anÁlisis econÓmico y social del sudeste asiÁtico

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ING. EN ADMON 2013 ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SUDESTE ASIÁTICO INTEGRANTES: ANTONIO ARPI DORA COSGALLA MARTINIEZ ROSA BERENICE CHIQUIL PECH JUAN CARLOS MARTINEZ OLIVARES ANA LUISA

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Page 1: ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SUDESTE ASIÁTICO

ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SUDESTE ASIÁTICO

INTEGRANTES:

ANTONIO ARPI DORA COSGALLA MARTINIEZ ROSA BERENICE CHIQUIL PECH

JUAN CARLOS MARTINEZ OLIVARES ANA LUISA

2013ING. EN ADMON

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ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SUDESTE ASIÁTICO

El sudeste asiático está compuesto por Indonesia, Vietnam, Brunei, Filipinas, Camboya, Laos, Malasia, Birmania, Singapur y Tailandia. La población de la ASEAN consta de más de 500 millones de habitantes, con un PIB conjunto de más de 700.000 millones de dólares. A estos países hay que añadir China y Corea del Sur. El país con un mayor PIB per cápita es Singapur, que desde su independencia de Malasia, ha sido uno de los máximos representantes del fuerte crecimiento del Sudeste asiático.

El período anterior a la crisis se caracterizó por un fuerte crecimiento económico,

sostenido desde principios de los años 80. Las tasas de crecimiento en 1996 oscilaban

entre un 8% en Indonesia y un 6% en Tailandia. El rápido crecimiento era impulsado

por unas elevadas tasas de ahorro e inversión (que llegaron a alcanzar el 40%del PIB

muchos años), políticas macroeconómicas adecuadas. Los presupuestos públicos

registraban superávit e importantes tasas de crecimiento de las exportaciones. Las

referencias al “milagro asiático” eran habituales, y este grupo de economías era

presentado como un ejemplo a seguir por los países en desarrollo, y en ocasiones

también por los países desarrollados con problemas de desempleo y de falta de

crecimiento económico.

Sin embargo, los síntomas de que algo iba mal comenzaron a ser abundantes en

los años inmediatamente anteriores a la crisis. Veamos cómo se desarrolló la crisis, y

qué medidas tomaron los países afectados.

La mayoría de los países del Sudeste asiático mantenían hasta la crisis un régimen de

tipos de cambio quasi-fijos respecto al dólar, y los bancos centrales intervenían en el

mercado de divisas para conseguir que el valor de sus monedas se mantuviese

constante o se depreciase ligeramente. Siendo países en los que el comercio

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internacional representa una proporción elevada del Producto Interior Bruto (PIB) más

del 40% en Tailandia, Malasia y Filipinas, los beneficios de un tipo de cambio estable

eran muy elevados; además, los bancos centrales de la zona carecían de la

credibilidad necesaria en cuanto a la posible aplicación de una política monetaria

suficientemente restrictiva, por lo que la vinculación con el dólar (moneda “ancla”), por

medio de un tipo de cambio fijo, facilitaba el mantenimiento de una inflación reducida.

Casi todos los políticos de la región consideraban que la estabilidad cambiaria es uno

de los determinantes fundamentales del fuerte y estable crecimiento de sus economías

en los últimos decenios.

La fuerte depreciación de las monedas de estos países supone, en sí misma, un

problema considerable, por la fuerte presión inflacionista que genera, y por el efecto

restrictivo de las necesarias políticas anti inflacionistas; a la vez, la pérdida de

estabilidad cambiaria de la que habían disfrutado hasta entonces dificulta el comercio

internacional y el flujo de capitales. Sin embargo, estos problemas se vieron

multiplicados por el considerable endeudamiento externo en dólares de este grupo de

países (excepto en Filipinas), en gran parte contraído por el sector privado, y por la

fragilidad de sus sistemas financieros. Antes de comenzar la crisis, la estabilidad del

valor de sus divisas respecto del dólar había eliminado aparentemente el riesgo de tipo

de cambio, por lo que los bancos y las empresas tenían un incentivo muy fuerte para

pedir préstamos en dólares a menores tipos de interés que los nacionales, y prestarlos

o invertirlos en moneda nacional. Las diferencias entre los tipos de interés extranjeros

y los nacionales eran tales que este procedimiento seguía siendo interesante incluso

previendo una depreciación de sus divisas de un 3 o un 4% anual.

De esta manera, con datos correspondientes a junio de 1996, Tailandia había

acumulado en torno a 98.000 millones (m) de dólares de deuda con bancos

extranjeros, de los cuales $70.000m correspondían al sector privado, y $40.000m eran

deuda a corto plazo. Además, como resultado de la defensa del baht en los mercados

a plazo de divisas, el banco central reconoció en agosto que había suscrito contratos a

plazo para entregar dólares (había estado vendiéndolos para sostener su moneda) por

valor de $23.400m, que vencían dentro de los 12 meses siguientes. Por otro lado,

según las cifras oficiales, Corea del Sur tenía una deuda externa de más de

$110.000m, de los cuales $65.000m vencerían en menos de un año (sin embargo, en

diciembre el banco central corrigió esas cifras al alza; la verdadera cifra de deuda

externa sólo a corto plazo podría rondar los $100.000m, por lo que el total se acercaría

más bien a $150.000m). Indonesia, también según las cifras oficiales, tenía una deuda

con bancos extranjeros de $65.000m, aunque según los analistas extranjeros es

posible que el total fuese mayor, ya que se estimaba que sólo el sector privado tenía

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deudas por valor de $55.000m. Por último, el endeudamiento externo de Malasia en

moneda extranjera era mucho menor, con deudas por valor de algo menos de

$35.000m.

INDONESIA

El archipiélago indonesio posee una población de 209 millones de habitantes, la mayor

parte de religión musulmana. Ha sido uno de los países que más sufrió debido a la

crisis de 1997. Sus reacciones durante la primera fase de la crisis fueron decididas,

aunque más tarde algunas demostraron ser solamente gestos de cara a la comunidad

internacional y a los inversores.

TAILANDIA

Como se ha mencionado, Tailandia fue el primer país en recibir una fuerte presión a la

baja de su moneda en los mercados internacionales. Ya en mayo de 1997 introdujo

límites a los flujos de capitales, para impedir el acceso de los especuladores al baht. A

la vez, emprendió la defensa de la moneda utilizando el mercado a plazo de divisas,

pero tuvo que renunciar a este objetivo a principios de julio, después de haber

contraído cuantiosas obligaciones en aquel mercado y haber malgastado parte de sus

reservas de divisas. En agosto, el baht se había depreciado un 20% respecto del nivel

de junio, y el gobierno buscó la ayuda del FMI, llegando a un acuerdo el 20 de ese

mes con el objeto prioritario de reforzar las reservas de divisas y evitar la crisis del

sistema bancario. Pero ya el día 25 se ponía en duda la capacidad de Tailandia para

cumplir las objetivos acordados con el FMI. En septiembre la crisis abrió el camino a

una reforma constitucional, y se convocaron elecciones generales para mayo del 98

con un nuevo reglamento electoral. Sin embargo, pocos pensaron que se había

conseguido romper efectivamente el favoritismo de los miembros del gobierno con

algunas personas o grupos.

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COREA DEL SUR

La crisis en Corea del Sur tuvo unas características diferentes a las de los otros países

afectados. En aquéllos, el ataque especulativo en los mercados de divisas fue el

detonante que desató una crisis que fue ganando en velocidad e importancia con el

paso del tiempo. En Corea, sin embargo, los problemas eran ya extraordinariamente

graves antes de la depreciación de la moneda, mezclándose un sistema financiero

dirigido y respaldado por el gobierno, con unos conglomerados empresariales

(“chaebol”) frágiles, fuertemente endeudados y poco competitivos.

FILIPINAS

Se trata de un país en vías de industrialización y desarrollo. El sector primario tiene un

peso importante en la composición del PIB, un 20%, mientras que en los países más

desarrollados es mucho menor. Por ejemplo, en 1998 el peso de la agricultura en el

PIB español fue tan solo el 3,4%. Por otra parte, el sector servicios de Filipinas no

llega al 50%, y gran parte del sector corresponde a la economía informal que se

realiza en las zonas urbanas.

SINGAPUR

Es el país más rico y con mayor nivel de vida del Sudeste asiático. Singapur goza de

una economía abierta con importantes sectores industriales y de servicios, y que tiene

excelentes vínculos comerciales con el resto del mundo. Las relaciones

internacionales tienen una gran importancia para el gobierno de Singapur. Singapur es

miembro de la ASEAN y juega un papel básico las reuniones de su Foro Regional, que

es el único foro de seguridad del Pacífico asiático donde los países pueden exponer

sus problemas políticos de alcance internacional.

MALASIA

En 1981 Mahatir tomó el control del gobierno, apartando al anterior presidente, que

ejercía una política caracterizada por la corrupción, el abuso de poder y la represión de

las libertades de los ciudadanos. En la actualidad, después de dieciocho años como

primer ministro, Mahatir se enfrenta a una coalición que le critica por los mismos

motivos que le llevaron al gobierno hace treinta años.

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CHINA

A finales de 1978 el entonces líder chino intentó pasar de una economía planificada y

centralizada a una economía de mercado, pero todavía dentro de un marco rígido

controlado por el Partido Comunista. Se estableció un sistema de agrícola de

responsabilidad familiar, se aumentó la autoridad de los dueños de las industrias, se

permitió una amplia gama de pequeñas empresas dedicadas a los servicios frente al

monopolio estatal existente y se abrió la economía al exterior para aumentar el

comercio internacional y fomentar la llegada de inversión extranjera. China quedó

dividida en dos sistemas económicos opuestos, uno parecido al sistema colectivista de

la Unión Soviética y el otro semejante al capitalismo de los países occidentales.

ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL ÁFRICA

África ha sido una de las regiones que mejor y más rápido se ha recuperado de la

recesión económica global del periodo 2008-2013. Este crecimiento sostenido en torno

al 5,7% anual durante la pasada década ha permitido que, hoy en día, África esté

camino de alcanzar un producto interior bruto de $2,6 billones antes de 2020, a pesar

de la contracción económica global.

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Las conclusiones del informe ‘World Economic Outlook’ (FMI, Octubre 2012) aseguran

que diez de las veinte economías con mayor potencial de crecimiento hasta 2017 son

países africanos. Según el FMI, ninguno de esos veinte países que más crecerán en

los próximos años son occidentales. El cambio en el orden económico mundial se

evidencia en estas proyecciones, que apuntan a una convergencia entre las potencias

tradicionales del Centro y las emergentes de la Periferia.

Países históricamente apartados del crecimiento y del progreso, como Indonesia,

Tailandia, México o Nigeria, acompañarán en un futuro cercano a los BRIC en el

liderazgo del crecimiento económico mundial.

Muchos de estos países que emergen son de África. De hecho, entre los diez países

que más crecieron la última década, seis son africanos (los otros cuatro, asiáticos). La

previsión para este 2013 es que prácticamente todos los países africanos crezcan

económicamente a ritmos muy superiores a los de Occidente. Ante estas buenas cifras

económicas, las empresas e inversores se ven atraídos hacia África para explotar el

potencial de la región.

Aunque se tiende a pensar lo contrario, en África el crecimiento económico está siendo

acompañado por un desarrollo social muy importante. Es cierto que aún hay muchos

problemas que solucionar, pero, en un continente de 1.000 millones de personas, se

debe tener paciencia.

Los datos apuntan a que las mejoras, además de económicas, son también a nivel de

desarrollo humano. Por ejemplo, de los veinte países que llevan un seguimiento de los

estándares de vida a nivel nacional (tabla de la derecha), dieciséis de ellos han

registrado importantes descensos en la tasa de mortalidad infantil, a una velocidad

notable.

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El gráfico de la derecha representa el cambio porcentual anual de la tasa de

mortalidad infantil por cada 1.000 nacimientos en un periodo de 5 años desde 2005.

Además de la reducción de la mortalidad infantil, la pobreza extrema también ha

descendido en África, al igual que a nivel global.

Que la calidad de vida ha aumentado a la par que el crecimiento económico se

observa también en el fuerte ascenso de la clase media, que implica la salida de la

pobreza de mucha gente. Es decir, las mejoras no están beneficiando únicamente a

unas élites. Además, las expectativas de la población son optimistas. Según una

encuesta realizada por la consultora McKinsey el 85% de los consumidores africanos

encuestados afirma que espera estar mejor en los próximos años. Aun así, es cierto

que sigue habiendo países en África en los que la calidad de vida y la salud no han

mejorado a la par que las tasas de crecimiento económico.

Mucha población y muy joven

Una de las claves del crecimiento económico de África es la estructura de su

población: son muchos y muy jóvenes. En la última década la población del continente

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ha aumentado en 200 millones de personas y actualmente ya supera los mil millones

de habitantes. Las proyecciones demográficas indican que el aumento será mayor en

los próximos años, con una media del 2.2% anual en el periodo 2010-2020. Mucho

mayor que el 0.9% que se proyecta para Asia.

La ONU estima que el continente africano será responsable de más del 40% del

crecimiento de la población mundial hasta el año 2030. A este ritmo, en el año 2050 la

población de África será de 2.000 millones de habitantes, superando a la India (1.600

millones) y a China (1.400 millones). Para entonces, una de cada cinco personas en el

mundo será africana.

Además de contar con una enorme población, África tiene la media de edad más baja

de todo el mundo. Mientras en Europa la edad media es de 40,1 años y en Asia de

29,2, en el continente africano esta cifra baja hasta los 19,7 años. Más de la mitad de

la población (500 millones de personas) tiene menos de 20 años. Con esta estructura

de población, la mano de obra africana (población en edad de trabajar) está creciendo

con más rapidez que la del resto del mundo. En el año 2050 se espera que uno de

cada cuatro trabajadores en el mundo sea africano.

Aumento de la clase media y el consumo

La mejor forma de medir el crecimiento económico y los progresos sociales de un país

o territorio es atendiendo a la dinámica de su clase media. Este sector de la población

es el mejor indicador socioeconómico. Mientras en otros lugares del mundo se va

reduciendo, la clase media en África está aumentando considerablemente.

Según el Banco Africano de Desarrollo, cerca de 150 millones de jóvenes africanos se

han incorporado a las filas de la clase media desde 1990, y antes de 2015 se habrán

sumado otros 40 millones. La clase media africana supone actualmente el 34% de la

población total. No es un porcentaje muy alto en comparación con otras regiones del

mundo, pero debido a su enorme población, este dato equivale a 313 millones de

personas.

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En el gráfico anterior es interesante observar que, para las estadísticas de África, se

considera dentro de la clase media a aquellas personas que ganan al día entre 2 y 20

dólares, esto es, un suelo anual de $730-$7300, muy inferior al sueldo medio de los

trabajadores del resto del mundo.

Aunque los organismos internacionales reportan que el consumo en el África

Subsahariana está creciendo entre el 0,9% y el 1,1% anual, lo cierto es que el

consumo real de las familias está creciendo a un ritmo del 3,5% por año, es decir, tres

veces más que lo que creen desde el FMI y el Banco Mundial.

De la misma forma, el PIB de muchos países africanos se está infravalorando desde

los estudios y análisis occidentales. Una razón es que la agricultura para el

autoconsumo, una actividad que no se considera dentro del PIB, es muy importante en

estos países. En realidad, desde Occidente se sabe poco de lo que ocurre en los

países africanos en términos económicos. Un ejemplo de ello es el caso de Ghana,

cuyo PIB fue revisado al alza en un 60% de un día para otro.

Lo que sí está bien analizado es la dinámica de la clase media y los nuevos hábitos de

consumo. En África, cada vez es mayor la demanda de servicios de telefonía móvil o

de acceso a internet. En el caso de los teléfonos móviles, se ha disparado desde los

15 millones de usuarios en el año 2.000 hasta los 500 millones en 2010, un

espectacular aumento. En 2015 se espera que sean 800 millones los usuarios de

telefonía móvil en África (muchos más que en Europa, por ejemplo). La importancia de

este dato radica en que los teléfonos móviles no solo permiten a los africanos

conversar entre ellos sino que también les permiten realizar operaciones bancarias,

además de ser para muchos el principal medio de acceso a internet y de actualización

de la información.

os consumidores africanos son en la actualidad jóvenes (entre 16 y 34 años) y

urbanos, están conectados a internet y buscan los mismos productos que los jóvenes

de todo el mundo. Con una clase media que demanda cada día nuevos servicios y con

el mercado más joven del mundo, el crecimiento económico de África parece estar

asegurado.

Rápida urbanización

Una de las causas, y a la vez consecuencias, del crecimiento económico de África es

el rápido proceso de urbanización que están viviendo la mayoría de sus países. Si en

el año 1960 eran unos 50 millones de personas las que habitaban en ciudades, en

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2016 más de 500 millones de africanos vivirán en centros urbanos. Entonces el

número de ciudades que superen el millón de habitantes será de 65, igualando a

Europa y superando a Norteamérica (actualmente son 52).

Existe una relación directa entre la urbanización y el crecimiento económico. Son dos

procesos que se retroalimentan. Debido a los beneficios de la aglomeración y las

economías de escala, las empresas de las ciudades son generalmente más

productivas. Además, gracias al mejor acceso a las infraestructuras básicas, los

residentes urbanos tienen más facilidades para realizar actividades económicas.

Finalmente, la urbanización está propiciando la inversión en carreteras, edificios,

sistemas de canalización de agua y otras infraestructuras. Con el 40% de su población

viviendo en ciudades, África tiene una tasa de urbanización mayor que la India (30%) y

muy cercana a la de China (45%).

Pero el proceso de urbanización y el crecimiento de las ciudades debe gestionarse. No

puede ser una dinámica caótica que lleve a las ciudades a convertirse en hipertrofias

urbanas de millones de habitantes  que carezcan de infraestructuras y servicios. Se

debe evitar la pobreza urbana mediante políticas de administración y control del éxodo

rural y a través de una buena gestión de las ciudades (mejora de infraestructuras,

comunicaciones, sistemas de transportes, servicios de limpieza, seguridad, sanidad,

educación, etc).

Exportación de recursos naturales

El principal impulsor del ‘boom económico’ en muchos países africanos es la demanda

de recursos naturales por parte de otras regiones del mundo. Principalmente son

países emergentes como China e India los que más están aumentando su comercio

con África. Estas economías en expansión (sobre todo asiáticas) carecen de recursos

naturales propios para abastecer a la enorme demanda interna, que se incrementa

cada año que pasa debido al acelerado crecimiento económico que están viviendo.

Al mismo tiempo, las reservas conocidas de petróleo del continente han aumentado en

un 40%. Las tendencias a la baja de las materias primas en casi todo el mundo han

llevado a un acusado incremento de los precios. Por ello, África está recibiendo

muchas inversiones en exploración y extracción. Además de recursos minerales e

hidrocarburos, África también exporta otros recursos naturales como la madera, muy

importante en los países de África Central.

Por otro lado, la importancia de la agricultura africana está aumentando gracias al

crecimiento de la demanda de alimentos por parte de los países en vías de desarrollo

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con una población al alza (países asiáticos, principalmente), incluso cuando

disminuyen los recursos locales. Aun así, en muchos lugares de África la proporción

de tierra arable en cultivo es insignificante: en Sudán del Sur y la República

Democrática del Congo menos del 10% de la tierra cultivable ha sido explotada.

La condición de África como continente exportador de materias primas hace que, en el

resto del mundo, las grandes potencias estén librando una interesante ‘batalla

geopolítica’ por conseguir los mejores acuerdos comerciales con los países africanos.

Aunque los Estados Unidos está haciendo muchos esfuerzos, está siendo China la

que ha sellado las relaciones internacionales más sólidas con África. En el período

1998-2006 las exportaciones del continente africano hacia China aumentaron en más

de un 2.000%. Esta impresionante cifra deja muy atrás a los intercambios que África

mantiene con Estados Unidos, que se multiplicaron “solo” por cuatro en ese mismo

período. Hay que destacar que África ha aumentado sus exportaciones con todos sus

socios, si bien es cierto que el aumento en un 139% con Europa queda ridiculizado por

el 2.126% que ha aumentado con China.

Por otro lado, según el Ministerio de Comercio chino, el comercio entre África y China

alcanzó los 127.300 millones de dólares en 2011, mientras que en el año 2000 este

comercio apenas llegó a los 9.000 millones. La llegada de China al continente africano

es un fenómeno reciente, que ha tenido lugar en este Siglo XXI, y que se ha dado a

gran velocidad, y moviendo un enorme volumen de dinero.

Junto con las empresas chinas, están llegando a África grandes cantidades de

material y tecnología que ayudan al desarrollo de los países y de las sociedades. A

cambio de minerales, madera y petróleo, China exporta a África maquinaria, textiles,

productos químicos, vehículos, productos electrónicos, etc.

Page 13: ANÁLISIS ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SUDESTE ASIÁTICO

A pesar de que China invierte cerca de 500.000 millones de dólares anuales en

infraestructuras, como carreteras o plantas energéticas, su evidente interés por los

recursos naturales y el hecho de haber exportado su controvertido modelo laboral han

despertado sospechas en África y en el resto del mundo, por no ser una relación

equitativa entre ambos socios.

La riqueza de África está sirviendo para que el continente reciba una gran ayuda

económica, lo cual sugiere una reflexión: ¿están preocupados realmente China y los

demás países que invierten en África por mejorar la sanidad, la educación y la calidad

de vida de los africanos, o, por el contrario, únicamente realizan esas enormes

inversiones para obtener a cambio los recursos naturales que necesitan para seguir

creciendo?

Lo que está claro es que, sea cual sea la respuesta, lo cierto es que el dinero está

llegando a África, y así están construyéndose importantes infraestructuras que

mejoran los servicios y la vida de las personas en muchos países del continente. Que

este dinero llegue de una manera interesada no quita que sea dinero útil para los

africanos y que puede ayudar al desarrollo.

Así pues, en África se observan dos tipos de ayudas muy diferentes: por un lado la

que acabamos de comentar, que consiste en la llegada masiva de capital a cambio de

materias primas. Este capital se utiliza para mejorar las infraestructuras y, así, la

calidad de vida. Por otro lado encontramos la ayuda sin ánimo de lucro: la acción de

las muchas ONGs presentes en el continente. Su ámbito de actuación es más local y

tiene menores dimensiones que las inversiones multimillonarias que llegan desde

China, Europa o Estados Unidos, pero la actividad de las ONGs también ayuda a

millones de personas en todo África.

El futuro…

En un futuro más cercano que lejano, los famosos Tigres Asiáticos tendrán

acompañantes en la carrera por el crecimiento económico. Atrás quedarán las

potencias tradicionales de Occidente, como Francia, Alemania, Estados Unidos,

Japón, Canadá o el Reino Unido. Pronto los países que lideren el crecimiento del PIB

global serán los países emergentes de Asia, Latinoamérica y África. Y estos últimos

serán los Leones Africanos.

Estos grandes logros económicos servirán para cambiar la imagen mental que se tiene

del continente africano. Al escuchar el nombre “África”, se pensará en grandes

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ciudades pobladas por ciudadanos de clase media y en exitosos empresarios

occidentales que encontraron su oportunidad en algún país africano.

Ya no se pensará en niños famélicos, en aldeas sin recursos perdidas en la sabana o

en las sangrientas guerrillas. Pero eso no querrá decir que estas realidades dejen de

existir. África seguirá teniendo muchos problemas, y éstos no se podrán esconder

detrás de los rascacielos o de las vallas publicitarias.