anotaciones-para que aun filosofia-adorno a.saldarriaga-libre

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Fecha de recepción: 27/12/10 Artículo solicitado al autor Versiones • 2.ª época, nº 1 · julio-diciembre 2011 · Medellín · issn 1794-127X · pp. 11-20 Anotaciones a “¿Para qué aún ilosofía?”, de T. W. Adorno * Andrés EduArdo sAldArriAgA MAdrigAl En el año de 1962, la Radio de Hessen, Alemania, transmitió una conferencia donde Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno, cabeza visible de la Escuela de Frankfort, se enfrentaba a la pregunta curiosa, profunda y a la vez elemental, de para qué aun la ilosofía. Es una pregunta extraña, y se está tentado a decir más o menos lo siguiente: si la ilosofía constituye una disposición natural, una manifestación de la libertad del espíritu humano, el para qué afecta una característica deinitoria de la naturaleza humana y, en cuanto elemento constitutivo de eso que llamamos humanidad, preguntar por la necesidad de la ilosofía equivale a preguntar por la necesidad de una naturaleza como la humana. Sin entrar necesariamente en la pregunta por el sentido de la vida, indagar el para qué de la naturaleza humana supone la disposición de dicha especie dentro de un plan mayor que ella misma. Después de la Modernidad, resulta difícil suscribir semejante idea. Si, como Kant airma, existe en cada hombre, en virtud de su humanidad, una oscura metafísica, es decir, una tendencia no relexionada hacia cierto tipo de interrogantes, entonces el para qué de la ilosofía resulta claro: la ilosofía, como tal, es expresión de humanidad. El para qué pierde relevancia ante el quién: por nosotros mismos, por lo que somos y por lo que podemos llegar a ser. En cuanto disposición natural, la ilosofía se maniiesta en la pregunta más elemental y más compleja a la vez, en la pregunta por cómo hay que vivir. La ilosofía es, pues, antes que una disciplina teórica, la manera en que el * Texto presentado en la clausura del XXII Foro de Estudiantes de Filosofía, en la que participaron como organizadores el equipo de Eventos Versiones y la revista Saga de estudiantes de ilosofía de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. [N. del E.] Profesor asistente vinculado al Instituto de Filosofía • Universidad de Antioquia; [email protected]

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  • Fecha de recepcin: 27/12/10Artculo solicitado al autor

    Versiones 2. poca, n 1 julio-diciembre 2011 Medelln issn 1794-127X pp. 11-20

    Anotaciones a Para qu an ilosofa?, de T. W. Adorno*Andrs EduArdo sAldArriAgA MAdrigAl

    En el ao de 1962, la Radio de Hessen, Alemania, transmiti una conferencia donde Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno, cabeza visible de la Escuela de Frankfort, se enfrentaba a la pregunta curiosa, profunda y a la vez elemental, de para qu aun la ilosofa. Es una pregunta extraa, y se est tentado a decir ms o menos lo siguiente: si la ilosofa constituye una disposicin natural, una manifestacin de la libertad del espritu humano, el para qu afecta una caracterstica deinitoria de la naturaleza humana y, en cuanto elemento constitutivo de eso que llamamos

    humanidad, preguntar por la necesidad de la ilosofa equivale a preguntar por la necesidad de una naturaleza como la humana. Sin entrar necesariamente en la

    pregunta por el sentido de la vida, indagar el para qu de la naturaleza humana

    supone la disposicin de dicha especie dentro de un plan mayor que ella misma.

    Despus de la Modernidad, resulta difcil suscribir semejante idea.Si, como Kant airma, existe en cada hombre, en virtud de su humanidad,

    una oscura metafsica, es decir, una tendencia no relexionada hacia cierto tipo de interrogantes, entonces el para qu de la ilosofa resulta claro: la ilosofa, como tal, es expresin de humanidad. El para qu pierde relevancia ante el quin: por nosotros mismos, por lo que somos y por lo que podemos llegar a

    ser.

    En cuanto disposicin natural, la ilosofa se maniiesta en la pregunta ms elemental y ms compleja a la vez, en la pregunta por cmo hay que vivir. La ilosofa es, pues, antes que una disciplina terica, la manera en que el

    * Texto presentado en la clausura del XXII Foro de Estudiantes de Filosofa, en la que participaron como organizadores el equipo de Eventos Versiones y la revista Saga de estudiantes de

    ilosofa de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogot. [N. del E.] Profesor asistente vinculado al Instituto de Filosofa Universidad de Antioquia;

    [email protected]

  • Andrs Saldarriaga Madrigal

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    espritu humano lidia con la cuestin prctica fundamental. Por lo dems, se han inventado muchas otras maneras de resolver el enigma por lo general no

    tan interesantes como la ilosofa.La cuestin se complica cuando en el seno del concepto de ilosofa se

    establece una diferenciacin: de un lado como disposicin natural, y de otro lado como disciplina acadmica. La pregunta se debe reformular entonces en los siguientes trminos: para qu an una disciplina acadmica como la ilosofa? Preguntar de esta manera es situar eso llamado ilosofa dentro del sistema de las disciplinas acadmicas y establecer las condiciones bajo las cuales la ilosofa vale como ejercicio acadmico. La pregunta de Adorno toma entonces la siguiente forma:

    Frente a un interrogante como el que pregunta para qu an la ilosofa? [...] se acertar en general con una respuesta, o una argumentacin, que, luego de

    acumular toda clase de diicultades y reservas posibles, desemboque a la postre, con mayor o menor prudencia, en un pese a todo y en la airmacin de lo puesto en duda retricamente. Este desarrollo, demasiado familiar, corresponde a una actitud conformista y apologtica: se postula a s misma como una actitud positiva que de antemano cuenta con su aceptacin. Por in: no es acaso mejor coniar en que aquellos que la practican como oicio y cuya existencia civil depende de ello, la continen practicando; y que aquellos cuyos propios intereses cotidianos se veran afectados tan pronto, se pronuncien en contra de ella? Tengo, con todo, algn derecho a lanzar la pregunta, aunque ms no fuera porque de ninguna manera s cul sea la respuesta.(9)1

    Enmarcada en un contexto especico, la pregunta de Adorno guarda cierta coherencia: cmo es posible la ilosofa en un tiempo hecho de barbarie? Ya sabemos la respuesta: precisamente porque hay barbarie, es necesaria la ilosofa. Es, en realidad, demasiado fcil. Y demasiado difcil, a la vez, pues qu podra ser ms difcil que intentar mediante la ilosofa la superacin de la barbarie? Un discurso ilosico es impotente ante la violencia. He ah una de las paradojas que la pregunta encierra: si la ilosofa poco puede contra la violencia, no signiica ello que su valor sea nulo. Habra que pensar de nuevo en la ilosofa como disposicin natural.

    La lucha entre disposiciones, entre la violencia y la ilosofa, tiene el carcter de una lucha trgica, pues en ltima instancia es una lucha que slo dentro del

    individuo se puede llevar a cabo. Si uno se decide por la ilosofa o por la barbarie es, con toda seguridad, un asunto radicalmente individual: quien intente convencer

    entra ya en el campo de la barbarie. Quiz lo mximo que se puede hacer, en lugar de convencer, sea invitar; pero en ltima instancia todo depende del individuo.

    1 Originalmente conferencia transmitida por la Radio Hessen, en enero de 1962; publicada luego en Merkur, noviembre de 1962. Reelaborada luego y publicada en el tomo titulado Eingriffe.

    Neun kritische Modelle, Suhrkamp, Frankfort del Meno, 1963. Traduccin: Intervenciones. Nueve modelos de crtica, Monte vila, Caracas, 1969. Los nmeros entre parntesis se reieren a esta traduccin.

  • [...]"Para qu an filosofa?"[...]

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    La pregunta de Adorno esconde algo ms: la barbarie que no aparece como

    tal, la barbarie institucionalizada. Lo caracterstico de este tipo de barbarie no es

    la violencia abierta, sino un soterrado odio al pensamiento que se convierte en

    segunda naturaleza. Ciertas formas de organizacin y ciertos tipos de discurso son manifestacin de esta barbarie. Por lo general, la barbarie institucionalizada es condicin y a la vez producto de la barbarie generalizada. El modo en que

    la ilosofa est atada a las estructuras de este tipo de barbarie es ms fcil de identiicar si se piensa en aquella como disposicin natural: estructuras sociales cuyo contenido se basa en modos de inhumanidad se erigen en directrices de

    cmo hay que vivir, pero bajo su aspecto institucionalizado, bajo la imagen de una vida plenamente vivida, encarnan en realidad maneras inhumanas de vivir.

    Para la consciencia ilosica, aquellas formas responden a la pregunta por cmo no hay que vivir. Nuestra sociedad es generosa en ejemplos al respecto. Por otro lado, no tengo los elementos conceptuales para profundizar en la descripcin de tal barbarie, y no tengo tampoco una respuesta, es claro. Ya el hecho de que dicha barbarie sea cierta y de que se presente bajo la forma de modos de vida aceptados, justiica el esfuerzo de la ilosofa.

    En cuanto disciplina, la pregunta por el para qu de la ilosofa nos lleva a su mbito tradicional: la ilosofa tiene su lugar natural en la universidad. Es un hecho, aceptmoslo: somos animales acadmicos, fuera de la universidad, e intentando vivir como meros profesionales de la ilosofa, no sobreviviramos ni una temporada. La universidad llega a ser lugar natural de la ilosofa por cuanto el desarrollo de las sociedades dispuso la estructura de los saberes de

    manera tal que sus productos pudieran ser canalizados, con el in de constituir una reserva de conocimientos fcilmente administrable. No hay en ello nada malo, se trata de un simple mecanismo de racionalizacin orientado a la

    supervivencia.

    Desde Immanuel Kant, es ya un uso la integracin del profesional de la ilosofa a la universidad como la alternativa ms natural. De hecho, ya Kant era consciente de que las condiciones materiales (condiciones peculiares

    que en su mayora son condiciones negativas, como por ejemplo la ausencia de cierto tipo de compromisos) para el desarrollo de la disciplina slo se

    podan dar si el trabajo ilosico estaba enmarcado en una institucin que pudiera garantizar dichas condiciones. En la consciencia de la inluencia de las relaciones de dominio y de produccin existentes, conlua tambin un elemento de direccin de vida personal, a saber: el cuidado por la propia

    existencia dentro de las condiciones generales. Es as como, segn el testimonio de uno de sus bigrafos, Jachmann, Kant, consciente ya de que no se poda deshacer de la ilosofa, que ella era su destino, aspiraba a no depender de nadie, a ser independiente, con objeto de no vivir para los dems, sino para s mismo y para su deber. Todava en su vejez declaraba que esta libertad y esta

  • Andrs Saldarriaga Madrigal

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    independencia eran la base de toda la dicha en la vida y aseguraba que siempre

    haba sido ms feliz privndose de algo que logrando goces a costa de quedar deudor de otros.2

    Antes de la pregunta para qu an la ilosofa?, habra que deinir primero la cuestin de cmo es posible an la ilosofa. Si el mbito de nacimiento de la ilosofa, en cuanto disciplina, no en cuanto disposicin del espritu humano, es la universidad, la cuestin recae sobre sus condiciones institucionales de posibilidad.

    Si la universidad ha sido desde hace siglos el lugar de nacimiento y desarrollo

    de la ilosofa, la auto-comprensin de la universidad ser determinante para la esencia misma de la ilosofa. Si, tal como lo estamos viviendo, la universidad es ya lugar de produccin de conocimiento aplicable, segn el modo de la tcnica

    y de la tecnologa, y cada vez menos centro de relexin y auto-interpretacin de la sociedad, entonces la ilosofa tendr que acomodarse a los imperativos del sistema y presentarse como disciplina que innova, crea y produce, sin saber

    muy bien en qu pueda consistir todo esto. De esta manera, la concepcin de

    investigacin determina as de antemano el campo de los objetos investigables, la naturaleza de stos y la utilizacin a que estarn determinados.

    Es difcil imaginarse al autor de la Crtica de la razn pura gestionando un formato con el in de conseguir inanciamiento para su investigacin. Qu escribira en la justiicacin? Acaso algo as como Es necesario deinir cules son los lmites de nuestro uso terico de la razn? Y en el tem Objetivos generales, algo como por ejemplo Deinir hasta dnde puede llegar nuestra razn en la determinacin de la experiencia? El respectivo comit evaluador sugerira seguramente ms claridad y concrecin en la propuesta, y sobre todo enfatizara en la necesidad de que el proyecto demuestre su viabilidad deiniendo la posible vinculacin de ste con el sector productivo y con el sector externo en general pero qu es el sector externo en realidad?

    Con lo anterior no airmo que el valor de toda investigacin ilosico-acadmica sea igual al de la Crtica de la razn pura. No. El punto es el siguiente: la estructura

    del sistema de produccin de conocimiento que sustenta a la universidad resuelve

    de antemano el horizonte mismo de toda investigacin ilosico-acadmica. La pregunta Por qu an la ilosofa? parece implicar para nosotros la otra ms general y quiz ms compleja de Por qu an una universidad que se considere centro de relexin antes que lugar de produccin?, o tambin Por qu ilosofa como conocimiento aplicable una expresin donde lo decisivo es el caliicativo, no el sujeto?

    La relacin entre ilosofa y ciencia se ha alterado, y esto no por algn defecto congnito de la una o la otra, sino por la estructura propia del medio en el cual se

    relacionan: un sistema de produccin de conocimiento cuya divisa es la novedad y

    la utilidad. La apelacin a la ciencia, a sus reglas de juego, a la validez universal

    2 Citado en: Ernst Cassirer, Kant, vida y doctrina, Mxico, FCE, 1997, p. 46, nota 35.

  • [...]"Para qu an filosofa?"[...]

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    de sus mtodos, con respecto a los cuales se desarrolla, se ha convertido en una

    instancia de control, que sanciona al pensamiento libre, sin andadores, an no

    domesticado y que slo admite del espritu lo metodolgicamente aprobado. La

    ciencia, el medio mismo de la autonoma, se ha convertido en un mecanismo de

    la heteronoma. (18 s.)Habra que considerar tambin la posibilidad de que lo que aqu digo no sea

    ms que el fruto de una auto-interpretacin falsa, debido a la falta de experiencia del mundo, de la naturaleza de ese extrao rol denominado joven investigador, rol que deine algo as como la llegada, an inestable y harto ingenua, a la mayora de edad dentro del sistema de produccin de la universidad. Ciertamente: Quien

    deiende una cosa que el espritu de la poca ha puesto de lado, como cosa pasada y superlua, se coloca en posicin incmoda. Sus argumentos suenan a cosa algo forzada. Pero cmo puede usted?. Se dice frente a aquellos que no desean tratar de la cuestin. (9) No soy yo, en todo caso, quien pueda juzgar al respecto todava.

    Si la estructura de la universidad constituye un obstculo para muchos

    impulsos de la ilosofa, ella misma, la ilosofa como disciplina acadmica, se transforma, para huir de dichas estructuras, en un hbrido cuya naturaleza termina asemejndose demasiado al discurso burocrtico que sostiene la auto-imagen de la universidad. Dicha transformacin se cumple de manera ejemplar en el que se puede denominar decir poetizante.

    El decir poetizante pretende unir ilosofa y poesa para saltar las barreras institucionales, erigirse en modelo de libertad de pensamiento, y dar as muestras

    de valenta y de idelidad a la propia causa. La paradoja del decir poetizante consiste en que queriendo ser ilosofa y poesa a la vez, niega la deinicin que pretenda ubicarlo en alguna de las dos determinaciones.

    El decir poetizante, arrastrado por una especie de furor hegeliano, muy a pesar de s mismo, quiere identiicar en el seno de lo idntico a s mismo, el pensamiento, dos diferencias irreductibles, ilosofa y poesa. Queriendo ser todo a la vez, niega cualquier deinicin, y reclama por eso para s el exclusivo nombre de pensar.

    El refugio en formas pre- o post-conceptuales, al modo de un decir poetizante, no hace ms que reproducir desde una perspectiva estetizante el desprecio propio

    de la investigacin burocratizada ante los vacos ediicios conceptuales. As, la conversin de la ilosofa en poesa coincide con la conversin de la ilosofa en tecnologa: ambas pretenden denunciar la vacuidad de los juegos especulativos y con ello corregir la falsa marcha del pensamiento. De otro lado, el decir poetizante es un discurso que se blinda a s mismo, y con ello reproduce los modos y maneras

    del discurso burocratizado: o se siguen sus reglas, y ello signiica aceptar el todo de sus signiicados, o no se las sigue y entonces se permanece siempre fuera de l, descaliicados en nuestra supuesta ingenuidad y supericialidad.

  • Andrs Saldarriaga Madrigal

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    Ante estas precarias alternativas, Adorno seala, a contario, lo propio de la

    ilosofa, su entrega al difcil trabajo del concepto como nico medio en el que puede conservar lo que de libertad contenga:

    Quien no puede liberarse de la ilosofa, tendr que hacerse cargo de esta fatalidad. Tiene que estar al tanto que ya no es cosa til como tcnica de dominio [Bemeisterung] de la vida (tcnica, tanto en sentido literal, como traslaticio), a lo cual tantas veces se

    limit. Tampoco ofrece ya la ilosofa un medio de formacin cultural, ms all de esas tcnicas, como sucedi en cambio en tiempos de Hegel, cuando durante casi dos

    cortas decenas el pequeo grupo de los intelectuales alemanes pudo comprenderse

    con se su lenguaje colectivo. La crisis del concepto humanista de cultura, se atribuye, en la conciencia pblica, a la ilosofa como disciplina primera, luego de que, aproximadamente desde la muerte de Kant, se ha hecho sospechosa por sus malas relaciones con las ciencias positivas, por lo menos, con las de la naturaleza.

    (10)

    La absoluta sistematicidad del concepto no se maniiesta en lo que se ha conocido como sistema, sino en el esfuerzo, muchas veces en el fracaso, por encontrar la forma conceptual para expresar lo que nace antes de todo concepto, es decir, la realidad, el mundo, nuestra circunstancia. El afn de explicar es a la vez la potencia y la maldicin de la ilosofa. Pero la potencia explicativa de la ilosofa es determinada por el sistema de produccin de conocimiento de manera sutil y precisa. Un ejemplo para ello.La consigna Una universidad que innova quiere decir en realidad Una universidad que inventa cosas nunca antes vistas y que sirven para hacer ms

    cosas, cosas que a su vez nunca antes se han visto, y que han de servir para

    hacer ms cosas, cosas que, y as ad ininitum. Una sociedad desesperada, acorralada, slo puede ir hacia adelante, siempre hacia adelante, sin saber muy

    bien cmo ni por qu, pero siempre hacia lo nuevo, lo no visto, porque slo lo

    no visto, lo completamente nuevo, puede ser diferente del inierno que dicha sociedad sufre. As las cosas, la ilosofa tiene que inventar cosas, ocuparse de nuevos problemas con nuevas categoras desde puntos de vista novedosos para

    por in encontrar respuestas totalmente nuevas. Lo nuevo es lo acertado. La salida est al frente; suponemos que hay una salida, y que hay que salir a alguna parte. Y as llegamos al fetichismo de lo contemporneo: slo lo ltimo de lo ltimo es lo mejor, la cresta de la ola es la imagen de la sabidura. La investigacin burocratizada coincide con la ingenuidad del aprendiz que cree encontrar un

    ndice de verdad en la fecha de publicacin de un libro.No se niega la necesidad de estudiar nuestros problemas. No. Pero, bien mirado

    no hay all tambin cierta ingenuidad? Nuestros problemas son los mismos problemas del gnero humano: tenemos miedo, no queremos morir, quisiramos

    ser felices aunque fuera por un segundo, amamos algo o alguien que nos muestra la posibilidad realizada de la belleza, queremos que esto no sea slo cruzar un

    valle de lgrimas sino una aventura con sentido. Esos son nuestros problemas.

    Se puede hacer ilosofa colombiana, o pensamiento latinoamericano acerca de

  • [...]"Para qu an filosofa?"[...]

    17

    semejante inquietud? Lo dudo, como si la astronoma pudiera tener la marca de un pueblo. Los modos de nuestros problemas, en cuanto seres humanos destinados a

    la muerte, son, ellos s, distintos y quiz muy nuestros. Pero no hay algo as como

    nuestros problemas. Desde Herclito hasta nosotros hay una terca, inexplicable constante: todos somos slo hombres, nada ms.

    Qu puede hacer entonces la ilosofa?Tampoco puede aceptarse que sea ilosofa el trabajo especializado cientico-terico, o aquello que pretende drselas de investigacin. La ilosofa, empero, que se abstiene de todo ello, se pone en contraposicin irreconciliable con las formas de pensar corrientes. No es un azar que provoque las sospechas de la apologtica. Una

    ilosofa, que satisfaga lo que quiere ser, y que no corra infantilmente detrs de su historia y de lo real, cuenta con su nervio vital mismo justamente en la oposicin a su forma de ejercicio actual usual; y en lo que respecta a lo que sirve, lo que ella misma es, constituira su justiicacin.(11)

    El modo de produccin del conocimiento ha empujado a la ilosofa an ms hacia la pregunta por su justiicacin. Una disposicin humana debe justiicarse, ya no una rama del conocimiento, una disciplina acadmica. Lo que fuera de la universidad es un elemento deinitorio de la humanidad, dentro del sistema de administracin y produccin del conocimiento universitario se convierte en empeo

    que hay que justiicar, en impulso que no se basta a s mismo. Es a ese precio que la ilosofa como disciplina acadmica logra conservar sus credenciales, slo en cuanto responde de manera consistente la pregunta por su para qu. Una respuesta

    consistente es aquella que encaja en las exigencias del sistema de produccin de conocimiento, es decir, aquella que se formula en trminos de innovacin, impacto externo y aplicabilidad. Entre las formas pseudo-radicales del decir poetizante y las formas veladamente agresivas del discurso burocrtico, la ilosofa permanece como una extraeza que se niega a retirarse y que desestima al mismo tiempo toda identiicacin con alguna de estas dos formas.

    La pretensin de totalidad de la ilosofa tradicional, que culmina en la tesis de la racionalidad de lo real, no puede separarse de la apologtica. Esta, no obstante,

    ha llegado a ser vista como absurda. La ilosofa que se proyectara como total, como sistema, se convertira en un sistema disparatado. Si abandona, en cambio, su

    pretensin de totalidad; si no pretende ya desarrollar desde s misma la totalidad en que debe consistir la verdad, incurre en conlicto con toda su tradicin. Ese es el precio que debe pagar por ello, al curarse de esa locura que denomina realidad. Ya no es, pues, autosuiciente, una relacin de fundamentacin constructiva. Su situacin en la sociedad, que debera penetrar y no negar, corresponde a su propia ndole dubitativa:

    en la necesidad de formular aquello que, bajo el ttulo de absurdo mismo, ya ha sido concebido por la maquinaria. La ilosofa, tal como debiera responsabilizarse de por s en todo respecto, no debera considerarse capaz de dominar lo absoluto ms

    an: debiera prohibirse el pensar en ello, para no traicionarlo y, sin embargo, para

    no dejarse eliminar del concepto enftico de verdad. Esta contradiccin es el lugar mismo donde ella prospera.(11 s.)

    En cuanto disposicin, la ilosofa no sufre esta contradiccin: ella se desenvuelve naturalmente, se olvida de s misma y se entrega a lo simplemente

  • Andrs Saldarriaga Madrigal

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    dado. Como disciplina acadmica, la ilosofa vive en esta contradiccin: no puede separarse del esfuerzo y del rigor conceptual, pero no puede llegar a identiicar lo real con el mundo del concepto. Sin embargo, un sistema de produccin del

    conocimiento que parte de lo real para determinar la forma de preguntar ilosico, no lo hace mejor que una ciencia que cae en la identiicacin mencionada. En su afn de objetividad y de utilidad, el sistema de produccin de conocimiento confunde lo real con el mundo del concepto, pero en la direccin opuesta a como lo hara un idealismo enfebrecido: slo lo real, y lo real aqu est deinido por lo til categora harto vaga pero que gana sus pocas determinaciones desde

    instancias como el mercado y los intereses polticos, es fuente de conceptos; el resto permanece fuera del sistema como restos intiles de impulsos irracionales. El corolario: lo intil es irracional.

    Si la ilosofa an es necesaria, entonces tendr que serlo, igual que siempre, como crtica; como oposicin a una heteronoma que se extiende; o, incluso, como una tentativa impotente del pensamiento para permanecer dueo de s mismo

    y poner a la mitologa propuesta en el lugar adecuado que su propia medida,

    resignadamente, le otorga casi a ciegas. En ella tendra que buscar refugio la libertad, siempre que no renuncie a ello como en la Atenas cristianizada de ines de la Edad Antigua. No cabe esperar que pueda quebrantar las tendencias polticas

    que, en todo el mundo, desprecian la libertad interior y exterior, y cuya fuerza se prolonga muy profundamente hasta en las argumentaciones ilosicas. Lo que acaece en el interior del concepto releja siempre algo del movimiento real. Pero si ambas heteronomas son la no verdad, y si esto puede demostrarse estrictamente,

    entonces no se habr agregado un nuevo eslabn a la cadena desesperanzada de las

    ilosofas, sino que despuntara un atisbo de esperanza de que la falta de libertad y la opresin, como males que no requieren de una demostracin ilosica para ser lo que son puesto que existen, no prevalecern como ltima palabra. (15)

    En cuanto disciplina acadmica, la ilosofa depende del sistema de produccin de conocimiento. Airmar lo contrario sera condenarla al ejercicio ocasional, quiz afortunado, pero en todo caso bastante precario, de la disquisicin trasnochada, rebajarla a remedo del banquete platnico, a mera conversacin interesante. Slo desde el interior del sistema de conocimiento puede la ilosofa dar cuenta de por qu no necesita justiicacin, slo mediante la rigurosidad conceptual puede la ilosofa mostrar las fallas del rigor y del concepto. No hay salida, pero precisamente en cuanto no hay salida es posible la ilosofa. He ah una muestra ms de algo muy querido a la ilosofa: los crculos viciosos.

    Slo en cuanto permanece junto a aquello que la niega, puede la ilosofa realizarse como tal. Necesita de su contrario. Y sta no es una mera airmacin dialctica: si la ilosofa se concibe como crtica, no puede vivir despegada de su objeto, es decir, del ncleo de aquello que constituye su obstculo ms empecinado. El sistema de produccin de conocimiento gana claridad slo en

  • [...]"Para qu an filosofa?"[...]

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    la medida en que la ilosofa, instalada dentro de l, es capaz de hacerle ver sus fallas.

    Este modo de proceder era para Adorno precisamente la manera por excelencia en que la ilosofa poda llegar a desarrollarse:

    La dialctica no es otra cosa que el insistir en el carcter mediato de lo aparentemente

    inmediato, y en las muchas facetas que se desarrollan en todos los estratos entre inmediatas y mediatas. La dialctica no es un tercer punto de vista, sino la tentativa

    de superar, a travs de una crtica inmanente, los puntos de vista ilosicos y la arbitrariedad del pensamiento que se atiene a ellos. Frente a la ingenuidad

    de la conciencia arbitraria, que estima que lo limitado que se le ofrece es algo ilimitado, sera la ilosofa la obligacin estricta de no incurrir en ingenuidad. En un mundo que, en cuanto enteramente socializado, est tan poderosamente contra

    todo lo nico, de suerte que apenas le queda otra cosa que adoptarla tal como se

    presenta, la ingenuidad se reproduce sin pausa y oscuramente. [] A la ilosofa le correspondera disolver la apariencia de lo comprensible de suyo, as como tambin

    de lo incomprensible.(18)

    Y aqu aparece otro problema: debe la ilosofa, en cuanto disciplina acadmica, guiar y dar normas a la ilosofa en cuanto disposicin? Es fcil la respuesta: s. El problema radica en la forma en que esto se puede dar. El asunto se agrava cuando se observa la actitud productiva a la que es obligada la ilosofa en cuanto disciplina acadmica, pues cmo el arte de vivir puede hallar su correlato

    en una disciplina cuyos objetos estn determinados por el sistema de produccin de conocimiento, es decir, por el afn de novedad e innovacin? La ilosofa en cuanto disposicin tiene una pregunta fundamental: cmo hay que vivir. Nadie comienza preguntndose por otras cuestiones, todo lo dems deriva de ah. La

    ilosofa como disciplina acadmica puede darse el lujo de iniciar con otras preguntas. Vive de ello, en realidad. Hasta el punto de llegar a poder desarrollarse

    completamente desligada de la pregunta fundamental.Una posibilidad parece surgir en este punto: si la ilosofa en cuanto

    disciplina logra reconciliarse con la ilosofa en cuanto disposicin, habr logrado liberarse del imperativo del sistema de produccin, y con ello,

    suscribiendo la sentencia del sistema mismo, se declara como intil, pero

    slo en esa medida, escuchando la exigencia de ella misma como disposicin, alcanzar su real utilidad, su intil eicacia: sirviendo a nadie llega por in a servirse a s misma, es decir, a la propia humanidad. Como la ilosofa no sirve para nada, no ha envejecido an (22 s.).

    Y sin embargo el reclamo propio de Lucifer, non serviant, que la ilosofa hace suyo, no puede llegar a entenderse como pura arbitrariedad, como juego de palabras que en su desinters por las condiciones en medio de las cuales se

    despliega le da al sistema de produccin de conocimiento la excusa para exigir justiicacin y funcionalidad. La exigencia de funcionalidad y la exigencia de gratuidad terminan dndose la mano: para ambas resulta repelente el trabajo del concepto. All, en lo ms difcil, entre funcionalidad y gratuidad, entre inutilidad

  • Andrs Saldarriaga Madrigal

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    productiva y eicacia prctica, gana su verdadera justiicacin, en la imagen de una humanidad menos enemiga de s misma.

    El tono melanclico de Adorno sugiere su pesimismo. Al inal parece atrapado en la oscuridad de un ocaso: el pensamiento arrastra cadenas, es triste y rabioso.

    Hay motivos para ello, es cierto. Pero la ilosofa, reconciliada consigo misma, podra darnos otras cosas y razones para otras empresas: el uso feliz del cuerpo, el uso feliz de nuestras facultades, la alegra del pensamiento, la curiosidad, la reivindicacin de la vida.

    * * *

    Perdneseme la osada de hablar de tantas cosas de las que apenas s algo. He

    tomado en serio, aunque mis palabras puedan quiz no haberlo mostrado, el rasgo

    esencial de este bello sitio llamado universidad, de este espacio llamado aula, de

    esta invitacin a hablar: la idea encarnada de la conianza, de la alegra de pensar juntos, del uso feliz de la libertad de espritu. Que slo esto quede. Lo dems, como casi todo, est destinado al olvido.