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AÑO 9 • NÚMERO 106 • MARZO 2018

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AÑO 9 • NÚMERO 106 • MARZO 2018

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03ELLIBRERO DE...

Ensenada, Baja California, 1984. Impartió ilustración en la licenciatura de Diseño Gráfico en cetys universidad por seis años. A lo largo de su carrera ha impartido talleres de ilustración y conferencias por toda la República Mexicana. En 2014 inició su proyecto comercial “Anita Mejía”, una licencia de productos con presencia nacional. Como parte de este gran proyecto, publicó la novela gráfica Ruido, Mejía y el gran tilingo (Lumen, 2017). En la foto la acompaña Roberto Macarrón alias “El Buddy”, de Ensenada, Baja California. +

ANITA MEJÍA

¿Cuántos libros tienes?No estoy muy segura porque siempre traigo un montón de libros nue-vos y regalo muchos, pero creo que la última vez que los conté andaban alrededor de los dos mil.

¿Qué libros has regalado?La semana pasada acabo de regalar uno de mis libros favoritos: Los ma-res tenebrosos. Hace poco también vinieron unos amigos aquí, yo aca-baba de leer La casa de la alegría, de Edith Wharton, y se lo regalé a la esposa de mi amigo.

¿Qué libro no has regresado?Casi no me gusta que me presten libros porque sé que no los voy a re-gresar en muchísimo tiempo. Tal vez Carrie, de Stephen King, pero no lo voy a leer pronto.

¿Cuál es el libro más nuevo?Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit, de Charles Dickens que ya te-nía en Editorial Montesinos, pero lo editaron con una nueva traducción, y Tess de los d'Urberville, de Thomas Hardy, que no había conseguido. También compré Shadows of Forgotten Ancestors, de Carl Sagan, Ann Druyan y Mykhailo Kotsiubynsky.

¿Cuál es el libro más antiguo?El libro más viejito que tengo es Victoria, de Knut Hamsun, de 1935, que compré hace un año en una librería de viejo en la Condesa.

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¿Qué libro o autor te cambió la vida?Creo que todos los libros que tengo de Maurice Sendak, Tove Jansson y Beatrix Potter, que son ilustradores, me cambiaron la vida, pues yo me dedico a la ilustración básicamente porque los conocí. Con Cars and Trucks and Things That Go, de Richard Scarry, aprendí a leer. También Cartas a Louise Colet, de Gustave Flaubert.

¿Cuál es el libro más raro que tienes?Es The Doyle Diary, de Charles Altamont Doyle, que era el hermano de uno de los ilustradores de más renombre en la época victoriana, Richard Doyle, y el papá de Arthur Conan Doyle. La única colaboración que hizo con su hijo ilustrando sus libros fue en Estudio en escarlata.

¿Cuál es tu libro favorito?Tengo varios. Uno que guardé en Ensenada y que no me traje para que no se estropeara: La impaciencia del corazón, de Stefan Zweig. Era el li-bro favorito de mi abuelo, fue el favorito de mi papá, y por mucho tiem-po fue el mío. Tiempo después empecé a leer a Joseph Roth y encontré La marcha Radetzky, que por mucho tiempo fue también mi libro favo-rito. Fuera de eso, yo creo que todo mi librero de libros ilustrados, todo Tove Jansson y Maurice Sendak.

¿Qué ilustrador se repite más en tu biblioteca?Puede ser Tove Jansson; aquí tengo la colección de sus cómics y su na-rrativa tanto infantil como para adultos. Tengo cositas regadas de ella por todos lados. También Theodor Seuss, que es otro de los ilustradores que más han influido en mí. +

Ve la entrevista en mascultura.mx

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ENVÍA TUS COMENTARIOS A: [email protected] VISITA: www.revistaleemas.mx • www.mascultura.mx /mascultura @revistaLeemas

EL LIBRERO DE…Anita Mejía

03TOMAR PRESTADOS LOS RECUERDOSAmérica Gutiérrez

12EL TIEMPO NO RINDE TREGUARolando R. Vázquez Mendoza

12IDEAR EL LADO BUENODE LA VIDANiños a ¡leer! /Karen Chacek

16LA MÍSTICA GRÁFICA DEL BRITPOP Juan Cárdenas

18LAS BATALLAS Jóvenes /Raquel Castro

18LO QUE UN DÍA FUE NO SERÁNerd Plus /Bernardo Fernández, Bef

22CHARROS CONTRA HIPSTERSEdgar Krauss

24NO DICE MUCHO. SOLAMENTE: "HOWARD ROARK, ARQUITECTO"Una pequeña voz /Rodrigo Velasco

26DEL RÍO QUE CORRECon/versando poesía/ Ricardo Sánchez Riancho

34FANTASMASCuento inédito / Jesús Gonzáles Mendoza

34SUPERAR LA MALDICIÓN DE EVA...Doctora libros/ Dra. Lee

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ENCUÉNTRANOS A NIVEl NACIONAl EN: FILIJ • FIL GDL • FIL Minería • FIL Zócalo • Cine Tonalá • Cineteca Nacional • GritaRa-dio (Universidades, preparatorias CDMX y área Metropolitana) • Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández en Bellas Artes • Orquesta Sinfónica de Minería • OFUNAM •Teatro de la Ciudad Esperanza Iris • Colegio Nacional • SAE INSTITUTE • UNAM • Universi-dad IBERO • Universidad ANÁHUAC del Norte • Instituto Mexicano Norteamericano Relaciones Culturales (Monterrey) • Casa LAMM • Biblioteca José Vasconcelos • Foro Shakespeare • Museo Nacional de Culturas Populares • Museo Franz Mayer • Centro Cultural España • CONARTE (Monterrey) • CENART• MUAC • Museo Jumex • Museo El ECO • MUCA Roma • Museo Universitario del Chopo • Museo Soumaya “Loreto”• Museo Rufino Tamayo •

¡Anúnciate con nosotros! (55) 5335 1327 / 6995 [email protected]

Tiraje mensual de60 mil ejemplares

Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Información: (55) 5413 0397, Ventas Publicidad: (55) 5335 1327. Editado por www.taraediciones.com Correo electrónico: [email protected], Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Benjamín Franklin 98, Piso 1 y 3, Escandón, Delegación Miguel Hidalgo, 11800, Mexico, D.F. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Avena núm.15 Colonia Granjas Esmeralda. Iztapalapa. C.P. 09810, México D. F. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

Esta revista utiliza tipografías Gandhi Sans y Gandhi Serif, diseñadas para una mejor lectura. Puedes des-cargar ambas fuentes en: www.tipografiagandhi.com

Directora general Yara Sánchez

De La Barquera [email protected]

Editor y coordinador editorialRolando R. Vázquez Mendoza

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Directora de arteValeria Moheno Lobato

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DiseñoCinthya I. Hernández García

Directora de difusión culturalBeatriz Vidal De Alba

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Director de marketingFélix Gil Baizán

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Promoción y difusiónFabián Vásquez [email protected]

Editora literariaAmérica Gutiérrez Espinosa

RedacciónAngélica Fajardo Cortés

Corrección de estiloIsaura Leonardo

Editor audiovisualEdwin Reyes Maya

Editor web y redes socialesVíctor García

Consejo editorial Alberto AcharJorge Lebedev

En portada:Midnight in Paris, dirigida por

Woody Allen; Sony Pictures Classics; Mediapro, Versátil Cinema & Gravier

Production, Pontchartrain Production©

EDITORIALNOSTALGIA

Caminamos, y en un determinado punto volvemos la mirada: allá atrás vemos las primeras palabras, las tazas de café, los libros leídos y releídos, y los que nos cambiaron la vida; las primeras entrevistas y los cómplices que se fueron sumando. Vemos con gusto nueve años de vida y las pa-labras que aquí hemos compartido: se vuelve inevitable sentir nostalgia, tema al que le dedicamos este número de aniversario, y pena bautizada por el médico suizo Johannes Hofer.

En esta ocasión nos preguntamos por la nostalgia, los libros que a ella se refieren y los autores que la entrañan. Rafael Pérez Gay hace un puntual acercamiento a la materia en la charla que nos concedió, mientras que Bárbara Jacobs rememora su historia como lectora y escritora.

Karen Chacek, por medio de tres lecturas para liberar la imaginación, nos plantea: ¿qué hubiera pasado si…? Raquel Castro aborda un clásico que en-caja a la perfección con el tema: Las batallas en el desierto. Bef, decidido de una vez por todas a desterrar los títulos comunes al hablar de novela gráfica, se ve obligado a volver a ellos, demostrando su vigencia. Ricardo Sánchez Riancho reseña una antología que recupera el trabajo de la re-vista Blanco Móvil en torno a la poesía. Las palabras de Rodrigo Velasco se suman a estas páginas para hablar de arquitectura en la columna “Una pequeña voz”, mientras que Juan Cárdenas incrementa la legión que se empeña en darle su debido lugar a los cómics, en este caso uno lleno de britpop. La prescripción médica de la Dra. Lee para este número es la lec-tura de Margaret Atwood; tomen nota y no olviden la receta.

Edgar Krauss desarrolla un puntual repaso de la cultura hipster, tan inundada de nostalgia. América Gutiérrez escribe un texto que reúne deportes y literatura, así como una reseña de Después del invierno y una revisión de las cuitas de Marcel Proust; Daniel Anaya recomienda Cómo piensan las piedras; Citlalli Vargas, el segundo tomo de Valerosas; Carlos Torres, Historia de mi hígado y otros ensayos, y Diego Herrera reseña el disco y la película del mes. La ilustradora Anita Mejía, resguardada por sus gatos, nos comparte sus lecturas y su librero. Alejandra Gámez, crea-dora de The mountain with teeth, hace un retrato de los fantasmas de la nostalgia. Finalmente, para esta ocasión especial tomamos una foto en la que celebramos con una parte de toda la gente que hace posible este proyecto, y la compartimos con ustedes.

Comenzamos un año más y, conforme pase el tiempo, volveremos la mi-rada para encontrar a la vuelta —y a la medianoche, como en la película de Woody Allen— un gesto nostálgico.

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ENTREVISTA Rafael Pérez Gay

ENTREVISTA Bárbara Jacobs

FOTO Noveno aniversario

CÓMIC Nostalgia

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LOS+VENDIDOSFICCIÓN NO FICCIÓN

JÓVENES

lOS CUATRO ACUERDOSMiguel RuizEDICIONES URANOHace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como “mujeres y hombres de conocimiento”. Los antropólogos los han de-finido como una nación o una etnia, y eran también una sociedad de cientí-ficos y artistas. Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, comparte con nosotros las profundas enseñanzas de los toltecas.

DE ANIMAlES A DIOSES: BREVE HISTORIA DE lA HUMANIDADYuval Noah HarariDEBATEHace cien mil años al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy sólo queda una, la nuestra. ¿Cómo logró imponerse en la lucha por la existen-cia? En De animales a dioses, Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica.

CIEN AÑOS DE SOlEDAD (2015)Gabriel García MárquezDIANACien años de soledad cuenta la historia de la familia Buendía y su maldición, que castiga el matrimonio entre parientes dándoles hijos con cola de cerdo. Como un río desbordante, a lo largo de un siglo se entretejerán los destinos por medio de sucesos maravillosos en Macondo, en una narración que es la cumbre indiscutible del realismo mágico. Alegoría universal, es también una visión de Latinoamérica y una parábola sobre la historia humana.

El HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDOViktor Emil FranklHERDEREstremecedor relato en el que Viktor Frankl narra su experiencia en los campos de concentración. Él, que todo lo había perdido, que padeció ham-bre, frío y brutalidades, que tantas veces estuvo a punto de ser ejecutado, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles.

CÓMO GANAR AMIGOS E INFlUIR SOBRE lAS PERSONASDale CarnegieDEBOLSILLOEl único propósito de este libro es ayudar al lector a que descubra, desarrolle y aproveche esos poderes latentes que no emplea: Técnicas fundamentales para tratar con el prójimo; Seis maneras de agradar a los demás; Logre que los demás piensen como usted; Sea un líder; Procure que la otra persona se sienta satisfecha con lo que usted quiere.

ORIGENDan BrownPLANETARobert Langdon acude al Museo Guggenheim Bilbao para asistir a un tras-cendental anuncio. El anfitrión es Edmund Kirsch, un joven multimillona-rio y uno de los alumnos más brillantes de Langdon; se dispone a revelar un extraordinario descubrimiento: ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde va-mos? No obstante, al poco tiempo de comenzar la presentación, estalla el caos. Perseguidos por un peligroso enemigo, Langdon y Ambra descu-brirán los episodios más oscuros de la historia y del extremismo religioso.

lA INSOPORTABlE lEVEDAD DEl SERMilan KunderaTUSQUETSÉsta es una extraordinaria historia de amor, o sea de celos, de sexo, de traicio-nes, de muerte y también de las debilidades y paradojas de la vida cotidiana de dos parejas cuyos destinos se entrelazan irremediablemente. Esta novela va dirigida al corazón, pero también a la cabeza del lector, que conduce a la insoportable levedad del ser.

UNO SIEMPRE CAMBIA Al AMOR DE SU VIDA (POR OTRO AMOR O POR OTRA VIDA)

Amalia Andrade ArangoPLANETA

MIl VECES HASTA SIEMPRE John Green

NUBE DE TINTA

TODO lO QUE FUIMOS Alberto Villarreal

PLANETA

EXTRAORDINARIOR. J. Palacio

NUBE DE TINTA

COSAS QUE PIENSAS CUANDO TE MUERDES lAS UÑASAmalia Andrade Arango

PLANETA

PEDRO PÁRAMOJuan RulfoEDITORIAL RMPedro Páramo recoge lo más profundo de México y las formas y técnicas lite-rarias más avanzadas de su siglo. Pocas obras tocan al lector mexicano como ésta, considerada también un clásico de la literatura universal. Pedro Páramo tuvo una larga gestación, Rulfo la menciona por primera vez en una carta de 1947. En 1954 publica adelantos de la misma en tres revistas y en 1955 aparece como libro.

El CIElO ES AZUl, lA TIERRA BlANCAHiromi KawakamiALFAGUARAEsta novela fue ganadora del prestigioso Premio Tanizaki en 2001 y es, qui-zá, la mejor novela de amor de los últimos años. La protagonista de treinta y ocho años lleva una vida solitaria. En uno de esos momentos fortuitos que cambian la vida, se reencuentra con su antiguo profesor de japonés de setenta años, con el que se establecerá una relación muy particular para sobrellevar la vida.

Y COlORÍN COlORADO ESTE CUENTO AÚNNO SE HA ACABADOOdín DupeyronDIANAY colorín colorado este cuento aún no se ha acabado se editó por primera vez en el año 2001, y es una extraordinaria historia que sigue vigente a pesar de los años. Nos habla de los miedos escondidos que nos paralizan, del deseo que tenemos de ser libres, de la importancia de conocernos a nosotros mismos y de entender quiénes somos.

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LOS+VENDIDOSELECTRÓNICOS ARTE

NIÑOS

TEORÍA DE lA MÚSICAFrancisco Moncada GarcíaEDICIONES FRAMONGTeoría con la que toda persona puede aprender los conceptos de la música a partir de un sistema de preguntas y respuestas.

MANDAlAS PARA lA ABUNDANCIA Y lA PROSPERIDADMartha Patricia López CaballeroDIANAEl mandala o círculo sagrado es una poderosa y antigua herramienta de medita-ción que nos recuerda que el orden natural del Universo está siempre presente en nuestra realidad. Este libro ha sido creado para ayudarte a manifestar abun-dancia en todas las áreas de tu vida. Es un viaje creativo que te reconectará con el flujo incesante de la Tierra y te permitirá reconocerte como parte del Universo, que es generoso e infinito.

GRAVITY FAllS: DIARIO 3Disney

PLANETA JUNIOR

CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBElDES

Elena Favilli/ Francesca CavalloPLANETA

MÉXICOJuan Cristóbal García SánchezPUBLICACIONES ILUSTRACiudades, pueblos, iglesias, conventos, monumentos, gentes, atmósferas, todo esto es descrito en esta magnífica travesía dirigida al generalista selec-to, cubriendo principalmente el Grand Tour cultural mexicano, tan sorpren-dente y valioso como excelso y diverso. En este sabroso y brillante libro el lector disfrutará del olvidado arte de viajar y apreciará el maravilloso legado de México desde valiosas perspectivas, obteniendo así las claves y sugeren-cias para gozar un recorrido esencial, ameno, rico y revelador.

lAS MEDIDAS DE UNA CASA:ANTROPOMETRIA DE lA VIVIENDA Xavier FonsecaPAX MEXICOTodas las medidas para el diseño de una casa. Desde el tamaño de los muebles hasta la altura de los accesorios. ¿Cuánto debe medir una escalera o un área de circulación? Esta obra imprescindible da al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mo-biliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros.

MANUAl PRÁCTICO PARA El ESTUDIO DE lAS ClAVES DE SOl, FA Y DOGeorges DandelotMUSICAL IBEROAMERICANAEste manual te lleva de la mano y paso a paso para que aprendas de la forma más rápida y sencilla a leer la música. Muestra gráficamente la posición de las claves y los tiempos de ejecución.

MI lIBRO MÁGICOCarmen Espinosa Elenes De Álvarez

NORI

DIARIO DE GREG 12Jeff Kinney

OCÉANO HISTORIAS GRÁFICAS

El PRINCIPITOAntoine De Saint-Exupéry

EMECÉ

FUEGO Y FURIAMichael WolffTEMAS DE HOYPocos libros pueden presumir haber puesto en peligro una carrera presi-dencial, y sólo uno puede decir que ha conseguido que un presidente de Estados Unidos tratara de parar su publicación, reaccionara de manera furibunda en Twitter y provocara, con todo ello, ventas de más de un mi-llón de ejemplares en tres días, además de la publicación en una treintena de países.

¿Y AHORA QUÉ? MÉXICO ANTE El 2018VariosDEBATEMéxico enfrenta grandes problemas, y la mayoría son difíciles de arreglar. En este libro treinta y cuatro académicos e intelectuales elaboran un diagnós-tico sistemático de las fallas y carencias de este país. Mediante numerosos análisis accesibles, pero rigurosos, demuestran que hay muchas opciones por explorar, más allá de quejarse y repetir clichés. Entre las sombras más oscuras del entramado social y las estructuras que exigen apuntalamiento aparecen caminos hacia un México menos roto.

lA MAGIA DEl ORDENMarie KondoAGUILAR¡Recupera tu vida y aprovecha mejor los espacios de tu casa! Transforma tu hogar en un espacio armónico y libre de desorden con el increíble Método KonMari. Marie Kondo con su método inspirador te ayudará a poner en or-den tu casa. Paso a paso te guiará para que en tu casa sólo tengas las cosas esenciales y tu vida mejore; increíblemente te sentirás más seguro, exitoso y con energía para crear lo que sea.

llÁMAME POR TU NOMBREAndré AcimanALFAGUARAUn viaje por los rincones más profundos de los sentimientos y el erotismo. En una localidad de la costa de Italia, durante la década de los ochenta, la familia de Elio instauró la tradición de recibir en el verano a estudiantes o creadores jóvenes que, a cambio de alojamiento, ayudaran al cabeza de familia, catedrático, en sus compromisos culturales. Oliver es el elegido este verano, un joven escritor esta-dounidense que pronto excita sobremanera la imaginación de Elio.

CUlPA NUESTRAMercedes RonMONTENACulpa nuestra es la entrega final de la trilogía “Culpables”. La relación de Nick y Noah está pasando por su peor momento, y parece que nada podrá volver a ser como antes; tendrán que pasar por muchas cosas para finalmente comprender si de verdad están hechos el uno para el otro o si estar separados es lo que les conviene. ¿Acaso se puede olvidar un amor tan fuerte? ¿Cómo pueden borrarse los recuerdos tatuados en el corazón?

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“Nadie puede vivir sin atarse a al-guien o algo. Quien diga lo contra-rio miente”, escribe Rafael Pérez

Gay en “Los tiempos perdidos”, relato reuni-do en la antología Arde, memoria (Tusquets, 2017). El escritor confiesa respecto a esta compilación: “Puse los libros de relatos que he publicado a lo largo de mi historia y em-pecé a leer; fui eligiendo aquellos en los que la memoria tenía un papel protagónico y dejé de lado aquellos en los que no tenía nada que ver. Así me di cuenta de que podía hacer un libro acerca de una memoria tardía, una lám-para votiva. Además de la memoria los relatos tenían otro denominador común: el tiempo”.

Hay un puente capaz de unir la realidad con la ficción que permite la entremezcla de gé-neros, como se aprecia en el libro: la imagi-nación. No es extraño que la voz narrativa se perciba tan familiar, como si el mismo autor contara su historia y no un relato ajeno: “El conjunto de textos de este libro incluye pie-

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Ve la entrevista en mascultura.mx

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zas narrativas, un poco de crónica, cuento; incluye lo que los españoles llamaron auto-ficción, que se puso muy de moda. El asun-to es el siguiente: desde hace mucho tiempo dejé de tener un dilema, el del periodismo y la literatura. A mí me parece que la literatura tiene que estar tan bien escrita y ser tan con-tundente como el periodismo, es decir, lo que Tomás Eloy Martínez comentó: ‘todo perio-dismo tiene que ser una narración’, y del mis-mo modo digo: la literatura tiene que tener la contundencia del periodismo y el periodismo la imaginación de la literatura. De modo que vengo del periodismo literario y también del que observa la realidad; escribir un cuento no tiene que estar ceñido a las reglas clásicas”, y agrega: “Desde luego que tengo mis cuen-tistas favoritos: Guy de Maupassant y Anton Chéjov. Yo, que no soy creyente, puedo decir que son los dioses del cuento. Ahora, ¿cómo escribía Maupassant sus relatos? Hacía recor-tes de periódico, los guardaba, dejaba que pasara algún tiempo, los sacaba y con esos recortes hacía un cuento. Hay dos que apre-cio mucho de la literatura estadounidense: Capote, cuyo cuento “Mojave” es inigualabe, y Donald Barthelme, que fue un supercuen-tista y Prácticas indecibles actos antinatu-rales guarda piezas que no sabes de pronto qué son, ¿es un collage? ¿Qué rayos es? Si lees Último round, de Julio Cortázar, está lleno de todo, le pone fotos de gatos, de muñecas, hace cuentos, mete un poema; en ese sentido creo que la literatura hoy en día deja atrás los géneros para convertirse sobre todo en pie-zas narrativas”.

La memoria es un proceso dialéctico entre el recuerdo y el olvido, un proceso de selección muchas veces involuntario que va formando la identidad de las personas. Esa noción se incor-pora al título que guarda cierta ambigüedad: la memoria viva que arde y se extiende como el fuego, pero al mismo tiempo se consume, se apaga con el tiempo como la vida misma: “Yo creo que la memoria ocurre en un país riesgoso, porque ahí ya todo pasó y está ter-minado, y sólo el recuerdo podrá revivir eso; entonces la memoria arde y los recuerdos son como pequeñas llamas dentro de nosotros; unos arden durante mucho tiempo, otros empiezan, arden y se apagan. En un sentido nos consumimos, que es arder en la memoria, pero en otro esa memoria nos da luz, nos da vida, como cuando ves un fuego que empieza a arder y a levantar: ésa es la memoria. Ésta es la parte lírica de la explicación. A mi hija Fernanda —que vive en Montreal, estudia en la Universidad McGill, es médica y hace un doctorado en neurociencias— le pregunté: ¿qué es la memoria? Claro, se puede explicar que en el cerebro hay una zona que es la me-moria, hay otra que es el lenguaje, otra, las

emociones, y todo esto, el lenguaje, la emo-ción y los recuerdos, puede formar en un blo-que completo la memoria. El acto creativo sigue siendo —es la otra parte de la memo-ria— un misterio, un poco algo que sabemos de dónde viene, pero que tiene sus propios misterios, y uno de ellos es precisamente el modo en el cual ardemos todos; siempre nos acompañan esas llamas que a veces suelen ser dolorosas, placenteras, tiernas o tristes: sin memoria no podríamos arder en ninguno de los dos sentidos”, y añade: “La memoria ya es un acto creativo, ya el hecho de recordar es una recreación, ya tu recuerdo es una creación, tu parte memoriosa ya reconstruye, por eso la memoria está tan cerca del impulso literario, por eso la memoria puede ser un primer mo-mento de ficción porque en el instante en el que yo me deshago de estas piezas narrativas pasan a formar parte de la memoria del lector y resuenan, no sé de qué modo, y espero que resuenen durante algún tiempo”.

Es inevitable añorar algo del pasado que fue. También de aquel tiempo suelen recordarse con fervor los momentos agradables, las ex-periencias tiernas: ¿el pasado fue mejor o es sólo un recuerdo feliz teñido por la tristeza de que ya no volverá? ¿A qué momento de su pasado regresaría Rafael Pérez Gay? ¿A cuál lo harían ustedes?: “Les decía a algunos ami-gos que ya tienen edad para recordar algunos años: no podemos traer aquí a comparecer a los jóvenes que fuimos. No obstante, si yo pu-diera regresar a algún momento de mi vida, regresaría sólo a alguna zona de la infancia que tengo clara en mi memoria y que es para mí un recuerdo muy suave y muy grato: yo en el Par-que España caminando con mi madre y en el centro de la ciudad caminando con mi padre. No para quedarme a vivir ahí como en el cuento de “La Burbuja y otras noticias del futuro”, sino para poder verme, asistir en ese momento y de-cir: ‘este niño ahí caminando aprendió cosas y pensó que la ciudad de México sería central en su vida’. Por otro lado, la madre llevándome al Parque España frente al ahuehuete que inau-guró su padre, es decir, mi abuelo Herminio Pérez Abreu, que fue presidente municipal en 1921, y diciéndome: ‘este parque lo hizo tu abuelo y este ahuehuete ha crecido’. De re-greso me lleva a casa y me enseña una foto en la que está un señor que es mi abuelo, y atrás de él hay una vara, esa vara hoy es un ahuehuete que estará allí durante muchos años. Nos vamos a ir tú y yo y ese ahuehue-te seguirá allí. Ésa es un poco la lección de la memoria si no eres creyente; cuando uno ya no está aquí, te conviertes en la memoria de los otros”.

Por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza

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ensar en el punto de partida para contar la historia de una vida suele ser complicado. La memoria pue-de jugar malas bromas y enredar los recuerdos. Además, regresar a

ese punto es una tarea no apta para cualquiera. Hay que estar dispuestos a enfrentar tanto epi-sodios agradables como los que no; recordar personas, emociones o anécdotas que puede que no nos lleven a lugares felices, y otras que nos hagan reír a carcajadas. Es un viaje exprés que nos traslada por caminos sorpresivos a un destino conocido. Bárbara Jacobs es una mujer que parece haber viajado por muchos sende-ros y tener más de un origen; no únicamente el genético, ni la educación multicultural que la formó, sino todos esos orígenes escondidos en las letras, en las palabras, en las páginas de los libros, los propios y ajenos: “Empecé escri-biendo un diario alrededor de los doce años y aún lo continúo. Una amiga en la primaria y yo nos contábamos cuentos. Ella quería que yo le contara cuentos crueles y yo quería que ella me contara tiernos. Éramos una combinación rarísima, contrastante. Un buen día decidimos que ya no íbamos a contarnos los cuentos sino que los íbamos a escribir. Primero comencé a escribir porque leer me daba mucho miedo, lo tengo que confesar. A pesar de tener un papá que era un gran lector, una casa llena de libros, a mí me costaba trabajo acercarme a la lectura”. Su primera publicación fue un cuento en un pe-riódico: “Por casualidad se publicó un domingo 5 de julio que era día de elecciones, en 1970, pero también coincidió con que fue el día de mi primera votación. Yo hacía mis reflexiones sim-bólicas y le daba interpretaciones raras, y dije que fue mi día de elección porque elegí escribir y, bueno, también voté”.

Cuando era estudiante de Psicología en la unam, un maestro y amigo de Bárbara, aquel que la recomendó con alguien para que le pu-blicaran ese cuento, le sugirió que tomara un taller literario con Augusto Monterroso: “Lo que aprendí en el taller de Augusto Monte-rroso lo voy a resumir: aprendí a corregir. Uno tiende a creer que te inspiras y escribes lo que dicte tu inspiración, y en realidad no es así la cosa. Primero inspírate y haz lo que quieras, pero después ponte a corregir, y para corregir hay otro ingrediente muy necesario: la lectura, pero no cualquiera, sino la buena lectura. Si te acostumbras a leer puro buen libro, adquieres varios beneficios. El primero es que aprendes a reconocer lo que está mal escrito, te formas un gusto y un juicio. La lectura, ahora me atrevo a decirlo, es más importante que la escritura”.

Bárbara es una eterna enamorada de los libros, habla de ellos con profunda emoción y un bri-llo en los ojos. Gracias a la idea de una amiga

suya que le propuso dar un taller comenzó a armar un proyecto que terminaría siendo su más reciente publicación, La buena compañía: “La idea la tomé muy en serio. Me aterró por-que ella era amiga de muchos tipos de perso-nas, de lectores posibles, pero de profesiones, oficios o quehaceres en la vida muy disímiles; ninguno tenía que ver con la literatura, ningu-no era escritor. Me sirvió mucho imaginarme ese conjunto para ir a mis libreros y empezar a escoger los libros que yo creía que podían darle una idea a cualquiera de esas personas de lo que era la literatura. Me tardé muchos años; primero, mi estudio, donde empecé este pro-yecto, era muy pequeñito, no podía más que amontonar los libros que iba sacando, y si me daban chance podía caminar entre los mon-toncitos. Tuvieron que cambiar las circunstan-cias de mi vida para que yo me viera con una fantástica mesa enorme hecha de durmientes,

preciosa, y dije: ‘esta mesa me está dando la in-directa de que aquí es donde tengo que poner mis montoncitos’. Esta mesa clave me la regaló Vicente Rojo”. Al final, en lugar de dar un taller, y ante su renuencia a hablar en público acerca de literatura, Jacobs decidió hacer un libro: “Es un libro que formé a lo largo de muchos años basada en mis lecturas formativas del siglo xx, acomodadas por género literario, con muchos parámetros”. Esto le tomó aproximadamente veinte años, y agrega: “Se colaron otros libros, claro, mis montoncitos fueron variando, sa-caba uno y metía otro, variaron mucho, pero los que quedaron son muy sólidos y dan muy bien la idea de lo que es la literatura del siglo xx a lo largo de los géneros. Yo no me dirijo en ese libro a los grandes escritores, me dirijo a este grupo semi imaginario de personas muy capaces o muy deseosas de saber lo que es la literatura; también a los estudiantes, a los jó-

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venes. Ojalá se acerquen los jóvenes indecisos —que son los que mejor me caen— a este libro, porque los va a orientar por un mundo que es muy buena compañía: el mundo de los buenos libros”.

Bárbara Jacobs no ha decidido sólo ser fiel com-pañera de los libros, también se ha desarrolla-do en otras áreas de la literatura en las que las exigencias son distintas. Pudo tomarse varios años para escribir uno, pero es distinto cuan-do se trata de los artículos que escribe para el periódico La Jornada: “Mis artículos son el con-tacto con la realidad, con el mundo, con todos esos posibles lectores que pueden tener un diario. A esa presión del tiempo se añade otra, que es la cantidad de caracteres. Ellos no saben el bien que me han hecho; acabo de cumplir veinticuatro años de colaborar cada quince días sin fallo en estas páginas que para mí han

sido sumamente necesarias para este contac-to con la vida. Mis libros son un contacto con la literatura, con otros asuntos, otros mundos, pero mis artículos sí son para que la gente los lea”. En ese sentido, ¿para quién comienza a es-cribir un libro?: “Yo escribo para el libro, para lo que estoy escribiendo, para que el libro se diga con toda su amplitud y con toda su exactitud. Pero ahí sí me suelto, hago muchas locuras con el lenguaje, con las formas”.

Por ahora no hay suficientes páginas para to-das las anécdotas de Bárbara Jacobs. Quedan pendientes —de las contadas en esta oca-sión— cómo llegó una primera edición de The Cocktail Party, de T. S. Eliot, a sus manos, tras la muerte de una querida tía abuela; cómo en su primer encuentro con Julio Cortázar no se atrevió a pedirle que le autografiara su copia de Rayuela por estar “subrayada, deshojada, lle-

na de tachones y pegada con diurex” de tanto que la leía; cómo cambió su forma de enten-der la vida después de leer El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, a los dieciséis años, o de todos los libros que tiene de Virginia Woolf. Es innegable notar que la escritora vive entre libros y por medio de ellos: “He llegado a sen-tir que si contara la historia de cada uno sería como mi autobiografía porque cada libro, leí-do o no leído, recordado o no recordado, tiene una historia de la cual podría hablar”.

Hay capítulos de la vida de Bárbara Jacobs que están aún por ser escritos y, con certeza, mu-chos lectores dispuestos a seguir cada nueva historia que ella decida regalar. +

Por Beatriz Vidal De Alba y Angélica Fajardo C.

Ve la entrevista en mascultura.mx

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“La melancolía es la felicidad de estar triste” Víctor Hugo

enía cuatro nombres, y el aire que entraba a sus pulmones nunca le alcanzó para que los pronun-

ciara en una sola exhalación. Amante de los placeres solitarios y de hurtar recuerdos a sus seres más cerca-nos, Proust escribió una obra monumental que, más allá de la madalena, pone sobre la mesa toda una teo-ría acerca de la memoria. En su narrativa los recuerdos detonan por un elemento circunstancial; se convier-ten en una acción sensorial que evoluciona hasta con-vertirse en algo intelectual.

La memoria no sólo es añoranza, también es codifi-cación, recuperación y distorsión de las experiencias pasadas. Las texturas, los sabores y los olores nos vuelven propensos al recuerdo. Para Proust el tiempo dominante en la vida del ser humano es el pasado, nos constituimos como seres esencialmente nostálgicos. En su prosa demuestra que la nostalgia es como el de-seo, cuya satisfacción se coloca en retrospectiva para alcanzar altos grados de sensualidad. El universo de En busca del tiempo perdido tiene que ver con una nostalgia dolorosa, que lastima en el mo-mento de la toma de conciencia. Nos damos cuenta de que si un día regresamos al lugar o nos reencontra-mos con la persona que recordamos, no será lo que soñábamos. La historia sigue el tiempo de la psicolo-gía del narrador que se desarrolla entre acontecimien-tos cotidianos en los que no hay aventura ni tensión. Proust nos conduce por medio de los callejones de la memoria involuntaria, conectada a las sensaciones básicas, tan simple como someter a los sentidos. Un trozo de pan remojado en té de tila provoca la resu-rrección de un mundo olvidado, de caras, objetos y sentimientos. Qué difícil debió de ser la vida de Marcel Proust: as-mático, sobreprotegido, insomne y reprimido. Existen muchas leyendas acerca de la vida del escritor, pero lo fidedigno, o por lo menos más confiable, se encuentra en su impresionante correspondencia, en la que quizá encontraríamos los motivos de esa ambigua y furtiva alegría melancólica presente en su literatura. La in-tuición también apunta a sus influencias, en especial a sus poetas favoritos: Racine, Baudelaire, Musset y Lamartine.

Proust escribe de la melancolía en forma repetitiva, más de tres mil páginas autobiográficas encauzadas hacia la grieta del paso del tiempo; el narrador se va consumiendo en la sucesión de épocas y capítulos, desde esa perspectiva no había manera de escapar de la nostalgia. +

América Gutiérrez@yasabescomosoy

“And my old friends, we were so different then…”

Arcade Fire

Ia tristeza por la pérdida de un tiempo mejor, uno que ya no se recuperará.

Un recuerdo feliz, o al menos bienaventura-do, teñido por la añoranza, por la impacien-cia de saberlo alejado en el pasado en fuga. Así como éstas hay muchas otras formas de hablar de la nostalgia: las canciones que des-pués de años de no haberlas escuchado sue-nan en la playlist del compañero de oficina, o la reunión de reencuentro que organizó un amigo que ya no recordábamos. La lista de propósitos que jamás cumplimos. Los viajes que no hicimos. Las promesas que incumpli-mos. Los cafés que les quedamos debiendo a los viejos conocidos que nos encontrábamos en la calle, y que ahora nos han borrado de sus números telefónicos. Los rostros olvida-dos. Las cartas sin escribir. Para hablar de la nostalgia hacen falta muchas cosas, entre ellas, el tiempo vivido y las experiencias.

IIHay personas mayores que tienen una nos-talgia curiosa: cuentan diversas anécdotas, pero hay historias a las que les dan vueltas y regresan a ellas cada tanto en las comidas o en las reuniones familiares. Recuerdan su vida en los campos —porque muchos de ellos, de la generación de nuestros abuelos, vienen de otras tierras, de pueblos a los que sólo se pueden llegar por carreteras que se internan entre las montañas—, yendo a iglesias construidas hace más de cien años; recuerdan, además, cuándo llegaron a una ciudad que a nosotros nos ha sido vedada: el cielo sin la nata gris que ahora lo acompaña todos los días, las vías férreas, la terracería, las primeras calles alumbradas, los novedo-sos televisores que poco a poco llenaron las casas, los ríos limpios que corrían por donde ahora vemos correr únicamente automó-

viles. La nostalgia ha anidado en sus ojos, ha despintado sus cabellos y ha dejado su marca en la piel erosionada. No obstante, aquellas historias compartidas nos inundan también de un anhelo nostálgico, de la in-tención por querer recuperar algo extra-viado con los años. Pareciera que nosotros, como sus historias, somos la repetición de su nostalgia encubierta.

IIIPareciera que estamos acostumbrados a mirar hacia atrás: no habrá nada mejor que el pasado, pero ese tiempo anterior que ve-mos con ilusión observa con los mismos ojos un momento más atrás: ¿qué pasado tan remoto es al que aspiraremos? Gil Pender, protagonista en Medianoche en París, de Woody Allen, lo aprende tras una dolorosa experiencia con su amante Adriana. En un sentido parecido, Valeria Luiselli dice en su ensayo “Dos calles y una banqueta”, recopi-lado en su libro Papeles Falsos: “[la nostal-gia] tiene los dos ojos colocados en la nuca y camina, determinada, en dirección contraria a la que apuntan los dedos de sus pies”. Hay otro libro —muy probablemente difícil de conseguir por su publicación en Chile bajo el sello de Editorial Cuneta—, Los suburbios, de Eduardo de Gortari, en el que uno de los niveles secretos que lo conforman dice: “De-bes revisar cada ocho segundos tu espejo retrovisor. Basta con que lo mires un mo-mento, eh. Yo he sabido de gente que choca porque creyó que debía ver demasiado hacia atrás y por supuesto es un error. Es como la gente nostálgica”. ¿Es quizá necesario saber-nos derrotados por el tiempo? Cualquiera que sea la conclusión, el pasado dejará caer sobre nosotros su inabarcable peso. En la misma novela se comenta: “Antes de que empezara la guerra en los suburbios nosotros éramos la guerra en los suburbios: la guerra contra el tiempo. Y perdimos”. +

Rolando Ramiro Vázquez Mendoza@lordNoa

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ronto llegará a la pantalla gran-de la complicada y entretenida

historia de Simon Spier, un adoles-cente de diecisiete años que no se ha atrevido a confesarle a su familia ni a sus amigos que es gay. Además, se ha enamorado en línea de un chico que es su compañero de clase, pero cuya identidad desconoce. Las cosas van a tener que cambiar, y resolver los enredos será una prueba tanto aterradora como graciosa. La historia de Yo soy Simon está ba-sada en la exitosa novela de Becky Albertalli, Simon vs. the Homo Sa-piens Agenda, que habla acerca del emocionante viaje de este chico para poder encontrarse a sí mismo, aceptarse, enamorarse y convertir-se en la persona adulta que desea ser; a lo largo de la travesía se verá obligado, como suele pasar en las novelas de formación y aventura, a

enfrentar y vencer los obstáculos y difíciles momentos que le hacen sufrir uno que otro mal intenciona-do que se cruza en su camino. La cinta está dirigida por Greg Berlanti (Dawson’s Creek, Brothers & Sisters) y escrita por Isaac Aptaker y Elizabeth Berger (This is Us). El elenco está conformado por Nick Robinson, Josh Duhamel, Jennifer Garner y Kathe-rine Langford entre varios actores más. Yo soy Simon se estrenará en nues-tro país el 13 de abril, y podrás verla en las salas de Cinépolis, que, como es costumbre, trae para ti las mejo-res opciones para disfrutar de pelí-culas memorables tanto nacionales como internacionales, conciertos y proyecciones especiales a lo largo de todo México. +

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SING STREETOriginal Motion Picture SoundtrackÉste es el soundtrack de la película del mismo nombre, en la que un grupo de adolescentes irlandeses forman una banda que comenzó como un juego y se lanzan contra todos hacia el estrellato.

MY GENERATION The WhoPROUNSWICKÉste es el álbum debut de los británicos The Who, lan-zado en 1965, quienes cuentan con once discos de estudio; el último fue lanzado en 2006, tras una larga pausa de poco más de dos décadas.

lA ERA MARVEl DE lOS CÓMICS 1961-1978Roy ThomasTASCHENLa época de los superhéroes cambió; abandonaron las páginas de los cómics que los hicieron famosos duran-te el siglo xx para saltar a la pantalla grande en este cambio de siglo. Los nostálgicos de la página impresa apreciarán las viñetas recopiladas en este libro.

NOSTAlGIA Andrei TarkovskyÉsta es considerada la obra maestra de Tarkovsky, en la que un poeta ruso, Andréi Gorchakov, hace un viaje a Ita-lia para investigar acerca de la vida y el fatídico final de un compositor italiano del siglo xv.

HISTORIAS DE CINE. RElATOS QUE INSPIRARON GRANDES PElÍCUlAS J. A. Molina FoixSIRUELAEste libro recopila once creaciones literarias que inspi-raron el rodaje de películas que marcaron la historia del cine, en las que destacan directores como Orson Welles y Alfred Hitchcock.

¿QUÉ ESTÁS MIRANDO? 150 AÑOS DE ARTE MODER-NO EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS Will GompertzTAURUSEste libro te guía de la mano por entre los vericuetos de las distintas corrientes artísticas que van desde el siglo xix hasta el xxi, y pasan por el impresionismo, cubismo, surrealismo, posmodernismo, y por artistas como Da-mien Hirst y Banksy.

ay paredes cubiertas por objetos de otras épocas, el tiempo pasado se ha apoderado

de esta casa ubicada en la calle Mérida en la Colonia Roma; máquinas Remington en las que se escribieron cartas que jamás llegaron a sus destinatarios, teléfonos de mediados del siglo, walkie talkie por los que se escucharon voces ahora apagadas, tipos de imprenta que alguna vez dejaron sus huellas en un pedacito de pági-na y hasta la escafandra de algún explorador marino que quedó en la historia del anonima-to. En alguno de sus pasillos, casi laberínticos, nos encontramos con estas antigüedades. +

Productos disponibles en: librería Mauricio Achar, Miguel Ángel de Quevedo 121.

Productos de importación sujetos a disponibilidad.

Fotografía tomada en: Viriathus, objetos con historia.

Ubicada en:Mérida 10, Col. Roma Norte, CDMX

Teléfono: 2624 - 3553 Ext. : [email protected]

Horario: l-V 09:00 a 19:00 / S 11:00 a 18:00https://www.viriathus.com.mx

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e puede sentir nostalgia de un tiempo nada más imaginado, añorar el reencuentro con un

animal fantástico que nos acompañó de niños o grandes durante todo un día, una semana, un año. Vamos por la vida inventando vida; alegrías personales que vivimos y dejamos en el camino para continuar el viaje y crear otras criaturas, ideas o sueños que necesitamos en el momento. En ese mismo tono hallé la edición ilustrada de Anima-les fantásticos y dónde encontrarlos (Salaman-dra). Una versión depurada del libro de texto que acompañó a Harry Potter en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Su autor, Newt Scamander, erudito en la materia de bestias mágicas y aficio-nado desde niño a las criaturas fabulosas, reca-bó la documentación que conforma el volumen durante sus numerosos viajes de investigación al extranjero, cuando aún trabajaba en la Agencia para el Estudio y la Vigilancia de los Dragones. En el libro podemos leer acerca del Vipertooth perua-no, el más pequeño de todos los dragones y el que vuela más rápido; el escondedetrás, una especie creada de modo accidental por cierto traficante de animales y artefactos prohibidos; los Nogtails o colaganchos, demonios comunes de las zonas ru-rales de Rusia o topar una ilustración a todo color de un Snidget, pájaro muy escaso, cuyo cuerpo es totalmente redondo.

Si las bancas de los parques tuvieran memoria, ¿cuántas historias acumularían? Miles de perso-nas de procedencia distinta se han sentado en sus maderas, han suspirado, charlado, jugado, co-mido, llorado, reído, escuchado música o el canto de insectos y pájaros, se han encontrado y se han separado. Más de una banca nostálgica tal vez fantasee con presenciar de nuevo una o muchas de las historias que atestiguó tiempo atrás en algún invierno, primavera, verano u otoño. ¿Hace cuánto que no juegas a ser una banca de parque o un poste de luz; a sólo observar, escuchar y reconocer lo que le sucede a esos otros como tú? En un mundo con exceso de estímulos hace bien topar con un libro como El banco azul (Babulinka Books), que página tras página invita a ejercitar la habilidad de mirar a fondo una ilustración, un momento del presente, el sueño que apenas hace un instante concebiste,

alguno de los muchos recuerdos que componen tu corta o nutrida memoria. Sería terrible que ya sólo las bancas de los parques pudieran disfrutar de la suerte de estar en el mundo, a solas o acompaña-das, sin otra distracción que la vida sucediendo.

En mi estante de libros favoritos hay uno que dis-fruto muchísimo por su manera singular e inso-lente de abordar el tema de la nostalgia. Un libro que es como esos recuerdos de hace años que se aparecen de pronto, te sacuden, te patean, te alegran, te conmueven y te revelan la oportuni-dad de hacer las cosas de forma diferente. Hablo, claro está, de Limoncito (Oceano Travesía), un cuento de Navidad que se puede leer en cualquier época del año, dado que ningún día del calenda-rio está exento de dar hospedaje a personas que parecen felices o a individuos que lucen olvidados por todo el mundo —salvo por sus viejos aliados de la infancia, peluches que aun treinta años des-pués están dispuestos a salir al rescate, no importa si ello implica enfrentar perros furiosos, tampoco si el viejo amigo por salvar se encuentra convertido en un huraño come pizza, sin otra motivación en el mundo que pasar su vida en un lúgubre rincón, mientras ve televisión y come más pizza—. No pa-rece haber nada muy halagador qué decir de Elmer Campos, el protagonista de la historia, pero inclu-so él fue alguna vez un niño valiente y con sueños, y guarda un poco de aquello en algún escondrijo de su humanidad, igual que los caramelos ácidos de limón retienen en su interior un dulzor inespe-rado. La nostalgia bien aprovechada puede cam-biar una vida, incluso una que parece haber sido tirada a la basura, como la de Elmer Campos. No sobra decir que las ilustraciones de Javier Sáez son tan agridulces, desenfadadas y entrañables como la propia historia.

Qué generosa la nostalgia, que toda vez nos em-puja a preguntarnos: ¿qué hubiera pasado si…? Una afición que conviene seguir practicando día con día. Imaginar cómo habría sido lleva a imagi-nar cómo podría ser. Siempre podemos idear una mejor manera de estar en el mundo. +

@Malkatika

K A R E N C H A C E K

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PARA VER Y OÍR

Almost Famous, escrita y dirigida por Cameron Crowe, es la historia de un ado-lescente inducido en el rock por su hermana mayor, y sus inicios como re-

portero musical. Ambientada en 1973, ésta es la película semiautobiográfica que esperó toda la vida para hacer, pues desde los catorce años él mismo comenzó a escribir para la revista Creem y luego para la Rolling Stone.

William Miller (Patrick Fugit) es un amante del rock que comienza a escribir bajo la tutela del legendario periodista Lester Bangs (Philip Seymour Hoffman). Cuando un concierto se convierte en la oportunidad para escribir un reportaje, deja su casa y a su familia para acompañar en una gira por los Estados Unidos a Stillwater, la banda ficticia creada para el filme a partir de las experiencias de Crowe, con grupos reales como The Allman Brothers Band, The Who y The Eagles.

De todos los curiosos personajes con los que se encuentra en su viaje, William es-tablece una conexión personal con dos de ellos: una intrigante y atractiva groupie de quien se enamora, conocida como Penny Lane (Kate Hudson), y el enigmáti-co guitarrista de la banda, Russell Hammond (Billy Crudup), con quien surge una ambigua amistad que se genera de evadirlo para no darle la entrevista. William se encuentra de pronto engullido por el torbellino de la gira y se convierte, más que en un observador, en un partícipe del modo de vida de la banda. Desde su asiento de primera fila, el reportero pierde la perspectiva para escribir con objetividad, y aprende al mismo tiempo lecciones de vida en el agitado mundo del rock. Al final tendrá que regresar a casa a escribir su artículo para la revista acerca de la banda, sobre los secretos y las confidencias de la gente que idolatra.

Almost Famous Cameron Crowe

Fue eclipsado durante años por dos egos enormes; no obstante, en la segunda mi-tad de la trayectoria de The Beatles, George Harrison creció como compositor y

productor. Con la separación de la banda en 1969 los proyectos en solitario aparecie-ron de inmediato, pero fue él quien logró lo que ninguno de los otros beatles hicieron como solistas: cambió los términos de lo que podía ser un álbum.

Aún como parte de la banda, fue el primero en lanzar un álbum solista en 1968: Won-derwall Music, pero la ruptura fue el detonante que necesitaba para retomar muchas de sus ideas y canciones que habían rechazado Lennon y McCartney desde finales de ese año.

Lanzado en 1970, All Things Must Pass es el primer álbum en solitario de George Harrison, un conjunto de hermosas letras y melodías con las que además de transmitir el misticismo espiritual en el que estaba inmerso sin sacrificar ideas y arreglos musica-les, es considerado como el primer álbum triple “verdadero” en la historia del rock: tres lp’s de material inédito, mejorado por la producción orquestal de Phil Spector.

La aceptación que All Things Must Pass tuvo con la crítica y el rotundo éxito comercial desde su lanzamiento fue una dulce reivindicación para Harrison. El álbum permane-ció siete semanas en la posición número uno en las listas de éxitos, gracias a canciones que se hicieron clásicas: “I’d Have You Anytime", “Wah-Wah”, “What Is Life”, “I Live for You” y su sencillo principal, “My Sweet Lord”, que también fue número uno durante un mes después de la Navidad de 1970, y refleja no sólo su madurez como músico, sino también la influencia en Harrison de artistas con los que colaboró entre 1968 y 1970, como Bob Dylan, The Band, Delaney & Bonnie y Billy Preston.

Textos por Diego Herrera @diegoherrera

All Things Must PassGeorge Harrison

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R A Q U E L C A S T R O

Ilustración tomada de la portada del libro Las batallas en el desierto.

ubo un tiempo en el que los ojos del mun-do estaban puestos en el futuro: la ima-

ginación de la gente estaba llena de viajes espaciales y autos voladores, de casas compu-tarizadas, ropa color aluminio y mayordomos robot. En estas fantasías, el mundo futuro so-lía proyectarse como uno mucho mejor que el nuestro, con justicia social, sin enfermedades ni pobreza. Se pensaba que todos esos avances tecnológicos estaban a la vuelta de la esquina y que era cosa de unas cuantas décadas que se volvieran accesibles para todos.

Con el paso de tiempo la visión fue ensombre-ciéndose y llegaron las historias distópicas: fu-turos horribles con mayores desigualdades y espantos. Y, al mismo tiempo, como el porve-nir se iba volviendo algo cada vez más temible, los ojos del mundo comenzaron a mirar en otra dirección: hacia el pasado. La imaginación de la gente se llenó de recuerdos —propios y ajenos, reales e inventados— de tiempos anteriores que fueron luminosos, brillantes, mejores que cualquier futuro lleno de metal cromado. Y ahí seguimos: a veces enamorados de un pasado le-jano, otras de uno que ocurrió hace apenas una década o dos, pero lo cierto es que el romance que tenemos con la nostalgia sigue aquí, sano y fuerte. Tan fuerte que, por desgracia, hay políti-cos, estafadores y fanáticos de todo tipo que se aprovechan de esta nostalgia, y de promoverse a sí mismos como capaces de “recuperar” tal o cual pasado perdido, para ganar dinero fácil —todos esos productos “rejuvenecedores”, por ejemplo— o promover ideas de lo más horri-bles, desde racismo hasta misoginia. Pero ellos no son el tema de esta nota. Mejor sigamos. El romance con la nostalgia, decía, se ve en series de tv “de época”, nuevas versiones de películas ya conocidas, conciertos de bandas y cantantes que fueron famosos en otras décadas, ropa vin-tage… y, por supuesto, libros, muchos libros.

Algunos fueron escritos en la época que retra-tan y es el paso del tiempo lo que hace que nos parezcan nostálgicos, es decir, la nostalgia está en el ojo del lector, por decirlo de alguna mane-ra; pero otros fueron escritos con la firme inten-ción de evocar tiempos pasados y de compartir

con los lectores esta melancolía. Por ejemplo, Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, publicado originalmente en el año 1981.

El libro cuenta la historia de Carlos, un perso-naje que era niño en los años cuarenta del siglo pasado en la ciudad de México, y que recuer-da aquel tiempo en su edad adulta. El mismo narrador es melancólico: habla de su vida, la vida de sus padres, sus amigos y la relación que entabla con Mariana, la madre de uno de sus compañeros de escuela…, y todo está dicho, por supuesto, en un tono dolido, triste.

Pero la nostalgia de este libro es más complica-da. Su narrador recuerda, sobre todo, lo malo que le sucedió a él mismo, y además menciona muchos aspectos oscuros de la vida de aquella época, desde el racismo de una buena parte de la sociedad mexicana hasta la corrupción de go-biernos, empresas y ciudadanos. Todo esto va lado a lado con observaciones acerca de cómo cambian las ciudades, cómo se transforman las personas, cómo se va olvidando lo pasado…, pero en ese pasado, dice el libro, está lejos de haber un estado ideal. El desagrado que nos causa el presente, el temor del futuro, es lo que nos hace verlo como algo mejor de lo que fue.

Las batallas en el desierto es un libro clásico de la literatura mexicana, de los que siempre se mencionan —de hecho, en esta columna su título ha salido a relucir un par de veces, aun-que nunca había escrito directamente de él—. El prestigio de su autor lo avala. Como también es la fuente de una canción de Café Tacvba, llamada “Las batallas”, y de una película del cineasta Alberto Isaac, Mariana, Mariana, de 1986, hay quienes efectivamente saben más o menos de qué se trata sin haberse acercado nunca a sus páginas. Pero si lo leemos nos en-contraremos con una historia muy especial, en la que el pasado se vuelve algo más bello y más conmovedor porque no pierde fealdad y, pese a todo, se le extraña. +

@raxxie

Ilustración tomada de la portada del comic Phonogram.

Producto sujeto a importación

l britpop es un estilo de música orgulloso y cí-nico, atrevido, deprimente, gris, apto para ado-

lescentes que por un lado dicen que no buscan una identidad, mientras por el otro bailan en bodegones húmedos y oscuros. Un estilo de música tan fiel a sus orígenes necesita de personajes como David Kohl y Emily Aster cuando se adapta a cómic temático. Dos ingleses descarados, sin un mínimo interés por ser mejores de lo que son y sin reparos por mostrarse así; dispuestos a salvarse y rescatarse o usar los más ínti-mos recuerdos y experiencias el uno contra el otro.

El equipo responsable de esta obra está conformado por el experimentado periodista de videojuegos y mú-sica Kieron Gillen y el ilustrador Jamie McKelvie. Am-bos con la confianza suficiente para usar las palabras y los juicios adecuados aunque sean atrevidos, además de estilos gráficos distintos y volubles. Así es Phono-gram, una fábula oscura y fantástica de protagonistas en busca de algo, a veces claro, a veces indefinido, pero real. No siempre revelándose ni explicándose.

Quien guste del britpop encontrará este cómic aún más atractivo por las referencias a las décadas de los ochenta, los noventa —a veces más antiguas, a veces más modernas—, y por el trabajo de McKelvie, home-najeando portadas de discos y diferentes tendencias de aquellas modas. Sin embargo, no es un referente forzoso para apreciar la sátira ni la evolución de la historia, ni mucho menos para entender uno de los temas centrales: la nostalgia, sentimiento padecido no tanto por la música ni por los tiempos pasados, sino sólo por la costumbre de asociarla con numero-sas canciones y variados instantes.

Como en ocasiones era el britpop, como en otras la juventud, este cómic no tiene un clásico inicio, clí-max y final. Publicado del 2006 al 2016, Phonogram se tomó diez años para presentarnos a Kohl y a su diosa Britannia, a Aster y a otro grupo de phono-mancers, magos modernos de la música británica, quienes debaten en su dualidad como individuos y entes “especiales”, quizá como podría pensarse que debaten los integrantes de esas bandas de culto a quienes vemos como seres sobrenaturales.

Habrá quien piense que los entiende y se identifique con ellos, otros sólo los escucharemos y dejaremos que sean el soundtrack de nuestras vidas. +

Juan Cárdenas

@desautomatas

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En Foto:1. Elvira Martínez 2. Sandra Lorenzano 3. Andrés Mayo 4. Edwin Reyes 5. Sacil Campech 6. Rodolfo Naro 7. Diego Herrera 8. América Gutiérrez 9. Ricardo Sánchez 10. Carlos Priego 11. Beatriz Miranda 12. Eduardo Valdespino 13. Ernesto Casarrubias 14. Jorge Lebedev 15. Karen Chacek 16. Gabriela Mejan 17. Alberto Chimal 18. R. de la Lanza 19. Claudia Romero 20. Lorena Rojas 21. Isaura Leonardo 22. Flavio Martín 23. Emilio Achar 24. Francisco Goñi 25. Armando Vega-Gil 26. Félix Gil 27. Sealtiel Alatriste 28. Beatriz Vidal 29. Alberto Achar 30. Mario Nawi 31. Yara Sánchez De La Barquera 32. Víctor García 33. Efrén Tapia 34. Santiago González 35. Alets Klamroth 36. Angélica Fajardo 37. José Achar 38. Fabián Vásquez 39. Xavier Velasco 40. Adriana Mojica 41. Valeria Moheno 42. Rolando Vázquez 43. Cinthya Hernández 44. Judith Venegas 45. Bef 46. Antonio Malpica 47. Raquel Castro

Este proyecto no sería posible si tanta gente que nos ha acompañado. Una lista no le hará justicia a todos, pero no queremos dejar de agradecerles: Alberto Ruy Sánchez, Martín Solares, Hilario Peña, Fabrizio Mejía, Edgar Krauss, Leonora Esquivel, Xósem Amero, Pável Granados, Joaquín Guillén Márquez, Yeni Rueda López, Mariana Brito Olvera, Aura García-Junco, Irasema Fernández, Éber Huitzil, Fabián Gutiérrez López, D. Arce García, Jesús González Mendoza, Erika Alcantar, Alejandro Flores Valencia, César Cortés Vega, Paulina del Collado, Gabriela Espejo, José Manuel Vacah, Fernando Cervantes Radzekov, Patricia Elena Mignani, Alejandro Carrillo Rosas, Gilberto A. Nava, Stivaleit Guerrero, Roberto Abad, Ulises Granados, Rodrigo García Bonillas, Saman-tha Alvarado, Daniel Anaya López, Tania Cabrera Covián, Joserra Ortiz, José de Jesús Carreto, Juan Cárdenas, Rodrigo Velasco, Carlos Torres Tinajero, Rodrigo Morlesin, Hari Sama, Antonio Saborit, Rafael Tovar y López-Portillo, Alejandro Magallanes, María Baranda, Jorge Volpi, Armando Casas, Iván Medina Castro, las ilustraciones de Patrice Murciano, The Rouz, Vyara Boyad-jieva, Alejandra Gámez, Miguel Ángel Fragoso Franco, Manuel M. Navarrete, Valecitas, Dann Conejo, a la agencia Golpeavisa, Paulina Sánchez V. y al equipo de DINKTravelers, Sofía Grivas y a su equipo de Difusión de El Colegio Nacional, Jorge Vázquez Ángeles, Alexis Jiménez Calderón, Geney Beltrán Félix, Armando Alanís Pulido, José Luis Trueba Lara, Julieta Venegas, Esteban Suarez, Emilio Savinni, Jorge F. Hernández, F. G. Haghenbeck, Rogelio Flores, Omar Nieto, Claudina Domingo, Tomás Zurián Ugarte, Eduardo Huchín Sosa, Matt Willis-Jones, Antonio Ramos Revillas, Edgar Omar Avilés, Karen Villeda, Ricardo Otero, Gabriel Rodríguez Liceaga, J. M. Servín, Maira Colín, Erik Estrada, Carlos Chavarría, Roberto Pérez, Antonio Cerón, Gloria Blas, Luis de la Mora, Martha López, Xuraveth Rodríguez, Aline Velázquez, Juan Díaz Veloz, Rosa María Martínez, Pablo Martínez Lozada, Grizel Marroquín, Myriam Vidriales, Yamel Buenrostro Ortega, Viridiana Villegas, Pilar Gordoa, Andrea Hernández, Cristóbal Pera, Miriam Baca, Sandra Montoya, Ariana González Santos, Alessandra Pradel, Tatiana Nogueira, Lluïsa Matarrodona, Erika Olvera, Ricardo Galván, Luis Inclán, José Montalvo, Eugenio Tena, Carlos Bernal, Gabriela González, Edith Silvia Ortiz, Gabriela Reyes, Lobsang Castañeda, Alejandro Fernández Del Castillo, Alberto Ortega Gurza, Fernando Moreno Suárez, Alejandro Maya, Sergio Téllez Pons, Aránzazu Núñez, Diana Servín, Montserrat Cisneros, Marina Tlapalamatl, Eduardo Castañeda, Ninel Salcedo Romero, Magdalena León, Olivia León, Alejandra Alvarado, Ilallalí Hernández, Guillermo Preciado, Marco Arellano, Alejandro González, Anuar Said, Zaida Rocha, Ruth Ovseyevitz...

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Mientras algunas personas leen, otras viven el libro sin importarles el gé-nero o el autor, si es un clásico o una novedad. Con estas palabras cele-bramos a las personas que leen su mundo, su entorno, que consumen y

generan cultura al saber que nuestro tiempo en la Tierra es finito.

Como equipo nuestra meta es expandirnos en el deseo de propagar y compar-tir lo que nos hace felices. Creemos que la cultura es para todos y que leemos porque queremos, y eso es el regalo más sublime. ¿Qué importa cuántos libros leamos al año si no nos cimbran en lo más profundo? Nuestro propósito es hacer una publicación que te genere gozo, que te quite el sueño y te lleve a materializar más ensoñaciones; que te provoque más preguntas que respuestas, que te saque del sistema, que te empuje a buscar y a encontrar lo más valioso. Queremos ejercer el derecho como creadores, para experimentar una vida compartida con historias escritas por ti y junto a grandes escritores y colaboradores.

En este noveno aniversario documentamos un pequeño momento de Lee+, por-que las revistas son ese receptáculo y vórtice que traza espacios reales e ima-ginarios, en los que ante el propósito de generar círculos de conversación, nos rompemos la cabeza para propagar lo que creemos que es un contenido valio-so. En ocasiones afortunadas somos recompensados con el regalo de tu lectura. Cabe mencionar que faltan muchas personas en la foto, personajes ficticios y reales que han compartido su tiempo y esfuerzo, su trabajo y amor por la lite-ratura, así como sus insomnios, sus pasiones y obsesiones. Juntos estamos cum-pliendo la labor de ser los canales por los que pasa la información que nos mueve, que nos transforma. Día a día nos sacude la emoción de encontrar libros nuevos, redescubrir los clásicos, gestionar con nuestros cómplices de marketing, contar las palabras de cada colaboración, hacer correr a los diseñadores con los cambios imprevistos, conseguir la entrevista más compleja y lograr ejecutarla lo mejor posible, convocar ideas que creemos que sembrarán la luz y correr a la imprenta para tener la revista lista. Gracias, Mauricio Achar, por ser irreverente, por refugiarnos en tu sueño de un México lector, donde necesitamos gente consciente y creadora, pero sobre todo a gente feliz que inspire al cambio; como diría Benito Taibo: “Un lector es lo más peligroso que hay”. +

Leemos porque queremos

Ve el detrás de cámarasen mascultura.mx

En Foto:1. Elvira Martínez 2. Sandra Lorenzano 3. Andrés Mayo 4. Edwin Reyes 5. Sacil Campech 6. Rodolfo Naro 7. Diego Herrera 8. América Gutiérrez 9. Ricardo Sánchez 10. Carlos Priego 11. Beatriz Miranda 12. Eduardo Valdespino 13. Ernesto Casarrubias 14. Jorge Lebedev 15. Karen Chacek 16. Gabriela Mejan 17. Alberto Chimal 18. R. de la Lanza 19. Claudia Romero 20. Lorena Rojas 21. Isaura Leonardo 22. Flavio Martín 23. Emilio Achar 24. Francisco Goñi 25. Armando Vega-Gil 26. Félix Gil 27. Sealtiel Alatriste 28. Beatriz Vidal 29. Alberto Achar 30. Mario Nawi 31. Yara Sánchez De La Barquera 32. Víctor García 33. Efrén Tapia 34. Santiago González 35. Alets Klamroth 36. Angélica Fajardo 37. José Achar 38. Fabián Vásquez 39. Xavier Velasco 40. Adriana Mojica 41. Valeria Moheno 42. Rolando Vázquez 43. Cinthya Hernández 44. Judith Venegas 45. Bef 46. Antonio Malpica 47. Raquel Castro

Este proyecto no sería posible si tanta gente que nos ha acompañado. Una lista no le hará justicia a todos, pero no queremos dejar de agradecerles: Alberto Ruy Sánchez, Martín Solares, Hilario Peña, Fabrizio Mejía, Edgar Krauss, Leonora Esquivel, Xósem Amero, Pável Granados, Joaquín Guillén Márquez, Yeni Rueda López, Mariana Brito Olvera, Aura García-Junco, Irasema Fernández, Éber Huitzil, Fabián Gutiérrez López, D. Arce García, Jesús González Mendoza, Erika Alcantar, Alejandro Flores Valencia, César Cortés Vega, Paulina del Collado, Gabriela Espejo, José Manuel Vacah, Fernando Cervantes Radzekov, Patricia Elena Mignani, Alejandro Carrillo Rosas, Gilberto A. Nava, Stivaleit Guerrero, Roberto Abad, Ulises Granados, Rodrigo García Bonillas, Saman-tha Alvarado, Daniel Anaya López, Tania Cabrera Covián, Joserra Ortiz, José de Jesús Carreto, Juan Cárdenas, Rodrigo Velasco, Carlos Torres Tinajero, Rodrigo Morlesin, Hari Sama, Antonio Saborit, Rafael Tovar y López-Portillo, Alejandro Magallanes, María Baranda, Jorge Volpi, Armando Casas, Iván Medina Castro, las ilustraciones de Patrice Murciano, The Rouz, Vyara Boyad-jieva, Alejandra Gámez, Miguel Ángel Fragoso Franco, Manuel M. Navarrete, Valecitas, Dann Conejo, a la agencia Golpeavisa, Paulina Sánchez V. y al equipo de DINKTravelers, Sofía Grivas y a su equipo de Difusión de El Colegio Nacional, Jorge Vázquez Ángeles, Alexis Jiménez Calderón, Geney Beltrán Félix, Armando Alanís Pulido, José Luis Trueba Lara, Julieta Venegas, Esteban Suarez, Emilio Savinni, Jorge F. Hernández, F. G. Haghenbeck, Rogelio Flores, Omar Nieto, Claudina Domingo, Tomás Zurián Ugarte, Eduardo Huchín Sosa, Matt Willis-Jones, Antonio Ramos Revillas, Edgar Omar Avilés, Karen Villeda, Ricardo Otero, Gabriel Rodríguez Liceaga, J. M. Servín, Maira Colín, Erik Estrada, Carlos Chavarría, Roberto Pérez, Antonio Cerón, Gloria Blas, Luis de la Mora, Martha López, Xuraveth Rodríguez, Aline Velázquez, Juan Díaz Veloz, Rosa María Martínez, Pablo Martínez Lozada, Grizel Marroquín, Myriam Vidriales, Yamel Buenrostro Ortega, Viridiana Villegas, Pilar Gordoa, Andrea Hernández, Cristóbal Pera, Miriam Baca, Sandra Montoya, Ariana González Santos, Alessandra Pradel, Tatiana Nogueira, Lluïsa Matarrodona, Erika Olvera, Ricardo Galván, Luis Inclán, José Montalvo, Eugenio Tena, Carlos Bernal, Gabriela González, Edith Silvia Ortiz, Gabriela Reyes, Lobsang Castañeda, Alejandro Fernández Del Castillo, Alberto Ortega Gurza, Fernando Moreno Suárez, Alejandro Maya, Sergio Téllez Pons, Aránzazu Núñez, Diana Servín, Montserrat Cisneros, Marina Tlapalamatl, Eduardo Castañeda, Ninel Salcedo Romero, Magdalena León, Olivia León, Alejandra Alvarado, Ilallalí Hernández, Guillermo Preciado, Marco Arellano, Alejandro González, Anuar Said, Zaida Rocha, Ruth Ovseyevitz...

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o pensaba proponer que se prohibiera que en artículos acerca de novela gráfi-

ca escritos a partir de esta fecha se vuelva a mencionar Maus, de Art Spiegelman; el Dark Knight Returns, de Frank Miller; y Watch-men, de Moore y Gibbons. ¡Ya basta! Enton-ces me acordé de que el perfume que produce Ozymandias en Watchmen y cuyo comercial, una botella del mismo girando en el vacío que aparece como un leitmotiv a lo largo de todo el cómic, se llama precisamente Nostalgia.

Quizá la nostalgia por la propia niñez es lo que a algunas personas que dejaron de leer cómics las atrae de vuelta a este medio, sobre todo ahora que proliferan las novelas gráficas en los estantes y las mesas de novedades de nuestras librerías. Pero más allá del encanto de encon-trarte con una reedición de aquel cómic que al-guna vez leíste de niño, la nostalgia ha sido uno de los grandes temas al que los novelistas grá-ficos de todo el mundo vuelven con frecuencia.

No es otro el ingrediente principal de La vida es buena si no te rindes, de Seth. Y aunque he hablado de ella en otras ocasiones, aprovecho su relanzamiento en español por parte de Sa-lamandra Graphic para regresar a la que es mi novela gráfica favorita.

Situada en el Toronto natal del autor, Seth se presenta a sí mismo como un apasionado co-leccionista de historietas y caricaturas de todo tipo y formatos, con un interés desmedido por aquello producido de la década de los cincuen-ta para atrás. Hurgando en revistas viejas des-cubre la obra de Kalo, un historietista olvidado cuyo trabajo encuentra en las páginas de algún

New Yorker antiguo. Lo primero que llama la atención de Seth es que el dibujo de ambos se parece mucho, pero al descubrir que también es canadiense, se obsesiona con su trabajo.

Lo que sigue es la historia de cómo Seth ras-trea sin éxito tanto el trabajo como al propio Kalo. Esta obsesión hemerográfica es el marco de una obra casi confesional, en la que el autor habla de su propio trabajo, de cómo se inserta en la añeja tradición del cómic y en sus pro-pias dificultades para entablar relaciones inter-personales. Todo ello deliciosamente dibujado con su estilo retro y coloreado en fríos tonos de gris. Una pequeña obra intimista, alejada de la pirotecnia de los superhéroes y la ciencia fic-ción que domina el mundo del cómic.

En un tono mucho más alegre, si bien agridul-ce, Bryal Lee O'Malley presenta Seconds en una reciente edición en nuestro idioma. El ya no tan joven autor, también canadiense, saltó a la fama por su ambiciosa obra en seis tomos: Scott Pilgrim, en la que asimilaba el lenguaje gráfico de los videojuegos y los manga japo-neses, en lo que para muchos fue una espe-cie de manifiesto generacional millennial que también fue llevada al cine por Edgar Wright en 2010. Por fortuna, también Scott Pilgrim cuenta con una edición nacional.

En Seconds, O'Malley parece optar por un acer-camiento más maduro a la narrativa gráfica. Atrás queda el despliegue ingenioso de Pilgrim para presentarnos a Katie Clay, la dueña de un pequeño restaurante, el Seconds, que da títu-lo a la novela. Katie tiene una vida tranquila, de una monotonía apenas aceptable. Por ello,

B E R N A R D O F E R N Á N D E Z

toda su existencia da un vuelco cuando entre sueños se le aparece una chica, especie de pixie punk, llamada Lis, que le revela la posibilidad de enmendar errores del pasado al escribir en un cuaderno lo que quiere cambiar e ingerir un hon-go mágico, en lo que parece otro guiño más a la cultura de los videojuegos. Medio escéptica, Katie pide volver con su exnovio, sólo para des-pertar al día siguiente y descubrir que su deseo se cumplió. Pero la capacidad de rehacer el pa-sado se vuelve adictiva y comienza a cambiar y cambiar cosas, las nimias y las trascendentes, hasta afectar el equilibrio del espacio-tiempo.

La nostalgia por lo que no fue alimenta este ál-bum, que parece acercar a su autor, un vocero del desparpajo adolescente de su generación, a la madurez creativa.

Finalmente, imposible cerrar este texto sin mencionar la novela La justicia de Fantomas. La amenaza elegante, de Gonzalo Martré. El autor, quien fuera guionista del personaje para la legendaria Editorial Novaro, lo retoma para po-nerlo al día. Viendo próxima su muerte, Fantomas y el Dr. Semo dejan en su lugar a sendos clones para continuar sus aventuras, en una delirante novela semigráfica repleta de referencias po-líticas cuyo tono satírico arrancará una sonrisa al más flemático.

No se olvide nunca que en los setenta, Martré, ahora nonagenario, fue el único guionista de la historieta mexicana que apostó a la inteligen-cia de sus lectores, tanto que el propio Julio Cortázar lo celebró. +

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1odeado por fábricas a orillas del Río Este, en la esquina de River y Grand, se escon-

de en Brooklyn el Grand Ferry Park. Mide unos trescientos metros cuadrados y era un muelle. En sus márgenes los paseantes contemplan las siluetas puntiagudas de Manhattan mien-tras ensayan en sus libretas dibujos y ver-sos. A la izquierda se encuentra el puente de Williamsburg y al sur el de Brooklyn, de ma-yor belleza y fábula, desde 1883. Este rincón de artistas nació cuando el empresario Richard M. Woodhull compró ahí, en los primeros años del siglo xix, un puñado de hectáreas y las nom-bró Williamsburg, por su amigo cercano el co-ronel Jonathan Williams, sobrino de Benjamin Franklin. También estableció una línea de ferry para cruzar el río Este, en 1812. Williamsburg se volvió un próspero pueblo de migrantes po-lacos, rusos, alemanes, italianos e irlandeses. Para 1870 su población ya censaba treintaiún

mil habitantes y se declaró ciudad. Su auge deri-vó en su anexión a la vecina ciudad de Brooklyn, que a su vez fue devorada en 1898 por la aún más voraz Nueva York, esa bestia que gobier-na la cadena alimenticia mundial. Una vez ini-ciado el siglo xx llegaron los puertorriqueños, dominicanos y cubanos, enriqueciendo aún más la diversidad lingüística de sus calles. El músico y cineasta cubano Fabien Pisani, productor de Siete días en La Habana, dice que Nueva York es la isla más norteña del Caribe.

Aquel viejo ferry terminó derrotado por los puentes y la empresa cerró en 1918, tras cien años de cruzar migrantes por ese río. Su muelle fue abandonado a la corrosión y maleza, hasta que en 1974 la ciudad lo remodeló y bautizó como Grand Ferry Park. Entretanto, el caserío que creció con el ferry se convirtió en un in-trincado ecosistema de sinagogas, reggaetón y empleados de la isla de la manzana. El actual

epicentro de Williamsburg nace en el triángulo que conforman las avenidas Bedford, Graham y Grand. Ahí, entre numerosas fruterías, cafés, bares, librerías con poesía en catorce lenguas y tiendas con toda suerte de trebejos, son comu-nes los dibujantes y las improvisadas bandas que juegan con tonadas que no son jazz, salsa o hip-hop, pero coquetean con todos. En los bares se habla de literatura y cine mientras se bebe cerveza revuelta con jugo de frutas. So-breviven del freelance sin jubilación, celebran la música indie —independiente— y reciclan la ropa de sus abuelos. Desde hace siete décadas se autonombran hipsters.

2Mientras Jack Kerouac escribía On the road, nunca se imaginó la tremenda influencia que ejercería sobre los jóvenes asfixiados por el conservadurismo del American Way of Life. Ser hipster en los años cuarenta y cincuenta era

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EDGAR KRAUSS

CHARROS CONTRA HIPSTERS

O LA NOSTALGIA DE LA REBELIÓN CULTURAL

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vestir desgarbado y practicar el erotismo sin documentos, al beat del jazz. El talante hips-ter se propagó rápidamente por San Francisco, Chicago y Nueva York, casi por las mismas ca-rreteras de Neal Cassady. Los hipsters marida-ron jazz y blues con contracultura, filosofías orientales y la persecución de libertad sexual. Los nuevos gurús sin turbante se llamaron William Burroughs, Aldous Huxley y Timothy Leary, a quien el stalker Richard Nixon deno-minó “el hombre más peligroso de América”. La insurrección hipster no vino sola, otras re-beldías la acompañaron: los movimientos por los derechos civiles y las luchas feministas to-maron las calles. Las libertades individuales que hoy en día nos parecen normales fueron materializadas por aquellas mujeres insumisas, esos jipis, y por los afroamericanos, latinos y homosexuales, que plantaron cara al sistema de discriminación legalizada. Las Panteras Ne-gras y los jipis tuvieron un enemigo en común: el poderoso fbi, ese imperio policiaco que a Torquemada le habría encantado dirigir.

3La extrema elasticidad del capitalismo incluye su capacidad camaleónica para devorar y regur-gitar en la esfera del mercado casi todo, inclu-yendo a los propios movimientos que lo quieren desbaratar, y ha logrado transfigurar en pro-ducto de consumo también a las ideologías, al pasteurizarlas de su germen crítico y venderlas como tendencias. El mercado de las ideas es tan vertiginoso como un mall en fin de semana. Las modas filosóficas son parte ya del torbellino de las novedades de temporada, aunque compiten en clara desventaja frente a Eminem o Calle 13. Mario Vargas Llosa escribió en su libro La socie-dad del espectáculo que la desacralización mer-cantilista materializa el triunfo categórico de las efímeras representaciones del espectáculo sobre la escuela de la utopía.

Las doctrinas políticas y la contracultura son ya productos de mercado, por ejemplo, el mo-vimiento punk que surgió en los barrios mar-ginales de Londres en los años setenta como rechazo al conservadurismo británico y dedi-có violentas letras a la reina de Inglaterra. El grito punk escandalizó a whigs y tories, hasta que los medios de comunicación descubrieron cómo hacer dinero con los Sex Pistols y Los Ra-mones, cuando vieron que los pelos erizados se expandían como llamarada en la pradera adolescente occidental. La cirugía consistió en extirpar a la música su contenido anarquista y ponerla en el mismo escaparate que Pokémon. Ahora, de los punks sólo queda la vestimenta. Más dramático aún, ya son tema de museo: en 2013 se exhibió una exitosa muestra de outfit punk en el Met de Nueva York, en el pabellón contiguo a las momias faraónicas. Sid Vicious habría enfurecido, aunque Iggy Pop cabe per-fecto en el salón egipcio. Los nuevos punks que

gustan a las mayorías ya no convocan a la anar-quía, ni vomitan frente a palacios de gobierno. No es distinto lo que han hecho numerosas trasnacionales que venden camisetas con la imagen del Che Guevara, Bob Marley y Nelson Mandela, como figuras pop. Esto mismo ha sucedido con los hipsters, que son tendencia en las grandes ciudades del mundo. Ya hay re-vistas de moda que incluso ofrecen decálogos para ser un buen hipster en París o Tokio. En Berlín es muy de sus características hacerse selfies en el memorial del Holocausto, injurian-do a la memoria colectiva. En versión mexica-na, beber en hookah, con sombrero Fedora, camisa a cuadros y pantalón arremangado. Los mostachos a lo Dalí requieren aún más gel que Peña Nieto. Es una pena que estos manuales no den consejos para drogarse, ni salgan en defensa de la poesía de callejón y el sexo de automóvil. Si los hipsters nacieron como con-tracultura en los suburbios neoyorquinos, los imitadores son su caricatura. A los nuevos les interesa más el sombrero que el contenido.

4No es ningún secreto que en México la influen-cia cultural estadounidense es predominante en la música, el cine, los deportes o la ropa. Millones de mexicanos comprometen su quin-cena con los Óscar, Grammy, Globos de Oro, Supertazón y Serie Mundial. Es más fácil en-contrar vida en otro planeta que alguien que desconozca a Madonna, Brad Pitt o las series de Netflix. Esta influencia alcanza a doctos y a iletrados, asalariados y empresarios. Con frecuencia los intelectuales saben más de Kim Kardashian que los taxistas. Así, los hipsters que deambulan por la Condesa o la Roma imi-tan modos de vestir, pero con ropa nueva de marcas conocidas, y no pertenecen a ningún movimiento insurrecto. Estos personajes poco tienen que ver con literatura, música, o arte. Mucho menos con cualquier rebelión. La para-doja es que en Estados Unidos los hipsters son intelectuales y en México los intelectuales son antihipsters. Estos iluminados por becas esta-tales denuncian a los hipsters y se amparan en los libros de Roberto Bolaño y Papasquiaro al tiempo que lanzan impetuosas diatribas por una literatura indie, aunque terminan exaltan-do lo campirano. Lo notable es que muchos de esos críticos coinciden con los hipsters de Brooklyn, San Francisco o Montreal: huyen del mainstream ideológico. Pero es más fácil tener banderas que ideas; los lugares comunes son la sabiduría de los tontos.

Lo que presenciamos es una comedia de charros contra hipsters, en la que los papeles están al re-vés. Juan Orol ya estaría filmando la película. +

@edgarkrauss

Productos sujetos a importación

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oy arquitecto, uno con gran pasión por la ar-quitectura y una afición casi adictiva a los li-

bros, que existe desde mucho antes de dedicar-me a esto. Recuerdo que con mi primer sueldo —que gané un verano trabajando en una oficina de arquitectura, un par de años antes de entrar a la carrera— compré libros; entre ellos estaba la biografía de Jack Kerouac. Recuerdo haberlo termi-nado de leer años después mientras comía una sopa de cebolla en un café perdido en Montmartre; ése es el poder de los libros: al igual que la música, te llevan a ciertos lugares o momentos, reales o creados, te recuerdan quién eras y te enseñan por qué eres lo que eres ahora.

Por deformación profesional, en la universidad tuve una inclinación hacia los libros de arquitec-tura, pero con el tiempo me he abierto a libros que, aunque no son por fuerza de aquella dis-ciplina, aluden a ella. Al final, éstos son los que más me han influido en el quehacer arquitectó-nico. Por lo mismo, a partir de esta primera en-trega, trataré de no hablar siempre acerca de los libros de mi oficio per se, sino de ir cambiando y escribir sobre otros: arte o novela, teoría o ma-nuales, quizá hasta de cine y música.

El nombre de esta sección, “Una pequeña voz”, es el mismo de la columna de arquitectura que escri-be Ellsworth Toohey, personaje de El Manantial, de Ayn Rand. La escritora y filósofa rusa nacida en 1905 tuvo que migrar a Crimea tras la Revolución rusa de 1917. Se asentó en Estados Unidos, donde se enamoró del capitalismo, llevándolo hasta sus últimas consecuencias. Apoyada en esta idiosin-crasia desarrolló un sistema filosófico llamado Ob-jetivismo, definido como: “un conjunto de ideas que definen los principios por los cuales el hombre debe pensar y actuar y de esta manera vivir la vida que es propia de un hombre”.

Rand explora y comparte esto por medio de la novela; sus dos libros más importantes son La re-belión de Atlas y El Manantial. Ahí encarna sus filias y fobias en los personajes, y propone el ideal ultracapitalista como meta. En el caso de El Ma-nantial, Roark, el protagonista, personifica todo aquello a lo que el capitalismo del siglo xx tendía a ser. Representa el sentido idealista y moderno, así como la ruptura con el tradicionalismo, cum-ple sus reglas y persevera hasta llegar a cumplir su meta. Es el individualismo más puro, según Rand, presentado como un arquitecto.

Por otro lado está Ellsworth Toohey, su antago-nista, quien representa lo más oscuro y tétrico del comunismo. Tiene capacidades de persua-sión hiperbolizadas que irónicamente pone en práctica en su columna “Una pequeña voz”, en la que usa a las masas para destruir a Howard Roark, engrandeciendo a otro arquitecto, Peter Keating, excompañero de Roark, y quien simboliza el sta-tu quo y el tradicionalismo con el que Roark debe romper. El resto de los personajes oscilan entre estos dos extremos. En el caso de Dominique Françon parece ser un termómetro del valor moral que poseen y al mismo tiempo “la mujer ideal para Howard Roark”. Por otra parte está Gail Wynand —el dueño del periódico en el que Toohey escribe—, un hombre que se abrió paso desde la pobreza en su natal Hell’s Kitchen y que, a diferencia de Roark, tuvo que corromper-se, abrirse a las masas para poder triunfar. Él ve a Roark como lo que pudo haber sido y no fue.

El Manantial es la novela que todo arquitecto debe leer al menos una vez en la vida —algunos creen que el personaje Roark está basado en el mítico arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, aunque al final haya muy pocas simili-tudes entre ellos—, y si no lo eres, te puedes dar una idea de cómo son, a pesar de creer aún en la figura del arquitecto como un artista solitario proyectando en su buhardilla, contra lo que su-cede en la actualidad, donde la práctica se basa más en equipos de trabajo que logran un edifi-cio —quizá el sueño cooperativo de Toohey—, después de tanto tiempo que estos personajes, reales o ficticios, hayan estado presentes.

Al final, utilizar la frase “Una pequeña voz” para nombrar esta columna sobre libros de arquitec-tura es el punto de equilibrio entre hablar de arquitectura, libros de otros temas, el ego ca-racterístico del arquitecto y además poder es-cribir para un colectivo acerca de cosas que me gustan: los libros y el quehacer arquitectónico. Así que, querido lector, bienvenido sea a esta columna y que nuestro diálogo siga durante un largo tiempo.

P. D. “No dice mucho. Solamente: ‘Howard Roark, arquitecto’”. Es el principio del párrafo que más me gusta del libro: “Es el principio de tu infierno, Howard”. +

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Productos sujetos a disponibilidad

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Hay algunas reflexiones de fondo acerca de la literatura y los temas cotidianos en

Historia de mi hígado y otros ensayos (fce, 2017) de Hernán Bravo Varela. Como género literario, Bravo Varela habla del ensayo y dice que convence no sólo por la verdad de su argu-mento, sino también por el uso del lenguaje al tomar una postura sobre la realidad. Además de discurrir en torno al ensayo, el libro —de naturaleza variopinta— recrea episodios cul-turales en la Ciudad de México: las tertulias con Consuelo Velázquez, Miguel Matamoros y Pedro Flores para reflexionar sobre el bolero, que está más cerca del sentido inmediato y de la balada, más cerca de los sentimientos.

Otro de los temas importantes en el libro es la cinematografía. Bravo Varela pregunta cuán-tas tomas se necesitan para crear una escena irrepetible y discute la relación entre la escritu-ra y la realización de un guión cinematográfico, recordando la rigurosidad de Stanley Kubrick al retratar la vida y la interioridad del actor.

El libro también propone discusiones subjeti-vas: se habla del “buen” y del “mal” gusto. La idea cobra sentido si se piensa en el concepto kitsch, un estilo cursi y grotesco, acuñado por Hermann Broch, novelista austriaco de la pri-

mera mitad del siglo xx, quien se preocupó por una tendencia en la vulgarización del arte por aque-llos años, generalizada en el mundo.

El libro, como parte de su naturaleza diversa, habla de la soledad del individuo. Como si la so-ledad fuera un regalo, Bravo Varela reflexiona a cerca de la importancia de estar solos. Habla de las interrupciones en la vida cotidiana de una persona —el teléfono o la televisión— y las contrasta con el momento de ir al baño.

Historia de mi hígado y otras historias cierra con la anécdota de la hepatitis de Hernán Bravo Varela durante su juventud. Un día sintió can-sancio y malestar en un antro de Ciudad Neza; mientras tomaba whisky veía un espectáculo de dos travestis ebrios y, de reflejo, se fijó en sus ojos amarillos. Eran los primeros síntomas de la hepatitis b que sólo se transmite por la san-gre y los fluidos seminales, comunes en la juven-tud. La noticia le causó problemas familiares. El anticuerpo desapareció semanas después y, años más tarde, dio como resultado este libro, un trabajo que apuesta por la versatilidad y la vitalidad del ensayo literario en nuestros días, lejos de una rigurosidad acartonada y lejana al lector contemporáneo. +

La cabalgata del centauro

POR CARLOS

TORRES TINAJERO

Qué le da a una mujer el valor de hacer lo que le apasiona? Por medio de una galería llena de adora-bles dibujos e inspiradoras historias, la ilustradora Pénélope Bagieu (París, 1982) esboza caminos y respuestas posibles en Valerosas 2: Mujeres que sólo hacen lo que ellas quieren (Dib Buks, 2017).

Pénélope Bagieu —cuya obra se destacó gracias al cómic en línea My Quite Fascinating Life— dedica las historietas e ilustraciones que con-forman Valerosas 2 a quince mujeres que han luchado durante años en diferentes partes del mundo no sólo para ganarse un lugar en la his-toria, sino para demostrar, a pesar de los obstá-culos y las dificultades, que nada ni nadie puede detenerlas en el camino hacia sus sueños.

Es así como en unas cuantas páginas viajamos hasta Afganistán para conocer a Sonita Aliza-deh, rapera y activista en contra de los matri-monios forzados; damos de inmediato un sal-to y visitamos la historia de Phoolan Devi, una mujer hindú conocida como la “Reina de los bandidos”; de repente nos encontramos orbi-tando la Tierra de la mano de Mae Jemison, la primera astronauta afroamericana; todo este recorrido es ambientado por la música de la banda estadounidense The Shaggs y por las melodías soul de Betty Davis.

La historia más célebre en este segundo volu-men es la de Hedwig Eva Maria Kiesler, mejor conocida como Hedy Lamarr, quien nació en Viena en 1914. Desde joven demostró ser una

chica inteligente, perspicaz e ingeniosa; a los diecisiete años decidió dedicarse a la actua-ción y consiguió su primer papel protagónico en la cinta Ekstase (Gustave Machatý, 1933), por la que recibió fuertes críticas debido al contenido erótico. Sin embargo, jamás perdió el ingenio que la caracterizó desde pequeña, y en 1940 desarrolló, junto a George Antheil, un sistema de comunicaciones secretas que, por medio de radios, ayudaría a mejorar la precisión de los torpedos estadounidenses contra los fascistas alemanes. El ejército deci-dió archivar su proyecto hasta que alguien lo redescubrió y optaron por aplicar la tecnolo-gía de Hedy en sus radares, incluso se valieron de ella para desarrollar el gps y el wifi. A pesar de que su carrera científica tuvo poco recono-cimiento, el día del inventor lo celebramos en la fecha de su nacimiento.

Nos encontramos en una época en la que se está valorando cada vez con más fuerza el importante papel que han cumplido cientos de mujeres en la historia, y Valerosas 2 es una pequeña pero admirable muestra de que la idea del “sexo débil” es cosa del pasado. +

Citlalli Vargas Contreras

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¿Qué es la nostalgia? Alejandra Gámez, ilustradora y autora de The mountain with teeth, se plantea esta pregunta a la que intenta responder por medio de las viñetas que aquí nos comparte, y que conforman parte de su proyecto personal.

http://mountainwithteeth.comFacebook: The Mountain With Teeth Instagram: Alejandra Gámez (themountainwithteeth)

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Después del invierno es un relato saturado de neurosis, aunque una vez que empiezas

a leer la música parece calmar el lado salvaje de los protagonistas, las alteraciones emocio-nales y los trastornos nerviosos, que avanzan sin control. Ry Cooder y Keith Jarrett suenan a ratos, dan respiro y transmiten atmósferas. La música va colándose en la prosa, a veces de

na cama sin hacer podría decir más de una persona que la fotografía de su rostro. Un

pequeño vistazo a su escritorio, a su baño o a su cajón de la mesita de noche para conocer sus gustos, sus manías, sus debilidades.

La escritora mexicana Brenda Lozano (Ciudad de México, 1981) nos muestra la naturaleza de sus personajes a partir de elementos insospe-chados. Su interés no se centra en los grandes sucesos sino en los pequeños detalles que re-velan quiénes somos en realidad y de dónde venimos, como el hábito de coleccionar los jabones de los hoteles que visitamos o el de leer un libro de forma desordenada, eligiendo frases al azar. Cómo piensan las piedras (Alfaguara, 2017) es su último libro. Se trata de una antología de cuentos relacionados precisamente por la tras-cendencia de elementos tan cotidianos como una fotocopiadora, cupones, estados de cuen-ta, un viaje en avión o la llegada de nuevos ve-

forma previsible y otras de manera más natu-ral. El tratamiento sonoro funciona en la dié-gesis, por eso una canción marca el punto de partida para idealizar al ser amado o para dejar de hacerlo.

La historia está contada por dos narradores que en un principio no están relacionados, pero am-bas voces avanzan hasta confluir. Por un lado, la versión de Claudio, el cliché del exiliado cuba-no que busca anular las pasiones y asentar el alma llevando a cabo una ensayada y metódica rutina; vive en Nueva York y su personaje se mueve por medio de una aparente inacción y aislamiento. Por el otro lado, Cecilia, oaxaque-ña cuya infancia estuvo marcada a causa del abandono de su madre, aficionada a las tumbas y ceremonias mortuorias, no desde el mexican curious, sino desde el lado más oscuro, prove-niente del silencio, la soledad y la melancolía. El rasgo de ambos narradores es la neurosis, un padecimiento que implica sufrir y no delirios ni alucinaciones; mucho menos comunicación con los muertos.

Guadalupe Nettel es una escritora hábil que no permite que los lectores lleguen al límite con Claudio y Cecilia. Es difícil crear empatía con per-sonajes que tienen manías excesivas o actitudes bizarras. Basta asomarnos a lo que dice cada

cinos, que revelan lo ambiguos, apasionados y torpes que podemos ser. El estilo de Brenda Lozano se caracteriza por la sencillez en la oración, y es justo ahí don-de radica la potencia de sus reflexiones. Es la simplicidad lo que caracteriza la grandeza de sus cuentos. Cada una de las historias recopiladas en esta antología relata escenarios de lo más diversos; no obstante, aquello que los une es la pequeña rendija en el ambiente cotidiano por medio de la cual podemos asomarnos y descubrir salva-jes secretos o pasiones ocultas. La toma se va abriendo, como si de un filme se tratara, mos-trando poco a poco, a partir de una narración perspicaz y divertida, el enorme universo que termina por incluirnos en la historia, como si estuviéramos ahí en la misma habitación. En uno de los cuentos la narradora asegura: “El mejor camino es el que se desvía, yo creo que

personaje de la ciudad en la que viven para to-parse con descripciones maniqueas, pero que funcionan para la lógica interna de ambas his-torias y para el movimiento verosímil de los personajes: el París que busca Cecilia es “un lugar lluvioso donde la gente lee a Cioran y a La Rochefoucauld mientras sorbe con labios fruncidos y preocupados café expreso sin leche y sin azúcar”; mientras que la Nueva York que vive Claudio puede ser una ciudad “enloquece-dora, en la que hay que hacer lo posible para defenderse del caos”.

La novela alcanza niveles altos de ironía, humor negro y por momentos llega a ser cursi —sin que esto tenga nada de malo—. En la segunda mitad de la historia se agudiza la destrucción, no sólo de los personajes sino del entorno que los rodea. Sorprende que la autora opte por que el final de la narración no sea miserable. Se asoma a la esperanza, emulando una espe-cie de estructura cortazariana que no cuaja del todo, pero se sostiene por la fragilidad y dispo-sición a la tragedia del conjunto. Después del invierno mereció el Premio Herralde de Novela en 2014 y vale la pena leer esta extraña pri-mera novela acerca de la muerte, el suicidio y lo inexorable, en la que nadie, ni el lector, en-cuentra su lugar en el mundo después de llegar al punto final. +

debe desviarse, las desviaciones suelen ser más interesantes que el camino”. Y, de esta forma, Lozano nos toma del rostro para dirigir nues-tra mirada hacia la pequeña flor superviviente que ignoramos por estar mirando el inmenso paisaje, cuando es esa flor la que tiene una his-toria que contar.

Otros libros de Brenda Lozano que puedes en-contrar en Gandhi son: Todo nada (Tusquets, 2009) y Cuaderno ideal (Alfaguara, 2014). +

@danielanaya423

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En esta sección aparecerán relatos de autores contemporáneos. Cada mes una ficción para arrebatarle un espacio a la vida cotidiana.

@rsanchezriancho

ocos han sido los proyectos literarios, en espe-cial los centrados en poesía, que han sobrevi-

vido largos alientos. Libros del Marqués ha conme-morado por ello los treinta años de existencia de la revista Blanco Móvil con la publicación de Del río que corre, volumen que transita, a manera de un paseo global, por un enorme listado de poetas que han colaborado en la revista.

Prologado por Carmen Boullosa y con una cuarta de forros de Silvia Castillero, Del río que corre reúne el trabajo poético de voces en castellano, inglés, za-poteco, italiano, guaraní, catalán, euzkera, náhuatl, yiddish, hebreo, danés, francés. No sólo diversos en sus orígenes lingüísticos, sino en sus inflexiones y regiones: del español hablado en México, al que se usa en Argentina, España, Cuba, Colombia, entre otros. Eduardo Mosches, editor de Blanco móvil a lo largo de estos años, creó un espacio de amplia in-clusión editorial y permite, a manga ancha, recoger trabajos poéticos de innumerables y valiosos crea-dores del siglo xx y xxi.

Una gran diversidad de plumas engalanan la edi-ción: autores como Francisco Hernández, José Kozer, Cabral de Melo Neto, Eduardo Langagne, Rafael Cadenas, Raúl Zurita, Eduardo Milán, Yehuda Amijai, Juan Gelman, Alejandra Pizarnik, Olvaldo Lamborghini, Gerardo Deniz, Pere Glimferrer, Es-ther Seligson, Fabio Morábito, por mencionar unos cuantos de los nombres reunidos.

En la aridez del mundo contemporáneo, la poesía sigue creado un oasis para aquellos que la saben encontrar. Los versos, dentro de las páginas corren como el agua que abre sus caminos. Tras tanta poe-sía es de esperarse que esas aguas busquen abrir nuevos senderos. Por ahora, Del río que corre es un libro que a dichos versos los resguarda como presa, mañana quizá encuentren nuevas salidas entre los lectores que se acerquen y continúen el caudal ha-cia nuevos puertos. +

Varios. Del río que corre. México, Libros del Marqués, 2017.

Jesús González Mendoza (Coalcomán, Michoacán, 1994). Ha publicado en revistas literarias y en diver-sas antologías. Asistió al vii Curso de Creación Litera-ria para Jóvenes en Xalapa de la flm 2015. Fue finalis-ta del Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila 2016. Formó parte del equipo de logística del Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes Ciudad de Morelia 2017. Es coordinador del xvi Congreso Nacio-nal de Estudiantes de Lingüística y Literatura 2018. @ajosrojo

NACIMIENTOYo quería un hijo, pero nunca parí un cuerpo completo: sólo huesos sueltos o, algunas ve-ces, una pequeña cabeza.

FANTASMASLas personas que entran a la casa nunca salen: son la casa.

MIlAGROUn solo pan acabó con el hambre de las bestias.

PIEDADLe sacamos los ojos al moribundo para que no viera los terrores del infierno.

ARMISTICIOLos puercos nacen en el matadero.

PARRICIDIONo puede haber dios donde los hombres na-cen de los hombres.

DESCENDENCIAEl médico forense clavó el bisturí sobre mi cuer-po, abrió mi tórax, extrajo los restos de bala y los puso en la cubeta de disección. Cuando retiró mis vísceras, quedó pasmado. Se asomó varias veces para confirmarlo. Dentro de mí, en mi vientre, estaban mis hijos; algunos jugaban, mientras que otros estaban tirados en el piso, también heridos por las balas.

ASESINOEl tigre ya no sueña con el rostro del búfalo.

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D O C T O R A L I B R O S36

uando en 2013 Alice Munro ganó el Premio Nobel de Literatura, no conocía nada de ella

—por suerte—. En mi cabecita loca asomó la única escritora canadiense que había leído y que no solté hasta poco después de cumplir trein-ta años, época en que las lecturas por trabajo confinaron a las lecturas por placer. Después de Munro las probabilidades cayeron a nada: el No-bel para Atwood ya no era una posibilidad.

El Nobel de Literatura, además del prestigio y de la considerable suma económica que lo acompaña, representa un escaparate mun-dial de promoción; dicho de otro modo, nos encontramos frente a una gran campaña de publicidad literaria, semejante a la del refres-co más popular del planeta. Antes de ganarlo, nadie o quizá sólo un pequeño grupo de gente te conoce, y en cuanto anuncian que es tuyo, instantáneamente tienes millones de lectores reales y potenciales. Logras traducciones tan extrañas como al uzbeko o al bengalí. El No-bel hace posible que haya libros del ganador en cualquier lugar de la Tierra donde puedas com-prar un refresco de cola.

La prosa de Atwood es clara, precisa y diverti-da. Esta menudita autora, de chinos alborota-dos, reúne todas las cualidades que Orwell pide a un buen escritor. Después de esta reflexión, si lo pensamos bien, no le hace falta un Nobel; estamos por alcanzar los primeros veinte años de este siglo y hay vehículos más poderosos para llegar a más personas como, por ejemplo, hbo o Netflix.

Después de leer alguno de sus libros o ver la serie, quieres tener en tu vida más lecturas de Margaret Atwood. En México quedó confirma-

do con la reimpresión de El cuento de la criada, pues desde el lanzamiento mundial de la serie, este ejemplar no dura ni una hora en los es-tantes. Los libros se venden por su calidad li-teraria —éste, por ejemplo, ya pasó la prueba del tiempo, pues fue escrito en 1983— y ser el germen de una serie de televisión impecable-mente realizada no tiene nada de malo. No se trata sólo de la adaptación a otro lenguaje, tie-ne que ver con que la transmedia despierta la curiosidad de lo visual a lo escrito y viceversa.

Atwood utiliza la narrativa distópica para abor-dar problemas sociales complejos que tocan la inmovilidad de género y la virilidad decadente. La mayoría de sus historias son inquietantes, sus protagonistas suelen ser acorralados y quedan sin margen de acción. La narrativa de Atwood aspira a suceder en un mundo en el que las mu-jeres y los hombres tienen las mismas oportuni-dades y la libertad de movimiento.

Los personajes femeninos —que representan el punto de vista que la autora conoce y desde el que decide escribir— que se portan mal son necesarios en sus relatos. El cuento de la criada es una distopía femenina de la que Orwell es-taría orgulloso. Mientras que en Rebelión en la granja los cerdos se quedan con la leche y las manzanas, en el libro de la autora canadiense la posesión más valiosa de los poderosos son las mujeres fértiles, llamadas “vientres caminantes”.

Para aminorar el dolor que le provoca verse ex-puesta a los medios de comunicación, Marga-ret Atwood sabe que la “pregunta con f” apa-recerá de manera inevitable, misma que está cansada de contestar: ¿se considera usted fe-minista? Su sentido del humor le permite res-

ponder sin empacho las más variadas y hasta disparatadas respuestas. Para ella las mujeres son seres humanos, ella escribe desde ahí, con una mirada crítica a la forma como se ejerce el poder entre ambos sexos. Los personajes femeninos se convierten en llaves que te per-miten abrir las puertas que necesitas abrir en una narración, pero podrían ser hombres, no se trata de género, sino de posibilidades lite-rarias. En sus libros existen varios feminismos que se acomodan a los momentos históricos, a cambios de hábitos, a usos y costumbres.

En la introducción de El cuento de la criada, Margaret Atwood deja claro lo que no son sus novelas: “Las novelas no son textos sociológi-cos, aunque pueden estar cargadas de obser-vaciones y crítica social. Las novelas no son manuales, no son tratados de moral y ni mu-cho menos tratados políticos”.

Margaret Atwood tendría que ser leída por todo ser humano, casi por prescripción médi-ca. Ha escrito poesía, novelas, críticas y cuen-tos; es activista ambiental y de derechos hu-manos. Sus grandes temas, preocupaciones y estilo, guardan coherencia; su arriesgada de-construcción de clásicos, mitos y cuentos de hadas la convierten en una escritora sin miedo.

Para ella “las palabras son un refugio dudo-so contra un mundo frío”. Después de leer El cuento de la criada es necesario acudir a su librería de confianza y obtener: Por último el corazón, Alias Grace y El asesino ciego, que en el año 2000 ganó el premio Booker. +

Dra. Lee

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tido en uno de los grandes cronistas deportivos literarios.

Deporte: SurfTítulo: Años salvajesAutor: William FinneganEditorial: Libros del asteroide¿Por qué perseguir la ola? Para muchos el surf no suena a deporte sino a diversión; el sol, la arena y el mar hacen pensar en vacaciones. Por su parte, Finnegan plantea el surf como una adicción, encantadora y peligrosa. Ésta es la historia de cómo alguien se dedica a buscar las mejores olas alrededor del mundo. Años salvajes es una autobiografía, una exploración del dominio progresivo de un deporte de ries-go que te vuelve más humano. Cuando llega el final del libro es difícil imaginar que una ola se pudiera describir de tan variadas formas.

Deporte: TenisTítulo: El tenis como experiencia religiosa / La broma infinitaAutor: David Foster WallaceEditorial: Literatura Random House¿Por qué llegar al match point? Este libro, como todos los de David Foster Wallace, es ex-travagante y original. Cinco ensayos viscerales escritos por un jugador y apasionado del tenis que además era un gran escritor. El análisis que Foster Wallace hace de este juego no es super-ficial sino filosófico y descomunal; lo inserta en la cultura pop y disfruta buscar las variables más disparatadas que determinan ganar un partido o sufrir la más humillante de las de-rrotas. Si sabes de tenis, será una lectura des-concertante; si no tienes idea de este deporte, será divertido encontrarte con afirmaciones del tipo: ver un partido de tenis por televisión equivale a ver un video porno, o descripciones exhaustivas del tipo de sudoración del tenista y lo que esto provoca al contacto con la raque-ta. Foster Wallace se queja de que la televisión omite lo desagradable, lo crudo, eso que nos permitiría apreciar lo difícil que es jugar bien un deporte y el esfuerzo que requiere lograrlo.

Deporte: FutbolTítulo: El miedo del portero ante el penaltiAutor: Peter HandkeEditorial: Alianza editorial¿Por qué llegar a penales? Alemania es un país que ha ganado cuatro mundiales en su historia, con deportistas disciplinados y una afición fiel a su selección. Handke escribió una extraña nove-la policiaca que más allá de las convenciones del género se centra en la falta de comunicación, la

esde la antigüedad la literatura y el deporte han trabajado en equipo. Ya en La Ilíada,

durante los juegos funerales en honor a Patro-clo, presenciábamos deportes como la lucha, el atletismo, el tiro con arco, el box y el lanzamien-to de jabalina. La literatura contemporánea también cuenta con autores que eligieron escri-bir acerca de deportes que les causaban curio-sidad o que les funcionaban para la historia que querían contar. Estos escritores lograron esta-blecer una relación atléticoliteraria en la que la profundidad y la belleza permiten que una disci-plina deportiva encuentre el camino para trans-formarse en arte, y que cada particular modo de contar deje al descubierto lo fascinante del deporte y su capacidad para transformar a los individuos y la sociedad.

Deporte: AtletismoTítulo: CorrerAutor: Jean EchenozEditorial: Anagrama¿Por qué cruzar la línea de meta? No se necesi-ta ser corredor para admirar la prosa y la calidad literaria de alguien como Echenoz. Esta nove-la es la aventura de un atleta que termina por convertirse en un héroe trágico. Un despistado y escuálido corredor llamado Emil Zátopek es el protagonista de los hechos, pero hay un detalle importante: Zátopek es un corredor olímpico real, cuyas glorias fueron legendarias y bastan-te singulares. Este libro no es una biografía, es una ficción alejada de los adjetivos y de la épica deportiva que nos acerca al fascismo deportivo en forma irónica y divertida. Los hechos histó-ricos se convierten en el entorno complejo que nuestro héroe debe enfrentar con más humor e inocencia que con valentía.

Deporte: BoxTítulo: El combateAutor: Norman MailerEditorial: Contra¿Por qué es un nocaut? El box es un deporte bru-tal, de golpes, en el que uno de los dos contrin-cantes acabará destruido sobre la lona. Norman Mailer logra encontrar el punto de vista ideal para ir de lo particular a lo general en el boxeo y en un solo combate: Muhammad Alí vs. George Foreman en África. Decano del periodismo gon-zo, Mailer se muestra como un personaje más en este duelo en el que Alí noqueó a Foreman al final del octavo round. A lo largo del texto, el ganador del Pulitzer se empeña en mostrar con gran oficio la genuina admiración que siente por Muhammad Alí, logrando acercar al mejor boxeador y al autor que pudo haberse conver-

monotonía y los estragos de la soledad. El futbol es el escenario perfecto para un duelo psicológi-co: el portero quiere reaccionar para defender su arco, volverlo impenetrable, pero, del otro lado, el jugador pretende ser más rápido, más fuerte y certero. El protagonista de la novela es Josef Bloch, un tipo con molde chejoviano que reflexiona con un extraño acerca de la actitud del portero ante el penalti, mientras contempla un partido desde la tribuna. Win Wenders hizo una gran adaptación cinematográfica que vale la pena ver después de leer el libro.

Deporte: BeisbolTítulo: La gran novela americanaAutor: Philip RothEditorial: Contra¿Por qué llegar a tercera base? Quizá una de las escenas más recurrentes y emotivas en el cine y las series estadounidenses es cuando un papá le regala a su hijo su primer guante de beisbol; la imagen se repite una y otra vez, padre e hijo o hija lanzando la pelota al atarde-cer. Pero el beisbol es algo más que la imagen idílica estadounidense, es política, es un juego de poder, es sátira y burla. El periodista Word Smith —Roth juega maliciosamente con los nombres de sus personajes; por ejemplo, hay un lanzador Gil Gamesh y un Coronel Raskolni-kov— quiere escribir una novela monumental a partir del mejor equipo de beisbol de Esta-dos Unidos. La narrativa de Roth es delirante, pasan muchas cosas que en sentido estricto no deberían provocar risa, pero la posición de l’enfant terrible que adoptó Roth al escribir esta novela se agradece infinitamente.

Deporte: CiclismoTítulo: ContrarrelojAutor: Eugenio FuentesEditorial: Tusquets¿Por qué hacer un sprint? Un detective llama-do Ricardo Cupido debe investigar el asesina-to del ciclista favorito para ganar el Tour de France. Después de la sinopsis, cualquier lector reclamaría que le quitamos el chiste a la reco-mendación. Sin embargo, no es el qué si no el cómo lo más interesante de esta novela. Des-cubrimos por medio de los ojos de Cupido qué se necesita para ser ciclista, cómo entrenan, de qué manera se arman los equipos; la presión, el dolor y el sacrificio que exige ser el mejor y las enemistades que provoca. Una novela negra que logra un inusual homenaje al mundo del ciclismo de alto rendimiento. +

Por América Gutiérrez@yasabescomosoy

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