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“Los globos terráqueos me marean. Cuando por fin termino de ubicar un lugar, ya cambiaron las
fronteras”.
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La guerra y la paz en la aldea global
Marshall McLuhanQuentin FioreCoordinado por Jerome Agel© 1968, Marshall McLuhan, Quentin Fiore y Jerome Agel. Renovado © 1997 por Jerome Agel.
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© 2016 la marca editora© Traducción de Elena Arguedas
Un inventario de algunas de las actuales situaciones espasmódicas que podrían eliminarse con más re-acción
la marca editoraPasaje Rivarola 115 (1015) Buenos Aires, Argentina(54-11) 4 [email protected]
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Nuestra aldea global:
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7Aún en la actualidad es posible hallar personas sumamente educadas que desconocen que solo el hombre fonéticamente alfabetizado vive en un espacio “racional” o “pictórico”. El descubrimiento o la invención de este tipo de espacio, uniforme, continuo y conectado, fue un efecto ambiental del alfabeto fonético en la vida sensorial de la Grecia antigua. Esta forma de espacio racional, o pictórico, es un entorno que no se deriva de otras formas de escritura, ya sean hebraicas, arábigas o chinas.Ahora que vivimos en un entorno eléctrico de información, que está codificado no solo de manera visual sino de otros modos sensoria-les, es lógico que tengamos nuevas percepcio-nes que destruyen el monopolio y la prioridad del espacio visual, y que hacen que este espa-cio más antiguo parezca tan insólito como en-contrar un escudo de armas sobre la puerta de un laboratorio de química.Los entornos nuevos infligen gran dolor en quien los percibe. Los biólogos y los físicos son mucho más conscientes de la revolución radical que se lleva a cabo en nuestros senti-dos con los nuevos entornos tecnológicos que los literatos, para quienes los nuevos entornos son más amenazadores que para los que tra-bajan en otras disciplinas.Cuando la imprenta era algo nuevo, en el siglo dieciséis, Jerónimo Bosch pintó la nueva confu-sión de espacios que resultaba de la invasión tecnológica de Gutenberg en el viejo mundo táctil de la iconografía medieval. Sus cuadros “de horror” constituyen un informe artístico fiel de la miseria y el dolor causados por una tecnología nueva. Incluso desde lo popular, la confusión y el dolor creados por la radio en los años veinte era expresado profusamente en el blues. En la actualidad, con la televisión –un medio mucho más potente–, el dolor ha creado géneros musicales, desde el rock hasta los Beatles, que resultan extremadamente
… experi-mentando
una serie brusca de
desilusiones concertadas
de antemano,
a lo largo del largo
camino de… las genera-
ciones,...FW 107.
El hom-bre sólido
salvado por su tontea-da mujer. Riéndose,
yéndose con el yugo como
una carroza fúnebre en
llamas. FW 94.
-
10 desagradables para aquellas sensibilidades que antes estaban familiarizadas con entornos tecnológicos menos exigentes. Hoy, el blues suena como una acariciante canción de cuna. Sus atributos osados y sofisticados son igual de evidentes que los de un vals victoriano.El biólogo Otto Lowenstein, en su libro Los sen-tidos, brinda algunas de las observaciones más útiles sobre los problemas que surgen a raíz de todo cambio en el modo sensorial, como los que se producen debido a la creación tecnoló-gica de un entorno nuevo:
El mirar parece ser un asunto bastante calcu- lador, y todo esto nos hace preguntar si es posible “ver” algo si no tenemos un cono-cimiento previo de lo que es. Obtenemos también esta impresión de aquellos pa-cientes que son ciegos desde la niñez, y que se someten a una operación para tener una visión normal. Antes de este “abrir de ojos”, habían estado viviendo en un mundo de experiencias táctiles, de sonidos y olo-res, lleno de objetos que les eran familiares desde la perspectiva de su campo restrin-gido de experiencia sensorial. ¡Cómo se repliegan al principio ante el maremágnum de estímulos adicionales, y anhelan a veces regresar a la relativa reclusión de su mundo anterior! Uno de los hechos más llamativos es que les toma mucho tiempo y esfuerzo reconocer a los objetos que los rodean como elementos independientes. Tienen que aprender poco a poco a que “tengan senti- do”, y lo hacen al asociar su aspecto visual con las propiedades táctiles y de otro tipo que conocían. “A primera vista”, el mundo parece una extensión plana, una colcha toda revuelta conformada por parches de luz, oscuridad y color carentes de sentido. Uno por uno, los objetos van surgiendo en este mundo caótico y, una vez que se han identificado, permanecen claramente
… amputa-das sus cua-tro diman-siones. FW 367. Cada uno de nuestros sentidos es un mundo singular.
Los sentidos, de Otto Lowenstein. Penguin Books, Ltd.
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independientes. El estudiante de microsco-pía experimenta algo parecido. Un revol- tijo de formas, carente de sentido, resiste la descripción, hasta que el demostrador haya dibujado en el papel algunas de las formas específicas que deben buscarse. El dicho “ver para creer” puede invertirse apropiadamente en este contexto: “creer para ver”.
Lo que dice Lowenstein con respecto a “cómo se repliegan al principio ante el maremágnum de estímulos adicionales, y anhelan a veces regresar a la relativa reclusión de su mundo anterior” es exactamente lo que experimenta cada grupo o individuo al tratar de adaptarse al entorno sensorial único creado por una tecnolo- gía nueva. Hoy en día, la electrónica y la automa tización nos obligan a todos a adaptarnos al vasto entorno global como si fuera nuestra pequeña ciudad natal.
… esos formi-cantes que son regre-sivamente
repredictivos de sí
mismos. FW 298.