anónimo leyendas mayas

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1 Leyendas Mayas Contenidos Cuando el tunkuluchú canta... El chom El cocay El Haninco El Mayab, la tierra del faisán y del venado El pájaro dziú La boda de la xdzunuúm La piel del venado La Xtaba Los Aluxe

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    Leyendas Mayas

    Contenidos Cuando el tunkuluch canta... El chom El cocay El Haninco El Mayab, la tierra del faisn y del venado El pjaro dzi La boda de la xdzunum La piel del venado La Xtaba Los Aluxe

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    Cuando el tunkuluch canta...

    Leyenda Maya

    En El Mayab vive un ave misteriosa, que siempre anda sola y vive entre las ruinas. Es el tecolote o tunkuluch, quien hace temblar al maya con su canto, pues todos saben que anuncia la muerte. Algunos dicen que lo hace por maldad, otros, porque el tunkuluch disfruta al pasearse por los cementerios en las noches oscuras, de ah su gusto por la muerte, y no falta quien piense que hace muchos aos, una bruja maya, al morir, se convirti en el tecolote. Tambin existe una leyenda, que habla de una poca lejana, cuando el tunkuluch era considerado el ms sabio del reino de las aves. Por eso, los pjaros iban a buscarlo si necesitaban un consejo y todos admiraban su conducta seria y prudente. Un da, el tunkuluch recibi una carta, en la que se le invitaba a una fiesta que se llevara a cabo en el palacio del reino de las aves. Aunque a l no le gustaban los festejos, en esta ocasin decidi asistir, pues no poda rechazar una invitacin real. As, lleg a la fiesta vestido con su mejor traje; los invitados se asombraron mucho al verlo, pues era la primera vez que el tunkuluch iba a una reunin como aquella. De inmediato, se le dio el lugar ms importante de la mesa y le ofrecieron los platillos ms deliciosos, acompaados por balch, el licor maya. Pero el tunkuluch no estaba acostumbrado al balch y apenas bebi unas copas, se emborrach. Lo mismo le ocurri a los dems invitados, que convirtieron la fiesta en puros chiflidos y risas escandalosas. Entre los ms chistosos estaba el chom, quien adorn su cabeza pelona con flores y se rea cada vez que tropezaba con alguien. En cambio, la chachalaca, que siempre era muy ruidosa, se qued callada. Cada ave quera ser la de mayor gracia, y sin querer, el tunkuluch le gan a las dems. Estaba tan borracho, que le dio por decir chistes mientras danzaba y daba vueltas en una de sus patas, sin importarle caerse a cada rato. En eso estaban, cuando pas por ah un maya conocido por ser de veras latoso. Al or el alboroto que hacan los pjaros, se meti a la fiesta dispuesto a molestar

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    a los presentes. Y claro que tuvo oportunidad de hacerlo, sobre todo despus de que l tambin se emborrach con el balch. El maya comenz a rerse de cada ave, pero pronto llam su atencin el tunkuluch. Sin pensarlo mucho, corri tras l para jalar sus plumas, mientras el mareado pjaro corra y se resbalaba a cada momento. Despus, el hombre arranc una espina de una rama y busc al tunkuluch; cuando lo encontr, le pic las patas. Aunque el pjaro las levantaba una y otra vez, lo nico que logr fue que las aves creyeran que le haba dado por bailar y se rieran de l a ms no poder. Fue hasta que el maya se durmi por la borrachera que dej de molestarlo. La fiesta haba terminado y las aves regresaron a sus nidos todava mareadas; algunas se carcajeaban al recordar el tremendo ridculo que hizo el tunkuluch. El pobre pjaro senta coraje y vergenza al mismo tiempo, pues ya nadie lo respetara luego de ese da. Entonces, decidi vengarse de la crueldad del maya. Estuvo das enteros en la bsqueda del peor castigo; era tanto su rencor, que pens que todos los hombres deban pagar por la ofensa que l haba sufrido. As, busc en s mismo alguna cualidad que le permitiera desquitarse y opt por usar su olfato. Luego, fue todas las noches al cementerio, hasta que aprendi a reconocer el olor de la muerte; eso era lo que necesitaba para su venganza. Desde ese momento, el tunkuluch se propuso anunciarle al maya cuando se acerca su hora final. As, se para cerca de los lugares donde huele que pronto morir alguien y canta muchas veces. Por eso dicen que cuando el tunkuluch canta, el hombre muere. Y no pudo escoger mejor desquite, pues su canto hace temblar de miedo a quien lo escucha.

    El chom

    Leyenda Maya Cuenta la leyenda que en Uxmal, una de las ciudades ms importantes de El Mayab, vivi un rey al que le gustaban mucho las fiestas. Un da, se le ocurri organizar un gran festejo en su palacio para honrar al Seor de la Vida, llamado Hunab ku, y agradecerle por todos los dones que haba dado a su pueblo. El rey de Uxmal orden con mucha anticipacin los preparativos para la fiesta. Adems invit a prncipes, sacerdotes y guerreros de los reinos vecinos, seguro de que su festejo sera mejor que cualquier otro y que todos lo envidiaran

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    despus. As, estuvo pendiente de que su palacio se adornara con las ms raras flores, adems de que se prepararan deliciosos platillos con carnes de venado y pavo del monte. Y no poda faltar el balch, un licor embriagante que le encantara a los invitados. Por fin lleg el da de la fiesta. El rey de Uxmal se visti con su traje de mayor lujo y se cubri con finas joyas; luego, se asom a la terraza de su palacio y desde all contempl con satisfaccin su ciudad, que se vea ms bella que nunca. Entonces se le ocurri que ese era un buen lugar para que la comida fuera servida, pues desde all todos los invitados podran contemplar su reino. El rey de Uxmal orden a sus sirvientes que llevaran mesas hasta la terraza y las adornaran con flores y palmas. Mientras tanto, fue a recibir a sus invitados, que usaban sus mejores trajes para la ocasin. Los sirvientes tuvieron listas las mesas rpidamente, pues saban que el rey estaba ansioso por ofrecer la comida a los presentes. Cuando todo qued acomodado de la manera ms bonita, dejaron sola la comida y entraron al palacio para llamar a los invitados. Ese fue un gran error, porque no se dieron cuenta de que sobre la terraza del palacio volaban unos zopilotes, o chom, como se les llama en lengua maya. En ese entonces, estos pjaros tenan plumaje de colores y elegantes rizos en la cabeza. Adems, eran muy tragones y al ver tanta comida se les antoj. Por eso estuvieron un rato dando vueltas alrededor de la terraza y al ver que la comida se qued sola, los chom volaron hasta la terraza y en unos minutos se la comieron toda. Justo en ese momento, el rey de Uxmal sali a la terraza junto con sus invitados. El monarca se puso plido al ver a los pjaros saborearse el banquete. Enojadsimo, el rey grit a sus flecheros: Maten a esos pjaros de inmediato! Al or las palabras del rey, los chom escaparon a toda prisa; volaron tan alto que ni una sola flecha los alcanz. Esto no se puede quedar as! grit el rey de Uxmal Los chom deben ser castigados. No se preocupe, majestad; pronto hallaremos la forma de cobrar esta ofensa contest muy serio uno de los sacerdotes, mientras recoga algunas plumas de zopilote que haban cado al suelo. Los hombres ms sabios se encerraron en el templo; luego de discutir un rato, a uno de ellos se le ocurri cmo castigarlos. Entonces, tom las plumas de chom y las puso en un bracero para quemarlas; poco a poco, las plumas perdieron su color hasta volverse negras y opacas. Despus, uno de los sacerdotes las moli hasta convertirlas en un polvo negro muy fino, que ech en una vasija con agua. Pronto, el agua se volvi un caldo

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    negro y espeso. Una vez que estuvo listo, los sacerdotes salieron del templo. Uno de ellos busc a los sirvientes y les dijo: Lleven comida a la terraza del palacio, la necesitamos para atraer a los zopilotes. La orden fue obedecida de inmediato y pronto hubo una mesa llena de platillos y muchos chom que volaban alrededor de ella. Como el da de la fiesta todo les haba salido muy bien, no lo pensaron dos veces y bajaron a la terraza para disfrutar de otro banquete. Pero no contaban con que esta vez los hombres se escondieron en la terraza; apenas haban puesto las patas sobre la mesa, cuando dos sacerdotes salieron de repente y lanzaron el caldo negro sobre los chom, mientras repetan unas palabras extraas. Uno de ellos alz la voz y dijo: No lograrn huir del castigo que merecen por ofender al rey de Uxmal. Robaron la comida de la fiesta de Hunab ku, el Seor que nos da la vida, y por eso jams probarn de nuevo alimentos tan exquisitos. A partir de hoy estarn condenados a comer basura y animales muertos, slo de eso se alimentarn. Al or esas palabras y sentir sus plumas mojadas, los chom quisieron escapar volando muy alto, con la esperanza de que el sol les secara las plumas y acabara con la maldicin, pero se le acercaron tanto, que sus rayos les quemaron las plumas de la cabeza. Cuando los chom sintieron la cabeza caliente, bajaron de uno en uno a la tierra; pero al verse, su sorpresa fue muy grande. Sus plumas ya no eran de colores, sino negras y resecas, porque as las haba vuelto el caldo que les aventaron los sacerdotes. Adems, su cabeza qued pelona. Desde entonces, los chom vuelan lo ms alto que pueden, para que los dems no los vean y se burlen al verlos tan cambiados. Slo bajan cuando tienen hambre, a buscar su alimento entre la basura, tal como dijeron los sacerdotes.

    El cocay

    Leyenda Maya Quiz alguna noche en el campo hayas visto una chispa de luz que brilla y se mueve de un lado a otro; esa luz la produce el cocay, que es el nombre que le dan los mayas a la lucirnaga. Ellos saben cmo fue que este insecto cre su luz, esta es la historia que cuentan: Haba una vez un Seor muy querido por todos los habitantes de El Mayab, porque era el nico que poda curar todas las enfermedades. Cuando los

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    enfermos iban a rogarle que los aliviara, l sacaba una piedra verde de su bolsillo; despus, la tomaba entre sus manos y susurraba algunas palabras. Eso era suficiente para sanar cualquier mal. Pero una maana, el Seor sali a pasear a la selva; all quiso acostarse un rato y se entretuvo horas completas al escuchar el canto de los pjaros. De pronto, unas nubes negras se apoderaron del cielo y empez a caer un gran aguacero. El Seor se levant y corri a refugiarse de la lluvia, pero por la prisa, no se dio cuenta que su piedra verde se le sali del bolsillo. Al llegar a su casa lo esperaba una mujer para pedirle que sanara a su hijo, entonces el Seor busc su piedra y vio que no estaba. Muypreocupado, quiso salir a buscarla, pero crey que se tardara demasiado en hallarla, as que mand reunir a varios animales. Pronto llegaron el venado, la liebre, el zopilote y el cocay. Muy serio, el Seor les dijo: Necesito su ayuda; perd mi piedra verde en la selva y sin ella no puedo curar. Ustedes conocen mejor que nadie los caminos, las cavernas y los rincones de la selva; busquen ah mi piedra, quien la encuentre, ser bien premiado. Al or esas ltimas palabras, los animales corrieron en busca de la piedra verde. Mientras, el cocay, que era un insecto muy empeado, volaba despacio y se preguntaba una y otra vez: Dnde estar la piedra? Tengo que encontrarla, slo as el Seor podr curar de nuevo. Y aunque el cocay fue desde el inicio quien ms se ocup de la bsqueda, el venado encontr primero la piedra. Al verla tan bonita, no quiso compartirla con nadie y se la trag. Aqu nadie la descubrir se dijo. A partir de hoy, yo har las curaciones y los enfermos tendrn que pagarme por ellas. Pero en cuanto pens esas palabras, el venado se sinti enfermo; le dio un dolor de panza tan fuerte que tuvo que devolver la piedra; luego huy asustado. Entre tanto, el cocay daba vueltas por toda la selva. Se meta en los huecos ms pequeos, revisaba todos los rincones y las hojas de las plantas. No hablaba con nadie, slo pensaba en qu lugar estara la piedra verde. Para ese entonces, los animales que iniciaron la bsqueda ya se haban cansado. El zopilote volaba demasiado alto y no alcanzaba a ver el suelo, la liebre corra muy aprisa sin ver a su alrededor y el venado no quera saber nada de la piedra; as, hubo un momento en que el nico en buscar fue el cocay. Un da, despus de horas enteras de meditar sobre el paradero de la piedra, el cocay sinti un chispazo de luz en su cabeza: Ya s dnde est! grit feliz, pues haba visto en su mente el lugar en que estaba la piedra. Vol de inmediato hacia all y aunque al principio no se dio cuenta, luego sinti cmo una luz sala de su cuerpo e iluminaba su camino. Muy pronto hall la piedra y ms pronto se la llev a su dueo.

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    Seor, busqu en todos los rincones de la selva y por fin hoy di con tu piedra le dijo el cocay muy contento, al tiempo que su cuerpo se encenda. Gracias, cocay le contest el Seor veo que t mismo has logrado una recompensa. Esa luz que sale de ti representa la nobleza de tus sentimientos y lo brillante de tu inteligencia. Desde hoy te acompaar siempre para guiar tu vida. El cocay se despidi muy contento y fue a platicarle a los animales lo que haba pasado. Todos lo felicitaron por su nuevo don, menos la liebre, que sinti envidia de la luz del cocay y quiso robrsela. Esa chispa me quedara mejor a m; qu tal se me vera en un collar? pens la liebre. As, para lograr su deseo, esper a que el cocay se despidiera y comenz a seguirlo por el monte. Cocay! Ven, ensame tu luz le grit al insecto cuando estuvo seguro de que nadie los vea. Claro que s dijo el cocay y detuvo su vuelo. Entonces, la liebre aprovech y zas! le salt encima. El cocay qued aplastado bajo su panza y ya casi no poda respirar cuando la liebre empez a saltar de un lado a otro, porque crea que el cocay se le haba escapado. El cocay empez a volar despacio para esconderse de la liebre. Ahora, fue l quien la persigui un rato y en cuanto la vio distrada, quiso desquitarse. Entonces, vol arriba de ella y se puso encima de su frente, al mismo tiempo que se iluminaba. La liebre se llev un susto terrible, pues crey que le haba cado un rayo en la cabeza y aunque brincaba, no poda apagar el fuego, pues el cocay segua volando sobre ella. En eso, lleg hasta un cenote y en su desesperacin, crey que lo mejor era echarse al agua, slo as evitara que se le quemara la cabeza. Pero en cuanto salt, el cocay vol lejos y desde lo alto se ri mucho de la liebre, que trataba de salir del cenote toda empapada. Desde entonces, hasta los animales ms grandes respetan al cocay, no vaya a ser que un da los engae con su luz.

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    El Haninco

    Leyenda Maya Mucho tiempo perd tratando de concurrir a una ceremonia india, a una hanincol (comida de milpa) que hacen los maya con el objeto, unas veces, de agradar a los dioses, y otras, de desagraviarlos. Haba rogado a los hechiceros que me permitieran la entrada, pero todos se haban negado porque yo tambin me haba negado a que me santiguaran: (santiguar es someter a una persona a ciertos baos, con hierbas, hechiceras, etc.) En las ceremonias de las comidas de milpa se admite a mujeres cuando se va repartir el alimento. Al fin me resolv a todo y lo comuniqu al men. As fue como logr concurrir a la comida. Y ahora les narrar lo que v; lo que o no, pues fue todo en maya, idioma que no entiendo. La ceremonia se hizo en un pueblo llamado San Juan Bautista Sahcabchn o Alto Sahcabchn, por estar ubicado en la cresta de un cerro de roca viva. El maestro de la escuela, un joven llamado Mario Flores Barrera, me avis con anticipacin; llena de alegra camin a caballo toda la noche en que la Luna plateaba los rboles y alumbraba el camino. Llegu al amanecer. All arriba estaba el pueblo. Sub a l, llam a una puerta y al punto asom su risuea cara el maestro que me salud. Hoy ser la fiesta, me dijo con acento de satisfaccin. Nos desayunamos con pan y caf y luego me llev a la casa del men quien me recibi solcito, pero desconfiado. Est resuelta a que le santigen?- me pregunt. El maestro me mir, incrdulo de que pudiera aceptar eso. S le respond, y en pocos minutos qued santiguada y oliendo a romero y ruda. Salimos los tres y nos sentamos en el brocal de un pozo, y el hechicero contest as mi interrogatorio. -Por qu harn el hanincol? -Para desagraviar a los dioses. El dueo de la milpa que se ha de sembrar tiene un hijo enfermo, seal del disgusto del Nohoch-Tat (Gran Seor). Luego me ense varias palabras mayas, el nombre de los vientos, etc., para que pudiera entender, y me llev a la casa donde el muchacho estaba enfermo. Quiere verlo?, me dijo. S- le respond. En una hamaca estaba el joven calenturiento. El men le pregunt por su salud, y l casi no contest. Su nimo estaba cado ms que por la fiebre, por el temor de que le hubiera castigado el dueo del monte. El men sac de su morral un bollo de pozole lleno de moho que de amarillo pasa a verde. Lo mezcl con agua, lo endulz con miel y se lo dio al enfermo. Las mujeres de la casa, durante la noche, mojan maz y lo muelen en metates para hacer una bebida refrescante llamada sacab. Este se reparte entre los que van a asistir a la ceremonia.

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    En la ocasin a que me refiero me dieron una racin, por la cual me sent invitada. Marchamos luego a la ceremonia o que diga, adonde iba a efectuarse. El dueo de la sementera y sus trabajadores estaban ocupados. Unos abran una fosa en la tierra; otros, en grandes calderos cocan maz, frijol y tostaban semillas de calabaza, que molan luego para formar una masa de estos tres productos, la cual recogan en bolas. Teniendo ya las bolas sobre hojas de roble o pltano, se extiende primero la masa de maz haciendo una tortilla grande y se forma una de semilla de calabaza: luego, una de frijol, y as sucesivamente, hasta llegar a nueve. Estos huahes (panes) se envuelven en las mismas hojas; uno de ellos es ms grande que los otros. Mientras esto se lleva a efecto, en la fosa abierta se ha colocado gran cantidad de lea, que arde y calienta casi hasta calcinar algunas piedras grandes. Por otro lado, en ollas tambin grandes se cuecen pavos y gallinas, y en un caldero se hace el cool (atole salado). En un caldero se pone el caldo de gallina y pavos, destinado a preparar el choc (caliente). El men, con toda parsimonia, toma dos velas que enciende, y, seguido de unos hombres que llevan en tablas los huanes (panes) y de todos los invitados, llega a la ardiente fosa. Y dice as: lakn-ik, xikn-ik, nohol-ik, xamn-can (vientos de oriente, del poniente, del sur y del norte; sed benvolos). Luego hace mil contorsiones, brinca de un lado para otro de la fosa, saca con las manos, del fuego, las candentes piedras, y slo deja unas en el fondo, sobre las cuales se colocan los panes. La piedras extradas se acomodan encima y se recubre la fosa con tierra y gajos de roble. Retornan el brujo y su comitiva al lugar primitivo, donde se ha colocado una mesa, que tiene encima una cruz cristiana, tres velas grandes, tres medianas y tres chicas. Tambin hay incienso, rudas, albahacas, flores, dulces, cigarrillos, etc. Se han llevado a la mesa los pavos y las gallinas condimentadas y cocidas. Debajo de la mesa est el gran caldero de cool, el jugo de gallina y pavos, etc. El men parece perder su personalidad de hombre, y en medio de gesticulaciones y contorsiones, conjura a los vientos malo y llama a los buenos; levanta en sus manos las ramas de albahaca y ruda, y blandiendo la cruz cristiana aleja a los viento malos. como regalo a los buenos arroja a los cuatro vientos jicaradas de miel y balch. Luego cae en xtasis, oculta su rostro entre las manos, y tomando enseguida el inciensario, marcha hacia la fosa; al llegar a sta levanta aqul al cielo y mucha manos de hombres destapan la fosa, de donde extraen los huanes. Todas caminan hacia la mesa y el brujo cierra la procesin. El pan ms grande es el que se pone en una mesita aparte. Apenas desenvuelto, muchas manos arrancan trozos, hirviente an y los depositan en el caldo de pavos y gallinas, donde otras manos lo baten y disuelven. As se prepara el choc .

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    Terminado esto, el men reparte entre los concurrentes balch en jicaritas. Hay que tomarlo, pues es malo tirarlo o despreciarlo. Luego el hechicero da a cada persona presente un cigarro gigante, al que debe darse dos o tres fumadas. Esos cigarros son recogidos por un brujo en hojas de almendro o higuerilla, con el fin de que sus manos no los toquen, los lleva a la mesa y los riega con brebajes. Inmediatamente se toma a todos los nios que han asistido a la ceremonia y se les pone de rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho. El men les da balch dulce, choc, cool, dulces, trozos de pavos, pero todo en la boca. (Los nios representan a los aluxes, y el men les da de comer con la mano, ellos no pueden tocar nada con las manos). Terminada esa comida, se aleja a los nios, y con una jcara grande se pone una buena racin de todo lo que hay, de lo mejor, un gran trozo de pan y los cigarros, todo lo cual toma el men pues es la ofrenda destinada al Nohoch-Tat (padre o dueo de monte). El hechicero llega a la fosa y en el centro de ella coloca la jcara grande y todo lo dems. A una seal del men la fosa es cubierta de tierra y casi ni queda seal de ella. Se cree que durante la noche el dueo de bosque tiene all su banquete, y que sus hijos, los aluxes le hacen compaa y fuman en rueda sus cigarros. Cuando el men vuelve al lugar de la comida, todo se transforma en fiesta, se reparte lo que an queda, se da al dueo de la milpa, a sus hijos y trabajadores, de todo lo que hay, y luego a los visitantes. Esta es ya la comida terrenal. Todos comen, todos beben. El men viene a m con una pierna de pavo en la mano y me dice: No come?, y me trae un trozo de muslo de pavo. Yo estaba sentada en una hamaca suspendida en medio de dos rboles, especialmente para m, frente a la mesa de la ceremonia. Era tal mi proximidad a la mesa, que materialmente estaba baada en miel y balch, pues me salpic el men cuando arroj esos lquidos al aire. Termin la ceremonia -me dijo el men-. El enfermo est curado. Entre los comensales vi a Pedro, que coma y rea con mucha gana. Pedro -dijo el men- ven aqu, pues quera demostrarme su poder. El muchacho obedeci la orden. Ya no tena calentura, haba recobrado la salud. En ese momento di la razn al men y al enfermo. Estaba curado. Haba que reconocerlo. Mas luego pens que ese hombre sagaz aprovechaba la ignorancia y fe de los descendientes de los xius y cocomes. Me retir pensativa. Soy una de los que creen que lo ms de los indios mayas no padecen ciertas enfermedades gracias que ingieren frecuentemente, las dosis de penicilina que se encuentran en el moho del pozole, que siempre comen con sal e sus milpas.

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    Se cur el muchacho? Sera por el favor de los dioses o por la accin de la medicina que le dio el men en el pozole? Tal vez ni el hechicero lo sepa. Tal pensaba yo despus de la peregrina ceremonia que me dej la impresin de un sueo fantstico.

    El Mayab, la tierra del faisn y del venado Leyenda Maya Hace mucho, pero mucho tiempo, el seor Itzamn decidi crear una tierra que fuera tan hermosa que todo aqul que la conociera quisiera vivir all, enamorado de su belleza. Entonces cre El Mayab, la tierra de los elegidos, y sembr en ella las ms bellas flores que adornaran los caminos, cre enormes cenotes cuyas aguas cristalinas reflejaran la luz del sol y tambin profundas cavernas llenas de misterio. Despus, Itzamn le entreg la nueva tierra a los mayas y escogi tres animales para que vivieran por siempre en El Mayab y quien pensara en ellos lo recordara de inmediato. Los elegidos por Itzamn fueron el faisn, el venado y la serpiente de cascabel. Los mayas vivieron felices y se encargaron de construir palacios y ciudades de piedra. Mientras, los animales que escogi Itzamn no se cansaban de recorrer El Mayab. El faisn volaba hasta los rboles ms altos y su grito era tan poderoso que podan escucharle todos los habitantes de esa tierra. El venado corra ligero como el viento y la serpiente mova sus cascabeles para producir msica a su paso. As era la vida en El Mayab, hasta que un da, los chilam, o sea los adivinos mayas, vieron en el futuro algo que les caus gran tristeza. Entonces, llamaron a todos los habitantes, para anunciar lo siguiente: Tenemos que dar noticias que les causarn mucha pena. Pronto nos invadirn hombres venidos de muy lejos; traern armas y pelearn contra nosotros para quitarnos nuestra tierra. Tal vez no podamos defender El Mayab y lo perderemos. Al or las palabras de los chilam, el faisn huy de inmediato a la selva y se escondi entre las yerbas, pues prefiri dejar de volar para que los invasores no lo encontraran. Cuando el venado supo que perdera su tierra, sinti una gran tristeza; entonces llor tanto, que sus lgrimas formaron muchas aguadas. A partir de ese momento, al venado le quedaron los ojos muy hmedos, como si estuviera triste siempre. Sin duda, quien ms se enoj al saber de la conquista fue la serpiente de cascabel; ella decidi olvidar su msica y luchar con los enemigos; as que cre un nuevo sonido que produce al mover la cola y que ahora usa antes de atacar.

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    Como dijeron los chilam, los extranjeros conquistaron El Mayab. Pero an as, un famoso adivino maya anunci que los tres animales elegidos por Itzamn cumplirn una importante misin en su tierra. Los mayas an recuerdan las palabras que una vez dijo: Mientras las ceibas estn en pie y las cavernas de El Mayab sigan abiertas, habr esperanza. Llegar el da en que recobraremos nuestra tierra, entonces los mayas debern reunirse y combatir. Sabrn que la fecha ha llegado cuando reciban tres seales. La primera ser del faisn, quien volar sobre los rboles ms altos y su sombra podr verse en todo El Mayab. La segunda seal la traer el venado, pues atravesar esta tierra de un solo salto. La tercera mensajera ser la serpiente de cascabel, que producir msica de nuevo y sta se oir por todas partes. Con estas tres seales, los animales avisarn a los mayas que es tiempo de recuperar la tierra que les quitaron. se fue el anuncio del adivino, pero el da an no llega. Mientras tanto, los tres animales se preparan para estar listos. As, el faisn alisa sus alas, el venado afila sus pezuas y la serpiente frota sus cascabeles. Slo esperan el momento de ser los mensajeros que renan a los mayas para recobrar El Mayab.

    El pjaro dzi

    Leyenda Maya Cuentan por ah, que una maana, Chaac, el Seor de la Lluvia, sinti deseos de pasear y quiso recorrer los campos de El Mayab. Chaac sali muy contento, seguro de que encontrara los cultivos fuertes y crecidos, pero apenas lleg a verlos, su sorpresa fue muy grande, pues se encontr con que las plantas estaban dbiles y la tierra seca y gastada. Al darse cuenta de que las cosechas seran muy pobres, Chaac se preocup mucho. Luego de pensar un rato, encontr una solucin: quemar todos los cultivos, as la tierra recuperara su riqueza y las nuevas siembras seran buenas. Despus de tomar esa decisin, Chaac le pidi a uno de sus sirvientes que llamara a todos los pjaros de El Mayab. El primero en llegar fue el dzi, un pjaro con plumas de colores y ojos cafs. Apenas se acomodaba en una rama cuando lleg a toda prisa el toh, un pjaro negro cuyo mayor atractivo era su larga cola llena de hermosas plumas. El toh se puso al frente, donde todos pudieran verlo. Poco a poco se reunieron las dems aves, entonces Chaac les dijo: Las mand llamar porque necesito hacerles un encargo tan importante, que de l depende la existencia de la vida. Muy pronto quemar los campos y quiero que ustedes salven las semillas de todas las plantas, ya que esa es la nica manera de sembrarlas de nuevo para que haya mejores cosechas en el futuro. Confo en ustedes; vyanse pronto, porque el fuego est por comenzar.

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    En cuanto Chaac termin de hablar el pjaro dzi pens: Voy a buscar la semilla del maz; yo creo que es una de las ms importantes para que haya vida. Y mientras, el pjaro toh se dijo: Tengo que salvar la semilla del maz, todos me van a tener envidia si la encuentro yo primero. As, los dos pjaros iban a salir casi al mismo tiempo, pero el toh vio al dzi y quiso adelantarse; entonces se atraves en su camino y lo empuj para irse l primero. Al dzi no le import y se fue con calma, pero muy decidido a lograr su objetivo. El toh vol tan rpido, que en poco tiempo ya les llevaba mucha ventaja a sus compaeros. Ya casi llegaba a los campos, pero se sinti muy cansado y se dijo: Voy a descansar un rato. Al fin que ya voy a llegar y los dems todava han de venir lejos. Entonces, el toh se acost en una vereda. Segn l slo iba a descansar mas se durmi sin querer, as que ni cuenta se dio de que ya empezaba a anochecer y menos de que su cola haba quedado atravesada en el camino. El toh ya estaba bien dormido, cuando muchas aves que no podan volar pasaron por all y como el pjaro no se vea en la oscuridad, le pisaron la cola. Al sentir los pisotones, el toh despert, y cul sera su sorpresa al ver que en su cola slo quedaba una pluma. Ni idea tena de lo que haba pasado, pero pens en ir por la semilla del maz para que las aves vieran su valor y no se fijaran en su cola pelona. Mientras tanto, los dems pjaros ya haban llegado a los cultivos. La mayora tom la semilla que le quedaba ms cerca, porque el incendio era muy intenso. Ya casi las haban salvado todas, slo faltaba la del maz. El dzi volaba desesperado en busca de los maizales, pero haba tanto humo que no lograba verlos. En eso, lleg el toh, mas cuando vio las enormes llamas, se olvid del maz y decidi tomar una semilla que no ofreciera tanto peligro. Entonces, vol hasta la planta del tomate verde, donde el fuego an no era muy intenso y salv las semillas. En cambio, al dzi no le import que el fuego le quemara las alas; por fin hall los maizales, y con gran valenta, fue hasta ellos y tom en su pico unos granos de maz. El toh no pudo menos que admirar la valenta del dzi y se acerc a felicitarlo. Entonces, los dos pjaros se dieron cuenta que haban cambiado: los ojos del toh ya no eran negros, sino verdes como el tomate que salv, y al dzi le quedaron las alas grises y los ojos rojos, pues se acerc demasiado al fuego. Chaac y las aves supieron reconocer la hazaa del dzi, por lo que se reunieron para buscar la manera de premiarlo. Y fue precisamente el toh, avergonzado por su conducta, quien propuso que se le diera al dzi un derecho especial: Ya que el dzi hizo algo por nosotros, ahora debemos hacer algo por l. Yo propongo que a partir de hoy, pueda poner sus huevos en el nido de cualquier pjaro y que prometamos cuidarlos como si fueran nuestros.

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    Las aves aceptaron y desde entonces, el dzi no se preocupa de hacer su hogar ni de cuidar a sus cras. Slo grita su nombre cuando elige un nido y los pjaros miran si acaso fue el suyo el escogido, dispuestos a cumplir su promesa.

    La boda de la xdzunum

    Leyenda Maya Una maana llena de sol, la colibr, o xdzunum que es su nombre en lengua maya, estaba parada sobre la rama de una ceiba y lloraba al contemplar su pequeo nido a medio hacer. Y es que a pesar de que llevaba das buscando materiales para construir su casa, slo haba encontrado unas cuantas ramas y hojas que no le alcanzaban. La xdzunum quera acabar su nido pronto, pues ah vivira cuando se casara, pero era muy pobre y cada vez le pareca ms difcil terminar su hogar y poder organizar su boda. La xdzunum era tan pequea que su llanto apenas se escuchaba; la nica en orlo fue la xkokolch, quien vol de rama en rama hasta encontrar a la triste pajarita. Al verla, le pregunt: Qu te pasa, amiga xdzunum? Ay! Mi pena es muy grande solloz ms fuerte la xdzunum. Cuntamela, tal vez yo pueda ayudarte dijo la xkokolch. No! Nadie puede remediar mi dolor chill la xdzunum. ndale, platcame qu tienes insisti la xkokolch. Bueno accedi la xdzunum. Fjate que me quiero casar, pero mi novio y yo somos tan pobres que no tenemos nido ni podemos hacer la fiesta. Uy! Eso s que es un problema, porque yo soy pobre tambin respondi la xkokolch. Lo ves? Te lo dije, nadie me puede ayudar grit la xdzunum. No llores, esprate, ahorita se me ocurre algo asegur la xkokolch. Las dos aves pensaron un rato; desesperada, la xdzunum ya iba a llorar de nuevo, cuando la xkokolch tuvo una idea: Mira, t y yo solas no vamos a poder con la boda. Tenemos que llamar a otros animales para que nos ayuden. Apenas acab de hablar, la xkokolch enton una cancin en maya, que deca as: U tul chichan chiich, u kat socobel, ma tu patal xun, minaan y nuucul. De esta forma, la xkokolch contaba que una pajarita se quera casar, pero no tena recursos para hacerlo. Luego repiti la cancin; como su voz era tan dulce, algunos animales y hasta el agua y los rboles se acercaron a escucharla. Cuando ella los vio muy atentos a sus palabras, les pidi ayuda con este canto: Minaan u xbakal, minaan u nokil, minaan u xanbil, minaan u xacheil, minaan u neenel, minaan u chu-c, minaan u nectel.

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    Con esas palabras, la xkokolch les explicaba: No tiene el collar, no tiene el vestido, no tiene los zapatos, no tiene el peine, no tiene el espejo, no tiene los dulces, no tiene las flores. Mientras la xkokolch cantaba, la xdzunum derramaba gruesos lagrimones. As, entre las dos lograron que todos los presentes quisieran ayudar. Por un momento, se quedaron callados, luego, se escucharon varias voces: Que se haga la boda, yo dar el collar dijo el ave xomxanl, dispuesta a prestar el adorno amarillo que tena en el pecho. Que se haga la boda, yo dar el vestido ofreci la araa y empez a tejer una tela muy fina para vestir a la novia. Que se haga la boda, yo dar los zapatos asegur el venado. Que se haga la boda, yo dar el peine prometi la iguana y se quit algunas pas de las que cubren su lomo. Que se haga la boda, yo dar el espejo afirm el cenote, pues su agua era tan cristalina que en ella podra contemplarse la novia. Que se haga la boda, yo dar los dulces se comprometi la abeja y se fue a traer la miel de su panal. Con eso, ya estaba listo lo necesario para la boda. La xdzunum llor de nuevo, pero ahora de alegra. Luego, vol a buscar al novio y le dijo que ya podan casarse. A los pocos das, se celebr una gran boda, y por supuesto, la xkokolch fue la madrina. En la fiesta hubo de todo, porque los invitados llevaron muchos regalos. Desde entonces, la xdzunum dej de lamentar su pobreza, pues supo que contaba con grandes amigos en el mundo maya.

    La piel del venado

    Leyenda Maya Los mayas cuentan que hubo una poca en la cual la piel del venado era distinta a como hoy la conocemos. En ese tiempo, tena un color muy claro, por eso el venado poda verse con mucha facilidad desde cualquier parte del monte. Gracias a ello, era presa fcil para los cazadores, quienes apreciaban mucho el sabor de su carne y la resistencia de su piel, que usaban en la construccin de escudos para los guerreros. Por esas razones, el venado era muy perseguido y estuvo a punto de desaparecer de El Mayab. Pero un da, un pequeo venado beba agua cuando escuch voces extraas; al voltear vio que era un grupo de cazadores que disparaban sus flechas contra l. Muy asustado, el cervatillo corri tan veloz como se lo permitan sus patas, pero sus perseguidores casi lo atrapaban. Justo cuando una flecha iba a herirlo, resbal y cay dentro de una cueva oculta por matorrales.

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    En esta cueva vivan tres genios buenos, quienes escucharon al venado quejarse, ya que se haba lastimado una pata al caer. Compadecidos por el sufrimiento del animal, los genios aliviaron sus heridas y le permitieron esconderse unos das. El cervatillo estaba muy agradecido y no se cansaba de lamer las manos de sus protectores, as que los genios le tomaron cario. En unos das, el animal san y ya poda irse de la cueva. Se despidi de los tres genios, pero antes de que se fuera, uno de ellos le dijo: Espera! No te vayas an; queremos concederte un don, pdenos lo que ms desees. El cervatillo lo pens un rato y despus les dijo con seriedad: Lo que ms deseo es que los venados estemos protegidos de los hombres, ustedes pueden ayudarme? Claro que s aseguraron los genios. Luego, lo acompaaron fuera de la cueva. Entonces uno de los genios tom un poco de tierra y la ech sobre la piel del venado, al mismo tiempo que otro de ellos le pidi al sol que sus rayos cambiaran de color al animal. Poco a poco, la piel del cervatillo dej de ser clara y se llen de manchas, hasta que tuvo el mismo tono que la tierra que cubre el suelo de El Mayab. En ese momento, el tercer genio dijo: A partir de hoy, la piel de los venados tendr el color de nuestra tierra y con ella ser confundida. As los venados se ocultarn de los cazadores, pero si un da estn en peligro, podrn entrar a lo ms profundo de las cuevas, all nadie los encontrar. El cervatillo agradeci a los genios el favor que le hicieron y corri a darles la noticia a sus compaeros. Desde ese da, la piel del venado representa a El Mayab: su color es el de la tierra y las manchas que la cubren son como la entrada de las cuevas. Todava hoy, los venados sienten gratitud hacia los genios, pues por el don que les dieron muchos de ellos lograron escapar de los cazadores y todava habitan la tierra de los mayas.

    La Xtaba

    Leyenda Maya Vivan en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la XKEBAN, que es como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la UTZ-COLEL, que es como decir mujer buena. La XKEBAN era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de amor. Por esto, las gentes honradas del lugar la despreciaban y huan de ella como de cosa hedionda. En ms de un ocasin se haba pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era virtuosa, recta y austera adems de bella.

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    Jams haba cometido un desliz de amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario. No ostante sus pecados, la XKEBAN era muy compasiva y socorra a los mendigos que llegaban a ella en demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazn y sufra resignadamente la injurias de la gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era rgida y dura de carcter: Desdeaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por repugnancia. Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufri su corazn como la piel de la serpiente. Un da ocurri que los vecinos no vieron salir de su casa a la XKEBAN, pas otro da, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN haba muerto abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadver, lamindole las manos y ahuyentndole las moscas. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprenda de su cuerpo. Cuando la noticia lleg a odos de la UTZ-COLEL, sta ri despectivamente. Es imposible que el cadver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno- exclam. Ms bien heder a carne podrida. Pero era mujer curiosa y quiso convencerse por s misma. Fue al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo, con sorna: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y aadi: Si el cadver de esta mujer mala huele tan aromticamente, mi cadver oler mejor. Al entierro de la XKEBAN solo fueron los humildes a quienes haba socorrido, los enfermos a los que haba curado; pero por donde cruz el cortejo se fue dilatando el perfume, y al da siguiente la tumba amaneci cubierta de flores silvestres. Poco tiempo despus falleci la UTZ-COLEL, haba muerto virgen y seguramente el cielo se abrira inmediatamente para su alma. Pero Oh sorpresa! contra lo que ella misma y todos haban esperado, su cadver empez a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida. El vecindario lo atribuy a malas artes del demonio y acudi en gran nmero. a su entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba: Flores que al amanecer desaparecieron por "malas artes de demonio", volvieron a decir. Sigui pasando el tiempo, y es sabido que despus de muerta la XKEBAN se convirti en una florecilla dulce, sencilla, olorosa llamada XTABENTUN. El jugo de esa florecilla embriaga dulcemente tal como embriag en vida el amor de la XKEBAN. En cambio, la UTZ-COLEL se convirti despus de muerta en la flor de TZACAM, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fcil punzarse. Convertida la falsa mujer en la flor del TZACAM se dio a reflexionar, envidiosa, en el extremo caso de la XKEBAN, hasta llegar a la conclusin de que seguramente porque sus pecados haban sido de amor, le ocurri todo lo bueno que le ocurri despus de muerta. Y entonces pens en imitarla entregndose tambin al amor. Sin caer en la cuenta de que si las cosas haban sucedido as, fue por la bondad del corazn de la XKEBAN, quien se entregaba al amor por un impulso generoso natural. Llamando en su ayuda a los malos espritus, la UTZ-COLEL consigui la

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    gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazn no le permita otro. Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que surge del TZACAM, la flor del cactus punzador y rgido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM erizado de pas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenes de un amor infernal.

    Los Aluxe Leyenda Maya Nos encontrbamos en el campo yermo donde iba a hacerse una siembra. Era un terreno que abarcaba unos montculos de ruinas tal vez ignoradas. Caa la noche y con ella el canto de la soledad. Nos guarecimos en una cueva de piedra, y para bajar utilizamos una soga y un palo grueso que estaba hincado en el piso de la cueva. La comida que llevamos nos la repartimos. Qu haca all?, puede pensar el lector. Trataba de cerciorarme de lo que vean miles de ojos hechizados por la fantasa. Trataba de ver a esos seres fantsticos que segn la leyenda habitaban en los cuyo (montculos de ruinas) y sementeras: Los ALUXES. Me acompaaba un ancianito agricultor de apellido May. La noche avanzaba...De pronto May tom la Palabra y me dijo: -Puede que logre esta milpa que voy a sembrar. -Por qu no ha de lograrla?, pregunt. -Porque estos terrenos son de los aluxes. Siempre se les ve por aqu. Est seguro que esta noche vendrn? Seguro, me respondi. -Cuntos deseos tengo de ver a esos seres maravillosos que tanta influencia ejercen sobre ustedes! Y dgame, seor may usted les ha visto? -Explqueme, cmo son, qu hacen. El ancianito, asumiendo un aire de importancia, me dijo: -Por las noches, cuanto todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, nios, pequeos, pequeitos, que suben, bajan, tiran piedras, hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan, unas veces por pares, otras en tropel. Pero cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rueda y bailan en su derredor; un pequeo ruido les hace huir y esconderse, para salir luego y alborotar ms. No son seres malos. Si se les trata bien, corresponden.

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    -Qu beneficio hacen? -Alejan los malos vientos y persiguen las plagas. Si se les trata mal, tratan mal, y la milpa no da nada, pues por las noche roban la semilla que se esparce de da, o bailan sobre las matitas que comienzan a salir. Nosotros les queremos bien y le regalamos con comida y cigarrillos. Pero hagamos silencio para ver si usted logra verlos. El anciano sali, asindose a la soga, y yo tras l, entonces vi que avivaba el fuego y colocaba una jicarita de miel, pozole cigarrillos, etc., y volvi a la cueva. Yo me acurruqu en el fondo cmodamente. La noche era esplndida, noche plenilunar. Transcurridas unas horas, cuando empezaba a llegarme el sueo, o un ruido que me sobresalt. Era el rumor de unos pasitos sobre la tierra de la cueva: Luego, ruido de pedradas, carreras, saltos, que en el silencio de la noche se hacan ms claros.