análisis del manifiesto de cartagena

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Análisis del Manifiesto de Cartagena Simón Bolívar había asumido el mando de la Plaza de Puerto Cabello el 4 de mayo de 1812. Un mes después, el 6 de junio, ésta cayó en poder de los realistas. Ante tal pérdida y después de firmada la Capitulación, Bolívar logró pasar a Curacao y luego a la Nueva Granada. Allí, el gobierno le reconoció su grado de Coronel y le permitió su participación en la Campaña del Magdalena. El 15 de diciembre de 1812 escribió su primer documento donde expone las causas que condujeron a la pérdida de la Primera República y advierte a los neogranadinos sobre la necesidad de unirse para derrotar al enemigo. Estas causas según Bolívar fueron: 1. El régimen de tolerancia seguido por las autoridades republicanas: considerado como débil e ineficaz. Criticó la actitud asumida por el gobierno de Venezuela frente a Coro, afirmando que la Junta Suprema debió atacarla y no dejar que se fortificara, y responsabilizando a los magistrados, quienes consultaban códigos inapropiados. “Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados”. La doctrina en que se apoyaban, determinó que “a cada conspiración sucedía un perdón y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar”. 2. La carencia de un ejército regular, disciplinado y capaz de presentarse en el campo de batalla a defender la libertad. Por el contrario, se establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que además de agotar las Cajas del erario nacional, con lo sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejaron a los paisanos de sus hogares e hicieron odioso el gobierno que obligaba a éstos a tomar las armas y abandonar sus

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Analisis del manifiesto de Cartagena

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Anlisis del Manifiesto de Cartagena Simn Bolvar haba asumido el mando de la Plaza de Puerto Cabello el 4 de mayo de 1812. Un mes despus, el 6 de junio, sta cay en poder de los realistas. Ante tal prdida y despus de firmada la Capitulacin, Bolvar logr pasar a Curacao y luego a la Nueva Granada. All, el gobierno le reconoci su grado de Coronel y le permiti su participacin en la Campaa del Magdalena. El 15 de diciembre de 1812 escribi su primer documento donde expone las causas que condujeron a la prdida de la Primera Repblica y advierte a los neogranadinos sobre la necesidad de unirse para derrotar al enemigo. Estas causas segn Bolvar fueron:1. El rgimen de tolerancia seguido por las autoridades republicanas: considerado como dbil e ineficaz. Critic la actitud asumida por el gobierno de Venezuela frente a Coro, afirmando que la Junta Suprema debi atacarla y no dejar que se fortificara, y responsabilizando a los magistrados, quienes consultaban cdigos inapropiados. Por manera que tuvimos filsofos por jefes, filantropa por legislacin, dialctica por tctica y sofistas por soldados. La doctrina en que se apoyaban, determin que a cada conspiracin suceda un perdn y a cada perdn suceda otra conspiracin que se volva a perdonar.2. La carencia de un ejrcito regular, disciplinado y capaz de presentarse en el campo de batalla a defender la libertad. Por el contrario, se establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que adems de agotar las Cajas del erario nacional, con lo sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejaron a los paisanos de sus hogares e hicieron odioso el gobierno que obligaba a stos a tomar las armas y abandonar sus familias. El resultado prob severamente a Venezuela el error de su clculo. Los milicianos que salieron al encuentro del enemigo, ignorando el manejo de armas, y no estando habituados a la disciplina y la obediencia, fueron arrollados al comenzar la ltima campaa, a pesar de los heroicos y extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes por llevarlos a la victoria.3. La subdivisin de la Provincia de Caracas. Esta reforma sancionada por el Congreso despert y foment una enconada rivalidad en las ciudades y lugares subalternos, contra la capital.4. La disipacin de las rentas pblicas evidenciada en gastos intiles y especialmente en sueldos de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales dio un golpe mortal a la Repblica, por cuanto gener la necesidad de establecer el papel moneda sin garanta real. Este factor contribuy a crear un descontento general que fue aprovechado por los realistas.5. La adopcin de la forma federal de gobierno. El Libertador consideraba que este sistema era perfecto, pero el mismo no corresponda a los intereses de las naciones. Segn el sistema federal, las provincias se gobernaban independientemente, pero, en la prctica, no estaban capacitadas para ejercer ampliamente y por s mismas sus derechos ya que carecan de las virtudes polticas que caracterizan a las repblicas. Bolvar era partidario de gobiernos fuertes y centralizados: Nuestra divisin, y no las armas espaolas, nos torn a la esclavitud.6. El terremoto del 26 de marzo de 1812 y el fanatismo del clero en relacin con el fenmeno fueron para Bolvar una causa importante e inmediata de la ruina de Venezuela. No slo por lo trastornos fsicos y morales que ocasion, sino por la ausencia de una autoridad que actuara con diligencia. En este sentido, la actitud del clero encontr campo para la accin pues estaba consciente de que los delitos quedaban siempre impunes.Despus de enumerar y analizar estas causas Bolvar consideraba necesaria la ayuda de la Nueva Ganada para reconquistar Caracas y propuso un proyecto de Campaa para marchar a Venezuela a libertar la cuna de la independencia colombiana.Si bien las causas sealadas por Bolvar contribuyeron a la prdida de la Primera Repblica, es necesario considerar, tambin, como factor negativo a la causa patriota, la fuerza que ejerci la hostilidad de las masas populares frente al nuevo gobierno. El movimiento de 1810 y la declaracin de Independencia beneficiaban directamente a los criollos, y la poblacin, lgicamente tena que sentir aprehensin ante un movimiento que favoreca econmica y polticamente al sector cuyo criterio social excluyente era manifiesto. A esto se una la influencia que ejerca el clero, quien acusaba a los republicanos de ateismo.DocumentoLibertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a sta de la que padece, son los objetos que me he propuesto en esta Memoria. Dignaos, oh mis conciudadanos, de aceptarla con indulgencia en obsequio de miras tan laudables. Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas fsicas, y polticas, que siempre fiel al sistema liberal, y justo que proclam mi patria, he venido a seguir aqu los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en estos estados. Permitidme que animado de un celo patritico me atreva a dirigirme a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destruccin; lisonjendome que las terribles, y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida Repblica, persuadan a la Amrica, a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energa que se notan en sus gobiernos.El ms consecuente error que cometi Venezuela, al presentarse en el teatro poltico fue, sin contradiccin. la fatal adopcin que hizo del sistema tolerante; sistema improbado como dbil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los ltimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo.Las primeras pruebas que dio nuestro Gobierno de su insensata debilidad, las manifest con la ciudad subalterna de Coro, que denegndose a reconocer su legitimidad, lo declar insurgente y lo hostiliz como enemigo.La Junta Suprema, en lugar de subyugar aquella indefensa ciudad, que estaba rendida con presentar nuestras fuerzas martimas delante de su puerto, la dej fortificar y tomar una actitud tan respetable, que logr subyugar despus la Confederacin entera, con casi igual facilidad que la que tenamos nosotros anteriormente para vencerla. Fundando la Junta su poltica en los principios de humanidad mal entendida que no autorizan a ningn gobierno, para hacer por la fuerza libres a los pueblos estpidos que desconocen el valor de sus derechos. Los cdigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podan ensearles la ciencia prctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginndose repblicas areas, han procurado alcanzar la perfeccin poltica, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filsofos por jefes; filantropa por legislacin, dialctica por tctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversin de principios y de cosas, el orden social se resinti extremadamente conmovido, y desde luego corri el Estado a pasos agigantados a una disolucin universal, que bien pronto se vio realizada.De aqu naci la impunidad de los delitos de Estado cometidos descaradamente por los descontentos, y particularmente por nuestros natos e implacables enemigos, los espaoles europeos, que maliciosamente se haban quedado en nuestro pas para tenerlo incesantemente inquieto y promover cuantas conjuraciones les permitan formar nuestros jueces perdonndolos siempre, aun cuando sus atentados eran tan enormes que se dirigan contra la salud pblica. La doctrina que apoyaba esta conducta tena su origen en las mximas filantrpicas de algunos escritores que defienden la no residencia de facultad en nadie, para privar de la vida a un hombre, aun en el caso de haber delinquido ste en el delito de lesa patria. Al abrigo de esta piadosa doctrina, a cada conspiracin suceda un perdn, y a cada perdn suceda otra conspiracin que se volva a perdonar, porque los gobiernos liberales deben distinguirse por la clemencia. Clemencia criminal que contribuy ms que nada a derribar la mquina que todava no habamos enteramente concluido!De aqu vino la oposicin decidida a levantar tropas veteranas, disciplinadas y capaces de presentarse en el campo de batalla, ya instruidas, a defender la libertad con suceso y gloria. Por el contrario, se establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que adems de agotar las cajas del erario nacional con los sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejando a los paisanos de sus hogares, e hicieron odioso el gobierno que obligaba a stos a tomar las armas y a abandonar sus familias."Las repblicas -decan nuestros estadistas- no han menester de hombres pagados para mantener su libertad. Todos los ciudadanos sern soldados cuando nos ataque el enemigo. Grecia, Roma, Venecia, Gnova, Suiza, Holanda, y recientemente el Norte de Amrica vencieron a su contrarios sin auxilio de tropas mercenarias, siempre prontas a sostener al despotismo y a subyugar a sus conciudadanos".Con estos anti polticos e inexactos raciocinios, fascinaban a los simples, pero no convencan a los prudentes, que conocan bien la inmensa diferencia que hay entre los pueblos, los tiempos, y las costumbres de aquellas repblicas y las nuestras. Ellas, es verdad que no pagaban ejrcitos permanentes; mas era porque en la antigedad no los haba y slo confiaban la salvacin y la gloria de los Estados en sus virtudes polticas, costumbres severas y carcter militar, cualidades que nosotros estamos muy distantes de poseer. Y en cuanto a las modernas que han sacudido el yugo de sus tiranos es notorio que han mantenido el competente nmero de veteranos que exige su seguridad; exceptuando el Norte de Amrica, que estando en paz con todo el mundo y guarnecido por el mar, no ha tenido por conveniente sostener en estos ltimos aos el completo de tropas veteranas que necesita para la defensa de sus fronteras y plazas. El resultado prob severamente a Venezuela el error de su clculo, pues los milicianos que salieron al encuentro del enemigo, ignorando hasta el manejo del arma, y no estando habituados a la disciplina y obediencia, fueron arrollados al comenzar la ltima campaa, a pesar de los heroicos y extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes, por llevarlos a la victoria. Lo que caus un desaliento general en soldados y oficiales; porque es una verdad militar que slo ejrcitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una campaa. EL soldado bisoo lo cree todo perdido, desde que es derrotado una vez; porque la experiencia no le ha probado que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna.La subdivisin de la provincia de Caracas, proyectada discutida y sancionada por el Congreso federal, despert y foment una enconada rivalidad en las ciudades y lugares subalternos, contra la capital: "La cual -decan los congresantes ambiciosos de dominar en sus distritos- era la tirana de las ciudades y la sanguijuela del Estado". De este modo se encendi el fuego de la guerra civil en Valencia, que nunca se logr apagar con la reduccin de aquella ciudad; pues conservndolo encubierto, lo comunic a las otras limtrofes a Coro y Maracaibo; y stas entablando comunicaciones con aqullas, facilitaron, por este medio, la entrada de los espaoles que trajo la cada de Venezuela.La disipacin de las rentas pblicas en objetos frvolos y perjudiciales, y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales, dio un golpe mortal a la Repblica, porque la oblig a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otra garanta que la fuerza y las rentas imaginarias de la Confederacin. Esta nueva moneda pareci a los ojos de los ms, una violacin manifiesta del derecho de propiedad, porque se conceptuaban despojados de objetos de intrnseco valor, en cambio de otros cuyo precio era incierto y aun ideal. El papel moneda remat el descontento de los estlidos pueblos internos, que llamaron al comandante de las tropas espaolas, para que viniese a librarlos de una moneda que vean con ms horror que la servidumbre.Pero lo que debilit ms el Gobierno de Venezuela, fue la forma federal que adopt, siguiendo las mximas exageradas de los derechos del hombre, que autorizndolo para que se rija por s mismo rompe los pactos sociales, y constituye a las naciones en anarqua. Tal era el verdadero estado de la Confederacin. Cada provincia se gobernaba independientemente; y, a ejemplo de stas, cada ciudad pretenda iguales facultades alegando la prctica de aqullas y la teora de que todos los hombres, y todos los pueblos, gozan de la prerrogativa de instituir a su antojo, el gobierno que les acomode.El sistema federal bien que sea el ms perfecto y ms capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad es, no obstante, el ms opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados. Generalmente hablando, todava nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de ejercer por s mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes polticas que caracterizan al verdadero republicano: virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos, en donde se desconocen los derechos y los deberes del ciudadano.Por otra parte qu pas del mundo por morigerado y republicano que sea, podr, en medio de las facciones intestinas y de una guerra exterior, regirse por un gobierno tan complicado y dbil como el federal? No, no es posible conservarlo en el tumulto de los combates y de los partidos. Es preciso que el gobierno se identifique, por decirlo as, al carcter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si stos son prsperos y serenos, l debe ser dulce y protector; pero si son calamitosos y turbulentos, l debe mostrarse terrible, y armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a leyes ni constituciones, nterin no se restablecen la felicidad y la paz.Caracas tuvo mucho que padecer por defecto de la Confederacin que lejos de socorrerla le agot sus caudales y pertrechos; y cuando vino el peligro la abandon a su suerte, sin auxiliarla con el menor contingente. Adems le aument sus embarazos habindose empeado una competencia entre el poder federal y el provincial, que dio lugar a que los enemigos llegasen al corazn del Estado, antes que se resolviese la cuestin de si deberan salir las tropas federales o provinciales a rechazarlos, cuando ya tenan ocupada una gran porcin de la provincia. Esta fatal contestacin produjo una demora que fue terrible para nuestras armas. Pues las derrotaron en San Carlos sin que les llegasen los refuerzos que esperaban para vencer.Yo soy de sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrn las ms completas ventajas; seremos indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones civiles, y conquistados vilipendiosamente por ese puado de bandidos que infestan nuestras comarcas.Las elecciones populares hechas por los rsticos del campo, y por los intrigantes moradores de las ciudades, aaden un obstculo ms a la prctica de la Federacin entre nosotros; porque los unos son tan ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente, y los otros tan ambiciosos que todo lo convierten en faccin; por lo que jams se vio en Venezuela una votacin libre y acertada; lo que pona el gobierno en manos de hombres ya desafectos a la causa, ya ineptos, ya inmorales. El espritu de partido decida en todo y, por consiguiente, nos desorganiz ms de lo que las circunstancias hicieron. Nuestra divisin y no las armas espaolas, nos torn a la esclavitud.El terremoto de 26 de marzo trastorn ciertamente, tanto lo fsico como lo normal; y puede llamarse propiamente la causa inmediata de la ruina de Venezuela; mas este mismo suceso habra tenido lugar, sin producir tan mortales efectos, si Caracas se hubiera gobernado entonces por una sola autoridad, que obrando con rapidez y vigor hubiese puesto remedio a los daos sin trabas, ni competencias que retardando el efecto de las providencias, dejaban tomar al mal un incremento tan grande que lo hizo incurable.Si Caracas, en lugar de una Confederacin lnguida e insubsistente, hubiese establecido un gobierno sencillo, cual lo requera su situacin poltica y militar, t existieras oh Venezuela! y gozaras hoy de tu libertad.La influencia eclesistica tuvo despus del terremoto, una parte muy considerable en la sublevacin de los lugares y ciudades subalternas: y en la introduccin de los enemigos en el pas; abusando sacrlegamente de la santidad de su ministerio en favor de los promotores de la guerra civil. Sin embargo, debemos confesar ingenuamente, que estos traidores sacerdotes, se animaban a cometer los execrables crmenes de que justamente se les acusa porque la impunidad de los delitos era absoluta; la cual hallaba en el Congreso un escandaloso abrigo; llegando a tal punto esta injusticia que de la insurreccin de la ciudad de Valencia, que cost su pacificacin cerca de mil hombres, no se dio a la vindicta de las leyes un solo rebelde; quedando todos con vida y, los ms, con sus bienes.De lo referido se deduce, que entre las causas que han producido la cada de Venezuela, debe colocarse en primer lugar la naturaleza de su Constitucin; que repito, era tan contraria a sus intereses, como favorable a los de sus contrarios. En segundo, el espritu de misantropa que se apoder de nuestros gobernantes. Tercero, la oposicin al establecimiento de un cuerpo militar que salvase la Repblica y repeliese los choques que le daban los espaoles. Cuarto, el terremoto acompaado del fanatismo que logr sacar de este fenmeno los ms importantes resultados; y ltimamente, las facciones internas que en realidad fueron el mortal veneno que hicieron descender la patria al sepulcro.Estos ejemplos de errores e infortunios, no sern enteramente intiles para los pueblos de la Amrica meridional, que aspiran a la libertad e independencia.La Nueva Granada ha visto sucumbir a Venezuela, por consiguiente debe evitar los escollos que han destrozado a aqulla. A este efecto presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada, la reconquista de Caracas. A primera vista parecer este proyecto inconducente, costoso y quizs impracticable; pero examinando atentamente con ojos previsivos, y una meditacin profunda, es imposible desconocer su necesidad, como dejar de ponerlo en ejecucin probada la utilidad.Lo primero que se presenta en apoyo de esta operacin, es el origen de la destruccin de Caracas, que no fue otro que el desprecio con que mir aquella ciudad la existencia de un enemigo que pareca pequeo, y no lo era considerndolo en su verdadera luz.Coro, ciertamente, no habra podido nunca entrar en competencias con Caracas, si la comparamos, en sus fuerzas intrnsecas, con sta; mas como en el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayora fsica la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia s la balanza poltica, no debi el Gobierno de Venezuela, por esta razn, haber descuidado la extirpacin de un enemigo que, aunque aparentemente dbil, tena por auxiliares a la provincia de Maracaibo; a todas las que obedecen a la Regencia; el oro, y la cooperacin de nuestros eternos contrarios los europeos que viven con nosotros; el partido clerical, siempre adicto a su apoyo y compaero, el despotismo, y, sobre todo, la opinin inveterada de cuantos ignorantes y supersticiosos contienen los lmites de nuestros estados. As fue que apenas hubo un oficial traidor que llamase al enemigo, cuando se desconcert la mquina poltica, sin que los inauditos y patriticos esfuerzos que hicieron los defensores de Caracas, lograsen impedir la cada de un edificio ya desplomado, por el golpe que recibi de un solo hombre.Aplicando el ejemplo de Venezuela a la Nueva Granada; y formando una proporcin hallaremos que Coro es a Caracas, como Caracas es a la Amrica entera; consiguientemente, el peligro que amenaza este pas est en razn de la anterior progresin; porque poseyendo Espaa el territorio de Venezuela, podr con facilidad sacarle hombres y municiones de boca y guerra, para que bajo la direccin de jefes experimentados contra los grandes maestros de la guerra, los franceses, penetren desde las provincias de Barinas y Maracaibo hasta los ltimos confines de la Amrica meridional.Espaa tiene en el da gran nmero de oficiales generales ambiciosos y audaces; acostumbrados a los peligros y a las privaciones que anhelan por venir aqu a buscar un imperio que reemplace el que acaban de perder.Es muy probable, que al expirar la Pennsula, haya una prodigiosa emigracin de hombres de todas clases; y particularmente de cardenales arzobispos, obispos, cannigos y clrigos revolucionarios capaces de subvertir, no slo nuestros tiernos y lnguidos estados, sino de envolver el Nuevo Mundo entero en una espantosa anarqua. La influencia religiosa, el imperio de la dominacin civil y militar, y cuantos prestigios pueden obrar sobre el espritu humano, sern otros tantos instrumentos de que se valdrn para someter estas regiones. Nada se opondr a la emigracin de Espaa. Es verosmil que Inglaterra proteja la evasin de un partido que disminuye en parte las fuerzas de Bonaparte en Espaa; y trae consigo el aumento y permanencia del suyo en Amrica. La Francia no podr impedirlo tampoco Norte Amrica; y nosotros menos an, pues careciendo todos de una marina respetable, nuestras tentativas sern vanas.Estos trnsfugas hallarn, ciertamente, una favorable acogida en los puertos de Venezuela, como que vienen a reforzar a los opresores de aquel pas; y los habilitan de medios para emprender la conquista de los Estados independientes.Levantarn quince o veinte mil hombres que disciplinarn prontamente con sus jefes, oficiales, sargentos, cabos y soldados veteranos. A este ejrcito seguir otro todava ms temible, de ministros, embajadores, consejeros, magistrados, toda la jerarqua eclesistica y los grandes de Espaa, cuya profesin es el dolo y la intriga, condecorados con ostentosos ttulos, muy adecuados para deslumbrar a la multitud, que derramndose como un torrente, lo inundarn todo arrancando la semillas, y hasta las races del rbol de la libertad de Colombia. Las tropas combatirn en el campo; y stos, desde sus gabinetes, nos harn la guerra por los resortes de la seduccin y del fanatismo.As pues, no nos queda otro recurso para precavernos de estas calamidades, que el de pacificar rpidamente nuestras provincias sublevadas, para llevar despus nuestras armas contra las enemigas; y formar, de este modo, soldados y oficiales dignos de llamarse las columnas de la patria.Todo conspira a hacernos adoptar esta medida; sin hacer mencin de la necesidad urgente que tenemos de cerrarle las puertas al enemigo, hay otras razones tan poderosas para determinarnos a la ofensiva, que sera una falta militar y poltica inexcusable dejar de hacerla. Nosotros nos hallamos invadidos y, por consiguiente, forzados a rechazar al enemigo ms all de la frontera. Adems, es un principio del arte que toda guerra defensiva es perjudicial y ruinosa para el que la sostiene; pues lo debilita sin esperanza de indemnizarlo; y que las hostilidades en el territorio enemigo, siempre son provechosas, por el bien que resulta del mal del contrario; as, no debemos, por ningn motivo, emplear la defensiva.Debemos considerar tambin el estado actual del enemigo, que se halla en una posicin muy crtica, habindoseles desertado la mayor parte de sus soldados criollos; y teniendo al mismo tiempo que guarnecer las patriticas ciudades de Caracas, Puerto Cabello, La Guaira, Barcelona, Cuman y Margarita, en donde existen sus depsitos; sin que se atrevan a desamparar estas plazas por temor de una insurreccin general en el acto de separarse de ellas. De modo que no sera imposible que llegasen nuestras tropas hasta las puertas de Caracas, sin haber dado una batalla campal.Es una cosa positiva, que en cuanto nos presentemos en Venezuela, se nos agregan millares de valerosos patriotas, que suspiran por vernos aparecer, para sacudir el yugo de sus tiranos, y unir sus esfuerzos a los nuestros en defensa de la libertad.La naturaleza de la presente campaa nos proporciona la ventaja de aproximarnos a Maracaibo, por Santa Marta, y a Barinas por Ccuta.Aprovechemos, pues, instantes tan propicios; no sea que los refuerzos que incesantemente deben llegar de Espaa, cambien absolutamente el aspecto de los negocios, y perdamos, quizs para siempre, la dichosa oportunidad de asegurar la suerte de estos estados.El honor de la Nueva Granada exige imperiosamente escarmentar a esos osados invasores, persiguindolos hasta los ltimos atrincheramientos, como su gloria depende de tomar a su cargo la empresa de marchar a Venezuela, a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mrtires, y aquel benemrito pueblo caraqueo, cuyos clamores slo se dirigen a sus amados compatriotas los granadinos, que ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores. Corramos a romper las cadenas de aquellas vctimas que gimen en las mazmorras, siempre esperando su salvacin de vosotros; no burlis su confianza; no seis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos.Simn Bolvar. Cartagena de Indias, 15 de diciembre de 1812Muy seor mo: Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recib con la mayor satisfaccin.Sensible como debo, al inters que usted ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligindose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos ltimos perodos, por parte de sus destructores los espaoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solcitas demandas que usted me hace, sobre los objetos ms importantes de la poltica americana. As, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un pas tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.En mi opinin es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barn de Humboldt, con su universalidad de conocimientos tericos y prcticos, apenas lo hara con exactitud, porque aunque una parte de la estadstica y revolucin de Amrica es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor est cubierta de tinieblas y, por consecuencia, slo se pueden ofrecer conjeturas ms o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones fsicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los clculos de la poltica.Como me concepto obligado a prestar atencin a la apreciable carta de usted, no menos que a sus filantrpicas miras, me animo a dirigir estas lneas, en las cuales ciertamente no hallar usted las ideas luminosas que desea, mas s las ingenuas expresiones de mis pensamientos.Tres siglos ha dice usted que empezaron las barbaridades que los espaoles cometieron en el grande hemisferio de Coln. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jams seran credas por los crticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrpico obispo de Chiapa, el apstol de la Amrica, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relacin de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables haba entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre s: como consta por los ms sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunci ante su gobierno y contemporneos los actos ms horrorosos de un frenes sanguinario.Con cunta emocin de gratitud leo el pasaje de la carta de usted en que me dice que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas espaolas, acompaen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos americanos meridionales. Yo tomo esta esperanza por una prediccin, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronar nuestros esfuerzos; porque el destino de Amrica se ha fijado irrevocablemente: el lazo que la una a Espaa est cortado: la opinin era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella in mensa monarqua; lo que antes las enlazaba ya las divide; ms grande es el odio que nos ha inspirado la Pennsula que el mar que nos separa de ella; menos difcil es unir los dos continentes, que reconciliar los espritus de ambos pases. El hbito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religin; una recproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos vena de Espaa. De aqu naca un principio de adhesin que pareca eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpata; o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de la dominacin. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos: todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado y hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas: se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, Amrica combate con despecho; y rara vez la desesperacin no ha arrastrado tras s la victoria.Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los in dependientes, mientras que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y cul es el resultado final? No est el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultnea en la misma extensin de este hemisferio.El belicoso estado de las provincias del Ro de la Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Per, conmoviendo a Arequipa, e inquietado a los realistas de Lima. Cerca de un milln de habitantes disfruta all de su libertad.El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, est lidian do contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que antes pusieron un trmino a sus conquistas, los indmitos y libres araucanos, son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin la logra.El virreinato del Per, cuya poblacin asciende a milln y medio de habitantes, es, sin duda, el ms sumiso y al que ms sacrificios se le han arrancado para la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones concernientes a aquella porcin de Amrica, es indubitable que ni est tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las ms de sus provincias.La Nueva Granada que es, por decirlo as, el corazn de la Amrica, obedece a un gobierno general, exceptuando el reino de Quito que con la mayor dificultad contienen sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de su patria; y las provincias de Panam y Santa Marta que sufren, no sin dolor, la tirana de sus seores. Dos millones y medio de habitantes estn esparcidos en aquel territorio que actualmente defienden contra el ejrcito espaol bajo el general Morillo, que es verosmil sucumba delante de la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomare ser a costa de grandes prdidas, y desde luego carecer de fuerzas bastantes para subyugar a los morigeros y bravos moradores del interior.En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos han sido tan rpidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los ms bellos pases de cuantos hacan el orgullo de Amrica. Sus tiranos gobiernan un desierto, y slo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, nios y ancianos son los que quedan. Los ms de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crmenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la Amrica a su raza primitiva. Cerca de un milln de habitantes se contaba en Venezuela y sin exageracin se puede conjeturar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todos resultados de la guerra.En Nueva Espaa haba en 1808, segn nos refiere el barn de Humboldt, siete millones ochocientas mil almas con inclusin de Guatemala. Desde aquella poca, la insurreccin que ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cmputo que parece exacto; pues ms de un milln de hombres han perecido, como lo podr usted ver en la exposicin de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crmenes cometidos en aquel opulento imperio. All la lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los espaoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mejicanos sern libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolucin de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Reynal: lleg el tiempo en fin, de pagar a los espaoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una poblacin de setecientas a ochocientas mil almas, son las que ms tranquilamente poseen los espaoles, porque estn fuera del contacto de los independientes. Mas no son americanos estos insulares? No son vejados? No desearn su bienestar?Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensin en que diecisis millones de americanos defienden sus derechos, o estn comprimidos por la nacin espaola que aunque fue en algn tiempo el ms vasto imperio del mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. Y~~ y amante de la libertad permite que una vieja serpiente por slo satisfacer su saa envenenada, devore ta ms bella parte de nuestro globo? Qu! Est Europa sorda al clamor de su propio inters? No tiene ya ojos para ver la justicia? Tanto se ha endurecido para ser de este modo insensible? Estas cuestiones cuanto ms las medito, ms me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la Amrica, pero es imposible porque toda Europa no es Espaa. Qu demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar Amrica, sin marina, sin tesoros y casi sin soldados! Pues los que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia, y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, podr esta nacin hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas. Sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin poltica? Lograda que fuese esta loca empresa, y suponiendo ms, aun lograda la pacificacin, los hijos de los actuales americanos nicos con los de los europeos reconquistadores, no volveran a formar dentro de veinte aos los mismos patriticos designios que ahora se estn combatiendo?Europa hara un bien a Espaa en disuadirla de su obstinada temeridad, porque a lo menos le ahorrar los gastos que expende, y la sangre que derrama; a fin de que fijando su atencin en sus propios recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases ms slidas que las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. Europa misma por miras de sana poltica debera haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no slo porque el equilibrio del mundo as lo exige, sino porque ste es el medio legtimo y seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambicin y codicia, como Espaa, parece que estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses.Cuantos escritores han tratado la materia se acordaban en esta parte. En consecuencia, nosotros esperbamos con razn que todas las naciones cultas se apresuraran a auxiliarnos, para que adquirisemos un bien cuyas ventajas son recprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, cun frustradas esperanzas! No slo los europeos. pero hasta nuestros hermanas del Norte se han mantenido inmviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la ms justa, y por sus resultados la ms bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos, porque hasta dnde se puede calcular la trascendencia de la libertad en el hemisferio de Coln?La felona con que Bonaparte dice usted prendi a Carlos IV y a Fernando VII, reyes de esta nacin, que tres siglos la aprision con traicin a dos monarcas de la Amrica meridional, es un acto manifiesto de retribucin divina y, al mismo tiempo, una prueba de que Dios sostiene la justa causa de los americanos, y les conceder su independencia.Parece que usted quiere aludir al monarca de Mjico Moctezuma, preso por Corts y muerto, segn Herrera, por el mismo, aunque Sols dice que por el pueblo, y a Atahualpa, inca del Per, destruido por Francisco Pizarro y Diego Almagro. Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes espaoles y los reyes americanos, que no admiten comparacin; los primeros son tratados con dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los ltimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios ms vergonzosos. Si a Guatimozn sucesor de Moctezuma, se le trata como emperador, y le ponen la corona, fue por irrisin y no por respeto, para que experimentase este escarnio antes que las torturas. Iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey de Michoacn, Catzontzin; el Zipa de Bogot, y cuantos Toquis, Imas, Zipas, Ulmenes, Caciques y dems dignidades indianas sucumbieron al poder espaol. El suceso de Fernando VII es ms semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con el Ulmn de Copiap, entonces reinante en aquella comarca. El espaol Almagro pretext, como Bonaparte, tomar partido por la causa del legtimo soberano y, en consecuencia, llama al usurpador, como Fernando lo era en Espaa; aparenta restituir al legtimo a sus estados y termina por encadenar X echar a las llamas al infeliz Ulmn, sin querer ni an or su defensa. Este es el ejemplo de Fernando VII con su usurpador; los reyes europeos slo padecen destierros, el Ulmn de Chile termina su vida de un modo atroz.Despus de algunos meses aade usted he hecho muchas reflexiones sobre la situacin de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande inters en sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado actual y a lo que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la poltica de cada provincia como tambin su poblacin; si desean repblicas o monarquas, si formarn una gran repblica o una gran monarqua. Toda noticia de esta especie que usted pueda darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimar como un favor muy particular.Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el Creador y la naturaleza le han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensacin; usted ha pensado en mi pas, y se interesa por l, este acto de benevolencia me inspira el ms vivo reconocimiento.He dicho la poblacin que se calcula por datos ms o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos, sin que sea fcil remediar esta inexactitud, porque los ms de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores, nmadas, perdidos en medio de espesos e inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ros caudalosos. Quin ser capaz de formar una estadstica completa de semejantes comarcas? Adems, los tributos que pagan los indgenas; las penalidades de los esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentes alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer mencin de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la poblacin, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son insuperables y el empadronamiento vendr a reducirse a la mitad del verdadero censo.Todava es ms difcil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su poltica, y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegar a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este pas me parece aventurada. Se puede prever cuando el gnero humano se hallaba en su infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cul seria el rgimen que abrazara para su conservacin? Quin se habra atrevido a decir tal nacin ser repblica o monarqua, sta ser pequea, aqulla grande? En mi concepto, esta es la imagen de nuestra situacin. Nosotros somos un pequeo gnero humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero el estado actual de Amrica, como cuando desplomado el imperio romano cada desmembracin form un sistema poltico, conforme a sus intereses y situacin, o siguiendo la ambicin particular de algunos jefes, familias o corporaciones, con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvan a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigan las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legtimos propietarios del pas y los usurpadores espaoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar a stos a los del pas, y que mantenernos en l contra la invasin de los invasores; as nos hallemos en el caso ms extraordinario y complicado. No obstante que es una especie de adivinacin indicar cul ser el resultado de la lnea de poltica que Amrica siga, me atrevo aventurar algunas conjeturas que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no por un raciocinio probable.La posicin de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia poltica era nula. Nosotros estbamos en un grado todava ms abajo de la servidumbre y, por lo mismo, con ms dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permtame usted estas consideraciones para elevar la cuestin. Los Estados son esclavos por la naturaleza de su constitucin o por el abuso de ella; luego un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o sbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que Amrica no solamente estaba privada de su libertad, sino tambin de la tirana activa y dominante. Me explicar. En las administraciones absolutas no se reconocen lmites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del gran sultn, Kan, Bey y dems soberanos despticos, es la ley suprema, y sta, es casi arbitrariamente ejecutada por los bajes, kanes y strapas subalternos de Turqua y Persia, que tienen organizada una opresin de que participan los sbditos en razn de la autoridad que se les confa. A ellos est encargada la administracin civil, militar, poltica, de rentas, y la religin. Pero al fin son persas los jefes de Ispahn, son turcos los visires del gran seor, son trtaros los sultanes de la Tartaria. China no enva a buscar mandarines, militares y letrados al pas de Gengis Kan que la conquist, a pesar de que los actuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de los presentes trtaros.Cun diferente entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que, adems de privarnos de los derechos que nos correspondan, nos dejaba en una especie de infancia permanente, con respecto a las transacciones pblicas. Si hubisemos siquiera manejado nuestros asuntos domsticos en nuestra administracin interior, conoceramos el curso de los negocios pblicos y su mecanismo, moraramos tambin de la consideracin personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aqu por qu he dicho que estbamos privados hasta de la tirana activa, pues que no nos est permitido ejercer sus funciones.Los americanos en el sistema espaol que est en vigor, y quiz con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando ms, el de simples consumidores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fbricas que la misma Pennsula no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se traten, entiendan, ni negocien; en fin, quiere usted saber cul era nuestro destino? Los campos para cultivar el ail, la grana, el caf, la caa, el cacao y el algodn; las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entraas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nacin avarienta.Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en ninguna otra asociacin civilizada, por ms que recorro la serie de las edades y la poltica de todas las naciones. Pretender que un pas tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, no es un ultraje y una violacin de los derechos de la humanidad?Estbamos, como acabo de exponer, abstrados y, digmoslo as, ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administracin del Estado. Jams ramos virreyes ni gobernadores sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomticos nunca; militares slo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios reales; no ramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun comerciantes; todo en contravencin directa de nuestras instituciones.El emperador Carlos V form un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de Amrica que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyes de Espaa convinieron solemnemente con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibindoles hacerlo a costa de la real hacienda, y por esta razn se les conceda que fuesen seores de la tierra, que organizasen la administracin y ejerciesen la judicatura en apelacin; con otras muchas exenciones y privilegios que sera prolijo detallar. El rey se comprometi a no enajenar jams las provincias americanas, como que a l no tocaba otra jurisdiccin que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la que all tenan los conquistadores para s y sus descendientes. Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del pas, originarios de Espaa, en cuanto a los empleos civiles, eclesisticos y de rentas. Por manera que con una violacin manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su cdigo.De cuanto he referido, ser fcil colegir que Amrica no estaba preparada, para desprenderse de la metrpoli, como sbitamente sucedi por el efecto de las ilegtimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declar sin derecho alguno para ello no slo por la falta de justicia, sino tambin de legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos espaoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso entero de su desesperada conducta, hay escritos del mayor mrito en el peridico El Espaol, cuyo autor es el seor Blanco; y estando all esta parte de nuestra historia muy bien tratada, me limito a indicarlo.Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es ms sensible, sin la prctica de los negocios pblicos a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomticos, generales, y cuantas autoridades supremas y subalternas forman la jerarqua de un Estado organizado con regularidad.Cuando las guilas francesas slo respetaron los muros de la ciudad de Cdiz, y con su vuelo arrollaron a los frgiles gobiernos de la Pennsula, entonces quedamos en la orfandad. Ya antes habamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero. Despus, lisonjeados con la justicia que se nos deba, con esperanzas halageas siempre burladas; por ltimo, inciertos sobre nuestro destino futuro, y amenazados por la anarqua, a causa de la falta de un gobierno legtimo, justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revolucin. En el primer momento slo se cuid de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendi a la seguridad exterior; se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabbamos de deponer encargadas de dirigir el curso de nuestra revolucin y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional digno del presente siglo y adecuado a nuestra situacin.Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para la convocacin de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela erigi un gobierno democrtico y federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente, se constituy un gobierno independiente. La Nueva Granada sigui con uniformidad los establecimientos polticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base fundamental de su Constitucin el sistema federal ms exagerado que jams existi; recientemente se ha mejorado con respecto al poder ejecutivo general, que ha obtenido cuantas atribuciones le corresponden. Segn entiendo, Buenos Aires y Chile han seguido esta misma lnea de operaciones; pero como nos hallamos a tanta distancia, los documentos son tan raros, y las noticias tan inexactas, no me animar ni aun a bosquejar el cuadro de sus transacciones.Los sucesos de Mxico han sido demasiado varios, complicados, rpidos y desgraciados para que se puedan seguir en el curso de la revolucin. Carecemos, adems, de documentos bastante instructivos, que nos hagan capaces de juzgarlos. Los independientes de Mxico, por lo que sabemos, dieron principio a su insurreccin en septiembre de 1810, y un ao despus, ya tenan centralizado su gobierno en Zitcuaro, instalado all una junta nacional bajo los auspicios de Fernando VII, en cuyo nombre se ejercan las funciones gubernativas. Por los acontecimientos de la guerra, esta junta se traslad a diferentes lugares, y es verosmil que se haya conservado hasta estos ltimos momentos, con las modificaciones que los sucesos hayan exigido. Se dice que ha creado un generalsimo o dictador que lo es el ilustre general Morelos; otros hablan del clebre general Rayn; lo cierto es que uno de estos dos grandes hombres o ambos separadamente ejercen la autoridad suprema en aquel pas; y recientemente ha aparecido una constitucin para el rgimen del Estado. En marzo de 1812 el gobierno residente en Zultepec, present un plan de paz y guerra al virrey de Mxico concebido con la ms profunda sabidura. En l se reclam el derecho de gentes estableciendo principios de una exactitud incontestable. Propuso la junta que la guerra se hiciese como entre hermanos y conciudadanos; pues que no deba ser ms cruel que entre naciones extranjeras; que los derechos de gentes y de guerra, inviolables para los mismos infieles y brbaros, deban serlo ms para cristianos, sujetos a un soberano y a unas mismas leyes; que los prisioneros no fuesen tratados como reos de lesa majestad, ni se degollasen los que rendan las armas, sino que se mantuviesen en rehenes para canjearlos; que no se entrase a sangre y fuego en las poblaciones pacficas, no las diezmasen ni quitasen para sacrificarlas y, concluye, que en caso de no admitirse este plan, se observaran rigurosamente las represalias. Esta negociacin se trat con el ms alto desprecio; no se dio respuesta a la junta nacional; las comunicaciones originales se quemaron pblicamente en la plaza de Mxico, por mano del verdugo; y la guerra de exterminio continu por parte de los espaoles con su furor acostumbrado, mientras que los mexicanos y las otras naciones americanas no la hacan, ni aun a muerte con los prisioneros de guerra que fuesen espaoles. Aqu se observa que por causas de conveniencia se conserv la apariencia de sumisin al rey y aun a la constitucin de la monarqua. Parece que la junta nacional es absolutaen el ejercicio de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial, y el nmero de sus miembros muy limitado.Los acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carcter, costumbres y luces actuales. En Caracas el espritu de partido tom su origen en las sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos nos tornaron a la esclavitud. Y as como Venezuela ha sido la repblica americana que ms se ha adelantado en sus instituciones polticas, tambin ha sido el ms claro ejemplo de la ineficacia de la forma demcrata y federal para nuestros nacientes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos provinciales y la falta de centralizacin en el general han conducido aquel precioso pas al estado a que se ve reducido en el da. Por esta razn sus dbiles enemigos se han conservado contra todas las probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes polticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la direccin de una nacin como la espaola que slo ha sobresal ido en fiereza, ambicin, venganza y codicia.Es ms difcil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre. Esta verdad est comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos muestran las ms de las naciones libres, sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento, los meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible; la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas estn fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difcil carga de una Repblica? Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a caro, se le deshagan las alas, y recaiga en el abismo? Tal prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosmil, que nos halague con esta esperanza.Yo deseo ms que otro alguno ver formar en Amrica la ms grande nacin del mundo, menos por su extensin y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfeccin del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran repblica; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo an una monarqua universal de Amrica, porque este proyecto sin ser til, es tambin imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformaran, y nuestra regeneracin sera infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La metrpoli, por ejemplo, sera Mxico, que es la nica que puede serlo por su poder intrnseco, sin el cual no hay metrpoli. Supongamos que fuese el istmo de Panam punto cntrico para todos los extremos de este vasto continente, no continuaran stos en la languidez, y an en el desorden actual? Para que un solo gobierno d vida, anime, ponga en accin todos los resortes de la prosperidad pblica, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo Mundo sera necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres.El espritu de partido que al presente agita a nuestros Estados, se encendera entonces con mayor encono, hallndose ausente la fuente del poder, que nicamente puede reprimirlo. Adems, los magnates de las capitales no sufriran la preponderancia de los metropolitanos, a quienes consideraran como a otros tantos tiranos; sus celos llegaran hasta el punto de comparar a stos con los odiosos espaoles. En fin, una monarqua semejante sera un coloso deforme, que su propio peso desplomara a la menor convulsin.Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a la Amrica en quince o diecisiete Estados independientes entre s, gobernados por otros tantos monarcas. Estoy de acuerdo en cuanto a lo primero, pues la Amrica comporta la creacin de diecisiete naciones; en cuanto a lo segundo, aunque es ms fcil conseguirla, es menos til; y as no soy de la opinin de las monarquas americanas. He aqu mis razones. El inters bien entendido de una repblica se circunscribe en la esfera de su conservacin, prosperidad y gloria. No ejerciendo la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto, ningn estmulo excita a los republicanos a extender los trminos de su nacin, en detrimiento de sus propios medios, con el nico objeto de hacer participar a sus vecinos de una Constitucin liberal. Ningn derecho adquieren, ninguna ventaja sacan vencindolos, a menos que los reduzcan a colonias, conquistas o aliados, siguiendo el ejemplo de Roma. Mximas y ejemplos tales estn en oposicin directa con los principios de justicia de los sistemas republicanos, y an dir ms, en oposicin manifiesta con los intereses de sus ciudadanos; porque un Estado demasiado extenso en s mismo o por sus dependencias, al cabo viene en decadencia, y convierte su forma libre en otra tirnica; relaja los principios que deben conservarla, y ocurre por ltimo al despotismo. El distintivo de las pequeas repblicas es la permanencia; el de las grandes es vario, pero siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras han tenido una larga duracin; de las segundas slo Roma se mantuvo algunos siglos, pero fue porque era repblica la capital y no lo era el resto de sus dominios que se gobernaban por leyes e instituciones diferentes.Muy contraria es la poltica de un rey, cuya inclinacin constan te se dirige al aumento de sus posesiones, riquezas y facultades; con razn, porque su autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus vecinos, como a sus propios vasallos que temen en l un poder tan formidable cuanto es su imperio que se conserva por medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura, preferiran las repblicas a los reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de Europa.No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos polticos muy superiores a los nuestros; por igual razn rehuso la monarqua mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No sindonos posible lograr entre las repblicas y monarquas lo ms perfecto y acabado, evitemos caer en anarquas demaggicas, o en tiranas moncratas. Busquemos un medio entre extremos opuestos que nos conducirn a los mismos escollos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de Amrica; no la mejor, sino la que sea ms asequible.Por la naturaleza de las localidades, riquezas, poblacin y carcter de los mexicanos, imagino que intentarn al principio establecer una repblica representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el poder Ejecutivo, concentrndolo en un individuo que, si desempea sus funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendr a conservar una autoridad vitalicia. Si su incapacidad o violenta administracin excita una conmocin popular que triunfe, ese mismo poder ejecutivo quizs se difundir en una asamblea. Si el partido preponderante es militar o aristocrtico, exigir probablemente una monarqua que al principio ser limitada y constitucional, y despus inevitablemente declinar en absoluta; pues debemos convenir en que nada hay ms difcil en el orden poltico que la conservacin de una monarqua mixta; y tambin es preciso convenir en que slo un pueblo tan patriota como el ingls es capaz de contener la autoridad de un rey, y de sostener el espritu de libertad bajo un cetro y una corona.Los Estados del istmo de Panam hasta Guatemala formarn quizs una asociacin. Esta magnfica posicin entre los dos grandes mares, podr ser con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarn las distancias del mundo: estrecharn los lazos comerciales de Europa, Amrica y Asia; traern a tan feliz regin los tributos de las cuatro partes del globo. Acaso slo all podr fijarse algn da la capital de la tierra! Como pretendi Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio.Nueva Granada se unir con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una repblica central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el nombre de Las Casas (en honor de este hroe de la filantropa), se funde entre los confines de ambos pases, en el soberbio puerto de Baha Honda. Esta posicin aunque desconocida, es ms ventajosa por todos respectos. Su acceso es fcil y su situacin tan fuerte, que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la cra de ganados, y una gran de abundancia de maderas de construccin. Los salvajes que la habitan seran civilizados, y nuestras posesiones se aumentaran con la adquisicin de la Guajira. Esta nacin se llamara Colombia como tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podr imitar al ingls; con la diferencia de que en lugar de un rey habr un poder ejecutivo, electivo, cuando ms vitalicio, y jams hereditario si se quiere repblica, una cmara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades polticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo de libre eleccin, sin otras restricciones que las de la Cmara Baja de Inglaterra. Esta constitucin participara de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios. Como esta es mi patria, tengo un derecho incontestable para desearla lo que en mi opinin es mejor. Es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la federacin; y entonces formar por s sola un Estado que, si subsiste, podr ser muy dichoso por sus grandes recursos de todos gneros.Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires, Chile y el Per; juzgando por lo que se trasluce y por las apariencias, en Buenos Aires habr un gobierno central en que los militares se lleven la primaca por consecuencia de sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta constitucin degenerar necesariamente en una oligarqua, o una monocracia, con ms o menos restricciones, y cuya denominacin nadie puede adivinar. Sera doloroso que tal caso sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a la ms esplndida gloria.El reino de Chile est llamado por la naturaleza de su situacin, por las costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes de una repblica. Si alguna permanece largo tiempo en Amrica, me inclino a pensar que ser la chilena. Jams se ha extinguido all el espritu de libertad; los vicios de Europa y Asia llegarn tarde o nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su territorio es limitado; estar siempre fuera del contacto inficionado del resto de los hombres; no alterar sus leyes, usos y prcticas; preservar su uniformidad en opiniones polticas y religiosas; en una palabra, Chile puede ser libre.El Per, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo rgimen justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo est corrompido por s mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas. Aunque estas reglas seran aplicables a toda la Amrica, creo que con ms justicia las merece Lima por los conceptos que he expuesto, y por la cooperacin que ha prestado a sus seores contra sus propios hermanos los ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es constante que el que aspira a obtener la libertad, a lo menos lo intenta. Supongo que en Lima no tolerarn los ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos la aristocracia; los primeros preferirn la tirana de uno solo, por no padecer las persecuciones tumultuarias, y por establecer un orden siquiera pacfico. Mucho har si concibe recobrar su independencia.De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrn el suceso; algunas se constituirn de un modo regular en repblicas federales y centrales; se fundarn monarquas casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas sern tan infelices que devorarn sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras revoluciones, que una gran monarqua no ser fcil consolidar; una gran repblica imposible.Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nacin con un solo vnculo que ligue sus partes entre s y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religin debera, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la Amrica. Qu bello sera que el istmo de Panam fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojal que algn da tengamos la fortuna de instalar all un augusto Congreso de los representantes de las repblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporacin podr tener lugar en alguna poca dichosa de nuestra regeneracin, otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre que concibi el laudable delirio de reunir un Congreso europeo, para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.Mutuaciones importantes y felices, continuas pueden ser frecuentemente producidas por efectos individuales. Los americanos meridionales tienen una tradicin que dice: que cuando Quetzalcoatl, el Hermes, o Buda de la Amrica del Sur resign su administracin y los abandon, les prometi que volvera despus que los siglos designados hubiesen pasado, y que l restablecera su gobierno, y renovara su felicidad. Esta tradicin, no opera y excita una conviccin de que muy pronto debe volver? Concibe usted cul ser el efecto que producir, si un individuo apareciendo entre ellos demostrase los caracteres de Quetzalcoatl, el Buda de bosque, o Mercurio, del cual han hablado tanto las otras naciones? No cree usted que esto inclinara todas las partes? No es la unin todo lo que se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los espaoles, sus tropas, y los partidarios de la corrompida Espaa, para hacerlos capaces de establecer un imperio poderoso, con un gobierno libre y leyes benvolas?Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el hroe, gran profeta, o dios del Anhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses. Slo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misin, sus profecas y el trmino de su carrera. Se disputa si fue un apstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Toms; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatn, Chilan-Cambal. En una palabra, los ms de los autores mexicanos, polmicos e historiadores profanos, han tratado con ms o menos extensin la cuestin sobre el verdadero carcter de Quetzalcoatl. El hecho es, segn dice Acosta, que l establece una religin, cuyos ritos, dogmas y misterios tenan una admirable afinidad con la de Jess, y que quizs es la ms semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores catlicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en l a un Santo Toms como lo afirman otros clebres autores. La opinin general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos paganos de Anhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de l su autoridad. De aqu que se infiere que nuestros mexicanos no seguiran al gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas ms idnticas y favorables, pues que profesan una religin la ms intolerante y exclusiva de las otras.Felizmente los directores de la independencia de Mxico se han aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe por reina de los patriotas, invocndola en todos los casos arduos y llevndola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo poltico ha formado una mezcla con la religin que ha producido un fervor vehemente por la sagrada causa de la libertad. La veneracin de esta imagen en Mxico es superior a la ms exaltada que pudiera inspirar el ms diestro profeta.Seguramente la unin es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneracin. Sin embargo, nuestra divisin no es extraa, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo comn, ms numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los ltimos son siempre menos numerosos aunque ms vehementes e ilustrados. De este modo la masa fsica se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.Yo dir a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los espaoles, y de fundar un gobierno libre. Es la unin, ciertamente; mas esta unin no nos vendr por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. Amrica est encontrada entre s, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomticas ni auxilios militares y combatida por Espaa que posee ms elementos para la guerra, que cuantos furtivamente podemos adquirir.Cuando los sucesos no estn asegurados, cuando el Estado es dbil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fcil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nacin liberal que nos preste su proteccin, se nos ver de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que est destinada la Amrica meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado a Europa, volarn a Colombia libre que las convidar con un asilo.Tales son, seor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a usted para que los rectifique o deseche segn su mrito; suplicndole se persuada que me he atrevido a exponerlos, ms por no ser descorts, que porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.Soy de usted, etc., etc.Kingston, 6 de septiembre de 1815

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Final del formularioProftica Carta de JamaicaPor: Eumenes Fuguet Borregales (*) Publicado el 4/09/2011 Procedente de Cartagena Bolvar llega Kingston el 14 de mayo de1815;pasar siete mesesdesterrado, casi slo y sin recursos econmicos. A Doa Gertrudis Toro le escribe:Yo no tengo nada, lo poco que traje lo he repartido entre mis compaeros de suerte. Uno de los pocos que le tienden la mano esel comerciante escocs Maxwell Hyslop radicado en Jamaica. De los diez mil documentos conocidos del Libertador, siete son los estelares, uno de ellos es la proftica Carta de Jamaica, contestacin de una misiva recibida el 29 de agosto del comerciante Henry Cullen, quien lehaba presentado un cuestionario. El histrico documento fue escrito el 6 de septiembre del mismo ao, en el cual expone su criterio sobre la situacin americana pasada y actual, y su concepto sobre el porvenir de los pueblos. El escrito presenta undefinido valor sociolgico, de alto contenido poltico, militar y visionario; el Libertador expone a la vezsus perspectivas llamadas profticas, que secumpliran a corto, mediano y largo plazo. Escribi:le presentar tan solo las ingenuas expresiones de mis pensamientos.Visualiza la unin de pases, materializado con la creacin de la Repblica de Colombia el 17 de diciembre de 1819, conocida como la Gran Colombia o Colombia La Grande. En la carta manifiesta:Yo deseo ms que otro alguno, ver formar en Amrica la ms grande nacin del mundo, menos por su extensin y riquezas que por su libertad y gloria.Se anticipa once aos a la realizacin del Congreso Anfictinico de Panam, reunido desde el22 de junio al 15 de julio de 1826, cuando escribe: Ojal algn da tengamos la fortuna de instalar en Panam un augusto Congreso de los representantes delas repblicas.De unirse la Nueva Granada con Venezuela, la capital podra ser Maracaibo o una nueva ciudad con el nombre del Padre Bartolom de Las Casas, el filntropo sacerdote. Explicaba que la lucha emancipadora no haba logrado sus fines por la falta de recursos econmicos y de ayuda exterior,especialmente de Inglaterra que se niega a enviar armas. El conflicto por lograr la independencia se transform en una guerra civil, con marcado tinte racista; Boves haba logrado convencer a los pardos, de que los verdaderos enemigos eran los blancos criollos, a quienes haba que destruir para distribuirse las tierras y riquezas. Los pueblos no sentan el aprecio a la libertad y se conformaban con vivir bajo el rgimen colonial. Plasm en su documento que: los hermanos del norte,se han mantenido inmviles espectadores en esta contienda. Los jefes enviados por los espaoles solo destrozaban al pueblo; Sin duda Bolvar ratifica el infortunio de Venezuela de vivir en un estado belicoso.Provincias pequeas como Panam y Santa Marta y toda Centroamrica deberan ser ms importantes para los espaoles, pues stas representan un gran potencial en el futuro, si esas naciones logran la independencia y un desarrollo de su economa, tienen el potencial geogrfico para ser una repblica muy rica. Visualizaba la posibilidad de la construccin de un canal interocenico, que conectara el ocano pacifico con el atlntico. Las islas ms grandes del Caribe, son estas, en las que los espaoles estn ms afianzados, pero acaso estas islas no quieren la independencia. No crea conveniente para Venezuela la implementacin de sistemas como el federal y el monrquico, exhortaba a no caer en sistemas de anarqua totalitaria.El resto de Europa ve con asombro las acciones tomadas por Espaa, ya que estos pases poseen colonias en Amrica, pero sin embargo, no agreden tan fuertemente a sus pueblos, no quieren perder esas colonias, pero no ocasionan tanto dao en sus pueblos. Bolvar expresabaque cuando los pueblos americanos se liberen de los espaoles, ser un nuevo renacer para la vida poltica y social de dicha repblica. La unin que ha mantenido la provincia de Chile y Buenos Aires ha sido vital para la batalla de independencia de ambas provincias. Exhorta a los mexicanos a no dejarse llevar por los tiranos y se refiere a Centroamrica como un territorio feliz. Culmina su reflexin con una imprecacin que repetir hasta su muerte como es la unin, porque Dios sostiene la justa causa de los americanos y les conceder la independencia. Culmina la contestacin:Tales son seor las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a usted, para que las rectifique o deseche segn su mrito. La histricaCarta de Jamaicafue traducida al ingls por el general canadiense John Robertson (1767-1815), quien por cierto escribi la primera biografa que se conoce de nuestro Libertador.