsis, según las profecías
“pseudojoaquinistas”3
1Norman Cohn, En Pos Del Milenio. Revolucionarios Milenaristas y Anarquistas Místicos de la Edad Media Traducción. Ramón Alaix Busquets, Cecilia Bustamante, Julio Ortega. Vol. 293. (Madrid: Alianza Universidad Series, 1993), 127.
, sería entonces el
2 Cohn, En Pos Del Milenio, 128. 3 Cohn, En Pos Del Milenio, “Un cronista hace notar que durante las procesiones de flagelantes la gente se comportaba como si temieran que en castigo de sus pecados Dios fuera a destruirlos con un terremoto y con fuego de las alturas”.
comienzo de la “Tercera Edad”, la “Era
del Espíritu Santo”, que redimiría el
hambre, la peste y las guerras, por lo que
el auge del movimiento flagelante estaría
preparando el “cuerpo social” para el
Juicio definitivo4
Disuelto por la desolación y la
decepción, el movimiento flagelante
consolidado entre 1261-1262 desapareció
en Italia, pero reapareció al sur de
Alemania mediante los líderes italianos
que migraron a través de los Alpes y el
Rhin
.
5
4 Cohn, En Pos Del Milenio.
; allí las procesiones se llevaban a
cabo con velas, rituales y cantos,
especialmente en tiempos litúrgicos, y al
igual que en Italia, en Alemania también
se esperaba un tiempo apocalíptico
prometedor, pero a diferencia de los
pseudojoaquinistas, se distanciaron del
clero. Federico II sería el designado para
anunciar el reino milenario de los santos,
pero a su muerte, el movimiento
milenarista joaquinista, quedó reducido a
pobres y artesanos, lo que motivó una
fuerza revolucionaria inusitada, que dio
lugar a un movimiento anarquista, con
fundamentos místicos totalmente
divergentes de la iniciativa original, pero
también, separados radicalmente de la
5 Cohn, En Pos Del Milenio.
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Iglesia, lo que inspiró levantamientos
violentos que se prolongaron hasta la
segunda mitad del siglo XIV cuando el
papado de Aviñón, en coalición con el
arzobispado de Alemania, Polonia,
Francia, Inglaterra y Suecia6
Casi cuatrocientos años después
del auge y caída del movimiento
flagelante iniciado en Perugia, en la
Santafé de Bogotá del siglo XVII, en el
convento de El Carmen, las monjas
infligían dolor al cuerpo como ejercicio
de imitación, perfección, humildad,
sacrificio y obediencia, a la Orden del
Carmen, entre ellas, Francisca María del
Niño Jesús. Ella era definida por su
biógrafo Fray Pedro Pablo de Villamor,
como “enemiga de sí misma (…)
encarnaba un odio santo por su carne
enemiga doméstica de su propio espíritu,
y adversa al amor divino”
, dictó una
bula que daría final al extendido
movimiento, reduciéndolo a una práctica
aislada en las comunidades monásticas de
Camaldoli y Fonte Avellana hasta el siglo
XVI.
7
6 Cohn, En Pos Del Milenio, 140.
. Solía pedir
7 Pedro Pablo de Villamor, Vida y virtudes de la venerable madre Francisca María de el Niño Jesús, religiosa profesa en el Real Convento de Carmelitas. Compuesta por el muy Reverendo Padre Maestro Fray Pedro de Villamor, Religioso de la Caritativa Orden, y Hospitalidad de el Gran
que “quando muriesse arrojasen su cuerpo
al muladar, ò lugar inmundo en donde se
arrojan las inmundas basuras del el
monasterio”8
Padre San Juan de Dios. (Madrid: Biblioteca Nacional de Colombia, 1723), 27.
. Sin embargo, desde las más
altas cohortes de la sociedad hasta las más
humildes, asistieron a las exequias de la
venerable Francisca del Niño Jesús,
fallecida a mediados del año de 1708 en
una cama que fue necesaria adecuar para
quienes presenciaron su muerte, pues “era
su antiguo aderezo unas pieles de carnero,
y debaxo de ellas vnos leños; por abrigo
usaba una frazada, ò manta de aspera
lana, y, vn cilicio de cerdas, entre sí con
orden texidas; y por cabecera otro leño
(…) más le pudiera servir de
mortificación, que de descanso”. El
tormento, la agonía y la enfermedad,
fueron enclaves de la vida de sujetos que
cobraron fama de santidad entre la
sociedad barroca, cultura que extralimitó
los alcances de la operación estética del
barroco a través del cuerpo. El furor de la
mística occidental de la mano con el
disciplinamiento del cuerpo, coincidió
con el “nacimiento del Purgatorio”, y el
crepúsculo de la Inquisición durante el
siglo XIII lo que definiría el curso de la
construcción de “vidas edificantes”. Las
8 Villamor, Vida y virtudes, 340.
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actitudes místicas recordaban las vidas de
los “Padres del Desierto”, sujetos
venerables y santos populares, al igual
que los fundadores de las Órdenes
Mendicantes y regulares, especialmente
los Santos Mártires de la Iglesia, que
jugarían un papel primordial en la lectura
pública de los exempla y el origen de las
“leyendas áureas” en la baja edad media,
personajes que cobrarían una inmensa
importancia al trasladarse a la galería del
empíreo del mundo hispanoamericano.
Encontraremos que la mística
barroca, es el desenlace de una
transitoriedad en el mundo cristiano
occidental, pero también, un subterfugio
de una experiencia que atraviesa el
acontecimiento del cuerpo a través de la
exaltación y lo escenificación de una
tipología de la espiritualidad.
Entenderemos pues, que hay una poética
del espíritu, instaurando una tipificación
de la espiritualidad exterior que refracta la
interior, con rasgos metafóricos,
escriturísticos, y a veces transgresores del
orden hegemónico. El hilo conductor y
narrativo será el cuerpo barroco, y su
acontecer metafísico, la hermenéutica de
un “cuerpo ausente”, y las proporciones
estéticas que desbordan el discurso frente
a la interpretación de la alteridad, la
sujeción de la subjetividad barroca y la
identidad que interpela un “arte de la
memoria”.
Mística y Ascética:
Lo que el enemigo le traía ocultamente a
la imaginación lo veía con los ojos
corporales (…) Se le ponían delante de los
sentidos las sombras del abismo en figura
de hombres desnudos, jayanas lascivos y
objetos escandalosos… las disciplinas
corrían avenidas de sangre por su llagado
cuerpo” Francisco Pardo, Vida y virtudes
heroicas de la Madre María de Jesús9
Hay una identificación entre
“perfección”, santidad, y la vivencia de
una auténtica espiritualidad que “integra
todas las actividades humanas, y mueve a
la persona a tomar resoluciones y a
mantenerse en el proceso de
realizarlas.”
10
9 “Religiosa profesa en el convento de la limpia concepción de la Virgen María, Nuestra Señora en la Ciudad de los Ángeles, México”.
. Las obras y la fe tal y
como se concibe en la teología moral,
establece el fundamento de la “perfección
destacable”, en virtudes y dones llevadas
10 Beltrán Miguel Ángel Núñez, La oratoria sagrada de la época del barroco: doctrina, cultura y actitud ante la vida desde los sermones sevillanos del siglo XVII. (Sevilla: Universidad de Sevilla, 2000).
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a niveles que bordean un abismo que
extravía los límites11
Marta de la Encarnación de Puebla
de los Ángeles, utilizaba muchos recursos
explícitos que extremaban las
experiencias trascendentales, el jueves
santo de 1717 se “desvaneció nueve veces
durante cuarenta y ocho horas, “por los
suspiros que le dio el Señor en su Pasión,
luego se paró al instante con locura
graciosísima, y empezó a correr, gritar,
cantar, y llorar porque la llevaran con su
Santísimo, y con su niño, así estuvo dos
horas”
.
12. El martes amaneció con terribles
aflicciones, “y voz en cuello empezó a
decir pecados y manifestar vidas de
personas que conocía, aun los domésticos
de la casa y después reía por días
enteros”13
11 Antonio Rubial García, Profetisas y solitarios: espacios y mensajes de una religión dirigida por ermitaños y beatas laicos en las ciudades de Nueva España. (México: UNAM, 2006), 105.
. Marta sabía teatralizar los
tormentos, según Rubial tanto para
mostrar las torturas que el Demonio le
imponía, como para hacer patente su
ascetismo: “sobre los débiles palos de un
telar de manta, ligada en una extremidad
del cuello, y manos, y en la otra de los
pies”, doblaba su cuerpo en dos y
arrojaba por la boca relicarios, medallas,
12 Rubial, Profetisas y solitarios. 13 Rubial, Profetisas y solitarios.
agujas y fistoles. A veces portaba una
corona de espinas, se vendaba los ojos
con un cilicio de hierro, usaba otro en el
cuello, y sobre éste una ligadura de una
soga con que se ciñó todo el cuerpo, de
suerte que las ligaduras de los brazos
estaban tan oprimidas, que sobresalía la
carne de ellas”14
De forma similar, una carmelita de
Puebla de los Ángeles, María Manuela
Picazo, traía bajo su hábito cilicios y
disciplinas visibles, y pasaba veinte días
sin comer, y colgaba en su celda hieles de
carnero, “para mostrar que con ellas
condimentaba su escaso alimento. La
beata utilizaba trapos, “chamuscados en el
purgatorio”, calaveras y cruces para
predicar, y en la iglesia de Regina se
tiraba boca abajo en el piso para simular
que estaba en un arrobo que ella llamaba
flato, y usaba un perrito amaestrado para
que se le subiera arriba de la espalda”
.
15.
Este “misticismo” era para la Inquisición
la falsedad, y para el pueblo los síntomas
de su santidad16
14 Varios testimonios del juicio de Marta de la Encarnación 1718. AGN, Inquisición, vol. 788, primera parte, exp. 24, f. 143 r. y ss. Rubial, Profetisas y solitarios, 105.
.
15 Rubial, Profetisas y solitarios, 105. 16 Rubial, Profetisas y solitarios, 105.
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El sujeto ejemplar es un sujeto en
lucha, en busca de vencer su propia
naturaleza, al punto de emprender una
guerra en contra del “yo”. La mística y las
ascesis transmiten los modos de llevar el
sufrimiento, la amargura, cuya doctrina
implica la destrucción física, y el
aborrecimiento por el mundo. Lograr la
perfección es “purgar” el cuerpo
mortificándolo, emprendiendo la
búsqueda obsesiva y reiterativa por la
unidad con Dios, aspecto de la mística
occidental que emerge en la transición
entre la baja y alta edad media, con un
componente islámico evidente en la
literatura hispánica de ésta época, que
reaparece intermitentemente a través de
otros síntomas de la mística occidental.
Sin embargo, la salvación no se consuma
con la domesticación de los sentidos ni el
cuerpo, sino hay un proceso de
entendimiento, en clave trascendental que
sigue la ruta “iluminativa”, “purgativa” y
“unitiva” en equilibrio: “vía de salvación
que conduce a la sobrevaloración
ascética, al cual será propuesta como más
deseable y eficaz que la propia mística”17
En gran cantidad de hagiografías y
vidas ejemplares, la retórica de la
mortificación se ejemplifica de la
.
17 Rubial, Profetisas y solitarios.
siguiente manera: “Eran los silicios su
tesoro… las disciplinas continuas y con
gran fervor; y los demás instrumentos,
con que continuamente se mortificaba”
“La amargura de la disciplina, ayunos,
cilicios, mortificaciones i penitencias con
que viven más contentos” “Las cadenitas
en los días señalados de mortificación”
“…y esto sobre penitencias,
mortificaciones, vigilias, ayunos de todo
el año entero y muchos días a pan y agua,
en los viernes ni aun ésta recibía (…)
disciplinas, silicios, cruces con puntas de
azero en las espaldas, en el pecho, en la
cinta” “Cilicios, disciplinas, rallos,
cruzes, alambres, y cadenas, instrumentos
con que hizo valentías su espíritu (…)
para rendir y aprisionar en la cárcel de la
razón aun los amagos de la libertad en su
cuerpo delicado”. “Las disciplinas con
hierros, y con manojo de llaves, que le
abrían las espaldas.” “Siendo la cama un
corcho o zalea, sin más reparo de
abrigos.” “Comía la ceniça como pan.
Avíase hecho tanto a la mortificación del
gusto, que ya el paladar no distinguía
entre la ceniça y el manjar”18
Andrés Martín Melquiades colige
que son tres temas fundamentales de la
18 Citado en Núñez, La oratoria sagrada, Sermón 163.
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mística: “El Hombre”, “Dios”, y la
“unión entre ambos”, a lo que habría que
añadir fundamentalmente el cuerpo, como
eje concéntrico de la experiencia mística
y ascética, experiencia que sufre una
poética que define su esteticidad en el
barroco.
La mística considera la unidad
divina, (unitarismo también de raíces
islámicas), a través de la soledad y la
unidad. El estado contemplativo, es la
transformación, momento intersticial en
el que se produce la experiencia mística,
como el rapto, las revelaciones, las
levitaciones, letargos, pulsiones
histriónicas y éxtasis como a los que sor
María de Jesús:
Le venían en público, las monjas
por ese apetito de saber que en las mujeres
es natural como indefectible inclinación,
la picaban con agudos alfileres, la
pellizcaban en los brazos y la tiraban de la
ropa, sin que ella se diera cuenta de nada.
Al volver en sí quedaba molida en el
cuerpo… y avergonzada en el alma de ver
que le sucedían aquellos raptos en
público19
19 Clara Ayluardo García y Manuel Medina Ramos, Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano. (México: Universidad Iberoamericana, 1997), 105.
.
La mística a pesar de componer el
estamento último de la búsqueda de
perfección, no constituye la totalidad,
sino un último nivel que se alcanza
partiendo de la ascesis, con el fin de
merecer la salvación. A su vez, mediante
el mérito, la agudización de los
tormentos, la radicalización de la lucha
interior y finalmente la explicitación de la
espiritualidad interior a través de la
exterior, “llantos escandalosos, efluvios
amorosos, suspiros y risotadas seguidas
por prolongados silencios”, el manejo
corporal, la rigidez de los gestos o su
exageración, los tullimientos, la
enfermedad psicosomática como el mal
de corazón, según Rubial, posiblemente
como la conducencia pública de lo que se
espera de ellas20
La experiencia del cuerpo barroco,
se adhiere a lo que Michel de Certeau
designó la “Institución del sentido”, a su
vez, el “sentido”, como el “sentir-
experimental” y escrito dentro de la
Institución, escritura que demarca las
trasgresiones que se retorizan en la
escritura para la Institución que se adueña
de la experiencia virtuosa, de tal forma
que todo texto hagiográfico que circula en
el mundo eclesiástico, cuenta con el aval,
.
20 Rubial, Profetisas y solitarios, 12.
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la restricción y la potestad de la
Institución. “Las campañas eclesiásticas
del fin de la Edad Media desarrollan los
procedimientos que hacen “regresar” las
experiencias “místicas al campo de la
institución visible”21, mediante la
instauración del modelo confesional
bifurcado con la entrada del aparato
eclesiástico en “la vida privada” o
“exorcismo”, y cuando se manifiesta
públicamente en forma de “verdad”
oculta en las instituciones”: la bifurcación
consiste en la declaración y en la
exhibición, “las dos refuerzan la
representación eclesial, ya sea
minimizando lo visible que se le escapa, o
sea multiplicando las escenificaciones del
sentido”22. Hay un diálogo de confianza
en la “dirección espiritual”, que concierne
a los conventos, para el caso de los
dominicos, que sobrepasa “las lagunas del
discurso institucional (…) Murmullo en
las fronteras que lleva incansablemente lo
no dicho hacia autoridades y que insinúa
la legitimidad eclesial en los itinerarios o
las derivas de la experiencia privada”23
21 Michel De Certeau, La Fábula Mística. Siglos XVI-XVII, (México: Universidad Iberoamericana, 2004), 105.
.
22 De Certeau, La Fábula Mística, 105. 23 De Certeau, La FábulaMística, 107.
La experiencia trascendental,
atraviesa una poética de un cuerpo que se
“racionaliza a la fuerza”, que habla
coherentemente del acontecimiento que se
produce en el cuerpo, en el cual interfiere
la pluma hagiográfica y no habla del
“gusto impío”, sino del “gusto piadoso”,
tal y como el gozo fue enfermarse, y no
fue darse placer en la enfermedad. Toda
experiencia mística generó una reacción
social “todo lo que escapa al lenguaje de
una sociedad de ser recuperado para
ella”24. La escritura de la experiencia
barroca, tiene un referente que obedece a
un tiempo que produce los “lugares de
enunciación”, desde los que se habla de la
“sensación” o de la “letanía”, pero tanto
la “letanía”, como la “sensación”, la
“visión”, o incluso la enfermedad, son
experiencias que se desprendieron de una
“cultura dominante”. La sociedad barroca,
configuró aparatos conceptuales a merced
de la razón y el discurso en los albores de
la modernidad, “el médico, el psicólogo,
el cura etc.”, pues en el siglo XVII “la
política y la medicina imponen su ley al
decorado religioso”25
24 Michel De Certeau, “La Alteridad Diabólica”, Selecciones de Teología. Traducción y extracción Miguel Suñol. Volumen 15, no. 59 (Julio- Septiembre 1976)
. Sin embargo, hay
contingencias del tiempo histórico y fugas
25 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”.
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del “ordenamiento absolutista”, las
experiencias individuales, son accidentes
potenciales de la Institución, y el riesgo
de la pérdida de la potestad sobre los
sentidos. De esta manera, la teofanía
barroca aparece como un circuito
ambivalente entre la definición y la
explicación.
Existe una historicidad de la
experiencia, que se produce en el tiempo
del acontecimiento del cuerpo barroco. El
acontecimiento se produjo en la escritura
del cuerpo, en la pintura del cuerpo, y la
relación del sujeto con su cuerpo. Cuando
el cuerpo orbita en las contingencias de la
cultura, del mismo modo el profeta
conoce y predica en los términos de su
cultura. El cuerpo “acontece” en su
cultura: la “enfermedad”, “el martirio”, el
“arrebato”, son algunos de los síntomas
que edifican el cuerpo barroco. La
experiencia individual “se presenta como
peligrosa”, y es ahí donde comienza lo
“místico” de la experiencia, y el barroco
es la estetización retórica del cuerpo
místico, al igual que hay una
“invidualización de las prácticas (desde el
desarrollo de la confesión auricular hasta
las devociones personales (…) La cruzada
interior se dedica pues, a integrar de
nuevo esta vida “mística” en el aparato
eclesiástico”26
Cuerpo escriturístico
.
Los cuerpos individuales narran la historia
de las instituciones del sentido. El fin del
mundo es postulado por todas las poéticas
espirituales. Sus trayectorias luminosas y
arriesgadas marcan sus trazos una noche
(…).27
La experiencia del cuerpo
escriturístico, “se difunde como una
multiplicidad de relaciones entre la
conciencia y el espíritu sobre todos los
registros del lenguaje, de la acción, de la
memoria y de la creación”
28. El trabajo de
escribir, consiste en el “sufrimiento que le
impone la “fuerza”29, como se produjo en
el caso del Confesor Tapia y Josefa del
Castillo, a quien ella transfiere el deseo
como apego a la purga, llegando
enfermarse en su ausencia30. El encargo
de lo escrito entendido como “cuerpo
femenino herido por su consentimiento al
querer que lo significa”31
26 De Certeau, La Fábula Mística, 104
, que para el
27 De Certeau, La Fábula Mística, 104 28 Michel De Certeau, El lugar del otro. Historia religiosa y mística. edit. Luce Giard. trad. VictorGoldstein. (Katz Editores, 2007), 357. 29 De Certeau, La Fábula Mística, 226 30 Francisca Josefa De Castillo, Su vida, Volumen 239, (Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007), 166 31 De Certeau, La Fábula Mística, 226
34
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caso de Santa Teresa de Jesús exclama
“he aquí mi cuerpo escrito/herido por tu
deseo”32. “La confesión se insinúa en el
dédalo de las existencia, las interroga, las
hace hablar y de esto modo las exorciza
(…) La confesión mística funcionará
también como una respuesta a la demanda
insaciable de los clérigos33. La escritura
sobre la muerte, no concede un consuelo
ante la impotencia de la memoria, sino
como “la derrota de la palabra ante lo
inasible de la desaparición”34, la escritura
de un pasado con sentido, que oscila entre
la nostalgia y la reminiscencia que
concede un significado de desaparición35
La “experiencia”, era evidencia de
la “herejía” o los rasgos legítimos de la
“virtud”. El sujeto que se sumerge en la
experiencia barroca, se adhiere a la
“institución de los sentidos”, el ente que
clasifica las jerarquías del cuerpo, y
gobierna e instituye el sentido de la virtud
en la experiencia. La vida del ejemplar,
obedece a una narrativa barroca que
instituye un paradigma de la literatura
mística, cuyos acontecimientos vitales
.
32 Teresa De Jesús, Moradas del Castillo interior, VI. cap.5 en Obras completas, t. 2, (Madrid: VAC. 1954), 440. 33 De Certeau, La Fábula Mística, 105. 34 Jacques Derrida. Las muertes de Roland Barthes. (México: Taurus, 1998), 10. 35 Derrida, Las muertes de, 17.
relatan los rasgos de santidad, que van a
sobresalir en el mundo cristiano,
tipologías de una “vida santa”, de un
sujeto que destaca del colectivo. La
determinación de la espiritualidad interior
sobre la exterior, al igual que los
binomios de la cotidianidad colonial
como “arriba-abajo” “dentro-fuera”
“vicio-virtud”, designan los valores
discursivos que se insertan en los
imaginarios coloniales.
“Yo no sé lo que digo”36, la
embriaguez, el éxtasis y la visión,
bordean el abismo insólito que oscila
entre la locura y la razón, sumidas en un
letargo a veces incontrolable y peligroso,
donde la escenificación de lo otro se hace
posible, e incluso lo que es radicalmente
otro, llega a desprenderse de este mundo:
“hacía todas mis diligencias; me clavaba
alfileres en la boca y no los sentía, tiraba
a arrancarme los cabellos de la cabeza, y
me quedaba con la mano pendiente en
aquel letargo”37
36 De Certeau, La Fábula Mística, 440.
. El solipsismo de
coincidir en el vaciamiento de lo infinito,
como la experiencia de haber visto por sí
misma, sin mediación. “Una tortura a
37 Castillo y Guevara, Su vida, 144 en Jaime Humberto Borja. “Cuerpos Barrocos y Vidas Ejemplares: La Teatralidad de la autobiografía”. Fronteras de la Historia 7, (2002): 157.
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veces estar consigo, a veces un horror que
causaba tormento”38, una inclinación a la
desolación, como el drama lírico de un
“muero porque no muero porque tan alta
vida espero”, producto de la paradoja
lícita del dolor y el placer en un mismo
plano corporal. El repliegue en cautiverio
del mundo a través del hábito como
negación del cuerpo llamado a la
putrefacción39
El cautiverio del mundo,
entendido como “posición ascética”,
posición que confronta la posibilidad
escatológica del purgatorio. Atacar
continuamente la naturaleza del cuerpo
.
40,
en un tiempo “escénico” de la celda como
en Fray Francisco Salamanca, “modelo
exacerbado, a menudo inaccesible, que se
plantea para el uso de almas pías”41
38 Castillo y Guevara, Su vida, 144 en Borja “Cuerpos Barrocos”, 159.
, sin
embargo la experiencia interior se hace
experiencia de lo imposible “siendo lo
imposible aquello con lo que la
experiencia se hace y lo que la
39 Alain Corbin; Jean-Jacques Courtine y Georges Vigarello, Historia del Cuerpo. Vol. 2. De la Revolución Francesa a la Gran Guerra. (Madrid: Taurus Historia, 2005), 74-75. “(…) el cuerpo queda sepultado baxo la ropa como bajo sudario”. 40 Corbin; Courtine y Vigarello Historia del Cuerpo, 75. 41 Corbin; Courtine y Vigarello, Historia del Cuerpo.
constituye”42. La apología del sacrificio,
tiene anales estéticos que refractan las
actitudes de los cuerpos. La actitud del
cuerpo es consecuente con la estetización
ejemplar del cuerpo. La retórica corporal
se origina en el cuerpo de Cristo, la
pragmática cristológica conduce las
actitudes corporales hacia “la imitación
de Cristo” y “el menosprecio del mundo”.
La actitud del cuerpo barroco, es
sacrificial en tanto in-corpora la práctica
represiva y disciplinaria de la
mortificación. Existe un fundamento
retórico que involucra el martirio y la
mortificación como acontecimiento del
cuerpo, pues, el barroco es una herida, es
el significante intersticial de la sangre que
consagra, la persignación de la cruz43
42 Michel Foucault, “Prefacio a la Transgresión”. Critique, no. 195-196: Hommage à Georges Bataille, (1963): 751-769. En: Michel Foucault. Entre Filosofía y Literatura. Obras Esenciales-Vol.1. Op. Cit.,p. 177.
Per
istam Sanctam Crucem indulgeat mihi
Deus quid peccavi per oculos. “Por esta
Santa Cruz me perdone Dios lo que pequè
por los ojos, y a este modo en los demàs
sentidos”. Un illo tempore que consuma
el tiempo en el tiempo del sacramento de
la penitencia. La experiencia barroca es el
43 Pedro De Mercado S.J., “El cristiano virtuoso: con los actos de todas las virtudes que se hallan en la santidad”. Por Ioseph Fernandez de Buendía, (Madrid, 1672), f. 160. Libro IX.
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acontecimiento sensible que atraviesa el
enunciado disperso:
El modus loquendi, lo enunciable
sigue siendo herido por un indecible: una
voz atraviesa el texto, una pérdida
transgrede el orden ascético de la
producción, un gozo o un dolor gritan. El
trazo de una muerte se escribe en las
vitrinas de nuevas adquisiciones. Esos
ruidos, fragmentos de lo extraño, serían de
nuevo adjetivos, dispersos como formas
de recuerdos, y desorbitados, pero que
todavía se refieren a la figura sustantiva de
antaño que les proporciona la referencia y
el nombre de lo que ha desaparecido”44
La experiencia demoniaca
.
El Demonio instaura el mal y las
enfermedades del cuerpo social. Un hilo
conductor que revela todas las afluencias
de los vicios, y los abismos entre la
substancia del alma que arguye la
teología dogmática, y los “apetitos del
cuerpo”, cuya literalidad se explicita en la
espiritualidad barroca. Las formas
pictóricas toman prestadas las formas
literales de la teología, y nacen los
infiernos, los purgatorios, los juicios
finales y el Demonio. No porque antes el
Mal no hubiere pasado por un escenario.
Pasó y atraviesa muchos escenarios 44 De Certeau, La Fábula Mística, 96.
también ambiguos, pues el tormento
humano, es un escenario constante en la
tragedia histórica. El barroco es la
literalización necesaria de un mal
explícito, o de un “Corazón de Jesús”,
atravesado y coronado de espinas, cuya
sangre se derrama sobre las copas que
vienen a ser el mismo cáliz de la misa. La
cadena de significantes, configura una
literalidad que exalta el barroco, mediante
toda una impronta cristiana, amparada en
la eficacia de la palabra.
El Demonio encarna los vacíos
interpretativos y los márgenes de la
experiencia. Francisca del Niño Jesús,
monja de clausura del Convento del
Carmen de Santa Fe de Bogotá, quien
librara su lucha contra la posesión del
Demonio, fue consciente de sus virtudes
místicas y:
(…) permaneciendo humilde à vista de
los grandes dones, que recibia de Dios;
temia no se alzasse presumptuosa con
ellos; pero no obstante desconfiada de si
misma, viendo que los recogimientos
extaticos crecían, se atemorizaba recelosa
no fuesse engañada de el Demonio, y que
aquellos recogimientos que tenia, fuesen
ilusiones diabolicas : por lo qual clamaba
con lagrimas à Dios, pidiendole la librasse
de estos peligros, y la quitasse aquellas
37
Tiempo e Historia: Revista de Estudiantes ◊ ISNN 2344 – 8881 ◊ 1 (1): 25 - 60 ◊ Agosto - Diciembre 2012
suspensiones, y raptos, y se los
concediesse a quien lo merecia (…)45
Godínez sostiene que hay
misterios tan profundos, “visiones y
revelaciones tan ambiguas, raptos, y
extasis, que pueden provenir del demonio,
à donde las virtudes morales declinando
del medio por excesso y recesso pueden
ser visios: à donde la triaca de la Oracion
se puede convertir en veneno de
perdición: à donde las visiones pueden ser
ilusiones”
.
46
A Francisca del Niño Jesús:
.
La pareciò ser nuda cuenta todo lo
que la avia tenido de la infernal astucia,
los espantosos ahullidos, que la
amedrentaban, los temores, y dudas en que
agonizaba su espiritu, los desconsuelos, y
desamparos, que la afligian, pareciéndola,
que se le escondia el Divino Consolador; y
finalmente los agudos dolores, que
padreciò en la Cruz, à imitacionde el
Redemptor: no dexando en silencio los
dones, que de Dios recibiò. Virtudes que
exercitò en su correspondencia, y
penalidades de mortificacion, y penitencia,
que voluntariamente hizo, impelida de sus
45 De Villamor, Vida y virtudes de la venerable, 135. 46 Miguel Godínez (S.J), “Practica de la theologiamystica”. Ed. Juan Vejarano, 1682. (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2009), 172.
fervores. Oyendo el prudente Confessor,
en orden à la penitencia exterior, la
demasiada imprudencia, que tuvo en el
uso de extremadas penalidades corporales,
la reprehendiò amoroso, aconsejandola
(…) abrazando la abnegacion de sì
misma”47
Curiosamente Miguel Godínez arguye
que:
.
A vezes es muy liberal el demonio
en permitir, y aun en ayudar con mal fin el
exercicio de todas las virtudes exteriores
de abstinencias, cilicios, disciplinas, y
modestia: si con esto quita, impide ò
malea las virtudes interiores de la Fé,
Esperança, y Caridad, gusta mucho de
darnos devocion. El demonio, aunque sea
enemigo declarado de todos los hombre,
contra los que tratan de Oracion, y
perfeccion muestra mas su mailicia, y assi
por todas partes les procura molestar,
mayormente à gente melancolica, à quien
dálagrimas, consielo espiritual, devocion
sensible, docilidad en los actos naturales
de la voluntad, gana y fuerças para la
penitencia, cuyo fin en estas cosas es
impedirles exercicios de mayor
obligacion, perfeccion, y excelencia48
.
47Godínez, “Practica de”, 134. 48 Godínez, “Practica de”, 365.
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Anónimo Santa Rosa de Lima Siglos XVII-XVIII Basílica Catedral de Lima y Primada del Perú. Fotografía: Rayiv David Torres S.
A los principios que se entregó á
este rigor de vida, por sus largas vigilias
era muy combatida del sueño en la oracion
: para vencerlo se ponia sobre una gran
cruz de madera pendiente de ella con las
manos atadas, ó colgada de los cabellos á
un clavo de la pared sin tocar en la tierra,
sino con la estremidad y puntas de los pies
proseguia su oracion triunfando así
admirablemente del sueño. De estos
rigores de la Sta. Aprendan los que leen.
quan (…) ce cosa sea a una (…) mas que
de veras ama al Serñor pa(…)gar y morir
por el,.
Así reza la inscripción en la parte
inferior del lienzo de Santa Rosa de Lima,
ubicado en la pinacoteca de la Catedral
Primada de Lima.
La salvación o la condena se lleva
al cuerpo consigo, ya sea a la Gloria, o
sea al Purgatorio. La acción sobre el
cuerpo, es la acción contra el Demonio,
quien puede pasar intermitentemente de la
entidad a la idolatría, como el caso de
Bertrán. Su cuerpo puede ser la causa de
la idolatría, y a su vez el medio que
triunfa sobre la idolatría. Las tentaciones
se doblegan sobre la racionalización
instrumental de la violencia contra el
cuerpo. El “gusto”, el “placer”, la
“incomodidad”, o el “asco”, responden a
los márgenes discursivos producidos en
condiciones históricas específicas, donde
la teología dogmática jerarquiza y
clasifica los yerros del sujeto,
distinguiendo la salvación o la condena
que se lleva a cabo en el “Tercer Lugar”,
en la medida que el imaginario subyace a
la práctica.
La experiencia diabólica irrumpe
como una “alteración radical”49. Para el
caso de la posesión no se habla de la
irrupción de algo exterior, como en el
caso de Francisca del Niño Jesús, “lo que
se manifiesta es lo más fuerte de sí”50
49 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”, <<Algo que yo ignoro me altera, algo que no es yo me sobreviene siendo lo más fuerte en mi>>.
y a
la vez, pone a prueba lo más fuerte de sí .
Cuando se dice “yo no sé quién habla en
50 De Certeau. “La Alteridad Diabólica”.
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mí”, oscila la identidad del yo51. La
experiencia demoniaca es la heurística de
la “relación con otro”, siguiendo a De
Certeau, se encuentra bajo la forma de
una neutralidad, “de algo que no se sabe,
de un “ello” (…) La imposibilidad de
definir lo que se experimenta”52
El poseso es descrito en la
irrupción del Demonio, y el místico puede
escribir como irrumpe en el lugar del
Demonio: “el místico escribe,
abandonando una posición aislacionista,
inscribiendo su experiencia en una tarea,
perdiéndose en la “vida común”
sometiéndose al tiempo, a los límites,
aceptando la muerte”. Cuando místicos,
como Eckart y Silesius dicen “no soy ya
nada”, se pasa por lo “neutro” y lo
. La
irrupción del Demonio puede ser tan
radical, que “puede turbar la misma
existencia”, por ello, el sujeto barroco es
un sujeto en lucha, y lo arroja a un estado
de relación “a otro”. En De Certeau la
experiencia mística, poética y diabólica,
se basa en una alteración radical, y niega
la posibilidad de ser escrita y ahí radica la
diferencia entre la experiencia mística y la
experiencia demoniaca.
51 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”. 52 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”.
“ajeno”53. La experiencia demoniaca se
ausenta de la historia, trasladando el
trabajo histórico a una experiencia
singular, mientras que el místico
establece la relación posible con la
muerte54. “La experiencia diabólica no se
escribe a no ser para renegar de ella,
atestiguando con ello su curación”55. La
experiencia mística, barroca, y
demoniaca, pasan por la transgresión y un
exceso. El siglo XVII determina la
relación “entre las estructuras concretas
del mundo” y Dios -Principio-Causa del
Mundo-, en ese sentido, se establecen las
vías en la sociedad de movimiento hacia
Dios56
La Celda de la Merced. “Gymnasivm
Patientiae”:
. El barroco instaura el vínculo
entre la poética del espíritu y el sujeto del
barroco.
Lo que se formula como rechazo del
“cuerpo” o del “mundo”, la lucha ascética,
ruptura profética, no es sino la elucidación
necesaria y preliminar de un cuerpo al
53 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”. 54 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”. 55 De Certeau, “La Alteridad Diabólica”. 56 “Dios excedía los cauces y los límites de una tarea, de una sociedad, de una política (…) se trataba simultáneamente de un tránsito y de un exceso”. De Certeau, “La Alteridad Diabólica”.
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espíritu, de “encarnar” el discurso y de dar
lugar a una verdad.57
Michel de Certeau
Francisco de Salamanca nació en
la Villa de Oruro en el año 166058. Muy
poco se sabe acerca de su vida, pero
probablemente se ordenaría bajo la regla
de la Merced en Oruro o en la Paz59. La
Orden lo enviaría a Cuzco en 1695 y
algún tiempo después, el padre Provincial
de la Merced de Cuzco, pidió el grado de
Maestro en Teología para Fray Francisco
Salamanca, quien: “aunque no ha
cumplido los años de lectura para el grado
es un ingenio grande acompañado de tan
singular virtud, que es el ejemplo en toda
esta ciudad…”60. La carrera exitosa del
padre Salamanca, lo conduce en 1711
como Examinador y Dirimidor Sinodal
del obispado de la ciudad del Cuzco61
57 De Certeau, La Fábula Mística, 98.
. La
58 Teresa De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco de Salamanca, pintor orureño del siglo XVIII, (Texas: Universidad de Texas. Benson Latinamerican Institute, 1962), 7. 59 De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco 60 Carta del Padre Juan Manuel de León al Padre General de la Merced. La carta está fechada en 16 de Mayo de 1695 en el Cuzco. Se halla entre un grupo de documentos mercedarios y libros de definitorio que posee la HispanicSociety de New York. Documento citado por Teresa Gisbert y José de Mesa en: De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 7. 61 Libro del Capítulo de la Provincia de la Merced del Cuzco. HispanicSociety de Nueva York citado
documentación de la orden mercedaria,
colige que su fama se incrementaba fuera
de Ciudad del Cuzco, y en 1717, es
nombrado Catedrático de la Universidad
de Huamanga, para luego regresar a
Cuzco por el resto de su vida.
A pesar de la escasez fuentes
documentales sobre la vida del padre
Salamanca, existe un documento
perteneciente al Padre Francisco Miranda
Valcarcel y Peralta, en su “Crónica de
esta provincia del Cuzco 1650-1707”62
donde refiere que: “El Rdo. Pe. Mtro Fray
Franco. De Salamanca, portenso,
theólogo, grande estudiante y mucho
mayor sabio en la mayor ciencia de el
temor de Dios… tan sapiente conbiene en
la inocencia con su virginidad (…) es
natural de la villa de Oruro que con ser
mineral de plata, produce ingenios de oro
(…)”63
por Teresa Gisbert y José de Mesa en: De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 7.
. Según la tradición, el Padre Fray
Francisco de Salamanca vivió la mayor
parte de su vida en la celda del Convento
de la Merced de Cuzco. Solía salir de su
celda solamente los viernes en la noche,
cargando una cruz en sus espaldas entre
los espacios del convento, y se asevera
62 Manuscrito en la Biblioteca de la Merced del Cuzco. En: De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 9. 63 De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 9.
41
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que repartía pan entre los pobres que se
acercaban al ventanal de su celda64
El Padre Salamanca además de
asceta, fue un humanista integral; en su
celda se conserva un órgano con el que
componía villancicos, al tiempo que
escribió varias sentencias latinas y
castellanas que sugieren las tendencias
literarias del Padre Salamanca en su
oratorio. La celda fue descubierta hace
relativamente muy poco, y el Convento,
ubicado en diagonal a la Plaza de Armas
de Cuzco, fue restaurado y abierto al
público muy recientemente, a diferencia
del Colegio Mayor de la Merced, en
funcionamiento hace más de cuatro
siglos. Sin embargo, la celda del Padre
Salamanca, fue preservada y tapiada
desde su muerte, por lo que las pinturas se
conservaron intactas hasta nuestros días.
.
El conjunto pictórico de la obra
del Padre Salamanca, resulta
probablemente, una serie muy particular
para la iconografía del barroco del sur
andino. La Celda se encuentra trazada en
forma de cruz latina, y las pinturas cubren
las paredes, desde el suelo hasta la
cubierta. El eje temático se distribuye de
la siguiente forma, siguiendo los
64 De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 11.
parámetros de Teresa Gisbert y José de
Mesa:
1. El Zaguán se consagra a la pintura
de la “prudencia”, la “paciencia” y la
“fortaleza”.
2. En el zócalo, se representan santos
mártires crucificados, de la Orden
Mercedaria.
3. El Dormitorio se consagró a la
infancia de Cristo. La Gloria y el Paraíso.
4. Una sala de penitencia que
alegoriza los Novísimos del hombre,
representa la muerte, y santos de la Orden
de la Merced.
En la obra de Salamanca, Teresa
Gisbert y José de Mesa, aducen que en el
conjunto se “contempla un hálito del
Renacimiento florentino… la pintura se
desarrolla en dos planos… No sólo se ve
en Salamanca un dibujante suelto, en
plena posesión del oficio, sino que el
artista se adueña de la retina del
espectador con la plenitud de su paleta
fría de azules, grises y verdes salpicada de
ráfagas de brillantes carmines de
bermellones65
65 De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 13.
”. Aunque la pintura de la
celda, responde a esquemas de
producción sobre los Novísimos, los
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Tiempo e Historia: Revista de Estudiantes ◊ ISNN 2344 – 8881 ◊ 1 (1): 25 - 60 ◊ Agosto - Diciembre 2012
Cielos, y los Infiernos, la pintura en sí
misma, es un contrapunto de la vida del
Padre Salamanca, es la expresión del
mundo interior, y la ascesis de un monje
mercedario que se consagró a la
contemplación y la penitencia. Las
puertas de la celda, son el descenso a las
dimensiones alegóricas de un teatro, que
se plasmó en tamaño natural, a modo de
escenificación plena.
La “allegoría in verbis” y la
“allegoría in factis”, fueron distinciones
formuladas entre la Antigüedad Tardía y
la Alta Edad Media, para designar dos
clases de símbolos: “Signa naturalia” y
“Signa propia”, medios para rubricar las
cosas que designan otra cosa “y que han
sido instituidas para significar”66: “cosas,
personas, nombres, lugares, tiempos y
gestos”67, del modo en que la “allegoria
in verbis”, funciona como metáfora y
designa referentes discursivos. Por otra
parte la “allegoria in factis”, establece
“semejanzas”, “reales y estables, que son
necesarias para validar un simbolismo
histórico entre hechos y
acontecimientos”68
66 De Certeau, La Fábula Mística, 110.
, tal y como las uvas
67 De Certeau, La Fábula Mística. 68 De Certeau, La Fábula Mística, 112.
remiten al vino de la “Alianza Nueva y
Eterna” y designa “Éste es Mi Cuerpo”.
La alegoría (in factis) estipula la
“cualidad”, que vincula la metafísica con
la sustancia, “cualidades” relativas a la
teología, al tiempo y la metafísica69. La
celda constituye una galería de series de
alegorías barrocas, en una lógica
pedagógica que exterioriza el mensaje
moral. La representación de las alegorías,
se da en claves muy puntuales en planos
vitales, apelando a la “Allegoria
theologica”: “Para que un acontecimiento
designe a otro que se convierte en su
“figura” (…) “”Con un mismo gesto crea
las cosas y las dispone en secuencias,
como el escritor ordena las relaciones
entre sus palabras””70
69 De Certeau, La Fábula Mística.
. El diseño plástico
interactúa con la cosmogonía interior de
Salamanca, quien dedicó el final de sus
días, al ejercicio de recrear, imaginar y
experimentar el Infierno: La allegoria
spiritualis, cumple un circuito en la
cámara, haciendo memoria de los
“Circumdederum-me, Dolores Inferni”
“Me ocurren a Mí los dolores del
Infierno”. El dosel del infierno inscribe:
“MEMORARE NOVISIMA TVA
ETERNUM NON PECAVIS”. “El arte de
70 De Certeau, La Fábula Mística, 111.
43
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hablar” es la retórica de Dios”, “la
teología tendría como función y como
privilegio conocer esta retórica. Por eso
sólo es posible a un pensamiento capaz de
ponerse “dentro del punto de vista” de
Dios. Quien hace del mundo su
discurso”71
El simbolismo, como eje
problemático central de la mística,
establece la cronología “alegórica” “in
factis”, como “la diferencia entre un antes
y un después”
.
72 que “condiciona la
institución de un hecho en “alegoría” de
lo otro73. La temporalización de la
alegoría es, por lo demás, la “verdadera
especificidad de la exégesis cristiana (…)
La transformación de los hechos en
signos es el efecto de acontecimientos
subsecuentes, y por consiguiente está
ligada a la constitución de secuencias
temporales”74
71 De Certeau, La Fábula Mística, 111.
. La experiencia mística en
Salamanca, tipifica un caso singular en la
cultura barroca americana. Es una
experiencia que atraviesa
transversalmente el plano estético del
barroco y del cuerpo a la vez. Se produce
72 De Certeau, La Fábula Mística. 73 De Certeau, La Fábula Mística. 74 Jean Pépin, Mythe et allégorie. Les origines grecques et les contestaionsjedéo-chrétiennes. (Paris: Aubier, 1958), 478. Citado en: De Certeau, La Fábula Mística, 111.
una conjunción absoluta entre la mirada y
el eje concéntrico del cuerpo místico, que
somatiza toda la experiencia mística
occidental, desde los albores del
cristianismo, hasta la cultura
postridentina, y origina una experiencia
conjunta entre el cuerpo y la imagen.
Existe una extroversión de las
preocupaciones de la mística cristiana a
través de la representación de la
cosmología individual en Salamanca, a
pesar de la ingenuidad de los trazos, que
no obstante, caracterizan el mundo en
imágenes del barroco andino, y que
enmarca el intersticio de la representación
de lo irrepresentable. Es ahí donde se
produce la “paradoja del “momento
místico” que remite a una historia (…) Lo
que se impone es algo que ya se dijo en
otra parte y se dirá de otro modo, que
rechaza de sí el privilegio de un presente
y remite a otras marcas pasadas o
venideras. La Huella perdida, ligada con
encuentros, aprendizajes, lecturas,
extiende la resquebrajadura de una
Ausencia o de una Presencia en toda la
red de los signos acostumbrados, que
resultan poco a poco incomprendidos.”75
75 Michel De Certeau, El lugar del otro. Historia religiosa y mística. (Madrid: Katz Editores, 2007), 357.
.
44
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Por ello: “El acontecimiento no puede ser
reducido a su forma inicial”, el santo
instituye la alegoría histórica sobre la que
se despliega el “discurso y las conductas
místicas”, que no se reducen a la
repetición por la repetición76
“Una vida
mística se inaugura cuando recupera sus
arraigos y su extrañamiento en la vida
común, cuando sigue descubriendo bajo
otros modos lo que se presentó una
primera vez”.
“AverteOculosmeosneVideuntVanitatem” “Mis ojos no se tornan a ver la vanidad”.
Fray Francisco de Salamanca Representación del V.P. Visente Penitente Convento de la Merced. Cuzco –Perú Fotografía: Rayiv David Torres S. 2011. 76 De Certeau, El lugar del otro.
Los dos caminos del hombre se
bifurcan, el penitente que carga la cruz de
Cristo, imitando a Cristo, y es conducido
a las puertas del cielo haciendo caso
omiso de la música que tañen los que
están a las puertas del Infierno.
“Spaciosaestvia que Dvcxit at Mortem
Arta et angusta est via Dvcxit at Via at
Vita” “Amplia es la vía que conduce a la
muerte y muy angosta es la vía a la
Vida”.
Fray Francisco de Salamanca Convento de La Merced. Cuzco Fotografía: Rayiv David Torres S. 2011
“Omnes Morimu QVOTIDIE Morir”
“Todos morimos, cada día muero”77
77 Los ventanales salientes de las dos cámaras, tanto del dormitorio como el oratorio, refractan la luz natural que entra del exterior. La parte inferior del oratorio, tiene un reclinatorio, probablemente para la flagelación.
.
45
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Fray Francisco de Salamanca Cámara de Penitencia Convento de La Merced. Cuzco Fotografía: Rayiv David Torres S. 2009
El “lugar de la memoria”, parte de
un plano ontológico, que interpela un
plano escénico. La escenificación se
produce a través de la imagen como
interpelación del “cuerpo otro”, que
deviene categorías trascendentales en un
plano existencial. El exvoto, el sacrificio,
y el ritual, constituyen un sistema de
“categorías trascendentales”, tipificadas
en este caso con el “exvoto del cuerpo”,
el “sacrificio del cuerpo”, y en la
“ritualización del cuerpo”, ello constituye
la “praxis in situ”, como práctica de una
cosmogonía anclada al cuerpo del
espacio, dado que la práctica está
vinculada a la consagración del espacio, y
a la legitimación del espacio; por ende se
establece una jerarquización de las
actitudes del cuerpo que se ritualiza en un
espacio hierático.
La celda es el resultado de una
heterotopía, que se origina en la
escenificación del cuerpo, la heterotopía
está destinada a la trascendencia de un
cuerpo que se arroja a la experiencia,
oponiendo radicalmente la utopía del
cuerpo barroco. El “no-lugar” del mundo,
se traslada al lugar teatral barroco. La
ruptura marginal, y las contingencias
accidentales de la cultura barroca,
controvierten los dinamismos totalizantes
del “cuerpo de la Institución”, y los
separa en la interiorización interpretativa
del sacrificio, del ritual, y la retórica de
un cuerpo que interpela otros cuerpos
cuando el cuerpo se hace condición de la
experiencia.
El infierno aparece como la escena
fecunda, para delimitar los tres espacios
en que se formula un cuerpo místico. La
proliferación de las formas barrocas
conducen al despliegue estético del
cuerpo que se consagra para la muerte, de
forma que la celda del Padre Salamanca,
es un inmenso simulacro, un simulacro de
muerte, y el más allá de la muerte, de tal
modo, que invita a recordar, se interpela a
sí mismo a recordar la inminencia
mortuoria (memento mori) y el “dolor
46
Tiempo e Historia: Revista de Estudiantes ◊ ISNN 2344 – 8881 ◊ 1 (1): 25 - 60 ◊ Agosto - Diciembre 2012
eterno” (Dolores Iinferni). La eternidad y
el dolor están anclados en la cámara del
infierno de Salamanca, la escenificación
de lo exterior interpela la ascesis interior,
remitiendo sujetos ejemplares como San
Antonio de Padua y San Pedro Nolasco.
La contemplación de la Cruz, es la
contemplación del vértice que llama al
sacrificio del cuerpo, por ello se
distribuye el espacio comenzando por el
valor de la “paciencia”. Cargar la cruz, es
la organización temporal del sujeto, que
comienza por el disciplinamiento corporal
del sujeto, el cristianismo es la
temporalidad de los sujetos, la
distribución racional del tiempo y el
espacio a partir de los cuerpos, de ahí que
para los humanistas del siglo XVI como
Giordano Bruno, el Cosmos es a la
medida del Cuerpo y el Cuerpo es a la
medida del cosmos, y sería Giordano
Bruno quien buscaría la proporción del
Universo a la medida del cuerpo en el
espacio, a lo que habría que agregar, que
tanto Giordano Bruno como Athanasius
Kircher S.J. en el siglo XVII estarían
vinculados al simbolismo hermético, a su
vez vinculado al “Arte de la Memoria”78
78 Frances Yates, El arte de la memoria, (Madrid: Taurus, 1974), 117-119.
.
La celda constituye un espacio del
que no se debe salir para no olvidar el
“lugar de la memoria”. La celda de
Salamanca es el “horror vacui” por
excelencia, pero no un simple
vaciamiento estético, que no deja lugar al
vacío, sino la configuración de un
“mundo otro” a la medida de un cuerpo,
del repliegue en cautiverio del mundo,
clausura voluntaria que aísla del ruido
exterior, por esta razón, no basta recluirse
en un convento. Para la mística genuina,
ni el convento ni la celda constituyen la
extensión vital del cuerpo místico, la
muerte es el tránsito de un cuerpo santo
que conmociona el cuerpo social en un
plano vital, y revoluciona los sentidos
metafísicos del cuerpo metafórico. “Las
congregaciones constituyen iglesias en
miniatura (…) laboratorios donde se
establece la reconciliación del cuerpo
social y la vida mística, no por ello dejan
de representar, entre la administración
eclesiástica y las colectividades seculares,
a instituciones paralelas que duplican la
forma eclesial”79
79 De Certeau, La Fábula Mística, 106.
, a raíz de ello se
produce una escisión entre la mística y la
Iglesia. La congregación produce un
cuerpo transparente, un cuerpo que
visibiliza de acuerdo a “la vida apostólica
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primitiva”, que a su vez se vincula al
martirio, y a la “pobreza individual”
como el franciscano fabrica “un cuerpo
que predique sin hablar y que al circular
dé a ver aquello que lo habita”80
El santo será reclamado por la
sociedad a la que pertenece. El ideal de
perfección, persiste a través de los siglos,
y la obsesión por la perfección supervive
en la preservación de los cuerpos, en la
edificación de un “cuerpo místico”, como
la búsqueda de un “cuerpo ausente”, en
tanto se difumina en la brecha entre el
“cuerpo glorioso” y el “cuerpo doloroso”.
.
Apéndice:
Los restos del Padre Salamanca
fueron encontrados a mediados del siglo
pasado en las bóvedas, detrás del altar de
la Virgen de Dolores en el Convento de la
Merced en Cuzco, “descansaban en un
ataúd forrado de seda negra”81
80 De Certeau, La Fábula Mística, 106-107.
. El Padre
81 Diario el Comercio de Lima: “En el interior del ataúd que estaba forrado de seda negra fue encontrado un esqueleto que pertenece según se asegura Fray Francisco de Salamanca natural de Cochabamba (sic), que se recluyó en su celda durante los último años de su existencia. Allí dice la historia, pintaba cuadros relacionados con la vida de Cristo y escenas del Infierno y del Purgatorio”. Todos estos cuadros los pintaba en la oscuridad…” Citado en: De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 9.
Salamanca murió en febrero de 1737 en
su celda a la edad de 77 años.
La fecha de la muerte del Padre
Salamanca aparece en un cuadro que
posiblemente se pintó en ocasión de su
deceso. Se trata de una Circuncisión y en
el costado izquierdo aparece el retrato del
religioso orureño arrodillado en actitud
orante. El rostro parece tomado de una
mascarilla de difunto. En un medallón
adjunto se lee: “El P. Maestro Fr.
Francisco Salamanca, murió en este
conbento de edad de 70 a. a 24 de Febrero
de 173782
Conclusiones
.
Hasta este punto, se ha trazado un
bosquejo del horizonte que nos acerca a la
exploración de la metafísica del cuerpo
barroco. Las fronteras de este horizonte
histórico, sobre la mística del barroco
andino, resultan aún esotéricas a la razón
del discurso y más bien, dibujan los
contornos fragmentarios de un cuerpo en
su sacrificio, inscrito en su estructura
simbólica. Muchos de los rasgos de la
edificación del cuerpo místico, se
extravían de la “hegemonía del espíritu”.
La escritura de las interioridades de los
sujetos, la experiencia sobrenatural, la
enfermedad y el martirio, nos bosquejó el 82 De Mesa José y Gisbert, Fray Francisco, 9.
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principio del “significante trascendente e
intersticial” en la herida. Los enclaves de
la experiencia barroca, dan cuenta de la
prolongación del pliegue en la paradoja
del sacrificio y el ritual. La
fenomenología de la experiencia,
atraviesa una operación estética del
cuerpo, propiciando la producción de
sujetos ejemplares retratados en la
“memoria social” del barroco,
instaurando así, un “lugar estético” que
amparó la religión y la subjetividad en
planos convergentes.
La mística barroca en el mundo
andino, fue el subterfugio del alma que
podía alojarse en la “eficacia” de la
palabra, y la ambigüedad del discurso
acerca del cuerpo, originando así, lugares
de enunciación y lugares de producción.
La fuga del ordenamiento espiritual,
supuso la creación de metáforas como
refugios de la retórica de espiritualidades
interiores, que dejan interrogantes
abiertas. En el caso del Padre Francisco
de Salamanca, la alegoría propulsó la
extroversión de una tipología de la
espiritualidad barroca, que interactuaba
con la imagen. Este tipo de experiencia,
nos permitió ahondar en la interacción
entre la imagen y el sujeto, a partir del
espacio y el ritual.
Encontramos que el “lugar del
purgatorio”, fue la escenificación de los
sujetos en su escatología, variantes que
confluían en la consolidación de
imaginarios y representaciones acerca de
la “muerte” en el mundo colonial, y a su
vez, la idea del infierno instauró una
nueva relación entre las prácticas y los
imaginarios de la sociedad colonial,
respecto a la muerte, lo que articuló el
discurso de la santidad y la muerte en la
sociedad colonial. Podemos aducir que
tanto la muerte, como la enfermedad, y
las tipificaciones del sacrificio, tuvieron
un lugar histórico en el barroco, variables
ramificadas en un “árbol de gestos del
cuerpo”, pero también, la construcción de
representaciones acerca de valores que se
adecúan a los márgenes hermenéuticos.
Esta heurística de la mortificación,
fue un hilo conductor del exceso barroco,
del sujeto en el simulacro de su muerte y
la preparación espiritual del sujeto para la
muerte. El éxtasis del sujeto hacia la
muerte barroca, concluimos, que era una
transición en el sentido más radical, en el
que la mortificación, y el martirio,
simulaban la representación de la
decisión, y la acción, en tanto que la
mortificación interpelaba el “arte de la
memoria”, en donde intervenía el
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infierno; lugar que vinculaba la transición
de las almas con cuerpo, por lo que toda
experiencia barroca, estaba anclada a una
experiencia trascendente que partía del
escenario corpóreo. La muerte, difería
radicalmente del advenimiento de la nada,
en tanto que la cultura barroca exaltaba el
infinito hacia la sublimación de las
formas y los contenidos. Las
representaciones acerca de la muerte,
fundaron prácticas sociales que se
adentraron en la memoria social.
La espiritualidad barroca se define
en la esteticidad de la experiencia, que
atraviesa un plano estético, “aparente” y
dinámico. El pliegue barroco, es el eje de
la operación infinita, la línea de inflexión
de una virtualidad que se diferencia, y se
actualiza en el alma, la identidad de la
diferencia se produce en el lugar anímico,
el rasgo que identifica el barroco es la
exteriorización de la interioridad83, “la
receptividad-espontaneidad infinita”84
El problema barroco no es la
conclusión del pliegue sino la
prolongación, que todo lo aprehende y
define el pensamiento. Es el “cómo” que
nos induce al laberinto de las formas
.
83 Guilles Deleuze, El pliegue. Leibniz y el barroco, (Paidós, 1989), 50. 84 Guilles Deleuze, El pliegue, 50.
barrocas, y el “dónde” que se inscribe el
cuerpo. El barroco suscitó una “retórica
de lo extraño”85, un paradigma de la
escritura del cuerpo, pero una secuencia
retórica que funda una serie de paradojas
en la experiencia mística, la inercia del
éxtasis, y “el discurso que todo lo anuncia
sin llegar a enunciar (…) pero es para
hablar de lo que no se puede decir ni
saber”86. Se produce “un exceso de
presencia nunca poseída”, como el mártir
que se extasía hacia la muerte, y derrama
“su sangre como agua fertilizadora de la
tierra de misión”87
La mortificación fue la imitación
infinita, la pragmática cristológica que se
adhiere al martirio de Cristo, en una
cronología cíclica y metódica que partía
de la literatura mística, el ordenamiento
. El sustantivo que
abarcó la experiencia cristiana desde la
mística, fue el sacrificio, en el crepúsculo
del siglo XVI y el siglo XVIII tardío, ello
fertilizó un vocabulario espiritual, que
poetizaba el cuerpo como experiencia de
la cultura cristiana, que se originó
enlazando el ritual con el sacrificio.
85 De Certeau, El lugar del otro, 354. 86 De Certeau, El lugar del otro. 87 Antonio García Rubial, La santidad controvertida: hagiografía y conciencia criolla alrededor de los venerables no canonizados de Nueva España. (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 141.
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espiritual y el disciplinamiento del
cuerpo, propiciando el culto irrestricto
sobre las imágenes, y la ritualización en
torno a las imágenes; punto de partida de
una espacialidad y una temporalidad, que
difumina las interioridades individuales
atravesadas por códigos históricos acerca
de la existencia, y modos de existir en
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Fecha de recepción: 16 Mayo 2012
Fecha de evaluación: 7 Junio 2012
Fecha de aprobación: 6 Julio 2012
Cómo citar este artículo Torres Sánchez, Rayiv D. “Aproximaciones a la
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Siglos XVII – XVIII”. Tiempo e Historia:
Revista de Historia 1, no. 1 (2012): 25 -
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