prueba de pareja
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El Alto Duque, Torrance Zelan, tomó otro trago de
café caliente y amargo, y sus pensamientos de mal humor
por su viaje al mundo de los dragones. Algunos días no
había suficiente cafeína en el universo para ayudar a
despertar a un hombre. Después de visitar a su primo,
Joriah, para su ceremonia de apareamiento, ahora tenía
que reunirse con el rey de las provincias del sur para
discutir derechos mineros. El gran rey, su tío, quería tener
acceso a los extraños minerales que solo se obtenían en
esta zona de la galaxia, muchos de los cuales eran
componentes necesarios para la impulsión de procesadores.
Como ya estaba familiarizado a medias con el planeta y
tenía una conexión personal con los dragones, su tío pensó
que sería el representante perfecto.
Tor estuvo guardándose su opinión hasta que conoció
al rey del sur. A Larien le hubiera encantado este viaje.
Querido, dulce, gentil Larien, con un cuerpo duro y una
suave voz, era un hombre que soñaba con ver volar a los
dragones.
—Te hubiera gustado esto, cariño. —Le susurró Tor.
Tragando el nudo de la garganta, Tor retuvo sus
lágrimas. En tiempos como estos deseaba haber seguido a
su amante a la otra vida en lugar de quedarse. Perder a
Larien lo había golpeado como un puñetazo en el
estómago.
Solo su familia mantenía sus pies firmemente en este
plano. No podía dejar a su pequeña niña y sus dos niños.
Aunque su corazón estuviera roto, lo mantuvo andrajoso y
con moretones, los amaba.
Tor suspiró. Al presionar el rostro entre sus manos,
se enjugó discretamente la humedad que sentía escapar de
sus ojos. El frío cristal de la ventana refrescó su piel
ardiente cuando lanzó otro suspiro. Incluso aunque no
podía ver el campo de estrellas fuera de la ventana, sabía
que todavía estaba allí.
Conectado a un dragón cuando era un niño, la visión
de Tor se basó únicamente en lo que el dragón le permitía
ver. Posteriormente, su capacidad de ver parecía una pobre
transmisión intergaláctica. A veces era terriblemente clara,
pero normalmente, era una completa oscuridad solo rota
por la chispa brillante de las estrellas. Cuando Baroy volaba
a través del cosmos de la noche, Tor veía todo lo que la
criatura veía. Con sus ojos siempre cerrados cuando el
dragón estaba en el espacio, era ciego al mundo cotidiano
que lo rodeaba. Algunos días deseó no haber tocado al
bebé dragón cuando era un crío.
—¿Ha dicho algo mi señor?
—Nada importante, Pietro. Estaba pensando en cómo
le hubiera gustado a Larien visitar los dragones.
El anciano soltó un gruñido de acuerdo.
—Lord Jall, siempre soñó con dragones. Hubiera
amado venir en este viaje.
Hablaba con las lágrimas obstruyéndole la garganta,
el duque asintió con la cabeza.
Pietro hizo un sonido de desaprobación suave.
—También hubiera querido que siguiera adelante con
su vida.
Tor sonrió a través de las lágrimas.
—Muy sutil, Pietro.
Tomó un sorbo de su taza de café y saludó al siervo.
—Puede retirarse a pasar la noche. Gracias.
Podía sentir a Pietro mirándolo fijamente como si el
otro hombre pudiera obligar a Tor a ver con la fuerza de su
mirada. Larien le había dicho siempre que los fríos ojos
grises de Pietro debían ser astillas de glaciares polares con
el fin de lograr su enfriamiento. Una de las ventajas de ser
casi ciego era que podía hacer caso omiso de miradas
heladas.
—Recuerde lo que le digo Maestro, Lord Jall vivía por
su sonrisa. No decepcione a su memoria al olvidar como
era.
Con esa despedida, Tor oyó cerrarse la puerta
silenciosamente.
—Estás triste esta noche.
La suave voz de Baroy hizo eco en la cabeza de Tor
en un suave susurro, como una palabra perdida
transportada por la brisa, el suave zumbido de la voz del
dragón era a la vez reconfortante y abrasivo. La vida de Tor
había cambiado para siempre, cuando se había unido a un
bebé dragón a la tierna edad de cinco años. Por lo que él
sabía, era el ser más joven, humano o no, que había
sobrevivido al emparejamiento con la rara raza.
—Echo de menos a mi compañero. —Mentalmente lo
envió de vuelta al dragón.
—Echas de menos a tu amante. —Corrigió el
dragón—. Aún tienes que conocer a tu compañero.
—Eso no lo hace menos doloroso.
—No, no lo hace.
Un estallido de risas amargas lo traspasó.
—Si duele tanto perder un amante, no quiero un
compañero.
—No es una cuestión de querer. Es cuestión del
destino. Conocerás pronto a tu compañero. Lo he visto.
Escalofríos recorrieron la columna de Tor. El dragón
no se equivocaba nunca. La criatura era incluso más precisa
que la hija de Tor, Alexandra, que había nacido vidente.
—No quiero un compañero. —Repitió. Tor se
preguntó si diciéndolo las veces suficientes haría que la
nebulosa de su compañero desapareciese de su futuro.
Su corazón todavía lloraba por Larien. Tor no estaba
listo para arriesgarse de nuevo.
—Todas las cosas suceden a su propio ritmo.
«Genial» justo lo que necesitaba, más frases sabias
de un dragón críptico. Tor sintió a Baroy dejar su mente.
—Estoy rodeado de seres de los que estoy separado.
Suspirando, Tor tomó otro trago de café. En tiempos
como estos casi podía sentir a Larien, como si estuviera
todavía junto a él.
Susurró a la habitación vacía. —Nunca te olvidaré mi
amor.
No le importaba lo que el tribunal creyera como
período “natural” de luto. En su corazón dos años, eran al
mismo tiempo un abrir y cerrar de ojos en el cosmos y un
gateo en la eternidad de dolor.
El aterrizaje fue sin complicaciones. El puerto del
espacio tenía el mismo aire estancado y el eco de otros
puertos espaciales.
Un alto cuerpo rozó a la derecha de Tor.
Una suave voz le habló.
—Mi señor. —La mano de Tor se levantó suavemente
y se envolvió alrededor de un brazo enorme, musculoso.
La pequeña cicatriz debajo de los dedos de Tor y su
voz le dijeron el nombre.
—Saludos Crillon. —Le dijo al shifter gato. Crillon era
uno de los gatos que había rescatado de las calles. La
herida de cuchillo en el brazo izquierdo de Crillon siempre
le identificaba ante Tor. Como una cortesía a su ceguera
Crillon siempre llevaba manga corta para que Tor supiera
quien lo estaba escoltando.
Tor sintió como si todos los ojos lo estuvieran
mirando. El cuero le rozó el brazo cuando el guardia se
acercó más.
— ¿No ha dormido usted bien?
—Rara vez duermo bien estos días.
Crillon le palmeó la mano.
—Va a mejorar con el tiempo, su señoría.
—Eso es lo que me dice todo el mundo.
Crillon se aclaró la garganta, y Tor oyó el ligero
traspiés.
—Pietro ha traído de cabeza al personal de la casa
para preparar su habitación.
—Gracias Crillon. Parece que tienes todo listo, como
de costumbre. ¿Cuál es mi horario?
Si alguien sabía acerca de su día, sería Crillon.
Además de Pietro, el hombre era lo más parecido a un
calendario andante.
—Nada previsto para esta tarde, Su Gracia. Sé como
viajar por el espacio le cansa, así que vamos directamente
a su habitación dando una vuelta rápida por el castillo de
camino. Mañana tomará el desayuno con el rey y otros
delegados, entonces a todos se les dará un recorrido por
las minas.
—¿Qué sabemos de los otros? —Era la mejor manera
de ir un paso por delante con la competencia. A su pueblo
se le daba bien buscar los puntos débiles que le darían a
Tor el margen.
Las armas que decoraban el cuerpo del gato
chocaban suavemente con cada paso, un sonido que Tor
asociaba con la amistad y la seguridad.
—He descargado los archivos para que pueda
escucharlos esta noche mientras descansa.
—Gracias, Crillon, eres siempre muy eficiente.
—Déjeme saber si puedo hacer algo más por usted,
su señoría. —Era el tono sugestivo que Crillon usaba para
otras cosas con las que le gustaría ayudar a Tor. Sabía que
era más un hábito que una invitación. La otra mitad de
Crillon, Dillon, era también miembro del personal de Tor.
Entre los dos, Tor sabía que estaban buscando un tercero,
una mujer, pero no se oponían a probar otras cosas
mientras llegaba ese día.
—Creo que has hecho suficiente por ahora. —Tor
tenía la regla de no tener ningún affaire con los miembros
de su equipo, sin embargo no dudaba que ellos trataran de
cambiar esa regla de vez en cuando.
El castillo era grande, como la mayoría de los
castillos. A medida que caminaba, tenía la impresión de que
era un pasillo sin fin. Después del pasillo sin fin, las
cavernosas habitaciones hacían eco con cada palabra
intercambiada. Pasaron varios minutos hasta llegar al ala
de los invitados, donde gruesos tapices y altos muros de
piedra hacían sombra.
Puso su fe en que Crillon lo llevara adelante cuando
Baroy entró en su mente.
—El castillo está rodeado por dragonkin. Les he
advertido que sean amistosos o morirán.
—Buena manera de hacer amigos. —Le envió Tor de
vuelta, divirtiéndose.
Los dragones del espacio eran muy protectores y su
poder era increíble. No importaba que Baroy estuviera
dando vueltas al planeta. Aún podía precisar exactamente
donde estaba Tor, y aniquilar cualquier signo de peligro.
Baroy podría empujar sus poderes al cuerpo de Tor.
Era un proceso doloroso que Tor trataba de evitar, sin
embargo, se estaría mintiendo a sí mismo si negaba haber
disfrutado de esa capacidad de vez en cuando.
En el momento en que su cansada mente comenzó a
perder la pista de donde estaba, llegaron a sus
habitaciones.
—Aquí estamos, su señoría. —Crillon abrió la puerta y
Tor fue recibido amablemente por su personal.
Cada vez que estaba en un lugar extraño, era
reconfortante estar rodeado por la misma gente.
Con un suspiro, le permitió a Pietro desnudarlo. El
mayordomo lo guió a la cama y alisó las sábanas de lino
sobre su cuerpo. Los suaves susurros de su personal le
arrullaron en un profundo sueño.
La mañana no era el momento favorito del día de Tor.
Baroy había viajado por sus pensamientos toda la noche,
un viaje a través de las estrellas para explorar la galaxia
que los rodeaba. Lo que agotó psíquicamente a Tor tanto
como lo llenaba de júbilo. Le encantaba viajar con Baroy
porque podía sentir lo que sentía el dragón y ver lo que
veía el dragón. Experimentó el espacio, los planetas, vio el
nacimiento de estrellas y romperse asteroides, pero por la
mañana llegó el momento de la falta de una buena noche
de sueño y cayó sobre él como una marea arrastrándolo.
En casa, Tor no se levantaría hasta tarde, pero su tío
le había dicho que el rey era madrugador. Era una falta de
respeto del monarca hacer que Tor se levantara mucho
antes de lo habitual, dejando que sus sirvientes lo vistieran
con sus pieles formales.
Pietro le informó en el desayuno que tenía que
vestirse de cuero. Era lo correcto para desayunar con el rey
del sur.
—Debe verte como lo poderoso que eres, después de
todo, representas al alto rey. —Pietro era muy orgulloso de
su posición, como la mano derecha de Tor el hombre
consideraba que la imagen de Tor era un reflejo directo de
él. Como resultado de ello, Tor nunca salía de la habitación
pareciendo menos que inmaculado.
Era un precio pequeño a pagar por la cantidad de
devoción que Pietro le otorgaba. Se recordó a sí mismo la
tercera vez que Pietro sacudió una pelusa imaginaria de la
chaqueta de Tor. De alguna manera dudaba que el rey
bajara su contrato por una pelusa. Sin embargo, no hizo
ningún comentario, no tenía tiempo para calmar las
sacudidas de pelusas de Pietro.
Los pantalones de cuero marrón atados a los lados,
dejaban una pulgada de piel expuesta por el exterior de las
piernas.
Sus dedos trazaron los cordones con un patrón
nervioso como si se preguntara si los demás también iban
exponiendo su piel. Pietro describió su nueva ropa mientras
vestía a Tor. Sobre la camisa de seda blanca, llevaba una
chaqueta de piel a juego, con una cabeza de dragón
diseñada cuidadosamente en la parte posterior, el diseño se
prolongaba por los pantalones por lo que parecía como si
un dragón estuviera envuelto alrededor de su cuerpo. El
maestro de cuero había tardado más de un año para hacer
el conjunto y Pietro estaba absurdamente orgulloso de
cómo se veía Tor con sus ropas. Tor solo se preocupaba por
las botas. Estaban discretamente ocultas bajo los
pantalones y las hicieron con escamas de Baroy. El dragón
se las había regalado a Tor en su último cumpleaños,
transportadas psíquicamente a la casa de Tor. Eran
iridiscentes y ardían profundamente. También tenía una
armadura de dragón que se colocaba encima del traje, pero
Tor no sentía la necesidad de ponérsela delante del rey. Por
lo que sabía, el desayuno, no era un campo de batalla. No
es que le permitieran ir a un campo de batalla de todos
modos. La armadura era más decorativa que otra cosa.
Como de costumbre la procesión que le acompañaba
era mayor de lo necesario. Dos guardaespaldas, cuatro
guerreros y tres sirvientes personales lo siguieron. Sabía
que por lo menos había diez más de su gente en algún
lugar del castillo, pero no tenía idea dónde. Sabía que
intercambiaban los puestos para cubrir las veinticuatro
horas que Pietro insistía que eran necesarios para la
comodidad de Tor.
Después de lo que le pareció una eternidad llegaron a
una entrada lo suficientemente amplia como para que
pasara con un sirviente a cada lado.
El estómago de Tor gruñó.
—Sígame, mi señor. —La familiar voz pertenecía a
Sally, el único miembro femenino del personal que viajaba
con él. Sally le susurró: —Está a pocos pasos del rey. —
Entonces dijo en voz alta—. Su café, señor.
Un cilindro largo de metal fue colocado en su mano.
Sintió deslizarse el aire cuando hizo una reverencia ante él.
Había pasado algún tiempo en su juventud tratando de
detener este hábito, pero había sido revocado por su
personal.
Tor agarró el termo como una cuerda de salvamento.
—Oh, te quiero Sally. —Dijo dando a su sirvienta un
beso en la mejilla a su paso.
—Yo le daré el café mañana. —Oyó que alguien
susurraba tras él.
Abrió el termo y bebió el caliente y amargo café.
Sally lo había mezclado con la cantidad perfecta de rica
crema.
—Mmm. —Dejó que el sonido se enrollara en su
lengua cuando Pietro lo sentó.
El Rey Naron Dragane casi se ahogó con su tostada
cuando el duque entró en la habitación. La foto que había
visto antes no le había hecho justicia. El pelo revuelto color
rubio miel rodeaba un rostro perfecto de mejillas
esculpidas, labios carnosos y sensuales, y mientras Naron
veía trajes formales de cuero todos los días, nunca los
había visto lucir tan condenadamente bien.
El cuero moldeado era de un color poco común, el
mismo del pelo de Tor, ambos cortados para mostrar el
cuerpo bien formado. «¡Joder! Que trabajo más bien echo,
tanto la ropa, ¡como el cuerpo!»
Cuando el duque inclinó hacia atrás la cabeza y bebió
del envase, Naron contuvo apenas el impulso de saltar por
encima de la mesa y marcar la garganta de Tor. El sonido
sexy que el duque emitía le puso a Naron la polla más dura
que las famosas piedras de su planeta.
—Su señoría. —Dijo después de que el sexy hombre
estuviera sentado. Había varios guardias, un hombre
mayor, una mujer y más personas rodeaban al duque,
tantas que Naron se preguntaba lo que hacían.
—Su Majestad. —La suave y sexy voz no ayudó a que
la erección de Naron se bajara un poco. Las gafas de sol
cubrían los ojos de Tor, evitando que Naron pudiera ver su
expresión.
—En mi planeta se considera un acto de cortesía
desnudar sus ojos. —Dijo con voz dura. No había nada que
quisiera más en el universo que ver los ojos de la hermosa
criatura.
—Perdóneme, Rey Naron, —dijo Tor con voz suave y
seductora—, me pongo las gafas para la protección y
comodidad de los demás. Fui golpeado por un dragón
cuando era niño.
Eso era un rumor confirmado.
— ¿Qué pasa si se quita las gafas?
El duque se encogió de hombros, un movimiento
elegante.
—Nada. —Hubo una pausa vacilante, se encogió de
hombros otra vez—. Mis ojos se desestabilizan.
—Todos aquí somos dragonkin. Estoy seguro de que
podemos soportar el horror de tus ojos.
Se oyeron murmullos de acuerdo entre sus hombres,
algunos hostiles. El bello hombre, sin saberlo, había
desafiado a su pueblo con sus palabras.
—Ven aquí delante de mí.
Sin dudarlo el hombre se deslizó de su asiento. Naron
no se perdió las hostiles miradas que recibía del personal
del duque. Estaba claro que no les gustó su tono de voz.
«Tercos»
Un bastón fue puesto en su elegante mano, y dos de
los más grandes hombres que el rey había visto nunca se
colocaron a cada lado del duque. No es que Tor fuera bajo,
pero estos hombres eran enormes. Alrededor de sus cuellos
llevaban gruesos collares de cuero con grandes anillos de
plata incrustados en ellos.
«Shifters gatos» Naron lo podía decir por el brillo
reflectante de sus ojos. Eran gemelos por su aspecto,
extremadamente raro en los shifters. Mientras que los
gatos nacían en camadas, los shifter gatos rara vez tenían
más de un hijo a la vez.
Tor obedeció rápidamente, con una gracia suave que
no esperaba de un hombre ciego. Naron se preguntaba
acerca en qué más sería obediente el joven. Su polla pulsó
en sus pantalones cuando pensó en la dorada belleza
aceptando otras órdenes, las que se aceptaban en la
habitación y sábanas de seda.
Tor se detuvo al otro lado de la mesa, dejando a sus
guardaespaldas parados un paso tras él.
—Está sobre aviso, Su Majestad. —El hermoso
hombre le repitió mientras se paraba delante de Naron.
«Hmm. Tal vez no es tan obediente»
—Fuera las gafas. —Exigió.
El duque se bajó las gafas y levantó la cabeza para
que Naron pudiera ver sus ojos. Al principio pensó que eran
completamente negros, pero luego vio un relámpago, y
luego una serie de destellos. En unos segundos vio las
galaxias moverse por esos magníficos ojos. Por primera
vez, Naron sintió el poder del duque derramarse sobre él,
los rumores eran ciertos. Esos ojos increíbles eran de un
dragón.
Un dragón espacial.
Sin embargo, no era la belleza y el poder de esos
ojos lo que tiraba de él. Era el dolor.
Este hermoso dragón que estaba unido al hombre
tenía una carga con tanta tristeza que era un milagro que
pudiera soportarla.
—Su Majestad. —Su paje le dio un codazo sacándolo
de su trance.
Naron parpadeó. «¿Cuánto tiempo había pasado?»
—Puede ponerse sus gafas. No creo que mi pueblo
esté listo para el poder de sus ojos.
«O para tanto dolor»
Tor asintió con la cabeza. Su lenguaje corporal era
tranquilo cuando suavemente deslizó sus gafas y volvió a
su asiento.
Naron miraba con diversión como el duque
rápidamente se envolvió en el seno de su pueblo. Los dos
guardias se acercaron sobre Tor, como si estuviera en
peligro de un ataque inminente. Un hombre lo ayudó a
sentarse, otro le trajo un plato cubierto, y otro le rellenó el
recipiente plateado sobre la mesa.
Naron se mordió los labios, tratando de no sonreír
cuando vio la primera cosa agresiva de Tor. El duque
gruñó. Inclinando la cabeza pudo oír al sirviente aplacando
su voz.
—Tengo más. Excelencia. Reciente. Pensé que quería
una taza.
Una sonrisa nerviosa cruzó la cara del funcionario
cuando puso una taza de porcelana y una elaborada olla de
plata. Líquido negro salió hacia afuera y un poco de crema
fresca se añadió a la mezcla.
La curiosidad le hizo preguntar.
—¿Qué está tomando Excelencia?
—Algo divino. —Respondió Tor tomando otro sorbo.
Una sonrisa levantó una de las esquinas de los besables
labios del hombre—. ¿Le gustaría una taza?
—Sí. Creo que sí. —Todo lo que hiciera que Tor
sonriera valía la pena probar.
La charla en la mesa se redujo a un silencio cuando el
duque aceptó una segunda taza de su sirviente. En lugar de
enviarla, es más, como sería de esperar hacerlo en la
realeza, Tor se la llevó. Naron vio con asombro como Tor
tomó el brazo de uno de sus shifter e hizo el recorrido de
toda la mesa sin dificultad. Con gracia natural, se deslizó en
el asiento vacío al lado de Naron.
La silla del consorte.
Naron iba a hablar, pero no podía obligarlo a que
volviera. Tan cerca era aún más atractivo. La esencia de
Tor hizo a Naron girar la cabeza con la combinación de
calor de hombre y cuero.
—Aquí. La he preparado como la mía, pero le podría
gustar con un poco de azúcar.
Naron sintió los rápidos latidos de corazón cuando
aceptó la taza. Se sentía como un colegial con su primer
aplastamiento. Discretamente se limpió la palma de la
mano, húmeda de repente, en sus pantalones antes de
aceptar la oferta.
Suprimiendo un gemido por la cercanía de Tor, Naron
tomó la taza, con cuidado de no tocar los elegantes dedos.
Estaba seguro de que ese contacto con el duque terminaría
con una exhibición muy pública en la mesa del comedor.
—Eche un trago. —Le alentó, Tor. Incapaz de resistir
la suave urgencia del duque, Naron tomó un tentativo
sorbo del negro líquido. El sabor explotó en su lengua,
suave y amargo.
«Oh. Que maravilloso»
Se volvió a ver la amplia sonrisa del duque.
—Bueno, ¿verdad?
—Sí, ¿cómo se llama?
—Café. —Ahí estaba esa sonrisa anterior de nuevo,
dijo Tor con tono petulante—. Podría persuadirte con algo
durante las negociaciones.
—Espléndido. —De todas formas ahora no era
probablemente la hora de contarle a Torrance que la única
cosa no negociable era su salida del planeta. Nunca.
Por primera vez en su vida, Naron sintió que su
dragón cambiaba dentro de él. La emoción disparó
atravesando su sistema.
«Compañero»
La palabra fue susurrada en su mente, apenas podía
contener su alegría. Encontrar al duque había activado la
genética de su dragón, y despertó a la bestia que dormía
dentro de él desde su nacimiento.
Naron era el primer miembro de la realeza que tenía
un dragón no activo, una gran vergüenza para la familia
real. A pesar de que pasaba de vez en cuando, era un
rasgo recesivo del que hablaba la gente al oído, a puerta
cerrada. Naron no podía cambiar, y rara vez sentía el
sentido del olfato, la fuerza y la velocidad asociados con los
dragonkin. Había sido una gran fuente de decepción para
su padre antes de que muriese. La presencia del duque y
de su vínculo con el dragón espacial lo había acercado a
Naron a un lado de su dragón que jamás había pensado
que sentiría. No hacía falta ser un genio para darse cuenta
que el hombre era probablemente su compañero. Por
desgracia, Naron ya había anunciado la Prueba de Parejas,
y era demasiado tarde para echarse atrás. El concurso para
demostrar que su compañero era digno de un rey
continuaría como estaba previsto, Naron solo tenía que
asegurarse de que el hermoso duque ganara.
—Disfrute su café. —Dijo Torrance poniéndose de pie
para regresar a su asiento.
Naron resistió la tentación de detener al hombre más
joven. No necesitaba exhibir su favoritismo, por lo menos,
hasta que hubieran pasado unas pocas pruebas. No sería
adecuado demostrar a los demás que el rey ya había
elegido. Además, de acuerdo con el Gran Rey, el duque
pensaba que estaría allí solo por un contrato de explotación
minera. Naron no estaba de acuerdo con el enfoque del rey,
hasta que había visto al duque, Tor necesitaba a alguien
que lo sacara de su duelo, y quién mejor que su
compañero.
A pesar del profundo anhelo de disfrutar de la
presencia de Tor, Naron lo dejó ir a pesar, de que con cada
sorbo suave del amargo café lo deseaba un poco más.
Mientras que observaba a Tor, Naron asintió y pretendió
prestar atención al invitado de al lado. Sin embrago, su
mirada volvía constantemente al joven hombre de cabellos
dorados.
Uno de los cortesanos se inclinó un poco demasiado
cerca del duque para la comodidad de Naron.
Un gruñido salió de su pecho.
—Calma mi rey, —Maelin su guardia principal susurró
tras él.
—Encuentra un nuevo sitio para Lord Mell.
—Sí, Su Majestad.
Tor estaba en el jardín tocando el violín cuando fue
interrumpido.
—La guardia del rey está aquí, su señoría. —Dijo
Pietro.
A pesar de que Tor dejó de tocar, la canción de cuna
aún resonaba en su cabeza. Sí, a Alexandra le gustaría
esta. Su hija conocía muchas canciones de cuna.
—¿El rey quiere verme?
Podía sentir el cambio en el aire cuando el guardia
relajó la postura.
—El anuncio de los demandantes de consorte va a
empezar. El rey quiere que todos estén allí.
«¿Anuncio de consortes?» Esperaba que hubiese
ocultado la inquietud que le causó el anuncio. Había sentido
atracción por el rey cuando habían hablado, fue
decepcionante escuchar que el hombre se iba a casar
pronto.
—Muy bien, estaré allí. —Tor metió el violín en su
estuche y lo entregó a Sally, que estaba sentada a su
derecha. Ella siempre se sentaba allí en sus actuaciones.
—¿Le gustaría…
—¿Llevar esto a su habitación? —Terminó por él, con
su voz suave y con burla—. Por supuesto, Su señoría.
—Gracias.
Su falda susurró suavemente mientras hizo una
profunda reverencia.
—Es una mujer hermosa. —Dijo el guardia del rey
con una bonita voz de barítono.
—Sí. —Dijo Tor con una sonrisa. Sally tenía un alma
dulce, y a Tor, ella le impresionaba. Había oído de otros
que era bonita por fuera también. Oyó al guardia ponerse
incómodo en su posición.
—Es usted muy amable. —Dijo el guardia en un tono
pensativo, por lo que Tor se preguntó si estaba más
acostumbrado a la rudeza de los miembros de la realeza o
de los invitados.
Tor inclinó la cabeza hacia la voz del guardia.
—Espero que sí. Mi madre se revolvería en su tumba
si tratara mal a las personas. —El guardia se echó a reír, un
sonido profundo y rico que causó que el estómago de Tor
se calentara.
«Mmm. Bien»
—¿Cómo te llamas?
El hombre se aclaró la garganta.
—Maelin, Su Señoría.
—¿Eres guardia del rey?
—Su maestro de la guardia, señor.
«Qué extraño»
—Perdona mi curiosidad, Maelin, pero ¿por qué el rey
envía a su maestro de la guardia a buscarme? Ese parece
un trabajo más adecuado para un paje.
—Quería asegurarse de que viniera.
El guardia los llevó de vuelta a la sala del trono. Tor
llevó a los gemelos y a Pietro con él, y además Pietro
podría ser un frío bastardo, pero podía salirse con la suya
en cualquier cosa.
Las habilidades de persuasión de su sirviente eran
insuperables. Era costumbre de Tor llevar un grupo con una
combinación de fuerza y persuasión. Nunca sabía lo que iba
a necesitar en cualquier situación.
Baroy le dedicó un momento de vista, dejando a Tor
ver la habitación durante un segundo. El poder del dragón
le permitía controlar la visión de ambos. Mientras que la
vista de Tor y Baroy era compartida por el vínculo, el
dragón conservaba la capacidad para poder ver a través de
los ojos de Tor. Baroy lo hacía en ocasiones cuando
pensaba que Tor se sentía incómodo con una nueva
ubicación. En general, el dragón, solo se preocupaba de su
propio entorno y mantenía su mirada firmemente en las
estrellas y meteoros girando a su alrededor. Había menos
peligro que Tor saliera herido con su gente alrededor, que
Baroy siendo asesinado por una nave espacial o meteoro
pasando. Con su flash de visión, Tor pudo ver una multitud
formándose y al rey de pie en la parte inferior de las
escaleras que conducían a una silla enorme, obviamente el
trono. La silla dominaba la habitación, pero a su lado había
un pequeño asiento que debía de ser para el consorte del
rey.
Tor sintió una punzada. Una vez había esperado para
casarse con Larien. Esperaba que el rey tuviera mejor
suerte.
La multitud se quedó en silencio.
—He llamado a todos los presentes para la lectura de
la lista de potenciales consortes. Mi paje leerá sus nombres,
y cuando lo oigan quiero que den un paso adelante y se
pongan de pie a mi derecha
Una nueva voz habló.
—Hay cinco candidatos compitiendo para ser consorte
de la Casa Real de Drakeen, Lord Salen Mell, Lord…
Tor se despistó cuando Baroy lo llamó mentalmente.
—Tor.
— ¿Qué?
—He localizado el mineral ¿Cuánto necesitas?
—No lo cojas.
—¿Por qué? No es como si les perteneciera el planeta.
—Su Señoría Torrance Zelan.
—¿Qué? —Tor volvió a concentrarse.
—Suba al escenario, su señoría. —Le susurró Pietro
en su oreja.
Frustrado con su dragón, y más que un poco
confundido, Tor dejó que Dillon lo llevara con los otros
hombres.
—Estos cinco hombres compiten por ser mi
compañero. —El rey anunció cuando Tor llegó junto a los
otros.
«¿Cuándo ha estado de acuerdo con eso?» La mente
de Tor se agitó con la furia, tratando de averiguar cuando
se habían inscrito para esto. A menos que…
—Tu tío.
La voz de Baroy confirmó sus sospechas, su tío no
solo le había enviado para la negociación. Sacrificando a su
sobrino, el hombre hambriento de poder tenía la esperanza
de conseguir una manera permanente de acceso a los
minerales. Tor sintió un destello de ira, pero pasó
rápidamente. Era un hombre práctico, y sabía que el alto
rey usaría cualquier cosa para tener los recursos necesarios
para su planeta. Además si el rey se ponía insoportable, Tor
se iría. Nadie podría detenerlo realmente si se quería ir.
Baroy se los comería para la cena. Además, el rey no podía
sustituir a su amado Larien, pero era el hombre más sexy
que Tor había conocido.
Pensamientos de su amante muerto lo enviaron en
espiral hacia abajo.
—Concéntrate. —Le reprendió Baroy.
El paje del rey anunció las reglas del concurso.
—Cada participante pasará una serie de pruebas para
demostrar que es el consorte perfecto para el rey, el
consorte del rey será capaz de satisfacer al rey físicamente,
coincidir con el rey mentalmente y ser capaz de derrotar a
sus oponentes en combate. La primera prueba será el beso.
Si el rey no se siente atraído por ustedes, serán eliminados
inmediatamente.
Naron observaba cuidadosamente la reacción de Tor
mientras miraba a los demás para asegurarse de que no
tenía preferidos. Era difícil de hacer, especialmente cuando
cada una de sus células clamaba por el duque.
Lo que el paje no mencionó eran las pruebas no
oficiales, las pruebas que verdaderamente demostraban el
temple de un hombre.
Naron ocultó su frustración al ver que Tor era el
último concursante. Sabía que Maelin los puso en ese orden
a propósito. No quería que la lujuria de Naron por los besos
de Tor, fuera incapaz de juzgar a los otros cuatro hombres
que competían por el trono.
El primero era Lord Mell, un hombre pelirrojo con una
reputación como maestro de espada y un peligroso
temperamento. Solo las conexiones reales lo mantenían
lejos de la cárcel.
Sorprendentemente, el beso de Mell fue bastante
agradable, no podía eliminar al hombre a pesar de que
enroscó el bigote contra la piel de Naron, no le restó el
sabor de la menta de la boca del hombre. Tocó brevemente
los labios del hombre, procurando no tener repulsión
natural.
Naron le dio a Lord Mell un guiño antes de dejar que
Maelin lo llevara a su izquierda, donde los contendientes
estaban de pie para indicar que seguían en el concurso.
El siguiente fue Lord Robert Gallywyn, un bonito
moreno con brillantes ojos azules. Si nunca hubiera visto a
Tor, Lord Gallywyn hubiera sido su elección, tenía un
atractivo y una belleza fría, pero se atenuaba contra las
llamas de la pasión que Naron sentía hacia Tor. El beso de
Gallywyn fue frío, suave y encantador, al igual que el
hombre.
Naron lo dejó ir con un abrazo ligero y una sonrisa.
Hubo un aplauso de sus súbditos. De la expresión de
Gallywyn, el beso había tenido un mayor impacto en él que
en Naron.
Lord Liex fue el siguiente. El hombre tenía un sucio
pelo rubio y unos ojos grises y duros. No eran fáciles de ver
pues tenía una permanente mueca.
—¿Tienes algún problema? —Preguntó Naron al rubio.
—No me gustan los hombres. —Se burló Liex.
—¿Entonces por qué estás perdiendo el tiempo?
Por primera vez, la incertidumbre brilló en los ojos de
Liex.
—Voy a ser un buen rey consorte, y podrás tener los
amantes que desees. No te negaré tus placeres.
El hombre realmente pensaba que Naron lo aceptaría.
—Puedo tener tantos amantes como quiero ahora.
Estas eliminado.
Liex se estremeció antes de girar y salir rápidamente
al patio. Naron les hizo un guiño a sus guardias para que se
aseguraran que saliera. Algunas personas habían nacido
estúpidas. No podía culparlos por ello, pero no tenía que
vivir con ellos tampoco.
El siguiente hombre fue Sir Bertram Cant, un barón
de ojos verdes de la provincia del norte. Su beso fue
agradable pero breve. La mirada nerviosa en los ojos del
hombre le contó la historia. Le dio al hombre una
inclinación de cabeza y recibió una conmovedora sonrisa a
cambio.
Tor se quedó quieto al lado de Naron. El calor que
salía del cuerpo de Tor calentaba una región
completamente diferente a la de su corazón.
—Usted es el siguiente, su señoría. —Los dragones
volaban por su estómago, grandes dragones de fuego.
—Me va a tener que llamar Tor o Torrance, al menos.
Nunca he besado a la gente que me llama por mi título.
Una risa nerviosa salió de Naron. Esa sedosa voz de
barítono envió escalofríos por su espina dorsal.
Contuvo el aliento.
—Tu turno Tor.
Una ligera sonrisa curvó sus labios perfectamente
formados. Con un delicado toque, el duque le dio la mano a
uno de sus sirvientes y dio un paso hacia Naron. No hubo
ninguna señal de vacilación cuando Tor deslizó sus manos
alrededor de la espalda de Naron, y tiró contra su cuerpo
inclinando el suyo, y tomó los labios de Naron en un beso
prohibido que debilitó sus rodillas.
No había mesura en el beso. «¿Cómo podría
comparar una experiencia del alma, con sus ásperos
amantes anteriores?» Todos los besos habían sido un
preludio acuoso al plato principal.
Con los labios, la lengua los dientes. Tor dominó la
boca de Naron, lo consumía en una hoguera. El beso era
como un eco que resonaba en el alma, le costó un
momento darse cuenta que los labios de Tor habían dejado
los suyos. Parpadeando y un poco confuso, la visión de
Naron volvió a enfocarse. Hubo un silencio en la sala
cuando se obligó a sí mismo a dar un paso atrás.
—Por favor, únase a los otros. —Si su voz se quebró
un poco, estaba más allá de su capacidad detenerlo. Fue
incapaz de no arrastrar a Tor a sus habitaciones. Se pasó la
lengua por los labios, saboreando el sabor de la boca de
Tor.
Saltó un poco cuando su dragón medio cambió
debajo de su piel, como si quisiera agarrar al hombre
dorado y ocultarlo como un tesoro para que nadie pudiera
mirar lo que era suyo.
—Mío —Susurró con insistencia en la cabeza de
Naron.
Uno de los hombres de Tor dio un paso adelante y lo
llevó cerca de los demás. Naron se dio cuenta que los otros
le dieron a Tor un amplio espacio, como si temieran que
fuera a hacer algo, o tal vez fueran los gigantescos
guardaespaldas los que causaran problemas.
—Señores, empezaremos el día con un recorrido de
las minas. —Anunció una ligera voz de tenor.
Crillon le susurró al oído.
—Es Sparrow, el paje del rey.
Un gruñido hizo eco en la cueva.
—¿Hay algún problema majestad? —Tor le preguntó
al rey. «¿Cuál demonios era ahora el problema?» No podía
dar un paso sin alterar a Naron, desde el anuncio de la
mañana, el rey había estado en un delicado estado de
ánimo.
—Esta gira no tiene que incluir todo su séquito.
«Oh. Maldita sea»
Tor sintió calientes sus mejillas. Pero no mostró a
Naron cuánto le dolió la crítica.
—Necesito a Crillon. Si no tengo un guía, puedo llegar
a desorientarme.
«Sí, eso era sexy» Estaba seguro de que iba a elegirlo
como consorte. Tor se recordó con firmeza que ser un
consorte no era su objetivo. No quería ser atrapado en este
planeta, no importaba lo sexy que encontrara al rey. Solo
tenía que recordárselo a sí mismo cada vez que Naron se
acercara y el cuerpo de Tor se apretara de necesidad.
También tenía que recordar no inhalar alrededor de
Naron, porque el olor del rey, le tentaba a hacer cosas
sucias al sexy rey.
—Yo haré de su guía. —Anunció Naron como si eso
resolviera el asunto.
—Gracias, Su Majestad. Le agradezco la ayuda, pero
Crillon siempre hace de guía y conoce mis necesidades, y
no quiero desviar la atención de los demás.
No necesitaba que los demás lo vieran como la
competencia, pero lo más importante, no quería que Naron
pensara en él como el pobre ciego que necesitaba ayuda.
Era orgullo, puro y simple, pero Tor no podía dejarlo de
lado. Era una de las pocas cosas que le quedaban.
En ese momento solo quería sellar el acuerdo de
minería y caer de cabeza al infierno. Sin embargo, su tío lo
había inscrito en el concurso de consorte. Definitivamente
tendría algunas palabras fuertes con el alto rey cuando lo
viera.
—Como quiera. —Dijo Naron en respuesta a la
negativa de Tor. Podía oír el frío tono en la voz del rey. Su
usual diplomacia desertó esta vez de él.
«Joder»
Justo cuando estaba pensando en maneras de
conseguir poner al rey a su lado de nuevo, la voz de Baroy
gritó en su mente.
—Llega un terremoto. ¡Fuera! Lo detendré todo lo
que pueda.
Naron ocultó su desesperación tras una fachada fría
que había perfeccionado a lo largo de los años en la corte.
«¿Era tan malo anhelar el toque de su alma gemela?»
Decidido a no dejar que el rechazo de Tor le hiciera
daño, Naron pasó los siguientes minutos discutiendo de la
minería y el uso del reino de varios minerales. Mirando por
encima, vio a Tor hablando con su guardia, sus dos cabezas
íntimamente juntas. La bestia de Naron gruñó al verlo.
—¿Le puedo ayudar con algo Tor? —Estalló.
—Tenemos que salir.
Decepcionado el rey asintió con la cabeza, pensando
que el hombre había recibido un mensaje que le obligaba a
irse. Entonces dándose cuenta que Tor no podía verlo dijo:
—Entiendo. Deje saber a mi mayordomo cuando desea
programar de nuevo la visita. —Sabía que el tío de Tor
quería visitar las minas para llegar a un acuerdo comercial
sólido. Sin embargo, ahora que se había reunido con Tor,
Naron pensó que el alto rey podía utilizarlo para echar de
menos al duque, ya que Naron no le iba dar autorización
para salir, nunca.
Para sorpresa de Naron, Tor se acercó, tomó su brazo
y lo acercó.
—No entiende. Tenemos que salir todos.
Sin dar a Naron la oportunidad de objetar, Tor
envolvió su mano en el bíceps del guardia sin soltar la de
Naron.
—Vamos Crillon.
—Sí, su señoría.
Naron clavó sus talones. Un apretón
sorprendentemente poderoso tiró de él. Lo que le hizo
tropezar tras Tor y su guardia.
—No sea terco. Tenemos que salir ahora.
Naron miró hacia atrás, complacido de ver a los
demás siguiéndolo. Había odiado dejarlos atrás.
—¿Adónde vamos? —Dejó de apretar sus talones, no
estaba funcionando y Tor era mucho más fuerte de lo que
Naron sospechaba, esperaba que la conversación pudiera
calmarlo. El guardia iba con calma como si lo hubiera hecho
todos lo días. Uno de los guardias trató de interceder, pero
Naron negó con la cabeza. Iba a cualquier lugar que el
duque quisiera arrastrarlo.
—A algún lugar seguro. Menos hablar, más caminar.
Necesitamos salir de aquí, ahora.
Tor los metió a ambos en el ascensor y golpeó el pie
con impaciencia para que los otros subieran.
—¿Por qué nos vamos? —Preguntó Naron.
—¿Qué le ocurre al duque? —Preguntó Gallywyn una
vez que estuvieron todos en el ascensor.
—¿Se ha vuelto loco? —Dijo Lord Mell con desprecio,
mirando a Tor.
Tor ignoró las preguntas.
Naron admiró como el hermoso hombre estaba
derecho y orgulloso, sin dejar que nada lo molestara. A
pesar de la ira despótica de Tor, sintió una ráfaga de deseo
por el hombre al mando.
—¿Qué está pasando? —Mantuvo su voz calmada.
Ahora que estaban en el ascensor quería algunas
respuestas.
—¿Quieres explicarnos porque estamos saliendo? —
Le interrumpió Lord Mell con voz burlona—. La última vez
que miré tú no estabas a cargo de este viaje.
El guardia shifter de Tor gruñó y se apartó el abrigo
para mostrar al otro su arma y su disposición a usarla.
—Calma, Crillon. —Le ordenó Tor con voz calmada—.
Baroy me dijo que va a llegar un terremoto.
Hubo unos pocos murmullos pero nadie dijo nada
más.
La puerta se abrió. Cuando salieron del ascensor, un
rugido siniestro salió de la tierra.
Tor pasó un brazo alrededor de la cintura de Naron y
tiró de él en una rápida carrera. Naron se atrevió a mirar
atrás. Un agujero apareció en la tierra, tragándose la
entrada de la mina y el hueco del ascensor que habían
dejado hacía unos segundos.
Sir Cant exhaló.
—¡Santa Madre del Dragón!
El grupo se detuvo varios metros del lugar destruido.
—Nos ha salvado. —Dijo Lord Gallywyn, mirando a
Tor con estrellas en sus ojos.
Naron gruñó, instintivamente moviéndose delante de
Tor. Sintió una mano en el hombro y se volvió a ver a Tor
que frotaba su hombro con una mano y con la otra
agarraba a su guardia.
La bestia del interior del rey odiaba que Tor quisiera
alguien más para guiarlo, pero su lado humano entendía
que Tor necesitaba alguien familiar para estar a gusto. El
conflicto interior desorientaba a Naron. Desacostumbrado a
tener conflictos internos, se comprometió a hablar con el
consejero real cuando llegara al castillo. Tal vez había una
manera más fácil, que conociera el consejero, de tratar con
su dragón interior.
—Baroy sintió una perturbación y me advirtió que
saliera. —Dijo Tor con calma.
—¿Quién es Baroy?—Lord Mell frunció el ceño al
duque.
—Mi dragón.
—Para aquellos que no lo sepan, su señoría fue
golpeado por un dragón. —Dijo el rey.
Se dio cuenta que inconscientemente estaba
acariciando el brazo de Tor.
—Su vínculo obligado es un dragón del espacio, el
cual creo está girando por este planeta mientras hablamos.
—¿Qué es un vínculo obligado? —Preguntó Sir Cant—.
¿Es lo mismo que el enlace con un dragonkin?
Tor negó con la cabeza.
—No, es como estar muy cerca de su mascota,
excepto que la mía puede entrar en mi cabeza y hacerse
cargo de mi visión. Los dragones del espacio necesitan una
pareja biológica para prosperar. No sé por qué, y Baroy es
tan raro que no puede preguntar a otro de su especie al
respecto.
—¿Puedes comunicarte telepáticamente? —Preguntó
Naron. La curiosidad por el duque le comía.
—Sí, Baroy está por encima, y puede decir lo que
pasa en cualquier planeta que estoy. Es muy poderoso. —
Tor liberó a su guardia y palmeó la mano de Naron, sin
darse cuenta de cómo crearon una apariencia de unidad
ante los demás.
—¿Por qué no nos dijo lo que estaba pasando? —
Preguntó Gallywyn, con ojos brillantes de curiosidad.
—No quería que nadie entrara en pánico. —Dijo Tor,
sin hacer nada, acariciando el brazo de Naron, un gesto
inconsciente que hizo que su polla se endureciera en sus
pantalones.
Incapaz de contenerse, se inclinó y besó a Tor en los
labios.
—Gracias por mi vida y por la de todo el mundo. Si
no hubieras escuchado a tu dragón, todos estaríamos
muertos.
Tor se encogió de hombros.
—Siempre escucho a mi dragón.
—Siempre. —Ese pensamiento le heló—. ¿Y si te dice
que dejes el planeta?
—Entonces dejo el planeta. —Dijo Tor como si seguir
las órdenes de su dragón fuera la cosa más natural del
mundo.
—¿Tienes algún control sobre él? —El pensamiento de
un dragón espacial corriendo salvaje por encima de ellos,
incomodó a Naron. Los dragones del espacio no eran
conocidos por su buen temperamento, especialmente
cuando se trataba de sus compañeros vinculados.
—No lo controlo. No tenemos ese tipo de relación.
Somos una especie de socios. Vuela a través de las galaxias
y explora nuevos planetas, y yo trabajo para mi tío. No
tenemos que estar juntos en la misma área. Puede ver a
través de mis ojos, y yo por lo general veo a través de los
suyos. Es por eso que mis ojos se ven tan extraños.
Reflejan lo que Baroy está viendo.
—¿Hasta dónde puedes comunicarte? —Preguntó Lord
Gallywyn.
Tor frunció el ceño.
—¿Qué quiere decir?
Naron palmeó la mano del duque cuando apretó su
agarre.
—Quiero decir, si va a través de las galaxias, ¿en qué
momento se pierde la comunicación?
Naron recordó que Gallywyn tenía estudios en
ciencias naturales y probablemente, encontraría a Tor
fascinante. Naron también encontraba al hombre
fascinante, pero por razones muy diferentes.
—No hay ningún límite. Es como si hablara a su
propia mente. No puede dejar su mente, por lo que Baroy
no puede dejar la mía.
Gallywyn se acarició el mentón, pensativo.
—Me encantaría hablar con usted sobre esto más
adelante.
—Estoy a su disposición. —Tor le hizo una reverencia.
—Solo para esta discusión. —Dijo Naron mirando al
otro hombre. No quería perder a Tor por nadie más, sobre
todo por otro contendiente del concurso.
Gallywyn le dio a Naron una pequeña sonrisa.
—Por supuesto, Su Majestad. No me atrevería a
traspasar su confianza. —Echó un vistazo hacia abajo a Tor,
con una mirada sorprendentemente carnal para alguien que
parecía tan tímido—. A pesar de la tentación.
—Volvamos al castillo para la comida de mediodía,
necesito informar al director de la mina del derrumbe.
—No ha sido por los trabajos, Su Majestad. Fue un
desplazamiento de la tierra lo que causó la perturbación, no
la mano de obra de la mina.
—Entonces tendrá que trabajar para compensar los
cambios de la tierra, ¿verdad? Casi nos matamos allí. No es
aceptable.
El corazón de Naron latía con fuerza cuando se dio
cuenta de las ramificaciones de la pérdida de Tor en una
mina ¿Y si el duque se separaba y no podía encontrar
ayuda? Un ciego enterrado vivo en una mina era suficiente
para que sudor frío recorriera a Naron.
—No tienen permiso para ir a las minas sin guía. Eso
va para todos. —Dijo Naron asegurándose que la gente se
fijara en su expresión—. Después de lo que acaba de
suceder. Tengo que inspeccionarlas antes de hacer más
viajes.
Hubo una ronda de asentimiento de los otros.
—¿Le gustaría que Dillon hablara con usted? —
Preguntó Tor—. Es gemelo de Crillon. Tiene una
especialización en el movimiento y estructura planetarias.
—No sabía que existía tal cosa. —Le dijo Naron.
Tor sonrió.
—Mis hombres tienen todos que elegir una
especialidad cuando vienen a trabajar para mí. Dillon ha
estado siempre fascinado por la tierra, mientras Crillon ha
estado más interesado en la superficie. Estudió los patrones
climáticos y los hábitats de los animales.
El orgullo en la voz de Tor le dijo a Naron que el
duque no solo ofrecía una educación a sus empleados, sino
que los apoyaba activamente. No era de extrañar que su
gente lo adorara.
La educación era cara y los shifters no tenían medios
para conseguirla. Sus planetas eran demasiado primitivos
para apoyar la educación formal, y era inusual que ellos
abandonaran sus hogares.
Crillon le dio a Tor una mirada de adoración y acarició
la cabeza del duque.
—Su señoría nos ha dado a mi hermano y a mí
muchas y grandes oportunidades.
—Si no retiras la mano de su pelo, tu hermano puede
examinar tu cadáver en el suelo.
Crillon le enseñó los colmillos al Rey, pero paró de
acariciar el pelo de Tor.
Sacudiendo la cabeza, Naron indicó que todo el
mundo debía subir sobre la nave flotante.
—Vayamos a comer al castillo.
Tor le dio otro mordisco a la masa de hojaldre y dio
un pequeño gemido cuando se humedeció los labios. El chef
del rey era un maestro. Tor inclinó la cabeza hacia la
derecha, una silenciosa indicación que cualquiera que
estuviera de servicio entendía.
—¿Sí? —La voz de Sally le habló al oído derecho.
—Dale mis saludos a la cocina, y decidles que esta es
una de las mejores comidas que he probado. También
averigua si puedo sobornarle para llevármelo.
—¡Tor! —El tono de indignación del rey le hizo
sonreír.
Sally se rió.
—Veré que puedo hacer. ¿El paquete usual?
—Sí.
—No puedo creer que trates de robarme el chef. —
Gruñó Naron.
—Una vez oí que todo vale en el amor y la guerra. —
Sonrió Tor.
Había sonreído más hoy que en los últimos dos años.
Tanto como no quería ser el consorte del rey, había algo
definitivamente atractivo en Naron. La rica voz del rey y el
sentido del humor lo llamaban más la atención que
cualquier otro hombre que hubiera conocido desde que
murió su amante.
Tor se imaginó que podría probar el sabor del rey de
sus labios. Maldita sea, si no quería probarlo. «¿Sería
saltarse el protocolo si se abalanzaba sobre el hombre?»
Después de todo uno de estos cabrones con suerte tendría
a Naron para toda la vida. «¿Por qué Tor no podría hacerse
una idea antes de marcharse?»
La idea de Naron pasando cada noche y cada día con
otro nombre en su cama lo dejó trastornado.
—Eso es porque es el único. —Dijo una voz insidiosa
en su cabeza.
—¡Cállate Baroy!
—No quieres saber la verdad porque tienes miedo de
perder otro amante. Confía en mí. Este va a ser mucho
más difícil de perder. Los hombres dragón son una raza
resistente. Después de todo son mis parientes lejanos.
La presunción de su dragón hizo que Tor quisiera
darle un puñetazo.
—Qué mal genio. —La voz de Baroy se burlaba de él.
—Pensé que te gustaba la comida. —Naron estaba
preocupado por la asustada voz de Tor.
—Lo siento, ¿qué?
—Estás con el ceño fruncido sobre tu comida. Me
preguntaba si has decidido echarte atrás en lo de robarme
al chef.
—No, tenía el ceño fruncido por otra cosa. Sigo
cautivado por tu chef.
—Preferiría que estuvieras cautivado por mí. —Dijo
Naron en voz baja.
—Su Majestad. —La voz de Lord Mell rompió su
conversación—. ¿Podría tener su opinión sobre algo?
—Por supuesto. —Naron rozó la mejilla de Tor con
sus labios y le susurró: —Te veré más tarde.
Tor decidió que no le gustaba Lord Mell. Había algo
en su voz que lo inquietaba.
Era el tipo de hombre que tomaría todo lo que
pudiera de Naron y entonces le rompería el corazón. Era en
interés del rey, si Tor lo eliminaba antes de irse. Tal vez
fuera mejor que Naron se quedara con Gallywyn o Cant.
Hizo una nota mental para conocer mejor a los otros dos,
para determinar el que sería mejor para el rey. Los dos
estaban sentados en el otro lado de la mesa y no tenía
oportunidad de interactuar con ellos esta noche, pero no le
gustaba la idea de que Naron saliera con el espeluznante
Mell cuando Tor se fuera. El rey parecía un buen hombre y
estaba siguiendo las tradiciones para encontrar a su pareja.
Tor era un firme creyente de las tradiciones de su pueblo.
Se preguntaba porque no hacían una caza de compañero
como en el reino de Jory. Hizo una nota mental para
preguntar al rey la próxima vez que lo viera.
—Es hora de su llamada telefónica mi duque. —Le
susurró Dillon al oído. El intercambio entre Crillon y su
gemelo significaba que había llegado el turno de la noche.
Los gemelos nunca dormían bien si Tor no se acostaba,
sentían que era su responsabilidad cuidar de él. Tomaban
sus funciones muy en serio. Desde que los había salvado
siendo gatitos, nunca habían dejado de estar un día a su
lado.
Tor envolvió su mano alrededor del brazo de Dillon y
permitió que el otro hombre lo ayudara a levantarse.
—¿Nos deja tan pronto? —La voz de Lord Mell era
satisfecha, como si Tor saliera dándole todo el derecho al
rey.
—Sí, tengo que hacer una llamada telefónica. —Tor
tuvo cuidado de mantener toda la emoción en su voz. No
serviría de nada hacer que el hombre pensara que tenía
ventaja sobre él. Lord Mell le pareció el tipo de persona que
explotaría cualquier cosa.
—¿Y qué llamada es tan importante que deja con
lágrimas a su futuro consorte?
—¿Quieres que lo mate? —Susurró la voz de Baroy.
Tor sonrió, sabiendo que el mal hombre pensaría que
era para él.
—Eso sería personal. Buenas noches.
Naron vio a Tor salir con su séquito. El grupo que lo
seguía era más grande con el tiempo.
—¿Cuántas personas lleva con él? —Preguntó
Gallywyn, poniéndose al lado de Naron.
—No estoy seguro, —sonrió—. No creo que lo sepa.
Naron se sorprendió cuando su paje entró en la
habitación. Sus mejillas estaban teñidas de rojo, y sus ojos
brillaban con rabia.
—Lo hizo. El ladronzuelo convenció al chef para que
se fuera con él.
Naron se echó a reír y no podía parar. No se molestó
por su chef. No tenía ninguna intención de dejar a Tor salir
de su reino, por lo que no le preocupaba perder a su
preciado chef. Había que darle crédito a Tor. Obtuvo lo que
quería. Naron solo esperaba que el hombre lo quisiera.
—¿Cuál es la siguiente prueba? —Le preguntó Lord
Cant.
Nunca hablaba mucho, y no era tan agresivo como
Lord Mell, ni tan bello como Lord Gallywyn, y carecía por
completo del magnetismo del duque. Era lo que parecía ser
un caballero, que estaba allí porque su padre lo había
enviado. Si no estuviera allí por la fuerza podrían haber
sido amigos.
—Minerales. Voy a preguntarles diferentes tipos de
piedras. Mi esposo necesita conocer los diferentes
elementos que se comercializan como materias primas.
Una sonrisa se dibujo en el rostro de Lord Mell.
—No creo que sea muy difícil para aquellos de
nosotros que crecimos aquí. Vamos a tener bastante
ventaja sobre el duque.
Naron tuvo que recordarse a sí mismo que le haría
daño a su reputación si le daba un puñetazo a uno de los
concursantes, pero en su interior, hizo un voto que si
incluso Tor no lo pasaba, por alguna razón, nunca elegiría a
Lord Mell. No confiaba en la malicia en los ojos del hombre.
Tor dejó que Dillon lo llevara de vuelta a su
habitación. Era tarde y era la hora de su llamada telefónica
a sus hijos.
—Alexandra está primero. —Dijo Pietro, colocando el
proyector holográfico en la mesa para que la imagen de Tor
se retransmitiera de forma clara si se sentaba en la cama.
—Buenas noches papá. —La voz brillante de
Alexandra calmaba los nervios crispados de Tor. Ni siquiera
sabía que estaban tensos hasta que el sonido de su hija
aligeró sus hombros y su espalda.
Amaba a sus hijos.
—Buenas noches, muñequita. ¿Cómo fue tu día?
—He tenido una visión. —Dijo Alexandra. Tor escuchó
cualquier señal de enojo o miedo, pero no escuchó ninguna.
Su pequeña hija era una vidente de gran alcance, y a veces
tenía visiones aterradoras para alguien de su edad. Ella iba
al templo de videntes una vez por semana en busca de
ayuda y discutía con el cabeza de los videntes, pero Tor se
negó a permitir que se quedara allí de forma permanente.
Quería que su niña tuviera una niñez antes de que
tomara sus deberes profesionales como vidente. Si Tor se
salía con la suya, sus días estarían llenos de dulces, sol y
ponis. Por desgracia, los dioses y diosas tenían otras ideas
y rompían sus recuerdos brillantes de su niñez con
imágenes del futuro. No todos ellos eran felices.
La madre de Alexandra, Livia, apoyaba las decisiones
de Tor, y juntos trataron de asegurarse que tenía una vida
equilibrada como cualquier niña vidente podía.
—Estabas con un hombre y erais felices.
—¿Qué? —Tor trató de concentrarse. Uno pensaría
que iba a aprender a no distraerse cuando hablaba con un
niño de seis años. Ella saltaba de un tema a otro como un
conejo hiperactivo.
—Te vi anoche en mi visión. —Su voz sonaba baja y
soñadora—. Es muy guapo, y te miraba como lo hacía
Larien.
Alexandra también había sufrido cuando Larien
murió. Solo lo había conocido en breves visitas y llamadas
holográficas, pero la pareja se había unido. Tor pensó que
ella estaba molesta sobre todo porque no había tenido
ninguna visión de la muerte de su amante. Larien había
muerto cuando la nave se salió de la formación y chocó
contra un meteoro inesperado. Había ido a visitar a sus
padres, en una visita mensual. Dos años más tarde, Tor
recibía los regalos de los padres de Larien para su
cumpleaños, y él les mandaba a ellos flores en el
aniversario de la muerte de su amante.
—¿Cómo era?
—Tenía el pelo oscuro, y bonitos ojos azules. Era muy
guapo, pero no tan guapo como tú, papá, —dijo ella con un
arranque de lealtad—. Tenía la sombra de un dragón
rodeándolo. Creo que puede cambiar.
Tor negó con la cabeza.
—Si es quien creo que estás hablando, he oído que
no podía cambiar.
—Tal vez solo necesita la razón correcta. —Dijo
Alexandra.
—Tal vez. Ahora ¿has tenido alguna otra visión que
necesitemos discutir?
—Nop. Hablemos de mi nuevo poni.
Durante los siguientes minutos Alexandra y su padre
discutieron de sus estudios, que eran los apropiados de su
edad. Conversaron sobre su tiempo en el templo de
videntes y lo bonitas que estaban las flores en el jardín, y
por supuesto, su nuevo poni.
Una campana sonó, deteniendo a la niña a la mitad
de su frase sobre una mariposa azul que había visto por la
mañana. Debido a la dificultad de tiempo las transmisiones
intergalácticas y el costo extravagante cada niño disponía
de quince minutos.
Su hijo menor, Mitel fue la siguiente llamada.
—Hola papá.
—Buenas noches Mitel. —A sus ocho años de edad,
Mitel era un niño serio que trabajaba duro con sus estudios
y complacía a su padre.
—Domino el primer nivel de levitación. —Estalló Mitel.
—Felicidades hijo.
Tor sintió una caliente ráfaga de orgullo. Mitel tenía la
capacidad de mover cosas con su mente. Había estado
tratando de moverse él mismo, con poco éxito, desde que
aprendió a caminar. Que hubiera alcanzado el primer nivel
era un gran logro.
—¿Cómo van tus otros estudios?
—Bien. El tutor que enviaste es increíble. Creo que le
gusta a mamá. —Le confió Mitel.
—Ahh. —A Tor no le sorprendió. El tutor, de acuerdo
con Sally, era guapísimo. Cuanto más pensaba en
establecerse, más se decidía en encontrar a alguien para la
madre de sus hijos.
—¿Está saliendo con alguien ahora?
—Estuvo viendo a un hombre llamado Lord Jessum
durante pocas semanas, pero cuando le dijo a Alexandra
que se inventaba sus visiones, mamá lo echó.
—Bien.
La pareja discutió sobre las lecciones de esgrima de
Mitel y sus estudios, entonces intercambió el lugar con su
hermano, Cadin.
—Buenas noches, padre. —Dijo Cadin alegremente.
Mientras que Mitel era serio y estudioso, Cadin era
todo bromas y diversión. El problema con Cadin es que era
difícil que se concentrara. Su talento era manipular el fuego
y tenía tanta energía que era difícil que se asentara en sus
estudios. Tor había dado instrucciones a su nuevo tutor
para dar a Cadin la mayor parte de sus clases de forma oral
en el exterior, para que pudiera caminar y quemar algo de
su exceso de energía. Era una tortura poner a su muy
activo hijo en una mesa dentro de un aula durante horas y
horas.
—¿Entonces quién es el chico nuevo? —Cadin le
preguntó bruscamente.
—¿Qué tipo nuevo? —A veces sentía que se perdía
completamente en otra conversación aparte de la que ya
tenía.
—Lo vio Alexandra en sus visiones.
—Creo que es el rey Naron, —dijo Tor—. Pero no
estoy seguro. Tu tío abuelo me inscribió en un concurso de
consortes. Si gano, seré su consorte.
Tor no ocultaba sus relaciones a sus hijos. Ellos eran
una parte esencial de su vida, incluso si no podía estar allí
físicamente.
—¿Te gustaría? —Preguntó Cadin, poniendo su voz
muy seria—. ¿Te gusta el rey? ¿Cómo se siente Baroy con
eso? —Había un poco de tensión en la voz de su hijo
cuando mencionó a Baroy. Los niños tenían sentimientos
encontrados sobre el dragón, ya que les impedía pasar
tiempo con su padre.
—Estará bien. Nunca tuvo ningún problema con
Larien. —Evitó la pregunta sobre Naron. No quería hablar
de sus sentimientos conflictivos por el rey.
—Eso es verdad. ¿Vendrás pronto a visitarnos?
Tor podía escuchar al niño tratando duramente
convertirse en hombre.
—Veré si puedo una vez que este tema del consorte
termine.
—¿Qué pasa si ganas la posición de consorte?
Tor se echó a reír.
—No es una prisión. Todavía puedo visitaros. Llevaría
al rey conmigo.
—Muy bien.
Debió haber resuelto la cuestión de Cadin, porque
abandonó el tema con el fin de discutir sobre sus estudios,
que eran más interesantes ahora con el nuevo tutor, el que
le gustaba a su madre, y la hija del nuevo vecino, que era
al parecer linda.
Después de que los niños terminaran, habló con Livia.
—Así que he oído que podría haber un nuevo hombre.
—Su tono de broma hizo sonrojar a Tor. Podía sentir la
rojez corriendo por sus mejillas. Ya que habían sido amigos
de su infancia. No había nada que no compartiera con la
única mujer que amó. Su madre había muerto cuando era
muy joven y Tor no tenía ningún recuerdo de ella, y aunque
no tenía ningún amor romántico hacia la madre de sus
hijos, ocupaba un lugar muy especial en su corazón.
—El rey. Mi tío me inscribió en un desafío de
consortes.
—¿Y qué tal lo estás haciendo?— Se dio cuenta con
su tono de broma que ella estaba disfrutando de esta
conversación, demasiado para la comodidad de Tor.
—Lo estoy haciendo lo suficientemente bien, pero he
oído que tu también tienes un admirador.
—Los niños hablan demasiado. —Dijo Livia. Su tono
de voz había cambiado pero no tenía ningún enfado.
—¿Y cómo es tu tutor?
—Es muy agradable y muy guapo, estoy seguro que
te habría gustado antes de que me lo enviaras. ¿Qué pasa
Tor?
—Has estado sola mucho tiempo, Liv. Quiero que
tengas un poco de felicidad.
—¿Y tú qué? ¿No tienes derecho a la felicidad? A
pesar de lo que nuestra pequeña vidente diga, ¿tú crees
que me gusta ser un consorte? Te ataría de disfrutar de tus
viajes.
—Como les dije a los chicos, esta no es una cadena
perpetua. Siempre puedo dejarlo.
—Llámame si necesitas algo. Te mantendré
informado sobre las noticias del tutor.
—Es un acuerdo. —Tor se echó a reír y le dio las
buenas noches.
Después de colgar se acordó.
—Mierda. Me olvidé tocar el violín para Lexy.
—Puedes tocar mañana la canción. —Le calmó
Dillon—. Vamos a prepararte para pasar la noche.
Tor permitió a sus sirvientes que le desnudaran y le
pusieran un pantalón de pijama de seda. Nunca llevaba la
camisa de seda en la cama por si tenía que cambiarse
rápidamente cuando estuviera metido en la cama.
Mientras se quedaba dormido, oyó a sus siervos
cantar una vieja canción de cortejo.
—Hoy vamos a identificar minerales, —anunció Naron
a la sala en general. Había una mesa larga con cuatro
asientos y un montículo cubierto sobre la mesa delante de
cada silla—. Por favor, siéntense señores.
Lord Mell, Lord Gallywyn, y Sir Cant todos se
sentaron mientras Sally, mirando a Tor con adoración, le
acercó una silla para él.
«¿Acaso el hombre no tenía sirvientes feos?» Para un
hombre que fuera ciego, Tor tenía funcionarios
increíblemente hermosos.
—Es importante que mi pareja, pueda identificar los
minerales de mi reino. Como parte de sus
responsabilidades deben ser capaces de comerciar con los
monarcas de otros países y embajadores de otros mundos
y saber de qué estan hablando. Es una habilidad que se
puede enseñar, pero es importante saber si se tienen idea
sobre los minerales. Quiero que cada uno cierre sus ojos,
tome una muestra de la pila, abra los ojos y me diga lo que
es y lo mucho que vale en el mercado abierto. Lord Mell,
usted empieza.
Mell se quitó la chaqueta y a ciegas recogió una
piedra. Abrió los ojos y anunció.
—Un zafiro Callin. —Levantó la piedra azul para que
los espectadores pudieran verla—. Sin un microscopio
adecuado, diría que vale unos treinta y dos créditos.
—Se trata de un zafiro Phaseis y tiene un valor de
tres mil créditos. —Dijo Naron. Tuvo cuidado de mantener
alejada la emoción de su voz, pero vio la débil sonrisa de
Tor. Una corriente de adoración lo llenó.
Hubo un estallido de murmullos de la audiencia y
algunos sonreían abiertamente.
—No temáis Lord Mell, tendrá otras dos
oportunidades. ¿Lord Cant?
El nervioso Lord cerró los ojos, metió la mano, y
tomo una piedra verde.
—Lystone, tiene un valor de unos cincuenta créditos.
—Dijo al abrir los ojos.
—Excelente. —Dijo Naron sorprendido.
Lord Cant sonrió con orgullo, saludando a la multitud
cuando aplaudían. Naron se dio cuenta que poca gente
apoyaba a Lord Mell como consorte. Lo agregó en la
columna negativa del hombre. La buena imagen pública era
importante para cualquier consorte.
—Lord Gallywyn.
El delgado moreno le dio una tímida sonrisa antes de
mirar a la roca que tenía en la mano.
—Diamante Jaspit. —Dijo, a una piedra
particularmente fea en bruto—. Valdrá aproximadamente
cerca de cinco mil créditos cuando se corte
apropiadamente.
—Excelente. —Naron cruzó los dedos mentalmente
cuando se volvió a Tor. Esperaba que el duque tuviera algo
que le ayudara a pasar la prueba.
—Ahora Tor, como es ciego puede que tu amigo
shifter pueda ayudarlo. Creo que dijo que estudió
minerales.
—No necesito a nadie que me ayude con las piedras.
—Dijo Tor con el ceño fruncido—. Ellas me hablan.
Naron se mordió el labio inferior para contener su
grito de alegría. Era una rara habilidad que pudiera oír a la
tierra. Si Tor tenía esa habilidad, explicaría por qué un
dragón espacial estaba tan unido a él.
Los dragones estaban atados a las canciones de los
minerales. Incluso los dragones del espacio eran llamados
cuerpos celestes. La capacidad de Tor haría de él un
consorte de gran valor. Naron tuvo que trabajar duro para
que su sonrisa no se viera cruzando sus labios.
Maldita sea, el hombre era perfecto.
Tor tomó una piedra gris ahumado de la pila y la
abrazó con su mano. Dejó escapar un zumbido en voz baja
antes de anunciar su resultado.
—Cuarzo de la región Freely. Valdría mucho, pero
tiene un defecto en el medio por lo que es esencialmente
inútil.
—¿Qué? —Naron se inclinó hacia adelante y le
arrebató la piedra a Tor. La levantó a la luz, pero no vio
nada entre sus capas—. Tráiganme una lupa.
Un paje se escabulló y volvió con una piedra redonda
de vidrio diseñada para que los joyeros identificaran fallos
en cualquier roca. Naron puso la lupa al lado de la roca y la
examinó muy de cerca. Por la Diosa Dragón, Tor tenía
razón. Había una grieta fina justo en la mitad de la misma.
—Tiene razón. —Dijo Naron sin molestarse en ocultar
su asombro. Lanzó una mirada a Finnel su jefe tratante.
Habría que hablar con Finnel más tarde. ¿Quién sabía
cuántas piedras eran defectuosas?
—Con estos resultados declaro a Tor ganador del
concurso. —No había razón para continuar. No era un
concurso de feria.
Hubo algunos aplausos corteses, incluso cuando una
expresión contrariada cruzó el rostro de Tor.
El rey Naron estaba revisando unos papeles cuando
hubo una llamada a su puerta.
—Adelante.
Se sorprendió cuando Sir Cant entró por la puerta.
El hombre estaba obviamente incómodo. Apenas
podía mirar a Naron a los ojos.
—He venido a retirarme del concurso de consorte. —
Le espetó Sir Cant.
Naron juntó sus papeles y le dio al otro toda su
atención.
—¿Por qué quiere retirarse?
El joven se adelantó.
—¿Puedo ser honesto?
—Por supuesto ¿Te gustaría sentarte?
—N... no. —Balbuceó—. Quiero decir, no gracias. Solo
quiero terminar con esto. Por mucho que lo respeto como
rey, no creo que fuera buen compañero. Estás buscando a
alguien como Lord Mell, que tiene una personalidad fuerte,
o Lord Gallywyn que es guapo, o quizás el duque que es
ambas cosas. No quiero ser un consorte, estoy aquí solo
porque mi padre me dijo que renegaría de mí si no lo
intentaba. Estar lejos de casa me hizo darme cuenta de
cuánto extraño a Timothy.
—¿Timothy?
Cant se ruborizó. —Es el hijo del molinero que trabaja
de espaldas a mi casa. —El joven tímido enderezó la
espalda—. Observando a su señoría, verlo pasar el día
hablando con su gente, me hizo darme cuenta que he sido
un cobarde todo este tiempo. Si el duque puede ser un
diplomático y tratar con un dragón del espacio, sin su vista,
puedo hacer frente a mi padre y decirle que voy tras el
hombre que amo.
—¿Y si reniega de ti?
Sir Cant enderezó la espalda y se mantuvo en pie.
—Entonces aprenderé a ayudar a mi esposo en el
molino.
—Bien por ti. —Naron se levantó y golpeó al joven
hombre en la espalda—. Si tu padre reniega de ti, déjame
saberlo y veré lo que puedo hacer encontrándote un puesto
en la oficia del tasador. Tienes buen ojo para las rocas.
El joven se sonrojó por el halago.
—Gracias, Su Majestad, y buena suerte con su
concurso del consorte. Espero con interés ver a su señoría
la próxima vez que venga de visita.
El joven se había ido antes de que Naron tuviera
oportunidad de darse cuenta de lo que había dicho.
—Supongo que no soy tan sutil como pensaba. —Las
palabras de Cant dejaron a Naron pensando. Llamó a su
paje.
Sparrow se precipitó por la habitación con el rápido
movimiento de pájaro que lo hizo ganar su apodo. Lo
habían utilizado durante tanto tiempo, que Naron no podía
recordar el nombre real si no se lo preguntaba.
—Me gustaría que me mandaras un sirviente de cada
concursante. Que sea varón.
—¿A quién quieres de parte del duque?—Sonrió
Sparrow. Era una fuente de diversión para el paje que Tor
hubiera traído tantos hombres.
—Al más mayor. Creo que su nombre empieza por P.
—Pietro. Sí, es una buena elección. —Dijo el paje,
luego se ruborizó cuando se dio cuenta que estaba
confirmando la elección de Naron. —Lo… los traeré uno a
uno.
Cuando el paje salió, Naron regresó a sus
documentos, hasta esperar que llegara el primer sirviente.
Era algo común que el maestro supiera de su gente.
Dos horas más tarde se enteró de que Gallywyn era
un dulce y despistado maestro, Mell era un hombre duro
pero relativamente justo y que Torrance no hacía nada mal,
incluso si enrollaba a Pietro en aceite y lo prendía llamas.
Sus palabras exactas.
Naron suspiró y se frotó los ojos. Ya era hora de
acostarse. Se preguntó como pasaría Tor la noche y si
tendría compañía. No había ninguna regla acerca de tener
sexo mientras se concursaba, pero esperaba que Tor no
buscara alivio con nadie de su pueblo.
Naron se puso su ropa de dormir, siempre dormía con
pijamas cómodos, porque nunca sabía cuándo una situación
de emergencia iba a sacarlo de la cama.
Naron estaba teniendo un sueño extraño. Tor estaba
llamándolo. No podía ver al hombre debido a la niebla, pero
podía escuchar su voz.
—Ven, mi amor. —Lo llamaba Tor, lo cual era
extraño, ya que no sabía si sentía por él más que una
suave atracción. Naron sin duda no podía esperar a ser
amante de Tor hasta que se hubieran conocido mejor.
Sin embargo, Naron siguió la voz de Tor y el anhelo
de esos tonos sensuales. Quería ser el amante de Tor,
mucho.
En su sueño buscaba a Tor a ciegas en la niebla.
«¿Era así como se sentía Tor en su vida diaria, incapaz de
ver y sintiendo la incertidumbre de su entorno?» La
simpatía que sentía por el bello hombre lo llenaba.
Mientras caminaba, le pareció oír voces, pero los
sonidos eran débiles y lejanos. Los ignoró sabiendo que
pronto llegaría a Tor. Caminó con cuidado atravesando una
puerta hasta una cama. Tor estaba dormido, por lo que
Naron preguntó quién lo había llamado. El agotamiento lo
arrastró y cayó sobre él. Anhelando descansar y estar
confortable, se deslizó en la cama de Tor y apoyó la cabeza
sobre el pecho desnudo del hombre, envolviendo su brazo
alrededor de Tor.
Tor tenía el sueño más maravilloso tumbado en los
brazos de Larien de nuevo. La boca de su amante le rozó
en un beso tierno, más suave que cualquiera que
recordara.
Los recuerdos de la muerte de su amante
comenzaron a salir.
Estuvo a punto de entrar en pánico. No había forma
de que sus guardias dejaran que nadie lo hiciera daño
durante la noche. Era una de las razones por las que tenía
guardias durante todas las horas. Llamó mentalmente a su
dragón.
—Baroy.
—Sí.
La inmediata respuesta del dragón hizo que Tor
sospechara que la criatura había estado esperando su
llamada.
—¿Qué hiciste?
—Has sido infeliz. Te he dado lo que querías.
Tor quería argumentar, pero en ese momento, el
cuerpo tumbado sobre él cambió. Un duro cuerpo envuelto
en tela de seda se deslizó sobre su pecho desnudo,
dispersando sus pensamientos a la estratosfera. Maldito
Baroy. Debía haber transportado al rey a la habitación de
Tor.
—Mi hombre hermoso. —Susurró en su oído
poniéndole más duro que un trillón de diamantes. Un suave
beso en su mejilla lo hizo gemir.
No estaba seguro de si Naron sabía dónde estaba ni
lo que estaba haciendo. Baroy tenía la capacidad de nublar
la mente de un hombre. Tor había sentido la experiencia
del efecto del dragón varias veces cuando lo había utilizado
en sus enemigos. Sentía curiosidad por lo que hizo ahora
con el rey, pero con Naron presionado contra él. Tor no
podía conseguir que su cerebro funcionara suficientemente
bien para detener al otro hombre.
La boca de Naron se deslizó por el cuerpo de Tor,
lamiendo y mordiendo hasta llegar a la erección de la
mañana de Tor. Con rápidos y eficientes movimientos,
quitó los pantalones de Tor. Los oyó caer al suelo, pero no
le importó al sentir la boca de Naron, donde las calientes
manos le tocaban.
—¡Muéstrame!
Tor rara vez insistía en ver, ya que dividía su
atención en su visión sobre su entorno en lugar de Baroy,
pero no había manera en que se perdiese la vista de la
boca de Naron alrededor de su polla.
Sacudidas de electricidad se dispararon por su
columna vertebral. Tor miró hacia abajo para ver a Naron
de cerca por primera vez, el pelo negro, oscuro como el
espacio, caía alrededor de su cara con capas de seda,
bloqueando la capacidad de Tor para ver el rostro de su
hombre. Incapaz de valerse por sí mismo, Tor hundió los
dedos en la seda medianoche de su cabello y lo retiró para
verlo. ¡Maldita sea, su hija tenía razón! Naron era guapo.
La boca experta del hombre pronto lo llevó a Tor a su
liberación. Tocó el hombro del rey para advertirle. El
hombre gruñó y agarró más fuertemente las caderas de
Tor. No iba a dejar de lado su premio.
Tor dejó escapar un grito cuando Naron se tragó su
semilla. Flotó, su cuerpo y su mente tan relajadas que
apenas comprendió las palabras de Naron.
—Mío. —Pensó que decía Naron cuando un dolor
punzante le atravesó su hombro izquierdo.
El muy cabrón lo había mordido. Su hombro entero
quemaba por la mordedura.
—No te muevas. Te está marcando. —La calma de la
voz de Baroy ahogó su pánico. Confiaba en el dragón para
protegerlo, si el otro hombre le fuera a dañar de verdad.
Aún así dolía.
La niebla de despejó de la cabeza de Naron cuando
marcó al hombre que había reclamado para sí mismo. Poco
a poco retrajo sus colmillos y distraídamente lamió el punto
de entrada.
«¿Cómo diablos había terminado en la cama de Tor?»
No es que fuera a cambiar su situación, pero tenía
curiosidad. La voz de Tor cortó a través de la niebla que
quedaba.
—Todo está bien. Baroy te ha traído aquí. —Acarició
la cabeza de Naron enviando olas de calor a su espalda.
—Su Señoría. —Pietro entró en la habitación con una
bandeja que contenía una taza y una jarra de café, además
de un largo plato con pastas. Se dio cuenta de la pareja
que estaba en la cama, el hombre dio un respingo—. ¡Oh!
Será mejora que traiga otra taza.
La indiferencia del hombre por encontrar a alguien en
la cama de Tor enojó a Naron, pero esperó a que el
mayordomo saliera antes de abordar a Tor.
—Solo yo estaré en tu cama a partir de ahora. —
Gruñó.
Se sintió locamente posesivo con el hombre de
cabellos dorados que estaba tumbado junto a él. Quería
que este hombre supiera que no habría otros.
Nunca.
—¿Qué pasa si no quiero ser tu consorte? —Había un
indicio de verdadera ira en la pregunta del hombre.
Naron sabía que la mejor manera era proceder con
cautela. Este era un hombre adulto, poderoso por derecho
propio, pero aunque fuera un buen consejo para sí mismo,
no lo siguió.
—Entonces no deberías haber estado en el concurso.
Tor se sentó, el ceño fruncido cruzaba su cara.
—El hecho de que me escojas no significa que me
tenga que quedar. —Por otro lado, Jory no fue reclamado
hasta que la marca se presentó en su espalda—. ¿No tiene
que aprobar el Dios a tu pareja?
Naron gruñó.
—Eso es para los dragones del norte. Hacemos las
cosas de manera diferente en el sur. Una vez que
encontramos a nuestra pareja, nosotros la reclamamos.
Una vez reclamados, ellos son nuestros. Eres mío. Trata
con ello. Tradicionalmente tendrás un dragón tatuado en un
lado, así si otra persona te ve, humana o dragón, sabrá que
perteneces a un dragonkin. Será oficial cuando te reclame
formalmente en la corte.
—¿Algo más Su Señoría?
—Saca a este hombre de mi cama. —Dijo Tor.
Pietro le dio a Naron una sonrisa.
—He oído que son compañeros ahora. Felicidades.
—¿Cómo sabes eso? —No habían salido de la cama y
la historia ya se estaba extendiendo.
—Después de tantos años con el duque, Baroy a
veces nos habla a aquellos de nosotros que estamos más
cerca de él. Por desgracia, no me lo dijo antes de entrar
con la primera bandeja de lo contrario habría traído más
cantidad.
Naron podía decir que al otro hombre no le gustaba
equivocarse con su servicio.
—Está bien Pietro, no se va a quedar. —Dijo Tor
alejándose de Naron. Naron se acercó y lo abrazó de
nuevo.
—No me gustaría que te cayeras de la cama. —
Murmuró metiendo a Tor entre sus brazos. Pasó por alto la
breve lucha cuando el duque trató de escapar. Tor suspiró y
se apoyó en él, dejando su cabeza sobre el hombro de
Naron.
—Nunca me he caído de la cama.
Pietro se rió entre dientes mientras servía la primera
taza de café.
—Eso es verdad. El duque es muy elegante, pero
estaba allí la vez que derramaste café sobre el embajador
de Rielan.
—Me estaba toqueteando. —Protestó Tor—. Un
desperdicio de taza de café, y he pagado por ello. Todavía
me molesta por mi torpeza.
—Noté que no te impidió beber. —Dijo Pietro
entregándole la taza a Tor.
Todo el procedimiento lo hizo tan bien, que no se
notaba incómodo. Naron sintió un nuevo reconocimiento
por el personal del duque. Ellos pensaban que nada más
que servían a un hombre que necesitaba un extra en el
servicio, pero entonces se dio cuenta que la mayoría de
ellos nunca habían servido a nadie más.
—Hay cosas a las que no estoy dispuesto a renunciar.
—Lo importaremos para ti. —Le prometió Naron. El
deseo de mantener a su compañero le dio fuerte.
—Eso no es un problema. —Dijo Pietro, untando de
mantequilla un cruasán. Se lo entregó a Naron con un
guiño—. El duque tiene sus propias conexiones. De hecho,
el hombre del café debe de estar aquí esta tarde.
—Excelente. —Dijo Tor, mostrando la primera sonrisa
que Naron había visto desde que informó a Tor que eran
compañeros.
Arrancó un trozo del bollo y se lo dio a Tor en la
boca. Los labios sensuales tomaron el alimento de sus
dedos y lamieron la punta, enviando un rayo de calor por el
cuerpo de Naron.
—Voy a dejar que desayunen y les diré a los demás
que no los molesten a menos que tengan una emergencia.
—Hazlo. —Ronroneó Naron justo antes de rozar sus
labios contra los de Tor.
El hombre sabía a café y hojaldre, por lo que Naron
podía imaginar lo maravilloso que serían el resto de sus
días durante toda su vida. Aunque el reino era rentable,
Naron no tenía un mayordomo que le esperara. No solo
tenía una cantidad espectacular de gente que le llevaba
todo, sus vestimentas y modales lo mostraban un sentido
de la elegancia que solo provenía de la extrema riqueza.
Naron podría compartir el desayuno cada mañana con
ese hombre. Naron tomó el café de la mano de Tor.
Tor le dio un suave sonido de protesta, pero Naron
cubrió su boca.
—Shhh. Te lo devolveré pero primero quiero
disfrutar.
EL duque se quejó cuando Naron frotó las manos
hacia arriba por el desnudo pecho de Tor. Necesitaba sentir
la piel de su compañero más de lo que antes había
necesitado nada. Una vez más, Naron sintió la presencia de
su dragón moviéndose dentro de él. Sin piedad lo empujó
hacia atrás, como dijo el consejero con el que había
hablado. Al parecer, Naron siempre había tenido un dragón,
solo había necesitado de su compañero para despertarlo.
Los suspiros salieron de los hombres cuando sus
pechos hicieron contacto.
—Estás tan caliente. —Dijo Tor.
—Es la sangre de dragón.
Abrió la mesita de noche y buscó frenéticamente la
botella de aceite que había en cada habitación de invitados.
—Sí. —Exclamó cuando su mano se cerró sobre la
botella.
—¿Encuentras lo que estás buscando? —La voz de
Tor bromeaba mientras acariciaba la cara de Naron.
—Sí. —Naron besó a Tor.
Cuidadosamente preparó a su amante poco a poco,
presionando un dedo untado con aceite y después otro.
Cuando se sintió satisfecho de que Tor estaba estirado lo
suficiente, empujó su polla dentro con movimientos
cuidadosos.
—Más duro. No voy a romperme.
Naron soltó el salvajismo que sin saberlo, había
sostenido en su interior durante años. Este era su
compañero. El único con el que podría estar y no lo soltaría.
Sintió que sus incisivos se alargaban y bombeaba
más duro a medida que veía la lujuria llenar la mirada de
Tor. La negrura de sus ojos lo arrasaba. Durante un breve
instante, Naron estaba mirando un par de ojos verde
esmeralda. Naron levantó las piernas de Tor y cambió el
ángulo. Tomó el eje de Tor y bombeó al ritmo que había
marcado.
El semen brotó de su amante, y los ojos de Tor
volvieron a su negro normal, lleno de estrellas. Gimiendo
Naron siguió a su amante con rapidez sobre el borde,
jadeando salió de su amante y se desplomó a su lado.
—Dame un minuto y te limpiaré.
Tor acarició la cabeza de Naron. El gesto amable llenó
de lágrimas a Naron. Sabía que Tor no lo quería y nunca
sería capaz de hacerlo. Durante su interrogatorio a Pietro,
le había explicado a Naron sobre la perdida de Tor y como
el duque todavía sentía la pérdida de su amante, pero si
podía tomarle afecto, Naron tomaría cualquier cosa que
pudiera conseguir.
Tras un momento acurrucados, Naron se levantó y
consiguió un paño limpio y húmedo y los limpió a ambos
antes de dejarlo en la mesilla de noche.
—Fue maravilloso, gracias. —Dijo Tor.
Naron acercó al duque hacia él, asentando la cabeza
del duque contra su pecho.
—No hay de qué. Tienes que ser mi consorte ahora.
Te he marcado.
Hubo una larga pausa que tuvo a Naron retorciéndose
por dentro.
—Me lo figuré. Jory me dijo como fue marcado en un
principio.
—¿Jory? ¿Cómo el compañero del rey del norte,
Joriah?
Tor asintió con la cabeza.
—Es mi primo.
—No hice la conexión cuando lo mencionaste antes.
Es un buen chico.
Tor se echó a reír.
—No es tan agradable. Tiene mucho temperamento,
pero es una de mis personas favoritas.
—Mi dragón no es tan fuerte como el de Rai. Nunca
he sentido su presencia, hasta esta semana. Era un dragón
dormido hasta que llegaste a mi vida. —Naron se sonrió a
sí mismo—. Ahora sé lo que sienten los demás cuando ven
a sus compañeros por primera vez, y su necesidad de
reclamarlos.
Tor sonrió con su hermosa sonrisa, y eso hizo que
Naron lo quisiera de nuevo.
—Estoy contento de haberte dado a tu dragón.
—Yo también. —Naron besó largamente a Tor, un
lento y largo beso que les hizo gemir.
—¿Qué hacemos ahora? —Preguntó Tor acercándose.
Naron sintió una oleada de felicidad atravesarlo.
Tal vez pudieran tener un futuro después de todo.
—Haremos el anuncio y seguiremos con nuestras
vidas.
Yendo a comer a mediodía, Naron no pudo detener la
sonrisa en su rostro cuando el duque caminó a su lado.
Las cosas estaban mejorando. Había encontrado a su
compañero y por primera vez en su vida, en realidad se
sentía como un dragonkin.
Sparrow corrió hacia él, pálido.
—Majestad, necesito hablar con usted en privado. —
Dijo el joven nervioso echando un vistazo al duque.
—Todo lo que tengas que decir lo puedes hacer
delante de Torrance. Es mi compañero, y será mi consorte
oficialmente al final del día.
Sparrow se inclinó para susurrar al oído al rey.
—Es sobre el duque.
—Si tiene algo que decir sobre mí, siéntase libre de
hacerlo. —Dijo Tor con voz seca.
Tor se preguntó que sabía el paje del rey. Podía decir
por el tono de tartamudez y fragilidad que el hombre
estaba molesto por algo.
—¿Hay algún problema?—Les interrumpió la profunda
voz de Crillon.
—Sparrow siente que el rey tiene que saber algo de
mí.
Crillon le dio un sonido de asfixia, como la risa de un
gato.
—Estoy seguro que querrá explorar, encontrarlo por
su cuenta.
—Confía en mí. Ya ha explorado todo lo que debía. —
Sonrió Tor. Su corazón aún dolía por Larien, pero estaba
empezando a pensar que Naron podría ayudar a aliviar su
dolor y darle algo por lo que valiera la pena vivir.
—Oh, estoy seguro que hay muchas cosas que no he
examinado. —Dijo Naron con una suave risa.
—De… debe saber que no todos saben que mo…
monitorizamos todas las transmisiones dentro y fuera del
castillo. —Tartamudeó el paje interrumpiendo las bromas
del trío.
—Es bueno saber que tienes seguridad. —Dijo Tor
todavía sin comprender lo que quería decir.
—¿Sabe que su señoría tiene una esposa e hijos? —
Espetó Sparrow.
—¿Qué? —Gritó Naron.
—No tengo esposa. —Respondió Tor.
—¿Pero tienes hijos? —La voz de Naron era
extrañamente calmada.
—Por supuesto que tengo hijos. Mi linaje tiene que
continuar.
—¿Cuántos?
—Tres. Una niña y dos niños.
Podía oír la rápida respiración del rey, como si
estuviera hiperventilando.
Tor se acercó y frotó la espalda del otro hombre.
—Respira. Te vas a poner malo.
Naron se alejó.
—¿Son todos de la misma mujer?
—Sí. Livia es la madre de los tres. —Tor respondió
con la espalda recta—. Amo a mis hijos, y si tienes un
problema con eso, entonces creo que el dragón no ha
elegido tan bien después de todo.
—No me hagas el malo aquí. —Objetó Naron con voz
fría como el hielo—. No me dijiste que tenías niños y que
estabas involucrado con su madre.
—¿Qué quiere decir involucrado? —Tor podía coincidir
con la frialdad del rey. Había trabajado en política la mayor
parte de su vida—. Amo a Livia, pero no estamos
enamorados, y nunca lo he estado. Ella es la mujer que
escogí para que fuera madre de mis hijos, y es una madre
excelente.
—¿Vas a volver con ellos o te vas a quedar y
comprometerte conmigo? —Preguntó Naron.
Tor escuchó el dolor en la voz de Naron.
Tor aspiró profundamente.
—No puedo volver con ellos. Baroy no puede manejar
mis lazos de sangre con mis hijos. Es un macho territorial,
y si estoy con ellos más de un corto tiempo, siente la
necesidad de matarlos. No he sido capaz de estar con ellos
más que unas pocas horas en toda su vida. Así que no, no
voy a correr de regreso a mi planeta a acunar a mi niña o a
jugar a la pelota con mis niños. No voy a bailar con mi
mejor amigo, quién también es la madre de mis hijos,
porque Baroy puede oler su mezcla con mis hijos y matarla
también. ¿He respondido a sus preguntas, Su Majestad?
Naron contuvo las lágrimas mientras escuchaba el
dolor en la voz de su amante. Ser incapaz de abrazar a tus
hijos y perder a su amante era una tremenda carga. No era
de extrañar todo el dolor que entrañaban sus ojos.
Incapaz de ver al hombre que amaba, de pie solo,
Naron se adelantó y envolvió al hombre en sus brazos.
El cuerpo de Tor comenzó a temblar por los sollozos.
—Shhh. Lo siento, lo siento mucho. Siempre me
tendrás. Shhh. Te vas a poner enfermo.
—Puedo llevarlo a su habitación. —Se ofreció el
shifter gato.
Los colmillos estallaron de la boca de Naron y sintió
una sensación de ardor en su estómago. Las llamas
flameaban en su boca.
—¡No! ¡Es mío! —Dijo gruñendo.
Su dragón estaba justo bajo la superficie. Con
respiraciones profundas y lentas, apartó al dragón de nuevo
y lo enterró profundamente, tomando un pañuelo del
bolsillo, secó cuidadosamente las lágrimas de Tor.
—Vamos, hermoso. Tenemos que anunciar nuestro
vínculo y volveremos a la cama. —Se tragó su
nerviosismo—. Amaría conocer a tus hijos alguna vez. Lo
siento si ha sonado como que no quiero que estés con ellos.
¡No quería perderte!
Tor le dio a Naron un apretón comprensivo.
—Hablo con ellos todas las noches. Puedes conocerlos
más tarde.
—Genial. —Dijo Naron—. Si Baroy no te quiere cerca
de tus hijos, ¿te deja tener una pareja?
Tor asintió.
—Aparentemente es una cosa de sangre. Los niños
llevan el código genético en ellos y provocan a Baroy el
instinto de atacar a una persona que es como yo, pero no
soy yo. Eres mi compañero, pero no tenemos lazos de
sangre o genéticos para que Baroy tenga un problema
contigo.
La pareja entró en la sala del trono y vieron que Lord
Gallywyn y Lord Mell estaban sentados con un surtido de
frutas y pasteles frente a ellos.
—Buenas tardes, caballeros. —Dijo Naron
gratamente.
Dirigió a Tor a la silla del consorte y le sentó con
suavidad.
—Me complace anunciar que después de pasar cada
prueba el duque ha aceptado ser mi consorte.
Lord Mell se puso de pie.
—¡No! ¡Exijo un duelo!
—Realmente lo he reclamado. —Dijo Naron con una
petulante sonrisa.
—No le ha presentado en la corte por lo tanto no es
oficialmente su consorte y puedo batirme con él. Mi dragón
contra el suyo.
—Sabe que un dragón espacial no puede venir aquí.
—Se opuso Naron.
—Entonces, pierde. —Dijo Mell alegremente—. Debe
echarse a un lado, y yo aceptaré el compromiso. Por
supuesto, mataré al duque así el vínculo original no vale.
Tor lentamente sonrió.
—Es posible que quiera reconsiderar eso. Si mi tío se
entera que me mata sin un desafío como es debido, va
invadir y destruir el reino. ¿Eso es lo que está buscando?
—N… no.
—¿Qué implica un desafío? —Preguntó Tor.
—La muerte.
—Es mío. —Dijo Naron.
Tor podía sentir el roce de la piel del otro hombre
cuando dio un paso adelante.
—Sí pero todo el mundo sabe que usted no tiene un
dragón. —Se burló Lord Mell.
—Todo el mundo está equivocado. —La voz de Naron
llegó desde lo más profundo—. Mi vínculo con el duque es
lo suficientemente fuerte como para sacar mi dragón.
—¡Basta! —Gritó Lord Gallywyn.
Tor inclinó la cabeza. «¿Quién sabía que el hombre de
voz suave tenía esa voz?»
—Déjalo Mell. Si están vinculados y es lo
suficientemente fuerte para sacar el dragón del rey,
entonces si matas a Tor, matas a Naron, y si tu objetivo es
ser rey consorte y no rey, entonces necesitas alejarte de
esto y regresar a casa. Sé un hombre y date cuenta que
has perdido.
—No voy a perder con un ciego que se coló en la
cama del rey. —Gritó Lord Mell.
Tor oyó silbar en el aire. Instintivamente extendió la
mano para detenerlo. La bofetada de algo forrado en piel
golpeó en su mano.
—¿Te atreves a lanzar una daga a mi pareja? —Un
bajo gruñido llenó la habitación. Tor sintió el cambio del rey
a su lado y escuchó los sonidos del tejido rasgado.
—¡Oh mierda!
—¡Me atrevo! —Gruñó Mell.
Tor sintió una fuerte mano rodearle retirándolo de en
medio.
—Creo que quieres estar lejos de esto. —Dijo Crillon
cuando se abalanzaron hacia un lado de la habitación.
Los gruñidos llenaban el aire, los gritos y los golpes
de cuerpos chocando uno contra el otro resonaban en la
habitación.
—¿Cómo lo hace? —Preguntó Tor.
—Nada mal. —Respondió Crillon con voz distraída—.
Oh, eso tuvo que dolerle.
—Baroy, tenemos que proteger a mi compañero.
—Sí, lo haremos.
El poder del dragón del espacio le atravesó tan rápido
que por un momento sus pies dejaron el suelo.
Crillon agarró el brazo de Tor para estabilizarlo, una
vez que llegó al suelo.
—¿Baroy?
Tor asintió con la cabeza. No podía hablar cuando
asimilaba el poder del dragón. Una sensación de picazón se
arrastró atravesando su piel y su carne se sentía como si
estuviera demasiada apretada para mantener el aumento
de energía. Su visión se enfocó y vio a dos dragones
enormes combatiendo en el centro de la habitación. Las
paredes estaban rodeadas de curiosos, todos ellos parecían
animar al rey.
La visión de Baroy le dejó saber que el dragón verde
era su amante y el rojo Lord Mell.
Tor levantó su mano derecha y se concentró. Una
bola plateada se formó encima de la palma de su mano.
Creció rápidamente y cuando era del tamaño de una cabeza
la arrojó a la pareja. Los dragones volaron en direcciones
opuestas.
Con seguros pasos medidos, Tor pisoteó al dragón
rojo que estaba tendido sorprendido en el suelo. Se detuvo
junto a la cabeza de la criatura.
La sonora voz de Baroy salió de la boca de Tor
cuando habló.
—Soy Baroy. Señor del Cielo, Guardián de los
Dragones. Te encuentro indigno de tu espíritu del dragón.
Tor puso su mano derecha en la nariz del dragón.
Una luz roja se extendió desde el contacto hasta que cubrió
completamente a la bestia derribada antes de invertirse y
subir hacia la mano de Tor y desaparecer.
El dragón rojo se encogió poco a poco hasta que todo
lo que quedaba era un hombre desnudo, tiritando de frío en
el suelo de mármol.
—¿Qué hiciste con él? —Preguntó Naron mirando
abajo hacia su adversario.
—Baroy le ha quitado su esencia. Los dragones
espaciales son los únicos que pueden controlar el espíritu
del dragón. Ellos son el dragón original de los que todos los
demás descienden. Ahora, siempre será un hombre.
—Wow. Los dragones del espacio no pierden el
tiempo.
—No cuando nuestra pareja es atacada.
—¿Puedo conseguirlo por escrito?
—Si firmas el acuerdo minero que me trajo aquí en
primer lugar.
—Cualquier cosa que quieras, mi compañero. Lo que
sea. —Naron sonrió, y durante ese momento Tor pudo
disfrutar de la vista.
—Eres un hombre muy guapo. —Dijo Tor.
—¿Me puedes ver? —La sonrisa de Naron pasó de
brillante a incandescente—. Tus ojos. Son hermosos.
—Por desgracia es temporal. —Tor miró a Naron de la
cabeza a los pies, disfrutando de cada pedacito de piel
desnudo.
Sparrow apareció por la puerta llevando una bata.
—Aquí tiene, Su Majestad. —El funcionario hizo una
reverencia—. Crillon vino y me dijo que podría querer algo
para ponerse. Voy a prepararles un baño a ambos. —Dijo
antes de salir de nuevo.
Tor suspiró cuando la bella y elegante piel
desapareció por debajo de la túnica. No importaba. Su vista
ya se estaba perdiendo. Por suerte, sería capaz de sentir al
hombre durante muchos años, y francamente, si se trataba
de elegir entre ver y tocar al rey, elegiría el contacto en
todo momento.
—No creo que he tenido suficiente café esta mañana.
—Tor comentó cuando su visión brilló con cometas del
sistema solar y perdió la deliciosa vista de su compañero.
Naron tomó la mano de Tor y envolvió su brazo alrededor
de él sin decir una palabra.
—Nunca lo he tomado. —Lord Gallywyn miró hacia
arriba desde donde había estado durante toda la lucha y
Tor no lo sabía. En ese momento, tampoco le importaba.
—Gracias. —Le dijo mentalmente al dragón.
—Eres todo lo que tengo, amigo mío. —Le respondió
Baroy—. Cuidaré de ti y tu nuevo compañero hasta el final
de tus días.
—Tomemos un café. —Dijo Tor.
Estaba recién vinculado, habían derrotado al enemigo
y realmente necesitaba un poco de cafeína.
—¿Significa esto que me puedo quedar con mi chef?
—Preguntó Naron besando la mejilla de Tor.
—Quizás. Si eres realmente bueno dejaré que cocine
para otros aparte de para mí, pero es posible que tengas
que ganártelo.
—Oh, me lo ganaré bien. —Dijo Naron con voz
seductora.
—¿Qué haremos con Lord Mell?
—Llevarlo a la cárcel y que le arresten por traición. —
Dijo Naron andando con Tor alejándose.
—Lo llevaré a su capitán. —Ofreció Crillon.
—Buena idea. —Coincidió Naron.
—Trataremos con él, después de un poco de café. —
Añadió Tor.
Naron se echó a reír.
—Definitivamente después del café.
Amber Kell soñó con escribir las historias de su cabeza por más
tiempo del que puede contar.
Vive en Texas con su marido, sus dos hijos, dos gatos y un muy
estúpido perro.
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