anexo. trabajo y personalidad
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TRABAJO Y PERSONALIDAD
El abordaje de los fenómenos psicológicos asociados al área laboral puede darse desde cuatro diferentes enfoques:
1) Lo individual intersubjetivo2) La relación del individuo con su entorno inmediato (dimensión grupal)3) La relación grupo – organización 4) La dimensión organización – macro contexto social, cultural, político, económico, e
histórico
En el presente apartado nos introduciremos en el estudio de la dimensión psicológica individual del trabajador, que reviste de una mirada clínica orientada a la vertienente psicoanalítica, a los fines de forjar un punto de apoyo teórico que se complemente con las observaciones que haremos de la dimensión grupal, organizacional y macro – contextual, las cuales se sostendrán desde una visión sistémica.
Para poder comprender de que forma el sujeto percibe, registra e interpreta la realidad que vive en el trabajo, deberemos tomar en cuenta el desarrollo de su personalidad, haciendo una reseña introductoria a los estilos de personalidad que se conocen.
Punto de partida. El registro real, simbólico, e imaginario
Tomando los aportes de Jacques Lacan, podemos decir que la personalidad del sujeto se forja desde su inconsciente a partir de la coexistencia simultánea de tres “reinos” psicológicos de naturaleza interdependiente. Los mismos representan una forma de registro de la vida, una manera diferente de percibir, conocer, y comprender lo que nos rodea.
Registros de lo inconsciente:
Lo real: Aquello que existe materializado frente a nuestros sentidos
Lo simbólico: El reino del discurso. Cómo el lenguaje reviste lo real para hacerlo asequible a mundo de representaciones habladas y gesticuladas
Lo imaginario: Las representaciones de lo real que constituyen imágenes sustitutivas, y que se superponen sobre lo real.
En Mas allá del principio de realidad, Lacan plantea el primer registro inconsciente a tener en cuenta, el de lo real. Podemos considerar que se trata de aquello que se encuentra
materializado ante nosotros y es independiente a cualquier forma en la que lo nombremos o imaginemos.
Lo real se basta a si mismo para existir, puesto que constituye todo aquello que se hace perceptible frente a nuestros sentidos, y no necesita de ningún tipo de autorización de parte de nuestros pensamientos o ideas para materializarse.
Tomemos como ejemplo una mesa. Nosotros hemos convenido socialmente en nombrarla simbólicamente (y por lo tanto, representativamente) de esa forma, y hemos consensuado su nivel y tipo de utilidad práctica. Sin embargo, eso que denominamos mesa y que según nuestros preconceptos es funcional a determinados propósitos existe por si misma, y va mas allá del nombre que le otorguemos. El que acostumbremos nombrarla de determinada forma no significa que sea las palabras que mencionamos para referirnos a ella. Una cosa es el hecho en si, y otra muy diferente las palabras que asignemos para significarlo.
De esta manera, podemos decir que lo real existe por fuera del reino de lo simbólico, si bien este lo intenta envolver a través de representaciones específicas.
Es entonces el registro simbólico el anclaje inconsciente de los fenómenos reales, aquel que arropa subjetivamente todo lo que existe con pensamientos, palabras e ideas, las cuales pueden ser expresadas a un interlocutor externo tanto como a nosotros mismos. El simbolismo refiere a una representación de algo que primero fue presentado, del mismo modo en que una bandera de color blanco y celeste con un sol en el medio no es mas que lo que acabamos de describir, y sin embargo la misma adquiere un significado y sentido especiales para los habitantes de la Argentina cada vez que nos referimos a ella, al representar nuestra patria, historia, valores, y experiencias.
El registro imaginario, por su parte, refiere al reino de las imágenes que representan lo real desde lo visual. No hace falta que volvamos a ver una casa para aprender nuevamente que tipo de aspecto tiene, puesto que ya hemos internalizado imaginariamente una visión, o modelo, representativo de todas ellas.
El envoltorio simbólico – imagnario opera continuamente a nivel inconsciente, intentando generar respuestas permanentes a los signos irreductibles presentados en el mundo real, forjando de esta manera lo que llamamos realidad psíquica. De allí que podemos notar que, si bien todos los fenómenos existentes son reales, cada sujeto proyecta un significado personal diferente hacia los mismos, en base a sus propios registros de lo simbólico y lo imaginario.
Este triple reino inconsciente se encuentra en un estado de unión perseverante, creando condiciones psicológicas básicas para que el sujeto, independientemente de su estilo de personalidad, pueda sobrellevar la vida en el mundo. Ahora bien, hay una serie de sucesos psicológicos que destruyen la dinámica armónica de los tres registros creando el caos y la desorientación en el individuo.
El brote psicótico
Este fenómeno acontece únicamente cuando quien lo padece es un sujeto de personalidad psicótica, debido a la fragilidad con la que está construido el registro simbólico e imaginario en dichos casos. Ante el brote, la unión inicial de los tres reinos se ve forzada a desaparecer, creando un espacio vacío de no interacción entre los mismos. El registro simbólico actúa de forma independiente al imaginario y al real, dando a lugar a neologismos y fenómenos elementales, ambas expresiones incipientes de la construcción del delirio psicótico.
En el caso del reino imaginario, el mismo proyecta alucinaciones de todo tipo, avanzando sobre lo real de manera indiscriminada, sin ningún de ligazón coherente con lo simbólico.
Un sujeto que se encuentra en este estado actúa de forma errática e incongruente, puesto que su vida psíquica se ha desintegrado en partes, y a través de la construcción de un discurso delirante intentará reacomodarla.
El trauma
En el caso del trauma, el sujeto experimenta la irrupción repentina e inesperada de un evento real al que no encuentra forma de simbolizar ni imaginarizar. De esta forma se genera un quiebre parcial, una ruptura de los lazos simbólicos e imaginarios que da a lugar a un momento en el que se vive en estado de contacto directo con lo real, desprovisto de la envoltura formal del lenguaje y la protección imaginaria.
De esta forma, la vivencia traumática pasa a ser una experiencia que permanece al margen del registro simbólico e imaginario, como si hubiera sido un hecho que sucedió al margen de la vida psíquica del sujeto. Por esa misma razón, los síntomas del stress post – traumático remiten a una reviviscencia del fenómeno en si, ya sea a través de flashbacks, pesadillas recurrentes, o llantos descontrolados sin motivo aparente. Estos síntomas manifiestan la necesidad inconsciente del sujeto de encontrar un lugar donde significar y dotar de sentido la experiencia traumática, la cual retorna una y otra vez buscando ser asimilada y comprendida de alguna forma.
El pasaje al acto
Este fenómeno implica la repentina acción del sujeto en el mundo real, mas allá de toda forma de significación simbólica y representación imaginaria. Podríamos decir que refiere a un episodio en el que se pierde toda conciencia de lo que se hace, actuando lo que el inconsciente presenta sin mediaciones simbólicas ni imaginarias de ningún tipo.
En el pasaje al acto, el sujeto puede cometer aberraciones tales como violaciones, homicidio o suicidio, puesto que el registro simbólico e imaginario han dejado de envolver lo real y han librado al sujeto a un accionar impremeditado e impulsivo. Mientras el sujeto experimenta el pasaje al acto, no posee control racional de sus impulsos y no mide las consecuencias de lo que está
haciendo, presentándose en muchas ocasiones amnesia del evento vivido una vez que el sujeto recupera el funcionamiento interconectado normal del triple registro inconsciente.
Estructuras de personalidad
El estudio de la personalidad ha ocupado a numerosos investigadores de la historia de la
psicología científica. El presente material de estudio busca resumir de forma concreta y
abreviada los diferentes aportes realizados por autores de distintas corrientes de
pensamiento, haciendo énfasis en estudiar a la personalidad como atributo individual del
sujeto. En el siguiente modulo nos detendremos en explorar que sucede cuando esa
estructura de personalidad se desenvuelve en entornos laborales, familiares, o sociales
inestables, proclives a activar núcleos potenciales de personalidad diferentes de los
desarrollados de forma natural o bien generar lo que llamaremos descompensación de la
estructura. Nuestro objetivo entonces será enmarcarnos en el entendimiento de que
ninguna persona puede ser comprendida de forma ciento por ciento individual, aislándola
de su contexto mediato e inmediato.
En lo que refiere al estudio de la personalidad, debemos partir de una gran premisa, a la
que debemos el desarrollo teórico y empírico realizado hasta este momento en relación al
tema: todo ser humano estructura su personalidad de determinada manera, y ninguna de
estas estructuras es mas saludable que la otra.
Comúnmente, suele entenderse que la persona saludable mentalmente es aquella capaz
de reproducir una serie de conductas adaptativas y estables en relación a lo que exige su
entorno inmediato. De esta forma, solemos considerar “normal” a aquellas personas que
no presentan síntomas de malestar o desregularidades incontrolables de manera visible y
obvia, pasando a entrar en la extensa lista de “enfermos” o personajes anormales de la
vida cotidiana todos aquellos sujetos incapaces de sostener la presión del día a día,
proclives a querer llamar la atención con actitudes exuhibicionistas, o bien capaces de
desplegar conductas mas evidentemente inmoduladas, como las asociadas al
padecimiento psicótico o el acting out psicopático.
Sin embargo, realizar una clasificación tan caprichosa de nuestra vida psicológica como
esta nos remite a considerar a la salud mental como algo que se llega por descarte,
definiendo al sano no por aquello que es capaz de lograr, sino por lo que no está
mostrando de manera visible.
A esta tesitura antojadiza podemos anteponer tres situaciones diferentes que parecen
indicar que no existe tal cosa como una personalidad sana en oposición a otra enferma.
Primer caso, la salud mental como estigma social.
En la práctica clínica, podemos ser testigos de cómo muchos individuos a quienes sus
amigos, parientes, o colegas de trabajo consideran “normales por descarte” se sinceran
ante nosotros, sintiendo frente a la consulta profesional el alivio de poder expresar de
manera clara y directa lo que los agobia, sin tener la presión añadida de tener que
comportarse de determinada manera o bien ocultar ciertos signos o síntomas frente al
psicólogo.
De alguna forma, estos sujetos tan adaptables a las presiones del vigilante ojo público son
estigmatizados como sanos. En ellos, toda conducta desadaptativa será repudiada como
impropia de su ser, mientras que aquellos marginados que han caído en la extensa bolsa
de la enfermedad mental ya no pueden sorprendernos.
Es en estos casos cuando uno puede notar que aquello que se ve en la pantalla no es lo
que sucede tras bambalinas. El sufrimiento psicológico es un fenómeno universal, que se
presenta de las más variadas formas y pone de manifiesto que toda persona, por más
adaptable que resulte a las exigencias sociales, laborales, y familiares de su entorno,
puede presentar síntomas de malestar profuso y evidenciar temores fóbicos, ideas
obsesivas, compulsas histeroides, defensas psicopáticas, descompensaciones narcisísticas,
alucinaciones psicóticas, disociaciones psicóticas o cualquier otro tipo de fenómeno
psicológico que puede asociarse a lo supuestamente “enfermo” en la esfera privada.
Que no sea evidente no significa que no sea existente.
Segundo caso. La salud mental como balance entre la oferta y la demanda
Otra situación que puede presentarse es diferente al del estigma social de la salud mental,
y podemos relacionarla con la presencia de personas cuyas características inmoduladas de
la personalidad no se presentan de forma visible simplemente porque existe un balance
aceptable entre lo que el entorno exige de ellas y lo que las mismas tienen para ofrecerle
en respuesta.
De esta forma, podemos hablar de personas cuya predisposición potencial hacia el
síntoma, ese tan temido cuco que la esfera pública espera ver para condenar de un
zarpaso a la primera, no se hace visible tampoco en el ámbito privado, no porque de base
no exista posibilidad alguna de que dicha cosa suceda, sino porque no existen presiones ni
conflictos considerables en su entorno inmediato y mediato que empujen al sujeto a dicha
situación,
En este caso podemos tomar nota de la vida de un carpintero de nuestro barrio, quien
nunca ha tenido grandes pretensiones ni aspiraciones de grandeza, y cuya cartera de
clientes se encuentra estabilizada luego de años de labor y sacrificio, quien parece no
manifestar ningún tipo de actitud desajustada para con sus seres cercanos. Sus hijos han
hecho sus familias respectivas y lo visitan con frecuencia. A sus 50 años, todo lo que tiene
que hacer es mantener su ritmo de trabajo y responder a las necesidades de sus clientes
como ha aprendido a hacer con los años. El aspecto económico, familiar, y social se
encuentra en control porque las demandas de adaptación que exigen pueden ser
respondidas con creces por este humilde y centrado carpintero. Esto no significa que, en
caso de que la situación cambie este hombre empiece a sentir el desgaste de la presión y
comience a manifestar síntomas de malestar, conductas desajustadas o incluso dañinas
para con sus interlocutores externos.
Tercer caso. La salud mental como actitud de vida, no como estilo de personalidad
En el tercer caso podemos presenciar personas cuya actitud frente a las situaciones
externas si puede emparentarse con lo que llamamos salud mental. La misma surge como
fruto de una toma de conciencia amplia de sus propias limitaciones y capacidades, y una
tendencia a integrarse de forma consciente a las relaciones externas, cubriendo
necesidades de otros y manteniendo la autocrítica.
Existe una gran diferencia entre quien es capaz de reconocer sus desequilibrios
potenciales he intenta mantenerlos a raya y una persona cuyo estilo de personalidad es
ciento por ciento sano. En el primer caso, la conciencia adquirida de la naturaleza
potencial de los problemas psicológicos que afronta la condición humana lleva a la
persona a reflexionar sobre sus actos y comprender al otro como un ser imperfecto, de
quien debemos esperar desajustes y desequilibrios en algún momento, puesto que eso
caracteriza a la psicología del hombre. El segundo caso es una utopia que reza por la
existencia de seres completos, sin fallas, incapaces de cometer errores, de realizar
conductas dañinas, de sentir rencor, ira o tristeza, independientemente de las presiones
del entorno.
Tal como hemos manifestado, la personalidad presenta un aspecto funcional externo, el
comportamiento social, que refiere a la forma en la que hemos aprendido a comunicarnos
con otros. Si bien esta faceta de nuestra vida también puede presentar desajustes, es
esperable que el común de los sufrientes, categoría que nos abraza a todos nosotros,
tienda a ocultar su malestar, o bien disfrazarlo de forma elegante.
FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA ESTRUCTURA DE PERSONALIDAD
La estructura de personalidad del sujeto se crea a partir de los primeros años de vida y se
fortalece o debilita con el correr de la infancia y la adolescencia. El componente central
que diferencia a las diferentes estructuras parte de una cuestión sencilla: el registro del
otro.
Somos quienes somos en el mundo, y somos capaces de desarrollar una personalidad
individual, en función a otros. Los seres humanos no podemos substraernos del otro,
puesto que somos alguien en función a ese punto de referencia externo. Somos seres
individuales, pero a la vez también relacionales, y contextuales.
De esta forma, el poder registrar la existencia de otro diferente de mi en cuanto a puntos
de vista, necesidades, e intereses, nos otorgara la posibilidad de estructurar una
personalidad capaz de ajustarse a la realidad del entorno de forma adaptativa. Registrar al
otro significa darle entidad, tomar nota de su existencia y de su naturaleza como ser
diferente. Implica percibir y entender que afuera nuestro, en el mundo real, existen
muchas personas diferentes, lo que nos conduce a poder acoplarnos al mundo y no
quedar marginados psicológicamente.
El registro del otro puede funcionar en dos niveles:
Identificación del otro (Registro 1): Identifico la existencia de seres diferentes, con
diferentes puntos de vista, necesidades e intereses, pero no necesariamente acepto tales
diferencias ni las tolero, simplemente tomo nota de ellas.
Aceptación del otro (Registro 2): Registro la existencia del otro y lo integro a mi
personalidad, aceptando las diferencias y tolerándolas.
En función de la capacidad de registrar al otro, tendremos una clasificación distinta de
cada estructura. Las personas que si han podido desarrollar este paso inicial, estructuran
una personalidad de tendencias neuróticas o narcisistas. En el punto medio, quienes no
han podido desarrollar un registro total del otro como diferente de si mismos, y han
quedado ligados a un estado intermedio entre la percepción y entendimiento de la
realidad externa y el egocentrismo patológico, encontramos a las estructuras depresivas y
border – line.
Por ultimo, quienes no han podido desarrollar un registro del otro como diferentes de si
mismos son los psicoticos y las autistas.
Una cuarta clasificación ubica a las psicopatías y perversiones como estructuras en las que
existe un registro del otro, pero no una aceptación.
El ser humano desarrolla una individualidad a partir de las relaciones iniciales que
establece con la madre y el padre, y el contexto social, cultural, económico, político, e
histórico irán condicionando el desarrollo de su psiquis, alentando a la potenciación de
ciertos aspectos y a la inhibición de otros.
Independientemente de la intensidad y frecuencia con la que la persona padezca de la
influencia envolvente y subjetivizante de su entorno, esta siempre tiene la capacidad de
decidir en función a un criterio personal.
ESTRUCTURA REGISTRO 1 REGISTRO 2
1 NEUROSIS SI SI
NARCISISMO SI SI*
2 PSICOPATIA SI NO
BORDER – LINE SI/NO SI/NO
4 PSICOSIS NO NO
AUTISMO NO NO
* El narcisista acepta al otro pero puede perder la conciencia del otro frente a ciertas situaciones activantes
de complejos narcisisticos.
¿Cómo se forma el registro del otro?. Muy resumidamente, podemos decir que todo se
reduce inicialmente a la relación diádica entre la madre y el hijo. Para entender esto,
deberemos tomar prestado algunos apuntes de psicología evolutiva.
La función materna y paterna
Para poder entender de que manera se desarrolla la psiquis humana, debemos considerar
que esta se apoya sobre dos grandes pilares: la función del padre y la madre. Estas
funciones no obedecen al sexo biológico sino a la actividad que cada uno realiza y la
posición que asume en la psiquis del menor. La función materna es la de brindar cobijo,
afecto, cuidado, y protección al menor, mientras que la paterna esta relacionada con la
educación en función a valores y conocimientos, la ley social que se ve instrumentada a
través de la figura del padre. Estas funciones pueden ser cumplidas por personas de
diferente sexo biológico, e incluso pueden ser asumidas por una misma persona. Lo
esencial, para el adecuado desarrollo psicológico, es que ambas estén presentes en la
crianza del niño, apoyándolo afectivamente y dirigiéndolo en el sentido del orden social.
La primer infancia. El registro del otro como estructurante del psiquismo
El niño, al nacer, vive en un estado de fusión indiferenciada entre el mundo externo e
interno, sin realizar distinciones de ningún tipo entre lo que es suyo y ajeno, lo que viene
de afuera y viene de adentro, lo que sucede afuera y sucede dentro. Al no existir esa
distancia psicológica normal, podemos decir que aun no ha desarrollado una estructura de
personalidad.
La estructura de personalidad de cada sujeto se forja alrededor de cómo ha desarrollado
el proceso de registro del otro, entendido como alguien diferente de quien es el por
poseer necesidades diferentes, puntos de vista diferentes, intereses diferentes, y metas
en la vida diferentes.
En este aspecto, los primeros 3 años de vida del menor son fundamentales en su
desarrollo, dado que debe abandonar el estado de fusión indiferenciada para aprender la
diferencia entre el adentro y el afuera, entre el “yo” y el “no – yo”.
Inicialmente, el niño concibe a la madre como primer figura externa identificable. Esto
sucede solo en el caso de que esta madre se presente frente al niño y pueda cubrir
necesidades básicas de manutención y afecto. Fallas en relación a estos puntos pueden
provocar en el niño dificultades graves para pasar del estado de fusión original a su primer
diferenciación, una etapa que implica registrar el rostro de la madre y mimetizarse con el.
Si el niño no logra reconocer el rostro materno, puede estructurarse como autista.
La segunda etapa normal, es la del registro o reconocimiento de la madre, con quien arma
una suerte de “burbuja relacional” que lo separa del mundo exterior. Esta burbuja
también debe romperse en su debido momento, para que el niño comience a entender
que existe un mundo afuera suyo, representado por personas diferentes de el mismo.
Fallas en el pasaje entre esta burbuja y el registro del mundo externo pueden provocar la
estructuración de una personalidad psicotica.
El registro del otro es el elemento crucial en el desarrollo psicológico, toda vez que el
poder identificar que afuera nuestro existen personas diferentes es lo que puede hacernos
entenderlas en sus diferencias con nosotros. Ese entendimiento hace posible un
crecimiento normal en sociedad y facilita el proceso madurativo. Resulta muy difícil
madurar y quemar etapas evolutivas si no puedo concebir la idea de que mi punto de vista
no es el único valido y que mis necesidades e intereses no son las únicas a cubrir en el
planeta.
El registro del otro como fenómeno simbólico
El ser humano vive en referencia a un punto externo real. Todo lo que hace, piensa, y dice
esta vinculado con el afuera, en tanto se encamina a afectarlo e influirlo así como este
afuera lo afecta e influye. El registro del otro implica el tener inscripto inconscientemente
la existencia de un afuera significativo, esto es, un afuera no solo compuesto por cosas
presentadas, sino que es representativo de otras cosas, un afuera psicológico.
El registro del otro implica mucho mas que aprender a reconocer la existencia física y
social de seres humanos diferentes. Implica la asimilación del mundo exterior real a través
de un “otro” personal, que cumple funciones paterna o materna. Los padres introducen al
niño a la cultura a través de sus propios filtros, asignando un significado acorde a sus
historias de vida a las cosas que enseñan. De este modo, se hace posible un registro del
mundo exterior a través de un otro que lo personaliza, le da un significado.
El registro del otro nos permite, entonces, comprender lo que sucede en lo real como algo
que tiene un significado mas allá del signo, nos permite simbolizarlo, darle entidad
psicológica profunda. Esto es posible a partir de haber incorporado la función de registro
de parte de padres que han cumplido exitosamente sus funciones.
De esta forma, registrar al otro significa ser capaz inconscientemente de dar un significado
personal a los signos exteriores, dar un sentido a lo que solo tiene direccion, darle valor a
lo que solo tiene precio. Nos permite sentir determinadas sensaciones y emociones
cuando recibimos un abrazo de un ser querido, entender intelectualmente los conceptos
vertidos en clase mas alla de la reproducción e imitación memoristica. Nos otorga la
posibilidad de humanizar a las personas, las que en caso de no ser registradas
psicológicamente serian solamente pedazos de carne y hueso andantes.
Las estructuras de personalidad psicotica y autista son aquellas que carecen del registro
simbolico del otro, y por lo tanto sufren de dificultades importantes para dar un
significado a los eventos externos. Esto ha llevado a muchos autores a considerar que
ambas estructuras no pueden ser consideradas estructuras de personalidad, sino en vias
de desarrollo, o bien simplemente estructuras mentales fragiles. Las demás estructuras
oscilan en diferentes grados de incorporación de la funcion de registro.
Tomando a Jacques Lacan, podemos decir que el registro del otro opera a un nivel
simbólico. No se trata de una copia “textual” o “literal” de lo que sucede en lo real, sino
una representación de lo que sucede. Si tomamos a la bandera nacional como signo, por
ejemplo, no es mas que un pedazo de tela con colores celeste y blanco. Sin embargo,
significa algo mas que eso para nosotros toda vez que representa valores humanos, una
historia, y múltiples experiencias asociadas a ella tanto individual como colectivamente.
Es asi que el neurotico es capaz de simbolizar lo real y de esa forma crear una
representación del mundo externo en el mundo interno, una traducción mediada por sus
experiencias anteriores que va otorgando determinados significados y sentidos a las
experiencias que vive. Este mundo interno puede ser llamado realidad, toda vez que esta
implica una cualidad de real. Lo real es, por el contrario, el mundo externo que alimenta y
se ve alimentado por esa realidad particular del sujeto.
El registro simbólico nos permite asociar ideas que, en caso de no tener esa ayuda,
quedarían expuestas como islas separadas en la constitución del psiquismo. La asociación
de estas ideas se hace posible gracias a que estas se entrelazan, generando una trama
particular de pensamientos. Un evento traumático es aquel que genera una ruptura
repentina en esta trama simbólica, cortando las redes que unen a las ideas y dejándonos
sin posibilidad de conectarlas simbólicamente. Cuando sucede un evento traumático,
como la muerte de un ser querido o la propia experimentación de una situación limite,
quedamos expuestos a lo real, sin protección simbólica, y de esta forma lo real avanza y
nos consume. Nuestra capacidad de hilar respuestas a la situación se ve cortada y la
psiquis se desorganiza. El neurótico puede experimentar, en ese caso, un episodio de
locura, en el que intenta rearmar la función simbólica que le permita asociar las ideas que
habitan su estructura psíquica.
CLASIFICACION GENERAL DE LAS ESTRUCTURAS DE PERSONALIDAD Y ALGUNOS RASGOS
A TENER EN CUENTA
NEUROSIS
La neurosis es una estructura psicologica armada por una red coherente de razonamientos
lógicos y una coyuntura emocional sólida que los contiene. La persona neurótica
desarrolla su psiquis partiendo de un registro del otro como persona diferente de si, con
distintas necesidades, intereses, y puntos de vista, y pudiendo aceptar y comprender
dicha diferencia. Esto le permite ser capaz de considerar al otro en sus acciones y juicios
de valor y sentir el azote de la culpa en caso de generar un daño al otro, voluntaria o
involuntariamente. Estos componentes, el registro del otro como diferente, su aceptación,
y la culpa como elemento interviniente, son pilares de la estructuración del psiquismo
neurótico, y si bien aparecen en la mayoría de las personas que conforman nuestra
sociedad, no todas ellas responden de base a una estructura neurótica.
La neurosis trabaja por asociación retroactiva: ciertos gestos, actitudes de otros,
situaciones sociales envolventes, u objetos, son simbolizados por la red de relaciones
ideicas generando una asociación al pasado, hacia situaciones, personas, o cosas con las
que se tuvo contacto en otro momento, pudiendo crear lazos afectivos y racionales que
van mas allá del contacto espontáneo y directo con el hecho actual en si. Esta asociación
al pasado implica el poder entender a las cosas como representativas de un valor mayor al
que se le asigna en el momento. Por ejemplo, una persona neurotica muy difícilmente
corte de lleno una relación sentimental con su pareja por una sola discusión, debido a que
existe una historia llena de significado que los une. Del mismo modo, el mirar una foto de
otro momento de la vida puede generar emociones que la transportan mucho mas alla del
mero observar una serie de rostros y paisajes. El neurotico envuelve al mundo de
significados, en función de la relación que hace entre lo que vive hoy y lo que ha vivido
antes.
Se reconocen tres formas de neurosis en general: la neurosis histerica, la neurosis
obsesiva, y la neurosis fobica.
NARCISISMO
La estructura narcisista presenta un grado de alienación de la realidad mayor que la
neurosis, toda vez que el narcisista sufre de un trastorno de la auto – percepción que lo
lleva a buscar en la mirada del otro algún tipo de confirmación de su propio ser. El
narcisista busca ser admirado, elogiado, y querido por los demas como una forma de
sostener su estructura psicologica e impedir que se derrumbe. Esa es la razon principal por
la que muchas personas que padecen tendencias narcisistas se presentan en programas
de televisión con escasa ropa, bailando y saltando frente a miles de televidentes, o bien
que existan personas que practican el desnudismo (caso mas extremo) o que presentan un
comportamiento social extravagante que deja a los demas con la impresión de que
siempre quieren llamar la atención y ser considerados los numero uno.
El narcisista es una persona que tiene su auto – percepción dividida en dos polos opuestos
que no logran unirse: por un lado, un yo grandioso y omnipotente que lo lleva a creer que
es superior a los demás (aspecto yoico que le otorga nombre a la estructura – Narcisco era
una figura mitológica griega excesivamente vanidosa, que murió mirando el reflejo de su
rostro en un lago-) y un segundo yo inestable, inseguro, indeciso, y extremadamente
devaluador de si mismo.
El narcisista busca en el otro la confirmación de quien es el/ella. Si el otro lo recibe con
aplausos y admiración, potencia su grandiosidad, confianza y seguridad y sale a flote una
personalidad omnipotente, en algunos casos muy adaptada a la realidad social (puede ser
el caso de Michael Jordan o Roger Federer) y en otros casos no tanto (¿Ricardo Fort?). Sin
embargo, cuando el narcisista sufre un golpe al ego producto de una mala receptividad de
parte de los demás, puede salir a flote su yo inseguro e inhibido, y pasar a sentirse un ser
despreciable, devaluado, y desintegrado, y la angustia que lo aborde puede llegar a ser
prácticamente insostenible. De allí que una gran parte de los casos de personas suicidas
están relacionados con estructuras psíquicas narcisistas.
En el narcisismo opera el registro del otro y la asociación retroactiva características de la
neurosis. La diferencia principal entre una estructura y la otra radica en la auto –
percepción únicamente: mientras el neurótico sabe quien es y no necesita que el otro se
lo confirme, el narcisista busca desesperadamente que sea el otro el que se lo diga. De
esta aparentemente pequeña diferencia emerge una distancia notable entre como
conciben el mundo y actúan en el.
ESTRUCTURA BORDER – LINE
La estructura de borde, también llamada trastorno limítrofe o fronterizo de la
personalidad, es una suerte de estado intermedio entre el padecimiento neurótico y su
contrapartida, el padecimiento sicótico. Mientras el neurótico es capaz de simbolizar al
mundo y bañarlo de significado, el sicótico no “historiza” las situaciones en las que vive y
actúa por impulso, no registra al otro como diferente de si y puede, eventualmente,
derrumbarse y quebrar su estructura, con lo que aparecen en escena las alucinaciones y
delirios.
El border – line es un sujeto que se encuentra a medio camino entre una estructura de
pensamiento lógica, cerrada, y coherente y una desintegrada, incoherente, frágil. Esto los
lleva a ser personas sumamente inestables y nerviosas, que presentan rasgos de
personalidad ajustados a la realidad social en ciertas circunstancias y reacciones
inverosímiles y desadaptativas en otras. Sin embargo, la estructura border – line siempre
se halla contenida, y por muy desastrosas que sean las condiciones externas a las que se
enfrente la persona, no colapsa como si sucede en la psicosis.
PSICOPATIA
La psicopatía es una estructura mental caracterizada por la trasgresión consciente de las
normas y pautas sociales internalizadas por el neurótico, que hacen que su trama de
pensamiento se fije y ordene en función de parámetros estandarizados. El psicopata es
una persona capaz de ser consciente del daño que ocasiona a terceros, debido a que tiene
un claro registro de la existencia del otro como diferente de si mismo, pero la culpa o el
arrepentimiento no figuran en su vocabulario.
El psicopata es una persona que ha conocido las leyes sociales a través de la presencia del
padre, algo de lo que se encuentra privado el sicótico y que gobierna la vida mental del
neurótico, pero opta por transgredir conscientemente esas reglas, avasallando a los
demás e intentando dañar, incomodar, o alterar al otro como una forma de sentir placer.
El psicopata busca desestabilizar al otro como una manera de estabilizarse a si mismo y
escapar del estado de angustia y depresión interna que sufre naturalmente. Podemos
decir que las emociones displacenteras comunes, como la tristeza, la ira, los celos, o la
vergüenza, no son experimentadas directamente, como si sucede en los demás casos, sino
que buscan ser negados y proyectados al afuera. Con esto, el psicópata recurre a negar su
sufrimiento y actuar constantemente, con el fin de no concentrarse en lo que le ocasiona
dolor. “Actuar” implica, básicamente, interpretar diferentes roles, personajes sociales, a
los fines de manipular a las otras personas y hacerlas entrar en juegos mentales a veces
absurdos, otras veces realmente peligrosos, dependiendo de la gravedad del caso.
Con el fin de mantener alejado el malestar y alimentar su placer, el psicópata recurre a la
mentira y la manipulación, sin sentir remordimiento alguno por su conducta, y puede
llegar a desarrollar cualquier tipo de conducta con tal de satisfacer sus carencias y
resentimientos, desde una hacer enojar a su esposa haciendo lo que sabe que le duele,
pasando por una estafa, hasta llegar al crimen, la tortura, o aberraciones sexuales de todo
tipo. En la mayoría de los casos, los crímenes sexuales son investigados por los peritos
psicólogos para determinar si la persona hizo lo que hizo por placer sicopático, o bien por
no tener clara conciencia de la realidad y registro del otro (psicosis).
PSICOSIS
La psicosis es una estructura psíquica frágilmente integrada, que se encuentra
encadenada provisionalmente y que puede romperse en cualquier momento, debido a
que los nexos lógicos que mantienen unidas las asociaciones de ideas se hallan débilmente
sostenidos por fantasías e ilusiones ajenas a la realidad. En el estado de pre – psicosis,
aquel que se presenta cuando el sujeto aun no ha padecido el derrumbe de la estructura,
existe una necesidad de encontrar apoyo simbolico en otra persona que pueda cumplir
con la funcion materna, a los fines de sostener al psicotico en aquello que le falta. Esta
suerte de “muleta” puede contenerlo y ayudarlo a subsistir sin derrumbe.
Cuando esta estructura colapsa, aparece lo que se denomina brote sicótico, o bien
desencadenamiento, en el que aflora la sintomatología conocida: delirios, alucinaciones,
neologismos, fenómenos elementales, etc.
Podemos decir que el padecimiento sicótico surge de una falla en el registro del otro como
diferente de si mismo, algo que de acuerdo a la visión sicoanalítica nace de un estado de
fusión y apego simbiótico entre la madre y el hijo. Cuando la madre no da a lugar a la
aparición del padre como autoridad, y/o este mismo no pelea por dicho lugar en la visión
del niño, este ultimo tiende a quedarse pegado a su madre, en un estado de
indiferenciación que no admite la entrada de un tercero en discordia que rompa el
“cordón umbilical” psicológico e introduzca las normas y leyes de la sociedad, como un
representante de la autoridad. Al no estar creadas las condiciones para que esto suceda,
la diferencia entre yo (quien siento ser – una entidad pegada a mi madre-) y el no yo (todo
lo que surge por fuera de esta relación inicial de apego) simplemente no existe, o bien es
muy frágil.
El sicótico puede vivir en un estado de adaptación funcional a los requerimientos sociales,
cumpliendo con actividades de forma mecánica, y puede hacerlo de manera muy
eficiente, siempre que existe un representante materno que actue como soporte, o
muleta si se quiere, para enfrentarse al “no yo”, el mundo externo. Mientras esto suceda,
la estructura se mantiene a flote, unida en su interior por la ayuda de este representante
materno exterior, y la persona puede parecer a los ojos de todos un ciudadano común, no
alguien que esta en peligro de desencadenar un estado de disociación psíquica.
Ahora bien, existen ciertos eventos en la vida que nos impulsan a tomar decisiones desde
el “yo” personal hacia el “no yo” social. Para que dicho paso sea dado, necesitamos tener
internalizada una representación clara y coherente de que es ese “no yo” social que existe
mas allá de nosotros, y asimismo una noción firme y coherente de quien soy “yo”, que
implique un estado de discernimiento y desarrollo de la identidad tal que nos permita
actuar sin recurrir, imaginaria o realmente, a nuestra madre. Cuando estos eventos
cruciales suceden en la vida del sicótico, este mira a su lado a ver quien lo orienta y toma
la decisión por el, y si no existe ese soporte externo, se ve en la obligación de responder
desde si mismo. Es allí donde la estructura colapsa y se desintegra, dando lugar a la
manifestación sintomatología de la psicosis.
En un estado de pre – psicosis, en el que la persona puede vivir toda su vida mientras se
encuentre contenida y no se enfrente nunca a situaciones que demanden el ubicarse
desde el “yo” para actuar hacia el “no yo”, el sicótico puede ser visto como una persona
desafectiva, y en algunos casos, socialmente aislada. Esto se debe principalmente a la ya
mencionada dificultad para simbolizar lo real. Las personas, situaciones, y cosas externas
no representan absolutamente nada, simplemente son cosas con las que interactua, que
no tienen un valor que trascienda el hecho que las hace o no funcionales. Por esa razon,
un regalo, que para un neurotico puede ser visto como un gesto afectuoso representativo
del cariño que una persona siente por otra, no es mas que un objeto a utilizar, y puede ser
de su agrado no por constituirse en gesto simbolico del afecto que lo une con la otra
persona, sino simplemente por ser algo interesante o utilizable. El sicótico ve signos sin
significado, camina un camino que le ordenaron que siga, pero no sabe de donde sale ni
adonde lleva.
Existen diferentes tipos de psicosis. Podemos mencionar los tres que típicamente se
mencionan: la esquizofrenia, la paranoia, y la maniaco – depresión.
AUTISMO
El autismo es el estado mental de mayor alejamiento de la realidad que se conoce. Implica
un grado de desconexión extremadamente alto, en el que la persona parece vivir una
realidad completamente ajena a la que viven todos los demás, incluido el sicótico, quien
aun habiendo desencadenado su estructura responde a estímulos externos con delirios y
alucinaciones. El autista responde a estímulos externos en una muy escasa medida, puesto
que muchas veces ni siquiera es capaz de sentir dolor cuando se lo golpea con fuerza o se
corta, y su mirada parece proyectarse al infinito, no estar dirigida jamás a ninguna persona
especifica.
El autismo es un estado patológico producido por un rechazo absoluto de los padres al
niño. El estado de fusión y apego de la madre y el niño, que vimos en el caso de la psicosis,
aquí no se da. Simplemente, el niño es un “pedazo de carne” sin significado ni utilidad
para la madre, por lo que esta no hace ningún tipo de vinculo con el crío. Puede
amamantarlo, cuidar de que no se enferme, y alimentarlo, pero todas estas actividades
surgen como resultado de una obligación que debe asumir y no por un genuino interés de
cobijar a su hijo. En muchos casos, los niños son abandonados y cuidados parcialmente.
El autista pasa entonces a vivir encapsulado, en un estado de ensimismamiento casi
absoluto, en el que el afuera existe solo a través de representaciones mentales que muy
difícilmente podamos entender con nuestros códigos lingüísticos.