tras las huellas de nin
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Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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TRAS LAS HUELLAS DE NIN
El 16 de Junio de 1937 era detenido en Barcelona Andreu Nin, líder del
Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM. Seis días después,
desaparecía sin dejar rastro de su celda en la prisión de Alcalá de
Henares, en Madrid, donde había sido recluido.
Más de setenta años después la gran pregunta sigue en el aire:
¿Dónde está Andreu Nin?
“El mismo día que se aprobó el nombre de Nin hubo jaleo (…) El concejal
del PP decía que era un defensor de la dictadura soviética que no había
nacido ni muerto en Barcelona. Los del PSOE decían que era simplemnte
un defensor de la revolución…un lío, pero al final se aprobó y aquí
estamos”.
La que habla es Mercè Pérez, directora de la nueva biblioteca Gòtic-Andreu
Nin, inaugurada el pasado 2 de Mayo y situada en el mismo edificio que un día
albergó la sede del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) en la Plaça
del Teatre.
“Yo creo que el nombre le va bien a la biblioteca. No sólo por el edificio,
sino por lo que él aportó a la literatura española y catalana”.
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La historia es una simple anécdota, pero refleja perfectamente el clima de
tensión y debate que suele ir asociado al nombre de Andreu Nin, líder del
POUM y protagonista de uno de los capítulos más oscuros del bando
republicano en la Guerra Civil española.
Nin, fue uno de los líderes revolucionarios más importantes de la España del
siglo XX y su historia es probablemente uno de los más desgarradores
ejemplos de la crudeza de la guerra y la brutalidad del totalitarismo.
A lo largo de los años se ha sacado a la luz buena parte del misterio que ha ido
aparejado a su muerte. El tiempo transcurrido ha permitido recabar una enorme
cantidad de información que, poco a poco, ha aportado algo de claridad a los
sucesos ocurridos en aquel lejano mes de junio de 1937.
Sin embargo aún quedan preguntas por responder:
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¿Qué ocurrió exactamente? ¿Cómo se llevo a cabo la operación? ¿Dónde
murió Andreu Nin?
La forja.
El Vendrell es un municipio de Tarragona, situado aproximadamente a
cuarenta kilómetros de la capital de la provincia. La localidad, con una
población cercana a los 36 mil habitantes, es bastante conocida. La primera
razón es que ostenta el rango de capital de la comarca del Baix Penedés; la
segunda, su gran tradición castellera a través de la colla Nens del Vendrell; y
finalmente, por ser el lugar de nacimiento del famoso compositor catalán y
violoncelista Pau Casals.
Sin embargo este último no es el único vecino ilustre del municipio. El 4 de
Febrero de 1892 nacía el primogénito de Manuel Nin, un zapatero remendón de
la localidad, y su esposa Antonìa Pérez. El humilde matrimonio le puso al chico
el nombre de Andreu.
17 años más tarde, Andreu Nin i Pérez llegaba a la gran ciudad de Barcelona,
donde esperaba completar sus estudios de magisterio. Sin embargo, el azar
terminaría encaminando sus pasos por otros derroteros, hasta convertirle, años
después, en una de las figuras más importantes del movimiento obrero catalán.
Quizá por su origen humilde o por su propio carácter idealista, la convulsa
actividad de la ciudad ejerció un atractivo inmediato en el joven Nin, que no
tardó en dirigir sus pasos hacia la política. Al principio, desde una posición más
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moderada, como miembro de la Unión Federal Nacionalista Republicana
(UFNR) y su diario, Poble Catala, donde ya dejaría muestras de su postura,
cercana a la izquierda nacionalista:
“Nosotros somos nacionalistas porque la ‘nación’ es para nosotros la
unidad orgánica ‘autonomista’ de la federación. Una nación no está
determinada por los caracteres etnográficos, por la situación geográfica o
por los antecedentes históricos, sino que está determinada por la voluntad
de quienes la componen, el sentimiento de la propia personalidad, tan
arraigado, como decimos, al alma de Cataluña.”
Precisamente en la prensa política encontró Nin su sitio, colaborando en los
años sucesivos con diferentes medios relacionados, a su vez, con los
diferentes grupos políticos a los que se acercó: Poble catalá, la Barricada,
Justicia Social, etc.
El pensamiento de Nin poco a poco giró hacia posiciones más radicales. Pasó
por la Agrupación Socialista de Barcelona, hasta hacerse miembro en 1918 del
sindicato de profesiones liberales, estaba adherido a la CNT, y del que terminó
siendo secretario del comité nacional. Fue este un momento importante en la
vida de Nin, ya que en aquellos días el anarcosindicalismo era el movimiento
obrero más potente y él pudo tomar contacto con dirigentes de la talla de
Salvador Seguí, Ángel Pestaña o su futuro colega en el POUM, Joaquín
Maurín.
Las actividades revolucionarias de Nin acabaron pasándole factura, siendo
arrestado en varias ocasiones e incluso llegando a conocer la cárcel durante
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breves períodos de tiempo a lo largo de su vida. En 1921 su situación se
amenazada, ya que el 8 de Marzo de ese año era asesinado el político liberal–
conservador Eduardo Dato y Nin fue relacionado con el magnicidio por las
autoridades españolas.
Aunque no estaba relacionado con el caso, decidió aprovechar la invitación de
la CNT para asistir al I Congreso de la Internacional Sindical Roja y viajó a
Moscú, donde conocería de primera mano el proceso revolucionario soviético,
por el que manifestaba cierta simpatía.
El paraíso del proletariado.
Con el triunfo de la revolución rusa, la CNT y la UGT se adhirieron a la III
Internacional que dicha revolución propugnaba. Nin tuvo un papel destacado en
la defensa de dicha decisión:
“Yo soy un fanático de la acción, de la revolución; creo en los actos más
que en las ideologías lejanas y en las cuestiones abstractas. (...) Soy un
admirador de la revolución rusa porque ella es una realidad. (...) Soy
partidario de la Tercera Internacional porque ella es una realidad, porque
por encima de las ideologías representa un principio de acción, un
principio de coexistencia de todas las fuerzas netamente revolucionarias
que aspiran a implantar el comunismo de una manera inmediata”
En el año 1921 llegó a Moscú como agregado en la delegación de la CNT y no
tardó en abrazar los principios del marxismo, al constatar la necesidad de un
partido político que pusiera en marcha y dirigiera la revolución. Su contagio fue
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casi lógico en aquellos días, en que la ciudad bullía de ardor revolucionario tras
la victoria en la guerra civil. Andreu observó las nuevas medidas sociales y
laborales, conversó con algunos de los líderes más destacados del Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y se empapó de los cambios
culturales que la revolución había traído al pueblo ruso. La URSS, acabaría por
marcar finalmente su futuro.
Cuando la CNT rompió con la III Internacional en 1922, él fijó su residencia en
Moscú y en pocos años se hizo un nombre allí. Era miembro del Partido
Comunista, delegado del soviet de Moscú y secretario general adjunto de la de
la Internacional Sindical Roja (Profintern),la federación sindical internacional
cuyos propósito era coordinar y organizar la labor sindical del movimiento
comunista. En palabras de su amigo y compañero en el POUM, Wilebaldo
Solano:
“Todos los que le conocieron en aquellos tiempos comprobaron que Nin
se había adaptado perfectamente a la vida de Rusia. Casado con una
joven militante rusa, Olga Tareeva, Nin había tenido dos hijas, Ira y Nora,
hablaba y escribía la lengua del país, admiraba los grandes clásicos y los
estudiaba a fondo, en sus períodos de descanso, con la intención de
traducirlos al catalán y al castellano. Pero por encima de todo, estaba
literalmente enamorado del pueblo ruso, y elogiaba sin cesar su
espontaneidad, su humanidad, su sencillez y su entusiasmo
revolucionario.”
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Andreu Nin y Wilebaldo Solano.
Sin embargo las cosas no tardarían en cambiar.
En 1924 moría Lenin, dejando un inmenso hueco en la jefatura del estado
soviético. Poco después comenzaron las luchas entre las dos alas mayoritarias
del PCUS. Por un lado la vertiente más izquierdista, encabezada por Trotski,
cuyos seguidores –entre los que se encontraba Nin- eran partidarios de
continuar la revolución a nivel internacional. Por el otro, el ala más
conservadora, que formaban Stalin, Kamenev y Zinoviev, partidaria de asentar
la dictadura del proletariado en su país antes de exportarla a nivel
internacional. La victoria quedo finalmente del lado de Stalin.
Nadie podía presagiar la era de terror que se avecinaba.
Las tesis de la democracia obrera de Lenin dieron paso a una auténtica
dictadura en manos de Stalin que se hizo con el control absoluto del país,
acabando con todos aquellos que mantuvieron una postura contraria. Trotski
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fue expulsado del partido por contrarrevolucionario, exiliado en Kazajstán y
finalmente expulsado de la URSS. No fue suficiente. Murió asesinado en
México en 1940 por orden de su antiguo camarada. Similar o peor suerte
sufrieron millones de personas hasta la muerte de Stalin en 1953.
León Trotski.
Nin comprendió rápidamente la situación que se estaba gestando en la Unión
Soviética y decidió salir del país antes de que fuera demasiado tarde. Tuvo
más libertad que otras figuras políticas, quizá por el hecho de ser extranjero.
Sin embargo fue apartado de las actividades oficiales, por lo que se dedicó en
sus últimos años a poner en marcha las traducciones de las ediciones literarias
del Komintern. Tarea a la que se dedicaría con verdadero ahínco, tal y como él
mismo explicó a su amigo Joaquín Maurín, en 1928:
“Trabajo como un condenado. Además del trabajo para vosotros, estoy
traduciendo al catalán obras literarias. Dentro de unas semanas tendré
terminada mi traducción de ‘Crimen y Castigo’ de Dostoievski. Puig i
Ferreter, que ha recibido ya la mayor parte de la traducción, está
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entusiasmado con ella. Estoy además escribiendo para la editorial de
Andrade, Vayo y Ariquistain, etc., sin contar con que leo y estudio mucho.
Nada, no menos de 12 horas diarias de trabajo.”
Tras nueve años en la URSS, Nin consiguió salir del país en 1930. Poco
después su familia le siguió los pasos. Andreu Nin regresaba a España con el
objetivo de liderar la revolución obrera en su propio país.
El POUM.
Tras su regreso, Nin tardó poco tiempo en volver a entrar en política. El
clima de tensión del gobierno de Alfonso XIII aumentó su fe en el movimiento
obrero y poco después, en 1935, su grupo, Alianza Obrera, y el Bloque Obrero
Campesino (BOC) de Joaquín Maurín se unieron con la intención de formar un
partido fundamentalmente revolucionario: El partido Obrero de Unificación
Marxista.
Con el estallido de la Guerra Civil el 18 de Julio de 1936, Nin tomó el relevo de
Maurín al frente del partido, asumiendo el cargo de secretario ejecutivo, ya que
éste cayó preso del bando nacional en Zaragoza.
Desde las elecciones generales de Febrero de 1936 el POUM estaba presente
en el gobierno de la Generalitat como adscrito al Frente Popular, que agrupaba
a la mayoría de partidos de izquierda y a buena parte de los nacionalistas. Si
bien el POUM dejó bien claro que su apoyo era transitorio y que ellos
apostaban por continuar la revolución. El 6 de Septiembre, con motivo de la
llegada al gobierno del socialista Largo Caballero, el “Lenin español”, Nin dijo:
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“El gobierno actual representa, indudablemente, un paso adelante
respecto al anterior; pero es un gobierno del Frente Popular, es un
gobierno que responde a la situación anterior al 19 de Julio, es decir,
cuando no se había producido la insurrección obrera y, en este sentido , si
bien con relación al gobierno anterior significa un paso adelante, en
relación a la situación presente representa un paso atrás. La consigna de
la clase trabajadora en los días que vienen es: ¡Fuera del gobierno
ministros burgueses y viva el gobierno de la clase trabajadora!”
Nin desempeñó durante ese periodo el cargo de consejero de justicia, en el que
realizó una importante gestión. Puso frenó a todos las ejecuciones para
proceder a su revisión y creó mediante decreto los tribunales populares para
reprimir el fascismo.
Nin, como consejero de justicia de la Generalitat
Mientras tanto, las noticias de las purgas iban llegando desde la URSS. El
POUM, con Nin a la cabeza, no dejó de criticar las monstruosas tácticas
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represivas de Stalin, quien había acabado con buena parte de la élite del PCUS
-incluyendo a todos aquellos que le ayudaron a auparse al poder-, así como
con la vida de miles de ciudadanos. Ante la embestida estalinista, Nin pidió en
Diciembre al gobierno de la Generalitat que se concediera asilo político a
Trotski, lo que fue visto como una provocación por los comunistas del Partido
Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).
Gracias al apoyo que la URSS había dado a la república, los comunistas en
España habían experimentado un avance considerable. Esto no gustó al resto
de formaciones revolucionarias, que veían como los comunistas, de la mano de
Stalin, se posicionaban para convertirse en el único referente del movimiento
obrero del país. Uno de los primeros afectados por esta situación fue el POUM,
cuando las continuas presiones del PSUC precipitaron la salida del gobierno de
la Genealitat de Andreu Nin.
Día tras día las tensiones entre las diferentes fuerzas políticas –CNT, FAI,
UGT, POUM, PSUC, ERC, etc.- no dejaban de aumentar. Los movimientos
como el POUM o los anarquistas creían que con la guerra había llegado
también el momento de implantar la revolución obrera, tomando el poder de las
instituciones y posicionándose para que la dictadura del proletariado fuera un
hecho. Por su, parte los partidos menos radicales y los comunistas preferían
limitar las acciones a ganar la guerra, frenando el ímpetu de los
revolucionarios. Aun así, pocos imaginaban el caos que se avecinaba.
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Los hechos de Mayo.
A las 15:45 del 3 de Mayo de 1937 un grupo de camiones de la guardia de
asalto recorrió a toda velocidad el Passeig de Gràcia de Barcelona, en
dirección a la Plaza Catalunya. Los 200 efectivos del convoy, a las órdenes del
comunista Eusebio Rodríguez Salas, se dirigieron a la entrada principal del
edificio de la Telefónica, al otro lado de la plaza, en poder de los anarquistas
de la CNT-FAI desde el comienzo de la guerra en Julio de 1936.
La fuerza pública irrumpió en el edificio empuñando sus armas y al grito de
“¡Arriba las manos!”, consiguiendo reducir a los pocos cenetistas que estaban
en la entreplanta, la mayoría de ellos, almorzando.
La suerte fue distinta en los pisos superiores. Los anarquistas tomaron
rápidamente posiciones y consiguieron repeler el asalto, obligando a los
guardias a replegarse.
Las noticias del ataque corrieron como la pólvora entre las diferentes
organizaciones y partidos políticos, y el POUM, no tardó en posicionarse a
favor de la CNT-FAI. Del otro lado quedaron las fuerzas de la Generalitat, el
PSUC y Esquerra Republicana. El golpe había fallado estrepitosamente y las
consecuencias fueron bien visibles de la noche a la mañana.
A las pocas horas las barricadas empezaron a levantarse por el centro de la
ciudad. Los grupos de milicianos solicitaban documentación a los transeúntes,
los intercambios de disparos eran más que frecuentes y los muertos se
contaban por decenas en cada bando. Grupos de anarquistas trataron de tomar
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el control de la Generalitat, donde ante la difícil situación se creó un nuevo
gobierno provisional. Mientras, el gobierno central clamaba por controlar las
calles y los líderes de las diferentes facciones intentaban que se volviera a la
normalidad.
Barricadas en las calles de Barcelona. Mayo del 37. A la izquierda, el Paral-lel. A la derecha, la Plaça del Teatre, en las
Ramblas.
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Los días 4 y 5 fueron los más duros, con enfrentamientos a lo largo de Ciutat
Vella y en el Eixample, especialmente en las cercanías del Passeig de Gràcia.
El alto el fuego no llegó hasta el día 7, cuando tropas enviadas por el gobierno
central cercaron los puntos clave de la ciudad y obligaron a las diferentes
partes a alcanzar un acuerdo.
El famoso escritor George Orwell había llegado a España en Diciembre de
1936, como muchos otros, con la idea de combatir el fascismo. A su llegada, el
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clima revolucionario que se respiraba en Barcelona hizo que terminara
afiliándose en las milicias del POUM y con ellos luchó en el frente de Aragón,
hasta que fue herido y enviado a retaguardia. Sin embargo, a su vuelta a la
ciudad, pocos días antes de los enfrentamientos de Mayo, el ambiente había
cambiado radicalmente. Tal y como explicaba en su novela, Homenaje a
Cataluña:
“La atmósfera revolucionaria había desaparecido (…) El cambio en el
aspecto de las gentes era increíble. El uniforme de la milicia y los monos
azules habían desaparecido casi por completo; la mayoría parecía usar
esos elegantes trajes veraniegos en los que se especializan los sastres
españoles. En todas partes se veían hombres prósperos y obesos,
mujeres bien ataviadas y coches de lujo (…) Los oficiales del nuevo
Ejército Popular, un tipo que casi no existía cuando dejé Barcelona, ahora
abundaban en cantidades sorprendentes.”
La ciudad de Barcelona se convirtió en esos días en una zona de guerra dentro
de la propia Guerra Civil, con escenas más propias del frente que de la
retaguardia, tal y como explica en otro pasaje de su obra, el escritor inglés:
“Recuerdo a un hombre, que agitando un pañuelo blanco en cada mano,
atravesó corriendo la Plaza de Cataluña, totalmente vacía. Y también el
grupo de personas, todas vestidas de negro, que durante una hora
trataron una y otra vez de cruzar la misma plaza, sin poder lograrlo.
Cada vez que emergían de la calle central, las ametralladoras del PSUC
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apostadas en el hotel Colón abrían fuego y las obligaban a retroceder,
aunque era evidente que iban desarmadas.”
Los hechos precipitaron la pérdida por parte de la Generalitat, de las
competencias de Defensa y Seguridad Interior y acabaron con la presidencia
de Largo Caballero al frente del gobierno de la república. Éste, representante
del ala más radical del PSOE, había actuado hasta entonces como garante de
las organizaciones obreras, pero tras su caída en desgracia la CNT-FAI perdió
a su principal valedor. Días después tomaba la presidencia el también
socialista Juan Negrín, pero ya sería tarde para los anarquistas, que
desaparecerían del gobierno.
Sin embargo el golpe más duro sería para el POUM, que no contaba con el
apoyo masivo que sí tenían la CNT y la FAI. Los Fets de Maig de 1937 fueron
la gota que colmó el vaso de la paciencia comunista. El PSUC, el PCE y los
soviéticos, culparon al POUM de ser el partido instigador de lo ocurrido y se
puso en marcha una campaña de desprestigio en los medios comunistas
(Ahora, Treball, Mundo Obrero, etc.) en los que se acusaba al partido de Nin de
contrarrevolucionario y agente encubierto del fascismo. Con ello, los
comunistas realizaron una inmejorable jugada, consiguiendo quitar de en
medio a sus enemigos políticos y reforzar su posición, aún en minoría, en el
gobierno de España.
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Cartel comunista de la época.
Sin embargo, los dirigentes del POUM negaban aquellas acusaciones alegando
que el levantamiento había sido llevado a cabo por los trabajadores de manera
independiente. Ahora bien, aunque el POUM no había puesto en marcha los
sucesos ni los deseaba, no iba a desentenderse de ellos. El día 7 La Batalla,
órgano de expresión del POUM, publicaba una nota en la que demandaba a los
obreros el cese de las hostilidades, si bien advertía que había que mantenerse
vigilantes:
“¡Camaradas!
Con la lucha de estos días, el proletariado de Barcelona ha evidenciado
su voluntad inquebrantable de no tolerar la menor provocación
contrarrevolucionaria. Desbaratado el intento por la magnífica reacción de
la clase obrera, se impone la retirada. Pero ésta sólo puede efectuarse
mediante las siguientes condiciones:
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RETIRADA DE LA FUERZA PÚBLICA DE LA CALLE.
LA CLASE TRABAJADORA DEBE CONSERVAR LAS ARMAS.
El cumplimiento de estas condiciones, perfectamente aceptables, puede
poner término a la lucha, evitar un derramamiento de sangre y dar a los
camarada que combaten en el frente la confianza y la moral que tan
necesarias les son en la lucha contra nuestro mortal enemigo: el fascismo
EL COMITÉ EJECUTIVO.”
La disolución del POUM.
A partir de entonces los acontecimientos se precipitaron sin freno. El
dirigente de la CNT, Ramón Liarte, recordaba:
“Le dijimos [A Nin]: Estás jugando con fuego. Estamos en condiciones de
demostrarte, por informes que tenemos, que van por ti ¡Y no haces caso!
Un día de estos te van a detener y te van a destruir para siempre.
Consideramos que debes protegerte.”
Nin, que tenía gran confianza en sí mismo, le replicó, riendo:
“Ya veremos, ya veremos…”.
Sin embargo todo lo que avisaba Liarte era verdad. El 15 de Junio de 1937 el
gobierno de la Generalitat decretaba la disolución del POUM y de sus órganos
de expresión. Al día siguiente, 16 de junio, era arrestado Andreu Nin así como
otros dirigentes del partido: Julián Gorkin, Manuel Maurín, etc. Todos ellos
fueron llevados a la jefatura de policía de Barcelona en la Vía Layetana, desde
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donde se les trasladó a Madrid vía Valencia. A Nin se le mantuvo aislado en
todo momento..
Nin (2º por la izquierda), Solano (3º, detrás) y Julián Gorkín (6º) junto a otros miembros del POUM en 1936
Tanto Nin como sus compañeros fueron recluidos, por separado, en la checa
de la Ronda de Atocha, en Madrid. Pero a él, se le dio un tratamiento especial.
Fue enviado a una prisión en Alcalá de Henares, con el fin de “velar” por su
seguridad. En el transcurso de ese viaje no se le fichó en ninguna de las
distintas paradas, lo que dificultó más tarde localizar su paradero. No iba hacer
falta. Nunca más volverían a tenerse noticias de Andreu Nin.
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Edificio de la jefatura de policía de Barcelona (a la izquierda, con bandera), en la Vía Layetana. A la derecha, la checa
del a Ronda de Atocha, en Madrid.
La disolución del POUM y el arresto de sus dirigentes cayeron como una
bomba en la política española e internacional. Desde la conspiración al arresto
todo había sido gestionado a través de hombres de Stalin en el país, con la
participación y colaboración de los dirigentes de los partidos comunistas de
España y altos cargos de la seguridad afines a éstos. Cuanto más tarde
supiera el gobierno lo que estaba ocurriendo, mejor.
La conspiración y la reacción del gobierno.
Los artífices de la operación contra el POUM tienen a día de hoy nombres
y apellidos:
A la cabeza estaban el general Alexander Orlov –alias schwed-, responsable
de la policía secreta soviética (NKVD) en España, y su subordinado Ernö Gerö
–alias Pedro o Pierre-, responsable del mismo en Catalunya. Tras ellos un
largo etcétera de ministros comunistas (José Hernández, Vicente Uribe),
comisarios políticos (Vidali, Togliatti, Codovila), supervisores soviéticos (Iosif
Grigulevitx, alias José Escoy o Juzik) y responsables de seguridad de España
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(Antonio Ortega, director general de seguridad, y Ricardo Burillo, jefe del
servicio de seguridad en Barcelona).
Alexander Orlov.
Muchos de ellos participaron, no sólo en el arresto de Nin y de sus
compañeros, sino que pusieron en marcha la campaña contra el POUM que
estaba a punto de desatarse.
Días después del arresto, los diarios comunistas del país anunciaban una vasta
conspiración contra el estado de la república de la mano del POUM. Advertían
que información encontrada vinculaba a Nin y a su partido con el bando de
Franco. Entre dichos documentos, un plano de Madrid en cuyo reverso, escrito
con tinta simpática, había un mensaje de un agente de Franco a un tal N (Nin).
La noticia finalizaba con la afirmación de que, ante la evidencia de las pruebas,
se había procedido a la disolución del POUM y al arresto de trescientos de sus
afiliados.
La noticia, hábilmente orquestada por Orlov, se transmitió rápidamente,
contagiando a otros diarios e incluso a la prensa extranjera. Pero lo cierto es
que tanto el texto, como los documentos encontrados habían sido redactados
en el cuartel general de la NKVD en la embajada Soviética de nuestro país.
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Al conocer las noticias, el presidente del gobierno Juan Negrín no salía de su
asombro. Los soviéticos habían ordenado el arresto y posterior traslado de un
ex miembro del gobierno de la Generalitat sin dar cuenta a las autoridades
republicanas ni poner en marcha ninguno de los mandamientos judiciales
necesarios. Exactamente como lo hubieran hecho en la propia Unión Soviética.
En el consejo de ministros de aquel día la situación fue muy tensa. El ministro
de gobernación (interior), Julián Zugazagoitia, fue el primero en tomar la
palabra, indignado por la actuación de los soviéticos y dejando claro que el
agradecimiento a la URSS por su apoyo en la Guerra Civil no debía obligar a
España a despojarse de su dignidad permitiendo cualquier actuación. La
respuesta de los ministros comunistas Hernández y Uribe no tardó. Ambos
ensalzaron la “desinteresada” y “solidaria” ayuda de Stalin y recordaron a los
presentes que gracias a la URSS la II República contaba con armas para hacer
frente al fascismo.
Poco a poco la tensión del debate fue en aumento, por lo que Negrín propuso
al consejo aplazar el tema hasta que se reunieran más datos en torno al
POUM.
El escándalo era ya inevitable.
A la mañana siguiente Barcelona amanecía con pintadas en sus calles. En tinta
negra podía leerse:
“Gobierno Negrín ¿Dónde está Nin?”
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Los comunistas se encargaron de dar la réplica. Debajo, en tinta roja,
escribieron:
“En Salamanca o en Berlín” (en alusión a Franco y Hitler).
Secuestro y muerte. Las últimas horas de Nin.
Andreu Nin llegó a Madrid el día 17 de Junio de 1937. Se le llevó en primer
lugar a la checa de la Ronda de Atocha, donde también se había trasladado al
resto de sus compañeros. Sin embargo, el lugar, uno de los centros con peor
fama del país, parecía, según las autoridades, un lugar poco seguro para un
preso como Nin, por lo que se decidió trasladarle a la vecina localidad de Alcalá
de Henares.
Allí Nin fue recluido en un antiguo hotel que había estado bajo el control de la
brigada de Tanques. En esta cárcel fue donde Nin realizó sus cuatro
declaraciones, negando todas y cada una de las calumnias vertidas por los
comunistas.
A finales del mes, Antonio Ortega, director general de seguridad y uno de los
hombres que ordenó el arresto de Nin, entregaba al ministro de Gobernación
Zugazagoitia el siguiente documento fechado el día 23:
“Lamento tener que comunicarle que a las 21:30 horas del día de ayer y
encontrándose de servicio los funcionarios de esta brigada, Juan Bautista
Carmona y Santiago González Fernández, encargados de la vigilancia del
detenido Andrés Nin Pérez, quién, según sus órdenes, se trasladó al hotel
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de Alcalá de Henares, fueron sorprendidos por un grupo de agentes
armados(…) Todos ellos irrumpieron en el hotel y amenazaron con sus
armas a ambos agentes, procediendo a continuación a maniatarlos con
una cuerda. Inmediatamente se dirigieron a la habitación donde se
encontraba el detenido y procedieron a su secuestro, llevándoselo en un
coche que previamente habían introducido en el patio interior del Hotel(…)
Constatar que, en el forcejeo de nuestros agentes con la fuerza armada,
cayó al suelo y ha sido recogida una cartera que remito a V.I con la
documentación en alemán y escritas en el mismo idioma unas insignias
fascistas y billetes en curso legal, así como fotografías que, por la
indumentaria, reflejaban uniformes extranjeros(…)”
Una vez leído el documento, Ortega, aclaró que el comando era, en realidad,
un grupo de la Gestapo infiltrado en las brigadas internacionales con el
objetivo, ya cumplido, de liberar a su compañero Andreu Nin.
Nadie creyó la historia. Manuel Azaña (presidente de la República) exclamó al
conocer los hechos: “¿Pero esto no es demasiado novelesco?”
La realidad era mucho menos fantástica, pero sí igual de retorcida. El
comando encargado del secuestro de Nin no era de la Gestapo, sino que había
sido organizado por los hombres de Stalin en España, principalmente el
general Alexander Orlov y sus subalternos Ernö Gerö y José Escoy.
Nin fue recluido en un chalet en la misma localidad de Alcalá, utilizado de
manera intermitente por el jefe de la aviación republicana, Ignacio Hidalgo de
Cisneros y por su mujer, Constancia de la Mora Maura, era la censora de
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periodistas extranjeros. Ambos comunistas. Allí Nin estuvo a merced de sus
captores.
Desde su detención Andreu Nin jamás cambió su discurso. En los
interrogatorios que se sucedieron, el líder obrero no reconoció su pertenencia a
los servicios secretos del bando nacional, así como la calificación de trotskista,
puesto que su relación con el líder soviético se había roto años atrás.
Pero la paciencia de Orlov se acabó. En el piso de Alcalá, Nin fue torturado
mediante las más brutales técnicas del NKVD, como relata en su obra Yo fui
ministro de Stalin, el ex ministro comunista Jesús Hernández:
“Orlov y su banda secuestraron a Nin con el fin de arrancarle una
‘confesión’ reconociendo que llevaba el oficio de espía al servicio de
Franco. Sus verdugos, peritos en el arte de ‘ablandar’ a los presos
políticos y de arrancarles declaraciones ‘espontáneas’, creyeron encontrar
en la naturaleza enfermiza de Nin un auxiliar en su infame menester (…).
El suplicio de Nin empezó por el procedimiento ‘seco’. Un interrogatorio
implacable durante diez, veinte, treinta horas, durante las cuales se
revelaban los verdugos, haciendo siempre las mismas preguntas (…).
Pero Andrés Nin resistía de una manera increíble. No capitulaba. Sus
verdugos se impacientaban. Decidieron abandonar el método ‘seco’ y
adoptar la prueba de la ‘firmeza’: la piel arrancada, los miembros
destrozados, el sufrimiento físico llevado al límite de la resistencia
humana. Nin soportó la tortura y el dolor, los tormentos más refinados. Al
cabo de unos días su rostro no era sino una masa informe. Orlov,
frenético, enloquecido por el miedo al escándalo, que podría significar su
propia liquidación, babeaba de rabia ante aquel hombre enfermizo que
agonizaba sin ‘confesar’, sin comprometerse ni querer comprometer a sus
Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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compañeros de partido, que con una sola palabra suya hubieran sido
llevados al paredón de ejecución”
Mediante estas técnicas se torturó a Nin con el fin de que reconociera sus
acusaciones, lo que hubiera supuesto el fin absoluto del POUM y sus
integrantes, al dejar a los comunistas la llave para poner en marcha la purga
contra ellos.
Las pruebas.
La emisión del documental Operación Nikolai, el 5 de Noviembre de 1992,
fue un bombazo. Pese a emitirse sólo en Cataluña, la fuerza de sus
informaciones alcanzaron una dimensión internacional. El reportaje aportó
nuevos datos que explicaban con precisión la operación que Alexander Orlov
puso en marcha, cuyo objetivo consistía en el arresto, secuestro y posterior
asesinato de Andreu Nin.
Hasta ese año, muchos expertos habían estudiado el caso de Nin, pero pese a
albergar pocas dudas de lo que había sucedido, no habían podido demostrar
los hechos. Operación Nikolai tuvo una gran ventaja sobre todos ellos: en 1991
caía la URSS y poco después se abrían los archivos secretos de la KGB y la
Internacional Comunista. Allí aparecieron muchas claves del caso Nin.
El documental, dirigido por Dolors Genovès, sacó a luz archivos y documentos
que ponían de manifiesto y probaban que agentes soviéticos, con la
colaboración del PCE y el PSUC habían orquestado la conspiración contra el
POUM, inventando pruebas y aprovechado la dependencia del gobierno Negrín
Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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respecto a la URSS para poder actuar al margen de la ley. Pero la
investigación reportó más sorpresas: el expediente personal de Orlov.
En él, el espía soviético confirmaba punto por punto los diferentes pasos de la
Operación Nikolai: el secuestro de Nin, la invención de la teoría que
relacionaba dicho secuestro con la Gestapo y el traslado a la checa de Alcalá
del prisionero.
Sin embargo, aún quedó sitio para el misterio. Entre los documentos aparecía
una nota escrita a mano en la que podía leerse:
“N. En la carretera de Alcalá de Henares a Perales de Tajuña. A mitad de
camino, a 100 metros, en el campo. [presentes] Bom, Schwed, Juzik, dos
españoles, y el chófer de Pierre, Victor”
Interpretando el texto se llega a la conclusión de que N (Nin), fue enterrado en
el punto de la carretera que se describe en el documento. Salvo Bom (un
agente soviético no identificado) y los dos españoles (miembros de la brigada
especial) a todos se les puso rostro: Schwed era el nombre en clave de Orlov;
Juzik, el de José Escoy, y Pierre / Pedro el de Ernö Gerö. Por último, Victor, era
el chófer de éste último.
El mensaje parecía claro y las piezas empezaban a encajar. Orlov y sus
hombres habían secuestrado y asesinado a Nin y, tras esto, habían enterrado
su cuerpo en el campo, en algún punto a las afueras de Alcalá de Henares.
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Ahora bien ¿Es posible que las cosas ocurrieran de otro modo? ¿Se refería la
nota a otro tipo de información?
La teoría aquí descrita es considerada por los expertos como mayoritaria,
ya que goza del mayor consenso y grado de veracidad entre los investigadores
de la muerte del líder del POUM, como afirma el historiador de la Fundación
Andreu Nin, Andrew Durgan:
“No hay ninguna otra teoría aceptable. La investigación de TV3 confirmó
la tesis de Alcalá, mientras que las otras no tienen ninguna prueba como
tal. En mi opinión todo apunta claramente a la teoría mayoritaria.”
Sin embargo ésta no ha sido, ni mucho menos, la única. Tras la emisión de
Operación Nikolai el entonces presidente de la comunidad de Madrid, Joaquín
Leguina, puso en marcha una iniciativa con el fin de encontrar los restos de
Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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Nin. Sin embargo ningún medio de la época sacó a la luz las pesquisas que
esa investigación reportó. Tuvieron que pasar 16 años, hasta 2008, cuando
Leguina y el entonces director general de Transportes, Lorenzo Hernández,
firmaron un artículo en la revista Claves de la razón práctica con los hechos
ocurridos en 1993:
“Durante todo un año se barajaron infinidad de documentos y mapas, se
acudió a fuentes de información alternativa, se volvió a Moscú y sobre los
pasos de Orlov, pero no se movió ni una sola palada de tierra (…) la
orografía del terreno y el entramado de carreteras de la zona hacían
imposible ese lugar descrito ‘a cien metros de la carretera’ y a medio
camino de Alcalá a Perales”
Tal y como Leguina explicaba, en ese momento apareció en escena el
periodista Juan Cobo Orts, quien aseguraba que Andreu Nin había sido
asesinado en un forcejeo con sus captores y enterrado en el kilometro 202 de
la carretera que una Madrid con Albacete. Según esta teoría, la idea de los
captores, tras el secuestro, era llevar a Nin a un barco en Alicante y desde ahí,
enviarle a Rusia, donde sería juzgado.
El problema de esta teoría fue la falta de pruebas concluyentes y el hecho de
que Cobo se negara, en el 93, a darle publicidad mientras su madre viviera.
Esto hizo que no se pusiera en marcha ninguna investigación.
En 2008, Leguina y Hernández, en su artículo, confesaban que la fuente de
Cobo no era otra que su propio padre, quién decía haber sido testigo del
asesinato. También instaban a Cobo a que dijera por fin toda la verdad.
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Cobo publicó poco después un artículo titulado “Danzas macabras en torno a
Andreu Nin” en el que tachaba de mentirosos a Leguina y a Hernández y
defendía su historia, en la que la nota del expediente de Orlov se consideraba
falsa y no tenía más objetivo que alejar a los investigadores del caso del
verdadero lugar donde yacía Nin.
“La nota del archivo de la KGB, aparecida en TV3 y escrita en una cárcel de
Moscú por Víctor, el chofer de uno de los jefes de la NKVD en España, era
falsa. Pretendía ocultar para siempre el lugar verdadero del asesinato de Nin,
que levantó un gran revuelo, siendo incluso uno de los detonantes de la caída
del Gobierno Largo Caballero. Me preguntó [el historiador Germán Sánchez] si
tenía algún inconveniente en comunicar mis argumentos directamente a
Leguina. Le respondí que ninguno. La única condición que puse, dada la
extrema delicadeza del asunto y no queriendo descubrir mi fuente, era que mi
nombre no figurara en esa historia de ninguna manera. En ningún momento ni
pensé en plantear nada respecto a dinero, pues me bastaba con la
satisfacción moral de que gracias a mis datos se contribuiría a aclarar un
importante enigma y que esto además conllevaba un notable ahorro de dinero
público”.
No es la única teoría que difiere de la mayoritaria. El 11 de Febrero de
2008, unas excavadoras que trabajaban en la base militar que la brigada
paracaidista (BRIPAC) tiene en Alcalá de Henares, encontraron los restos de lo
que parecía ser una fosa común de la Guerra Civil. En ella aparecieron los
huesos de unas ocho o nueve personas y según las especificaciones de los
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primeros informes, se concluyó que eran víctimas de los fusilamientos del
bando republicano en la localidad.
Esta tesis reabrió el caso de Andreu Nin en todos los medios, ya que algunos
restos mostraban signos de tortura -como tibias rotas- o de ejecución directa –
balas en los cráneos-. También queda muy cerca de la casa usada por Hidalgo
de Cisneros, donde supuestamente fue asesinado Nin. Los defensores de este
planteamiento rechazaban la nota manuscrita, siendo partidarios de que Nin
había sido enterrado con otras víctimas al norte, en la carretera que une Alcalá
de Henares con Meco. No al sur, como sostiene la teoría mayoritaria.
También han aparecido teorías nuevas, pero en su mayoría simplemente
alteran ligeramente los hechos. El historiador Ángel Viñas concluía en su
estudio que Nin había sido asesinado el día 22, la misma noche del secuestro,
por lo que no podía hablarse de un segundo piso en Alcalá. Por su parte el
periodista Vicente Sánchez Montó y el historiador local José García Saldaña
aseguraban que el segundo piso al que se trasladó a Nin no era la casa de
Hidalgo de Cisneros y su mujer, sino la del diputado conservador Rafael
Esparza, asesinado en 1936. Esta última vivienda situada al sur de la ciudad y
cercana a la carretera de Alcalá de Henares a Perales de Tajuña.
Pelai Pagés, uno de los historiadores que más a tratado el tema de la
muerte de Nin y la represión contra el POUM, concluye:
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“Las circunstancias, aunque son importantes, siguen siendo
circunstancias y en ningún caso pueden esconder ni cuestionar lo
esencial en el asesinato de Andreu Nin. Puesto que, como escribió Albert
Camus, el asesinato de Nin significó un viraje en la tragedia del siglo XX,
que fue el siglo de la revolución traicionada”.
Es posible que jamás conozcamos exactamente que ocurrió con Andreu Nin y
como se desarrollaron las últimas horas de su muerte. Pero quizá, como afirma
Pagés, ni siquiera importe, puesto que los hechos más importantes del caso sí
parecen probados.
Los servicios de espionaje soviéticos llevaron a cabo la conspiración y el
arresto de los dirigentes del POUM y se encargaron de acabar con la vida de
su líder, contando siempre con la ayuda de un buen número de comunistas
españoles. Los datos aportados demuestran que Nin, por su oposición y sus
continuos ataques, se había convertido en una auténtica obsesión para Stalin
así como para muchos de sus agentes en España. Lo pagó caro.
Por otra parte, es claro el papel que tuvo el gobierno del socialista Negrín en la
trama. Tras la desaparición de éste, el gobierno puso en macha una
investigación para localizarlo y desentrañar los extraños sucesos que se habían
desarrollado aquellos días, pero en todo momento Negrín trató de que la
investigación no afectara a la relación del bando republicano con la URSS. Los
documentos aportados por Jose María Zavala en “En busca de Andreu Nin”
demuestran que Negrín tuvo conocimiento de la situación que corría Nin:
Jaime Fernández – Blanco “Tras las huellas de Nin”
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“Negrín supo dónde estaba Nin y no hizo nada por salvarle. ¿La prueba?
Un borrador de la nota de prensa, de su puño y letra, donde éste tachó la
palabra secuestrado sustituyéndola por Andreu Nin, así como Alcalá de
Henares. La señal es inequívoca.”
Negrín era un hombre pragmático perteneciente al ala moderada del PSOE. No
compartía las tácticas de los comunistas, ni veía con buenos ojos que estos
actuaran al margen de la legalidad de la república. Sin embargo, era
perfectamente consciente de que sin el apoyo de la URSS la guerra estaba
perdida y que las consecuencias de eso serían catastróficas para los
republicanos. Por si fuera poco, en esas fechas Negrín había puesto en marcha
el traslado de las reservas de oro del Banco de España a Moscú. Una
operación secreta que pretendía poner a buen recaudo el dinero del país para
que éste no callera en manos del bando nacional.
Con este panorama no es difícil adivinar la decisión que tomó Negrín: Trató de
ayudar al POUM en la medida que pudo, pero sin oponerse a los soviéticos,
puesto que una crisis con Stalin era muy peligrosa para el país. En palabras de
Greogorio Peces Barba del Brío, juez instructor del caso:
“Las circunstancias mandaron sobre los hombre y las circunstancias políticas
mandaron sobre nuestras buenas intenciones (…) Aunque parezca raro a
ninguno de los miembros del juzgado se nos pasó por la cabeza ir a Alcalá de
Henares. Pensamos que era más urgente establecer culpabilidades porque del
destino de Andrés Nin nos quedaban a todos muy pocas dudas...”
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Tras las huellas de Nin.
Hacía meses que no conducía. Pese a ello, mi pequeño Opel Corsa corría
como alma que lleva el diablo por la M-40, la autopista de circunvalación que
rodea la ciudad de Madrid.
Yo me crié en Majadahonda, a unos 67 kilómetros de Alcalá de Henares, así
que aproveché un fin de semana de visita en casa y decidí ir para allá. Quería
recorrer esos caminos y localizar los lugares en donde se habían desarrollado
las últimas horas de Andreu Nin. Quería reproducir lo más cercanamente
posible los hechos mismos que llevaba semanas investigando.
Aparqué mi coche en un parking de la Avenida Complutense, una de las más
importantes del municipio, y empecé a moverme a pie por la zona. El día era
magnífico, con un cielo completamente limpio de nubes y miles de personas
disfrutando del sol en las calles y el aperitivo en las terrazas. Lo agradable del
paisaje me resultaba chocante, teniendo en cuenta la oscura historia que me
había llevado allí.
La localidad que conoció Andreu Nin no tenía probablemente nada que ver con
la que yo recorría. En 1937 Alcalá de Henares era un pueblo agrícola, militar y
de conventos que había tenido épocas de mayor gloria, pero que en esos años
era conocida principalmente por ser el lugar de nacimiento del presidente de la
república, don Manuel Azaña, además de ser una ciudad fortaleza en la que
operaban un buen número de agentes soviéticos.
Ha cambiado bastante.
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En pleno 2010, Alcalá es ya la tercera ciudad más grande de la Comunidad de
Madrid, con más de 200.000 habitantes y nueve monumentos nacionales. Sin
olvidar que con los años ha recuperado su belleza y esplendor, como
demuestra el hecho de que su casco histórico y su universidad fueron
nombrados en 1998 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Arriba, Alcalá de Henares en 1940 (Dirección General del Instituto Geográfico y Catastral)
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La ciudad, hoy. El tamaño de la antigua ciudad aparece sombreado.
Recorrí un trecho tratando de localizar la Avenida Guadalajara, donde según
mis informaciones, se encontraba el chalet donde había sido torturado Nin tras
el secuestro. No me resultó especialmente difícil, pese a que ninguno de los
transeúntes a los que consulté y expliqué mi historia sabían nada del tema.
Llegué a la avenida y localicé el número 7. Saqué excitado mi ejemplar de “En
busca de Andreu Nin” en el que había una foto en blanco y negro de la que era,
con muchas posibilidades, la antigua casa del jefe de la aviación republicana
Ignacio Hidalgo de Cisneros. No había duda.
El edificio tenía algunos cambios. La verja exterior había desaparecido y ahora
el escaparate de una tienda de moda ocupaba la parte inferior. También la
fachada lucía restaurada, con una limpia capa de pintura blanca y amarilla.
Pero la confusión era imposible. Hasta los árboles y la señal de prohibido
estacionar se mantenían en el mismo lugar.
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Si los cálculos eran correctos me encontraba frente al edificio dónde se torturó
y asesinó a Andreu Nin.
El chalet de Hidalgo de Cisneros, en 1937 y hoy.
Había alcanzado el primer punto de mi recorrido. Saqué unas fotos y busqué el
siguiente lugar que despertaba mi curiosidad: Los alrededores de la base de la
brigada paracaidista Primo de Rivera, el lugar dónde habían aparecido los
restos de la fosa común en 2008.
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La base de la BRIPAC está relativamente cerca de la avenida Guadalajara, a
aproximadamente 10 minutos en coche al norte de la ciudad. Se encuentra al
inicio de la carretera que une Alcalá de Henares con el municipio de Meco.
Precisamente en esta carretera apareció la fosa. ¿Sería posible localizar la
zona?
Recorrí la carretera en coche varias veces sin encontrar nada extraño. Aparqué
el coche en un descampado al pie de la base y avancé por los campos
cercanos. La zona conservaba su aspecto ligeramente agreste, pero también
había signos de que había sido ajardinada: bancos, rutas, una caseta, etc. A
mi regreso pregunté a los vecinos con los que me cruzaba si conocían la
historia. Lo mismo hice en un par de puestos de control de la base militar. En
todos los casos, sin suerte. Era realmente curioso. Desde hacía meses los
medios de comunicación hablaban casi a diario de fosas comunes de la Guerra
Civil -con todo el jaleo del juicio a Baltasar Garzón-, y sin embargo nadie había
oído hablar de los hechos ocurridos en el propio municipio.
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Arriba, plano de la entrada de la Base Primo de Rivera, en la carretera que une los municipios de Acalá y Meco. Abajo,
imágenes de los alrededores de la base
Desanimado intenté la tercera opción: recorrer el camino hasta el punto donde
la teoría mayoritaria cree que está el cadáver de Nin, en la antigua carretera de
Perales de Tajuña, pero sabía de antemano que era casi imposible. El
crecimiento de la ciudad había alterado los caminos y las nuevas autovías, M-
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220 y M-221, se desviaban del recorrido original. El rastro de Andreu Nin se
perdía en las afueras de Alcalá de Henares.
Era frustrante llegar a este punto y no poder ir más allá. Pensé en todos los
historiadores y periodistas que habían tratado el tema y que se habían quedado
en ese mismo punto. En los miembros de la Fundación Andreu Nin, que llevan
décadas presionando para que la historia no se olvide y que ven como las
teorías, aunque cada vez reducen más el cerco, no acaban de poner el punto y
final.
Pero tengo esperanza. Quiero creer que los pocos flecos que todavía quedan
por conocer acabaran saliendo a la luz. Algún día España superará el drama
que supuso la Guerra Civil y ambos bandos conseguirán, por fin, hacer las
paces y enterrar a sus muertos. Y quién sabe. Tal vez ese día alguien dé una
palada de tierra cerca de Perales de Tajuña, o de Albacete, o de Meco. Y
sepamos, por fin, la respuesta a la pregunta que lleva más de setenta años sin
respuesta: ¿Dónde está Andreu Nin?
A día de Hoy una cosa es segura:
Ni en Salamanca, ni en Berlín.
Algo es algo.
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Placa Conmemorativa en el portal del antiguo Hotel Falcón , antigua sede del POUM , dónde hoy se ubica la biblioteca
Gòtic-Andreu Nin y la escuela superior de diseño ELISAVA (U. Pompeu i Fabra)
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