orígenes y evolución del cuento

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Orígenes y Evolución del Cuento

-El cuento es la forma literaria más común y extendida. Sus orígenes se sitúan en la tradición oral. Aún hay naciones y pueblos de rico acervo oral de cuentos que carecen de literatura escrita.

El cuento nació cuando el hombre dio expresión articulada a sus supersticiones y creencias, al intentar una explicación del mundo que lo rodeaba.

Así nacieron los mitos y las leyendas. Después, el hombre necesitó ejemplificar normas de conducta, y nacieron las fábulas y apólogos, en los que se otorga el don de la palabra a seres que no lo poseen.

-Mitos, Leyendas, Fábulas y Apólogos son las Formas Primitivas del Cuento y de la Literatura.

En Grecia vivió Esopo, cuya sabiduría se refleja en las fábulas que contó. Se cree que murió 550 años antes de Cristo. Presentaba sus lecciones, a la gente de su tiempo, de manera indirecta y bajo la forma de anécdotas breves, en los que los actores eran los animales que todos conocían…

Los infortunios que sufrían sus animales parlantes eran los mismos que había hecho sufrir a sus orgullosos y atolondrados amigos, y son los mismos que hoy aquejan al género humano

Estos mismos temas y otros nuevos, contaron, también, Fedro (S. I); La Fontaine (1621 – 1695); Tomás de Iriarte (1750 -1791) y Félix María de Samaniego (1745-1801).

En medio de una libertad muy amplia de forma, el cuento se refiere a todos los casos y aventuras del pensamiento, desde las simples historias al calor del fuego (cuya inclinación al misterio es fácil, llegando a expresiones de aquelarre).

Hasta las más elaboradas de magia, religión, cronología, ciencia, con extremos de complicación argumental, temática y expresiva, tanto o más agudos que en cualquier otra forma literaria.

En términos generales, el cuento debe ser más breve que la novela corta; debe estar concebido con sencillez tal que le permita llegar a sectores más amplios que la novela y la novela corta.

Tradicionalmente se mencionan dos formas o tipos de cuentos: el de ejemplificación moral y el de simple entretenimiento; aunque esta caracterización es insuficiente.

En sus orígenes, el cuento fue puesto de manera predominante en verso, pero desde fines de la Edad Media es forma propia de la prosa. Menéndez y Pelayo dice que Don Juan Manuel y Boccaccio crean con sus cuentos la prosa novelesca europea.

En Italia florece admirablemente el cuento medieval. A mediados o fines del S. XIII se compila en Florencia, por mano anónima, la serie llamada Novellino o Canto novelle antiche, cuyas historias bíblicas, hagiográficas, trovadorescas y caballerescas llenan la intención general de instruir al cortesano.

Tres grandes cuentistas dominan el panorama del S. XIV: Don Juan Manuel, Boccaccio y Chaucer, con sus colecciones El conde Lucanor, El Decamerón y los Cuentos de Canterburi (en versos); pero es principalmente de Boccaccio que procede el cuento del Renacimiento, durante el cual predominan, los cuentistas Italianos.

A principios del S. XVII, Cervantes publica sus “Novelas Ejemplares”; a fines del mismo, aparece “Cuentos de mi madre la oca” (1697), de Charles Perrault. Perrault dio forma escrita a una serie de cuentos tradicionales que configuraron una nueva forma: La Infantil.

De abundante acarreo folclórico, estos cuentos para niños retoman antiguos mitos: así, La Bella Durmiente de Bosque es la hibernación de la naturaleza; la Cenicienta es la estación nueva que se desposa con el sol, en símbolo de fertilidad.

Una nueva irrupción del cuento oriental hubo en Europa a principios del S. XVIII, con la traducción, que hizo el orientalista francés Antoine Galland, de Las mil y una noches.

Con el Romanticismo y el auge del costumbrismo y el nacionalismo, los cuentistas se multiplican en el S XIX. En Alemania, se abre el siglo con “Cuentos de niños y del hogar”, de los hermanos Grimm.

En Inglaterra, se destacan Dickens (El velo negro); Stevenson (cuento de aventuras): Walter Scott, con sus Cuentos del abuelo, inspirados en la tradición escocesa; Oscar Wilde (El gigante egoísta; El príncipe feliz); Kipling; Luis Carroll (Alicia en el país de las maravillas).

En Rusia, Gogol, Tolstoi, Chejov, Rushkin, Gorki. En Francia, Prosper Mérimeé; Balzac; Apollinaire; Maupassant (uno de los más grandes cuentistas de la historia). En España, Larra, Becquer, Valera, Alarcón, Clarín (Leopoldo Alas).

En Dinamarca, Hans Christian Andersen (El patito feo), señala la culminación moderna del género de cuentos para niños. En Italia, merece especial mención Carlos Callodi, con su célebre Pinocho.

En Norteamérica, hablando estrictamente de obras para niños y jóvenes, tenemos a Mark Twian. En América Latina, fue a mediados de 1539, cuando se hicieron los primeros libros, en su mayoría con temas de carácter religioso.

Se abrieron imprentas en Lima, Perú También los jesuitas del Río de La Plata y otras ciudades como La Habana, Oaxaca, Bogotá, Quito, Córdoba, Buenos Aires, Santiago de Chile, Guadalajara, etc., se dieron a la tarea de lanzar impresos.

Fue Rafael Pombo (1833-1912), escritor colombiano quien logra crear Personajes, a partir del folclor anglosajón, donde inserta la poesía para niños, el humor, la fantasía, la irreverencia, lo absurdo, la imaginación propios de nuestras culturas, creando nuevas historias llenas de color que todavía hoy son disfrutadas por los lectores de todas las edades.

Luego vendrían otros autores como Rubén Darío, Gabriela Mistral, Horacio Quiroga y en Costa Rica, Carmen Lyra (1888-1949). María Isabel Carvajal fue maestra y escritora, “Los cuentos de mi tía Panchita”, el cual se convierte en un clásico de la literatura costarricense, donde se emplea el habla popular de la época.

Hasta aquí, este breve recorrido, con una alusión final a algunos protagonistas del SXIX y principios del SXX, que dieron forma a los primeros libros para niños y niñas de Conforme pasa el tiempo, se puede notar que las historias se van transformando, acercándose y comunicándose, cada vez más, con las inquietudes, fantasías y aspiraciones de los y las lectoras, tocando las vivencias y problemas de una forma más natural, lúdica, fresca y espontánea, en temas como el amor, la amistad, la injusticia, la ruptura de los estereotipos de la vida, la sátira y los miedos.

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