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Cómo potenciar la ética, el respeto, la tolerancia

y la cooperación en internet

AprendervAlores ConInternet

José Manuel Pérez Tornero

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Colección Aprender con internet

TítuloAprender valores con internet. Cómo potenciar la ética, el respeto, la tolerancia y la cooperación en internet

DirecciónJosé Manuel Pérez Tornero: catedrático de Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Director del grupo de investigación del Gabinete de Comunicación y Educación (UAB). Director del máster de Comunicación y Educación y del doctorado de Ciencias de la Comunicación y Periodismo de la UAB. Consultor de la Unesco y de la Comisión Europea en Alfabetización Mediática e Informacional.

CoordinaciónJaume Balcells y Luis García

EdiciónLuis García

RedacciónJenny Boada, María Dolores Martos, Cristina Royo

Diseño y maquetaciónVanesa Diestre

Expertos internacionalesAlton Grizzle, Carolyn Wilson, Samy Tayie, José Manuel Pérez Tornero, Chido Onumah,Santiago Tejedor

Con la colaboración de UNITWIN, Programa de Cooperación para la Alfabetización Mediática e Informacional y el Diálogo Intercultural de la Unesco.

Primera edición: marzo de 2017

© De esta edición:Ediciones OCTAEDRO, S.L.C/ Bailén, 5 - 08010 BarcelonaTel.: 93 246 40 [email protected]

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-9921-910-3Depósito legal: B. 6150-2017

Realización: Mizar Multimedia, S.L.Créditos fotográficos: Shutterstock, Inc. (d-derecha; i-izquierda; a-arriba; ab-abajo; c-centro): p3; p4; p6-7; p8; p11; p12; p14 modificación de imagen; p16; p19 modificación de imagen; p20; p22; p23; p24; p26-27; p28; p29; p30-31; p32; p35 Rose Carson (icono Facebook) (ai); p35 tanuha2001 (Instagram) (ad); p36-37; p37; p38 rvlsoft (icono Twitter) (abi); p38 rvlsoft (YouTube) (abd); p39 Chonlachai (móvil) (ab); p40; p41; p42; p45 rvlsoft (YouTube) (ad); p47; p48; p49; p50-51; p52; p53; p53 Alexandre Rotenberg (refugiados) (abi); p53 CP DC Press (Lionel Messi) (abi); p54; p55; p56; p57 Alexandre Rotenberg (refugiados) (a); p58-59 CP DC Press (Lionel Messi); p62.Producción: Ediciones Octaedro

Impresión: ProdigitalkImpreso en España - Printed in Spain


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ÍndicePrólogo

¿Qué sabemos?La experienciaEl marco

¿Qué queremos?Las opcionesLas decisiones

¿Qué podemos hacer?Las estrategiasLas rutinasEjemplos

Conclusiones

Referencias

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202125

32334353

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Prólogo

Buena parte de nuestras vidas transcurre, hoy día, en internet. Allí hemos trasladado una parte importante de nuestras accio-nes cotidianas. Así que estudiamos, conversamos, aprendemos, nos relacionamos, adquirimos información y muchas cosas más. Pero también en esa red casi universal compartimos valores, es decir, criterios, juicios y aspiraciones que rigen nuestro modo de comportarnos.

Sin embargo, por el simple hecho de habernos trasladado a la red, de vivir de modo virtual, hemos puesto en crisis algunos de los valores que imperan en nuestro día a día. Mientras que en la vida real no se nos ocurre robar u ofender a los demás, en la red parece que pueden piratearse canciones o películas —lo que no deja de ser un robo— sin problemas, o que es más fácil denigrar a personas o colectivos. ¿Por qué? Porque el relativo anonimato que permite el ciberespacio y la facilidad con que actuamos en él hacen más difícil percibir la moralidad o no de una acción, sus consecuencias y, sobre todo, los valores que fomenta.

El reto de la moral en la redInternet está creando, aunque no lo percibamos, un nuevo mundo de valores, una nueva moral. Por un lado, esta nueva moral fortalece ciertos valores importantes en la vida real. Por ejemplo, el sentido de universalidad, la compartición de infor-mación, la cooperación, etc. Por otro lado, sin embargo, tam-bién puede poner en peligro otros: la privacidad, la intimidad, el respeto a la atribución de las creaciones, etc.

De cómo prosperen estos valores en la red del mañana depen-de el futuro de nuestra humanidad. Si somos capaces de apro-

Internet nos enseña a ser de otra manera


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vechar las nuevas posibilidades que abre internet para difun-dir valores como la solidaridad y el respeto, nuestra sociedad avanzará. Si, por el contrario, internet sirve para minar nuestros valores y para crear ambigüedades y disfunciones morales, en-tonces la humanidad corre el riesgo de retroceder.

El respeto a la creación y a las ideasInternet nos permite, como nunca antes, hacer circular las ideas por todo el planeta y que estas lleguen a millones de personas. Aprovechando, por tanto, las facilidades que nos brinda, la ciencia y las artes progresan a buen ritmo. Sin em-bargo, tanto la ciencia como las artes requieren reconocer el trabajo de los autores, de los creadores, de las personas que las generan. No solo porque, algunas veces, esto da lugar a una justa remuneración, sino sobre todo porque reconociendo la creación a quien corresponde potenciamos la responsabilidad y estimulamos la creatividad.

¿Qué sucede, sin embargo, si la creación cultural se piratea, si las ideas se plagian, si faltamos al mínimo respeto que corresponde a los creadores? Pues que será muy difícil sostener los valores que inspiran y dan lugar a las creaciones humanas más subli-mes. De nada habrá valido, entonces, el esfuerzo de realizarlo.

De ahí que el respeto a los autores y a la creación sea un valor fundamental en el nuevo mundo de internet.

Respeto y consideración ¿Qué sucede si, en lugar de respetar al otro como solemos hacer cuando estamos ante él, aprovechamos internet para insultarlo, denigrarlo o acosarlo? Pues que muchos valores clave se desmoronan. Sobre todo el respeto a la dignidad de los demás.

El acoso, la violación de la intimidad de las comunicaciones, etc., son conductas que se fundan sobre la falta de valores sociales. Pero sus consecuencias, cuando se ejercen a través de internet, pueden ser mayores y más dañinas. Y, desgraciadamente, esto no es percibido por parte de muchos jóvenes que ignoran el potencial de las redes sociales y de los nuevos dispositivos tec-nológicos.


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Por eso es fundamental fomentar el respeto y la consideración del otro en esta nueva moral de la red. Tan importante como en la vida real, como en el mundo físico. Pero de una trascendencia enorme, puesto que todo lo que tiene que ver con internet tie-ne efectos exponenciales.

Solidaridad y cooperaciónInternet ha abierto enormes posibilidades de cooperación y de solidaridad. Las ha ampliado y las puede multiplicar con facilidad. A través de diversas aplicaciones es posible hacer mil cosas, desde crear campañas para recaudar fondos para una buena causa hasta movilizar a la opinión pública para favorecer iniciativas solidarias.

Por ello es decisivo, cuando nos dirigimos hacia un mundo global, aprovechar estas nuevas oportunidades presentes en nuestro día a día.

Internet y la construcción de nuevos valoresMás que nunca, la educación de nuestro tiempo —se ejerza en las aulas, en la familia o en cualquier otro ámbito— tiene que fomentar el desarrollo de valores. Y tiene que hacerlo especial-mente en estos nuevos ámbitos de nuestra vida que son las redes y es internet.

Los educadores tienen que preservar en internet los valores que defienden y aprender a reconocer los nuevos valores que emanan de una cultura cada vez más integrada y más global.

El mensaje central de este texto es que internet es un instru-mento decisivo en la construcción de valores compartidos. Asi-mismo, también defiende la necesidad de potenciar una cierta etiqueta en relación con los demás y con los productos y servi-cios de la red, pues esto puede ayudar a forjar una moral más cercana, más solidaria, más humana.

Santiago TejedorProfesor de Ciencias de la Comunicación y Coordinador General del Gabinete de

Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona


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¿Qué sabemos?


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La experiencia

Tomás miraba cómo su hija desayunaba con la nariz pegada al móvil. Todo el día igual, no entendía qué hacía. «¿Acaso no sabe lo malo que es? Tanto para su vista como para su seguridad», decía para sí mismo.

—¡Marta! Vale ya, ¿no? ¿Se puede saber qué haces a estas horas de la mañana? ¿Con quién hablas? —preguntó enfadado.

Marta lo miró con hastío y optó por chasquear la lengua y bajar la mirada. Tomás, harto de su actitud, decidió entonces quitarle el móvil.

—No sabes la cantidad de peligros que puedes encontrar en la red. Imagínate que se ríen de ti por esta foto —advirtió.

En la hora del almuerzo, Tomás salió de la oficina con tres compañe-ras y fueron al bar de siempre. Eso le gustaba, se sentía seguro en sus rutinas. Vio entonces, a lo lejos, el periódico del día que alguien había olvidado y corrió a hacerse con él. Tras pasar unas cuántas páginas algo le horrorizó: una noticia sobre un caso de ciberacoso en las redes sociales.

—Madre mía… ¡Si los jóvenes no saben comportarse en su día a día, cómo lo van a saber hacer en internet! —dijo en voz alta.

Sus compañeras lo miraron sorprendidas, no estaban acostumbradas a verlo tan inquieto.

—A Marta cualquier día le pasa esto, seguro. ¿Podéis creer que se pasa el día haciéndose fotos y colgándolas en Instagram o como se llame? —preguntó a sus compañeras de mesa.

Algunas le dieron la razón, pero Cristina, quien tenía una hija que era compañera de clase de Marta, lo miró atónita. Pensó que Tomás parecía de otra época. No podía entender que hubiese gente que se cerrase en banda ante cualquier tipo de innovación.

—Tomás, podría hacerte un listado de todas las ventajas que puede tener internet si se usa bien. No niego que pueda haber riesgos, pero el secreto está en saber en qué mundo vivimos y actuar de forma res-ponsable para evitar problemas —defendió Cristina.


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Lorena volvía de clase emocionada y agitada. Después de su clase con la tutora no sabía cómo enfocar el proyecto. Quería hacer algo nuevo, rom-pedor, diferente. Solo les habían pedido un PowerPoint sobre el ciberacoso, pero ella quería ir más allá y que su trabajo tuviese un impacto real. Su ma-dre siempre la había ayudado y guiado, quizás supiese qué hacer.

—¡Mamá! ¡Necesito tu ayuda! —gritó mientras entraba por la puerta.

Cristina dejó de consultar sus redes sociales para mirarla de forma interrogativa.

—Tenemos que hacer un trabajo sobre el ciberacoso y me gustaría hacer algo que realmente sirva para solucionar este problema —explicó la joven.

La hija de Cristina siempre había estado comprometida con diferentes or-ganizaciones y se volcaba a ayudar a los demás. Como en otras ocasiones, Cristina se puso a pensar sobre el proyecto de Lorena.

Las dos juntas se pusieron a buscar información en blogs, periódicos, redes… Cristina se sorprendió con la repercusión que podía llegar a tener un mal comportamiento en la red. Lorena incluso se conmovió con algunos casos y no alcanzaba a comprender cómo hay quien puede llegar a insultar o a reírse de otros con total ligereza, sin tener en cuenta que se pueden herir sus sentimientos.

—Esto es lo que pasa cuando la gente cree que en internet todo vale, que no hay normas de comportamiento. Y puede acabar muy mal, Lorena —advirtió Cristina.

—Es cierto, mamá. Por suerte, ¡tú estás muy al día de todo! ¿Sabes que creo que eres la única madre de mi curso que tiene Instagram? ¡Hoy a Marta incluso le han quitado el móvil!

—¿Y ha servido para algo?

—No, Marta se ha dedicado a ir pidiendo móviles a los demás y no ha prestado atención en toda la mañana.

Después de un rato debatiendo, Cristina tuvo una idea genial:

—¿Qué te parece si empiezas una recogida de firmas en Change.org para que incluyan en tu colegio formación sobre el buen uso en la red? Así se evitarían muchos de estos casos.

—¡Eso sería estupendo! —respondió Lorena con entusiasmo. Acto seguido se puso a escribir para preparar la campaña.


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El martes más generoso

Memes y videos virales: la burla fácil

Borradas del mapa

Conexión solidaria

Cuando la empatía cruza la pantalla

Ejemplos


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