tlaloque nº7
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TLLOC QU?
Boletn del Seminario
El Emblema de Tlloc en Mesoamrica
Ao 2 N 7 Julio-Septiembre 2012
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
Jos Narro Robles
Rector
Estela Morales Campos
Coordinadora de Humanidades
Renato Gonzlez Mello
Director del Instituto de Investigaciones Estticas
Mara Elena Ruiz Gallut
Titular del proyecto
Mara Elena Ruiz Gallut
Amrica Malbrn Porto
Enrique Mndez Torres
Editores
Amrica Malbrn Porto
Diseo editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo
del ttulo, Direccin General de Derechos de Autor,
Secretara de Educacin Pblica, nmero ( en
trmite ) . Certificados de licitud de ttulo y de con-
tenido, Comisin Certificadora de Publicaciones y
Revistas Ilustradas, Secretara de Gobernacin,
nmeros, ( en trmite ) , ISSN ( en trmite ) .
Las opiniones expresadas en Tlloc Qu? Boletn del
Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamrica son
responsabilidad exclusiva de sus autores.
Tlloc Qu? Boletn del Seminario El Emblema de Tla-
loc en Mesoamrica es una publicacin trimestral del
Proyecto El Emblema de Tlloc en Mesoamrica, del
Instituto de Investigaciones Estticas de La Universidad
Nacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario de la
Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Mxico
D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.
seminario.tlaloc@gmail.com
Portada: Lmina 2 Cdice Laud. Zelia Nutall, Cdice Nutall, Reproduccin del Facsimile Editado
por el Museo Pebody de la Universidad de Harvard. La Estampa Mexicana, Mxico.1974.
Cenefa: Detalle Lmina 1 Cdice Laud.
Consejo Editorial:
Jorge Angulo Villaseor
Marie-Areti Hers
Alejandro Villalobos
Patrick Johansson K.
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CONTENIDO
Presentacin Los aspectos mltiples del dios de las tormentas en el panten y la cosmologa teotihuacana Kasper Wrem Anderson y Christophe Helmke
Tezcatlipoca y el dios K: un ejemplo del sustrato religioso mesoamericano en la lpida de Huamango Francisco Rivas Castro, Rosalba Nieto Calleja y Laura A. Castaeda Cerecero Agua, palacios, jardines y abundancia descripcin de Alva Ixtlixochitl del cerro de Tetzcotzinco Juan Carlos Olivares Orozco y Erika Patjane Alonso
Sesiones del Seminario
p. 6
p. 8 p.53 p. 66 p. 84
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PRESENTACIN
E l presente nmero rene tres artculos que aportan reflexiones importantes en torno a
diversas cuestiones vinculadas con textos, imgenes y espacios rituales dedicados a
Tlloc.
El primero t itulado Los aspectos mlt iples del dios de las tormentas en el pan-
ten y la cosmologa teotihuacana , escrito por Kasper Wrem Anderson y Chris-
tophe Helmke, pone en la mesa de discusin la idea de que las dist intas personi-
f icaciones de Tlloc corresponden a fenmenos atmosfricos part iculares relacio-
nados con la l luvia. Con el apoyo de la lectura epigrf ica de este t ipo de manifes-
taciones, los autores ref ieren por un lado, conjuntos de representaciones relacio-
nados, entre otros, con puntos cardinales y colores correspondientes. La identif i-
cacin y correlacin entre patrones presentes en otras culturas dist intas de la
teotihuacana posibil i ta proponer similitudes con las estructuras grf ico -
simblicas del tambin l lamado Dios de las Tormentas generado en Teotihuacn,
lnea de investigacin que dar, con toda seguridad, resultados novedosos.
De la coautora de Rivas, Nieto y Castaeda se publica el texto Tezcatlipoca y el dios K: un
ejemplo del sustrato religioso mesoamericano en la lpida de Huamango, donde se plantea una
lectura distinta de dicha pieza, en la que se incluyen los que se identifican como elementos de
la religin mesoamericana de muy larga duracin, que se miran de formas similares pero cuyos
significados varan en el tiempo. De tal forma se analizan en este estudio representaciones de
una de las deidades relevantes en el panten maya, el dios K, a la luz de comparaciones con
las formas significativas de la propia lpida que muestra al seor del rayo vinculado al poder.
Juan Carlos Olivares Orozco y Erika Patjane Alonso presentan el texto Agua, palacios, jardines
y abundancia descripcin de Alva Ixtlixochitl del cerro de Tetzcotzinco, trabajo que analiza las
caractersticas funcionales y de ingeniera hidrulica que tiene uno de los pocos edificios de la
poca prehispnica tallados directamente en la piedra. El anlisis arqueolgico que recuperan
los autores, donde tanto la arquitectura propia del sitio como los elementos escultricos, se
complementa con informacin proveniente de fuentes escritas coloniales y con los datos obteni-
dos del llamado Cdice Xlotl, en el que se identifica al mencionado cerro como lugar de culto
al agua o lugar de culto a Tlloc.
Mara Elena Ruiz Gallut
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LOS ASPECTOS MLTIPLES DEL DIOS DE LAS TORMENTAS EN EL PANTEN Y LA COSMOLOGA TEOTIHUACANA
Kasper Wrem Anderson y Christophe Helmke
Introduccin
E n 1912 el gran erudito Eduard Seler present hallazgos arqueolgicos pro-
venientes de Teotihuacan en el 18 Congreso Internacional de Americanis-
tas en Londres (Seler, 1913). El siglo que ha transcurrido ha presenciado
investigaciones casi continuas en la extraordinaria zona arqueolgica de Teotihuacan.
El trabajo contina en estos aos con las gratificantes y notables excavaciones en el
tnel ubicado por debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, el punto focal del
complejo de la Ciudadela. Esta investigacin ha abierto dilogos acadmicos y nos
ha permitido renovar y matizar nuestra perspectiva acerca de esta antigua metrpolis
en cuanto a su sociedad, cultura, religin y cosmovisin. Este ensayo se basa en la
investigacin epigrfica de los aos recientes; se examinar la forma en la que las
culturas mesoamericanas han empleado los colores como componentes de su mbito
cosmolgico y teolgico, y propondremos que en Teotihuacan existi indudablemente
un modelo similar durante el periodo Clsico manifestado en el dios de las tormentas
y sus diferentes manifestaciones. Adems del uso de comparaciones interculturales,
nuestro enfoque en este ensayo se basa en un examen sistemtico del corpus ico-
nogrfico, para as analizar y escudriar las mltiples representaciones del dios de
las tormentas, seguido de un inventario exhaustivo, de la clasificacin y de ejercicios
tipolgicos cuyas funciones sern separar e identificar a las diferentes manifestacio-
nes de esta deidad. Muchos especialistas han expresado dudas con respecto a deli-
mitaciones demasiado finas, mientras que nosotros hemos identificado dentro de la
iconografa a un dios de las tormentas estndar e incluso prototpico, el cual exhibe
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anteojeras, como las efigies marciales e in-
cluso algunas inhumaciones, al igual que las
representaciones de mariposas, las cuales in-
dudablemente representan a las almas de los
guerreros difuntos (vase Miller, 1973:78, Fig.
110; 80-81, Fig. 116; 81, Fig. 119; Pasztory,
1974:15). A travs de nuestro anlisis de la
iconografa y de la cultura material de Teo-
tihuacan documentada en la literatura publica-
da, hemos recopilado ejemplos del dios de las
tormentas en donde las tres caractersticas son
visibles. El corpus que hemos recopilado cons-
ta de un total de 143 ejemplos incluyendo a las
formas emblemticas ms sintetizadas y a las
figuras de colgantes de nariz; este conjunto
tres caractersticas fundamentales concretas:
No se considera como una representacin del
dios de las tormentas a cualquier entidad que no
exhiba estas tres caractersticas (Fig. 1). La
razn para establecer esta distincin es que va-
rias representaciones iconogrficas tienen rasgos
del dios de las tormentas especialmente las
anteojeras enmarcando
a los ojos
(anteojos, anillos
oculares)
labio superior curvado (bigotera, bigotes)
caninos prominentes
debajo de los labios
(colmillos)
Fig. 1: Un ejemplo del dios de las tormentas de Teotihuacan exhibiendo las tres caractersticas
bsicas: anteojeras, labio superior curvado y colmillos prominentes. Ejemplo proveniente del Prtico
2 de Tepantitla (fotografa de Christophe Helmke).
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condujeron a investigadores como Manuel Ga-
mio, Eduard Seler y Hermann Beyer a concluir
que en Teotihuacan se vener a una forma
ms temprana de la deidad mexica Tlaalok
(Gamio, 1922:lxxii-lxxiii, Lm. xiiia-b; Beyer,
1922:273-278; Pasztory, 1974:3, vase tam-
bin Carballo, 2007). En la literatura se han
aplicado trminos diferentes para nombrar a la
deidad relacionada con la lluvia y el trueno pre-
sente en Teotihuacan, cuya descripcin se ha
basado principalmente en sus caractersticas
faciales (Caso, 1966; Pasztory, 1974; von Win-
ning, 1987; Berlo, 1992; de la Fuente, 1995;
1996). Aunque los rasgos compartidos y las
caractersticas faciales implican una continui-
dad que abarca desde Teotihuacan hasta el
Tlaalok mexica del Posclsico tardo, hemos
preferido emplear la designacin ms neutral
de dios de las tormentas para denominar a la
deidad con anteojeras presente en Teotihua-
can (siguiendo a Millon, 1988:100; Pasztory,
1988:45-73; 1997:95-107, 136; Berlo, 1992:
129-168; Langley, 1992:248-259). Esto se de-
be a que el idioma de Teotihuacan an se des-
conoce y constituye un asunto de intenso de-
bate (vase Nielsen y Helmke, 2011:345-349);
transponer un vocablo nhuatl sobre una dei-
dad del periodo Clsico de Teotihuacan es un
procedimiento completamente anacrnico y
muy posiblemente errneo en su totalidad. Est-
her Pasztory consider prctico emplear el
engloba a 114 ejemplos monocromticos re-
presentados en esculturas, pasajes jeroglficos,
efigies de cermica y murales, y una muestra
ms reducida de 29 ejemplos policromos halla-
dos en los murales y las piezas cermicas es-
tucadas. Los ejemplares policromos nos han
permitido identificar a bastantes dioses de las
tormentas cuyos cuerpos se caracterizan por
una coloracin particular. En total, hemos iden-
tificado seis coloraciones diferentes que al pa-
recer sirven como atributos diagnsticos, y co-
mo tal, suponemos que estas coloraciones fun-
cionan como identificadores diferenciados para
manifestaciones particulares del dios de las
tormentas. Ms adelante regresaremos a estos
ejemplos fascinantes de Teotihuacan, pero pri-
mero examinaremos la historia de las investi-
gaciones concernientes al dios de las tormen-
tas y estableceremos comparaciones con los
mexicas del Posclsico y los mayas del Clsi-
co, centrndonos en el lugar ocupado por las
deidades de la lluvia dentro de la cosmologa y
el panten de estas culturas mesoamericanas.
Tlaloc A, Tlaloc B y el dios de las tor-
mentas
Las anteojeras, los colmillos y el labio superior
que comparten el Tlaalok mexica del Posclsi-
co y las figuras ms antiguas representadas en
los murales, vasijas y figurillas encontradas en
las primeras excavaciones en Teotihuacan
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nombre de la deidad mexica correspondiente
cuando se pudiera establecer dicha correla-
cin, pero advirti que la referencia debe clasi-
ficarse como una versin teotihuacana de la
deidad (Pasztory, 1972:152; vase tambin
Carballo, 2007:55). La misma Paztory ha
usado designaciones como Tlaloc (Pasztory,
1971:127-138) y Tlaloc de Teotihua-
can (Pasztory, 1974), no obstante ella ha pre-
ferido la designacin dios de las tormentas
durante las dos ltimas dcadas (Pasztory,
1988:45-77; 1997:95-107)1. Actualmente mu-
chos investigadores prefieren restablecer la
designacin nhuatl (Taube, 2011) y algunos
arguyen que el nombre transmite apropiada-
mente las connotaciones y las descripciones
esenciales de esta entidad (Headrick, 2010).
1. Karl Taube menciona que en el Altiplano Central de Mxico, los vientos que provocan las lluvias de primave-ra y verano provienen del oriente (2009:29; para un ejemplo ilustrativo vase Iwaniszewski, 1986:254, Fig. 3), y, por lo tanto, resaltan un fenmeno natural, en don-de los ventarrones tempestuosos anteceden a las vigo-rosas nubes portadoras de lluvia durante la temporada pluviosa. El designar como el dios de las tormentas a la deidad relacionada con las lluvias en Teotihuacan puede verse como una equiparacin con el dios de la lluvia, pero ahora la costumbre de utilizar el trmino dios de las tormentas dentro de las esferas culturales de Teo-tihuacan puede servir para establecer una distincin en-tre la deidad de la lluvia teotihuacana y otras deidades de la lluvia relacionadas con otras culturas mesoameri-canas, como la azteca, la cual tambin se analiza en este ensayo. 2. Para conocer una visin general sobre algunos cdi-ces prehispnicos y coloniales tempranos, incluyendo al Cdice Borgia, consltese Vela, 2009b.
La etimologa del tenimo nhuatl Tlaalok
permanece en debate, pero usualmente se
cree que incluye tlaal tierra; algunos contin-
an proponiendo que el nombre se puede tra-
ducir como aquel que rompe la tierra (Lujn y
Santos, 2012:31-32, vase tambin Sullivan,
1972:213-217; Karttunen, 1983:276). Puesto
que la deidad de Teotihuacan y la de los mexi-
cas se encuentran separadas por ms de un
milenio, es crucial establecer una distincin
clara entre ambas sin importar la designacin
utilizada.
De cualquier manera, muchos estudiosos utili-
zaron la designacin Tlaloc para referirse a la
divinidad con anteojeras, incluyendo a Alfonso
Caso y Pedro Armillas, quienes descubrieron
que una de estas entidades de Tlaloc estaba
estrechamente relacionada con contextos
acuticos (Pasztory, 1974:6). De manera simi-
lar, Esther Paztory, quien se esforz para mati-
zar el entendimiento de las entidades conoci-
das como Tlaloc, argument la existencia de
dos tipos de deidades de la lluvia en la icono-
grafa de Teotihuacan, a las que design como
Tlaloc A y Tlaloc B (Pasztory, 1974). Una
imagen bilateral muy simple del dios de las
tormentas de Teotihuacan se form basada en
esta dicotoma. Con base en el Cdice Borgia
(p.27)2 como referencia cannica, ella identi-
fic diferentes tipos de Tlaaloke en la
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iconografa de Teotihuacan y concluy su an-
lisis proponiendo los trminos Tlaloc-
cocodrilo y Tlaloc-jaguar (Pasztory,
1974:18). En este esquema, el Tlaloc A cuya
presunta filiacin est relacionada con el coco-
drilo, estaba asociado con la tierra y el agua,
mientras que el Tlaloc B estaba ligado al
armamento, la guerra y la fertilidad (Pasztory,
1974:19)3. Asombrosamente Pasztory incluso
continu preguntando: acaso las otras im-
genes del supuesto Tlaloc [Tlalook] en Teo-
tihuacan pueden ser variantes adicionales de
una imagen de Tlaloc? Ella respondi a esta
cuestin con una respuesta clara y categrica:
no (Pasztory, 1974:10-11). Trece aos ms
tarde, Hasso Von Winning compil la significa-
tiva obra acerca de la iconografa de Teotihua-
can publicada en dos volmenes (von Winning,
1987). En estas obras, von Winning aclar que
se encontraba siguiendo los pasos de Pasztory
al argumentar la presencia de dos tipos de
Tlalooke en Teotihuacan: el Tlaloc A vincula-
do con el agua, y el Tlaloc B asociado princi-
palmente con la guerra y las ofrendas, y secun-
dariamente con el agua y la fertilidad (1987:
3. El anlisis llevado a cabo por Pasztory fue adoptado aos ms tarde por Cecilia Klein que intent averiguar la naturaleza y el carcter del Tlaalok azteca del Posclsico tardo. Sin embargo, su anlisis es limitado, ya que las interpretaciones se basaban en el material teotihuacano del Clsico, pero pretendan esclarecer temas relaciona-dos con el Tlaalok azteca de pocas ms tardas (Klein, 1980:156-157; para conocer un ejemplo con un enfoque opuesto vase tambin Heyden, 1975).
Tabla 6). Pasztory y von Winning identificaron
al Tlaloc A y al Tlaloc B de acuerdo a las dis-
tintas caractersticas faciales mediante la cate-
gorizacin de, por ejemplo, la forma especfica
del labio superior (Pasztory, 1974:6-7, 16; von
Winning, 1987: Tomo I:68; 94), la cantidad de
colmillos y la presencia de un nenfar en la
boca (von Winning, 1987:ibd.). Sorprendente-
mente, hasta la fecha no ha aparecido ningn
estudio en donde se tomen en consideracin
las diferencias de color de los distintos dioses
de las tormentas como un criterio para aislar a
las diferentes entidades o manifestaciones. Es-
to se enfatiza por el hecho de que las obras de
Pasztory y von Winning se publicaron en blanco
y negro. De cualquier forma, Pasztory mencio-
na la coloracin amarilla del dios de las tormen-
tas representado en los registros que enmarcan
a los murales de Tepantitla y se refiri a esta
caracterstica como alusiones de cruces inter-
nas, sugiriendo a continuacin que la pigmen-
tacin amarilla hace referencia a la deidad
amarilla de la vegetacin (Pasztory, 1974:11,
nota 2). Aunque este comentario comprensivo
permite entender las conceptualizaciones de
los estudiosos occidentales, no permite alum-
brar al panten antiguo de Teotihuacan, ni a su
estructura interna o deidades pobladores.
Como veremos ms adelante, el color es de
importancia primordial no solamente en Teo-
tihuacan, sino en todas las culturas meso-
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americanas en general, y ofrece un campo
abierto para explorar la naturaleza diversa del
dios de las tormentas y sus mltiples manifes-
taciones.
Las deidades cuadripartitas de la lluvia y
el trueno en Mesoamrica
En virtud de que los registros del rea maya
ilustran uno de los esquemas cosmolgicos
mejor documentados en toda Mesoamrica,
nuestro amplio enfoque mesoamericano co-
menzar con el anlisis de los datos prove-
nientes de esta rea. El clebre mayista Sir J.
Eric Thompson inform acerca de la creencia
en cuatro entidades destacadas de Chak por
parte de los modernos mayas yucatecos, lla-
madas los Nukuch Chakoob, y de muchas
otras deidades menores de Chak. Las cuatro
deidades Chak principales estn asociadas
en correspondencia a cada direccin del mun-
do y se conocen por diferentes nombres, como
Hopo kaan Chak, el Chak que enciende el
cielo, y Ajbolon kaan Chak, El Chak del no-
veno cielo (Thompson, 1970a:255). Robert
Redfield y Alfonso Villa-Rojas confirmaron la
existencia de las diferentes facetas de Chak
basados en su trabajo en Chan Kom, Yucatn,
cuando plantearon que en los rezos formales
se usaban los nombres alternativos para los
chacs de las cuatro direcciones, y cuando una
nube oscura surga en el oeste, se deca que el
chac negro estaba por venir (Redfield y Villa-
Rojas, 1962:115-116). A esto se puede aadir
la observacin efectuada por Sir Thompson
sobre las creencias religiosas de los mayas del
sur de Belice: Una vez ms, hay un Chac prin-
cipal entre los cuatro principales, el cual est
asociado con los cuatro rincones del mundo y
con los cuatro colores del orbe. En adicin a
esto, existen innumerables Chacs meno-
res (Thompson, 1930: 61).
Estas relaciones etnogrficas y etnohistricas
demuestran irrefutablemente la existencia de
un universo cuadripartita entre los mayas yuca-
tecos, un patrn que puede extenderse al
Posclsico tardo basados en la evidencia pro-
porcionada por el Cdice Dresde. Este almana-
que adivinatorio maya del Posclsico incluye
una seccin extensa que enlista los distintos
atributos y formas asociadas de Chaahk, el
dios de la lluvia y el trueno (vase Helmke,
2007; Palln Gayol, 2009:18; Stone y Zender,
2011:40-41). Los segmentos de las pginas 42
a 45 son de inters particular, al igual que las
pginas 29 y 30, las cuales representan los di-
ferentes aspectos de Chaahk, cuyas clasifica-
ciones se aprecian en los siguientes fragmen-
tos (Fig. 2).
La relacin entre coloracin y direccin cardi-
nal se hace de manera uniforme, y aqu se
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Fig. 2 Detalle de las pginas 29 y 30 del Cdice Dresde. Estas pginas muestran las manifestacio-
nes cudruples de Chaahk, la deidad maya de la lluvia y el trueno del Posclsico tardo, en donde
cada una de stas est vinculada con una coloracin y una direccin del mundo particular. De iz-
quierda a derecha aparecen el Chaahk blanco en su canoa, el Chaahk negro en un cenote, el Cha-
ahk amarillo taendo un tambor, y el Chaahk rojo cazando a un venado (escaneo del original Bi-
blioteca estatal de Saxonia, Dresde).
Demostrativo Tenimo Direccin Cardinal
Traduccin
Alay? Chak Xib Chaahk lakin Este es el Chaahk hombre rojo, oriente
Alay? Kan Xib Chaahk nohol Este es el Chaahk hombre amarillo, sur
Alay? Ihk Xib Chaahk chikin Este es el Chaahk hombre negro, poniente
Alay? Sak Xib Chaahk nal Este es el Chaahk hombre blanco, norte
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puede observar que la pigmentacin funciona
como el principal atributo singular de este con-
junto particular del Chaahk cuadripartita (vase
Helmke, 2007, 2012:85-89). De manera fasci-
nante vemos alusiones al mismo Chak Xib
Chaahk en los textos jeroglficos mayas del
Clsico (vase por ejemplo Schele y Miller,
1986:148-150, Lm. 40;227, Lm. 90;275-277,
Fig. VII.3; 310-312, Lm. 122; Garca Barrios,
2006:201-206), dejando claro que el mismo
sistema subyacente existi en el panten maya
del Clsico, en donde un aspecto del dios de la
lluvia y el trueno existi en forma cuadripartita.
Tambin es importante comentar que esta dis-
tribucin cuadripartita no estuvo restringida a
Chaahk, ya que tambin aplic para otras divi-
nidades, incluyendo al Dios K (Kawiil) y un as-
pecto del Dios N (Chan Itzam Tuun), por citar
algunos ejemplos, que durante el periodo
Clsico tuvieron su correspondencia equivalen-
te con una coloracin cardinal distintiva
(Helmke, 2012:89; vase tambin Boot, 2003:
7-10; Martin, en prensa). En consecuencia, es
muy probable que la gran mayora si no es
que todos de los dioses mayas se considera-
ran con una existencia cuadripartita, incluso si
estos no eran explcitamente referidos como
tales.
El hecho de que esta estructura es mesoameri-
cana y no est limitada exclusivamente al rea
maya puede demostrarse mediante el tepetla-
kalli de Tizapan de origen mexica, analizado
recientemente por Leonardo Lpez Lujn y
Marco Antonio Santos (2012) (Figura 3a). Este
fascinante artefacto es en realidad un cosmo-
grama; en la parte inferior de su borde est re-
presentado un conjunto de cuatro deidades
Tlaalok, las cuales sostienen y enmarcan al
centro del universo (vase tambin Matos
Moctezuma y Sols Olgun, 2002:145, Cat. 56).
Nuevamente, cada una de las figuras de
Tlaalok est representada con las coloracin
correspondiente a los puntos cardinales. En el
Cdice Borgia se puede reconocer otro conjun-
to equiparable, aunque en esta ocasin con un
Tlaalok en cada una de las cuatro esquinas de
la pgina 27, y uno en el centro que pareciera
cernirse en el fondo, dominando la escena y
formando un quincunce cosmolgico (Figura 4;
vase tambin Boone, 2007:145-151). Un pa-
nel ubicado actualmente en el Museo Amparo
proporciona la corroboracin de la naturaleza
cuadripartita de la forma mixteca de Tlaalok,
en este caso en forma de cuatro deidades que
sobrevuelan arriba de la escena, cada una con
un pequeo cntaro repleto de agua volteado,
como si estuvieran regando lluvias propiciato-
rias (Fig. 3b) (Urcid, 2009:34). An ms ajusta-
do al tema es el conjunto de cinco urnas de
Kosiyo que adornan la fachada de la Tumba 3
en Xoxocotlan, el cual una vez ms alude a la
configuracin del quincunce entre los
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Fig. 3: a) El cosmograma representando a cuatro Tlaaloke diferentes con sus colores correspon-
dientes en la tapa del tepetlacalli de Tizapan (dibujo de Fernando Carrizosa). b) La configuracin
cuatripartita de Kosiyo, la deidad zapoteca del trueno y la lluvia, cernindose por encima de la esce-
na con vasijas pequeas derramando lquido sobre los humanos sentados (Urcid, 2009: 34).
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Fig. 4: El cosmograma representado en el Cdice Borgia (p. 27). Aqu se representaron cinco mani-
festaciones de la deidad de la lluvia con coloracin. Ntese tambin la forma en la que estn repre-
sentados los fenmenos climticos y las mazorcas de maz en cada uno de los cuatro cuadrantes
del mundo. Como un ejemplo de esta conexin, el Tlaalok de coloracin azul est rodeado por
enormes nubes cargadas de lluvia y encima de mazorcas de maz erectas y frescas, mientras que
el Tlaalok de coloracin amarilla arde bajo los desgarradores rayos del sol y mientras los saltamon-
tes arruinan los campos de maz.
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Fig. 5: Conjunto de vasijas efigie del dios de las tormentas en agrupaciones de tres; esto ilustra otro
patrn numrico que es significativo para esta aglomeracin de deidades (Berrin and Pasztory
1993: 242, Cat. 119).
zapotecos del Clsico (Urcid, 2009:33). Estas
interesantes correspondencias, cuya duracin
fue de por lo menos un milenio y persisten
hasta el da de hoy en algunas localidades, de-
jan pocas dudas con respecto a la naturaleza
cuadripartita o de quincunce propia de las dei-
dades en particular de los dioses de la llu-
via, lo cual fue un punto fundamental de
equivalencia entre la pltora de dioses de es-
tas sociedades, sin importar las diferencias sig-
nificativas en los mbitos lingstico, cultural y
temporal.
A su vez, esto plantea la cuestin sobre la
posible existencia de un esquema semejante
en Teotihuacan. A primera vista, las intrigantes
vasijas del dios de las tormentas que aparecen
en conjuntos de tres pareceran indicar que un
patrn numrico diferente rigi al panten teo-
tihuacano (Fig. 5) (Berrin y Pasztory, 1993:
242, Cat. 119; Castillo y Miranda, 2009:321,
Cat. 136). Sin embargo, en un incensario teo-
tihuacano puede apreciarse una representa-
cin quntuple del dios de las tormentas debajo
de otra imagen de la misma deidad (Figura 6a-
b). Estas efigies portan una antorcha en la bo-
ca y signos de trapecio y rayo en sus tocados.
En ambos lados de este incensario pueden
apreciarse espejos decorados con el signo de
Ojo de Reptil. Ms lejos, en la regin de Es-
cuintla en Guatemala, un trpode de cermica
de estilo netamente teotihuacano representa
en su parte central a un gran dios de las tor-
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mentas con un tocado de trapecio y rayo, y un
signo invertido de montaa triple en su boca;
pero lo que es verdaderamente notable en l
son los cuatro dioses de las tormentas ms pe-
queos que blanden pequeos relmpagos y
que enmarcan a la figura central (Figura 6c)
(Hellmuth, 1978:83, Fig. 16; Taube, 2009:155,
Fig. 2a). Estos ejemplares cermicos confir-
man la presencia de un concepto quntuple del
dios de las tormentas de Teotihuacan en esta
ciudad y en las tierras ms lejanas bajo su do-
minio.
Por otra parte, justo como ha sido identificado
acertadamente por Annabeth Headrick, un en-
terramiento en la Pirmide de la Luna nos ha
permitido reconstruir una parte clave de la cos-
mologa de Teotihuacan. En su comentario so-
bre la Tumba 2 (Fig. 7), Headrick (2010) ha
hecho notar que cinco vasijas pequeas con la
efigie del dios de las tormentas se encontraron
en este depsito y que cuatro de stas se colo-
caron en las esquinas, mientras que la quinta
se situ en el centro (vase Sugiyama y Lpez
Lujn 2007:127-130).
Finalmente, Hermann Beyer tambin coment
la existencia de ejemplares cermicos frag-
mentados en donde cinco dioses de las tor-
mentas se modelaron y hornearon juntos, con
una vasija central de mayor tamao y cuatro
vasijas ms pequeas alrededor de ella
(Beyer, 1922:274, Lm. xiiia-b). De esa mane-
ra, es claro que la configuracin cuadripartita o
de quincunce de las deidades de la lluvia y el
trueno tambin se aplica al dios de las tormen-
tas de Teotihuacan del periodo Clsico.
Aunque la Estructura de los Altares ubicada a
los pies de la Pirmide de la Luna ha sido obje-
to de bastantes discusiones, es necesario con-
siderarla nuevamente en el presente trabajo
(Fig. 8a). Esta estructura que Jorge Acosta
(1966:48) fech alrededor de 300 y 650 d.C.
se accede por el oeste y en su interior se pre-
serva las partas bajas de columnas cuadradas
en talud-tablero. A pesar de que la configura-
cin interna original de esta estructura se des-
conoce debido a su estado de preservacin, es
posible que las columnas correspondan a los
restos de altares a falta de un mejor trmi-
no y utilizando la designacin de los autores
precedentes (v. gr. Acosta, 1966:48;
Schndube, 1975:241; Cabrera Castro, 2000:
206-207). Lo que hace interesante a los llama-
dos altares es su notable configuracin, cuya
relevancia radica en los puntos cardinales, ya
que hay cuatro altares alineados con respecto
a cada una de estas direcciones (con el del
oeste distribuido a ambos lados de la entrada),
cuatro altares adicionales emplazados entre
cada uno de los puntos cardinales; y, finalmen-
te, un noveno altar ubicado en el centro. Esta
-
20
Fig. 6: Manifestaciones quntuples del dios de las tormentas en la cultura teotihuacana. a) Un incen-
sario que representa manifestaciones quntuples del dios de las tormentas junto con otro dios de las
tormentas supremo y abarcador que preside a los dioses de las tormentas menores. b) Detalle de la
ilustracin anterior (Berlo, 1984: Lmina 37). c) Detalle de una vasija trpode moldeada proveniente
del rea de Escuintla en el sur de Guatemala, en donde se represent a un gran dios de las tormen-
tas en el centro flanqueado en las esquinas por cuatro dioses de las tormentas ayudantes ms pe-
queos dispuestos en un quincunce cosmolgico (dibujo de Nicolas Latsanopoulos).
-
21
configuracin dividida en nueve porciones es
extremadamente importante e implica que, en
adicin a la distribucin cardinal con el centro
dispuesto como quincunce, los puntos cardina-
les intermedios tambin figuraban destacada-
mente en la estructura cosmolgica durante el
periodo Clsico en Teotihuacan. A nivel de
Mesoamrica, se conoce relativamente poco
sobre el papel de las direcciones intermedias,
entre los cuatro puntos cardinales principales,
pero los murales descubiertos en la Tumba 12
de Ro Azul en Guatemala proporcionan una
comprensin complementaria (Fig. 8b). Aqu el
texto glfico sugiere que la tumba se puede da-
tar alrededor de 450 d.C. (vase Acua 2007:
35-36), lo que confirma la contemporaneidad
directa con la Estructura de los Altares en
Teotihuacan. Por lo tanto, es claro que los pun-
tos cardinales intermedios fueron de cierta im-
portancia en la cosmologa mesoamericana,
aunque han permanecido desconocidos por
mucho tiempo. Lo que es importante aqu es el
patrn cosmolgico que pudo formar las con-
cepciones del panten que estuvo vigente du-
rante el periodo Clsico. En consecuencia, el
nmero nueve parece ser tan significativo co-
mo el cuatro o el cinco; cada uno como aspec-
tos diferentes de un patrn cosmolgico ms
Fig. 7: Tumba 2, Pirmi-
de de la Luna, Teotihua-
can. El plano muestra la
disposicin de las cinco
vasijas efigies del dios de
las tormentas que se
hallaron dentro de este
depsito ceremonial con-
formando un cosmogra-
ma de quincunce (dibujo
de Saburo Sugiyama
Proyecto Pirmide de la
Luna).
-
22
Fig. 8: a) La Estructura de los Altares en la base de la Pirmide de la Luna, Teotihuacan
(fotografa de Christophe Helmke). b) El interior de la Tumba 2, Ro Azul, Guatemala. Ntense los
jeroglficos en las paredes que registran las direcciones cardinales principales, y aquellos en las es-
quinas que se refieren a las direcciones cardinales intermedias (fotografa de George Mobly Na-
tional Geographic Society).
-
23
amplio. Al considerar la importancia del nme-
ro nueve podra conjeturarse si esta cifra ayu-
dara a entender las agrupaciones tradicas del
dios de las tormentas mencionadas anterior-
mente, pues tres grupos tradicos naturalmente
dan como resultado nueve (vase Fig. 5). Es-
tos hallazgos tienen implicaciones fascinantes,
en particular cuando se toman en considera-
cin los murales policromos y las cermicas
estucadas con representaciones del dios de las
tormentas de Teotihuacan. Los 29 ejemplos
que hemos identificado posean tonalidades en
azul, negro, verde, rojo, blanco y amarillo: los
colores cardinales comunes no solamente en
Mesoamrica, sino en todo el continente ameri-
cano (vase Tabla 1; DeBoer 2005:71, Tabla
4). De cualquier manera, antes de continuar
analizando las ramificaciones que estas colora-
ciones tienen para nuestra comprensin de la
cosmologa y el panten teotihuacano del
Clsico, es necesario reexaminar el rol que es-
tos colores desempearon en los cosmogra-
mas de las culturas amerindias, tanto dentro
como fuera de Mesoamrica.
Los colores de las direcciones cardinales
Un hecho muy conocido es que las culturas
amerindias tanto en Mesoamrica como en
lugares ms lejanos conceban una cosmo-
loga que divida al universo en cuatro cuadran-
puntos cardinales4 (vase DeBoer, 2005). Ca-
da uno de estos cuadrantes se asociaba con
un color distinto y en ocasiones al centro tam-
bin se le atribua alguna coloracin. En toda
Amrica los colores cosmolgicos se ordena-
ban en diversos grados en orden decre-
ciente de importancia: negro, rojo, amarillo,
blanco, verde y azul. Fray Diego de Landa Cal-
dern (1524-1579) relat por primera vez el
patrn empleado por los mayas alrededor del
ao 1556 (Tozzer, 1941:135-138); Landa in-
dic que el rojo (chak) fue el color predominan-
te y se asociaba con el oriente, el poniente con
el negro (ek), el sur con el amarillo (kan), el
norte con el blanco (sak) y el centro con el co-
lor azul o verde (yax). De forma sorprendente,
exactamente el mismo patrn de colores con
las mismas asociaciones cosmolgicas se re-
gistr no solamente en el Cdice Dresde cuya
datacin es de poco antes de la invasin euro-
pea, sino que tambin se remonta al periodo
Clsico, un milenio entero antes (vase
Thompson, 1970b; Boot, 2003; Houston et al.,
2009). Gran parte de la religin y los rituales
mayas se perdieron con la colonizacin euro-
pea y la conversin al cristianismo, y en el lti-
mo siglo los mayas del sur de Belice ya no
4. Para conocer una breve discusin acerca de la fija-cin de las direcciones cardinales en contraste con los cuadrantes del mundo cuyos lmites estn establecidos por los solsticios, vase Stuart (2011:82-84) y DeBoer (2005:73).
-
24
recordaban cul color se vinculaba con cada
punto de la rosa de los vientos (Thompson
1930:48), aunque entre los mayas de Soccutz
del Belice occidental persista una memoria
errnea que asociaba el oriente con el blanco y
el norte con el amarillo (Thompson, 1930:108;
vase tambin 57, 59, 65). El caso de los ma-
yas esclarece que no se trata solamente del
esquema cosmolgico mejor documentado en
toda Amrica, sino que tambin fue el ms es-
table y firme hasta la intromisin de la cultura
extranjera occidental5.
Los procesos anteriores deben recordarse y
tenerse en consideracin al momento de exa-
minar otros casos mesoamericanos. Por lo que
se puede determinar, en el centro de Mxico la
indicacin ms clara de un universo cuadripar-
tita asociado a cuadrantes coloreados es el
tepetlakalli de Tizapan (Fig. 3a), cuya datacin
bien puede establecerse hacia finales del
periodo Posclsico tardo (siglo XV) (v. gr.
Lujn y Santos, 2012:26). Esta caja de piedra
muestra una secuencia de color rojo, negro,
amarillo y blanco, con el azul al centro. Aunque
no hay un afianzamiento claro con respecto a
la direccionalidad, es probable que el rojo deba
equipararse con el oriente. Si este fuera el
5. Vase tambin a Walker (1979: 509) y a Hieb (1979: 578) para conocer ejemplos de la interferencia europea en la cultura amerindia.
caso, entonces podra decirse que al comparar
el esquema posclsico de colores de los mexi-
cas con el cosmos maya, ambos incluyeron en
todos los sentidos una seleccin de coloracio-
nes, excepto por el intercambio de colores
asignados al sur y al occidente. Adems el
azul del centro se posicionara en el lugar del
verde, lo cual compagina bien considerando
que los referentes para el color verde y azul
tienden a estar bajo el mismo trmino en
muchas lenguas mesoamericanas (vase
MacLaury, 1997; Houston et al., 2009:40, 65).
En la pgina 27 del Cdice Borgia procedente
del oeste de Puebla se encuentra una repre-
sentacin intermedia que tambin plasma los
colores asociados a los puntos cardinales y al
centro, no obstante proporciona una imagen
bastante diferente (Fig. 4). Las diferencias
podran ser el producto de distintas filiaciones
culturales o la datacin del texto, pues proba-
blemente su fecha es posterior a la de la caja
de piedra, aunque por no ms de un siglo en
caso de que esto fuera as. En el Borgia puede
apreciarse la secuencia de color rojo, azul,
amarillo y negro, con el centro representado en
una idiosincrtica serie de rayas rojas sobre un
fondo blanco (desde luego, la coloracin cen-
tral solamente es el lugar para el verde o el
azul). Esta disposicin difiere del ejemplo de
Tizapan al tener el norte como negro y el sur
como azul, pero conserva respectivamente con
-
25
rojo y amarillo el importante eje solar oriente-
poniente. Al apreciar con an ms detalle, va-
rios estudiosos modernos estarn de acuerdo
con la diferencia del esquema de color del cos-
mos mexica, en caso de que pueda confiarse
en los trabajos de Fray Diego Durn concluidos
antes de 1579 (vase Durn, 1971; Lpez Aus-
tin, 2002). De acuerdo, estas fuentes etnohist-
ricas relatan que mientras que el este era de
hecho rojo, el sur era azul, al oeste blanco y al
norte negro, y el centro era verde. Al comparar
esto con el Borgia, podemos observar una con-
gruencia, nicamente con el amarillo del po-
niente palideciendo hasta llegar a blanco. Sin
embargo al comparar esto con el esquema
cosmolgico de los mayas, es claro que en l
hay una separacin intensa, siendo el nico
caso de continuidad en la seleccin de colores
y el empleo del rojo para sealar el oriente. Sin
embargo, podemos cuestionarnos acerca de la
aparicin del azul como una direccin cardinal
en el esquema cosmolgico del centro de
Mxico, ya que este color se encuentra ausen-
te entre los mayas, al igual que en el tepetla-
kalli de Tizapan, en donde se utiliz como color
central. Para hallar un posible origen del uso
del azul como uno de los puntos cardinales
mayores, se debe mirar hacia el norte, entre
otros grupos indgenas de Amrica. Por ejem-
plo, el azul se asigna al sur entre los apaches y
los navajos, mientras que entre los cherokees
y los pueblo se asigna al norte (vase Tabla 1).
El cosmos navajo es notablemente semejante
a muchos aspectos del cosmograma presente
en el Cdice Borgia, con la excepcin de la
sustitucin del blanco en el oriente. Los colores
cosmolgicos entre los pueblo son exactamen-
te iguales a los que usan los mayas, con la ex-
cepcin de que el negro y el azul se intercam-
bian y que el esquema entero gira 90 grados
hacia el sur6. Ya que el esquema de colores
cosmolgicos del centro de Mxico es tan pro-
penso al cambio, como puede confirmarse en
las fuentes disponibles, nos preguntamos qu
aspecto pudo tener durante el periodo Clsico
el cosmograma correspondiente, particular-
mente en Teotihuacan, asumiendo que ah
hubiera existido algo semejante. Al basarnos
en patrones predominantes en Mesoamrica y
en todo el continente americano (Tabla 1), es-
tamos en condiciones para formular algunas
hiptesis rudimentarias sobre el cosmograma
en Teotihuacan. En la mayora de los casos el
oriente se puede identificar con el rojo, hacin-
dolo una reconstruccin probable para el cos-
6. Lo que hace tan significativos a los cosmogramas de las culturas del suroeste de Estados Unidos es el uso extendido del color azul para un punto cardinal importan-te. De esta manera, las conexiones entre el Cdice Bor-gia y los navajos pueden tentar a preguntarnos si es po-sible establecer una correlacin entre la aparicin del azul en el esquema cosmolgico del centro de Mxico con las migraciones que desempearon un papel promi-nente en los mitos fundacionales de los aztecas.
-
26
Este Sur Oeste Norte Centro Referencias
Apache - Moderno --- 1
Cherokee 2
Lakota 3
Pueblo - Moderno --- 4
Hopi - Moderno --- 5
Navajo - Colonial --- 6
Tarasco 7
Sioux --- 8
Mexica - Colonial 9, 10
Mixteco - Posclsi-co
11
Azteca - Posclsi-co
12
Mixteco - Posclsi-co
--- 13
Zapoteco --- 14
Isthmiano - Moder-no
15
Maya - Posclsico 16,17
Maya - Clsico 18
Teotihuacan (?)
Teotihuacan (?)
Tabla 1: Colores cardinales entre algunas culturas de Mesoamrica y Norteamrica. Observe los dos cosmogramas hipotticos que proponemos para Teotihuacan.
Leyenda: (1) Curtis, 1907: 30-48 passim. (2) Mooney, 1891: 342; DeBoer, 2005: Tabla 4. (3) Brown, 1997: 58, 87; v-
ase DeBoer, 2005: Tabla 4. (4) vase Lenneberg y Roberts, 1956. (5) Stephen, 1898:261-262, 1936:2: 1190-1191;
Hieb, 1979:577-578; Dosier, 1970: Tabla 8. (6) Reichard, 1990:15; vase tambin Pinxton, 1983:11; Newcomb y Reich-
ard, 1975. (7) Pollard, 1993:141, vase tambin 144, Tabla 7.1. (8) Hassrick, 1989:256. (9) Diego Durn, 1574-1576 y
1579. (10) Lpez Austin, 2002:32. (11) Cdice Borgia. (12) Tepetlakalli de Tizapan (vase Lpez Lujn y Antonio San-
tos, 2012). (13) Cdice Fejrvry-Mayer. (14) Marcus, 1998:13. (15) Mnch 1994:154. (16) Cdice Dresde. (17) Diego
de Landa Caldern (Tozzer, 1941:135-138). (18) Textos glficos diversos.
-
27
mograma de Teotihuacan. En contraste, el po-
niente est asociado tanto con el negro como
con el amarillo, hacindolos opciones posibles.
El color del centro tiende universalmente a ser
verde azulado, lo que aqu tambin parece ser
aplicable, aunque parece probable que el ver-
de debi de estar vinculado con el centro y el
azul con uno de los principales puntos cardina-
les, ya que en Teotihuacan existen buenos
ejemplos de ambos colores. En la mayora de
los casos amerindios, si el azul se emplea co-
mo un color cardinal importante se asigna al
norte o al sur, mientras que en Mesoamrica
parece que se us casi exclusivamente para el
sur, lo cual tambin hace de esto un formato
posible para Teotihuacan. Finalmente, y me-
diante un proceso de eliminacin, el color para
el norte nicamente puede ser negro o blanco
dependiendo de la coloracin asignada al po-
niente. A esto debemos aadir que para el ne-
gro y el azul hay algunos patrones de sustitu-
cin verdaderamente interesantes y mutua-
mente excluyentes en Teotihuacan, lo que nos
lleva a preguntarnos si an existe otra posibili-
dad en donde el azul no sea simplemente un
sustituto para el negro, ya que en otros casos
amerindios se conocen sustituciones compara-
bles (Tabla 1; vase tambin DeBoer, 2005:
67). En caso de que esto resulte ser acertado
sera un gran avance para esclarecer por qu
seis colores se representaron en el corpus: el
verde en el centro, cuatro asignados a cada
direccin cardinal y el azul como el sexto color
que sustituye al negro.
La reconstitucin del lugar del dios de las
tormentas en el panten de Teotihuacan
Tras presentar nuestro argumento respecto al
amplio patrn mesoamericano referente a la
forma en que se representa a las deidades de
la lluvia y el trueno e ilustrarlas en relacin a
los colores asociados a las direcciones del
mundo durante tiempos precolombinos, ahora
es menester enfocar nuestra investigacin en
las mismas divinidades. De cualquier manera,
antes de que procedamos con la separacin y
clasificacin del material del dios de las tor-
mentas procedente de Teotihuacan, necesita-
mos revisar algunas caractersticas importan-
tes de las deidades de la lluvia entre los mexi-
cas y los mayas.
En las pginas 30 y 31 del Cdice Borbnico
del Posclsico mexica se hallan representacio-
nes de colores y deidades de la lluvia. En la
pgina 30 las figuras coloridas se muestran en
dos filas sobrepuestas. Las figuras de la fila
inferior estn posicionadas encima de una pla-
taforma piramidal con un teixiptla, o imitador
de deidad, de la diosa del maz adornada con
prendas multicolores (DiCesare, 2009:127).
-
28
La diosa del maz tiene un squito de cuatro
miembros, quienes tambin portan mazorcas
de maz en sus manos y exhiben en sus toca-
dos ornamentos de mscaras azules con ante-
ojeras y colmillos (ibd.:128). Las ropas de es-
tos cuatro personajes son bastante apropiadas,
pues son de color azul, blanco, amarillo y rojo.
Los cuatro personajes que personifican a Tlaa-
lok y que rodean a la diosa del maz en la pgi-
na 31 del Cdice Borgia tambin estn vesti-
dos con la coloracin de las cuatro direcciones
cardinales (Fig. 9). Los imitadores coloridos
estn colocados de acuerdo a las direcciones
cardinales y Taube menciona que en una ma-
no, cada figura de Tlaloc sujeta una bolsa colo-
rida y una hachuela envuelta en papel, y en la
otra mano cada personaje sostiene un objeto
en forma de bastn vertical coloreado de
acuerdo a las direcciones correspondien-
tes (Taube, 1996:319, vase tambin Klein,
1980:192-194; DiCesare, 2009:123-129).
En la pgina 27 del Cdice Borgia tambin son
evidentes las mazorcas de maz y los Tlaalok
de colores diferentes, en donde los Tlaaloke
multicolores estn asociados con tipos de cli-
ma distintos (Fig. 4). De acuerdo a la interpre-
tacin de esta pgina en el Cdice Borgia pro-
puesta por Elizabeth Hill Boone (2007:145)
puede observarse una distincin entre los fen-
menos meteorolgicos benevolentes o propi-
cios y los malignos o perjudiciales, reflejando
tipos de lluvia diferentes. Un Tlaalok amarillo
sostiene dos hachas, una serpiente y lo que
probablemente sea una pequea vasija con
una efigie que porta las caractersticas faciales
propias de esta deidad. Encima de l pueden
verse varios objetos menguantes representan-
do rayos solares, y debajo de l criaturas se-
mejantes a saltamontes devoran mazorcas de
maz troceadas. En la vieta del Tlaalok azul
blandiendo una serpiente se plasmaron encima
de l distintos signos rizados que representan
a las nubes cargadas de lluvia. En contraste
con el maz asociado con el Tlaalok amarillo,
aqu el maz crece erguido y fresco, y es tenta-
doramente comestible. Al juzgar los contextos
en donde estn representados estos diferentes
Tlaalok, es claro que cada uno de ellos estaba
asociado a fenmenos atmosfricos muy dife-
rentes.
El fraile franciscano Andrs de Olmos (ca.
1480-1568) se dedic a la evangelizacin de
los indgenas de Amrica al igual que otros mi-
sioneros en la Nueva Espaa. Para llevar a ca-
bo este propsito los misioneros espaoles co-
lectaron informacin referente al idioma, la his-
toria, las costumbres y las creencias de la gen-
te a la que deseaban convertir (Baudot, 2001:
410; Robertson, 1994:156; Lopes Don, 2010).
La obra de Olmos conocida como Tratado
-
29
Fig. 9: Cdice Borbnico (p. 31). Cuatro personificadores de Tlaaloke estn de pie en direccin a
las cuatro direcciones vestidos con prendas coloridas y elaboradas, portando bolsas de incienso y
rodeando a la diosa del maz Chikoomekoatl, quien es ofrendada al centro de la escena.
-
30
sobre Antigedades Mexicanas form parte de
este proyecto. Este trabajo concluido en 1539
explora la sociedad y la literatura de los pobla-
dores del centro de Mxico. Desafortunada-
mente, el paradero de esta obra se desconoce
en la actualidad, aunque se conservan algunas
versiones preliminares de este escrito, una de
las cuales es el conjunto denominado Historia
de los Mexicanos a travs de sus Pinturas.7Los
aspectos mltiples de las deidades relaciona-
das con Tlaalok y diferentes fenmenos at-
mosfricos se encuentran en algunos pasajes
interesantes de esta obra, los cuales procla-
man: De este dios del agua se dice que tiene
una morada de cuatro habitaciones, en medio
de las cuales hay un vasto patio en donde hay
cuatro tinajas grandes de agua. La [agua ah
resguardada] es muy buena, y de ella cae la
lluvia cuando se nutren los granos y las semi-
llas, y viene en buen tiempo. La otra es mala
cuando llueve, y con la agua se crean telara-
as en los granos y cae aguanieve/granizo;
otra es cuando llueve y [las semillas] no se
desarrollan y se secan.
7. La Historia de los Mexicanos a travs de sus Pinturas forma parte de un cdice annimo del siglo XVI llamado Libro dorado y Tesauro Indio, publicado por primera vez en 1882 por Joaqun Garca Icazbalceta (Baudot, 2001: 410; vase tambin Garibay, 1965: 19).
desarrollan y se secan. Y con el fin de hacer
llover este dios cre a muchos ayudantes pe-
queos que vivan en las cuatro habitaciones
de la casa, y tenan envases con los que toma-
ban el agua de aquellas tinas y [tenan] varillas
en su otra mano (Garibay, 1965: 26).8 De ma-
nera interesante, en estos pasajes se enfatiza
por igual el aspecto cuadripartita y configura-
cin espacial de las deidades Tlaalok, as co-
mo el poder que se les atribuye en la creacin
de diferentes tipos de lluvia.
La deidad de la lluvia no solamente se repre-
sent en conjuntos de colores, pues tambin
las mazorcas de maz tienen coloraciones dis-
tintas. Las crnicas de otro misionero, el fraile
dominico Diego Durn (1537-1588)9, hacen
evidente la conexin entre las mazorcas de
maz de colores direccionales, un rasgo que
tambin se encuentra fuera de Mesoamrica
(Taube, 2010: 76). Durn informa en el libro
dedicado al antiguo calendario (vase Durn,
1971: 383-470) que durante el decimotercer
mes del ao, el 29 de octubre, se llevaba a ca-
bo un festival llamado Tepee-ilwitl (da de la
8. Para una descripcin de un ritual cosmolgico similar entre la cultura apache moderna vase a Curtis (1907: 30). 9. La Orden Dominica le encarg a Diego Durn escribir acerca de las creencias y ceremonias indgenas en Mxico, por lo que compil las obras El Libro de los Dio-ses y Ritos (1574-1576), El Antiguo Calendario (1579) y La Historia de las Indias de la Nueva Espaa (1581). Las tres obras se tradujeron y publicaron recientemente (Durn, 1971; Durn, 1994).
-
31
montaa) en honor a las grandes cumbres, en
especial los volcanes, como el Popooka-tepeetl
(montaa humeante) y el Istaak-siwaatl
(mujer blanca) (Karttunen, 1983: 35, 104, 123,
203, 230). Durn menciona al describir estas
festividades de los cerros que: los granos de
elote se arrojaban hacia los cuatro puntos car-
dinales asociados con el ao indgena. Al
oriente queda Caa, al poniente queda Casa,
al norte queda cuchillo de Pedernal, y al sur
queda Conejo. Estos eran representados por
cuatro tipos de maz: negro, blanco, amarillo y
moteado (1971: 454). Mazorcas de maz de
colores diferentes se esparcan durante las fes-
tividades celebradas en honor a la diosa Xoo-
chi-ketzal (plumaje florido), en donde se des-
peda a las flores, una indicacin de que las
heladas se encontraban atrapadas por el mo-
mento (vase Karttunen, 1983: 210, 329). El 26
de octubre, tras la festividad de Weey-pachtli
(gran musgo) (Durn, 1971: 240-241; Karttu-
nen, 1983: 85, 183), Durn relata que junto con
algunas muchachas jvenes que seran sacrifi-
cadas: tambin suban a la roca cuatro sacer-
dotes portando en sus manos cuatro guajes
con maz. Uno] contena maz blanco, otro
maz negro, otro maz amarillo claro y otro mo-
rado (Durn, 1971: 243). Los sacerdotes vol-
teaban hacia los diferentes elementos de la na-
turaleza y esparcan el maz de color. El negro
se arrojaba hacia los cerros, el blanco hacia
las milpas, el amarillo en direccin al lago y el
morado a la direccin llamada amilpan (dem).
El uso de las direcciones cardinales no sola-
mente estaba reservado para la deidad Xoo-
chiketzal, pues tambin lo estaba en el caso
que aqu se trata con mayor detalle: en los ri-
tos dedicados al dios Tlaalok. Como tal, la aso-
ciacin entre divinidades y direcciones cardina-
les es un rasgo pan-mesoamericano presente
entre los mayas del periodo Clsico y los mexi-
cas del Posclsico. La nocin de un conjunto
mltiple de entidades de Tlaalok en el periodo
Poscolonial aumenta cuando Durn describe la
forma en que se colocaban las efigies de la
deidad en la cima del Monte Tlaloc: alrededor
haba una cantidad de dolos pequeos, pero
l [Tlaalok] permaneca en el centro como el
seor supremo. Estos pequeos dolos repre-
sentaban a las otras montaas y barrancas
que rodeaban a esta gran cumbre. Cada uno
de estos se nombraba de acuerdo al monte
que representaba (Durn, 1971: 156; vase
tambin Townsend, 1999). Aqu puede apre-
ciarse que para los mexicas los mltiples as-
pectos de la deidad de la lluvia no estaban res-
tringidos solamente a unas cuantas concepcio-
nes cosmolgicas o a una variedad amplia de
personificaciones de fenmenos climticos,
sino tambin a montaas en especfico que
-
32
esencialmente servan como deidades patro-
nas del paisaje montaoso, permeando en to-
do. Al ser este el caso, puede concluirse que
para los mexicas en realidad haba una se-
cuencia casi interminable de encarnaciones de
Tlaalok en todos los mbitos, tanto terrestres
como celestiales. De manera similar entre los
mayas del Clsico Chaahk no estaba limitado a
una manifestacin singular, pues tambin esta-
ba asociado con varios aspectos distintos, con
modelos climticos diferentes y fenmenos at-
mosfricos en particular. En los pasados veinte
aos los epigrafistas han sido capaces de leer
exitosamente una profusin sorprendente de
nombres ligados a Chaahk, en donde cada uno
de estos parece ser una personificacin o un
tipo particular de lluvia o tormenta (v.gr. Laca-
dena, 2004; Garcia Barrios, 2006; 2007; 2009;
Helmke, 2007; Palln Gayol, 2009). A conti-
nuacin se presentan algunos ejemplos ilustra-
tivos:
Yax Haal Chaahk Chaahk de las primeras lluvias
Yax Mayuy Chan Chaahk Chaahk es la primer niebla (matinal) en el cielo
Kahk Chan Chaahk Chaahk es el fuego en el cielo
Kahk Yipiiy Chan Chaahk Chaahk que incendia el cielo con fuego
Los ejemplos mostrados aqu vinculan a los
fenmenos climticos y a Chaahk, lo cual su-
giere que Chaahk tuvo varios caracteres dife-
rentes. El dios se mostr en diferentes formas
o manifestaciones. Como ya hemos visto, el
Chaahk cuadripartita asociado a las direccio-
nes cardinales conforma un grupo coherente,
en donde cada uno es esencialmente el mismo
tipo de Chaahk, cuyo rasgo distintivo es su co-
loracin. Como tal, un conjunto de cuatro o cin-
co Chaahk cardinales no son ms que las fa-
cetas o manifestaciones mltiples de una gran
encarnacin. Sin embargo, una serie completa
de estos conjuntos probablemente se concibi
como la que defini a la totalidad de la por lo
dems inexplicablemente extensa y abrumado-
ra entidad que es Chaahk. Por lo tanto, los
especialistas en rituales de la antigedad divi-
dieron lo que era una entidad inconcebible-
mente grande en grupos ms reducidos com-
primidos en unidades, puestas en orden para
que la mente humana fuera capaz de asimilar
las partes constituyentes de esta nica divini-
dad.
Aqu un aspecto que es importante recalcar es
que hay patrones repetidos en las secuencias
nominales de varias divinidades mayas del
Clsico. A continuacin se proporcionan algu-
nos ejemplos claves de estas pautas en la
Tabla 2:
-
33
Nun Ujol Nun Ujol
Nun(?) es la cabeza de Chaahk Nun(?) es la cabeza de Kinich
Chaahk Kinich
Kahk Yipiiy Chan Kahk Yipyaj Chan
Chaahk incendia el cielo con fuego Kawiil incendia el cielo con fuego
Chaahk Kawiil
Kahk Tiliiw Chan Kahk Tiliw Chan
Chaahk aviva el fuego en el cielo Yopaat aviva el fuego en el cielo
Chaahk Yopaat
Sihyaj Chan Sihyaj Chan
Kawiil que naci en el cielo Kinich que naci en el cielo
Kawiil Kinich
Baluun Baluun
9 Chaahk 9 Kawiil
Chaahk Kawiil
Waxaklajuun Ubaah Waxaklajuun Ubaah
18 son las imgenes de Kawiil 18 son las imgenes de Kan (serpiente)
Kawiil Kan
Tabla 2: Ejemplos ilustrativos de varios tenimos o nombres de divinidades conocidos de los
antiguos mayas por sus textos glficos. Ntense la estructura que las pares tienen en comn aun
cuando pertenecen a diversos divinidades.
-
34
Como tal, es claro que existieron bastantes
personificaciones de diferentes deidades, pero
la cuestin an es cuntas encarnaciones se
reconocieron para cada deidad en particular? y
existe o no una estructura subyacente com-
partida? Las entradas finales ubicadas en la
tabulacin anterior ayudan a reconstruir la lgi-
ca fundamental que predomin en el panten
maya y a reconocer estas continuidades es-
tructurales, en donde podemos observar los
nombres de manifestaciones particulares enca-
bezados por los nmeros 9 y 18. De esta ma-
nera podemos apreciar el nombre Waxaklajuun
Ubaah Kawiil Dieciocho son las imgenes/
encarnaciones de Kawiil; la llamada
Serpiente de Guerra teotihuacana porta exac-
tamente el mismo tipo de nombre, conocido
como Waxaklajuun Ubaah Kan Dieciocho son
las imgenes/encarnaciones de la serpiente.
Estos dos nombres son particularmente evoca-
tivos debido a que pueden contrastarse con
aquellos encabezados por Baluun nueve, que
es significativo numricamente, ya que es la
mitad de 18. Adems, como ya hemos visto, el
9 probablemente simboliz las cuatro direccio-
nes cardinales principales, las cuatro direccio-
nes intermedias ubicadas entre stas, y el cen-
tro cosmolgico. Ya que en los tenimos los
prefijos numricos no exceden 18, es tentador
proponer que los mayas reconocieron hasta 18
encarnaciones diferentes, no solamente para
Kawiil (Dios K) y la Serpiente de Guerra, sino
tambin para Chaahk (Dios B). Si este modelo
resulta ser verdico, podra ser aplicable a to-
das las deidades mayores reconocidas por los
antiguos mayas, y de este modo, proporcionar
a su panten una estructura numrica co-
herente. Lo que es verdaderamente notable es
que esta estructura subyacente es compartida
por las deidades mayas y la Serpiente de Gue-
rra coetnea, una entidad que se sabe provie-
ne de Teotihuacan (Freidel et al., 1993: 281;
Taube, 2004: 88; 2006: 161). De ello se dedu-
ce que este patrn de 18 manifestaciones exis-
ti no solamente dentro del rea maya, sino
que tambin fue el principio gua presente en
Teotihuacan.
Clasificacin y tipologa del dios de
las tormentas de Teotihuacan
Como ya hemos mencionado, hemos docu-
mentado 29 representaciones policromas dife-
rentes del dios de las tormentas en la icono-
grafa de Teotihuacan. Estos ejemplos repre-
sentan al dios de las tormentas con los si-
guientes colores: azul, amarillo, verde, rojo y
negro. Como hemos visto anteriormente, debi-
do a que el color verde indudablemente se
asociaba al centro de los cosmogramas as co-
mo el dios de las tormentas verde parece estar
-
35
ma en la que plausiblemente el dios de las tor-
mentas rojo se relacionaba con el oriente. El
resto de las direcciones cardinales y sus colo-
raciones son ms difciles de descifrar, pero
considerando esto podemos apreciar sustitu-
ciones importantes y unvocas entre negro y
azul, por lo que es posible sugerir que el dios
de las tormentas negro y azul se vinculaban
con la misma direccin del mundo, ya que de
otra manera, no habra formas para explicar
esta sustitucin. En caso de que el color fuera
un identificador discreto, la informacin debera
conformar agrupaciones naturales de dioses
de las tormentas, en donde cada uno de estos
exhiba caractersticas diferentes y elementos
diagnsticos congregados de acuerdo a la co-
loracin. Aunque nuestra muestra es mucho
ms pequea de lo que pudiera desearse, se
aclara rpidamente que la coloracin no se
podra usar como un identificador discreto, ya
que los dioses de las tormentas de diferentes
coloraciones comparten atributos y elementos
diagnsticos. En cambio, en muchos casos la
coloracin parece servir como un identificador
continuo secundario cuya funcin es separar a
las manifestaciones cudruples o quntuples
del mismo tipo del dios de las tormentas. De
hecho, la nocin sobre la existencia de cinco
dioses de las tormentas diferentes vinculados
con las direcciones cardinales y el axis mundi
no es nueva, como podra asumirse inicialmen-
te. Una revisin cuidadosa de la literatura exis-
tente revela que Herman Beyer propuso origi-
nalmente esta idea en 1922 en su contribucin
a la aclamada obra de Gamio titulada La Po-
blacin del Valle de Teotihuacn (Beyer, 1922:
278; vase tambin Pasztory, 1971: 133).
Uno de sus comentarios en este aspecto es de
notabilidad particular: En los Museos de Teo-
tihuacn y de Mxico se conservan unos vasos
de manufactura algo burda que estn decora-
dos en su lado anterior con caras de Tlloc.
Algunas piezas tienen, adems, los diminutos
miembros de la deidad. Tambin una curiosa
combinacin de cinco vasos cilndricos ostenta
en el anterior y ms alto de ellos las facciones
de Tlloc hechas en el mismo estilo (Beyer,
1922:278). A pesar de este comienzo promete-
dor, la hiptesis propuesta por Beyer nunca
volvi a asumirse de forma concluyente por
parte de los investigadores de Teotihuacan.
Por lo tanto, a pesar de que el color nos permi-
te distinguir entre encarnaciones separadas y
asociadas cardinalmente, la agrupacin cos-
molgica de las formas del dios de las tormen-
tas constituye un grupo que comparte los mis-
mos conjuntos de atributos y elementos dia-
gnsticos. Unos cuantos casos se detallarn
para aclarar estos conceptos; para ilustrar al-
gunos de los puntos clave debemos considerar
-
36
los ejemplos monocromticos de los dioses de
las tormentas. Los ejemplos monocromticos
evidentemente carecen de coloracin que pue-
da vincularse acertadamente con las direccio-
nes cardinales. Consiguientemente, la colora-
cin y su potencial como elemento discrimina-
torio se anulan, por ende se tiene que confiar
en una serie diferente de atributos para tener la
capacidad de reconocer y distinguir una mani-
festacin de otra. En este punto debemos re-
cordar que, basados en elementos iconogrfi-
cos clave, la distincin entre una y otra mani-
festacin de una deidad pudo ser fcil para los
antiguos habitantes de Teotihuacan, cuya cul-
tura estaba completamente formada dentro de
la religin, rituales y cosmologa de esta anti-
gua ciudad. Pero para nosotros, que no esta-
mos formados dentro de esta cultura, la cues-
tin radica en lo siguiente: cules elementos
iconogrficos son los que sirven como carac-
tersticas diagnsticas para cada dios de las
tormentas? La solucin de esta pregunta es lo
que ha guiado todos los aspectos de nuestra
investigacin, comenzando con la construccin
y seleccin de criterios de nuestra base de da-
tos. Aqu solamente podremos presentar algu-
nos de los resultados preliminares de la clasifi-
cacin y los esfuerzos por establecer una tipo-
loga para los datos, reservando los resultados
finales para un tratamiento futuro, despus de
que la informacin se haya sometido a anlisis
ms rigurosos y pruebas estadsticas. Para el
anlisis posterior de las diferentes manifesta-
ciones, usamos los trminos atributos prima-
rios y atributos secundarios. Un atributo pri-
mario es el motivo que caracteriza a manifes-
taciones particulares del dios de las tormentas,
como los anillos oculares, el labio superior y
los colmillos10. Un atributo secundario es un
motivo que revela un poco ms acerca de la
manifestacin especfica del dios de las tor-
mentas, por ejemplo, una serpiente de rayo, un
nenfar, una vasija efigie pequea o una hoja
de maz.
Para ilustrar a que nos referimos por carac-
tersticas diagnsticas, consideremos al dios
de las tormentas negro representado en el mu-
ral de San Sebastin (Fig.10a). En este ejem-
plo la coloracin evidentemente est presente,
y aparte de las caractersticas estndares co-
mo anteojeras, labio superior curvado y colmi-
llos, este dios de las tormentas tiene un con-
junto de antorchas encendidas de gran tamao
en su boca. Con una intencin determinada,
las antorchas deben ser el elemento diagnsti-
co que permite identificar a este dios de las tor-
10 Al catalogar los colmillos en la base de datos se ha hecho la distincin entre caninos curvos o rectos, aun-que ahora se puede demostrar que estas variables es-tilsticas no portan ninguna carga semntica.
-
37
Fig. 10: La conjuncin del dios de las tormentas policromo con sus homlogos monocromos. a)
Dios de las tormentas negro con antorchas encendidas, Barrio de San Sebastin (fotografa de
Christophe Helmke). b) Ejemplo jeroglfico de la variante de cabeza del dios de las tormentas con
una antorcha apagada a manera de clasificador, La Ventilla (esto y otros dibujos por Christophe
Helmke). c) Dios de las tormentas cosechador blandiendo un tallo vegetal, Zacuala (fotografa de
Haupt y Binder). d) Representacin jeroglfica con tallo vegetal a manera de elemento diagnstico,
La Ventilla. e) Dios de las tormentas con emblema de quincunce en su escudo, Amanalco
(fotografa de Leticia Staines IIE, UNAM). f) Jeroglfico del dios de las tormentas con logograma
de quincunce en su boca a manera de clasificador principal, La Ventilla.
-
38
mentas en particular. En los textos de La Venti-
lla curiosamente tenemos bastantes referen-
cias jeroglficas que aluden al dios de las tor-
mentas, de las cuales una unidad fraseolgica
se empareja con la variante de cabeza del dios
de las tormentas con una antorcha apagada
(Glifo 31) (Fig. 10b; Cabrera Castro, 1996;
Taube, 2000: 13-15; King y Gmez Chvez,
2004; Nielsen y Helmke, 2011). Ya que los gli-
fos de La Ventilla se representaron de forma
monocroma y la antorcha es el nico elemento
proporcionado, es claro que este elemento fun-
ciona como la caracterstica diagnstica de es-
te dios de las tormentas en particular. Hasta el
momento el dios de las tormentas con antor-
chas solamente ha sido hallado como una dei-
dad de la tormentas negra, lo cual sugiere que
estaba vinculada a rituales de fuego (quiz
ritos nocturnos?)11, y tambin a una coloracin
particular y una direccin cardinal conjunta en
exclusividad. De manera similar, la hoja o tallo
de maz que portan los dioses de las tormentas
de Techinantitla y Zacuala (Fig. 10c) tambin
funciona como indicador diagnstico, pues
tambin est representada como un identifica-
11. En este aspecto y de manera interesante, Durn nos informa que durante la festividad del cuarto mes, conoci-da como el Weytosostli gran Perforacin, haba rituales que involucraban a hombres caminando a travs de las ciudades con antorchas encendidas, un ritual que co-menzaba al atardecer del da previo a la fiesta, la cual segn se dice caa en el 30 de abril (Durn, 1971: 423).
identificador aislado en forma jeroglfica en La
Ventilla (Glifo 1) (Fig. 10d). A pesar de que la
pigmentacin de los ejemplos de Zacuala se
ha desgastado por un largo tiempo, a partir de
las acuarelas de Laurette Sjourn se eviden-
cia que la coloracin verde era predominante
al momento del descubrimiento. Nuevamente
tenemos la formacin de un par consistente en
una coloracin particular con un elemento dia-
gnstico discreto, y en este caso la iconografa
asociada vincula a estos dioses de las tormen-
tas verdes con las cosechas y la abundancia
de cultivos. Un tercer ejemplo convincente de
La Ventilla (Glifo 37) representa la cabeza de
un dios de las tormentas con un jeroglfico de
quincunce en su boca (Fig. 10f).12
A partir de
otros ejemplos sabemos que este dios de las
tormentas en particular est nombrado de ma-
nera jeroglfica por un signo de quincunce infijo
en la boca de un dios de las tormentas estiliza-
do y prototpico, cuyas anteojeras se remplaza-
ron por una serie de anillos. Dos imgenes del
dios de las tormentas procedentes de Amanal-
co son significativas debido a su coloracin
blanca; estas representaciones blanden gran-
12. En la escritura maya del Clsico, el signo de quin-cunce funciona como el logograma KAN, cuya funcin es registrar el adjetivo amarillo (vase Stone y Zender, 2012: 126-127).
-
39
Fig. 11: Dios de las tormentas blanco arrojando una sinuosa serpiente de relmpago con su atlatl, Tetitla
(fotografa de Christophe Helmke).
des rayos estilizados y portan escudos engala-
nados precisamente con este glifo emblemti-
co (Fig. 10e). En consecuencia, parece posible
sugerir que el dios de las tormentas del quin-
cunce mencionado en La Ventilla fue un dios
de las tormentas blanco, al igual que el maravi-
lloso ejemplo procedente de Tetitla (Fig. 11),
que representa a un dios de las tormentas
blanco preparndose para arrojar un rayo ser-
penteante con su atlatl, y con su brazo izquier-
do oculto detrs de un escudo redondo. Aqu
est la combinacin de caractersticas que nos
permite identificar este aspecto belicoso, quiz
incluso marcial, del dios de las tormentas
(vase Taube, 2011: 102; Langley, 1992: 249-
253), y aunque como tal no est nombrado de
forma jeroglfica en Tetitla, todas los rasgos
representados nos ayudan a identificarlo como
una imagen del dios de las tormentas del
quincunce.
La representacin del dios de las tormentas en
el fondo de la famosa vasija de Las Colinas
constituye un ejemplo adicional de vinculacin
entre la evidencia polcroma y monocroma
(Fig. 12a). La imagen monocroma de esta ma-
nifestacin con un nenfar en la boca, tocado
anudado y signos acuticos alrededor de l,
muestra una semejanza notable con el dios de
las tormentas amarillo del complejo de Tepanti-
tla (vase Fig. 1), al igual que el de Tetitla (Fig.
12b). Los atributos secundarios y la forma de
representacin compartidas de estos ejemplos
-
40
Fig. 12: El dios de las tormentas con nenfar. a) Vasija de Las Colinas recuperada por el etn-
grafo sueco Sigvald Linn (1899-1986) durante sus excavaciones en el estado de Tlaxcala, 1934
-1935 (dibujo de Nicolas Latsanopoulos). b) Otro ejemplo del dios de las tormentas con nenfar
representado de forma herldica en el Cuarto 19 de Tetitla (dibujo de Christophe Helmke).
sugiere que la vasija de Las Colinas quiz re-
presente a un dios de las tormentas amarillo, al
igual que la manifestacin representada en
Tepantitla.
Aparte de estos fantsticos ejemplos, ahora
podemos apreciar que otros conjuntos de ca-
ractersticas no estn restringidas a manifesta-
ciones particulares del dios de las tormentas,
especialmente, por ejemplo, la serpiente de
rayo y la pequea vasija efigie que relativa-
mente es comn en todos los mbitos. Como
resultado, estas caractersticas solamente se
pueden considerar atributos secundarios no
discriminatorios y acrecientes, y en el caso de
la serpiente de rayo, debido a la amplia difu-
sin y traslape de esta caracterstica, se podra
considerar su incorporacin a los tres elemen-
tos cannicos que definen a los dioses de las
tormentas de Teotihuacan. Una vez ms, la
presencia del jeroglfico de quincunce parece
estar ms difundida cuando no se representa
en contextos marciales, ya que aparece en las
vestiduras de los dioses de las tormentas de
diversos colores. Nuestros esfuerzos de clasifi-
cacin se ven obstaculizados por el hecho de
que en ocasiones los dioses de las tormentas
se representan en figura completa, mientras
que en otros casos solamente es visible el tor-
so o la cabeza. Por lo tanto, a partir del tipo de
escena al alcance, nicamente ciertos rasgos
-
41
caractersticos estn disponibles. De manera
similar, el motivo de nenfar frecuentemente
hallado como adorno en el rea bucal de cier-
tos dioses de las tormentas tambin se aprecia
en aquellos cuya coloracin es negra, roja,
blanca o amarilla. Estos ejemplos ponen de
manifiesto lo siguiente: si el nenfar es un indi-
cador de clase para los dioses de las tormen-
tas asociados a esta planta acutica, tambin
existi como un cudruplo perfecto de manifes-
taciones orientadas en concordancia a los pun-
tos cardinales, en tanto que como se men-
cion previamente el negro y el azul se susti-
tuyeron mutuamente.
Tras tomar en cuenta los esfuerzos pioneros
de Pasztory y von Winning, pareciera ser que
es posible crear dos agrupaciones extensas
fundamentadas en las caractersticas faciales
aisladas, no obstante, en contraste con una
dicotoma demasiado simplista, una imagen
mucho ms compleja del panten emerge tras
expandir nuestros anlisis e identificar los atri-
butos que permiten separar en una serie de
grupos a los dioses de las tormentas que ex-
hiben colores y cualidades diferentes. En trmi-
nos sencillos, las manifestaciones presentes
en nuestra base de datos son demasiado com-
plejas, variadas y coloridas como para colocar-
las dentro de la misma agrupacin, especial-
mente si prestamos atencin al conocimiento
transmitido por el panten mexica y maya. Sin
embargo, nuestras agrupaciones son provisio-
nales debido a que hemos detectado conjuntos
de coloraciones intercaladas. Por ejemplo, el
dios de las tormentas rojo procedente de Te-
chinantitla (Fig. 13) se represent con una ser-
piente de rayo, una vasija efigie pequea y un
nenfar en la boca, adems de un tocado dis-
tintivo y una serie de otros motivos en sus alre-
dedores.
Los dioses de las tormentas amarillos figuran
prominentemente en los murales de Tepantitla,
y tienden a estar asociados con el nenfar y
las vasijas de libacin. Tambin estamos en
disposicin para proponer que otro dios de las
tormentas con coloracin verde estaba asocia-
do con el maz joven. En contraste, el dios de
las tormentas azul parece haber estado fuerte-
mente asociado con la siembra emprendida
con la llegada de las primeras precipitaciones,
durante el inicio de la temporada lluviosa en el
comienzo del verano. Estos casos denotan un
modelo en donde cada fenmeno meteorolgi-
co, como la lluvia distintiva y el relmpago, tu-
vieron su propia personificacin, y en ocasio-
nes manifestaciones cudruples ligadas a un
color en especfico, as como la serpiente
relmpago antes mencionada. Las diversas
manifestaciones del dios de las tormentas evi-
dentemente abarcan una amplia diversidad de
-
42
Fig. 13: El dios de las tormentas de Techinantitla. Este ejemplo es en esencia la representacin ms elabo-rada y compleja de una manifestacin particular del dios de las tormentas en Teotihuacan (dibujo de Nicolas Latsanopoulos).
ocupaciones divinas. No es sorprendente que
las manifestaciones del dios de las tormentas
abarquen actividades agrcolas, lugares en la
naturaleza, un aspecto relacionado con las
ofrendas, y condiciones climticas diferentes,
principalmente aquellas que involucran al
relmpago, el trueno y la lluvia.
Comentarios Finales
Los hallazgos susodichos nos permiten notar
que las deidades de la lluvia cuadripartitas y
del trueno constituyen una incidencia comn
en Mesoamrica. Tambin notamos que las
deidades a menudo se pueden apreciar como
cudruplos, en donde cada una es la manifes-
tacin de un dios ms grande, con las encar-
naciones de coloracin especfica vinculadas a
las diferentes direcciones cardinales. Este es-
quema proporciona agrupaciones de cuatro y,
en ocasiones, de cinco deidades, asociadas a
lo que pudiera definirse como un tipo particu-
lar, en donde cada uno comparte esencialmen-
te el mismo nombre y atributos caractersticos,
pero emplea una coloracin como elemento
discriminante adicional para establecer una
distincin entre ellas. En vista del papel secun-
dario desempeado por las direcciones cardi-
nales intermedias entre las culturas del periodo
Clsico, en donde los mayas y los teotihuaca-
nos no fueron la excepcin, podemos encon-
-
43
trar topnimos ligados a nueve manifestacio-
nes diferentes, e incluso a lo que parecen ser
conjuntos completos de dieciocho. Sin embar-
go, a pesar de estos modelos y marcos ideali-
zados, podemos observar que el nmero total
de encarnaciones individuales excede por mu-
cho a 18, como es el caso entre los mayas e
indudablemente tambin en Teotihuacan. A
pesar de todo, est claro que la categorizacin
dicotmica del dios de las tormentas de Teo-
tihuacan en los llamados Tlaloc A y Tlaloc B
no solamente es errnea, sino completamente
fuera de lugar. Los anlisis comparativos pre-
sentados en este ensayo han producido un au-
mento en nuestra comprensin del panten
teotihuacano. Aunque todava estamos muy
lejos de ser capaces de reconstruir totalmente
el panten de esta antigua ciudad, esperamos
haber demostrado la utilidad de una perspecti-
va comparativa amplia entre las culturas me-
soamericanas y amerindias en general. A pe-
sar de las enormes diferencias entre las cultu-
ras comparadas, cada una de stas demostr
un grado de afinidad que nos posibilit recons-
truir desde un punto de vista ms amplio la es-
tructura subyacente y el simbolismo del pan-
ten de Teotihuacan que alguna vez estuvo
poblado por una amplia gama de divinidades
que apenas ahora comienzan a emerger de un
letargo de olvido. Lo nico que podemos espe-
rar es que investigaciones futuras descubran
ejemplos iconogrficos adicionales que permi-
tan comprobar nuestras propuestas. Al igual
que en otras culturas mesoamericanas con-
temporneas, el panten de Teotihuacan no
diferenciaba entre el espacio y las divinidades,
lo cual constituy una unidad continua e ininte-
rrumpida. De esta manera, una direccin cardi-
nal principal (e intermedia) y la manifestacin
de una entidad sobrenatural constituan una
unidad nica e indivisible. Pero esta multiplici-
dad otorg un sentido de permanencia y mun-
danidad, ya que debido a que la suma de las
partes proverbiales, todas las manifestaciones
diferentes de la deidad se concibieron en con-
junto para proporcionar una concepcin ms
completa de la gran deidad que resida en la
parte media. As todas las facetas del dios de
la tormenta, proporcionan una parte pequea
de la entidad ms grande y casi inconcebible,
lo que podra obedecer porqu los antiguos
telogos mesoamericanos intentaron de redu-
cir esta enorme deidad a personificaciones re-
ducidas que fueran ms fcilmente concebi-
bles y responsables ante de la interlocucin
humana. Entre las culturas mesoamericanas el
aspecto cuadripartita no est circunscrito ex-
clusivamente a los dioses de las lluvia y el
trueno, por lo que es muy probable que en
Teotihuacan tambin se haya dado el mismo
-
44
caso y estamos entusiasmados por ver si esta
propuesta puede corroborarse en el futuro. Sin
embargo, lo que sin lugar a dudas esta investi-
gacin ha tratado de demostrar es que la con-
cepcin de divinidad y el cosmos en Teotihua-
can estaban entrelazados de manera total e
inextricable, por lo que es imposible hablar de
uno sin considerar al otro.
Agradecimientos: En primer lugar y ante todo
deseamos agradecer a la amable invitacin de
Mara Elena Ruiz Gallut para contribuir con es-
te estudio al presente volumen. Una versin
anterior fue presentada el 18 de julio del 2012
como parte del 54o Congreso Internacional de
Americanistas, celebrado en Viena. La sesin
se enfoc en los descubrimientos recientes
efectuados en la Ciudadela y el tnel debajo
del Templo de la Serpiente Emplumada. El ar-
quelogo Sergio Gmez Chvez convoc la
sesin y nos invit a presentar nuestros descu-
brimientos, por lo que le estamos muy agrade-
cidos. Tambin le ofrecemos nuestro agradeci-
miento a Rubn Cabrera por el permiso para
documentar los glifos de La Ventilla y a Nicolas
Latsanopoulos para la permisin de reproducir
sus excelentes dibujos. Asimismo agradece-
mos a Jesper Nielsen, Karl Taube y Rosa
Worm Danbo por su orientacin y valiosas su-
gerencias a lo largo de la marcha. Finalmente,
agradecemos tambin a Alejandro Caas Ortiz
y a Vernica Amellali Vzquez Lpez por su
ayuda inestimable en la traduccin del texto.
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