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Nuevas perspectivas de investigación
en Historia Moderna: Economía, Sociedad, Política y Cultura en el Mundo
Hispánico
Mª Ángeles Pérez Samper y José Luis Betrán Moya
(eds.)
3
ISBN: 978-84-949424-0-2
© Los autores
© De esta edición: Fundación Española de Historia Moderna, Madrid, 2018.
Editores: Mª Ángeles Pérez Samper y José Luis Betrán Moya.
Colaboradores: Alfonso Calderón Argelich y Francisco Fernández Izquierdo
Fotografía de cubierta: Vista de Barcelona, de Anton van den Wyngaerde (1535).
Créditos
DIRECTORES
María Ángeles Pérez Samper • José Luis Betrán Moya
SECRETARIOS
Alfonso Calderón Argelich • Iván Jurado Revaliente • María Aguilera Fernández • Ricard Torra Prat
• Cristian Palomo Reina • Diego Sola García • Isaac García-Oses• Iván Gracia Arnau
COMITÉ CIENTÍFICO
Dr. Eliseo Serrano Martín (Universidad de Zaragoza) • Dr. Juan José Iglesias Ruiz (Universidad de Sevilla) •
Dr. Francisco Fernández Izquierdo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) • Dra. Virginia León
Sanz (Universidad Complutense de Madrid) • Dr. Félix Labrador Arroyo (Universidad Rey Juan Carlos) • Dr.
Francisco García González (Universidad de Castilla-La Mancha) • Dr. Manuel Peña Díaz (Universidad de
Córdoba) • Dra. Ángela Atienza López (Universidad de La Rioja) • Dr. José Luis Betrán Moya (Universidad
Autónoma de Barcelona) • Máximo García Fernandez (Universidad de Valladolid) • Antonio Jiménez Estrella
(Universidad de Granada)
COMITÉ ORGANIZADOR
Ricardo García Cárcel (UAB) • Doris Moreno Martínez (UAB) • Bernat Hernández Hernández (UAB) •
Jaume Dantí Riu (UB)
EVALUADORES
Dra. Rosa María Alabrús Iglesias (Universidad Abad Oliba) • Dra. Ángela Atienza López (Universidad de la
Rioja) • Dr. José Luis Betrán Moya (Universidad Autónoma de Barcelona) • Dra. Mónica Bolufer Peruga
(Universidad de Valencia) • Dr. Miguel Ángel de Bunes Ibarra (CSIC) • Dr. Juan Jesús Bravo Caro
(Universidad de Málaga) • Dr. Manuel F. Fernández Chaves (Universidad de Sevilla) • Dr. Máximo García
Fernández (Universidad de Valladolid) • Dra. María Soledad Gómez Navarro (Universidad de Córdoba) • Dr.
Ricardo García Cárcel (Universidad Autónoma de Barcelona) • Dr. José Ignacio Gómez Zorraquino
(Universidad de Zaragoza) • Dr. Miguel Fernando Gómez Vozmediano (Universidad Carlos III) • Dr. Juan
Hernández Franco (Universidad de Murcia) • Dr. Manuel Herrero Sánchez (Universidad Pablo de Olavide) •
Dr. Juan José Iglesias Rodríguez (Universidad de Sevilla) • Dra. María del Carmen Irles Vicente (Universidad
de Alicante).Dr. Josep Juan Vidal (Universidad de Mallorca) • Dr. José Manuel Latorre Ciria (Universidad de
Zaragoza ) • Dra. Virginia León Sanz (Universidad Complutense de Madrid) • Dra. Mª Victoria López-
Cordón Cortezo (Universidad Complutense de Madrid) • Dr. Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz
(Universidad de Granada) • Dr. Roberto López Vela (Universidad de Cantabria) • Dr. Tomás Antonio
Mantecón Movellán (Universidad de Cantabria) • Dr. José Martínez Millán (Universidad Autónoma de
Madrid) • Dr. Miquel Àngel Martínez Rodríguez (Universidad de Barcelona) • Dr. Miguel Ángel Melón
Jiménez (Universidad de Extremadura) • Dr. Juan Francisco Pardo Molero (Universidad de Valencia) • Dr.
José Pardo Tomás (CSIC) • Dra. María José de la Pascua Sánchez (Universidad de Cádiz) • Dr. Manuel Peña
Díaz (Universidad de Córdoba) • Dr. María José Pérez Álvarez (Universidad Autónoma de Madrid) • Dr.
Rafael M. Pérez García (Universidad de Sevilla) • Dra. María Ángeles Pérez Samper (Universidad de
Barcelona) • Dr. Juan Postigo Vidal. (Universidad de Zaragoza) • Dra. Ofelia Rey Castelao (Universidad de
Santiago de Compostela) • Dr. Manuel Rivero Rodríguez (Universidad Autónoma de Madrid) • Dr. José
Javier Ruiz Ibáñez (Universidad de Murcia) • Dr. Porfirio Sanz Camañes (Universidad de Castilla - La
Mancha) • Dra. Margarita Torremocha Hernández (Universidad de Valladolid) • Dr. Xavier Torres i Sans
(Universidad de Girona) • Dra. Susana Truchuelo García (Universidad de Cantabria).
Discurso, identidad y representación en la cronística
hispalense del seiscientos
Discourse, Identity and representation in the seventeenth-Century urban chronicles of Seville
Álvaro Benedicto Pérez Sancho
Universidad de Santiago de Compostela
Correo-e:alvaro.perez.sancho@usc.es
ORCID iD: http://orcid.org/0000-0002-4291-4885
RESUMEN:
El presente artículo analiza, tras una breve explicación del marco teórico, las principales características del género cronístico sevillano durante el siglo XVII a través del estudio específico del contexto de producción y de la elaboración discursiva de las tres principales crónicas urbanas impresas. Asimismo, para tal fin, se integran dichos textos dentro del modelo cronístico desarrollado en el ámbito de los tres reinos de Andalucía y del Reino de Granada. A través de este estudio se atiende a la importancia de los discursos históricos locales como mecanismos de expresión y auto-representación de los intereses colectivos de las élites hispalenses, útiles herramientas forjadoras de identidades colectivas y creadoras de una determinada representación histórica de Sevilla.
PALABRAS CLAVE:
Crónicas urbanas, corografía, historiografía local, Sevilla, identidad colectiva.
ABSTRACT:
The present article analyzes, after a brief explanation of the theoretical framework, the main characteristics of the chronistic genre of Seville during the seventeenth century through the specific study of the context of production and the discursive style of the three main printed urban chronicles. To this end, these texts are integrated into the chronistic model developed in the realm of the three kingdoms of Andalusia and the Kingdom of Granada. This study attends to the importance of local historical discourses as mechanisms of expression and self-representation of the collective interests of the Seville elites, useful tools to forge collective identities and to create a specific historical representation of Seville.
KEYWORDS:
Urban chronicles, chorography, local historiography, Seville, collective identity.
Las crónicas urbanas modernas, también conocidas a nivel historiográfico por los
términos de corografías o historias de ciudades, son producciones históricas de tipo local
que fueron elaboradas de forma sostenida, aunque con importantes diferencias
interregionales, durante el Antiguo Régimen. En el caso hispánico los estudios existentes
Investigación financiada por el proyecto CULTURAS URBANAS: LAS CIUDADES INTERIORES EN EL NOROESTE IBERICO, DINÁMICAS E IMPACTO EN EL ESPACIO RURAL, HAR2015-64014-C3-3-R, Ministerio de Economía y Competitividad, Agencia Estatal de Investigación y Fondos FEDER. El autor agradece los provechosos comentarios de los evaluadores anónimos.
Discurso, identidad y representación en la cronística hispalense del seiscientos
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han constatado que el período de apogeo del género corográfico se produjo entre las
décadas finales del siglo XVI y la primera mitad del XVII1. La existencia de textos
históricos de referencia, como las obras de los cronistas reales, y las procelosas
circunstancias de dichas décadas en el seno de las urbes hispánicas incentivaron el interés
de los poderes locales por emplear el género histórico como un instrumento cultural
idóneo para articular un discurso político-ideológico con capacidad de legitimación,
afianzamiento o defensa de su respectivo estatus dentro del concierto urbano. Del mismo
modo, estos textos actuaron como vehículo de las aspiraciones individuales y colectivas de
reconocimiento social, así como, de las principales pretensiones y objetivos políticos
proyectados en confrontación localista frente a otras urbes y de forma conciliadora
respecto a los intereses de la propia Monarquía. En lo que concierne a las crónicas
andaluzas, se constata un amplio conocimiento y empleo de sus principales textos por parte
de la historiografía, hecho éste que también se ve reflejado en las iniciativas de edición o
reedición de algunas de estas obras2. Sin embargo, ante la escasez de estudios sobre el
conjunto del espacio andaluz3, la producción proyecta una imagen fragmentada de la
realidad del género corográfico4.
*Investigación financiada por el proyecto CULTURAS URBANAS: LAS CIUDADES INTERIORES EN EL NOROESTE IBERICO, DINÁMICAS E IMPACTO EN EL ESPACIO RURAL, HAR2015-64014-C3-3-R, Ministerio de Economía y Competitividad, Agencia Estatal de Investigación y Fondos FEDER. El autor agradece los provechosos comentarios de los evaluadores anónimos. 1 Los principales estudios españoles sobre la temática son: QUESADA, SANTIAGO: La idea de ciudad en la cultura hispánica de la Edad Moderna, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1992; KAGAN, RICHARD: “La corografía en la Castilla moderna. Género, historia y nación”, Studia Historica. Historia Moderna, 13 (1995), pp. 47-59; ALVAR
EZQUERRA, ALFREDO: “Corografía y exaltación de lo local en la época de Calderón”, en ALCALÁ ZAMORA, JOSÉ y BELENGUER, ERNEST (coords.): Calderón de la Barca y la España del Barroco, Vol. 1, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales/Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2001, pp. 445-459; ARANDA
PÉREZ, FRANCISCO JAVIER.: “Autobiografías ciudadanas. Historias, mitomanía y falsificación en el mundo urbano hispánico de la Edad Moderna”, en GARCÍA FERNÁNDEZ, ENRIQUE (ed.), El poder en Europa y América: mitos, tópicos y realidades, Bilbao, UPV-EHU, 2001, pp. 141-168; REY CASTELAO, OFELIA: “Las ciudades sin historia o la cronística pobre del noroeste castellano, 1580-1650”, en GARCÍA, TRUCHUELO, LÓPEZ VELA, ROBERTO y TORRES ARCE, MARINA (eds.): Civitas: expresiones de la ciudad en la Edad Moderna, Santander, Universidad de Cantabria, 2015, pp. 53-72. 2 PERAZA, LUIS DE.: Historia de Sevilla. ed. F. Morales Padrón, Sevilla, Artes Gráficas Salesianas, 1979; PERAZA, LUIS DE: Historia de la ciudad de Sevilla del Bachiller Luis de Peraza, ed. Silvia María Pérez González, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1997; HOROZCO, AGUSTÍN DE: Historia de Cádiz, ed. de Arturo Morgado García, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2000; CONCEPCIÓN, FRAY GERÓNIMO DE LA: Emporio de el Orbe, ed. Arturo Morgado García, 2 Vols., Cádiz, Universidad de Cádiz, 2003; MORGADO, ARTURO: Historia de Sevilla, pról. Carlos A. González Sánchez, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 2017. 3 DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “La historiografía local andaluza en el siglo XVII”, en VILLEGAS, JUAN (ed.): Actas Irvine-92. XI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Vol. 1. De Historia, lingüísticas, retóricas y poéticas, Irvine, University of California, 1994, pp. 29-41; un breve apartado sobre la corografía en: PEÑA DÍAZ, MANUEL: “El famosísimo Reino de Andalucía: Representación y descripción del espacio andaluz (siglo XVI-XVIII)”, Trocadero. Revista del Departamento de Historia Moderna, Contemporánea, de América y del Arte, 21-22 (2009-2010), pp. 37-60; sobre dimensiones concretas del discurso: MARIANA NAVARRO, ANDREA.: “Pasado y antigüedad clásica en los discursos sobre ciudades: Las Laudes en la historiografía andaluza”, Temas Medievales, 16 (2008), [En línea]. Disponible en:http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0327-50942008000100004&lng=es&nrm=iso (Consultado 02/04/2016); Id., “Los santos y el imaginario urbano en los discursos historiográficos: Andalucía siglos XIII-XVII”, en Hispania sacra, 126 (2010), pp. 457-489. 4 Destacan los estudios sobre la historiografía local gaditana de Morgado García: MORGADO GARCÍA, ARTURO: “Historiografía eclesiástica y construcción de un mito urbano en el Cádiz del siglo XVII”, Anales de la Universidad de Alicante, 21 (2003), pp. 165-188; Id., “La historia local en el área gaditana en la Edad Moderna”, en BRAVO CARO, JUAN JESÚS Y VILLAS TINOCO, SIRO (eds.), Tradición versus innovación en la España Moderna. IX
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La definición del modelo cronístico andaluz: un espacio privilegiado para la
historiografía local
La actividad cronística desarrollada en el espacio cultural andaluz se caracterizó por una
serie de rasgos que nos permiten plantear un modelo territorial específico frente al ejemplo
castellano influenciado por el pasado comunero o el del noroeste peninsular
fundamentado en una producción débil combinada con una escasa necesidad de
dignificar un pasado ya considerado como ilustre e inmaculado5. La producción de textos
se vio favorecida por una serie de características clave: Andalucía fue históricamente un
espacio fuertemente urbanizado, su articulación urbana, a pesar de los desequilibrios de
la red caminera, era notablemente importante y las principales urbes andaluzas en las
cuales se concentró la producción cronística fueron ciudades y villas de realengo de más de
10.000 habitantes cuyos principales cabildos municipales estuvieron administrados por una
oligarquía que desempeñó oficios de gran prestigio social y destacada influencia de tipo
político y económico6. Asimismo, algunas de estas ciudades tenían una importancia
destacada en el concierto político de la Monarquía poseyendo las capitales de los Cuatro
Reinos el voto en Cortes y desempeñando ciudades como Sevilla, Cádiz o Málaga un papel
clave en el ámbito comercial-financiero. La suma de estos factores conllevaba
necesariamente un importante despliegue de la cultura urbana que llevó a Antonio
Domínguez Ortiz a entender a Andalucía como “espacio cultural privilegiado”7, pues la
riqueza de las élites, canalizada a través del mecenazgo artístico-cultural, junto al ejercicio del
patronazgo literario, permitían un ambiente de atracción próspero para el impulso de este
tipo de iniciativas cronísticas.
Además, durante el Antiguo Régimen, Andalucía fue un espacio cultural y geográfico
carente de una unidad político-institucional. La tardía integración entre territorios y las
trayectorias disímiles entre la Baja y Alta Andalucía junto al predominio político,
económico y cultural del mundo urbano y la competencia entre ciudades fueron factores
que incentivaron el extraordinario desarrollo del patriotismo local y, por ende, de la
Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna, Vol. II, Málaga, Universidad de Málaga, 2009, pp. 945-960; SÁNCHEZ MOGUEL, ANTONIO: Historiadores de Sevilla, 1872 (facs. Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 2010), AVILÉS FERNÁNDEZ, MIGUEL: “Jaén en el siglo XVIII visto por el clérigo ilustrado D. José Martínez de Mazas”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV. Historia Moderna, 2 (1989), pp. 219-242.; KATIE
HARRIS, A.: From Muslim to Christian Granada: Inventing a City´s Past in Early Modern Spain, Baltimore, Johns Hopkins Press, 2007; MIRA CABALLOS, ESTEBAN: “El padre Arellano y su historia de Carmona (1628)”, Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística, 279-281 (2009), pp. 87-106; SÁNCHEZ LEÓN, JUAN CARLOS: “La Historia antigua de Jaén en el ‛Comentario de la conquista de la ciudad de Baeza’, 1570, atribuido a Gonzalo Argote de Molina”, Elucidario, 6 (2008), pp. 209-216. 5 KAGAN, RICHARD: “La corografía en la Castilla moderna…”, pp.84-85 y REY CASTELAO, OFELIA: “Las ciudades sin historia…”, p. 54. 6 Para profundizar sobre la complejidad y heterogeneidad del patriciado urbano andaluz véase: SORIA MESA, ENRIQUE: El cambio inmóvil. Transformaciones y permanencias en una élite de poder (Córdoba, s. XVI-XVIII). Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba, 2000; PIKE, RUTH: Aristócratas y comerciantes. La sociedad sevillana en el siglo XVI, Barcelona, Ariel, 1978; GONZÁLEZ BELTRÁN, JESÚS MANUEL: Honor, riqueza y poder: los veinticuatros de Jerez de la Frontera en el siglo XVIII, Jerez, Ayuntamiento de Jerez, 1997. En concreto, por el caso que nos ocupa, el componente aristocrático del numeroso concejo sevillano ha sido destacado en: MORALES PADRÓN, FRANCISCO: Historia de Sevilla. La ciudad del Quinientos, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1989, p. 213; DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: Historia de Sevilla. La Sevilla del siglo XVII, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006, pp. 95-96; ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA, GUILLERMO: “Análisis socio-económico de una veinticuatría y una alcaldía mayor de Sevilla en los siglos XVII y XVIII”, Trocadero (17) 2005, pp. 101-129. 7 DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “La historiografía local…”, p. 29.
Discurso, identidad y representación en la cronística hispalense del seiscientos
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cronística urbana. De esta forma, hasta la nueva realidad administrativa liberal que supone
la división en ocho provincias de 1833, no se produjo un proceso de reflexión histórica
regional que quedó reflejado en la publicación de la primera historia de Andalucía por parte
de Guichot Parody8. Es significativo que, hasta ese período, la única obra llevada a cabo con
tales pretensiones sea la Nobleza del Andaluzía del genealogista Argote Molina9, obra de la
cual sólo la parte del reino de Jaén llegó a la imprenta y en la que no se había contemplado
incluir dentro del proyecto al reino de Granada.
Así pues, el caso andaluz destacó principalmente por una extraordinaria vitalidad por lo
que respecta al notable volumen de textos y por una excepcional persistencia respecto a la
elaboración y publicación de historias urbanas, a pesar de que muchas de ellas,
permanecieron como manuscritos inconclusos o inéditos Este proceso comenzó con
prontitud, a finales del XV, y su impulso se sostuvo durante tres centurias ocupándose sus
autores, mayoritariamente eclesiásticos, de historiar no sólo las capitales de los antiguos
reinos, sino también de otros núcleos de sus territorios (Cádiz, Baeza, Úbeda, Andújar,
Arjona, Osuna, Carmona, Málaga, Vélez-Málaga, Marbella, Almería o Bujalance) que
participaron de este impulso corográfico identificando antigüedades, reivindicando la
dignidad de su pasado clásico (Forum Iulium o la colonia Betis, entre otras) y defendiendo la
inmemorial antigüedad de la tradición cristiana local por medio de la alusión a mártires,
santos o reliquias10.
Las crónicas sevillanas del seiscientos: relatos históricos y propósitos políticos
Las crónicas sevillanas publicadas en el Seiscientos se dividen en dos contextos
claramente diferenciados. En la primera mitad se publicaron la primera y segunda parte de
la Historia, Antigüedades y grandezas (1627 y 1630, respectivamente) de Pablo Espinosa de los
Monteros (Sevilla, 1577- Sevilla, 18 de diciembre de 1636), capellán del Real Monasterio
de Religiosas de San Clemente y vecino de la collación Omnium Sanctorum, y
Antigüedades y Principado (1634) del humanista Rodrigo Caro (Utrera, 4 de octubre de 1573-
Sevilla, 10 de agosto de 1647). La segunda mitad, en cambio, destacó por un cambio
decisivo expresado en la publicación de los Annales eclesiásticos y seculares (1677) de Diego
Ortiz de Zúñiga (Sevilla, 22 de enero de 1633-Sevilla, 3 de septiembre de 1680), vecino de
la collación de San Martín, caballero de Santiago, familiar del Santo Oficio y veinticuatro de
Sevilla desde 1663. La producción cronística de la primera mitad, correspondiente al
8 GUICHOT PARODY, JOAQUÍN: Historia general de Andalucía desde los tiempos más remotos hasta 1870, 8 Vols., Sevilla, Imp. Eduardo Perié, 1869-1871. 9 ARGOTE DE MOLINA, GONZALO: Nobleza del Andaluzia..., Sevilla, Imp. Fernando Díaz, 1588. Los apuntes que tomó Argote de Molina para la parte sevillana de su proyecto permanecieron manuscritos con el nombre de “Aparato de la historia de Sevilla”. La Biblioteca Nacional Española conserva dos copias manuscritas del siglo XVIII (Mss./9858 y Mss./18291). 10 Como sucinta muestra ilustrativa de la amplia historiografía local andaluza: BAUTISTA ARELLANO, JUAN
SALVADOR: Antigüedades y excelencias de la vida de Carmona, Sevilla, Imp. Simón Faxardo, 1628; ROA, MARTÍN
DE: Écija. Sus santos, su antigüedad eclesiástica y seglar, Sevilla, Imp. Manuel de Sande, 1629; TERRONES DE
ROBRES, ANTONIO: Vida, martyrio, traslación y milagros de san Euphrasio obispo y patrón de Andújar: origen, antigüedad y excelencias de la ciudad…, Granada, Imp. Francisco Sánchez, 1657; PASCUAL Y ORBANEJA, GABRIEL: Vida de San Indalecio y Almería ilustrada en su antigüedad…, Antonio López Hidalgo, Almería, 1699; VÁZQUEZ CLAVEL, PEDRO: Conjeturas de Marbella…, Córdoba, Imp. D. Juan Rodríguez de la Torre, 1781.
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contexto historiográfico del reinado de Felipe IV11, se produce en un momento crítico para
la ciudad hispalense (estancamiento demográfico desde 1580 e impacto de la “peste
atlántica”, inflación del vellón, consecuente caída de recursos por la especulación y
aumento de la pauperización) que coincidió con un período de adversas condiciones
meteorológicas que empeoraron los endémicos problemas de salubridad y propiciaron el
desarrollo de las diferentes pestes que diezmaron en el siglo XVII la población local12. En
este marco las obras también deben interpretarse como la reacción política de la periferia
en pos de la reivindicación de su estatus en unas décadas en las que se comenzaría a
producir un aumento de la tensión ante las presiones de la Monarquía. La cronística no se
caracterizó por asumir una postura crítica, sino por la disposición a mostrar claramente la
ligazón histórica existente entre la Monarquía y Sevilla, hecho que interesaba tanto a las
oligarquías urbanas como al valido del monarca, el conde-duque de Olivares, que participa
en el patrocinio de estos textos junto al cabildo municipal13. Para tal fin las crónicas
representaron la dignidad y prestigio de la civitas hispalense, de los “ilustres hijos” de la
ciudad, es decir, su alta nobleza y caballeros a través de la participación en la Reconquista y
el Repartimiento de Fernando III, también conectaron la imagen de la Monarquía con la
tradición clásica y mitológica de la ciudad (Hispalo, Argantonio, Trajano, Adriano,
Teodosio y, especialmente, César y Hércules como sus fundadores), emplearon las obras
grecolatinas y los intereses clásicos (arqueología, numismática y epigrafía) de los autores
humanistas para ensalzar el pasado de la Bética romana y así trazar una línea de
continuidad, siguiendo el uso de la crónica de Alfonso X, entre los emperadores hispanos y la
Monarquía Hispánica.
El resurgir de la cronística hispalense en las obras de Espinosa y Caro debe ser
contextualizado en el momento de irrupción y aceptación de los falsos cronicones como
fuente histórica debido al apoyo y legitimación que dichos textos brindaban a las causas
político-religiosas de la Iglesia sevillana encabezada por el arzobispo Rodrigo Castro y
Quiñones. Dichos textos permitieron construir un relato histórico relacionando la ciudad
con una insigne tradición cristiana que permitiera obviar el pasado musulmán, tal como
11 Para una aproximación a los rasgos historiográficos del período: REY CASTELAO, OFELIA: “La historiografía en el reinado de Felipe IV”, Libros de la Corte.es, 5 (2013), pp. 96-99. [En línea]. Disponible: https://repositorio.uam.es/handle/10486/11047 (Consultado 25/08/2016). 12 ÁLVAREZ SANTALÓ, CARLOS: “La población de Sevilla en las series parroquiales: siglos XVI-XIX”, en Actas II Coloquios Historia de Andalucía. Andalucía Moderna, Vol. 1, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1980, p. 3; Antonio Domínguez Ortiz, Historia de Sevilla…, pp. 69-70; VINCENT, BERNARD: “La peste atlántica de 1596-1602”, en VINCENT, BERNARD Andalucía en la Edad Moderna: economía y sociedad, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1985, pp. 51-80; DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: Orto y ocaso de Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla, (4ª ed.) 1991, pp. 116-120; CARMONA, JUAN
IGNACIO: Crónica urbana del malvivir, (S. XIV-XVII): insalubridad, desamparo y hambre en Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2000. 13 ESPINOSA DE LOS MONTEROS, PABLO: “Memoriales dirigidos al Cabildo de Sevilla, por D. Pablo Espinosa de los Monteros pidiendo ayuda de costas para la impresión de las partes segunda y tercera de la historia de esta ciudad”, en Archivo Hispalense: Revista histórica, literaria y artística, 1 (1886), pp. 170-221. Los autores se dirigieron a Diego Jiménez Enciso que actuaba como representante del conde-duque de Olivares en Sevilla. COBOS, MERCEDES: “El testamento, la partida de defunción, el inventario de bienes y otros documentos inéditos relativos a los últimos años de la vida del dramaturgo Diego Jiménez de Enciso”, en GARCÍA DE
ENTERRÍA, MARÍA CRUZ Y CORDÓN MESA, ALICIA (eds.), Actas del IV Congreso Internacional de la Asociación Internacional Siglo de Oro (AISO), (Alcalá de Henares, 22-27 de julio de 1996), Vol. I, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1996, p. 450.
Discurso, identidad y representación en la cronística hispalense del seiscientos
1046
Castro y Quiñones había hecho en Granada con la recreación en torno al Sacromonte. Las
obras de Espinosa y la de Caro toman la tradición falsaria de Dextro y Máximo para
construir un auténtico santoral y martirologio sevillano: Cornelio Centurión se reclama
como natural de Itálica, San Segundo de la Bética, San Rómulo, Honorio, Eutiquio y
Esteban se defienden como patronos e hijos de Sevilla en sede vacante de 1624 y se aboga
por el origen sevillano de mártires como Straton, Macario, Justo, Rufino, Rufiano,
Artemidoro, Seucio, Críspulo y Resituto. La grandeza espiritual de la ciudad también se
argumentó a través de la oposición de la ciudad al judaísmo ya fuera afirmando que en
Sevilla se habría producido la primera persecución en los tiempos de Nerón, reivindicando
el carácter de sede de la Inquisición de la ciudad o señalando que todos los emperadores
romanos de origen hispalense habían demostrado ser perseguidores de judíos14. Junto a ello
se promovieron las devociones locales de las patronas Santa Justa y Santa Rufina15, de la
virgen de Guadalupe que se reclamaba sevillana y se defendió la dignidad de la Iglesia
hispalense con el objetivo de reivindicar su primacía respecto a las Iglesias de España,
cuestión que la seguiría oponiendo con Toledo en el siglo XVIII. A través de Dextro se
remontó la fundación de la Iglesia sevillana hasta el Apóstol Santiago o, en su defecto, hasta
San Pío, supuesto primer arzobispo de Sevilla y uno de los once discípulos del Apóstol que
habría estado predicando en Sevilla16. La defensa de este pasado llevó prontamente a
posicionar al arzobispado, al igual que a los cronistas, en contra del compatronato de Santa
Teresa y a favor de “nuestro gran patrón Santiago”.
El fervor con el que el arzobispo Castro y Quiñones abrazó la defensa de los discutidos
hallazgos granadinos se justificaba en las posibilidades que aquellos descubrimientos
permitían para el impulso inmaculista. De la misma forma, el traslado del arzobispo a
Sevilla en 1610 significó el estímulo definitivo de este misterio que consiguió elevarse a
asunto de Estado. Los textos cronísticos dieron un papel relevante a la cuestión
inmaculista por lo que, aunándose a la intensa promoción a través de fundaciones,
sermones, procesiones, la defensa de jesuitas y franciscanos o la propia iconografía mariana,
convirtieron a Sevilla en el epicentro de la defensa del dogma17. Junto a ésta, la
canonización de San Fernando fue el gran propósito de la centuria siendo los arzobispos
sevillanos, en especial Diego de Guzmán y Haro, los que la promocionaron. Con Felipe III
se iniciaron los tratados que continuaron durante todo el siglo hasta la efectiva
canonización por Clemente X (4 de febrero de 1671). En las crónicas cada paso del
proceso se celebra como una victoria de la ciudad y las fiestas públicas más notorias,
convertidas en auto-reivindicaciones del prestigio hispalense y el de la Monarquía en el
mundo católico, fueron aquellas celebradas con la consecución de ambas iniciativas.
14 ESPINOSA DE LOS MONTEROS, PABLO: Primera parte de la Historia…, Sevilla, Imp. Matías Clavijo, 1627, L. I, Cap. II, p. 44. 15 Véase VINCENT-CASSY, CÉCILE: “La propagande hagiographique des villes espagnoles au XVIIe siècle: le cas de sainte Juste et de sainte Rufine, patronnes de Séville”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 33-2 (2003), pp. 97-130. 16 ESPINOSA DE LOS MONTEROS, PABLO: Primera parte de la Historia…, L.II, Cap. III, p. 38v. 17 “pues Sevilla fue la primera ciudad que en estos tiempos levantó bandera por su limpia Concepción, haciendo demonstraciones, cuantas no se han oído ni visto en la Iglesia Universal”. CARO, RODRIGO.: Antigüedades y Principado…, Sevilla, Imp. Andrés Grande, 1634, L.II, p. 73v.
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En este período también se produjo un aumento de los problemas de navegabilidad del
Guadalquivir a causa de la peligrosa barra de Sanlúcar por lo que coinciden estas décadas
con la aparición de diferentes propuestas para la solución de este problema — como el
proyecto de Leonardo Turriano para la creación de un canal, origen de desavenencias de
intereses entre las oligarquías sevillanas― y con el paulatino desplazamiento del tráfico
marítimo a Cádiz18. Aunque hasta la segunda mitad del XVII y de forma abierta con el
traslado en 1717, la ciudad no reacciona de forma abierta podemos encontrar en las
crónicas la voluntad de preeminencia, argumentada históricamente y simbólicamente,
frente a Cádiz. De esta pretensión deriva la idea de atender a la centralidad de Sevilla a lo
largo de historia y convertirla, tal y como hace Caro, en un Principado, en la cabecera de la
región Bética, siguiendo el continuamente aludido convento administrativo romano. Esta
afirmación suponía remarcar la amplia jurisdicción sobre ciudades y villas que ostentaba la
antigua Sevilla, reivindicar el pasado de la ciudad como sede primera de la Corte española y
ostentar la primacía en virtud de la antigüedad y grandeza de la ciudad en relación a
Córdoba, Écija y Cádiz19.
Las crónicas sevillanas, al igual que las gaditanas trasladaron la tensión por el
monopolio comercial al plano histórico en una lucha por la preeminencia pasada que se
entendía como justificadora de su estatus presente. La imagen del pasado gaditano dada
por Espinosa y Caro afectaba tanto en lo simbólico como en lo histórico a la dignidad de
Cádiz ya que su fidelidad a César se había cuestionado y su importancia en la Bética,
aunque alabada, no rivalizaba con la urbe hispalense considerada a lo largo de la obra de
Espinosa como emporio del mundo, mucho antes de que Cádiz asumiera tal título. Además,
se destacaba, entre otros muchos aspectos, la seguridad del puerto sevillano20.
Esta cuestión clave era, precisamente, el principal problema de Cádiz y la razón por la
cual, desde 1598-1630, el cabildo gaditano había volcado sus intereses en el cierre del cordón
de murallas21. Por otra parte, para algunos historiadores como Espinosa parece que se hacía
inevitable no asumir los problemas de navegabilidad del Guadalquivir existentes en ese
momento ante el crecimiento del tonelaje22; motivo determinante que se encontraba
detrás del progresivo desplazamiento del tráfico hacia Cádiz, el cual disfrutaba de un mayor
calado y de unos salvables escollos en la bahía23. A finales de siglo, el cabildo gaditano
entendió la necesidad de impulsar la publicación de una obra cronística cuyo fin fuera
presentar una defensa histórica de la ciudad y así refrendar la reciente posición conseguida
en 1680 con el decisivo traslado de la cabecera de las flotas24. El desmesurado texto de
18 DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: Orto y ocaso…, pp. 136-150. 19 CARO, RODRIGO: Antigüedades y Principado…, L. II, Cap. X, pp. 71v.-72r. 20 “Vese todo el gran cuerpo de Sevilla, acompañado del río Guadalquivir con gran número de bajeles, y barcos mayores, y menores, a quien él da segura estación y puerto y pasando con mansa corriente va a dar leyes al mar”. Ibíd., L. II, p. 64r. 21 BUSTOS RODRÍGUEZ, MANUEL: Cádiz en el sistema atlántico: la ciudad, sus comerciantes y la actividad mercantil (1650-1830), Madrid, Universidad de Cádiz-Sílex, 2005, p. 82. 22 “señaladamente dice que estaba nuestro Guadalquivir tan profundo y navegable que llegaban hasta nuestros fuertes muros los navíos más gruesos que entonces había y que algunos de menor porte pasaban hasta Peñaflor”. ESPINOSA DE LOS MONTEROS, PABLO: Segunda parte de la Historia…, Sevilla, Imp. Juan de Cabrera, 1630, L. II., p. 31v. 23 CHAUNU, PIERRE: Sevilla y América, siglos XVI y XVII, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983, pp. 43-44. 24 DOMÍNGUEZ ORTIZ. ANTONIO.: Orto y ocaso…, p.144.
Discurso, identidad y representación en la cronística hispalense del seiscientos
1048
Gerónimo de la Concepción no sólo estaba destinado a engrandecer a Cádiz sino también
dar una airada respuesta directa a los argumentos y fortalezas esgrimidas por los sevillanos.
Frente a Sevilla, Cádiz utilizó los mismos medios y formas para reclamar una mayor
vinculación con el pasado romano dado que no había sido sujeto a conquistas y habría
disfrutado de mayores mercedes25, defendió su fidelidad histórica a la
Monarquía―cuestionada por Caro— frente a la “rebelde” 26 Sevilla y antepuso el culto al
Hércules gaditano al sevillano27. Además, mediante una intencionalmente adulterada cita de
Estrabón, reivindicó a Cádiz como primera colonia del Bética28.
La cronística, haciendo pertinente la afirmación foucaultiana sobre la relación entre
discurso y el poder29, revela a través de cuestiones históricas y simbólicas las tensiones
existentes en aquel período por la primacía la cual también estaba ligada a la cuestión del
control del tráfico comercial. La publicación de los textos sevillanos a comienzos de siglo
coincide con la enérgica reacción para controlar la deriva de las arribadas a Cádiz en lugar
de a Sanlúcar, los intentos de traslado del Juzgado de Indias a dicha villa o, en su lugar, el
intento de conseguir su desaparición mediante las acusaciones de fraude30. Fueron los
mismos argumentos históricos y el peso de la tradición, que relacionaban a Sevilla con su
pasada prosperidad y a ésta con la de la Monarquía, los que empleó de nuevo la ciudad
hispalense en sus pretensiones de recuperar el monopolio a comienzos del siglo XVIII tal y
como se refleja en la Representación de Sevilla sobre el comercio antiguo de 172231.
La historiografía sevillana de la segunda mitad del siglo posee unos rasgos
profundamente diferenciados de la producción anterior. En primer lugar, la obra refleja el
contexto de cambio de poder existente en la Corte pues si en la primera mitad el “Atlante”
Olivares captaba las dedicatorias y los intereses de promoción de los autores, en la segunda
la obra se dedica a Juan Francisco de la Cerda, el VIII duque de Medinaceli. En 1677,
momento de publicación de la obra, el duque es el noble andaluz con mayor peso dentro
la Corte llegando, tras la mayoría de edad de Carlos II en 1675 y la muerte de Juan José de
Austria en 1679, a convertirse en valido del monarca.
25 CONCEPCIÓN, GERÓNIMO DE LA: Emporio del orbe…, Ámsterdam, Imp. de Joan Bus, 1690, L. I, Cap. VIII, p. 33. 26 “No sé en que ayan ofendido los Gaditanos a Caro, que tan caro le cuestan sus alabanças, y que por defender a Sevilla, quiera traspasarle sus lunares a Cádiz. Quede pues firme, que no Cádiz, sino Sevilla, con las demás ciudades, que refieren las historias, fueron las conjuradas contra Julio César, y que este vuelto a Roma, donde fue Emperador primero, murió infelizmente en el Senado con 23 puñaladas a manos de Bruto y Cassio”, Ibíd., L. I, Cap. IX, p. 35. 27Ibíd., L. II, Cap. III, p. 83 y L. II. Cap. V, p. 90. 28 Y con cuánta razón la antepuso Estrabón a Sevilla, y aún a todas las ciudades después de Roma, pues llegó a decir: Post Gaditanam Hispalis quidem insignis; que después de Cádiz será Sevilla la insigne”. Ibíd., L.I, Cap. XVII, p. 73. Gerónimo de la Concepción obvia la frase completa en la que Córdoba antecede en importancia a Cádiz (Post hanc vero Gaditanam Hispalis quidem insignis et ipsa Romanorum Colonia: “Después de esta ciudad (Córdoba) y la de los gaditanos descuella ciertamente Hispalis, colonia también ella de los romanos”. Estrabón, Geografía. Libros III-IV, Madrid, Gredos, 1992, p. 49). La cita la vuelve a mencionar, pero correctamente, Bartolomé Sánchez de Feria en 1722. SÁNCHEZ DE FERIA, BARTOLOMÉ: Palestra Sagrada o Memorial de los Santos de Córdoba, Vol. 1, Córdoba, Imp. Juan Rodríguez, 1772. 29 “El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”. FOUCAULT, MICHEL: El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 2008, p.15. 30 GIRARD, ALBERT: La rivalidad comercial y marítima entre Sevilla y Cádiz: hasta finales del siglo XVIII, Sevilla, Ed. Renacimiento, 2006, p. 70. 31 Ibíd., p. 75 y DOMÍNGUEZ ORTIZ. ANTONIO: Orto y ocaso…, p. 147.
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Los Annales de Ortiz de Zúñiga responden a un interés por la veracidad histórica y se
nutren de fondos documentales que antes no habían sido sistemáticamente trabajados. El
binomio eclesiástico-secular de la obra, con cierta preeminencia del primero, es
consecuencia de las fuentes empleadas extraídas del archivo capitular, del cabildo
municipal, de los conventos sevillanos y de las bibliotecas y archivos privados de la
nobleza sevillana. Si bien el contexto de producción es netamente diferente todavía se
pueden observar continuidades: la importancia del dogma de la Inmaculada y, sobre todo,
del proceso de canonización de Fernando III pues la obra parte cronológicamente desde su
reinado (1246) y finaliza precisamente en el año de la consecución del proceso en 1671. La
decisión que supone comenzar la narración en un período capaz de documentar con rigor y
la aplicación metodológica del criterio documental a lo largo de la obra diluye cualquier
pretensión panegírica presente en la primera mitad del siglo. Pese a esto, en las páginas
iniciales, el autor no llega a contradecir ni desconsiderar históricamente sólidos elementos
identitarios como la tradición herculina o la importancia de Sevilla en la Antigüedad
clásica32.
La actitud crítica de Ortiz y su rechazo frontal a los notorios excesos de los falsos
cronicones nos remiten a un contexto de notables cambios en el escenario historiográfico
sevillano compartido por autores como Loaisa, Báñez de Salcedo y, sobre todo, por
Nicolás Antonio Bernal. También debemos incluir en este grupo al bibliófilo novator Gaspar
Ibáñez de Segovia, Marqués de Agrópoli y —tras largos pleitos― de Mondéjar, también
crítico con las mistificaciones históricas y al que Ortiz envió el texto para comentar, siendo
su elogiosa respuesta publicada en los preliminares de la obra. Este notable cambio en la
forma de realizar historia supone la inclusión de visiones más críticas sobre hechos,
personajes y decisiones políticas. Por este motivo, en la obra aparecen diversas
cuestiones, todavía muchas de forma ocasional, anteriormente obviadas en el resto de obras:
el Nuevo Mundo33, la incidencia de las pestes y riadas, la expulsión de los moriscos, el auto
de fe de 1627 a los alumbrados, la rebelión del duque de Medina-Sidonia, el motín de 1652,
etc. Sin embargo, estas consideraciones no suponen que la historia de Ortiz de Zúñiga se
encuentre exenta de imprecisiones, omisiones y datos falsos en pos de un relato interesado
hacia los nobles y eclesiásticos que protagonizan su obra. También a nivel personal, pues
los sinceros intereses genealógicos de Ortiz, tal como queda de manifiesto en sus obras y
proyectos34, tampoco pueden obviar su origen converso y su voluntad de ensalzar sus
32 “(De Sevilla) Hay mucho escrito, como de sus inmortales trofeos, habitada de los originarios españoles, para los cuales la cimentó el héroe que, o tuvo propio, o mereció apelativo, el nombre esclarecido de Hércules, sojuzgada después de los Romanos, que la constituyeron segunda Roma, en Majestad y prerrogativas cuantas aquella República domadora del Orbe concedió a sus más estimados Colonias, con el nombre famoso de Iulia, y el epíteto de Rómula, que le dio el invencible Julio César”. ORTIZ DE ZÚÑIGA, DIEGO: Annales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla…, Madrid, Imp. Real por Juan García Infançon, 1677, p. 2. 33 VARELA BUENO, CONSUELO: “El Nuevo Mundo en los ‘Anales’ de la ciudad de Sevilla de Ortiz de Zúñiga, en Trinidad Barrera (ed.), Herencia cultural de España en América. Siglos XVII y XVIII, Madrid, Iberoamericana, 2008, pp. 277-294. 34 ORTIZ DE ZÚÑIGA, DIEGO: Discurso genealógico de los Ortizes de Sevilla, Cádiz, Imp. Pedro Ortiz, 1670; Ibíd., Posteridad ilustre y generosamente dilatada de Juan de Céspedes, Sevilla, Imp. Tomé de Dios Miranda, s.a. También tuvo la pretensión de una obra general sobre los linajes nobiliarios, el Teatro genealógico de la nobleza, pero ésta, nunca llegaría a realizarse.
Discurso, identidad y representación en la cronística hispalense del seiscientos
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orígenes e integrarlos en un relato común con el conjunto de familias nobiliarias
sevillanas35.
Conclusiones
La cronística urbana tuvo una importante relevancia en el espacio andaluz pues
éste contaba con unas condiciones óptimas que se asentaban, fundamentalmente, en la
existencia de una densa red urbana y en la presencia de unas poderosas oligarquías civiles y
eclesiásticas que encontraron en el discurso histórico un medio instrumental idóneo para,
como vehículo de sus pretensiones colectivas, conseguir una construcción interesada del
relato sobre el pasado. Aunado con las condiciones socio-económicas, el destacado carácter
cultural de Sevilla, como epígono del humanismo renacentista finisecular y del barroco
peninsular, posibilitó el surgimiento de autores cultos, de extracción laica y
especialmente eclesiástica, con intereses históricos y aspiraciones de promoción social. El
extraordinario desarrollo de la ciudad hispalense y su oligarquía durante el Quinientos ya
había supuesto el inicio de la creación cronística, pero no fue hasta el siglo XVII cuando,
aspirando a capitalizar la dignidad del pasado Bético del valle del Guadalquivir, resurgieron
las iniciativas corográficas como voz de los principales proyectos de la oligarquía sevillana.
Durante la primera mitad observamos como la publicación se encuentra ligada a los
círculos intelectuales sevillanos que giran en torno al cabildo y la alta nobleza, sobre todo,
al arzobispo Castro y Quiñones y el Conde de Olivares. Los discursos históricos
producidos en este contexto nacen de la intensa integración sobre el género cronístico de
los falsarios históricos como elemento útil para dignificar el pasado sevillano. Esto se hizo
mediante la creación de un ilustre santoral y la defensa de unos proyectos y de un ideario
político-religioso que era garante y justificación de su grandeza cívica. En el plano puramente
histórico se acudió a la asociación con el legado romano como forma simbólica de defender
el estatus de su nobleza y la primacía política de los intereses hispalenses tanto en
Andalucía Occidental como dentro del concierto de la Monarquía. Coincidió este contexto
con la necesidad de reafirmación frente al nuevo monarca —contando con la aquiescencia
de su valido—en un momento histórico en el que el declive empieza a ser manifiesto, tanto
en lo demográfico como en lo económico, siendo, por ello, más perentoria la expresión de
las voluntades elitistas a través de la reivindicación y reafirmación histórica.
La obra de Ortiz de Zúñiga, ya en la segunda mitad del siglo, responde a un cambio
historiográfico notable con un giro hacia la historia erudita, con el consiguiente rechazo de
los discursos mitificados de los falsarios y una pretensión de descripción objetiva. Sin
embargo, junto a los notables esfuerzos metodológicos realizados por Ortiz de Zúñiga
seguimos encontrando la integración de intereses personales y colectivos que siguen
manifestando la decisiva presencia, desde una perspectiva diferente, de líneas maestras de la
cronística de la primera mitad, como la relación con el pasado clásico, la cuestión de la
Concepción Inmaculada o la canonización de Fernando III.
35 Se menciona este origen converso, sus omisiones y errores respecto a la narración de la Guerra de Granada en: FERNÁNDEZ CHAVES, MANUEL F. Y PÉREZ GARCÍA, RAFAEL M.: En los márgenes de la ciudad de Dios: moriscos en Sevilla, Valencia, Universidad de Granada-Universitat de València-Universidad de Zaragoza, 2009, p. 64 y p. 69.
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Así pues, en base a estas consideraciones, podemos concluir que las crónicas urbanas
sevillanas del Seiscientos, son una fuente que nos permite analizar el sentido y valor de lo
histórico a la par que su utilización política e ideológica, la integración de los intereses
personales y las voluntades colectivas de la oligarquía sevillana y su enlace con la política de
la Monarquía, así como la expresión histórico-simbólica de los discursos de las élites
urbanas proyectados como formas de creación de identidades colectivas.
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