presidencia del señor vicepresidente de la nación, doctor
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C O N G R E S O N A C I O N A L
C Á M A R A D E SENADORES
10 a REUNIÓN — 6* SESIÓN ORDINARIA — 24 DE JULIO D E 1985
Presidencia del señor vicepresidente de la Nación, doctor VÍCTOR HIPÓLITO MARTÍNEZ
Secretarios: doctores ANTONIO J . MACRIS y LEONARDO JUSTO PALOMEQUE
Prosecretarios: doctor ALBERTO J- B. IRIBARNE y señor DESIDERIO LAUREANO ALMIRÓN
SENADORES PRESENTES: M E N E M , Eduardo
ALMENDRA, Ramón A. MURGUIA, Edgardo P. V.
AMOEDO, Julio A. NAPOLI, Antonio O.
R E N I T E Z , Alfredo L . NIEVES, Rogelio J .
RERHONGARAY, Antonio T . RIVAS, Olijela del Valle
HIT T E L , Deolindo F . RODR1GUEZ SAA, Alberto J .
BRAVO HERRERA, Horacio F . SAADI, Vicente L
BRITOS, Oraldo N. S A U M , Luis
CASTRO, Jorge A. SÄNCHEZ, Ubardo N.
C E L L I , Felipe SAP AG, Elias
CONCHEZ, Pedro A. SIGAL, Humberto C.
D E LA ROA, Fernando SOLANA, Jorge D.
FALSONE, José A. T R I L L A , Juan
F E R I S , Gabriel VILLADA, Francisco R.
GASS, Adolfo WOODLEY, Kenneth W .
GIL, Francisco
GÓMEZ CENTURIÓN, Carlos E . AUSENTES. CON A VISO:
J I M É N E Z MONTELLA, Arturo
L A F F E R R I È R E , Ricardo E .
L E C O N T E , Ricardo G.
LEÓN, Luis A.
BRASESCO, Luis A. J .
CURDULICH de CORREA, Liliana L
MALHARRO de TORRES, Margarita
MARINI, Celestino A. MATHUS ESCORUIUELA, Miguel A.
MARTIARENA, José H. O T E R O , Edison
MAUHUM, Fernando H. ygS VELÄZQUEZ, Héctor J .
MAZZUCCO, Faustino M. VIDAL, Manuel D.
780 CÁMARA D E SENADORES D E L A NACIÓN Reunión 10»
SUMARIO
1.—Consideración de versiones taquigráficas. Se aprueban. (Pág. 780.)
2.—Homenajes a la memoria del ex senador Ángel Freytes, del senador electo Enzo Bordabehere, del ex senador Lisandro de la Torre y de Juan Domingo Perón, (Pág. 780.)
3.—Manifestaciones sobre el proyecto de declaración del señor senador Martiarena y otros señores senadores referido a las facultades del Congreso de la Nación respecto del decreto 1 .906 /85 , sobre creación del nuevo signo monetario denominado austral. (Pág. 789.)
— E n Buenos Aires, a las 18 y 39 del miércoles 24 de julio de 1985:
Sr. Presidente. — Queda abierta la sesión.
1 VERSIONES TAQUIGRÁFICAS
Sr. Presidente. — De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 32, inciso 2 o , del Reglamento de la Cámara de Senadores, corresponde poner en consideración las siguientes versiones taquigráficas: I a reunión, sesión preparatoria, del 26 de abril de 1985; Asamblea Legislativa, del 1° de mayo de 1985; 2$ reunión, I a sesión ordinaria, del 8 de mayo de 1985; 3 a reunión, sesión en minoría, del 16 de mayo de 1985; 4 a reunión, 2 a sesión ordinaria, del 22 de mayo de 1985; 5 a
reunión, 3 a sesión ordinaria del 30 de mayo de 1985; 6 a reunión, sesión especial, del 13 de junio de 1985 y 7 a reunión, sesión en minoría, del 13 de junio de 1985.
Sr. Sánchez. — Pido la palabra. Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor
senador por La Rioja. Sr. Sánchez. — Solicito que se aprueben. Sr. Presidente. — Si no se hace uso de la pa
labra se va a votar.
— L a votación resulta afirmativa.
Sr. Presidente. — Quedan aprobadas las versiones taquigráficas.
2
HOMENAJES
Sr. de la Rúa. — Pido la palabra. Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor
senador por la Capital.
Sr. de la Rúa. — Señor presidente: ha fallecido don Ángel Freytes, senador de la Nación, quien ocupó la vicepresidencia de esta Cámara. Hombre de largas luchas en la vida política argentina, comprometido con la democracia desde su juventud, actuó en Santiago del Estero y dio ejemplo de consecuencia con sus ideas.
Aquí, en este Senado, en los tiempos del gobierno constitucional de Arturo Illia, desde 1963 hasta el 28 de junio de 1966 cuando el golpe de Estado abatió otra vez a la República, desempeñó con jerarquía la banca de senador nacional. Especializado en los temas de la minería argentina luchó por ella con importantes proyectos de ley y a su iniciativa se creó la Secretaría de Minería. Tenía la ilusión de que se pudiese sacar de la entraña de la tierra la riqueza todavía dormida. La inestabilidad política que ha signado la vida argentina demoró esa posibilidad y sigue manteniendo no resuelto y actual el mismo desafío.
En Santiago del Estero siguió militando en las filas de la Unión Cívica Radical y me tocó compartir con él luchas y esperanzas en las comunes bregas cívicas.
Hombre de la democracia, jamás cedió ante la presión del autoritarismo o la dictadura. Fue capaz del gesto humilde para volver siempre al comité partidario para reunirse con la gente, hablar de las cosas del país y prodigar su consejo desinteresado con su natural modestia y conducta clara y comprometida.
La ley de la vida nos ha privado de su presencia y su consejo.
Cuando un hombre como Ángel Freytes ocupa con dignidad una banca en el Senado de la Nación es un ejemplo que queda para los tiempos y ayuda a consolidar, a través de la historia, el prestigio del Senado de la Nación.
Por eso es justo, señor presidente, que en esta sesión rindamos homenaje a la memoria de quien fuera senador de la Nación, vicepresidente primero de la Cámara, autor del proyecto de creación de la Comisión del Sesquicentenario de la Declaración de la Independencia y del Congreso de Tucumán, comisión que integró con acendrado patriotismo para la evocación de los fastos de la patria.
Con estas breves y sentidas palabras, dichas con la emoción de quien lo conoció y fue su amigo, de quien admiró sus virtudes, la fidelidad de su conducta, su adhesión a los ideales y principios de la democracia, rindo homenaje a su noble memoria. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por San Juan.
24 de julio de 1985 CÁMARA D E SENADORES D É L A NACIÓN 781
Sr. Gómez Centurión. — Señor presidente: en nombre de los legisladores que integramos los partidos provinciales, adhiero al homenaje que éste Honorable Senado rinde a la memoria del ex senador nacional don Ángel Freytes.
Nacido en Córdoba, se radicó desde joven en la provincia-que luego llegaría a representar en este recinto, Santiago del Estero. Después de una prolongada carrera política, desarrollada bajo la advocación del radicalismo,, lo sorprendió la muerte en su Santiago de adopción a los 85 años.
Nos queda su recuerdo, señor presidente, como un denodado defensor del pensamiento de Yri-goyen a cuyo servicio actuó con la romántica hidalguía de los partidarios idealistas, y como amigo excepcional de aquellos memorables caudillos que se llamaron Amadeo Sabattini y Arturo Illia.
Asimismo Freytes se destacó por su intervención en las jornadas'de reorganización del partido en que militó con infatigable actividad.
En este momento sólo queremos evocarlo en su carácter de senador de la Nación. La legislatura santiagueña lo eligió para ocupar un escaño en esta Cámara, a la que se incorporó el 12 de agosto de 1963 con un mandato que expiraba el 30 de abril de 1966 y que le fuera prorrogado por una nueva elección.
Entre los proyectos convertidos en ley que presentó don Ángel Freytes hay dos que merecen señalarse. Uno de ellos, de fundamental importancia, cual fue el de creación de la Secretaría de Estado de Minería, iniciativa feliz, necesaria y moderna, calificada como un complemento singular del código que rige la materia. El restante, la ley de celebración del Centenario del Congreso de Tucumán y la Declaración de la Independencia.- áfirVói
Como su vida, su obra también fue extensa y patriótica; por ello, el ex senador don Ángel Freytes merece nuestra recordación y el más sentido homenaje, puesto que su paso por la política nacional y por el Parlamento no ha sido en vano. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por Santiago del Estero.
Sr. Castro. — Señor presidente, señores senadores: en nombre del bloque justicialista al que pertenezco, me adhiero al homenaje que se tributa en este acto al ex senador por Santiago del Estero don Ángel Freytes, recientemente fallecido.
Cordobés de origen y santiagueño de corazón, don Ángel Freytes fue un verdadero ejemplo de ciudadano que vivió gran parte de su vida al servicio de los intereses de la comunidad. Conspicuo dirigente radical, se distinguió
en su largo accionar en la función pública por su profunda vocación democrática. Diputado y senador nacional, supo defender con altura los intereses y anhelos de la provincia que representó.
Al llegarnos la noticia de su muerte, acaecida a los ochenta y cinco años, nos conmueve su partida definitiva con un sentimiento de nostalgias y recuerdos.
Con estas breves palabras dejo expresada nuestra adhesión al sentir causado por su desaparición* (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Con las palabras pronunciadas por los señores senadores de la Rúa, Gómez Centurión y Castro queda rendido el homenaje a la memoria del ex senador nacional don Ángel Freytes.
Sr. de la Rúa. — Pido la palabra para un homenaje.
Sr. Presidente. — Para un homenaje tiene la palabra el señor senador por la Capital.
Sr. de la Rúa. — Señor presidente: este año se cumple el cincuentenario del célebre,debate sobre el comercio de carnes argentinas, que.tuvo como protagonista principal al senador por Santa Fe Lisandro de la Torre y culminó trágicamente con el asesinato del senador electo por la misma provincia Enzo Bordabehere.
Ese debate, la vida y obra de su principal protagonista, Lisandro de la Torre, como*la trágica muerte de su colaborador y amigo, Enzo Bordabehere, dieron lugar a una prolífica bibliografía especializada sobre dicha cuestión. El tema alcanzó divulgación popular y hasta literaria con el rigor del drama, y hasta perfiles de leyenda. Fue, tal vez, la síntesis del drama político de una época del país que encerraba un conflicto que mostró el coraje de un parlamentario que decía su verdad para descubrir lo que se ocultaba en la entraña de la corrupción y el peculado.
La tragedia y la violencia de ese momento anticiparon tiempos de desencuentro, que vendrían después, y con ella el urgente mensaje para que la violencia fuera desterrada de los métodos políticos de la Argentina.
El debate de las carnes se produjo en tiempos en que la Nación parecía tomar el rumbo de la decadencia, a la que fue sometida por más de medio siglo. Comenzaban a aparecer signos peligrosos de la violencia, la intolerancia, el autoritarismo y la corrupción, contra los que se alzó la voz de ese tribuno formidable que fue Lisandro de la Torre.
Quiero leer, señor presidente, un breve párrafo sobre lo acontecido. Ocurrió en este mismo recinto, bajo este techo, entre estas- bancas. Parece que los duendes de la historia anduvieran
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tándo el movimiento nacional de los argentinos tampoco pasa por la importación de ideas sino por el alma de nuestra gente, por las necesidades de los más postergados y por esta forma definitiva de una concepción cultural propia que alguna vez permitirá sacar al país del campo de la dependencia.
Perón trae a su regreso la idea de la concordia y nos da un gran ejemplo con el entonces presidente de nuestro partido. Yo estuve en la madrugada en que, desde el Congreso de la Nación, se lo echó a Balbín de su banca. El peleaba duro y en tal circunstancia dijo que no se iba a sentar en la puerta de su casa a esperar que pasara el cadáver del presidente, como diciendo que iba a salir a pelear más que antes. Pero la historia siguió adelante y Balbín comprendió que tenía que saltar un muro para hablar con su viejo adversario, porque el país necesitaba esa síntesis. Y Perón, que en alguna medida toleró que expulsaran a Balbín del Con-grese, fue al bloque de diputados a visitarlo, tal vez como un acto de reivindicación por el error pasado.
Esto tiene que ser para nosotros un alto ejemplo, un motivo de meditación para que los argentinos comprendamos que lo que tenemos que hacer no es pelearnos para ver quién le gana al otro sino dejar definitivamente de discutir tonterías.
Creo que esta es la idea de los líderes. Cuando nosotros buscamos, rendir un homenaje a nuestros grandes dirigentes, como en esta tarde se hace al presidente constitucional del país en tres oportunidades y general de la República, debemos pensar que el homenaje debe cubrir formas de nuestra propia conducta y comprender que tenemos qué hacer que las palabras se parezcan a esas conductas.
Tenemos que salir del campo de la simulación, hacer que nos cubra un manto ético y comprender definitivamente que lo que vale es la Nación, que los partidos son instrumentos y nosotros los pequeños ejecutores de ideas superiores.
Recuerdo que el día que, junto con el doctor Carlos Perette, que presidía el bloque de senadores de ese entonces, fui a dar el pésame por el fallecimiento del general Perón a su señora esposa, actual presidente del Partido Justicia-lista le dije: señora, en la calle, en la plaza, hay trescientas mil personas llorando. Lloran porque se les ha escapado el soporte humano de las ideas que ellos amaban, creían, en las que tenían confianza y las que afirmaban con su credibilidad. Y le dije luego: dentro de tres meses no van a
llorar más y le van a reclamar a usted lo que exige toda sociedad moderna, es decir salarios que alcancen, viviendas, libros baratos y seguridad, de modo que usted no va a poder gobernar con la mística de Perón, porque no se puede gobernar a las sociedades modernas con fantasmas.
Perón murió, Balbín murió, Yrigoyen murió. Entonces, somos nosotros, señores senadores, cuando rendimos homenaje a algunos grandes que se pelearon mucho y que después fueron solidarios, los que debemos mostrar, a través de nuestras conductas, la grandeza mínima para dar la respuesta que el país está buscando: la unidad nacional. Para terminar, diré que Perón pronunció un formidable mensaje a este Congreso: fue el 1° de mayo de 1974. Tengo la sensación de que intuía que se estaba yendo. Dijo en esa ocasión cómo planificaba la estrategia para América y cómo pensaba que teníamos que convivir los argentinos.
Por eso el homenaje que pretendemos y por el cual tenemos la lealtad mínima para cumplir con aquellos a los que alguna vez combatimos pero que mostraron jerarquía.
Debo manifestar que lagrimeé cuando Perón renunció. Lo había combatido mucho, pero también lagrimeé delante del senador Martiarena, cuando escuchamos aquí, en el Senado que Perón había muerto. ¿Sería el riesgo de un vacio histórico...?
Por todo ello tengo la idea de que el mejor homenaje que podemos hacer es que cada partido haga lo suyo y lo que tiene que hacer, pero que todos juntos custodiemos la República. (Aplausos en las bancas y en las galerías. Varios señores senadores rodean y felicitan al orador.)
Sr. Sapag. — Pido la palabra.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por Neuquén.
Sr. Sapag. — Señor presidente, señores senadores: en nombre de los senadores representantes de los partidos provinciales, rindo el más respetuoso y sentido homenaje al teniente general Juan Domingo Perón, estadista y caudillo de la política nacional.
A once años de su muerte, esta Honorable Cámara, integrada por representantes auténticos de las más diversas expresiones políticas del pensamiento argentino, comparte con respeto el sentimiento de homenaje y recordación que hoy se le rinde. Lo comparte y lo siente con emoción y sobriedad republicana, así como lo hiciera con su histórica vida política, cuya vi-
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brante convocatoria popular lo llevara por tres veces al ejercicio de la suprema autoridad de la República Argentina.
A la luz de la serenidad que otorga el paso del tiempo, la perspectiva de su figura se agiganta en el plano de la historia política argentina; y la ruta que su inteligencia y su conducción señalaran a la Nación, sigue abriendo horizontes de esperanza para el futuro, porque es una realidad qué solamente desaparece con la muerte pero que no puede ser olvidada.
Actualmente los pueblos encuentran en las enseñanzas de sus figuras señeras incorporadas a la historia las grandes coincidencias, no para volver al pasado sino para construir el futuro. Esta actitud explica el homenaje que la Cámara rinde hoy al teniente general Juan Domingo Perón; y este cuerpo, más allá de discrepancias ideológicas, está unido en la misión de construir la grandeza de la patria y la felicidad del pueblo. Y es así que a 11 años de su desaparición nuestro espíritu político siente, recordando su figura, que el país que él soñó pleno de realizaciones y abierto al mundo como una pujante realidad, todavía es un proyecto a cumplir, una tarea a realizar.
Como todos los grandes transformadores de la historia, el presidente Perón fue un líder discutido. Años después de su forzado exilio fue colmado por la satisfacción más grande que puede gozar un hombre: el amor, la lealtad y el recuerdo de su pueblo, como respuesta a su convicción de que lo mejor que tenemos es el pueblo.
Fiel a ese axioma que ganó su espíritu desde los tiempos en que se desempeñara en la Secretaría de Trabajo y Previsión, dejó su doctrina y su legado a los hombres y mujeres de su partido, quienes jamás cesaron de creer en su conductor.
Protagonista memorable de los episodios que antecedieron a su primera victoria electoral, entregó su vida por la lucha en pos de una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Organizó las fuerzas populares bajo el signo supremo de las reivindicaciones sociales y las llevó a la victoria, bregando desde la más alta conducción por la construcción de un país en la plenitud de sus posibilidades y en la vastedad de sus anhelos y por la realización de un hombre argentino con identidad propia.
El teniente general Perón luchó para liberar a la República de las ataduras que posibilitaban el sometimiento, la injusticia social, la dependencia y la frustración.
Es por ello que ahora tenemos la responsabilidad de promover nuestra acción para que el país goce de un orden jurídico constitucional que interprete las urgencias de la Argentina de nuestros días y establezca las condiciones para su transformación.
El compromiso histórico de Perón con la ciudadanía es algo que está más allá de las cambiantes circunstancias de la vida política del país. En este compromiso se encuentra la columna vertebral del proyecto para el año 2000, cuyos principales lincamientos fijara el presidente Perón ante los señores legisladores y el pueblo de la Nación.
Pero no hay proyecto posible sin paz y unidad nacional sin trabajo organizado, sin un esfuerzo de liberación que actúe como freno de los fanatismos ideológicos que son contrarios a la voluntad que hoy nos debe identificar, para pacificar y reconstruir la Nación.
En las horas difíciles los argentinos tuvieron siempre hombres que asumieron la responsabilidad histórica de conducir al país por el camino de la libertad, la dignidad y la justicia.
El teniente general Perón tuvo la visión de los nuevos tiempos, para la grandeza de la patria y la dignidad de los argentinos. La fuerza de su creación política tiene la fresca y vigorosa vigencia de los grandes mensajes de la historia.
El consciente ejercicio de la democracia obliga —desde nuestra investidura de senadores de la Nación— a ejercer la responsabilidad irrenun-ciable de control y fiscalización. Para unos, representa la práctica del ejercicio de la crítica y de la oposición constructiva; para otros, un permanente examen y evaluación del sistema político, a los efectos de los ajustes y rectificaciones que la realidad y las circunstancias determinen. Es que la acción de gobierno es tan dinámica como la conducta humana de quienes la ejercen.
Lo importante es que unos y otros, gobernantes y opositores, encuentren el centro de los temas fundamentales que aquejan a la República, como lo son la pacificación, la unidad nacional, la convivencia y el trabajo fecundo, enmarcados en la justicia y en la libertad-
Lo que debemos recoger del proyecto nacional que emprendiera el general Perón es que su éxito estará dado no sólo por la unión de las fuerzas políticas de diferentes extracciones, sino también en la integración de las organizaciones del trabajo, que a diario nos dan un ejemplo de responsabilidad social y fidelidad a los valores de la nacionalidad argentina.
También son necesarias la integración de las instituciones militares, que son el brazo armado de la Nación y custodias del honor y de la so-
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beranía nacional; de los empresarios y fuerzas de la producción, deseosos de lograr una economía sana, independiente y expansiva.
Perón remarcaba que los pueblos son artífices de su propio destino; y ratificaba su convicción en la capacidad creadora de todos aquellos que. traba jan en los diferentes órdenes de la actividad humana.
Estoy convencido de que no podríamos encerrar en una síntesis su vida política, caracteriza* da no sólo por los años de lucha, sino también por la grandeza de su doctrina,
¿Quién no desea un país libre, justo y soberano? Ello significa, en definitiva, una afirmación de la soberanía nacional, frente a los imperios que nos codician por ser una gran nación.
El teniente general Perón, estadista de América, en medio de un vendaval de pasiones, nos ubicó en una tercera posición equidistante de los polos de poder, creando una nueva estructura de las relaciones internacionales, clave de una política exterior que trazó una línea para la defensa de los intereses de los países en vía de desarrollo, con independencia de los objetivos estratégicos de las grandes potencias del mundo.
Supo integrar el sector obrero al protagonismo y hacerlo partícipe del proceso político, reivindicando y dignificando un estamento postergado de nuestra sociedad.
La estructuración de una comunidad organizada, tal como el general Perón la concebía, deberá tener su basamento en una doctrina que equilibre y armonice la necesaria realización de cada individuo con el bien común de la sociedad, dignificando el trabajo, humanizando el capital y terminando con el silencio de los oprimidos.
Es por ello que este homenaje a la figura del general Perón es patrimonio común de los argentinos que hemos luchado y continuaremos haciéndolo, guiados por los objetivos comunes que enarbolaron los grandes de nuestra historia.
Los señores senadores aquí presentes, representantes de las mayorías y de las minorías, tenemos plena conciencia de aquella verdad ex- [ presada por el presidente Perón: "Vivimos en la I
hora de los pueblos". Aquí los sectores minoritarios han abandonado
para siempre la idea perimida de una oposición j como deseo ferviente del fracaso del gobierno. Se han incorporado, a pesar de las dificultades del presente, a la tarea de gobernar, porque la independencia ideológica, como la oposición constructiva, son una forma de participar de un gobierno que debe reconstruir la Nación.
Por ello día a día tiene mayor firmeza la expresión de los pueblos que quieren su progreso
moral y material por el camino de la paz y el respeto, en una democracia participativa y pluralista.
Quizá sea conveniente recordar que el concepto de Perón sobre la empresa de reconstrucción no estaba dado por las formas sino por el contenido. Sabía el general Perón que una de las causas de la postración de la República tenía su raíz más profunda en el desencuentro del pueblo. Por eso planteó como condición imprescindible la reconciliación y la reconstrucción nacional.
Es por ello que al rendir este homenaje en nombre de los partidos provinciales, quiero poner énfasis en una nueva conciencia que nos coloque a todos —insisto, a todos— en esa difícil tarea de servir a la causa común de los argentinos.
La muerte de Perón fue acompañada en forma masiva con tremendo pesar y dolor. Pero también a su muerte el país se vio quebrado por profundas diferencias ideológicas, que parecería que en estos últimos once años no hemos logrado superar definitivamente.
Con la participación del pueblo argentino y el futuro de la República bajo una conducción serena, equilibrada, tenaz y participativa, lograremos llevar adelante la unión del movimiento popular nacional para la grandeza de la patria. La imagen incomparable de los grandes hombres de la historia política argentina perdurará eternamente en el corazón del pueblo y en el espíritu mismo de la patria, pues ellos no mueren; siguen y seguirán presentes entre nosotros. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por San Juan.
Sr. Gil. — Con el permiso del presidente de la bancada bloquista, doctor Gómez Centurión, y pidiéndole disculpas al señor senador Sapag, ya que mi intervención no podrá alcanzar la brillantez de su discurso, he solicitado la palabra porque estuve cerca de los acontecimientos que marcaron la gloriosa y jubilosa jornada de la revolución de 1943. Este alzamiento rompió con el fraude, la trampa, la infamia, las cárceles, las torturas y los asesinatos. Puedo afirmar esto porque durante los trece años del fraude conservador, los integrantes del Partido Bloquista fuimos víctimas y estuvimos siempre luchando por la libertad y la democracia. Por esto, como bloquista no podía dejar de participar en el homenaje que se le rinde a este- ilustre general de las fuerzas armadas argentinas, caudillo y conductor del partido que ha formado, el justicia-lismo, y que gobernó con justicia social para el pueblo argentino.
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Ya el bloquismo había luchado por la justicia social en 1923, porque sacó de la esclavitud, la infamia, el hambre y la miseria al pueblo durante el gobierno de nuestro paladín, defensor del federalismo y la justicia social, el doctor Federico Cantoni.
No podía estar ajeno a este homenaje. Por eso he pedido hablar.
Espero que el señor senador Sapag me sepa disculpar, ya que él habló en nombre de los partidos provinciales.
Siempre recordaré aquel glorioso 17 de octubre de 1945, en que lloramos de alegría con el entonces coronel Perón. Yo era un hombre joven y con otros bloquistas salimos a la calle. Estuvimos cerca de esa revolución por haber sido víctimas de ese gobierno fraudulento y tramposo de los conservadores, de la misma manera que fueron víctimas los radicales y todos los que defendían la democracia.
Por ello siento gran satisfacción al recordar aquí a un hombre que es símbolo de la Nación, o mejor dicho patrimonio nacional. Es con su advenimiento que se rompió con el fraude, la trampa, la infamia y, a partir de entonces, el pueblo tuvo la alegría de intervenir en estos partidos democráticos y seguir a los presidentes defensores de la democracia.
Como bloquista quiero rendir este homenaje, pero a la vez hacer una advertencia sincera: hay que cuidar a los presidentes que defienden la democracia, como lo está haciendo actualmente el presidente de los argentinos, doctor Alfonsín. No lo descuidemos. Si lo perdemos, ¿quién vendrá? ¡No vaya a ser que venga un Atila a derramar sangre inocente para hacernos dar cuenta de lo que significa perder la libertad!
Por eso, en el nombre de mi partido, de la causa bloquista, y de nuestro gobernador, el caudillo del bloquismo, doctor Leopoldo Bravo, adherimos jubilosamente a este homenaje que se tributa a un gran argentino. (Aplausos.)
Sr. Presidente. — Con las palabras de los señores senadores, quedan rendidos los homenajes, a los que la Presidencia adhiere.
MANIFESTACIONES
Sr. Presidente. — Corresponde dar lectura a los asuntos entrados.
Sr. Martiarena. — Pido la palabra.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por Jujuy.
Sr* Martiarena. — Señor presidente: deseo pedir una aclaración con relación al trámite que debe tener esta sesión.
Me refiero específicamente al proyecto de de- :
claración del que soy autor junto con otros señores senadores de mi bancada, relacionado con el dictado de normas que han recibido el nombre de "plan económico", recordando que en la última sesión no se pudo votar por falta de quorum, cuando estaba agotado el debate, por lo que se dio por terminada la reunión.
Si bien el proyecto que menciono no está incluido en los órdenes del día impresos, entiendo que debe ser tratado en primer término, cuando comencemos la consideración de los órdenes del día.
Sr. Presidente. — Después de la lectura de los asuntos entrados, corresponde que se considere el orden del día que lleva el número 144, que tiene preferencia, señor senador.
Sr. Martiarena. — Me permito hacer notar que el tema al que me he referido tenía preferencia y, en razón de ella, fue tratado en la última sesión que realizamos.
Sr. Presidente. — La preferencia caducó, señor senador.
Sr. Britos. — Pido la palabra. Sr* Presidente. — Tiene la palabra el señor se
nador por San Luis. Sr. Britos. — En la última sesión, en momen
tos en que iba a ser votado el proyecto, no contábamos con quorum suficiente; es decir, este asunto no se ha terminado.
Si no lo sometiéramos a votación, dejando un antecedente parlamentario de este tipo, cada vez que nos desagrade un tema podremos retirarnos, y naturalmente en la sesión siguiente no vamos a volver sobre el mismo. Por eso creo que es necesario insistir en este asunto, para no dejar sentado un mal antecedente parlamentario.
Sr. Presidente. — L a Presidencia entiende que ésta es una nueva sesión, señor senador.
Sr. Rodríguez Saá. — Señor presidente: la sesión, efectivamente, terminó. Las sesiones pueden concluir normalmente, cuando se han tratado todos los asuntos, o de manera anómala, como ocurrió en la reunión anterior en que no había quorum para votar* No se terminó con el tratamiento del asunto ya que se realizó la discusión y correspondía pasar a votación. Y pienso que es muy importante que se concluya con los temas que se tratan porque, de lo contrario, crearíamos un mal antecedente parlamentario si con cada cuestión sobre la que se ha deliberado en el recinto, en el momento de la votación se
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