yaquis y tarahumaras
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Javier Gámez Chávez
Yaquis y Tarahumaras1
Durante el régimen porfirista, los indígenas yaquis fueron deportados hacia distintas
regiones de México durante 1900 y 1908. La acción fue una política de estado que intentó
terminar la insurrección iniciada en 1884 en defensa de sus tierras y autonomía política. A
pesar de la guerra de etnocidio, los yaquis establecieron una red de apoyo para su
resistencia autonómica en todo el estado de Sonora y en las poblaciones estadounidenses al
sur de Arizona. La red permitió resistir las deportaciones, mantener la lucha armada y el
acercamiento con el movimiento magonista, maderista y constitucionalista.
En 1903, Adolfo de la Huerta, por instrucciones de Ricardo Flores Magón, se acerco a los
indígenas para integrarlos a la insurrección general del Partido Liberal Mexicano (PLM) en
Sonora. De la Huerta se reunió con Fernando Palomarez, indígena y activista mayo, que se
comprometió a difundir los planes de del PLM entre yaquis y mayos. En 1906 los yaquis
participaron en el levantamiento general de septiembre con mucho éxito, a pesar del fracaso
del movimiento a nivel nacional. Palomarez fue el agente catalizador entre los indígenas y
la Junta del PLM, a partir de su llegada a Saint Louis Missouri tras su participación en la
huelga de Cananea.
Por su parte, los indígenas tarahumaras también se comprometieron a levantarse, el
magonista Lauro Aguirre organizó una partida de mineros y tarahumaras en el mineral de
Cusihuiriachi, al descubrirse los planes para la toma de Ciudad Juárez y tras el arresto de
los principales magonistas en Chihuhua, los elementos de los distintos levantamientos se
dispersaron.
En 1907, tras un excelente trabajo propagandístico en la frontera, Palomarez gozó de la
plena confianza de la Junta, por lo que fue nombrado delegado especial del Partido para
organizar a los indígenas cucapá de Baja California, yaquis de Sonora y mayos de Sinaloa
para la insurrección de 1908. Al mismo tiempo, el yaqui Javier Buitimea organizador de la
red de apoyo rebelde, aceptó la encomienda de llevar una carta a los líderes rebeldes
yaquis, escrita por Praxedis Guerrero, donde se les invitaba a participar nuevamente, con el
fin de alcanzar sus demandas. También se le recomendó integrar a la insurrección a los
1 En Diccionario de la revolución mexicana. Gloria Villegas Moreno, Javier Torres Parés, Coordinadores. Comisión Universitaria para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución. UNAM. México, 2010. En prensa.
Javier Gámez Chávez
pimas y mayos. En abril de 1908 Buitimea fue nombrado Teniente Coronel del Ejército
Libertador del Norte por Ricardo Flores Magón.
En mayo de 1908, desde el mineral de Bisbee, Arizona, indígenas yaquis y magonistas
atravesaron la frontera hacia la sierra del Bacatete, donde los rebeldes tenían su
campamento general. La insurrección general magonista fue descubierta y sólo grupos
aislados se insurreccionaron, los yaquis lo hicieron en la sierra entre Sonora y Chihuahua.
En la revuelta, el líder yaqui José Silabaume buscó el apoyo de los tarahumaras y un grupo
se unió a la lucha. Meses antes, el magonista José de J. Cortés había organizado una partida
tarahumara en la sierra. Javier Buitimea fue apresado en Nacozari y enviado a San Juan de
Ulúa.
En enero de 1909, la resistencia yaqui se fragmentó. El grupo dirigido por Luis Buli y
Francisco Urbalejo firmó un acuerdo con el gobierno estatal y se incorporó a la Guardia
Nacional, a partir de esta escisión se les conoció como yaquis “mansos”; el grupo
comandado por Silabaume continuó la lucha autonómica y se les llamo yaquis “broncos”.
Las dos facciones tomaron rumbos distintos durante las acciones revolucionarias entre 1910
y 1920. Los yaquis rebeldes continuaron sus operaciones y entablaron acercamientos o
alianzas con distintos grupos revolucionarios en razón de mantener su hegemonía territorial
y militar al sur de Sonora. Los yaquis mansos formaron parte de las fuerzas porfiristas que
combatieron a los distintos grupos revolucionarios hasta 1911, después se hicieron
maytorenistas y constitucionalistas.
El movimiento maderista en Sonora buscó una alianza con los yaquis rebeldes sin mucho
éxito, a pesar de los intentos directos de Madero, sólo se constituyó un frente común que
asedió las últimas fuerzas porfiristas en Guaymas en marzo de 1911. Con la derrota del
porfirismo en el estado, la gobernatura provisional maderista buscó un acuerdo de paz con
los yaquis rebeldes. El 1º de septiembre de 1911, Francisco I. Madero y una delegación
indígena, firmaron en la capital un acuerdo que comprometió al gobierno federal a regresar
a los deportados, devolver las tierras cultivables del Valle del Yaqui y otorgar una partida
presupuestal para el fomento agrícola. El pacto discriminó la cuestión política, por tal
motivo, en diciembre se firmó un segundo acuerdo en el que Madero otorgaba doscientas
mil hectáreas en los distritos de Huírivis, Nahum y Médanos, autonomía en asuntos
judiciales y civiles. Sin embargo, cuatro meses después, el acuerdo no se llevó a la práctica.
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Los yaquis se insurreccionaron nuevamente en abril de 1912, pidieron el regreso de los
deportados, la recuperación de los ocho pueblos tradicionales y la salida del ejército del
Valle del Yaqui. Tras el asesinato de Madero en 1913, los acuerdos quedaron sin
aplicación.
Paralelamente a los convenios con los maderistas, la fracción radical de los yaquis participó
en la organización de la tercera insurrección magonista programada para 1911. Desde los
últimos meses de 1910, los yaquis y magonistas radicados en las ciudades fronterizas
estadounidenses reactivaron la red de apoyo rebelde con la ayuda de indígenas mayos,
pimas, pápagos y tarahumaras, lo que constituyó un polo de lucha indígena en torno a la
resistencia autonómica yaqui. La alianza lanzó una ofensiva general en septiembre de 1911
que tuvo un éxito parcial, los yaquis tomaron el cuartel del ejército federal en Pitahaya y
colocaron la bandera roja de Tierra y Libertad. Por su parte, las partidas magonistas
tomaron las ciudades fronterizas de Agua Prieta, Cabora, Nogales y Cananea. Fernando
Palomarez fue nombrado coordinador de todas las fuerzas desplegadas en el estado y urgió
a los grupos magonistas de Sinaloa y Chihuahua a que se sumaran a la ofensiva general.
Las operaciones se prolongaron hasta 1913 en Sonora. Para este último año, los yaquis
rebeldes recuperaron seis de los ocho pueblos tradicionales, como resultado y legado de la
alianza yaqui-magonista, la sociedad autónoma estaba viva. En esta coyuntura, el yaqui
Juan Montero, apodado “El Magonista”, delegado de la Junta, fue la pieza esencial en la
toma de los seis pueblos.
Tras el golpe de estado realizado por Victoriano Huerta, el gobierno de Sonora se declaró
en rebeldía y, al lado de otros gobiernos estatales, se dispuso a restablecer el régimen
constitucional en todo el país. Los constitucionalistas sonorenses, Álvaro Obregón,
Benjamín Hill y Salvador Alvarado, prepararon la ofensiva contra las posiciones huertistas
en el estado. La estrategia constitucionalista contempló un pacto militar con los yaquis
rebeldes, dirigidos por el yaqui Ignacio Mori para derrotar al enemigo común. La primera
acción conjunta fue la ofensiva en Estación Empalme para detener a las fuerzas huertistas
que se dirigían de Guaymas a Hermosillo. De igual forma, los constitucionalistas se
acercaron a los yaquis mansos, provocando su deserción de la tropa huertista y su
integración al constitucionalismo. Los yaquis Francisco Urbalejo, Lino Morales y Luis
Bule, llegaron a formar parte del grupo duro de los oficiales de Obregón, mientras el grueso
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de la tropa eran indígenas yaquis, pimas y mayos.
Esta diversidad de grupos armados posibilitó la toma de la frontera por los
constitucionalistas, lo que facilitó el tráfico constante de armas, municiones y alimentos
desde los EEUU a los distintos frentes de batalla; comisión que fue encargada a Adolfo de
la Huerta. Al mantener el control del norte del estado, las fuerzas constitucionalistas
marcharon hacia el sur para tomar la ciudad de Álamos. La posición permitió el traslado del
grueso de las tropas a la región de Guaymas, último enclave huertista. La toma de Santa
Rosa abrió el camino para la derrota definitiva de los huertistas, quienes tras perder la
posición se retiraron a Guaymas. De inmediato, el ejército constitucionalista sitió el puerto.
Los yaquis rebeldes, con José Silabaume a la cabeza, reforzaron el cerco. A finales de julio,
los constitucionalistas tomaron la plaza y prepararon la ofensiva hacia la capital de la
República.
Al término de las operaciones constitucionalistas en Sonora, las haciendas ubicadas en la
región sur del Yaqui que pertenecían a connotados porfiristas, fueron administradas por el
coronel obregonista Ignacio Rodríguez, con el objetivo de canalizar los recursos de la venta
de granos en los EEUU, para el sostenimiento del ejército constitucionalista en su avance a
la capital del país. Los yaquis rebeldes manifestaron su desacuerdo debido a que las tierras
que ocupaban tales haciendas habían sido parte de su territorio tradicional e iniciaron una
ofensiva para su recuperación. El general Álvaro Obregón se trasladó de inmediato al Valle
del Yaqui para entablar negociaciones con los alzados. El 2 de septiembre de 1913 se firmó
un acuerdo donde Obregón se comprometió a restituir las tierras usurpadas por el régimen
porfirista al triunfo de la revolución constitucionalista en la República. La mayoría de los
rebeldes permanecieron pacíficos durante el año de 1914. En este período de relativa paz
fortalecieron su régimen social autónomo.
A finales de 1915 los yaquis se insurreccionaron por el incumplimiento del acuerdo con
Obregón. Éste ordenó al general Manuel M. Diéguez abrir la Campaña del Yaqui en los
primeros días de 1916. En el fondo de esta decisión estaba la proyección de convertir al
Valle del Yaqui en la zona cerealera de exportación más importante de la región; negocio
donde la mayoría de los generales constitucionalistas estarían implicados.
El General Plutarco Elías Calles, jefe militar de la zona por nombramiento del Jefe Máximo
Venustiano Carranza, estableció una serie de medidas para debilitar la guerrilla yaqui.
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Ordenó a las haciendas, minerales e industrias presentar un informe mensual sobre el
número y nombre de los yaquis que laboraban en sus establecimientos, el registro de los
nuevos, de los que desaparecieran y de aquellos que se les considerara alzados. Carranza
autorizó al gobierno estatal la expedición de salvoconductos para los registrados en los
informes; quien no lo portara, inmediatamente sería arrestado. A pesar de estas
restricciones, las operaciones guerrilleras no terminaron.
La respuesta del gobierno estatal, a petición de Plutarco Elías Calles, fue la apertura de la
Oficina Central de Registro Yaqui para organizar un padrón integrado por nombre,
domicilio, ocupación y empleador. Se les expidió una cédula personal y se le obligó a dar
aviso de su cambio de domicilio o de trabajo. A pesar de las medidas, las operaciones
rebeldes continuaron de forma permanente y con mucha fuerza entre los años de 1915 y
1917.
Como encargado de las operaciones de la Campaña del Yaqui, Calles inició una política de
deportaciones en 1918 que recordó tiempos pasados. La acción, al igual que en el régimen
porfirista, lejos de disminuir las acciones rebeldes, provocó que los indígenas lucharon con
mayor fuerza. Calles declaró al diario Nogales Herald, de Arizona, que el objetivo central
de la Campaña era pacificar la región “fuera como fuera”, de ser necesario se aniquilaría y
deportaría a todos los indios. En agosto de 1919 el General Calles salió del estado derrotado
por los yaquis y en los primeros días de septiembre fue electo Adolfo de la Huerta
Gobernador Constitucional de Sonora.
De la Huerta paró la Campaña del Yaqui y retiró la mayor parte de las tropas situadas en la
región e inició una política conciliatoria y de pacificación basada en la aplicación de
medidas sociales para los indígenas. El gobernador destinó fondos para construir escuelas,
oficinas para las autoridades indígenas e iglesias. La política delahuertista condujo al
regreso de los alzados a sus pueblos en el río yaqui pero disgustó a los pequeños, medianos
y grandes propietarios agrícolas de la región, que acusaron al ejecutivo local de desvió de
fondos destinados al fomento agrícola. Las quejas llegaron hasta la capital. En respuesta,
Carrranza ordenó al gobernador reanudar la Campaña del Yaqui.
De la Huerta se negó y se reunió con todos los líderes de los yaquis “broncos”. Fruto de la
reunión fue la firma de un acuerdo donde el gobernador entregó doscientas mil hectáreas en
los distritos de Huírivis, Rahum y Médanos, se les concedió una autonomía en cuanto
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asuntos judiciales y civiles bajo la supervisión del prefecto de cada municipio, se
comprometió a construir más escuelas e iglesias y se les otorgó el disfrute de las aguas del
río Yaqui. Con la promulgación del Plan de Agua Prieta, que fue rubricado entre otros por
Pablo Matus, Luis Espinoza e Ignacio Mori como líderes de los yaquis broncos, se
desconoció la autoridad de Venustiano Carranza y Adolfo de la Huerta fue nombrado
presidente interino quien se trasladó a la ciudad de México con una escolta yaqui. Una vez
instalado en Palacio Nacional reforzó el plan de paz para la Región del Yaqui a mediados
de 1920.
Fuentes fundamentales
Fondo Campaña contra los yaquis. Archivo Histórico General del Estado de Sonora. Hermosillo, Sonora. México.
Fondo Manuel González Ramírez. Archivo General de la Nación. Distrito Federal, México.
Fondo Revolución Mexicana. Archivo Histórico Diplomático Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores. México, D.F.
Gámez Chávez, Javier. Lucha social y formación histórica de la autonomía yaqui-yoreme. 1884-1939. Tesis de Licenciatura. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional Autónoma de México. México, 2004, 234p.
Spicer, Edward Holland. Los Yaquis. Historia de una cultura. México. Universidad Nacional Autónoma de México. 1994. 491 p.
Fechas importantes
1911, Diciembre, Francisco I. Madero firma un acuerdo de paz con los yaquis rebeldes1913, Los yaquis “broncos” en conjunto con magonistas, recuperación seis de los ocho pueblos tradicionales1918, enero, Plutarco Elías Calles abre una campaña para la deportación de yaquis rebeldes al centro del país1920, Febrero, Adolfo de la Huerta, como gobernador constitucional de Sonora, firma un acuerdo de paz con los rebeldes yaquis, se les dota de 200,000 hectáreas de tierra cultivable1920, abril, los líderes de los yaquis “broncos” se suman al Plan de Agua Prieta y otorgan una escolta al Presidente interino Adolfo de la Huerta
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