salvador díaz mirón - revista de la universidad de méxico · nacen y poetas mueren; los gustos y...

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Salvador Díaz Mirón

EL MINIMO DE ILICITUD PENAL

Acotar los límites, trazar la frontera entre el delito y los actos lí­citos, es uno de los principales objetos de este libro, resumen del estudioy la experiencia que el autor ha tenido en la vida profesional y en sucátedra de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. La noción del"delito tentado" queda amplia y satisfactoriamente expuesta, lográndosea un tiempo una aguda crítica de las disposiciones que al respecto

rigen en nuestro país.

Los claros timbres de que estoy ufano

han de salir de la calumnia ilesos.

H ay plumajes que cruzan el pantano

y no se manchan ... ¡Mi plumaje es de

(ésos!

la ciudad con sus ruidos de colmena

y el pueblo con sus furias de .oleaje."

te, Díaz Mirón hizo fuego 'sobre su agre­sor y lo mató. Los enemigos políticos delpoeta -que fraguaron el plan- dieronlargas al proceso que no terminó sino cua­tro años y medio después, con la absolu­ción del agredido. Sin embargo, todo estetiempo el cantor de "A un arroyo" per­maneció preso; y cuatro años de ens;ie­rro bastan para cambiar la ética y la es­tética de un hombre.

"Ese encierro de más de cuatro añosafectó hondamente su vida y su arte --es­

,cribe Castro Leal-. El orador político,alejado de la liza parlamentaria, se per­dió para siempre, pues cuando, en 1903,

levanta de nuevo su, voz no tiene ya ni laencendida y severa elocuencia de antes nilos nobles ideales que lo hicieron -segúndecía Justo Sierra- 'el paladín nato delas causas populares'; s~carrera políticasufrió, no sólo por las oc~~iones e influen­cia de, que le privó su i~dusióv., sinotambién porque, a pesar de, haller sido ab­suelto, el caso "Volter, manejado malicio­samente por los órganos de publicidad delos que lo odiaban o temían, le restó 'ca­lidad y fuerza 'moral; y, finalmente, hayun cambio brusco en su poesía, que si lalleva hacia un dominio técnico y una ele­gancia y nitidez verbal muy superiores ala que había logrado Díaz Mirón en suscantos de la primera época, suele tambiéndesviarla hacia juegos de un realismo poé­tico que era fruto de los entretenimien­tos de un solitario que había perdido elcontacto con

"Díaz Mirón -dice González Peña­

había perdido en espontaneidad, en emo­

ción comunicativa y directa, lo que, por

artes de sabiduría, ganó en prodigiosa ri~

queza plástica y rítmica. Mientras más y

más fué ascendiendo hacia la soñada cum­

bre, más y más se fué apartando de la

multitud embriagada con la música de sus

primeras estrofas. Y el que empezó sien­

do poeta popular, hu~o de convertirse en

poeta de rancia aristocracia."

Díaz Mirón alcanzó en la cárcel laperfección de la forma poética, que era sumeta desde el principio. En la lucha delNumen con la Retórica, triunfó esta, úl­tima. "Encerrado en el duro y estrechocírculo de las sociales convenciones -di­ce Genaro Fernández Mac Gregor-:-, im­potente para amoldar a la medida de sulevantado anhelo lo exterior, se creó un

.mundo sumiso e indisputable en el len-

guaje. Aquí sí dominó con orgullo in-

.menso, aquí sí se realizó, obligando al

verbo a ser su dócil instrumento, su ren­

dido esclavo." El resultado ~ué Lascas, su

libro de madurez; el único que el poeta

reconoció como allegjtimo hijo de su es­

píritu. Pero la cárcel también' cortó las

alas de la rebeldía política de Díaz Mi­

rón, quien años más tarde volvió a ocupar

una curul en el Congreso porfiriano, pe­

ro esta vez guardó prudente silencio ante

los problemas nacionales. El león estaba

domesticado, y la. rebeldía se refugió en

sus versos.

México. D. F.

vida pública como en su obra poética,

Díaz Mirón se desdobla en dos personali­

dades distintas: la anterior a Lascas -li­bro puli~o durante los años de prisión del

poeta, 1892 a 1896- y la posterior a

esta época.

En el primer período, el inspirado au­

tor de "Sursum" fué, sucesivamente; ro­

mántico y heroico. Sus conocidos -poemas

"A Gloria", "Oda a Víctor Hugo" y "A

Byron" lo hicieron famoso dentro y 'fuera

de México. Ya en ,1888, uno de los más

grandes críticos literarios mexicanos de

todos los tiemp-os, don Manuel Puga y

Acal, lo llamaba el "príncipe de nues­

tros poetas". "Lava ardiente es su inspi­

ración' -dice don Carlos González Pe­

ña- y sus versos tienen la reciedumbre y

la sonoridad del bronce."

A esta personalidad en el mundo de las

letras, correspondió otra similar, en la vi­

da pública del poeta. Su actuación, en la

Cámara de Diputados d,el Congreso Fede­

ral, durante los años de 1884 a 1896; sus

brillantes y arrebatadores discursos en pro

de 'la independencia del Poder Legislativo

y en contra de la administración del ge­

neral Manuel González, le conquistaron

renombre nacional como orador y le va­

lieron el título de "rebelde" con que más

tarde fué conocido en toda A.mérica. An­

te la prensa y los estudiantes, ante el pue­

blo todo -dice Castro Leal-, Díaz Mi­

rón fué entonces el más brillante paladín

de la opinión independiente.

En 1892, un suceso lamentable e ¡n­

esperado puso fin a la brillante carrera de

Díaz Mirón como diputado independiente

y marcó el principio de un nuevo período

en su vida de creador. Una noche, en Ve­

racruz, encontrándose el poeta en el café, '

Zamora con unos cuant,q,s amigos, flié

provocado y agredido por un bravucón de

oficio llamado Federico W olter, quien no

satisfecho con insultarlo de palabra, le

rompió un bastón en la cabeza. Sangran-

por

UN IV~RSITARIA

Haga sus pedidos a la

TENTATIVA

ACABA DE APARECER

J. RAMON PALACIOS

LA

Justo Sierra 16.

LIBR~RIA

nacen y poetas mueren; los gustos y las

acciones del público lector cambian cada

dos lustros; pero, ,¿quién no recuerda en

América, todo 'el tiempo, este jactancio­so cuarteto del gran veracruzano?:

En el estudio sobre la obra mironiana

que precede a las Poesías' completas, edi­

tadas en 1941 por don Antonio Castro

Leal, este escritor distingue tres, períodos

creadores en la 'vida de Díaz Mirón: el

primero de 1876 a 1891, el segundo de

1892 a 1901 y el último de 1902 a 1928.

"Para mí -dice con marcado acierto

don Francisco González Guerrero-- só­

lo son dos los períodos: uno anterior al

año 1892, Y otro a partir de este año y que

termina con la muerte del poeta. La lh­

mada tercera época no está marcada por

ningún cambio radical de importancia

respecto a la de Lascas, sino que constitu­

ye una derivación natural en busca de la

perfección de la forma, que fué aspira­

ción de toda su vida."

"La separación real fijada por propia

voluntad (del poeta) y fielmente obede­

cida después -sigue diciendo, González

Guerrero--, sólo existe entre los poemas

de Lascas y los anteriores a 1892. Pero,

aun aquí lo esencial sigue siendo común

a toda su po~sía; lo que. cambia es el pro­

cedimiento." Nosotros estamos de acuerdo

'con este criterio. En realidad, tanto en su

ANTONIO CASTRO LEAL

POR MARGARITA PAZ PAREDES

No cabe su vida en fino de esosepitafios que reClterdan a va­rones prudentes y' rectos. Lomovieron lo mismo conviccio­nes generosas que arrebatos re­probables. Su poesía es orgullode Sil patria, de su lengua y desu raza.

Salvador Díaz Mirón es el poeta me­

xicano que mayor renombre y difusión

ha alcanzado fuera de las fronteras pa­

trias. Sobre todo en los países americanos

de habla hispana, su poesía es tan fami­

liar y su figura tan conocida, como pue­

den serlo la de Silva en Colombia o la de

Molina en Honduras. No es ajena a este

hecho la fama de hombre violento y aven­

turero que rodeó siempre al bardo vera­

cruzano; pero sobre todo, le dieronnom­

bradía la fuerza pujante de sus poemas

épicos, el lirismo arrebatador y el tono

heroico de sus versos anteriores a Las­

cas. A este libro, escasamente leído en

México, apenas se le conoce de nombre

entre el público lector del resto de Amé­

rica. Nuestros pueblos, enamorados de la

epopeya y del verbo sonoro y tribunicio,

rindieron vasallaje de admiración y sim­

patía al rebelde cantor de "A Gloria",

a quien llegaron a identificar con el es­

píritu indomable y la sed libertaria que

tradicionalmente han sido tenidos en los

países hermanos del Continente como

atributos del pueblo mexicano.

Así como Amado Nervo representa pa­

ra la mayoría de los lectores indoameri­

canos la tendencia mística -grata a los

sentimientos católicos del pueblo-- y Ru­

bén Darío el espíritu fastuoso y rítmico

de la Francia de antaño -tan cercana al

corazón de la juventud americana educa­

da conforme a la tradición europea-,

de igual modo Díaz Mirón representa elairón altanero, el valor temerario y larebeldía indómita que los latinoamericanos

de todas las tendencias,~ han admirado en

sus héroes populares, ya fuesen éstos gue­

rreros, estadistas, poetas o bandidos. Amé­

rica está enamorada de la Muerte y elhombre capaz de acercarse a ella sin ti­

tubear, sin inmutarse, la' conquista defi­

nitivamente. El pueblo no examina la éti­

ca del valor. Le basta que un hombre se

enfrente a otro y se juegue la vida, para

admirarlo y respetarlo.

A pesar de que Díaz Mirón repudió pú­

blica y reiteradamente toda su obra poéti­

Ca anterior a Lascas, son los versos de su

primera época (1876-1891) los que to­

davía perduran en el pueblo y los que

-anónimamente muchas veces- circu­

lan de boca en boca entre los recitadores

populares de allende el Suchiate. Poetas

18 * UNIVERSIDAD DE MEXICO

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